Santos mártires Gurias, Samón y Habib de Edesa

Santos mártires Gurias, Samón y Habib de Edesa
15 de Noviembre

Gurias y Samón eran ciudadanos eminentes de Edesa. Durante una persecución de cristianos, se escondieron fuera de la ciudad, viviendo en ayuno y oración, y dando consejo a los fieles que venían por consejo a ellos. Fueron capturados y llevados ante el juez, quien los amenazó con la muerte si rehusaban observar el decreto imperial sobre la adoración de ídolos. Los santos mártires de Cristo contestaron: «Si observamos el decreto imperial, estaremos perdidos aún si tú no nos matas». Fueron arrojados en prisión tras crueles torturas, y estuvieron confinados allí desde el 10 de agosto hasta el 10 de noviembre, soportando hambre, oscuridad y grandes sufrimientos. Fueron entonces sacados de la cárcel y torturados de nuevo, y como permanecieron firmes en la fe cristiana, fueron condenados a muerte y degollados con espada en el año 322, bajo el inicuo emperador Licinio, que gobernó la parte oriental del Imperio hasta el 324.
Más tarde Habib, un diácono en Edesa, fue torturado por causa de Cristo su Señor y, en medio de las llamas, entregó su espíritu en manos de Dios. Su madre tomó su cuerpo incorrupto del fuego y lo enterró junto a los de Gurias y Samón. Cuando terminó la persecución, los cristianos construyeron una iglesia en honor de estos tres mártires y colocaron sus reliquias, que obraban milagros, en un solo catafalco. De entre los muchos milagros de estos maravillosos santos de Dios, este es especialmente recordado: una viuda de Edesa llamada Sofía, quien había sido convencida de dar en matrimonio a su joven hija Eufemia con un godo que servía en el ejército griego. Como a Sofía le preocupaba enviar a su hija a un lugar lejano, el godo juró sobre la tumba de los mártires que no haría daño a la joven, sino que la trataría como a la niña de sus ojos. Sin embargo, cuando llevó a la joven a su país le reveló que ya estaba casado; la trató no como esposa sino como esclava hasta que su verdadera esposa murió. Entonces acordó con un pariente enterrar a su esclava viva junto a su esposa muerta. La esclava imploró con lágrimas a los santos mártires que la salvaran, y estos se le aparecieron en la tumba, la tomaron, y en un instante la trasladaron de la tierra de los godos a Edesa, a la iglesia dedicada a ellos. Al día siguiente, cuando se abrió la iglesia, la joven fue hallada junto a la tumba de los santos, y se reveló la historia de su milagrosa liberación.

Tropario, tono 1
Ya que nos has dado los milagros de tus santos mártires como una muralla invencible; por sus súplicas, dispersas los consejos de los paganos, oh Cristo nuestro Dios, y fortalece la fe de los cristianos ortodoxos, ya que solo Tú eres bueno y amante de la humanidad.

