San Caritón el Confesor, abad de Palestina; San Baruc, Profeta

Caritón era un eminente y piadoso ciudadano de la ciudad de Iconio. Imbuído del espíritu de su compatriota, santa Tecla, Caritón confesaba abiertamente el nombre de Cristo. Al desatarse una cruel persecución de cristianos bajo el emperador Aureliano, Caritón fue traído a juicio ante el gobernador de inmediato. El juez le ordenó que adorase a los falsos dioses, a lo cual Caritón contestó: «Todos tus dioses son furias, que en tiempos pasados fueron arrojadas desde el cielo hasta los más profundos infiernos a causa del orgullo». Caritón mostró abiertamente su fe en el único Dios vivo, Creador de todo, y en el Señor Jesucristo, Salvador de la humanidad. Entonces el gobernador ordenó que Caritón fuese golpeado y torturado de tal modo que todo su cuerpo se cubriese de heridas, hasta parecer una sola e inmensa llaga. Tras la mala muerte de Aureliano, cuyas malas obras finalmente lo alcanzaron, Caritón fue librado de la tortura y la cárcel. Viajó a Jerusalén, pero en el camino fue atrapado por unos ladrones de los cuales fue librado por la providencia de Dios. No regresó a Iconio, sino que se retiró al desierto de Farán, donde fundó una comunidad y congregó a un grupo de monjes. Habiendo dado una regla a su comunidad, y deseando huir de la alabanza de los hombres, se retiró a otro desierto cerca de Jericó, donde, pasado el tiempo, fundó otra comunidad que lleva su nombre. Finalmente fundó aún otra comunidad, Souka, llamada la «Antigua Lavra» en griego. Murió en avanzadísima edad, y entró a la gloria de su Señor el 28 de septiembre del 350, y sus reliquias son atesoradas en su primer monasterio. La práctica de tonsurar a los monjes se atribuye a san Caritón.

Tropario, tono 8 del común de santos Anacoretas

Con la efusión de tus lágrimas, * regaste el desierto estéril * y, por los suspiros profundos, * tus fatigas dieron frutos cien veces más, * volviéndote un astro del universo, * brillante con los milagros. ¡Oh nuestro justo padre Caritón, * intercede ante Cristo Dios * para que salve nuestras almas!

Santo Profeta Baruc

El profeta Baruc era hijo de Nerías y discípulo del profeta Jeremías (Jer. 39:12; 43:4 ). El libro profético que se conserva que escribió está dividido en cinco capítulos; fue compuesto en el quinto año de la cautividad babilónica de los judíos durante los años de Sedecías, 583 a.C. La lectura profética que se lee en vísperas de la fiesta de la Natividad de Cristo, que lleva el nombre de Jeremías, está tomada de la profecía de Baruc (Bar. 3:35-4:4). Su nombre significa “bendito”.

Tropario, tono 2 del común de santos Profetas

Celebramos la memoria del profeta Baruc, * por quien te suplicamos, Señor, * que salves nuestras almas.

Mártir Calistrato y sus 49 compañeros mártires de Cartago

Nacido en Cartago, era cristiano desde su nacimiento, ya que su padre y abuela lo eran. Uno de sus ancestros, llamado Neócoro, sirvió como soldado bajo Poncio Pilato en tiempos de la pasión de Nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Viendo los muchos milagros ocurridos durante la muerte de Cristo, Neócoro creyó en él, y fue instruído en la fe y bautizado por los Apóstoles. Regresando a su patria, Neócoro llevó la fe cristiana a los suyos como una perla de gran precio. Así, pasado el tiempo, san Calístrato nació, fue bautizado, y criado como cristiano. Al ingresar al ejército, no había otros cristianos en su regimiento. Uno de sus compañeros, viendo que san Calístrato se despertaba de noche para orar a Dios, lo denunció como cristiano ante el comandante Persentino—y este Persentino era un cruel perseguidor de cristianos. Al convencerse de que Calístrato era en efecto cristiano, el comandante le ordenó ofrecer sacrificio a los ídolos, a lo cual Calístrato se negó al punto. Entonces Calístrato fue golpeado severamente y arrojado al mar, mas el poder de Dios lo preservó, y emergió del mar intacto. Viendo la perseverancia de Calístrato y sus milagros, cuarenta y nueve soldados creyeron en Cristo el Señor, y fueron golpeados y arrojados en prisión junto con él. En la cárcel, san Calístrato instruyó a sus compañeros en la fe y los alentaba. Estos mostraron gran valor en los sufrimientos, y el Señor mostró gran poder mediante ellos. El malvado verdugo envió a sus soldados a la cárcel de noche, y estos asesinaron a Calístrato junto a los otros cuarenta y nueve. Sufrieron por la verdad en el 304 d. C., y una iglesia fue luego construída sobre sus reliquias.

