San Simeon el Estilita

01/09

san_simeon_el_estilitaEn la conciencia de la gente, desde su vida fue santo. Aunque su ascetismo extremista que lo llevaba hasta lastimar seriamente su cuerpo, provocó entre algunos dudas y extrañezas, no pudo, sin embargo, evitar el reconocimiento, por parte de muchos, de los dones y gracias que Cristo dio a su amado discípulo Simeón y, por él, a la Iglesia.

Simeón nació en el año 392, al norte de Siria. Creció cuidando el ganado de su padre quien diariamente lo mandaba al monte a pastorear a las ovejas. Quizás este tipo de trabajo sembró en si mismo el espíritu del monaquismo y el hábito de sentirse en soledad con la naturaleza para invocar al Señor de todo.

Su vocación

Un día nevado, en que no pudo llevar a pastar el ganado, vino a su mente la idea de ir a la iglesia. Ahí escuchó al diácono que leía el evangelio: “bienaventurados los que ahora lloran… ay de vosotros los que ahora ríen … bienaventurados los puros de corazón” y estas palabras movieron su espíritu. Al preguntar como podría conseguir estas bienaventuranzas, le platicaron sobre la vida monástica. Aquel día le fascinó lo que escuchó sobre esta vida, y comenzó a orar muchas horas sin cesar hasta que se durmió. Y en su sueño vio esta visión: él mismo como si estuviera escarbando el cimientos de una construcción y, de repente, escucha una voz: “esto no es suficiente; profundiza más” él continua escarbando mas la voz se repite cuatro veces hasta que, al final, escucha: “es suficiente; ahora inicia la construcción, será más fácil; así tienes que someterte a ti mismo para que asciendas a las perfecciones más altas.”

Su acsetismo

Al levantarse se sintió lleno de valor y fuerza celestial, y así acudió a un monasterio cercano en donde ingresó y pasó allí 10 años, sobrepasando a sus compañeros en esfuerzo y disciplina. Buscando imitar más a los ascetas, y con la bendición del abad, salió al desierto y allá practicó su ascetismo en una celda sin techo y se dedicó a la oración y a los ayunos, sin que los cambios del tiempo fueran obstáculo.

Para evitar la tentación de mudar de lugar, ató su pie derecha a una piedra con una cadena férrea de 20 metros. Un día pasó por él un obispo sabio, llamado Meletio, y al ver al asceta Simeón en aquella posición le dijo: “querido padre Simeón, los férreos grillos son para los brutos animales, mas para el hombre su voluntad es suficiente junto con la divina Gracia.” Así Simeón obedeció con humildad y rompió las cadenas.

Legiones de peregrinos llegaban a visitarlo y a conocerlo. Pero él temiendo la fama (vanagloria) y perder el espíritu del silencio, escapó a las montañas y allá construyó una columna de más de 20 metros de altura quedándose a vivir en la parte superior. Simeón practicó su ascetismo allí más de 30 años.

Mas la gente lo seguía buscando y su fama, día a día, se difundía hasta los lugares más lejanos.

Sus virtudes

Llegaban a visitarlo árabes, romanos, persas … algunos venían por curiosidad, otros por bendiciones y otros más por su enseñanza, pero todos, al ver su humildad, sencillez y firmeza, regresaban con arrepentimiento y llenos de paz. Él salía de su soledad dos veces cada día para enseñar, consolar, escuchar y juzgar sobre diferencias, y para curar las enfermedades.

Se dice que los ascetas cercanos se sorprendieron de su extraña manera de ascetismo, y estuvieron de acuerdo en mandarle un mensaje pidiéndole que bajara de su columna pensando así: “si obedece y baja, sabemos que está dirigido por el Espíritu de Dios, en cambio si rechaza y resiste, es que está sometido por la soberbia y la vanagloria.” Simeón bajó de su columna y se postró ante los hermanos, ellos, en cambio, besaron su derecha y le suplicaron que volviera a la columna y que rogara por ellos.

Su muerte

Entregó su espíritu al Señor el primero de septiembre de 461 en la misma columna que él construyó y en donde se quedó 3 días postrado sin saberse que había pasado. Más cuando subieron, a preguntarle la causa de su silencio le encontraron muerto.

