Visita de S.E. Arzobispo Justiniano

DSC08974El 1 de Mayo, Domingo de Santo Tomás, celebra la Divina Liturgia en nuestra catedral de San Jorge Su Eminencia Justiniano, Arzobispo de Naro-Fomisnk del Patriarcado de Moscú, junto con Su Einencia Metropolita Antonio, Arzobipo de nuestra Arquidiócesis. Dentro del marco de su vista a México donde ha sido recibido por el Exmo. Sr. Valery Morozov, Embajador de la Federación de Rusia,  es portador de los saludos por la gloriosa Pascua de Su Santidad el Patriarca Cirilo a los fieles en tierras mexicanas, así como de su mensaje para nuestra feligresía de origen ruso.

Su Eminencia Justiniano nació el 28 de junio de 1961, recibió la tonsura monástica el 24 de marzo de 1988 y la consagración episcopal el 1 de septiembre de 1995. Desde marzo de 2010 fue designado como Administrador de la Iglesia Ortodoxa Rusa de Estados Unidos, es decir, del conjunto de parroquias que se encuentran directamente bajo la autoridad canónica del Patriarcado Ruso.

Asimismo, Su Eminencia ostenta el cargo de Vicepresidente de la Asamblea de Obispos Canónicos Ortodoxos de América. Le deseamos una feliz estancia en nuestro país al tiempo de compartir la alegría de su presencia como muestra de nuestra hermandad y unidad en Cristo.

 

Fotos del Domingo de Pascua

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Fotos tomadas en la Liturgia del Domingo de PAscua  2011, en la Catedral Ortodoxa Antioquena de San Jorge, México D.F., Presidida por Su Eminencia, Monseñor Antonio Chedraoui. 

Domingo Nuevo

Domingo de Santo Tomás

Santo Tomas 3
La primavera exhala su perfume
y la nueva creación se regocija;
los cerrojos de las puertas, hoy,
se quitan junto con la desconfianza,
y el querido Tomás exclama:
“Tú eres Señor mío y Dios mío.”
Exapostelario

Tropario de la Fiesta

Tono 7

Oh Cristo nuestro Dios,
estando sellado el sepulcro,
de él saliste esplendoroso, oh Vida.
Y mientras las puertas estaban cerradas,
viniste a los discípulos,
oh Resurrección de todos. Y por ellos,
 nos renovaste a nosotros con Recto Espíritu
según tu gran misericordia.

Condaquio de la Pascua

Tono 8

Cuando descendiste al Sepulcro, oh Inmortal,
destruiste el poder del Hades;
y al resucitar vencedor, oh Cristo Dios,
dijiste a las mujeres Mirróforas:
«¡Regocíjense!»;
y a tus discípulos otorgaste la paz,
Tú que  concedes a los caídos la resurrección.

Lectura de Hechos de los Apóstoles (Lc 5: 12-20) 

En primer aquellos días: por mano de los apóstoles se realizaban muchas señales y prodigios en el pueblo…

solían estar todos con un mismo espíritu en el pórtico de Salomón, pero nadie de los otros se atrevía a juntarse a ellos, aunque el pueblo hablaba de ellos con elogio. Se aumentaba más y más el número de los que creían en el Señor, una multitud así de hombres como de mujeres.

…hasta tal punto que incluso sacaban los enfermos a las plazas y los colocaban en lechos y camillas, para que al pasar Pedro, siquiera su sombra cubriese a alguno de ellos. También acudía la multitud de las ciudades vecinas a Jerusalén trayendo enfermos y atormentados por espíritus inmundos; y todos eran curados.

Entonces se levantó el Sumo Sacerdote, y todos los suyos, los de la secta de los saduceos, y llenos de envidia, echaron mano a los apóstoles y les metieron en la cárcel pública. Pero el Ángel del Señor, por la noche, abrió las puertas de la prisión, les sacó y les dijo: «Id, presentaos en el Templo y decid al pueblo todo lo referente a esta Vida»

Evangelio según San Juan (Jn 20:19-31)

Cuando llegó la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, y estando cerradas las puertas de la casa donde se hallaban reunidos los discípulos por miedo a los judíos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: «¡La paz sea con ustedes!» Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se llenaron de gozo al ver al Señor, el cual les repitió: «¡La paz sea con ustedes! Como el Padre me envió, así los envío también a ustedes.» Dichas estas palabras, sopló sobre ellos y les dijo: «Reciban el Espíritu Santo: a quienes perdonen sus pecados, les serán liberados, y a quienes se los retengan, les serán retenidos.»

Tomás, uno de los doce, llamado el mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Le dijeron después los otros discípulos: «Hemos visto al Señor.» Mas él les respondió: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, y no meto mi dedo en el agujero de los clavos, y mi mano en la llaga de su costado, no lo creeré.»

Ocho días después, estaban otra vez los discípulos reunidos y Tomás con ellos; vino Jesús estando cerradas las puertas, y se puso en medio y dijo: «¡La paz sea con ustedes!» Luego dijo a Tomás: «Acerca aquí tu dedo y examina mis manos, luego trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo, sino creyente.» Tomás exclamó: «¡Señor mío y Dios mío!» Jesús replicó: «Porque me has visto has creído. Bienaventurados aquellos que sin haberme visto han creído.»

Muchas otras señales hizo también Jesús en presencia de sus discípulos, que no están escritas en este libro. Pero éstas se han escrito para que crean que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios; y para que, creyendo, tengan vida en su Nombre.

¡Así los envió yo!

En este primer domingo posterior a la Pascua de Resurrección, la Santa Iglesia ha querido, a través de las lecturas bíblicas, mostrarnos, por una parte, cómo era la vida de la naciente Iglesia en Jerusalén, en donde los apóstoles corresponden a la oración que el Señor Jesús hizo por ellos ya que predicaban, hacían crecer el número de los creyentes y curaban a los enfermos del cuerpo y del alma; donde vemos que quienes no se les unían eran los judíos acomodados y temerosos del sanedrín, pero por el contrario, el pueblo sencillo y humilde los seguía. La respuesta del sanedrín es apresarlos, pero son liberados milagrosamente.

Después de ver cómo vivían los apóstoles posteriormente a la Resurrección, cabe preguntarnos: ¿Cuál es nuestra respuesta al Señor después de haber celebrado su gloriosa Resurrección?

El pasaje del Evangelio de hoy reviste gran importancia en la vida de los cristianos, pues nos narra otro episodio de la Gloriosa Resurrección de Nuestro Señor, cuando se les parece a los Apóstoles, quienes estaban reunidos con gran temor de los judíos. Ahí los saluda con el saludo de la paz, y después de conferirles la trascendental misión de ir por el mundo predicando la buena nueva, sopló sobre ellos, confiriéndoles el Espíritu Santo.

Aquí es donde todos los cristianos ortodoxos debemos tomar inspiración y ejemplo para saber que nuestra misión en la vida, no se limita sólo a cumplir nuestros deberes religiosos los domingos y días de fiesta en la Iglesia, sino que ante todo, nuestra misión consiste en un diario, permanente y cotidiano testimonio, con nuestra Fe y con las obras derivadas de esa Fe, de que Cristo es Dios y que ha resucitado de entre los muertos para concedernos la vida eterna y derrotar así el poder del pecado, que lleva a la muerte. Toda nuestra vida, debe ser un monumento a la Fe en la resurrección de Cristo Nuestro Dios. Lo que distingue a los cristianos del resto del mundo es nuestra Fe, entendida como una entrega total a Cristo, que sólo puede ser en su Santo Nombre, para así tener vida eterna.

La vida de los cristianos puede ser muy difícil si sólo confiamos en nuestras propias fuerzas físicas y mentales, pero Dios en su infinita misericordia no ha querido dejarnos solos para cumplir la gran misión que tiene para nosotros. Tenemos la esperanza puesta en la resurrección a la vida eterna. No estamos solos.

Como dice el Tropario que cantamos en este día, que Dios renueve en nosotros un corazón recto según su gran misericordia.

Rev. Padre Jesús Ruiz
Catedral de San Jorge
México D.F.

Domingos después de pascua

 Después de la Resurrección, Jesús se presentó entre sus discípulos “dándoles muchas pruebas de que vivía, apareciéndoles durante cuarenta días” (Hechos 1: 3).

Por lo que la santa Iglesia recuerda la Resurrección a lo largo de los cuarenta días posteriores al Domingo de Pascua hasta el día de la divina Ascensión. Durante la temporada pascual es cantado, en todos los Servicios, el Tropario de la Resurrección “Cristo resucitó de entre los muertos…”, himno que todos deberíamos aprender de memoria, y meditarlo constantemente durante estos cuarenta días.

