Boletín del 01/06/2014

La Divina Ascensión

y Domingo de los Santos Padres

del Primer Concilio

r-n-ascensión

 

Oh Cristo, mientras los discípulos te miraban
subir al Padre para sentarte a su lado,
los ángeles se apresuraban clamando:
“Levantad las puertas, levantadlas, 
pues el Rey ascendió a la Gloria de su Luz substancial.”
                                                                                                  Exapostelario

Himnos de la Liturgia

Tropario de la Resurrección

Tono 6

audio27Los poderes celestiales aparecieron sobre tu sepulcro;
y los guardias quedaron como muertos;
María se plantó en el sepulcro buscando Tu Cuerpo Purísimo;
sometiste al hades sin ser  tentado por él;
y encontraste a la Virgen otorgándole la vida.
¡Oh Resucitado de entre los muertos, Señor, gloria a Ti!

Tropario de la Divina Ascensión

Tono 4

audio27Ascendiste con gloria, oh Cristo Dios nuestro,
y alegraste a tus discípulos con la promesa del Espíritu Santo
confirmándoles con tu bendición que eres el Hijo de Dios, el Salvador del mundo.

Tropario de los Santos Padres del Primer Concilio

 Tono 8

audio27¡Glorificado eres Tú oh Cristo Dios nuestro,
que cimentaste a los santos padres en la tierra como astros,
por los cuales nos dirigiste a la verdadera fe! ¡oh Misericordioso, gloria a ti!

Condaquio de la Divina Ascensión

Tono 6

Cuando concluiste el plan de nuestra
Redención uniendo a los terrenales con los celestiales,
ascendiste glorioso a Tu lugar, oh Cristo nuestro Dios,
aunque no Te habías desprendido de él,
pues permaneciste siempre firme en él,
y clamando a los que amas: «
Yo estoy con vosotros y nadie estará en contra».

Lecturas Bíblicas

Hechos de los Apóstoles (20: 16-17, 28-36)

En aquellos días: Pablo había resuelto pasar de largo por Efeso, para no perder tiempo en Asia. Se daba prisa, porque quería estar, si le era posible, el día de Pentecostés en Jerusalén. Entonces desde Mileto envió a llamar a los presbíteros de la Iglesia de Efeso. Cuando llegaron donde él, les dijo:

«Tengan cuidado de ustedes y de toda la grey, en medio de la cual les ha puesto el Espíritu Santo como vigilantes para pastorear la Iglesia de Dios, que Él se adquirió con su propia sangre.

Yo sé que, después de mi partida, se introducirán entre ustedes lobos crueles que no tendrán clemencia del rebaño; y también que de entre ustedes mismos se levantarán hombresque hablarán cosas perversas, para arrastrar a los discípulos detrás de sí. Por tanto, vigilen y acuérdense que durante tres años no he cesado de amonestarles día y noche con lágrimas a cada uno de ustedes.

Ahora, hermanos, les encomiendo a Dios y a la Palabra de su Gracia, que tiene poder para edificarlos y darles la herencia con todos los santificados.

Yo de nadie codicié plata, oro o vestido. Ustedes saben que estas manos proveyeron a mis necesidades y a las de mis compañeros. En todo les he enseñado que es así, trabajando, como se debe socorrer a lo débiles y que hay que tener presentes las palabras del Señor Jesús, que dijo: Mayor felicidad hay en dar que en recibir.»

Dicho esto, se puso de rodillas y oró con todos ellos.

Evangelio según San Juan (17: 1-13)

En aquel tiempo, Jesús alzó los ojos al cielo y dijo: «¡Padre!, ha llegado la hora; glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a Ti. Y según le has dado potestad sobre toda carne, dé también vida eterna a todos los que le diste. Y ésta es la vida eterna: que te conozcan a Ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado. Yo te he glorificado en la tierra, y he llevado a cabo la obra que me encomendaste. Ahora glorifícame, ¡oh Padre!, junto a Ti, con la gloria que tenía a tu lado antes que fuese el mundo. He manifestado tu Nombre a los hombres que del mundo me has dado. Tuyos eran, y me los has dado, y han guardado tu palabra. Ahora han conocido que todo lo que me has dado, viene de Ti, porque las palabras que me diste, les he dado; y ellos las han recibido y han conocido verdaderamente que vengo de Ti, y han creído que Tú me enviaste. Yo ruego por ellos, no ruego por el mundo, sino por los que me has dado, porque tuyos son, y todo lo mío es tuyo, y todo lo tuyo es mío; y he sido glorificado en ellos. Yo ya no estoy en el mundo, pero ellos sí están en el mundo; yo voy a Ti. ¡Oh Padre Santo!, guarda en tu Nombre a los que me has dado, para que sean uno, así como Nosotros. Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu Nombre; a los que me has dado, yo los guardaba, y ninguno de ellos se ha perdido, salvo el hijo de la perdición, para que la Escritura se cumpliese. Pero ahora voy a Ti, y digo esto en el mundo, para que tengan en sí mismos mi alegría en su plenitud.»

Mensaje Pastoral

Concilio: camino real

First Ecumenical CouncilCon la asistencia de unos 318 obispos del orbe, se celebró en Nicea, en el año 325 d.C., el 1er. Concilio Ecuménico de la Iglesia, convocado ciertamente por el emperador Constantino el Grande y presidido, al parecer, por Eustacio, obispo de Antioquía. Destaca la presencia de un grupo numeroso de padres que, por su fe, dieron un ejemplo de vida en Cristo, como los santos Nicolás, obispo de Mira, Espiridión, obispo de Trimitos, Macario, obispo de Jerusalén, y el diácono Atanasio (posteriormente obispo de Alejandría).

En el primer tercio del siglo IV, el pueblo cristiano se encontró dividido y confundido por el discurso de un diácono libio, Arrio, que rechazaba la divinidad de Cristo y enseñaba que el Verbo de Dios era criatura y, por lo tanto, no era ni eterno ni de la misma naturaleza del Padre. Y apuntaba que sólo en forma alegórica se le podía decir «Hijo», «Sabiduría» y  «Poder» de Dios.

El Concilio reunido en la plaza central del palacio imperial de Nicea se enteró de la enseñaza de Arrio y la condenó rotundamente como herética, confirmando la fe establecida en el Evangelio y que la Iglesia sostiene hasta nuestros días: Cristo es «verdadero Dios de Dios verdadero». Con ello, los Padres del Concilio no inventaban un dogma nuevo sino que se mantenían firmes en la doctrina de los santos Apóstoles: «Nosotros estamos en el Verdadero, en su Hijo Jesucristo. Éste es el Dios verdadero y la Vida eterna», dice Juan, el discípulo amado (1Jn 5:20); palabras claras que no aceptan alegoría alguna. Sobre esta base, el concilio formuló su fe en el Padre y el Hijo dictando la parte primera del Credo, el Símbolo de Nicea.

Nuestra Iglesia Ortodoxa enfatiza que los dogmas no son definiciones nuevas o descubrimientos posteriores a la Biblia sino fórmulas y expresiones de la misma fe anunciada «de una vez y para siempre» (Jds: 3). (Es interesante observar que las frases del Credo en su totalidad son bíblicas, excepto la expresión «consubstancial al Padre», que costó mucho trabajo hasta que los Padres la incorporaron en el Símbolo de Fe al corroborar que su sentido equivale precisamente a las palabras de Jesucristo: «Yo y el Padre somos uno.» [Jn 10:30]).

El concilio entonces no es la reunión de unos obispos o teólogos con el afán de tomar ciertas decisiones sino la expresión de la unidad en la fe, la incorporación de las diferentes iglesias locales en el mismo Camino. En sí, la palabra griega σύνοδος (sínodo), traducida como concilio, es compuesta de dos partes que le dan el sentido de «con el camino». Los cristianos en los Hechos de los Apóstoles, se identificaban con el calificativo «seguidores del Camino» (Hch 9:2, 16:17; 19:23; 24:14). Y la autenticidad de los Concilios se debe a la congruencia de su enseñanza con la vida evangélica, con este Camino original.

¿Cómo nosotros, los cristianos de hoy, podemos mantenernos en el Camino? Al igual que los primeros seguidores, que «acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la comunión, a la fracción del pan y a las oraciones» (Hch 2:42).

El interés espiritual y el conocimiento religioso a menudo se desvían, cuando son efectuados individualmente, y concluyen en «ciencia que hincha» (recuérdese que Arrio era un filósofo y muy buen conocedor de las Escrituras); pero quien se mantiene dentro del Concilio y se alimenta de la leche de la vida eclesiástica, crece en «el amor que edifica» (1Cor 8:1).

Hoy, día en que conmemoramos a los Padres del 1er. Concilio Ecuménico, no nada más recordamos sus palabras y categorías dogmáticas sino que también convivimos con ellos en la Reunión Eucarística, asimilamos el Espíritu en el que han vivido y anhelamos la dicha que gozan; ello produce en nosotros una luz de conversión que constantemente corrige nuestro vivir y alumbra nuestra marcha en el camino real.

Nuestra Fe y Tradición

Los Santos Padres de la Iglesia

PadresdelaIglesia01Existen en la Iglesia algunos santos que fueron teólogos y maestros espirituales. Ellos defendieron y explicaron las doctrinas de la Fe Cristiana. Estos santos se llaman los Santos Padres de la Iglesia y sus enseñanzas se llaman las enseñanzas patrísticas. (La palabra patrística viene de la palabra griega que quiere decir “padre”.)

 Algunos de los Santos Padres se llaman Apologetas, porque defendieron las enseñanzas cristianas contra aquellas personas que desde fuera de la Iglesia atacaban o ridiculizaban la Fe. Sus escritos se llaman “apologías”, que quiere decir “respuestas” o “defensas”.

 No todos los Santos Padres fueron defensores contra el error o herejía. Algunos fueron ardientes predicadores, y fueron maestros importantes de la fe cristiana, desarrollando y explicando su significado de una manera más profunda y más completa. Otros fueron maestros de la vida espiritual, dando instrucción a los fieles acerca del significado y método de la comunión con Dios mediante la oración y la vida en Cristo. Aquellos otros Padres que se concentraban en la lucha de la vida espiritual se llaman los padres ascetas. El ascetismo se refiere al ejercicio y preparación de los “atletas espirituales”. Los padres que se concentraban en cómo lograr la comunión espiritual con Dios se llaman los Padres místicos. Se define el misticismo como la unión verdadera, experiencial,  con lo Divino.

 Todos los Santos Padres, sean teólogos, pastores, ascetas o místicos, entregaron sus enseñanzas a partir de la experiencia de su propia vivencia en Cristo. Ellos defendieron, describieron y explicaron las doctrinas teológicas y los caminos de la vida espiritual de su propio conocimiento vivo de estas realidades. Unieron el brillo del intelecto con la pureza del corazón y la vida excepcionalmente virtuosa. Por esto son considerados Padres Santos de la Iglesia.

 El Icono de la Divina Ascensión

ascensionCristo, después de su Resurrección se manifestó varias veces a los discípulos, a las Mirróforas, a más de quinientas personas como nos cuenta San Pablo, y a muchos otros confirmando su Resurrección. Cuarenta días después, ascendió a los cielos. Este acontecimiento, que festejamos el Jueves pasado, nos lo conservó San Lucas en su Evangelio: “mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado al cielo.” (Lc.24, 51).

