Boletín de la Dormición

La Dormición de la Madre de Dios

15 de agosto

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Apóstoles, reúnanse de todas las regiones,
acá en el pueblo de Getsemaní, y acuesten mi cuerpo;
y Tú, Dios mío e hijo, recibe mi alma.
                                                                                    Exapostelario

Himnos de la Liturgia

Tropario de la Resurrección

Tono 7

Destruiste la muerte con tu Cruz y abriste al ladrón el Paraíso; a las Mirróforas los lamentos trocaste, y a tus Apóstoles ordenaste predicar que resucitaste, oh Cristo Dios, otorgando al mundo la gran misericordia.

Tropario de la Dormición

Tono 1

audio127En el parto conservaste la virginidad
y en la Dormición no descuidaste al mundo,
oh Madre de Dios; porque te trasladaste
a la vida por ser la madre de la Vida.  
Por tus intercesiones, salva de la muerte nuestras almas.

Condaquio de la Dormición

Tono 2

A la Madre de Dios, que no descuida su intercesión,
la esperanza indesairable de quienes piden su protección,
no pudieron retenerla ni el sepulcro ni la muerte;
porque siendo la Madre de la Vida fue trasladada a la vida
por Quien habitó en su seno conservándola siempre Virgen.

Lecturas Bíblicas

 1 Corintios (1: 10-17)

Hermanos: Les ruego, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, a que tengan todos un mismo hablar, y no haya entre ustedes divisiones; antes bien, estén unidos en una misma mentalidad y un mismo juicio. Porque, hermanos míos, estoy informado de ustedes, por los de Cloe, que existen discordias entre ustedes. Me refiero a que cada uno de ustedes dice: «Yo soy de Pablo», «Yo de Apolo», «Yo de Cefas», «Yo de Cristo.» ¿Está dividido Cristo? ¿Acaso fue Pablo crucificado por ustedes? ¿O han sido bautizados en el nombre de Pablo? ¡Doy gracias a Dios por no haber bautizado a ninguno de ustedes fuera de Crispo y Gayo! Así, nadie puede decir que han sido bautizados en mi nombre. También bauticé a la familia de Estéfanas. Por lo demás, no creo haber bautizado a ningún otro.

Santo Evangelio según San Lucas (10: 38-42, 11: 27-28)

En aquel tiempo, Jesús entró en un pueblo; y una mujer, llamada Marta, lo recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada María que, sentada a los pies de Jesús, escuchaba su palabra mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres. Acercándose, pues, dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude.» Jesús le respondió y dijo: «Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas, mientras que una sola es la necesaria. María ha elegido la parte buena, que no le será quitada.»

Y sucedió que, cuando Él decía estas cosas, alzó la voz una mujer de entre la gente y dijo: «¡Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te criaron!» Pero Él dijo: «Dichosos más bien los que oyen la Palabra de Dios y la guardan.»

Mensaje Pastoral

La Dormición de la Virgen

Apóstoles reúnanse, de los confines todos, en el pueblo de Getsemaní, y acuesten mi cuerpo; y tu, Dios mío e Hijo, recibe mi espíritu.

Si la muerte de un santo es el día óptima para su conmemoración, entonces la Dormición de la santísima Madre de Dios es la fiesta más481989_507805385902509_1949596483_n resplandeciente de ella. La Iglesia se prepara para la fecha del 15 de agosto con vigilia de 15 días, durante los cuales cantamos según nuestra fuerza el canon de Paráclesis (súplicas a la Madre de Dios) implorando la intercesión de la Venerabilísima: «Aquieta el huracán de mis pasiones y la tempestad de mis pecados.»

La celebración es la invocación de la presencia de la Madre de Dios cuya Dormición no ha sido sino un traslado «de la muerte a la vida». Los cantos de la Fiesta resumen dos acontecimientos: el primero es la muerte de la Virgen y la reunión de la Iglesia —los apóstoles, los obispos y los fieles junto con los ángeles— alrededor de su féretro con una tristeza resplandeciente parecida a la del Viernes Santo. (En la tradición de la Iglesia Griega, el día 15 de agosto se cantan a la Virgen Lamentaciones paralelas a las de la Sepultura del Señor). El segundo evento es el traslado de la Virgen en cuerpo a los Cielos. El Condaquio de la Fiesta dice: «A la Madre de Dios […] no pudieron retenerla ni el sepulcro ni la muerte.» y el Tropario: «[…] porque te trasladaste a la vida por ser la madre de la Vida.» Si bien los cuatro Evangelistas —concentrados totalmente en la prédica del Señor, su Pasión y  su Resurrección— no mencionaron nada sobre la Dormición de la Virgen y su Asunción, la Tradición de la Iglesia, desde los primeros siglos, tomó de los evangelios apócrifos los elementos y los detalles de la Fiesta. Nuestra Iglesia Ortodoxa jamás ha considerado el Traslado de la Virgen al Cielo en el cuerpo como un dogma, pero sí, una devoción eclesiástica indudable. Con otras palabras, la Asunción de la Madre de Dios no fue una necesidad salvífica en la Economía Divina, sino un fruto de su culminación en Pentecostés: el Espíritu Santo descendió sobre la Iglesia y se presentó en ella para elevarla al Cielo, y la Asunción de la Virgen no es sino la primicia y la imagen de esta ascensión humana. Por eso la presente Fiesta viene como sierre del año litúrgico que termina en agosto.

Alzó la voz una mujer de entre la gente y dijo: «¡Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te criaron!» Pero Él dijo: «Dichosos más bien los que oyen la Palabra de Dios y la guardan.»

Algunos de los que leen apresurada y seleccionadamente este pasaje evangélico tienden a criticarnos en nuestra fe poniendo en duda la veneración a la Virgen María, como si Jesús regañara a la mujer que veneraba a su Madre. La Iglesia lee precisamente este texto bíblico en las Fiestas de la Madre de Dios —Nacimiento, Presentación en el Templo y Dormición— para alumbrar la lectura correcta del mismo. ¿Es lógico que el Evangelista Lucas, quien menciona el saludo del Ángel a María «Bendita eres entre las mujeres», y recita la oración de la Virgen «desde ahora todas la generaciones me llamarán bienaventurada», y la reverencia de Elizabeth «de donde a mí que la Madre de mi Señor venga a mí», pregunto, es lógico que Lucas muestre que Jesús rechace la veneración a la Virgen? Desde luego que no: Cristo en su respuesta a la mujer atribuye la bienaventuranza de su Madre, antes que todo, al hecho de que ella es de «los que oyen la Palabra de Dios y la guardan.» La selección de la Virgen por Dios para que fuera el instrumento de la encarnación divina no fue accidental, sino porque ella por la oración y vida consagrada «oyó» la palabra de Dios y por la pureza «la guardó», de una manera que sus entrañas volvieron un lugar amplio para recibir al Autor de la creación, y que sus seños dieron de mamar al Alimentador de mundo entero. Entonces la respuesta de Jesús es, más bien, confirmación de la santidad de su Madre, quien «lo guardaba todo en su corazón».

«Se presentó la Reina a tu diestra, adornada y envuelta en vestido entretejido de oro.» Al contemplar la belleza de su virtud, se enciende en nosotros el celo hacia su pureza de tal modo que le pedimos fervorosamente: «Inunda de alegría mi corazón, oh Virgen, que recibiste la plena alegría». Amén.

Nuestra Fe y Tradición

Sobre el Icono de la Dormición de la Madre de Dios

DormitionEl icono de la “Asunción de la Santa Madre de Dios” presenta la dormición de la Virgen Maria y su asunción al cielo por parte de Jesucristo. En el icono de la “Asunción de la Madre de Dios” de Pskov, del siglo XIII, la Virgen, que se ha dormido, se encuentra rodeada por los apóstoles dolientes. Más allá de los apóstoles, están también los santos obispos. En las ventanas vemos a las mujeres, que lloran. En el icono prevalecen tonalidades oscuras y sombrías. Pero el manto sobre el que la Virgen se encuentra es luminoso y esto nos comunica que ella acepta con serenidad y alegría su muerte. En la base de la composición está el triángulo. Los personajes principales son la Madre de Dios, cuyo cuerpo está extendido sobre un catafalco, y Jesucristo, que se yergue sobre de ella y tiene en las manos a un niño fajado de vestidos resplandecientes de color blanco como la nieve. Este niño representa el alma inmaculada de la Virgen María.

La figura de Cristo Salvador es muy vertical. Con ello se afirma la contraposición y la superioridad de la vida inmortal en el reino de los cielos, con la muerte y la limitación de la vida sobre la tierra.

Golpea el dolor de los apóstoles: no entienden todavía la grandiosidad de lo que está sucediendo, del triunfo de la inmortalidad sobre la perfección de la vida terrenal de la Madre de Dios. Solía llevarse el icono de la Dormición a la casa de los moribundos. Esta imagen consolaba y daba paz: en el icono se afirma la inmortalidad del alma y la vida eterna.

La representación, en el mismo icono, al mismo tiempo, de más acontecimientos, fue una práctica normal y no suponía ninguna dificultad en la veneración de la imagen. Tal tradición también existió en el arte europeo, pero se extinguió hacia finales del siglo XV.

La Dormición de la Madre de Dios tuvo lugar en la casa de Juan Evangelista, dónde vivía después de la crucifixión de Cristo. Como es habitual, según la tradición y los cánones del lenguaje simbólico de la iconografía, no se representa la parte interior de la casa, sino las columnitas que marcan el edificio en que se está produciendo el hecho.

En el icono de la Dormición se representan dos espacios distintos. Uno es real: a él pertenecen el lecho de la Virgen, los apóstoles, los santos y el fondo arquitectónico; el otro es místico, es el de Cristo. Ambos espacios están vinculados a la acción mística, la asunción del alma de María: el espacio místico permanece invisible para los que están alrededor del lecho de María.

El Hijo de Dios, nacido de la Virgen, ha tomado semblante corporal y humano, ha venido a tierra y ha vivido en el normal espacio terrenal. Después de la crucifixión y la muerte sobre la cruz, ha resucitado y ha entrado en otro espacio “que no es de este mundo”, y que se indica en los iconos con la mandorla, la aureola, llena de fuerzas celestes: los ángeles “invisibles”.

Vida de Santos

La Dormición de la Virgen

15 de Agosto

Según la Tradicion: Aconteció una vez que la Santísima Virgen María se encontraba orando en el Monte de Eleón (cerca de Jerusalén)Icon_Dormition_02-300x225 cuando se le apareció el Arcángel Gabriel con una rama de palma del Paraíso en sus manos y le comunicó que en tres días su vida terrenal iba a llegar a su fin y que el Señor se La llevará consigo. El Señor dispuso que, para ese entonces, los Apóstoles de distintos países se reunieran en Jerusalén. En el momento del deceso, una luz extraordinaria iluminó la habitación en la cual yacía la Virgen María. Apareció el propio Jesucristo, rodeado de Ángeles y tomó Su purísima alma. Los Apóstoles enterraron el purísimo cuerpo de la Madre de Dios, de acuerdo a Su voluntad, al pie de la montaña de Eleón, en el jardín de Getsemaní, en la gruta donde se encontraban los cuerpos de Sus padres y el de San José. Durante el entierro ocurrieron muchos milagros. Con sólo tocar el lecho de la Madre de Dios, los ciegos recobraban la vista, los demonios eran alejados y cualquier enfermedad se curaba.

Tres días después del entierro de la Madre de Dios, llegó a Jerusalén el Apóstol Tomás que no pudo arribar a tiempo. Se entristeció mucho por no haber podido despedirse de la Virgen María y, con toda su alma, expresó su deseo de venerar Su purísimo cuerpo. Cuando se abrió la gruta donde fue sepultada la Virgen María, Su cuerpo no fue encontrado y sólo quedaron las mantas funerarias. Los asombrados Apóstoles retornaron a su vivienda. Al anochecer, mientras rezaban, oyeron un canto angelical y al levantar la vista pudieron ver a la Virgen María suspendida en el aire, rodeada de Ángeles y envuelta en un brillo de gloria celestial. Ella les dijo a los Apóstoles: “¡Alégrense! ¡Estaré con ustedes todos los días!”

Sentencias de los Padres del Desierto

Caminar de la vida Espiritual

  • El abad Pambo preguntó al abad Antonio: «¿Qué debo hacer?». El anciano contestó: «No confíes en tu justicia; no te lamentes del pasado y domina tu lengua y tu gula.
  •  Dijo San Gregorio: «De todo bautizado Dios exige tres cosas: una fe recta para el alma, dominio de la lengua; castidad para el cuerpo».
  •  El abad Pastor dijo: «La guarda del corazón, el examen de si mismo y el discernimiento, son las  tres virtudes que guían al alma»

Boletín del 08/07/16

La Transfiguración de nuestro Señor Jesucristo 

Oh Verbo Luz inmutable, Luz del Padre sin nacimiento:
con tu luz, que apareció hoy en el Monte Tabor,
hemos visto al Padre Luz y al Espíritu Luz que iluminan toda la creación.
                                                                                                                   Exapostelario

Himnos de la Liturgia

Tropario de la Transfiguración

Tono 7

Te transfiguraste en el Monte, oh Cristo Dios,
revelando a los discípulos tu Gloria según pudieran soportarla.
¡Que tu eterna luz resplandezca sobre nosotros, pecadores!
Por la intercesión de la Madre de Dios, oh Dador de Luz, ¡gloria a Ti

Condaquio de la Transfiguración

Tono 7

Te transfiguraste en el monte, oh Cristo Dios,
y tus discípulos contemplaron tu Gloria según pudieron soportarla;
para que, cuando te viesen crucificado,
percibieran que tu Pasión fue voluntaria
y proclamaran al mundo que Tú eres verdaderamente el Resplandor del Padre.

