Santa Matrona de Tesalónica, Mártir.

La gloriosa Santa Matrona era de una familia griega, nacida en Tesalónica, ciudad importante de Macedonia. Cuando ella era todavía muy pequeña, murieron sus padres, y fue adoptada por su tío muy rico y poderoso. Éste enterado de los gloriosos triunfos que los cristianos alcanzaban en aquellos lugares contra los infieles, tomó todas sus posesiones, y se fue con su sobrina Matrona a Roma. En esa ciudad, aunque en aquel entonces estaba toda llena de paganos, había muchos cristianos escondidos, que vivían en diferentes cuevas aisladas, por el temor a los infieles, donde alababan el Santísimo Nombre de Cristo Nuestro Señor. Inspirada la santa doncella por el Espíritu Santo y enterada de aquellos santos cristianos, sin temer las amenazas de su tío visitaba dichas cuevas, y se consolaba con ellos.

Aquellos siervos de Dios la instruyeron en la fe, explicándole las santas Escrituras y la gloriosa pasión y muerte que padeció por nosotros en la Cruz nuestro Señor Jesucristo.

Habiendo regresado a la ciudad de Tesalónica, entró a trabajar de sirvienta a la casa de una señora viuda muy rica, llamada Plantilla, que era judía que odiaba profundamente a los cristianos. La santa doncella, cuando se le presentaba la oportunidad, iba a la iglesia, donde bendecía y alababa a Cristo Nuestro Señor. Enterada de esto la viuda, ordenó traerla a su casa, y atada a un banco, la azotó cruelmente, dejándola así todo un día y una noche sin desatarla. Pero vino un ángel que la desató y llevó a la iglesia sin abrir puerta alguna, por lo que Matrona dio infinitas gracias a Dios.

Cuando se enteró de esto su señora, la volvió a su casa, otra vez la ató al mismo banco y le dio muchos latigazos con inaudita crueldad, dejándola atada por tres días sin comer. Vino por segunda vez el mismo ángel y librándola la llevó a la iglesia por las puertas cerradas como la vez anterior. Viendo esto Plantilla, la volvió a traer a su casa con una furia infernal, y repitió los latigazos con tal fuerza, que le quitó la vida, entregando de esta manera, la santa doncella, su espíritu a su Creador, cuando gobernaban Diocleciano y Maximiano.

Los tesalonicenses sepultaron el santo cuerpo de santa Matrona con mucha veneración.

Tropario tono 4, del común de Vírgenes Mártires

Tu oveja, oh Jesús, exclama con gran voz: * «Te extraño, Novio mío, y lucho buscándote; * me crucifico y me entierro contigo por el bautismo; * sufro por ti para contigo reinar * y muero por ti para que viva en ti.» * Acepta, como ofrenda inmaculada, * a Matrona, sacrificada con anhelo por ti. * Por sus intercesiones, oh Compasivo, * salva nuestras almas.

Sinaxis del Arcángel Gabriel

En este día celebramos con alegría la memoria del glorioso Arcángel Gabriel, encargado de transmitir las maravillosas Buenas Nuevas de la Encarnación del Hijo de Dios y su amor y dispensación por la humanidad.

El arcángel Gabriel es uno de los siete Arcángeles o Ángeles principales, quienes según el libro de Tobías “están en pie delante de Dios” (Tob. 12:15). Su nombre significa en hebreo “Fortaleza de Dios” y es mencionado varias veces en las Escrituras como mensajero celestial, enviado por Dios para anunciar Sus planes sobre la salvación de la humanidad.

Así el arcángel Gabriel apareció varias veces al profeta Daniel para revelarle el misterio de la llegada del Mesías, las persecuciones del anticristo y el fin del mundo (Dan 8:16, 9:21). Antes de la venida del Hijo de Dios al mundo, el arcángel Gabriel se presentó en el templo al sacerdote Zacarías y le comunicó la milagrosa concepción del Precursor de Jesús, Juan el Bautista.

Seis meses después él vino a Nazaret con el mensaje a la Virgen María que había sido elegida para ser Madre de Cristo el Salvador (Lc. cap. 1).

Según la opinión de algunos padres de la Iglesia, el arcángel Gabriel fue enviado para apoyar al Salvador durante su oración en el huerto de Getsemani y después para anunciar a la Madre de Dios el día de su Dormición. Por esto, en los libros sagrados de la Iglesia, lo nombran como “el mensajero de los milagros.”

Tropario tono 8, del común de los Incorpóreos

Oh primado de los poderes celestiales, * te rogamos, nosotros indignos, * que, por tus súplicas, nos cubras * con la sombra de las alas de tu gloria inmaterial * y protejas a quienes te veneramos* y exclamamos con tesón: * líbranos de los peligros, * porque eres el arcángel.

