Boletín del 08/03/2015

2° Domingo de la Cuaresma

Domingo de Gregorio Palamás

 

¡Alégrate, oh orgullo de los Padres, boca de los teólogos,
morada de paz interior, casa de sabiduría,
cumbre de los maestros y profundidad de la palabra!
¡Alégrate, instrumento de obra, cima de contemplación,
y sanador de las enfermedades! ¡Alégrate, oh padre Gregorio,
que has sido arca del Espíritu en tu vida y después de la muerte!
                                                                                                 Exapostelario

Himnos de la Liturgia

Tropario de la Resurrección

Tono 6

audio132

Los poderes celestiales aparecieron sobre tu sepulcro;
y los guardias quedaron como muertos;
María se plantó en el sepulcro buscando Tu Cuerpo Purísimo;
sometiste al hades sin ser tentado por él;
y encontraste a la Virgen otorgándole la vida.
¡Oh Resucitado de entre los muertos, Señor, gloria a Ti

Tropario de San Gregorio Palamás

Tono 8

¡Oh Astro de la Ortodoxia, firmeza de la Iglesia y maestro;
hermosura de los ascetas, irrefutable campeón de los teólogos,
Gregorio el milagroso, orgullo de Tesalónica y predicador de la Gracia:
intercede por la salvación de nuestras almas!

Condaquio de la Gran  Cuaresma

Tono 8

A ti, María, te cantamos como victoriosa;
tu pueblo ofrece alabanzas de agradecimiento,
pues de los apuros, Theotokos, nos has salvado.
Tú, que tienes invencible y excelsa fuerza,
de los múltiples peligros libéranos.
Para que exclamemos a ti: ¡Alégrate oh Novia y Virgen!

Lecturas Bíblicas

Carta del Apóstol San Pablo a los Hebreos (1:10 – 2:3)

Hermanos: Las Santas Escrituras dicen del Hijo: Tú, oh Señor, en el principio pusiste los cimientos de la tierra, y obras de tu mano son los cielos. Ellos perecerán, más Tú permaneces; todos como un vestido envejecerán; como un manto los enrollarás y serán cambiados. Pero Tú eres el mismo y tus años no tendrán fin. Y ¿a cuál de los ángeles dijo alguna vez: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por escabel de tus pies? Es que, ¿no son todos ellos espíritus servidores con la misión de asistir a los que han de heredar la salvación?

Por tanto, es preciso que prestemos mayor atención a lo que hemos oído, para que no nos extraviemos. Pues si la palabra promulgada por medio de los ángeles obtuvo tal firmeza, y  toda trasgresión y desobediencia recibió justa retribución, ¿cómo escaparemos nosotros si descuidamos tan gran salvación? La cual comenzó a ser anunciada por el Señor, y nos fue luego confirmada por quienes la oyeron.

Evangelio según San Marcos ( 2: 1-12)

En aquel tiempo, Jesús entró de nuevo en Cafarnaúm; al poco tiempo, había corrido la voz de que estaba en casa. Se agolparon tantos que ni siquiera ante la puerta había ya sitio, y Él les anunciaba la Palabra. Y le vinieron a traer a un paralítico llevado entre cuatro. Al no poder presentárselo a causa de la multitud, abrieron el techo encima de donde Él estaba y, a través de la abertura que hicieron, descolgaron la camilla donde yacía el paralítico. Viendo Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: «Hijo, tus pecados te son perdonados.» Estaban allí sentados algunos escribas que pensaban en sus corazones: «¿Por qué éste habla así? Está blasfemando. ¿Quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios?» Pero, al instante, conociendo Jesús en su espíritu lo que ellos pensaban en su interior, les dijo: «¿Por qué piensan así en sus corazones? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: “Tus pecados te son perdonados”, o decir: “Levántate, toma tu camilla y anda”? Pues para que sepan que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder de perdonar pecados –dice al paralítico-: “A ti te digo: levántate, toma tu camilla y vete a tu casa”.» Se levantó y, al instante, tomando la camilla, salió a la vista de todos, de modo que todos quedaban asombrados, y glorificaban a Dios diciendo: «Jamás vimos cosa parecida.»

Mensaje Pastoral

La Doctrina en nuestra vida cotidiana

El domingo pasado festejamos la victoria de la doctrina de venerar los sagrados íconos, y hoy, el segundo domingo de cuaresma, celebramos la memoria de San Gregorio Palamás, quien confirmó la doctrina de la luz divina increada. Esta doctrina enseña que los creyentes después de una lucha espiritual, pueden llegar a contemplar la luz increada de Dios y que pueden también participar de las energías increadas de Dios aquí en la tierra y en este cuerpo. Entonces, los primeros dos domingos de cuaresma celebramos la victoria de la doctrina y fe rectas.

Festejar la victoria de la Fe recta en los primeros dos domingos de cuaresma tiene un sentido muy profundo; la Iglesia quiere enseñarnos la importancia de la doctrina recta, mediante un  discurso de la vida espiritual. Por lo tanto en los primeros dos domingos del periodo más esencial en la vida espiritual, es decir, de la cuaresma, celebramos la victoria de dos doctrinas: la de los santos íconos en el primer domingo, el domingo de la Ortodoxia “la Fe Recta”, y en el segundo domingo festejamos la victoria de una doctrina que la tiene únicamente la Iglesia Ortodoxa.

La Verdadera Ortodoxia es unir la doctrina recta con la vida espiritual sana. Esta doctrina se refiere a conocer la verdad de la Fe cristiana, y la vida espiritual es vivir esta Fe. Quien logra la fe recta, vive una vida espiritual sana; así que  debemos conocer bien a Dios para saber cómo convivir con Él. Es necesario conocer a Dios los que queramos llegar a su semejanza. Por lo mismo podemos decir que para que la doctrina se convierta en Fe deberá reflejarse en la vida. Nosotros los cristianos tenemos dos doctrinas esenciales que son: la  de la Santísima Trinidad, y la de la Encarnación de Cristo, su Muerte y su Resurrección. ¿Cómo se pueden reflejar en nuestra vida cotidiana?

La doctrina de la Santísima Trinidad enseña que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son un solo Dios; estas tres personas están unidas, consubstanciales, y además, viven en una unión de amor y trabajan como si fueran una sola persona. Nosotros los cristianos, para convertir esta doctrina en vida, debemos como nuestro Dios, vivir la unión en amor. Tenemos que trabajar y luchar juntos como si fuéramos un solo cuerpo. La Ortodoxia nos enseña  a amar a todo el mundo, nos predica amar a todo el género humano y a la creación entera, por lo tanto, rogamos por la paz del mundo entero, rezamos por los vivos y por los difuntos, pedimos por la templanza de los aires y la abundancia de los frutos de la tierra, por tiempos de paz, por el país que habitamos y por su presidente, su ejército y sus fuerzas armadas, para que actúen según lo que agrada a Dios. Nuestra fe nos mueve para rezar por todos y para amarlos porque nuestro Dios es Amor. Nuestra fe nos anima para vivir en comunión con todos porque La Santísima Trinidad así vive, en comunión y unión entre sí.

La Doctrina de la Encarnación de Cristo, su Muerte y su Resurrección deben reflejarse con más intención en nuestra vida. La Encarnación de Cristo nos enseña que lo material nos está esperando para que lo santifiquemos, lo purifiquemos y lo usemos para el bien. Mi cuerpo en este sentido, no es mi enemigo, sino mi compañero en la lucha espiritual acá en la tierra y del mismo modo es copartícipe en la gloria en la vida venidera. Por lo tanto, en estos días, estamos en abstinencia no para castigar nuestro cuerpo ni mucho menos para mortificarlo, sino que ayunamos para que el cuerpo rece en esta forma una oración corporal, a la que llamamos “Ayuno” porque el cuerpo desea rezar con su alma.

La Encarnación de Cristo nos enseña a usar este mundo de la mejor manera; igual como el ayuno hoy nos educa enseñándonos a respetar la comida, a apreciarla y a usarla en ahorrar dinero para ayudar a quien lo necesite.

Al final, la Muerte del Señor y su Resurrección, nos enseñan cómo vivir aquí y cómo prepararnos para la vida eterna, y nos explican una cosa importante: que la fuerza no nos es dada para matar, sino para dar una vida buena, la fuerza es tener Fe en Dios, es dar ánimo a los débiles, es enseñar la doctrina recta, es predicar la única verdad en este mundo, y esta única verdad dice: DIOS ES AMOR Y PAZ.

Quien pide llegar a la semejanza de Dios, quien quiere ver la luz increada de Dios en esta vida, como enseña San Gregorio Palamás, éste debe practicar el amor cristiano y sembrar la paz en todo tiempo y en todo lugar. Amén

Rev. Archimandrita Andrés Marcos

Nuestra Fe y Tradición

El Akathistos a la Madre de Dios

El Akáthistos (a veces pasa al español como “acátisto”) es un gran himno de la liturgia oriental griega que medita sobre el misterio de la Maternidad Divina.

Akáthistos quiere decir “no sentado”. Se le llama así porque, a diferencia de otros himnos en la liturgia bizantina, se canta y escucha de pie como el Evangelio en señal de especial reverencia.  La Iglesia oriental lo considera como expresión de su doctrina y piedad hacia la Madre de Dios.

En el rito bizantino ocupa un lugar privilegiado y goza de su propia fiesta: el quinto sábado de cuaresma, llamado precisamente por eso sábado de Akáthistos.

Es un himno de acción de gracias. La ciudad de Constantinopla, consagrada a María, cuando se veía asediada por los bárbaros recurría a su protección; y le daba gracias con vigilias y cánticos en su honor. Según el relato del Sinaxario, el Akáthistos habría tomado su nombre de las celebraciones nocturnas de agradecimiento a María: “Celebramos esta fiesta en recuerdo de las prodigiosas intervenciones de la Inmaculada Madre de Dios.

Cuando en 1453 el imperio bizantino cayó bajo los turcos, no se derrumbó esta confianza, sino que se elevó al orden de la gracia: el patriarca Jorge Scholarios decía a María que ya no la importunarían para que salvase a la ciudad, pero que les conservase siempre en la fe de los padres. El Akáthistos sigue siendo el testimonio seguro de la fe.

La vasta tradición manuscrita transmite casi siempre el Akáthistos como anónimo; los libros litúrgicos lo recogen siempre anónimo. Solamente algún códice, debido quizá a los acontecimientos históricos que recuerda el Sinaxario sobre las noches que el pueblo pasó en vela dando gracias a la Madre de Dios, lo atribuye al patriarca Sergio(s. VII) o al patriarca Germán(s. VIII). Pero un himno tan elaborado no se compuso ciertamente en una noche; más que un momento y un arte, expresa una vida.

Algunos estudiosos han propuesto como autor probable a Román el Melode, príncipe de los himnógrafos del s. VI. Pero Román y ningún otro himnógrafo sagrado alcanza la sublimidad y la profundidad del Akáthistos . Su autor fue ciertamente un gran poeta, un insigne teólogo, un contemplativo consumado, tan grande, que supo traducir en síntesis orante lo que la fe profesa; tan humilde que desapareció su nombre. Dios conoce su nombre, pero el mundo lo ignora. Conviene que así sea; de esa forma el himno es de todos porque es de la Iglesia.

La fecha de composición del Akáthistos , según los estudiosos más recientes, oscila entre la segunda mitad del s. V y los primeros años del s. VI. En efecto, es posterior a una homilía de Basilio de Seleucia(S.V), de quien depende verbalmente una estrofa, y anterior al kontakión de Román de Melode sobre el patriarca José, inspirado en el Akáthistos .

Además, desde el punto de vista litúrgico parece anterior a la institución de la fiesta de la Anunciación, instituida bajo el emperador Justiniano en torno al año 535: efectivamente, el himno no sigue el formulario de la Anunciación, sino el de la única fiesta primitiva de la Madre de Dios, que caía el día después de Navidad o en el ciclo natalicio. Así pues, el Akáthistos expresa una situación cultural arcaica; y también en este aspecto tiene un valor inmenso, ya que nos remite a las primeras expresiones del culto a María.

Vida de Santos

San Gregorio Palamás  (1296-1359)

Creció en una familia cristiana piadosa, en un ambiente culto donde estudió la Retórica, pero desde pequeño anhelaba la vida monástica, así que, al llegar a la edad de 20 años, se marchó con su hermano hacia el monte Athos donde se dedicó a buscar la divina sabiduría con devoción, humildad y austeridad. Su nombre sobresalió entre los monjes, por tanto, unos años más, fue elegido abad  de un monasterio en Athos. Extrañando la vida de la soledad, no pudo quedarse en su posición más que un año, así que regresó a su ermita.

Desde su celda el monje Gregorio se enfrentó con una persona, llamada Barlaam, griego-italiano culto que estaba enamorado de la filosofía antigua griega, a tal grado que elevaba a los filósofos a la postura de los apóstoles en el conocimiento de Dios. Afectado por el dualismo de la filosofía griega, Barlaam despreció el cuerpo como obstáculo para el alma. San Gregorio le contestó con la experiencia de la Iglesia “vuestros cuerpos son santuarios del Espíritu Santo”, lo que piden los cristianos no es liberarse del cuerpo, sino de los deseos y pasiones carnales.

Gregorio y Barlaam intercambiaron escritos ofensivos durante tres años, hasta que se reunió el concilio (1341) en Constantinopla, donde se confirmó la recta fe de Gregorio y se condenó la enseñanza de Barlaam.

Gregorio fue elegido metropolita de Tesalónica donde permaneció 12 años durante los que predicó con la palabra de Dios, educó las almas y conservó la recta fe, ni siquiera su enfermedad que concluiría con su muerte, sería un obstáculo serio en su ardua labor. En el transcurso de los últimos días de su vida, exclamaba con frecuencia, “lo celestial es para los celestiales” como si estuviera viendo abiertos los cielos. Su muerte era el bienaventurado final de una vida milagrosa en este mundo, e inicio de una eterna, cerca del divino trono.

