San Bucolo, Obispo de Esmirna

06/02

San Bucolo, obispo de Esmirna, fue un discípulo del santo Apóstol y evangelista Juan el Teólogo y se convirtió en el primer obispo de Esmirna (en Asia Menor).

Por la gracia de Dios, San Bucolo convirtió y bautizó a muchos de los paganos a Cristo. Como un guía sabio y experimentado, defendió a su rebaño de las tinieblas de la herejía.

Murió en paz entre los años 100-105. Confió su rebaño a San Policarpo (23 de febrero), uno de los Padres Apostólicos, que también fue un discípulo del Santo Apóstol Juan el Teólogo. En la tumba de San Bucolo creció un árbol de mirto cuyas hojas, según la tradición, sanaban a los enfermos.

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Santa Ágata (Mártir)

 05/02

Santa Ágata Virgen MártirSanta Ágata, nació en Palermo, Sicilia en la época de Decio (251). Sus padres eran cristianos y poseían una buena posición económica, la niña creció y fue educada con piedad en su corazón. La Santa desde niña tenía un claro entendimiento de que era rica y la más hermosa de su ciudad; pero lo que le destacaba más era su singular virtud: Desde niña hizo votos de virginidad y de no tener otro esposo que Nuestro Señor Jesucristo.

Tuvo varios pretendientes nobles que se admiraron de su belleza, pero Quinciano, gobernador de Sicilia, resolvió pretenderla por esposa, y envió por ella en contra de su voluntad. Ella se negó  y partió a Catania.

Quinciano ordenó que se la entregaran a Afrodisia, una mujer perversa que con sus seis hijas tenía una casa de mala fama. En este lugar espantoso Ágata sufrió asaltos y asechanzas contra su honra, más terribles para ella que el tormento o la muerte, pero se mantuvo firme. Después de un mes, Quiniciano trató de asustarla con amenazas, pero ella permaneció inconmovible y declaró que ser sierva de Cristo era ser en verdad libre. Entonces Quinciano ordeno que la estiraran en el potro, tormento que generalmente iba acompañados de azotes, desgarramientos de los costados con gancho de fierro y aplicación de antorchas ardiendo. El gobernador, enfurecido, también ordeno que le oprimieran brutalmente los pechos y que después se los cortaran. Luego ordeno que la mandaran de nuevo a la prisión sin alimento, ni atención medica. Pero Dios la conforto; se le apareció San Pedro en una visión que lleno su calabozo de una luz celestial, la consoló y la curo. Cuatro días después, Quinciano hizo que la rodaran desnuda sobre brasas ardiendo.En este momento sucedió un terremoto  y muchos edificios fueron destruidos. Entre los muertos estaban dos de los consejeros de Quinciano. Los habitantes aterrorizados, exigieron fin a las torturas de Ágata. Santa Ágata fue enviada nuevamente a prisión. Allí, la mártir dio gracias a Dios y con toda tranquilidad entregó su alma al Señor después de rezar la siguiente oración:

“Dios Poderoso y Eterno, que por el puro efecto de tu misericordia infinita quisiste tomar bajo tu protección a esta tu humilde sierva desde que se hallaba en la cuna, preservándola del amor del mundo, para que su corazón ardiese únicamente en tu amor: Salvador mío Jesucristo, que has querido conservarme en medio de tantos tormentos para mayor gloria de tu nombre, y para la confusión del poder de las tinieblas; dígnate recibir mi alma en tu eterna morada de los bienaventurados; ésta es la ultima gracia que pido, y que espero de tu infinita bondad.”

Su honorable muerte sucedió el día 5 de febrero del 251 y le dieron sepultura en la ciudad de Catania con toda la veneración que correspondía a tan ilustre martirio. Sus intercesiones sean con nosotros. Amén.

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San Isidoro de Pelusio (Justo)

04/02

febrero4_S.IsidoroSan Isidoro nació en Egipto, alrededor del año 360. Fue un destacado estudiante, trabajaba como maestro y dictaba clases de catecismo en la iglesia de Alejandría. San Isidoro fue un monje desde su juventud y llegó a ser superior de un monasterio.