Anunciación del Ángel a la Santísima Madre de Dios y Siempre Virgen María

Seis meses después de la concepción de Juan el Precursor, Dios envió al Arcángel Gabriel a Nazaret, una ciudad de Galilea, a María la Virgen. Según la tradición transmitida por los Padres, ella había estado comprometida con José cuatro meses. Al llegar a la casa de José, el Arcángel declaró: “Regocíjate, llena de gracia, el Señor está contigo: bendita eres entre las mujeres”. Después de cierta consideración, agitación del alma y temor debido a este saludo, la Virgen, cuando finalmente obtuvo la plena seguridad con respecto a la indescifrable condescendencia de Dios y la inefable dispensación que iba a tener lugar a través de ella, y creyendo que todo es posible el Altísimo respondió con humildad: “He aquí la sierva del Señor; hágase en mí según tu palabra”. Y en esto, el Espíritu Santo vino sobre ella, y el poder del Altísimo fecundó su seno sin tacha, y el Hijo y Palabra del Padre, que existió antes de los siglos, fue concebido, y se hizo carne en su cuerpo inmaculado (Lucas 1: 26-38).

Llevando en su seno al Incontenible, la Virgen bendita fue de prisa desde Nazaret a la región montañosa de Judea, donde Zacarías tenía su morada; porque deseaba encontrar a Isabel como su pariente y alegrarse con ella, porque, como había sabido por el Arcángel, Isabel había concebido en su vejez. Además, deseaba contarle las grandes cosas que el Poderoso había tenido el placer de hacerle pasar. Cuando Isabel escuchó el saludo de María, sintió que su bebé de seis meses, san Juan Bautista, profetizaba el amanecer del sol espiritual. Inmediatamente, la anciana Isabel se llenó del Espíritu Santo y la reconoció como la Madre de su Señor, y con una gran voz la bendijo y al Fruto que tenía en su interior. La Virgen también, movida por un regocijo sobrenatural en el espíritu, glorificó a su Dios y Salvador, diciendo: “Mi alma engrandece al Señor, y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador”, y el resto, como lo ha registrado san Lucas. (1: 39-55)

Tropario, tono 1

Hoy es el principio de nuestra salvación, * la revelación del misterio sempiterno: * El Hijo de Dios se hace hijo de la Virgen, * y Gabriel anuncia la Gracia; * por lo que, nosotros también con él clamamos a la Madre de Dios: * «¡Alégrate, oh Llena de gracia, * el Señor está contigo!»

Preparación para la fiesta de la Anunciación a la Madre de Dios

La Gran fiesta de la Anunciación a la Santísima Virgen es una de las grandes fiestas en el año.

Hoy celebramos la preparación para la fiesta; y ya los himnos hacen alusión a la alegría que para el mundo significa el misterio del Hijo Eterno de Dios que encarnándose en el vientre virginal de la Madre de Dios, se hace hombre para nuestra salvación.

Tropario, tono 4

Hoy es el preludio de la alegría mundial; * celebremos la preparación, pues he aquí que Gabriel * viene a trasmitir la buena noticia a la Virgen, exclamándole: * «¡Alégrate, oh Llena de gracia, el Señor está contigo!»

 

Domingo de la Prosternación ante la Santa y Vivificadora Cruz; Hieromártir Nicon y 199 discípulos en Sicilia

En este día que es el tercer domingo de la Cuaresma, celebramos la Prosternación ante la Honorable y Vivificadora Cruz.

+ ¡Que todo el universo se prosterne ante Tu Cruz!

+ Por medio de la cual aprendí a Prosternarme ante Ti, Oh Verbo Adorado. +¡Oh Cristo Dios guárdanos, por Su Poder, de los daños del maligno y haznos dignos de atravesar a salvo el campo de la Cuaresma y de adorar Tu Pasión Divina y Tu Resurrección Vivificadora; Y ten piedad de nosotros, Oh Bondadoso, porque eres el Único que ama a la humanidad!

Tropario, tono 1

Salva, oh Señor, a tu pueblo y bendice tu heredad; concede a los fieles la victoria sobre el enemigo y a los tuyos guarda por el poder de tu santa Cruz.

