Preparación de la Natividad de la Madre de Dios; Mártir Sozón de Cilicia
La primera lectura de las Grandes Vísperas (Génesis 28:10-17) describe el sueño de Jacob de una escalera que llegaba desde la tierra hasta el cielo, y de los ángeles que subían y bajaban por ella. La segunda lectura (Ezequiel 43:27-44:4) habla de la puerta del santuario que mira hacia el este. Dios entra por esta puerta, que está cerrada para que nadie más pueda entrar por ella. La tercera lectura (Proverbios 9:1-11) habla de la casa que ha construido la Sabiduría.
Estas lecturas se interpretan como prefiguraciones de la Madre de Dios cuya gloriosa natividad celebraremos mañana
Tono 4
De la tribu de Jesé, de la casta de David, * la doncella María por nosotros nace hoy, * por lo que el orbe se alegra y se renueva; *el cielo y la tierra se abrazan a la par * y los pueblos todos no dejan de cantar. * Joaquín se regocija * y Ana celebra diciendo: * «La estéril da a luz a la Madre de Dios, * que nutre nuestra vida».
Mártir Sozón de Cilicia
San Sozón vivió a finales del siglo III. Era de Licaonia, en Cilicia, y originalmente se llamaba Tarasio. Cuando se hizo cristiano, fue bautizado y recibió el nombre de Sozón. Pastor de profesión, trató de imitar la mansedumbre de las ovejas, de lo que se maravillaba. “Me avergüenzo”, decía, “de ser inferior a las ovejas”.
Estudió atentamente las Sagradas Escrituras y también guió a las ovejas racionales de Cristo hacia buenos pastos. Un día, mientras abrevaba su rebaño en un manantial, Sozón se quedó dormido bajo un roble, donde tuvo una visión que predijo su inminente martirio por Cristo. También se le informó que el manantial se convertiría en una fuente de bendición y curación para muchos, ya que sería santificado por la gracia de Dios. Cuando despertó, confió su rebaño a otro pastor y viajó a Pompeiópolis en Cilicia. Al ver la impiedad que había en esa ciudad, su corazón se entristeció profundamente.
Entró en uno de los templos de los idólatras y vio una estatua de oro que representaba a un “dios” pagano. Entonces, con gran coraje, con su cayado de pastor le rompió la mano derecha a la estatua y la hizo pedazos, que distribuyó entre los pobres. Esto provocó un gran alboroto en la ciudad. Maximiano, el gobernador de Cilicia, se enojó mucho y se inició una búsqueda para encontrar al culpable. Muchas personas inocentes fueron arrestadas y torturadas en un intento de obligarlas a confesar.
Cuando san Sozón se enteró de esto, no podía permitir que otros sufrieran por algo que él había hecho. Por lo tanto, se presentó ante el gobernador y respondió a sus amenazas de manera tranquila, diciendo que la estatua no estaba haciendo mucho bien a nadie dentro del templo, por lo que utilizó el oro en beneficio de los pobres.
Maximiano le preguntó al santo cómo se atrevía a deshonrar a su “dios” de esa manera. San Sozón respondió: “Lo hice para que supieras que tu “dios” es impotente. Cuando le corté la mano, no protestó ni intentó detenerme, ni gritó de dolor. ¿Cómo podría hacerlo? Tu ídolo es sordo, mudo y sin aliento. No puede ver, oír, hablar ni defenderse. Si tu “dios” fuera real, no se me habría permitido romperlo”.
Cuando Maximiano escuchó estas palabras, ordenó que san Sozón fuera torturado sin piedad. Lo colgaron y rastrillaron su cuerpo con garras de hierro. Luego le clavaron botas de hierro en las plantas de los pies y lo pasearon por la ciudad. Durante sus tormentos, nunca dejó de glorificar al Salvador Cristo. Una vez más lo colgaron de un árbol y lo golpearon con barras de hierro, de modo que su cuerpo quedó destrozado y sus huesos rotos. En medio de tanta tortura, el Santo entregó su alma a Dios en el año 304.
Al ver que estaba muerto, los soldados lo bajaron del árbol y encendieron una gran hoguera para quemar su cuerpo y que los cristianos no pudieran reclamarlo ni venerarlo. De repente, hubo truenos y relámpagos, lluvia y granizo, que apagaron el fuego. Los paganos huyeron aterrorizados y las reliquias sagradas no sufrieron daños. Los fieles llegaron a medianoche, cuando estaba muy oscuro. Estaban preocupados porque no podían encontrar las reliquias, pero una luz del Cielo brilló sobre el santo mártir de Cristo para guiarlos. Recogiendo las reliquias del Santo, los cristianos les dieron un entierro honorable.
Muchos milagros tuvieron lugar en la tumba, y también en el manantial donde el Santo tuvo su visión bajo el roble. Más tarde, se construyó una iglesia junto al manantial y se dedicó a San Sozón. En aquel lugar santo se alababa al único Dios verdadero, Padre, Hijo y Espíritu Santo, a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Tropario, tono 4 del común de Mártires
Tu mártir, oh Señor, * ha obtenido de ti * corona de incorrupción * en su lucha, Dios nuestro. * Al tener, pues, tu fuerza, * ha vencido a tiranos * y aplastado de los demonios * su abatida insolencia. * Por sus intercesiones, oh Cristo Dios, * salva nuestras almas.