Siguiendo el ejemplo de san Juan Crisóstomo, San Isidoro se dedicó principalmente a la predicación cristiana .

Él era maestro y abogado y ayudaba  de buena gana a  cualquier persona que se volvía hacia él en busca de aliento espiritual. Dejó tras de sí cerca de 10.000 cartas, de las cuales 2.090 han sobrevivido. Una gran parte de estas cartas revelan un pensamiento teológico profundo y un contenido moralmente edificante de la interpretación de la Sagrada Escritura. Contienen excelentes instrucciones sobre la piedad y muestran un gran conocimiento de la teología. En sus páginas resplandecen la prudencia, humildad, celo intrépido y ardiente amor a Dios.

Durante su vida, todos lo consideraban como un modelo de perfección religiosa; san Cirilo y otros prelados de su tiempo lo trataban como al padre de todos. El Santo murió en el año 440, sus intercesiones sean con nosotros. Amén.

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Simeón el Anciano y Ana la Profetiza

03/02

febrero3_Simeon_ancianoSan Simeón vivía en los tiempos de Jesucristo. Según el Evangelista Lucas, Simeón recibió la promesa del Espíritu Santo de que no iba a morir sin ver al Mesías. Según la tradición, él fue uno de los 70 traductores que traducían los libros de la Santa Biblia del hebreo al griego para la biblioteca del rey de Egipto Ptolomeo Filadelfo. Cuando Simeón estaba traduciendo las profecías de Isaías sobre el nacimiento del Emmanuel (Mesías) de una Virgen, él dudó sobre la exactitud de la profecía y quiso cambiar la palabra “virgen” por “mujer.” En este momento tuvo una revelación del Espíritu Santo, que le dijo que no debería cambiar la profecía y que él no moriría hasta que viera el cumplimiento de esta profecía de Isaías sobre el nacimiento del Mesías precisamente de la Virgen.

Cuando el Niño Divino nació y fue traído al Templo, Simeón recibió la revelación del Espíritu Santo y finalmente vió al Niño, al Salvador.

Al llegar al Templo el santo anciano no solamente vio al Niño prometido y a su Purísima Virgen Madre sino que también pudo tomar al Niño en sus brazos.

Es entonces cuando San Simeón pronunció aquellas inmortales palabras que tan a menudo se escuchan durante los oficios religiosos de las vísperas: “Ahora despides en paz a tu siervo, Señor, según tu palabra, pues han visto mis ojos tu salvación, que has preparado a la vista de todos los pueblos, luz de revelación para las naciones y gloria para tu pueblo Israel.”

Aquí Simeón hace el papel del representante de la humanidad del Antiguo Testamento, la que esperaba al Salvador y simultáneamente se convierte en el predicador de la Gracia del nuevo Testamento.

Junto a Simeón fue digna de encontrar al Señor en el Templo de Jerusalén Santa Ana. El Evangelio dice que ella provenía de la tribu de Aser y fue la hija de Fanuel. Después de estar casada durante 7 años ella se quedó viuda y a partir de este tiempo no se apartaba del Templo sirviendo a Dios de día y de noche con ayunos y oraciones (Lc 2:37). Por eso ella tenía el don de profecía. Para nosotros Santa Ana es el ejemplo de una vida verdadera y digna de respeto. Según el Apóstol Pablo, estas viudas representan un gran valor para la Iglesia y sirven como ejemplo y enseñanza para la juventud (Tim 5:3-5).

Ella ya había llegado a una edad avanzada e igual que san Simeón estaba esperando al Salvador. Ella estaba atenta a todos los hechos espirituales y había añadido su voz de anciana a la glorificación que manifestó San Simeón durante el encuentro con el Niño Divino en el Templo. En las oraciones de la Iglesia, Santa Ana se venera como una casta viuda, muy respetada por todos, una santa anciana y la profetisa del Nuevo Testamento.