El icono de la Ascensión nos dibuja este pasaje evangélico: Cristo asciende al cielo rodeado de un halo de Luz que expresa su divina Gloria, pero la vestimenta que lleva puesta parece igual a la de los apóstoles. Esto es para expresar que, con su ascensión ha elevado con Él a la naturaleza humana. La Ascensión del Señor no es un traslado de lugar (de la tierra al cielo) sino que significa la salida del espacio de lo creado y el ingreso en el de lo divino, lo eterno. Cristo, elevó nuestra naturaleza humana a donde nunca había estado.

La Virgen en el medio del icono eleva sus manos orando en silencio; ella representa a la Iglesia, ya que su seno era el lugar de  reunión entre lo humano y lo divino, así como la Iglesia lo es.

Los dos ángeles vestidos de blanco dicen a los apóstoles: “¿Qué hacéis ahí mirando al cielo? Éste que os ha sido llevado, este mismo Jesús, vendrá así tal como le habéis visto subir al cielo.” (Hch.1, 11)

Los apóstolos, con su vital movimiento, expresan el gozo de recibir la bendición del Hijo de Dios; tristes por ser separados de Él, pero optimistas por la promesa del Espíritu Santo que haría perpetua la Presencia de Jesús en sus corazones. Algunos de ellos miran hacia la Ascensión pero otros contemplan a la Virgen: ¿cómo en tu seno, el Rey de la Gloria hizo su morada?

El icono de la Ascensión es ilustración de la Iglesia cuya Cabeza es nuestro Señor Jesucristo, cuya imagen es la Virgen, y pilares son los Apóstoles.

Vida de Santos

18 de junio

Santo Mártir Leoncio y con él Hipacio y Teódulo.

Los santos mártires Leoncio, Hipacio, y Teódulo, durante el imperio de Vespasiano (año 70-79) padecieron en la ciudad de Trípoli, en18_1 Fenicia. San Leoncio era griego de nacimiento, y militar de alto grado del ejercito romano, inteligente y listo por naturaleza, conocedor de sabiduría literaria, virtuoso, compasivo con los pobres, y hospitalario. Denunciaron al gobernador que Leoncio, pedía a la gente que no veneren ni ofrezcan sacrificios a los dioses paganos. El gobernante mando al Tribuno Hipacio con una escuadrilla de soldados para que detengan a Leoncio. Hipacio por el camino se enfermó y se encontró ante la muerte. Entonces se le apareció un Angel y le dijo “Si quieres sanarte, ruega tres veces al cielo junto con tus soldados “¡Dios, al que venera Leoncio, ayúdame!” Todos así lo hicieron, y el tribuno se sanó. En la ciudad, Hipacio y el soldado Teódulo, encontraron una persona que los invitó a su casa. Este era el mismo Leoncio, él, los educó en la fe cristiana, y los bautizó. Más tarde el gobernador se presentó en la ciudad. Al enterarse de lo sucedido, entregó al martirio a Leoncio, a Hipacio y a Teódulo. A los santos Hipacio y Teódulo les cortaron la cabeza, San Leoncio falleció mientras lo apaleaban. Los cristianos dieron santa sepultura a los mártires cerca del puerto de Trípoli.

Frases Bíblicas

  • He aquí, yo enviaré sobre vosotros la promesa de mi Padre; pero vosotros, permaneced en la ciudad hasta que seáis investidos con poder de lo alto. (Lc 24: 49)
  • … pero recibiréis poder cuando el Espíritu Santo venga sobre vosotros; y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra. (Hch 1: 8)
  • Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, vendrá de la misma manera, tal como le habéis visto ir al cielo. (Hch 1: 11)

 

Último día en Rusia de Su Eminencia Antonio

 

El día 29 de Mayo Su Eminencia fue invitado por el comité de diputados del Duma Ruso, involucrados en defender los valores cristianos y la presencia de los cristianos del Medio Oriente. Su Eminencia hablo de la triste realidad y de la persecución de los cristianos. En la tarde el embajador de México en Rusia hizo una comida en su honor fueron invitados embajadores empresarios el arzobispo Nifon Saikal y representantes de la Iglesia Rusa así como toda la delegación. Luego por  la tarde le entrevistó Rusia Hoy Español sobre el Medio Oriente y Latinoamerica

Reunión de Su Eminencia Antonio con el Patriarca Kirill

 

El día 26 de Mayo  Su Eminencia Antonio fue  invitado a una cena privada por el Metropolita Hilarión a la cual asistió acompañado por el Archimandrita Fadi Rabbat, el Lic. Roberto Herrera Mena, el  Dr William y Dr Gabriel Karam.  Estaba el arzobispo Nifon Saikal y  el obispo Dimitri Charbak.

El día 27 de Mayo se encontró Su Eminencia  con el Patriarca Kirill , se intercambiaron las ideas sobre la ortodoxia en Latinoamérica,  y hablaron sobre la situación de los cristianos del Medio Oriente. Estaba presente toda la delegación, el Arzobispo Nifon y el Obispo Dimitri.  En la mañana del día de hoy hizo Sayedna con la delegación un recorrido al Kremlin.

Su Eminencia Antonio Viaja a Rusia

 

 

Su Eminencia Antonio el día 22 de Mayo  llegó a san Petersburgo , fue recibido por las monjas y clero del monasterio  Novodvichi dónde se quedó acompañado por mi y por el señor Roberto Herrera, presiente adjunto de asuntos religiosos en los pinos, el día 22 de Mayo  se fue a visitar el Metropolita de san Petersburgo su Eminencia Varsonofy en la catedral San Nicolás quien lo invitó con la delegación de México a comer y se repartieron los regalos.

El dìa 245 de Mayo Sayedna presidió la celebración en la iglesia de la sede de representación de la iglesia Antioquena delante la iglesia Rusa , los concelebrantes fueron: el arzobispo Nifon Saikaly el obispo Dimitri Charbak el Archimandrita Fadi Rabbat y el clero de la iglesia Rusa

Al finalizar el arzobispo Nifon ofreció una comida en honor de Sayedna en la cual  estaban presentes los embajadores de Líbano, de Siria y el ex embajador de Rusia en México así como  muchas personalidades rusas

El arzobispo Nifon regaló a la delegación una Engolpions  (Medalla de la Madre de Dios) a Su Eminencia Antonio  y una Cruz para el Archimandrita Fadi Rabbat y que Su Eminencia Antonio   le regaló una jarra y charola de servicio litúrgico de plata.

Boletin del 25/05/2014

Domingo de la curación del ciego

CURACIÓN-DEL-CIEGO-DE-NACIMIENTO

 

“Oh Señor, ilumina mis ojos espirituales
oscurecidos con las tinieblas del pecado;
úntalos con la humildad, oh Misericordioso,
y lávalos con las lágrimas del arrepentimiento.”
                                                                         Exapostelario

 

Himnos de la Liturgia

Tropario de la Resurrección

Tono 5

audio27Al coeterno Verbo, con el Padre y el Espíritu,
Al Nacido de la Virgen para nuestra salvación,
alabemos, oh fieles, y prosternémonos. 
Porque se complació en ser elevado en el cuerpo sobre la Cruz
y soportar la muerte, y levantar a los muertos por su Resurrección gloriosa.

Condaquio de Pascua

Tono 8

audio27Cuando descendiste al Sepulcro, oh Inmortal,
destruiste el poder del hades; y al resucitar vencedor, 
oh Cristo Dios, dijiste a las mujeres Mirróforas: 
“¡Regocíjense!” y a tus discípulos otorgaste la paz,
¡Oh Tú que concedes a los caídos la resurrección!

Lecturas Bíblicas

Hechos de los Apóstoles  (16: 16-34)

En aquellos días: sucedió que mientras íbamos a la oración, nos vino al encuentro una muchacha esclava poseída de un espíritu adivino, que pronunciando oráculos producía mucho dinero a sus amos. Nos seguía a Pablo y a nosotros gritando: «Estos hombres son siervos del Dios Altísimo, que les anuncian un camino de salvación.» Venía haciendo esto durante muchos días. Cansado Pablo, se volvió y dijo al espíritu: «En nombre de Jesucristo te mando que salgas de ella.» Y en el mismo instante salió.

Al ver sus amos que se les había ido su esperanza de ganancia, prendieron a Pablo y a Silas y los arrastraron hasta el ágora, ante los magistrados; los presentaron a los pretores y dijeron: «Estos hombres alborotan nuestra ciudad; son judíos y predican unas costumbres que nosotros, por ser romanos, no podemos aceptar ni practicar.» La gente se amotinó contra ellos; los pretores les hicieron arrancar los vestidos y mandaron azotarles con varas. Después de haberles dado muchos azotes, los echaron a la cárcel y mandaron al carcelero que los guardase con todo cuidado. Éste, al recibir tal orden, los metió en el calabozo interior y sujetó sus pies en el cepo.

Hacia la media noche Pablo y Silas estaban en oración cantando himnos a Dios; los presos les escuchaban. De repente se produjo un terremoto tan fuerte que los mismos cimientos de la cárcel se conmovieron. Al momento quedaron abiertas todas las puertas y se soltaron las cadenas de todos. Despertó el carcelero y al ver las puertas de la cárcel abiertas,sacó la espada e iba a matarse, creyendo que los presos habían huido. Pero Pablo le gritó: «No te hagas ningún mal, que estamos todos aquí.»

El carcelero pidió luz, entró de un salto y tembloroso se arrojó a los pies de Pablo y Silas, los sacó fuera y les dijo: «Señores, ¿qué tengo que hacer para salvarme?» Le respondieron: «Ten fe en el Señor Jesús y te salvarás tú y tu casa.» Y le anunciaron la Palabra del Señor a él y a todos los de su casa. En aquella misma hora de la noche el carcelero los tomó consigo y les lavó las heridas; inmediatamente recibió el bautismo él y todos los suyos. Les hizo entonces subir a su casa, les preparó la mesa y se alegró con toda su familia por haber creído en Dios.

Evangelio según San Juan (9: 1-38)

En aquel tiempo, Jesús al pasar, vio a un hombre ciego de nacimiento; sus discípulos le preguntaron: «Maestro, ¿quién pecó, éste o sus padres?» Jesús respondió: «Ni él pecó ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él. Conviene que Yo haga las obras del que me ha enviado mientras es de día; viene la noche cuando nadie puede trabajar. Mientras estoy en el mundo, Yo soy la Luz del mundo.» Dicho esto, escupió en la tierra e hizo lodo con la saliva, y untó con el lodo los ojos del ciego, y le dijo: «Vete y lávate en la piscina de Siloé» (palabra que significa “el enviado”). Él fue y se lavó allí, y cuando volvió veía claramente.

Sus vecinos y los que antes solían verlo pedir limosna decían: «¿No es éste el que se sentaba aquí y pedía limosna?» Unos decían: «Es él», otros en cambio: «No, es uno que se le parece.» Pero él afirmaba: «Sí, soy yo.» Le preguntaban, pues: «¿Cómo se te han abierto los ojos?» Contestó: «Aquel hombre que se llama Jesús hizo un poquito de lodo, me untó los ojos, y me dijo: “Vete a la piscina de  Siloé y lávate allí.” Fui, me lavé, y ahora veo.» Le preguntaron: «¿Dónde está ése?» Respondió: «No lo sé.» Lo llevaron, pues, ante los fariseos al que había sido ciego. Pero es de advertir que ese día en que Jesús hizo el lodo y le abrió los ojos al ciego era sábado. Nuevamente, pues, los fariseos le preguntaban también cómo había recobrado la vista. El les respondió: «Puso lodo sobre mis ojos, me lavé, y veo.» Sobre lo que decían algunos de los fariseos: «No viene de Dios este hombre, pues no guarda el sábado.» Otros decían: «¿Cómo un hombre pecador puede realizar tales señales?» Y había desacuerdo entre ellos. Entonces volvieron a decirle al ciego: «Y tú ¿qué dices del que te ha abierto los ojos?» Respondió: «Que es un profeta.» Pero, por lo mismo, no creyeron los judíos que hubiese sido ciego, hasta que llamaron a sus padres y les preguntaron: «¿Es éste su hijo, de quien dicen que nació ciego? ¿Cómo es que ahora ve?» Sus padres les respondieron: «Sabemos que éste es hijo nuestro, y que nació ciego, pero cómo ahora ve, no lo sabemos, ni tampoco sabemos quién le ha abierto los ojos; pregúntenle a él, edad tiene y puede responder por sí mismo.»