Lecturas Bíblicas

Segunda Carta del Apóstol San Pedro (1:10-19)

Hermanos: Pongan el mayor empeño en afianzar su vocación y su elección. Obrando así, nunca caerán. Pues así se les dará amplia entrada en el Reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Por esto, no dejaré de recordarles siempre estas cosas, aunque ya las sepan y estén firmes en la verdad que poseen. Me parece justo, mientras me encuentro en esta tienda, estimularlos con el recuerdo, sabiendo que pronto tendré que dejar mi tienda, según me lo ha manifestado nuestro Señor Jesucristo. Y pondré empeño en que, aun después de mi partida, recuerden estas cosas en todo momento.

Les hemos dado a conocer el poder y la Venida de nuestro Señor Jesucristo, no siguiendo fábulas ingeniosas, sino después de haber visto con nuestros propios ojos su majestad. Porque recibió de Dios Padre honor y gloria, cuando la sublime Gloria le dirigió esta voz: «Éste es mi Hijo amado en quien me complazco.» Nosotros mismos escuchamos esta voz, venida del cielo, estando con Él en el monte santo.

Y así se nos hace más firme la palabra de los profetas, a la cual hacen bien en prestar atención, como a lámpara que luce en lugar oscuro, hasta que amanezca el día y se levante en sus corazones el lucero de la mañana.

Evangelio según San Mateo (17:1-9)

En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los llevó aparte a un monte alto. Y se transfiguró delante de ellos. Su rostro resplandeció como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. En esto, se les aparecieron Moisés y Elías que conversaban con Él. Tomando Pedro la palabra, dijo a Jesús: «Señor, bueno es estarnos aquí. Si quieres, haré aquí tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.» Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra, y de la nube salía una voz que decía: «Éste es mi Hijo amado, en Quien me complazco: escúchenle.» Al oír esto, los discípulos cayeron rostro en tierra llenos de miedo. Mas Jesús, acercándose a ellos, los tocó y dijo: «Levántense, no tengan miedo.» Ellos alzaron sus ojos y ya no vieron a nadie más que a Jesús solo. Y cuando bajaban del monte, Jesús les ordenó: «No cuenten a nadie lo que han visto, hasta que el Hijo del hombre haya resucitado de entre los muertos.»

Mensaje Pastoral

La Transfiguración y la Cruz

Si contemplamos el icono que está en la parte oriental de la Catedral Bizantina de San Apolinario en Ravinna, Italia del Norte, podemos admirar el icono de la Transfiguración que se remonta al siglo XI donde la iconografía todavía se prestaba del simbolismo que dominaba en los primeros Siglos del arte cristiano. En presentación del Cristo Transfigurado podemos ver una Cruz adornada, con una medalla en medio con el Rostro de Jesús, acompaña la Cruz del lado superior la escritura griega ΗΧΘΥΣ (pez) cuyas letras son las iniciales de (Jesús Cristo Hijo de Dios Salvador) y de lado inferior la frase latina “Salusmundi” (Salvación del mundo). Abajo podemos ver tres ovejas que simbolizan a los tres discípulos que participaron en el evento divino: Pedro, Juan y Santiago; y a los dos lados de la cruz están presentados de un modo iconográfico Moisés y Elías tal como el texto bíblico lo ilustra.

Es digna de reflexión la presentación de Cristo Transfigurado como una Cruz. En realidad la Transfiguración ocurrió durante la última subida de Jesús a Jerusalén, eso es, previamente a la Pasión. (De hecho en la Tradición de la Iglesia Católica Romana la lectura evangélica de la Transfiguración se ubica en el Segundo Domingo de la Cuaresma, o sea, previamente a la Semana Santa). Además hay interesantes elementos de similitud entre lo sucedido en el monte y lo sucedido en Getsemaní: en ambas situación Jesús llevó consigo a los mismos tres discípulos y en la noche. Los mismos que “contemplaron su gloria” tenían que presenciar su agonía. La Cruz y la Transfiguración forman un camino único.

El contexto bíblico confirma este sentido espiritual esencial de la Transfiguración. Al iniciar los el Evangelistas el relato de la Transfiguración diciendo “Seis días después” (Lucas dice: “Ocho días después”), ilustran una relación estrecha con lo acontecido previamente. Pedro confiesa que Jesús es “el Cristo, el Hijo de Dios vivo”, luego Jesús anuncia la Pasión y la crucifixión, además exhorta a sus seguidores a la negación de sí mismo: “Si alguno quiere venir atrás de Mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame.” Y la consecuencia final es hablarles de “algunos que no gustarán la muerte hasta que vean al Hijo del hombre venir en su Reino.”

“Seis días después”… la Transfiguración. Pues, “algunos” (Pedro, Santiago y Juan) apreciaron en la Transfiguración “al Hijo del hombre venir en su Reino”. Este Reino no es alcanzado sino por asumir la Cruz. Durante la Transfiguración aparecieron Moisés y Elías y, según San Lucas, hablaban con Él sobre “su partida que iba a cumplir en Jerusalén”. Entonces no podemos entender la Transfiguración sino a la luz de la Pasión y viceversa. Dice el Condaquio de la Fiesta: “Te transfiguraste en el monte… para que, cuando te viesen crucificado, percibieran que tu Pasión fue voluntaria.”

Efectuada la Transfiguración, como experiencia dulce y gloriosa, los discípulos querían extender su estancia más tiempo –o todo el tiempo– sobre el monte de Tabor: «Maestro, bueno es estarnos aquí. Vamos a hacer tres tiendas, una para Ti, otra para Moisés y otra para Elías» (Mc 9: 5). Pero el Señor ignoró su propuesta y decidió bajar del monte de la Transfiguración con ellos para encontrarse con el epiléptico, con el hombre y sus angustias. La Gloria de Cristo, que se manifestó entre los discípulos –y por ellos sobre toda la Iglesia–, no es una ilusión pasiva y apática que satisface los sentimientos y emociones del hombre sino una Luz activa que enfrenta al mundo: enfrenta al dolor y lo transforma en consuelo y curación, enfrenta a la tristeza y la convierte en esperanza, enfrenta a la pasión y la transmuta en amor a Dios y al prójimo.

Cristo no pretende con llevarlos a Tabor a  que se aíslen del sufrimiento del mundo, más bien, que se involucren en él. No se trata entonces de un escape de la realidad de este mundo sino de un acompañamiento salvador “Aunque ande en medio de la sombra de la muerte, miedo no tendré, porque conmigo estás (Salmo 22). Entonces, “cualquier visión de una transfiguración cósmica que no viene a través de la asunción de la cruz, de la negación propia y de una compasión práctica es mero sentimentalismo”, dice el obispo Kallistos Waire.

Nuestra Fe y Tradición

Los iconos vistos desde la Transfiguración

Al hablar de los iconos, es necesario hacerlo de “una gracia que lleva la luz de Cristo”. En la iconografía ha encontrado su expresión una ciencia ortodoxa, el hesicasmo: Dios es desconocido en su esencia. Pero este Dios se manifiesta con su gracia a través de una energía divina que Él infunde en el mundo. Dios emana luz en el mundo.

Como enseñaba San Gregorio Palamas (1296-1359), Jesucristo es la Luz, y su enseñanza es la iluminación de los hombres. De una forma aceptable para los hombres, esta luz divina fue manifestada por Jesucristo a sus discípulos más próximos sobre el monte Tabor: “… Jesús toma consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los lleva aparte, a un monte alto. Y se transfiguró delante de ellos: su rostro se puso brillante como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. En esto, se les aparecieron Moisés y Elías, que conversaban con él” (Mt 17,1-3).

La luz de la Trasfiguración sobre el Tabor no era ni sensual ni material, y los apóstoles iluminados por ella eran dignos de ver la no carnal “luz sobrenatural”.

La luz en la ortodoxia, bajo la influencia del hesicasmo, ha adquirido un significado especial y un sentido específico. Todo lo que hay que hacer con Dios está penetrado por un esplendor divino y lleva a la luz. El mismo Dios en su inaccesibilidad e incomprensibilidad es una “oscuridad sumamente clara”.

¿Cómo mostrarlo, aunque podamos usar el lenguaje de los símbolos? ¿Cómo podemos representar este “esplendor blanco como la luz” en la escena de la Trasfiguración? Los pintores de los iconos han intentado hacer lo imposible. Si han tenido éxito, podemos juzgarlo por las imágenes de la “Trasfiguración” que han llegado hasta nosotros.

Las energías divinas han agitado la tierra, y más sutilmente se hacen evidentes los bordes de las colinas del icono, “…una nube luminosa los cubrió con su sombra y de la nube salía una voz que decía: Este es mi Hijo amado, en quien me complazco; escuchadle”. Y los apóstoles cayeron por tierra llenos de miedo, tapándose los ojos con las manos.

La figura de Cristo emana una luz increible, que lleva al mundo la gracia y la iluminación espiritual. Sus rayos están diseñados en el icono con pinceladas doradas, que se propagan radialmente desde su Fuente inexplicable.

Vida de Santos

La Transfiguración de Nuestro Salvador

6 de agosto

Los Evangelistas Mateo, Marco y Lucas relatan la Transfiguración de Jesucristo sobre el monte Tabor, cuando Su aspecto cambió y se hizo luminoso. He aquí, como relata el Evangelista Mateo la Transfiguración del Salvador:

“Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan su hermano, y los llevó aparte a un monte alto; y se transfiguró delante de ellos, y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz. Y he aquí les aparecieron Moisés y Elías, hablando con él. Entonces Pedro dijo a Jesús: Señor, bueno es para nosotros que estemos aquí; si quieres, hagamos aquí tres tiendas: una para ti, otra para Moisés, y otra para Elías. Mientras él aún hablaba, una nube de luz los cubrió; y he aquí una voz desde la nube, que decía: Éste es mi Hijo amado, en quien he mostrado mi complacencia; a él oíd. Al oír esto los discípulos, se echaron sobre sus rostros, y tuvieron gran temor. Entonces Jesús se acercó, los tocó y dijo: Levantaos y no temáis. Y alzando ellos los ojos, a nadie vieron sino a Jesús solo. Cuando descendieron del monte, Jesús les mandó, diciendo: No digáis a nadie la visión, hasta que el Hijo del Hombre resucite de los muertos. Entonces sus discípulos le preguntaron, diciendo: ¿Por qué, pues, dicen los escribas que es necesario que Elías venga primero? Respondiendo Jesús, les dijo: En verdad, Elías viene primero, y restaurará todas las cosas. Mas os digo que Elías ya vino, y no le conocieron, sino que hicieron con él todo lo que quisieron; así también el Hijo del Hombre padecerá de ellos. Entonces los discípulos comprendieron que les había hablado de Juan el Bautista” (Mat. 17:1-12).

Sentencias de los Padres Desierto

Virtud
  • El abad Zenón, discípulo del abad Silvano, decía: «No habites en un lugar famoso, ni vivas con un hombre de gran reputación, ni pongas cimientos a la habitación que te construyas».
  • Dijo abad Pastor: «Enseña a tu corazón a cumplir lo que a otros enseñas con tus palabras». Y añadió: «Los hombres cuando hablan parecen perfectos. Al cumplir lo que dicen no lo son tanto».
  • Se decía del abad Arsenio y del abad Teodoro de Fermo que por encima de todo aborrecían la vanagloria. El abad Arsenio no acudía fácilmente a las llamadas de sus visitantes. El abad Teodoro sí acudía, pero era como una espada para él.

Boletín del 12/07/2015

6o Domingo de San Mateo

Memoria del San Paisios del Monte Athos

 
 

Himnos de la Liturgia

Tropario de la Resurrección

Tono 5

Al coeterno Verbo, con el Padre
y el Espíritu, Al Nacido de la Virgen
para nuestra salvación, alabemos,
oh fieles, y prosternémonos.
Porque se complació en ser elevado
en el cuerpo sobre la Cruz y soportar la muerte,
y levantar a los muertos por su Resurrección gloriosa.

Tropario de San Paisios

Tono 1

Honremos, oh fieles, al justo padre Paisios,

nacido en Fárasa y gloria de Athos,

imitador de los antiguos ermitaños, e igual a ellos en honor,

cántaro lleno de gracia, que libera de la tristeza a los que claman a él:

¡Gloria al que te ha dado poder! ¡Gloria al que te ha coronado!

¡Gloria al que por ti nos da la sanación a todos!

Condaquio

Tono 4

Oh Protectora de los cristianos indesairable;
Mediadora, ante el Creador, irrechazable:
no desprecies las súplicas de nosotros, pecadores,
sino acude a auxiliarnos, como bondadosa,
a los que te invocamos con fe.  Sé presta en intervenir
y apresúrate con la súplica, oh Madre de Dios,
que siempre proteges a los que te honran.

Lecturas Bíblicas

Carta a los Romanos  (12: 6-14)

Hermanos: Ya que tenemos dones diferentes según la Gracia que nos ha sido dada, si es el don de profecía, ejerzámoslo en la medida de la fe; si es el ministerio, ministrando; si la enseñanza, enseñando; si la exhortación, exhortando. El que reparte, con  generosidad;   el  que   preside,     con solicitud; el que ejerce la misericordia, con jovialidad.

Su amor sea sin fingimiento; detesten el mal y adhiéranse al bien; ámense los unos a los otros con una ternura fraternal; en cuanto a la honra, prefiriéndose los unos a los otros; en cuanto a la diligencia, no perezosos; al espíritu, fervorosos, y sirviendo al Señor. En la esperanza sean alegres; en la tribulación, pacientes; en la oración, constantes; compartiendo las necesidades de los santos y practicando la hospitalidad.

Bendigan a los que los persiguen; bendigan y no maldigan

Santo Evangelio según San Mateo (9: 1-8)

En aquel tiempo, Jesús subió a la barca, pasó a la otra orilla y vino a su ciudad. Y sucedió que le trajeron un paralítico postrado en una camilla. Viendo Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: « ¡Ten confianza, hijo! Tus pecados te son perdonados.» Pero he aquí que algunos escribas dijeron para sí mismos: «Éste está blasfemando.»

Jesús, conociendo sus pensamientos, dijo: « ¿Por qué piensan mal en sus corazones? ¿Qué es más fácil decir: “Tus pecados te son perdonados”, o decir: “Levántate y anda”? Pues para que sepan que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder de perdonar pecados -dice al mismo tiempo al paralítico: levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.» Él se levantó y se fue a su casa. Y al ver esto, la gente quedó admirada y glorificó a Dios, que había dado tal poder a los hombres.