Hieromártir Nicon y 199 discípulos en Sicilia

 

 Nacido en Nápoles, de padre pagano y madre cristiana, Nicon fue oficial romano en Nápoles. No era bautizado, aunque su madre, sin que el padre se enterara, le enseñaba sobre la fe cristiana.  Una vez cuando se fue con sus tropas a la batalla, la madre le aconsejó que, si llegaba a tener alguna desgracia, que hiciera la señal de la cruz y acudiera el nombre de Jesucristo en ayuda. Y en efecto, cuando en la batalla las tropas de Nicon fueron rodeadas y la muerte estaba cerca, Nicon hizo la señal de la cruz y en su corazón clamó a Cristo; en ese momento, él se llenó de excepcional poder y se abalanzó hacia sus enemigos, matando a unos y haciendo huir a otros.  Regresando a su casa, Nicon constantemente en su asombro exclamaba: “¡Grande es el Dios de los cristianos!” Luego de alegrar a su madre con la noticia de su victoria con la ayuda de la cruz de Cristo, secretamente navegó hacia Asia, donde el obispo de Cícico, Teodosio, lo bautizó. Luego del bautismo se retiró a un monasterio donde se entregó al aprendizaje y a la vida ascética; pero el obispo Teodosio, antes de su propia muerte, tuvo una visión en la que se le fue dicho que ordenara a Nicon como su sucesor. El anciano Teodosio inmediatamente llamó a Nicon, lo ordenó como diácono, después como presbítero y finalmente como obispo.  Pero por la Providencia Divina, Nicon pronto regresó a Nápoles, donde encontró a su madre todavía con vida. Tras la muerte de su madre, se alejó con algunos discípulos, antiguos compañeros de guerra, a Sicilia, y allí se dedicó a predicar el Evangelio.  Pero hubo una terrible persecución contra los cristianos. El príncipe Quintiano arrestó a Nicon con sus compañeros y los entregó a terribles martirios.  Sus 190 discípulos y compañeros fueron decapitados; y a Nicon, sus torturadores lo ataron a las colas de caballos, lo arrojaron desde una elevada piedra al precipicio, lo golpearon, lo cepillaron, pero Nicon sobrevivió a todos estos tormentos. Finalmente fue decapitado a espada y partió hacia el Señor.

Su cuerpo fue dejado en el campo, para que las aves lo devoraran. Pero un joven pastor, poseído por un espíritu inmundo, tropezó y cayó sobre el cuerpo muerto del santo mártir y se sanó inmediatamente; este pastor reveló sobre el cuerpo del santo y los cristianos vinieron y lo enterraron honorablemente. Todo esto sucedió en tiempos del emperador Decio.

Tropario, tono 4

Oh Dios de nuestros padres, * que siempre nos tratas de acuerdo con tu bondad: * no retires de nosotros tu misericordia, * sino que, por la intercesión de tus santos, * dirige nuestras vidas en paz.

Hieromártir Basilio, presbítero de Ancira

San Basilio luchó en el martirio durante el breve reinado de Juliano el Apóstata, de 361-363. El Santo fue denunciado como cristiano a Saturnino, gobernador de Ancira, quien, cuando Basilio no negó a Cristo, lo colgó de un poste y lo raspó a los costados, luego lo golpeó y lo encarceló. Unos días más tarde, cuando el propio Juliano llegó a Ancira, el santo fue llevado ante él y se le ordenó que negara a Cristo, a quien nuevamente confesó. Luego Juliano le cortó tiras en la carne, de modo que quedaron colgando de su cuerpo al frente y atrás. El valiente mártir arrancó una de estas tiras de su cuerpo y la arrojó a la cara de Juliano. Ante esto, Juliano ordenó que picos de hierro se calentaran ardientemente; El vientre de san Basilio, su espalda y todas sus articulaciones fueron perforadas con ellos, y recibió la corona del martirio.

Tropario tono 4, del común de Hieromártires

Al volverte sucesor de los apóstoles * y partícipe en sus modos de ser, * encontraste en la práctica * el ascenso a la contemplación, oh inspirado por Dios. * Por eso, seguis­te la palabra de la verdad * y combatiste hasta la sangre por la fe. * Basilio, obispo-mártir, intercede ante Cristo Dios * para que salve nuestras almas.

San Jacobo el Confesor, obispo.

Pocos son los datos que nos han legado sobre San Jacobo, sabemos que  adoptó la vida monástica desde su juventud en el Monasterio de Studium, donde se convirtió en discípulo de San Teodoro el Estudita. Más tarde se convirtió en obispo y tuvo que sufrir muchas aflicciones y tormentos a manos de los iconoclastas.

Por las intercesiones de san Jacobo el Confesor y de todos los que han sufrido por defender la verdadera fe, oh Señor Jesucristo Dios nuestro, Ten piedad de nosotros y sálvanos. Amén.

Tropario tono 4

Oh Dios de nuestros padres, * que siempre nos tratas de acuerdo con tu bondad: * no retires de nosotros tu misericordia, * sino que, por la intercesión de tus santos, * dirige nuestras vidas en paz.

