Boletín de Navidad

El Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo

 

 
Nos ha buscado el Salvador, Oriente de lo Alto; quienes andábamos sin luz,
en sombra de la oscuridad, hemos hallado la Verdad,
pues de la Virgen hoy ha nacido nuestro Dios.
                                                                                                              (Exapostelario) 

Himnos de la liturgia

 Tropario de Navidad

 Tono 4

audioTu Nacimiento, oh Cristo nuestro Dios,
iluminó al mundo con la luz de la sabiduría,
pues los que adoraban a los astros,
por la estrella aprendieron a adorarte,
oh Sol de Justicia, y a conocerte,
Oriente de lo alto.  ¡Señor, gloria a Ti!

Condaquio de Navidad

Tono 3

audioHoy la Virgen da a luz al inefable verbo;
y la tierra ofrece al inasequible la gruta;
los ángeles con los pastores lo glorifican;
los magos con la luz del astro se encaminan.
Pues, por nosotros ha nacido el nuevo Niño, el eterno Dios.

Lecturas bíblicas

 Carta del Apóstol San Pablo a los Gálatas ( 4:4-7)

Hermanos: Al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la ley, a fin de que recibiéramos la filiación adoptiva. Y por cuanto son hijos, Dios ha enviado a sus corazones el Espíritu de su Hijo que clama: ¡Abbá, Padre! De modo que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo.

 Lectura del Santo Evangelio según (2:1-12)

Cuando nació Jesús en Belén de Judea, en tiempo del rey Herodes, unos magos que venían del Oriente se presentaron en Jerusalén diciendo: «¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Pues vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarlo.» Oyéndolo el rey Herodes, se sobresaltó y con él toda Jerusalén. Convocó a todos los sumos sacerdotes y escribas del pueblo, y por ellos se estuvo informando del lugar donde había de nacer el Cristo. Ellos le dijeron: «En Belén de Judea, porque así está escrito por medio del profeta: Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres la menor entre los principales clanes de Judá; porque de ti saldrá un Caudillo que apacentará a mi pueblo Israel.» Entonces Herodes llamó aparte a los magos y por sus datos precisó el tiempo de la aparición de la estrella. Después, les envió a Belén diciéndoles: «Vayan e indaguen cuidadosamente sobre ese niño; y cuando lo encuentren, comuníquenmelo, para ir también yo a adorarlo.» Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y he aquí que la estrella que habían visto en el Oriente iba delante de ellos hasta que llegó y se detuvo encima del lugar donde estaba el niño. Al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa; vieron al niño con María su madre y, postrándose, lo adoraron; abrieron luego sus cofres y le ofrecieron dones de oro, incienso y mirra. Y avisados en sueños que no volvieran donde Herodes, se retiraron por otro camino a su país.

Mensaje pastoral

Dios está con nosotros

La Natividad del Señor es una de las fiestas más importantes de la Iglesia, por lo que se le prepara con el ayuno durante cuarenta días, y desde hace casi un mes se empieza a cantar el Condaquio navideño que dice: «Hoyla Virgenviene a dar a luz […] al sempiterno verbo.»

¿Por qué el «Hoy» de este himno si, cuando lo cantábamos, ni siquiera estábamos en el día del 25?

La fiesta de Navidad es mucho más que un recuerdo de un acontecimiento que tuvo lugar desde hace más de 2000 años –como si se festejara el descubrimiento de América o la independencia de México–, es decir, es más que un día célebre del calendario humano. Es el Día desde el cual miramos a toda la historia; y si bien pertenece al pasado, se extiende a lo largo del presente: «Dios está con y entre nosotros».

Todo lo anterior añoraba este día de «Hoy»; pues, la historia del Antiguo Testamento es el desarrollo de un diálogo entre la intervención de Dios en su creación, y la reacción del hombre ante dicha intervención. Dios hablaba a través de sus profetas, milagros y maravillas preparando la creación para tal día; y la Virgenes el fruto de toda esta preparación; como dice san Pablo en la carta que leemos el día de la fiesta: «Al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer» (Gal 4:4). Es el momento desde el cual vivimos, los cristianos, no en la era d.C. (después de Cristo) sino la era «en Cristo.»

Dios ha encarnado, a saber, «se hizo carne y puso su morada entre nosotros» (Jn 1:14); Aquél a quien los antiguos buscaban con inquietud, se nos ha revelado realizandola Profecíade Isaías: «¡He aquí quela Virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán de nombre Emmanuel que significa “Dios con nosotros”!»

Dios está con nosotros: ¡qué vergüenza, si seguimos buscándolo entre las ruinas de Egipto o los tesoros del Faraón!

¡Dios está entre nosotros, y nosotros andamos consultando filosofías e ideologías para saber si existe!

¡Dios está entre nosotros, y henos aquí actuando como si la vida estuviera en el poder y en el dominio, mientras la tierra se agitó y el sol ocultó su luz al ver al Señor en su gloria!

«Hoy la Virgen Viene a dar a luz […] al sempiterno Verbo»: confesamos que todos los tesoros, filosofías, ideologías y poderes ya son inútiles si no nos hacen prosternarnos ante Él, con los magos, con los pastores y los Ángeles que festejaban aquel día.

Que nuestros ojos lo vean, que nuestros oídos escuchen sus palabras; tanto con nosotros está al grado que lo comemos y lo asimilamos a fin de que, conforme a las palabras de san Pablo, en Él vivamos y nos movamos y existamos (Hch 17:28). Sólo así será nuestra vida «Noche Buena», Pero si el Bondadoso es ausentado de nuestras fiestas, la bondad será exclusiva del nombre nada más.

Que el Señor nos haga dignos de la alegría verdadera de su Nacimiento. Amén.

Navideñas

La fiesta de Navidad

Navidad es la segunda fiesta cristiana, en cuanto a importancia y a antigüedad, después de la Semana Santa y la Pascua, cuya origen se ubica en los  tiempos apostólicos, como indican los testimonios históricos.

A mediados del siglo II, y por primera vez, se festejó el Nacimiento de nuestro Señor Jesucristo junto con su Bautizo por manos de Juan el Bautista, el 6 de enero en la fiesta que se le llamaría “Epifanía” o “Teofanía” que significa la divina Manifestación, ya que en el nacimiento de Cristo, Dios “se hizo carne y puso su morada entre los hombres.” (Jn. 1, 14), y en el Bautizo, se manifestó la Trinidad: El Padre da testimonio del Hijo bautizado, y el Espíritu Santo en forma de paloma confirmó la revelación. Hasta el siglo IV, todavía la Navidad se festejaría en el Oriente el 6 de Enero.

El año 330, en Roma, fue la primera vez que la Navidad se celebró independientemente de la fiesta de la Epifanía. Se escogió el 25 de diciembre no porque fuera el día más verosímil para el histórico nacimiento, sino porque era el día del solsticio de aquel entonces. En este día los gentiles festejaban el nacimiento del sol invencible, el triunfo de la luz sobre la oscuridad (ya que a partir de esta fecha, empieza el día a crecer a costa de la noche). La Iglesia de Roma, muy sabiamente, sustituyó esta fiesta pagana por la festividad del Nacimiento de la Luz verdadera, del Sol de Justicia, de Cristo que brilla desde el vientre de la Virgen e ilumina la humanidad y la arrebata de la oscuridad y sombra de muerte. Esta sustitución tuvo tal excito que, en pocos años, la fiesta de Navidad se difundió en todo el mundo cristiano de aquella época; y en el siglo sexto todas las Iglesias del Oriente ya festejaban este día, salvo la Iglesia Armenia que hasta la fecha celebra el Nacimiento de Cristo Junto con la Epifanía el 6 de enero.

El icono de Navidad

El icono nos describe, con colores, la reunión del cielo y la tierra al festejar “la llegada de la plenitud de los tiempos”.

El ángel se inclina hacia los pastores, gente humilde y marginada,  anunciándoles el suceso, mientras los magos se dirigen hacia el Rey representando la participación de los páganos que no se habían preparado por ninguna historia profética, mientras los judíos si.

Se acercan al niño nacido un buey y un asno que, participando en esta celebración universal, nos recuerdan la profecía de Isaías: “conoce el buey a su dueño, y el asno el pesebre de su amo. Israel no conoce, mi pueblo no discierne.” (Is.1:3).

Un hombre vestido de lana está platicando con José; ha de ser el tentador (Satanás) tratando de alentar las dudas de José sobre este inefable parto: “¿Qué es este suceso, oh María, el cual veo en ti? … En lugar de honor me has traído vergüenza; en lugar de alegría, tristeza; …”. Mas Dios, quien no permite tentaciones que sobrepasen nuestros esfuerzos, iluminó al justo José, enseñándole la pureza dela Virgen.

He aquí quela Madrede Dios está acostada en la entrada de la gruta, rodeada con un nimbo que parece grano de trigo, ¡cómo no, ella es la madre dela Vida!La Virgen“guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón” (Lu.2:19). También, está mirando a cada uno de nosotros invitándole a que, por su parte, dé a luz a Cristo.

En medio del esplendor de este festejo sobresales, oh Señor, con tu divina quietud, y tu pesebre nos parece como un sepulcro: el primero lleva ala Vidapara que del segundo nos brote la vida.

“nos prosternamos ante tu Nacimiento, oh Cristo, muéstranos tu divina Epifanía”

Los Magos

La tradición más firme señala que los magos vinieron de Persia, otras señalan que su origen fue Arabia o el desierto sirio. La Tradición en el occidente, aunque no está mencionado en los Evangelios, enfatiza que eran reyes del Oriente, quizás considerando que la profecía del salmo 71 se ha cumplido con la prosternación de los magos ante el Niño nacido: “Los reyes de Tarsis y las islas traerán regalos, los reyes de Sabá y de Seba  ofrecerán dádivas, todos lo reyes se postrarán ante él, y le servirán todas las naciones” (Septuaginta).

Los regalos que los magos ofrecieron –nos dice san Ireneo–, expresaron su fe en Jesús, el niño dormido en el pesebre, como Rey (oro), como Dios (incienso) y como Redentor que padecería la Pasión para salvar a Adán (Mirra). Otra interpretación nos dice que el oro indica la virtud, el incienso la oración, y la mirra, el sufrimiento.

Los magos volvieron a su tierra como testigos de todo lo que vieron: la estrella, la cueva, la Virgen y el Niño nacido ante Quien se postraron y nos prosternamos.

NOTICIAS

El mensaje de los Patriarcas del Oriente a sus hijos y compatriotas en Siria

Sus Santidad y Beatitud, los señores Patriarcas: Ignacio IVº Hazim, Patriarca de Antioquía y todo Oriente de los Greco-Ortodoxos, Mar Ignacio Zakka Iº Iywas, Patriarca de Antioquía y Todo Oriente de los Siríacos Ortodoxos y Gregorio IIIº Lahhám, Patriarca de Antioquía y todo Oriente, Alejandría y Jerusalén de los Greco-Melquitas, se reunieron en el Monasterio … (más)

Boletín del 18/12/2011

Domingo anterior a Navidad

nativity-icon

Alégrate, Belén, y prepárate, oh Éfrata, porque la Virgen viene a la cueva para dar a luz a Dios inefablemente. ¡Qué temible misterio es! Abraham, Isaac y Jacob, los patriarcas y todos los profetas, los hombres con los ángeles festejan con júbilo este Nacimiento divino.

(Exapostelario)

Himnos de la Liturgia

Tropario de Resurrección

Tono 2

audioCuando descendiste a la muerte, oh Vida inmortal,
mataste al Hades con el rayo de tu Divinidad,
y cuando levantaste a los muertos del fondo de la tierra,
todos los poderes celestiales clamaron:
¡Oh Dador de vida, Cristo Dios, gloria a Ti!

Tropario Previo a Navidad

Tono 4

audio¡Belén, prepárate que ya, ha sido abierto el Edén!
¡Que te dispongas, Éfrata: porque la vida floreció
de la Virgen en la gruta!
Su vientre se mostró paraíso espiritual,
en él se plantó el madero celestial,
del cual comemos y vivimos,
jamás como Adán moriremos.
¡Cristo ha nacido y ha restaurado
la imagen antes caída!
 

Tropario del Domingo

Tono 2

Grandes son las obras de la fe;
pues los tres santos jóvenes se regocijaron
en la fuente de las llamas
como si estuvieran en las aguas del descanso;
y el profeta Daniel apacentaba a los leones
como si fueran corderos:
Por sus intercesiones, oh Cristo Dios,
ten piedad de nosotros.

Condaquio de la Navidad

Tono 3

audioHoy la Virgen viene a dar a luz inefablemente,
en humilde gruta, al sempiterno Verbo.
Gózate, oh universo, al escucharlo;
alaba, con las potestades y pastores,
a quien por voluntad se revela, al nuevo niño,
al eterno Dios.

Lecturas bíblicas

Carta del Apóstol San Pablo a los Hebreos (11:9-11;32-40)

Hermanos: Por la fe, Abraham peregrinó por la Tierra Prometida como en tierra extraña, habitando en tiendas, lo mismo que Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa. Pues esperaba la ciudad asentada sobre cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.

Y, ¿a qué continuar? Pues me faltaría el tiempo si hubiera de hablar sobre Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas. Estos, por la fe, sometieron reinos, hicieron justicia, alcanzaron las promesas, cerraron la boca a los leones; apagaron la violencia del fuego, escaparon del filo de la espada, sacaron fuerzas de la debilidad, se hicieron valientes en la guerra, rechazaron ejércitos extranjeros; las mujeres recobraron resucitados a sus muertos. Unos fueron torturados, rehusando la liberación por conseguir una resurrección mejor; otros soportaron burlas y azotes, y hasta cadenas y prisiones; apedreados, torturados, aserrados, muertos a espada; anduvieron errantes cubiertos de pieles de ovejas y de cabras; faltos de todo; oprimidos y maltratados, ¡hombres de los que no era digno el mundo!, errantes por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas de la tierra. Y todos ellos, aunque alabados por su fe, no consiguieron la promesa. Dios tenía ya dispuesto algo mejor para nosotros, de modo que no llegaran ellos sin nosotros a la perfección.