Santo Apóstol Felipe/ San Gregorio Palamás, arzobispo de Tesalónica

Santo Apóstol Felipe

14 de Noviembre

Felipe es uno de los doce Apóstoles, mencionado por todos los evangelistas, pero de manera especial por san Juan que lo mencionó más que los otros, probablemente porque les unía una amistad. Los textos evangélicos muestran que Felipe tuvo contacto con san Juan Bautista; quizá era uno de sus dos discípulos quienes al escuchar a su maestro decir de Jesús: “He ahí el Cordero de Dios”, le siguieron. (Jn.1, 35). El otro discípulo era Andrés. Ambos, a menudo aparecen juntos como en los capítulos 6 y 12 del Evangelio según san Juan; lo más probable es que formaban parte de un grupo que estudiaba la Ley y los Profetas y discutía sobre el perfil del Mesía esperado. Natanael también pertenecía a este grupo, pues Felipe, al encontrar al Señor Jesucristo, le buscó para decirle: “Ése del que escribió Moisés en la Ley, y también los profetas, lo hemos encontrado: Jesús el hijo de José…”
El carácter de Felipe, como se manifiesta en el Evangelio según san Juan, se parece, hasta cierto sentido, al de Tomás: persona cálida, espontánea, práctica que pretende tener propia experiencia y ser convencido por lo tocado más que por lo dicho. Así que cuando Cristo hablaba a los discípulos sobre Dios Padre: “desde ahora lo conocéis y lo habéis visto”, Felipe dijo: “Señor, muéstranos al Padre y nos basta.” Pero Jesús lo reprendió orientando su fe: “¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me conoces, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre” (Juan 14, 7-9).
Respecto a su prédica después de la ascensión del Señor y de Pentecostés, la Tradición nos informa que predicó en Asia Menor junto con Bartolomé. Allá tuvo tanto éxito que convirtió a la esposa del gobernador de Asia. Los paganos, furiosos por la nueva prédica, agarraron al Apóstol, lo arrastraron en las calles de la ciudad, y finalmente lo crucificaron cabeza para bajo. Su martirio fue en los ochentas del primer siglo cristiano.

Tropario, tono 3
Oh santo apóstol Felipe, intercede ante Dios misericordioso, para que otorgue el perdón de las transgresiones, a nuestras almas.

San Gregorio Palamás, arzobispo de Tesalónica

El padre de Gregorio era un eminente oficial de la corte del emperador Andrónico II Paleólogo. Sin embargo, el talentoso Gregorio, tras completar sus estudios seculares, no quiso entrar al servicio imperial en la corte, sino que se retiró a la Santa Montaña de Athos y se hizo monje, viviendo en ascetismo en los monasterios de Vatopedi y la Gran Lavra.
Estuvo presente en Constantinopla en el Concilio que se convocó en 1341 contra Barlaam de Calabria, y en el Concilio de 1347 contra Acíndino, que era de la misma opinión que Barlaam; ambos herejes afirmaban que la gracia de Dios es creada. En ambos Concilios, el Santo contendió valientemente por los verdaderos dogmas de la Iglesia de Cristo, enseñando en particular que la gracia divina no se crea, sino que son las energías no creadas de Dios las que se derraman a lo largo de la creación: de lo contrario, si la gracia fuera creada sería imposible para el hombre tener una comunión genuina con el Dios no creado.
Fue consagrado Metropolitano de Tesalónica en 1347, siendo glorificado tanto como asceta y como teólogo; como jerarca y como obrador de milagros.
Gobernó la Iglesia en Tesalónica por doce años, uno de los cuales lo pasó como esclavo de los sarracenos en Asia. Entró en paz a su descanso en el 1359, alcanzando el Reino de Cristo. Sus reliquias se conservan en Tesalónica, donde hay una hermosa iglesia dedicada a él.

Tropario, tono 8
Oh guía de la recta fe, maestro de la devoción y dignidad, astro del universo, orgullo de los monásticos inspirado por Dios, santo Padre Gregorio, que has iluminado a todos con tus enseñanzas, oh lira del Espíritu: ¡Intercede ante Cristo Dios, para que salve nuestras almas!