Mensaje Pastoral

¡Tus pecados te son perdonados!

Unos fieles acudieron a Jesús para curar a un paralítico, mas Jesús primero le curó el alma; mientras se le pedía sanar la enfermedad visible, Él asistió la invisible: el pecado. De aquí surge la pregunta: ¿Cuál es la relación entre la enfermedad y el pecado?

En el Antiguo Testamento, una enfermedad se relacionaba con el castigo divino por un pecado cometido. Así que al leproso, según las leyes, nadie se le podía acercar ya que se consideraba manchado, un pecador. Cualquier dolencia se veía como un fruto de cierta transgresión. Como un reflejo de esta mentalidad, una vez los discípulos preguntaron a Cristo sobre un ciego:

«Maestro, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego?» (Jn 9:2); más Cristo rechazó atribuir la enfermedad –ceguera o cualquier otra– a castigo de Dios por un delito personal.

Si bien el sufrimiento no es un aspecto de la justicia divina, es parte de nuestra mortalidad, el resultado del pecado: «por el pecado entró la muerte» (Rom 5:12). Dios creó al hombre para que fuera inmortal, pero el pecado –siendo en el fondo el alejamiento voluntario de Dios, de la vida– provocó la muerte y sus anexos: enfermedades, dolores, crisis naturales, tristezas…; en una palabra, provocó la corrupción. Así que todos padecemos lo mismo de maneras distintas y etapas diferentes pero, al fin y al cabo, es la misma mortalidad. Esta realidad caída no es un destino final con el que el hombre debe convivir con realismo sino un ambiente curativo que procura jalar al hombre hacia la resurrección espiritual. El malestar que algunos de nosotros padecemos nos podría brindar la oportunidad de comprender cuán lejos estamos de Dios; y al advertirlo tomar iniciativas positivas y penitenciales.

Cristo, con el paralítico de la lectura, nos advierte de esta jerarquía en la curación: aunque es importante curar el cuerpo, más importante es sanar el alma. Por eso leemos en muchos relatos de los santos Padres que daban gracias a Dios por sus dolencias ya que se les volvían causa de humillación, medicamento para salvación.

No se pretende aquí aprobar la enfermedad, que es en sí un defecto agregado a la buena creación de Dios, sino ser conscientes de que la gracia de estar en salud y ventura no nos distraiga de la realidad del pecado que todos padecemos y que necesitamos curar; así como de que la prueba de estar enfermos bienaventurada es cuando nos provoca –con la paciencia y la fe– purificación del corazón.

La camilla que el paralítico cargó al levantarse se volvió una señal tangible de la presencia del Señor en su vida, presencia que no nada más cura nuestras dolencias sino que también lleva en sí la autoridad divina, dulce y consoladora, para decir:

«Hijo, tus pecados te son perdonados.»

+ Monseñor Ignacio Samaán

Vida de Santos

San Paisios del Monte Athos

12 de julio

Arsenios Eznepidis o más conocido como Paisios de Monte Athos (Farasa, Capadocia, 25 de julio de 1924 – Monte Athos, 12 de julio de 1994), fue un monje ortodoxo griego, conocido por sus obras de carácter escatólicas, incluído en la lista de los santos de la Iglesia ortodoxa el 13 de enero de 2015.

Arsenios Eznepidis nació en Farasa, una pequeña población de Capadocia (hoy Turquía), en Asia Menor, el 25 de julio de 1924. Era hijo de Bautista, quien fue alcalde de Farasa, y de Evlampia. El 7 de agosto de 1924, fue bautizado por Arsenio de Capadocia, también venerado como santo por la Iglesia ortodoxa y de quien recibió su nombre de pila.

Aún siendo un niño de brazos, la familia de Arsenio, junto con todo el pueblo, dejaron Turquía y emigraron hacia Grecia, se establecieron primero en la isla de Corfú, donde murió el párroco Arsenio, luego se trasladaron a Igoumentista y finalmente a Kontitsa, de esa manera recibió sus estudios primarios y ya mayor trabajó como carpintero. Durante la guerra civil en Grecia, Arsenios sirvió como operador de radio entre 1945 y 1949.

Después de haber completado su servicio militar, en 1949 ingresó al Monte Athos,pero por cuestiones familiares debió retirarse el mismo año. Al año siguiente regresó a la vida monástica, primero al monasterio de Koutloumoussiou y luego al monasterio de Esphigmenou. En este último recibió la tonsura el 27 de marzo de 1954 recibiendo el nombre de Averkios. Ese mismo año abandonó el monasterio de Esphigmenou para trasladarse al de Filotheou, donde un tío suyo se encontraba como monje. Fue aquí donde recibió el nombre de Paisios.

Entre 1958 y 1962, Paisios estuvo en su pueblo natal en Turquía, tratando de proteger a la población de la avanzada de movimientos proselitistas. Al final de este período se trasladó al monasterio de Santa Catalina del Monte Sinaí, donde pernoctó por dos años, hasta su regreso al Monte Athos.4

En 1964 Paisios regresó al Monte Athos, portando consigo las reliquias de san Arsenios de Capadocia, las cuales depositó en el monasterio de San Juan el teólogo de Sorouti. El 11 de enero de 1966 recibió el Gran Esquema Angélico, en el monasterio de Stavronikita, una especie de grado dentro del monacato griego, concedido a los monjes que se cree han adquirido un alto nivel espiritual. Ese mismo año fue operado de los pulmones, de los cuales le extrajeron una parte. Debiendo guardar reposo, se quedó en el monasterio de San Juan Evangelista de Sorousi.

En 1967 regresa a Monte Athos, esta vez al Monasterio de Koutloumoussiou, donde adquirirá gran fama en el mundo ortodoxo. Vendrán muchos peregrinos de todas partes, especialmente monjes, a pedirle consejos y ser guiados por él.

Hacia 1993, por cuestiones de salud, tuvo que abandonar Monte Athos y regresar al monasterio de Sorouti. Allí murió el 12 de julio de 1994, desde entonces son muchos los peregrinos que llegan al lugar para venerar al monje que murió con fama de santidad.

El Santo Sínodo del Patriarcado Ecuménico incluyó la memoria de san Paisios de Monte Athos, en la lista de los santos de la Iglesia ortodoxa, el 13 de enero de 2015. Cuatro días después se llevó a cabo una multitudinaria celebración en el monasterios de San Juan Evangelista de Sorouti, donde se hayan sus reliquias, a la cual asistieron principales jerarcas de la Iglesia ortodoxa, entre ellos el abad del monasterio de Santa Catalina del Monte Sinaí.

El 25 de enero del mismo año, se consagró la primera iglesia a nombre de San Paisios de Monte Athos en la ciudad de Limasol en Chipre.

Sentencias de los Padres del Desierto

Sobre la Humildad

  • Decía un anciano: «Si consigues guardar silencio, no lo consideres como mérito tuyo. Cuando te venga esa consideración, di: “Es que soy indigno de hablar”».
  • Un hermano preguntó a un anciano: «¿En qué consiste el progreso de un hombre?». Y el anciano le contestó: «En la humildad. Cuanto más se abaja un hombre más se eleva a la perfección».
  • Decían los ancianos: «Aunque se te aparezca de verdad un ángel, no le acojas fácilmente, sino humíllate, diciendo: “No soy digno de ver un ángel yo que vivo en el pecado”».

Las Controversias  Cristológicas – Metropolita Hilarión Alfeyev

El siglo V fue testigo de intensas  disputas cristológicas provocadas por la herejía de Nestorio. Nestorio se apoyaba en la doctrina de Teodoro de Mopsuestia (c.350-428), que introdujo una separación radical de las naturalezas divina y humana de Jesucristo. Entre otras cosas, Teodoro enseñaba que el Dios- Verbo “asumió” al hombre Jesús; que el no originado Dios-Verbo “habitó” en el hombre Jesús, quien nació de la Virgen, que el Verbo vivió en Cristo como en un templo; que tomó la naturaleza  humana como un vestido; y que el hombre Jesús, mediante su hazaña de redención y muerte en la cruz se unió con el Verbo  y asumió la dignidad divina. En esencia, Teodoro hablaba del Dios – Verbo y de Jesús como dos sujetos distintos, cuya unión en la persona del Hijo de Dios encarnado no es tanto ontológica o esencial como condicional, es decir, existente  en nuestra percepción: al adorar a Cristo unimos las dos naturalezas y confesamos no “dos Hijos” sino un Cristo-Dios y hombre.

Fue en particular esta enseñanza la que sirvió  de base para la enseñanza cristológica de Nestorio, quien fue entronizado como Arzobispo de Constantinopla en 428. Poco después de su consagración episcopal Nestorio comenzó a cuestionar el término Theotokos, que con el tiempo había logrado una amplia aceptación. Según él, María había dado a luz no a Dios, sino sólo a una persona con la cual se unía el Verbo de Dios, que era nacido del Padre antes de todos los siglos. La persona de Jesús, nacida de María, era sólo la morada de Dios y el instrumento de nuestra salvación. Esta persona se convirtió en Cristo, el Ungido mediante la obra del  Espíritu Santo, permaneciendo con él el Verbo de Dios por medio de una forma especial de unión moral o relativa. Nestorio sugería remplazar el término Theotokos con Christotokos. San Cirilo de Alejandría  salió en contra de esta doctrina. En sus  polémicas contra el nestorianismo, insistía en la unidad  hipostática de Dios el Verbo: el no originado Verbo es la misma persona que Jesús, quien nació de la Virgen. Por esto no puede hablarse del Verbo y de Jesús como dos sujetos diferentes.

La cristología  de Cirilo fue confirmada por el Tercer Concilio Ecuménico, que fue convocado en Éfeso en 431. El Concilio fue arena de terribles debates y tuvo lugar sin la participación de un grupo de obispos de Antioquía que habiendo llegado con gran retraso al concilio se negaron a apoyar la condena a Nestorio. En 433 los  obispos antioquenos se reconciliaron con Cirilo de Alejandría y firmaron una formulación dogmática que representa un resumen teológico del Concilio de Éfeso. Esta formulación  se refiere a Jesucristo como “Dios perfecto y hombre perfecto”, quien “es nacido del Padre antes de todos los siglos conforme a su divinidad, y en los últimos días, para nosotros y para nuestra salvación nació de la Virgen María conforme a su humanidad.” En este texto se llama Theotokos a la Virgen María sobre la base de la “unión sin confusión” de las dos naturalezas en Jesucristo. Condenado por el Concilio de Éfeso, Nestorio fue exiliado a Egipto, donde murió. Sin embargo, su enseñanza — o más precisamente, la doctrina cristológica de Teodoro de Mopsuestia – ganó aceptación fuera de los límites del imperio bizantino, en el imperio sasánida de Persia, donde una gran comunidad cristiana se rehusó a reconocer los decretos del Concilio. Esta comunidad, que recibía el nombre de iglesia oriental, fue posteriormente llamada iglesia nestoriana, aunque Nestorio no fue su fundador ni tuvo relación directa con ella. La iglesia oriental sigue existiendo en nuestros días: su  nombre oficial es Iglesia Asiria de Oriente, y cuenta con alrededor de cuatrocientos mil adherentes.

Hacia mediados del siglo V surgió una nueva herejía cristológica llamada Monofisismo. Su iniciador fue el archimandrita de Constantinopla Eutiquio, que enseñaba  que la naturaleza humana de Cristo era  absorbida completamente por su naturaleza divina. En 448 se condenó esta doctrina en un concilio en Constantinopla encabezado por Flaviano, Arzobispo de la misma ciudad. No obstante, Eutiquio gozó del apoyo  del Arzobispo Dióscoro de Alejandría, quien reunió otro concilio, esta vez  en Éfeso en el 449. El concilio de Éfeso de 449, convocado por el emperador Teodosio II (401-450) como Concilio Ecuménico, restauró e Eutiquio al sacerdocio y justificó su doctrina. Dióscoro de Alejandría jugó un papel principal  en este concilio, y sus enemigos, incluyendo a Flaviano de Constantinopla, fueron depuestos. Las actas del concilio fueron aprobadas  por el emperador, lo que parecía indicar una absoluta victoria de Dióscoro. Sin embargo, los legados del papa romano que estuvieron presentes en el concilio se pusieron del lado de Flaviano, y luego de regresar a Roma reportaron al Papa León la justificación que el concilio hizo de Eutiquio. Se convocó un concilio en Roma donde se declararon inválidas las decisiones del concilio de Éfeso. En 451 se reunió en Calcedonia un nuevo concilio que pasaría a la historia como el Cuarto Concilio Ecuménico. Consideraba el concilio de Éfeso de 449 como un “concilio de ladrones” y  de acuerdo con el concilio de Roma revocó todas sus decisiones. Además confirmó la condena de Eutiquio y depuso a Dióscoro. El Concilio de Calcedonia, en el cual participaron seiscientos treinta obispos, adoptó una definición dogmática que declara:

De acuerdo con los Santos Padres, nosotros todos a una sola voz enseñamos la confesión de uno y el mismo Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, perfecto en divinidad y perfecto en humanidad, verdadero Dios y verdadero hombre, con un alma y un cuerpo; consustancial al Padre en cuanto a su divinidad, y consustancial a nosotros en cuanto a su humanidad; como nosotros en todos los aspectos, excepto por el pecado; engendrado del Padre antes de todos los siglos en cuanto a su divinidad, y en los últimos días engendrado para nosotros y para nuestra salvación de María, la Virgen Theotokos en cuanto a su humanidad; uno y el mismo Cristo, Hijo, Señor, Unigénito, reconocido en dos naturalezas sin confusión, cambio, división o separación (de forma que en ningún punto se pierden las diferencias entre las naturalezas por la unión; en vez de ello, se preservan las propiedades de ambas naturalezas, y están unidas en una persona y en una hipóstasis); no se parte ni se divide en dos personas, sino que es uno y el mismo Hijo, el Unigénito Verbo-Dios, el Señor Jesucristo.[1]

La expresión “sin confusión ni cambio” está dirigida contra el monofisismo de Eutiquio; y “sin división ni separación” contra el nestorianismo. Si bien, algunas iglesias vieron la definición de Calcedonia como un regreso al nestorianismo y se rehusaron a aceptar las decisiones del concilio. Se pudo observar una vigorosa oposición especialmente en la periferia del imperio romano – Egipto, Siria y Armenia—y más allá de las fronteras del imperio, particularmente en Persia. En Egipto y Siria podían encontrarse tanto obispos que reconocían el concilio de Calcedonia como obispos que lo rechazaban. En Alejandría la oposición estaba encabezada por Timoteo Eluro (†477), en Antioquía por Pedro  Gnafeo (†488). La iglesia Armenia  también desconoció el concilio, rechazándolo de forma oficial en el 506. Así surgió la primera gran  división en la historia de la cristiandad que subsiste hasta nuestros días. En  el siglo VI de formaron en Egipto dos jerarquías paralelas, ambas encabezadas por el “Patriarca de Alejandría y toda África”: la que reconocía el Concilio de Calcedonia y la que lo rechazaba. En la zona greco parlante de Siria la cristiandad estaba también dividida en dos ramas, cada una dirigida por su propio “Patriarca de Antioquía y todo Oriente”. En Armenia la iglesia conservó su unidad pero mantuvo su postura anticalcedoniana. En nuestros días, el cristianismo anticalcedoniano está representado por varias iglesias en Armenia, Egipto, Etiopía, Eritrea, Siria, Líbano, India y la diáspora. El número combinado de  sus miembros es aproximadamente de cincuenta millones.

