San Auxencio, de Bitinia, monje; San Marón, anacoreta; Santo e Igual a los Apóstoles Cirilo, Iluminador de los Eslavos

Parece que Auxencio fue el hijo de una persona llamada Addas. Pasó la mayor parte de su larga vida como ermitaño en Bitinia. En su juventud, fue uno de los guardias ecuestres de Teodosio el Joven, pero sus deberes militares, que cumplía con entera fidelidad, no le impedían hacer del servicio de Dios su principal interés. Todo su tiempo libre lo pasaba en soledad y oración, y frecuentemente visitaba a los santos reclusos que ocupaban ermitas en los alrededores para pedirles albergue y poder pasar la noche con ellos, haciendo ejercicios penitenciales y cantando alabanzas a Dios.

Finalmente, el deseo de una mayor perfección, o el temor de la vanagloria, lo indujeron a adoptar la vida eremítica. Formó su albergue en la montaña desierta de Oxia, a sólo doce kilómetros de Constantinopla, pero al otro lado del Helesponto, en Bitinia. Allí parece ser que fue muy consultado y que ejerció considerable influencia, debido a su fama de santidad.

Entregado a una vida de gran austeridad, instruyó a los discípulos que acudían a él, hasta su muerte, que probablemente tuvo lugar el 14 de febrero del año 473.

Tropario tono 1, del común de Santos Ascetas

Al morar en desierto cual un ángel en cuerpo, * has rea­lizado milagros, Euxencio, padre teóforo. * Con ayuno, pues, vigilia y oración, * has tomado celestes dádivas, * ya que curas los malestares de las almas * que a ti acuden con fervor: * ¡Gloria al que te ha fortificado! * ¡Gloria, que la co­rona te ha dado! * ¡Gloria, que, por tu medio, * ha brindado curación a todos!

San Marón

 

San Marón nació en el siglo IV cerca de la ciudad de Ciro, en Siria. Pasó casi todo su tiempo al aire libre en oración, vigilia, obras ascéticas y ayuno estricto. Obtuvo de Dios el don de curar a los enfermos y expulsar demonios. Aconsejó a quienes acudían a él en busca de consejo que fueran moderados, se preocuparan por su salvación y se guardaran de la avaricia y la ira.

San Marón, amigo de San Juan Crisóstomo, murió antes del año 423 a una edad avanzada.

Algunos de los discípulos de San Marón fueron Santiago el Ermitaño (26 de noviembre), Limnius (23 de febrero) y Domnina (1 de marzo). San Marón fundó muchos monasterios alrededor de Ciro y convirtió un templo pagano cerca de Antioquía en una iglesia cristiana.

Tropario tono 8, del común de Santos Anacoretas

Con la efusión de tus lágrimas, * regaste el desierto estéril * y, por los suspiros profundos, * tus fatigas dieron frutos cien veces más, * volviéndote un astro del universo, * brillante con los milagros. ¡Oh nuestro justo padre Marón, * intercede ante Cristo Dios * para que salve nuestras almas!

San Cirilo, Iluminador de los Eslavos

 

San Cirilo, igual a los Apóstoles, maestro de los eslavos (en el esquema Constantino) y su hermano mayor Metodio (6 de abril) eran eslavos, nacidos en Macedonia, en la ciudad de Tesalónica.

San Cirilo recibió la mejor educación y desde los catorce años se crió con el hijo del emperador. Más tarde, fue ordenado sacerdote. A su regreso a Constantinopla, trabajó como bibliotecario de la iglesia catedral y como profesor de filosofía. Mantuvo debates con éxito con herejes iconoclastas y con musulmanes.

Anhelando la soledad, fue al monte Olimpo a ver a su hermano mayor Metodio, pero su soledad duró poco tiempo. Ambos hermanos fueron enviados por el emperador Miguel en un viaje misionero para predicar el cristianismo a los jázaros en el año 857. En el camino se detuvieron en Cherson y descubrieron las reliquias del hieromártir Clemente de Roma (25 de noviembre).

Al llegar al territorio de los Jázaros, los santos hermanos les hablaron de la fe cristiana. Convencido por la predicación de san Cirilo, el príncipe Jázaro, junto con todo su pueblo, aceptó el cristianismo. El agradecido príncipe quiso recompensar a los predicadores con ricos presentes, pero ellos se negaron y en su lugar pidieron al príncipe que liberara y enviara a casa a todos los cautivos griegos. San Cirilo regresó a Constantinopla junto con 200 de estos cautivos liberados.

En el año 862 comenzó la principal hazaña de los santos hermanos. A petición del príncipe Rostislav, el emperador los envió a Moravia para predicar el cristianismo en lengua eslava. Los santos Cirilo y Metodio, por revelación de Dios, compilaron un alfabeto eslavo y tradujeron el Evangelio, las Epístolas, el Salterio y muchos libros de oficios al idioma eslavo. Introdujeron los servicios divinos en eslavo.

Los santos hermanos fueron convocados a Roma por invitación del Papa Adriano quien los recibió con gran honor, ya que trajeron consigo las reliquias del Hieromártir Clemente.