Su lucha por la ortodoxia era conocida para todos sus contemporáneos, así como su santidad,  sus milagros durante la vida y después de muerte. Todo esto provocó el unánime reconocimiento del pueblo a su santidad la cual fue anunciada no más de 10 años después de su muerte, y determinándose el día de su recuerdo en el segundo domingo de la Cuaresma.

Sentencias de los Padres del Desierto

  • Decía un anciano: «La oración asidua cura enseguida el alma».
  • Uno de los Padres decía: «Es imposible que uno vea su rostro en un agua turbia. Tampoco el alma, si no se purifica de pensamientos extraños, puede contemplar a Dios en la oración».
  • Saber decir algo sobre Dios no significa haberse encontrado con Él.  (Gregorio Palamás)

Boletín del 22/02/2015

Domingo del Perdón

Abstinencia del Queso

 

“Ay de mí, yo miserable, que transgredí tu mandamiento,
oh Señor; pues, fui despojado de tu gloria,  marcado por la vergüenza
y exiliado de la felicidad del Paraíso. Ten piedad de mí,
quien justamente fui privado de tu bondad, oh Misericordioso.”
                                                                                                                            Exapostelario

Himnos de la Liturgia 

Tropario de la Resurrección

Tono 4

audio132Las discípulas del Señor aprendieron
del Ángel el anuncio alegre de la Resurrección:
la sentencia ancestral rechazaron,
y se dirigieron con orgullo a los
apóstoles diciendo: «¡Fue aprisionada
la muerte, resucitó Cristo Dios y concedió
al mundo la gran misericordia!»

Condaquio del Domingo del Perdón
Tono 6

¡Oh Guía hacia la sabiduría, Dador de la
inteligencia, Instructor de los ignorantes y
Protector de los pobres!: fortalece, oh
Señor, mi corazón y dale comprensión, y
concédeme la palabra, oh Palabra del
Padre. Pues heme aquí y mis labios no
vacilan en exclamarte: “Oh Misericordioso,
ten piedad de mí, el caído.

Lecturas Bíblicas

Carta del Apóstol San Pablo a los Romanos (13:11 – 14:4)

Hermanos: La salvación está más cerca de nosotros que cuando abrazamos la fe. La noche está avanzada. El día se avecina. Despojémonos, pues, de las obras de las tinieblas y revistámonos de las armas de la luz. Como en pleno día, procedamos con decoro; nada de comilonas y borracheras; nada de lujurias y desenfrenos; nada de rivalidades y envidias. Revístanse más bien del Señor Jesucristo y no se interesen en la carne para satisfacer su concupiscencia.

Acojan bien al que es débil en la fe, sin discutir opiniones. Uno cree poder comer de todo, mientras el débil no come más que verduras. El que come, no desprecie al que no come; y el que no come, tampoco juzgue al que come, pues Dios le ha acogido. ¿Quién eres tú para juzgar al criado ajeno? Que se mantenga en pie o caiga sólo interesa a su amo; pero quedará en pie, pues poderoso es el Señor para sostenerlo.

Evangelio según San Mateo (6: 14-21)

Dijo el Señor: «Si ustedes perdonan a los hombres sus ofensas, les perdonará también a ustedes su Padre celestial; pero si no perdonan a los hombres sus ofensas, tampoco su Padre perdonará las de ustedes.

Cuando ayunen, no pongan cara triste como los hipócritas, que desfiguran su rostro para que los hombres vean que ayunan; en verdad les digo, que ya tienen su recompensa. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, para que tu ayuno sea visto, no por los hombres sino por tu Padre que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará en público.

No acumulen tesoros en la tierra, donde hay polilla y herrumbre que corroen, y ladrones que socavan y roban. Acumulen más bien tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que corroan, ni ladrones que socaven y roben. Porque donde está tu tesoro, ahí está también tu corazón.»

Mensaje Pastoral 

La expulsión de Adán

En el domingo presente, último antes de iniciar la Cuaresma, la Iglesia recuerda la expulsión de Adán del paraíso.

El engaño que Satanás planteó ante los ojos de Adán –y no ha dejado de hacerlo– es que el hombre es capaz de vivir sin Dios y de lograr su propia satisfacción. Y mientras la trampa, figurada en el relato bíblico en el fruto, es tan sólo un atractivo externo –«la mujer vio que el árbol era bueno para comer y apetecible a la vista» (Gn 3:6)–, el resultado del acceso a su seducción concluirá sin lugar a duda en amargura: es la amargura de la expatriación del hombre lejos de Dios y su propiaexcomunión.

El ayuno es una marcha de regreso que implica apartarse del egoísmo soberbio y dirigirse hacia Dios y los demás. El ayuno no es una condición requerida para obtener cierta justificación –error común que la parábola del fariseo y el publicano advirtió claramente– sino una invitación para un cambio: cambiar el amor propio (el yo) por el amor a quienes están fuera de mis limitaciones (Dios y los demás). Esto es lo que hace que el ayuno sea hoy más importante que nunca, ya que vivimos en la era del individualismo.

Cuando ayunamos, nos abrimos a los demás y a sus necesidades; cuando ayunamos, sentimos lo que es el hambre y comprendemos que «no sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios» (Mt 4:4). La esencia del ayuno es obtener esta hambre, no de comidas, sino de Dios; dejar a un lado el interés mundano –siempre justificado y natural– para disponer más espacio a la acción del Espíritu. La Cuaresma es un ambiente espiritual en el que vamos creyendo, más y más, y asimilando  que  «la  necesidad  es  de  uno  solo» (Lc 10:42): de Dios, Quien nos alimenta con su Gracia. Y cuando llega la Pascua, meta de toda la peregrinación cuaresmal, advertimos que, en Él, ya lo tenemos Todo.

El ayuno es más que una obligación, es una necesidad, un ejercicio espiritual que procura sensibilizarnos  y transformar la regla que suele regir nuestra vida «comer, consumir y recibir lo más que se pueda» en «ayunar y dar amor lo más que pueda yo».

Adán que atraído por lo «apetecible a la vista» ha perdido la dulzura del Paraíso, regresa con la vigilia de los sentidos y los deseos a ver la Luz, y su vida vuelve a ser el jardín donde «Dios se paseaba a la hora de la brisa» (Gn 3: 8) y a toda hora. Amén.

Nuestra Fe y Tradición

La Confesión

¿Qué hacer cuando la conciencia tortura a la persona? ¿Qué hacer, cuando el alma se llena de angustia? La Iglesia Ortodoxa aconseja confesarse. La confesión es la denuncia del pecado, es la decisión de no repetirlo más.

Nosotros pecamos contra Dios, contra el prójimo, contra nosotros mismos.  Pecamos con los hechos, con palabras, hasta con el pensamiento. Pecamos por inducción del diablo, por influencia del mundo circundante, por propia voluntad. “No hay hombre que viva sobre la tierra y no peque”. Pero tampoco hay un pecado que no sea perdonado por Dios por medio de la confesión. Para la salvación de los pecadores Dios se hizo hombre, ha sido crucificado y resucito de los muertos. Los Santos Padres comparan la misericordia de Dios con el mar que apaga la más fuerte llama de iniquidad de los humanos.

En la confesión no hay que justificarse, quejarse de las condiciones cotidianas, enmascarar los pecados con frases nubladas como “he pecado contra el sexto mandamiento,” o contar sobre temas ajenos. En ningún caso se puede esconder, callar nada: el pecado se puede esconder al sacerdote pero no a Dios Omnisapiente.

En ciertos casos el sacerdote puede indicar a quien  se confiesa una penitencia en cierta forma una cura espiritual dirigida hacia la extirpación del pecado.

El hombre es responsable de sus pecados desde los siete años de edad. El que se bautizó a edad madura, no tiene la necesidad de confesar lo referente a su vida previa al Bautismo, aunque se le recomienda una conversación  con un padre espiritual que le dé luz sobre como encaminar su vida.

 Vida de Santos

San Gerásimos del Jordán

4 de Marzo

San Gerásimos nació en Licia de Asia Menor, donde abrazó la vida eremítica. Después pasó a Palestina y, durante algún tiempo cayó en los errores eutiquianos, pero San Eutimio le devolvió a la verdadera fe. Más tarde, parece que estuvo en varias comunidades de la Tebaida y finalmente, retornó a Palestina, donde se hizo íntimo amigo de San Juan el Silencioso, de San Sabas, de San Teoctisto y de San Atanasio de Jerusalén. Tan numerosos fueron sus discípulos, que el santo fundó una Monasterio de sesenta celdas, cerca del Jordán y un convento para los principiantes. Sus monjes guardaban silencio casi completo, dormían en lechos de juncos y jamás encendían fuego dentro de las celdas, a pesar de que las puertas tenían que estar siempre abiertas. Se alimentaban ordinariamente de pan, dátiles y agua y dividían el tiempo entre la oración y el trabajo manual. A cada monje se asignaba un trabajo determinado, que debía estar listo el sábado siguiente. Aunque la regla ya era de suyo severa, San Gerásimos la hacía todavía más rigurosa para sí y nunca cesó de hacer penitencia por su caída en la herejía eutiquiana. Según se cuenta, durante la cuaresma, su único alimento era la Sagrada Eucaristía. San Eutimio le profesaba tal estima, que le enviaba, por medio de los discípulos, a aquellos de sus seguidores a quienes consideraba llamados a la más alta perfección. La fama de San Gerásimos sólo cedía a la de San Sabas. El año 451, durante el Concilio de Calcedonia, su nombre sonó en todo el oriente. El Monasterio que él había fundado florecía todavía un siglo después de su muerte.

En el “Prado Espiritual” Juan Mosco nos ha dejado una anécdota encantadora. Un día en que el santo se hallaba a orillas del Jordán, se le acercó cojeando penosamente un león. Gerásimos examinó la zarpa herida, extrajo de ella una aguda espina y lavó y vendó la pata de la fiera. El león se quedó desde entonces con el santo y fue tan manso como cualquier otro animal doméstico. En el monasterio había un asno, que los monjes utilizaban para ir a traer agua, y éstos hacían que el león cuidara del asno cuando iba a pastar; pero un día, unos mercaderes árabes se lo robaron y el león volvió sólo y muy deprimido al convento. A las preguntas de los monjes, el león respondía con miradas lastimeras. El abad le dijo: “Tú te comiste al asno. Bendito sea Dios por ello. Pero de ahora en adelante tú harás el trabajo del asno.” El león tuvo que acarrear agua para la comunidad. Poco tiempo después, los mercaderes árabes pasaron de regreso con el asno y tres camellos; el león les puso en fuga, cogió entre los dientes la brida del asno y lo llevó triunfalmente al monasterio, junto con los camellos. San Gerásimos reconoció su error y dio al león el nombre de Jordán. Cuando murió el anciano abad, el león estaba desconsolado. El nuevo abad le dijo: “Jordán, nuestro amigo nos ha dejado huérfanos para ir a reunirse con el Amo a quien servía; pero tú tienes que seguir comiendo.” Pero el león siguió rugiendo tristemente. Finalmente el abad, que se llamaba Sabacio, condujo al león a la tumba de Gerásimos y, arrodillándose junto a ella, le dijo: “Aquí está enterrado tu amo.” El león se echó sobre la tumba y empezó a golpearse la cabeza contra la tierra; nadie pudo apartarle de ahí y pocos días más tarde le encontraron muerto. Según algunos autores, el león que se ha convertido en el símbolo de San Jerónimo era en realidad el de San Gerásimos. La confusión se originó probablemente de la grafía “Geronimus” de ciertos documentos.

Sobre el Ayuno

                                                                                                               San Isaac el Sirio

  • El hambre es una óptima manera para instruir los sentidos.
  • En un estómago lleno de comida no habrá lugar para conocer los misterios de Dios.
  • Apenas el hombre inicia el ayuno, la mente anhela convivir con Dios.

Boletín del 15/02/2015

Domingo de la abstinencia de la carne

Memoria del Juicio Final

 

 

Himnos de la Liturgia

Tropario de la Resurrección

Tono 3

audio1Que se alegren los celestiales, y que se
regocijen los terrenales, porque el Señor
desplegó la fuerza de su brazo, pisoteando
la muerte con su muerte; y
siendo el primogénito de entre los
muertos, nos salvó de las entrañas del
Hades y concedió al mundo la gran
misericordia.

Condaquio del Domingo del Juicio final

Tono 1

Cuando vengas con gloria a la Tierra,
oh Dios, temblará toda la creación:
el río de fuego fluirá  ante el Estrado,
los libros serán abiertos y lo secreto revelado.
Entonces, libérame del fuego inextinguible
y hazme digno de estar a tu Diestra, oh justo Juez.

Lecturas Bíblicas

Primera Carta del Apóstol San Pablo a los Corintios  (8:8 – 9:2)

Hermanos: No es la comida lo que nos acercará a Dios: ni somos menos porque no comamos, ni somos más porque comamos. Pero tengan cuidado que esa su libertad no sirva de tropiezo a los débiles. En efecto, si alguien te ve a ti, que tienes conocimiento, sentado a la mesa en un templo de ídolos, ¿no se creerá autorizado por su conciencia, que es débil, a comer de lo sacrificado a los ídolos? Y por tu conocimiento se pierde el hermano débil, por quien Cristo murió. Y pecando así contra los hermanos, hiriendo su conciencia, que es débil, pecan contra Cristo. Por tanto, si un alimento causa tropiezo a mi hermano, nunca comeré carne para no escandalizar a mi hermano.

¿No soy yo libre? ¿No soy yo apóstol? ¿Acaso no he visto yo a Jesús, Señor nuestro? ¿No son ustedes mi obra en el Señor? Si para otros no soy yo apóstol, para ustedes sí que lo soy; pues, ¡el sello de mi apostolado son ustedes en el Señor!