Aunque la principal oposición a Calcedonia se concentraba en la periferia del imperio, en Constantinopla las actitudes con respecto al concilio seguían siendo ambiguas. Mientras los emperadores Marciano (450-457) y León I (457-474) lo apoyaban, Zenón (474-475: 476-491) adoptó una postura más cauta. En 482, en un intento por reconciliar a los monofisitas con los diofisitas, Zenón promulgó el Henotikon—una exposición general de la fe que pasaba por alto Calcedonia. El patriarca Acacio de Constantinopla (†488) apoyó el Henotikon, pero el Papa Félix III le exigió que aceptara el Concilio de Calcedonia de forma inequívoca.  Al no lograrlo, depuso y excomulgó a Acacio en un concilio de Roma en el 484. Así comenzó el primer cisma  entre Constantinopla y Roma que duró treinta y cinco años. Este cisma se continuó durante el reinado de Anastasio (491-518) y se subsanó en el 519; durante el reinado del emperador Justino I (518-527), cuando el Patriarca Juan de  Constantinopla y los legados del Papa Hormisdas condenaron conjuntamente a todos los que rechazaran Calcedonia. En 525 el Papa Juan I visitó Constantinopla, enviado a la capital imperial por el rey Teodorico de los ostrogodos (c. 454- 526), quien gobernaba Roma en ese entonces.

El emperador Justiniano I (527-565) desempeñó un importante papel en la  historia de la iglesia de Oriente. Este eminente gobernante, que expulsó a los ostrogodos de Roma en  536 y restauró la unidad política del imperio romano por última vez en la historia, también tomó medidas para restaurar su unidad religiosa. En 537 construyó en Constantinopla la iglesia de la Hagia Sofía* – la iglesia más majestuosa del Oriente cristiano.

         En la década de los 540’s el emperador promovió que se reconsiderara la actitud de la iglesia con respecto a varios teólogos cuyos escritos seguían siendo causa de debate. En 542 promulgó un edicto que contenía diez anatemas contra Orígenes y sus seguidores. Este edicto fue examinado y aprobado en un concilio local de Constantinopla en 543, en el cual se condenaba a Orígenes y también a Dídimo de Alejandría y a Evagrio de Ponto, escritores del siglo cuarto en cuyas obras el concilio percibía la influencia de Orígenes.

[Foto: Hagia Sofía]

En 544 Justiniano promulgó un nuevo edicto para condenar a Teodoro  de Mopsuestia, los escritos  de Teodoreto de Ciro (c.393-c. 460) contra Cirilo de Alejandría, así como la epístola de Ibas de Edesa a Maris el Persa (siglo V). Este edicto constaba de tres capítulos (correspondientes cada uno a uno de los obispos condenados en él) y llegó a ser conocido como “Los Tres capítulos”. Muchos veían “Los tres capítulos como un golpe al Concilio de Calcedonia, pues trataba de los teólogos que habían sido justificados en ese concilio. Los patriarcas orientales lo firmaron después de haber sido amenazados con la deposición y el exilio. No obstante, el emperador también pensó que era necesario tener la firma del Papa Vigilio (537-555), quien en 547 fue llevado por la fuerza a Constantinopla  con este propósito. A su llegada  a la capital el Papa se negó a firmar el edicto imperial; sin embargo terminó firmándolo bajo presión. En 551 Justiniano emitió un nuevo edicto referente a “Los Tres Capítulos”, que el Papa se negó categóricamente a firmar. Temiendo por su  vida, Vigilio se refugió en la iglesia de San Pedro; se hicieron intentos de arrestarlo allí, pero él resistió desesperadamente. Finalmente fue sometido a arresto domiciliario y se le presionó constantemente.

Con estos antecedentes se convocó al Concilio Ecuménico de Constantinopla en 553. Aunque el Papa Vigilio se rehusó a participar, sí envió a sus legados. El  concilio condenaba a Teodoro de Mopsuestia y repetía el anatema contra Orígenes, Dídimo y Evagrio, y en lo que respecta a Teodoreto de Ciro y a Ibas de Edesa, ellos no fueron condenados; sólo se denunciaron sus obras contra Cirilo de Alejandría y del Tercer Concilio Ecuménico. Los padres del Concilio tacharon el nombre del Papa Vigilio del díptico sobre  la base de que había cambiado su postura con respecto a “Los Tres Capítulos” varias veces antes del Concilio. Después del Concilio se exilió al depuesto Vigilio y a sus seguidores. Finalmente Vigilio retiró su protesta contra “Los Tres Capítulos” y reconoció las decisiones del Concilio. Se le permitió  regresar a Roma, pero murió en el camino. La  Iglesia Romana no reconoció la deposición de Vigilio pero aceptó  el Quinto concilio Ecuménico. El Papa Pelagio I(556-561), sucesor de Vigilio, jugó un papel decisivo en este reconocimiento y durante su papado se regularizaron las relaciones entre Roma y Constantinopla.

El Concilio de Constantinopla de 543 y el Quinto Concilio Ecuménico fueron  los primeros en la historia de la iglesia que condenaban a personas que habían muerto en paz con la iglesia, que no habían sido condenadas durante su vida.  Es esto lo que el Papa Vigilio objetó cuando se negaba a firmar la condenación de Teodoro de Mopsuestia, mientras estaba de acuerdo en denunciar sus escritos si en ellos se detectaba nestorianismo. Al pronunciar su veredicto contra Teodoro y ciertos escritos de Teodoreto e Ibas, Justiniano intentaba restaurar la unidad con las iglesias monofisitas que seguían rechazando  el Concilio de Calcedonia por considerarlo nestoriano. Justiniano no logró su objetivo, ya que los monofisitas se  mantuvieron en sus posiciones.

Justiniano pasó a la historia como un emperador piadoso que  luchó por lograr el ideal de de la “sinfonía” entre la iglesia y el estado. Este ideal se ve reflejado en su sexta  Novella, que habla del sacerdocio y el imperio como dos  de los grandes bienes establecidos por Dios, entre los cuales debe haber unidad y cooperación. El emperador consideró que su misión era la preservación del dogma y la unidad  de la iglesia, mientras que la iglesia tenía la misión de ordenar la vida pública de una manera que complazca a Dios. No obstante, en la práctica su  preocupación por la pureza dogmática  se expresó en sus decisiones sobre cuestiones doctrinales particulares y en sus edictos, mismos que los obispos tuvieron que firmar, en esencia fue una forma muy cruda de  interferir en los asuntos de la Iglesia. Esta interferencia  continuaría también con  los sucesores de Justiniano,  y determinaría en muchos aspectos la historia subsecuente  de la iglesia en el Oriente.

Hacia el  fin de su vida, Justiniano promulgó un Edicto en defensa de la doctrina herética de Juliano de Halicarnaso († después de 558) sobre la incorrupción del cuerpo de Cristo. El principio fundamental de su enseñanza era que el cuerpo del Verbo de Dios no sufría carencias. En la  literatura subsecuente, los seguidores de Juliano fueron llamados “aftartodocetistas”,  (aquellos que creen en la incorrupción), pues eran acusados de creer que la naturaleza humana de Cristo no era completa y que  los sufrimientos del Salvador en la cruz eran ilusorios. El  Patriarca Eutiques de Constantinopla rehusó firmar el herético edicto de Justiniano y fue exiliado. El sucesor de Justiniano,  Justino II (565-578) condenó el edicto al olvido.

Hubo una nueva ola de disputas cristológicas que surgió durante el reinado del emperador Heraclio(610-641), quien pasaría a la  historia como uno de los más brillantes gobernantes bizantinos, habiendo alcanzado numerosas e importantes victorias militares y diplomáticas en una época en la que Bizancio era amenazada por persas, árabes y hunos. En la política religiosa persiguió los mismos objetivos que Justiniano, luchando por conseguir la obediencia de la población monofisita del imperio. La tan negativa actitud de los monofisitas frente a la autoridad imperial empeoró como resultado de las constantes persecuciones a las que fueron sometidos, convirtiéndolos en aliados potenciales de los enemigos del Bizancio y en una amenaza para la seguridad del imperio. La nueva forma de negociación con los monofisitas fue el monotelismo, cuyo precursor ideológico fue el monoenergismo. Sin negar  la presencia de dos naturalezas en Cristo, los monoenergistas enseñaban que Cristo, la  acción divina, había absorbido por completo a la acción humana, mientras que  los monotelitas hablaban de que la voluntad humana de Cristo era absorbida por su voluntad divina. El Patriarca Ciro de Alejandría, el Patriarca Sergio de Constantinopla y  el Papa Honorio contribuyeron al desarrollo de la doctrina  monotelita. A despecho de su avanzada edad, San Sofronio, patriarca de Jerusalén expresó su protesta contra la nueva herejía.[2]

El sucesor  de Heraclio, Constante II (641-668) apoyó activamente a los monotelitas.  Durante su reinado, los principales opositores del monotelismo fueron el Papa Martín en occidente y en el monje de Constantinopla Máximo el Confesor en el oriente. El Papa Martín condenó el monotelismo en el concilio de Letrán en 649. En sus escritos, Máximo elaboró la doctrina de que Cristo tenía dos voluntades -la divina y la humana-así como dos acciones. Pero a diferencia de otros, que sostenían que la presencia de una voluntad requiere una elección entre la buena y la mala, Máximo explica que la voluntad humana de Cristo siempre estuvo dirigida hacia lo bueno y por lo tanto estaba en armonía con la voluntad divina. Las dos voluntades y las dos acciones estaban en Cristo en un estado de “compenetración” (perichoresis). Por su confesión de la doctrina de las dos voluntades, ambos confesores- el Papa Martín y San Máximo- fueron sujetos de la represión del emperador Constante II quien se pasó al bando de los herejes. El Papa Martín fue arrestado y llevado a Constantinopla donde fue juzgado y desterrado en el 655; ese mismo año moriría en el exilio en Jersón. Al mismo tiempo Máximo el confesor fue también condenado y exiliado. En 662, Máximo fue trasladado a la capital donde fue condenado nuevamente y sometido a la flagelación, y luego de cortarle la mano y la lengua fue enviado de nuevo al exilio donde murió poco después.

Empero, el Sexto Concilio Ecuménico, convocado en 680- 681 durante el reinado de Constantino Pogonato(654-6859), condenó el monotelismo y emitió la siguiente declaración doctrinal: “De la misma manera, declaramos de acuerdo con la enseñanza de los santos padres, que en él hay  dos voluntades naturales y dos operaciones naturales indivisibles, incontrovertibles, inseparables e inconfundibles. Estas dos voluntades naturales no se contradicen una a la otra (¡No lo permita Dios!), como lo declaran los impíos herejes. Su voluntad humana  no contradice ni se opone, sino que sigue, o más bien obedece a su voluntad divina y omnipotente.” Cuando el emperador firmó al calce de esta definición, los obispos presentes exclamaron: “¡Muchos años al emperador! ¡Ha  dilucidado las dos naturalezas de Cristo, nuestro Dios! ¡Habéis arrojado a todos los herejes!”[3] La victoria de la ortodoxia  fue sellada una vez más por el emperador.

[1] Citado en Meyendorff, Introducción, 319.

* Nao¢V tiV Agi¢aV to Qeo Sofi¢aV, la iglesia de la Santa Sabiduría de Dios, la Divina Sabiduría es una imagen tomada del libro bíblico de la Sabiduría que hace referencia a la personificación de la Sabiduría de Dios en la segunda persona de la Trinidad. Su fiesta se celebra el 25 de diciembre, aniversario de la Encarnación del Divino Verbo en la persona de Cristo. (N.T.)

[2] Vladimir Lossky, Teología Dogmática (Moscú 1991), 274

[3] M.E. Posnov, Historia de la Iglesia Cristiana (hasta la Separación de las Iglesias – 1055) (Bruselas, 1964),454.

Boletín del 30/07/2016

6o Domingo de San Mateo

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Himnos de la Liturgia

Tropario de la Resurrección

Tono 5

Al coeterno Verbo, con el Padre
y el Espíritu, Al Nacido de la Virgen
para nuestra salvación, alabemos,
oh fieles, y prosternémonos.
Porque se complació en ser elevado
en el cuerpo sobre la Cruz y soportar la muerte,
y levantar a los muertos por su Resurrección gloriosa.