Evangeio según San Mateo (1: 1-25)

Libro de la generación de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham: Abraham engendró a Isaac, Isaac engendró a Jacob, Jacob engendró a Judá y a sus hermanos, Judá engendró de Tamar a Fares y a Zara, Fares engendró a Esrom, Esrom engendró a Aram, Aram engendró a Aminadab, Aminadab engendró a Naassón, Naassón engendró a Salmón, Salmón engendró de Rajab a Booz, Booz engendró de Rut a Obed, Obed engendró a Jesé, Jesé engendró al rey David.

David engendró, de la que fue mujer de Urías a Salomón, Salomón engendró a Roboam, Roboam engendró a Abiá, Abiá engendró a Asaf, Asaf engendró a Josafat, Josafat engendró a Joram, Joram engendró a Ozías, Ozías engendró a Joatam, Joatam engendró a Acaz, Acaz engendró a Ezequias, Ezequias engendró a Manasés, Manasés engendró a Amón, Amón engendró a Josías, Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos cuando la deportación a Babilonia.

Después de la deportación a Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, Salatiel engendró a Zorobabel, Zorobabel engendró a Abiud, Abiud engendró a Eliakim, Eliakim engendró a Azor, Azor engendró a Sadoq, Sadoq engendró a Aquim, Aquim engendró a Eliud, Eliud engendró a Eleazar, Eleazar engendró a Matán, Matán engendró a Jacob y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la que nació Jesús, llamado Cristo.

Así que el total de las generaciones son: desde Abraham hasta David, catorce generaciones; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce generaciones; desde la deportación a Babilonia hasta Cristo, catorce generaciones.

La generación de Jesucristo fue de esta manera: Su madre, María, estaba desposada con José y, antes de juntarse ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo. Su marido José, como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto. Mientras estaba pensando en esto, he aquí que el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer, porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados.» Todo esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del Señor por medio del profeta: He aquí que la Virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que traducido significa “Dios con nosotros”. Despertado José del sueño, hizo como el Ángel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su mujer. Y no la conocía hasta que ella dio a luz a su hijo y le puso por nombre Jesús.

Mensaje pastoral

¿San Nicolás o Santaclos?

Santa Clos NO existeEn estos días navideños nos tapamos con frecuencia con esta figura que trae cierta alegría a nuestros hogares y una sonrisa agradable en el rostro de los niños y, ¿por qué no?, en los corazones de los adultos cuya vida se fatiga por la dureza de la vida real. ¿Hemos de aceptar esta imaginación o no? ¿Enfrentamos a nuestros niños con la realidad o no? ¿Es cierto que es un invento de Coca Cola? La respuesta a estas interrogaciones no cambiará nada de la realidad: Santaclos cada año injerta mucha alegría y energía en la vida contemporánea.

Si bien no me serviría de nada hablar de la veracidad del personaje de Santaclos, el recuerdo de su prototipo –persona auténtica y verás– ayudará a purificar esta figura del mundanismo que la reviste: San Nicolás Obispo de Mira en Licia.

Es uno de los Santos más grandes de la Iglesia, desde Oriente hasta Occidente. Todas las Iglesias: Ortodoxa, Catolico Romana, Siriaca, Maronita, Copta, Armenia conmemoran a este gran Santo el día 6 de diciembre; es el Santo patrono y protector –en un país y otro– de los alumnos, de los niños bien portados, de los marineros, de los pescadores, de los vinateros, de los comerciantes, de los peregrinos, en fin: Es un gran Santo de la Iglesia universal.

El Tropario nos plantea tres virtudes del Santo que trazan la vida de cristiano en sus tres dimensiones: “La verdad de tus obras te ha mostrado a tu rebaño cual regla de fe, icono de mansedumbre y maestro de abstinencia”. La fe describe la relación con Dios; la mansedumbre describe el trato con el prójimo; y la abstinencia describe el comportamiento del hombre consigo mismo. 

“Regla de Fe”. La fe cristiano no acepta cualquier sincretismo. San Nicolás defendió la recta fe y participó en el Primer Concilio Ecuménico y condenó la herejía de Arrio. Su mansedumbre y bondad no significaban relajamiento en la fe entregada “una vez y para siempre”. El cristiano en su relación con Dios tiene reglas, que son las Santas Escritura, las enseñanzas de los Santos padres y la prédica y la práctica de la Iglesia. La fe minimizada a las caricias del intelecto y sentimientos personales es ajena a la recta y sobria fe de san Nicolás. La fe cristiana no puede ser en alguien o algo más que en Jesucristo como “Autor y Consumador de nuestra fe” (Heb 12:2).

“Icono de mansedumbre”. Ésta es la expresión del amor, la manifestación externa de la fe. El cristiano expresa su fe, sobre todo, mediante el modo de convivir con el prójimo: “quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a Quien no ve” (1Jn 4:20). De esta manera la mansedumbre abrió la vida de Nicolás hacia el prójimo: hacia las jovencitas cuyo padre no podía pagar la dota, hacia los huérfanos y viudas, hacia los tres oficiales condenados injustamente. La mansedumbre es el aspecto auténtico y vencedor del cristiano: “¡Bienaventurados los mansos porque ellos heredarán la tierra.”

“Maestro de abstinencia”. Es una palabra ruda y ajena a lo que nuestra era plantea. “Abstinencia”, “continencia”, “castidad” son antónimos de “consumismo”, “distracción”, “libertinaje”. No se trata de una cualidad que pertenece a los monjes y clérigos sino a todo cristiano. En griego la palabra equivalente ενγράτεια significa “control de sí”, tener una autoridad sobre las rebeliones interiores. En árabe la palabra es “Iffa” y es desarrollo de un término que significa “salud”. Entonces la abstinencia no es una actitud negativa que rechaza el consumismo del mundo, sino un ejercicio positivo que inculca al hombre un control y dominio sobre sí y lo conduce en una vida saludable para el cuerpo y, sobre todo, para el alma. Si bien nos consta que el consumismo que el mundo ofrece generosamente nos está llevando a una incapacidad y mediocridad fétidas, la vida de san Nicolás y de los santos en cada era nos muestra la abstinencia positiva –ayuno, moderación, oración, prosternación, perdón, esfuerzo contra las pasiones, esfuerzo a favor del cambio y la conversión– como un camino hacia la salud.

Fe, mansedumbre y control de sí son las tres virtudes de san Nicolás que vale la pena contemplemos estando a las puertas de Navidad. Y regresando a Santaclos como caricatura –en el sentido serio y positivo de la palabra– de san Nicolás, podemos contemplar en su sonrisa la mansedumbre del Obispo de Mira, en su bastón la fe recta y en su cíngulo la ceñidura de la abstinencia. Y sí queremos dar figuras a nuestro niños, digámosles que Santaclos es amable y manso con todos los niños del mundo sin discriminación ninguna; que su fe y amor a Dios está por encima de todo y que no acepta celebremos la fiesta, siendo el festejado “Dios con nosotros” ausente de nuestras vidas; y que Santaclos se desvela para dar descanso a los menesterosos, ayuna para dar bocadillo al necesitado, tiene agujeras bajo los ojos para trazar una sonrisa en el rostro de los niños, pero todo ello lo hace cada día más fuerte y más saludable. Es entonces cuando vuelve de veras un símbolo por Navidad.

Santaclos no es un escape de nuestra realidad: san Nicolás es nuestro guía hacia una realidad más real basada en la fe, la mansedumbre y el dominio de Sí. Cuyas intercesiones sean por nosotros. Amén.

Navideñas

Jesús, Hijo de Davida

Estaba profetizado en el antiguo testamento, que  Cristo, el Mesías, sería engendrado del linaje del rey David, y que nacería de una virgen. (2Sam.7:12-13), (Isaías7:14).

Uno de los objetivos del evangelista san Mateo en su evangelio, era demostrar que en Cristo se han realizado las profecías mesiánicas. Por eso principia su evangelio con la genealogía de Cristo, que empieza con Abraham, pasa por el rey David y termina con José el desposado dela Virgen María.Después de exponer la genealogía, san Mateo continúa diciendo, que todo esto aconteció para que se cumpliese  lo  dicho  por  el  Señor  por medio del profeta. Y en todo su evangelio el autor sagrado recurre a las profecías, demostrando que Jesús es el Mesías esperado.

San Mateo, también, recuerda a los lectores de su Evangelio, que en la genealogía de Cristo había pecadores (Rajab, Tamar, y David que engendró, de la que fue mujer de Urías, a Salomón). Como si san Mateo estuviera diciendo a los cristianos de origen judío: No se enorgullezcan de que Cristo ha encarnado de su linaje, pues no lo hizo por ser un linaje de justos, sino para señalar a qué ha venido: “a llamar, no a justos, sino a pecadores al arrepentimiento.”

San Ignacio de Antioquía

(20 de diciembre)

“Te doy gracias, Señor mío, por que me has hecho digno de tal honor otorgándome la arras del completo amor, y por que, por ti, me encadenarán con hierro, como a tu apóstol Pablo.” Ésta fue la primera impresión que tuvo San Ignacio, segundo obispo de Antioquia, cuando supo el juicio del emperador: “ordenamos que Ignacio, el que se llama a sí mismo llevador al crucificado, se encadene y se dirija hacia Roma donde las fieras lo devoren para diversión del pueblo.”

Así, San Ignacio coronó su santa vida con el martirio que esperaba con mucho anhelo. Mientras estaba en camino hacia Roma, San Ignacio supo que los cristianos de aquella ciudad buscaban una manera para salvarlo. Inmediatamente les escribió una carta afectuosa en la que les rogaba no quitarle la oportunidad de tal “vida”. Quizás, al mencionar unas palabras de esta carta, se reavive en nuestro ser el sentido de la vida como lo veía san Ignacio: dar testimonio a Dios, es decir, “martirio”.

“Dejadme como una presa de las fieras, ellas me llevan a Dios rápido. Trigo soy de Dios y por los dientes de las fieras he de ser molido, a fin de ser presentado como limpio pan de Cristo…

De nada me aprovecharán los confines del mundo ni los reinos todos de este siglo. Para mí, mejor es morir en Jesucristo que ser rey de los términos de la tierra… se acerca la hora en la cual naceré… perdonadme hermanos: no me impidáis vivir; no os empeñéis en que yo muera… dejadme contemplar la Luz pura. Llegado allí, seré de verdad hombre…

Bello es que nos pongamos con el mundo como ocaso para que amanezcamos en el Señor.”

Por sus intercesiones, Señor Jesucristo, ten piedad de nosotros y sálvanos. Amén.

NOTICIAS

Posada en la Catedral de San Pedro y San Pablo

Este domingo la Catedral de San Pedro y San Pablo se engalanó con la presencia de S.E. Sayedna Antonio, quien celebró la Divina Liturgia ante un nutrido grupo de fieles que asistieron a participar de los Sagrados Misterios en una fría pero hermosa mañana. Durante la homilía, Sayedna explicó el Evangelio, y subrayó que el … (más)

Felicitación

Su Eminencia, Arzobispado Antonio, y los padres felicitan a todos los hijos de nuestra Arquidiócesis rogando a Dios por su salud, éxito y alegría. Feliz Navidad y próspero Año Nuevo.

Boletín del 11/12/2011

2o. domingo antes de Navidad

Elogiemos a Adán, Abel, Set y Enós, Henoc y Noé,
Abraham, Isaac y Jacob; Moisés, Job y Aarón;
Eleazar, Jesé, Baruc, Sansón, Jafté, David y Salomón.  

Himnos de la Liturgia

 Tropario de Resurrección

Tono 1

audioCuando la piedra fue sellada por los judíos
 y tu purísimo Cuerpo fue custodiado por los guardias,
resucitaste al tercer día, oh Salvador, concediendo al mundo la vida.
Por lo tanto, los poderes celestiales clamaron a Ti, oh Dador de Vida:
Gloria a tu Resurrección, oh Cristo, gloria a tu Reino, 
gloria a tu plan de salvación, oh único Amante de la humanidad.

Tropario del Domingo

Tono 2

Elogiaste la fe de los antiguos padres, cuando,
por ellos, llamaste a la asamblea de los gentiles;
los santos se enorgullecen con la gloria,
pues de su simiente se maduró un fruto honorable:
la que te dio a luz sin simiente. Por sus intercesiones,
oh Cristo Dios, salva nuestras almas.

Condaquio de Navidad

Tono 3

audioHoy la Virgen viene a dar a luz inefablemente,
en humilde gruta, al sempiterno Verbo.
Gózate, oh universo, al escucharlo;
alaba, con las potestades y pastores,
a quien por voluntad se revela, al nuevo niño, al eterno Dios.

Lecturas bíblicas

Carta del Apostól San Pablo a los Colosenses (3: 4-11)

Hermanos: Cuando aparezca Cristo, vida suya, entonces también ustedes aparecerán gloriosos con Él.

Por tanto, mortifiquen sus miembros terrenales: fornicación, impureza, pasiones, malos deseos y la codicia, que es idolatría, cosas que atraen la cólera de Dios sobre los hijos de la desobediencia, y que también ustedes practicaron en otro tiempo, cuando vivían en ellas. Mas ahora, desechen también ustedes todo esto: cólera, ira, maldad, maledicencia y palabras groseras, lejos de su boca.