San Cirilo, de naturaleza enfermiza y con mala salud, enfermó pronto a causa de sus muchos trabajos y, después de haber recibido el esquema, murió en el año 869 a la edad de cuarenta y dos años. Antes de morir, expresó su deseo de que su hermano continuara la ilustración cristiana de los eslavos. San Cirilo fue enterrado en la iglesia romana de San Clemente, cuyas reliquias también reposan allí, traídas a Italia desde Cherson por los ilustradores de los eslavos.

Tropario, tono 4

La Sabiduría fue tu hermana desde el nacimiento; / la amabas, oh voz de Dios, como a una virgen pura / que adornaba tu alma y tu mente como una joya preciosa, / revelándote así, oh hombre bendito, como otro Cirilo: / ¡Sabio en nombre y en entendimiento!

San Martiniano de Cesarea; Aquila y Priscila (mártires y apóstoles)

San Martiniano nació en Cesarea de Palestina durante el reinado de Constancio. A los 18 años se retiró a una montaña llamada “el lugar del Arca”, donde vivió 25 años como ermitaño. Según el relato de su vida el diablo lo tentó con ardientes pasiones contra las que luchó con la oración, ayunos y mortificaciones. En una ocasión una mujer pecadora llamada Zoe, se presentó ante Martiniano para tentarlo; el santo para huir de la tentación colocó sus pies en una fogata y al quemarse gritó: “Si no puedo soportar este fuego, ¿cómo podré soportar el del infierno?”. Tan grande fue el ejemplo dado que la mujer se arrepintió de su mala vida y le pidió que rezara por ella y la instruyera sobre cómo salvarse. Martiniano le mandó retirarse al Monasterio de santa Paula, en Belén, donde vivió 12 años hasta su fallecimiento. Ahí llevó una vida de muchos esfuerzos espirituales para expiar sus pecados. Hasta el último día de su vida santa Zoe como la conocemos hasta nuestros días, no bebió vino y solamente comía pan y agua día por medio y siempre dormía en el suelo.

En cuando a san Martiniano, se fue a una isla deshabitada y allí vivió varios años sin techo, bajo el cielo. Recibía la comida del dueño de un barco, para cual él fabricaba cestos. Finalmente, un día decidió viajar a Atenas, y mientras hacía una peregrinación de 2 meses, falleció en paz cerca del año 122 a la edad de 50 años.

Tropario, tono 4

Has sofocado, oh dichoso, la llama de tentaciones * con el torrente de lágrimas, * y has domado tanto las olas de la mar * como los asaltos de las bestias, cantando: * ¡Glorificado eres Tú, oh Todopoderoso, * que, del fuego y del ciclón, me salvaste!

 

Santos Apóstoles y Mártires Aquila con su esposa Priscila

 

San Aquila, apóstol de los años 70: Es posible que fuera discípulo del apóstol Pablo, oriundo del Ponto y judío, que vivía en la ciudad de Roma con su esposa Priscila. Durante el reinado del emperador Claudio (41-54) todos los judíos fueron desterrados de Roma, por lo que san Aquila y su esposa se vieron obligados a marcharse. Se establecieron en Corinto. Poco tiempo después, el santo apóstol Pablo llegó allí desde Atenas predicando el Evangelio. Habiendo conocido a Aquila, comenzó a vivir en su casa y trabajaba junto con él, haciendo tiendas.

Habiendo recibido el bautismo del apóstol Pablo, Aquila y Priscila se convirtieron en sus devotos y celosos discípulos. Acompañaron al apóstol a Éfeso. El apóstol Pablo les instruyó para que continuaran la predicación del Evangelio en Éfeso, y él mismo fue a Jerusalén, para estar presente en la fiesta de Pentecostés. En Éfeso, Aquila y Priscila escucharon la predicación valiente de un recién llegado de Alejandría, el judío Apolo. Había sido instruido en los fundamentos de la fe, pero sólo conocía el bautismo de Juan el Precursor. Lo llamaron y le explicaron con más precisión el camino del Señor.

Después de la muerte del emperador Claudio, a los judíos se les permitió regresar a Italia, y Aquila y Priscila regresaron a Roma. El apóstol Pablo en su Epístola a los Romanos recuerda a sus fieles discípulos: “Saludad a Priscila y Aquila, mis colaboradores en Cristo Jesús, que ofrecieron su vida por mi alma. A ellos no doy gracias sólo yo, sino también toda la Iglesia de los gentiles y la iglesia de su casa” (Rom. 16: 3-4). San Aquila no vivió mucho tiempo en Roma: el apóstol Pablo lo nombró obispo en Asia. San Aquila trabajó con celo en la predicación del Evangelio en Asia, Acaya y Heraclia. Convirtió a los paganos a Cristo, confirmó en la fe a los cristianos recién convertidos, estableció presbíteros y destruyó ídolos. Santa Priscila lo ayudó constantemente en la obra apostólica. San Aquila terminó su vida como mártir: los paganos lo asesinaron. Según la Tradición de la Iglesia, Santa Priscila fue asesinada junto con él. Son conmemorados en otras tradiciones el 14 de julio.