Condaquio de la Transfiguración

Tono 7

Te transfiguraste en el monte, oh Cristo Dios,
y tus discípulos contemplaron tu Gloria según pudieron soportarla;
para que, cuando te viesen crucificado,
percibieran que tu Pasión fue voluntaria
y proclamaran al mundo que Tú eres verdaderamente el Resplandor del Padre.

Lecturas Bíblicas

Carta a los Romanos  (12: 6-14)

Hermanos: Ya que tenemos dones diferentes según la Gracia que nos ha sido dada, si es el don de profecía, ejerzámoslo en la medida de la fe; si es el ministerio, ministrando; si la enseñanza, enseñando; si la exhortación, exhortando. El que reparte, con  generosidad;   el  que   preside,     con solicitud; el que ejerce la misericordia, con jovialidad.

Su amor sea sin fingimiento; detesten el mal y adhiéranse al bien; ámense los unos a los otros con una ternura fraternal; en cuanto a la honra, prefiriéndose los unos a los otros; en cuanto a la diligencia, no perezosos; al espíritu, fervorosos, y sirviendo al Señor. En la esperanza sean alegres; en la tribulación, pacientes; en la oración, constantes; compartiendo las necesidades de los santos y practicando la hospitalidad.

Bendigan a los que los persiguen; bendigan y no maldigan

Santo Evangelio según San Mateo (9: 1-8)

En aquel tiempo, Jesús subió a la barca, pasó a la otra orilla y vino a su ciudad. Y sucedió que le trajeron un paralítico postrado en una camilla. Viendo Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: « ¡Ten confianza, hijo! Tus pecados te son perdonados.» Pero he aquí que algunos escribas dijeron para sí mismos: «Éste está blasfemando.»

Jesús, conociendo sus pensamientos, dijo: « ¿Por qué piensan mal en sus corazones? ¿Qué es más fácil decir: “Tus pecados te son perdonados”, o decir: “Levántate y anda”? Pues para que sepan que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder de perdonar pecados -dice al mismo tiempo al paralítico: levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.» Él se levantó y se fue a su casa. Y al ver esto, la gente quedó admirada y glorificó a Dios, que había dado tal poder a los hombres.

Mensaje Pastoral

¡Tus pecados te son perdonados!

Unos fieles acudieron a Jesús para curar a un paralítico, mas Jesús primero le curó el alma; mientras se le pedía sanar la enfermedad visible, Él asistió la invisible: el pecado. De aquí surge la pregunta: ¿Cuál es la relación entre la enfermedad y el pecado?

En el Antiguo Testamento, una enfermedad se relacionaba con el castigo divino por un pecado cometido. Así que al leproso, según las leyes, nadie se le podía acercar ya que se consideraba manchado, un pecador. Cualquier dolencia se veía como un fruto de cierta transgresión. Como un reflejo de esta mentalidad, una vez los discípulos preguntaron a Cristo sobre un ciego:

«Maestro, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego?» (Jn 9:2); más Cristo rechazó atribuir la enfermedad –ceguera o cualquier otra– a castigo de Dios por un delito personal.

Si bien el sufrimiento no es un aspecto de la justicia divina, es parte de nuestra mortalidad, el resultado del pecado: «por el pecado entró la muerte» (Rom 5:12). Dios creó al hombre para que fuera inmortal, pero el pecado –siendo en el fondo el alejamiento voluntario de Dios, de la vida– provocó la muerte y sus anexos: enfermedades, dolores, crisis naturales, tristezas…; en una palabra, provocó la corrupción. Así que todos padecemos lo mismo de maneras distintas y etapas diferentes pero, al fin y al cabo, es la misma mortalidad. Esta realidad caída no es un destino final con el que el hombre debe convivir con realismo sino un ambiente curativo que procura jalar al hombre hacia la resurrección espiritual. El malestar que algunos de nosotros padecemos nos podría brindar la oportunidad de comprender cuán lejos estamos de Dios; y al advertirlo tomar iniciativas positivas y penitenciales.

Cristo, con el paralítico de la lectura, nos advierte de esta jerarquía en la curación: aunque es importante curar el cuerpo, más importante es sanar el alma. Por eso leemos en muchos relatos de los santos Padres que daban gracias a Dios por sus dolencias ya que se les volvían causa de humillación, medicamento para salvación.

No se pretende aquí aprobar la enfermedad, que es en sí un defecto agregado a la buena creación de Dios, sino ser conscientes de que la gracia de estar en salud y ventura no nos distraiga de la realidad del pecado que todos padecemos y que necesitamos curar; así como de que la prueba de estar enfermos bienaventurada es cuando nos provoca –con la paciencia y la fe– purificación del corazón.

La camilla que el paralítico cargó al levantarse se volvió una señal tangible de la presencia del Señor en su vida, presencia que no nada más cura nuestras dolencias sino que también lleva en sí la autoridad divina, dulce y consoladora, para decir:

«Hijo, tus pecados te son perdonados.»

+ Monseñor Ignacio Samaán

Nuestra Fe y Tradición

 La Unidad de la Iglesia

sinodo1La unidad de la Iglesia, no sólo la de Antioquía entre sus miles de parroquias y diócesis en todo el mundo, sino la de todos los Patriarcados, está basada en dos pilares fundamentales :El primero es que tiene una cabeza que es Cristo Resucitado (Efesios 1,22), siendo la Iglesia Su Cuerpo Místico. El otro es la unidad doctrinaria de la fe y la comunión de la Gracia, del mismo Cáliz y los mismos Sacramentos, existiendo entre ellos un permanente lazo de oración.

Nuestra fe común tiene como fuente, las Sagradas Escrituras y la Santa Tradición. Fue comentada por los Santos Padres Teólogos de la Iglesia, como San Basilio el Grande, San Juan Crisóstomo, San Gregorio el Teólogo, San Gregorio Nazianceno, San Ignacio de Antioquía, San Juan Damasceno, San Agustín, San Gregorio Palamás, y otros., y por las enseñanzas explicitadas y proclamadas en los Siete Concilios Ecuménicos de toda la cristiandad, considerados como la más alta autoridad. Estos Concilios fueron  celebrados en Nicea, Constantinopla, Efeso, Calcedonia, etc., desde el Siglo IV al Siglo VIII. En los dos primeros, Nicea año 325 y Constantinopla año 381, se estableció el Credo de nuestra fe, que cada domingo confesamos en voz alta durante la Divina Liturgia y en otros oficios.

Los Siete Concilios Ecuménicos afirmaron la pureza de la fe y la recta doctrina frente a las herejías, la veneración debida a las Sagradas Imágenes o Íconos, y la disciplina eclesiástica.

Asimismo afirmamos que la plenitud de la Iglesia es asistida por el Espíritu Santo, por lo cual la Iglesia es infalible.

Sentencias de los Padres del Desierto.

  • Decía un anciano: «El que admite en su alma deseos perniciosos, es como el que oculta el fuego entre las pajas».
  • Dijo el abad Pastor: «En el Evangelio está escrito: “El que no tenga espada que venda  su manto y compre una” (Lc. 22,36). Esto significa: “El que tenga paz que la deje y se prepare  para la lucha”». Se refería a la lucha contra el diablo.
  • Decían del abad Hor: «Nunca ha mentido, jamás hizo ningún juramento, nunca maldijo a nadie, jamás habló a nadie si no era necesario».

Boletín del 10/07/2016

 3er. Domingo después de Pentecostés

Cristo 1

Cristo ha resucitado.
 Nadie puede dudarlo porque se ha aparecido a María;
después se dejó ver por los que iban a pescar;
y se manifestó a los once Discípulos a quienes envió a bautizar,
y subió al cielo de donde descendió,
probando sus enseñanzas con muchos milagros.

Exapostelario

Tropario de la Resurrección

Tono 2

Cuando descendiste a la muerte, oh Vida inmortal,
mataste al Hades con el rayo de tu Divinidad,
y cuando levantaste a los muertos del fondo de la tierra,
todos los poderes celestiales clamaron:
¡Oh Dador de vida, Cristo Dios, gloria a Ti!

Condaquio

Tono 4

Oh Protectora de los cristianos indesairable;
Mediadora, ante el Creador, irrechazable:
no desprecies las súplicas de nosotros, pecadores,
sino acude a auxiliarnos, como bondadosa,
a los que te invocamos con fe. 
Sé presta en intervenir y apresúrate con la súplica,
oh Madre de Dios, que siempre proteges a los que te honran.

Carta del Apóstol San pablo a los Romanos (5: 1-10)

 Hermanos: Habiendo recibido de la fe nuestra justificación, estamos en paz con Dios, por nuestro Señor Jesucristo, por Quien hemos obtenido también, mediante la fe, el acceso a esta gracia en la cual nos hallamos, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. Más aún, nos gloriamos hasta en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación engendra la paciencia; la paciencia, virtud probada; la virtud probada, esperanza, y la esperanza no falla, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado. En efecto, cuando todavía estábamos sin fuerza, en el tiempo señalado, Cristo murió por los impíos —en verdad, apenas habrá quien muera por un justo; por un hombre de bien tal vez se atrevería uno a morir—; mas Dios muestra su amor para con nosotros en que, siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. ¡Con cuánta más razón, pues, justificados ahora por su sangre, seremos por Él salvos de la cólera! Pues si cuando éramos enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, ¡con cuánta más razón, estando ya reconciliados, seremos salvos por su vida!

 Evangelio según San Mateo (6: 22-33)

Dijo el Señor: «La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo es puro, todo tu cuerpo estará iluminado; pero si tu ojo es malo, todo tu cuerpo estará a oscuras. Y si la luz que hay en ti es oscuridad, ¡qué oscuridad habrá!… Nadie puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No pueden servir a Dios y al dinero. Por eso les digo: No anden preocupados por su vida, qué comerán, ni por su cuerpo, con qué se vestirán. ¿No vale más la vida que el alimento y el cuerpo más que el vestido? Miren las aves del cielo: no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros; y su Padre celestial las alimenta. ¿No valen ustedes más que ellas? Por lo demás, ¿quién de ustedes puede, por más que se preocupe, añadir un solo codo a la medida de su vida? Y del vestido, ¿por qué preocuparse? Observen los lirios del campo, cómo crecen; no se fatigan, ni hilan. Pero Yo les digo que ni Salomón, en toda su gloria, se vistió como uno de ellos. Pues si la hierba del campo, que hoy es y mañana se echa al horno, Dios así la viste, ¿no lo hará mucho más con ustedes, hombres de poca fe? No anden, pues, preocupados diciendo: “¿Qué vamos a comer?, ¿qué vamos a beber?, ¿con qué vamos a vestirnos?”, que por todas estas cosas se afanan los gentiles: ya sabe su Padre celestial que tienen necesidad de todo eso. Busquen primero el Reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas se les darán por añadidura.»

Modo de ver

«La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo es simple (puro), todo tu cuerpo estará iluminado; pero si tu ojo es malo, todo tu cuerpo estará a oscuras.»

Entonces, nos dice el Señor, que el criterio de un estado sano es la condición de nuestro ojo: malo o puro. Los judíos, por ejemplo, mientras estaban viendo la benevolencia de los milagros del Señor, lejos de admirar su misericordia, condenaron que hubiera roto con la «ley del Sábado». Su «mal ojo» no les permitía observar la bondad. Es como un vaso de agua pura que se le echa una gota de petróleo de modo que se empieza a admirarla como agua negra. Si odio a una persona, por más buenas que sean sus obras e intenciones, seguiré viéndolas con «mal ojo» y  contaminando la realidad con mis prejuicios. Y viceversa, «el amor no toma en cuenta el mal […] todo lo excusa», dice san Pablo (1Cor 13: 7).

¿Cómo adquirir el ojo «simple»?, y ¿por qué se ha contaminado nuestra visión?

La literatura ascética nos habla de las «pasiones» que son tendencias y motivos ocultos en el corazón, que adquirimos y desarrollamos por ambiente, herencia y todo lo que nos rodea día a día: rencor, calumnia, celo, egoísmo y muchos más forman las pasiones que contaminan nuestro modo de ver, y empezamos a complicarnos la vida y considerarla difícil e imposible, y al hermano como «mi infierno» (Jean Paul Sartre). Estas pasiones nos deslumbran e impiden ver la realidad aun en sus detalles más evidentes.

El primer escalón para una vista «simple y pura» es la lógica. Es ilógico que la culpa pertenezca siempre y en todo a los demás. El examen sincero bajo la luz de la razón es capaz de proporcionarme una visión crítica y audaz que me permita conocer cuándo la responsabilidad cae sobre mis hombros y cuándo sobre los del hermano. La vigilancia prudente de los movimientos de alma ante hechos determinados, activa el papel de la consciencia para discernir la realidad objetiva.

El segundo escalón —el más esencial— para obtener un ojo «puro» es el amor que «no toma en cuenta el mal» y «todo lo excusa». ¿Acaso el hombre bondadoso y espiritual es ciego para que no vea la maldad?» En realidad, éste es el más apto para advertir la mínima presencia de las pasiones. Ve la maldad pero no la considera; es decir, la ofensa del hermano no anula al hermano. No ve en el pecado del prójimo un alma condenada sino una posibilidad futura de arrepentimiento y de conciliación, tal como una madre que, si bien no está ciega a los errores y a las ofensas de su hijo, sigue amándolo, sirviéndolo y «viéndolo» como la criatura más bella: es el ojo simple y puro. Cuando presentaron a Jesús a una mujer adúltera esperando su permiso para apedrearla, Él vio en ella un alma digna, no de condenación, sino de atención: «Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más» (Jn 8:11).

¿Cómo adquirir un ojo tal? ¿Acaso es posible lograrlo en una sociedad llena de competencia y de búsqueda de autorrealización?

El paciente busca al oculista para que le recete unos lentes, y el cristiano busca la Iglesia, que le receta la palabra de Dios; la coloca siempre ante sus ojos cual lentes que purifican su vista; de aquí en adelante, cada vez más, obtendrá el «pensamiento de Cristo» (1Cor 2:16); y el prójimo ya no volverá más a ser visto como «mi infierno» sino como mi compañero en el camino de la Luz. Amén.