San Juan Crisóstomo

San Juan Crisóstomo, arzobispo de Constantinopla

13 de Noviembre

Juan nació en Antioquía en el 347 d. C. Su padre Segundo era comandante imperial, y su madre se llamaba Antusa. Estudiando filosofía griega, Juan se asqueó del paganismo helénico y se tornó a la fe cristiana como la única y completa verdad. Fue bautizado por Melecio, patriarca de Antioquía, y luego sus padres también fueron bautizados. Después de la muerte de estos, Juan se hizo monje y comenzó a vivir en estricto ascetismo. Después de terminar de escribir un libro, «Sobre el sacerdocio», se le aparecieron los apóstoles Pedro y Juan, profetizándole que tendría una vida de gran servicio, grande gracia, y gran sufrimiento.
Famoso por su sabiduría, su ascetismo y el poder de sus palabras, Juan fue elegido Arzobispo de Constantinopla por voluntad del emperador Arcadio. Gobernó aquella Iglesia por seis años con celo y sabiduría inigualables. Envió misioneros a los paganos celtas y escitas, y limpió a la Iglesia de la simonía, deponiendo a muchos obispos que estaban entregados a este vicio. Multiplicó las obras de caridad de la Iglesia, compuso un rito para la Santa Liturgia, avergonzó a los herejes, denunció a la emperatriz Eudoxia, interpretó las Escrituras con su mente de oro, y dejó a la Iglesia muchos libros y sermones preciosos. El pueblo lo glorificaba, los celosos lo aborrecían, y la Emperatriz lo envió al exilio dos veces. Pasó tres años en el exilio, y murió el día de la Santa Cruz, 14[/27] de septiembre del 407, en un lugar llamado Comana en Armenia. Los santos apóstoles Pedro y Juan se le aparecieron de nuevo en la hora de su muerte, y también el mártir Basilisco, en cuya iglesia recibió la Comunión por última vez. «¡Gloria a Dios por todas las cosas!» fueron sus últimas palabras, y con ellas el alma del Crisóstomo [«boca de oro»] entró al Paraíso.
Tropario, tono 8
La Gracia que por tu boca resplandeció como fuego, ha iluminado el universo, ha revelado al mundo los tesoros de la pobreza y ha mostrado la excelsitud de la humildad. ¡Oh padre Juan Crisóstomo, cuyas palabras nos han educado, intercede ante el Verbo Cristo Dios, para que salve nuestras almas!

San Juan el Misericordioso, Patriarca de Alejandría / San Nilo el Sinaíta

San Juan el Misericordioso, Patriarca de Alejandría

San Juan el Misericordioso, Patriarca de Alejandría, nació en Chipre en el siglo séptimo dentro de una familia de un dignatario importante llamado Epifanio. Por el deseo de sus padres, decidió casarse y tener hijos. Cuando su esposa e hijos fallecieron, decidió convertirse en monje. Era estricto en sus ayunos y oraciones y sentía un gran amor por aquellos que lo rodeaban.
Su celo espiritual le hicieron ganar honor entre los hombres, y hasta el emperador lo admiraba. Cuando el trono patriarcal de Alejandría quedó vacante, el Emperador Heraclio y todos los clérigos suplicaron a San Juan que ocupara el mismo.
San Juan dignamente asumió su servicio episcopal, dedicándose al cuidado moral y dogmático de su rebaño. Como Patriarca denunció cada herejía y consiguió que se retirara de Alejandría un monofisita llegado de Antioquia llamado Filonio. Consideró la caridad y el ayudar a aquellos en necesidad como su principal tarea. En los comienzos de su servicio patriarcal ordenó a sus colaboradores elaborar una lista con todos los pobres y necesitados de Alejandría, los cuales llegaban a casi siete mil personas. San Juan ordenó que todos aquellos que se encontrasen en infortunios recibieran cada día algo de comer y que fuera la iglesia quien los alimentara.
Juan nunca rechazó a los que venían a pedirle. Un día, cuando visitaba a un enfermo, encontró en su camino a un hombre pobre a quien le entregó seis monedas de plata. El hombre pobre se cambió de ropas, corrió hasta el Patriarca nuevamente y le volvió a pedir limosnas. El santo le entregó nuevamente seis monedas de plata. Cuando el suplicante volvió a pedir por tercera vez limosnas, y quienes ayudaban al Patriarca lo quisieron alejar, San Juan solo dijo: “dadle doce monedas de plata, talvez es Cristo poniéndome a prueba”.
San Juan, fue un hombre estricto en sus oraciones y un asceta constante, no dejaba de preocuparse por su alma y su muerte. Ordenó le prepararan un féretro para sí mismo, pero le pidió a quien lo hacía que no lo terminara. Finalmente fue llevado a acompañar al gobernador Nicetas en su visita al emperador de Constantinopla. En su camino para visitar al rey, soñó que un hombre vestido con ornamentos resplandecientes le decía: “el Rey de reyes te llama”. Viajó entonces a Chipre, su tierra natal, y durmió en el Señor en una ciudad llamada Amanthos entre los años 616 y 620.