Tropario, tono 4

Amando a Cristo Dios su corazón se alumbró, * ligados en fe y honor por unión conyugal, Aquila y Priscila * fueron, pues, adalides de la iglesia de casa, * y brindaron a Pablo astro, * patrocinio y auxilio. * Por lo que los veneramos * e imitamos su vida.

San Melecio, Patriarca de Antioquía

Este santo hombre fue un gran y extraordinario intérprete y protector de la fe ortodoxa. Dedicó toda su vida a la lucha contra la herejía de Arrio que no admitía al Verbo de Dios como Dios y así blasfemaba a la Santísima Trinidad.

Tres veces fue echado de su trono episcopal por los herejes y perseguido hasta Armenia. La lucha entre ortodoxos y herejes era tan ardiente que una vez, cuando san Melecio hablaba en la iglesia al pueblo sobre la Santísima Trinidad, su propio diácono que era hereje, corrió hacia el obispo y le cerró la boca con su mano. No pudiendo hablar con la voz, Melecio utilizó la mímica: levantó su mano, abrió primero tres dedos, y los mostró al pueblo; luego cerró la mano y levantó un dedo, expresando la Unidad de la Trinidad.

Participó en el Segundo Concilio Ecuménico, recibiendo un honor particular del emperador Teodosio. En este mismo concilio, Dios confirmó con un milagro la fe de este santo arzobispo: cuando Melecio demostraba a los arrianos el dogma de la Santa Trinidad, primero mostró tres dedos, separados, uno por uno; luego los unió en un gesto; y justo en este momento, ante todos los presentes, la luz como un rayo salió de su mano.

En este concilio, san Melecio confirmó a san Gregorio el Teólogo en el trono episcopal de Constantinopla. Un poco antes, había ordenado a san Basilio el Grande como diácono y había bautizado a san Juan Crisóstomo. Después de la finalización del concilio, san Melecio terminó su vida terrenal en Constantinopla. Sus reliquias fueron trasladadas a Antioquía

Tropario, tono 4

Irradiaste ciencias celestiales * contemplando en Dios la ley sagrada * para la Iglesia, arzobispo de Antioquía; * y al predicar la Trinidad de un mismo honor, * refutaste a las milicias de los herejes. * Melecio, padre, suplícale a Cristo Dios * que nos otorgue la gran misericordia.

Hieromártir Blas de Sebaste; Santa Emperatriz Teodora

Blas (Blasio) nació en la provincia de Capadocia, y, desde su niñez era temeroso de Dios y manso.

A causa de sus grandes virtudes, fue elegido obispo de la ciudad de Sebaste (Armenia).

Fue una gran lumbrera espiritual y moral en esta ciudad pagana. Durante una severa persecución de cristianos, san Blas alentaba a su rebaño y visitaba a los mártires en la prisión, entre los cuales estaba el famoso Eustracio. Cuando la ciudad de Sebaste fue completamente despojada de cristianos—unos fueron asesinados, y otros huyeron—el anciano Blas se retiró al monte Argeos y se instaló allí en una cueva. Las bestias salvajes, reconociendo al santo varón, se congregaban a su alrededor y este las acariciaba. Mas los perseguidores hallaron al santo en este remoto lugar y lo llevaron a juicio. En el camino, Blas sanó a un muchacho que tenía un hueso atravesado en la garganta (algunos hagiógrafos dicen que era una espina de pescado); y por petición de una viuda cuyo cerdo había sido arrebatado por un lobo, el santo, mediante sus oraciones, hizo que el lobo le devolviera el cerdo.

Los siniestros jueces torturaron a Blas severamente, azotándolo y rasgando su piel con un cepillo de hierro. Por su firmeza en la fe de Cristo, Blas convirtió a muchos paganos a la fe.

Sab Blas sufrió, fue decapitado y fue glorificado en el 316 d.C. El pueblo ora a san Blas por el bienestar de su ganado doméstico y por protección contra las bestias salvajes. En el Occidente, también es invocado contra las enfermedades de la garganta.

Tropario tono 4, del común de Hieromártires

Al volverte sucesor de los apóstoles * y partícipe en sus modos de ser, * encontraste en la práctica * el ascenso a la contemplación, oh inspirado por Dios. * Por eso, seguiste la palabra de la verdad * y combatiste hasta la sangre por la fe. * Blasio, obispo mártir, intercede ante Cristo Dios * para que salve nuestras almas.

Santa Teodora, Emperatriz.

 

La Santa Emperatriz Teodora fue la esposa del emperador bizantino Teófilo el Iconoclasta (829-842), pero no participó de la herejía de su marido y veneraba en secreto los sagrados iconos.

Tras la muerte de su marido, Santa Teodora gobernó el reino porque su hijo Miguel era menor de edad.

Convocó un Concilio en el que se anatematizó a los iconoclastas y se restableció la veneración de los iconos. Estableció la celebración anual de este acontecimiento, el Triunfo de la Ortodoxia, el primer domingo de la Gran Cuaresma.

Santa Teodora hizo mucho por la Santa Iglesia y fomentó una firme devoción a la Ortodoxia en su hijo Miguel.