La oración por los difuntos

Desde siempre, el Cristianismo ha rechazado totalmente el uso de métodos y técnicas (espiritismo, magia…) para comunicarse con los muertos; sea cual fuese la meta, ejercer estos métodos significa estar sujetos a engaños satánicos y/o al oportunismo humano que se burla de nuestros sentimientos.

En cambio, la única manera conveniente y saludable para dicha comunión es la oración, donde la reunión se realiza, no en el nivel psíquico (recuerdos, fotos, sueños…) sino en el espiritual. Y se nos pregunta: ¿Cuál es la justificación para la conmemoración de los difuntos?, y ¿de qué manera puede ser útil para ellos?

Quizás las preguntas nos confundan y no podamos dar una respuesta satisfactoria; sin embargo, nuestra auténtica fe nos enseña que el amor mutuo es el que justifica y, más aún, nos exhorta a orar por nuestros queridos difuntos. Es lo mismo con los vivos: no podemos explicar cómo nuestra súplica ayuda al prójimo, pero sabemos por experiencia que ésta es eficaz y así la practicamos. La acción de la oración, sea ofrecida por vivos o por muertos, es mística; no podemos sondear la influencia entre la eficacia de la oración, la libre voluntad de una persona y la misericordia de Dios. Nos basta saber que ellos necesitan de nuestro apoyo y que, cuando oremos por ellos, su amor a Dios aumenta; por lo demás, dejémoslo al Señor.

Rechazar la oración por los difuntos es un pensamiento frío que contradice el amor. Nuestra esperanza de que ellos viven en la misericordia de Dios, nos hace desear que nuestro amor hacia ellos sea incorporado a la Divina Misericordia: “Haz descansar las almas de tus siervos en un lugar de paz donde no hay dolor ni tristeza sino vida eterna.”

Su Eminencia Antonio es festejado en Líbano

El pasado sábado 2 de Julio en Líbano  el grupo Encuentro Ortodoxo (Liqqa el Ortodoxi) organizó un festejo en honor a Su Eminencia Antonio Chedraoui por su aniversario 50 de Episcopado, llevado acabo en el hotel central Dhour el Chweir.

Declaración de la Secretaría del Santo Sínodo de Antioquía

Emitida el lunes, 27 de junio de 2016

Al finalizar la séptima Sesión Extraordinaria, sesión que se inició el 25 de mayo de 2016, el Santo Sínodo de Antioquía realizó su última reunión el 27 de junio de 2016, en la residencia patriarcal en Balamand (Líbano). Dicha reunión fue presidida por Su Beatitud el Patriarca Juan X, contando con la participación de los jerarcas de la Santa Sede de Antioquía.

Los jerarcas felicitaron a sus hijos con motivo de la fiesta de los Santos Pedro y Pablo, los corifeos y gloriosos Apóstoles y cofundadores del Patriarcado de Antioquía. Esta Sede es el lugar donde a los discípulos se los llamó cristianos por primera vez, y donde sus hijos siguen siendo testigos del Señor resucitado, especialmente en nuestra querida Antioquía, en la martirizada Siria, en el sufriente Líbano, en el herido Irak, y en todos los países del Golfo árabe, como así también en todas las Arquidiócesis del continente americano, de Australia y de Europa. Los jerarcas recordaron a su hermano el Metropolita Pablo (Yazigi) y al Arzobispo de Alepo el Metropolita Youhanna (Ibrahim) secuestrados desde hace más de tres años, en medio del desinterés explícito de todo el mundo. Tanto ellos como el resto de los secuestrados, permanecen constantemente presentes en las oraciones y en las súplicas de los fieles y del testimonio diario de la Iglesia. Los jerarcas ruegan por el descanso en paz de las almas de todos los mártires, por ser llamados cristianos, pidiéndoles a su vez sus oraciones ante el trono divino, para que Dios fortalezca a su Iglesia y dé a sus hijos la fuerza y la sabiduría para dar un testimonio pleno, aquí y ahora, del Señor resucitado de entre los muertos.

Los jerarcas debatieron el tema del Gran Concilio Ortodoxo, que la Iglesia Ortodoxa estaba preparando desde hace más de cincuenta años. La Iglesia de Antioquía pidió postergar la convocatoria de este Concilio, con el fin de fortalecer la unidad Pan-ortodoxa, de asegurar la unanimidad en las cuestiones discutibles de su orden del día, y que las condiciones eclesiológicas permitan la participación de todas las Iglesias ortodoxas autocéfalas.

Considerando que la solicitud de Antioquía de postergar el Concilio, junto con las solicitudes de las Iglesias de Rusia, de Bulgaria y de Georgia, no fueron aceptadas, y que, contrariamente a lo que estaba previsto desde el inicio de que el Concilio sea un Concilio Pan-ortodoxo, fue convocado en ausencia de cuatro Iglesias Autocéfalas que representan más de la mitad de los fieles ortodoxos en el mundo;

Considerando que la convocatoria a esta reunión ignoró la necesidad de asentar la conciliaridad ortodoxa sobre la base de la comunión eucarística total entre las Iglesias, la cual es la base para la realización de esta conciliaridad, especialmente al hacer caso omiso de buscar una solución a la agresión del Patriarcado de Jerusalén sobre la jurisdicción canónica del Patriarcado de Antioquía antes de la convocatoria del Concilio, debido a una decisión tomada por el Patriarcado Ecuménico de postergar la negociación hasta después del Concilio;

Considerando que los anuncios y declaraciones emitidos por los participantes, injustamente culparon a las Iglesias ausentes, en vez de culpar la parte que lideraba la etapa preparatoria,
Y después de examinar la atmósfera, las declaraciones y las posiciones formuladas en la reunión en la isla de Creta, y todas las falacias que circularon recientemente, los jerarcas hicieron las siguientes observaciones:

Primero: Los jerarcas afirman que el trabajo ortodoxo común se basa en la participación y la unanimidad de todas las Iglesias Ortodoxas Autocéfalas. Quieren recordar que este principio no es una posición novedosa de Antioquía, sino que es un principio ortodoxo fijo, establecido por el Patriarca Ecuménico Atenágoras, de bienaventurada y eterna memoria, al comenzar los trabajos preparatorios para el Concilio. Fue seguido por su sucesor el Patriarca Dimitrios, de bienaventurada y eterna memoria, en cuya época se formularon los reglamentos para las reuniones pre-conciliares preparatorias. Los artículos de este reglamento muestran claramente que la convocatoria a cualquier trabajo conciliar, aunque fuera sólo de una reunión preparatoria, debe realizarse a través del Patriarca Ecuménico, después de la aprobación de los Primados de todas las Iglesias, y que la toma de decisiones debe realizarse por unanimidad, por todas las Iglesias Autocéfalas antes de ser sometidas al Gran Concilio.

Segundo: Los padres recordaron que Su Santidad el Patriarca Ecuménico Bartolomé había subrayado también este principio durante las reuniones preparatorias pre-conciliares. En particular, él decidió suspender los trabajos del comité preparatorio en 1999, debido a la retirada de una de las iglesias de la reunión antes mencionada. Este asunto dio lugar a que los trabajos preparatorios del Gran Concilio fueran suspendidos por un período de diez años. ¡Los jerarcas se preguntaban cómo era posible que la ausencia de una Iglesia haya llevado a la suspensión de los trabajos preparatorios del Concilio, mientras que hoy en día algunos consideran que es permisible que el “Gran Concilio” sea convocado y tenga lugar a pesar de la ausencia de cuatro Iglesias Ortodoxas Autocéfalas!

Tercero: Los jerarcas observaron que el principio de unanimidad fue reafirmado al retomar los trabajos preparatorios del Concilio en 2009. Durante la Cuarta Conferencia preparatoria celebrada en ese mismo año, el asesor de la delegación antioquena, el Sr. Albert Laham, de eterna memoria, hizo hincapié en la necesidad de este principio en el proceso de toma de decisiones, recordando que si no hay unanimidad en un tema, el tema se devuelve al comité preparatorio para mayor estudio, como estipulan las Reglas de Procedimiento de las Conferencias Pan-ortodoxas Pre-Conciliares. En ese momento, esta propuesta fue bien recibida por todas las Iglesias participantes, incluyendo al presidente de la Conferencia. Esta propuesta condujo a tomar una decisión sobre la cuestión de la Diáspora y de las Asambleas episcopales.

Cuarto: Los jerarcas reiteran que la posición antioqueña de llamar a construir el consenso asegurando la unanimidad de todas las Iglesias Ortodoxas Autocéfalas en cuanto a los temas de la agenda, tenía como objetivo reforzar la unidad ortodoxa en la fase de preparación, según la tradición ortodoxa. La Iglesia de Antioquía no esperaba que este principio estable, lo cual sólo mencionaba para recordar, se convertiría en un tema controvertido, y que sería desafiado por los que originalmente lo establecieron y lo defendieron como una garantía de la unidad ortodoxa. Esta unidad no puede lograrse si alguna de las Iglesias queda excluida del proceso de toma de decisiones, o si sus proposiciones quedan ignoradas. Aquí, nos gustaría mencionar el hecho de que la Reunión de los Primados de las Iglesias, celebrada en enero de 2014 afirmó este principio cuando se decidió que todas las decisiones tomadas durante el Concilio y el período de preparación deberán ser tomadas por consenso. Los jerarcas se preguntan ¿cómo se puede lograr este consenso con la no aceptación de la Iglesia de Antioquía de las decisiones tomadas en la mencionada Reunión (2014) y en la Reunión en Chambésy (2016)? ¿Cómo se podría lograr este consenso en Creta, en ausencia de cuatro Iglesias Ortodoxas?

Quinto: Los jerarcas reafirman que la posición antioqueña de solicitar la postergación de la convocatoria del Gran Concilio, en caso de falta de unanimidad sobre sus temas, no era una nueva posición. La Iglesia de Antioquía ha expresado con claridad su posición a lo largo de todas las fases del trabajo de preparación del Concilio durante los últimos dos años. Esta posición estaba de acuerdo con el rol que Antioquía tenía, de no ignorar a ninguna Iglesia Ortodoxa Autocéfala en el trabajo ortodoxo común. Por lo tanto, todo lo que fue publicado en los medios de comunicación acerca de la aceptación implícita de la Iglesia de Antioquía de participar en el Concilio era incorrecto, y todos los análisis sobre las dimensiones políticas de la ausencia de Antioquía de la reunión de Creta permanecen como un análisis político totalmente falso. La aceptación de Antioquía por “economía” a participar en los trabajos preparatorios no significa una concesión por parte de ella, acerca de las posiciones mencionadas anteriormente. Más bien, su participación fue un esfuerzo para eliminar todos los obstáculos que interferían, y siguen interfiriendo, en la convocatoria del Concilio.

Sexto: Los jerarcas fueron sorprendidos por las posiciones de algunas Iglesias que recientemente han llamado a eludir el principio de unanimidad, o a cambiar la interpretación de este principio de una manera diferente a la establecida por las reglas de Procedimiento de las Conferencias Pan-ortodoxas Pre-Conciliares, adoptadas en 1986, y firmadas por todos los representantes, y que fueron utilizadas por consiguiente, durante la Quinta Conferencia preparatoria celebrada en octubre de 2015. También se quedaron sorprendidos por todas las declaraciones recientes acerca de que la convocatoria del Concilio en la fecha especificada es más importante que la conciliaridad de la Iglesia y Su unidad. En este sentido, la Iglesia de Antioquía quiere agradecer a todas las Iglesias que avalaron su posición legítima, especialmente a las Iglesias de Rusia, de Georgia, de Bulgaria y de Serbia.

Séptimo: Los jerarcas quieren recordar, a sus hermanos reunidos en Creta, el artículo 17 del Reglamento interno de las Conferencias Pan-ortodoxas Pre-Conciliares adoptado en 1986, que considera que, “en caso de que un asunto específico, discutido durante la conferencia, no sea aceptado por unanimidad, la decisión al respecto se abandona y se transfiere a la Secretaría de la reunión preparatoria pre-conciliar para su estudio y preparación de acuerdo con el procedimiento conocido a nivel pan-ortodoxo”. Asimismo, el contenido del artículo 4 de las mismas reglas de Procedimiento establece que “no se permite quitar ni añadir ningún tema que no se encuentre en el listado de temas que fueron preparados y acordados a nivel Pan-ortodoxo, por lo menos hasta después de que termine su estudio. Después de esto, se convoca el Gran y Santo Concilio”. Los jerarcas se preguntan cómo se pudo emitir el llamado a convocar al Gran Concilio antes de completar el trabajo preparatorio sobre los temas del orden del día: dos Iglesias que tienen reservas sobre el documento “El matrimonio y sus impedimentos”, y ante la negativa de la Iglesia antioqueña de sacar tres temas principales de la Agenda: el Calendario eclesiástico; el orden de las Iglesias (Díptica); y la Autocefalía (de una Iglesia) y el modo de su proclamación.

Octavo: Los jerarcas hacen hincapié en que, frente a la realidad conocida que vive el mundo ortodoxo, como resultado de la reunión de Creta, la unanimidad de las Iglesias Ortodoxas sigue siendo el fundamento de oro para asegurar la unidad del mundo ortodoxo. Los jerarcas consideran que este fundamento es, y seguirá siendo, la base sólida sobre la cual las repercusiones de la reunión de Creta podrían superarse.

Noveno: En cuanto a algunas de las voces que han considerado a la reunión de Creta como a un Concilio Ecuménico celebrado de acuerdo a sus propios principios, los jerarcas quisieran recordarles que, desde principios del siglo XX, las Iglesias Ortodoxas decidieron sustituir el título de “Concilio Ecuménico” por el título de “Concilio Pan-ortodoxo”. La agenda y los reglamentos de trabajo de este último fueron establecidos por la reunión celebrada en Rodas en 1961. El trabajo preparatorio se ha mantenido durante casi cinco décadas y media. Las Iglesias se pusieron de acuerdo, debido al carácter extraordinario de este Concilio Pan-ortodoxo, que todos los obispos en el mundo ortodoxo estén presentes en él, como la tradición ortodoxa requiere, y que todas sus decisiones se tomen con el consenso de todas las Iglesias Autocéfalas sobre la base de un voto por cada Iglesia Autocéfala. Este proceso refuta cualquier pretensión de considerar a la reunión de Creta como Concilio Ecuménico, regida por los reglamentos de un Concilio Ecuménico. También este proceso obliga a sus participantes a respetar las reglas apropiadas de Procedimiento, en caso de querer considerarlo como Concilio Pan-ortodoxo. Este asunto no se realizó por las razones antes mencionadas.