Tropario, tono 8
Con la paciencia has alcanzado tu recompensa, oh justo Padre, dedicándote a la oración sin cesar y amando a los pobres. ¡Intercede ante Cristo Dios, oh bienaventurado Juan Misericordioso, para que salve nuestras almas!

San Nilo el Sinaíta

Entre los discípulos de San Juan Crisóstomo había uno llamado Nilo, quien ocupaba un alto cargo en Constantinopla. Nilo estaba casado y tenía dos hijos. Cuando éstos crecieron, Nilo, se sintió llamado a la vida eremítica y acordó con su esposa que ambos abandonarían el mundo. Su hijo Teódulo partió con él a establecerse entre los monjes del Monte Sinaí. Desde ahí Nilo escribió dos cartas de protesta al emperador Arcadio cuando éste desterró a San Juan Crisóstomo de Constantinopla. Algunos años más tarde, los árabes saquearon el monasterio, asesinaron a muchos monjes y se llevaron preso a Teódulo. Nilo los siguió con la esperanza de rescatar a su hijo. Por fin, lo encontró en Eleusa, al sur de Beersheba, ya que el obispo de esa ciudad, compadecido de la suerte de Teódulo, lo había comprado a los árabes y le había dado trabajo en la iglesia. El obispo de Eleusa confirió la ordenación sacerdotal a Nilo y a su hijo antes de que partiesen al Sinaí.
San Nilo llegó a ser muy conocido por los escritos teológicos, bíblicos y sobre todo ascéticos que se le atribuyen. En su tratado sobre la oración recomienda que pidamos ante todo a Dios el don de oración y que supliquemos al Espíritu Santo que haga brotar en nuestros corazones los deseos que le son irresistibles; también recomienda que pidamos a Dios que se haga su voluntad en la forma más perfecta posible. A las personas que viven en el mundo predica la templanza, la meditación sobre la muerte y la obligación de la limosna. San Nilo estaba siempre pronto a comunicar a otros sus conocimientos ascéticos. Las cartas suyas que se conservan, muestran cuan lejos había llegado en la vida interior y en el estudio de la Sagrada Escritura y cuan frecuentemente acudían a consultarle personas de todas las clases sociales. Una de dichas cartas constituye la respuesta de San Nilo al prefecto Olimpiodoro, quien había construido una iglesia y quería saber si podía adornarla con mosaicos de tema profano, como escenas de cacería, imágenes de pájaros, animales y cosas por el estilo. San Nilo reprobó la idea y aconsejó a Olimpiodoro que pusiera escenas del Antiguo y del Nuevo Testamento “para instruir a los que no saben leer.” Agregó que sólo debe haber una cruz, situada en el punto principal de la iglesia. San Nilo escribió todo un tratado para demostrar que la vida eremítica es mejor que la de los monjes que viven en comunidad en las ciudades, pero hace notar que también los ermitaños tienen sus dificultades y pruebas particulares. El santo tenía experiencia en eso, pues sufrió violentas tentaciones, turbaciones y asaltos de los malos espíritus.
Descansó en el Señor el año 451.

Tropario, tono 8
Con la efusión de tus lágrimas, regaste el desierto estéril; y por los suspiros profundos, tus fatigas dieron frutos cien veces más, volviéndote un astro del universo, brillante con los milagros. ¡Oh nuestro justo padre Nilo el Sinaíta, suplícale a Cristo Dios que salve nuestras almas!

