Boletín del 20/06/2010

4°. Domingo después de Pentecostés

 

Theotokos 1
Brillemos en la virtud
y, así, veremos a dos hombres de pie
y vestidos de luz resplandeciente dentro del sepulcro del Dador de la Vida,
 los mismos que se aparecieron a las Mirróforas
que temerosas inclinaron sus rostros hacia la tierra,
y entenderemos la resurrección del Señor de los cielos.
Corramos con Pedro hacia el sepulcro,
maravillémonos con el acontecimiento
y esperemos ver a Cristo Vida.

Exapostelario

 Tropario de la Resurrección

Tono 3

Que se alegren los celestiales,
y que se regocijen los terrenales,
porque el Señor desplegó la fuerza de su brazo,
pisoteando la muerte con su muerte;
y siendo el primogénito de entre los muertos,
nos salvó de las entrañas del Hades
y concedió al mundo la gran misericordia.

Condaquio

Tono 4

Oh Protectora de los cristianos indesairable;
Mediadora, ante el Creador, irrechazable:
no desprecies las súplicas de nosotros, pecadores,
sino acude a auxiliarnos,
como bondadosa, a los que te invocamos con fe. 
Sé presta en intervenir y apresúrate con la súplica,
oh Madre de Dios, que siempre proteges a los que te honran.

Carta del Apóstol San Pablo a los Romanos (6:18-23)

Hermanos: Ustedes, liberados del pecado, se han hecho esclavos de la justicia. —Hablo en términos humanos, en atención a la flaqueza de su carne—. Pues si en otros tiempos ofrecieron sus miembros como esclavos a la impureza y a la injusticia para la iniquidad, ofrézcanlos igualmente ahora a la justicia para la santidad.

Pues cuando eran esclavos del pecado, eran libres respecto de la justicia. ¿Qué frutos cosecharon entonces de aquellas cosas de las cuales al presente se avergüenzan? Pues su fin es la muerte. Pero ahora, habiendo sido liberados del pecado y hechos siervos de Dios, fructifican para santidad; y el fin, la vida eterna. Pues el salario del pecado es la muerte, pero el don gratuito de Dios, la vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.

Evangelio según San Mateo (8: 5-13)

En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaúm, se le acercó un centurión y le rogó diciendo: «Señor, mi criado yace en casa paralítico con terribles sufrimientos.» Jesús le dijo: «Yo iré a curarlo.» Replicó el centurión: «Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; basta que lo digas de palabra y mi criado quedará sano. Porque también yo, que soy un subalterno, tengo soldados a mis órdenes, y digo a éste: “Vete”, y va; y a otro: “Ven”, y viene; y a mi siervo: “Haz esto”, y lo hace.»

Al oír esto Jesús quedó admirado y dijo a los que lo seguían: «Les aseguro que en Israel no he encontrado en nadie una fe tan grande. Y les digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se pondrán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el Reino de los cielos, mientras que los hijos del Reino serán echados a las tinieblas de fuera; ahí será el llanto y el rechinar de dientes.» Y dijo Jesús al centurión: «Anda; que te suceda como has creído.» Y en aquella hora el criado quedó sano.

 ¡Señor, no soy digno!

 «¡Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo!»

«¿Quién podría considerarse digno de la presencia del Altísimo? ¿Quién podría recibir en su casa con toda dignidad al Señor de los Señores y Rey de Reyes?

Amados hermanos: ¡Qué ejemplo  monumental de fe encontró nuestro adorable Salvador en el centurión romano!  Israel, la tierra bendita del Señor, no vio florecer en los días del Salvador una fe tan  grande como la de este ciudadano romano. Ni siquiera en uno de los hijos del pueblo elegido surgió la figura prominente de un monumento a la FE VIVA, como la de este centurión. Es por ello que  el mismo Señor exclama: «En verdad les digo, que ni aun en Israel he hallado tanta fe» (Mt 8:10).

La fe, esa virtud teologal es el don más preciado del Espíritu Santo, que nos conduce a la certeza de la esperanza, a la plena convicción de lo que  visualizamos: la vida eterna vivida en un presente de plenitud. Efectivamente,  la carta del gran san Pablo a los Hebreos afirma que: «Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve» (Heb 11:1). En nuestro diario Caminar hacia la Casa del Padre, necesitamos la seguridad que solo la fe en Cristo nos puede dar. En nuestra vida cotidiana requerimos urgentemente de la divina energía de la Gracia divina, a fin de que fortalecidos en ella, nuestra vida trascendente sea una realidad, porque no hay razón para caminar a la Casa del Padre sin dejar una Huella de nuestro paso por este mundo. Un  hijo del Altísimo que no tiene fe ni las consecuencias de la misma, no es digno del don de la vida; pues una vida sin fe, es una vida vacía, sin sentido, sin sabor ni valor. Es por ello que el Apóstol  nos enfatiza: «Pero sin la fe es imposible agradar a Dios» (Heb 11: 6).

Amados hermanos: Agradar a Dios es lo más hermoso que nos puede suceder. Agradar no para quedar bien, sino para estar bien, en comunión plena y en armonía absoluta para que en los momentos más difíciles, encontremos la gracia oportuna y nuestra oración obtenga la respuesta adecuada, acercándonos al milagro cual centuriones del HOY.

Rev. Archimandrita Cosme Andrade
Iglesia de la Dormición de la Madre de Dios
México, Mérida

 

«La vida en Cristo»

El libro «La vida en Cristo» es de San Nicolás de Cabasilas, Teólogo ilustre de la Iglesia Ortodoxa del Siglo XVI, cuyo nombre es incluido en el Sinaxario Ortodoxo a partir del año1982. Se conmemora el día 20 de junio. El siguiente comentario sobre el libro es escrito por el Rev. Archimandrita Tomás Bitar, Abad del Monasterio de San Juan Bautista, en Duma, Líbano.

San Nicolás Cabasilas en su libro demuestra cómo los fieles por medio de los santos Sacramentos (Bautismo, Crismación y Eucaristía) logran que Cristo mismo, mediante el Espíritu Santo, mora y crece en ellos hasta realizar la unión absoluta con Dios. La Encarnación de Cristo es la base de toda la vida espiritual porque Él ha unido lo que era separado permitiendo la unión de lo creado con lo que no es creado. Esta Vida en Cristo comienza aquí en la tierra, pero se culmina en el Reino eterno al que tenemos acceso, desde ya, en la Iglesia. Cristo se vierte y se une a cada uno de sus miembros a través de los Sacramentos, tal como la luz penetra a la habitación por las ventanas.

Sin embargo, la Presencia del Señor no se activa sin que cooperemos con ella, sin que correspondamos por libre voluntad a la Gracia de Dios y concentremos nuestro afán en la conservación de la Gracia recibida, por medio de la vigilancia del alma, como una lámpara encendida en espera del regreso del Novio.

La vida espiritual del cristiano consiste en guardar los miembros y los sentidos con los cuales Cristo se ha unido, y en contemplar la dignidad que nos ha otorgado. Es imposible que el hombre sea atraído hacia el pecado si asimile «el amor loco» con que Cristo nos ha amado a tal grado que dio su vida en la Cruz para que nos haga Templo y miembros propios de Él. Para este hombre, el Señor vuelve su único anhelo; al haber obtenido «el Espíritu de Cristo», guarda los mandamientos fácilmente; y creciendo en las santas virtudes, identifica totalmente su voluntad con la del Salvador; encuentra su alegría en la del Señor, y su tristeza en la del Señor. Este estado de glorificación en Dios (Theosís), que es el objeto de la vida del hombre, lo observa san Nicolás de Cabasilas en su plenitud en la persona de la Madre de Dios, quien por la belleza de su alma y su voluntad sometida enteramente al designio de Dios, atrajo al Espíritu Santo, Quien engendró en ella al Salvador.

Felicitación

El miércoles 16 del presente, en una ceremonia emotiva, Su Eminencia, Arzobispo de nuestra Arquidiócesis Sayedna Antonio, ingresó a la Academia Nacional de Historia y Geografía, patrocinada por la U.N.A.M. (Universidad Nacional Autónoma de México) como Académico de Número, presentando la tesis recepcional “La Iglesia Ortodoxa”, que recibió la admiración y el aplauso de todos los presentes.

Felicitamos a Su Eminencia deseándole muchos años de salud y ánimo para que siga «predicando rectamente la palabra de la verdad».