Evangelio según San Mateo (25: 31-46)

Dijo el Señor: «Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria acompañado de todos sus ángeles, entonces se sentará en su trono de gloria. Serán congregadas delante de Él todas las naciones, y Él separará a los unos de los otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos. Pondrá las ovejas a su derecha y los cabritos a su izquierda. Entonces dirá a los de su derecha: “Vengan, benditos de mi Padre, hereden el Reino preparado para ustedes desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; era forastero, y me acogieron; estaba desnudo, y me vistieron; enfermo y me visitaron; en la cárcel, y vinieron a verme.” Entonces los justos responderán: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; o sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero, y te acogimos; o desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte?” Y el Rey les dirá: “En verdad les digo, que cuanto hicieron a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicieron.”

 Entonces dirá también a los de su izquierda: “Apártense de Mí, malditos, al fuego eterno preparado para el Diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber; era forastero, y no me acogieron; estaba desnudo, y no me vistieron; enfermo y en la cárcel, y no me visitaron.” Entonces dirán también éstos: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento o forastero o desnudo o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?” Y Él entonces les responderá: “En verdad les digo, que cuanto dejaron de hacer con uno de estos más pequeños, también conmigo dejaron de hacerlo.” E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la Vida Eterna.»

Mensaje Pastoral

La báscula del juicio

Estando a las puertas de la Cuaresma, nuestra Iglesia conmemora el Día del Juicio, es decir, la segunda venida de nuestro Señor Jesucristo. La lectura del Evangelio enfatiza el criterio del Juicio Final, y lo que leemos está claro: seremos juzgados según la medida de nuestra misericordia, es decir, la medida de nuestro amor.

La palabra «amor» a menudo es manipulada o malentendida. El pasaje bíblico destaca las palabras de nuestro Señor Jesús cuando dice: «cuanto hicieron a uno de estos hermanos…» Entonces no se trata de un término abstracto ni de emociones y sentimientos sino de acción. Nosotros, pues, seremos separados entre ovejas y cabritos –como lo ilustra la imagen de la parábola– según nuestras obras de amor.

Erróneamente, el amor es limitado a tan sólo un afecto pasivo. Quizás podamos tener sentimientos de antipatía y rechazo hacia cierta persona, pero si nos comportamos con ella con delicadeza y amor, transformamos, a través de la lucha, nuestro odio en caridad y clemencia. Por otro lado, podemos tener en nuestro interior el sentimiento más delicado hacia alguien y sentirnos emocionalmente dependientes de él, pero a la vez tratarlo con hostilidad.

El amor significa, sin duda alguna, ceder a los demás el primer lugar, y el egoísmo es exactamente lo contrario, es decir, tomar para mí la primacía y dejar al prójimo lo último. Que yo ame a alguien equivale a que quiera y desee darle a él el primer lugar, amarle más de lo que me quiero a mí mismo y desearle el bien a él antes que a mí.

La Cuaresma, cuando va de la mano con las obras de la misericordia, constituye un gesto de abstinencia que nos lleva a abandonar nuestro egoísmo y nos estimula a despojarnos del hombre viejo y a proclamar al nuevo. En ella, dejamos atrás todos nuestros malos deseos, nos abstenemos de los intereses que nos llevan a la perdición, y aprendemos a ver y considerar a «los hermanos más pequeños» del Señor y apreciar en ellos su Presencia. Y así se inclina la balanza favorablemente: «Conviene que Él crezca, y que yo mengüe» (Jn 3:30).

Nuestra Fe y Tradición

Alimentos de la Vigilia

Unos fieles preguntaron al anciano: “¿Padre, cuáles alimentos se nos permite comer en la Cuaresma, y cuáles no?”.

 Él comprendió que su preocupación se apegaba al “menú” cuaresmal y descuidaba el espíritu del ayuno que supera meros alimentos de vigilia. Les contestó así:

la Iglesia recomienda, en esta temporada, tres tipos de alimento que Jesús ha mencionado en su Evangelio. En realidad son alimentos adecuados para cualquier tiempo, pero en la cuaresma, con mucha más concentración:

1- Dijo el Señor: “No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mt 4:4). Eso es el primer alimento. Sabemos que “toda palabra que sale de la boca de Dios” ha sido escrita en la Biblia. Y por ello nos dedicamos a estudiar la santa Escritura con anhelo y asiduidad.

2- Dijo el Señor: “Mi alimento es hacer la voluntad del que me ha enviado y llevar a cabo su obra” (Jn 4:34). El mismo Jesús se ha alimentado de “hacer la voluntad de Dios Padre”, y a nosotros que llevamos su nombre, nos ha enseñado a gustar lo mismo, cada vez que clamemos desde el fondo del corazón: “hágase tu voluntad así la tierra como en el cielo”. Este alimento consiste en llevar a cabo lo que hemos leído en la Biblia.

3- Dijo el Señor: “mi Carne es verdadera comida, y mi Sangre es verdadera bebida, el que come mi Carne y bebe mi Sangre permanece en Mí y Yo en él.” (Jn 6:55). El tercer tipo de alimento lo buscamos cuando nos reunimos como una familia para comulgar a Aquél, a Quien hemos conocido en la santas Escrituras, y hemos luchado para obrar cuya Voluntad.”

Sentencias de los Padres del Desierto

  • Dijo un anciano: «El cuidado por agradar a los hombres hace perder todo el aprovechamiento espiritual y deja al alma seca y descarnada».
  • Dijo el abad Pastor: «Enseña a tu corazón a cumplir lo que a otros enseñas con tus palabras». Y  añadió: «Los hombres cuando hablan parecen perfectos. Al cumplir lo que dicen no lo son tanto».
  • Un  hermano se llegó al abad Teodoro y empezó a hablar e inventar cosas de las que no tenía ninguna experiencia. El anciano le dijo: «Todavía no has encontrado barco, ni has colocado en él tu equipaje, ni has empezado a navegar, y he aquí que ya has llegado a la ciudad de destino. Cuando hayas puesto por obra todo eso de lo que me has estado hablando, entonces podrás empezar a hablar de ello».

Boletín del 08/02/2015

Domingo del Hijo Pródigo

 

Himnos de la Liturgia

Tropario de la Resurrección

Tono 2

audio1Cuando descendiste a la muerte, oh Vida
inmortal, mataste al Hades con el rayo de
tu Divinidad, y cuando levantaste a los
muertos del fondo de la tierra, todos los
poderes celestiales clamaron: ¡Oh Dador
de vida, Cristo Dios, gloria a Ti!
 

Condaquio de la Presentación
del Señor en el Templo
Tono 1

Por Tu nacimiento, oh Cristo Dios, santificaste
las entrañas de la Virgen, las manos
de Simeón bendijiste debidamente y a
nosotros, hoy, nos rescataste y salvaste.
Protege a Tus fieles con la paz en las guerras
y ayuda a aquellos que amas, porque
Tú eres el único Amante de la humanidad.

Lecturas Bíblicas

Primera Carta del Apóstol San Pablo a los Corintios (6: 12-20)

Hermanos: Todo me es lícito, mas no todo me conviene. Todo me es lícito, mas no me dejaré dominar por nada. La comida para el vientre y el vientre para la comida, mas Dios destruirá aquél y ésta. Pero el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo. Y Dios, que resucitó al Señor, nos resucitará también a nosotros mediante su poder.

¿No saben que sus cuerpos son miembros de Cristo? Y ¿había de tomar yo los miembros de Cristo para hacerlos miembros de prostituta? ¡De ningún modo! ¿O no saben que quien se une a la prostituta se hace un solo cuerpo con ella? Pues está dicho: Los dos se harán una sola carne. Mas el que se une al Señor, se hace un solo espíritu con Él.

¡Huyan de la fornicación! Todo pecado que comete el hombre queda fuera de su cuerpo; mas el que fornica, peca contra su propio cuerpo.

¿O no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo, que está en ustedes y han recibido de Dios, y que no se pertenecen, pues han sido comprados? Glorifiquen, por tanto, a Dios en su cuerpo y en su espíritu que pertenecen a Dios.

Evangelio según San Lucas (15: 11-32)

Dijo el Señor esta parábola: «Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo al padre: “Padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde.” Y él les repartió la hacienda. Pocos días después el hijo menor lo reunió todo y se marchó a un país lejano donde malgastó su hacienda viviendo como un libertino. Cuando hubo gastado todo, sobrevino un hambre extrema en aquel país, y comenzó a pasar necesidad. Entonces, fue y se ajustó con uno de los ciudadanos de aquel país, que lo envió a sus fincas a apacentar puercos. Y deseaba llenar su vientre con las algarrobas que comían los puercos, pero nadie se las daba. Y volviendo en sí mismo, dijo: “¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, mientras que yo aquí me muero de hambre! Me levantaré, iré a mi padre y le diré: Padre, pequé contra el cielo y ante ti, ya no merezco ser llamado hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros.” Y, levantándose, partió hacia su padre. Estando él todavía lejos, le vio su padre y, conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente. El hijo le dijo: “Padre pequé contra el cielo y ante ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo.” Pero el padre dijo a sus siervos: “Traigan aprisa el mejor vestido y vístanlo, pónganle un anillo en su mano y unas sandalias en los pies. Traigan el novillo cebado, mátenlo, comamos y celebremos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido hallado.” Y comenzaron la fiesta. Su hijo mayor estaba en el campo y, al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música y las danzas; llamó a uno de los criados y le preguntó qué era aquello. Él le dijo: “Ha vuelto tu hermano y tu padre ha matado el novillo cebado, porque le ha recobrado sano.” Él se irritó y no quería entrar. Salió su padre y le suplicaba. Pero él replicó: “Hace tantos años que te sirvo y jamás dejé de cumplir una orden tuya, pero nunca me has dado un cabrito para tener una fiesta con mis amigos. ¡Y ahora que ha venido ese hijo tuyo, que ha devorado tu hacienda con prostitutas, has matado para él el novillo cebado!” Pero él le dijo: “Hijo, tu siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero convenía celebrar una fiesta y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido hallado”.

Mensaje Pastoral

Eucaristía de penitencia

La Cuaresma es, por excelencia, la temporada penitencial en la que la Iglesia nos incita a ingresar por «las puertas de la contrición» y gustar la dulzura de este modo de vivir. Parte de la preparación para la Cuaresma es la lectura de la parábola del Hijo Pródigo que nos expone los sentidos positivos de la penitencia y del retorno hacia una vida sujeta, por propia voluntad, al cuidado paternal.

En la parábola, Jesús enfatiza el alimento que el hijo comía en ambos estados, pecaminoso y penitencial; pues en su partida come algarrobas con pasiones, y he aquí que regresa y come el novillo cebado con alegrías. El placer que el sabor de las algarrobas dejaba, terminaba en amargura de soledad y de vacío, mientras la participación en el banquete de la casa paternal anunciaba una alegría que mira hacia el futuro con los ojos de la gratitud.

El encuentro con el Padre clemente y la experiencia de la reconciliación y del perdón gratuito son efectuados en medio de la Eucaristía.

Nuestra penitencia es examinada, a cada día, a la luz del llamado temible de la Eucaristía «Tomad y comed […] Bebed de él todos […]»: es el llamado del Padre compasivo y amoroso, Quien busca perpetuamente a su rebaño. El mundo exhibe ante nuestra vista todos sus engaños y redes, mientras el Señor nos extiende su banquete: divino Cuerpo y Sangre. El pecado y el arrepentimiento consisten en  prevalecer uno u otro de los dos ofrecimientos.

«Traigan el novillo cebado, mátenlo, comamos y celebremos una fiesta»; el santo Cáliz, y la exclamación del Cantor «¡Gustad y ved, qué dulce es el Señor!» –durante la Cuaresma– son capaces de estimularnos a decir la antigua frase litúrgica «váyase el mundo y venga la Gracia», que inclinemos la balanza a favor del «Pan esencial» en vez de las pasiones. El Cáliz de la Eucaristía, cuando lo contemplamos elevado, alza en nosotros la decisión: «Me levantaré, iré a mi padre y le diré: Padre, pequé contra el cielo y ante Ti […], trátame como a uno de tus jornaleros.» Él entonces ofrece su banquete generosamente: comemos y nos regocijamos.

Nuestra fe y Tradición

La Confesión

¿Qué hacer cuando la conciencia tortura a la persona? ¿Qué hacer, cuando el alma se llena de angustia? La Iglesia Ortodoxa aconseja confesarse. La confesión es la denuncia del pecado, es la decisión de no repetirlo más.

Nosotros pecamos contra Dios, contra el prójimo, contra nosotros mismos.  Pecamos con los hechos, con palabras, hasta con el pensamiento. Pecamos por inducción del diablo, por influencia del mundo circundante, por propia voluntad. “No hay hombre que viva sobre la tierra y no peque”. Pero tampoco hay un pecado que no sea perdonado por Dios por medio de la confesión. Para la salvación de los pecadores Dios se hizo hombre, ha sido crucificado y resucito de los muertos. Los Santos Padres comparan la misericordia de Dios con el mar que apaga la más fuerte llama de iniquidad de los humanos.

En la confesión no hay que justificarse, quejarse de las condiciones cotidianas, enmascarar los pecados con frases nubladas como “he pecado contra el sexto mandamiento,” o contar sobre temas ajenos. En ningún caso se puede esconder, callar nada: el pecado se puede esconder al sacerdote pero no a Dios Omnisapiente.

En ciertos casos el sacerdote puede indicar a quien  se confiesa una penitencia en cierta forma una cura espiritual dirigida hacia la extirpación del pecado.

El hombre es responsable de sus pecados desde los siete años de edad. El que se bautizó a edad madura, no tiene la necesidad de confesar lo referente a su vida previa al Bautismo, aunque se le recomienda una conversación  con un padre espiritual que le dé luz sobre como encaminar su vida.