Santos Menas, Víctor, Estefanía y Vicente mártires

Santos Menas, Víctor, Estefanía y Vicente mártires

11 de Noviembre

El Gran Mártir Menas, era egipcio de nacimiento, funcionario militar y sirvió en la región de Konya de Frigia bajo el centurión Firmiliano durante el reinado de los emperadores Diocleciano (284-305) y Maximiano (305-311). Cuando los emperadores empezaron la persecución más atroz contra los cristianos en la historia, el santo se negó a servir a estos perseguidores. Menas se quitó el cinturón del uniforme y se retiró a una montaña dónde vivió una vida ascética de ayuno y oración.
Cierta vez él bajo a la ciudad durante una fiesta pagana. En medio del auge de los juegos el santo levantó su voz, predicando la fe en Cristo, el Salvador del mundo. Fu llevado entonces ante el prefecto Pirrus, ante quien el santo valientemente confesó su fe, diciendo que él había venido a denunciar la impiedad. El prefecto se llenó de ira, y Menas fue arrestado.
Pirrus ofreció devolverle el rango que tenía en el ejército si Menas ofrecía el sacrificio a los dioses paganos. Cuando éste se negó, lo sometió a crueles torturas, y luego fue decapitado. Esto ocurrió en el año 304.
El santo recibió la gracia de Dios de realizar milagros, y ayudar a quienes padecen necesidad: Sanar enfermedades, librar a las personas poseídas por demonios. Y es solicitado como protector, sobre todo durante tiempos de guerra.

Santos Víctor y Estefanía:

El Santo mártir Víctor era un soldado que servía en Damasco, durante el reinado del emperador Marco Aurelio (161-180). Cuando el emperador empezó a perseguir a los cristianos y a obligarlos a adorar a los dioses paganos, Víctor se negó a ofrecer los sacrificios, que eran una prueba de la lealtad de un soldado hacia los dioses, el emperador y el estado. El santo soldado de Cristo se entregó a la tortura, sin embargo, a pesar de todos los tormentos a los que fue sometido permaneció ileso. Por el poder de la oración, venció a un mago hechicero de tal manera que éste se convirtió al cristianismo. Por las oraciones de san Víctor ciertos soldados que estaban ciegos, recobraron milagrosamente la vista. Siendo testigo ocultar del milagro obrado por el Señor a través de san Víctor, Estefanía, la joven esposa cristiana de uno de los verdugos, glorificó abiertamente a Cristo, por lo cual fue condenada a muerte, aunque apenas tenía 15 años, fue atada de pies y manos a dos palmeras dobladas a tierra, de tal manera que cuando se soltaron, la despedazaron.
El verdugo pidió que el santo mártir Víctor fuera decapitado. Oyendo la orden del comandante, san Víctor les dijo a sus ejecutores que morirían en doce días, y que el comandante sería capturado por el enemigo en veinticuatro días. Todo cuanto predijo, sucedió.
San Vicente de España
San Vicente es el más ilustre de los mártires de España. Debido a su virtud, fue ordenado diácono por Valerio, obispo de Zaragoza, quien, debido a su avanzada edad y un impedimento en su discurso, le encargó a Vicente que predicara el Evangelio. En 303, los impíos emperadores Diocleciano y Maximiano enviaron a Daciano a España como gobernador, con un edicto para perseguir al clero.
San Vicente fue traído con el obispo Valerio a Valencia; Cuando sometieron al obispo a la primera interrogación. El anciano permaneció callado, turbado y perplejo. Entonces San Vicente avanzó y dio el discurso más elocuente de su vida ante los jueces y se congregó mucha gente para oírlo. Después de enviar al obispo otra vez a la prisión, el perseguidor ordenó torturar al santo diácono. El obispo fue enviado al exilio, pero el santo diácono fue cruelmente torturado: Primero fue colocado en una cruz en aspa y después en la catasta, donde le rompieron los huesos, lo azotaron y le abrieron las carnes con uñas de garfios de acero. Pero, no pudiendo minar su resistencia, mandó entonces Daciano que fuese desollado y colocado en una parrilla en ascuas.
Después de torturarlo metieron a Vicente nuevamente, en la prisión. Esa noche el guardia sorprendido le oyó cantar Salmos, y vio una luz radiante no terrenal en la prisión, al ver esto se convirtió. La mañana siguiente el santo mártir fue condenado para ser quemado, entregando su alma a Dios el 22 de enero del año 304.
Su cuerpo también se arrojó al mar con una piedra de molino, pero fue devuelto a la orilla. Un cristiano tomó el cuerpo del santo y lo enterró a las afueras de Valencia.
Tropario, tono 4
Con cantos de alabanza, entonemos himnos a los atletas firmes de Cristo: los santos Víctor, Vicente y la noble Estefanía, con el gloriosísimo Menas. Pues habiendo aplastado al enemigo en varias edades y países, se regocijan juntos, glorificados en los Cielos. Por las oraciones de tus grandes mártires oh Cristo Salvador, Ten piedad de nosotros.

