Tercer día de Navidad; Santo Protomártir y Archidiácono Esteban

San Esteban pertenecía a una familia judía, que vivía fuera de la Tierra Santa. Estos judíos eran llamaban helenistas porque cultivaban la cultura griega, que dominaba en el imperio romano. Después que el Espíritu Santo descendió sobre los apóstoles, la iglesia empezó a crecer rápidamente y se presentó la necesidad de preocuparse por los huérfanos, viudas y pobres en general, que ya habían sido bautizados. Los apóstoles ofrecieron a los cristianos de elegir entre ellos a siete hombres calificados para preocuparse por los necesitados. Después de consagrar a estos siete hombres como diáconos (es decir ayudantes, colaboradores) los apóstoles los nombraron como sus ayudantes más cercanos. Entre ellos se destacaba, por su inquebrantable fe y facilidad de palabra, el joven Esteban llamado archidiácono que quiere decir, el primer diácono. Muy pronto los diáconos, además de la ayuda a los pobres empezaron a participar en las oraciones y en las ceremonias religiosas.

Esteban predicaba la palabra de Dios en Jerusalén. Fundamentaba la verdad de sus palabras con milagros y prodigios. Su éxito fue muy grande y esto provocó el odio de los fariseos, rigurosos defensores de la ley de Moisés. Ellos lo agarraron y lo llevaron a Sanedrín, supremo tribunal de los judíos. Ahí, los fariseos presentaron a falsos testigos, quienes aseguraban que el ofendía a Dios y al profeta Moisés en sus predicaciones. Justificándose delante del Tribunal, san Esteban expuso delante de Sanedrín la historia del pueblo judío y demostró, citando los ejemplos, como los judíos siempre se oponían a Dios y mataban a los profetas que Él enviaba. Escuchándolo los miembros del Tribunal se exasperaron más y se encolerizaron. En este momento Esteban vio que se abría el Cielo sobre él y exclamo: “Veo al Hijo del Hombre a la diestra de Dios.” (Hechos (7: 60). Los miembros del Sanedrín se tapaban los oídos, se tiraron sobre Esteban y lo arrastraron fuera de la ciudad. Ahí, de acuerdo a la ley, los falsos testigos fueron los primeros en lapidarlo. Un joven llamado Saulo asistía custodiando los mantos de los lapidadores.

Cayendo bajo la lluvia de las piedras, Esteban exclamó: ” Señor, no les imputes este pecado y reciba mi alma.” Todo lo acontecido y lo dicho por Esteban en Sanedrín lo describió el evangelista Lucas en el libro de los Hechos de los apóstoles capítulo 6:8.

Así, el archidiácono Esteban fue el primer mártir por Cristo en el año 34, después del nacimiento de Jesús Cristo.

Tropario, tono 4

Tu cabeza ostentó una corona real, * al sufrir por Cristo Dios, con paciencia y amor, * primero entre mártires. * Tú, pues, amonestaste * la necedad de los judíos, * luego viste a tu Cristo, * a la diestra del Padre. * A él suplícale siempre que salve nuestras almas.

Segundo día de la fiesta de Navidad; Sinaxis de la Santísima Madre de Dios; Hieromártir Eutimio obispo de Sardar

En la Iglesia al día siguiente de una de las grandes fiestas, hacemos una conmemoración especial de quien ha contribuido o participado más directamente en el misterio que estamos celebrando. Por eso al día después de la Navidad, glorificamos y alabamos a la Santísima Virgen María, a quien como es debido honramos con el título de Theotokos (Madre de Dios) pues al Niño que dio a luz en la carne, nuestro Señor y Salvador Jesucristo, es verdadero hombre pero al mismo tiempo verdadero Dios.

Esta fiesta es llamada «sinaxis» porque en ella se congregan todos los fieles para glorificarle, y para celebrar una solemne fiesta universal en su honor.

Condaquio de la Sinaxis de la Madre de Dios, tono 6

Aquél que, antes de la estrella de la mañana, nació del Padre sin participación de una madre; hoy se encarna de Ti, sobre la tierra sin participación de un padre. Por esto la estrella anuncia la nueva a los magos; y los Ángeles con los pastores alaban Tu Alumbramiento puro, ¡Oh Llena de gracia!

Hieromártir Eutimio, obispo de Sardes

 

El hieromártir Eutimio, durante el reinado del emperador bizantino Constantino Porfirogénito (780-797) y de la emperatriz Irene (797-802), fue elegido obispo de Sardes por su vida virtuosa. También estuvo presente en el Séptimo Concilio Ecuménico (787), en el que denunció la herejía iconoclasta.

Cuando llegó al poder el emperador iconoclasta Nicéforo I (802-811), san Eutimio y otros jerarcas ortodoxos fueron desterrados a la isla de Patalareia, donde padecieron durante mucho tiempo. Llamado del exilio por el emperador León V (813-820), el obispo denunció con valentía la herejía iconoclasta y lo enviaron al exilio a la ciudad de Assia. El siguiente emperador, Miguel II el Tartamudo (820-829), intentó hacerle renunciar a la veneración de los iconos, pero sin éxito.