Por medio de sus reliquias se hicieron muchos milagros y de la columna por mucho tiempo se esparció una suave fragancia de perfume. Unos años después de su muerte (490), los monjes expresando su veneración a san Simeón, construyeron un monasterio y una inmensa catedral en forma de cruz con la columna en medio. Los restos de la catedral y de la columna se conservan hasta la fecha y el sitio, donde se encuentran, es un centro importante de peregrinación y bendición. Sus intercesiones sean con nosotros. Amén.

“Te volviste columna de paciencia
superando a los padres de la antigüedad, oh Justo:
a Job en sufrimientos
y a José en tentaciones.
semejaste la vida de los incorpóreos aún con cuerpo.
Oh Justo  padre Simeón, intercede a Cristo Dios
para que salve nuestras almas.”
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San Panteleimon

27/07

San PanteleimonUn hombre cuya vida fue cuatro años más corta que la del Salvador a quien él sirvió; sus veintinueve años alcanzó suficientes logros en la ciencia y la religión que llenarían con su esplendor todo aquel siglo.

Como el gran San Lucas del Nuevo Testamento, Pantaleón era doctor y se le recuerda con reverencia como “médico glorioso.“Pero diferencia de aquél, Pantaleón alcanzó la santidad no por su evangelización, sino por sus talentos como médico, pues sus esfuerzos en contra del sufrimiento, fueron aumentados gracias al poder divino.

Pantaleón “el todo misericordioso” nació en el año 275 d.C en Nikomedia, Asia Menor; de padre pagano y madre cristiana. De su padre sacó el intelecto profundo; de su madre, la conciencia espiritual; cualidades que, primero, lo empujarían al reconocimiento, y después hacia la tragedia, en un lapso relativamente corto.

De apariencia atractiva y porte noble, Pantaleón fue discípulo del médico más notable del Imperio, Eufrosinos. Al poco tiempo, su profundo conocimiento y habilidad para curar le atrajo la atención del emperador Maximiano, quien lo incorporó a su servicio personal y al de la corte. Aunque esto aumentó grandemente su fama, el joven médico continuó curando a la gente del pueblo. El piadoso cristiano Ermolaos, quien por su abierta promoción del Cristianismo era perseguido constantemente por el imperio, conoció a Pantaleón y alabó su habilidad médica, induciéndolo a que conociera “la curación proveniente de lo más Alto”.

Después de una serie de encuentros, el médico vino a conocer su verdadera vocación cristiana, y a partir de entonces, como hombre de ciencia sus profesionalismo fue subordinado a su papel de seguidor de Cristo. Continuaba curando a sus pacientes, pero ahora en el nombre del Señor, es decir en nombre del mayor Médico de todos. Su poder de curación ya no era atribuible sólo a su habilidad como médico, sino también, a una intervención divina.

Conforme creció su reputación, Pantaleón llego a ser conocido, más como un hombre de Dios que de ciencia, reconocimiento que provocó la ira y condena del emperador.

Una vez apresado e interrogado, se le ofreció una última oportunidad de elección entre Cristo y los ídolos; su respuesta fue una reafirmación de su cristiandad. No todas las acciones diabólicas de los torturadores de Pantaleón son conocidas. Pero la historia nos narra que este noble cristiano y medico honorable, fue entre otras cosas, torturado en un estante, estirando sus miembros y quemado con velas. Después de estas experiencias horrorosas; fue arrojado primero, en un hoyo ardiente y después a una guarida de bestias. Cuando sobrevivió, los paganos se convencieron de que había una especie de poder sobrenatural protegiéndolo. Finalmente se decidieron por ahogarle, lanzándolo a un río profundo con una enorme piedra atada a su cuerpo. Cuando la piedra se mostró capaz de flotar, los torturadores exasperados sacaron a Pantaleón del agua y lo colocaron sobre el bloque de ejecución donde fue decapitado. En aquel tiempo se dijo que no fue sangre, sino leche, lo que fluyó de la dañada cabeza del mártir.

Pantaleón dio su vida por Cristo el 27 de julio del año 304.

¡Oh Santo luchador,
Pantaleón, el sanador!
Intercede al Piadoso Dios
para que otorgue la remisión de las iniquidades
a nuestra almas.
 