 

Aromas monásticos

  • Uno preguntó a un anciano: “¿Por qué me desanimo continuamente?”. Y respondió: “porque no has visto todavía la meta.”
  • El alma es una fuente: si profundizas se hace más limpia; si arrojas en ella estiércol, se ensucia.
  • Uno preguntó al anciano: “¿cómo el alma adquiere la humildad?”. Y respondió: “Estando atenta tan sólo a sus propias faltas.”
  • No empieces a hacer nada sin que antes hayas examinado tu conciencia, para saber si lo que vas a hacer es según Dios.
  • Decía el Abad Antonio: “La vida y la muerte nos viene del prójimo; si ganamos a nuestro hermano, ganaremos a Dios, si le escandalizamos, pecamos contra Cristo.”

Boletín del 11/01/2015

Domingo posterior a Epifanía

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Himnos de la liturgia

Tropario de la Resurrección

Tono 6

audio1

Los poderes celestiales aparecieron sobre tu sepulcro; y los guardias quedaron como muertos; María se plantó en el sepulcro buscando Tu Cuerpo Purísimo; sometiste al hades sin ser tentado por él; y encontraste a la Virgen otorgándole la vida. ¡Oh Resucitado de entre los muertos, Señor, gloria a Ti!

Tropario de La Divina Epifanía

 Tono 1

Al bautizarte, oh Señor, en el Jordán
se manifestó la adoración a la Trinidad:
pues, la voz del Padre dio testimonio de ti
nombrándote su “Hijo amado”;
y el Espíritu, en forma de paloma,
confirmó la certeza de la palabra.
! Tú, que te has revelado e iluminado al mundo,
oh Cristo Dios, gloria a Ti!

Condaquio de la Divina Epifanía

Tono 4

audio1Te has revelado hoy al universo,
y tu luz, oh Cristo Dios, ha fulgurado
sobre nosotros que te alabamos con comprensión:
¡Te has manifestado, oh Luz inaccesible!

Lecturas bíblicas

Carta del Apóstol San Pablo a los Efesios  (4:7-13)

Hermanos: A cada uno de nosotros le ha sido concedida la Gracia conforme a la medida del don de Cristo. Por eso dice: Subiendo a la altura, llevó cautivos y dio dones a los hombres. ¿Qué quiere decir «subió» sino que había bajado primero a las partes más bajas de la tierra? Éste que bajó es el mismo que subió por encima de todos los cielos, para llenarlo todo. Él mismo dio a unos el ser apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelizadores; a otros, pastores y maestros, para perfeccionar a los santos en orden a las funciones del ministerio, en orden a la edificación del Cuerpo de Cristo; hasta que lleguemos todos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, al estado de varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.

Evangelio según San Mateo (4: 12-17)

En aquel tiempo, cuando Jesús oyó que Juan había sido entregado, se retiró a Galilea. Y dejando Nazaret, vino a residir en Cafarnaúm junto al mar, en el término de Zabulón y Neftalí; para que se cumpliese el oráculo del profeta Isaías: ¡Tierra de Zabulón, tierra de Neftalí, camino del mar, allende el Jordán, Galilea de los gentiles! El pueblo que habitaba en tinieblas ha visto una gran luz; a los que habitaban en paraje de sombras de muerte, una luz les ha amanecido. Desde entonces comenzó Jesús a predicar y decir: «Arrepiéntanse, porque el Reino de los cielos se ha acercado.»

Mensaje Pastoral

Epifanía: la divina manifestación

El día 6 de enero, la Iglesia celebra el Bautismo de nuestro Señor Jesucristo en el Río Jordán por las manos de Juan el Bautista. A estateofania fiesta se le llama Epifanía o Teofanía, palabra griega que significa la Divina Manifestación.Es la manifestación de Dios, Trino y Uno, ante los hombres como lo ilustra el Tropario: «Al bautizarte, oh Señor, en el Jordán se manifestó la adoración a la Trinidad; pues la voz del Padre dio testimonio de Ti nombrándote su “Hijo amado”; y el Espíritu, en forma de paloma, confirmó la certeza de la palabra […]»

El hombre habría sido incapaz de conocer a Dios si Él mismo no se le hubiera revelado. Pero Dios, por su infinito amor, aceptó ser como nosotros para que «el Igual atrajera a su igual» (Acatisto, Estrofa XVIII). En el cristianismo, el conocimiento de Dios nos ha sido otorgado por Gracia, por Revelación.

Hasta el siglo IV, el Nacimiento de Cristo y su Bautismo se celebraban juntos en este mismo día (tradición que sigue vigente en la IglesiaArmenia). En la Navidad se ha realizado la Presenciade Dios entre los hombres, y en el Bautismo, dicha Presencia fue anunciada y manifiesta ante toda la creación. La adherencia entre las dos celebraciones nos confirma en la fe ortodoxa que refuta rotundamente la desviación de algunos que hablan de que Jesús recibió la Divinidad en el Bautismo. Pues Cristo, desde el seno virginal, es el Hijo, la segunda Persona de la Trinidad, perfecto Dios y perfecto Hombre; eso es lo que el Arcángel anunció a María: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será Santo y será llamado Hijo de Dios.» (Lc 1:35). Entonces, si la Navidad presenta el Nacimiento de Cristo dela Virgen en el cuerpo, el Bautismo anuncia su Nacimiento sempiterno del Padre.

Los cantos y el icono de la Fiesta ilustran la alegría universal: Los ángeles están sorprendidos, y los cielos inclinados, porque donde esté el Señor, allá el cielo estará; Juan coloca su mano sobre la cabeza de Cristo con temor y devoción como si estuviera diciendo: «¿Cómo bautizarle a Quien, de la nada, hizo la creación entera?»; Cristo, sumergido en las aguas del Jordán, pisotea «las cabezas de las hidras anidadas en ellas». Mientras el mar, después de la caída, se volvió símbolo de la corrupción y lugar dominado por los poderes de la oscuridad, Cristo lo bendice devolviendo a la naturaleza su función original: morada de la presencia de Dios. Desnudo en el agua está el Nuevo Adán, en Quien el Padre se complace; es el Hijo amado no nada más en referencia a que el Padre lo ama, sino que Él también ama al Padre «hasta la muerte, y muerte de cruz»  (Flp 2:8)

Según este Prototipo, nosotros también hemos sido sumergidos en el agua bautismal, muriendo al pecado,  luego arrancados de ella para participar de la vida del nuevo Adán que ama a Dios y bendice todo lo que encuentra devolviéndole su primer destino: lugar de la Presencia del Señor.

Nuestra Fe y Tradición

El Bautismo de los niños

163734_126086424120320_1096746_nLa tradición del Bautismo de los niños tiene su origen en la Iglesia primitiva. Según  Hechos de los Apóstoles, los que creían en “el camino” eran bautizados con todos “los de su casa” sin excluir a los niños. (Véase Hechos 10:47-48, 16:15, 16:31-33, 18:8, 1Cor1:16.)

San Ireneo, obispo de Lyón (200-230) dice en uno de sus escritos: «Vino (Cristo) en persona a salvar a todos, es decir, a todos los que por Él nacen de lo alto para Dios: recién nacidos, niños, muchachos, jóvenes y adultos.» El hecho de que san Ireneo mencione, tan espontáneamente, a los niños y recién nacidos entre los bautizados, muestra que esta tradición era una práctica auténtica e “instintiva” en la conciencia de la Iglesia.

La Iglesia no impone el entendimiento como una condición para recibir el Bautismo, sino al contrario: se requiere de la divina Gracia, otorgada por el Bautismo, para comprender o, más bien, para asimilar las verdades de la fe. Ciertamente es por el Bautismo que adquirimos la bienaventurada pureza sin la cual, según el Señor, «nadie puede entrar en el Reino de los cielos» (Mt 18:3).

Eso no significa dejar al niño bautizado sin atención. Pues la Iglesia, al bautizarlo, le da la posibilidad de crecer en la “estatura espiritual”, siendo encargados sus padres y padrino de guiarlo y alimentarlo hacia la vida en Cristo.

Vida de Santos

San Antonio el Grande (Abad)

17 de enero

Ya pasaron cerca de 70 años desde que San Antonio empezó a vivir en el desierto. Contra su voluntad, un pensamiento arrogante empezó a turbarlo. Pensaba que él era el más antiguo ermitaño que vivía en el desierto. Él pedía a Dios poder alejar este pensamiento y tuvo una revelación que un ermitaño se había instalado en el desierto antes que él y estaba sirviendo a Dios. A la mañana siguiente, bien temprano se levantó Antonio y salió en busca de este desconocido ermitaño. Caminó durante todo el día sin encontrar a nadie,548233_409357255772394_147820824_n salvo algunos animales que viven en el desierto. Delante de él se extendía la grandeza infinita del desierto, pero él no perdía las esperanzas. A la mañana siguiente, bien temprano, él siguió su camino. De repente vio a una loba que corría hacia un arroyo. San Antonio se acercó al arroyo y vio una cueva al costado del mismo. Mientras él se acercaba, la puerta de la cueva se cerró. Mediodía pasó San Antonio frente a la puerta suplicando al anciano que le muestre su rostro. Finalmente la puerta se abrió y salió un anciano canoso. Este anciano era San Pablo de Tebaida. Él vivía en el desierto cerca de 90 años. Después de un saludo fraternal, Pablo le preguntó a Antonio cómo estaba la humanidad. ¿Quién estaba gobernando? ¿Si todavía existían los idólatras? El fin de las persecuciones y el triunfo del Cristianismo en el imperio romano fueron las noticias muy gratas para Pablo. En cambio, la aparición del arrianismo fue una noticia amarga. Mientras que ellos conversaban, llegó un cuervo y dejó un pan. “¡Qué generoso y misericordioso es el Señor!” Exclamó Pablo: “durante muchos años Él me manda la mitad de un pan y hoy, gracias a tu visita, Él me mandó un pan entero.” A la mañana siguiente Pablo confesó a Antonio que muy pronto él se irá de este mundo. Por eso pidió a Antonio traerle la túnica del obispo Atanasio (el famoso luchador contra el arrianismo) para cubrir con ella sus restos. Antonio se apuró a cumplir el deseo de este Santo anciano. Él regresó a su desierto muy emocionado y cuando los hermanos — monjes le preguntaban, la única contestación era: “soy un pecador y yo me consideraba un monje! “¡Yo vi a Elías, yo vi a Juan, yo vi a Pablo en el paraíso!” Cuando él estaba llegando al lugar donde habitaba San Pablo, el vio como este estaba ascendiendo al cielo entre muchos ángeles, profetas y apóstoles.

“¿Pablo, por qué no me esperaste?” Gritó Antonio. “¡Tan tarde te conocí y tan temprano te vas!” Sin embargo, al entrar a la cueva él encontró a Pablo arrodillado, rezando. Antonio también se arrodilló y comenzó a rezar. Recién después de varias horas de rezar se dio cuenta que Pablo no se movía porque estaba muerto. Entonces Antonio lavó piadosamente el cuerpo y lo envolvió en la túnica de San Atanasio. De repente aparecieron dos leones y excavaron con sus garras una tumba bastante profunda, donde Antonio sepultó al Santo ermitaño.

San Antonio falleció a una edad muy avanzada (106 años en el año 356) y por sus esfuerzos espirituales mereció llamarse El Grande.

Sentencias de los Padres del Desierto

  • Decía un anciano: «El que lleva con paciencia los desprecios, las injurias y las injusticias, puede salvarse».
  • Un anciano decía: «Prefiero ser enseñado que enseñar». Y añadió: «No enseñes antes de tiempo; si no tendrás toda tu vida una inteligencia disminuida».
  • Dijo el abad Pastor: «El hombre, lo mismo que aspira y expele el aliento, debe respirar continuamente la humildad y el temor de Dios».

Felicitación

Saydna2Clero y pueblo de la Arquidiócesis enviamos a su Eminencia, nuestro Padre, el señor Arzobispo Antonio, los saludos más calurosos con motivo de su onomástico y cumpleaños este 17 de enero, rogando a Dios que nos lo conserve por muchos años en salud, paz y oración predicando rectamente la Palabra de la Verdad; por la intercesión de su patrono San Antonio el Grande. También felicitamos a la hermandad monástica de San Antonio el Grande en Jilotepec, México, y a la comunidad de San Antonio Abad en Caracas, Venezuela, y al Rev. Padre Antonio Martinez y a todos los que llevan el nombre de San Antonio de nuestra feligresía amada en el Señor.

 ¡Por muchos años!, en salud, fe y paz!

Boletín del 04/01/2015

Domingo anterior a la Divina Epifanía

bautismo

 

Tropario de la Resurrección

Tono 5

audio130Al coeterno Verbo, con el Padre y el Espíritu,

Al Nacido de la Virgen para nuestra salvación,
alabemos, oh fieles, y prosternémonos.
Porque se complació en ser elevado en el cuerpo sobre la Cruz y soportar la muerte,
y levantar a los muertos por su Resurrección gloriosa

Tropario del Domingo Anterior a la Epifanía

 Tono 4

Prepárate, Zabulón, disponte, oh Neftalí,
 y tú, río Jordán, detén tu curso
y recibe con alegría al Señor que viene para ser bautizado.
Regocíjate, Adán, con la primera madre,
y ya no se escondan, como actuaron antes en el paraíso.
Pues Él, al verlos desnudos, se reveló para que les recubriera con el primer vestido
¡Cristo se ha revelado, para renovar toda la creación!

Condaquio de Pre-Epifanía

Tono 4

El Señor de todo, hoy, en el Jordán se presenta,
y a Juan Bautista le pide que deje el temor:
“No temas bautizarme, pues vine a salvar a Adán, el primer creado.”

Segunda Epístola del Apóstol San Pablo a Timoteo   (4:5-8)

Hijo mío, Timoteo: Pórtate en todo con prudencia, soporta los sufrimientos, realiza la función de evangelizador, desempeña a la perfección tu ministerio. Porque yo estoy a punto de ser derramado en libación y el momento de mi partida es inminente. He luchado el buen combate, he llegado a la meta en la carrera, he conservado la fe. Y desde ahora me aguarda la corona de la justicia que aquel Día me entregará el Señor, el justo Juez; y no solamente a mí, sino también a todos los que aman su Manifestación.