No se mientan unos a otros, ustedes que se han despojado del hombre viejo con sus obras y se han revestido del hombre nuevo que se va renovando hacia el conocimiento, según la imagen de su Creador, donde no hay griego y judío, circuncisión e incircuncisión, bárbaro, escita, esclavo, libre, sino que Cristo es todo y en todos.

Evangelio según San Lucas (14: 16 -24)

Dijo el Señor esta parábola: «Un hombre dio una gran cena y convidó a muchos; a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los invitados: “Vengan, que ya está todo preparado.” Pero todos a una empezaron a excusarse. El primero le dijo: “He comprado un campo y tengo que ir a verlo; te ruego me dispenses.” Y otro dijo: “He comprado cinco yuntas de bueyes y voy a probarlos; te ruego me dispenses.” Otro dijo: “Me he casado, y por eso no puedo ir.” Regresó el siervo y se lo contó a su señor. Entonces, airado el dueño de la casa, dijo a su siervo: “Sal en seguida a las plazas y calles de la ciudad, y haz entrar aquí a los pobres y lisiados, a los ciegos y cojos.” Dijo el siervo: “Señor, se ha hecho lo que mandaste, y todavía hay sitios.” Dijo el Señor al siervo: “Sal a los caminos y cercas, y obliga a entrar hasta que se llene mi casa. Porque les digo que ninguno de aquellos invitados probará mi cena.”»

Mensaje Pastoral

¡Sed o tibieza! ¡Excusas o motivos!

La comida, además de su función de satisfacer la necesidad del cuerpo, es un gesto de generosidad y de amor, de gratitud y alegría por la presencia del invitado o por el regreso de alguien que estaba de viaje (el hijo pródigo). Los paganos ofrecían banquetes místicos en señal de agradecimiento y respeto a sus dioses. Los judíos celebraban la cena pascual en la que confirmaban su Alianza con Dios recordando todo lo que había hecho con sus padres para salvarlos.

Tomando en cuenta todos estos sentidos, uno de los que acompañaban a Jesús exclamó: «¡Dichoso el que pueda comer en el Reino de los cielos!» Y Jesús le respondió con la parábola que hemos escuchado el día de hoy.

El Reino de los cielos es como una cena. Los invitados de privilegio se disculparon. Otros marginados y miserables entraron, también unos extranjeros fueron introducidos en la alegría del banquete.

Al contemplar la parábola, es probable que vengan a nuestra mente dos interrogaciones:

¿Por qué el anfitrión de la parábola no aceptó las excusas de los primeros invitados si son lógicas? Quizás la postura de Jesús nos sorprenda y escandalice, porque la mayoría de las veces nosotros tenemos pretextos parecidos: que el negocio, que la familia, que el campo, etc. Por ventura, ¿Cristo no quiere que trabajemos, o le satisface que descuidemos nuestros matrimonios y familias?

Y la segunda pregunta es que, ¿acaso el ser pobre o marginado es suficiente para convertirse en el dichoso que «puede comer en el Reino de los cielos»?

La respuesta a ambas preguntas, nos la proporciona la misma naturaleza de la comida. El hombre no se alimenta cuando le da tiempo, o cuando su familia u ocupaciones le permiten, sino que en medio de todas estas responsabilidades, el comer es una acción automática, una necesidad indispensable. El que tiene hambre es el que conoce la prioridad del alimento. «Mi alma ha tenido sed de Ti. ¡Cuántas veces también mi carne!», exclama el rey David a su Dios (Sal 62:1).

No son los pretextos los que apartan a los privilegiados del Banquete del Reino, sino la tibieza en su relación con Dios. Y jamás la miseria, en sí misma, introducirá a los menesterosos en «el gozo de su Señor», si no se genera en su alma «sed del Dios viviente» (Sal 41: 3).

Estando en las puertas de Navidad, la Iglesia lee esta parábola. Cristo, el nacido de la Virgen es Emmanuel, que traducido significa: «Dios con nosotros» (Mt 2:23). Entonces el Banquete del Reino celestial está puesto ya; el anhelo hacia Dios o la tibieza en buscarlo determinarán si las circunstancias de la vida son pretextos de nuestra ausencia o motivos para, en medio de ellas, alimentarnos de su Presencia. Amén.

NAVIDAD

Nacimiento virginal

El decir que José “No la conoció (a María) hasta que dio a luz a su hijo”, no indica que la conoció después del parto. La palabra hasta, en sí, señala lo que sucedió durante todo el tiempo anterior al parto, pero no dice nada respecto al posterior. Es como cuando uno dice: “Estuve en la casa en la mañana”, pues esto no quiere decir que en la tarde estuvo fuera. Leamos este ejemplo del libro de Génesis: en la historia del diluvio, Noé despidió un cuervo para examinar si la tierra había secado; el relato dice: “El cuervo no volvió hasta que se secó la tierra” (Gén. 8:7). Pero sabiendo que el cuervo nunca regresó, entendemos que la palabra hasta procuraba mostrar el abandono del cuervo antes de que la tierra se secase, sin importar lo acaecido después. Lo mismo sucede con san Mateo cuando dice que José “No la conoció hasta que dio a luz a su hijo”, pues lo que le importaba es enfatizar el nacimiento virginal, o sea, que lo concebido enla Virgen es del Espíritu Santo, sin decir nada de lo que después pasó o no con María y José.

Quizás alguien se pregunta: “¿Por qué san Mateo no atestiguó la virginidad de María también después del parto? 

El centro de atención del Evangelista era el Mesías, en quien se han realizado las profecías del Antiguo Testamento; su narración sobre el Nacimiento no busca describir la devoción de la Iglesia hacia la Virgen María, sino el acontecimiento salvífico de la Encarnación. Pero la Iglesia, desde sus primicias, ha sostenido que María permaneció Virgen antes, durante y después del parto, como parte de la auténtica devoción hacia la Madre de Dios. No es ni razonable ni recto pensar en que las entrañas que Dios ha consagrado con su presencia fueron dispuestas a otra preocupación; ella se quedó siempre al lado de su hijo “guardando todo en su corazón.” Permaneció siempre Virgen, “Betulah”, palabra hebrea que significa “morada de Dios”, de Dios y nada más de Él.

San Espiridión Milagroso

12 de diciembre

Nuestro santo padre Espiridión vivió en Chipre, en el Siglo IV. Era un pastor humilde y sencillo, que cuidaba su rebaño de ovejas. Su hospitalidad era digna de comparación con la del Patriarca Abraham; pues recibía al que le visitaba como si el mismísimo Cristo lo hubiera visitado. Nadie salía de su casa sin haber sido reconfortado.

Después de la muerte de su esposa, Espiridión decidió dedicar toda su vida al amor de Dios, y su espíritu, día con día, brillaba más con las virtudes. Cuando el arzobispo de Trimito falleció, el pueblo llevó a Espiridión con el Patriarca pidiendo que lo ordenara, así que se convirtió en pastor espiritual de la grey del Señor, pero esto no le privó lo sencillo y humilde que era.

Una noche los ladrones entraron a su casa, para robarle las ovejas, pero una fuerza muy grande los detuvo; y cuando el santo los descubrió los delincuentes confesaron apenados, entonces él decidió dejarlos en libertad y regalarles dos ovejas como recompensa por lo que habían sufrido la noche anterior.

Por sus oraciones, el obispo Espiridión curaba a los enfermos y revelaba lo oculto. Cuando la isla de Chipre sufrió la sequía, las plegarias del Santo abrieron los cielos como Elías antiguamente.

Al final de una larga vida dirigida por el Espíritu Santo, san Espiridión murió el 12 de diciembre de 348, en Chipre a la edad de 78 años. En el siglo séptimo, fue llevado a Constantinopla para protegerlo de la invasión árabe. Cuando Constantinopla cayó en manos de los turcos, las reliquias de nuestro Santo fueron llevadas a Corfú (1456), donde hasta la fecha su cuerpo se conserva incorrupto, que es fuente de curaciones y milagros. Por sus intercesiones, Señor Jesucristo, Dios nuestro, ten piedad de nosotros y sálvanos.

NOTICIAS

Visita pastoral de S.E Arzobispo Antonio a Mérida-Yucatán

Como es de costumbre cada año en temporada navideña, S.E. nuestro Señor Arzobispo Antonio visitó Mérida para celebrar la Tradicional Posada con la comunidad de Yucatán. De camino, Su Eminencia acompañando por su secretario, el Rev. Archimandrita Fadi Rabbat, y el diputado federal Lic. Ricardo Urzúa visitó la ciudad de Puebla, en donde, después de … [más]

Gira pastoral en el Caribe جولة رعائية في الكاريبي

Durante los días 21 de noviembre a 6 de diciembre S.E. Obispo Ignacio Samaán visitó las parroquias que están en las islas del Caribe y acompaño a la feligresía con un ambiente lleno de actividad y de júbilo en el Señor … (más)

 

Boletín del 04/12/2011

Memoria de Santa Bárbara y

de San Juan Damasceno

 

Himnos de la Liturgia

Tropario de Resurrección

Tono 8

icono_audioDescendiste de las alturas, oh Piadoso,
y aceptaste el entierro de tres días
para librarnos de los sufrimientos.
Vida y Resurrección nuestra, oh Señor, gloria a Ti.

Tropario de Santa Bárbara

Tono 4

Honraremos a Santa Bárbara, porque ella derribó las trampas del enemigo
y por el auxilio y la defensa de la Cruz ha escapado como un pajaro.

Tropario de San Juan damasceno

Tono 8

Oh guía de la recta fe, maestro de la devoción y dignidad,
astro del universo, belleza de los anacoretas inspirada por Dios,
san Juan Damasceno, que has iluminado a todos con tus enseñanzas,
oh lira del Espíritu: ¡Intercede ante Cristo Dios, para que salve nuestras almas!

Condaquio de la Navidad

Tono 3

Hoy la Virgen viene a dar a luz inefablemente,
en humilde gruta, al sempiterno Verbo. Gózate, oh universo,
al escucharlo; alaba, con las potestades y pastores,
a quien por voluntad se revela, al nuevo niño, al eterno Dios.

Lecturas bíblicas

Carta del Apóstol San Pablo a los Gálatas (3: 23 – 4: 5)

Hermanos: Antes de que llegara la fe, estábamos encerrados bajo la vigilancia de la ley, en espera de la fe que debía manifestarse. De manera que la ley ha sido nuestro pedagogo hasta Cristo, para ser justificados por la fe. Mas, una vez llegada la fe, ya no estamos bajo el pedagogo. Pues todos son hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús. En efecto, ustedes que han sido bautizados en Cristo, se han revestido de Cristo: ya no hay judío ni griego; ni esclavo ni libre; ni hombre ni mujer, ya que todos ustedes son uno en Cristo Jesús. Y si son de Cristo, ya son descendencia de Abraham, herederos según la Promesa.

Pues yo digo: Mientras el heredero es menor de edad, en nada se diferencia de un esclavo, a pesar de ser dueño de todo; sino que está bajo tutores y administradores hasta el tiempo fijado por el Padre. De igual manera, también nosotros, cuando éramos menores de edad, vivíamos como esclavos bajo los elementos del mundo. Al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la ley, a fin de que recibiéramos la filiación adoptiva.

Evangelio según San Lucas (13: 10-17):

En aquel tiempo, estaba Jesús un sábado enseñando en una sinagoga, y había una mujer a la que un espíritu tenía enferma hacía dieciocho años; estaba encorvada, y no podía en modo alguno enderezarse. Al verla Jesús, la llamó y le dijo: «Mujer, quedas libre de tu enfermedad.» Y le impuso las manos. Y al instante se enderezó, y glorificaba a Dios. Pero el jefe de la sinagoga, indignado de que Jesús hubiese hecho una curación en sábado, decía a la gente: «Hay seis días en que se puede trabajar; vengan, pues, esos días a curarse y no en día de sábado.» Le respondió el Señor: «¡Hipócritas! ¿No desatan del pesebre todos ustedes en sábado a su buey o su asno para llevarlos a abrevar? Y a ésta, que es hija de Abraham, a la que ató Satanás hace ya dieciocho años, ¿no estaba bien desatarla de esta ligadura en día de sábado?» Y cuando decía estas cosas, sus adversarios quedaban confundidos, mientras que toda la gente se alegraba con las maravillas que hacía.

Mensaje Pastoral

El día del descanso

Cristo cura a una mujer en «sábado» y se enfrenta a la dureza de los fariseos que le reclaman haber trabajado en el día del descanso. Una vez más rompe las reglas sabáticas, para curar a una mujer encorvada y, a la vez, la mentalidad enfermiza que desconoce la voluntad de Dios y malinterpreta el mandamiento divino: «Santifica el día del Shabat (descanso).»

La importancia del «Sábado» en el Antiguo Testamento debe su origen al recuadro de la creación definido en el libro de Génesis. Dios creó el mundo entero en seis días y, viendo que «todo era muy bueno», bendijo el día séptimo y lo consagró como el día del reposo, día en el cual Dios descansó, no de, sino en su buena obra.

A partir de esta comprensión, podremos acceder a la esencia del mandamiento «santifica el día del Sábado» y asimilar su sentido verdadero y profundo: no es un día para que descanse yo, sino principalmente que Dios descanse en mí como su buena creatura, es decir, santa. Enla DivinaLiturgia, la oración del Trisagio, que el sacerdote recita en voz baja, invoca al Señor: «Oh Dios Santo, que descansas en los santos…»

En nuestro «Shabat», que es el domingo (el día del Señor como lo significa la palabra en latín), nos dedicamos a todo lo santo, preparando el alma cual un tálamo adornado con virtudes: oración, caridad, mansedumbre, penitencia, serenidad, a fin de que sea digna de recibir al Señor de todo.