Las lecturas evangélicas dominicales, también, se refieren directa o indirectamente a la realidad de la Resurrección, y son tomadas del evangelio según San Juan:

  1. Domingo de Santo Tomás: La duda de Tomás se transformó en una prueba irrefutable de la realidad de la Resurrección.
  2. Domingo de las Mirroforas: ¡El sepulcro vacío!, y las mujeres mirroforas, por su valentía, se hicieron dignas de ser las primeras en anunciar la Buena Nueva: ¡Cristo ha resucitado!
  3. Domingo del Paralítico: la Piscina de Betesda es figura de la pila bautismal. Mientras el ángel del Señor “bajaba, de tiempo en tiempo, a la piscina y agitaba el agua”, volviéndola fuente de curación, el Espíritu Santo desciende sobre el agua bautismal, convirtiéndola en fuente de salvación.
  4. Domingo de la Samaritana: a quien Jesús dijo: “El que beba del agua que Yo le dé, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le dé se convertirá en él en fuente que brota para vida eterna.”
  5. Domingo del Ciego: tal como Cristo dio vida a los ojos que jamás habían conocido la luz, así también hace surgir la vida de donde antes moraba la muerte.

Visita de Su Exelencia Arzobispo Justinaiano

Hoy  1 de Mayo celebra la Divina Liturgia en nuestra catedral de San Jorge Su Eminencia Justiniano, Arzobispo de Naro-Fomisnk del Patriarcado de Moscú, junto con Su Einencia Metropolita Antonio, Arzobipo de nuestra Arquidiócesis. Dentro del marco de su vista a México donde ha sido recibido por el Exmo. Sr. Valery Morozov, Embajador de la Federación de Rusia,  es portador de los saludos por la gloriosa Pascua de Su Santidad el Patriarca Cirilo a los fieles en tierras mexicanas, así como de su mensaje para nuestra feligresía de origen ruso.

Su Eminencia Justiniano nació el 28 de junio de 1961, recibió la tonsura monástica el 24 de marzo de 1988 y la consagración episcopal el 1 de septiembre de 1995. Desde marzo de 2010 fue designado como Administrador de la Iglesia Ortodoxa Rusa de Estados Unidos, es decir, del conjunto de parroquias que se encuentran directamente bajo la autoridad canónica del Patriarcado Ruso.

Asimismo, Su Eminencia ostenta el cargo de Vicepresidente de la Asamblea de Obispos Canónicos Ortodoxos de América. Le deseamos una feliz estancia en nuestro país al tiempo de compartir la alegría de su presencia como muestra de nuestra hermandad y unidad en Cristo. 

Felicitación Pascual de Su Eminencia

¡Cristo ha resucitado!

DSC04025Lo más hermoso de esta temporada litúrgica es su desenlace: La Resurrección del Señor. La Cuaresma da paso a la Pascua; el silencio, al vuelo de las campanas; el ayuno, a la invitación al banquete celestial; los sacrificios, la penitencia, los colores tristes, a la alegría  de la fiesta, a la música, al canto y al colorido de las flores y los adornos que engalanan la iglesia y a nuestros jubilosos feligreses. Y por su Resurrección, Cristo nos regaló la victoria sobre las fuerzas oscuras que siempre están en nuestro acecho. Pero Jesús resucitado está siempre con nosotros, como nos lo prometió. ¡Alegraos, hoy es el día del triunfo, el día que ha hecho el Señor!

En nuestra Iglesia le damos muchísima importancia a la Resurrección del Señor. Y ¿cómo no dársela? Ella es la base, el fundamento de nuestra fe, a tal grado, que el mismo Espíritu Santo nos dice, sirviéndose de San Pablo: que si la Resurrección del Señor no fuera cierta, nuestra fe sería vana; pero nuestra fe es sólida como una roca porque ¡Cristo resucitó! ¡En verdad, que ha resucitado!

Queridos hijos, aprovecho esta oportunidad para enviarles todo mi cariño haciéndoles un llamado a reavivar vuestra fe, esa fe que sublima el amor, comunica la verdadera paz e impulsa a ser justos; fe que pedimos al Resucitado inunde nuestra Arquidiócesis y el mundo entero, para que los libre de todo el mal que los invade pretendiendo destruir, o al menos tergiversar, la imagen verdadera de Dios creador, redentor y santificador, de Dios que es Amor y nos ama tanto que nos dio a su propio Hijo, cuya Resurrección estamos celebrando. Acerquémonos llenos de confianza a Jesús, Él es nuestra esperanza; platiquemos con Él, hagamos el bien a los demás, amémonos perdonándonos el uno al otro y pletóricos de alegría cantemos todos juntos:

¡Cristo resucitó de entre los muertos pisoteando la muerte con su muerte y otorgando la vida a los que yacían en los sepulcros!

Con mi amor y mi cariño
Arzobispo Antonio
Pascua 2011

Boletín de PASCUA

las mirroforas en el sepulcro

Tropario de Pascua
(Tono 5)

Cristo Resucitó de entre los muertos,
pisoteando la muerte con su muerte,
y otorgando la vida a los que yacían en los sepulcros. 

Condaquio de Pascua
Tono 8

Cuando descendiste al sepulcro, oh Inmortal,
destruiste el poder del Hades;
y al resucitar vencedor, oh Cristo Dios,
dijiste a las mujeres Mirróforas: “¡Regocíjense!”
y a tus discípulos otorgaste la paz,
¡Tú que concedes a los caídos la resurrección

 Felicitación de Su Eminencia

¡Cristo ha resucitado!

Lo más hermoso de esta temporada litúrgica es su desenlace: La Resurrección del Señor. La Cuaresma da paso a la Pascua; el silencio, al vuelo de las campanas; el ayuno, a la invitación al banquete celestial; los sacrificios, la penitencia, los colores tristes, a la alegría  de la fiesta, a la música, al canto y al colorido de las flores y los adornos que engalanan la iglesia y a nuestros jubilosos feligreses. Y por su Resurrección, Cristo nos regaló la victoria sobre las fuerzas oscuras que siempre están en nuestro acecho. Pero Jesús resucitado está siempre con nosotros, como nos lo prometió. ¡Alegraos, hoy es el día del triunfo, el día que ha hecho el Señor!

En nuestra Iglesia le damos muchísima importancia a la Resurrección del Señor. Y ¿cómo no dársela? Ella es la base, el fundamento de nuestra fe, a tal grado, que el mismo Espíritu Santo nos dice, sirviéndose de San Pablo: que si la Resurrección del Señor no fuera cierta, nuestra fe sería vana; pero nuestra fe es sólida como una roca porque ¡Cristo resucitó! ¡En verdad, que ha resucitado!

Queridos hijos, aprovecho esta oportunidad para enviarles todo mi cariño haciéndoles un llamado a reavivar vuestra fe, esa fe que sublima el amor, comunica la verdadera paz e impulsa a ser justos; fe que pedimos al Resucitado inunde nuestra Arquidiócesis y el mundo entero, para que los libre de todo el mal que los invade pretendiendo destruir, o al menos tergiversar, la imagen verdadera de Dios creador, redentor y santificador, de Dios que es Amor y nos ama tanto que nos dio a su propio Hijo, cuya Resurrección estamos celebrando. Acerquémonos llenos de confianza a Jesús, Él es nuestra esperanza; platiquemos con Él, hagamos el bien a los demás, amémonos perdonándonos el uno al otro y pletóricos de alegría cantemos todos juntos:

¡Cristo resucitó de entre los muertos pisoteando la muerte con su muerte y otorgando la vida a los que yacían en los sepulcros!

Con mi amor y mi cariño
Arzobispo Antonio
Pascua 2011

Costumbres Pascuales

El rito de bendecir los huevos es una de las costumbres muy cercanas al corazón del pueblo ortodoxo; quizás, la salida del pollito del huevo es una imagen que simboliza la salida esplendorosa de la Vida, desde las oscuras profundidades del sepulcro “la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron.” (Jn.1,5). Así como el mismo pollito con su pico rompe la cáscara cuando se cumplen sus días para salir a la existencia, así Cristo, salió resplandeciente al tercer día por su propio Divino Poder. Respecto a la coloración de los huevos, inicialmente se usaba el color rojo que simboliza la sangre derramada de Cristo. Posteriormente se difundió el uso de muchos colores, primero por expresar la alegría y segundo porque la Pascua cae en la primavera donde las flores brillan con sus colores.