Entonces el santo mártir fue azotado y desterrado a la isla de Creta. A Miguel le sucedió en el trono el emperador iconoclasta Teófilo (829-842), por cuya orden, san Eutimio fue sometido a crueles torturas: lo tendieron sobre cuatro postes y lo golpearon con correas de buey.

San Eutimio se durmió en el Señor varios días después de la tortura.

San Eutimio también es conmemorado el 8 de marzo.

Tropario tono 4, del común de Hieromártires

Al volverte sucesor de los apóstoles * y partícipe en sus modos de ser, * encontraste en la práctica * el ascenso a la contemplación, oh inspirado por Dios. * Por eso, seguiste la palabra de la verdad * y combatiste hasta la sangre por la fe. * Eutimio, obispo-mártir, intercede ante Cristo Dios * para que salve nuestras almas.

Natividad de nuestro Señor, Gran Dios y Salvador Jesucristo; Conmemoración de la Adoración de los Magos de Oriente y de los Pastores que fueron a adorar al Señor

Nuestro Salvador nació en Belén, una ciudad de Judea, donde José había venido de Nazaret de Galilea, junto con María su prometida, que estaba en cinta, para cumplir con lo decretado en esos días por el emperador Augusto: todos debían registrarse en el censo de los súbditos de Roma. Por lo tanto, cuando llegó el momento a la Virgen de dar a luz, y dado que debido a la gran multitud no había lugar en la posada, las circunstancias los obligaron a entrar en una cueva que estaba cerca de Belén. Teniendo como refugio un establo de animales, dio a luz allí, envolvió al Niño y lo puso en el pesebre (Lucas 2: 1-7).

A partir de esto, la tradición nos ha llegado a decir que cuando Cristo nació, fue recostado entre dos animales, un buey y un asno, para que se cumplieran las palabras del Profeta: “El buey conoce a su dueño y el asno el pesebre de su amo; Israel no conoce, mi pueblo no discierne” (Isaias1:3).

Pero mientras la tierra le dio al Salvador recién nacido una recepción tan humilde, el Cielo en lo alto celebró majestuosamente Su venida salvadora al mundo. Una estrella maravillosa, brillando con un resplandor poco común y siguiendo un curso extraño, llevó a los Magos del Este a Belén para adorar al Rey recién nacido. Ciertos pastores que estaban en el área de Belén, que vigilaban mientras cuidaban sus ovejas, fueron repentinamente rodeados por una luz extraordinaria, y vieron ante ellos un Ángel que les proclamó las buenas nuevas de la alegre Natividad del Señor. Y enseguida, junto con este Ángel, vieron y escucharon a toda una hueste de los Poderes Celestiales alabando a Dios y diciendo: “Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres” (Lucas 2: 8-14).

¡Cristo ha nacido! ¡Glorifiquémosle!

Tropario, tono 4

Tu nacimiento, oh Cristo nuestro Dios, * iluminó al mundo con la luz de la sabiduría, * pues los que adoraban a los astros, * por la estrella, * aprendieron a adorarte, oh Sol de Justicia, * y a conocerte, Oriente de lo alto. * ¡Oh Señor, gloria a Ti!

Condaquio, tono 3

Hoy la Virgen da a luz * al inefable Verbo; * y la tierra ofrece * al Inasequible la gruta; * los ángeles con los pastores lo glorifican; * los magos con la luz del astro se encaminan. * Pues, por nosotros ha nacido * el nuevo Niño, * el eterno Dios.

 

Vígilia de Navidad; Vírgen y Mártir Eugenia de Roma

Este, el último día del Ayuno de Navidad, la Iglesia celebra por la mañana con gran amor, devoción y recogimiento el oficio conocido como Paramón o las Horas Reales de la Navidad, para preparar el alma y el corazón para la gran fiesta del Nacimiento de Cristo Dios en la carne. Este Oficio culmina con las Vísperas y la Divina Liturgia Vespertina de san Basilio Magno, al final de la cual se colocará ya en un sitio especial el Icono de la Natividad y se entonará como anuncio el Tropario propio de la Víspera de la Fiesta de la Natividad.

Tropario de la Vigilia de Navidad, tono 4

Por entonces, se inscribió * María, Virgen, con José, * el anciano, en Belén, * pues eran del clan de David. * Ella estaba encinta sin simiente. * Al llegar la hora del parto sucedió * que no encontraron lugar para posar; * mas, por la reina, la cueva * devino fino palacio. * ¡Cristo ha nacido y ha renovado * la imagen antes caída!

Virgen Mártir Eugenia de Roma y compañeros mártires.