Cuando hablamos de la consagración de este día, no pretendemos contraponerlo a los demás días de la semana como no santos o inmundos; más bien el domingo será la fuente y el motor de santificación para todo el Cronos (el tiempo), ya que nuestra vocación es encomendar «nuestra vida entera a Cristo Dios», como entona el diácono en todas las letanías. Es una realidad tangible el hecho de que nuestro modo de vivir, intereses, ocupaciones y responsabilidades cotidianas, a menudo, nos hacen olvidar la meta principal; así que el domingo viene a recordarnos y a recalcar en nosotros la verdad que es ayer, hoy y para siempre: «Del Señor es la tierra y su plenitud, el mundo y los que lo habitan.» (Sal 24:1).

Desafortunadamente este icono sublime del día del descanso es muy ajeno al weekend que las sociedades «cristianas» conocen y practican. Sin embargo, la vida sincera de quienes «tienen oídos» no cesa de ser «voz que clama en el desierto: ¡preparad los caminos del Señor!»

Es el día del descanso: suspendamos las obras que impidan repose en nosotros el Señor. Es el día octavo, el objeto de toda la semana, de toda la vida, en el que el alma no quiere suspender, ni un instante, el clamor de san Juan el Teólogo: «¡Ven, Señor Jesús!» (Ap 22:20). Amén.

San Juan Damasceno

4 de octubre

Después de que la gran ciudad de Damasco, metrópoli de Siria, cayó ante los musulmanes en el año 635, los cristianos fueron sometidos a muchas desventajas y al pago de tributos a sus dominadores árabes. En el tiempo del Califa Abdul – Malek (685–705), todo lo que tuviera que ver con la población cristiana, era responsabilidad de Sergio Mansur, quién gozaba de la confianza del Califa y venía de una de las familias dominantes cristianas de la ciudad. Alrededor del año 675 nació un hombre sincero y temeroso de Dios, nuestro Santo Padre Juan, “el Arpa del Espíritu Santo”. Desde su infancia fue educado para entender lo grandioso de las virtudes de la limosna y de los actos de amor y caridad, debido a que su padre dedicó su riqueza para rescatar y liberar a los prisioneros cristianos. Juan creció e incrementó su sabiduría junto con su hermano Cosme (c.f. 14 oct.) quien habiendo perdido a sus padres, fue adoptado por Sergio. La educación de los niños fue confiada al monje Cosme, un erudito italiano que Sergio había rescatado de los árabes. Cosme los instruyó en filosofía y en todas las ramas del saber de su tiempo. Su viva inteligencia y su modesto comportamiento les permitió tener un rápido progreso, sobresaliendo especialmente en el arte de la poesía y la música. Así, al cabo de unos años, su maestro reconoció que no tenía más que enseñarles y obtuvo el permiso de su padre para retirarse a la Lavra de San Saba, donde deseaba terminar sus días.

Con un perfecto conocimiento del árabe así como del griego, Juan se unió a su padre en la administración, probando que era muy capaz, por lo que después de la muerte de Sergio, fue nombrado como su sucesor por el Califa Walid (705 – 715 ).

Cuando Leo III el Saurio (717 – 741 ) comenzó a atormentar a la Iglesia Cristiana en el Imperio Romano atacando la piadosa veneración de los santos iconos, San Juan lanzó una defensa vigorosa de la fe a través de sus muchas cartas que escribió en Damasco a sus corresponsales en el Imperio, estableciendo las bases teológicas de la veneración de los santos iconos como ha sido encontrado en las Sagradas Escrituras y en los escritos de los Santos Padres. De esta manera, Juan atrajo el odio de Leo, quién intento deshacerse de él por medio de una carta falsa en la cual Juan aparentemente le escribía al emperador sugiriéndole que se apoderara de Damasco. La carta fue mostrada al Califa quién estando furioso le ordeno a su consejero que lo privara de su mano derecha. Esa misma tarde Juan colocó su mano cortada ante el icono de la Madre de Dios y por varias horas le suplico con lagrimas a la Soberana del Mundo que le regresara su mano. Cayendo en un sueño ligero vio venir a la vida al icono y oyó que la Santa Madre lo consolaba. Al despertar se maravilló con la restitución de su mano derecha y a partir de ese momento hizo votos para dedicarse a alabar a la Madre de Dios y a Nuestro Salvador, y a defender la Santa Fe Ortodoxa. Renunció a su posición en la administración, distribuyó su fortuna y partió hacia Jerusalén con Cosme para convertirse en monje en San Saba.

El Abad de la Lavra puso a Juan bajo el cuidado de un Anciano experimentado en la virtud, áspero y demandante, quién le prohibió todo lo que tuviera que ver con filosofía, ciencias, poesía, cantos o lecturas, y le ordenó se dedicara él mismo sin quejarse de las tareas domésticas a fin de avanzar en la obediencia y humildad. Un día, sin embargo, pese a la prohibición de su Padre Espiritual, Juan se conmovió por las suplicas de alguien que había perdido a su padre y compuso para su consuelo un himno que se usa hasta nuestros días. Cuando su Padre Espiritual oyó de este acto de desobediencia le pidió a Juan que recogiera a mano toda la basura de la Lavra, lo cual hizo sin replicarle ni una palabra. Pero varios días después, la Madre de Dios se le apareció al Anciano y le pidió que desde entonces dejase a su discípulo componer himnos y poemas, los cuales podrían superar a los Salmos de David y las Odas de los Santos Profetas dada su belleza y dulzura

Juan, inspirado por el Espíritu Santo, como el dulce sonido de un arpa, dio voz, con intachable armonía a un gran numero de himnos que expresan la mas honda percepción teológica del Padre de la Iglesia: Escribió el canon que cantamos en Pascua y compuso la mayor parte del Octotonos de la Resurrección; también es autor de los maravillosos cánones y las sublimes homilías de muchas fiestas del Señor, de la Madre de Dios y de los Santos.

Además de sus dones poéticos, Dios también le dio la gracia de la expresión teológica. Sin añadir nada a los dogmas y a las doctrinas expresadas por los primeros padres como Gregorio el Teólogo, Basilio el Grande, Juan Crisóstomo, Gregorio de Niza y Máximo el Confesor, San Juan Damasceno, en un trabajo de tres partes titulado “La Fuente del Conocimiento”, parte de la esencia de la fe Cristiana con una claridad concisa y maravillosa de expresión, que el trabajo entero puede ser considerado como el sello y la gloria máxima de la gran era Patrística. La tercera sección “Sobre la Fe Ortodoxa” es un excepcional acontecimiento en la tradición cristiana y, para los cristianos ortodoxos, es la fuente mas fidedigna en todo lo concerniente a los dogmas de la Fe. Juan muestra los errores de las herejías que desvían a diestra y siniestra la sana doctrina del camino real que conduce a los cielos, especialmente en sus contribuciones a la lucha contra los iconos. En tres largos tratados, compuestos entre el 726 y el 730, claramente indicó los profundos planos teológicos y la necesidad de veneración de los santos iconos y reliquias, esto es una proclamación de la realidad de la encarnación del Hijo de Dios y de la edificación de nuestra naturaleza en la persona de los Santos. Habiendo adquirido verdadera sabiduría a través de la humildad y firmeza en las labores ascéticas, éste filósofo del Espíritu Santo se quedo dormido en la paz del Señor el 4 de diciembre de 749 (o 753). La cueva donde paso algún tiempo como anacoreta es venerada hasta el día de hoy en el Monasterio de San Saba.

Santa Bárbara (en árabe)

القديسة بربارة

 

Boletín del 27/11/2011

Memoria de San Andrés Apóstol

 
   Oh Andrés de memoria eterna:
  el Verbo sempiterno te encontró, oh Dichoso,
  y te mostró primer convocado entre los Apóstoles;
  y tú seguiste sus pasos, oh guía de los extraviados,
 que los enseñas la senda divina y celestial.

Himnos de la Liturgia

Tropario de Resurrección

Tono 8

audioDescendiste de las alturas, oh Piadoso,
y aceptaste el entierro de tres días para librarnos de los sufrimientos.
¡Vida y Resurrección nuestra, oh Señor, gloria a Ti!

Condaquio de Navidad

Tono 3

audioHoy la Virgen viene a dar a luz inefablemente,
en humilde gruta, al sempiterno Verbo.
Gózate, oh universo, al escucharlo;
alaba, con las potestades y pastores,
a quien por voluntad se revela, al nuevo niño, al eterno Dios.

Lecturas bíblicas

Carta del Apóstol San Pablo a los Efesios (2: 14-22)                         

Hermanos: Cristo es nuestra paz: el que de los dos pueblos hizo uno, derribando el muro que los separaba, la enemistad, anulando en su carne la Ley de los mandamientos con sus preceptos, para crear en Sí mismo, de los dos, un solo Hombre Nuevo, haciendo la paz, y reconciliar con Dios a ambos en un solo Cuerpo, por medio de la cruz, dando en Sí mismo muerte a la enemistad. Vino a anunciarles la paz: a los que estaban lejos y a los que estaban cerca. Pues por Él, unos y otros tenemos libre acceso al Padre en un mismo Espíritu.

Así pues, ustedes ya no son extraños ni forasteros, sino conciudadanos de los santos y familiares de Dios, edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, siendo la piedra angular Cristo mismo, en Quien toda edificación bien trabada se  eleva hasta formar un templo santo en el Señor, en Quien también ustedes están siendo juntamente edificados, hasta ser morada de Dios en el Espíritu.

Evangelio según San Lucas (18: 18-27)

En aquel tiempo, uno de los principales preguntó a Jesús: «Maestro bondadoso, ¿qué he de hacer para heredar vida eterna?» Le dijo Jesús: «¿Por qué me llamas “bondadoso”? Nadie es bondadoso sino sólo Dios. Ya sabes los mandamientos: No cometas adulterio, no mates, no robes, no levantes falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre.» Él dijo: «Todo eso lo he guardado desde mi juventud.» Oyendo esto Jesús le dijo: «Aún te falta una cosa: Todo cuanto tienes véndelo y repártelo entre los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos; luego, ven y sígueme.»

Al oír esto se puso muy triste, porque era muy rico. Viéndolo Jesús, dijo: «¡Qué difícil es que los que tienen riquezas entren en el Reino de Dios! Es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja que el que un rico entre en el Reino de Dios.» Los que lo oyeron dijeron: «Entonces, ¿quién se podrá salvar?» Respondió: «Lo imposible para los hombres, es posible para Dios.»

Mensaje Pastoral

Dura es la palabra de Dios

En la lectura evangélica de hoy, un joven vino a donde Jesús buscando «la vida eterna». Cristo le dijo con el corazón en la mano: «Todo cuanto tienes véndelo y repártelo entre los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos; luego, ven y sígueme.» Se lo dijo porque supo que la riqueza fue para este joven –como lo es para muchos– un tropiezo en el camino. Luego dice Jesús a sus discípulos: «Es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja que el que un rico entre en el Reino de Dios.» Ellos se escandalizaron por la dureza de la palabra del Señor y, extrañados –al igual que nosotros–, dijeron: «Entonces, ¿quién se podrá salvar?» Y en otra ocasión, los discípulos le reclamaron: «Dura es esta   doctrina,   ¿quién   puede   escucharla?»     (Jn 6:60).

Cuando el joven le respondió a Jesús: «Todo eso (los diez mandamientos) lo he guardado desde mi juventud», Jesús no lo justificó, como hubiera hecho cualquier maestro dela Ley, ni lo alabó, sino que «lo amó» –nos informa exclusivamente el Evangelista Marcos (Mc 10:21)–, y «al que ama el Señor, disciplina» (Heb 12:7). Cristo amó al Joven rico y, por eso, le ofreció esta vocación, que no era tanto el «vende todo y repártelo a los pobres», sino  el «ven y sígueme». Jesús, en su plena sabiduría, supo que el apego a lo material le impedía seguir la vocación. 

Dice el Señor, por la boca del profeta Jeremías: «¿No es así mi palabra, como el fuego, y como un martillo golpea la peña?» (Jr 23:29). También dice: «He venido a arrojar un fuego sobre la tierra […] ¿Creen que estoy aquí para dar paz a la tierra? No, se lo aseguro, sino división.» (Lc 12:49-51). El camino que Cristo ofrece no se identifica con una religiosidad ligera que busca «paz» que acaricia nuestras emociones religiosas; Él no adorna las dificultades para que aparezcan atractivas, sino que llama a las cosas por su propio nombre.

La verdad es que una persona rica en su dinero, a menudo se preocupa por éste a tal grado que llega a considerarlo como el «salvador»; y sin darse cuenta, la abundancia de riquezas lo va empujando hacia la idolatría, de donde caerá. Jesús dispone como salida de esta trampa repartir y compartir la riqueza con los necesitados. Es cierto que uno solo no puede resolver los problemas de la pobreza en el mundo, pero sí todos –estemos donde estemos– nos topamos con pobreza. Entonces compartamos con los que necesitan de nosotros, en cuyo camino Dios nos ha puesto; que nuestra ayuda sea verdadera y efectiva y no simbólica. La virtud de esta acción es doble: quema la adhesión al dinero que está en mi interior, y con la caridad afirma el amor hacia mis hermanos.

Quizás esta práctica turba a uno si las riquezas lo tienen sometido, pero recordemos que la bondad y la salvación cristianas requieren de fatigas, esfuerzo, sacrificio y dominio de sí, porque la palabra de Dios es «como fuego, como un martillo que golpea la peña.»