Cuando Miguel alcanzó la mayoría de edad, se retiró del gobierno y pasó ocho años en el monasterio de Santa Eufrosina, donde se dedicó a las luchas ascéticas y a la lectura de libros que alimentaban su alma.

Murió en paz alrededor del año 867.

Tropario, tono 5

Encarnando tu nombre, «divina dádiva», * colmaste, así, la Iglesia de gozo y santo fulgor, * al mostrarte cual ima­gen de prudencia; * tú revelaste el honor * que se debe a los iconos sacros, oh Teodora, * ornamento sublime de los creyentes ortodoxos.

Hieromártir Caralampio, obispo de Magnesia

Este gran santo fue obispo de Magnesia y sufrió por Cristo cuando tenía 113 años.

Cuando estalló la terrible persecución de los cristianos en tiempos del emperador Séptimo Severo, el anciano Caralampio no se escondió de los perseguidores, sino que libremente y en público predicó la fe en Cristo. Soportó todos los sufrimientos como si se tratara de otro cuerpo y no el propio.  Y cuando todavía estaba vivo, le cortaron la piel; el santo, sin malicia, dijo a los soldados del emperador: “Gracias hermanos míos, porque cepillando mi viejo cuerpo, renovaron mi alma para una nueva vida eterna”.

Hizo muchos milagros y convirtió a muchos a la fe. Aun la hija del emperador, Galina, dejó la fe pagana de su padre y se hizo cristiana. Condenado a muerte y llevado al lugar de ejecución, san Caralampio elevó las manos hacia el cielo y oró a Dios por toda la gente para que concediera la salud del cuerpo y la salvación del alma y multiplique sus frutos en la tierra. Después de orar, este santo anciano entregó su alma a Dios antes que el verdugo lo decapitara.  Murió en el año 202. Su cuerpo se lo llevó Galina y lo enterró honorablemente.

Tropario, tono 4

Te has hecho gran pilar de la Iglesia de Dios, * candil que en el universo ilumina por siempre, san Caralampio; * has brillado en el mundo * por el santo martirio, * disipando la noche * de la idolatría. * Intercede ante Cristo Dios * por nuestra salvación, oh dichoso.

Comienzo del Santo Triodion; Despedida de la Presentación del Señor en el Templo; Santo Mártir Nicéforo

El Triodion estrictamente hablando es el libro litúrgico propio de la Iglesia Ortodoxa para el tiempo preparatorio para la Pascua. Muchos de los cánones en el Triódion contienen sólo tres Odas o Troparios, de ello viene el título del Libro.
Pero también hablamos de Triodion como período de tiempo que comienza hoy con el Domingo del Fariseo y el Publicano, que es el décimo domingo ante de la Pascua, justo a los veintidós días antes del Inicio de la Santa Cuaresma, y concluye con el sábado de la Semana Santa.
En este día que es el primer domingo del Triodio, celebramos la conmemoración de la Parábola del Fariseo y el Publicano, citada en el Santo Evangelio de san Lucas.

Condaquio, tono 4

Escapemos de la soberbia del fariseo y aprendamos de la humildad del publicano exclamando con gemidos al Salvador: “¡Oh único Compasivo, ten piedad de nosotros.

 

Despedida de la fiesta de la Presentación del Señor en el Templo

 

El 2 de febrero se celebró con solemnidad la fiesta del Encuentro del Señor en el Templo. En este que es el octavo día, celebramos la Apódosis o despedida de la fiesta.

Por las intercesiones de la Santísima Madre de Dios y Siempre Virgen María, de san José el Justo, y de los santos Simeón que recibió a Dios y Ana la profetisa, oh Señor Jesucristo Dios nuestro, ten misericordia de nosotros y sálvanos. Amén.

Tropario, tono 1

Regocíjate, oh Llena de Gracia, Virgen Madre de Dios; * porque por ti hoy resplandece el Sol de Justicia, * Cristo nuestro Dios, * quien ilumina a los que han estado en las tinieblas. * Alégrate también tú, oh justo anciano, *que re­cibiste en tus brazos al redentor de nuestras almas, * quien nos otorga la resurrección.

Condaquio, tono 1

Por tu nacimiento santificaste las entrañas de la Virgen, oh Cristo Dios, * las manos de Simeón bendijiste debidamente, * y a nosotros nos alcanzaste y salvaste. * Conserva a tus fieles en la paz * y auxilia a los que amas * porque Tú eres el único que amas a la humanidad.

 

 

Santo Mártir Nicéforo de Antioquía.