Después de la Resurrección el Señor se presentó con dos de los discípulos que iban a Emaús (Lc. 24, 13-32), y cuando lo reconocieron “en la fracción del pan”, regresaron a Jerusalén para anunciar que “Cristo ha resucitado”, los doce apóstoles los recibieron diciéndoles: “En verdad ha resucitado el Señor y se ha manifestado a Simón.” Este anuncio y certeza son el corazón del Evangelio y el eje central de la predicación. Esta comprensión, que la Tradición eclesiástica ha guardado, es la que lleva a los fieles a saludarse durante la temporada pascual (hasta la ascensión del Señor) con el saludo propio “Cristo ha resucitado”, al que se contesta “en verdad ha resucitado.” Así que nada les impone expresar su alegría, ni pena ni preocupación por las críticas de los demás. En los años veintes del siglo pasado, en la Unión Soviética luego de que el régimen Bolchevique fundara el Comité “los que no tienen dios”, uno de sus miembros fue a dar una conferencia ateísta y después de exponer sus pruebas definitivas de que Dios no existe, pidió a la audiencia plantear sus comentarios o dudas. Un sacerdote, vestido de civil, se puso de pie y dijo: “Cristo ha resucitado”, y una voz unánime del auditorio le contestó: “En verdad ha resucitado.”

Los ornamentos de los sacerdotes y las cubiertas del altar son blancos; algunos de los fieles también, suelen vestirse de blanco, símbolo de la iluminación que la Iglesia nos otorga por el bautismo que es participación en la muerte del Señor y en su Resurrección.

El Epitafio (el icono de la sepultura del Señor, con el cual hicimos la procesión funeraria en el Viernes Santo) se coloca en el altar toda la temporada pascual y sobre él se celebra la Divina Liturgia, pues del sepulcro ha surgido la vida.

Toda la temporada pascual, en la iglesia y en la casa, leemos el Libro Hechos de los Apóstoles. Pues, al leerlo nos introducimos en las alegres atmósferas pascuales que dominaban en la primera Iglesia donde los Apóstoles, con mucho valor y confianza, predicaban la muerte del Señor y su Resurrección al tercer día.

El Desenso al Hades

San Epifanio el Chipriota (315-403)

…Adán, entre los presos en el Hades, escuchó los pasos del Señor que se acercaba. Inmediatamente lo reconoció; entonces se volteó hacia los que le rodeaban desde los siglos y les dijo: “Amigos, estoy escuchando que se acerca a nosotros una persona que si fuéramos dignos de que viniera aquí estaríamos librados; si lo viéramos entre nosotros, estaríamos rescatados del Hades.

Mientras Adán hablaba a los condenados que estaban con él, el Señor entró cargando el arma triunfal de la Cruz. Al verlo, Adán grita con júbilo a todos los difuntos: “¡El Señor está con todos ustedes!, Cristo le contestó: “También con tu espíritu.”

Luego lo toma de la mano, y lo eleva diciéndole: “Despierta tú que duermes, y levántate de entre los muertos y te iluminará Cristo (Ef. 5, 14). Yo soy Dios que por ti me hice hijo tuyo. Ahora estás conmigo tú y toda tu descendencia; con mi Poder Divino les otorgo la libertad. Digo a los encadenados: ‘salgan’, a los que están en la oscuridad: ‘revélense’, y a los que están bajo la tierra: ‘resuciten’.

A ti, oh Adán, te digo: despierta de tu eterno sueño. No te hice para ser encadenado en el Hades. Levántate de entre los muertos pues Yo soy la vida de los difuntos: elévate, tú a quien hice según mi imagen. Partamos de aquí, pues estás en mí y yo en ti; por ti tomé la imagen de siervo; por ti bajé a la tierra y a las partes más bajas, Yo, que soy más Alto que los cielos. Por ti me hice un hombre que no tiene auxilio, relegado entre los muertos. Por ti, que saliste del jardín del paraíso, en un jardín fui entregado a los judíos y en un huerto, crucificado…

De la homilía de San Epifanio, obispo de Chipre, sobre el descenso triunfador de Cristo al hades, que se lee en los monasterios en el Sábado de Luz.

 

 

El Sepulcro Vacío

Los primeros testigos de la realidad del sepulcro vacío –según los cuatro evangelios– son María Magdalena y las otras mujeres; Juan menciona solamente a Magdalena, pero esto no descarta la posibilidad de que las otras mujeres se hallaran con ella; y ratifica a esta posibilidad el uso de plural en las palabras de Magdalena: “No sabemos donde lo pusieron” (Jn 20: 2). Aunque los evangelios eran redactados en un contexto que no validaba el testimonio de la mujer, sin embargo, los cuatro evangelistas registraron los nombres de estas mujeres y documentaron su testimonio, a tal grado que su importancia superó la de la llegada de Pedro y Juan al sepulcro vacío. Pues si su testimonio no hubiera sido sincero y auténtico, los evangelistas no lo hubieran subrayado de tal manera.

En el evangelio según san Marcos, el Ángel anuncia a las mujeres que el hecho de la Resurrección se ha consumado: “Ha resucitado”; pero no hay, absolutamente ninguna referencia al momento de la Resurrección. En el evangelio según san Mateo, el Ángel baja del cielo y retira la piedra, no para que ayude a Cristo a salir de su sepulcro, sino para que facilite a las mujeres el acceso al sepulcro vacío ya, a fin de que ellas verifiquen que el Salvador “ha resucitado” (Mt 28: 2). Esto es lo que el icono bizantino ilustra: jamás expone el acontecimiento de la salida de Cristo del sepulcro –como sí ha prevalecido en el Occidente–, sino que conserva dos ilustraciones tradicionales de la Resurrección:

  • El icono del descenso al Hades como un testimonio teológico de lo sucedido.
  • El icono del Sepulcro vacío como un testimonio histórico de lo sucedido.

 

  Fotos del Domingo de Ramos y del Jueves Santo

   

Boletín del Domingo de Ramos

Domingo de Ramos

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“Hoy la Gracia del Espíritu Santo nos ha reunido.
Y todos, juntos, elevamos Tu Cruz diciendo:
“Hosanna en las Alturas,
Bendito Él que viene en el Nombre del Señor”.

Troparios de la Fiesta

Tono 1

Oh Cristo nuestro Dios:
cuando resucitaste a Lázaro de entre los muertos, antes de tu Pasión,
confirmaste la Resurrección universal.
Por lo tanto, nosotros, como los niños,
llevamos los símbolos de la victoria y del triunfo
clamando a Ti, oh Vencedor de la muerte:
«¡Hosanna en las alturas!
¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!»

Tono 4

Oh Cristo nuestro Dios:
a nosotros que fuimos sepultados contigo por medio del Bautismo,
por tu Resurrección nos hiciste dignos de la vida eterna;
por eso te alabamos diciendo:
«¡Hosanna en las alturas!
¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!»

Condaquio de la Fiesta

Tono 6

Oh Cristo Dios,
sentado en los cielos en el Trono
y en la tierra sobre un pollino:
acepta las alabanzas de los ángeles
y el cántico de los niños que exclaman:
«¡Bendito eres Tú, que vienes a renovar la vocación de Adán!»

Carta del Apóstol San Pablo a los filipenses  (4: 4-9)

Hermanos: Estén siempre alegres en el Señor; se lo repito: ¡Estén alegres! Que su bondad sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca. No se inquieten por cosa alguna; antes bien, en toda ocasión, presenten a Dios sus peticiones, mediante la oración y la súplica, acompañadas de la acción de gracias. Y la paz de Dios, que supera todo entendimiento, custodiará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.

Por lo demás, hermanos, todo cuanto hay de verdadero, de noble, de justo, de puro, de amable, de honorable, todo cuanto sea virtud y cosa digna de elogio, en esto piensen. Todo cuanto han aprendido y recibido y oído y visto en mí, pónganlo por obra y el Dios de la paz estará con ustedes.

Evangelio según San Juan (12: 1-18)

En aquel tiempo, seis días antes de la Pascua,Jesús se fue a Betania, donde estaba Lázaro, a quien Jesús había resucitado de entre los muertos. Le dieron allí una cena. Marta servía y Lázaro era uno de los que estaba con Él a la mesa. Entonces María, tomando una libra de perfume de nardo puro, muy caro, ungió los pies de Jesús y los secó con sus cabellos. La casa se llenó de olor de perfume. Dijo Judas Iscariote, uno de los discípulos, el que lo había de entregar: «¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios y se ha dado a los pobres?» Pero no decía esto porque le preocuparan los pobres, sino porque era ladrón, y como tenía la bolsa se llevaba lo que echaban en ella. Dijo Jesús: «Déjala, que lo guarde para el día de mi sepultura. Porque pobres siempre tendrán con ustedes, pero a Mí no siempre me tendrán.»