Ingreso de S.E. a la Academia de Historia

DSC06101El miércoles 16 del presente, en una ceremonia emotiva, Su Eminencia, Arzobispo de nuestra Arquidiócesis Sayedna Antonio, ingresó a la Academia Nacional de Historia y Geografía, patrocinada por la U.N.A.M. (Universidad Nacional Autónoma de México) como Académico de Número, presentando la tesis recepcional “La Iglesia Ortodoxa”, que recibió la admiración y el aplauso de todos los presentes.

En la Tesis sobre la Iglesia Ortodoxa, S. E. enfatizó que el Oriente es la cuna del Cristianismo; pues Cristo “nació en Jerusalén, predicó en Palestina y en Líbano, murió, resucitó y ascendió al Cielo en Jerusalén”. También explicó las fuentes de la fe y las base dogmáticas de la Iglesia Ortodoxa y se refirió tanto a la herencia común con la Iglesia Católica Latina como a las diferencias dogmáticas y eclesiales.

Felicitamos a Su Eminencia deseándole muchos años de salud y ánimo para que siga «predicando rectamente la palabra de la verdad».

يوم الأربعاء الواقع في 16 حزيران 2010 منحت الأكاديمية الوطنية للتاريخ والجغرافيا التابعة للجامعة الوطنية المستقلة في المكسيكU.N.A.M.  دكتوارة فخرية لصاحب السيادة بقبوله عضواً في الأكاديمية بحضور أهم شخصيات المجتمع السياسية والأكاديمية والروحية وسط التفاف أبناء الرعية مع قدس الوكيل الأرشمندريت إغناطيوس سمعان وقدس الأب خوان بينيا. 

وقد عرض صاحب السيادة في مداخلة الأطروحة عن تاريخ الكنيسة الأورثوذكسية، مؤكداً أنَّ المشرق هو مهد المسيحية فالمسيح “ولد في القدس وبشر في فلسطين ولبنان، ومات وقام وصعد إلى السماء في القدس”، كما وشرح مصادر الإيمان في الكنيسة الأورثوذكسية والأسس العقائدية والإرث المشترك مع الكنيسة اللاتينية كما والاختلافات العقائدية والإدارية

نتمنى لصاحب السيادة سنين عديدة ملؤها الصحة والنشاط ليبقى “مفصلاً كلمة الحق باستقامة”

 

Boletín del 13/06/2010

 3er. Domingo después de Pentecostés

Cristo 1

Cristo ha resucitado.
 Nadie puede dudarlo porque se ha aparecido a María;
después se dejó ver por los que iban a pescar;
y se manifestó a los once Discípulos a quienes envió a bautizar,
y subió al cielo de donde descendió,
probando sus enseñanzas con muchos milagros.

Exapostelario

Tropario de la Resurrección

Tono 2

Cuando descendiste a la muerte, oh Vida inmortal,
mataste al Hades con el rayo de tu Divinidad,
y cuando levantaste a los muertos del fondo de la tierra,
todos los poderes celestiales clamaron:
¡Oh Dador de vida, Cristo Dios, gloria a Ti!

Condaquio

Tono 4

Oh Protectora de los cristianos indesairable;
Mediadora, ante el Creador, irrechazable:
no desprecies las súplicas de nosotros, pecadores,
sino acude a auxiliarnos, como bondadosa,
a los que te invocamos con fe. 
Sé presta en intervenir y apresúrate con la súplica,
oh Madre de Dios, que siempre proteges a los que te honran.

Carta del Apóstol San pablo a los Romanos (5: 1-10)

 Hermanos: Habiendo recibido de la fe nuestra justificación, estamos en paz con Dios, por nuestro Señor Jesucristo, por Quien hemos obtenido también, mediante la fe, el acceso a esta gracia en la cual nos hallamos, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. Más aún, nos gloriamos hasta en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación engendra la paciencia; la paciencia, virtud probada; la virtud probada, esperanza, y la esperanza no falla, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado. En efecto, cuando todavía estábamos sin fuerza, en el tiempo señalado, Cristo murió por los impíos —en verdad, apenas habrá quien muera por un justo; por un hombre de bien tal vez se atrevería uno a morir—; mas Dios muestra su amor para con nosotros en que, siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. ¡Con cuánta más razón, pues, justificados ahora por su sangre, seremos por Él salvos de la cólera! Pues si cuando éramos enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, ¡con cuánta más razón, estando ya reconciliados, seremos salvos por su vida!

 Evangelio según San Mateo (6: 22-33)

Dijo el Señor: «La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo es puro, todo tu cuerpo estará iluminado; pero si tu ojo es malo, todo tu cuerpo estará a oscuras. Y si la luz que hay en ti es oscuridad, ¡qué oscuridad habrá!… Nadie puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No pueden servir a Dios y al dinero. Por eso les digo: No anden preocupados por su vida, qué comerán, ni por su cuerpo, con qué se vestirán. ¿No vale más la vida que el alimento y el cuerpo más que el vestido? Miren las aves del cielo: no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros; y su Padre celestial las alimenta. ¿No valen ustedes más que ellas? Por lo demás, ¿quién de ustedes puede, por más que se preocupe, añadir un solo codo a la medida de su vida? Y del vestido, ¿por qué preocuparse? Observen los lirios del campo, cómo crecen; no se fatigan, ni hilan. Pero Yo les digo que ni Salomón, en toda su gloria, se vistió como uno de ellos. Pues si la hierba del campo, que hoy es y mañana se echa al horno, Dios así la viste, ¿no lo hará mucho más con ustedes, hombres de poca fe? No anden, pues, preocupados diciendo: “¿Qué vamos a comer?, ¿qué vamos a beber?, ¿con qué vamos a vestirnos?”, que por todas estas cosas se afanan los gentiles: ya sabe su Padre celestial que tienen necesidad de todo eso. Busquen primero el Reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas se les darán por añadidura.»

Modo de ver

«La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo es simple (puro), todo tu cuerpo estará iluminado; pero si tu ojo es malo, todo tu cuerpo estará a oscuras.»

Entonces, nos dice el Señor, que el criterio de un estado sano es la condición de nuestro ojo: malo o puro. Los judíos, por ejemplo, mientras estaban viendo la benevolencia de los milagros del Señor, lejos de admirar su misericordia, condenaron que hubiera roto con la «ley del Sábado». Su «mal ojo» no les permitía observar la bondad. Es como un vaso de agua pura que se le echa una gota de petróleo de modo que se empieza a admirarla como agua negra. Si odio a una persona, por más buenas que sean sus obras e intenciones, seguiré viéndolas con «mal ojo» y  contaminando la realidad con mis prejuicios. Y viceversa, «el amor no toma en cuenta el mal […] todo lo excusa», dice san Pablo (1Cor 13: 7).

¿Cómo adquirir el ojo «simple»?, y ¿por qué se ha contaminado nuestra visión?

La literatura ascética nos habla de las «pasiones» que son tendencias y motivos ocultos en el corazón, que adquirimos y desarrollamos por ambiente, herencia y todo lo que nos rodea día a día: rencor, calumnia, celo, egoísmo y muchos más forman las pasiones que contaminan nuestro modo de ver, y empezamos a complicarnos la vida y considerarla difícil e imposible, y al hermano como «mi infierno» (Jean Paul Sartre). Estas pasiones nos deslumbran e impiden ver la realidad aun en sus detalles más evidentes.

El primer escalón para una vista «simple y pura» es la lógica. Es ilógico que la culpa pertenezca siempre y en todo a los demás. El examen sincero bajo la luz de la razón es capaz de proporcionarme una visión crítica y audaz que me permita conocer cuándo la responsabilidad cae sobre mis hombros y cuándo sobre los del hermano. La vigilancia prudente de los movimientos de alma ante hechos determinados, activa el papel de la consciencia para discernir la realidad objetiva.

El segundo escalón —el más esencial— para obtener un ojo «puro» es el amor que «no toma en cuenta el mal» y «todo lo excusa». ¿Acaso el hombre bondadoso y espiritual es ciego para que no vea la maldad?» En realidad, éste es el más apto para advertir la mínima presencia de las pasiones. Ve la maldad pero no la considera; es decir, la ofensa del hermano no anula al hermano. No ve en el pecado del prójimo un alma condenada sino una posibilidad futura de arrepentimiento y de conciliación, tal como una madre que, si bien no está ciega a los errores y a las ofensas de su hijo, sigue amándolo, sirviéndolo y «viéndolo» como la criatura más bella: es el ojo simple y puro. Cuando presentaron a Jesús a una mujer adúltera esperando su permiso para apedrearla, Él vio en ella un alma digna, no de condenación, sino de atención: «Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más» (Jn 8:11).