Tropario, tono 4 del común de santos Mártires

Tus mártires, oh Señor, * han obtenido de ti * coronas de incorrupción * en su lucha, Dios nuestro. * Al tener, pues, tu fuerza, * han vencido a tiranos * y aplastado de los demonios * su abatida insolencia. * Por sus intercesiones, oh Cristo Dios, * salva nuestras almas.

Reposo del Santo y Glorioso Apóstol Juan, el Teólogo

La Iglesia conmemora la dormición del discípulo “a quien amaba Jesús, el que en la cena (mística) se había recostado en su pecho”, el Apóstol y Evangelista Juan, quien recibió del Maestro el nombre de “hijo del trueno” en una clara alusión a su Teología que se escucharía como un trueno por todo el mundo y llenaría la tierra entera.

El Apóstol y Evangelista Juan pasó los últimos años de su vida en un estricto ascetismo: tomaba solo pan y agua, no se cortaba el pelo y usaba sencillas vestimentas de lino. En virtud de su avanzada edad –alrededor de los noventa y cinco años- la fuerza no le alcanzaba para predicar ampliamente la palabra de Dios, ni siquiera en los lugares cercanos de Éfeso. Por ese tiempo, instruía sólo a los obispos de la iglesia, a quienes alentaba a enseñar incansablemente el Evangelio a la gente y, especialmente, a vivir y predicar el mandamiento del amor. Cuando el Apóstol empezó a debilitarse más, según relata San Jerónimo, sus discípulos solían llevarlo a la iglesia, pero él ya no podía dar largos sermones; su enseñanza la centraba en la incesante repetición de “Hijitos, amaos los unos a los otros”. Un día cuando sus discípulos le preguntaron por qué repetía esto sin cesar, San Juan les respondió con las siguientes palabras: “Este es el mandato del Señor, y si vosotros lo cumplís, ello bastará”.

Prócoro, uno de los siete diáconos elegidos por los Apóstoles nos relata el descanso de San Juan el Teólogo: Después de transcurrir 26 años desde que regresamos de la isla de Patmos a Éfeso, Juan reunió a siete de sus discípulos (yo y otros seis ) y nos dijo: ‘tomad las espadas en vuestras manos y seguidme’ Hicimos tal como nos lo ordenó y lo seguimos fuera de la ciudad hasta cierto lugar en donde nos mandó sentarnos. Luego se apartó un poco de nosotros a un sitio tranquilo y comenzó a orar. Era muy temprano; el sol todavía no había salido. Después de rezar nos dijo: ‘cavad con vuestras espadas una zanja en forma de cruz, del tamaño que yo tengo’. Así lo hicimos mientras él rezaba. Después de terminar su oración, se echó en la zanja y me dijo: ‘Prócoro, hijo mío, tú debes ir a Jerusalén; allí es donde terminarás tus días’. Luego nos dio instrucciones y nos abrazó, diciendo: ‘Tomad un poco de tierra y cubridme con ella’. Entonces lo volvimos a abrazar y tomando un poco de tierra lo cubrimos sólo hasta las rodillas. Una vez más él nos abrazó diciendo: ‘Tomad más tierra y cubridme hasta el cuello y colocar un velo delgado sobre mi rostro y abrazadme de nuevo por última vez porque vosotros ya no me veréis más en esta vida.’ Volvimos a abrazarlo llenos de pesar, lamentándonos amargamente, mientras él nos despedía en paz. Justo cuando el sol acababa de salir él entregó su espíritu.

De acuerdo con San Jerónimo, el Apóstol y Evangelista se durmió en el año 101 dC, es decir, 68 años después de la Pasión y Resurrección del Señor, lo cual lo confirman también Clemente de Alejandría e Ireneo y muchos otros Padres de la Iglesia. Todos los años, el 8 de mayo, día en el que la Iglesia lo conmemora, sale una fragante mirra de su tumba y a las oraciones al Apóstol, los enfermos se sanan para el honor de Dios que es glorificado en la Trinidad por los siglos de los siglos. Amén.

