El texto está tomado del libro de Lydia Kesich, Tesoros de la Ortodoxia, Trad. Christine F. de Conte, editado por nuestra Arquidiócesis, México D.F.1997. Pág. 13-20
Los colores vivos y profundos, la iconografía distintiva y la belleza del interior del templo ortodoxo, generalmente contrastan sobremanera con la sencillez que se encuentra en muchos templos católicos romanos y protestantes. Entrar a un templo ortodoxo, es como entrar a un mundo nuevo de color y luz. El arte y el diseño de la iglesia no solamente crean un ambiente diferente de culto, sino también reflejan y contienen muchos de los criterios fundamentales de la ortodoxia.
Belleza y símbolos
La iglesia cree que Dios es el Creador del cielo y de la tierra , y está presente a través de su fuerza creativa manifiesta en su obra.
Con toda generosidad se usa el don de la creación en la iglesia, por lo tanto, el interior de un templo ortodoxo es frecuentemente muy hermoso, distribuído y decorado para crear un ambiente especial, el edificio comunica un sentimiento de alegría e invita a apreciar la generosidad de Dios.
La ortodoxia reconoce que la belleza es una dimensión importante en la vida humana. Crear o gozar de la belleza de la iconografìa y de los adornos del templo es una manera excelente de alabar a Dios. El hombre toma los dones divinos del mundo material y los convierte en una expresión de belleza que glorifica a su creador. La ortodoxia siempre busca ofrecer a Dios lo mejor y lo màs bello.
El lugar sagrado
El arte y la arquitectura están diseñados para contribuír a la experiencia total del culto, el cual envuelve al intelecto, los sentimientos, y cada uno de los sentidos. La Santa Eucaristía y los otros Sacramentos ocurren en presencia de Dios, y ellos atestiguan su presencia y obra divina. Por lo tanto, en la Tradición Ortodoxa, el templo es la Casa de Dios y el lugar donde mora su Gloria.
Por esta razón, todos los templos ortodoxos están bendecidos, consagrados y dedicados como lugar sagrado. El templo entero es un testimonio de la presencia de Dios en medio de su pueblo.
“Que el cristiano considere bien que cuando él entra al templo, entra en otro cielo. Esa misma majestad de Dios que está en el cielo, está también en su templo y por lo tanto, el cristiano debe entrar a él con reverencia y devoción.”
Generalmente, el templo está construído en forma de cruz y se divide en tres áreas: El Vestíbulo, la Nave y el Santuario.
El Vestíbulo es el área de la entrada. Hoy dìa , el comienzo del Oficio del Bautismo, y en algunas parroquias, el oficio del Matrimonio, comienzan en el Vestíbulo y luego proceden a la Nave. Esta procesión representa simbólicamente un movimiento gradual al Reino de Dios.
El Vestíbulo: Es el lugar donde los fieles hacen una ofrenda, reciben una vela, la cual colocan delante de un icono, y ofrecen una oración personal antes de entrar a la Nave.
La Nave : Es la gran área central del templo. Aquí, los fieles se congregan para el culto.
En el lado derecho de la Nave está el trono del Obispo, desde donde él preside como icono vivo de Cristo en medio de su pueblo. Aún en la ausencia del Obispo, el trono nos hace recordar que la parroquia no es una entidad aislada, sino una parte de la diósesis encabezada por el Obispo.
El Santuario: Es la parte más Sagrada del templo, el área reservada únicamente para el clero y los hombres quew ayudan durante los Oficios Divinos, y el iconostasio lo separa de la Nave. El Altar o la Santa Mesa está ubicado en el Santuario. Esta división nos sirve para recordar que a menudo nos encontramos ” separados ” de Dios por el pecado. Sin embargo, durante la Divina Liturgia, cuando tenemos acceso a los Santos Dones, recordamos que mediante Cristo, el cielo y la tierra están unidos, y nosotros tenemos acceso al Padre Celestial.
El santo Altar
El Altar es el corazón y punto central del templo ortodoxo. Aquí se ofrecen los Dones Eucarísticos de pan y vino al Padre como Cristo nos mandó hacer.
El Santo Altar, generalmente es de forma poliédrica rectangular, está separado de los muros y usualmente cubierto de manteles. Al centro se pone un tabernáculo, con la Santa Comunión reservada para los enfermos, y detrás de él, los candelabros. El Libro de los Evangelios se encuentra siempre en la Santa Mesa, aún cuando la Divina Liturgia no se esté celebrando. En el Santuario, detrás de ma Santa Mesa, hay una Cruz grande, frecuentemente con la figura de Cristo pintada en ella.
El iconostasio
El Iconostasio es el panel de iconos que separa el Santuario de la Nave. En la práctica actual, el Iconostasio puede ser muy elaborado y ocultar casi todo el altar, o puede ser muy sencillo y abierto. El Iconostasio tiene tres entradas, las cuales se usan durante los Servicios, dos de ellas son laterales o Diaconales, y la entrada principal llamada Puerta Real.
Una cortina o una puerta generalmente oculta el Altar cuando no se está celebrando ningún Servicio. En el lado derecho del Iconostasio, siempre están los iconos de Cristo y de San Juan Bautista. En el lado izquierdo siempre están los iconos de la Theotokos ( madre de Dios ) y del Santo Patrón a la cual está dedicado el templo.
En la Puerta Real se encuentran los iconos de los Santos Evangelistas Mateo, Marcos, Lucas y Juan , junto al de la anunciación.
Los Iconos
Un icono es una representación Santa, lo cual es la forma distintiva del arte de la Iglesia Ortodoxa. Actualmente, el icono puede ser una pintura en madera, un fresco o un mosaico. Puede representar alguna figura de Cristo, de la Virgen María, de los Santos o de los Angeles; como también acontecimientos de la Escritura o de la historia de la Iglesia, como la Navidad, la Resurrección, etc.
En la tradición Ortodoxa, la intención no es que los iconos sean realistas, sino interpretaciones simbólicas de las diferentes cualidades espirituales de los Santos como sacrificio, humildad, devoción, fe y amor. Al realizarlos, se observan varias reglas y tradiciones Sagradas. Para algunos detalles están prescritos ciertos colores, aunque la costumbre indique otros. El azul y el dorado son los colores principales.
En los iconos, los cuerpos son abstractos y las caras no demuestran ni felicidad ni tristeza humanas. Estados y emociones como oración, reverencia, silencio, obediencia, predicación, temor, culpa, sorpresa y lamentaciones se expresan por actitudes y posiciones específicas de las manos y la cabeza.
Los iconos no son meramente ” adornos ” para el templo, sino que tienen una función teológica y litúrgica. En el templo sirven como un punto de encuentro entre el cielo y la tierra.
Las imágenes de Cristo, los Santos y los Ángeles, visibles a la congregación local, mientras reza, hacen que los fieles recuerden constantemente la presencia invisible de todos los habitantes del cielo en la Divina Liturgia. Los fieles pueden sentir que los muros de la Iglesia se abren hacia la eternidad.
Por lo tanto, el icono no es únicamente una imágen que decora, sino también que inspira, eleva, educa y nos recuerda la presencia de aquel a quien representa.