¿Cómo adquirir un ojo tal? ¿Acaso es posible lograrlo en una sociedad llena de competencia y de búsqueda de autorrealización?

El paciente busca al oculista para que le recete unos lentes, y el cristiano busca la Iglesia, que le receta la palabra de Dios; la coloca siempre ante sus ojos cual lentes que purifican su vista; de aquí en adelante, cada vez más, obtendrá el «pensamiento de Cristo» (1Cor 2:16); y el prójimo ya no volverá más a ser visto como «mi infierno» sino como mi compañero en el camino de la Luz. Amén.

 

Rev. Achimandrita Ignacio Samaán
Catedral de San Jorge
México D.F.

La oración por los difuntos

Desde siempre, el Cristianismo ha rechazado totalmente el uso de métodos y técnicas (espiritismo, magia…) para comunicarse con los muertos; sea cual fuese la meta, ejercer estos métodos significa estar sujetos a engaños satánicos y/o al oportunismo humano que se burla de nuestros sentimientos.

En cambio, la única manera conveniente y saludable para dicha comunión es la oración, donde la reunión se realiza, no en el nivel psíquico (recuerdos, fotos, sueños…) sino en el espiritual. Y se nos pregunta: ¿Cuál es la justificación para la conmemoración de los difuntos?, y ¿de qué manera puede ser útil para ellos?

Quizás las preguntas nos confundan y no podamos dar una respuesta satisfactoria; sin embargo, nuestra auténtica fe nos enseña que el amor mutuo es el que justifica y, más aún, nos exhorta a orar por nuestros queridos difuntos. Es lo mismo con los vivos: no podemos explicar cómo nuestra súplica ayuda al prójimo, pero sabemos por experiencia que ésta es eficaz y así la practicamos. La acción de la oración, sea ofrecida por vivos o por muertos, es mística; no podemos sondear la influencia entre la eficacia de la oración, la libre voluntad de una persona y la misericordia de Dios. Nos basta saber que ellos necesitan de nuestro apoyo y que, cuando oremos por ellos, su amor a Dios aumenta; por lo demás, dejémoslo al Señor.

Rechazar la oración por los difuntos es un pensamiento frío que contradice el amor. Nuestra esperanza de que ellos viven en la misericordia de Dios, nos hace desear que nuestro amor hacia ellos sea incorporado a la Divina Misericordia: “Haz descansar las almas de tus siervos en un lugar de paz donde no hay dolor ni tristeza sino vida eterna.”

 

Boletín del 06/06/2010

2°. Domingo después de Pentecostés

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Cuando las Mirróforas vieron la piedra removida, se alegraron
porque vieron a un joven sentado en el sepulcro que les dijo:
Cristo resucitó; decid a los Apóstoles y a Pedro:
Corran al monte de Galilea,
allá donde se les aparecerá a vosotros, oh amados,
tal como antes lo había dicho.

Exapostelario

Tropario de la Resurrección

Tono 1

Cuando la piedra fue sellada por los judíos
y tu purísimo cuerpo fue custodiado por los guardias,
resucitaste al tercer día, oh Salvador,
concediendo al mundo la vida.
Por lo tanto, los poderes celestiales clamaron a Ti:
Oh Dador de Vida,
Gloria a tu Resurrección, oh Cristo, gloria a tu Reino,
gloria a tu plan de salvación, oh Único, Amante de la humanidad.

Condaquio

Tono 4

Oh Protectora de los cristianos indesairable;
Mediadora, ante el Creador, irrechazable:
no desprecies las súplicas de nosotros, pecadores,
sino acude a auxiliarnos, como bondadosa,
a los que te invocamos con fe. 
Sé presta en intervenir y apresúrate con la súplica,
oh Madre de Dios, que siempre proteges a los que te honran.

Carta del Apóstol San Pablo a los Romanos (2: 10-16)

Hermanos: Gloria, honor y paz a todo el que obre el bien; al judío primeramente y también al griego; que no hay acepción de personas en Dios.

Pues cuantos sin ley pecaron, sin ley también perecerán; y cuantos pecaron bajo la ley, por la ley serán juzgados; que no son justos delante de Dios los que oyen la ley, sino los que la cumplen: ésos serán justificados (pues cuando los gentiles que no tienen ley cumplen naturalmente la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos; los cuales muestran la obra de la ley escrita en su corazón, como se lo atestigua su conciencia y sus diferentes juicios que ya los acusan, ya los defienden), en el día en que Dios juzgará los secretos de los hombres por Cristo Jesús, según mi Evangelio.

Evangelio según San Mateo (4: 18-23)

En aquel  tiempo, mientras Jesús caminaba por la ribera del mar de Galilea, vio a dos hermanos: Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés echando la red en el mar, pues eran pescadores, y les dijo: «Vengan conmigo, y los haré pescadores de hombres.» Y ellos al instante, dejando las redes, lo siguieron.

Más adelante, vio a otros dos hermanos, Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan, que estaban en la barca con su padre Zebedeo arreglando sus redes; y los llamó. Ellos, al instante, dejaron la barca y a su padre, y lo siguieron.

Recorría Jesús toda Galilea enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y curando toda enfermedad y toda dolencia del pueblo.

Pescadores que conquistaron al mundo

San Efrén el Sirio

Llegaron con Él como capturando peces y luego se transformaron en percadores de hombres: «Vengan conmigo, y los haré pescadores de hombres.» Esto es lo que el Profeta Jeremías había predicho: «He aquí que envío a muchos pescadores que los pescarán» (Jer 16:16).

Si hubiera mandado a cultos, se habría dicho que dominaron a la muchedumbre con engaños; si a ricos, que extraviaron al pueblo y lo sometieron con sobornos; si a poderosos, que por la fuerza lo aterrorizaron y con violencia lo controlaron.

Pero los Apóstoles no fueron nada de eso. El Señor lo mostró con el ejemplo de Simón Pedro: actuación cobarde al ser atemorizado por la voz de una sirvienta (frente al juicio de Cristo); pobreza, pues no puede pagar el tributo de medio estáter (Mt 17:27) , y él mismo decía: «No tengo ni oro ni plata» (Hch 3:6); carencia de una esmerada educación ya que ni siquiera supo librarse con algún artificio al negar a nuestro Señor.

Estos pescadores salieron al mundo y vencieron a los fuertes, a los ricos y a los sabios. ¡Qué gran milagro! Débiles tales, sin violencia, atrajeron a los poderosos hacia su doctrina; pobres que enseñaron a los ricos; iletrados que formaron como aprendices a los sabios del mundo. La sabiduría del mundo cedió su lugar a la sabiduría auténtica.

La vela y nuestra oración

 Las velas encendidas en el templo y frente a los iconos son una tradición auténtica y una expresión sencilla y transparente de la devoción cristiana. Pero encender una vela, como los demás gestos litúrgicos, tiende a menudo a volverse un hábito que, haciéndolo  por costumbre, produce el descuido de lo que debe encenderse de virtudes y devociones en nuestro interior.

Tomando lo anterior en consideración, exponemos algunas frases de san Juan de Crontestad (un sacerdote ruso [1845-1920] que el pueblo ruso recuerda con gran fervor y que fue canonizado en 1992) a fin de animar nuestra conciencia:

«Las velas encendidas sobre el altar son el signo de la Luz de la Santísima Trinidad, pues Dios no mora sino en la Luz, y hacia Él, la oscuridad no se acerca ya que es como fuego que devora todo pecado o maldad.

Una vela encendida ante el icono de Cristo lo anuncia como la Luz del mundo, que ilumina a todo hombre que viene a Él.

Una vela encendida ante el icono de la Virgen la anuncia como la Madre de la Luz.

Una vela encendida ante el icono de un Santo lo anuncia como candil adornado, y puesto como faro alto, ilumina a todos los que están en la casa. Encendemos las velas como símbolos del ardor de nuestro celo hacia su santidad y amor, como señales de veneración, alabanza silenciosa y agradecimiento por la intercesión que nos brindan.

Cuando enciendo una vela, pido a Dios que me otorgue un corazón que arda con el fuego del santo celo y del amor puro, que queme los deseos y pecados que están dentro de mí.»

¿Por qué el incienso?

El incienso ofrecido indica la Presencia Divina: Dios está presente en la Iglesia, en los iconos, en los fieles y en todo el universo. Y cuando el sacerdote inciensa a cada uno de los presentes, inciensa la imagen de Dios en él; por eso, cuando se eleva ante nuestros ojos, nos inclinamos ofreciendo a Dios el templo de nuestro cuerpo para que sea su morada: “¡Ven a habitar en nosotros!”