 

La hagiografía de este mártir muestra claramente cómo Dios rechaza la vanidad y glorifica a los humildes. En Antioquía vivían dos buenos amigos, el sacerdote y educador Sapricio y el común y sencillo ciudadano Nicéforo. Sucede que su amistad se convirtió en terrible odio. El devoto Nicéforo trataba constantemente de reconciliarse con el sacerdote, pero aquel no quería de ninguna manera.  Cuando comenzó la persecución de los cristianos, el sacerdote Sapricio fue condenado a muerte y llevado al lugar de ejecución. Triste, Nicéforo seguía a Sapricio rogándole para que le perdonara antes de morir y que se separaran en paz. Pero al ver la dureza del corazón del sacerdote, Dios no quiso recibir el sacrificio de su martirio y por ende coronarlo, así que le retiró Su gracia misteriosamente. Sapricio, al último momento negó a Cristo. Mientras tanto, Nicéforo le imploraba que no negara a Cristo “la corona celestial”. Pero todo era en vano. Entonces Nicéforo gritó a los verdugos: “Yo también soy cristiano mátenme a mí en vez de Sapricio”. Los verdugos se lo informaron al juez, quien ordenó que dejaran a Sapricio y mataran a Nicéforo. Alegremente Nicéforo puso su cabeza en el tronco y fue decapitado.  Así se hizo digno del reino y fue coronado con la corona inmortal de la gloria. Todo esto pasó en el año 260, en tiempo del emperador Galiano.

Tropario, tono 4

Tu mártir, oh Señor, * ha obtenido de ti * corona de incorrupción * en su lucha, Dios nuestro. * Al tener, pues, tu fuerza, * ha vencido a tiranos * y aplastado de los demonios * su abatida insolencia. * Por sus intercesiones, oh Cristo Dios, * salva nuestras almas.

Posfiesta de la Presentación del Señor; Gran Mártir Teodoro el Jefe Militar

La fiesta de la Presentación del Señor se extiende desde el 2 al 9 de febrero

Tropario, tono 1

Regocíjate, oh Llena de Gracia, Virgen Madre de Dios; * porque por ti hoy resplandece el Sol de Justicia, * Cristo nuestro Dios, * quien ilumina a los que han estado en las tinieblas. * Alégrate también tú, oh justo anciano, *que re­cibiste en tus brazos al redentor de nuestras almas, * quien nos otorga la resurrección.

Condaquio, tono 1

Por tu nacimiento santificaste las entrañas de la Virgen, oh Cristo Dios, * las manos de Simeón bendijiste debidamente, * y a nosotros nos alcanzaste y salvaste. * Conserva a tus fieles en la paz * y auxilia a los que amas * porque Tú eres el único que amas a la humanidad.

Santo y Gran Mártir Teodoro el Jefe Militar

 

San Teodoro era originario de la ciudad Eujarita (en Asia Menor, actualmente Turquía) y gobernaba la ciudad Heraclea, cerca del Mar Negro. Con su vida devota y bondadoso gobierno se ganó a los ciudadanos y muchos paganos, viendo su vida ejemplar, se convertían en cristianos. Cuando los rumores sobre su vida llegaron hasta el emperador Licinio (años 308-323), que era corregente de Constantino, él vino a Heraclea y trató de obligar a Teodoro a inclinarse ante los ídolos. Viendo que san Teodoro era muy firme en sus convicciones, ordenó someter al confesor de Cristo a crueles tormentos.
Primero lo estiraron en el suelo y lo golpearon con varas de hierro, cepillaban su cuerpo con hierro puntiagudo, lo quemaban con el fuego y finalmente lo crucificaron y le sacaron los ojos. Por la noche vino un ángel, lo desmontó de la cruz y sanó todas sus heridas. Cuando en la mañana llegaron los sirvientes de Licinio, para tirar el cuerpo de san Teodoro al mar y lo vieron totalmente sano, creyeron en Cristo. Ese día viendo este milagro de Dios, muchos paganos se hicieron cristianos. Cuando Licinio se enteró, ordenó decapitar a san Teodoro, quien murió en el año 319. Todos sus tormentos y martirio fueron escritos por su servidor y escriba Uar, quien fue el testigo ocular.

Tropario, tono 4

Te has mostrado cual soldado glorioso * de la milicia real, oh gran Teodoro, * obedeciendo firmemente al Rey celestial; * y el arma de la fe cuerdamente has llevado * extirpando a tropas de violentos demonios. * Así que, combatiente triunfador, * te bendecimos * con fe para siempre.

Posfiesta de la Presentación del Señor; San Partenio de Lampsaco; San Lucas, Justo

 

La fiesta de la Presentación del Señor se celebra del 2 al 9 de febrero

Tropario, tono 1

Regocíjate, oh Llena de Gracia, Virgen Madre de Dios; * porque por ti hoy resplandece el Sol de Justicia, * Cristo nuestro Dios, * quien ilumina a los que han estado en las tinieblas. * Alégrate también tú, oh justo anciano, *que re­cibiste en tus brazos al redentor de nuestras almas, * quien nos otorga la resurrección.

Condaquio, tono 1

Por tu nacimiento santificaste las entrañas de la Virgen, oh Cristo Dios, * las manos de Simeón bendijiste debidamente, * y a nosotros nos alcanzaste y salvaste. * Conserva a tus fieles en la paz * y auxilia a los que amas * porque Tú eres el único que amas a la humanidad.