Eugenia nació en Roma, y era hija de Felipe, eparca de todo Egipto. En aquel tiempo, los cristianos habían sido expulsados de Alejandría y vivían en los alrededores de la ciudad. La doncella Eugenia visitaba a los cristianos y recibió la fe con todo su corazón. Huyó de sus padres con sus dos fieles eunucos, fue bautizada por el obispo Elías, y vistiendo ropas de hombre, se marchó a un monasterio de hombres donde recibió el hábito monástico. Tanto purificó su corazón a través del ascetismo voluntario que recibió de Dios el don de sanar a los enfermos, y así sano a una mujer rica llamada Melantia. Después de esto, empero, esta mujer concibió una pasión impura por Eugenia, sin sospechar que era una mujer. Al ser firmemente rechazada por Eugenia, esta malvada mujer, por vengarse, fue ante el eparca y la calumnió, así como la esposa de Potifar calumnió al casto José (cfr. Génesis 39). El eparca ordenó que todos los monjes fuesen atados y arrojados a la cárcel junto con Eugenia. Cuando todos fueron llevados a juicio, Eugenia se reveló a su padre como su hija. Felipe, grandemente regocijado, fue bautizado con toda su casa, y fue escogido como obispo de Alejandría. Oyendo de esto, el emperador romano envió a un malvado general llamado Terencio, el cual mató a Felipe en secreto al llegar a Alejandría. Entonces Eugenia se mudó a Roma con su madre y sus hermanos. En Roma, valiente y celosamente convirtió paganos a la fe verdadera, especialmente doncellas, y de este modo trajo a la fe a una hermosa doncella llamada Basilia. Esta, pronto fue degollada por Cristo, como Eugenia había profetizado, y entonces sus dos eunucos, Proto y Jacinto, fueron degollados. Finalmente le llegó el martirio a Eugenia, cuya presencia había causado que el templo de Diana cayera en ruinas. Los verdugos primero la arrojaron al agua y después al fuego, pero Dios la preservó. El Señor Jesús mismo se le apareció en la cárcel, y le dijo que habría de sufrir el día de su Natividad. Y así ocurrió: Eugenia fue degollada con espada en Roma el 25 de diciembre del año 262. Después de su muerte, Eugenia se apareció a su madre en gran gloria, y la consoló.

Tropario tono 4, del común de santas Vírgenes y Mártires

Tu oveja, oh Jesús, exclama con gran voz: * «Te extraño, Novio mío, y lucho buscándote; * me crucifico y me entierro contigo por el bautismo; * sufro por ti para contigo reinar * y muero por ti para que viva en ti.» * Acepta, como ofrenda inmaculada, * a Eugenia, sacrificada con anhelo por ti. * Por sus intercesiones, oh Compasivo, * salva nuestras almas.

Preparación de Navidad; Santos Mártires de Creta

Todas las grandes fiestas tienen una Preparación o Pre- fiesta, que generalmente suele ser el día anterior. Sin embargo, de la misma manera que la Pascua de Resurrección es antecedida por los seis días de la Gran Semana Santa; para la fiesta de la Natividad del Señor, también nos preparamos con estos cinco días que comenzamos hoy.

Todos los servicios de la Iglesia tanto dominicales como los de los santos que coincidan con estas fechas, se verán no opacados sino más bien iluminados por los textos e himnos propios de la Preparación a la Navidad.

Tropario de la Preparación de Navidad, tono 4

Belén, prepárate que ya, * ha sido abierto el Edén! * ¡Que te dispongas, Éfrata: * porque la vida floreció *de la Virgen en la gruta! * Su vientre se mostró paraíso espiritual, * en él se plantó el madero celestial, * del cual comemos y vivimos, * y jamás como Adán moriremos. * ¡Cristo ha nacido y ha restaurado* la imagen antes caída!

 

 

Los diez Santos Mártires de Creta

 

En Cuanto se publicó el edicto de Decio contra los cristianos, un cruel gobernador de la isla de Creta inició la persecución. Las víctimas más distinguidas fueron los Diez Mártires: Teódulo, Saturnino, Euporo, Gelasio, Euniciano, Zótico, Cleómenes, Agatopo, Basílides y Evaristo. Los tres primeros eran originarios de Gortina, la capital.

Los jueces les ordenaron que ofreciesen sacrificios a Júpiter, pues ese día se celebraba una fiesta en su honor. Ellos replicaron que jamás ofrecerían sacrificios a un ídolo. El presidente dijo: “Vais a ver lo que es el poder de los dioses, vosotros que despreciáis a esta gran asamblea en la que se rinde culto a los omnipotentes Júpiter, Juno, Rea y otras divinidades.” Los mártires respondieron que conocían perfectamente la leyenda de la vida de Júpiter, y que seguramente quienes le consideraban como una divinidad debían tener por virtud el imitar sus vicios.