Por lo tanto, los jerarcas del Santo Sínodo de Antioquía señalaron que la reunión de Creta ni siquiera tiene las condiciones necesarias para convocar a la conferencia pre-conciliar del Gran Concilio, y esto de acuerdo con las Reglas de Procedimiento de las Conferencias Pan-ortodoxas Pre-Conciliares, aprobadas en 1986, y que siguen siendo válidas hasta la fecha. Estas Reglas de Procedimiento establecen que la convocatoria a esta conferencia requiere la aprobación de los Primates de todas las Iglesias locales Ortodoxas (artículo segundo), y que la toma de decisiones durante la misma debe llevarse a cabo por la unanimidad de todas las Iglesias Ortodoxas Autocéfalas (artículo dieciséis), condiciones que no se han cumplido en la reunión de Creta.

Los jerarcas del Santo Sínodo decidieron, por unanimidad, lo siguiente:

1. Considerar la reunión de Creta como una reunión preliminar hacia el Concilio Pan-ortodoxo, por lo tanto, considerar sus documentos como no definitivos, pero abiertos a la discusión y a la modificación al convocar el Gran Concilio Pan-ortodoxo, en presencia y participación de todas las Iglesias Ortodoxas Autocéfalas.

2. Rechazar la asignación de carácter conciliar a cualquier reunión ortodoxa que no involucre a todas las Iglesias Ortodoxas Autocéfalas, y subrayar que el principio de la unanimidad sigue siendo la base fundamental para las relaciones ortodoxas en común. Por lo tanto, la Iglesia de Antioquía rechaza que la reunión de Creta se llame “Gran Concilio Ortodoxo” o “Gran y Santo Concilio”.

3. Afirmar que todo lo que se publicó en la reunión de Creta, sean decisiones u otros aspectos, no vinculan, de ninguna manera, al Patriarcado de Antioquía y todo Oriente.

4. Encomendar al “Comité de seguimiento de los asuntos del Concilio” la tarea de estudiar los resultados y las consecuencias de la reunión de Creta y elevar un informe detallado al Santo Sínodo de Antioquía en su próxima reunión.

5. Enviar una carta sobre la decisión del Santo Sínodo de Antioquía a todas las Iglesias Ortodoxas Autocéfalas, como así también a las autoridades civiles y religiosas en el extranjero.

6. Hacer un llamado a todos los fieles a acompañar a los jerarcas del Santo Sínodo de Antioquía a orar por la preservación y la manifestación total de la unidad del testimonio cristiano ortodoxo en el mundo de hoy.

N.B.: El texto original en árabe es el único texto vinculante en cualquier caso (http://antiochpatriarchate.org/…/%D8%A8%D9%8A%D8%A7%D…/1448/)

Boletín del 03/07/2016

2°. Domingo después de Pentecostés

duccio081

Cuando las Mirróforas vieron la piedra removida, 
se alegraron porque vieron a un joven sentado
en el sepulcro que les dijo:  Cristo resucitó;
decid a los Apóstoles y a Pedro:  Corran al monte de Galilea,
allá donde se les aparecerá a vosotros, 
oh amados, tal como antes lo había dicho.
                                                                                      Exapostelario

Himnos de la Liturgia

Tropario de la Resurrección

Tono 1

audio27Cuando la piedra fue sellada por los judíos y
tu purísimo cuerpo fue custodiado por los guardias,
resucitaste al tercer día, oh Salvador,
concediendo al mundo la vida. Por lo tanto,
los poderes celestiales clamaron a Ti:  Oh Dador de Vida,
Gloria a tu Resurrección, oh Cristo, gloria a tu Reino,
gloria a tu plan de salvación, oh Único, Amante de la humanidad.

Condaquio general

Tono 4

Oh Protectora de los cristianos indesairable; 
Mediadora, ante el Creador, irrechazable:
no desprecies las súplicas de nosotros, 
pecadores, sino acude a auxiliarnos, 
como bondadosa, a los que te invocamos con fe. 
Sé presta en intervenir y apresúrate con la súplica,
oh Madre de Dios, que siempre proteges a los que te honran.

Lecturas Bíblicas

Carta del Apóstol San Pablo a los Romanos (2: 10-16)

Hermanos: Gloria, honor y paz a todo el que obre el bien; al judío primeramente y también al griego; que no hay acepción de personas en Dios.

Pues cuantos sin ley pecaron, sin ley también perecerán; y cuantos pecaron bajo la ley, por la ley serán juzgados; que no son justos delante de Dios los que oyen la ley, sino los que la cumplen: ésos serán justificados (pues cuando los gentiles que no tienen ley cumplen naturalmente la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos; los cuales muestran la obra de la ley escrita en su corazón, como se lo atestigua su conciencia y sus diferentes juicios que ya los acusan, ya los defienden), en el día en que Dios juzgará los secretos de los hombres por Cristo Jesús, según mi Evangelio.

Evangelio según San Mateo (4: 18-23)

En aquel tiempo, mientras Jesús caminaba por la ribera del mar de Galilea, vio a dos hermanos: Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés echando la red en el mar, pues eran pescadores, y les dijo: «Vengan conmigo, y los haré pescadores de hombres.» Y ellos al instante, dejando las redes, lo siguieron. Más adelante, vio a otros dos hermanos, Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan, que estaban en la barca con su padre Zebedeo arreglando sus redes; y los llamó. Ellos, al instante, dejaron la barca y a su padre, y lo siguieron.

Recorría Jesús toda Galilea enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y curando toda enfermedad y toda dolencia del pueblo.

Mensaje Pastoral

“Vengan en pos de mí y los haré pescadores de hombres”

Homilía de Monseñor Pablo Yazigi, Arzobispo de Alepo

¿Acaso aquel que conoce a Jesús puede permanecer siendo un simple pescador? ¿Acaso nosotros los cristianos, después de haber encontrado el rostro del Redentor y Salvador, podemos quedarnos en nuestras profesiones como si fuéramos hechos nada más que para ellas? ¿Acaso el ojo que ha visto realmente a Jesucristo puede seguir siendo ciego ante el apostolado más sublime y ante una meta de los hombres que ninguna verdad puede ser más verídica que ella?

Estamos frente al llamado que Jesús dirige a sus cuatro primeros discípulos. Estos habían encontrado a Jesús, según san Juan el Evangelista (1:35), cuando Jesús llamó a Simón como “Pedro”, y así lo conocieron. Antes de este llamado decisivo al apostolado, Jesús había entrado en la vida cotidiana de sus discípulos, y había bendecido la pesca milagrosa que tuvo Simón, después de que este se había cansado toda la noche sin éxito hasta que lanzara nuevamente sus redes, según la palabra de Jesús (Lc 5:1-11). Desde entonces, Jesús llamó a Pedro para convertirse en pescador de hombres.

En la historia de la salvación, Dios no se dirigió a la gente sino a través de algunos de los que aceptaron su llamado para convertirse en pescadores de hombres, a través de aquellos que utilizaban redes -cualquiera fuera la naturaleza de estas- para que pescaran a la gente a Jesús. Y las páginas más bellas de la Biblia, son las que cuentan las bodas entre Dios, novio de todo ser humano, y aquellos que le seguían. ¡Cuán hermosa es aquella boda cuando Dios llamó a Moisés en la zarza, o cuando llamó a Isaías en el templo, y ahora al llamar a los pescadores, y luego al llamar a Pablo en las puertas de Damasco! Más bien, ¡cuán hermosas son estas almas que, después de haber conocido al Señor y oído su llamado, dejaron sus redes, su padre, su barco, y de pronto lo siguieron a Jesús!

No hay obligación en el llamado de Jesús, porque Él quiere a aquella gente que adora a Dios en espíritu y verdad. Quien está llamado puede siempre aceptar el llamado o rechazarlo. Por lo tanto, nos incentiva a seguir a Jesús tanto la aceptación de Abraham como el arrepentimiento de Pablo, por un lado, y por otro lado, nos alerta el rechazo de los invitados a la boda en una de las parábolas del Señor.

A estos adoradores en espíritu y verdad, deseamos emular. ¿Cuántas personas leyeron la Palabra de Dios y escucharon hablar de la meta transcendental de la humanidad, y encontraron en ella el llamado de Dios al apostolado y la evangelización? No cabe duda de que todo aquel que recibe la Palabra la ofrecerá también, pues gratis recibimos, gratis damos. El secreto de la dulzura del Señor es su abundancia, y el secreto del aroma de la Palabra es su perfume. Quien saboreó al Señor y lo ha enterrado en su interior es engañado, porque el Señor nos habla para enviarnos al mundo, pues el amor siempre se dirige al otro. Quien lee la Palabra de Dios y la ama de verdad, es imperativo que le encante predicarla. ¿Me quieres, Pedro? Es que si me amas, tu amor debe incentivarte a pastorear mis ovejas. Esto es el primer aspecto del llamado divino. Conlleva la verdad del apostolado, pues el amor de Dios es abundancia.

El segundo aspecto del llamado del evangelio es la profunda transformación que transcurre en el fuero interno del ser humano. Como el llamado divino se dirige a la profundidad de la conciencia humana, no sólo a las circunstancias externas, sino incluso en el fondo de su corazón, entonces, lo transforma en otra persona. El llamado divino no cambia en la vida de la

persona sus circunstancias humanas tal como abandonar su familia, profesión o redes, más bien transforma en él su amor, su corazón y su meta. El solo hecho de que el Señor reemplaza la palabra pescador de peces en pescador de hombres es una confirmación de ello.

“Vengan en pos de Mí y los haré pescadores de hombres”. Es Cristo quien llama: “Vengan en pos de mí”, y es Cristo quien transforma: “Los haré…” Cristo reemplaza la meta de los trabajos y de las profesiones cuando da al pescador una nueva pesca: la gente en lugar del pescado. Cristo confirma que la meta ideal y última de cada profesión, es la gente. Pues, Su llamado optimiza todo.

Dios nos envía a la gente, y esto requiere a veces alejarse de ellos o dejarlos, pero, en fin, nos envía a ellos. El Señor no quiere extraernos del mundo, sino cuidarnos del mundo. La sal se preserva para salar, la luz está puesta en alto para iluminar, y el cristiano es enviado al mundo para evangelizar.

Dejar las redes y los barcos es posible cuando seguimos a Jesús dejando nuestra profesión y consagrándonos totalmente a Él, pero también esto es posible cuando ponemos nuestra profesión a Su servicio. El objetivo del llamado es la misión. El apóstol es quien transmite la Buena Nueva, y el hecho de abandonar la profesión o perfeccionarse en ella ha de ser sujeto a este apostolado.

Cristo nos llama, y el llamado requiere de una persona valiente y generosa que responde al amor con una aceptación. La aceptación nos transforma, y este cambio puede llevarnos a dejar nuestras profesiones. Pero también nos puede llevar a utilizarlas al servicio del Señor. Dejar no significa abandonar. Lo que se necesita es pescar a la gente. El cristiano no tiene otra opción que escuchar el llamado “Vengan en pos de mí”, pues este llamado es para todos. Sin embargo, el cristiano puede elegir, y muchas son las opciones en elegir las redes adecuadas para sí mismo en vista de pescar a la gente a Cristo. Amén.

Nuestra Fe y Tradición

Ángeles (Todas las cosas visibles e invisibles).

descargaAdemás de la creación física y visible, existe también un mundo invisible creado por Dios. A veces la Biblia se refiere a él como “los cielos” y a veces como aquello que está “arriba de los cielos”. Sea lo que sea su descripción simbólica en la Sagrada Escritura, el mundo invisible definitivamente no forma parte del universo material, físico. No está situado en el espacio; no tiene dimensiones físicas. Y entonces no puede ser localizado, y no ocupa ningún “lugar” que pueda ser alcanzado después de un viaje  entre las galaxias  del universo físicamente creado.

Sin embargo, el hecho de que el mundo invisible y creado sea puramente espiritual y no pueda ser encontrado en un mapa del mundo material creado, no hace que sea menos real o que no exista  verdaderamente. La creación invisible existe como algo diferente, distinto al mundo creado visible y, por supuesto, totalmente diferente a la existencia absolutamente super-divina y no-creada del Dios no-creado.

La realidad creada invisible está constituida de  los ejércitos de los poderes incorpóreos, que generalmente se llaman (y más bien incorrectamente) los Ángeles.

Los ángeles (que literalmente significa “mensajeros”), son, estrictamente hablando, solo una de las órdenes entre los poderes incorpóreos del mundo invisible.

Según las Sagradas Escrituras y la Tradición Ortodoxa, existen nueve órdenes de los poderes incorpóreos o Ejércitos (Sabaoth significa “ejércitos” o “coros” u “órdenes” ). Existen ángeles, arcángeles, principados, potestades, virtudes, dominios, tronos, querubines y serafines. Estos dos últimos son descritos como ofreciendo gloria y adoración continua a Dios con la incesante y eterna proclamación: Santo!, Santo!, Santo! (Isaias 6, 3; Apocalipsis 4, 8). Los dominios, tronos, virtudes, potestades y principados, no son muy conocidos de los hombres, mientras que los ángeles y arcángeles se conocen como trabajadores activos, guerreros y mensajeros del Señor en el mundo. Así, los ángeles y arcángeles luchan contra el mal espiritual, y median entre Dios y el mundo. Aparecen a los hombres en variadas formas en el Antiguo Testamento y en el Nuevo Testamento, tanto como en la Vida de la Iglesia. Los ángeles son portadores del poder y la presencia de Dios, y son mensajeros de Su palabra para la salvación del mundo. Los ángeles que son mejor conocidos son Gabriel (cuyo nombre significa “hombre de Dios”), que es el portador de la buena nueva del Nacimiento de Cristo (Daniel 8, 16; 9, 12; Lucas 1, 19, 26), y Miguel (que quiere decir “aquel que es semejante a Dios”) cabeza de los ejércitos espirituales de Dios (Daniel 11, 13; 12, 1; Judas 9; Apocalipsis 12, 7).

