2°. Domingo después de Pentecostés

duccio081

Cuando las Mirróforas vieron la piedra removida, 
se alegraron porque vieron a un joven sentado
en el sepulcro que les dijo:  Cristo resucitó;
decid a los Apóstoles y a Pedro:  Corran al monte de Galilea,
allá donde se les aparecerá a vosotros, 
oh amados, tal como antes lo había dicho.
                                                                                      Exapostelario

Himnos de la Liturgia

Tropario de la Resurrección

Tono 1

audio27Cuando la piedra fue sellada por los judíos y
tu purísimo cuerpo fue custodiado por los guardias,
resucitaste al tercer día, oh Salvador,
concediendo al mundo la vida. Por lo tanto,
los poderes celestiales clamaron a Ti:  Oh Dador de Vida,
Gloria a tu Resurrección, oh Cristo, gloria a tu Reino,
gloria a tu plan de salvación, oh Único, Amante de la humanidad.

Condaquio general

Tono 4

Oh Protectora de los cristianos indesairable; 
Mediadora, ante el Creador, irrechazable:
no desprecies las súplicas de nosotros, 
pecadores, sino acude a auxiliarnos, 
como bondadosa, a los que te invocamos con fe. 
Sé presta en intervenir y apresúrate con la súplica,
oh Madre de Dios, que siempre proteges a los que te honran.

Lecturas Bíblicas

Carta del Apóstol San Pablo a los Romanos (2: 10-16)

Hermanos: Gloria, honor y paz a todo el que obre el bien; al judío primeramente y también al griego; que no hay acepción de personas en Dios.

Pues cuantos sin ley pecaron, sin ley también perecerán; y cuantos pecaron bajo la ley, por la ley serán juzgados; que no son justos delante de Dios los que oyen la ley, sino los que la cumplen: ésos serán justificados (pues cuando los gentiles que no tienen ley cumplen naturalmente la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos; los cuales muestran la obra de la ley escrita en su corazón, como se lo atestigua su conciencia y sus diferentes juicios que ya los acusan, ya los defienden), en el día en que Dios juzgará los secretos de los hombres por Cristo Jesús, según mi Evangelio.

Evangelio según San Mateo (4: 18-23)

En aquel tiempo, mientras Jesús caminaba por la ribera del mar de Galilea, vio a dos hermanos: Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés echando la red en el mar, pues eran pescadores, y les dijo: «Vengan conmigo, y los haré pescadores de hombres.» Y ellos al instante, dejando las redes, lo siguieron. Más adelante, vio a otros dos hermanos, Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan, que estaban en la barca con su padre Zebedeo arreglando sus redes; y los llamó. Ellos, al instante, dejaron la barca y a su padre, y lo siguieron.

Recorría Jesús toda Galilea enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y curando toda enfermedad y toda dolencia del pueblo.

Mensaje Pastoral

“Vengan en pos de mí y los haré pescadores de hombres”

Homilía de Monseñor Pablo Yazigi, Arzobispo de Alepo

¿Acaso aquel que conoce a Jesús puede permanecer siendo un simple pescador? ¿Acaso nosotros los cristianos, después de haber encontrado el rostro del Redentor y Salvador, podemos quedarnos en nuestras profesiones como si fuéramos hechos nada más que para ellas? ¿Acaso el ojo que ha visto realmente a Jesucristo puede seguir siendo ciego ante el apostolado más sublime y ante una meta de los hombres que ninguna verdad puede ser más verídica que ella?

Estamos frente al llamado que Jesús dirige a sus cuatro primeros discípulos. Estos habían encontrado a Jesús, según san Juan el Evangelista (1:35), cuando Jesús llamó a Simón como “Pedro”, y así lo conocieron. Antes de este llamado decisivo al apostolado, Jesús había entrado en la vida cotidiana de sus discípulos, y había bendecido la pesca milagrosa que tuvo Simón, después de que este se había cansado toda la noche sin éxito hasta que lanzara nuevamente sus redes, según la palabra de Jesús (Lc 5:1-11). Desde entonces, Jesús llamó a Pedro para convertirse en pescador de hombres.

En la historia de la salvación, Dios no se dirigió a la gente sino a través de algunos de los que aceptaron su llamado para convertirse en pescadores de hombres, a través de aquellos que utilizaban redes -cualquiera fuera la naturaleza de estas- para que pescaran a la gente a Jesús. Y las páginas más bellas de la Biblia, son las que cuentan las bodas entre Dios, novio de todo ser humano, y aquellos que le seguían. ¡Cuán hermosa es aquella boda cuando Dios llamó a Moisés en la zarza, o cuando llamó a Isaías en el templo, y ahora al llamar a los pescadores, y luego al llamar a Pablo en las puertas de Damasco! Más bien, ¡cuán hermosas son estas almas que, después de haber conocido al Señor y oído su llamado, dejaron sus redes, su padre, su barco, y de pronto lo siguieron a Jesús!