Apóstoles Olimpo y Herodión, de los Setenta

Apóstoles Olimpo y Herodión, de los Setenta

10 de Noviembre

De estos santos, Olimpo y Herodión se convirtieron en discípulos de Pedro, el Príncipe de los Apóstoles, y llegaron a Roma, donde fueron decapitados por Nerón.

Los otros reposaron en paz, convirtiéndose en obispos: Sosipater de Iconio, Cuarto, de Beirut y Erasto de Paneas, o Paneias (que también se llamaba Cesarea de Filipo); San Erasto había sido mayordomo o tesorero de la ciudad de Corinto (Rom.16: 23).

Tropario, tono 3

Oh santos apóstoles, intercedan ante Dios misericordioso, para que otorgue el perdón de las transgresiones, a nuestras almas.

San Nectario, obispo de Pentápolis

San Nectario, obispo de Pentápolis

9 de Noviembre

San Nectario nació en Silibria de Tracia el 1 de octubre de 1846. Después de terminar la escuela en Constantinopla con mucho trabajo, se convirtió en monje en Quíos en 1876, recibiendo el nombre monástico de Lázaro; Debido a su virtud, un año después fue ordenado diácono, recibiendo el nuevo nombre de Nectario. Bajo el patrocinio del patriarca Sofronio de Alejandría, Nectario fue a Atenas a estudiar en 1882; Completando sus estudios teológicos en 1885, fue a Alejandría, donde el Patriarca Sofronio lo ordenó sacerdote el 23 de marzo de 1886 en la Catedral de San Sabas, y en agosto del mismo año, en la Iglesia de San Nicolás en El Cairo, lo convirtió en Archimandrita. El archimandrita Nectario mostró mucho celo tanto por predicar la palabra de Dios como por la belleza de la casa de Dios. Embelleció enormemente la Iglesia de San Nicolás en El Cairo, y años más tarde, cuando Nectario estaba en Atenas, San Nicolás se le apareció en un sueño, abrazándolo y diciéndole que lo exaltaría muy alto.

El 15 de enero de 1889, en la misma Iglesia de San Nicolás, Nectario fue consagrado Metropolitano de Pentápolis en el este de Libia, que estaba bajo la jurisdicción de Alejandría. Aunque el rápido ascenso de Nectario a través de los grados de oficio eclesiástico no afectó su modestia e inocencia infantil, despertó la envidia de los hombres menores, quienes convencieron al anciano Sofronio de que Nectario tenía en su corazón convertirse en Patriarca. Como la gente amaba a Nectario, el patriarca estaba preocupado por las calumnias. El 3 de mayo de 1890, Sofronio relevó a Metropolita Nectario de sus deberes; En julio del mismo año, ordenó a Nectario que abandonara Egipto.