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Profeta Elías Tesbita

20 /07

Profeta ElíasEl Profeta Elías nació en la región sureste de la Tierra Santa nueve siglos antes de Cristo. Provenía de la tribu de Leví, de la generación de Aarón. Un tiempo antes de su nacimiento, el reino hebreo se dividió en dos partes: El reino de Judá y el reino de Israel. El primero lo integraron las tribus de Judá y de Benjamín, siendo su capital Jerusalén. Ocupaba la región del medio oriente de la Tierra Santa. El reino de Israel se situaba en la región septentrional y lo constituían las otras 10 tribus, siendo su capital Samaria.

En los tiempos del Profeta Elías, el pueblo hebreo que habitaba en el reino de Israel, comenzó a apartarse de la fe y a venerar a los dioses paganos, como Baal y otros más. Durante el reinado de Ajab (877-854 antes de Cristo), Elías sintió el llamado a servir a Dios como su Profeta y se convirtió en un ferviente defensor de la verdadera Fe.

Así, el profeta Elías trató de convencer al impío rey Ajab a rechazar a los ídolos y dirigirse al verdadero Dios, pero el rey no lo escuchó. Entonces el profeta predijo que durante tres años en Israel no habría ni lluvia, ni rocío. La sequía y la hambruna azotaron a Israel. El profeta se retiró a un lugar apartado en las cercanías de un arroyo donde un cuervo le traía el alimento. Al cabo de un año, el arroyo se secó y entonces Elías se dirigió al norte de la Tierra Santa, a Sarepta de Sidón y se estableció en la casa de una pobre viuda. A pesar de carecer de alimentos, la viuda con la última harina y aceite le cocinó una tortilla y se la dio de comer. Después de esta acción, gracias a la petición del profeta Elías en sus oraciones a Dios, nunca mas faltó harina y aceite en la casa de la viuda y ésta durante mucho tiempo pudo alimentar a su hijo y a su huésped. Cuando la viuda repentinamente enfermó y murió, el profeta Elías la resucitó (3 Rey.17).

El lugar principal donde se adoraba a Baal en el reino de Israel, era el monte Carmelo. Al cabo de tres años y medio del inicio de la sequía, el profeta Elías reunió allí al rey Ajab, al pueblo y a los sacerdotes de Baal y les dijo: “¿Hasta cuando estaréis rengos de las dos piernas? Si el Señor es Dios, síganlo a Él, y si lo es Baal, entonces sigan a Baal!” Para saber quien era el verdadero Dios, Elías propuso levantar un altar a cada uno de ellos, poner sobre tales al novillo sacrificado, pero no encenderían las leñas. Cada uno invocaría a su dios para que el fuego cayera del cielo. El Dios que hiciera encender el fuego, sería considerado como El Verdadero! Todos aprobaron la propuesta del Profeta. Primeramente los sacerdotes del Baal invocaron a su dios, pidiéndole el fuego. Gritaron y bailaron alrededor del altar durante todo el día. Elías comenzó a burlarse de ellos diciéndoles que Baal se había quedado dormido y que deberían gritar mas fuerte. Al anochecer, el profeta Elías ordenó reunir a todos frente a su altar. Luego, según su indicación, alrededor del altar dedicado al verdadero Dios, cavaron una fosa y arrojaron abundante cantidad de agua sobre la leña para mojarla completamente. Hicieron así para que nadie dudara del milagro que ocurriría. Después de todo esto, el Profeta Elías comenzó a rezar: “Escúchame Señor, haz que el pueblo tuyo sepa hoy día, que Tú eres el único Dios en Israel y que yo soy Tu siervo.” Y cayó fuego del cielo, y quemó todo, la leña, las piedras del altar y el polvo alrededor, evaporando el agua que se juntó en la fosa. Al ver todo esto el pueblo aterrorizado cayó de rodillas exclamando: “¡El Señor, es el Dios, El Señor, es el Dios!” Entonces, el pueblo capturó a todos los sacerdotes de Baal y los mató, debido a que durante tantos años, los sacerdotes los habían inducido al engaño. Presionado por lo sucedido, el rey Ajab y el pueblo empezaron a descender del monte. En ese momento se nubló el cielo y comenzó a llover. ¡La primera lluvia después de tres años! De esta manera, el profeta Elías convirtió a muchos israelitas a Dios (1 Reyes 18, 1-46).