Y mientras el incienso es dirigido hacia cada uno a la vez, contiene a todos juntos: formamos la Iglesia, y nuestra oración común se eleva con el aroma delicado que llena la casa de Dios con dulzura y devoción.

Sobre el amor al prógimo

+ Padre Paísio

Cuando uno ora con dolor ante Dios por su prójimo, el Buen Dios manda su Gracia abundantemente.

Si te amas a ti mismo por encima de los demás, infórmate que todavía no vives el pensamiento de Cristo.

Suaviza tu duro corazón ante las almas heridas según puedas, para que sea sensible y humilde, así, pidiendo la misericordia de Dios, alcanzarás.

Dios auxilia cuando, haciendo tuyos los problemas del prójimo, pides su misericordia. En ese momento, el justo Dios, al ver un cierto amor sincero, auxilia.

Cada vez que los hombres se alejan de la vida sencilla y natural, se les aumenta la inquietud humana. Y cada vez que la cortesía hipócrita se acrecienta, se pierden la sencillez, la alegría y la sonrisa humana natural.

Boletín del 23/06/2010

 Domingo del Pentecostés

pentecostes 1

Oh Santísimo Espíritu que procedes del Padre
y que, por el Hijo, vienes sobre los iletrados Discípulos:
salva y santifica a todos los que te reconocen como Dios.
 
Exapostelario

Tropario de Pentecostés

Tono 8

¡Bendito eres Tú, oh Cristo Dios nuestro,
que mostraste a los pescadores sapientísimos
 cuando enviaste sobre ellos el Espíritu Santo.
Y por ellos el universo pescaste!
¡oh Amante de la humanidad, gloria a Ti!

Condaquio de Pentecostés

Tono 8

Cuando el Altísimo descendió en Babel,
confundiendo las lenguas,
dispersó las naciones;
mas cuando repartió las lenguas de fuego,
llamó a todos a la unidad.
Por lo cual, glorificamos unánimemente al Santísimo Espíritu.

Lectura de Hechos de los Apóstoles (2: 1-11)

Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar. De repente vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso, que llenó toda la casa en la que se encontraban. Se les aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos; quedaron todos llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse. Había en Jerusalén judíos, hombres piadosos que allí residían, venidos de todas las naciones que hay bajo el cielo. Al producirse aquel ruido la gente se congregó y se llenó de estupor al oírles hablar cada uno en su propia lengua. Estupefactos y admirados decían: «¿Es que no son galileos todos estos que están hablando? Pues, ¿cómo cada uno de nosotros les oímos en nuestra propia lengua nativa? Partos, medos y elamitas; habitantes de Mesopotamia, Judea, Capadocia, el Ponto, Asia, Frigia, Panfilia, Egipto, la parte de Libia fronteriza con Cirene, forasteros romanos, judíos y prosélitos, cretenses y árabes, todos les oímos hablar en nuestra lengua las maravillas de Dios.»

Evangelio según San Juan (7:37-52, 8:12)

 En el último día de la fiesta, que es el más solemne, Jesús se puso de pie, y alzo la voz diciendo: «Si alguno tiene sed, venga a Mí y beba. El que crea en Mí, como dice la Escritura, de su interior emanarán ríos de agua viva.» Esto lo dijo refiriéndose al Espíritu Santo, que iban a recibir los que creyesen en Él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús todavía no había sido glorificado. Muchos entre la gente, al escuchar estas palabras, decían: «Éste ciertamente es el profeta.» Otros decían: «Éste es el Cristo.» Mas algunos replicaban: «¿Por ventura el Cristo va a venir de Galilea? ¿No dice la Escritura que del linaje de David, y de Belén, donde David moraba, vendrá el Cristo?» Con esto, se suscitaron disputas entre la gente del pueblo sobre Él. Algunos de ellos querían prenderlo, pero nadie le echó mano.

Los guardias volvieron a los sumos sacerdotes y fariseos, y éstos les dijeron: «¿Por qué no lo han traído?» Respondieron los guardias: «Jamás hombre alguno ha hablado como habla este hombre.» Les dijeron los fariseos: «¿También ustedes se han dejado engañar? ¿Acaso algún magistrado o fariseo ha creído en Él? Pero esa gente que no conoce la Ley son unos malditos.» Les respondió Nicodemo, el que  había ido antes a ver a Jesús y que era uno de ellos: «¿Acaso nuestra Ley condena a un hombre sin haberle oído  primero  y  sin   saber   lo   que hace?» Le respondieron así: «¿Es que tú también eres de Galileo? Examina bien las Escrituras, y verás que de Galilea no ha salido ningún profeta.»

Jesús les habló de nuevo y dijo: «Yo soy la Luz del mundo. El que me siga no caminará a oscuras, sino que tendrá  la luz de la vida.

El poder de lo alto

Si nos preguntasen de improviso, ¿cuál fue el último mandamiento que Cristo dio a sus apóstoles y discípulos?, es casi seguro que la mayoría de nosotros contestaríamos que el último mandamiento fue la gran comisión, cuando les mandó predicar a todas las naciones y bautizar a toda criatura en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo (Mt 28:19); y los que contestasen acertadamente dirán que el último mandamiento fue «que no se fuesen de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual les dijo oísteis de mi» (Hch 1:4). ¿A qué promesa se refería nuestro Señor Jesucristo? a la venida del Espíritu Santo. En varias ocasiones, Cristo promete que enviará al Espíritu Santo: «Yo rogaré al Padre y os dará otro Consolador que estará con vosotros para siempre, El Espíritu de Verdad» (Jn 14:16-17).

Antes de ascender a la diestra del Padre, recomienda a los apóstoles esperar la venida del Espíritu Santo, para que sean investidos de un poder especial que los capacitará para emprender la magna empresa que les ha sido encomendada: «Recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta en lo último de la tierra» (Hch 1:8). Los apóstoles ya estaban adoctrinados, pero necesitaban de un poder especial, a fin de estar capacitados para enfrentarse al mundo y propagar una doctrina de la cual ellos eran depositarios. No cualquier hombre podía, con sus propias fuerzas, cambiar la filosofía del mundo pagano de aquella época, solamente hombres transformados con un poder Divino podrían levantarse en lucha y cumplir la voluntad de Cristo el Salvador.

En Pentecostés se cumple la promesa divina; y al descender el Espíritu Santo sobre cada uno de los discípulos en forma de lenguas de fuego, santifica a la naciente Iglesia, y le da poder para enfrentarse a Satanás y sus huestes. Veamos algunos hechos del Divino Espíritu; antes de Pentecostés, el apóstol San Pedro era interesado, como cualquier hombre natural, pues le dice a Cristo: «Mira que todo lo hemos dejado, ¿qué, pues, recibiremos a cambio?» (Mt19:27). Después de Pentecostés, Pedro ha sido cambiado, pues le dice al paralítico: «No tengo oro ni plata, pero lo que tengo te doy» (Hch 3:6). Antes de Pentecostés Pedro, por miedo, niega a su maestro; después de Pentecostés dice desafiando al Sanedrín: «No podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído» (Hch 4:20). Ya no tenemos espacio para seguir mencionado la tonificante acción de la tercera persona de la Santísima Trinidad, el Divino Espíritu Santo, bástenos saber que así como santificó a la naciente Iglesia en el cenáculo, nos santifica a cada uno de nosotros, como lo dice Su Beatitud, el Patriarca Ignacio IV: «Sentimos las gotas del Espíritu Santo que como el rocío, descienden sobre nuestra alma santificándola.» Gracias Padre Santo y Dios nuestro, por darnos a tu Divino Espíritu.

Rev. Padre Mario Lara
Catedral de San Jorge
México D.F.

La fiesta de Pentecostés

 La fiesta de «Pentecostés» o (el cincuentavo día después de la Pascua) era una de las festividades más importantes del Antiguo Testamento. Esta fiesta marcaba la aceptación de la ley de Sinaí en los tiempos del profeta Moisés, cuando 1500 años antes del Nacimiento de Cristo, al pie del monte Sinaí, el pueblo hebreo, liberado de Egipto, entró en la unión con Dios. Los hebreos prometieron a Dios su obediencia y Dios les prometió Su benevolencia. Por su ubicación en el año esta fiesta coincidía con la finalización de la cosecha y esto aumentaba su alegría. Muchos hebreos diseminados en el Imperio Romano trataban de llegar para esta fiesta a Jerusalén. Muchos de ellos, nacidos en otros países, entendían con dificultad su lengua hebrea, pero hacían el esfuerzo de guardar sus costumbres religiosas, y peregrinar a Jerusalén.