 

San Partenio, obispo de Lampsaco

 

San Partenio, nació en la ciudad de Melitópolis en Noroeste de Asia Menor (hoy Turquía) donde su padre llamado Cristóbal era diácono. El joven Partenio no fue formalmente educado, pero aprendió las Sagradas escrituras atendiendo los servicios de la Iglesia. Repleto con la Gracia de Dios, san Partenio desde la edad de dieciocho años era capaz de sanar a muchos enfermos en el nombre de Cristo, echaba demonios y obraba milagros. Al enterarse el obispo Filetos de Melitopolis de la vida virtuosa de este joven, lo educó y ordenó presbítero.

En el 325, durante el reinado de Constantino el Grande, el arzobispo Aquiles de Cícico lo hizo Obispo de la ciudad de Lampasco, donde muchos de sus habitantes eran paganos. El Santo comenzó a difundir la fe en Jesucristo fervientemente, confirmándola con muchos milagros y sanando a los enfermos.

Al presenciar las obras milagrosas de san Partenio, los paganos de Lampasco comenzaron a creer en Dios y dejar las costumbres paganas. Entonces el Santo acudió al emperador Constantino el Grande pidiéndole permiso para derribar el templo pagano y construir una Iglesia Cristiana en su lugar. El emperador recibió al santo con honores y le entregó un decreto de autorización para derrumbar el templo pagano y también proveyendo ayuda para construir la Iglesia. Al regresar a Lampasco, san Partenio ordenó el derrumbe del templo y en ese lugar de la ciudad se construyó una bella iglesia. En los escombros del templo derribado, san Partenio descubrió una bella plancha de mármol la cual decidió usar para construir el altar, pero en el proceso de llevar la piedra a la Iglesia, la maldad del enemigo se manifestó, volcando el coche donde la llevaban, causando la muerte del conductor Eutiquio. San Partenio le devolvió la vida por medio de sus oraciones, avergonzando al enemigo, que quería frustrar la obra de Dios.

Tras haber convertido a muchos a la verdadera fe; y sostenido a su pueblo con los milagros que incluían la expulsión de espíritus inmundos, finalmente descansó en el Señor.

Tropario tono 4, del común de varios Santos Justos

Oh Dios de nuestros padres, * que siempre nos tratas de acuerdo con tu bondad: * no retires de nosotros tu misericordia, * sino que, por la intercesión de tus santos, * dirige nuestras vidas en paz.

 

San Lucas de Hellas

 

San Lucas de Hellas era oriundo de la aldea griega de Kastorion. Hijo de campesinos pobres, el santo desde niño había trabajado mucho, trabajando en los campos y pastoreando las ovejas. Era muy obediente a sus padres y muy moderado en la comida. A menudo daba su propia comida y ropa a los pobres, por lo que sufrió reproches de sus padres. Una vez regaló casi toda la semilla que se necesitaba para sembrar en los campos. El Señor lo recompensó por su caridad y la cosecha recogida fue mayor que nunca antes.

De niño, oraba fervientemente y con frecuencia. Su madre lo vio más de una vez de pie, no en el suelo, sino en el aire mientras oraba.

Después de la muerte de su padre, dejó a su madre y se fue a Atenas, donde ingresó en un monasterio. Pero a través de las oraciones de su madre, que estaba muy preocupada por él, el Señor lo devolvió a su hogar paterno de manera milagrosa. Allí pasó cuatro meses y luego, con la bendición de su madre, se fue a un lugar solitario en una montaña llamada Ioannou (o Ioannitsa). Allí había una iglesia dedicada a los santos inmercenarios Cosme y Damián, donde vivió una vida ascética en constante oración y ayuno. Allí fue tonsurado por algunos ancianos que estaban en peregrinación. Después de esto, san Lucas redobló sus esfuerzos ascéticos, por lo que el Señor le concedió el don de la previsión.

Después de siete años en Ioannou, el santo se trasladó a Corinto debido a una invasión de los ejércitos búlgaros. Al enterarse de las hazañas de cierto estilita en Patras, fue a verlo y permaneció durante diez años para servir al asceta con humildad y obediencia. Después, el santo regresó de nuevo a su tierra natal y comenzó de nuevo a practicar el ascetismo en el monte Ioannou.

La multitud que se agolpaba allí perturbaba su tranquilidad, por lo que, con la bendición de su padre espiritual Teofilacto, san Lucas fue con su discípulo a un lugar aún más remoto en Kalamion. Después de tres años, se estableció en la desolada y árida isla de Ampelon debido a una invasión de los turcos fue otro lugar. Aquí los hermanos se reunieron con el monje, y creció un pequeño monasterio, cuya iglesia estaba dedicada a la Gran Mártir Bárbara. Viviendo en el monasterio, el santo realizó muchos milagros, curando enfermedades del alma y del cuerpo.

Previendo su fin, el santo se confinó en una celda y durante tres meses se preparó para su partida. Cuando le preguntaron dónde sería enterrado, el monje respondió: “Arrojad mi cuerpo a un barranco para que lo coman las fieras”. Cuando los hermanos le pidieron que cambiara estas instrucciones, les ordenó que enterraran su cuerpo en el lugar donde yacía , y, alzando los ojos al cielo, dijo: «¡En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu!»

San Lucas durmió en el Señor el 7 de febrero de 946. Más tarde, se construyó una iglesia sobre su tumba. De sus reliquias sagradas fluía mirra y se produjeron muchas curaciones.