Después de este milagro, Jezabel, la esposa de Ajab, comenzó a perseguir al profeta Elías, el cual tuvo que esconderse en el desierto y finalmente llegar hasta el monte Horeb, cerca del Sinaí. Aquí Elías tuvo una visión: primero sintió una suave brisa y luego vio a Dios. El Señor le ordenó ungir como profeta a Elíseo quien sería su sucesor (2 Reyes 2, 9-10). La vida de profeta de Elías finalizó de una manera extraordinaria: fue llevado al cielo en una carroza de fuego,(2 Reyes 2,11). El profeta Elíseo presenció este hecho y recibió la capa de Elías con la cuál realizó el primer milagro. El profeta Elías permanece ahora en el cielo, en alma y cuerpo, igual que el patriarca antediluviano Henoc quien también fue llevado vivo al cielo en alma y cuerpo,(Génesis 5:24).Y se considera que tanto el profeta Elías como Henoc volverán a la tierra antes del fin del mundo, para acusar al anticristo y sufrirán martirios a manos de este último.

Mediante los grandes milagros que realizó, Elías ayudó al restablecimiento de la fe en Dios y destruyó la idolatría. Por medio de estos hechos, preparó la llegada del Salvador del mundo. La ferviente defensa de la verdadera fe, la absoluta obediencia a la voluntad de Dios, la pureza y la castidad de su vida, la dedicación a la oración y a la contemplación de los misterios divinos, son las cualidades que distinguen a este gran profeta. Sus contemporáneos, viendo sobre él la bendición de Dios, lo llamaban “El hombre de Dios”

Oh Ángel con cuerpo,
Cimiento de los profetas, 
segundo Precursor de la venida de Cristo, 
oh Elías glorioso, que enviaste la gracia de lo alto a Eliseo  
para que expulsara las enfermedades
y purificara a los leprosos:
brinda la curación a los que te honramos.
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Santa Eufemia

11/07

El día 11 de julio, recordamos el milagro por el cual la santa Eufemia confirmó la auténtica y ortodoxa fe determinada en el 4° Concilio Ecuménico sobre las dos naturalezas de Cristo.

Santa Eufemia era hija de un matrimonio cristiano devoto de la ciudad de Calcedonia. Su ambiente familiar le permitió, desde muy joven, tomar la decisión de dedicar su vida al Novio de su alma, a nuestro Señor Jesucristo. Unos años después, se emprendió la persecución del emperador Diocleciano; la joven, comprometida con su Señor, rechazó definitivamente negar a Cristo; ni los azotes ni la cárcel la pudieron cambiar. Así que el jefe de la ciudad mandó quemarla en vida. Fue martirizada el año 304, y la Iglesia recuerda el martirio de santa Eufemia el día 16 de septiembre.

Unos años después, cuando el emperador Constantino llegó a Macedonia, y viendo la veneración que los macedonios tenían hacia la Santa, construyó una iglesia dedicada a su nombre; desde entonces Macedonia recibía muchos peregrinos que procuraban besar sus reliquias.

El año 451, fue convocado el 4° Concilio Ecuménico en la misma Calcedonia: obispos de todo el orbe cristiano se reunieron en la ciudad para discutir la nueva corriente que había surgido últimamente; unos obispos defendían la recta fe en que “Cristo es perfecto Dios y perfecto hombre” es decir, que tiene dos naturalezas que están juntas en una sola Persona. En tanto que el otro grupo decía que Cristo tiene nada más una naturaleza divina.

Mientras estaban en plena discusión, se propuso exponer la causa a la intercesión de la Patrona de la ciudad. Entonces ambos equipos editaron sus enseñanzas y las pusieron junto a las reliquias de santa Eufemia; durante tres días todos oraban constantemente para que Dios por su intercesión revelara la verdad. Cuando abrieron el sepulcro encontraron el libro de los herejes ante las pies de la Santa mientras el de recta fe estaba en sus manos. Los Ortodoxos glorificaron a Dios ofreciendo agradecimientos a su Santa, y muchos de los que antes eran defensores del Monofisismo (una naturaleza), aclamaron de nuevo la recta fe. Esto es lo que la Iglesia hoy, 10 de julio, festeja pidiendo la intercesión de la gran Mártir Eufemia.