Se debe pensar que no fue una mera coincidencia que en aquel día se juntaron dos acontecimientos importantes: la llegada del Espíritu Santo y el Pentecostés hebreo.

Pentecostés del Antiguo Testamento marcaba la liberación de los hebreos de la cautividad egipcia y el comienzo de la vida libre en unión con Dios. En el nuevo Pentecostés, el descenso del Espíritu Santo sobre los Apóstoles significó la liberación de los creyentes del poder del diablo y el comienzo de una nueva vida  llena de Gracia y unión con Dios en su Reino Espiritual: el comienzo de la Iglesia. Así la Festividad de Pentecostés es el día cuando la teocracia del Antiguo Testamento que comenzó en el Sinaí y que dirigía la sociedad con la severa ley escrita, fue sustituida por la teocracia del Nuevo Testamento en la cual Dios mismo dirige a los creyentes en espíritu de libertad y amor.

Profundamente afectados por la Pasión, muerte y Resurrección del Señor, los Apóstoles crecieron espiritualmente hacia el tiempo de Pentecostés, sintieron y maduraron para recibir los dones del Espíritu Santo. Entonces descendió sobre ellos la plenitud de la Gracia Divina y ellos, por primera vez, probaron los frutos espirituales del sacrificio salvador del Dios y Hombre.

Boletín del 16/05/2010

 Domingo de los S. Padres del 1er.Concilio Ecuménico

Ascención I

Oh Cristo, mientras los discípulos te miraban subir al Padre
para sentarte a su lado,
los ángeles se apresuraban clamando:
“Levantad las puertas, levantadlas,
pues el Rey ascendió a la Gloria de su Luz substancial.”

Exapostelario

 

Tropario de la Resurrección

Tono 6

Los poderes celestiales aparecieron sobre tu sepulcro;
y los guardias quedaron como muertos;
María se plantó en el sepulcro
buscando Tu Cuerpo Purísimo;
sometiste al hades sin ser tentado por él;
y encontraste a la Virgen otorgándole la vida.
¡Oh Resucitado de entre los muertos, Señor, gloria a Ti!

Tropario de la Divina Ascensión

Tono 4

Ascendiste con gloria, oh Cristo Dios nuestro,
y alegraste a tus discípulos con la promesa del Espíritu Santo
confirmándoles con tu bendición que eres el Hijo de Dios,
el Salvador del mundo.

Tropario de los Santos Padres del 1er. Concilio Ecuménico

Tono 8

¡Glorificado eres Tú oh Cristo Dios nuestro,
que cimentaste a los santos padres en la tierra como astros,
por los cuales nos dirigiste a la verdadera fe!
¡oh Misericordioso, gloria a Ti!

Condaquio de la Divina Ascensión

Tono 6

Cuando concluiste el plan de nuestra Redención
uniendo a los terrenales con los celestiales,
ascendiste glorioso a Tu lugar, oh Cristo nuestro Dios,
aunque no Te habías desprendido de él,
pues permaneciste siempre firme en él,
y clamando a los que amas:
«Yo estoy con vosotros y nadie estará en contra».

Lectura de Hechos de los Apóstoles (20:16-18, 28-36)

 En aquellos días: Pablo había resuelto pasar de largo por Efeso, para no perder tiempo en Asia. Se daba prisa, porque quería estar, si le era posible, el día de Pentecostés en Jerusalén. Entonces desde Mileto envió a llamar a los presbíteros de la Iglesia de Efeso. Cuando llegaron donde él, les dijo:

«Tengan cuidado de ustedes y de toda la grey, en medio de la cual les ha puesto el Espíritu Santo como vigilantes para pastorear la Iglesia de Dios, que Él se adquirió con su propia sangre.

Yo sé que, después de mi partida, se introducirán entre ustedes lobos crueles que no tendrán clemencia del rebaño; y también que de entre ustedes mismos se levantarán hombres que hablarán cosas perversas, para arrastrar a los discípulos detrás de sí. Por tanto, vigilen y acuérdense que durante tres años no he cesado de amonestarles día y noche con lágrimas a cada uno de ustedes.

Ahora, hermanos, les encomiendo a Dios y a la Palabra de su Gracia, que tiene poder para edificarlos y darles la herencia con todos los santificados.

Yo de nadie codicié plata, oro o vestido. Ustedes saben que estas manos proveyeron a mis necesidades y a las de mis compañeros. En todo les he enseñado que es así, trabajando, como se debe socorrer a lo débiles y que hay que tener presentes las palabras del Señor Jesús, que dijo: Mayor felicidad hay en dar que en recibir.»

Dicho esto, se puso de rodillas y oró con todos ellos.

Evangelio según San Juan (17:1-13)

En aquel tiempo, Jesús alzó los ojos al cielo y dijo: «¡Padre!, ha llegado la hora; glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a Ti. Y según le has dado potestad sobre toda carne, dé también vida eterna a todos los que le diste. Y ésta es la vida eterna: que te conozcan a Ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.

Yo te he glorificado en la tierra, y he llevado a cabo la obra que me encomendaste. Ahora glorifícame, ¡oh Padre!, junto a Ti, con la gloria que tenía a tu lado antes que fuese el mundo. He manifestado tu Nombre a los hombres que del mundo me has dado. Tuyos eran, y me los has dado, y han guardado tu palabra. Ahora han conocido que todo lo que me has dado, viene de Ti, porque las palabras que me diste, les he dado; y ellos las han recibido y han conocido verdaderamente que vengo de Ti, y han creído que Tú me enviaste. Yo ruego por ellos, no ruego por el mundo, sino por los que me has dado, porque tuyos son, y todo lo mío es tuyo, y todo lo tuyo es mío; y he sido glorificado en ellos. Yo ya no estoy en el mundo, pero ellos sí están en el mundo; yo voy a Ti.

¡Oh Padre Santo!, guarda en tu Nombre a los que me has dado, para que sean uno, así como Nosotros. Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu Nombre; a los que me has dado, yo los guardaba, y ninguno de ellos se ha perdido, salvo el hijo de la perdición, para que la Escritura se cumpliese. Pero ahora voy a Ti, y digo esto en el mundo, para que tengan en sí mismos mi alegría en su plenitud.»

El icono de la Divina Ascensión

Cristo, después de su Resurrección se manifestó varias veces a los discípulos, a las Mirróforas, a más de quinientas personas como nos cuenta San Pablo, y a muchos otros confirmando su Resurrección. Cuarenta días después, ascendió a los cielos. Este acontecimiento, que festejamos el Jueves pasado, nos lo conservó San Lucas en su Evangelio: «mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado al cielo.» (Lc 24:51).

El icono de la Ascensión nos ilustra el pasaje evangélico: Cristo asciende al Cielo rodeado por un halo de Luz que expresa su Gloria divina, sin embargo su vestimenta parece igual a la de los apóstoles; pues con su Ascensión ha elevado con Él a la naturaleza humana. La Ascensión del Señor no es un traslado de lugar (de la tierra al cielo) sino que significa la salida del espacio de lo creado y el ingreso en el divino y eterno. Cristo, elevó nuestra naturaleza humana a donde nunca había estado.

La Virgen en el centro del icono eleva sus manos orando en silencio; ella representa la Iglesia, ya que su seno era el lugar de reunión entre lo humano y lo divino, así como la Iglesia lo es a partir de Pentecostés.

Los dos ángeles vestidos de blanco dicen a los apóstoles: «¿Qué hacéis ahí mirando al cielo? Éste que os ha sido llevado, este mismo Jesús, vendrá así tal como le habéis visto subir al cielo.» (Hch1: 11)

Los apóstolos, con un movimiento vital, expresan el gozo de recibir la bendición del Hijo de Dios; tristes por ser separados de Él, pero optimistas por la promesa del Espíritu Santo que haría perpetua la Presencia de Jesús en sus corazones. Algunos de ellos miran hacia la Ascensión pero otros contemplan a la Virgen: ¿cómo en tu seno ha cabido el Rey de la Gloria?

El icono de la Ascensión es ilustración de la Iglesia cuya Cabeza es nuestro Señor Jesucristo, cuya imagen es la Virgen, y cuyos pilares son los Apóstoles.