No hay obligación en el llamado de Jesús, porque Él quiere a aquella gente que adora a Dios en espíritu y verdad. Quien está llamado puede siempre aceptar el llamado o rechazarlo. Por lo tanto, nos incentiva a seguir a Jesús tanto la aceptación de Abraham como el arrepentimiento de Pablo, por un lado, y por otro lado, nos alerta el rechazo de los invitados a la boda en una de las parábolas del Señor.

A estos adoradores en espíritu y verdad, deseamos emular. ¿Cuántas personas leyeron la Palabra de Dios y escucharon hablar de la meta transcendental de la humanidad, y encontraron en ella el llamado de Dios al apostolado y la evangelización? No cabe duda de que todo aquel que recibe la Palabra la ofrecerá también, pues gratis recibimos, gratis damos. El secreto de la dulzura del Señor es su abundancia, y el secreto del aroma de la Palabra es su perfume. Quien saboreó al Señor y lo ha enterrado en su interior es engañado, porque el Señor nos habla para enviarnos al mundo, pues el amor siempre se dirige al otro. Quien lee la Palabra de Dios y la ama de verdad, es imperativo que le encante predicarla. ¿Me quieres, Pedro? Es que si me amas, tu amor debe incentivarte a pastorear mis ovejas. Esto es el primer aspecto del llamado divino. Conlleva la verdad del apostolado, pues el amor de Dios es abundancia.

El segundo aspecto del llamado del evangelio es la profunda transformación que transcurre en el fuero interno del ser humano. Como el llamado divino se dirige a la profundidad de la conciencia humana, no sólo a las circunstancias externas, sino incluso en el fondo de su corazón, entonces, lo transforma en otra persona. El llamado divino no cambia en la vida de la

persona sus circunstancias humanas tal como abandonar su familia, profesión o redes, más bien transforma en él su amor, su corazón y su meta. El solo hecho de que el Señor reemplaza la palabra pescador de peces en pescador de hombres es una confirmación de ello.

“Vengan en pos de Mí y los haré pescadores de hombres”. Es Cristo quien llama: “Vengan en pos de mí”, y es Cristo quien transforma: “Los haré…” Cristo reemplaza la meta de los trabajos y de las profesiones cuando da al pescador una nueva pesca: la gente en lugar del pescado. Cristo confirma que la meta ideal y última de cada profesión, es la gente. Pues, Su llamado optimiza todo.

Dios nos envía a la gente, y esto requiere a veces alejarse de ellos o dejarlos, pero, en fin, nos envía a ellos. El Señor no quiere extraernos del mundo, sino cuidarnos del mundo. La sal se preserva para salar, la luz está puesta en alto para iluminar, y el cristiano es enviado al mundo para evangelizar.

Dejar las redes y los barcos es posible cuando seguimos a Jesús dejando nuestra profesión y consagrándonos totalmente a Él, pero también esto es posible cuando ponemos nuestra profesión a Su servicio. El objetivo del llamado es la misión. El apóstol es quien transmite la Buena Nueva, y el hecho de abandonar la profesión o perfeccionarse en ella ha de ser sujeto a este apostolado.

Cristo nos llama, y el llamado requiere de una persona valiente y generosa que responde al amor con una aceptación. La aceptación nos transforma, y este cambio puede llevarnos a dejar nuestras profesiones. Pero también nos puede llevar a utilizarlas al servicio del Señor. Dejar no significa abandonar. Lo que se necesita es pescar a la gente. El cristiano no tiene otra opción que escuchar el llamado “Vengan en pos de mí”, pues este llamado es para todos. Sin embargo, el cristiano puede elegir, y muchas son las opciones en elegir las redes adecuadas para sí mismo en vista de pescar a la gente a Cristo. Amén.

Nuestra Fe y Tradición

Ángeles (Todas las cosas visibles e invisibles).

descargaAdemás de la creación física y visible, existe también un mundo invisible creado por Dios. A veces la Biblia se refiere a él como “los cielos” y a veces como aquello que está “arriba de los cielos”. Sea lo que sea su descripción simbólica en la Sagrada Escritura, el mundo invisible definitivamente no forma parte del universo material, físico. No está situado en el espacio; no tiene dimensiones físicas. Y entonces no puede ser localizado, y no ocupa ningún “lugar” que pueda ser alcanzado después de un viaje  entre las galaxias  del universo físicamente creado.