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Presentación del N. S. Jesucristo en el Templo

02/02

febrero2_presentacionEsta Fiesta que se celebraba en Jerusalén ya desde el Siglo IV, tiene su base en el texto evangélico según san Lucas (2: 22-38). La tradición de la Iglesia Griega otorga a la fiesta en nombre “Papantisis” que significa “el Encuentro”. En verdad, es el encuentro del Antiguo Testamento con el Nuevo. Cristo vino al templo sujeto a la Ley: “todo varón primogénito será consagrado al Señor” para poner fin a la ley; el templo antiguo se está inclinando ante el nuevo, pues el justo Simeón y la profetiza Ana representan al Antiguo Testamento cuyo objeto es guiar hacia el Nuevo: “la ley ha sido nuestro pedagogo hacia Cristo, para ser justificados por la fe, mas una vez, llegada la fe, ya no estamos bajo el pedagogo.” (Gal3 :24-25). 

Ya no tenemos “templo”, sino la Iglesia que es, según san Pablo, el Cuerpo de Cristo; la Iglesia es la reunión de los fieles como miembros del mismo Cuerpo (1Cor.7:15), donde cada uno se ofrece a sí mismo “como una víctima viva, santa, agradable a Dios” (Rom 12:1).

Entonces, la consagración de un templo cristiano surge de hecho de que en él se realiza la Iglesia. El objeto de ella determina su consagración e impone un respeto adecudo. Esta Casa, pues, donde nos reunimos formando la Iglesia de Cristo es digna de que al cruzar sus umbrales recemos: “Por la abundancia de tu misericordia, entro en tu Casa; y en tu santo templo me prosterno, lleno de tu temor.” (Sal 5:8). 

Tropario (Tono 1)

Regocíjate, oh Llena de Gracia, Virgen Madre de Dios;
porque por ti resplandece el Sol de Justicia, Cristo nuestro Dios,
Quien ilumina a los que han estado en las tinieblas.
Alégrate también tú, oh justo Anciano,
que recibiste en tus brazos al Redentor de nuestras almas,
Quien nos otorga la Resurrección.
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San Trifón Mártir

01/02

febrero1_S_TrifonEste Santo era natural de Asia Menor y vivió en los años de los reyes Gordiano (238-244), Philippos y Decio. El Santo era muy pobre y de niño se dedicaba a cuidar animales en el campo para poder vivir. Mientras que realizaba su humilde trabajo, reflexionaba sobre las Sagradas Escrituras y con mucho celo realizaba sus deberes religiosos. La escritura que leía el santo juntamente con otras era: “El Señor se burla de los burlones, pero muestra su favor a los humildes”. (Proverbios 3:34). Realmente el humilde y piadoso Trifón con perseverancia, no solo llegó a conocer muy bien las Sagradas Escrituras, sino que pudo también enseñarlas; tan bendecido estaba por la gracia divina que realizaba milagrosas curaciones. La notoriedad de Trifón llego a oídos del rey Gordiano, quien envió a llamarlo porque su hija estaba enferma; y de hecho fue curada por Trifón. El padre agradecido intentó pagarle, pero el Santo se negó a aceptar pago alguno y se retiro con el agradecimiento del rey. Tiempo después, sin embargo, Trifón fue arrestado por admitir su fe en Cristo valerosamente. Sin miedo expresó fervientemente su oposición a la idolatría. Entonces fue golpeado, atado a un caballo y arrastrado, para posteriormente ser desnudado y quemado con antorchas.  Finalmente fue decapitado.

Más tarde, las reliquias de San Trifón fueron trasladadas a Constantinopla, y luego a Roma.

En Rusia, San Trifón es considerado como el santo patrón de las aves. Hay una historia que cuenta que cuando el zar Ivan el Terrible estaba de caza, perdió a su halcón por lo que le exigió a su ayudante que encontrara el pájaro dentro de tres días o de lo contrario sería condenado a muerte. Este buscó por todo el bosque, pero sin suerte.