Esto dijeron sus padres por miedo a los judíos, porque los judíos se habían puesto de acuerdo en echar de la sinagoga a cualquiera que reconociese a Jesús por el Cristo. Por eso dijeron: «Edad tiene: pregúntenle.» Llamaron, pues, otra vez al hombre que había sido ciego, y le dijeron: «¡Da gloria a Dios! Nosotros sabemos que ese hombre es un pecador.» Él respondió: «Si es pecador, yo no lo sé; sólo sé que yo antes era ciego y ahora veo.»

Le replicaron: «¿Qué hizo él contigo? ¿Cómo te abrió los ojos?» Les respondió: «Ya se lo he dicho y no me han oído, ¿por qué quieren oírlo otra vez? ¿Acaso será que también ustedes quieren hacerse discípulos suyos?» Entonces comenzaron a insultarlo. Y le dijeron: «Tú eres discípulo de ése; nosotros somos discípulos de Moisés. Nosotros sabemos que a Moisés le habló Dios, mas éste no sabemos de dónde es.»

Respondió aquel hombre y les dijo: «Aquí está lo extraño: me ha abierto los ojos y ustedes no saben de donde viene… Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, sino que al que teme a Dios y hace su voluntad, a éste le escucha. Desde que el mundo es mundo no se ha oído jamás que alguien haya abierto los ojos de un ciego de nacimiento. Si este hombre no fuese de Dios, no podría hacer nada de lo que hace.» Le respondieron: «Saliste del vientre de tu madre envuelto en pecado, ¿y nos das lecciones?» Y lo echaron fuera. Oyó Jesús que lo habían echado fuera, y encontrándolo, le dijo: «¿Crees en el Hijo de Dios?» Respondió él y dijo: «¿Y quién es, Señor, para que crea en Él?» Le dijo Jesús: «Lo has visto; es el mismo que está hablando contigo.» Él entonces dijo: «Creo, Señor.» Y se postró ante Él.

Mensaje Pastoral

Luz que ilumina a todos

Al pasaje evangélico de hoy, lo podemos llamar «de la Luz». En general, el Evangelio según san Juan sugiere la Luz como sinónimo de la Vida. En este sentido, Cristo dijo: «Yo soy la Luz de mundo», y cuando los fariseos se indignaron de su comentario (Jn 8:12-13), lo mostró con la acción que no deja duda alguna:

Escupió en la tierra e hizo lodo con la saliva, y untó con el lodo los ojos del ciego», acción que trae a la memoria el relato bíblico sobre lablind Creación del hombre. Así como Dios con su aliento dio vida al polvo de la tierra y de la nada trajo al hombre a la existencia, de la misma manera Cristo, al ciego cuyos ojos jamás habían conocido la luz (ciego de nacimiento), se la otorgó en abundancia. (La señal era tan maravillosa que dio lugar al comentario de los presentes en el pésame de Lázaro: «Éste, que abrió los ojos del ciego, ¿no podía haber hecho que Lázaro no muriera?» [Jn 11:37]). Cristo no le devuelve al ciego una capacidad que había perdido previamente sino que le otorga lo que le era inexistente.

«Vete y lávate en la piscina de Siloé», le dijo el Señor; él fue y se lavó allí, y cuando volvió veía claramente. En este recorrido de ir y venir, sin lugar a duda, mucha gente lo vio y así la obra del Señor fue predicada y verificada. Pero ante la veracidad de este milagro –ya que el ciego era conocido por todos por ser un limosnero– hubo varias reacciones:

•             Fariseísmo: reglas que cercan a Dios y no le permiten penetrar en la oscuridad de uno mismo; leyes que determinan al hombre y a Dios sus derechos y deberes; círculos viciosos de planteamientos y cerrazón que rechazan la intervención de Dios en su creación; y vanidad mezquina que deduce lo siguiente: «Nosotros sabemos que ese hombre (Jesús) es un pecador.»

•             Apatía: padres del ciego que resultaron los verdaderos ciegos. Su apatía, ingratitud y miedo a que sean echados fuera del concepto común les impidió participar de la luz del milagro. Prefirieron la seguridad de la tibieza a la aventura de estar en la verdad. Se retiraron del gozo con cobardía acudiendo a la apatía enfermiza: «Edad tiene: pregúntenle.»

•             Agradecimiento: una reacción profunda que implica sinceridad y valentía. El ciego iletrado tuvo que enfrentar a los fariseos que se le amontonaron; refutó, con lo que había vivido, sus argumentos y leyes: «Yo les daré una elocuencia y una sabiduría a la que no podrán resistir ni contradecir todos sus adversarios» (Lc 21: 15). Esta gratitud implica también sacrificio (lo echaron fuera), pero paulatinamente lleva al agradecido al conocimiento de Cristo, Luz verdadera: Curador, hombre de Dios, Profeta y, sobre todo, Hijo de Dios y Dios (y se postró ante Él).

La Luz de Cristo ilumina a todos: ¿Cómo reaccionas, oh alma?

Nuestra Fe y Tradición

El Icono Ortodoxo, oración en colores

 TheotokosandChild[1]El arte eclesiástico, en el oriente, se ha desarrollado dentro de la matriz de la vida sacramental y espiritual en Cristo, y siempre ha aspirado, en sus diferentes ramas, ofrecer lo mismo: “Lo que hemos visto y oído –dice san Juan, el Evangelista,- os lo anunciamos.” (1Jn.1, 3). Por eso, la memoria cristiana ha conservado el término griego ικών, icono, para distinguir las santas imágenes, de las del mundo.

Si la pintura naturalista pretende transmitir las cosas tal como nuestros sentidos las perciben, el icono que usamos en nuestro culto procura ilustrar el mundo transfigurado en Cristo, es la imagen del hombre “espiritual y celestial” y no del “carnal y terrenal” (1Cor.15). El icono ofrece una belleza religiosa que supera las reglas de la visión: pues el origen de la luz no es un centro supuesto por el pintor, sino que la luz (color dorado) llena todo el espacio del icono y penetra en los rostros y vestimentas anunciando la Presencia de Dios: “ni la misma tiniebla es tenebrosa para Ti, y la noche es luminosa como el día” (Sal.139, 12); aquí se ausenta la luz natural con sus reflexiones: no hay sombra ya que la divina luz anula toda oscuridad.

El icono no es un retrato personal que nos comunique la facha de algún santo o del mismo Cristo, sino es la descripción de la gloria, de la que somos convocados a participar. Eso justifica la similitud entre los santos en el arte bizantino: los ojos grandes, con una mirada fija y penetrante, nunca cerrados, “sueño a mis ojos no he de conceder ni quietud a mis párpados, hasta encontrar un lugar para el Señor” (Sal.132, 4-5); los labios callados: “la boca silenciosa comunica los misterios de Dios” (San Isaac el Sirio); los oídos pequeños, ya que los sentidos mueren para el mundo a fin de entrar en la verdadera oración; y los mechones forman olas harmoniosas que rodean el rostro con un marco solemne que profundiza su firmeza y sublimidad. La ternura e inocencia del rostro se acompañan con la seriedad y prudencia.

Ante el realismo del arte medieval, la feligresía esperaba que la leche bendita emanase del seno de la figura de la Virgen, o la bendición milagrosa de la mano de Cristo, mientras el icono ortodoxo, reemplaza la tercera dimensión con una de luz que hace penetrar al orante en la gloria celestial: “Al pararnos en el templo de tu santidad, creemos que estamos parados en el cielo…”

Vida de Santos

San Cirilo Patriarca de Alejandría

9 de junio

Cirilo era de noble nacimiento y familiar cercano de Teófilo, patriarca de Alejandría, después de la muerte del cual fue consagradoSanCiriloDeAlejandría Patriarca. Durante su vida lucho tres feroces batallas: contra los herejes novacianos, contra el hereje Nestorio y contra los judíos de Alejandría. Los novacianos tuvieron su origen en Roma y tomaron su nombre del presbítero hereje Novaciano. Estos se gloriaban de sus virtudes, andaban en público vestidos de blanco, prohibían las segundas nupcias, sostenían que no podía orarse por aquellos que habían cometido pecado mortal, y que no podía recibirse en la Iglesia a aquellos que, en otro tiempo, habían apostatado de ella, sin importar cuán profundamente se arrepintiesen. Cirilo los venció y los echó de Alejandría junto con su obispo. La lucha con los judíos fue más difícil y sangrienta. Los judíos tuvieron gran influencia en Alejandría desde que Alejandro Magno fundó esa ciudad. Su odio contra los cristianos era vicioso y desaforado. Asesinaban cristianos mediante traición, envenenamiento y crucifixión. Tras una larga y difícil lucha, Cirilo logró que el emperador Teodosio el Joven los expulsara de Alejandría. Su lucha contra Nestorio, patriarca de Constantinopla, fue resuelta por el Tercer Concilio Ecuménico en Éfeso (431 d. C.). Cirilo mismo presidió este Concilio y, al mismo tiempo, representó al Papa Celestino de Roma a petición suya, pues este no pudo asistir al Concilio a causa de su avanzada edad. Nestorio fue condenado, anatematizado, y fue exiliado por el Emperador a la frontera oriental del Imperio. Después del final de esta lucha, Cirilo vivió en paz y cuidó celosamente del rebaño de Cristo. Se presentó a sí mismo al Señor en el año 444 d. C. Se dice que fue él quien escribió la oración «Alégrate, oh Virgen Madre de Dios».

Sentencias de los Padres del Desierto

  • Se decía del abad Agatón que durante tres años se había metido una piedra en la boca, hasta que consiguió guardar silencio.
  • Decía también: «Que tu boca no pronuncie palabras malas, pues la viña no tiene espinas».
  • El abad Sisoés decía: «Nuestra verdadera vocación es dominar la lengua»

Boletín del 18/05/2014

Domingo de la Samaritana

Icono-Samaritana-Lexorandi

Oh Salvador Todopoderoso que hiciste brotar
agua  a los hebreos de una roca muda: 
al llegar a la tierra de Samaría  hablaste con una mujer
pidiéndole agua,  así la atrajiste hacia la fe en Ti,
y ahora ha alcanzado la vida eterna en los cielos.
                                                                                                  Exapostelario

Himnos de la Liturgia

Tropario de la Resurrección.

Tono 4

audio27Las discípulas del Señor aprendieron del Ángel
el alegre anuncio de la Resurrección, 
y la sentencia ancestral rechazaron
y  se dirigieron con orgullo a los apóstoles diciendo: 
¡Fue aprisionada la muerte, Resucitó Cristo Dios 
y concedió al mundo la gran misericordia!

Tropario Mediada la Fiesta.

Tono 8

Mediada la Fiesta, riega mi alma sedienta 
con las aguas de la devoción, Tú que exclamaste a todos:
“Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.”
¡Oh Fuente de la Vida, Señor, Gloria a Ti!

Condaquio de Pascua.