Sin embargo, el hecho de que el mundo invisible y creado sea puramente espiritual y no pueda ser encontrado en un mapa del mundo material creado, no hace que sea menos real o que no exista  verdaderamente. La creación invisible existe como algo diferente, distinto al mundo creado visible y, por supuesto, totalmente diferente a la existencia absolutamente super-divina y no-creada del Dios no-creado.

La realidad creada invisible está constituida de  los ejércitos de los poderes incorpóreos, que generalmente se llaman (y más bien incorrectamente) los Ángeles.

Los ángeles (que literalmente significa “mensajeros”), son, estrictamente hablando, solo una de las órdenes entre los poderes incorpóreos del mundo invisible.

Según las Sagradas Escrituras y la Tradición Ortodoxa, existen nueve órdenes de los poderes incorpóreos o Ejércitos (Sabaoth significa “ejércitos” o “coros” u “órdenes” ). Existen ángeles, arcángeles, principados, potestades, virtudes, dominios, tronos, querubines y serafines. Estos dos últimos son descritos como ofreciendo gloria y adoración continua a Dios con la incesante y eterna proclamación: Santo!, Santo!, Santo! (Isaias 6, 3; Apocalipsis 4, 8). Los dominios, tronos, virtudes, potestades y principados, no son muy conocidos de los hombres, mientras que los ángeles y arcángeles se conocen como trabajadores activos, guerreros y mensajeros del Señor en el mundo. Así, los ángeles y arcángeles luchan contra el mal espiritual, y median entre Dios y el mundo. Aparecen a los hombres en variadas formas en el Antiguo Testamento y en el Nuevo Testamento, tanto como en la Vida de la Iglesia. Los ángeles son portadores del poder y la presencia de Dios, y son mensajeros de Su palabra para la salvación del mundo. Los ángeles que son mejor conocidos son Gabriel (cuyo nombre significa “hombre de Dios”), que es el portador de la buena nueva del Nacimiento de Cristo (Daniel 8, 16; 9, 12; Lucas 1, 19, 26), y Miguel (que quiere decir “aquel que es semejante a Dios”) cabeza de los ejércitos espirituales de Dios (Daniel 11, 13; 12, 1; Judas 9; Apocalipsis 12, 7).

Generalmente las apariencias de los poderes incorpóreos  se describen a los hombres de una manera física (“de seis alas e innumerables ojos”; o en la “forma de un hombre”). Sin embargo, se debe entender claramente que estas  son descripciones simbólicas solamente. Por naturaleza y definición los ángeles no tienen cuerpos y no poseen propiedad material de ningún tipo. Son seres estrictamente espirituales.

Vida de Santos

Santos Pedro y Pablo, apóstoles

29 de junio

La tradición enseña que la Iglesia de Antioquía fue fundada por San Pedro el Apóstol en el año 34 (Hechos 2:26) y por Pablo acompañado
Ortodoxos Apóstoles San Pedro y San Pablo 001 de Barnabas que predicaron allí a los Gentiles y a judíos que eran numerosos en la ciudad.

En Antioquía se desarrollo un conflicto dentro de la Iglesia entre Pedro y Pablo. Era sobre la necesidad o no de circuncisión de los Gentiles conversos a la Cristiandad. La resolución de este conflicto fue en el Concilio de Jerusalén bajo Santiago el Apóstol, se determinó la importancia de la misión de Antioquía a los Gentiles y la naturaleza dinámica de esa comunidad en su trabajo misionero. De Antioquía Pablo y Barnabas partieron para sus grandes jornadas misioneras a las tierras Gentiles. (Hechos 13:1). Y en Antioquía se les llama por primera vez cristianos a los seguidores de Jesús. (Hechos 11:26)

Solemnidad de san Pedro y san Pablo, apóstoles. Simón, hijo de Jonás y hermano de Andrés, fue el primero entre los discípulos que confesó a Cristo como Hijo de Dios vivo, y por ello fue llamado Pedro. Pablo, apóstol de los gentiles, predicó a Cristo crucificado a judíos y griegos. Los dos, con la fuerza de la fe y el amor a Jesucristo, anunciaron el Evangelio en la ciudad de Roma, donde, en tiempo del emperador Nerón, ambos sufrieron el martirio: Pedro, como narra la tradición, crucificado cabeza y Pablo, degollado En este día, su triunfo es celebrado por todo el mundo con honor y veneración.

Sentencias de los Padres del Desierto

  • El abad Agatón dijo: «El hombre irascible, aunque resucite muertos, no agrada a Dios por causa de su ira».
  • El abad Teodoro decía: «Muchos eligen descansar aquí abajo, antes de que Dios le conceda el descanso».
  • Dijo el abad Pastor: «No vivas en un lugar donde veas que existen algunos que te tienen envidia. No harás allí ningún progreso en la virtud.

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Padre Juan R. Méndez ()

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