Al tercer día, agotado por el tiempo de búsqueda, regresó a Moscú. Desesperado y cansado comenzó  a rezar con fervor a su santo patrón San Trifón Mártir, en busca de ayuda. En un sueño vio a un joven en un caballo blanco llevando el halcón del zar en la mano. El joven dijo: “Toma el pájaro perdido, ve al  zar y no llores”. Cuando erl halconero despertó,  vio al halcón en un pino. Se lo llevó al zar y le habló de la milagrosa ayuda que recibió de San Trifón . Agradecidos al Santo por salvar su vida, se construyó una capilla en el lugar donde apareció. Más tarde, también se construyó una iglesia dedicada al santo mártir Trifón en Moscú.

El Mártir es muy venerado en la Iglesia Ortodoxa Rusa como el protector celestial de Moscú. Muchos iconos rusos representan al santo sosteniendo un halcón en su brazo.

Sus intercesiones sean con nosotros. Amén. 

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Los Tres Jerarcas

30/01

los_tres_jerarcasLa historia de esta fiesta se remonta a los tiempos del Emperador Alexio I Comnino (1081-1118) en Constantinopla. En aquel tiempo se manifestó en los medios eclesiásticos una disputa entre los teólogos de la ciudad sobre los santos Padres Basilio Magno, Gregorio el Teólogo y Juan Crisóstomo, respecto a quién de lso tres santos  era el más sobresaliente.

El primer grupo optó por san Basilio ya que, para ellos, él era el mejor entre los oradores, superior en palabra y obra, un hombre que por poco alcanzaba a los ángeles, moderado, no perdonaba la negligencia, y ajeno a todo lo terreno; supo cómo sondear los misterios de la naturaleza como ningúno; organizador del monaquismo y columna de la Iglesia en su lucha ante la herejía de Arrio; pastor ideal y asceta diligente.

El segundo grupo elevó la posición de San Crisóstomo considerando que él era el mas cariñoso, por su comprensión de la debilidad de la naturaleza humana; con sus homilías inspiradas por Dios dirigió a la grey hacia el arrepentimiento; explicó la palabra divina aplicándola hábilmente a la vida cotidiana como ninguno de los otros dos Santos; además su nombre da testimonio de su habilidad retórica y teológica “boca de oro”.

El tercer grupo engrandeció a San Gregorio el Teólogo por la profundidad y la pureza de sus palabras; él obtuvo la sabiduría y la retórica de los griegos bautizándolas y dirigiéndolas a la contemplación de Dios; así ninguno expresó el dogma de la Santísima Trinidad tal como él lo hizo.

Esta diferencia no se detuvo entre los maestros e intelectuales sino que se divulgó entre el pueblo: éste era basilista, aquél juanista y el otro gregorianista, y día tras día la discusión se agrandaba.

Pero los Santos no permitirían esta discordia. En un sueño, los tres santos se le aparecieron al obispo Juan Morobo y le dijeron: “Como ves: somos iguales ante Dios; ni división ni contradicción. Cada uno de nosotros aprendió, en su tiempo, del Espíritu Santo, y escribió y habló lo que convenía por la salvación de los hombres. Entre nosotros no hay ni primero ni segundo; si citas a uno, los otros estarán de acuerdo con él. Así que ordena a los que están exagerando en la discusión detener las deferencias entre sí; como estábamos en la vida terranal así seguimos después de la muerte, interesados en realizar la paz y la armonía en toda la Iglesia. Por eso celébrennos en un día común… y enseña a los fieles que nsotros somos iguales ante Dios.” Al decirlo, los tres padres se pusieron a subir al cielo brillando con una luz inefable y llamándose el uno al otro por su propio nombre.

Inmediatamente, el obispo Juan reunió a los que discutían para detener la deferencia, y fijó a los tres Santos, como se lo habían pedido, el  30 de enero como día del recuerdo común, día antes del cual habremos celebrado a los tres individualmente (1enero, a San Basilio; 25 enero, a San Gregorio; y 27, a San Crisóstomo).