Gran número de judíos supo que Jesús estaba allí y fueron, no sólo por Jesús, sino también por ver a Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. Los sumos sacerdotes decidieron dar muerte también a Lázaro, porque a causa de él muchos judíos se les iban y creían en Jesús.

Al día siguiente, al sentarse la numerosa muchedumbre que había llegado para la fiesta, de que Jesús se dirigía a Jerusalén, tomaron ramas de palmera y salieron a su encuentro gritando: «¡Hosanna!  ¡Bendito el que viene en nombre del Señor, El Rey de Israel!» Jesús, habiendo encontrado un borriquillo, se montó en él, según está escrito: No temas hija de Sión; mira que viene tu Rey montado en un pollino de asna.

Esto no lo comprendieron sus discípulos de momento; pero cuando Jesús fue glorificado, cayeron en la cuenta de que esto estaba escrito sobre Él, y que era lo que le habían hecho. La gente que estaba con Él cuando llamó a Lázaro de la tumba y lo resucitó de entre los muertos, daba testimonio. Por eso también salió la gente a su encuentro, porque había oído que Él había realizado aquella señal.

¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el Nombre del Señor!

Narrado con pulcritud, el Evangelio de san Juan nos describe aquí el comienzo de la última semana del ministerio de Cristo en la tierra. Jesús ya ha sido glorificado por sus obras y por sus palabras; posteriormente, Él será exaltado a través de su muerte y Resurrección.

En aquellos días, en plena efervescencia de nacionalismo, el pueblo judío esperaba la llegada de un Mesías triunfante y poderoso (en el aspecto político y militar) que libraría a su pueblo del yugo romano y que restablecería el Reino de David. Sin embargo, el Mesías prometido en la plenitud de los tiempos, Cristo, llega a la ciudad de Jerusalén sentado en un borriquillo, signo de humildad y paz (Zac 9: 9), en lugar de montar un corcel o un carruaje; ello, nos muestra que Él no venía a establecer un reino terrenal sino que, al entrar a la Ciudad Santa, declaraba el establecimiento del Reino de Dios, así como la promesa de la entrada final de nuestro Señor en la Jerusalén celestial con el nuevo pueblo cristiano.

La gente gritaba «¡Hosanna!», que significa «¡Salva, yo ruego!» o «¡Salva, ahora!» Al decir la multitud (especialmente, los niños): «Bendito el que viene en el Nombre del Señor» (Jn 12: 13), citaban las palabras del Salmo 117: 26, asociadas a la expectación mesiánica: se recitaban diariamente durante seis días en la Fiesta de los Tabernáculos, y siete veces en el séptimo día con movimientos de ramas. Las ramas de las palmeras simbolizan la victoria de Cristo sobre el demonio y la muerte.

Por otra parte, en el Evangelio de san Mateo aparece que, antes de llegar a Jerusalén, Jesús mandó a dos discípulos a traer un asna y un borriquillo (Mt 21: 2); los Santos Padres veían en estos animales la representación de los fieles judíos y de los gentiles quienes, juntos, son llevados al Reino. De acuerdo a la Ley, el borriquillo era considerado impuro; por ello, los Padres vieron en él una metáfora sobre la impureza de las naciones y su sometimiento posterior a la santa Ley del Evangelio. Asimismo, san Mateo nos narra que la gente extendía sus mantos por el camino al paso de nuestro Señor (Mt 21: 8), en un gesto de reverencia ante un monarca; espiritualmente, esto es interpretado como la necesidad de rendir nuestra carne y toda nuestra vida a Cristo.

Al meditar sobre el Domingo de Ramos, Teófano el recluso reflexiona: «Quizás aún antes de que cuatro días hayan pasado, aunque no gritemos «¡Crucifícale!», crucificaremos al Señor dentro de nosotros mismos. El Señor ve todo esto y lo soporta.» San Simeón el nuevo Teólogo también se pregunta: «Estás avergonzado de convertirte en imitador de Dios (Ef 5: 1), ¿cómo, entonces, reinarás con Él y compartirás su gloria en el reino de los cielos?(…)»

Quiera Dios que, al reconocerlo como Señor y Soberano, tengamos la fuerza para transformarnos en imitadores suyos y seamos dignos de entrar con Él a la Jerusalén celestial. Amén.

Rev. Padre Antonio Martinez
Monasterio de la Santa Trinidad
Guatemala, Guatemala

Teología de la Semana Santa

Cristo de la extrema obedienciaEs la semana de la profunda vigilia donde el alma anhela al Novio Jesús; “He aquí que el Novio viene a medianoche…” cantamos en los primeros días de la Semana. Viene y entra en la oscuridad de tu alma a fin de que ella pueda recibir la Luz Pascual.

Será conveniente que, además de los servicios, dediquemos tiempo, según se pueda, para leer en los Evangelios, para alimentar nuestra contrición, así que, ungidos el miércoles con el Santo Óleo “para la curación del cuerpo y del alma”, podamos participar en la Cena Mística del Jueves Santo (en la mañana). En la noche del mismo día y con las doce lecturas evangélicas que la Iglesia nos lee, penetramos en la Pasión de Cristo y nos suavizan el corazón las palabras del Señor sobre su voluntaria entrega, sobre la promesa del Paráclito, y sobre la Iglesia surgida de su Costado herido.

Gran bendición nos otorga la participación de “las Horas Reales” de la mañana del Viernes: Salmos, profecías, lecturas evangélicas, epístolas y cantos que se refieren a la Pasión; comprendemos la Cruz como Semana_S._portadala fuerza de Dios y su sabiduría. Al terminar el Servicio ponemos el Epitafio (el icono del Entierro Divino) en medio de la Iglesia y lo veneramos, y regresamos en la tarde para alabar con los himnos fúnebres el misterio “¡Al Hades bajaste, la muerte pisoteaste con tu poder divino!”; y con la procesión del Epitafio contemplamos “la Providencia cumplida con la Muerte.”

El Sábado de la Gloria los catecúmenos recibían el Bautismo: muerte por el pecado y resurrección para una vida nueva en Cristo Jesús. En esta Liturgia, por ya no soportar más que el Señor permanezca en el sepulcro, le exclamamos: “Levántate, oh Señor, Juzga la tierra,” mientras el sacerdote arroja sobre los fieles el laurel anunciando que nuestro Salvador ha vencido y que, por su Cruz, ya somos vencedores.

La Semana no es santa por sí misma si no por consagrarla al Santo Acontecimiento; “venid, hermanos, acompañémoslo con conciencia pura, crucifiquémonos con Él por los deseos de la vida…” Para que, concluyéndose la Semana, podamos clamar desde el fondo del ser: “¡Cristo ha resucitado!”

Práctica necesaria de la Semana Santa

Esperamos para todos una bendita Semana Santa, y exhortamos a la feligresía a frecuentar los Servicios y participar adecuadamente en la memoria de los acontecimientos salvíficos.

Con franqueza y amor, nos atreveremos a  exponer algunas observaciones para que dicha participación rinda un máximo beneficio:

  • “Apartémonos de todo interés mundano”, nos advierte la oración. Entonces apagar el celular es necesario06 no nada más para evitar la molestia a los demás fieles, sino también porque estamos aquí para “apartarnos de todo interés mundano”. No pasará nada si apaguemos los ruidos de este mundo en el tiempo y espacio consagrados para el Señor.
  • Quizás los niños hagan cierto ruido en algún momento, pero su mera presencia en la Iglesia es una oración que valga la pena el esfuerzo de los padres, esfuerzo que procura inculcarlos en la devoción hacia la Casa de Dios. Pero, en realidad, varias veces con nuestro descuido les provocamos falta de respeto hacia todo lo sagrado; ellos absorvan lo que hacemos, los adultos, sea devociónDSC04390 y reverencia, o sea indeferencia, ligereza y palabra inútil.
  • La Comunión es el fruto culminante de esta participación. Ante ella confesamos nuestra indignidad, al recibir lo que santifica nuestra vida. Por lo que, estando en la fila, lo único que preocupa a nuestro interior es lo que dice el canto: “Admíteme hoy como participante de tu Cena Mística.” Entonces no es el lugar adecuado, ni el tiempo, para saludos, mucho meno para abrazos y pláticas. Pues además de que esto nos extingue la devoción y el temor de Dios, también causa distracción y malestar  a nuestros hermanos.