Sin buscar vengarse o incluso defenderse, el inocente Metropolitano se fue a Atenas, donde descubrió que las acusaciones de inmoralidad habían llegado antes que él. Debido a que su buen nombre había sido manchado, no pudo encontrar un puesto digno de obispo, y en febrero de 1891 aceptó el cargo de predicador provincial en Évia; luego, en 1894, fue nombrado decano de la Escuela Eclesiástica Rizarios en Atenas. A través de sus elocuentes sermones, sus incansables esfuerzos para educar a los hombres adecuados para el sacerdocio, sus generosas acciones de limosna a pesar de su propia pobreza, y la santidad, la mansedumbre y el amor paternal que se manifestaron en él, se convirtió en una luz brillante y una guía espiritual para muchos. A pedido de ciertas mujeres piadosas, en 1904 comenzó la construcción de su convento de la Santísima Trinidad en la isla de Égina mientras aún era decano de la Escuela Rizarios; Después de descubrir que su presencia allí era necesaria, se instaló en Egina en 1908, donde pasó los últimos años de su vida, dedicándose a la dirección de su convento y a una oración muy intensa. a veces se lo veía levantado sobre el suelo mientras estaba embelesado en oración. Se convirtió en el protector de toda Égina, a través de sus oraciones para liberar a la isla de la sequía, curar a los enfermos y expulsar demonios. Aquí también soportó calumnias malvadas con paciencia singular, perdonando a sus falsos acusadores y no buscando vengarse. Aunque ya había hecho maravillas en la vida, una innumerable cantidad de milagros se han realizado después de su reposo en 1920 a través de sus reliquias sagradas, que durante muchos años permanecieron incorruptas. Apenas hay una enfermedad que no haya sido curada con sus oraciones; pero San Nectario es especialmente conocido por sus curaciones de cáncer para pacientes en todas partes del mundo.

Tropario, tono 1

¡Retoño de Silibria, guardián de Égina, que ha surgido en los últimos tiempos cual sincero amante de la virtud!: honremos, oh fieles, a Nectario, siervo de Cristo, lleno de Dios; pues él emana la curación de todo tipo a quienes le clamamos con fervor: “¡Gloria a Cristo, que te ha glorificado! ¡Gloria al que te ha coronado! ¡Gloria a Él, Quien a través de ti ha brindado curación a todos!”

Arcángeles Miguel y Gabriel con todos los coros de los Poderes Incorpóreos Celestiales

Arcángeles Miguel y Gabriel con todos los coros de los Poderes Incorpóreos Celestiales
8 de Noviembre

 

Los ángeles de Dios han sido conmemorados por la humanidad desde tiempo inmemorial, pero esta conmemoración frecuentemente se degenera en la divinización de los ángeles (cfr. II Reyes 23:5. Los herejes siempre tejían fantasías alrededor de los ángeles. Algunos de ellos los consideraban dioses, y otros, si no creían que lo eran, los consideraban los creadores de todo el mundo visible. El concilio local de Laodicea, celebrado en el siglo IV, rechazó la adoración de los ángeles como dioses, estableciendo su adecuada veneración. En el mismo siglo IV, en tiempos del Papa Silvestre de Roma y del Patriarca Alejandro de Alejandría, se instituyó la celebración de esta fiesta del Arcángel Miguel y el resto de las potestades celestiales en el mes de noviembre. ¿Pero por qué en noviembre? Porque noviembre es el noveno mes después de marzo, y se cree que el universo fue creado en marzo. El noveno mes después de marzo fue escogido a causa de las nueve órdenes de ángeles, que fueron los primeros seres creados. San Dionisio el Areopagita, discípulo del apóstol Pablo, escribe acerca de estos nueve órdenes en su libro «Las jerarquías celestiales».

Tropario, tono 8

Oh primados de los poderes celestiales; os rogamos, nosotros indignos, que, por vuestras súplicas, nos cubráis con la sombra de las alas de vuestra gloria inmaterial, y protejáis a quienes os veneramos y exclamamos con tesón: “Libradnos de los peligros, porque sois los Arcángeles.”

Los 33 mártires de Melitene

Los 33 mártires de Melitene

7 de Noviembre

 

Hierón, Nicandro, Esiquio, Barajio, Maximiliano, Calínico, Canticos, Atanasio Teodoro, Duquicio, Eugenio, Teófilo, Valterio, Teodocio, Calimaco, Hilario, Gicancio, Longuino, Temelio, Estigio, Diodoto, Castricio, Teagenio, Mamas, Teodulo, Bostricio, Victor, Doroteo, Claudiano, Epifanio, Aniceto, Matroniano y Antonio.