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San José Damasceno

10/07

San José DamascenoEl Padre José, “el sacerdote Yosef El- Hadad, originario de Beirut, damasceno por patria y ortodoxo por religión”, como se presentaba a si mismo, nació en Damasco en el año 1793 de una familia pobre y piadosa. Desde su infancia gustó del conocimiento y, no obstante las grandes dificultades económicas, aprovechaba toda oportunidad para estudiar, y así continuó durante su juventud. En esta época la enseñanza general se impartía en estrecha relación con el conocimiento de lo divino, de allí que para el joven Yosef, la Biblia era su libro de mayor interés. Mas sus padres carnales, temerosos de su futuro, decidieron casarlo a la edad de 19 años. Sin embargo, este acontecimiento no lo alejó del estudio ni de su vocación por el conocimiento.

La comunidad ortodoxa de Damasco, al tanto de sus virtudes y capacidades, acudieron ante el patriarca para pedirle la ordenación de José como su pastor. De esta manera, en el año 1817, fue ordenado sacerdote mostrando desde un principio fuerza y sabiduría en su predicación, particularmente en las homilías que dió en la iglesia dedicada a Santa María (Al- Mariamíah). Muchos lo consideraban como el segundo Crisóstomo. Otros más dicen de él: “los ancianos (presbíteros) musulmanes, hasta cuarenta años después de su muerte, todavía repiten partes y dichos de sus homilías”.

El padre José fue pobre piadoso y paciente, tranquilo y humilde. Podía platicar sobre si mismo y aborrecer la soberbia y la vanidad: hasta le daba pena cuando lo alababan. Decía siempre: “ahora yo siembro en la viña verdadera de Cristo en Damasco y espero la cosecha.”

Sin duda, el Padre José fue el primer gran hombre del renacimiento de la Iglesia antioquena en el siglo XIX, período en extremo difícil en todos los órdenes: los melquitas recién habían abandonado la Iglesia, dejando una estela de problemas; los emisarios protestantes se mostraban muy activos en su proselitismo; la pobreza e ignorancia golpeaban a toda la Iglesia. Los patriarcas de Antioquia, desde 1724, eran extranjeros y ajenos al sufrimiento del pueblo. Era la imagen viva de un barco a la deriva, abandonado a la fuerza de los vientos.

En estas circunstancias, el trabajo pastoral del padre José: homilías, traducciones, enseñanza y moral, contribuyó a favorecer una ambiente de resurgimiento, a agitar las almas y a reanimar el espíritu. Comenzó así a brotar una nueva generación.

Dentro de los personajes de gran importancia en la Iglesia revitalizada, más de medio centenar habían estudiado con él, aprendiendo de su celo cristiano: el patriarca Melatio Al- Dumani, primer patriarca árabe desde 1724, fue su discípulo; también el metropolita de Beirut, Gabriel Shatila, quien decía de nuestro Padre: “las estrellas de Damasco son tres: el apóstol Pablo, san Juan Damasceno, y José El- Hadad.”

Coronaría este siervo de Dios su vida con un final (o principio) digno de su gran celo y amor al Señor y a sus semejantes: su martirio.

En Damasco, a mediados del año 1860, tuvo lugar una matanza de cristianos por los turcos musulmanes. En aquel día muchos fieles se refugiaron en la iglesia Al- Mariamíah. El Padre José conservaba en su casa el Viático (del cual da la comunión el sacerdote a los enfermos), después de protegerlo lo colocó sobre su pecho y salió rumbo a la iglesia, corriendo y saltando sobre las azoteas de las casas. Ya en Al- Mariamíah pasó todo el día y la noche animando a los fieles y confortándolos para no temer, pues, los que matan el cuerpo no pueden matar el alma.

Durante la mañana del día siguiente, martes 10 de julio, los atacantes invadieron las instalaciones de la iglesia, golpearon y mataron a numerosos fieles, saquearon, ensuciaron y quemaron parte del templo. Uno de los musulmanes reconoció al padre José y exclamó: “Ese es el presbítero de los nazarenos, matándolo matamos a todos los nazarenos.” Al sentir que su hora había llegado, el padre José tomó el Viático y lo tragó, al tiempo que violentamente era atacado con armas de fuego y hachas por unos, que más que verdugos, parecían leñadores furiosos despedazando un tronco. Le colocaron grilletes en sus tobillos y lo exhibieron por toda la ciudad.