Tropario, tono 2

Oh amado apóstol de Cristo Dios, * apresúrate y socorre a un pueblo indefenso, * pues quien admitió que te recostaras en su pecho, * te acepta cual intercesor. * Suplícale, Teólogo, * que disipe la nube de los adversarios, * implorando para nosotros la paz * y la gran misericordia.

Santa Eufrosina (justa);Reposo de san Sergio de Radonezh

Nuestra venerable Madre Eufrosina nació a principios del siglo V en la ciudad de Alejandría. Era hija única de padres ilustres y ricos. Cuando tenía doce años, su madre falleció, y así la niña fue criada por su padre, Pafnucio, que era un cristiano muy devoto. Tenía la costumbre de visitar cierto monasterio, donde el Igumeno era su padre espiritual.

Cuando Eufrosina cumplió dieciocho años, su padre quiso que se casara. Fue al monasterio para obtener la bendición del Igumeno para la boda de su hija. El Igumeno habló con ella y le dio su bendición, pero santa Eufrosina anhelaba la vida monástica. Un día, regaló sus posesiones a los pobres y luego se escabulló de la casa.

La Santa había decidido ingresar en un monasterio para pasar su vida en soledad y oración, pero temía que su padre la encontrara en un monasterio de mujeres. Por eso, se disfrazó de hombre y entró en el mismo monasterio de hombres que había visitado con su padre desde su infancia, llamándose Smaragdos. Los monjes no reconocieron a Eufrosina vestida con ropa de hombre, por lo que la recibieron en el monasterio. Los monjes quedaron impresionados por sus luchas espirituales y por su voluntad de servir a todos.

Allí, en una celda solitaria, Santa Eufrosina pasó 38 años en esfuerzos espirituales, ayunos y oraciones, alcanzando así un alto nivel de realización espiritual.

Pafnucio estaba profundamente entristecido por la pérdida de su amada hija; más de una vez, por consejo de su padre espiritual, habló con el “monje” Smaragdos, revelando su dolor y recibiendo consuelo espiritual. Antes de su muerte, santa Eufrosina reveló su secreto a su afligido padre e insistió en que nadie más que él preparara su cuerpo para el entierro. Después de enterrar a su hija, Pafnucio distribuyó toda su riqueza entre los pobres y el monasterio, y luego fue tonsurado. Durante diez años, hasta el momento de su propio reposo, trabajó en la celda de su hija.

Tropario, tono 8 del común de santas Justas

En ti fue conservada la imagen de Dios fielmente, oh justa Eufrosina, * pues tomando la cruz seguiste a Cristo * y, practicando, enseñaste a despreocuparse de la carne, * que es efímera, * y a cuidar, en cambio, el alma inmortal. * Por eso hoy tu espíritu se regocija junto con los ángeles.

 

Reposo de san Sergio de Radonezh

 