El Apóstol Andrés, el Primer llamado

30 de Noviembre

El Apóstol de Cristo, Andrés, era hermano de Pedro pero a diferencia de éste eligió permanecer en castidad, abandonó todo lo que le sujetaba al mundo y decidió unirse al Bautista como discípulo. Como nos narra el Evangelio, cuando Andrés estuvo toda una tarde con el Maestro quedó convencido que Jesús era el Mesías y se apresuró a su casa y dijo a su hermano Simón: “¡Hemos encontrado al Mesías!”, y luego lo condujo a Jesús. Siendo el primero en reconocer a Cristo y en anunciarlo a Pedro. Andrés siguió al Salvador por los pueblos y las villas, desiertos o montañas, de forma que pudo beber de las profundidades del río de agua viva de sus palabras.

Por la intervención de Andrés el Señor multiplicó los panes. Fue a Andrés que Felipe acudió cuando unos griegos le pidieron ver a Jesús. Recibió la plenitud de la Gracia del Espíritu Santo en Pentecostés y predicó el Evangelio alrededor del Mar Negro y en Grecia. Enfrentó peligros y tribulaciones sinnúmero, enfermedades, maltrato y toda clase de privaciones; pero el Espíritu Santo le acompañó siempre y habló por su boca, obró milagros y curaciones, y le dio paciencia y regocijo en sus pruebas. Este poder de Dios en él le permitió conducir a multitudes a la fe, a iluminar sus mentes por su prédica. Trajo almas a un segundo nacimiento a través del Santo Bautismo; ordenó sacerdotes y consagró obispos, construyó iglesias y organizó la alabanza a Dios dentro de ellas.

En Patras, Andrés sanó a la esposa del Procónsul de una enfermedad incurable y la atrajo a la fe al igual que a muchos habitantes del lugar. También convirtió al hermano del mismo procónsul  con lo que los logros del cristianismo en este territorio se hicieron muy grandes y provocaron el enfurecimiento del gobernante quién hizo arrestar al Apóstol. Días después el Santo fue sumariamente condenado a ser crucificado cabeza abajo. Luego de tranquilizar a los amigos que pedían su libertad, San Andrés bendijo por última vez y entregó su alma a Dios. 

En 357 las preciosas reliquias del Apóstol se llevaron de Patras a Constantinopla y colocadas junto con las de San Lucas y Tadeo en la Iglesia de los Santos Apóstoles.

NOTICIAS

Avances en la Catedral de San Pedro y San Pablo

Gracias a los buenos oficios y la amorosa supervisión de Sayedna Antonio, se pueden ya constatar importantes avances enla Catedral de San Pedro y San Pablo en todos los ámbitos … (más)

Boletín del 20/11/2011

Fiesta de la Presentación

de la Madre de Dios en el Templo

Alabemos con fe a María, la doncella de Dios,
a quien los profetas, antiguamente, habían llamado:
 jarra, tabla de la ley, vara y monte intocable.
Pues hoy es presentada en el Santo de los Santos para ser educada para el Señor.

Himnos de la Liturgia

Tropario de la Resurrección

Tono 6

audioLos poderes celestiales aparecieron sobre tu sepulcro;
y los guardias quedaron como muertos;
María se plantó en el sepulcro buscando tu Cuerpo purísimo.
Sometiste al Hades sin ser tentado por él;
y encontraste a la Virgen otorgándole la vida.
¡Oh Resucitado de entre los muertos, Señor, gloria a Ti!

 

Tropario de la Presentación de la Virgen en el Templo

Tono 4

Hoy es el preludio de la complacencia de Dios,
el anuncio de la Salvación para los hombres:
la Virgen se presenta en el Templo de Dios
y preanuncia a Cristo a todos.
Exclamémosle con gran voz diciendo:
«¡Alégrate, oh cumplimiento del Plan salvífico del Creador!»

Condaquio de la Presentación de la Madre de Dios en el Templo

Tono 5

 Sagrado Templo del Señor y purísimo,
preciosa cámara nupcial y santísima,
cofre venerable de la Gloria de Dios,
en la casa del Señor, la Virgen hoy es presentada y con ella la gracia del Espíritu Divino.
 Alábenle los ángeles de Dios porque ella es la tienda celestial.

Lecturas bíblicas 

Carta del Apóstol San Pablo a los Efesios (2: 4-10)

Hermanos: Dios, rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun cuando estábamos muertos por los pecados, nos vivificó juntamente con Cristo —por la Gracia han sido salvados— y con Él nos resucitó y nos hizo sentar en los cielos en Cristo Jesús, a fin de mostrar en los siglos venideros la sobreabundante riqueza de su Gracia, por su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Pues por la Gracia han sido salvados, mediante la fe; y esto no viene de ustedes, sino que es un don de Dios; no viene de las obras, para que nadie se gloríe. En efecto, hechura suya somos: creados en Cristo Jesús, en orden a las buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano para que en ellas anduviéramos.

Evangelio según San Lucas (12: 16-21)

Dijo el Señor esta parábola: “Los campos de cierto hombre rico dieron mucho fruto; y pensaba para sí diciendo: “¿Qué haré, pues no tengo dónde reunir mi cosecha?” Y dijo: “Voy a hacer esto: Demoleré mis graneros y edificaré otros más grandes, y reuniré allí todo mi trigo y mis bienes; y diré a mi alma: Alma, tienes muchos bienes en reserva para muchos años. Descansa, come, bebe, goza.” Pero Dios le dijo: “¡Necio! Esta misma noche te reclamarán el alma; las cosas que preparaste, ¿para quién serán?” Así es el que atesora riquezas para sí, y no se enriquece en orden a Dios.»

Mensaje Pastoral

El Paraíso: ¿verdad o ilusión?

«¡Descansa, come, bebe y goza!»

Con estas palabras el rico de la parábola se felicitaba así mismo. ¿Acaso dicho estado no es «el paraíso perdido» del lenguaje mitológico –descanso, satisfacción y placer–, paraíso anhelado por muchos? El hombre de hoy planea: trabajaré fuertemente en la juventud para descansar y disfrutar de mis últimos años (¡como si supiera el momento preciso de su partida!). Sinceramente nuestro modo de pensar a menudo es muy parecido al del rico de la parábola.

¿Por qué las palabras de Jesús califican de ignorante nuestra actitud respecto a la búsqueda de este paraíso: «¡Necio!»? Para Sigmund Freud, padre del psicoanálisis, «el paraíso perdido» es una añoranza –que se ubica en la subconciencia– hacia el estado del feto en la matriz, donde la creatura come, bebe y descansa incesablemente. La hipótesis del psicoanalista logra, en cierto modo, trazar un perfil de la verdad: los anhelos religiosos no son obra de la civilización sino reacción genuina de la naturaleza humana; pero lo añorado no es el seno materno sino «el regazo de Dios», del cual el hombre ha abortado a sí mismo. Lo que Freud llama «subconciencia» la Biblia denomina «corazón» y la filosofía griega, adoptada por los padres de la Iglesia, le designa como νοός «Noos»: el ojo espiritual del ser humano por cuyo medio se comunica con su Creador y lo busca; es lo que le privilegia como la creación amada de Dios. El hombre, en la comprensión cristiana, no es un animal social ni racional sino un ser litúrgico. La etimología da este sentido a la palabra griega άνθρωπος «ántropo»: el que puede mirar hacia arriba. Físicamente su constitución –ya que puede estar de pie– le posibilita observar cómodamente el cielo; así también su «memoria paradisíaca» le permite añorar lo alto y lo divino. Si bien la mitología de la antigüedad ha adulterado esta nostalgia con las pasiones carnales del mundo caído, la revelación bíblica –culminada con la Encarnación del Hijo de Dios– ha purificado la añoranza y ha devuelto al paraíso su sentido esencial como estado de convivencia con el Señor: «el Reino de Dios ya está entre (en) ustedes» (Lc 17:21). La necedad del rico de la parábola consiste en que desactivó esta memoria. Sus graneros gigantescos le taparon la vista y ya no advertía más allá de su vida mundana.

Un placer –dice un filósofo– se vuelve dolor cuando te adviertes de que acabará pronto: ahora comes, al rato tendrás hambre; descansas, luego te cansarás o padecerás enfermedad. No era así con Adán en el
Paraíso. Su permanencia con Dios garantizaba su permanencia en la dicha.

La Iglesia, como voz que clama en el desierto, no cesa de reavivar en nosotros la memoria del «Reino de Dios» como anhelo constante y criterio básico de nuestro pensamiento, sentimiento y actitud. Cuando el cristiano llena sus sentidos y los espacios de su vida con la Palabra de Dios, la Gracia obra en él mística e imperceptiblemente, transformando su subconciencia añorante en una conciencia verídica, y he aquí que se vuelve iniciado del Paraíso restaurado. Amén.

La presentación de la Madre de Dios en el Templo

21 de noviembre

Esta fiesta de la Virgen se atribuye en el Oriente, más o menos, al Siglo VII, mientras en el Occidente al siglo XIV. Se caracteriza la fiesta por una historia que tiene un sentido muy profundo.

La pareja virtuosa, Joaquín y Ana, siendo estéril, fue agraciada por Dios con el fruto del vientre: María. Cuando la llevaron al Templo donde iba a residir la niña de tres años, conforme a la promesa que habían dado, Joaquín llamó a unas hebreas vírgenes para que la acompañaran con lámparas. María los adelantó sin ningún temor o vacilación y, al llegar al atrio del Templo, se encontró con Zacarías, el sumo sacerdote, y se aventó a sí misma en sus brazos mientras él decía: “El Señor te glorifica en toda generación, pues he aquí que en ti, Dios revela en los últimos días la salvación preparada para su pueblo.”

Luego, a diferencia con los hábitos conocidos, Zacarías introdujo a la niña María en el Santo de los Santos –parte del Templo inaccesible a ninguno excepto el mismo sumo sacerdote que entraba una vez al año para ofrecer un sacrificio por los pecados del pueblo– y la asentó en el tercer escalón del Altar; la Gracia del altísimo descendió sobre ella, así que empezó a bailar de alegría. Todos los presentes glorificaron a Dios por todo lo que hubo de realizarse en esta niña.

Joaquín y Ana regresaron a su casa pero sin la niña. Ella permaneció en el Templo nueve años, asimilando lo celestial, sin preocupación ni pasión; las mismas necesidades de la naturaleza las superó, al igual que todos los deseos materiales, vivió totalmente para Dios, contemplando su hermosura. Con constante oración y vigilia, se transformó en un espejo que refleja la gloria de Dios. Con una mente purificada por el recogimiento y el ayuno, pudo sondear la profundidad de las Santas Escrituras y comprendió que todo el pasado tiempo era necesario para que Dios preparase para sí una madre elegida dentro de esta rebelde humanidad.

María entró en el Templo, y allá contuvo a Dios; el Templo ya es ella; ella es la Tienda, el Tabernáculo de la Nueva Alianza, la Jarra del Maná celestial, la vara de Aarón y la Tabla de la ley de la Gracia.

NOTICIAS

S.E. Arzobispo Antonio regresa del Patriarcado

Su Eminencia Metropolita Antonio Chedraoui, Arzobispo de nuestra Arquidiócesis regresó el 15 de noviembre de su viaje al Patriarcado después de participar en la reunión del Santo Sínodo Antioqueno … (más)

Recepción a S.E. Obispo Ignacio en Valencia

El viernes 11 de noviembre, Su Excelencia, Obispo Ignacio Samaán llegó a la ciudad de Valencia, Venezuela, en su primera visita pastoral a dicha ciudad… (más)

Cosagración episcopal: dos obispos auxiliares en Sao Paolo

El domingo 6 de noviembre, se llevó a cabo en la Catedral patriarcal, en Damasco, la consagración episcopal de Sus Ecelencias, Monseñor Romanos Daoud y  Monseñor Marcos El-Khoury, como obispo auxiliares … (más)

 

 

Boletín del 13/11/2011

Memoria de San Juan Crisóstomo

Himnos de la Liturgia

Tropario de Resurrección

Tono 5icono_audio
Al coeterno Verbo, con el Padre y el Espíritu,
al Nacido de la Virgen para nuestra salvación,
alabemos, oh fieles, y prosternémonos.
Porque se complació en ser elevado en el cuerpo sobre la Cruz
y soportar la muerte,
y levantar a los muertos por su Resurrección gloriosa.

Tropario de San Juan Crisóstomo

Tono 8

La Gracia que por tu boca resplandeció como fuego,
ha iluminado el universo,
ha revelado al mundo los tesoros de la pobreza
y ha mostrado la excelsitud de la humildad.
¡Oh padre Juan Crisóstomo, cuyas palabras nos han educado,
intercede ante el Verbo, Cristo Dios, para que salve nuestras almas!

Condaquio de la Presentación de la Madre de Dios en el Templo

Tono 5

 Sagrado Templo del Señor y purísimo,
preciosa cámara nupcial y santísima,
cofre venerable de la Gloria de Dios,
en la casa del Señor, la Virgen hoy es presentada
y con ella la gracia del Espíritu Divino.
 Alábenle los ángeles de Dios porque ella es la tienda celestial.

Lecturas bíblicas

Carta del Apóstol San Pablo a los Hebreos (7: 26-8:2)

Hermanos: Así es el Sumo Sacerdote que nos convenía: santo, inocente, inmaculado, apartado de los pecadores, encumbrado por encima de los cielos, que no tiene necesidad de ofrecer sacrificios cada día como aquellos sumos sacerdotes, primero por sus pecados propios, luego por los del pueblo: esto lo realizó de una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo. Es que la Ley instituye como sumos sacerdotes a hombres frágiles; pero la palabra del juramento —posterior a la Ley— instituye al Hijo perfecto para siempre.