Estos santos varones fueron martirizados durante el reino de Diocleciano y Maximiano en el año 290. El primero de ellos, era Hierón de Tiana de Capadocia su padre murió joven, su madre Estratónica se hizo cargo de su educación y la de sus hermanos, Matroniano y Antonio. Aunque el Santo adquirió una buena educación, se ocupó de la profesión agrícola. Los idólatras consideraban tales ocupaciones como denigrantes, pero los cristianos sabían que a Cristo no lo avergonzaba el sudor del trabajador humilde. Cuando Diocleciano comenzó la persecución a los cristianos, el prefecto Agrícolas arrestó a Hierón. Lo detuvo acusándolo que los domingos y otros días festivos enseñaba la palabra de Cristo a los trabajadores, acercando a muchos a la fe cristiana. Con él fueron arrestados sus dos hermanos y treinta colaboradores en la enseñanza del Evangelio. Después de ser encarcelados fueron torturados duramente, muriendo todos decapitados por su fe, en la ciudad de Melitene.

Tropario, tono 4

Tus mártires, oh Señor Dios nuestro, por sus luchas recibieron de Ti la corona incorruptible, porque, habiendo conseguido tu fuerza, derribaron a los tiranos y destruyeron la presunción impotente de los demonios. Por sus oraciones, oh Cristo Dios, salva nuestras almas.

San Pablo, Arzobispo de Constantinopla

San Pablo, Arzobispo de Constantinopla
06 de Noviembre

 

San Pablo el Confesor, arzobispo de Constantinopla, fue electo para el trono patriarcal después de la muerte de Patriarca Alejandro (+ 340), cuando la herejía de Arrio había resurgido nuevamente. Muchos arrianos estaban presentes en el Concilio que eligió al nuevo arzobispo de Constantinopla y éstos se opusieron a su elección, aunque la mayoría eran ortodoxos.

Tras la muerte de Constantino el Grande, sus hijos Constancio II, Constantino II y Constante reinaron sobre el Imperio de Roma dividiéndolo. Recibiendo Constantino II Britania, Galia e Hispania; Constante reinó sobre Italia, África y las provincias ilíricas, quedando Constantinopla y todo Oriente para Constancio.

El emperador Constancio II (317-361), simpatizaba con los arrianos. Éste no estaba en Constantinopla para la elección del arzobispo, que tuvo lugar sin su consentimiento. A su regreso, el emperador convocó a un concilio que ilegalmente depuso a San Pablo, y lo desterró de la capital. En lugar del santo eligieron a Eusebio de Nicomedia, un hereje impío. El arzobispo Pablo se retiró a Roma dónde otros obispos ortodoxos también fueron desterrados por Eusebio.

Eusebio no gobernó la Iglesia de Constantinopla por mucho tiempo. Cuando murió, San Pablo fue restituido a Constantinopla, y fue recibido por su grey con amor. Pero Constancio II desterró al santo otra vez, y lo envió nuevamente a Roma. El Emperador Occidental Constante escribió una carta a su hermano y la envió a Constantinopla junto con el santo arzobispo desterrado, y san Pablo retomó el trono episcopal.

Pero pronto el piadoso Emperador Constante, defensor de la ortodoxia, fue asesinado. Y San Pablo fue desterrado otra vez, y enviado al destierro a Armenia, a la ciudad de Cucusus dónde sufrió el martirio.

Cuando el arzobispo estaba celebrando la Divina Liturgia, unos arrianos lo atacaron y lo estrangularon con su propio omoforion. Esto ocurrió en el año 350. En 381, el santo Emperador Teodosio el Grande solemnemente trasladó las reliquias de San Pablo el Confesor a Constantinopla.

Tropario, tono 3

Tu confesión de la única fe divina te mostró a la Iglesia como un nuevo Pablo y el más celoso de los sacerdotes, oh santo. La sangre justa de Abel y Zacarías clama contigo al Señor. Oh nuestro justo Padre, intercede por nosotros ante Cristo Dios para que nos conceda su gran misericordia.

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