La muchedumbre hubiese acabado alli mismo con los mártires, si el gobernador no la hubiese contenido para someterlos a la tortura. Los tres sufrieron con gran alegría. A los gritos de la multitud, que los exhortaba a obedecer y ofrecer sacrificios para salvarse, respondieron: “Somos cristianos, y preferiríamos morir mil veces.” Finalmente, el gobernador se dio por vencido y los condenó a morir por la espada. Los mártires se dirigieron gozosos al sitio de la ejecución, pidiendo a Dios que se mostrase misericordioso con ellos y con toda la humanidad y que disipase las tinieblas de la idolatría entre sus compatriotas. La multitud se dispersó después de la ejecución. Los cristianos sepultaron a los mártires.

Los Padres del Concilio de Creta (458) afirmaron en una carta al emperador León I que la isla de Creta se había preservado hasta entonces de la herejía, gracias a la intercesión de estos mártires.

Tropario, tono 3

Honremos a Creta maravillosa, * que ha gestado bellas flores temibles, * las margaritas del Señor, * retoños de los mártires; * pues los bienaventurados, * aun diez en su número, * sometieron el poder * de miríadas de demonios. Así que recibieron sus coronas * los valientes mártires de Cristo.

Preparación de Navidad; Santa Virgen y Mártir Juliana, y con ella 630 santos mártires de Nicomedia

Todas las grandes fiestas tienen una Preparación o Pre- fiesta, que generalmente suele ser el día anterior. Sin embargo, de la misma manera que la Pascua de Resurrección es antecedida por los seis días de la Gran Semana Santa; para la fiesta de la Natividad del Señor, también nos preparamos con estos cinco días que comenzamos hoy.

Todos los servicios de la Iglesia tanto dominicales como los de los santos que coincidan con estas fechas, se verán no opacados sino más bien iluminados por los textos e himnos propios de la Preparación a la Navidad.

Tropario de la Preparación de Navidad, tono 4

Belén, prepárate que ya, * ha sido abierto el Edén! * ¡Que te dispongas, Éfrata: * porque la vida floreció *de la Virgen en la gruta! * Su vientre se mostró paraíso espiritual, * en él se plantó el madero celestial, * del cual comemos y vivimos, * y jamás como Adán moriremos. * ¡Cristo ha nacido y ha restaurado* la imagen antes caída!

 

Santa Virgen y Mártir Juliana con sus Compañeros.

 

Esta gloriosa mártir nació en Nicomedia de padres paganos. Al escuchar la predicación del Evangelio, se convirtió a Cristo con todo su corazón y comenzó a vivir en estricta observancia de los mandamientos del Señor. Un cierto senador, llamado Eleusio, era su prometido. Para librarse del pecado, Juliana le dijo que no se casaría con él a menos que se convirtiese en eparca de esa ciudad. Le dijo esto pensando que no sería probable que el joven alcanzase tan alta posición, pero él comenzó a trabajar en el asunto, y a través de adulaciones y sobornos consiguió el puesto de eparca de Nicomedia. Juliana entonces le reveló que era cristiana, y que no podía casarse con él a menos que aceptase su fe, diciendo: «¿De qué nos aprovecharía estar unidos en el cuerpo, pero separados en el espíritu?» Eleusio estaba exasperado, y la denunció ante el padre de la joven. Su enfurecido padre se mofó de ella y la azotó, entregándola entonces al eparca para que la torturase. El eparca ordenó que fuese golpeada cruelmente, y entonces fue arrojada a la cárcel toda herida y desangrándose. El Señor la sanó en la prisión, y Juliana se presentó ante el eparca sana y sin heridas. Luego fue echada dentro de un horno ardiente, pero el fuego no la consumió. Viendo esta maravilla, muchos creyeron en Cristo el Señor: 500 hombres y 130 mujeres se convirtieron. El eparca los condenó a muerte a todos, ordenando que fuesen degollados con espada; y sus almas entraron al Paraíso. Regocijándose en espíritu, Juliana se dirigió al cadalso, oró a Dios de rodillas, y puso su cabeza sobre el bloque. Fue degollada, y su alma entró al reino de luz de Cristo en el año 304. El juicio de Dios pronto cayó sobre Eleusio: mientras navegaba, naufragó y cayó a las aguas. No halló su muerte en ellas, sino que nadó hasta una isla donde fue atacado y devorado por los perros.

Tropario tono 4, del común de santas Vírgenes Mártires

Tu oveja, oh Jesús, exclama con gran voz: * «Te extraño, Novio mío, y lucho buscándote; * me crucifico y me entierro contigo por el bautismo; * sufro por ti para contigo reinar * y muero por ti para que viva en ti.» * Acepta, como ofrenda inmaculada, * a Juliana, sacrificada con anhelo por ti. * Por sus intercesiones, oh Compasivo, * salva nuestras almas.

Preparación de Navidad; San Ignacio de Antioquía; San Juan de Kronstadt

Todas las grandes fiestas tienen una Preparación o Pre- fiesta, que generalmente suele ser el día anterior. Sin embargo, de la misma manera que la Pascua de Resurrección es antecedida por los seis días de la Gran Semana Santa; para la fiesta de la Natividad del Señor, también nos preparamos con estos cinco días que comenzamos hoy.