Tono 8

audio27Cuando descendiste al Sepulcro,  oh Inmortal,
destruiste el poder del hades;  y al resucitar vencedor,
oh Cristo Dios,  dijiste a las mujeres Mirróforas: 
“¡Regocíjense!” y a tus discípulos otorgaste la paz, 
¡Oh Tú que concedes a los caídos la resurrección!

Lecturas Bíblicas

Hechos de los Apóstoles (11: 19-30)

En aquellos días: los apóstoles que se habían dispersado cuando la tribulación originada a la muerte de Esteban, llegaron en su recorrido hasta Fenicia, Chipre y Antioquía, sin predicar la Palabra a nadie más que a los judíos. Pero había entre ellos algunos chipriotas y cirenenses que, venidos a Antioquía, hablaban también a los griegos y les anunciaban la Buena Nueva del Señor Jesús. La mano del Señor estaba con ellos, y un crecido número creyó y se convirtió al Señor.

La noticia de esto llegó a oídos de la Iglesia de Jerusalén y enviaron a Bernabé a Antioquía. Cuando llegó y vio la gracia de Dios se alegró y exhortaba a todos a permanecer, con corazón firme, unidos al Señor, porque era un hombre bueno, lleno de Espíritu Santo y de fe. Y una considerable multitud se agregó al Señor.

Partió para Tarso en busca de Saulo, y en cuanto le encontró, le llevó a Antioquía. Estuvieron juntos durante un año entero en la Iglesia y adoctrinaron a una gran muchedumbre. En Antioquía fue donde, por primera vez, los discípulos recibieron el nombre de «cristianos».

Por aquellos días bajaron unos profetas de Jerusalén a Antioquía. Uno de ellos, llamado Ágabo, movido por el Espíritu, se levantó y profetizó que vendría una gran hambre sobre toda la tierra, la que hubo en tiempo de Claudio. Entonces los discípulos determinaron enviar algunos recursos, según las posibilidades de cada uno, para los hermanos que vivían en Judea. Así lo hicieron y se los enviaron a los presbíteros por medio de Bernabé y de Saulo.

Evangelio según San Juan (4: 5-42)

En aquel tiempo, llegó Jesús a una ciudad de Samaria llamada Sicar, vecina a la tierra que Jacob dio a su hijo José; allí se encuentra el pozo de Jacob. Jesús, cansado del camino, se sentó junto al pozo. Era como la hora sexta. Vino entonces una mujer samaritana a sacar agua. Le dijo Jesús: «Dame de beber» (Pues sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar comida). Pero la mujer samaritana le respondió: «¿Cómo Tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy una mujer samaritana?» (Porque los judíos no se tratan con los samaritanos). Jesús le respondió: «Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, tú misma le pedirías agua viva y Él te la daría.» Respondió la mujer: «Señor, no tienes con qué sacarla, y además el pozo es muy hondo. ¿Dónde tienes, pues, esa agua viva? ¿Acaso eres tú más que nuestro padre Jacob que nos dio este pozo, del cual bebió él, sus hijos y sus ganados?» Respondió Jesús: «Cualquiera que beba de esa agua, volverá a tener sed; en cambio, el que beba del agua que yo le dé no volverá a tener sed: el agua que yo le dé se convertirá en él en manantial de agua que emanará para vida eterna.» La mujer le dijo: «Señor, dame de esa agua y así ya no sufriré la sed, ni tendré que volver aquí a sacar agua.» Pero Jesús le dijo: «Anda, busca a tu marido y vuelve con él acá.» Respondió la mujer: «No tengo marido.» Le dijo Jesús: «Bien has dicho que no tienes marido, porque has tenido cinco maridos, y el que ahora tienes, no es tu marido. En eso has dicho la verdad.» Le dijo la mujer: «Señor, veo que eres profeta. Nuestros padres adoraron a Dios en este monte, y ustedes los judíos dicen que el sitio donde hay que adorar está en Jerusalén.» Respondió Jesús: «Créeme mujer que llegará el tiempo en que ni en ese monte, ni en Jerusalén adorarán al Padre. Ustedes los samaritanos adoran lo que no conocen, pero nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero ya llega la hora (ya estamos en ella) en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque así quiere el Padre que sean los que lo adoran. Dios es espíritu, y los que lo adoran deben adorarlo en espíritu y en verdad.» La mujer le dijo: «Yo sé que el Mesías (el llamado “Cristo”) está por venir; cuando venga, Él nos revelará todo.» Jesús le dijo: «Yo Soy, el que te está hablando.» En esto llegaron sus discípulos y se extrañaron que hablase con una mujer, pero nadie le dijo «¿qué quieres?», o «¿por qué hablas con ella?» La mujer, dejando allí su cántaro, corrió a la ciudad y dijo a la gente: «Vengan a ver a un hombre que me ha dicho todo cuanto yo he hecho. ¿No será el Cristo?» Salieron, pues, de la ciudad y fueron a verlo.

Entretanto, los discípulos le insistían: «Maestro, come.» Jesús les dijo: «Yo tengo para comer un alimento que ustedes no conocen.» Se decían los discípulos unos a otros: «¿Le habrán traído de comer?» Pero Jesús les dijo: «Mi comida es hacer la voluntad del que me ha enviado, y dar cumplimiento a su obra. ¿No dicen ustedes: “Dentro de cuatro meses será tiempo de siega”? Pues bien ahora yo les digo: Levanten la vista y miren los campos, y vean que ya están blanqueados para la siega. Ya el segador cobra su paga y recoge fruto para la vida eterna, y con esto el sembrador también participa en la alegría del segador. En esta ocasión, se vale aquel refrán: uno es el que siembra, y otro es el que cosecha. Yo los he enviado a ustedes a cosechar donde no se habían fatigado; otros se fatigaron y ustedes se aprovechan de su fatiga.»

Muchos samaritanos de aquella ciudad creyeron en Él por las palabras de la mujer, que aseguraba: «Me ha revelado todo cuanto yo hice.» Y cuando llegaron a Él los samaritanos, le rogaron que se quedase allí. En efecto, se detuvo dos días en aquella ciudad, con lo que fueron muchos más los que creyeron en Él por haber oído sus palabras; y decían a la mujer: «Creemos ya no por lo que tú has dicho, sino nosotros mismos lo hemos oído y hemos conocido que Éste es verdaderamente el Salvador del mundo.»

Mensaje Pastoral

Desde el pozo hasta  el martirio.

La lectura evangélica de este día enseña una experiencia más sobre el encuentro con el Señor, encuentro que místicamente transforma laJesucristo-y-la-Samaritana vida. La famosa samaritana ascendió en el conocimiento de Jesús gradualmente hasta que llegó a proclamarlo el Señor de su vida.

Cuando esta mujer estaba junto al pozo y buscaba agua para beber, encontró a Jesús. Allá, rodeada con todas sus preocupaciones mundanas, no podía ver en Jesús más que un judío, un hombre común, por lo que le dijo: «¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí que soy una mujer samaritana?» Pues, para ella, Cristo no es más que un hombre extraño que pertenece a una raza enemiga.

Jesús le habló del «agua viva»: quien beba de ella «no volverá a tener sed». Este discurso la llevó a reflexionar sobre la religión y por ello dijo: «¿Acaso eres tú más que nuestro padre Jacob que nos dio este pozo, del cual bebió él, sus hijos y sus ganados?»

A partir de este diálogo «religioso», el Señor despierta en ella la conciencia y el auto examen preguntándole acerca de su marido y de su vida privada en lugar de seguir con cuestionamientos de índole religioso. Cuando sus palabras tocaron la vida y lo moral, Jesús pasa a ser, para ella, un profeta. Los profetas siempre han exigido congruencia entre la religiosidad y el comportamiento, «porque yo quiero misericordia, no sacrificio, dice el Señor» (Os 6:6).

A través de esta puerta vital –la penitencia y el auto conocimiento–, el Señor la introdujo en el tema de la adoración en Espíritu, lejos de las reglas. Le habló de la religión, no como deberes y leyes sino como un amor voluntario y experiencia de la Verdad: «Dios es espíritu, y los que lo adoran deben adorarlo en espíritu y en verdad.» La profundidad de las palabras de Jesús trajo a la memoria de la samaritana las profecías sobre el Mesías: «Yo sé que el Mesías está por venir», y Jesús le dijo: «Yo Soy, el que te está hablando.» Pasa a ser para ella el Cristo esperado, el Salvador del mundo.

Mientras se preocupaba por sus necesidades materiales, lo veía como un hombre común; cuando comenzó a transitar por el mundo de la religión, lo consideró como religioso; cuando entró en sí misma experimentando la penitencia y confesando su realidad, lo admiró como un profeta; finalmente cuando llegó a la adoración en Espíritu y en verdad, a la libertad de la fe, comprendió que era el Mesías. Y lo más grandioso es que en cuanto asimiló que Jesús era el Salvador, se convirtió en una discípula de Él y apóstol: dejó su cántaro, más bien, su vida bajo los pies del Señor y corrió a anunciar a sus compatriotas: «Vengan a ver», y a ofrecer su testimonio, a saber, su martirio. Ella es santa Fotina (iluminada), mártir en Cristo que la Iglesia conmemora el día 26 de febrero. Sus intercesiones sean con nosotros. Amén.

Nuestra Fe y Tradición.

Costumbres Pascuales

157001808En la temporada pascual (desde el día de la Resurrección hasta la fiesta de la Ascensión del Señor) los creyentes suelen intercambiar el saludo “Cristo ha resucitado” “en verdad ha resucitado”. Es una expresión de nuestra alegría y de nuestra participación en la misma fe.

Los ornamentos de los sacerdotes y las cubiertas del altar son  blancos; así, también, algunos de los fieles suelen vestirse de blanco, símbolo de la iluminación que la Iglesia nos otorga por el bautismo que es participación en la muerte del Señor y en su Resurrección.

El Epitafio (el icono de la sepultura del Señor después del descenso de la Cruz, con el cual hicimos la procesión funeraria en el Viernes Santo) se coloca en el altar toda la temporada pascual, y sobre él, se celebra la Divina Liturgia, pues la vida, del sepulcro surgido.

Toda la temporada pascual, en la iglesia y en la casa, leemos el Libro “Los Hechos de los Apóstoles.” Pues, al leerlo nos introducimos en las alegres atmósferas pascuales que dominaban en la primera Iglesia donde los Apóstoles, con mucho valor y confianza, predicaban la muerte del Señor y su Resurrección al tercer día.

Sentencias de los Padres de Desierto.

  • Dijo también: «Anunciaron a un monje la muerte de su padre, y el monje dijo al mensajero: “Deja de blasfemar; mi padre es inmortal”»
  • El abad Pastor dijo: «La guarda del corazón, el examen de si mismo y el discernimiento, son las tres virtudes que guían al alma».
  • Un hermano preguntó a un anciano: «Padre ¿cómo viene al hombre el temor de Dios?». Y respondió el anciano: «Si el hombre practica la humildad y la pobreza y no juzga a los demás, se apoderará de él el temor de Dios»

Su excelencia el Embajador de Estados Unidos en el Líbano, el Sr. David Hill junta verano e invierno a un mismo tiempo

 

صيف وشتاء على سطح سعادة سفير الولايات المتحدة الأميركية في لبنان السيد دافيد هيل

Es algo irónico lo que escribió hoy el Embajador de Estados Unidos, quien representa en el Líbano, a su país, el cual, al momento de acabar la Segunda Guerra Mundial, comenzó a  provocar guerras en todas partes;  empezando por Palestina que expulsaron a su pueblo, y por su extremo amor al Líbano le mandaron medio millón de refugiados luego provocaron problemas en Corea, Vietnam, hasta Irak y Afganistán.