Himno de la resurrección de Lázaro

Regocíjate, Betania,  /   hacia ti hoy vino Dios,
Quien al muerto vivifica. /  ¡Cómo no, si la Vida es Él!
 
Marta Lo ha recibido  /   con lamentos y dolor:
«¡Ay de mí, Jesús amigo, /   me derriba un gran pesar!»
 
Exclamó: «¡Rabí, oh Cristo /  compasivo, ayúdame!
Al perder a mi hermano, /  se rompió mi corazón.»
 
«Cesa el llanto —Él le dijo—  /     y de lado  déjalo,
ten presente que el hermano /    a la vida va a volver.»
 
Se acercó, pues, al sepulcro   /    el Amigo Redentor
 y llamó al sepultado:  /    «¡Sal afuera, oh Lázaro!»
 
Marta y María, vengan  /   a mirar la gran acción:
Revivió hoy su hermano,  /    den las gracias a Jesús.
 
Ante Ti, Oh Dios de todo, /  nos postramos con fervor;
muertos somos del pecado, /  resurgimos en Ti, oh Jesús.

Boletín del 10/04/2011

5° Domingo de la Cuaresma

Domingo de Santa María Egipcíaca

María de Egipto 2

 Puesto que te tenemos como ejemplo del arrepen­timiento, oh piadosa María,
suplica a Cristo que nos lo otorgue en este tiempo de ayuno,
para que con anhelo y fe, con himnos, te alabemos.
Exapostelario

Tropario de la Resurrección

Tono 5

icono_audioAl coeterno Verbo, con el Padre y el Espíritu,
al Nacido de la Virgen para nuestra salvación,
alabemos, oh fieles, y prosternémonos.
Porque se complació en ser elevado en el cuerpo sobre la Cruz
y soportar la muerte,
y levantar a los muertos por su Resurrección gloriosa.

Tropario de Santa María Egipcíaca

Tono 8

icono_audioEn ti fue conservada la imagen de Dios fielmente, oh justa María,
pues tomando la cruz seguiste a Cristo
y, practicando, enseñaste a despreocuparse de la carne que es efímera
y a cuidar, en cambio, el alma inmortal.
Por eso hoy tu espíritu se alegra junto con los ángeles.

Condaquio de la Cuaresma

Tono 8

icono_audioA ti, María, te cantamos como victoriosa;
 tu pueblo ofrece alabanzas de agradecimiento,
pues de los apuros, Theotokos, nos has salvado.
Tú, que tienes invencible y excelsa fuerza,
de los múltiples peligros libéranos.
Para que exclamemos a ti: ¡Alégrate oh Novia y Virgen!

Carta del Apóstol San Pablo a los Hebreos (9: 11-14)

Hermanos: Cristo, habiéndose presentado como Sumo Sacerdote de los bienes futuros, a través del Tabernáculo óptimo y más perfecto, no fabricado por mano de hombre —es decir, que no pertenece a esta creación—, y no con sangre de machos cabríos ni de novillos, sino con su propia sangre: penetró en el santuario una vez para siempre, habiendo obtenido una redención eterna. Pues si la sangre de machos cabríos y de toros y la ceniza de vaca santifica con su aspersión a los contaminados, en orden a la purificación de la carne, ¡cuánto más la sangre de Cristo, que por el Espíritu Eterno se ofreció a sí mismo sin tacha a Dios, purificará de las obras muertas nuestra conciencia para rendir culto a Dios vivo!

Evangelio según San Marcos (10: 32-45)

En aquel tiempo, Jesús Tomó a los Doce aparte y comenzó a decirles lo que le iba a suceder: «He aquí que subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas; lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, y se burlarán de Él, le escupirán, lo azotarán y lo matarán, y a los tres días resucitará.»

Se acercaron a Él Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, y le dijeron: «Maestro, queremos que nos concedas lo que te pidamos.» Él les dijo: «¿Qué quieren que les conceda?» Ellos le respondieron: «Concédenos que nos sentemos en tu gloria, uno a tu derecha y otro a tu izquierda.» Jesús les dijo: «No saben lo que piden. ¿Pueden beber la copa que Yo voy a beber, o ser bautizados con el bautismo con que Yo voy a ser bautizado?» Ellos dijeron: «Sí, podemos.» Jesús les dijo: «La copa que Yo voy a beber, sí, la beberán y también serán bautizados con el bautismo con el que Yo voy a ser bautizado; pero sentarse a mi diestra o a mi izquierda no es cosa mía el concederlo, sino que es para quienes está preparado.»

Al oír esto los otros diez, empezaron a indignarse contra Santiago y Juan. Jesús, llamándolos, les dijo: «Saben que los jefes de las naciones las señorean, y los grandes avasallan sobre ellas. Pero no ha de ser así entre ustedes, sino que el que quiera llegar a ser grande entre ustedes, será su servidor, y el que quiera ser primero entre ustedes, será esclavo de todos, porque tampoco el Hijo del hombre ha venido a ser servido, sino a servir y dar su vida como rescate por muchos.»

Jesús anuncia su muerte

 Durante la presente cuaresma, hemos seguido paso a paso la preparación del sacrificio expiatorio de nuestro Señor Jesucristo. Sacrificio sin el cual nuestra salvación hubiera sido imposible. Como la vida está en la sangre, según leemos en Levítico 17:11. Fue necesario que Cristo hubiese derramado su preciosa sangre, para devolver la vida a la caída humanidad. En el Antiguo Testamento abundan las figuras del sacrificio de Cristo; por ejemplo el sacrificio de Isaac, pero es en ritual del tabernáculo donde todas las formas del culto señalaban al sacrificio del Mesías. En el tabernáculo se derramaba la sangre de las víctimas ofrecidas en sacrificio, y el gran sacerdote entraba una vez al año al lugar santísimo a ofrecer la sangre de las víctimas para el perdón de pecados; “porque sin derramamiento de sangre no hay remisión de pecados” ( Heb 9:22). 

Por lo tanto, tenía que derramarse la sangre de Cristo para que pudiera efectuarse un perfecto perdón de pecados; una perfecta expiación. Todas las profecías mesiánicas se cumplen con exactitud en Jesús, el hijo de la Virgen María, luego Él es el Mesías prometido por Dios. En el Salmo 22 se encuentra profetizada en gran parte la Pasión de nuestro Señor Jesucristo, y el profeta Daniel profetiza con muchos años de anticipación el sacrificio del Mesías y la destrucción de Jerusalén por los romanos; por no haber aceptado los judíos al enviado de Dios (Dn 9: 23-27).

Y el beneficio de la salvación es a todos por igual, tanto a judíos como a gentiles, sin que sea más benéfico a unos que a otros. Entre los mismos apóstoles se discutía quién podía ser el mayor (Lc 22: 24-27). Cristo nos dice que el que quiera ser el mayor debe empezar a servir a los demás, porque ante Dios todos somos iguales, “pues para Dios no hay acepción de personas” (Hch 10:34). Así pues, su Sangre preciosa derramada en la Cruz del calvario es vida para todos por igual. Porque el gran sacerdote de los judíos entraba constantemente cada año al lugar santísimo, para ofrecer la sangre de los sacrificados; Cristo se ofreció una sóla vez y para siempre, como está escrito: “porque con una sóla ofrenda hizo perfectos a los santificados” (Heb 10:14).

Mientras los hombres del mundo toman estos días santos como pretexto para alagar sus sentidos, nosotros, pueblo de Dios,  en estos días nuestro espíritu se regocija en gran manera; porque celebramos el triunfo de Cristo sobre la muerte y el pecado, porque su misión no termina con su muerte, sino que continúa con su gloriosa Resurrección, destruyendo con este hecho el poder de la muerte y el sepulcro (1 Cor 15: 54-57), y preparando nuestra resurrección para estar con Él por toda la eternidad (Jn 14:2-3).

Rev. Padre Mario Lara
Catedral de San Jorge
México, D.F.

Sobre la oración

Preguntaron a san Basilio: ¿cómo los apóstoles oraban sin cesar? Y les contestó que ellos en todas sus acciones se concebían en Él y vivían en una entrega permanente a Él. Esta vida espiritual era su constante oración.