Evangelio según San Marcos (1:1-8)

Principio del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. Conforme está escrito en Isaías el profeta: He aquí, Yo envío mi mensajero delante de tu faz, el que preparará tu camino delante de ti. Voz del que clama en el desierto: Preparen el camino del Señor, enderecen sus sendas. Juan bautizaba en el desierto y proclamaba un bautismo de arrepentimiento para perdón de los pecados. Acudía a él gente de toda la región de Judea y todos los de Jerusalén, y eran bautizados por él en el río Jordán, confesando sus pecados. Juan llevaba un vestido de pelo de camello; y se alimentaba de langostas y miel silvestre. Y predicaba diciendo: «Detrás de mí viene el que es más fuerte que yo; y no soy digno de desatarle, inclinándome, la correa de sus sandalias. Yo los he bautizado con agua, pero él los bautizará con Espíritu Santo.»

La Buena Nueva del Reino

Comienzo del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios, así inicia el evangelio según San Marcos. Este comienzo contiene pocas palabras, pero estas palabras lo contienen todo. Proclaman la Buena Nueva, que es lo que significa en griego evangelion; pregonan el Reino de Dios, la presencia del Ungido entre los hombres, del Emanuel, del Salvador. Anuncian la intervención divina, la intervención del enviado por el Padre para reconciliar en Él, al hombre con Dios. Comienza la vida de todos, la vida sin fin. Porque contienen el Nombre salvador de nuestro Dios, el nombre de Jesucristo, el Hijo de Dios, pues “no existe otro nombre bajo el cielo que haya sido dado a los hombres, por el cual podamos ser salvados” (Hechos 4:12).

Antiguamente, antes de su uso en los libros del Nuevo Testamento, el vocablo evangelio fue utilizado para comunicar algún gran acontecimiento profano como por ejemplo el parte de guerra favorable, y también para significar el sacrificio que se ofrecía en ocasión de la buena noticia. En la traducción griega del Antiguo Testamento, (denominada de los 70) esta palabra aparece como verbo aproximadamente veinte veces y como sustantivo seis. El profeta Isaías la utiliza en el sentido de Buena Nueva, de anuncio de salvación, de alegría y júbilo por el advenimiento de un reino divino (52: 7-9). San Juan el Bautista, es enviado por Dios como mensajero para preparar el camino del Señor y proclamar la Buena Nueva de su inminente llegada; llamando al arrepentimiento, a volverse a Dios e iniciar una vida nueva sin pecado, “porque ha llegado el Reino de los Cielos”. Ya está el hacha puesta sobre la raíz de los árboles,  dice el Precursor en el evangelio según San Lucas, y todo árbol que no dé buen fruto será cortado y arrojado al fuego. Con esta y otras muchas exhortaciones, el Bautista anunciaba al pueblo la Buena Nueva: Detrás de mi viene el que es más fuerte que yo; y no soy digno de desatarle, inclinándome, la correa de sus sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero Él os bautizará con Espíritu Santo.

Nuestro Señor Jesucristo proclamaba la Buena Nueva del Reino y curaba “toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo”; curaciones milagrosas todas ellas que indican con precisión el advenimiento mesiánico. Cuando San Juan Bautista envía a sus discípulos a decirle  al Señor: “¿Eres tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro?” Jesús respondió: “Id y contad a Juan lo que oís y veis: los ciegos ven y los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan y se anuncia a los pobres la Buena Nueva” (Mt 4:23, 11:4). Esta Buena Nueva, primero anunciada, trasmitida, recibida, predicada y conservada, con posterioridad escrita paulatinamente, ha quedado plasmada en los cuatro evangelios canónicos.

“Ah si rompieras los cielos y descendieras” clama el profeta Isaías con profunda esperanza y vehemencia;  “Venga a nosotros tu Reino” nos enseña a orar al Padre el Hijo de Dios. Ésta es la esperanza y el deseo colmados, la oración respondida: el Reino de los cielos y con él la salvación de los hombres han llegado en la persona de nuestro Señor Jesucristo; Ésta es la Buena Nueva, el Evangelio del Reino. El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed la Buena Nueva.

Bendición de las Aguas

El 6 de enero, fiesta de la Divina Epifanía,  celebramos el Bautismo de nuestro Señor Jesucristo en el Río Jordán; después de la Divina Liturgia, se lleva a cabo el Servicio de la bendición del agua. ¿Que significa? y ¿qué relación tiene con el Bautismo del Señor?

El agua, por su importancia –ya que sin agua no hay vida– es un elemento que resume en sí todo lo creado por Dios que el libro de Génesis lo describe así: «Vio Dios que todo cuanto había hecho era muy bueno.» En un principio, toda la creación incitaba al hombre (su rey) a glorificar al Creador, y de esta manera formaba un lugar de la presencia de Dios.

Pero el hombre, por su propia voluntad, se alejó del amor de Dios; así que con la caída que provocó, la misma naturaleza se corrompió también y empezó a ocupar una función catastrófica. El agua siguió representando la esencia de lo material creado mas ya no como lugar de presencia de Dios, sino como símbolo del dominio del Maligno sobre este mundo: miedo, diluvio, muerte.

Cristo vino al mundo y se manifestó para redimir a todo. En el icono del bautismo del Señor, podemos contemplarlo bendiciendo el agua y pisoteando los demonios ocultos en ella. Con esta acción el Señor  re-crea las aguas devolviéndolas  su vocación inicial: Lugar de su Presencia.

El Agua Bendita no es un instrumento mágico que nos da satisfacción y tranquilidad sino como todo objeto sagrado cristianamente es canal de la Gracia divina, cuya función es encauzar nuestra vida hacia Dios. Finalmente sería nuestra decisión recibir habilitarla o no.

Al inicio de este año rociamos nuestro mundo con el agua bendita, y con ella abrimos nuestra vida a la acción de la Gracia de Dios que, conforme a las palabras de san Pablo en la carta que leemos el día de la fiesta, «nos educa en que vivamos con castidad,  justicia  y  piedad  en  el  siglo  presente» (Tit 2:12). Amén.

 

Boletín del 01/01/2015

Fiesta de la Circuncisión de Nuestro Señor Jesucristo 

Memoria de San Basilio Magno

¡Feliz Año Nuevo!

 Como Niño de ocho días, el Creador de los siglos,
Quien es la plenitud de la Ley,
es circuncidado como hombre
y envuelto en pañales; Y se alimenta con leche,
Quien administra todas las cosas con Su Poder Ilimitado,
porque Él es Dios y en un instante inició a todas.
                                                                                Exapostelario

Himnos de la Liturgia

Tropario de la Circuncisión de nuestro Señor Jesucristo

Tono 1

“Oh Señor todo piedad, Tú, que eres Dios en esencia,
tomaste imagen humana sin mutación;
cumpliste con la Ley y aceptaste voluntariamente
la Circuncisión en el cuerpo para quitar la oscuridad de la Ley
y aniquilar el velo de las pasiones.  ¡Gloria a tu bondad! 
¡Gloria a tu compasión!  ¡Gloria a tu incomprensible condescendencia, oh Verbo!”

Tropario de San Basilio

Tono 1

“En toda la tierra en donde fueron aceptadas tus palabras,
surgió tu melodía, oh Padre Justo, con ellas legislaste
y aclaraste la naturaleza de las criaturas como algo digno de Dios;
y enseñaste la moral a los hombres.  Oh Basilio,
portador del sacerdocio real
intercede ante Cristo Dios para que salve nuestras almas”.

Condaquio de la Circuncisión de nuestro Señor Jesucristo

Tono 3

El Señor de todo, hoy, al someterse a la ley antigua,
circuncida, el Bondadoso, las transgresiones de los mortales,
otorgándole la salvación al universo, y Basilio en las alturas se alegra,
el iluminado obispo del Creador, el iniciado divino de Cristo, Basilio Magno.

Lecturas Bíblicas

Carta del Apóstol San Pablo a los Colosenses (2: 8-12)

Hermanos: Miren que nadie los esclavice mediante la filosofía y la vana falacia, fundada en la tradición de los hombres, según los elementos del mundo y no según Cristo.

Porque en Él reside toda la Plenitud de la Divinidad corporalmente, y ustedes en Él han sido perfeccionados, que es la Cabeza de todo Principado y de toda Potestad; en Él también fueron circuncidados con la circuncisión no quirúrgica, sino mediante el despojo del cuerpo de los pecados de la carne, por la circuncisión en Cristo. Sepultados con Él en el bautismo, con Él también han resucitado por la fe en la acción de Dios, que lo resucitó de entre los muertos.

Evangelio según San Lucas (2: 20 -21; 40 – 52)

En aquel tiempo, los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho. Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidar al Niño, se le dio el nombre de Jesús, el que le dio el ángel antes de ser concebido en el seno.

El niño crecía y se fortalecía llenándose de sabiduría, y la gracia de Dios estaba sobre Él. Sus padres iban todos los años a Jerusalén a la fiesta de la Pascua. Cuando tuvo doce años, subieron como de costumbre a la fiesta y, al volverse ellos, pasados los días, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supiesen su madre y José. Pero creyendo que estaría en la caravana, hicieron un día de camino, y lo buscaban entre los parientes y conocidos; pero al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén en su busca. Y sucedió que, al cabo de tres días, lo encontraron en el Templo sentado en medio de los maestros escuchándoles y preguntándoles; todos los que le oían, estaban estupefactos por su inteligencia y sus respuestas. Cuando lo vieron, quedaron sorprendidos y su madre le dijo: «Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? He aquí, tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando.» Él les dijo: « ¿Por qué me buscaban? ¿No saben que debo estar en lo de mi Padre?» Pero ellos no comprendieron las palabras que les dijo. Bajó con ellos y vino a Nazaret, y vivía sujeto a ellos; y su madre guardaba todas estas cosas en su corazón. Jesús progresaba en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres.

Mensaje Pastoral

¡Próspero Año Nuevo!

Al inicio de cada año, nos encontramos para felicitarnos unos a otros diciendo: «¡Próspero año nuevo!», y muchas veces pasa el año sin sentir novedad alguna, pues se parece en todo a los anteriores: tuvimos momentos tanto de alegría como de tristeza;  de hambre,  y comimos; había algunos ricos y otros pobres; unos murieron y otros nacieron. Y sacamos la conclusión de que «nada nuevo hay bajo el sol» (Ecl 1:9).

Entre tanto, leemos lo que san Pablo escribe a los corintios: «Todas las cosas son hechas nuevas» (2Cor 5:17). El Señor mismo nos dice en el Libro del Apocalipsis: «He aquí, yo hago nuevas todas las cosas» (Ap 21:5). ¿En que consiste esta novedad?

Un día preguntaron a un monje acerca de cómo se protegía a sí mismo del fracaso. Él contestó que cada día, al levantarse, se decía: «Éste es mi primer día de monje.»

Pues, la novedad no surge del ambiente exterior, ya que «nada nuevo hay bajo el sol», sino de nuestra visión hacia el mundo que nos rodea. En Cristo «todo es nuevo» porque los sentidos y las preguntas cambian:

Sobre la felicidad: ¿cómo descanso?, se cambia por ¿para quién y con qué fin me canso?

Sobre el dinero: ¿cómo lo aumento en la bolsa?, a ¿en qué lo estoy gastando?

Frente a la muerte: ¿cómo alejo a este desconocido?, a ¿cómo me he preparado para enfrentar a este vencido?

Preguntarme de tal manera no es sino el arrepentimiento, «el bautismo de las lágrimas» que me devuelve, como le hacía al mencionado monje, a mi primer día de ser cristiano, a mi bautismo donde, revestido de Cristo, me he vuelto «la nueva creación.»

Nuestra Fe y Tradición

“Ortodoxia”

La palabra “Ortodoxia” es de origen griego, formada de “orthós” y “doxa”, es decir, doctrina correcta, credo verdadero, universal, enseñanza que se sitúa en continuidad directa e ininterrumpida con la Tradición apostólica, por medio de la teología patrística y neo-patrística, y que constituye la fe común de las iglesias indivisas del primer milenio. La Ortodoxia se identifica con la misma tradición apostólica, así como fue confirmada, interpretada y desarrollada por el consenso de la Iglesia Universal. De hecho, la didascalia (apostolorum) – es decir, la norma de la fe apostólica – fue el criterio de base de la Ortodoxia.

Por esto, cualquier ruptura de continuidad con la Tradición apostólica ha sido considerada una corrupción o abandono de la Ortodoxia, que puede tomar forma, sea de una herejía, sea de una “confesión” separada.

La Santa y correcta Fe de la Iglesia de Cristo (Ortodoxia) se ha mantenido intacta, a lo largo de los siglos, a través de los dictados de las Santas Escrituras y de la Santa Tradición apostólica; a través de las decisiones de los cinco Sínodos Apostólicos; a través de lo que enseñan los cánones de los siete Sínodos Ecuménicos y de los sínodos locales , porque, en palabras de San Juan Crisóstomo, “El timón de la Iglesia de Cristo son los divinos cánones”

Vida de Santos

San Basilio Magno

1 de enero

San Basilio, El Grande, arzobispo de Cesárea en Capadocia. fue bautizado y fue asignado al clero como lector. durante mucho tiempo fue a vivir con los ermitaños en Siria. La vida en el desierto le agradaba a Basilio. Con él estaba su amigo de la infancia San Gregorio (El Teólogo).

El arzobispo de Cesárea Eusebio lo ordenó como presbítero.

Tras la muerte de Eusebio, San Basilio fue ascendido a la cátedra de Cesarea. como arzobispo tuvo una tensa y dura lucha con los arrianos y decía san Basilio al emperador: “No tengo miedo al destierro porque toda la tierra es del Señor; es imposible quitar los bienes a quien no tiene nada; la muerte es para mi un bien porque me unirá con Cristo por Quien vivo y trabajo.”