Como un zorro cuidando a las gallinas, él habla de Ucrania y del cambio que se debe hacer allí, pero no menciona que su país está detrás de estos hechos. Ya que quien dio el golpe de estado en contra de la legitimidad, proviene de fuera de Ucrania, con el apoyo y el  impulso de los EE.UU. que siempre toma  como pretexto, la democracia y la libertad; algo que es muy ajeno a ellos mismos.

Siempre vemos a los funcionarios estadounidenses que declaran celosamente su preocupación sobre el Líbano, pidiendo su libertad y su independencia, pero nunca dicen  una sola palabra de condena, cuando la fuerza aérea israelí entra en los cielos de Líbano o cuando el ejército israelí cruza sus fronteras.

Le pregunto a su excelencia Señor Embajador, ¿cuántas veces presentó Líbano una denuncia ante las Naciones Unidas, y que se hayan tomado decisiones que condenen  a Israel por la irrupción en el Líbano? sin embargo, su país ¿no utilizó el derecho de veto? ¿Quién provocó la primavera árabe,  y llevó a todos los países árabes a la catástrofe experimentada hoy? ¿No fueron ustedes quienes hicieron esto? ¿Sabía usted que su secretario de Relaciones Exteriores, Condoleezza Rice, hizo una proclamación profetizando el nuevo Medio Oriente y, la primavera  árabe? ¿Y cuál fue el resultado? Cientos de miles de muertes  de las que nadie más que ustedes tienen la culpa. Los cristianos están siendo asesinados y masacrados y desplazados de su país, mientras son  ustedes mismos quienes están  enviando armas y equipos para los terroristas en nombre de la oposición. Nunca me imaginaba que el Estado que pidió la eliminación del terrorismo, hoy en día, esté aliado con él en el Medio Oriente.

Dos arzobispos fueron secuestrados, ha pasado más de un año, y siguen en el secuestro.  No hemos escuchado de su estado ni una sola palabra criticando el hecho, ni mucho menos, ejercer presión sobre su hijastra Turquía para ponerlos en libertad. Todo lo contrario, pues cada día escuchamos a su presidente decir que seguirá el envío de  armas a la oposición en Siria y que se considerarán sus oficinas como Consulados.

Nosotros no odiamos al pueblo estadounidense, al contrario, lo queremos mucho porque es un pueblo bueno, que sufre de todas las políticas equivocadas de su gobierno.

Ustedes dicen que el referéndum en Crimea no es legal, pero en Kosovo y en otros lugares sí lo es. Hay muchas otras cosas que no quiero mencionar ahora, pero si el día de mañana hubiese la necesidad,  así lo haré.

Han dividido a Serbia, y hoy en día están mostrando su afán de que suceda lo mismo en Ucrania y en el Líbano. Y les pregunto: ¿Quién fue el que envió armas a los terroristas en Trípoli y en otras partes y nos llevó a esta vergonzosa  situación que vivimos hoy en día en el Líbano? ¿Quién más que ustedes, ha allanado el camino para tener allí este número de refugiados sirios?

Y yo, aquí  en México, a simple vista noto, como su gobierno trata sin piedad ni misericordia a  los mexicanos que están en busca de un futuro mejor. No quiero hablar de los equipos que han formado ustedes para matar a estos pobres buscadores de sustento para ellos y para sus familias.

Manos fuera del Líbano, Ucrania y del resto de los países, los cuales fueron destruidos  por ustedes mismos, empezando por  Serbia, y  terminando por Irak y Libia. Manos fuera de la querida Siria en  nombre de la libertad, y del apoyo a los que ni siquiera tienen idea  del significado de la libertad.

Rogamos al Todopoderoso que les conceda lo mismo que  están  haciendo con  otros pueblos, y que restaure la paz en la tierra de la paz, la que ustedes han convertido en tierra de hierro, fuego, asesinato, masacre y secuestro, en nombre de esa  libertad, tan  distante de  ustedes.

¡Que Dios les guíe al camino recto, y les haga mirar a la humanidad con ojos de misericordia y  compasión, y no con miradas de matanza y destrucción

+Antonio

Arzobispo Metropolitano

de México, Venezuela, Centro América y el Caribe

صيف وشتاء على سطح سعادة سفير الولايات المتحدة الأميركية

articulo de Sayedna

Comida Anual de San Jorge

 

El pasado Domingo 11 de Mayo se realizó la comida anual con motivo de la Fiesta de San Jorge organizada por el comité de las DAMAS ORTODOXAS, la cita tuvo lugar en el Salón Jardín Versal ubicado en la Avenida Constituyentes en el Distrito Federal, agradecemos a todos los miembros de la comunidad e invitados  que acudieron a la comida y tuvieron el honor de acompañarnos. Su Eminencia Antonio Chedraoui dijo algunas palabras, felicitando a las Damas Ortodoxas por su generosidad e invitando a todos a seguir participando en la Iglesia y no solo a las actividades sociales. También enfatizó que es necesario tener de nuevo a San Jorge en nuestra intercesión para que venza al nuevo dragón que está amenazando al cristianismo sobre todo en medio oriente.

Boletín del 11/05/2014

Domingo del Paralítico

doming3

El Señor misericordioso, Amante de la humanidad,
se detuvo en la Piscina de Betesda para  curar las enfermedades,
y encontró a un hombre paralítico desde muchos años atrás,
y le dijo: “Levántate, carga tu camilla, y anda por rectos caminos.
                                                                                                             Exapostelario

Himnos de la Liturgia

Tropario de la Resurrección

Tono 3

audio27Que se alegren los celestiales,
y que se regocijen los terrenales;
Porque el Señor desplegó la fuerza de su brazo,
pisoteando la muerte con su muerte.
Y Siendo el primogénito de entre los muertos,
nos salvó de las entrañas del Hades
y concedió al mundo la gran misericordia.

Condaquio de Pascua

Tono 8

audio27Cuando descendiste al Sepulcro, oh Inmortal,
destruiste el poder del hades; y al resucitar vencedor,
oh Cristo Dios, dijiste a las mujeres Mirróforas:
“¡Regocíjense!” y a tus discípulos otorgaste la paz,
¡Oh Tú que concedes a los caídos la resurrección!

Lecturas Bíblicas

Hechos de los Apóstoles  (9: 32-42)

En aquellos días: Pedro, que andaba recorriendo todos los lugares, bajó también a visitar a los santos que habitaban en Lida. Encontró allí a un hombre llamado Eneas, tendido en una camilla desde hacía ocho años, pues estaba paralítico. Pedro le dijo: «Eneas, Jesucristo te cura; levántate y arregla tu lecho». Y al instante se levantó. Todos los habitantes de Lida y Sarón lo vieron, y se convirtieron al Señor.

Había en Joppe una discípula llamada Tabitá, que quiere decir Gacela. Era rica en buenas obras y en limosnas que hacía. Por aquellos días enfermó y murió. La lavaron y la pusieron en la estancia superior. Lida está cerca de Joppe, y los discípulos, al enterarse que Pedro estaba allí, enviaron dos hombres con este ruego: «No tardes en venir a nosotros».

Pedro partió inmediatamente con ellos. Así que llegó le hicieron subir a la estancia superior y se le presentaron todas las viudas llorando y mostrando las túnicas y los mantos que Dorcás hacía mientras estuvo con ellas. Pedro hizo salir a todos, se puso de rodillas y oró; después se volvió al cadáver y dijo: «Tabitá, levántate.» Ella abrió sus ojos y al ver a Pedro se incorporó. Pedro le dio la mano y la levantó. Llamó a los santos y a las viudas y se la presentó viva. Esto se supo por todo Joppe y muchos creyeron en el Señor.

Evangelio según San Juan ( 5: 1-15)

En aquel tiempo, subió Jesús a Jerusalén. Hay en Jerusalén una piscina, cerca de la puerta de las ovejas, llamada en hebreo betesda, la cual tiene cinco pórticos. En ellos, yacía una gran multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos aguardando el movimiento de las aguas, pues un ángel del Señor bajaba de tiempo en tiempo a la piscina, y agitaba el agua; y el primero que después de movida el agua entraba en la piscina, quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviese. Estaba allí un hombre que hacía treinta y ocho años que se hallaba enfermo. Jesús, al verlo tendido y al enterarse de que llevaba ya mucho tiempo, le dijo: «¿Quieres recobrar la salud?» El enfermo respondió: «Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se agita el agua, por lo cual mientras yo voy, ya se ha metido otro.» Le dijo Jesús: «Levántate, toma tu camilla y anda.» De repente se halló sano este hombre, tomó su camilla y se puso a andar. Era aquél un día sábado; por eso le decían los judíos al que había sido curado: «Es sábado y es ilícito llevar a cuestas la camilla.» Les respondió: «El que me ha devuelto la salud me ha dicho: “Toma tu camilla y anda”.» Le preguntaron entonces: «¿Quién es ese hombre que te ha dicho: “Toma tu camilla y anda”?» Pero el curado no sabía quién era, pues Jesús había desaparecido porque había mucha gente en aquel lugar. Más tarde, Jesús lo encontró en el templo y le dijo: «Mira que has quedado curado; no peques más, para que no te suceda algo peor.» El hombre fue a decir a los judíos que era Jesús quien le había curado.

Mensaje Pastoral

El paralítico de Betesda

«¿Quieres recobrar la salud?», pregunta Jesús al paralítico que llevaba 38 años enfermo, y éste contesta: «Señor, no tengo a nadie que me el-paralitico-de-betesdameta en la piscina cuando se agita el agua.» Aun con todos estos años de inmovilización y de padecimiento, perseveraba en la orilla de la piscina, más bien, en la costa de la esperanza en Dios. Responde la pregunta –que a otro, muy probablemente, le hubiera ofendido– con una paciencia y mansedumbre admirables, sin reclamar ni blasfemar o desesperarse: «Señor, no tengo a nadie.» Y Cristo, alabando su gran paciencia, le curó; ni siquiera le preguntó, como en otras ocasiones, si tenía fe, porque ella estaba manifiesta en su perseverancia y respuesta humilde estando en plena desgracia. «¡Con vuestra paciencia salvarán vuestra vida!» (Lc  21:19).

………………

«Es sábado y es ilícito llevar a cuestas la camilla», contradijeron los fariseos al ya curado de su parálisis. Es la figura de la religión cuando se transforma en leyes muertas, mientras las normas religiosas deberían ser un medio que atrae la Gracia de Dios en nuestra vida: «La letra mata, mas el Espíritu vivifica», dice san Pablo (2Cor 3:6). La religión no se limita a obligaciones que se tengan para cumplir sino que es una vida regida por la presencia activa de Dios, una experiencia no expuesta a ninguna discusión o incertidumbre: «El que me ha devuelto la salud me ha dicho: “Toma tu camilla y anda”.» A los entonces amigos del Señor les agradaría usar, en lugar de «deberes», otra palabra derivada, análoga y graciosamente: «quereres».

………………

«Más tarde, Jesús lo encontró en el Templo.» El curado de su parálisis, agradecido, se dirigió hacia el Templo para dar gracias y para ofrecer a Dios sus primeros pasos, las primicias, como si exclamara: «Lo tuyo de lo tuyo, te ofrezco por todo y para todo.» Y en medio de esta ofrenda de conversión, «Jesús lo encontró».

Cuando el paralítico estaba en discusiones inútiles con los fariseos acerca de su curación que si había sido de Dios o no, buscó a Jesús y no le encontró, «había desaparecido porque había mucha gente en aquel lugar»; en cambio, ahora en el Templo, bien nos describe el evangelista Juan, que «Jesús lo encontró».