Tropario tono 4, del común de varios Santos Justos

Oh Dios de nuestros padres, * que siempre nos tratas de acuerdo con tu bondad: * no retires de nosotros tu misericordia, * sino que, por la intercesión de tus santos, * dirige nuestras vidas en paz.

Posfiesta de la Presentación del Señor; San Elián de Homs; San Búcolo de Esmirna; San Focio, Patriarca de Constantinopla

La fiesta de la Presentación o del Encuentro del Señor en el Templo se celebra del 2 al 9 de febrero

Tropario, tono 1

Regocíjate, oh Llena de Gracia, Virgen Madre de Dios; * porque por ti hoy resplandece el Sol de Justicia, * Cristo nuestro Dios, * quien ilumina a los que han estado en las tinieblas. * Alégrate también tú, oh justo anciano, *que re­cibiste en tus brazos al redentor de nuestras almas, * quien nos otorga la resurrección.

Condaquio, tono 1

Por tu nacimiento santificaste las entrañas de la Virgen, oh Cristo Dios, * las manos de Simeón bendijiste debidamente, * y a nosotros nos alcanzaste y salvaste. * Conserva a tus fieles en la paz * y auxilia a los que amas * porque Tú eres el único que amas a la humanidad.

 

Santo Mártir Elián de Homs

 

El santo mártir Elián o Julián  era oriundo de la ciudad fenicia de Emesa y sufrió en el año 312 bajo el emperador Maximiano. Era un médico experto, y curó enfermedades no sólo del cuerpo sino también del alma, y ​​convirtió a muchas personas a la fe en Cristo Salvador.

Cuando se llevaron a los santos mártires, el obispo Silvano, el diácono Lucas y el lector Mocio (29 de febrero) para que los devoraran las fieras, Elián los animó y les instó a no temer la muerte por el Señor. También fue arrestado y condenado a muerte. Le perforaron la cabeza, las manos y los pies con largos clavos.

Tropario, tono 3

Tu amor a Cristo ha superado * toda traba y toda elocuen­cia, * oh sanador que gratis cura los sufrimientos; * sopor­taste las torturas con los clavos, * mientras cantabas salmos y alabanzas, * pues sánanos, Elián, y pídele a Cristo, nuestro Dios, * que nos otorgue la gran misericordia.

San Búcolo de Esmirna

 

 

San Búcolo es recordado como el primer obispo de Esmirna, que fue fundada por San Juan el Teólogo quien por mandato de la iglesia tenía toda Asia Menor bajo su dirección.

Ejerció esta obligación con celo y sirvió a la iglesia con abnegación, afrontando heroicamente su martirio. Realmente fue un Padre Espiritual para todos los cristianos, enseñando el Evangelio en épocas de persecución y peligros para los cristianos. Ante la muchedumbre idólatra, se comportaba con prudencia y con maravilloso amor, teniendo cuidado de no irritar a las personas y si era posible atraerlas a la fe cristiana.

Los himnos litúrgicos que recuerdan la memoria de este santo resaltan, su fe sincera su pureza de espíritu y su gran humildad.

Tropario tono 4 del común de Santos Jerarcas

La verdad de tus obras * te ha mostrado a tu rebaño * cual regla de fe, icono de mansedumbre * y maestro de abstinencia. * Así que alcanzaste, por la humildad, alturas * y por la pobreza, riquezas. * ¡Oh santo padre Búcolo, intercede ante Cristo Dios, * para que salve nuestras almas!

San Focio, patriarca de Constantinopla

 

 Era hijo de padres piadosos, Sergio e Irene, que sufrieron por la fe bajo el emperador iconoclasta Teófilo; También era sobrino de San Tarasio, Patriarca de Constantinopla (25 de febrero). Nació en Constantinopla, donde se destacó en los principales ministerios imperiales, mientras practicaba una vida virtuosa y piadosa. Un hombre honrado y de singular aprendizaje y erudición, fue elevado al trono apostólico, ecuménico y patriarcal de Constantinopla en el año 857.

Las muchas luchas que emprendió por la fe ortodoxa contra los maniqueos, los iconoclastas y otros herejes, y los ataques y asaltos que soportó de Nicolás I, Papa de Roma, y ​​las grandes persecuciones y angustias que sufrió, son más que innumerables.

Contra el error latino del filioque, es decir, la errónea doctrina de que el Espíritu Santo procede tanto del Padre como del Hijo, sostenida hasta el presente por católicos romanos y protestantes; demostró claramente con su sana doctrina sobre el Espíritu Santo que el filioque destruye la unidad y la igualdad de la Trinidad.

Nos ha dejado muchos escritos teológicos, homilías panegíricas y epístolas, incluida una para Boris, el Soberano de Bulgaria, en la que le presentó la historia y las enseñanzas de los Siete Concilios Ecuménicos. Habiendo atendido a la Iglesia de Cristo en santidad y de manera evangélica, y con ferviente celo por haber desarraigado todas las taras de toda enseñanza extraña, descansó en el Señor en el Monasterio de los Armenios el 6 de febrero de 891.