Éste es el punto capital de cuanto venimos diciendo: tenemos un Sumo Sacerdote tal, que se sentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos, ministro del santuario y del Tabernáculo verdadero, erigido por el Señor, no por un hombre.

Lectura del Evangelio según San Lucas (10: 25-37)

En aquel tiempo, se levantó un legista y le dijo a Jesús para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿qué he de hacer para heredar vida eterna?» Él le dijo: « ¿Qué está escrito en la Ley? ¿Cómo lees?» Respondió aquél: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo.» Entonces le dijo: «Bien has respondido. Haz eso y vivirás.» Pero él, queriendo justificarse, dijo a Jesús: «Y ¿quién es mi prójimo?» Jesús le respondió y dijo: «Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de salteadores que, después de despojarlo y golpearlo, se fueron dejándolo medio muerto. Casualmente, bajaba por aquel camino un sacerdote y, al verlo, dio un rodeo. De igual modo un levita que pasaba por aquel sitio lo vio y dio un rodeo. Pero un samaritano que iba de camino llegó junto a él, y al verlo tuvo compasión; se acercó y vendó sus heridas echando en ellas aceite y vino; y haciéndolo montar su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y cuidó de él. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y dijo: “Cuida de él y, si gastas algo más, te lo pagaré cuando vuelva.”… ¿Quién de estos tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores?» Él dijo: «El que practicó la misericordia con él.» Entonces Jesús le dijo: «Vete y haz tú lo mismo.»

Mensaje pastoral

¿Quién es mi prójimo?

La personalidad del hombre se define conforme a su reacción a su entorno, es decir, según su relación con el prójimo que Dios le pone en el camino. Estas relaciones sociales no forman meramente una parte de la vida sino que instituyen el sentido real de la misma; es menester enfatizarlo hoy en día, que el individualismo se ha vuelto la dignidad principal de la sociedad.

La pregunta que le preocupaba al legista de la lectura evangélica no es fácil de contestar: «¿Quién es mi prójimo?», al que tengo que amar como a mí mismo y cuya vida ocuparía de mi reinado un espacio significativo tanto cuanto la mía.

Para el judío de aquel entonces, merece este calificativo el hermano, el familiar o el judío, tomando en cuenta que en su concepto la religión equivale a la raza. El hombre contemporáneo también define «el prójimo» conforme a la ideología religiosa, política o nacional y, sobre todo, conforme al interés común.

La parábola de Cristo «el Buen samaritano», en cambio, establece la respuesta concluyente del Cristianismo sobre «el prójimo» en el siguiente término: ¡Amor!

Amor comprometido y expresado en misericordia; amor práctico incapaz de encerrarse insensiblemente lejos del entorno. ¿Qué significa la familia y la hermandad cuando el amor se opaca? ¿Qué figura la patria si el sentido de la responsabilidad se desvanece? Todas las relaciones en ausencia de amor vuelven redes que cautivan lastimosamente la individualidad de hombre a escapar. «Vete (hacia el prójimo) y haz tú lo mismo (que el buen samaritano)», dijo el Señor al legista. El prójimo es aquel hacia quien me dirijo. Cada hombre que se encuentra en mi ruta es mi prójimo: o me dirijo hacia él con misericordia o lo ignoro y así lastimo la proximidad.

Las garantías de la vida no se consiguen ignorando al prójimo sino sirviéndolo, porque la garantía está en Dios y no en el hombre. No hay comunión con Dios sin el amor al prójimo. No hay comunión con Dios en un corazón que no se apiada.

La familia, la raza y la patria son relaciones establecidas que ayudan pero lo que crea a una «prójimo» es el salir hacia él con misericordia.

«Vete (salte) y haz tú lo mismo».

San Juan Crisóstomo (13 de noviembre)

El más grande y amado entre todos los oradores cristianos, San Juan Crisóstomo, nació en Antioquia la Grande entre los años 344-347; provenía de una noble familia, sus padres fueron Secundo, funcionario civil en la administración militar de Siria, quien muere poco tiempo después del nacimiento de Juan; y Anthusa, una excelente mujer y una cristiana ejemplar, viuda a la edad de veinte años, quien se hizo cargo de la educación piadosa y esmerada de su hijo, así como de su primera hija. Juan recibió su enseñanza literaria del filósofo Anthragathius y de Livanio, el sofista, quien fuera el más grande maestro de la escuela retórica griega en aquel tiempo. Livanio era pagano, y cuando le preguntaron antes de su muerte a quien consideraba su mejor sucesor, contestó: “Por supuesto a Juan, si los cristianos no lo hubiesen separado de nosotros,” y sobre la madre de Juan opinó: “¡Qué dignas mujeres tienen los cristianos!”

Después de terminar sus estudios, Juan ocupó el puesto de abogado y se hizo muy famoso por su elocuencia. Pero muy pronto la vida mundana lo aburrió. Al recibir el bautismo a la edad adulta, según las costumbres de aquellos tiempos, quiso alejarse al desierto, pero se quedó en la ciudad por petición de su madre.

Mientras tanto el obispo de Antioquia, Meletio, se enteró de su extraordinaria inteligencia y lo ordenó lector en el año 370. En este tiempo Juan estaba estudiando las Sagradas Escrituras y otras ciencias relacionadas con la teología.

Al fallecer su madre, pudo cumplir su más gran deseo. Del año 374 al 381 vivió vida monástica en una ermita cerca de Antioquía; su extremo ascetismo minó su salud obligándolo a regresar a Antioquía, donde San Meletio lo ordenó diácono en el año 381.

San Meletio fue llamado a Constantinopla para presidir el Segundo Concilio Ecuménico durante el cual se durmió en el Señor. En el año 386 el obispo Flaviano ordena a Juan presbítero de la Iglesia de Antioquía. Los doce años de su servicio en Antioquia fueron los años más felices de su vida. Predicaba sin parar y participaba de manera muy activa en las alegrías y tristezas de sus parroquianos. Muchas veces sus sermones eran interrumpidos por fuertes aplausos. Juan calmaba al público diciendo: “¿Para qué me sirven sus aplausos? Arrepentimiento y conversión de vida hacia Dios, son los mejores elogios para mí de parte de ustedes.” Especialmente Juan se hizo famoso por sus palabras referidas a las desgracias que amenazaban a la gente de Antioquia por derrumbar las estatuas de los emperadores. Muy pronto, en todo el mundo cristiano Juan se hizo famoso como “El Crisóstomo” (Boca de oro) (este nombre le fue dado por su gran elocuencia). Dada su fama, fue elegido por el pueblo como sucesor de San Nectario –quien a su vez había sucedido a San Gregorio el Teólogo-; y fue consagrado obispo de Constantinopla el 28 de febrero de 398 por Teófilo, Patriarca de Alejandría.

Los primeros tiempos de su patriarcado fueron muy agradables para Juan: empezó a luchar con todas sus fuerzas contra lo que quedaba del arrianismo, por establecer la paz entre algunos obispos que estaban en conflicto y por corregir al clero y a los parroquianos. Pero esta enérgica actividad le trajo muchos enemigos, la más importante de entre ellos, la emperatriz Eudoxia, quien encabezaba la lucha contra Juan. Eudoxia era una mujer frívola y ambiciosa, había atraído a su grupo al arzobispo Teófilo y junto con él se unieron los obispos descontentos con Juan. Estos obispos organizaron un concilio en una ciudad cerca de Calcedonia llamada la Encina en agosto del 403 y condenaron a Juan a dejar la cátedra y al exilio en el Ponto.

“La iglesia de Cristo no comenzó conmigo ni terminará conmigo” — les dijo Juan a los fieles y dejó la capital. Pero la misma noche hubo un terrible terremoto y sus golpes más fuertes se escucharon en el palacio. Asustada Eudoxia mandó pedir al Crisóstomo que regresará a la ciudad. Pronto el ambiente de reconciliación se transformó en nuevos enfrentamientos con Eudoxia. Pasaron dos meses y Eudoxia se entregó nuevamente a sus pasiones y vicios. En la fiesta de San Juan Bautista, el Crisóstomo inició su sermón con estas palabras: “Ya se enfurece nuevamente Herodías, nuevamente se conmueve, baila de nuevo y nuevamente pide en una bandeja la cabeza de Juan”. Sus adversarios consideraron estas palabras como una alusión a Eudoxia. Esta vez Juan fue condenado por rebeldía y fue enviado al exilio a Cucusa en el año 404, en la frontera de Cilicia y Armenia, adonde durante tres años acudían desde Antioquía muchos de sus antiguos fieles, por lo que sus enemigos decidieron desterrarlo a Pitio, lugar inhóspito cerca del Cáucaso.

El arduo viaje de 3 meses estuvo lleno de contrariedades y sufrimientos; los rudos guerreros llevaban al Santo caminando a través de las montañas con calor y lluvia torrencial. El Santo no alcanzó a llegar a Pitio; entregó su alma al Señor cerca de Comana, en el Ponto, en la capilla del Mártir Basilisco, donde durante la noche, tuvo la visión del Santo Mártir, quien le dijo: “No te entristezcas, hermano, mañana estaremos juntos.” Al día siguiente, por la mañana, después de comulgar los Santos Dones, y de pronunciar las palabras: “¡Gloria a Dios por todo!” San Juan falleció en paz el 14 de septiembre de 407.

Sus santas reliquias fueron trasladadas a Constantinopla 31 años después por el Emperador Teodosio el Joven y Santa Pulqueria. Los hijos de Arcadio y Eudoxia con fervientes suplicas pidieron perdón por los pecados de sus padres; el retorno de estas santas reliquias es celebrado el 27 de enero. El Crisóstomo hizo exhaustivos comentarios sobre las Sagradas Escrituras y es el autor con más número de obras entre los Padres de la Iglesia. Nos dejó comentarios sobre todo el libro del Génesis, los Evangelios de San Mateo y San Juan, Hechos de los Apóstoles y sobre todas las epístolas de San Pablo; 1447 sermones y 240 epístolas. Junto con esta conmemoración y la del 27 de enero, se le conmemora con los jerarcas de la Iglesia Basilio el Grande y Gregorio el Teólogo el 30 de enero.

NOTICIAS

Comunicado del Santo Sínodo

Convocado por Su Beatitud el Patriarca Ignacio IV, el Santo Sínodo Ortodoxo Antioqueno, presidido por él, realizó su 48ª Sesión ordinaria, del 25 al 27 de octubre, 2011, en la Sede patriarcal del Monasterio de Nuestra Señora del Balamand (Líbano) … (más).

 

Caracas: Recepción a S.E. Obispo Ignacio

La comunidad de la Catedral de San Antonio Abad en Caracas, venezuela junto con su párroco, el Rev. Archimandrita José Dib, organizó el día 29 de octubre una recepción a Su Exelencia Obispo Ignacio Samaán … (más)

Cosagración episcopal: dos obispos auxiliares en Sao Paolo

El domingo 6 de noviembre, se llevó a cabo en la Catedral patriarcal la consagración episcopal de Sus Ecelencias, Monseñor Romanos Daoud y  Monseñor Marcos El-Khoury, como obispo auxiliares … (Más)

 

Boletín del 26/06/2011

2°. Domingo después de Pentecostés

MP TH Beso ángel

Cuando las Mirróforas vieron la piedra removida, se alegraron
porque vieron a un joven sentado en el sepulcro que les dijo:
Cristo resucitó; decid a los Apóstoles y a Pedro:
Corran al monte de Galilea,
allá donde se les aparecerá a vosotros, oh amados,
tal como antes lo había dicho.

Exapostelario

Tropario de la Resurrección

Tono 1

Cuando la piedra fue sellada por los judíos
y tu purísimo cuerpo fue custodiado por los guardias,
resucitaste al tercer día, oh Salvador,
concediendo al mundo la vida.
Por lo tanto, los poderes celestiales clamaron a Ti:
Oh Dador de Vida,
Gloria a tu Resurrección, oh Cristo, gloria a tu Reino,
gloria a tu plan de salvación, oh Único, Amante de la humanidad.

Condaquio

Tono 4

Oh Protectora de los cristianos indesairable;
Mediadora, ante el Creador, irrechazable:
no desprecies las súplicas de nosotros, pecadores,
sino acude a auxiliarnos, como bondadosa,
a los que te invocamos con fe. 
Sé presta en intervenir y apresúrate con la súplica,
oh Madre de Dios, que siempre proteges a los que te honran.

Carta del Apóstol San Pablo a los Romanos (2: 10-16)

Hermanos: Gloria, honor y paz a todo el que obre el bien; al judío primeramente y también al griego; que no hay acepción de personas en Dios.

Pues cuantos sin ley pecaron, sin ley también perecerán; y cuantos pecaron bajo la ley, por la ley serán juzgados; que no son justos delante de Dios los que oyen la ley, sino los que la cumplen: ésos serán justificados (pues cuando los gentiles que no tienen ley cumplen naturalmente la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos; los cuales muestran la obra de la ley escrita en su corazón, como se lo atestigua su conciencia y sus diferentes juicios que ya los acusan, ya los defienden), en el día en que Dios juzgará los secretos de los hombres por Cristo Jesús, según mi Evangelio.

Evangelio según San Mateo (4: 18-23)

En aquel  tiempo, mientras Jesús caminaba por la ribera del mar de Galilea, vio a dos hermanos: Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés echando la red en el mar, pues eran pescadores, y les dijo: «Vengan conmigo, y los haré pescadores de hombres.» Y ellos al instante, dejando las redes, lo siguieron.