San Teófano el Recluso

Ya seas científico o alumno, empleado o militar, investigador o trabajador: recuerda que lo más importante a aprender en tu vida consiste en conocer la salvación en Cristo, tener fe en la Santísima Trinidad, orar con Dios diariamente, acudir a los servicios de la Iglesia y conservar el Nombre de Jesucristo en tu corazón, porque en él radica la fuerza de Dios para la Salvación.

San Juan Cronstadt

 Santa María Egipcíaca

María era cristiana de nacimiento; huyó de su familia y fue a Alejandría para vivir según sus deseos inmundos. Su biografía muestra que no se había separado totalmente de la Iglesia y de la religión ya que, un día, se le ocurrió la idea de peregrinar a Jerusalén. Su alma, entonces, era una mezcla de descendencia cristiana y conducta miserable y pagana.

Mientras estaba en Alejandría, en una de sus locuras, decidió peregrinar a la Tierra Santa, y planeaba que, vendiendo su cuerpo en el barco, pagaría el boleto y los gastos. ¡Qué esquizofrenia tan grande!

En la Ciudad Santa, María marchó con las multitudes hacia la iglesia de la Resurrección. Al llegar al umbral, cierta fuerza le impidió entrar; trató una y otra vez pero no podía tener acceso. En aquel momento, se dio cuenta de que la impureza de su vida era lo que le obstruía el paso para abrazar la Santa Cruz. A la sazón, la pecadora oraba con mucho llanto a la Virgen y dio la promesa de que, si lograba entrar, abandonaría el mundo y sus deseos. Y así se hizo.

Saliendo de aquella iglesia, se dirigió hacia el Río Jordán, se lavó en él y más tarde comulgó. Al día siguiente cruzó el Río y vivió en el desierto durante 47 años sin ver a ninguna persona. Soportaba el calor del día y el frío de la noche; comía de lo que encontraba de las hierbas silvestres. María cambió el fuego de los deseos carnales por el rocío del amor divino. Se volvió una estatua de luz.

Muchos años después, un anciano, Zósimo, salió al desierto para pasar la gran Cuaresma, conforme a la costumbre monástica. Mientras estaba caminando, le pareció ver de lejos un fantasma de cuerpo quemado por el sol, de cabello blanco. Al darse cuenta de que era un asceta, lo siguió y cuando lo alcanzó, descubrió que se trataba de una mujer. 

María le confesó al monje toda su historia, le pidió comulgar. El Jueves Santo, el padre Zósimo le trajo la Comunión. Un Año después, al volver nuevamente Zósimo, la encontró tendida en el suelo, con el rostro hacia el Oriente, y cerca de ella estas palabras grabadas en la arena: «Padre Zósimo, entierra aquí el cuerpo de María, la miserable. Morí el mismo día en que comulgué los Dones místicos. Ora por mí.»

Desde que su corazón había quedado extasiado por el Señor en la iglesia de la Resurrección, no volvió a ver el rostro de sus pecados, y sus ojos ya pertenecían nada más a Jesús.

La Iglesia recuerda, en el quinto domingo de la Gran Cuaresma, a la Santa, precisamente cuando se acerca el fin de la Cuaresma, para alentar a los pecadores y negligentes al arrepentimiento, para que sea la Santa festejada un ejemplo a seguir.

Boletín del 03/04/2011

4° Domingo de la Cuaresma

Domingo de San Juan Clímaco

la Escala del Clímaco

Oh Justo, te apartaste del reprobable gozo mundano
y apagaste la carne con el ayuno,
renovando el impulso del alma
y enriqueciéndola con la gloria celestial.
 Por eso, intercede sin cesar por nosotros,
oh Juan de eterna memoria.

Exapostelario

Tropario de la Resurrección

Tono 4

icono_audioLas discípulas del Señor aprendieron del Ángel
el alegre anuncio de la Resurrección,
la sentencia ancestral rechazaron
y se dirigieron con orgullo a los apóstoles diciendo:
¡Fue aprisionada la muerte,
resucitó Cristo Dios y concedió al mundo la gran misericordia!

Tropario de San Juan Clímac

Tono 8

Con la efusión de tus lágrimas regaste el de­sierto estéril;
y por los profundos suspiros, tus fatigas dieron frutos cien veces más,
volviéndote un astro del universo, brillante con los milagros,
oh nuestro justo padre Juan;
intercede ante Cristo Dios para que salve nuestras almas.

 

Condaquio de la Cuaresm

Tono 8

icono_audioA ti, María, te cantamos como victoriosa;
tu pueblo ofrece alabanzas de agradecimiento,
pues de los apuros, Theotokos, nos has salvado.
Tú, que tienes invencible y excelsa fuerza,
de los múltiples peligros libéranos.
Para que exclamemos a ti: ¡Alégrate oh Novia y Virgen!

 

Carta del Apóstol San Pablo a los Hebreos (6: 13-20)

Hermanos: Cuando Dios hizo la Promesa a Abraham, no teniendo a otro mayor por quien jurar, juró por Sí mismo diciendo: Te bendeciré y te acrecentaré en gran manera. Y así (Abraham) aguardando con paciencia, alcanzó la Promesa. Pues los hombres juran por uno superior, y para ellos el juramento es la garantía que pone fin a todo litigio. Por eso Dios, queriendo mostrar más plenamente a los herederos de la Promesa la inmutabilidad de su decisión, interpuso el juramento; para que, mediante dos cosas inmutables en las cuales es imposible que Dios no cumpla, tengamos un consuelo poderoso, los que buscamos el refugio al asirnos a la esperanza propuesta, la cual tenemos como ancla del alma, segura y firme, que penetra hasta más allá del velo, adonde entró como precursor de nosotros Jesús, hecho Sumo Sacerdote para siempre, a semejanza de Melquisedec.

 

Evangelio según San Marcos (9: 17-31)

En aquel tiempo, uno de entre la gente se acercó a Jesús y le dijo: «Maestro, te he traído a mi hijo que tiene un espíritu mudo y, dondequiera que se apodera de él, lo derriba, le hace echar espumarajos, rechinar los dientes y lo deja rígido. He dicho a tus discípulos que lo expulsaran, pero no han podido.» Él le respondió y dijo: «¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo estaré con ustedes? ¿Hasta cuándo habré de soportarlos? ¡Tráiganmelo!» Y se lo trajeron. Apenas el espíritu vio a Jesús, agitó violentamente al muchacho y, cayendo en tierra, se revolcaba echando espumarajos. Entonces Él preguntó a su padre: «¿Cuánto tiempo hace que le viene sucediendo esto?» Le dijo: «Desde niño. Y muchas veces lo ha arrojado al fuego y al agua para acabar con él; pero, si algo puedes, compadécete de nosotros y ayúdanos.» Jesús le dijo: «Si puedes creer, todo es posible para quien cree.» Al instante, gritó el padre del muchacho: «¡Creo, ayuda a mi poca fe!» Viendo Jesús que se agolpaba la gente, increpó al espíritu inmundo diciéndole: «Espíritu sordo y mudo, Yo te lo mando: sal de él y no entres más en él.» Y el espíritu salió dando gritos y agitándolo con violencia. El muchacho quedó como muerto, hasta el punto de que muchos decían que había muerto. Pero Jesús, tomándolo de la mano, lo levantó y él se puso de pie.

Cuando Jesús entró en casa, le preguntaban en privado sus discípulos: «¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?» Les dijo: «Esta clase con nada puede ser arrojada sino con oración y ayuno.»

Poca fe mueve montañas

Cada uno de nosotros al escuchar la lectura del Evangelio de hoy, se identifica con los apóstoles que sufrían por la falta de fe y la duda. Pero la lectura de este domingo, el cuatro de la Cuaresma, nos enseña que la duda es en verdad el primer paso en el camino hacia la fe; y podemos superar esta debilidad orando a Dios, con humildad, tal como lo hizo el padre del niño que hoy exclamó al Señor: “Ayuda a mi poca fe”.

Cada uno de nosotros tiene esa “poca fe” por lo que necesita pedir la fuerza del Señor Jesucristo pasando hacia la fe que existe en una relación activa con Dios por medio de la oración y el ayuno; Puesto que el ayuno, igual que la oración, hace que Dios, quien no está aparecido frente a nuestros ojos, se haga presente en nosotros. Entonces, la lectura de hoy nos enseña a correr hacia Dios, el único Todopoderoso, antes de empezar cualquier acción de un modo que nuestra vida, acompañada con la oración y el ayuno, forme la prueba de que Dios está presente en nosotros.