Todos los servicios de la Iglesia tanto dominicales como los de los santos que coincidan con estas fechas, se verán no opacados sino más bien iluminados por los textos e himnos propios de la Preparación a la Navidad.

Tropario de la Preparación de Navidad, tono 4

Belén, prepárate que ya, * ha sido abierto el Edén! * ¡Que te dispongas, Éfrata: * porque la vida floreció *de la Virgen en la gruta! * Su vientre se mostró paraíso espiritual, * en él se plantó el madero celestial, * del cual comemos y vivimos, * y jamás como Adán moriremos. * ¡Cristo ha nacido y ha restaurado* la imagen antes caída!

 

Hieromártir Ignacio el Portador de Dios, obispo de Antioquía

Este santo hombre era llamado el «Portador de Dios» (Teóforo) porque siempre llevaba el nombre del Dios vivo en su corazón y en sus labios; y como alguien que dio a luz a Dios dentro de sí mismo incendiando su corazón de amor por él.

 Fue discípulo de san Juan el Teólogo, junto con Policarpo, obispo de Esmirna. Como obispo en Antioquía, gobernó la Iglesia de Dios como buen pastor, y fue el primero en introducir el canto antifonal en la Iglesia, en el que dos coros alternan.

Cuando el emperador Trajano pasó por Antioquía de camino a una batalla con los persas, escucho acerca de Ignacio, lo mandó a llamar, y le urgió que ofreciera sacrificio a los ídolos para poder hacerle senador. Ya que las exhortaciones y amenazas de Emperador fueron en vano, san Ignacio fue encadenado y enviado a Roma, escoltado por diez despiadados soldados, para ser arrojado a las bestias salvajes hacia el año 107.

Ignacio se regocijaba por estar sufriendo por su Señor, y rogaba a Dios que las bestias salvajes fuesen la tumba de su cuerpo, y que nadie impidiese su muerte. A propósito escribió en su Carta a los Romanos (cap. 4) implorando su amor para que no intentaran liberarlo de su tan deseado martirio: “Yo soy el trigo de Dios, y he de ser molido por los dientes de las bestias salvajes, para que pueda ser encontrado como el pan puro de Dios”.

Tras un largo y difícil viaje desde Asia a través de Tracia, Macedonia, y Epiro, Ignacio llegó a Roma, donde fue arrojado a los leones en el circo. Estos lo destrozaron y lo devoraron, dejando sólo unos cuantos de los huesos más grandes y su corazón. Los restos de sus huesos fueron cuidadosamente reunidos por los fieles y llevados a Antioquía.

Tropario, tono 3

Al volar en alturas divinas, * oh gran mártir entre los jerarcas, * fuiste digno del nombre «el Revestido de Dios», * y emprendiste de Antioquía el camino del martirio * hacia la Luz que no conoce ocaso. * ¡Intercede ante Cristo Dios, oh san Ignacio, * para que nos otorgue la gran misericordia!

San Juan de Kronstadt el Milagroso

 

Padre Juan, Taumaturgo de Kronstadt, nació el 19 de octubre de 1829, en el pueblo de Sur, en la provincia de Archangelsk (localizado al norte de Rusia), procedía de la familia de un pobre lector de iglesia rural, Elías Sergieff y su esposa Teodora. Se le puso el nombre de Juan en honor a San Juan de Ryla, puesto que nació el día en que se celebraba la festividad del santo.

Desde su infancia, su padre constantemente lo llevó a la iglesia, fomentando en él un especial amor por los Oficios Divinos.

En 1855, cuando Juan terminó sus estudios en la Academia, recibió un ofrecimiento de matrimonio con la hija (de nombre Elizabet) del arcipreste de la Catedral de San Andrés de Kronstadt, C. Nesvitsky; también se le ofreció el puesto de sacerdote en la Catedral. El 12 de diciembre de 1855, fue ordenado sacerdote. El resto de la vida del Padre Juan y su actividad pastoral se centró en Kronstadt, de modo que muchos olvidaron su apellido “Sergieff” y lo llamaron “de Kronstadt”; incluso él mismo a menudo firmaba su nombre de este modo.

El matrimonio del padre Juan, que es el estado usualmente exigido por la Iglesia Ortodoxa respecto de los sacerdotes que sirven en el mundo, fue simulado, pero necesario como pantalla para sus abnegadas labores pastorales. De hecho, él y su esposa vivieron como hermano y hermana. “Lisa, hay muchas familias felices, aun sin nosotros. “Adelante, tú y yo, dediquémonos al servicio de Dios” – así le habló a su esposa el primer día de su vida de casado y hasta el fin de sus días permanecieron puros y vírgenes.

Naturalmente se exigió a sí mismo un ayuno estricto, tanto en cuerpo como en espíritu y se impuso como norma la celebración diaria de la Liturgia Divina.