Este gran asceta y lumbrera de la iglesia rusa nació el 3 de mayo de 1314 en la aldea de Varnitsa, cerca de Rostov. Sus padres fueron los piadosos nobles, santos Cirilo y María. A los siete años, Bartolomé (pues era este su nombre antes de hacerse monje) fue enviado a estudiar junto con sus hermanos, pero sin importar sus mejores esfuerzos, apenas podía leer o escribir. Finalmente, Bartolomé oró a Dios con lágrimas implorándole que le concediera el saber de los libros. Cierto día, Bartolomé se encontró con un ángel de Dios que, disfrazado de monje, le dio su bendición y le preguntó que deseaba. «Con todo mi corazón», dijo, «deseo aprender a leer y a escribir, santo padre; ore a Dios por mí para que me conceda ser letrado». El anciano bendijo al niño, y dándole a comer pan de la prósfora, le dijo: «Esto te es dado como un signo de la Gracia de Dios y para el entendimiento de las Santas Escrituras». Bartolomé llevó al ángel a la casa de sus padres, donde para asombro de todos bendijo al niño para leer el Salterio. Antes de irse, el anciano profetizó: «Grande será su hijo ante Dios y ante el pueblo. Él se convertirá en una morada elegida del Espíritu Santo». Después de estas cosas, Bartolomé perseveraba en la oración constante, la asistencia a todos los Servicios Divinos, y el más estricto ayuno. Tras la muerte de sus padres, Bartolomé se retiró con su hermano Esteban al bosque cercano a Radonezh, donde su familia se había mudado en 1328. Allí fundo el Monasterio de la Santísima Trinidad, y fue finalmente tonsurado al monasticismo en 1337. Eventualmente muchos vinieron a unirse a él, y junto con sus compañeros de monasticismo se ocupó en el trabajo, la oración, y la batalla espiritual. Al querer reorganizar el monasterio los monjes se rebelaron contra él, y san Sergio se fue en secreto para fundar otro monasterio; pero muy pronto los monjes, arrepentidos, rogaron al Patriarca que les enviara de nuevo a Sergio como padre y abad. El santo regresó con gran amor y obediencia. A causa de la pureza de su vida, fue hallado digno del don de sanar a los enfermos y de obrar milagros – incluso, según una tradición, de levantar en el nombre de Cristo a uno que había muerto. La Santa Madre de Dios se le apareció un número de veces en visiones. Príncipes y obispos venían a él para recibir consejo, y él dio su bendición al Gran-príncipe Dimitri Donskoi, prediciendo su victoria en la guerra de liberación rusa contra los tártaros. Tenía la capacidad de ver los corazones de los hombres y de conocer acontecimientos futuros. Todos glorificaban a Dios por el Monje Sergio, a quien veneraban como a uno de los santos padres de la antigüedad; pero la gloria humana no socavó al gran asceta, que permaneció siendo el modelo de la humildad monástica. Su comunidad se llenó de monjes durante el curso de su vida, y ha sido uno de los principales centros de la vida espiritual en Rusia a través de los siglos. San Sergio durmió en el Señor el 25 de septiembre de 1392, y sus últimas palabras a los monjes fueron: «Hermanos, tengan atención de sí mismos. Tengan temor de Dios, pureza de alma, y amor sin hipocresía».

Tropario, tono 5

Fervoroso soldado de Cristo nuestro Dios, * ejemplo de la virtud, justo Sergio de Radonez, * que luchaste a los afanes efímeros, * con mucha vigilia y oración * te has hecho un hogar propicio del Santo Espíritu, * intercede ante Cristo * por la salvación de nuestras almas..

Santa, Igual a los Apóstoles y Gran Mártir Tecla; San Siluán del Monte Athos

Santa Tecla nació en Iconio de eminentes padres paganos. A los dieciocho años fue prometida en matrimonio a un joven, al mismo tiempo que el apóstol Pablo vino a Iconio con Bernabé a predicar el Evangelio (cfr. Hechos 14:1-7). Escuchando a Pablo por tres días y tres noches, Tecla se convirtió definitivamente a la fe cristiana e hizo voto de permanecer virgen. Su madre, viendo que despreciaba a su prometido y no pensaba ya en el matrimonio, primero intentó persuadirla, y luego la golpeaba y la hacía pasar hambre. Finalmente la entregó a los jueces y exigió, como madre perversa que era, que Tecla fuese quemada. El juez la arrojó a las llamas, mas Dios la preservó ilesa. Tecla entonces se convirtió en seguidora del apóstol Pablo, y fue con él a Antioquía. Un anciano de la ciudad, atraído por la belleza de Tecla, intentó tomarla por la fuerza; pero Tecla se escapó de su alcance. El anciano la denunció al gobernador como una cristiana que despreciaba el matrimonio. El gobernador la condenó a muerte y la arrojó a las bestias salvajes, pero los animales no osaban tocar el cuerpo de esta santa virgen. Asombrado, el gobernador preguntó: «¿Quién eres, y qué poder tienes, que nada te hace daño?» Tecla contestó: «Soy una sierva del Dios vivo». Entonces el gobernador la dejó libre, y ella se fue a predicar el Evangelio. Tuvo éxito en convertir a muchos a la verdadera fe, entre los que estaba la eminente y honorable viuda Trifena. Después de esto, con la bendición del apóstol Pablo, Tecla se retiró a un lugar solitario cerca de Seleucia. Vivió allí un largo tiempo en ascetismo, sanando a los enfermos con poder milagroso y de convirtiendo así a muchos al cristianismo. Los médicos y adivinos de Seleucia estaban celosos de ella y enviaron a unos jóvenes para que la atacaran, esperando que al perder su virginidad también perdiese su poder milagroso. Tecla huyó de estos jóvenes insolentes, y viendo que la alcanzarían, rogó a Dios por ayuda delante de una piedra, la cual se abrió para esconder a la santa doncella y esposa de Cristo. Esta roca fue su refugio y su tumba. San Juan Crisóstomo dice de esta maravillosa heroína cristiana y santa: «Me parece ver a esta bienaventurada virgen, ofreciendo a Cristo la virginidad en una mano, y el martirio en la otra».