Así, el Padre José, mártir de Cristo, dando testimonio, tanto con sus fatigas y desvelos, como con sus sufrimientos y sangre se hizo ejemplo digno de imitación e intercesor ferviente ante nuestro Señor Jesucristo a quien sea la gloria por los siglos.

El santo sínodo Antioqueno, que se realizó en Damasco en octubre de 1993, proclamó la canonización del sacerdote José El- Hadad como santo, determinando el día 10 de julio, día de su martirio, para su recuerdo.

Por las oraciones del sacerdote mártir José Damasceino y sus compañeros, que el Señor Jesucristo tenga piedad de nosotros y nos salve. Amén.

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San Jorge gran Mártir

23/04

san_jorgeLa Iglesia Ortodoxa ha enfatizado siempre que el reconocimiento de un santo, antes de ser confirmado como tal por las Autoridades Eclesiásticas, surge de la conciencia del pueblo de Dios que venera, aún en vida, a una persona por su santidad, y aun más después de su muerte.

En este sentido el pueblo ortodoxo, a lo largo de la historia, ha venerado a San Jorge y agradecido su eficaz intercesión, a tal grado que es impresionante el número de iglesias construidas, desde el siglo IV hasta la fecha, dedicadas a este Gran Mártir de Cristo y puestas bajo su patrocino; y todavía más, que casi no haya familia en la que alguno de sus miembros no lleve su nombre.

Jorge nació en la ciudad de Al-Led, Palestina, de una familia distinguida por su posición social, en el año 280. Al cumplir los 17 años, se incorporó al ejército; su notable entrega y valor impresionó de tal manera al emperador Diocleciano que rápidamente lo ingresó a su guardia real.

Poco después, Diocleciano emprendió su encarnizada persecución en contra de los cristianos, y los ríos de sangre desbordaron como nunca antes. Sin embargo, la fe de Jorge, antes que nada, soldado de Cristo, ni siquiera se tambaleó, sino que fortalecida, se enfrentó con toda valentía al emperador, proclamó su cristianismo y defendió su fe, la fe en Jesucristo, Dios verdadero.

Diocleciano, encolerizado, ordenó torturar a Jorge, pero todos los dolores no pudieron vencer la Gracia de Dios que apoyó al Mártir en su testimonio. Entonces, el emperador, frustrado por su impotencia de hacer vacilar la sólida fe de Jorge, mandó decapitarlo. El soldado de Cristo lleno de alegría, con esa valentía que lo caracterizaba y con la luz de la Gracia Divina resplandeciendo en su rostro, inclinó la cabeza ante el verdugo. Su cabeza cayó, su alma se elevó al Cielo, su fama se difundió por todo el imperio, y su amor conquistó los corazones de los fieles que han gozado y gozan de su intercesión, manifestada en milagros, curaciones, consuelos y fortalecimiento de su fe hasta el día de hoy.

Este cariño del pueblo de Dios hacia San Jorge le hizo aplicar al Soldado de Cristo, un antiguo mito referente a un guerrero que, defendiendo a su pueblo, mata al dragón que quiere devorar a la bellísima princesa. La Iglesia aceptó esta asimilación y pintó a San Jorge como el soldado que con la lanza de su intercesión ha vencido al demonio y rescatado a la Iglesia, la Novia Inmaculada de Cristo, de cuantiosos peligros que la han rodeado. Que sus intercesiones sean para con todos nosotros. Amén.

Cual liberador de los cautivos
y protector de los necesitados,
sanador de los enfermos
y defensor de los creyentes:
oh victorioso y gran mártir Jorge,
intercede a Cristo Dios
por la salvación de nuestras almas.
 
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Santa María Egipciaca

01/04

santa_maria_ejipciacaApenas tenía doce años cuando huyó a Alejandría, donde vivió en prostitución y pecado durante 17 años. Fue entonces, en plena madurez, cuando vino a su mente la idea de viajar a Jerusalén para asistir, con otros visitantes, a la fiesta de la Elevación de la Santa Cruz; ciertamente no por motivos religiosos sino por mera curiosidad. Estando allí, participó en toda forma de corrupción arrastrando a muchos a los abismos del pecado.