Concilio de Nicea

Con la asistencia de 318 obispos de Europa, África y Asia, se celebró en Necea, a mediados del año 325 d.C, el primer concilio ecuménico de la Iglesia, convocado, ciertamente, por el emperador Constantino el Grande, y presidido, al parecer, por Eustacio, obispo de Antioquía. Destaca la presencia en este concilio de un grupo numeroso de Padres que, por su fe, dieron un ejemplo vivo de vida en Cristo, como son San Nicolás de Mira, Espiridión de Trimitos, Macario de Jerusalén, y el Diácono, en ese entonces, san Atanasio el Grande.

En el primer tercio del Siglo IV, el pueblo cristiano se encontraba dividido y confundido por la predicación de un diácono libio, Arrio, que rechazaba la divinidad de Cristo, y enseñaba que el Señor era criatura y no creador y, por lo tanto, no era ni eterno ni consubstancial al Padre. Así mismo decía que sólo en forma alegórica se le nombraba «Hijo», «Sabiduría» y «Poder» de Dios. Después de intentos vanos de parte del patriarca de Alejandría para convencerle de su error, más tarde, su doctrina fue condenada, y Arrio fue despojado de sus grados clericales por un concilio local celebrado en Alejandría en el año 321 al que asistieron 100 obispos de Egipto y Libia.

El 1er. Concilio Ecuménico reunido en la plaza central del palacio imperial en Necea se enteró de la enseñaza de Arrio y la condenó como herética confirmando la fe establecida en el Evangelio y que aún sostiene la Iglesia: Cristo es verdadero Dios. Con ello, los Padres del concilio no inventaban un dogma nuevo, sino que se afirmaban en la doctrina de los santos Apóstoles y consolidaban sus enseñanzas: «Nosotros estamos en el Verdadero, en su Hijo Jesucristo. Éste es el Dios verdadero y la Vida eterna», dice Juan el evangelista (1Jn 5:20). Sobre esta base el concilio expresó su fe en el Padre y El Hijo dictando la primera parte del Credo, o Símbolo de Necea. Por las oraciones de los Santos Padres, Señor, ten piedad de nosotros. AMÉN.

Boletín del 09/05/2010

Domingo de la curación del ciego

domingo del ciego

“Oh Señor, ilumina mis ojos espirituales
oscurecidos con las tinieblas del pecado;
úntalos con la humildad, oh Misericordioso,
y lávalos con las lágrimas del arrepentimiento.”

Exapostelario

Tropario de la Resurrección

Tono 4

Al coeterno Verbo, con el Padre y el Espíritu,
Al Nacido de la Virgen para nuestra salvación,
alabemos, oh fieles, y prosternémonos.
Porque se complació en ser elevado en el cuerpo sobre la Cruz
y soportar la muerte,
y levantar a los muertos por su Resurrección gloriosa.

Condaquio de la Pascua

Tono 8

Cuando descendiste al Sepulcro, oh Inmortal,
destruiste el poder del Hades;
y al resucitar vencedor, oh Cristo Dios,
dijiste a las mujeres Mirróforas: «¡Regocíjense!»;
y a tus discípulos otorgaste la paz,
Tú que  concedes a los caídos la resurrección.

Lectura de Hechos de los Apóstoles (16: 16-34)

En aquellos días: sucedió que mientras íbamos a la oración, nos vino al encuentro una muchacha  esclava poseída de un espíritu adivino, que pronunciando oráculos producía mucho dinero a sus amos. Nos seguía a Pablo y a nosotros gritando: «Estos hombres son siervos del Dios Altísimo, que os anuncian un camino de salvación.» Venía haciendo esto durante muchos días. Cansado Pablo, se volvió y dijo al espíritu: «En nombre de Jesucristo te mando que salgas de ella.» Y en el mismo instante salió.

Al ver sus amos que se les había ido su esperanza de ganancia, prendieron a Pablo y a Silas y los arrastraron hasta el ágora, ante los magistrados; los presentaron a los pretores y dijeron: «Estos hombres alborotan nuestra ciudad; son judíos y predican unas costumbres que nosotros, por ser romanos, no podemos aceptar ni practicar.» La gente se amotinó contra ellos; los pretores les hicieron arrancar los vestidos y mandaron azotarles con varas. Después de haberles dado muchos azotes, los echaron a la cárcel y mandaron al carcelero que los guardase con todo cuidado. Éste, al recibir tal orden, los metió en el calabozo interior y sujetó sus pies en el cepo.

Hacia la media noche Pablo y Silas estaban en oración cantando himnos a Dios; los presos les escuchaban. De repente se produjo un terremoto tan fuerte que los mismos cimientos de la cárcel se conmovieron. Al momento quedaron abiertas todas las puertas y se soltaron las cadenas de todos. Despertó el carcelero y al ver las puertas de la cárcel abiertas, sacó la espada e iba a matarse, creyendo que los presos habían huido. Pero Pablo le gritó: «No te hagas ningún mal, que estamos todos aquí.»

El carcelero pidió luz, entró de un salto y tembloroso se arrojó a los pies de Pablo y Silas, los sacó fuera y les dijo: «Señores, ¿qué tengo que hacer para salvarme?» Le respondieron: «Ten fe en el Señor Jesús y te salvarás tú y tu casa.» Y le anunciaron la Palabra del Señor a él y a todos los de su casa. En aquella misma hora de la noche el carcelero los tomó consigo y les lavó las heridas; inmediatamente recibió el bautismo él y todos los suyos. Les hizo entonces subir a su casa, les preparó la mesa y se alegró con toda su familia por haber creído en Dios.

Evangelio según San Juan (9:1-39)

En aquel tiempo, Jesús al pasar, vio a un hombre ciego de nacimiento; sus discípulos le preguntaron: «Maestro, ¿quién pecó, éste o sus padres?» Jesús respondió: «Ni él pecó ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él. Conviene que Yo haga las obras del que me ha enviado mientras es de día; viene la noche cuando nadie puede trabajar. Mientras estoy en el mundo, Yo soy la Luz del mundo.»

Dicho esto, escupió en la tierra e hizo lodo con la saliva, y untó con el lodo los ojos del ciego, y le dijo: «Vete y lávate en la piscina de Siloé» (palabra que significa “el enviado”). Él fue y se lavó allí, y cuando volvió veía claramente.

Sus vecinos y los que antes solían verlo pedir limosna decían: «¿No es éste el que se sentaba aquí y pedía limosna?» Unos decían: «Es él», otros en cambio: «No, es uno que se le parece.» Pero él afirmaba: «Sí, soy yo.» Le preguntaban, pues: «¿Cómo se te han abierto los ojos?» Contestó: «Aquel hombre que se llama Jesús hizo un poquito de lodo, me untó los ojos, y me dijo: “Vete a la piscina de Siloé y lávate allí.” Fui, me lavé, y ahora veo.» Le preguntaron: «¿Dónde está ése?» Respondió: «No lo sé.»

 Lo llevaron, pues, ante los fariseos al que había sido ciego. Pero es de advertir que ese día en que Jesús hizo el lodo y le abrió los ojos al ciego era sábado. Nuevamente, pues, los fariseos le preguntaban también cómo había recobrado la vista. El les respondió: «Puso lodo sobre mis ojos, me lavé, y veo.» Sobre lo que decían algunos de los fariseos: «No viene de Dios este hombre, pues no guarda el sábado.» Otros decían: «¿Cómo un hombre pecador puede realizar tales señales?» Y había desacuerdo entre ellos. Entonces volvieron a decirle al ciego: «Y tú ¿qué dices del que te ha abierto los ojos?» Respondió: «Que es un profeta.» Pero, por lo mismo, no creyeron los judíos que hubiese sido ciego, hasta que llamaron a sus padres y les preguntaron: «¿Es éste su hijo, de quien dicen que nació ciego? ¿Cómo es que ahora ve?» Sus padres les respondieron: «Sabemos que éste es hijo nuestro, y que nació ciego, pero cómo ahora ve, no lo sabemos, ni tampoco sabemos quién le ha abierto los ojos; pregúntenle a él, edad tiene y puede responder por sí mismo.» Esto dijeron sus padres por miedo a los judíos, porque los judíos se habían puesto de acuerdo en echar de la sinagoga a cualquiera que reconociese a Jesús por el Cristo. Por eso dijeron: «Edad tiene: pregúntenle.»