Tropario, tono 3

Aprendiste amar fielmente a Cristo * al seguir a Pablo en sus sendas, * y despreciaste así los intereses efímeros; * te entregaste al Señor cual ofrenda agradable * desafiando los tormentos, primera mártir. * Pide a tu amado Cristo, Tecla gloriosa, * que nos otorgue la gran misericordia.

Hieromártir Focas de Sínope

Focas se ejercitó desde su juventud en todas las virtudes cristianas. Como obispo en su lugar natal, la ciudad de Sínope a orillas del Mar Negro, fortaleció a los piadosos en su fe mediante su palabra y ejemplo divinos, y trajo muchos idólatras a la verdadera fe. Los paganos, con corazones de piedra, estaban llenos de ira contra san Focas, y el Señor le reveló en una visión su muerte por martirio. Focas vio una paloma radiante bajar del cielo, llevando en su pico una bella corona de flores. La paloma puso la corona en la cabeza de Focas, mientras se oía una voz decir: «¡Mi copa está llena, y es para que tú la bebas!». A través de esta visión, el hombre de Dios supo que iba sufrir por Cristo muy pronto. No se atemorizó, sino que dando gracias a Dios se preparó para la tortura. Poco después, el gobernador Africano arrestó a Focas para interrogarle, y le infligió crueles torturas: su cuerpo entero fue golpeado hasta que se cubrió de moretones y heridas, y, tras ser encarcelado, fue arrojado en agua hirviendo. Allí terminó su curso terrenal este valiente soldado de Cristo, y entró al gozo de su Señor. Sufrió en tiempos del emperador Trajano (98-117 d. C.)

Tropario, tono 4 del común de Hieromártires

Al volverte sucesor de los apóstoles * y partícipe en sus modos de ser, * encontraste en la práctica * el ascenso a la contemplación, oh inspirado por Dios. * Por eso, seguiste la palabra de la verdad * y combatiste hasta la sangre por la fe. * Focas, obispo mártir, intercede ante Cristo Dios * para que salve nuestras almas.

Apóstol Cuadrato de los Setenta; Jonás Profeta

El santo Apóstol Cuadrato o Codrato de los Setenta, era un hombre modesto y sabio con una gran dialéctica facultativa. Fue ordenado obispo de Atenas, en una ciudad donde existían aún varias facultades filosóficas por eso era necesario tener un obispo de una gran capacidad apologética, y el apóstol contaba con esta capacidad. Trabajó con celo oración y mucha gentileza. Así logró iluminar a muchos en el camino de la verdad. Al no poder hacerle frente al Santo con la razón, fue expulsado con violencia de la ciudad de Atenas, pero esto no menguó la paciencia de Codrato quien se trasladó luego a Magnesia ciudad de Asia Menor donde enseñó el Evangelio.

En el año 126, San Cuadrado escribió una Apología en defensa del cristianismo. Presentada al emperador Adriano (117-138), la Apología se refería a la persecución de los cristianos, ya que el emperador emitió un decreto diciendo que nadie debía ser condenado sin una causa justa.

La respuesta fue la prisión en donde murió de hambre.  Su santo cuerpo fue enterrado en Magnesia.

Tropario, tono 3 del común de los santos Apóstoles

Oh santo apóstol Codrato, * intercede ante Dios misericordioso, * para que otorgue el perdón de las transgresiones a nuestras almas.