Los Santos Mártires del Monasterio de San Sabas

Los justos mártires Juan, Sergio, Patricio y otros del monasterio de San Sabas cerca de Jerusalén fueron asesinados por los bárbaros sarracenos durante el reinado del Emperador Heraclio, y mientras san Modesto era Patriarca de Jerusalén (632-634).

Tropario tono, del común de Santos Mártires 

Tus mártires, oh Señor, * han obtenido de ti * coronas de incorrupción * en su lucha, Dios nuestro. * Al tener, pues, tu fuerza, * han vencido a tiranos * y aplastado de los demonios * su abatida insolencia. * Por sus intercesiones, oh Cristo Dios, * salva nuestras almas.

Santos Crisanto y Daría, Mártires

San Crisanto, que era de Alejandría, había sido instruido en la fe de Cristo por cierto obispo, cuyo nombre no ha llegado a conocerse.

Su padre, que era senador por rango y pagano, lo tuvo encerrado en prisión durante muchos días; entonces, al ver la disposición inmutable de su alma, ordenó que una joven llamada Daria fuera traída de Atenas. Era una doncella muy hermosa y erudita, y también idólatra, y el padre de Crisanto lo casó con ella para que pudiera alejarse de la Fe de Cristo debido a su amor por ella.

Sin embargo, en lugar de esto, Crisanto atrajo a Daria a la piedad, y ambos proclamaron con valentía a Cristo y recibieron la corona del martirio en 283, durante el reinado de Numeriano, siendo enterrados vivos en un pozo de lodo.

Tropario tono 4, del común de Santos Mártires

Tus mártires, oh Señor, * han obtenido de ti * coronas de incorrupción * en su lucha, Dios nuestro. * Al tener, pues, tu fuerza, * han vencido a tiranos * y aplastado de los demonios * su abatida insolencia. * Por sus intercesiones, oh Cristo Dios, * salva nuestras almas.

San Cirilo, obispo de Jerusalén

Nació en Jerusalén en tiempos de Constantino el Grande y murió en tiempos de Teodosio el Grande (315-386). En el año 346, fue ordenado sacerdote y en el 350 heredó el trono patriarcal de Jerusalén, del bienaventurado Patriarca Máximo.  Tres veces fue destronado y enviado al exilio, hasta que, al fin, en tiempos de Teodosio, fue retornado y luego de vivir ochos años más, entregó su alma al Señor.

Tuvo dos difíciles batallas: una contra los arrianos, que adquirieron fuerza bajo Constancio, el hijo de Constantino; y la otra en tiempos de Juliano el Apóstata, contra ese apóstata y contra los judíos.  En tiempos del dominio arriano, el día de Pentecostés, apareció en los cielos la señal de la Cruz, más brillante que el sol, extendida sobre Jerusalén y el Monte de los Olivos, y se mantuvo visible por muchas horas desde las nueve de la mañana. Fue escrita una carta al emperador Constancio acerca de la aparición, que fue vista por todos los habitantes de Jerusalén, y esto sirvió mucho al fortalecimiento de la Ortodoxia contra los herejes.

En tiempos del Apóstata, otra señal tuvo lugar. Para humillar al cristianismo, Juliano persuadió a los judíos a reconstruir el Templo de Salomón.  Cirilo rezaba a Dios para que eso no ocurriera; y hubo un terrible terremoto, que destruyó todo lo que se había reconstruido.  Los judíos comenzaron de nuevo, pero otra vez hubo otro terremoto que destruyó no solo lo recién construido, sino que también removió y derribó las antiguas piedras que todavía estaban debajo de la tierra. Y así se cumplieron las palabras del Señor: “No quedará aquí piedra sobre piedra que no sea derribada” (Marcos 13, 2; Lucas 21, 6).

De entre los muchos escritos de este santo padre, se conserva su Catequesis, obra de gran calidad, que afirma la fe y la práctica de la Ortodoxia hasta el día de hoy. Fue un extraordinario jerarca y un gran asceta. Era manso, humilde, todo agotado por el ayuno y pálido de rostro.  Luego de una laboriosa vida y de caballerescas batallas por la Fe Ortodoxa, entró en el descanso y pasó a habitar en los eternos Atrios del Señor.

Tropario tono 4, del común de Santos Jerarcas

La verdad de tus obras * te ha mostrado a tu rebaño * cual regla de fe, icono de mansedumbre * y maestro de abstinencia. * Así que alcanzaste, por la humildad, alturas * y por la pobreza, riquezas. * ¡Oh santo padre Cirilo, * in­tercede ante Cristo Dios, * para que salve nuestras almas!

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