Más adelante, vio a otros dos hermanos, Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan, que estaban en la barca con su padre Zebedeo arreglando sus redes; y los llamó. Ellos, al instante, dejaron la barca y a su padre, y lo siguieron.

Recorría Jesús toda Galilea enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y curando toda enfermedad y toda dolencia del pueblo.

Fe que se vuelve un pescador

“Escucha, hija, mira y pon atento oído, olvida a tu pueblo y la casa de tu padre, y el rey se prendará de tu belleza” (Salmo 44: 12-13).

Ellos no habían presenciado un milagro, pero creyeron en la promesa: el Señor los llamó y, al instante, los sencillos pescadores no dudaron en seguirlo. Temeraria es la fe, podría decirse. Un padre latino, Jerónimo, escribía: “La fe verdadera no conoce intervalo: tan pronto oye, cree, sigue y se convierte en pescador.” Como puede inferirse en el Evangelio de san Juan (Jn 1: 35-42), el Bautista los había preparado para el encuentro: las ovejas escucharon al pastor y reconocieron su voz. Por ello, dejaron los peces y las redes, y salieron a pescar almas. Y, así, al abandonar su anterior labor, abandonaron también su ignorancia, su rudeza, y se transformaron, mediante la gracia del Espíritu Santo, en hombres sabios.

Digno es notar que el Evangelio menciona que Santiago y Juan estaban arreglando sus redes (quizá necesitaban alguna reparación o, simplemente, no estaban en condiciones para la pesca en ese momento) y no habían pescado nada; posteriormente, después de la Resurrección de Cristo, los apóstoles salen nuevamente a pescar y, siguiendo las instrucciones del Maestro, llenan abundantemente las redes. ¡Dichosa elección entre lo mundano y lo celestial! Poco importa lo mucho o poco que se abandona: lo que importa es el espíritu que se libera de lo material. Así, podemos entender con mayor claridad por qué nuestro Señor le dijo al que quería ser su discípulo, pero deseaba enterrar a su padre: «Sígueme, y deja que los muertos entierren a sus muertos» (Mt 8: 22). Que el mundo entierre lo del mundo y no sea obstáculo que postergue el llamado del Señor.

Los discípulos “creyeron que podrían ellos pescar a otros por la sola palabra que a Jesús habían oído y con que a ellos mismos los había pescado”, hace notar san Juan Crisóstomo. Y cada milagro de Jesús confirmaba la fe que habían depositado en Él.

Es nuestra elección acudir al llamado: que el mundo conozca a Dios será el resultado de la pesca. Que la red de su palabra se extienda sobre la mar; y nosotros, ignorantes y rudos, aprendamos a ser pescadores, por la gracia de su Espíritu Santo. Amén.

Rev. Padre Antonio Martínez
Iglesia de la Santa Trinidad
Guatemala,Guatemala

La vela y nuestra oración

Las velas encendidas en el templo y frente a los iconos son una tradición auténtica y una expresión sencilla y transparente de la devoción cristiana. Pero encender una vela, como los demás gestos litúrgicos, tiende a menudo a volverse un hábito que, haciéndolo  por costumbre, produce el descuido de lo que debe encenderse de virtudes y devociones en nuestro interior.

Tomando lo anterior en consideración, exponemos algunas frases de san Juan de Crontestad (un sacerdote ruso [1845-1920] que el pueblo ruso recuerda con gran fervor y que fue canonizado en 1992) a fin de animar nuestra conciencia:

«Las velas encendidas sobre el altar son el signo de la Luz de la Santísima Trinidad, pues Dios no mora sino en la Luz, y hacia Él, la oscuridad no se acerca ya que es como fuego que devora todo pecado o maldad.

Una vela encendida ante el icono de Cristo lo anuncia como la Luz del mundo, que ilumina a todo hombre que viene a Él.

Una vela encendida ante el icono de la Virgen la anuncia como la Madre de la Luz.

Una vela encendida ante el icono de un Santo lo anuncia como candil adornado, y puesto como faro alto, ilumina a todos los que están en la casa. Encendemos las velas como símbolos del ardor de nuestro celo hacia su santidad y amor, como señales de veneración, alabanza silenciosa y agradecimiento por la intercesión que nos brindan.

Cuando enciendo una vela, pido a Dios que me otorgue un corazón que arda con el fuego del santo celo y del amor puro, que queme los deseos y pecados que están dentro de mí.»

¿Por qué el incienso?

El incienso ofrecido indica la Presencia Divina: Dios está presente en la Iglesia, en los iconos, en los fieles y en todo el universo. Y cuando el sacerdote inciensa a cada uno de los presentes, inciensa la imagen de Dios en él; por eso, cuando se eleva ante nuestros ojos, nos inclinamos ofreciendo a Dios el templo de nuestro cuerpo para que sea su morada: “¡Ven a habitar en nosotros!”

Y mientras el incienso es dirigido hacia cada uno a la vez, contiene a todos juntos: formamos la Iglesia, y nuestra oración común se eleva con el aroma delicado que llena la casa de Dios con dulzura y devoción.

Sobre el amor al prógimo

+ Padre Paísio

Cuando uno ora con dolor ante Dios por su prójimo, el Buen Dios manda su Gracia abundantemente.

Si te amas a ti mismo por encima de los demás, infórmate que todavía no vives el pensamiento de Cristo.

Suaviza tu duro corazón ante las almas heridas según puedas, para que sea sensible y humilde, así, pidiendo la misericordia de Dios, alcanzarás.

Dios auxilia cuando, haciendo tuyos los problemas del prójimo, pides su misericordia. En ese momento, el justo Dios, al ver un cierto amor sincero, auxilia.

Cada vez que los hombres se alejan de la vida sencilla y natural, se les aumenta la inquietud humana. Y cada vez que la cortesía hipócrita se acrecienta, se pierden la sencillez, la alegría y la sonrisa humana natural.

Padre Ignacio: obispo auxiliar

Con la Gracia de Dios y bajo la inspiración del Espíritu Santo, el Santo Sínodo de la Iglesia Ortodoxa del Patriarcado de Antioquía … ha sido electo a la dignidad episcopal el Reverendo Archimandrita Ignacio Samaán con calidad de Obispo Auxiliar …        leer más

El Santo Sínodo: omunicado pastoral

En el Monasterio de Nuestra Señora de Balamand (Líbano), entre el 21 y el 23 de junio, se celebró el ciclo 47° del Santo Sínodo Antioqueno, presidido por Su Beatitud Ignacio IV (Hazim) en presencia de Sus Eminencias Padres del Santo Sínodo Antioqueno …     leer más

Boletín del 19/06/2011

Domingo de Todos los Santos

todos los santos

Coronemos con cánticos al Bautista y Precursor,
a los Apóstoles, Profetas y Mártires;
Archisacerdotes, Ascetas, mujeres amantes de Dios
y a todos los justos junto con los coros angélicos,
pidiendo que, por sus ruegos, alcancemos la gloria que han obtenido,
gloria que brota de Cristo Salvador.
Exapostelario

Tropario de la Resurrección

Tono 8

icono_audioDescendiste de las alturas, oh Piadoso,
y aceptaste el entierro de tres días
para librarnos de los sufrimientos.
Vida y Resurrección nuestra, oh Señor, gloria a Ti.

Tropario de «Todos los Santos»

Tono 4

icono_audioOh Cristo Dios,
tu Iglesia, adornada con la sangre de tus mártires en todo el mundo,
como si fuera con fino lino y púrpura,
por ellos, te ruega diciendo:
envía tu piedad sobre tu pueblo,
otorga al mundo la paz,
y a nuestras almas la gran misericordia.

Condaquio de «Todos los Santos»

Tono 8

Oh Sembrador de la creación,
el universo Te ofrece, como primicias de la naturaleza,
a los Mártires, Portadores de Dios; 
por cuyas súplicas y las de la Madre de Dios,
conserva a tu Iglesia en profunda paz, oh Señor Todo Misericordia.

 Carta del Apóstol San Pablo a los Hebreos (11: 33-12: 2)

Hermanos: Los Santos, por la fe, sometieron reinos, hicieron justicia, alcanzaron las promesas, cerraron la boca a los leones; apagaron la violencia del fuego, escaparon del filo de la espada, sacaron fuerzas de la debilidad, se hicieron valientes en la guerra, rechazaron ejércitos extranjeros; las mujeres recobraron resucitados a sus muertos. Unos fueron torturados, rehusando la liberación por conseguir una resurrección mejor; otros soportaron burlas y azotes, y hasta cadenas y prisiones; apedreados, torturados, aserrados, muertos a espada; anduvieron errantes cubiertos de pieles de ovejas y de cabras; faltos de todo; oprimidos y maltratados, ¡hombres de los que no era digno el mundo!, errantes por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas de la tierra. Y todos ellos, aunque alabados por su fe, no consiguieron la promesa. Dios tenía ya dispuesto algo mejor para nosotros, de modo que no llegaran ellos sin nosotros a la perfección.

Por tanto, también nosotros, ya que tenemos en torno nuestro tan gran nube de testigos, sacudamos todo lastre y el pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, fijos los ojos en Jesús, autor y consumador de la fe.

Evangelio Según San Mateo (10: 32, 33, 37, 38; 19: 27-30)

Dijo el Señor a sus discípulos: «Por todo aquél que se declare por Mí ante los hombres, Yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos; pero a quien me niegue ante los hombres, le negaré yo también ante mi Padre que está en los cielos.

El que ama a su padre o a su madre más que a Mí, no es digno de Mí; el que ama a su hijo o a su hija más que a Mí, no es digno de Mí. El que no toma su cruz y me sigue detrás, no es digno de Mí.»

Entonces Pedro, tomando la palabra, le dijo: «He aquí que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué recibiremos, pues?» Jesús les dijo: «Yo les aseguro, que en la regeneración, cuando el Hijo del hombre se siente en su Trono de gloria, ustedes que me han seguido se sentarán también en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel. Y todo aquél que haya dejado casa, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o hacienda por mi Nombre, recibirá el ciento por uno y heredará vida eterna. Pero muchos primeros serán últimos y muchos últimos, primeros.»

La Santidad

La Iglesia ha tenido a bien designar el primer domingo de Pentecostés para conmemorar a todos los santos. La Santidad es la evidencia de la obra de gracia efectuada por la tercera persona de la Santísima Trinidad en el corazón de los creyentes. Contra lo que piensa la mayoría, que únicamente pocos fieles son llamados a la santidad, leemos en la Sagrada Escritura, que la voluntad de Dios es que todo su pueblo sea santo: “porque la voluntad de Dios es vuestra santificación” (1 Tes 4:3). Es por esto que, después de Pentecostés, El Espíritu Santo, la Tercera Persona de la Santísima Trinidad, santifica a la Iglesia, purificándola y dándole poder para vencer el poder y las fuerzas del mal. Antes de Pentecostés, los Apóstoles, como cualquier ser humano, tienen miedo y se esconden; después de Pentecostés, nada les arredra y, santificados, aunque los persiguen hasta el martirio, predican a Cristo resucitado.

La Santidad es pureza total, nuestro máximo galardón será ver a Dios tal cual Él es (1 Jn 3: 2). Pero para poder ver a Dios, el alma debe estar purificada, esto es, limpia de pecado. Cristo nos dice “bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios” (Mt 5: 8). Abundan en la Sagrada Escritura las citas que nos enseñan que solo los de limpio corazón estarán frente al Altísimo; mencionemos solamente dos de ellas: “¿Quien subirá al monte de Yahvé?, ¿y quién estará en su lugar santo?, el limpio de manos y puro de corazón” (Sal 24: 3-4). “No entrará en ella (la nueva Jerusalén) ninguna cosa inmunda” (Ap 21: 27). El Espíritu Santo nos purifica de todo pecado, haciéndonos, precisamente, limpios y aptos para estar frente al Todopoderoso; así como el fuego purifica los metales en el crisol, quitando de ellos toda impureza, igualmente el fuego del Espíritu Divino nos limpia de toda impureza.

Otra fase de la Santidad en la Consagración total a Dios, esto implica dedicación, separación para con Dios. Los vasos del templo de Jerusalén, que fueron dedicados para el servicio de Dios, eran por lo tanto vasos santos; cuando el rey Belsasar mandó traer los vasos de oro del Templo para usarlos en la orgía que efectuaba en su palacio, la ira de Dios se manifestó, y apareció una escritura en las paredes de su palacio anunciándole su destino (Dn. 5: 2). El pueblo de Dios, que es un pueblo de sacerdotes y gente santa (Ex 19: 6), es un pueblo dedicado, consagrado, separado para la honra y gloria del Altísimo. Este tema es tan extenso que es imposible tratarlo en su totalidad en este pequeño espacio. Hagamos esta última reflexión: el Hombre, por sí mismo, no puede santificarse, por lo que debe entregarse y consagrarse al Todopoderoso, para ser santificado. Sigamos el ejemplo de aquellos santos que vivieron en el mundo, pero no amaron al mundo, y aumentaron sus virtudes con la fuerza del Espíritu Santo, y por esto muchos de ellos fueron al martirio por haberse consagrado a Dios, y prefirieron el martirio antes que apostatar de su Creador y Redentor.

Rev. Padre Mario Lara
Catedral de San Jorge
México D.F.

La intercesión de los santos

En este día, el domingo siguiente al de Pentecostés, y en el que recordamos a todos los coros de los santos sería de provecho recordar  porqué los veneramos y qué importancia tinen sus intercesiones.