Dios no permitió que la santidad de los tres Jerarcas formara causa de división en la Iglesia. Pidamos que las intercesiones de los tres santos Jerarcas y Maestros del universo sean con nosotros. Amén.

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San Gregorio el Teólogo

25/01

gregorio_e_teologoNació en el pueblo de Nazianzo, cerca de Cesarea de Capadocia, hoy dentro del territorio de Turquía. Su padre, San Gregorio el Anciano, era pagano pero, por la fe de su esposa y su cristiana moral, se convirtió, fue bautizado y anduvo en los caminos de la virtud a tal grado que fue elegido para la sede episcopal de Nazianzo.

En este ambiente creció el hijo Gregorio. La condición desahogada de su familia le permitió realizar bastantes estudios en Cesarea y Atenas: literatura, poesía y retórica. En esta etapa de su vida conoció a su amigo más íntimo, san Basilio “cuando nos conocimos –escribe san Gregorio- y se aclaró el deseo común de estudiar la verdadera filosofía, cada uno se volvió todo para el otro. Tuvimos la misma casa, la misma mesa donde estudiar, y las mismas emociones; nuestros ojos miraban hacia el mismo objeto; y día con día el cariño se incrementaba y se afirmaba.” En una carta el estudiante Gregorio escribió a Basilio: “te respiro más que el aire. Yo, estés presente o ausente, no vivo más que el tiempo en el que estás conmigo.”

Gregorio se ofreció a sí mismo como ofrenda ante Dios; su generosidad con los pobres lo dejó libre de cualquier riqueza mundana, y su anhelo más grande era ir hacia el retiro y el silencio. Se puso de acuerdo con su amigo Basilio para construir una ermita donde vivieron juntos en oración, ayuno, estudio de la Biblia y salmodia, y juntos pusieron las reglas de la vida monástica.

El Santo regresó a Nazianzo ya que su padre había alcanzado los 80 años y necesitaba quien le ayudara en los asuntos del rebaño. Los fieles, espontáneamente, agarraron a Gregorio y, en contra de su voluntad, lo llevaron hacia la iglesia a fin de que fuera ordenado sacerdote, él se sujetó a la realidad después de un conflicto interior que duró bastante tiempo: “uno tiene que purificarse a sí mismo antes de purificar a los demás, que hacerse sabio antes de llevar la sabiduría a los otros, volverse luz antes de dar la luz, ser santificado antes de santificar a los demás…” Gregorio trabajaba en Nazianzo en silencio escribiendo y predicando sin dejar de ejercer su ascetismo a su manera.

Durante el combate entre los ortodoxos y los arrianos (una herejía del siglo IV que negaba la divinidad de Cristo), San Gregorio fue elegido obispo de Constantinopla, -ciudad que en aquel entonces había pasado 40 años en el cautiverio arriano-, ni un templo se le ofreció a Gregorio donde pudiera reunirse con los fieles. Uno de sus parientes le brindó su casa, así, convirtió una de las salas en la iglesia “de la Resurrección”. Precisamente en este lugar, el Santo pronunció sus cinco homilías teológicas que le dieron el título de “Teólogo”, título que nadie hasta entonces había tomado excepto San Juan el Evangelista. Gregorio, aún pobre en el espíritu, sin belleza ni aspecto respetables, el Espíritu de Dios actuaba en él con gran efectividad, y su palabra atraía activamente. Así, sus homilías devolvieron los corazones de los constantinopolitanos hacia la recta fe.