Santo Profeta Jonás

El profeta Jonás, hijo de Amatí, de la ciudad de Gethéfer (2 Reyes 14:25), era de la tribu de Zabulón; profetizó durante los años 838-810 antes de Cristo. Dios le ordenó que fuera a Nínive, la gran ciudad de los asirios, y proclamara que su destrucción estaba próxima a causa de los pecados de su pueblo. Pero él, como profeta que conocía la gran compasión de Dios, temía que ante su predicación los ninivitas se arrepintieran; que Dios, aceptando su arrepentimiento en Su amor por el hombre, no cumpliera las amenazas de Jonás; y que él fuera tildado de falso profeta. Así que desobedeció la orden divina, se subió a un barco y partió a otro lugar. Sin embargo, la repentina y terrible tormenta marina y la revelación de la desobediencia de Jonás hicieron que los marineros lo arrojaran al mar. Un gran monstruo marino apareció inmediatamente por providencia divina y se lo tragó. Durante tres días y tres noches estuvo en su vientre y oró diciendo: “Clamé en mi angustia al Señor mi Dios y Él me respondió; desde el seno del seol grité, y Tú oíste mi voz…” (Jonás 2:3). El monstruo marino lo vomitó en tierra seca y él volvió a escuchar la orden de Dios. Por lo que fue y predicó, diciendo: “En tres días, Nínive será destruida”. El pueblo se aterrorizó y todos se arrepintieron. Los grandes, los pequeños, los bebés de pecho y hasta las mismas bestias irracionales ayunaron y, de esta manera, habiendo hallado misericordia de Dios, se salvaron de Su ira. El libro de profecía de Jonás está dividido en cuatro capítulos y ocupa el quinto lugar en orden entre los doce profetas menores. Su estadía de tres días en el vientre del monstruo marino es una imagen de la sepultura de tres días de nuestro Salvador y Su Resurrección vivificante. Su nombre significa “paloma”.

Tropario, tono 2 del común de santos Profetas

Celebramos la memoria del profeta Jonás, * por quien te suplicamos, Señor, * que salves nuestras almas.

Gran Mártir Eustacio, su esposa Teopistia y sus hijos Agapio y Teopisto

Eustacio era un gran líder militar en tiempos de los emperadores Tito y Trajano. Aunque era pagano, Plácido (pues este era su nombre pagano) era un varón justo y misericordioso, tal como el centurión Cornelio, que fue bautizado por el apóstol Pedro (cfr. Hechos 10).

Yendo de caza un día, encontró un ciervo. Por la providencia de Dios, una brillante Cruz apareció entre la cornamenta del ciervo, y Plácido escucho la voz de Dios diciéndole que fuese a un sacerdote cristiano para ser bautizado. Plácido fue bautizado junto a su esposa y a sus dos hijos. En su bautismo recibió el nombre de Eustacio, su esposa el nombre de Teopista, y sus hijos los nombres de Agapio y Teopisto. Después de su bautismo, regresó al lugar en el que ocurrió la revelación a través el ciervo, y dio gracias a Dios de rodillas por haberlo traído a la verdad. Entonces escucho de nuevo la voz de Dios, anunciándole que habría de sufrir por su nombre, y fortaleciéndole. Entonces Eustacio dejó Roma secretamente junto a su familia con la intención de esconderse entre gente sencilla, y de servir a Dios humildemente como desconocidos. Al llegar a Egipto fue inmediatamente asaltado por pruebas: un malvado bárbaro raptó a su esposa, y sus dos hijos fueron atrapados por bestias salvajes. Mas el bárbaro pronto llegó a un mal fin, y un pastor salvó a los muchachos de las bestias salvajes. Eustacio se estableció en el pueblo egipcio de Vadisis, viviendo allí como un trabajador a sueldo por quince años. Después de esto, los bárbaros cayeron sobre el Imperio romano, y el emperador Trajano se lamentaba de que no estuviese junto a él su valiente comandante Plácido, que había sido victorioso doquiera que había luchado. El Emperador envió a dos de sus oficiales a buscar al gran general a través del Imperio. Por la providencia de Dios, estos oficiales (que habían sido amigos de Eustacio) llegaron a este pueblo de Vadisis, y hallándole, lo llevaron ante el Emperador. Eustacio congregó a todo el ejército y venció a los bárbaros. Yendo de regreso a Roma, Eustacio buscó a su esposa e hijos. Al llegar a Roma, el emperador Trajano había muerto y el emperador Adriano estaba ya en el trono. Cuando Adriano ordenó que Eustacio sacrificase a los ídolos, Eustacio le dijo que era cristiano. El Emperador lo entregó a la tortura junto a su esposa y sus hijos. Cuando las bestias salvajes no le hicieron daño alguno, los arrojó a un gran recipiente de bronce con forma de toro calentado al rojo vivo. Sacaron sus cuerpos al tercer día, muertos, pero intactos por el fuego. Así este glorioso general dio a César, lo que es de César, pues cumplió fielmente con sus obligaciones militares; y a Dios lo que es de Dios, pues prefirió el martirio antes que renunciar a su fe, entrando gloriosamente al Reino eterno de Cristo nuestro Dios.