Llamaron, pues, otra vez al hombre que había sido ciego, y le dijeron: «¡Da gloria a Dios! Nosotros   sabemos   que   ese   hombre   es    un pecador.» Él respondió: «Si es pecador, yo no lo sé; sólo sé que yo antes era ciego y ahora veo.» Le replicaron: «¿Qué hizo él contigo? ¿Cómo te abrió los ojos?» Les respondió: «Ya se lo he dicho y no me han oído, ¿por qué quieren oírlo otra vez? ¿Acaso será que también ustedes quieren hacerse discípulos suyos?» Entonces comenzaron a insultarlo. Y le dijeron: «Tú eres discípulo de ése; nosotros somos discípulos de Moisés. Nosotros sabemos que a Moisés le habló Dios, mas éste no sabemos de dónde es.» Respondió aquel hombre y les dijo: «Aquí está lo extraño:  me  ha  abierto  los  ojos  y ustedes no saben de donde viene… Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, sino que al que teme a Dios y hace su voluntad, a éste le escucha. Desde que el mundo es mundo no se ha oído jamás que alguien haya abierto los ojos de un ciego de nacimiento. Si este hombre no fuese de Dios, no podría hacer nada de lo que hace.» Le respondieron: «Saliste del vientre de tu madre envuelto en pecado, ¿y nos das lecciones?» Y lo echaron fuera.

 Oyó Jesús que lo habían echado fuera, y encontrándolo, le dijo: «¿Crees en el Hijo de Dios?» Respondió él y dijo: «¿Y quién es, Señor, para que crea en Él?» Le dijo Jesús: «Lo has visto; es el mismo que está hablando contigo.» Él entonces dijo: «Creo, Señor.» Y se postró ante Él.

De ciego a iluminado

Leemos en la temporada pascual este pasaje relacionado con el bautismo de los catecúmenos que, durante los primeros siglos, se efectuaba el Sábado de Gloria, y el nombre de esos recién bautizados era “los nuevos iluminados por Cristo”. ¿Cuál es el enlace de esta lectura con el Bautismo que es la santa iluminación?

Primeramente, cuando encontramos la acción de la creación de la vista en ojos que jamás conocieron luz, entendemos que el Señor Jesucristo dio la luz a este ciego como si le “diera a luz”; y el Bautismo no es sino regeneración, como dice san Pablo (Tit 3:5). El Señor untó los ojos del ciego con el lodo —que, por lo general, causaría daño a los ojos— y los otorgó vida; de la misma manera, nosotros cuando somos “enterrados” por el Bautismo, recibimos la vida eterna, y tal como este ciego pudo ver lo invisible, que Jesucristo es Dios, así los nacidos del bautismo viven lo que nadie mundano puede vivirlo: el Reino celestial de Dios.

El segundo enlace de la lectura evangélica con el Bautismo es el conocimiento de Cristo Dios y lo obtendremos gradualmente conociendo al Señor como hombre después como profeta, y al final como hijo de Dios y como Dios verdadero. El conocimiento de los nuevos iluminados también se evoluciona para formar una relación personal con el Señor, por medio de la cual conocen de Él o, más bien, lo conocen personalmente, y viéndolo, creen en Él. Entonces cada conocimiento de Dios que no termina en la unión con Él es incumplido; por eso la curación del ciego no ocurrió cuando se abrieron sus ojos sino en el momento que conoció a Cristo.

El tercer enlace, el más importante, es la confesión del ciego en Jesucristo, sin miedo ninguno a los fariseos: jamás aceptó satisfacerlos y negar la verdad y así apareció como testigo sincero de Cristo. Así debe ser la fe del bautizado: no es que examina a Dios y hasta lo “juzga”, sino que el amor a Dios le es suficiente para ser fiel a Él y creyente en Él. Este ciego observó que Cristo vino de Dios y por eso le adoró. “¿Cuánto más deberíamos hacerlo nosotros, los que recibimos bendiciones mayores que las de él ya que nuestros ojos interiores han sido abiertos a los misterios inefables y hemos sido convocados a una dignidad grandiosa?”, se pregunta san Juan Crisóstomo.

Ahora no existen “los nuevos iluminados” a causa del bautismo de los niños, pero debemos entender la confesión del ciego como una vocación nuestra para que seamos testigos de Jesucristo en cuya luz hemos visto la verdadera luz. Lo que el Señor dijo antes de hacer la curación es nuestra misión como cristianos: debemos laborar “las obras de mi Padre” mientras que respiramos. Y ya que hemos sido iluminados, debemos ser “luz del mundo” que le guía a Jesucristo diciendo: “¿Quieren ustedes hacerse discípulos suyos?”

Rev. Archimandrita Andrés Marcos
Abad del Monasterio San Antonio el Grande
Jilotepec, México

Jueves de Ascensión

El siguiente jueves, 13 de mayo, celebramos la Divina Ascensión, acontecimiento en el cual el Señor, 40 días después de su Resurrección, ascendió a los Cielos en medio de sus Discípulos. ¡Que estos cuarenta días nos confirmen en la realidad de la Resurrección para dar testimonio digno de la grandeza de la Buena Nueva!

Boletín del 02/05/2010

Domingo de la Samaritana

samaritana

Oh Salvador Todopoderoso
que hiciste brotar agua a los hebreos de una roca muda:
al llegar a la tierra de Samaría hablaste con una mujer pidiéndole agua,
así la atrajiste hacia la fe en Ti,
y ahora ha alcanzado la vida eterna en los cielos.

Exapostelario

Tropario de la Resurrección

Tono 4

Las discípulas del Señor aprendieron del Ángel
el alegre anuncio de la Resurrección,
y la sentencia ancestral rechazaron
y se dirigieron con orgullo a los apóstoles
diciendo: ¡Fue aprisionada la muerte,
Resucitó Cristo Dios y concedió al mundo
la gran misericordia!

Tropario de “Mediada la Fiesta”

Tono 8

Mediada la Fiesta, riega mi alma sedienta
con las aguas de la devoción,
Tú que exclamaste a todos:
“Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.”
¡Oh Fuente de la Vida, Señor, Gloria a Ti!

Condaquio de la Pascua

Tono 8

Cuando descendiste al Sepulcro, oh Inmortal,
destruiste el poder del Hades;
y al resucitar vencedor, oh Cristo Dios,
dijiste a las mujeres Mirróforas:
«¡Regocíjense!»;
y a tus discípulos otorgaste la paz,
Tú que  concedes a los caídos la resurrección.

Carta del Apóstol San Pablo a los hebreos (13: 7-16)

Hermanos: Acuérdense de sus dirigentes, que les anunciaron la Palabra de Dios y, considerando el final de su vida, imiten su fe. Jesucristo es el mismo, ayer como hoy y por los siglos. No se dejen seducir por doctrinas varias y extrañas. Mejor es fortalecer el corazón con la Gracia que con alimentos que nada aprovecharon a los que siguieron ese camino. Tenemos nosotros un altar del cual no tienen derecho a comer los que dan culto en la Tienda.

Los cuerpos de los animales, cuya sangre lleva el sumo sacerdote al santuario para la expiación del pecado, son quemados fuera del campamento. Por eso, también Jesús, para santificar al pueblo con su Sangre, padeció fuera de la puerta. Así pues, salgamos donde Él fuera del campamento, cargando con su oprobio; que no tenemos aquí ciudad permanente, sino que andamos buscando la que está por venir. Ofrezcamos sin cesar, por medio de Él, a Dios un sacrificio de alabanza, es decir, el fruto de los labios que confiesan su Nombre. No se olviden de hacer el bien y de ayudarse mutuamente, porque en tales sacrificios Dios se complace.

Evangelio según San Juan (Jn 4:5-42)

En aquel tiempo, llegó Jesús a una ciudad de Samaria llamada Sicar, vecina a la tierra que Jacob dio a su hijo José; allí se encuentra el pozo de Jacob. Jesús, cansado del camino, se sentó junto al pozo; era ya cerca del mediodía. Vino entonces una mujer samaritana a sacar agua. Le dijo Jesús: «Dame de beber» (Pues sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar comida). Pero la mujer samaritana le respondió: «¿Cómo Tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy una mujer samaritana?» (Porque los judíos no se tratan con los samaritanos). Jesús le respondió: «Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, tú misma le pedirías agua viva y Él te la daría.» Respondió la mujer: «Señor, no tienes con qué sacarla, y además el pozo es muy hondo. ¿Dónde tienes, pues, esa agua viva? ¿Acaso eres tú más que nuestro padre Jacob que nos dio este pozo, del cual bebió él, sus hijos y sus ganados?» Respondió Jesús: «Cualquiera que beba de esa agua, volverá a tener sed; en cambio, el que beba del agua que yo le dé no volverá a tener sed: el agua que yo le dé se convertirá en él en manantial de agua que emanará para vida eterna.» La mujer le dijo: «Señor, dame de esa agua y así ya no sufriré la sed, ni tendré que volver aquí a sacar agua.» Pero Jesús le dijo: «Anda, busca a tu marido y vuelve con él acá.» Respondió la mujer: «No tengo marido.» Le dijo Jesús: «Bien has dicho que no tienes marido, porque has tenido cinco maridos, y el que ahora tienes, no es tu marido. En eso has dicho la verdad.» Le dijo la mujer: «Señor, veo que eres profeta. Nuestros padres adoraron a Dios en este monte, y ustedes los judíos dicen que el sitio donde hay que adorar está en Jerusalén.» Respondió Jesús: «Créeme mujer que llegará el tiempo en que ni en ese monte, ni en Jerusalén adorarán al Padre. Ustedes los samaritanos adoran lo que no conocen, pero nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero ya llega la hora (ya estamos en ella) en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque así quiere el Padre que sean los que lo adoran. Dios es espíritu, y los que lo adoran deben adorarlo en espíritu y en verdad.» La mujer le dijo: «Yo sé que el Mesías (el llamado “Cristo”) está por venir; cuando venga, Él nos revelará todo.» Y Jesús le responde: «Yo Soy, el que te habla.»