Él fue fundador de alguno famosos conventos para los monjes y también creó las reglas de vida y de comportamiento de los monjes.

San Basilio se preocupaba por la uniformidad y el orden de los santos oficios, por eso explicó el orden de la Liturgia apostólica, la que se conoce como la Liturgia de San Basilio. Esta Liturgia se realiza todos lo domingos durante la Gran Cuaresma y en algunos otros días.

También él compuso numerosas oraciones de uso en la iglesia. Las más conocidas son las que se leen de rodillas en el día de Pentecostés.

Para la Iglesia tienen mucha importancia los escritos de San Basilio, especialmente “El Hexamerón” (sobre los 6 días de la creación del Mundo) en los cuales él se manifiesta no solo como un gran teólogo sino también como el científico en el dominio de las ciencias naturales. También llegaron a nosotros: 13 homilías sobre los salmos, 25 homilías para distintas ocasiones, 5 libros contra los arrianos y “Los Ascéticos” sobre la Divinidad del Espíritu Santo.

La dura labor y dolores del alma agotaron sus fuerzas y él terminó su vida a los 50 años. El 1 de enero del año 379. Sus intercesiones sean con nosotros. Amén.

Sentencias de lo Padres del Desierto

  • Dijo un anciano: «Esto es lo que Dios examina en el hombre: el pensamiento, la palabra y la obra».
  • Dijo también: «El hombre necesita esto: temer el juicio de Dios, odiar el pecado, amar la virtud y orar continuamente a Dios»
  • Decía el abad Evagrio: «Si estás desanimado, ora. Ora con temor y temblor, con ardor, sobriedad y vigilancia. Así es preciso orar,  especialmente a causa de nuestros enemigos invisibles, que son malos y se aplican a todo mal, pues sobre todo en este punto de la oración  se esfuerzan en ponernos dificultades»

Boletín del 28/12/2014

Domingo Posterior a la Navidad

 

Himnos de la liturgia

 Tropario de Navidad

Tropario de la Resurrección

Tono 4

audio1

Las discípulas del Señor aprendieron del Ángel
el alegre anuncio de la Resurrección,
y la sentencia ancestral rechazaron
y se dirigieron con orgullo a los apóstoles diciendo:
¡Fue aprisionada la muerte, Resucitó Cristo Dios
y concedió al mundo la gran misericordia!
 

Tropario del Domingo Posterior a la Navidad

 Tono 2

¡José! Anuncia a David el antepasado de Cristo,las esplendorosas maravillas.
Porque Tú habías contemplado en cinta a una virgen. 
Por lo tanto, con los pastores, glorificaste; con los Magos adoraste; 
y por el ángel fuiste inspirado. Suplica, pues, a Cristo Dios, que Salve nuestras almas.

Tropario de la Navidad

 Tono 4

Tu Nacimiento, oh Cristo nuestro Dios,
iluminó al mundo con la luz de la sabiduría,
pues los que adoraban a los astros,
por la estrella aprendieron a adorarte, 
oh Sol de Justicia, y a conocerte,  Oriente de lo alto.  ¡Señor, gloria a Ti! 

Condaquio de Navidad

Tono 3

Hoy la Virgen da a luz al inefable verbo; 
y la tierra ofrece al inasequible la gruta; 
los ángeles con los pastores lo glorifican; 
los magos con la luz del astro se encaminan. 
Pues, por nosotros ha nacido el nuevo Niño, el eterno Dios.

Lecturas Bíblicas

 Carta del Apóstol San Pablo a los Gálatas (1: 11-19)

Hermanos: Les hago saber que el Evangelio anunciado por mí, no es de orden humano, pues yo no lo recibí ni aprendí de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo. Pues ya están enterados de mi conducta anterior en el Judaísmo, cuán encarnizadamente perseguía a la Iglesia de Dios y la devastaba, y cómo sobrepasaba en el Judaísmo a muchos de mis compatriotas contemporáneos, superándoles en el celo por las tradiciones de mis padres.

Mas, cuando Aquél que me separó desde el seno de mi madre y me llamó por su Gracia, tuvo a bien revelar en mí a su Hijo, para que lo anunciase entre los gentiles, al punto, sin pedir consejo ni a la carne ni a la sangre, sin subir a Jerusalén donde los apóstoles anteriores a mí, me fui a Arabia, de donde nuevamente volví a Damasco. Luego, de allí a tres años, subí a Jerusalén para conocer a Cefas y permanecí quince días en su compañía. Y no vi a ningún otro apóstol más que a Santiago, el hermano del Señor.

 Lectura del Santo Evangelio según San Mateo  ( 2: 13-23)

En aquel tiempo, cuando los magos se retiraron, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto; y quédate allí hasta que yo te diga. Porque Herodes va a buscar al niño para matarlo.» Él se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se retiró a Egipto; y estuvo allí hasta la muerte de Herodes (para que se cumpliese el oráculo del Señor por medio del profeta: De Egipto llamé a mi hijo). Entonces Herodes, al ver que había sido burlado, se enfureció terriblemente y envió a matar a todos los niños de Belén y de toda su comarca, de dos años para abajo, según el tiempo que había precisado por los magos. Entonces se cumplió el oráculo del profeta Jeremías: Un clamor se ha oído en Ramá, mucho llanto, lamento y gemido: Raquel llora a sus hijos y no quiere consolarse, porque ya no existen… Muerto Herodes, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José en Egipto y le dijo: «Levántate, toma contigo al niño y a su madre, y ponte en camino de la tierra de Israel; pues ya han muerto los que buscaban la vida del niño.» Él se levantó, tomó consigo al niño y a su madre, y entró en tierra de Israel. Pero, al enterarse de que Arquelao reinaba en Judea en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allí; y avisado en sueños, se retiró de Galilea y fue a vivir en una ciudad llamada Nazaret; para que se cumpliese el oráculo de los profetas: Será llamado Nazareno.

Mensaje Pastoral 

 Huida a Egipto    Los roles de los hombres en el plan de Dios

   “Levántate, y toma al niño y a su madre, y huye a Egipto…
porque ha de acontecer, que Herodes buscará al niño para matarlo”

Homilía de Monseñor Pablo Yazigi, Arzobispo de Alepo

Este evangelio se lee el domingo posterior a la Navidad. En él aparece amenazada la vida de Cristo inmediatamente después de su nacimiento. Desde el inicio, se ve la hostilidad y los intentos humanos para detener el plan salvífico de Dios. Si bien la vida del Señor culminó con su crucifixión, sin embargo ésta empezó en la Navidad: desde la cuna, el Señor es obligado a huir a Egipto junto a su madre y a José. El curso de la verdad no siempre se realiza en forma amena. Si bien la luz vence a las tinieblas, esto no es gratuito.

En este evangelio aparecen tres actitudes diferentes ante el nacimiento de Jesús, la de la Virgen, la de José y la de Herodes. Estas actitudes reflejan las distintas posturas ante el plan salvífico de Dios.

Al novio José, hombre justo de avanzada edad, se le apareció el ángel para comunicarle que no tuviera miedo de tomar a María en su casa pues el Nacido de ella era del Espíritu Santo. Vuelve a aparecer aquí para avisarle: “Toma al niño y a su madre, y huye a Egipto…”. Esta persona silenciosa representa el modelo de quien obedece a la Palabra de Dios. Representa a aquellos que siempre están al servicio de la voluntad divina cuando se les solicita, escuchan la Palabra y la practican con amor y obediencia. Estos conocen la justicia a partir de la obediencia. Así disponen de toda su vida para cuántas veces se lo pidan a ellos; y la Palabra de Dios y la verdad siempre encuentran en estos protección y buena tierra.

Otras personas viven la justicia no sólo aceptándola, protegiéndola u obedeciéndola, sino creándola y anunciándola, como la Virgen María que dio toda su vida por la Palabra. Hay un grado de fe que no basta con la obediencia, sino que solicita antes de estar solicitada, y busca antes de estar buscada. Este tipo de fe no sólo guarda la verdad, sino la da a luz. A muchos les complace predicar y no sólo aceptar. No sólo defienden la verdad cuando es perseguida, sino que se dedican a la verdad hasta que amanezca. No sólo son recipientes que guardan, sino que son el vaso elegido que lleva el perfume de Cristo a todas las naciones. Estos contribuyen más en la difusión de la Palabra.

En cuanto a Herodes, él representa a las corrientes hostiles cuyos intereses no aceptan la luz sino que permanecen en las tinieblas; no les conviene la verdad porque reprende sus obras. Estos buscan, cada uno a su manera, aniquilar la imagen de amor y sacrificio en ellos y en el mundo para que se justifiquen las obras de las tinieblas. Y los tipos de Herodes abundan; ninguna época careció de ellos. El Evangelista Juan dice: “Porque ya está obrando el misterio de iniquidad” (II Tes 2:7).

La pregunta que viene a la mente es: ¿cuál es el destino del plan salvífico de Dios ante las diversas posturas de los hombres? Si en la época de Herodes había un José, ¿acaso su ausencia en otra época conlleva la pérdida de la verdad?

El libro del Apocalipsis describe esta situación y responde a la pregunta: Se habla de una mujer que, al dar a luz a su hijo, vino un dragón para matarlo, pero la tierra la ayudó. Ella se fue al desierto para criar a su hijo. Se habla también del hijo como cordero inmolado y vencedor. Además, este libro nos explica dos aspectos: primero que se trata del fin de la historia, lo que expresó Jesús cuando dijo: “Confíen, yo he vencido al mundo” (Jn 16:33); y segundo que, por un lado, la presencia del Señor Jesús en el mundo y, por otro lado, la libertad y la vida de toda persona, son acontecimientos que separan a las ovejas de los cabritos. La marcha de la presencia divina en la historia se ha convertido en una línea divisoria entre los que están a la derecha y los que están a la izquierda.

Está claro a partir del texto del Evangelio que la Virgen y Herodes se encontraron en la misma época. Dios interviene sin violar la libertad de nadie, sin obligar a la Virgen ni presionar a Herodes. Así la concreción del plan salvífico de Dios queda en marcha, pero se vuelve condenación para este, y justificación y santificación para José y María. Sin eliminar la libertad de nadie, la historia salvífica continúa su marcha hacia la victoria del cordero y del nacido en el pesebre. Todo ello se realiza sin forzar a nadie. De hecho, el Señor esperó en Egipto hasta que muriera aquel que buscaba matarlo.

Si bien la sabiduría de Dios y su amor al hombre no pueden ser vencidos por las equivocaciones humanas, tampoco pueden vencer cualquier deseo humano. Si bien Dios es todopoderoso y su plan de salvación sigue su curso hasta su término final y bueno, pero todo se realizará en forma escatológica, sin obligar a nadie: “La Luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la comprendieron” (Jn 1:5).

Todos vacilamos entre estos tres grados de la fe: existen servidores que anuncian la Palabra; existen otros que la reciben o guardan con obediencia; y hay otros que la rechazan. La sabiduría divina circula en todas estas posturas hasta el cumplimiento final del plan de amor de Dios. Por un lado, nace Jesús, y por otro lado, muere Herodes. La cruz aparece ya en el nacimiento de Jesús, pero la resurrección viene apareciendo.

Esta verdad hoy la Navidad nos empuja con gran esperanza a no ser neutrales ante la llegada del Señor al mundo. No temamos la aspereza de las corrientes o factores en contra de la fe. Vivamos moviéndonos hacia los eventos salvíficos. La Navidad merece nuestra respuesta y no acepta una actitud fría o neutral, porque el que viene será perseguido y cada uno tiene un papel en protegerlo o anunciarlo. De lo contrario, estará tomando postura a favor de sus asesinos.

“Toma al niño y a su madre…” es una expresión que si, al oírla, no la meditamos con nuestra libertad, hemos ahora, al haberla leído, de obedecerla. Amén.

Navideñas

Oro, incienso y mirra

La adoración de Jesús por parte de los sabios de oriente es parte de la celebración de la Navidad en la Iglesia Ortodoxa. Cualquiera hayan sido las circunstancias históricas de este evento, y la tradición ortodoxa los toma casi literalmente, el significado espiritual y teológico de la venida de estos reyes con sus presentes es de primordial importancia.

Nuestra Iglesia hace un especial énfasis en el hecho que todo el orden de la naturaleza participa en el anuncio del nacimiento de Cristo, así revelándola como la creación de Dios. Pues, como el tropario de la fiesta lo proclama,“aquellos que adoraban las estrellas aprendieron por una estrella” a adorar a Jesús el Señor.

Los acertijos de los adivinos

Y del divino Balaam se cumplen ahora.

Porque una estrella ha brillado de Jacob,

Guiando a los Magos, reyes persas, que traen sus presentes,

Al Sol de la Gloria.

El error de Persia ha dejado de existir,

Porque los que observaban estrellas, reyes del Oriente,

Traen regalos a Cristo el rey de todo en su nacimiento:

Oro, incienso y mirra.

Bendíganlo, pueblos y alábenlo, sacerdotes,

Exaltadlo, naciones, por todos los siglos.

(Oraciones antes de dormir del último día de la preparación de la Navidad, 24 de diciembre)

La venida de los sabios también atestigua el hecho que Jesús ha venido como Rey y Señor de toda la gente, y no solo de los judíos. En las personas de los reyes persas la Iglesia ve a todas las naciones de la tierra y todos los reinos de los hombres.

La hija de Babilonia

Una vez llevó cautivo a los hijos de David desde Sión,

A quien había llevado con su espada.

Pero ahora ella envía a sus propios hijos,

A los magos que traen sus presentes,

A pedirle a la hija de David en quien Dios ha venido a morar.

Por lo tanto digamos todos este himno:

Que toda la creación bendiga al Señor,

Y lo exalte sobre todo por siempre.