En el día de la festividad quiso entrar a la Iglesia pero en las tres o cuatro veces que lo intentó, una fuerza invisible se lo impedía, en tanto que toda la gente entraba sin ningún obstáculo. Ella sintió entonces dolor y tristeza en su corazón y, atrayendo la compasión de Dios por el arrepentimiento, logró cambiar el curso de su vida. Así, habiendo tomado esta decisión, entró a la iglesia fácilmente y se postró ante el honorable madero de la Cruz.

Poco después, el mismo día, se dirigió a Jerusalén y atravesando el río Jordán se adentró en las profundidades del desierto. Aquí pasó aproximadamente 47 años, en una vida dura e insoportable. Oraba en soledad absoluta al Único Dios.

Hacia el final de su vida se encontró en el desierto con un asceta sacerdote de nombre Zócimo a quien le confesó toda su historia, desde el principio hasta ese momento, pidiéndole que le trajera los santos dones para comulgar. El día de su comunión fue el Gran Jueves Santo. Un Año mas tarde al volver nuevamente Zocimo, la encontró tendida en el suelo, muerta, y cerca de ella estas palabras grabadas en la arena:

“Padre Zocimo, entierra el cuerpo de María miserable aquí. Morí el mismo día en que comulgué los dones místicos. Ora por mí.”

Su muerte se ubica hacia finales del cuarto siglo.

La Iglesia recuerda, en el quinto domingo de la Gran Cuaresma, a la Santa, precisamente cuando se acerca el fin de la Cuaresma, para alentar a los pecadores y negligentes al arrepentimiento, para que sea la Santa festejada un ejemplo a seguir.

“En ti fue conserada la imagen de Dios fielmente, oh Justa María,
pues tomando la cruz seguiste a Cristo
y, practicando, enseñaste a despreocuparse de la carne, que es efímera
y a cuidar, en cambio, el alma inmortal.
Por eso hoy tu espíritu se alegra junto con los ángeles”
 

San Juan Clímaco

30/03

san_juan_climacoA partir del siglo VI, el célebre monasterio de Santa Catalina, fundado por Justiniano en el monte Sinaí, se convierte en el más importante centro de difusión e irradiación de espiritualidad.

Uno de los hombres más notables entre los grandes doctores sinaítas fue indudablemente Juan, Abad del monasterio de Santa Catalina entre los años 580 y 650, de cuya vida, a pesar de haber sido uno de los ascetas orientales de mayor renombre, no se tiene mayores datos, a no ser un corto escrito del monje Daniel de Raitu, algunos fragmentos de los “Relatos” del monje Anastasio y algunos indicios que el mismo Juan desliza en su obra. En cuanto a sus primeros años, la carencia de noticias es total, sólo podemos deducir que recibió una sólida formación intelectual.

A los dieciséis años ingresa al Monasterio de Santa Catalina y se somete a la dirección de un cierto abad Martyrius, quien le conferirá la tonsura monástica a la edad de veinte años.

Tras la muerte de su padre espiritual, Juan, que en aquel entonces tendría alrededor de treinta y cinco años, decide entregarse a la vida solitaria en un sitio llamado Thola (Wadi el Tlah), donde se establece en una gruta algo alejada del grupo de anacoretas que vivía en los alrededores. Pasado un tiempo se le acercaría su primer discípulo, un monje llamado Moisés, y más tarde, atraídos por la aureola que había comenzado a desarrollarse a su alrededor, acuden los monjes en gran cantidad procurando su consejo.

Con el tiempo, Juan se transformaría en un eminente padre espiritual.

Finalmente es elegido abad del Monasterio de Santa Catalina del Monte Sinaí. Se supone que durante esta época fue redactada, a petición del abad Juan de Raitu, su Santa Escala, a la que le debe su nombre de “Clímaco”.

Llegado a una edad muy avanzada, abdica a favor de su hermano carnal Jorge y retorna a la vida solitaria hasta su muerte, que se cree ocurrida entre los años 650 y 680.

San Juan Clímaco nos ha dejado una “Escala” compuesta por treinta escalones, número de la edad de Cristo cuando comenzó su predicación, ya que el objeto de “la Escala”, como dice el mismo Clímaco, es “llegar a la madurez de la plenitud de Cristo.” Son escalones de virtudes que cada cristiano tiene que subir mirando siempre al escalón treinta, donde mora el Amor que es el mismo Cristo quien bendice nuestro ascenso.