Comenzó a visitar los hogares de los parroquianos todos los días, charlaba con ellos, los consolaba, cuidaba a los enfermos y los ayudaba materialmente, distribuyendo todo lo que tenía, retornando con frecuencia a su hogar sin ropa e incluso sin sus botas. Esta gente, los últimos de la sociedad,” a quienes transformó en personas, restaurándoles la imagen humana que habían perdido, fueron los primeros en revelar la santidad del Padre Juan. Y esta “revelación” fue rápidamente percibida por todos los fieles rusos.

Tal inusual obra pastoral del joven sacerdote comenzó a generar una desfavorable crítica e incluso ataques en su contra desde todos lados. Pero pronto, se reveló en el Padre Juan el maravilloso don de obrar milagros por los cuales fue famoso a través de toda Rusia e incluso en el extranjero. Este gran don de obrar milagros fue naturalmente un regalo por el gran ascetismo espiritual del Padre Juan – sus labores en oración, ayunos y abnegados actos de amor por Dios y su prójimo.

Todos los días se levantaba a las 3 de la mañana para prepararse a ofrecer la Divina Liturgia. Aproximadamente a las 4, partía a los maitines en la catedral. Allí, se encontraba con multitudes de peregrinos que esperaban recibir, al menos, una bendición de él. Había también muchos mendigos a quienes el Padre Juan distribuía limosnas. Durante los maitines, el mismo Padre Juan leía el Canon (himnos a los santos), atribuyendo gran importancia a su lectura. La confesión tenía lugar antes del comienzo de la Liturgia. Por necesidad, el Padre Juan realizaba algunas veces una confesión general, debido al inmenso número de personas que deseaban confesarse. Esta confesión general producía un tremendo impacto en todos los participantes y testigos oculares: muchos se confesaban en voz alta, gritando, sin vergüenza ni timidez, sus pecados. La Catedral de San Andrés, que tenía una capacidad para hasta 5.000 personas, siempre estaba llena y por esa razón la Comunión tomaba mucho tiempo y la Liturgia no terminaba antes del mediodía. Después del oficio, acompañado por miles de fieles, el Padre Juan dejaba la catedral y se iba a San Petersburgo a innumerables visitas a los enfermos. Rara vez regresaba a casa antes de la medianoche. Presumiblemente, en muchas noches no tuvo tiempo para dormir.

En los últimos años de la vida del Padre Juan, una agonizante enfermedad física se agregó a la dura labor de servir a la humanidad – una enfermedad que soportó sumiso y pacientemente, sin quejarse nunca ante nadie. Resueltamente, rechazó las órdenes de los doctores que lo trataron – de mantener su fuerza con alimento, sin ayuno. El 10 de diciembre de 1908, habiendo reunido todas las fuerzas restantes que tenía, el padre Juan celebró la Liturgia Divina por última vez en la catedral de San Andrés en Kronstadt. Y, el 20 de diciembre de 1908 a las 7:40 a.m. el Gran Hombre justo partió de este mundo para estar en presencia del Señor, habiendo pronosticado antes el día de su muerte. Diez mil personas tomaron parte y estuvieron presentes en el funeral del Padre Juan y aquellos que besaron la mano del difunto testifican que no se había vuelto fría ni rígida.

Tropario, Tono 5

Por tu vida en Cristo, oh juan presbítero, * te has mostrado vasija, desde tu juventud, de la gracia de Dios, * orgullo de Kronstadt. * Tú, pues, tesoro de amor, * has obrado milagros, lleno del Santo Espíritu * y, con la palabra del Evangelio, * has esparcido sobre todos la luz.

Santo mártir Bonifacio de Tarso en Cilicia y sus compañeros, Probo, Ares, Timoteo, Poliucto, Eutiquio y Tesalonica

Este santo, que vivió durante el reinado de Diocleciano, era el sirviente de cierta mujer romana de rango senatorial llamada Aglais. La mujer y el sirviente vivían juntos en una unión ilegítima, y Bonifacio se dedicaba además a la embriaguez y la vida desenfrenada. Sin embargo, fue generoso con los pobres, hospitalario con los extraños y compasivo con los que estaban en desgracia.

Finalmente, Aglais, movida al escuchar los relatos de los Mártires, y creyendo en el poder de sus intercesiones para obtener la misericordia de Dios, envió a Bonifacio a Tarso para obtener reliquias de los Santos Mártires. Antes de partir, le preguntó en broma: “¿Y si te devuelven mi cuerpo como reliquias sagradas?” Luego partió con algunos de sus compañeros esclavos hacia Cilicia, donde los santos estaban enfrentando el martirio. Mientras iba entre los Mártires y los alentaba con todas sus fuerzas, fue arrestado por el gobernante y confesó a Cristo con valentía, y sufrió la muerte como mártir en el año 290. Así, lo que le había dicho en broma a su amante se cumplió cuando él mismo fue traído a ella como reliquias sagradas por sus compañeros de servicio.