En las plazas de la vida hay mucha gente, mucho murmullo, discusión y preocupación que le hacen al hombre olvidar la confesión al Señor. El paralítico tuvo la iniciativa de salir de todo este ruido para entrar en los atrios de la Casa de Dios, donde «Jesús lo encontró».

Dispongamos en nuestra vida de atrios y consagremos templos en los cuales agrada al Señor encontrar a la oveja perdida.

Nuestra Fe y Tradición

 La Unidad de la Iglesia

sinodo1La unidad de la Iglesia, no sólo la de Antioquía entre sus miles de parroquias y diócesis en todo el mundo, sino la de todos los Patriarcados, está basada en dos pilares fundamentales :El primero es que tiene una cabeza que es Cristo Resucitado (Efesios 1,22), siendo la Iglesia Su Cuerpo Místico. El otro es la unidad doctrinaria de la fe y la comunión de la Gracia, del mismo Cáliz y los mismos Sacramentos, existiendo entre ellos un permanente lazo de oración.

Nuestra fe común tiene como fuente, las Sagradas Escrituras y la Santa Tradición. Fue comentada por los Santos Padres Teólogos de la Iglesia, como San Basilio el Grande, San Juan Crisóstomo, San Gregorio el Teólogo, San Gregorio Nazianceno, San Ignacio de Antioquía, San Juan Damasceno, San Agustín, San Gregorio Palamás, y otros., y por las enseñanzas explicitadas y proclamadas en los Siete Concilios Ecuménicos de toda la cristiandad, considerados como la más alta autoridad. Estos Concilios fueron  celebrados en Nicea, Constantinopla, Efeso, Calcedonia, etc., desde el Siglo IV al Siglo VIII. En los dos primeros, Nicea año 325 y Constantinopla año 381, se estableció el Credo de nuestra fe, que cada domingo confesamos en voz alta durante la Divina Liturgia y en otros oficios.

Los Siete Concilios Ecuménicos afirmaron la pureza de la fe y la recta doctrina frente a las herejías, la veneración debida a las Sagradas Imágenes o Íconos, y la disciplina eclesiástica.

Asimismo afirmamos que la plenitud de la Iglesia es asistida por el Espíritu Santo, por lo cual la Iglesia es infalible.

Sentencias de los Padres del Desierto.

  • Decía un anciano: «El que admite en su alma deseos perniciosos, es como el que oculta el fuego entre las pajas».
  • Dijo el abad Pastor: «En el Evangelio está escrito: “El que no tenga espada que venda  su manto y compre una” (Lc. 22,36). Esto significa: “El que tenga paz que la deje y se prepare  para la lucha”». Se refería a la lucha contra el diablo.
  • Decían del abad Hor: «Nunca ha mentido, jamás hizo ningún juramento, nunca maldijo a nadie, jamás habló a nadie si no era necesario».

Sobre la interpretación de los Salmos 2a parte

CARTA DE NUESTRO SANTO PADRE ATANASIO, ARZOBISPO DE ALEJANDRÍA, A MARCELINO

SOBRE LA INTERPRETACIÓN DE LOS SALMO

En forma de narración tenemos los siguientes: Sal  18 Sal  43 Sal  48 Sal  49 Sal  72 Sal  76 Sal  88 Sal  89 Sal  106 Sal  113 Sal  126 y Sal  136.

En forma de oración tenemos: Sal  16 Sal  67 Sal  89 Sal  101 Sal  131 y Sal  141.  Los proferidos como suplica, y petición instante son: Sal  5 Sal  6 Sal  7 Sal  11 Sal  12 Sal  15 Sal  24 Sal  27 Sal  30 Sal  34 Sal  37 Sal  42 Sal  53 Sal  54 Sal  55 Sal  56 Sal  58 Sal  59 Sal  60 Sal  63 Sal  82 Sal  85 Sal  87 Sal  137 Sal  139 y Sal  142.

En forma de suplica junto con acción de gracias tenemos el Sal  138.

Entre los que solo suplican tenemos: Sal  3 Sal  25 Sal  68 Sal  69 Sal  70 Sal  73 Sal  78 Sal  79 Sal  108 Sal  122 Sal  129 y Sal  130.

Los Sal  9 Sal  74 Sal  91 Sal  104 Sal  105 Sal  106 Sal  107 Sal  110 Sal  117 Sal  135 y Sal  137 tienen forma de confesión.

Aquellos que entretejen narración con confesión son: Sal  9 Sal  74 Sal  105 Sal  106 Sal  117 Sal  135 y Sal  137.

Un salmo que combina confesión con narración y acción de gracias es el Sal  110.

El Sal  36 tiene forma de admonición.

Los que contienen profecía son: Sal  20 Sal  21 Sal  44 Sal  46 y Sal  75.

En el Sal  109 tenemos anuncio junto con profecía.

Los salmos que exhortan y prescriben y como que ordenan son: el Sal  28 Sal  32 Sal  80 Sal  94 Sal  95 Sal  96 Sal  97 Sal  102 Sal  103 y Sal  113.

El Sal  149 combina la exhortación con la alabanza.

Describen la vida hornada por la virtud los: Sal  104 Sal  114 Sal  118 Sal  124 y Sal  132. Aquellos que expresan alabanza son: Sal  90 Sal  112 Sal  116 Sal  134 Sal  144 Sal  145 Sal  146 Sal  148 y Sal  150.

Son acción de gracias: Sal  8 Sal  9 Sal  17 Sal  33 Sal  45 Sal  62 Sal  76 Sal  84 Sal  114 Sal  115 Sal  120 Sal  121 Sal  123 Sal  125 Sal  128 y Sal  143.

Aquellos que anuncian una promesa de bienaventuranza son: Sal  1 Sal  31 Sal  40 Sal  118 y Sal  127.

Demostrativo de alegre prontitud con (ribetes) de cantico el Sal  107.

Otro hay que exhorta a la fortaleza, el Sal  80.

Tenemos los que reprochan a impíos e inicuos, como el Sal  2 Sal  13 Sal  35 Sal  51 y Sal  52.

El Sal  4 es una invocación.

Están aquellos salmos que hablan (del cumplimiento) de votos, como el Sal  19 y el Sal  63.

Tienen palabras de glorificación al Señor: Sal  22 Sal  26 Sal  38 Sal  39 Sal  41 Sal  61 Sal  75 Sal  83 Sal  96 Sal  98 y Sal  151.

Acusaciones escritas para provocar vergüenza son: Sal  57 y Sal  81.

Se encuentran acentos hímnicos en Sal  47 y Sal  64.

El Sal  65 es un canto de júbilo y se refiere a la resurrección.

Otro, el Sal  99, es únicamente canto de júbilo.

5. Estando, entonces, los salmos dispuestos y ordenados de esta manera, les es posible a los lectores, – como ya lo dije antes -, descubrir en cada uno de ellos los movimientos y la constitución de su alma, del mismo modo que descubren el género y la enseñanza que cada uno les transmiten. Igualmente se puede aprender de ellos las palabras a decir para agradar al Señor, o con cuales palabras expresar el deseo de corregirse y arrepentirse o de darle gracias. Todo esto impide, al que recita literalmente estas expresiones, caer en la impiedad. Ya que no solo tendremos que dar razón de nuestras obras al Juez supremo, sino hasta de toda palabra inútil (Mt 12,36). Si quieres bendecir a alguno, aprendes como hacerlo y en nombre de quién, en los Salmos  1, 3, Sal  40 Sal  115 Sal  118 y Sal  127. Si deseas censurar las conjuras de los judíos contra el Salvador, ahí tienes al segundo de nuestros poemas. Si los tuyos te persiguen, y muchos se levantan contra ti, recita el tercero. Si estando afligido invocaste al Señor, y porque te escucho quieres darle gracias, entona el cuarto, o el Sal  74, o el Sal  114. Si atisbas que los malhechores te preparan trampas y quieres que muy de mañana tu oración llegue a sus oídos, recita el quinto. Si la amenaza de castigo del Señor te intranquiliza, puedes recitar el Sal  6 o el Sal  37. Si algunos se reúnen para tramar algo contra ti, como lo hizo Ajitofel contra David, y llega a tus oídos, canta el salmo 7 y confía en el Señor, él te defenderá.

6. Si, observando la extensión universal de la gracia del Salvador y la salvación del género humano, quieres conversar con Dios, canta el Sal  8. ¿Quieres entonar el cantico de la vendimia, para dar gracias al Señor? Tienes nuevamente a tu disposición el 8 y también el Sal  83. En honor a la victoria sobre los enemigos y la liberación de la criatura, sin gloriarte tu, sino reconociendo que estos hechos magníficos son obra del Hijo de Dios, recita el ya mencionado Sal  9. Si alguien quiere confundirte o asustarte, ten confianza en el Señor y repite el salmo 10. Al observar la soberbia de tantos y como el mal crece, al punto que ya no hay acciones santas entre los hombres, busca refugio en el Señor y di el Sal  11. ¿Prolongan los enemigos sus ataques? No desesperes como si Dios te olvidará, sino invócalo cantando el salmo 12. No te asocies en modo alguno con los que blasfeman impíamente contra la Providencia, más bien suplica al Señor recitando los Sal  13 y Sal  52. El que quiera aprender quién es el ciudadano del reino de los cielos debe decir el Sal  14.

7. Necesitas orar porque tus adversarios asedian tu alma, canta los Sal  16 Sal  85 Sal  87 y Sal  140. Si quieres saber como rezaba Moisés, ahí tienes el Sal  89. ¿Fuiste liberado de tus enemigos y perseguidores? Canta el Sal  17. ¿Te maravillan el orden de la creación y la providente gracia que en ella resplandece, como también los preceptos santos de la Ley? Canta entonces el Sal  18 y el Sal  23. Viendo sufrir a los atribulados, consuélalos orando y recitándoles las palabras del salmo 19. Ves que el Señor te conduce y pastorea, guiándote por el camino recto, ¡alégrate de ello y salmodia el Sal  22! ¿Te sumergen los enemigos? Eleva tu alma hasta Dios salmodiando el Sal  24 y veras que los inicuos quedan malogrados. ¿Te asechan los enemigos, teniendo sus manos totalmente manchadas de sangre, y no buscan más que perderte y confundirte? Entonces, no confíes tu justicia a un hombre, -¡toda justicia humana es sospechosa! -, pídele al Señor que te haga justicia, ya que él es el único Juez, recitando el Sal  25 Sal  34 o Sal  42. Cuando te asaltan violentamente los enemigos y se congregan como un ejército y te desprecian como si aun no estuvieras ungido, y por eso te hacen la guerra, no tiembles, canta más bien el Sal  26. La naturaleza humana es débil, y si (a pesar de ello) los perseguidores se hacen tan desvergonzados e insisten, no les hagas caso, suplica en cambio al Señor con el Sal  27. Si quieres aprender como ofrecer sacrificios al Señor con acción de gracias, recita entonces con inteligencia Espiritual el Sal  28. Si dedicas y consagras tu casa, esto es, tu alma que hospeda al Señor, como también la casa corpórea en la que moras físicamente, recita con acción de gracias el Sal  29 y entre los salmos graduales el Sal  126.