Tropario, tono 4 del común de santos Mártires

Tus mártires, oh Señor, * han obtenido de ti * coronas de incorrupción * en su lucha, Dios nuestro. * Al tener, pues, tu fuerza, * han vencido a tiranos * y aplastado de los demonios * su abatida insolencia. * Por sus intercesiones, oh Cristo Dios, * salva nuestras almas.

Mártires Trófimo, Sabatio y Dorimedon de Sinnada

Los santos mártires Trófimo, Sabatio y Dorimedón sufrieron por Cristo durante el reinado del emperador romano Probo (276-282). En la ciudad de Antioquía se celebraba una fiesta pagana. Se ofrecían ofrendas, se vertía vino y se realizaban actos viles. Los cristianos Trófimo y Sabbatio llegaron a la ciudad justo cuando se estaba celebrando la fiesta y se entristecieron por este espectáculo ruidoso e indecente. Oraron para que el Señor guiara a los extraviados por el camino de la salvación. Mientras decían esto, los idólatras notaron su presencia. Al ver que los extraños no adoraban a los ídolos, los arrestaron y los llevaron ante el gobernador.

En su interrogatorio, los santos confesaron firmemente su fe. Cuando se les dijo que renunciaran a Cristo, se negaron resueltamente a hacerlo. San Sabbatio murió bajo el feroz tormento. San Trófimo fue enviado a la ciudad de Sinnada en Frigia para sufrir torturas aún más terribles.

Durante tres días, San Trófimo anduvo calzado con sandalias de hierro con clavos afilados, empujado por una guardia de caballería. El gobernador de Frigia, Dionisio, infame como torturador y verdugo, utilizó todo tipo de torturas para quebrantar la voluntad del valiente cristiano. San Trófimo se limitó a repetir las palabras de la Escritura: “Muchas aflicciones tiene el justo, pero de todas ellas lo librará el Señor” (Sal 33:20).

El senador Dorimedón, cristiano secreto, visitó a San Trófimo en prisión, lavó y vendó sus heridas. Cuando los paganos supieron que el senador no participaría en la fiesta de Cástor y Pólux, le preguntaron el motivo de su negativa. Él dijo que era cristiano y no asistiría a una fiesta en honor de los demonios. Él y San Trófimo fueron arrojados a las fieras para que se los comieran, pero los mártires salieron ilesos. Entonces fueron decapitados a espada.

Tropario, tono 4 del común de santos Mártires

Tus mártires, oh Señor, * han obtenido de ti * coronas de incorrupción * en su lucha, Dios nuestro. * Al tener, pues, tu fuerza, * han vencido a tiranos * y aplastado de los demonios * su abatida insolencia. * Por sus intercesiones, oh Cristo Dios, * salva nuestras almas.

San Eumenio, obispo de Gortina

San Eumenio, desde su juventud, se destacó por su vida virtuosa. Se esforzó por servir al único Dios y, por lo tanto, rehuyó las tentaciones mundanas. Preocupado por la salvación de su alma, distribuyó todos sus bienes entre los pobres.

Por la bendición de Dios, San Eumenio fue elegido obispo de Gortina en la isla de Creta. El santo, como un padre compasivo, consoló a su rebaño en sus penas y cuidó de los huérfanos y los indigentes. Sus oraciones ante Dios fueron tan fuertes que una vez, durante una sequía, hizo que lloviera abundantemente sobre la tierra.

San Eumenio defendió sabia y celosamente la fe ortodoxa contra la herejía monofisita. Por su oposición a la herejía, el santo fue desterrado a la Tebaida, donde murió en el siglo VII. Su cuerpo fue trasladado y enterrado en Gortina.

Tropario, tono 4 del común de Santos Jerarcas

La verdad de tus obras * te ha mostrado a tu rebaño * cual regla de fe, icono de mansedumbre * y maestro de abstinencia. * Así que alcanzaste, por la humildad, alturas * y por la pobreza, riquezas. * ¡Oh santo Padre Eumenio, * intercede ante Cristo Dios, * para que salve nuestras almas!

Compartir
Compartir