Santa Aglais dedicó el resto de su vida a la oración y a las obras de virtud, y reposó en santidad. San Bonifacio es especialmente invocado para ayudar contra la pasión de beber.

Tropario tono 4, del común de santos Mártires

Tus mártires, oh Señor, * han obtenido de ti * coronas de incorrupción * en su lucha, Dios nuestro. * Al tener, pues, tu fuerza, * han vencido a tiranos * y aplastado de los demonios * su abatida insolencia. * Por sus intercesiones, oh Cristo Dios, * salva nuestras almas.

Santo mártir Sebastián de Roma y Compañeros

Este glorioso mártir de Cristo nació en Italia, y se crio en la ciudad de Milán. Fue destinado en su juventud a ser soldado, y como varón educado, bien parecido y valiente, ganó la simpatía del emperador Diocleciano. Este lo hizo capitán de la guardia imperial. Confesaba secretamente la fe cristiana, y oraba al Dios vivo. Siempre que le era posible salvaba a los cristianos de la tortura y la muerte, y cuando esto no era posible, los fortalecía para morir por Cristo, el Dios viviente, sin mirar atrás.

Dos hermanos, Marcos y Marcelino, que estaban en la prisión por Cristo, pero a punto de negarle y adorar ídolos, fueron confirmados en la fe y fortalecidos en su martirio por Sebastián. Mientras hablaba con ellos, exhortándoles a no temer el morir por Cristo, su rostro resplandecía como el de un ángel de Dios.

Sebastián probaba sus palabras con milagros: sanó a Zoé, esposa del carcelero Nicóstrato, que había estado muda por seis años, y trajo al bautismo a Nicóstrato junto a toda su casa; sanó a los dos hijos del comandante Claudio, y también lo trajo al bautismo junto a toda su casa; sanó a Tranquiliano, padre de Marcos y Marcelino, de gota y dolores en sus piernas que le habían atormentado por once años, y lo trajo al bautismo junto a toda su casa; y sanó al eparca romano Cromacio de la misma enfermedad y lo trajo al bautismo junto a su hijo Tiburcio. De todos estos santos, que más adelante confesarían con su vida su fe en Cristo con diversos sufrimientos, Zoé fue la primera en sufrir por Cristo, siendo aprehendida mientras oraba junto a la tumba del apóstol Pedro. Después de ser torturada, fue arrojada al río Tíber.

Entonces Sebastián fue llevado ante el emperador Diocleciano. El Emperador le reprendió por su traición, pero Sebastián dijo: «Siempre oro a mi Cristo por tu salud, y por la paz del Imperio romano». El Emperador ordenó que fuese desnudado y que le dispararan flechas. Los soldados entonces le dispararon flechas, hasta que todo el cuerpo del mártir estaba tan cubierto de flechas que no podía verse bajo ellas. Cuando pensaron que había muerto, Sebastián mostró estar vivo y todas sus heridas fueron sanadas. Los paganos le golpearon con duelas hasta matarle. Sufrió gloriosamente por Cristo, su Señor, y entró al Reino celestial en el 287, siendo Cayo obispo de Roma.

Tropario tono 4, del común de santos Mártires

Tus mártires, oh Señor, * han obtenido de ti * coronas de incorrupción * en su lucha, Dios nuestro. * Al tener, pues, tu fuerza, * han vencido a tiranos * y aplastado de los demonios * su abatida insolencia. * Por sus intercesiones, oh Cristo Dios, * salva nuestras almas.

Santo Profeta Daniel con los tres santos jóvenes: Ananías, Azarías y Misael; San Dionisio, obispo de Egina

El profeta Daniel pertenecía a una noble estirpe. Cuando fue conquistada Jerusalén por Nabucodonosor, en el año 606 a. C. el joven Daniel, junto con otros judíos cayeron en cautiverio en Babilonia, ahí, los más jóvenes más dotados eran educados en la corte.

Con Daniel estudiaban tres amigos, Ananías, Azarías y Misael. Durante varios años aprendieron la lengua local y diferentes estudios caldeos. Al comenzar sus estudiar les cambiaron los nombres: a Daniel: Baltasar; a Ananías: Sidrac; a Misael: Misac y a Azarías: Abednego. A pesar de tener nombres paganos los jóvenes no traicionaron la fe de sus antepasados. No queriendo comer comida pagana, ellos pidieron a su instructor que no les diera la comida de la mesa imperial, que se rociaba con la sangre de las ofrendas, sino vegetales. El instructor estaba de acuerdo, pero puso la condición: pasados los 10 días con el régimen vegetal el verificaría el estado de su salud física y anímica. Cuando terminó el tiempo de prueba, estos jóvenes fueron más saludables que los otros que comían carne de la mesa imperial. Y el instructor les permitió seguir comiendo lo que querían. Por la devoción a la fe verdadera, el Señor los premió en sus estudios. El rey de Babilonia, presente en los exámenes, encontró que ellos eran más inteligentes que sus sabios babilónicos.