8. Si ves que eres despreciado y perseguido por amigos y conocidos a causa de la verdad, no pierdas el ánimo por eso, ni temas a los que se te oponen, sino apártate de ellos y contemplando el futuro, salmodia el trigésimo. Si al ver a los bautizados y rescatados de su vida corruptible, ponderas y admiras la misericordia de Dios, canta en favor suyo tus alabanzas con el Sal  31. Si deseas salmodiar en compañía de muchos, reúne a los hombres justos y probos, y recita el Sal  32. Si caíste víctima de tus enemigos y sagazmente pudiste evitar sus asechanzas, reúne a los hombres mansos y recita en su presencia el Sal  33. Si ves el celo para cometer el mal que impera entre los transgresores a la Ley, no pienses que la maldad es algo natural en ellos, como lo afirman los herejes, sino recita el Sal  35 y te convencerás de que a ellos les corresponde la responsabilidad por el pecado. Si ves a los malvados cometer muchas iniquidades, y envalentonarse contra los humildes, y quieres exhortar a alguien que ni se junte con los inicuos ni les tenga envidia, pues su porvenir quedará truncado, entonces di para ti mismo y para los otros el Sal  36.

9. Si, por otra parte, queriendo prestar atención a tu propia persona, y viendo que el enemigo se dispone a atacarte, – pues le agrada provocar a este tipo de personas -, quisieras fortalecerte contra él, canta el Sal  38. Si teniendo que soportar ataques de los perseguidores quieres aprender las ventajas de la paciencia, recita entonces el Sal  39. Cuando viendo multitud de pobres y mendigos, quieres mostrarte misericordioso con ellos, serás capaz de serlo gracias a la recitación del Sal  40, ya que con él alabaras a los que ya actuaron compasivamente, y exhortaras a los demás a que obren de igual manera. Si ansiando buscar a Dios, escuchas las burlas de los adversarios, no te turbes, sino que considerando la recompensa eterna de tal nostalgia, consuela tu alma con la esperanza en Dios, y, superados los pesares que te acongojan en esta vida, entona el salmo 41. Si no quieres dejar de recordar los innumerables beneficios que el Señor otorgo a tus padres, como el éxodo de Egipto y la estancia en el desierto, y qué bueno es Dios y cuan ingratos los hombres, tienes al Sal  43 Sal  77 Sal  88 Sal  104 Sal  105 Sal  106 y Sal  113. Si habiéndote refugiado en Dios, poderoso defensor en el peligro, quieres darle gracias y narrar sus misericordias para contigo, tienes el 45.

10. ¡Pecaste, sientes vergüenza, buscas hacer penitencia y alcanzar misericordia! Encontraras palabras de arrepentimiento y confesión en el Sal  50. Aun si debes soportar calumnias por parte de un rey inicuo, y ves como se envalentona el calumniador, aléjate de allí y usa las expresiones que encuentras en el Sal  51. Si te atacan, te acosan y quieren traicionarte, entregándote a la justicia, como lo hicieron zifeos y filisteos con David, no pierdas el valor, ten ánimo, confía en el Señor y alábalo con las palabras de los Sal  53 y Sal  55. La persecución te sobreviene, cae sobre ti y sin saberlo penetra inesperadamente en la cueva en la que te escondías, ni entonces temas, pues aun en ese aprieto encontraras palabras de consuelo y de memorial indeleble en los Sal  56 y Sal  141. Si quien te persigue da la orden de vigilar tu casa, y tú, a pesar de todo, logras escapar, da gracias a Dios, e inscribe el agradecimiento en tu corazón, como sobre una estela indeleble, en memorial de que no pereciste y entona el Sal  58. Si los enemigos que te afligen profieren insultos, y los que aparentaban ser amigos lanzan acusaciones en contra tuya, y esto perturba tu oración por un breve tiempo, reconfórtate alabando a Dios y recitando las palabras del Sal  54. Contra los hipócritas y los que se glorían desfachatadamente, recita, – para vergüenza suya -, el Sal  57. Contra los que arremeten salvajemente contra ti y quieren arrebatarte el alma, contrapón tu confianza y adhesión al Señor; cuanto más se envalentonen ellos, tanto más descansa en él, recitando el Sal  61. Si perseguido, huyes al desierto, nada temas por estar allí solo, pues tienes a Dios junto a ti, a quien, muy de madrugada, puedes cantarle el Sal  62. Si te aterran los enemigos y no cesan en su conjura contra ti, buscándote sin descanso, aunque sean muchos no te aflijas, ya que sus ataques serán como heridas causadas por flechas arrojadas por niños, entona, entonces (confiado), los Sal  63 Sal  64 Sal  69 y Sal  70.

11. Si deseas alabar a Dios recita el Sal  64, y cuando quieras catequizar a alguno acerca de la resurrección, entona el 65. ¡Imploras la misericordia del Señor!, alábalo salmodiando el Sal  66. Si ves que los malvados prosperan gozando de paz y los justos, en cambio, viven en aflicción, para no tropezar ni escandalizarte recita también tú el Sal  72. Cuando la ira de Dios se inflama contra el pueblo, tienes palabras sabias para su consuelo en el 73. Si andas necesitado de confesión, salmodia el Sal  9 Sal  74 Sal  91 Sal  104 Sal  105 Sal  106 Sal  107 Sal  110 Sal  117 Sal  125 y Sal  137. Quieres confundir y avergonzar a paganos y herejes, demostrando que ni uno solo de ellos posee el conocimiento de Dios, sino únicamente la Iglesia católica, puedes, si así lo piensas, cantar y recitar inteligentemente las palabras del Sal  75. Si tus enemigos te persiguen y te cortan toda posibilidad de huida, aunque estés muy afligido y grandemente confundido, no desesperes, sino clama, y si tu grito es escuchado, da gracias a Dios recitando el Sal  76. Pero si los enemigos persisten e invaden y profanan el templo de Dios, matando a los santos y arrojando sus cadáveres a las aves del cielo, no te dejes intimidar ni temas su crueldad, sino compadece con los que padecen y ora a Dios con el Sal  78.

12. Si deseas alabar al Señor en día de fiesta, convoca los siervos de Dios y recita los Sal  80 y Sal  94. Y si nuevamente los enemigos todos, se reúnen, asaltándote por todas partes, profiriendo amenazas hacia la casa de Dios y aliándose contra la piedad, no te amilane su multitud o su poder, ya que tienes un ancla de esperanza en las palabras del salmo 82. Si viendo la casa del Señor y sus tabernáculos eternos, sientes nostalgia por ellos como la tenía el Apóstol, recita el Sal  83. Cuando habiendo cesado la ira y terminada la cautividad, quisieras dar gracias a Dios, tienes al Sal  84 y al Sal  125. Si quieres saber la diferencia que media entre la Iglesia católica y los cismáticos, y avergonzar a estos últimos, puedes pronunciar las palabras del Sal  86. Si quieres exhortarte a ti y a otros, a rendir culto verdadero a Dios, demostrando que la esperanza en Dios no queda confundida, sino que, todo lo contrario, el alma queda fortalecida, alaba a Dios recitando el Sal  90. ¿Deseas salmodiar el Sábado? Tienes el Sal  91.

13. ¿Quieres dar gracias en el día del Señor? Tienes el Sal  23; o, ¿deseas hacerlo en el segundo día de la semana?: recita el Sal  47. ¿Quieres glorificar a Dios en el día de preparación?: tienes la alabanza del Sal  92. Porque entonces, cuando ocurrió la crucifixión, fue edificada la casa aunque los enemigos trataron de rodearla, es conveniente cantar como cantico triunfal lo que se enuncia en el Sal  92. Si te sobrevino la cautividad, y la casa fue derribada y vuelta a edificar, canta lo que se contiene en el Sal  95. La tierra se ha librado de los guerreros y ha aparecido la paz: reina el Señor y t quieres hacerlo objeto de tus alabanzas, ahí tienes el Sal  96. ¿Quieres salmodiar el cuarto día de la semana?. Hazlo con el Sal  93; pues en un día como ese fue el Señor entregado y comenzó a asumir y ejecutar el juicio contrario a la muerte, triunfando confiadamente sobre ella. Si lees el Evangelio, veras que en el cuarto día de la semana los judíos se reunieron en Consejo contra el Señor, y también veras que con todo valor comenzó a procurarnos justicia contra el diablo: salmodia, respecto a todo esto, con las palabras del Sal  93. Si, además, observas la providencia y el poder universal del Señor, y quieres instruir a algunos en la obediencia y en la fe, exhórtalos ante todo a confesar laudativamente: salmodia el Sal  99. Si has reconocido el poder de su juicio, es decir que Dios juzga atemperando la justicia con su misericordia, y quieres acercártele, tienes para este propósito las palabras del centésimo entre los salmos.

14. Nuestra naturaleza es débil, si las angustias de la vida te han asimilado a un mendigo, y sintiéndote exhausto buscas consuelo, entona el 101. Es conveniente que siempre y en todo lugar demos gracias a Dios; si deseas bendecirlo, espuela tu alma recitando el Sal  102 y el Sal  103. ¿Quieres alabar a Dios y saber, como, por qué motivos, y con qué palabras hacerlo? Tienes el Sal  104 Sal  106 Sal  134 Sal  145 Sal  146 Sal  147 Sal  148 y Sal  150. ¿Prestas fe a lo que ha dicho el Señor y tienes fe en las palabras que tú mismo dices cuando rezas? Profiere el Sal  115. ¿Sientes que vas progresando gradualmente en tus obras, de modo que puedes hacer tuyas las palabras: olvidando lo que queda detrás mío, me lanzo hacia lo que está delante (Ph 3,13)?: puedes entonces entonar para cada uno de los peldaños de tu adelanto uno de los quince salmos graduales.

15. ¿Has sido conducido al cautiverio por pensamientos extraños y te hallas nostálgicamente tironeado por ellos? ¿Te embarga el arrepentimiento, deseas no caer en el futuro y, sin embargo, sigues cautivo de ellos? ¡Siéntate, llora, y, como lo hizo antaño el pueblo, pronuncia las palabras del Sal  136! ¿Eres tentado y así sondeado y probado? Si superada la tentación quieres dar gracias, utiliza el salmo Sal  138. ¿Te hallas nuevamente acosado por los enemigos y quieres ser liberado? Pronuncia las palabras del 139. ¿Deseas suplicar y orar? Salmodia el Sal  5 y el Sal  142. Si se ha alzado el tiránico enemigo contra el pueblo y contra ti, al modo de Goliat contra David, no tiembles, ten fe, y como David, salmodia el Sal  143. Si maravillado por los beneficios que Dios otorgo a todos y también a ti, quieres bendecirlo, repite las palabras que David dijo en el Sal  144. ¿Quieres cantar y alabar al Señor? Lo que debas entonar está en los Sal  92 y Sal  97. ¿Aun siendo pequeño, has sido preferido a tus hermanos y colocado sobre ellos? No te gloríes ni te envalentones contra ellos, sino que atribuyendo la gloria a Dios que te eligió, salmodia el 151, que es un poema genuinamente davídico. Supongamos que deseas entonar los salmos en los que resuena la alabanza a Dios, es decir que van encabezados por el Aleluya, puedes usar: el Sal  104 Sal  105 Sal  106 Sal  111 Sal  112 Sal  113 Sal  114 Sal  115 Sal  116 Sal  117 Sal  118 Sal  134 Sal  135 Sal  145 Sal  146 Sal  147 Sal  148 Sal  149 y el Sal  150.

16. Si al salmodiar quieres destacar lo que se refiere al Salvador, encontraras referencias prácticamente en cada salmo: así, por ejemplo, tienes el Sal  44 y el Sal  100, que proclaman tanto su generación eterna del Padre como su venida en la carne; el Sal  21 y el Sal  68 que preanuncian la cruz divina, como también todos los padecimientos y persecuciones que soporto por nosotros; el Sal  2 y el Sal  108 que pregonan la maldad y las persecuciones de los judíos y la traición de Judas Iscariote; el Sal  20 Sal  49 y Sal  71 proclaman su reinado y su potestad de juzgar, como también su manifestación a nosotros en la carne y la vocación de los paganos. El Sal  15 anuncia su resurrección de entre los muertos; el Sal  23 y Sal  46 anuncian su ascensión a los cielos. Al leer el Sal  92 Sal  95 Sal  97 o Sal  98, caes en la cuenta y contemplas los beneficios que el Salvador nos otorgo gracias a sus padecimientos.