En el año 381 se convocó el segundo Concilio Ecuménico en Constantinopla; el obispo Gregorio era el presidente de este asamblea de obispos, pero su pobre y humilde aspecto no les pareció para nada a algunos de los presentes así que empezaron a atacarlo. Frente a este dolorosa escena, el obispo caracterizado por su sensibilidad, pidió retirarse de su cargo episcopal y pronunció una palabra afectuosa defendiendo su labor pastoral en la ciudad de Constantinopla, y, otra vez regresó a su ciudad natal donde pasó el tiempo restante de su vida como siempre anhelaba: escribiendo poemas, aclarando la fe, con oración y ascetismo. Murió el año 389 con más de 60 años de edad.

Sus reliquias fueron trasladados, apenas después de su muerte, a Constantinopla donde quedaron hasta que los Cruzados las robaron y llevaron a Roma en 1204. Hoy se encuentran en el Vaticano, en la Iglesia de San Gregorio, diseñada por Miguel Ángel. Sus interseciones sean con nosotros. Amén.

La trompeta pastoral de tus discursos teológicos,
superó y venció a las trompetas de los elocuentes.
Pues, buscando la profundidad del Espíritu,
adquiriste la excelencia de la elocuencia.
Oh Padre Gregorio, intercede ante Cristo Dios,
por la salvación de nuestras almas.
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San Antonio el Grande

17/01

antonioA finales del siglo tercero comenzamos a saber de hombres que abandonaron las ciudades para vivir una vida de oración y soledad. El mejor conocido entre ellos es al que se le llama el fundador del monaquismo: San Antonio el Grande (252-356). Su contemporáneo, san Atanasio, nos cuenta su historia.

Un día, cuando Antonio tenía 18 años, entró a la iglesia de su pueblo para asistir al oficio. De repente escuchó las palabras del Evangelio: “si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo; luego ven y sígueme” (Mt.19:21). Había escuchado estas mismas palabras muchas veces antes , pero esta vez le pareció como si Cristo le estuviera hablando directamente y que las palabras fueran un mensaje personal. La impresión que recibió fue tan fuerte que, sin vacilar ni un momento, Antonio inmediatamente entregó todos los bienes que heredó de sus padres para ser distribuidos a los pobres del pueblo. Le quedaba sólo un problema que le preocupaba. Antonio tenía una hermana menor. Las dos eran huérfanos, y él se sentía responsable por ella. Nuevamente un verso del Evangelio, que a menudo había oído en la iglesia, de repente le pareció responder a sus problemas personales. “Así, que no os afanéis por el día de mañana; porque el día de mañana traerá su afán” (Mt.6:34). Antonio encontró a una buena mujer cristiana en su pueblo quien se encargó del cuidado de su hermana. Ahora él podría dedicarse a su nueva vida.

Antonio se fue a vivir a Egipto, donde el inmenso desierto quemado por el sol, nunca estaba muy lejos de pueblos y ciudades. Primero se fue a vivir junto a un ermitaño, quien vivía a poca distancia de su pueblo. Luego, visitó a varios otros ermitaños antes de cruzar el río Nilo. Después vivió solo en las ruinas de un antiguo fuerte en el desierto.

¿Puedes imaginar todas las tentaciones y luchas espirituales que hay en la vida de un ermitaño? Años más tarde, Antonio recordó sus primeros días en el desierto. Aseguró que la dificultades físicas de hambre, sed, calor y frío, eran mucho más fáciles de soportar que la soledad, la depresión y todos los pensamientos y deseos perturbantes que le afligían. A veces se sentía como si no tuviera la fuerza para seguir, pero visiones le inspiraban en su necesidad y le dieron valentía.

“¿Dónde estabas, Señor Jesús? ¿por qué no viniste a ayudarme antes?” exclamó Antonio un día después de una de aquellas visiones reconfortantes. “Yo estaba -escuchó en respuesta- yo estaba aquí esperando ver tu esfuerzo.” En otra ocasión, en medio de una terrible lucha con sus pensamientos, Antonio dirigió a Dios una oración: “quiero salvar mi alma, oh Señor, pero mis pensamientos no me lo permiten.” De pronto vio a alguien, parecido a él, sentado y trabajando en algo con sus manos; luego se levantó para rezar, y entonces volvió de nuevo a su trabajo. “Haz tú lo mismo y tendrás éxito”, le dijo el ángel a Antonio. Aquel mismo día, Antonio dedicó parte de él al trabajo manual.