Después de terminar los estudios, Daniel con sus tres amigos, empezaron a trabajar en la corte. Daniel trabajó como alto funcionario durante el reinado de Nabucodonosor y sus cinco sucesores. Después de la calda de Babilonia, él fue consejero de los reyes Darío I (rey de los Medos) y Ciro de Persia. Dios le había dado a Daniel el don de comprender el significado de las visiones y sueños.

En su libro el profeta Daniel narra sobre la hazaña de sus tres amigos, quienes se negaron a adorar al ídolo de oro (Marduk) y fueron tirados al horno encendido por orden de Nabucodonosor. Pero el ángel del Señor les protegió y quedaron intactos, de la misma manera que él fue librado en el foso de los leones.

En su libro el profeta Daniel anotó algunas visiones proféticas que tratan sobre el fin del mundo y sobre la segunda venida de Cristo. Su libro tiene mucho en común con las Revelaciones (Apocalipsis) del evangelista Juan El Teólogo, que está al final de la Biblia; y sus profecías sobre las persecuciones por la fe se refieren al mismo tiempo a las persecuciones de Antíoco Epifanes y al anticristo.

Sobre el destino posterior del profeta Daniel no se sabe nada, solamente que el murió siendo un anciano, posiblemente en la ciudad de Susa (Ecbatana). Su libro profético tiene 14 capítulos. El Señor Jesucristo, en sus discuciones con los judíos, se refirió dos veces a las profecías de Daniel.

Tropario, tono 2

Grandes son las obras de la fe; * pues los tres santos jóvenes se regocijaron en la fuente de las llamas * como si estuvieran en las aguas del descanso; * y el profeta Daniel apacentaba a los leones * como si fueran corderos: * Por sus imploraciones, oh Cristo Dios, * salva nuestras almas.

San Dionisio de Egina

 

San Dionisio, obispo de Egina, nació en 1547 en la isla de Zante. Aunque nació en una familia noble, estaba decidido a huir del mundo y a concentrarse en las cosas celestiales. Ingresó en el monasterio de Strophada y, después del tiempo prescrito, el abad lo revistió con el esquema angelical. Aunque joven en años, superó a muchos de sus mayores en virtud y fue considerado digno de la ordenación al santo sacerdocio.

A pesar de que protestó por su indignidad, San Dionisio fue consagrado obispo de Egina. En ese cargo nunca dejó de enseñar y amonestar a su rebaño, y muchos se acercaron a él para beneficiarse de su sabiduría. Temía la alabanza de los hombres, por temor a caer en el pecado de la vanagloria, por lo que renunció a su sede y regresó a Zante.

En 1579 la diócesis de Zakynthos enviudó (cuando un obispo muere, su diócesis se describe como “viuda”), y Dionisio aceptó cuidarla hasta que se pudiera elegir un nuevo obispo. Entonces huyó de la vida mundana que no le daba paz, y se fue al Monasterio de la Santísima Theotokos Anaphonitria, a veinte millas del pueblo principal.

Un desconocido asesinó al hermano del santo, Constantino, un noble ilustre. Temiendo a los parientes de su víctima, el desconocido, por casualidad o por voluntad de Dios, buscó refugio en el monasterio donde san Dionisio era abad. Cuando el santo le preguntó al fugitivo por qué estaba tan asustado, confesó su pecado y reveló el nombre del hombre que había asesinado, pidiendo ser protegido de la venganza de la familia. San Dionisio lloró por su único hermano, como era natural. Luego consoló al asesino y lo escondió, mostrándole gran compasión y amor.

Poco después, los parientes del santo llegaron al monasterio con un grupo de hombres armados y le contaron lo sucedido. Él fingió no saber nada al respecto. Después de llorar con ellos y tratar de consolarlos, los envió en la dirección equivocada. Luego le dijo al asesino que era el hermano del hombre al que había matado. Lo amonestó como un padre y lo llevó al arrepentimiento. Después de perdonarlo, San Dionisio lo llevó a la orilla y lo ayudó a escapar a otro lugar para salvar su vida. Debido a la virtud cristiana del santo, se le concedió el don de hacer milagros.

Habiendo pasado su vida en santidad, San Dionisio llegó a una edad avanzada, luego partió hacia el Señor el 17 de diciembre de 1624.

Tropario tono 1

Honremos, oh fieles, en armonía * a Dionisio, fruto de Zacinto, * protector del monasterio de las Estrófades * y gran jerarca de Egina, * exclamando con claridad: * Con tus ruegos salva a todos los que celebran * tu memoria y te cantan: * ¡Gloria a Cristo que te ha glorificado! * ¡Gloria, que la corona te ha dado! * ¡Gloria, que te nos ha otorgado * intercesor incansable!

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