Es urgente la llamada jeronimiana  que encontramos en el comentario al prólogo del Profeta Isaías (nos. 1 y 2): los destinatarios somos todas y todos nosotros: cristianas y cristianos  ortodoxos que aspiramos a tener a Nuestro Dios y Señor Jesucristo como paradigma, como modelo y patrón de nuestra vida diaria, como guía y motivo permanente en nuestras relaciones interpersonales con nuestras hermanas y hermanos de fe y con todas las mujeres y hombres de buena voluntad, aquellas y aquellos que, inexorablemente, encontramos y encontraremos en nuestro diario devenir: en nuestro pensar, decir y hacer en relación con el otro nos jugamos permanentemente, inevitablemente, la salvación o condenación eternas.

Es obvio que para estar de acuerdo con el párrafo anterior hace falta una profunda y real  aspiración cristiana de trascendencia: la postura meramente  inmanentista ,materialista-hedonista (identificada con la línea de los saduceos, denunciada y condenada por Nuestro Señor Jesucristo) no va ni mira más allá de “vivir el momento”; en este escenario superficial y vano la aspiración a lo eterno, a “los bienes más altos” no tiene cabida ni espacio posibles: todo se reduciría a dar cumplimiento a los caprichos instintivos y vegetativos que conviven con nuestro ser espiritual, cuando no combaten contra él.

De esto se ha percatado atinadamente San Jerónimo: la convivencia diaria con la Sagrada Escritura y la consecuente oración que se eleva “como incienso agradable a Dios” le ha abierto los ojos del corazón y del alma y le es imposible mantenerse callado y pasivo ante la veta de sublime riqueza que ha encontrado por pura misericordia de la Santísima Trinidad: le apremia que nosotros, sus hermanos y hermanas, entremos en contacto permanente con la Sagrada Escritura para que seamos iluminados por Ella, para que nuestros actos diarios no sean ya meramente humanos, sino, ante todo cristianos: permeados constantemente por la respuesta a las preguntas: ¿qué hubiera hecho Nuestro Señor Jesucristo en esta situación en específico?,¿cómo habría actuado Nuestro Señor Jesucristo con esta o aquella persona?,¿cuál es la Voluntad de Dios en este momento y cual mi mezquina y torpe voluntad?.

Quienes no escuchan las Sagradas Escrituras y no entran asiduamente, diariamente en contacto con Nuestro Señor Jesucristo (Logos Eterno) se dejarán fácilmente confundir por criterios meramente mundanos que extravían y despeñan a quienes los siguen ingenuamente por precipicios de desgracia: se dañan y dañan a los que viven a su alrededor o tienen la desgracia de ser encontrados por ellos en el caminar diario.

¿Leemos las Sagradas Escrituras los cristianos ortodoxos?, ¿estamos los cristianos ortodoxos en contacto con Nuestro Señor Jesucristo? Si asistimos a la Divina Liturgia y nuestra actitud es de atenta escucha durante la proclamación de la Divina Palabra y durante las homilías presbiterales que comentan Lo leído la respuesta es y debe ser afirmativa. En caso contrario… es urgente, al estilo de San Jerónimo, proclamarlo en todo momento, “a tiempo y a destiempo”: IGNORAR LAS ESCRITURAS ES IGNORAR A CRISTO” y esta situación es delicadísima, sobre todo si se trata de salvarse uno mismo y ayudarle a los demás a salvarse. El asunto sube de tono porque nos apremia la solidaridad cristiana con los otros: somos responsables de nosotros mismos pero somos corresponsables ante Dios de los demás: “¿dónde está tu hermano?” no es solamente la pregunta intencionada del Creador al fratricida Caín, es la interrogante actualísima de Nuestro Señor Jesucristo a cada uno de nosotros que, por pura Misericordia Divina, hemos descubierto cómo la Sagrada Escritura es guía y norte para llevar a buen puerto nuestra almas y cómo nuestras actitudes se han modificado para que Nuestro Señor Jesucristo sea por siempre Alabado y Reverenciado por nuestro pequeño testimonio.

Quiera la Providencia Divina suscitar pastorales iniciativas que permitan y alienten el estudio asiduo y sistemático de la Sagrada Escritura en nuestras amadas comunidades ortodoxas.

Quiera el Espíritu Santo quitarnos la venda de los ojos ,venda que nos ciega y nos ha hecho afirmar, erróneamente, que el contacto diario con la Sagrada Escritura es solamente cosa de los “hermanos”, término usado peyorativamente hacia las personas de fe protestante.

Quiera ,en fin, la solicitud paterna de nuestro Amado Metropolita Antonio, permitirnos la iniciativa de la Evangelización basada en la Sagrada Escritura.

 

Diácono Sergio Víctor Ramírez.

Catedral de San Pedro y San Pablo ,Huixquilucan

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Padre Juan R. Méndez ()

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