(Matutinos de la fiesta de la Navidad)

Los magos, reyes de Persia,

Supieron que Tú, el rey celestial,

Ibas a nacer ciertamente en la tierra.

Vinieron a Belén

Guiados por la luz de una estrella,

Y ofrecieron sus elegidos presentes:

Oro, incienso y mirra.

Y arrodillándose ante ti te adoraron,

Pues te vieron a ti que eres eterno

Descansando como un niño en un pesebre.

(Oraciones antes de dormir de la fiesta de Navidad)

La tierra extiende sus extensos espacios

Y recibe al Creador,

Y Él recibe gloria de los ángeles

Y la estrella de los cielos,

Presentes de los magos

Y reconocimiento de todo el mundo.

(Oraciones antes de dormir del día final de la preparación de la Navidad, 24 de diciembre)

Los presentes de los magos tienen un significado particular. Los mismos son interpretados simbólicamente en la liturgia de la fiesta. El presente de oro es tomado como el signo que Jesús es el rey de Israel, del mundo entero, y del reino de Dios por venir. Esta es una parte crucial de la historia de Navidad en los evangelios. Esto provocó que Herodes matara a “todos los niños en Belén y en toda la región a los menores de dos años de acuerdo al tiempo que había inquirido de los sabios” (Mt 2:16).

“Nacido Jesús en Belén de Judea, en tiempo del rey Herodes, unos magos que venían del Oriente se presentaron en Jerusalén, diciendo: “¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Pues vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarle”. En oyéndolo, el rey Herodes se sobresaltó y con él toda Jerusalén. Convocó a todos los sumos sacerdotes y escribas del pueblo, y por ellos se estuvo informando del lugar donde había de nacer el Cristo. Ellos le dijeron: “En Belén de Judea, porque así está escrito por medio del profeta: Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres, no, la menor entre los principales clanes de Judá; porque de ti saldrá un caudillo que apacentará a mi pueblo Israel” (Mt 2:1-6).

El presente del incienso es tomado por la Liturgia significando el hecho que Jesús es Dios, desde el momento en que el incienso sirve para la adoración y solo Dios puede ser adorado.

Y el presente de la mirra es porque el Señor Jesús ha venido a morir como el perfecto sacrificio por el pueblo. Los muertos eran ungidos con mirra, como el mismo Jesús fue ungido, de acuerdo a las escrituras, en el tiempo de su muerte (Jn 19:39-40).

En los presentes de los magos, por lo tanto, están contenidos todos los misterios de la venida de Cristo. Ellos apuntan al propósito de su manifestación en la tierra. Él es el Rey, el hijo de David, cuyo reino no tendrá fin. Él es la víctima, el Cordero de Dios, quien por su muerte quita los pecados del mundo. Y Él es Dios mismo, el Divino Hijo del Padre: “Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero; nacido, no creado; consubstancial al Padre por quien todo fue hecho; quien por nosotros los hombres, y para nuestra salvación, descendió de los cielos…” como lo declara el credo niceno.

La contemplación de estos sabios hombres y sus presentes son una parte integral y eterna de la celebración de la Iglesia en Navidad.

Los reyes, los primeros frutos de los gentiles,

Te traen presentes para tu nacimiento en Belén

De una madre que no conoció hombre alguno.

Con mirra ellos anuncian tu muerte,

Con oro, hablan de tu poder real,

Con incienso, de la preeminencia de tu divinidad.

(Oraciones antes de dormir del último día de la preparación a la Navidad, 24 de diciembre)

Cuando el Señor Jesús nació en Belén de Judá,

Los magos vinieron de oriente

Y adoraron a Dios hecho hombre.

Y alegremente abrieron sus tesoros,

Ofreciéndole preciosos regalos:

Fino oro, puesto que es el Rey de los siglos;

Incienso, puesto que es el Dios de todos;

Mirra, que ofrecen al inmortal que estará tres días muerto.

¡Venid todas las naciones, adorémoslo

Porque ha nacido para salvar nuestras almas!

(Oraciones antes de dormir de la fiesta de Navidad)

Boletín de Navidad 2014

El Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo

Nos ha buscado el Salvador, Oriente de lo Alto;
quienes andábamos sin luz, en sombra de la oscuridad,
hemos hallado la Verdad, pues de la Virgen hoy ha nacido nuestro Dios.         
                                                                                                                       Exapostelario

Himnos de la liturgia

 Tropario de Navidad

 Tono 4

Tu Nacimiento, oh Cristo nuestro Dios,
iluminó al mundo con la luz de la sabiduría,
pues los que adoraban a los astros,
por la estrella aprendieron a adorarte, 
oh Sol de Justicia, y a conocerte,  Oriente de lo alto.  ¡Señor, gloria a Ti! 

Condaquio de Navidad

Tono 3

Hoy la Virgen da a luz al inefable verbo; 
y la tierra ofrece al inasequible la gruta; 
los ángeles con los pastores lo glorifican; 
los magos con la luz del astro se encaminan. 
Pues, por nosotros ha nacido el nuevo Niño, el eterno Dios.

Lecturas Bíblicas

 Carta del Apóstol San Pablo a los Gálatas ( 4:4-7)

Hermanos: Al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la ley, a fin de que recibiéramos la filiación adoptiva. Y por cuanto son hijos, Dios ha enviado a sus corazones el Espíritu de su Hijo que clama: ¡Abbá, Padre! De modo que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo.

 Lectura del Santo Evangelio según San Mateo  (2:1-12)

Cuando nació Jesús en Belén de Judea, en tiempo del rey Herodes, unos magos que venían del Oriente se presentaron en Jerusalén diciendo: «¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Pues vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarlo.» Oyéndolo el rey Herodes, se sobresaltó y con él toda Jerusalén. Convocó a todos los sumos sacerdotes y escribas del pueblo, y por ellos se estuvo informando del lugar donde había de nacer el Cristo. Ellos le dijeron: «En Belén de Judea, porque así está escrito por medio del profeta: Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres la menor entre los principales clanes de Judá; porque de ti saldrá un Caudillo que apacentará a mi pueblo Israel.» Entonces Herodes llamó aparte a los magos y por sus datos precisó el tiempo de la aparición de la estrella. Después, les envió a Belén diciéndoles: «Vayan e indaguen cuidadosamente sobre ese niño; y cuando lo encuentren, comuníquenmelo, para ir también yo a adorarlo.» Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y he aquí que la estrella que habían visto en el Oriente iba delante de ellos hasta que llegó y se detuvo encima del lugar donde estaba el niño. Al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa; vieron al niño con María su madre y, postrándose, lo adoraron; abrieron luego sus cofres y le ofrecieron dones de oro, incienso y mirra. Y avisados en sueños que no volvieran donde Herodes, se retiraron por otro camino a su país.

Mensaje Pastoral 

Dios está con nosotros

 La Natividad del Señor es una de las fiestas más importantes dela Iglesia, por lo que se le prepara con el ayuno durante cuarenta días, y desde hace casi un mes se empieza a cantar el Condaquio navideño que dice: «Hoy la Virgen viene a dar a luz […] al sempiterno verbo.»

¿Por qué el «Hoy» de este himno si, cuando lo cantábamos, ni siquiera estábamos en el día del 25?

La fiesta de Navidad es mucho más que un recuerdo de un acontecimiento que tuvo lugar desde hace más de 2000 años –como si se festejara el descubrimiento de América o la independencia de México–, es decir, es más que un día célebre del calendario humano. Es el Día desde el cual miramos a toda la historia; y si bien pertenece al pasado, se extiende a lo largo del presente: «Dios está con y entre nosotros».

Todo lo anterior añoraba este día de «Hoy»; pues, la historia del Antiguo Testamento es el desarrollo de un diálogo entre la intervención de Dios en su creación, y la reacción del hombre ante dicha intervención. Dios hablaba a través de sus profetas, milagros y maravillas preparando la creación para tal día; y la Virgen es el fruto de toda esta preparación; como dice san Pablo en la carta que leemos el día de la fiesta: «Al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer» (Gal 4:4). Es el momento desde el cual vivimos, los cristianos, no en la era d.C. (después de Cristo) sino la era «en Cristo.»

Dios ha encarnado, a saber, «se hizo carne y puso su morada entre nosotros» (Jn 1:14); Aquél a quien los antiguos buscaban con inquietud, se nos ha revelado realizando la Profecía de Isaías: «¡He aquí que la Virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán de nombre Emmanuel que significa “Dios con nosotros”!»

Dios está con nosotros: ¡qué vergüenza, si seguimos buscándolo entre las ruinas de Egipto o los tesoros del Faraón!

¡Dios está entre nosotros, y nosotros andamos consultando filosofías e ideologías para saber si existe!

¡Dios está entre nosotros, y henos aquí actuando como si la vida estuviera en el poder y en el dominio, mientras la tierra se agitó y el sol ocultó su luz al ver al Señor en su gloria!

«Hoy la Virgen Vienea dar a luz […] al sempiterno Verbo»: confesamos que todos los tesoros, filosofías, ideologías y poderes ya son inútiles si no nos hacen prosternarnos ante Él, con los magos, con los pastores y los Ángeles que festejaban aquel día.

Que nuestros ojos lo vean, que nuestros oídos escuchen sus palabras; tanto con nosotros está al grado que lo comemos y lo asimilamos a fin de que, conforme a las palabras de san Pablo, en Él vivamos y nos movamos y existamos (Hch 17:28). Sólo así será nuestra vida «Noche Buena», Pero si el Bondadoso es ausentado de nuestras fiestas, la bondad será exclusiva del nombre nada más.

Que el Señor nos haga dignos de la alegría verdadera de su Nacimiento. Amén.

Navideñas

Nacimiento Virginal

El decir que José “No la conoció (a María) hasta que dio a luz a su hijo”, no indica que la conoció después del parto. La palabra hasta, en sí, señala lo que sucedió durante todo el tiempo anterior al parto, pero no dice nada respecto al posterior. Es como cuando uno dice: “Estuve en la casa en la mañana”, pues esto no quiere decir que en la tarde estuvo fuera. Leamos este ejemplo del libro de Génesis: en la historia del diluvio, Noé despidió un cuervo para examinar si la tierra había secado; el relato dice: “El cuervo no volvió hasta que se secó la tierra” (Gén. 8: 7). Pero sabiendo que el cuervo nunca regresó, entendemos que la palabra hasta procuraba mostrar el abandono del cuervo antes de que la tierra se secase, sin importar lo acaecido después. Lo mismo sucede con san Mateo cuando dice que José “No la conoció hasta que dio a luz a su hijo”, pues lo que le importaba es enfatizar el nacimiento virginal, o sea, que lo concebido en la Virgen es del Espíritu Santo, sin decir nada de lo que después pasó o no con María y José.

Quizás alguien se pregunta: “¿Por qué san Mateo no atestiguó la virginidad de María también después del parto?”

El centro de atención del Evangelista era el Mesía, en quien se han realizado las profecías del Antiguo Testamento; su narración sobre el Nacimiento no busca describir la devoción de la Iglesia hacia la Virgen María, sino el acontecimiento salvífico de la Encarnación. Pero la Iglesia, desde sus primicias, ha sostenido que María permaneció Virgen antes, durante y después del parto, como parte de la auténtica devoción hacia la Madre de Dios. No es ni razonable ni recto pensar en que las entrañas que Dios ha consagrado con su presencia fueron dispuestos a otra preocupación; ella se quedó siempre al lado de su hijo “guardando todo en su corazón.” Permaneció siempre Virgen, “Betulah”, palabra hebrea que significa “morada de Dios”, de Dios y nada más de Él.

Frases de la sobre la Natividad

  • Y dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados. (Mt 1:21)
  • …os traigo buenas nuevas de gran gozo que serán para todo el pueblo;  11 porque os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor. (Lc 2:10-11)
  • Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz entre los hombres en quienes Él se complace.  (Lc 2:14)

Boletín del 21/12/2014

Domingo anterior a Navidad

Alégrate, Belén, y prepárate, oh Éfrata,
porque la Virgen viene a la cueva
para dar a luz a Dios inefablemente.
¡Qué temible misterio es! Abraham, Isaac y Jacob,
los patriarcas y todos los profetas,
los hombres con los ángeles festejan
con júbilo este Nacimiento divino.
                                                                     Exapostelario

 

Himnos de la Liturgia

Tropario de Resurrección

Tono 3

audioQue se alegren los celestiales, y que se regocijen los terrenales;
Porque el Señor desplegó la fuerza de su brazo,
pisoteando la muerte con su muerte. Y
Siendo el primogénito de entre los muertos,
nos salvó de las entrañas del Hades
y concedió al mundo la gran misericordia.

Tropario Previo a Navidad

Tono 4

¡Belén, prepárate que ya, ha sido abierto el Edén!
¡Que te dispongas, Éfrata: porque la vida floreció
de la Virgen en la gruta!
Su vientre se mostró paraíso espiritual,
en él se plantó el madero celestial,
del cual comemos y vivimos,
jamás como Adán moriremos.
¡Cristo ha nacido y ha restaurado
la imagen antes caída!
 

Condaquio antes de la Navidad

Tono 3

audioHoy la Virgen viene a dar a luz inefablemente,
en humilde gruta, al sempiterno Verbo.
Gózate, oh universo, al escucharlo;
alaba, con las potestades y pastores,
a quien por voluntad se revela, al nuevo niño,
al eterno Dios.

Lecturas bíblicas

Carta del Apóstol San Pablo a los Hebreos (11:9-11;32-40)

Hermanos: Por la fe, Abraham peregrinó por la Tierra Prometida como en tierra extraña, habitando en tiendas, lo mismo que Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa. Pues esperaba la ciudad asentada sobre cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.