Aprendemos también de la lectura de hoy que la gracia de hacer milagros no está dada a cada cristiano individualmente sino a la Iglesia; por eso no tenemos que pensar que al hacer largas oraciones y pasar la vida en ayuno se logran los milagros: orar y ayunar son acciones que hacemos continuamente para explicar nuestra abnegación dando a Dios toda nuestra vida para que sea nuestra voluntad como la de Él.

Aunque nuestra fe sea poca, no tenemos que temer sino que hacer de esta fe la base de toda nuestra vida. Lo que esta lectura nos dice es que la fe no es solamente en la fuerza de Dios y su poder, sino también en nuestra misión en el mundo; la misión que empieza en obras espirituales como la oración y el ayuno y culmina en ayudar al prójimo y cambiar el mundo. Será pues más fácil creer que Dios existe y hace maravillas que pensar que nosotros tenemos esta facultad divina. Nuestro ministerio será fundar la relación de Dios con el mundo para que esté Él con nosotros para siempre.

No tengamos miedo por tener poca fe; cada uno es responsable de guardar la semilla de su fe y regarla con las buenas obras, con la oración y con el ayuno para que dé frutos espirituales y milagros divinos que ayuden a la salvación de todos.

Rev. Archimandrita Andrés Marcos
Abad del Monasterio San Antonio el Grande
Jilotepec, México

San Juan Clímaco

A partir del siglo VI, el célebre monasterio de Santa Catalina, fundado por Justiniano en el monte Sinaí, se convierte en el más importante centro de difusión e irradiación de espiritualidad.

Uno de los hombres más notables entre los grandes doctores sinaítas fue indudablemente Juan, abad del monasterio de Santa Catalina, de cuya vida, a pesar de haber sido uno de los ascetas orientales de mayor renombre, no se tiene mayores datos.  En cuanto a sus primeros años, la carencia de noticias es total, sólo podemos deducir que recibió una sólida formación intelectual.

A los dieciséis años ingresa en el Monasterio de Santa Catalina y se somete a la dirección de un cierto abad Martyrios, quien le conferirá la tonsura monástica a la edad de veinte años.

Tras la muerte de su padre espiritual, Juan que en aquel entonces tendría alrededor de treinta y cinco años, decide entregarse a la vida solitaria.  Pasado un tiempo se le acercaría su primer discípulo, un monje llamado Moisés, y más tarde, atraídos por la aureola que había comenzado a desarrollarse a su alrededor, acuden los monjes en gran cantidad procurando su consejo.

Finalmente, fue elegido abad del Monasterio de Santa Catalina del Monte Sinaí. Se supone que durante esta época redactó, a petición del abad Juan de Raitu, su Santa Escala, a la que le debe su nombre de “Clímaco”. Llegado a una edad muy avanzada retorna a la vida solitaria hasta su muerte.

San Juan Clímaco nos ha dejado una “Escala” compuesta por treinta escalones, número de la edad de Cristo cuando comenzó su predicación, ya que el objeto de “la Escala”, como dice el mismo Clímaco, es “llegar a la madurez de la plenitud de Cristo.” Son escalones de virtudes que cada cristiano tiene que subir mirando siempre al escalón treinta, donde mora el Amor que es el mismo Cristo quien bendice nuestro ascenso.

¡Concédeme no juzgar a mi hermano!

Un laico vino al monasterio para hacerse monje, pero, por su negligencia, no lo aceptaban. Él, atraído por la comodidad que tenía en aquel monasterio, rogaba  por ser aceptado, cuando menos como un trabajador.

Así pasó allí muchos años hasta que le llegó la hora de su muerte. Los monjes lo rodeaban con atención y amor. Un día, estando en la cama, les platicó lo que vio en una visión:

“el Arcángel Miguel agarraba un pergamino donde tenía escritos todos mis pecados y me decía: ‘Todo lo que lees aquí, lo has cometido, por eso prepárate para el infierno.’ Yo le pregunté: ‘¿entre lo que ves, hay pecado de juzgar?’ El arcángel contestó que no. Le dije: ‘entonces no tengo que pasar al infierno, conforme a lo que el Señor dice: no juzguéis para no ser juzgados’ enseguida el arcángel rompió el pergamino de mis pecados.”

El hermano siguió platicando: “cuando me dijeron que yo no funcionaba como monje en el monasterio, trabajaba como laico y participaba en la Divina Liturgia todos los domingos. En uno de ellos escuché el Evangelio que dice: “no juzguéis para no ser juzgados”, pensé en mi mismo: ‘oh miserable y negligente, por lo menos guarda este mandamiento.’ Y veo que dicha observación, aún sin cansancio, me posibilitó la salvación.”

 Al terminar estas palabras, entregó el alma al Arcángel Gabriel afirmándonos otra vez más lo importante que es la adquisición de esta virtud. Y, como dice San Juan Clímaco: “nadie se apresura a enterrar al muerto de su vecino mientras el suyo está en  casa.”

La oración cuaresmal

Por San Efrén el Sirio

Oh Señor y Amo de mi vida, líbrame del espíritu de pereza, de indiscreción, de vanagloria y palabra inútil.

Mas regálame a mí, tu siervo, el espíritu de castidad, humildad, paciencia y de amor.

Sí, Señor y Rey, concédeme percibir mis propias faltas, y no juzgar a mi hermano; porque bendito eres por los siglos de los siglos.  Amén. 

Boletín del 27/03/2011

3er. Domingo de  la Cuaresma

Postración ante la vivificadora Cruz

 monje con cruz (limpia

Hoy, al ver puesta la preciosa Cruz de Cristo,
prosternémonos con fe y alegría y abracémosla con ansia,
implorando al Señor que fue crucificado sobre ella voluntariamente
para que nos haga dignos a to­dos de prosternarnos ante la preciosa Cruz
y de alcanzar el día de la Resurrección, li­bres de toda condenación.

 Exapostelario

Tropario de la Resurrección

Tono 3

Que se alegren los celestiales, y que se regocijen los terrenales,
porque el Señor desplegó la fuerza de su brazo,
pisoteando la muerte con su muerte;
y siendo el primogénito de entre los muertos,
nos salvó de las entrañas del Hades
y concedió al mundo la gran misericordia.

Tropario de la Santa Cruz

Tono 1

Salva, oh Señor a Tu pueblo y bendice Tu heredad;
concede a los fieles la victoria sobre el enemigo,
y a los tuyos guarda por el poder de Tu Santa Cruz.

Condaquio de la Cuaresma

Tono 8

A ti, María, te cantamos como victoriosa;
tu pueblo ofrece alabanzas de agradecimiento,
pues de los apuros, Theotokos, nos has salvado.
Tú, que tienes invencible y excelsa fuerza,
de los múltiples peligros libéranos.
Para que exclamemos a ti: ¡alégrate oh Novia y Virgen!

Carta del Apóstol San Pablo a los Hebreos (4: 14- 5: 6)

Hermanos: Teniendo tal Sumo Sacerdote que penetró los cielos –Jesús, el Hijo de Dios– mantengamos firme la fe que profesamos. Pues no tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino probado en todo igual que nosotros, excepto en el pecado. Acerquémonos, por tanto, confiadamente al trono de Gracia, a fin de alcanzar misericordia y hallar Gracia para una ayuda oportuna.

Porque todo Sumo Sacerdote tomado de entre los hombres está puesto en favor de los hombres en lo que se refiere a Dios para ofrecer dones y sacrificios por los pecados; el cual puede sentir compasión hacia los que andan en la ignorancia y en el extravío, por estar también él envuelto en flaqueza. Y a causa de esa misma flaqueza debe ofrecer por sus propios pecados igual que por los del pueblo.

Y nadie se arroga tal dignidad, sino el llamado por Dios, lo mismo que Aarón. De igual modo, tampoco Cristo se apropió la gloria del Sumo Sacerdote, sino que la tuvo de quien le dijo: «Hijo mío eres tú; yo te he engendrado hoy.» Como también dice en otro lugar: «Tú eres sacerdote para siempre a semejanza de Melquisedec.»

Evangelio según San Marcos (8: 34- 9: 1)

En aquel tiempo, Jesús llamó a la gente, a la vez que a sus discípulos, y les dijo: «Si alguno quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por Mí y por el Evangelio, la salvará. Pues, ¿qué aprovecha al hombre si gane el mundo entero y pierda su vida? O, ¿qué recompensa dará el hombre por su vida? Porque quien se avergüence de Mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles.» Les decía también: «En verdad les digo, que entre los aquí presentes hay algunos que no gustarán la muerte hasta que vean venir con poder el Reino de Dios.»