En esto llegaron sus discípulos y se extrañaron que hablase con una mujer, pero nadie le dijo «¿qué quieres?», o «¿por qué hablas con ella?» La mujer, dejando allí su cántaro, corrió  a la ciudad y dijo a la gente: «Vengan a ver a un hombre que me ha dicho todo cuanto yo he hecho. ¿No será el Cristo?» Salieron, pues, de la ciudad y fueron a verlo. Entretanto, los discípulos le insistían: «Maestro, come.» Jesús les dijo: «Yo tengo para comer un alimento que ustedes no conocen.» Se decían los discípulos unos a otros: «¿Le habrán traído de comer?» Pero Jesús les dijo: «Mi comida es hacer la voluntad del que me ha enviado, y dar cumplimiento a su obra. ¿No dicen  ustedes:  “Dentro de cuatro meses será tiempo de siega”? Pues bien ahora yo les digo: Levanten la vista y miren los campos, y vean que ya están blanqueados para la siega. Ya el segador cobra su paga y recoge fruto para la vida eterna, y con esto el sembrador  también  participa  en la  alegría  del segador. En esta ocasión, se vale aquel refrán: uno es el que siembra, y otro es el que cosecha. Yo los he enviado a ustedes a cosechar donde no se habían fatigado; otros se fatigaron y ustedes se aprovechan de su fatiga.»

 Muchos samaritanos de aquella ciudad creyeron en Él por las palabras de la mujer, que aseguraba: «Me ha revelado todo cuanto yo hice.» Y cuando llegaron a Él los samaritanos, le rogaron que se quedase allí. En efecto, se detuvo dos días en aquella ciudad, con lo que fueron muchos más los que creyeron en Él por haber oído sus palabras; y decían a la mujer: «Creemos ya no por lo que tú has dicho, sino nosotros mismos lo hemos oído y hemos conocido que Éste es verdaderamente el Salvador del mundo.»

desde el poso hasta el martirio

La lectura evangélica de este día enseña una experiencia más sobre el encuentro con el Señor, encuentro que místicamente transforma la vida. La famosa samaritana ascendió en el conocimiento de Jesús gradualmente hasta que llegó a proclamarlo el Señor de su vida.

Cuando esta mujer estaba junto al pozo, encontró a Jesús. Allá, rodeada con todas sus preocupaciones mundanas, no podía ver en Jesús más que un judío, un hombre común, por lo que le dijo: «¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí que soy una mujer samaritana?» Pues, para ella, Cristo no es más que un hombre extraño que pertenece a una raza enemiga.

Jesús le habló del «agua viva»: quien beba de ella «no volverá a tener sed». Este discurso la llevó a reflexionar sobre la religión y por ello dijo: «¿Acaso eres tú más que nuestro padre Jacob que nos dio este pozo, del cual bebió él, sus hijos y sus ganados?»

A partir de este diálogo «religioso», el Señor despierta en ella la conciencia y el auto examen preguntándole acerca de su marido y de su vida privada en lugar de seguir con cuestionamientos de índole religioso. Cuando sus palabras tocaron la vida y lo moral, Jesús pasa a ser, para ella, un profeta. Los profetas siempre han exigido congruencia entre la religiosidad y el comportamiento, «porque yo quiero misericordia, no sacrificio, dice el Señor» (Os 6:6).

A través de esta puerta vital, la penitencia y el auto conocimiento, el Señor la introdujo en el tema de la adoración en Espíritu, lejos de las reglas. Le habló de la religión, no como deberes sino como un amor voluntario y experiencia de la Verdad: «Dios es espíritu, y los que lo adoran deben adorarlo en espíritu y en verdad.» La profundidad de las palabras de Jesús trajo a la memoria de la samaritana las profecías sobre el Mesías: «Yo sé que el Mesías está por venir», y Jesús le dijo: «Yo Soy, el que te está hablando.» Pasa a ser para ella el Cristo esperado, el Salvador del mundo.

Mientras se preocupaba por sus necesidades materiales, lo veía como un hombre común; cuando comenzó a transitar por el mundo de la religión, lo consideró como religioso; cuando entró en sí misma experimentando la penitencia y confesando su realidad, lo admiró como un profeta; finalmente cuando llegó a la adoración en Espíritu y en verdad, a la libertad de la fe, comprendió que era el Mesías. Y lo más grandioso es que en cuanto asimiló que Jesús era el Salvador, se convirtió en una discípula de Él y apóstol: dejó su cántaro, más bien, su vida bajo los pies del Señor y corrió a anunciar a sus compatriotas: «Vengan a ver», y a ofrecer su testimonio, a saber, su martirio. Ella es santa Fotina (iluminada), mártir en Cristo que la Iglesia conmemora el día 26 de febrero. Sus intercesiones sean con nosotros. Amén.

صاحب السيادة يستلم مفاتيح سوليداد

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خلال زيارةٍ رعائية لولاية سان لويس بوتوسي، تم استقبالٌ حافلٌ لصاحبِ السيادة المتروبوليت أنطونيوس شدراوي مطران المكسيك وتوابعها للروم الأورثوذكس وفيه سلّم رئيسُ بلديةِ سوليداد (وهي ثاني أكبر بلديات الولاية وعدد سكانها 300 ألف نسمة)، السيدُ ريكاردو غاياردو، “مفتاحَ المدينة” لصاحبِ السيادة معلناً02 إياه “ضيف شرف” عرفاناً بالجميل لكلِّ الجهودِ التي يقومُ بها من أجلِ تقدّمِ البلدِ ولكرمِه الظاهرِ للعيان مع هذه البلديّةِ بالذّات وكذلك لدورهِ الخاص في بروزِ التّقاربِ المثمر بين الجاليةِ اللبنانيّةِ ومدينة سوليداد.

قال رئيسُ البلديّةِ قي كلمتِه: “صاحبُ السيادة هو إنسانٌ يهتمُّ بمحيطِه، وهو قادرٌ على خلقِ نقاطِ اهتمامٍ فكريٍّ مشتركةٍ بين جهاتٍ مختلفةٍ في تنشئتِها الإثنيةِ والمعرفيةِ والإيمانية.” وبعد أن استلمَ سيدنا أنطونيوس مفاتيحَ المدينةِ، ارتجلَ كلمةً قال فيها: “بالنسبة لي، فإنني أعتبر نفسي غيرَ مستحقٍّ لهذا التّكريم، ولكنني أقبلُه بكل امتنانٍ، وأنا بالتأكيد سأتجاوبُ مع هذه المحبةِ التي أظهرَها سكانُ وحكّامُ سوليداد بمحبةٍ تنبعُ حقيقةً من قلبي … أنا رجلُ دين ولستُ رجلَ سياسة، مع ذلك فلديَّ أصدقاءٌ يستطيعون أن يساعدوا هذه البلدةَ الرائعة.” وتعبيراً عن امتنانه للّفتةِ الطيبةِ قال: “بالمفاتيحِ التي أعطيتمونيها فتحتم قلبي. أَتركُ قلبي هنا وأعطيكُم كلمَتي: وقتما وحيثما أستطيعُ سأسعى لخيرِ هذا البلد.”

على الغذاء التقى صاحبُ السّيادةِ أبناءَ الرعيةِ والجاليةِ اللبنانية بحضورِ حاكم ولايةِ سان لويس بوتوسي الدكتور فيرناندو تورانزو الذي بدوره رحب “بالضيف الكريم” وتم تبادل الهدايا التذكارية.

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