Y, ¿a qué continuar? Pues me faltaría el tiempo si hubiera de hablar sobre Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas. Estos, por la fe, sometieron reinos, hicieron justicia, alcanzaron las promesas, cerraron la boca a los leones; apagaron la violencia del fuego, escaparon del filo de la espada, sacaron fuerzas de la debilidad, se hicieron valientes en la guerra, rechazaron ejércitos extranjeros; las mujeres recobraron resucitados a sus muertos. Unos fueron torturados, rehusando la liberación por conseguir una resurrección mejor; otros soportaron burlas y azotes, y hasta cadenas y prisiones; apedreados, torturados, aserrados, muertos a espada; anduvieron errantes cubiertos de pieles de ovejas y de cabras; faltos de todo; oprimidos y maltratados, ¡hombres de los que no era digno el mundo!, errantes por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas de la tierra. Y todos ellos, aunque alabados por su fe, no consiguieron la promesa. Dios tenía ya dispuesto algo mejor para nosotros, de modo que no llegaran ellos sin nosotros a la perfección.

Evangeio según San Mateo (1: 1-25)

Libro de la generación de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham: Abraham engendró a Isaac, Isaac engendró a Jacob, Jacob engendró a Judá y a sus hermanos, Judá engendró de Tamar a Fares y a Zara, Fares engendró a Esrom, Esrom engendró a Aram, Aram engendró a Aminadab, Aminadab engendró a Naassón, Naassón engendró a Salmón, Salmón engendró de Rajab a Booz, Booz engendró de Rut a Obed, Obed engendró a Jesé, Jesé engendró al rey David.

David engendró, de la que fue mujer de Urías a Salomón, Salomón engendró a Roboam, Roboam engendró a Abiá, Abiá engendró a Asaf, Asaf engendró a Josafat, Josafat engendró a Joram, Joram engendró a Ozías, Ozías engendró a Joatam, Joatam engendró a Acaz, Acaz engendró a Ezequias, Ezequias engendró a Manasés, Manasés engendró a Amón, Amón engendró a Josías, Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos cuando la deportación a Babilonia.

Después de la deportación a Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, Salatiel engendró a Zorobabel, Zorobabel engendró a Abiud, Abiud engendró a Eliakim, Eliakim engendró a Azor, Azor engendró a Sadoq, Sadoq engendró a Aquim, Aquim engendró a Eliud, Eliud engendró a Eleazar, Eleazar engendró a Matán, Matán engendró a Jacob y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la que nació Jesús, llamado Cristo.

Así que el total de las generaciones son: desde Abraham hasta David, catorce generaciones; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce generaciones; desde la deportación a Babilonia hasta Cristo, catorce generaciones.

La generación de Jesucristo fue de esta manera: Su madre, María, estaba desposada con José y, antes de juntarse ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo. Su marido José, como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto. Mientras estaba pensando en esto, he aquí que el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer, porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados.» Todo esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del Señor por medio del profeta: He aquí que la Virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que traducido significa “Dios con nosotros”. Despertado José del sueño, hizo como el Ángel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su mujer. Y no la conocía hasta que ella dio a luz a su hijo y le puso por nombre Jesús.

Mensaje pastoral

¡Nos ha buscado el Salvador!

«Le pondrás por nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados.»

Fue el mandato del Ángel a José el comprometido de María. El nombre Jesús significa en hebreo «Dios salva». También el Ángel que se presentó a los pastores, como nos cuenta el Evangelio según san Lucas, les anunció que «les ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador». En nuestras oraciones, no cesamos de exclamar: «¡Sálvanos, oh Hijo de Dios!» «Por las intercesiones de la Madre de Dios, oh Salvador, ¡sálvanos!»; y concluimos todos nuestros rezos con la frase «¡Por las oraciones de nuestros padres, oh Señor Jesucristo, Dios nuestro, ten piedad de nosotros y sálvanos!» Término que ocupa un lugar preponderante en nuestro culto y que muchas veces lo repetimos con inercia automática: ¿a qué se refiere la “Salvación”? ¿Que nos salve de qué?

Los judíos esperaban un Mesías que les salvara del yugo de los romanos y que les diera la liberación política y restaurara el reino de David. Por eso les decepcionó el aspecto de Jesús el Nazareno, manso y humilde desde el pesebre. Esperaban —como muchos se limitan a hacer— tan solo una salvación de los peligros y males que pudieran cercar su existencia: enemigos, enfermedades, accidentes, Etc. A éstos Cristo no les satisface como salvador, y ante cualquier malestar se quejan y hasta blasfeman.

Otros piensan que la salvación es un estado que tiene que ver con la vida venidera, de tal modo que en esta vida sufrimos y aguantamos a fin de conseguir la salvación en la eternidad. Eso contradice a lo que el Señor anunció a Zaqueo, la persona de pequeña estatura que le recibió: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa» (Lc 19:10). Entonces no se trata de algo futuro sino de una gracia que se recibe hoy y aquí.

San Pablo describe la salvación de esta manera: «[…] ustedes que se han despojado del hombre viejo con sus obras y se han revestido del hombre nuevo que se va renovando hacia el conocimiento, según la imagen de su Creador» (Col 3:9-10). Entonces no se trata ni de protección externa ni de paz futura sino de una restauración presente de mi naturaleza corrupta —el hombre viejo con sus defectos y vicios: ira, envidia, distracción, egoísmo, soberbia, concupiscencia— hacia el hombre nuevo, Jesucristo. Este cambio procurado, llámese salvación, conversión o curación es la Gracia a la que el cristiano tiene acceso en la Iglesia: confesión, lectura espiritual, vigilia, oración, vida comunitaria y acercamiento al santo Cáliz. Por eso, los santos Padres frecuentemente se refieren a la Iglesia como hospital salvífico: «No necesitan médico los que están sanos, sino los que están mal» (Lc 5:31).

¡Cree y serás salvado!, una frase que suele malinterpretarse como si la salvación fuera una acción estática condicionada con cierta confesión dogmática. En realidad, esta comprensión es muy lejana al concepto bíblico. La salvación es un proceso permanente, una renovación constante en el Señor; como una línea gráfica de ondas variadas pero finalmente ascendente sinfín ante la vista de Dios. Cuando esta renovación-salvación empieza a tocar el corazón de nuestra vida, los peligros por más severos que sean se muestran a final de cuentas como tentaciones beneficiosas que nos acercan al cuidado paterno de Dios, y la promesa de la paz futura vuelve una certeza y anticipación consoladoras.

La celebración navideña —luces, ropa nueva, árbol, obra benéfica y, sobre todo, participación litúrgica y sacramental intensificada— precisamente nos debe colocar alegremente en la memoria de esta renovación que nos ha sido dada con la Encarnación de Verbo que «habitó entre nosotros», y fortalecer nuestra «buena voluntad» con respecto a la iniciativa divina que los ángeles anunciaron una vez y para siempre: «¡Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz (salvación) a los hombres de buena voluntad!» Amén.

Nuestra Fe y Tradición

El Icono de la Natividad

El icono nos describe, con colores, la reunión del cielo y la tierra al festejar “la llegada de la plenitud de los tiempos”.

El ángel se inclina hacia los pastores, gente humilde y marginada,  anunciándoles el suceso, mientras los magos se dirigen hacia el Rey representando la participación de los páganos que no se habían preparado por ninguna historia profética, mientras los judíos si.

Se acercan al niño nacido un buey y un asno que, participando en esta celebración universal, nos recuerdan la profecía de Isaías: “conoce el buey a su dueño, y el asno el pesebre de su amo. Israel no conoce, mi pueblo no discierne.” (Is.1:3).

Un hombre vestido de lana está platicando con José; ha de ser el tentador (Satanás) tratando de alentar las dudas de José sobre este inefable parto: “¿Qué es este suceso, oh María, el cual veo en ti? … En lugar de honor me has traído vergüenza; en lugar de alegría, tristeza; …”. Mas Dios, quien no permite tentaciones que sobrepasen nuestros esfuerzos, iluminó al justo José, enseñándole la pureza de la Virgen.

He aquí que la Madre de Dios está acostada en la entrada de la gruta, rodeada con un nimbo que parece grano de trigo, ¡cómo no, ella es la madre de la Vida! La Virgen “guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón” (Lu.2:19). También, está mirando a cada uno de nosotros invitándole a que, por su parte, dé a luz a Cristo.

En medio del esplendor de este festejo sobresales, oh Señor, con tu divina quietud, y tu pesebre nos parece como un sepulcro: el primero lleva a la Vida para que del segundo nos brote la vida.

“nos prosternamos ante tu Nacimiento, oh Cristo, muéstranos tu divina Epifanía”

¿San Nicolás o Santaclaus?

En estos días navideños nos topamos con frecuencia con esta figura que trae cierta alegría a nuestros hogares y una sonrisa agradable en el rostro de los niños y, ¿por qué no?, en los corazones de los adultos cuya vida se fatiga por la dureza de la vida real. ¿Hemos de aceptar esta imaginación o no? ¿Enfrentamos a nuestros niños con la realidad o no? ¿Es cierto que es un invento de Coca Cola? La respuesta a estas interrogaciones no cambiará nada de la realidad: Santaclos cada año injerta mucha alegría y energía en la vida contemporánea.

Si bien no me serviría de nada hablar de la veracidad del personaje de Santaclos, el recuerdo de su prototipo –persona auténtica y verás– ayudará a purificar esta figura del mundanismo que la reviste: San Nicolás Obispo de Mira en Licia.

Es uno de los Santos más grandes de la Iglesia, desde Oriente hasta Occidente. Todas las Iglesias: Ortodoxa, Catolico Romana, Siriaca, Maronita, Copta, Armenia conmemoran a este gran Santo el día 6 de diciembre; es el Santo patrono y protector –en un país y otro– de los alumnos, de los niños bien portados, de los marineros, de los pescadores, de los vinateros, de los comerciantes, de los peregrinos, en fin: Es un gran Santo de la Iglesia universal.

El Tropario nos plantea tres virtudes del Santo que trazan la vida de cristiano en sus tres dimensiones: “La verdad de tus obras te ha mostrado a tu rebaño cual regla de fe, icono de mansedumbre y maestro de abstinencia”. La fe describe la relación con Dios; la mansedumbre describe el trato con el prójimo; y la abstinencia describe el comportamiento del hombre consigo mismo.

“Regla de Fe”. La fe cristiano no acepta cualquier sincretismo. San Nicolás defendió la recta fe y participó en el Primer Concilio Ecuménico y condenó la herejía de Arrio. Su mansedumbre y bondad no significaban relajamiento en la fe entregada “una vez y para siempre”. El cristiano en su relación con Dios tiene reglas, que son las Santas Escritura, las enseñanzas de los Santos padres y la prédica y la práctica de la Iglesia. La fe minimizada a las caricias del intelecto y sentimientos personales es ajena a la recta y sobria fe de san Nicolás. La fe cristiana no puede ser en alguien o algo más que en Jesucristo como “Autor y Consumador de nuestra fe” (Heb 12:2).

“Icono de mansedumbre”. Ésta es la expresión del amor, la manifestación externa de la fe. El cristiano expresa su fe, sobre todo, mediante el modo de convivir con el prójimo: “quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a Quien no ve” (1Jn 4:20). De esta manera la mansedumbre abrió la vida de Nicolás hacia el prójimo: hacia las jovencitas cuyo padre no podía pagar la dota, hacia los huérfanos y viudas, hacia los tres oficiales condenados injustamente. La mansedumbre es el aspecto auténtico y vencedor del cristiano: “¡Bienaventurados los mansos porque ellos heredarán la tierra.”

“Maestro de abstinencia”. Es una palabra ruda y ajena a lo que nuestra era plantea. “Abstinencia”, “continencia”, “castidad” son antónimos de “consumismo”, “distracción”, “libertinaje”. No se trata de una cualidad que pertenece a los monjes y clérigos sino a todo cristiano. En griego la palabra equivalente ενγράτεια significa “control de sí”, tener una autoridad sobre las rebeliones interiores. En árabe la palabra es “Iffa” y es desarrollo de un término que significa “salud”. Entonces la abstinencia no es una actitud negativa que rechaza el consumismo del mundo, sino un ejercicio positivo que inculca al hombre un control y dominio sobre sí y lo conduce en una vida saludable para el cuerpo y, sobre todo, para el alma. Si bien nos consta que el consumismo que el mundo ofrece generosamente nos está llevando a una incapacidad y mediocridad fétidas, la vida de san Nicolás y de los santos en cada era nos muestra la abstinencia positiva –ayuno, moderación, oración, prosternación, perdón, esfuerzo contra las pasiones, esfuerzo a favor del cambio y la conversión– como un camino hacia la salud.

Fe, mansedumbre y control de sí son las tres virtudes de san Nicolás que vale la pena contemplemos estando a las puertas de Navidad. Y regresando a Santaclos como caricatura –en el sentido serio y positivo de la palabra– de san Nicolás, podemos contemplar en su sonrisa la mansedumbre del Obispo de Mira, en su bastón la fe recta y en su cíngulo la ceñidura de la abstinencia. Y sí queremos dar figuras a nuestro niños, digámosles que Santaclos es amable y manso con todos los niños del mundo sin discriminación ninguna; que su fe y amor a Dios está por encima de todo y que no acepta celebremos la fiesta, siendo el festejado “Dios con nosotros” ausente de nuestras vidas; y que Santaclos se desvela para dar descanso a los menesterosos, ayuna para dar bocadillo al necesitado, tiene agujeras bajo los ojos para trazar una sonrisa en el rostro de los niños, pero todo ello lo hace cada día más fuerte y más saludable. Es entonces cuando vuelve de veras un símbolo por Navidad.

Santaclos no es un escape de nuestra realidad: san Nicolás es nuestro guía hacia una realidad más real basada en la fe, la mansedumbre y el dominio de Sí. Cuyas intercesiones sean por nosotros. Amén.

Frases Bíblicas

  • Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad. (Miq 5:2)
  • El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos. (Is 9: 2)
  • Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas  y en sombra de muerte,  para guiar nuestros pasos  por el camino de la paz. (Lc 1, 78-79)

 

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