Otras personas descubrieron donde estaba y fueron a vivir cerca de él. Lo encontraron sereno, tranquilo y amigable. Se habían terminado los años de lucha, y ya no se veía rastro de dificultad ni de cansancio, aunque Antonio seguía su vida de oración y ayuno.

Cientos de ermitaños fueron al desierto a vivir cerca de Antonio, y él les aconsejó e instruyó. No organizó una comunidad; tampoco dio a los ermitaños ninguna regla común de vida. Más tarde dejó ese poblado para vivir en otra parte del desierto, más lejana. Nuevamente otros ermitaños llegaron a su lado. Así Antonio rompió el silencio del desierto con las alabanzas de cientos de monjes. Alcanzó la edad de 106 años, y falleció en el año 365 d.C. Sus intercesiones sean con nosotros. Amén.

“Imitando con tu vida al celoso Elías
y siguiendo los rectos caminos del Bautista,
has poblado el desierto, oh Padre Antonio,
 y fortalecido al mundo con tu oración. 
Intercede ante Cristo nuestro Dios
para que salve nuestras almas.”
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San Vitalio

Vivió en un monasterio de Egipto hasta sus 60 años, después se trasladó a Alejandría donde practicó un trabajo que lo expuso a muchas acusaciones.

Su trabajo oficial era contar las prostitutas profesionales en la ciudad. Cobraba por ello 10 pesas al día, al atardecer comía con una pesa y distribuía las demás a unas de las prostitutas diciendo a cada una: “toma esto y guárdate a ti misma pura por esta noche”, y con juramento les prohibía informar a nadie.

Mientras las acusaciones crecían sobre él y las miradas lo menospreciaban por todos lados, pasaba las noches orando por sus acusadores sin preocuparse en complacer a los hombres sino a Dios. Muchas de las prostitutas con las cuales trataba, al ver su vigilia y escuchar sus permanentes oraciones por la salvación de ellas, se apartaron de sus malas costumbres, algunas se casaron y otras dedicaron su vida a la castidad.

Una vez, mientras Vitalio estaba saliendo de aquel lugar, se encontró con un joven que pretendía satisfacer sus placeres. Este joven, a pesar de su mala conducta, reaccionó violentamente ante la presencia del monje Vitalio que le pegó con rencor diciéndole: “¿Hasta cuándo seguirás practicando esta pésima acción, oh negociante de Cristo”, el anciano le contestó con benevolencia: “oh miserable, recibirás un golpe tan doloroso que reunirá a toda Alejandría alrededor tuyo.”

Pocos días después, Vitalio se durmió en el Señor en su celda. Nadie hubiera sabido de su muerte si no hubiera pasado lo siguiente:

Un día vino al encuentro del joven libertino ya mencionado, un esclavo negro y le dio un terrible bofetón diciéndole: “Esto te lo manda el monje Vitalio.” Los gritos dolorosos del joven reunieron a mucha gente; el joven adolorido empezó a gritar: “Oh siervo de Dios Vitalio, he pecado mucho ante Dios y ante ti.”

Toda la gente se dirigió hacia la celda del extraño monje, pero lo encontraron prosternado sin movimiento: murió en la oración. Cerca de él estaba escrito en la tierra: “oh Alejandrinos, no juzguen a nadie antes de tiempo, hasta la venida del Señor.”

Al difundirse la noticia, las mujeres ex-prostitutas salieron con velas y mirra hacia su celda para embalsamar su cuerpo, y anunciaron todo lo que el hombre de Dios hacía con ellas y alzaron su pureza, castidad y humildad.

Así pues la vida de este justo nos parece un martirio-testimonio propio de los santos de Dios quienes nunca piden gloria para sí mismos, sino para el Señor. Las oraciones de San Vitalio sean con nosotros. Amén.

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