“Con la efusión de tus lágrimas,
regaste el desierto estéril;
y por los profundos suspiros,
tus fatigas dieron frutos cien veces más,
volviéndote un astro del universo,
brillante con los milagros.
¡Oh nuestro justo padre Juan,
suplícale a Cristo Dios que salve nuestras almas!”
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San Juan Casiano (Confesor)

29/02

febrero29-Juan_CasianoSan Juan  Casiano el Romano nació alrededor del 360. Sus padres, piadosos cristianos le dieron una excelente educación clásica. Lo introdujeron e instruyeron  en las Sagradas Escrituras y en la vida espiritual.

San Juan entró en un monasterio en la diócesis de Tomis, donde su amigo y pariente  san Germán, trabajó como un asceta. Después de cinco años, en el 380, Juan viajó para  venerar  los Santos Lugares de Jerusalén con su hermana y su amigo san Germán. Los dos monjes se quedaron  en un monasterio de Belén, no lejos de donde nació el Salvador. La experiencia fue tan enriquecedora que siguió viajando durante siete años más basándose en la experiencia espiritual de los ascetas incontables. Los monjes egipcios le enseñaron muchas cosas útiles sobre las luchas espirituales, la oración y la humildad.

Las notas que San Juan fue escribiendo, formaron la base de su libro llamado conferencias con los padres en veinticuatro capítulos.

Tiempo después de escribir su libro, volvió a  Belén por un breve tiempo, y posteriormente se fue a Egipto y vivió allí hasta el 399. Debido a los disturbios causados por el arzobispo Teófilo de Alejandría dentro de los monasterios a lo largo del Nilo, decidió ir a Constantinopla. Allí conoció a San Juan Crisóstomo y se quedó con él por cinco años, aprendiendo muchas cosas provechosas.

Cuando Crisóstomo fue exiliado de Constantinopla en 404, el  santo Juan Casiano se fue a Roma para defender su caso ante Inocencio I. Casiano fue ordenado al sacerdocio santo en Roma. Después de la muerte de Crisóstomo en 407, San Juan Casiano se fue a Marsella en la Galia (actual Francia) y fundó dos monasterios. Uno para hombres y otro para mujeres.

A  petición del obispo Castor de Aptia Julia (en el sur de la Galia), Casiano escribió los institutos de vida cenobítica en doce libros, que describen la vida de los monjes de Palestina y Egipto, el volumen incluye cuatro  libros que describen la vestimenta de los monjes de Palestina y Egipto, sus horarios de oración y de servicios. Los siete libros tienen como tema base los pecados capitales y cómo superarlos.

San Juan Casiano escribió también 24 libros en forma de conversaciones con los padres acerca de la perfección del amor, de la pureza, de la ayuda de Dios; sobre la importancia de la  comprensión de las Escrituras. Acerca de los dones de Dios, sobre la amistad, sobre el uso del lenguaje, sobre los cuatro niveles de la vida monástica, sobre la vida solitaria y la vida cenobítica, sobre el arrepentimiento, sobre el ayuno, meditaciones sobre todas las noches, y sobre la mortificación espiritual. Esta última tiene el título  “Yo hago lo que no quiero hacer”.

En 431 San Juan Casiano escribió su trabajo final sobre la encarnación del Señor, escrita en siete libros que se oponen a la herejía, citando a muchos maestros de Oriente y del Occidente para apoyar sus argumentos.

Sus intercesiones sean por nosotros. Amén.

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San Basilio Confesor

28/02

San Basilio el Confesor fue un monje que sufrió durante el reinado del emperador iconoclasta León Isauro (717-741).

Cuando comenzó una persecución contra los que veneran los santos iconos, san Basilio y su compañero de san Procopio de Decápolis (27 de febrero) fueron sometidos brutalmente a diversas  torturas y encerrados en la cárcel popr mucho tiempo, sin embargo su fe nunca desfalleció.

Cuando los santos confesores Basilio y Procopio fueron puestos en libertad junto con otros veneradores de los iconos sagrados, siguieron su lucha monástica, instruyendo a muchos en la fe ortodoxa y la vida virtuosa. San Basilio murió en paz en el año 750.

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