Los primeros venerados por los cristianos fueron los mártires. Su restos se conservaban cuidadosamente como tesoros preciosos, no necesariamente por su poder milagroso sino por que estos fieles de Cristo lucharon la buena batalla e imitaron la muerte del Señor. Porque no son los mártires los que viven en ellos mismos, sino que es Cristo quien vive en ellos (Gal. 2:20). Una ves libre la iglesia de las persecuciones, se empezó a venerar al coro entero de los Santos que aunque no habían derramado su sangre, día con día testimoniaban su vida en el evangelio, en Cristo, aniquilando sus propios deseos y pasiones y solo deseando hacer la voluntad de su Señor. 

El concepto de la Iglesia sobre este punto está conectado con su comprensión de la muerte. Los fieles, desde los primeros tiempos, han acostumbrado orar los unos por los otros pidiendo la intercesión de los justos “la oración ferviente del justo tiene mucho poder” (Santiago 5,16).

Si la Iglesia nos enseña a pedir los ruegos de los justos vivos, cuanto más nos alienta a pedir las intercesiones de aquellos que ya han sido coronados con la victoria de la santidad. Pues, su muerte no ha sido más que un paso hacia la Vida. En las catacumbas romanas de los primeros siglos cristianos se encuentran testimonios como las siguientes oraciones: “Noria, seas bienaventurada y ruega por nosotros” y “Pedro y Pablo, rueguen por Víctor”.

Con la irrupción de la Iglesia en el ámbito pagano, y la entrada masiva de gentiles a las filas del cristianismo, algunas veces, la veneración a los santos se exageró, llegando estos a tomar el lugar de los dioses paganos. Esta situación se tradujo en una distanciamiento entre la teología y adoración cristiana por un lado y por el otro las prácticas cultuales de algunos grupos. Mas la Iglesia siempre conservó la transparencia de los santos: son lunas que reflejan la luz del Sol verdadero. Y esto es lo que ha enseñado siempre: los santos nos guían a Cristo.

Las cuatro velas

Cuatro velas encendidas suavemente hablaban entre ellos.

Dijo la primera: “Soy la vela de la paz; nadie en este mundo quiere que mi flama siga.” Y he aquí que su luz se apaga.

Dijo la segunda vela: “Yo soy la de la fe; en estos días parece que ya no soy de las cosas indispensables.” Y se empezó a sofocar.

Con tristeza, la tercera vela decía: “Soy la del amor; ya no tengo fuerza más para seguir iluminando; los hombres me han puesto a un lado y ya no reconocen mi valor; se han olvidado del amor aun a los más cercanos.” Al terminar su palabras, se extinguió completamente.

De repente, un niño entró en el cuarto y encontró sofocadas las tres velas. Empezó a llorar y decía: “¿Acaso no debían permanecer encendidas hasta el fin?”

Y al instante, el niño escuchó una voz suave –era la de la cuarta vela– que le decía blandamente: “¡No tengas miedo!, yo soy la vela de la esperanza. Mientras estoy encendida, puedes inflamar a mis hermanas.”

Con ojos brillantes, el niño agarró la vela de la esperanza y encendió las demás.

No dejes que la flama de la esperanza en la misericordia del Señor muera en tu corazón. Con la esperanza y la confianza en Dios, por más incómodas que sean las circunstancias, el amor, la fe y la paz volverán a iluminar tu vida esplendorosamente. 

 

Boletín del 12/06/2011

Domingo del Pentecostés

Pentecostes
Oh Santísimo Espíritu que procedes del Padre
y que, por el Hijo, vienes sobre los iletrados Discípulos:
salva y santifica a todos los que te reconocen como Dios.
 
Exapostelario

Tropario de Pentecostés

Tono 8

icono_audio¡Bendito eres Tú, oh Cristo Dios nuestro,
que mostraste a los pescadores sapientísimos
 cuando enviaste sobre ellos el Espíritu Santo.
Y por ellos el universo pescaste!
¡oh Amante de la humanidad, gloria a Ti!

Condaquio de Pentecostés

Tono 8

icono_audioCuando el Altísimo descendió en Babel,
confundió las lenguas
y dispersó las naciones;
mas cuando repartió las lenguas de fuego,
llamó a todos a la unidad.
Por lo cual, glorificamos con una sola voz al Santísimo Espíritu.

Lectura de Hechos de los Apóstoles (2: 1-11)

Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar. De repente vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso, que llenó toda la casa en la que se encontraban. Se les aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos; quedaron todos llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse. Había en Jerusalén judíos, hombres piadosos que allí residían, venidos de todas las naciones que hay bajo el cielo. Al producirse aquel ruido la gente se congregó y se llenó de estupor al oírles hablar cada uno en su propia lengua. Estupefactos y admirados decían: «¿Es que no son galileos todos estos que están hablando? Pues, ¿cómo cada uno de nosotros les oímos en nuestra propia lengua nativa? Partos, medos y elamitas; habitantes de Mesopotamia, Judea, Capadocia, el Ponto, Asia, Frigia, Panfilia, Egipto, la parte de Libia fronteriza con Cirene, forasteros romanos, judíos y prosélitos, cretenses y árabes, todos les oímos hablar en nuestra lengua las maravillas de Dios.»

Evangelio según San Juan (7:37-52, 8:12)

 En el último día de la fiesta, que es el más solemne, Jesús se puso de pie, y alzo la voz diciendo: «Si alguno tiene sed, venga a Mí y beba. El que crea en Mí, como dice la Escritura, de su interior emanarán ríos de agua viva.» Esto lo dijo refiriéndose al Espíritu Santo, que iban a recibir los que creyesen en Él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús todavía no había sido glorificado. Muchos entre la gente, al escuchar estas palabras, decían: «Éste ciertamente es el profeta.» Otros decían: «Éste es el Cristo.» Mas algunos replicaban: «¿Por ventura el Cristo va a venir de Galilea? ¿No dice la Escritura que del linaje de David, y de Belén, donde David moraba, vendrá el Cristo?» Con esto, se suscitaron disputas entre la gente del pueblo sobre Él. Algunos de ellos querían prenderlo, pero nadie le echó mano.

Los guardias volvieron a los sumos sacerdotes y fariseos, y éstos les dijeron: «¿Por qué no lo han traído?» Respondieron los guardias: «Jamás hombre alguno ha hablado como habla este hombre.» Les dijeron los fariseos: «¿También ustedes se han dejado engañar? ¿Acaso algún magistrado o fariseo ha creído en Él? Pero esa gente que no conoce la Ley son unos malditos.» Les respondió Nicodemo, el que  había ido antes a ver a Jesús y que era uno de ellos: «¿Acaso nuestra Ley condena a un hombre sin haberle oído  primero  y  sin   saber   lo   que hace?» Le respondieron así: «¿Es que tú también eres de Galileo? Examina bien las Escrituras, y verás que de Galilea no ha salido ningún profeta.»

Jesús les habló de nuevo y dijo: «Yo soy la Luz del mundo. El que me siga no caminará a oscuras, sino que tendrá  la luz de la vida.

Pentecostés: la ley del amor

Hoy, cincuenta días después de la Pascua, celebramos Pentecostés que era para los judíos la fiesta de la entrega de Lay a Moisés y por medio de él al pueblo de Israel. Entonces no es extraño que Dios elija este día para el descenso del Espíritu Santo y, Por lo tanto, para que esta fiesta sea la memoria de la institución de la Iglesia, la Nueva Alianza. Dios nos dio la ley para conocerlo por medio del prójimo; esta definición queda más obvia en las enseñanzas del Nuevo Testamento por eso dice San Pablo: “Ustedes son una carta que Cristo escribió por intermedio nuestro, no con tinta, sino con el Espíritu del Dios viviente, no en tablas de piedra, sino de carne, es decir, en los corazones” (2Cor 3:3). Según esta expresión, el corazón del creyente formará el arca de la alianza que guarda el evangelio de la Gracia, de tal suerte que las obras, los pensamientos y las palabras del hombre surgan conforme a la nueva ley que Jesús resumió en un solo mandamiento: el amor.

Era necesario el caminar gradual desde la ley de Moisés hasta el Evangelio de Jesucristo, porque Dios hablaba con el ser humano con lo que éste entendía según dice san Pablo: “Cuando llegue lo que es perfecto, cesará lo que es imperfecto. Mientras yo era niño, hablaba como un niño, sentía como un niño, razonaba como un niño, pero cuando me hice hombre, dejé a un lado las cosas del niño.” (1Cor 13:10-11).

La Ley del Antiguo Testamento no fue anulada sino fue cumplida por las enseñanzas de Jesús que mostraron el propósito real de ella. Sin embargo los mandamientos: “no matarás”, “no robarás” y muchos otros son, inicialmente, para distinguir el bien del mal, y se habían dado para los que no conocían la voluntad de Dios por la dureza de su corazón y por el oscurecer de la imagen de Dios en ellos. Con Jesucristo aprendemos que los mandamientos no son para amarrar a la persona sino para enseñarle el amor al prójimo y a todas las creaturas.

Leemos en el Evangelio de hoy que por haber malentendido la Ley como normas y castigos, los sumos sacerdotes y los fariseos rechazaron a Jesucristo y consideraron como malditos a los creyentes en Él que no conocían la Ley. En cambio, el descenso del Espíritu Santo hoy unió a todos que empezaron a entender y aceptar el uno al otro como escuchamos en la lectura de Hecho de los Apóstoles. Entonces hoy en la fiesta de Pentecostés conmemoramos el nacimiento de la Iglesia, la Nueva Alianza, que une al hombre con su prójimo y luego, a los dos con Dios; a partir de este Día comprendemos que la Ley, los mandamientos y toda buena dádiva que viene de Dios son para unir a todos en el amor.

Icono de Pentecostés

PentecostesHe aquí a los discípulos reunidos en Jerusalén, como lo había mandado el Señor el día de su Ascensión: “que no se ausentaran de Jerusalén, sino aguardaran la promesa del Padre” (He.1:4).

Es La misma sala en la que comieron la pascua con el Señor. En el icono se ve como un edificio que adorna la imagen, mas el evento no ocurre dentro, el lugar no lo contiene; la reunión de los apóstoles está por encima del tiempo y del espacio.

Los apóstoles que están en el icono, en el grupo de la derecha, son: Pablo, Juan, Lucas, Andrés, Bartolomé y Felipe; y en el de la izquierda: Pedro, Mateo, Marcos, Santiago, Simón y Tomas. Esta lista y en este orden es la que vemos en los iconostasios de todas las iglesias. Notemos que hay tres apóstoles que no se encuentran en el grupo de los Doce: los santos Pablo, Lucas y Marcos, mas la importancia de sus obras en la Iglesia hizo necesario que se contaran entre los apóstoles, pues el iconógrafo, como un teólogo, expresa el significado de “Apóstol” en un sentido mas amplio superando la restricción literal del concepto. Pablo es el apóstol de las naciones y Marcos y Lucas son dos de los Evangelistas fundamentales en la difusión y conservación de la fe.

 En el icono las lenguas de fuego, brotando de la misma fuente, representan al Espíritu Santo que viene sobre cada apóstol personalmente, otorgándole los diferentes talentos o dones en la unidad de la Iglesia.  

¿Quién es el hombre que está abajo en el icono? Este coronado rey representa a las naciones, al universo que espera el Don del Espíritu Santo. Está encarcelado en una oscura cueva, pues, todavía no ha sido iluminado con la Luz de Cristo. Es un viejo cansado que lleva sobre sí el pecado del hombre caído. Es rehén del jefe de este mundo, satanás. El iconógrafo lo representa humilde y tranquilo, cargando una tela con doce manuscritos que simbolizan las voces de los apóstoles.

En pocas palabras, el icono nos presenta dos planos: uno, la nueva tierra, el universo divinizado y ardiente por el fuego divino; y, otro, el de rey encarcelado en su oscuridad, adornado con las joyas de este mundo pero esperando la Luz y anhela la lluvia que viene del cielo como lenguas de fuego y que inunda con su abundante gracia.

San_SiluanSobre el Espíritu Santo

“Oh Santo Espíritu, ¡qué dulce eres para mi espíritu que no te puedo describir! Pero el alma conoce tu presencia, mientras que otorgas a la mente la paz y al corazón la finura.”

“Oh Santo Espíritu, ven y consolida tu morada en nosotros para que todos, con una sola voz, glorifiquemos y alabemos a nuestro Creador: Padre, Hijo y Espíritu Santo.”

San Silvano de Athos

“El objeto de la vida Cristiana es obtener el Espíritu Santo. La oración, la vigilia, la obstinación y las obras de caridad que se ejecutan por Cristo, todos son medios para obtener al Espíritu Santo.”

San Serafín de Sarov

patriarca“…Quizás no lo comprendemos y no nos demos cuenta de lo que obra el Espíritu Santo en nosotros, y eso es porque no tenemos la completa pureza y claridad. No obstante que, por alguna vez, sentimos las gotas del Espíritu que, como el rocío, descienden en nuestra alma santificándola. Pues, ¿qué culpa tiene el Espíritu Santo si nuestros ojos están recubiertos y no lo vemos? ¿Qué culpa tiene el Espíritu si, mientras Él por su parte desciende sobre nosotros y sobre cada uno,  y en cambio, nosotros somos incapaces de distinguirlo en nosotros mismos o en los demás? ¿Qué culpa tiene el Espíritu Santo si nuestras almas están enfermas y no poseen la transparencia suficiente para la visión del Espíritu y la comprensión de su manifestación? …”

Patriarca Ignacio IV

Felicitación

Con motivo de la Fiesta de Pentecostés felicitamos en especial a la Hermandad del Monasterio de la Santa Trinidad, en Guatemala, y a la Rev. Abadesa Madre Inés deseándoles una celebración llena de bendición y ánimo para cruzar en paz y alegría la misión que Dios les ha dispuesto.

Ver la visita de Su Eminencia a Guatemala en 2007

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