Tropario, tono 4

Como partícipe de la vida apostólica * y maestro del universo, suplica, oh Focio, al Señor de todo * que otorgue la paz al mundo * y a nuestras almas la gran misericordia.

 

Posfiesta de la Presentación del Señor; Santa Ágata de Palermo

La fiesta del Encuentro del Señor se celebra de el 2 al 9 de febrero.

Tropario, tono 1

Regocíjate, oh Llena de Gracia, Virgen Madre de Dios; * porque por ti hoy resplandece el Sol de Justicia, * Cristo nuestro Dios, * quien ilumina a los que han estado en las tinieblas. * Alégrate también tú, oh justo anciano, *que re­cibiste en tus brazos al redentor de nuestras almas, * quien nos otorga la resurrección.

Condaquio, tono 1

Por tu nacimiento santificaste las entrañas de la Virgen, oh Cristo Dios, * las manos de Simeón bendijiste debidamente, * y a nosotros nos alcanzaste y salvaste. * Conserva a tus fieles en la paz * y auxilia a los que amas * porque Tú eres el único que amas a la humanidad.

 

Santa Ágata (Águeda) de Palermo

 

Santa Ágata, nació en Palermo, Sicilia en época de Decio (251). De una buena posición económica, sus padres eran cristianos, la niña creció y la educaron con piedad en su corazón. Desde niña, consciente de su belleza física, tomó la resolución de hacer voto de virginidad y de no tener otro esposo más que Nuestro Señor Jesucristo.

Pretendieron su mano unos cuantos caballeros nobles que se admiraron de su hermosura. Encontrándose Ágata en Catania, cuando Quinciano, gobernador de Sicilia, oyó hablar de su gran mérito y de las raras prendas que adoraban a la tierna sierva de Cristo. Quiso verla y resolvió tomarla por esposa, al punto que envió por ella.

Quinciano sintiéndose despreciado, ordenó que se la entregaran a Afrodisia, una mujer perversa que con sus seis hijas tenía una casa de mala fama. En este lugar espantoso sufrió Ágata asaltos y asechanzas contra su honra, más terribles para ella que el tormento o la muerte, pero se mantuvo firme. Después de un mes, Quiniciano trató de asustarla con amenazas, pero ella permaneció inconmovible y declaró que ser sierva de Cristo era ser en verdad libre. El juez disgustado con sus firmes respuestas, mandó que fuera azotada y llevada a la prisión. Al día siguiente, le hicieron otro interrogatorio. “¿Cómo,” replicó Quinciano,” habiendo nacido libre y de casa tan ilustre, te has querido abajar a la miserable condición de los esclavos?” “Si el ser sierva de Dios es ser esclava,” respondió la santa doncella, “desde luego hago gloriosa vanidad esta noble esclavitud, porque no conozco ni mayor, ni aún verdadera nobleza, sino la de servir a este Señor.” Entonces insistió el gobernador a que sacrificase a los dioses del imperio, amenazándola que, si no la hacía espontáneamente, sabría obligarla con el rigor de los tormentos; pero nada logró ni con promesas ni con amenazas, pues le manifestó ella la nada de esos dioses.

Entonces Quinciano ordenó que la estiraran en el potro, tormento que generalmente iba acompañados de azotes, desgarramientos de los costados con gancho de fierro, y aplicación de antorchas ardiendo. El gobernador, enfurecido que sufría todo esto con alegría, ordenó que le oprimieran brutalmente los pechos y que después se los cortaran. Luego ordenó que la mandaran de nuevo a la prisión y que no le dieran alimento, ni atención médica. Pero Dios la conforto; se le apareció san Pedro en una visión que llenó su calabozo de una luz celestial, la consoló y la curó. Cuatro días después, Quinciano hizo que la rodaran desnuda sobre brasas ardiendo.

Fue Ágata devuelta a la cárcel, y apenas entró en ella cuando hizo al Señor la oración siguiente”: Dios Poderoso, Dios Eterno, que por tu puro efecto de tu misericordia infinita quisiste tomar bajo tu protección a esta tu humilde sierva desde que se hallaba en la cuna, preservándola del amor del mundo, para que mi corazón ardiese únicamente en tu amor: Salvador mío Jesucristo, que has querido conservarme en medio de tantos tormentos para mayor gloria de tu nombre, y para la confusión del poder de las tinieblas; dígnate recibir mi alma en la eterna morada de los bienaventurados; ésta es la última gracia que pido, y que espero de tu infinita bondad. Sucedió su preciosa muerte el día 5 de febrero de 251, y le dieron sepultura en la ciudad de Catania con toda la veneración que correspondía a tan ilustre mártir.

Tropario tono 4, del común de Vírgenes Mártires

Tu oveja, oh Jesús, exclama con gran voz: * «Te extraño, Novio mío, y lucho buscándote; * me crucifico y me entierro contigo por el bautismo; * sufro por ti para contigo reinar * y muero por ti para que viva en ti». * Acepta, como ofrenda inmaculada, * a Ágata, sacrificada con anhelo por ti. * Por sus intercesiones, oh Compasivo, * salva nuestras almas.

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