17. Esta es la característica que posee el libro de los salmos, para utilidad de los hombres: una parte de los salmos han sido escritos para purificación de los movimientos del alma; otra parte para anunciarnos proféticamente la venida en la carne de nuestro Señor Jesucristo, como arriba dijimos. Pero en modo alguno debemos pasar por alto la razón por la que los salmos se modulan armoniosamente y con canto. Algunos simplotes entre nosotros, si bien creen en la inspiración divina de las palabras, sostienen que los salmos se cantan por lo agradable de los sonidos y para placer del oído. Esto no es exacto. La Escritura para nada busco el encanto o la seducción, sino la utilidad del alma; esta forma fue elegida sobre todo por dos razones. En primer lugar, convenía que la Escritura no alabara a Dios únicamente en una secuencia de palabras rápida y continua, sino también con voz lenta y pausada. En secuencia ininterrumpida se leen la Ley, los Profetas, los libros históricos y el Nuevo Testamento; la voz pausada es empleada para los Salmos, odas y canticos. Así se obtiene que los hombres expresen su amor a Dios con todas sus fuerzas y con todas sus posibilidades. La segunda razón estriba en que, al igual que una buena flauta unifica y armoniza perfectamente todos los sonidos, del mismo modo requiere la razón que los diversos movimientos del alma, como pensamiento, deseo, cólera, sean el origen de los distintas actividades del cuerpo, de modo que el obrar del hombre no sea desarmónico, conflictuado consigo mismo, pensando muy bien y obrando muy mal. Por ejemplo, Pilato que dijo: ningún delito encuentro yo en él para condenarlo a muerte (Jn 18,38), pero obro según el querer de los judíos; o, que deseando obrar mal, estén imposibilitados de realizarlo, como los ancianos con Susana; o que aun absteniéndose de adulterar sea ladrón, o, sin ser ladrón sea homicida, o, sin ser asesino sea blasfemo.

18. Para impedir que surja esa desarmonía interior, la razón requiere que el alma, que posee el pensamiento de Cristo (1Co 2,16), como dice el Apóstol, haga que éste le sirva de director, que domine en él sus pasiones, ordenando los miembros del cuerpo para que obedezcan la razón. Como plectro para la armonía, en ese salterio que es el hombre, el Espíritu debe ser fielmente obedecido, los miembros y sus movimientos deben ser dóciles obedeciendo la voluntad de Dios. Esta tranquilidad perfecta, esta calma interior, tienen su imagen y modelo en la lectura modulada de los Salmos. Nosotros damos a conocer los movimientos del alma a través de nuestras palabras; por eso el Señor, deseando que la melodía de las palabras fuera el símbolo de la armonía Espiritual en el alma, ha hecho cantar los Salmos melodiosa, modulada y musicalmente. Precisamente este es el anhelo del alma, vibrar en armonía, como está escrito: alguno de ustedes es feliz, ¡que cante! (Jc 5,13). Así, salmodiando, se aplaca lo que en ella haya de confuso, áspero o desordenado y el canto cura hasta la tristeza: ¿por qué estas triste alma mía, por qué te me turbas? (Sal  41,6 y Sal  42,5); reconocer su error confesando: casi resbalaron mis pisadas (Sal  72,2); y en el temor fortalecer la esperanza: el Señor está conmigo: no temo; ¿qué podrá hacerme el hombre? (Sal  117,6).

19. Los que no leen de esta manera los canticos divinos, no salmodian sabiamente, sino que buscando su deleite, merecen reproche, ya que la alabanza no es hermosa en boca del pecador (Si 15,9). Pero cuando se cantan de la manera que arriba mencionamos, de modo que las palabras se vayan profiriendo al ritmo del alma y en armonía con el Espíritu, entonces cantan al unísono la boca y la mente; al cantar así son útiles a sí mismos y a los oyentes bien dispuestos. El bienaventurado David, por ejemplo, cantando para Saúl, complacía a Dios y alejaba de Saúl la turbación y la locura, devolviéndole tranquilidad a su alma. De idéntica manera los sacerdotes al salmodiar, aportaban la calma al alma de las multitudes, induciéndolas a cantar unánimes con los coros celestiales. El hecho de que los Salmos se reciten melodiosamente, no es en absoluto indicio de buscar sonidos placenteros, sino reflejo de la armoniosa composición del alma. La lectura mesurada es símbolo de la índole ordenada y tranquila del Espíritu. Alabar a Dios con platillos sonoros, con la citara y el salterio de diez cuerdas, es, a su vez, símbolo e indicación de que los miembros del cuerpo están armoniosamente unidos al modo que lo están las cuerdas; de que los pensamientos del alma actúan cual címbalos, recibiendo todo el conjunto movimiento y vida a impulsos del Espíritu, ya que vivirán, como está escrito, si con el Espíritu hacen morir las obras del cuerpo (Rm 8,13). Quien salmodia de esta manera armoniza su alma llevándola del desacuerdo al acorde, de modo que hallándose en natural acuerdo nada la turbe, al contrario con la imaginación pacificada desea ardientemente los bienes futuros. Bien dispuesta por la armonía de las palabras, olvida sus pasiones, para centrada gozosa y armoniosamente en Cristo concebir los mejores pensamientos.

20. Es por tanto necesario, hijo mío, que todo el que lee este libro lo haga con pureza de corazón, aceptando que se debe a la divina inspiración, y, beneficiándose por eso mismo de él, como de los frutos del jardín del paraíso, empleándolos según las circunstancias y la utilidad de cada uno de ellos. Estimo, en efecto, que en las palabras de este libro se contienen y describen todas las disposiciones, todos los afectos y todos los pensamientos de la vida humana y que fuera de estos no hay otros. ¿Hay necesidad de arrepentimiento o confesión; les han sorprendido la aflicción o la tentación; se es perseguido o se ha escapado a emboscadas; está uno triste, en dificultades o tiene alguno de los sentimientos arriba mencionados; o vive prósperamente, habiendo triunfado sobre tus enemigos, deseando alabar, dar gracias o bendecir al Señor? Para cualquiera de estas circunstancias hallara la enseñanza adecuada en los Salmos divinos. Que elija aquellos relacionados con cada uno de esos argumentos, recitándolos como si él los profiriera, y adecuando los propios sentimientos a los en ellos expresados.

21. En modo alguno se busque adornarlos con palabras seductoras, modificar sus expresiones o cambiarlas totalmente; lea y cántese lo que está escrito, sin artificios, para que los santos varones que nos los legaron, reconozcan el tesoro de su propiedad, recen con nosotros, o más bien, lo haga el Espíritu Santo que hablo a través de ellos, y al constatar que nuestros discursos son eco perfecto del suyo, venga en nuestra ayuda. Pues en tanto en cuanto la vida de los santos es mejor que la del resto, por tanto mejores y más poderosas se tendrán, con toda verdad, sus palabras que las que agreguemos nosotros. Pues con esas palabras agradaron a Dios y al proferirlas ellos lograron, como lo dice el Apóstol, conquistar reinos, hicieron justicia, alcanzaron las promesas, cerraron la boca a los leones; apagaron la violencia del fuego, escaparon del filo de la espada, curaron de sus enfermedades, fueron valientes en la guerra, rechazaron ejércitos extranjeros, las mujeres recobraron resucitados a sus muertos (He 11,33-35).

22. Todo el que ahora lee esas mismas palabras (de los Salmos), tenga confianza, que por ellas Dios vendrá instantáneamente en nuestra ayuda. Si está afligido, su lectura procurara un gran consuelo; si es tentado o perseguido, al cantarlas saldrá fortalecido y como más protegido por el Señor, que ya había protegido antes al autor, y hará que huyan el diablo y sus demonios. Si ha pecado volverá en sí y dejara de hacerlo; si no ha pecado, se estimara dichoso al saber que corre en procura de los verdaderos bienes; en la lucha, los Salmos darán las fuerzas para no apartarse jamás de la verdad; al contrario, convencerá a los impostores que trataban de inducirle al error. No es un mero hombre la garantía de todo esto, sino la misma Escritura divina. Dios ordeno a Moisés escribir el gran Cantico ensenándoselo al pueblo; al que él constituyera como jefe le ordeno transcribir el Deuteronomio, guardándolo entre sus manos y meditando continuamente sus palabras, pues sus discursos son suficientes para traer a la memoria el recuerdo de la virtud y aportar ayuda a los que los meditan sinceramente. Cuando Josué, hijo de Nuna penetro en la tierra prometida, viendo los campamentos enemigos y a los reyes amorreos reunidos todos en son de guerra, en lugar de armas o espadas, empuño el libro del Deuteronomio, lo leyó ante todo el pueblo, recordando las palabras de la Ley, y habiendo armado al pueblo salió vencedor sobre los enemigos. El rey Josías, después del descubrimiento del libro y su lectura pública, no albergaba ya temor alguno de sus enemigos. Cuando el pueblo salía a la guerra, el arca con las tablas de la Ley iba delante del ejército, siendo protección más que suficiente, siempre que entre los portadores o en el seno del pueblo no prevaleciera el pecado o la hipocresía. Pues se necesita que la fe vaya acompañada por la sinceridad para que la Ley dé respuesta a la oración.

23. Al menos yo, dijo el anciano, escuché de boca de hombres sabios, que antiguamente, en tiempos de Israel, bastaba con la lectura de la Escritura para poner en fuga los demonios y destruir las trampas tendidas por ellos a los hombres. Por eso, decía, son del todo condenables aquellos que abandonando estos libros componen otros con expresiones elegantes, haciéndose llamar exorcistas, ¡como les ocurrió a los hijos del judío Esceva, cuando intentaron exorcizar de esa manera! Los demonios se divierten y burlan cuando los escuchan; por el contrario tiemblan ante las palabras de los santos y ni oírlas pueden. Pues en las palabras de la Escritura está el Señor y al no poder soportarlo gritan: ¡Te ruego que no me atormentes antes de tiempo! (Lc 8,28). Con sola la presencia del Señor se consumían. Del mismo modo Pablo daba órdenes a los Espíritus impuros y los demonios se sometían a los discípulos. Y la mano del Señor cayó sobre Eliseo el profeta, de modo que profetizo a los tres reyes acerca del agua, cuando por orden suya el salmista cantaba al son del salterio. Incluso ahora, si uno está preocupado por los que sufren, lea los Salmos y les ayudará muchísimo, demostrando igualmente que su fe es firme y veraz; al verla Dios concede la completa salud a los necesitados. Sabiéndolo el santo dijo en el salmo 118: meditaré sobre tus decretos, no olvidaré tus palabras; y también: tus decretos eran mis cantos, en el lugar de mi peregrinación. En ellas encontraron salvación al decir: si tu ley no fuese mi meditación, ya habría perecido en mi humillación. También Pablo buscaba confirmar a su discípulo, al decir: medita estas cosas; vive entregado a ellas para que tu aprovechamiento sea manifiesto a todos (1Tm 4,15). Practícalo igualmente tú, lee con sabiduría los Salmos y podrás, bajo la guía del Espíritu, comprender el significado de cada uno. Imitarás la vida que llevaron los santos varones, quienes dijeron esto entusiasmados por el Espíritu de Dios.

San Atanasio de Alejandría

R. P. Emiliano Díaz, Catedral de San Pedro y San Pablo México

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