«Tome su cruz» y «sígame»

Nuestra Iglesia Ortodoxa dedicó el tercer domingo de la Cuaresma a la Postración ante la vivificadora Cruz. Los cantos del día son prolongación de los de la fiesta de la Exaltación de la santa Cruz (14 de septiembre), con la observación de que, en la presente ocasión, un énfasis especial se efectúa sobre la cruz personal de cada cristiano. Así que mientras en el 14 de septiembre la lectura evangélica es sobre la crucifixión del nuestro Señor, en el pasaje que leemos hoy, Jesús llamó a la gente, a la vez que a sus discípulos, y les dijo: «Si alguno quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame.»

 «Tome su cruz» no tiene sentido sin el «sígame». Pues todos –cristianos o no, comprometidos o no, queramos o no– nos enfrentamos con cruces que son parte de la naturaleza de esta vida corrupta: cansancio, enfermedades, muertes, etc., y la experiencia de perder a un ser querido es un ejemplo vivo de la cruz que todo hombre tiene en la vida. En este sentido la cruz es dolor y tristeza. Pero la cruz cristiana está acompañada con el imperativo «sígame»; ella ha de ser a la imagen y semejanza de la del Señor. Lo que implica dos particularidades:

Primera, Cristo, exento de todo pecado y culpa, fue crucificado por nosotros; y el amor del cristiano, a Dios y al prójimo, le hace asumir la cruz no por obligación sino por amor, no por realismo pasivo sino por iniciativa esperanzadora; sin esta comprensión, el sacrificio, la humildad y la propia negación se hubieran vuelto unos conceptos irrazonables, pero el ejemplo de Jesús los muestra como actitudes necesarias y congruentes con la vida del que «quiere venir en pos de Mí».

Y la segunda particularidad es que la Cruz de Cristo y su Resurrección forman dos caras de la misma moneda (la portada del Evangelio litúrgico que se coloca sobre el altar en el templo ortodoxo tiene de cada lado uno de estos dos iconos). Cruz sin resurrección es muerte; dolor sin esperanza es blasfemia; arrepentimiento sin frutos es melancolía; ayuno sin sed de Dios es una mera dieta. La alegría, entonces, es un elemento básico en nuestra postración ante la preciosa Cruz: «Cantemos jubilosos y engrandezcamos con alabanzas la preciosa Cruz…», dice un canto de los Maitines. En la lectura evangélica, la vocación del discípulo «tome su cruz y sígame» está acompañada con la alegría del objeto esperado: «En verdad les digo, que entre los aquí presentes hay algunos que no gustarán la muerte hasta que vean venir con poder el Reino de Dios.»

El fiel, cruzando el desierto de la Cuaresma, lleno de tentaciones y dificultades, se cansa, se aburre y quizás pierde el sentido; entonces, los Padres de la Iglesia plantan en medio de los días cuaresmales la Cruz, el Madero vivificador, reafirmándonos en el camino de la lucha. Unos peregrinos atraviesan un camino escabroso; al cansarse se sientan abajo de un árbol frondoso, para descansar y, fortalecidos, completar lo que les falta.

Abrasémosla con fe: «Ante tu Cruz, oh Señor, nos prosternamos; y tu santa Resurrección glorificamos. »

¿Cómo nos persignamos?

En la Iglesia Ortodoxa nos persignamos de la siguiente manera: juntamos los dedos pulgar, índice y medio de la mano derecha, lo que indica nuestra fe en un sólo Dios en tres Personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Doblamos el meñique y el anular hasta que toquen la palma de la mano, expresando con ello nuestra fe en que Cristo es Dios y hombre a la vez; tiene las dos naturalezas divina y humana.

Tocamos primero nuestra frente, luego el estomaga, después el hombro derecho y, por último, el hombro izquierdo, rogando que nuestra mente, cuerpo y corazón sean santificados y agradables a Dios.

La Cruz en el Nuevo Testamento

Por Cristo, la cruz pasó de ser un instrumento de muerte vergonzosa a símbolo de la victoria de nuestro Señor sobre la muerte: la señal de nuestra Salvación. Para aquellos desorientados que nos acusan de honrar «el arma que mató al Maestro», les aconsejamos que, con obediencia y lealtad, lean bien la fuente de nuestra fe, pues la Tradición de la Iglesia es un anciano sabio que renueva siempre su juventud alimentándose por la Verdad evangélica que es «ayer como hoy y para siempre.» (Heb 13: 8).

Que lean a san Pablo cuando dice:

«¡Dios me libre gloriarme si no es en la Cruz de nuestro Señor Jesucristo, por la cual el mundo es para mí un crucificado y yo un crucificado para el mundo!» (Gal 6: 14)

«La predicación de la cruz es una necedad para los que se pierden; mas para los que se salven –para nosotros– es fuerza de Dios.» (1Cor 1: 18).

«Nosotros predicamos a un Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles.» (1Cor 1: 23).

El mismo Señor advierte: «El que no toma su cruz y me sigue detrás no es digno de mí.» (Mt10: 38).

Tengamos confianza en nuestra auténtica fe: nosotros, que veneramos la Cruz de Cristo debidamente, seguimos los pasos de san Pablo y de los Santos de Dios que son los verdaderos testigos del Señor, que sellaron su testimonio no con falsedades e histerias sino con su sangre, imitando al Maestro: el verdadero Dios.

Noticia:

El Jueves 31 de marzo inicia el nuevo taller de S.O.F.I.A. “Seminario Ortodoxo de Formación para IberoAmérica” (institución virtual que depende de las Arquidiócesis Ortodoxas en Latinoamérica  del Patriarcado de Antioquía). El taller presente tratará de  “La Teoligía, arte y espiritualidad del Icono” durante 12 clases, que serán impartidas en vivo vía Internet los jueves a las 17:30 (Honduras y Guatemala), 18:30 (México), 19:00 (Venezuela). Las grabaciones de las mismas estarán a  disposición de los inscritos.

para inscripción o más información comuníquese a la dirección: sofia@iglesiaortodoxa.org.mx

Nuevo taller de S.O.F.I.A.

Introducción a la Teología, el Arte y la Espiritualidad

de los Iconos

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 Si hay algo que nos distingue a los cristianos ortodoxos es sin lugar a dudas nuestra iconografía. Por eso el nuevo curso que dará inicio el próximo jueves 31 de marzo en S.O.F.I.A. es precisamente una introducción a teología, el arte y la espiritualidad de los Iconos.

En la actualidad, particularmente en América Latina, los cristianos Ortodoxos y de otras tradiciones cristianas, demuestran un gran interés y curiosidad por la Iconografía de nuestra Iglesia. El arte, los colores, los hechos narrados y la manera de expresarlos causan gran impresión en los ojos de aquellos que contemplan los íconos del Señor, de la Madre de Dios, de las fiestas o de los santos.

Las fuentes de tal interés son varias y diversas: un sentimiento esotérico, la emoción y el agrado por la estética y el arte, la simpatía por elementos religiosos, la necesidad por ligarse con lo espiritual, etc.

Por lo tanto, a través de este curso, pretendemos que el alumno entre en contacto con la Iconografía de la Iglesia, que pueda profundizar en la teología del icono y que alcance a conocer las razones por las cuales los iconos son un elemento esencial en la liturgia y la teología de la Iglesia Ortodoxa.

El curso consta de 12 lecciones, una presentación y una evaluación final. Los alumnos deben presentar dos trabajos prácticos, uno a mediados del curso y otro al finalizar el mismo además de tener un 80 % de presencias en clases. Todo el material de estudio está situado dentro del contexto de la Tradición de la Iglesia Ortodoxa.

El curso dará inicio el próximo jueves 31 de marzo y será impartido por Monseñor Siluan junto al Reverendo Arcipreste Víctor Villafañe y el Diácono Gabriel Coronel, los días jueves a las Honduras y Guatemala 18:30, México 18:30 (solamente 31 de marzo a las 17:30), Venezuela: 19:00, Chile: 19:30 (solamente 31 de marzo a las 20:30), Argentina: 20:30,.

Para inscribirse, deben enviar un email a arzobispado@acoantioquena.com y una copia del mismo a sofia@iglesiaortodoxa.org.mx

esperamos con ansia su participación.

S.O.F.I.A
Seminario Ortodoxo de Formación para IberoAmérica
Autorizado por las Arquidiócesis Ortodoxas Antioquenas de Latinoamérica
http://www.seminariosofia.org/
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