Generalmente las apariencias de los poderes incorpóreos  se describen a los hombres de una manera física (“de seis alas e innumerables ojos”; o en la “forma de un hombre”). Sin embargo, se debe entender claramente que estas  son descripciones simbólicas solamente. Por naturaleza y definición los ángeles no tienen cuerpos y no poseen propiedad material de ningún tipo. Son seres estrictamente espirituales.

Vida de Santos

Santos Pedro y Pablo, apóstoles

29 de junio

La tradición enseña que la Iglesia de Antioquía fue fundada por San Pedro el Apóstol en el año 34 (Hechos 2:26) y por Pablo acompañado
Ortodoxos Apóstoles San Pedro y San Pablo 001 de Barnabas que predicaron allí a los Gentiles y a judíos que eran numerosos en la ciudad.

En Antioquía se desarrollo un conflicto dentro de la Iglesia entre Pedro y Pablo. Era sobre la necesidad o no de circuncisión de los Gentiles conversos a la Cristiandad. La resolución de este conflicto fue en el Concilio de Jerusalén bajo Santiago el Apóstol, se determinó la importancia de la misión de Antioquía a los Gentiles y la naturaleza dinámica de esa comunidad en su trabajo misionero. De Antioquía Pablo y Barnabas partieron para sus grandes jornadas misioneras a las tierras Gentiles. (Hechos 13:1). Y en Antioquía se les llama por primera vez cristianos a los seguidores de Jesús. (Hechos 11:26)

Solemnidad de san Pedro y san Pablo, apóstoles. Simón, hijo de Jonás y hermano de Andrés, fue el primero entre los discípulos que confesó a Cristo como Hijo de Dios vivo, y por ello fue llamado Pedro. Pablo, apóstol de los gentiles, predicó a Cristo crucificado a judíos y griegos. Los dos, con la fuerza de la fe y el amor a Jesucristo, anunciaron el Evangelio en la ciudad de Roma, donde, en tiempo del emperador Nerón, ambos sufrieron el martirio: Pedro, como narra la tradición, crucificado cabeza y Pablo, degollado En este día, su triunfo es celebrado por todo el mundo con honor y veneración.

Sentencias de los Padres del Desierto

  • El abad Agatón dijo: «El hombre irascible, aunque resucite muertos, no agrada a Dios por causa de su ira».
  • El abad Teodoro decía: «Muchos eligen descansar aquí abajo, antes de que Dios le conceda el descanso».
  • Dijo el abad Pastor: «No vivas en un lugar donde veas que existen algunos que te tienen envidia. No harás allí ningún progreso en la virtud.

Boletín del 26/06/2016

Domingo de Todos los Santos

icono de todos los santos

Coronemos con cánticos al Bautista y Precursor,
a los Apóstoles, Profetas y Mártires;   Archisacerdotes,
Ascetas, mujeres amantes de Dios 
y a todos los justos junto con los coros angélicos,
pidiendo que, por sus ruegos,
alcancemos la gloria que han obtenido,
gloria que brota de Cristo Salvador.
                                                                                         Exapostelario

Himnos de la Liturgia

Tropario de Resurrección

Tono 8

audio27Descendiste de las alturas, oh Piadoso, 
y aceptaste el entierro de tres días
para librarnos de los sufrimientos.
Vida y Resurrección nuestra, oh Señor, gloria a ti.

Tropario Domingo de todos los Santos

Tono 4

audio27Oh Cristo Dios, tu Iglesia, adornada
con la sangre de tus mártires de todo el mundo,
como si fuera con fino lino y púrpura,  por ellos,
te ruega diciendo: envía tu piedad sobre tu pueblo,
otorga al mundo la paz, y a nuestras almas la gran misericordia.

Condaquio del Domingo de todos los Santos

Tono 8

Oh Sembrador de la creación, el universo te ofrece,
como primicias de la naturaleza, a los Mártires,
Portadores de Dios;  por cuyas súplicas y
las de la Madre de Dios, conserva a tu Iglesia
en profunda paz, oh Señor Todo Misericordia.

Lecturas Bíblicas

Carta del Apóstol San Pablo a los Hebreos (11: 33 – 12:2)

Hermanos: Los Santos, por la fe, sometieron reinos, hicieron justicia, alcanzaron las promesas, cerraron la boca a los leones; apagaron la violencia del fuego, escaparon del filo de la espada, sacaron fuerzas de la debilidad, se hicieron valientes en la guerra, rechazaron ejércitos extranjeros; las mujeres recobraron resucitados a sus muertos. Unos fueron torturados, rehusando la liberación por conseguir una resurrección mejor; otros soportaron burlas y azotes, y hasta cadenas y prisiones; apedreados, torturados, aserrados, muertos a espada; anduvieron errantes cubiertos de pieles de ovejas y de cabras; faltos de todo; oprimidos y maltratados, ¡hombres de los que no era digno el mundo!, errantes por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas de la tierra. Y todos ellos, aunque alabados por su fe, no consiguieron la promesa. Dios tenía ya dispuesto algo mejor para nosotros, de modo que no llegaran ellos sin nosotros a la perfección.

Por tanto, también nosotros, ya que tenemos en torno nuestro tan gran nube de testigos, sacudamos todo lastre y el pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, fijos los ojos en Jesús, autor y consumador de la fe.

Evangelio según San Mateo (10:32-33;37-38;19:27-30)

Dijo el Señor a sus discípulos: «Por todo aquél que se declare por Mí ante los hombres, Yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos; pero a quien me niegue ante los hombres, le negaré yo también ante mi Padre que está en los cielos. El que ama a su padre o a su madre más que a Mí, no es digno de Mí; el que ama a su hijo o a su hija más que a Mí, no es digno de Mí. El que no toma su cruz y me sigue detrás, no es digno de Mí.»

Entonces Pedro, tomando la palabra, le dijo: «He aquí que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué recibiremos, pues?» Jesús les dijo: «Yo les aseguro, que en la regeneración, cuando el Hijo del hombre se siente en su Trono de gloria, ustedes que me han seguido se sentarán también en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel. Y todo aquél que haya dejado casa, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o hacienda por mi Nombre, recibirá el ciento por uno y heredará vida eterna. Pero muchos primeros serán últimos y muchos últimos, primeros.»

Mensaje Pastoral

Alas de santidad

La semana pasada hemos celebrado Pentecostés, hemos inclinado la cabeza y doblado las rodillas ante la acción del Espíritu Santo que desciende sobre los Apóstoles y sobre toda la Iglesia. Hoy, el primer domingo después de Pentecostés, celebramos la reacción del hombre ante dicha acción, celebramos la santidad como el fruto del descenso del Espíritu Santo sobre los fieles: es el Domingo de Todos los Santos.

La Santidad es la meta de la vida cristiana y la voluntad de Dios para con nosotros (1Tes 4:3), por lo que las lecturas bíblicas que la Iglesia establece para el día de hoy nos enseñan dos alas indispensables para elevarnos en esta dignidad.

«Ya que tenemos en torno nuestro tan gran nube de testigos (los santos), sacudamos todo lastre y el pecado que nos asedia, y corramos PadresdelaIglesia01 con  fortaleza la prueba que se nos propone, fijos los ojos en Jesús», dice san Pablo en la Epístola de hoy (Heb 12:1-2). Entonces la lucha es la primera ala. Los santos no han logrado la vida virtuosa sin fatigas y sudor, sin caídas y penitencia, sin dolores y consuelos. San Antonio el Grande enfatiza: «Nadie entra el Reino de los Cielos sin pruebas». Esto es opuesto a la religiosidad Light que la era nos sugiere, según la cual no hay necesidad más allá de unas fantasías de tendencia psíquica que acarician nuestro sistema emocional, mientras nos dejamos llevar por lo natural de la vida mundana descuidando la caridad y desenfrenando la rebeldía del instinto. San Pablo nos advierte del peso del pecado (sacudamos todo lastre); entonces la dejadez descrita arriba necesariamente nos llevaría conforme a la gravedad del siglo presente. En cambio, la vigilia y la lucha constantes son capaces de crear en nosotros una gravedad nueva y celestial, y ésta es la segunda ala de la santidad:

«El que ama a su padre o a su madre más que a Mí, no es digno de Mí; el que ama a su hijo o a su hija más que a Mí, no es digno de Mí», dice la lectura evangélica de hoy. Cuando observamos estas palabras del Señor, quizás opinamos que son duras, como si nos estuviera proponiendo escoger uno de dos afectos; sin embargo, Pedro, quien dijo «he aquí que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido», no se apartó de su familia ni descuidó a su suegra cuando ésta se enfermó (Lc4: 38-39); el Señor mismo, en la boda de Caná de Galilea, obedeció a su madre y efectuó el milagro aunque no era un momento oportuno –«aún no ha llegado mi hora» (Jn 2:4)–;  y con todo y la grandeza de su Pasión, no dejó de preocuparse por su Madre y se la encargó a su discípulo amado (Jn 19:26). Cuado el Señor dice: «El que ama a su padre o a su madre más que a Mí, no es digno de Mí», nos ilustra una imagen según cuya semejanza debe ser nuestra relación con Dios, nuestra religiosidad. Cuando la madre padece algún malestar, la atención de sus hijos no es un deber familiar o social sino una reacción de un amor filial sincero; y cuando el hijo está feliz, los sentimientos de los padres no se explican con ninguna regla secular. Del mismo modo, la relación con Dios, Padre nuestro, no se identifica con deberes u obligaciones sino con amor verdadero que crece día a día y supera aun el cariño natural hacia los de la casa. Este amor progresivo e ilimitado no se logra sino con la convivencia: ¿cómo amarlo sin convivir con Él? La lectura bíblica y la vida espiritual y sacramental procuran, en el fondo, estar en una convivencia tal que produce amor sincero hacia Dios; es la nueva gravedad que hace suave el yugo y ligera la carga (Mt 11:30).

Una vez el Señor platicaba con la muchedumbre acerca del camino de la vida cristiana, la mayoría se escandalizó por la dureza de sus palabras y lo dejó, entonces Él preguntó a sus discípulos más allegados si querían ellos también retirarse. Pedro le contestó: «Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.» (Jn 6:68)

La lucha sin amor activo a Dios se vuelve una rutina agobiante y sin sentido, y la devoción y la emoción sin lucha que nos preserva en la vigilia se entibian y desvanecen; pero cuando las dos alas se acompañan, atraen al hombre hacia la nube luminosa de los santos. Entonces ninguna fuerza o dificultad sería capaz de llevarlo por otro camino, porque diría con Pedro y con todos los santos: «Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.» Amén.

Nuestra Fe y Tradición

Los Santos

icono de todos los santos“Los Santos” La doctrina de la Iglesia se encarna en la vida de los creyentes verdaderos, los santos. Los Santos son aquellos que literalmente comparten la Santidad de Dios. “Sed Santos, porque Yo, vuestro Dios,  soy Santo” (Levítico 11, 44; I Pedro 1, 16) Las vidas de los Santos atestiguan la autenticidad y la verdad del Evangelio Cristiano, don verdadero de la Santidad de Dios a los hombres.

En la Iglesia existen diferentes clases de Santos. Además de los Santos padres quienes son glorificados específica y especialmente por sus enseñanzas, hay otros tipos de santos según los aspectos particulares de su santidad.

 Así es que se encuentran los apóstoles quienes son enviados para proclamar la fe cristiana, los evangelistas quienes específicamente anuncian y escriben los evangelios, y los profetas que son directamente inspirados para hablar la Palabra de Dios a los hombres. Están los confesores quienes han sufrido por la fe y los mártires quienes mueren por la fe. Están las llamadas “personas santas”, santos que fueron monjes o monjas; y los “justos”, santos de entre los laicos.

Además, los libros litúrgicos tienen un  titulo especial para los santos que eran del clero y otro título especial para los que fueron monarcas o jefes de estado. También hay una clasificación extraña que se denomina a los “locos o insensatos por causa de Cristo”. Estos son aquellos santos que atestiguaron al Evangelio Cristiano del Reino de los Cielos mediante su total despreocupación  por aquellas cosas que generalmente las personas consideran necesarias: ropa, comida, dinero, casa, seguridad, reputación pública, etc. Reciben su nombre de la frase del Apóstol Pablo:”Nosotros somos insensatos por Amor de Cristo” (I Cor. 4, 10; 3, 18)

Por lo general, no es difícil distinguir en las vidas de los Santos entre los elementos definitivamente verdaderos,  y los detalles y adornos que fueron agregados en el espíritu de piedad y entusiasmo en épocas posteriores.  Se debe hacer el esfuerzo necesario para discernir cuál es la verdad esencial en las vidas de los santos. Sin embargo, el hecho de que elementos naturales de la naturaleza milagrosa fueran agregados a las vidas de los santos durante la Edad Media con el objetivo de educar, entretener e incluso hasta divertir, no debe llevarnos a la conclusión que todo lo milagroso que encontramos en las vidas de los santos es inventado por algún motivo literario o moralizante. Por el contrario, se debe insistir que una lectura atenta de las vidas de los santos casi siempre revelará lo que es auténtico y verdadero en lo milagroso. Además, como ya hemos dicho, y con razón, podemos también aprender casi tanto acerca del verdadero significado del cristianismo de las leyendas de los santos producidas dentro de la Tradición de la Iglesia como de las mismas vidas auténticas.

Frases Bíblicas

  • Sed santos como el Padre celestial es santo.  (Mt. 5: 48)
  • Esta es la voluntad de Dios: vuestra santificación.  (1 Tes 4: 3)
  • Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en Él antes de la fundación del mundo, para que fuéramos santos y sin mancha delante de Él. (Ef 1: 3-4)
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