Segundo día de la Preparacióna la fiesta de la Epifanía del Señor; Santo Profeta Malaquías; Santo mártir Gordio de Capadocia.

Del 2 al 5 de enero apenas pasando la celebración de los Misterios de la infancia de Cristo nuestro Dios, comenzamos la preparación para la Gran Fiesta de su santa Epifanía y Bautismo en el Jordán.

Este año como la fiesta de la Epifanía del Señor cae en día lunes el servicio conocido como Paramón o de las Horas Reales, que tradicionalmente se celebra en la víspera de la fiesta, se anticipa para hoy viernes.

Tropario de la Prefiesta de la Epifanía, tono 4

Predisponte, Zabulón, * y atiende, Neftalí; * río Jordán, tú haz cesar * tu curso para recibir * al Señor por bautizarse. * Alégrate, Adán, con la primera madre; * no se escondan tal como han hecho en el Edén. * Pues Él, al verlos desnudos, * vino a vestirlos con la primera túnica. * ¡Se ha revelado Cristo, * porque ha querido * renovar la creación entera!

Condaquio de la Prefiesta de la Epifanía, tono 4

El Señor de todo hoy * en el Jordán se presenta * y a Juan Bautista * le pide que deje el temor: * «No temas bautizarme, * pues vine a salvar a Adán, * el primer creado».

 

Santo Profeta Malaquías

 

El profeta Malaquías (en hebreo “mensajero”) era él más joven colaborador de Esdras y Nehemías y provenía de la tribu de Zabulón. Como último profeta del Antiguo Testamento es llamado “el sello de los profetas.” Profetizaba 475 años antes la llegada de Jesucristo.

De su libro se ve que en su época el Templo ya había sido reconstruido y que en él se realizaban los servicios religiosos, pero no siempre con la debida reverencia. Hablando en nombre de Dios el profeta acusa a los sacerdotes de poca dedicación: “El hijo honra al padre, y el siervo a su señor. Si, pues, soy yo Padre, ¿dónde está mi honra? Y si soy Señor, ¿dónde está mi temor? Dice el Señor de los ejércitos a vosotros, oh sacerdotes, que menospreciáis mi nombre. Y decís ¿En qué hemos menospreciado tu nombre?” (Mal. 1:6). En los tiempos del Nuevo Testamento los sacerdotes judíos serán sustituidos por hombres reverentes hacia Dios: “Porque desde donde el sol nace hasta donde se pone, es grande mi nombre entre las naciones; y en todo lugar se ofrece a mi nombre incienso y ofrenda limpia, porque grande es mi nombre entre las naciones, dice el Señor de los ejércitos” (Mal. 1:11).

Más adelante, el profeta acusa a los judíos de casarse con mujeres de otros pueblos, por la incompleta entrega del diezmo, por ofrecer sacrificios de animales con defectos, por hacer ceremonias superficiales y sin sentimientos y por quejarse de una supuesta tardanza de Dios en cumplir sus promesas acerca de la llegada del Mesías. Pero ya no los acusa de idolatría porque después de las pasadas penurias relacionadas con el cautiverio de Babilonia los judíos dejaron por completo estas supersticiones.

Malaquías predice sobre el profeta y precursor San Juan Bautista, quien deberá venir para preparar a los hombres al recibimiento de Cristo: “He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí; y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho el Señor de los ejércitos. ¿Y quién podrá soportar el tiempo de su venida? ¿O quién podrá estar en pie cuando él se manifieste? Porque él es como fuego purificador, y como jabón de lavadores” (Mal. 3:1-2; ver Mc 1:1, Mt. 11-14 y 17:12). Su siguiente profecía es semejante a la primera, habla del precursor de Cristo y evidentemente se refiere a su segunda venida: “He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el Día del Señor, grande y terrible. Él hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición” (Mal. 4:5-6, ver Ap. 11:3-6).

El contenido del libro de Malaquías es el siguiente: el aumento de la piedad en el pueblo (1:6-14), y en los sacerdotes (2:1-9); crueldad y apostasía de la ley de Dios (2:10-16); el desdén a las promesas y a las leyes de Dios (2:17; 3:6); el no pago de los diezmos (3:7-12); el Juicio de Dios (3:13-4:3) y un último llamado al arrepentimiento (4:4-6).

Todas las profecías de los profetas, a excepción de las referidas a los últimos tiempos, se cumplieron (muy frecuentemente con asombrosas precisiones). Nos resultan especialmente valiosas las predicciones sobre el Salvador del mundo, la Iglesia y la gracia de Dios que reciben los creyentes. Es consolador saber además que, en los libros de los profetas, el mal a pesar de sus temporales victorias, será totalmente destruido por Dios y que triunfará la verdad. ¡La vida y la felicidad eternas son el destino de los creyentes!

Tropario tono 2 del común de Santos Profetas

Celebrando la memoria de tu Profeta Malaquías oh Señor, por él te imploramos que salves nuestras almas.

Santo Mártir Gordio

El mártir Gordio nació a finales del siglo III en la ciudad de Cesarea de Capadocia en el seno de una familia cristiana. Cuando alcanzó la mayoría de edad, entró en el servicio militar. Por su valor y habilidad, fue nombrado centurión.

Durante la persecución de los cristianos a principios del siglo IV, dejó el mundo y se estableció en el desierto del Sinaí para prepararse para la buena acción de confesar el Nombre de Cristo Salvador.

En el año 320, Gordio se presentó abiertamente ante el prefecto de una ciudad donde se celebraban juegos paganos y se identificó como cristiano. Fue arrestado, sufrió terribles tormentos y luego fue decapitado.

Tropario tono 4, del común de Santos Mártires

Tu mártir, oh Señor, * ha obtenido de ti * corona de incorrupción * en su lucha, Dios nuestro. * Al tener, pues, tu fuerza, * ha vencido a tiranos * y aplastado de los demonios * su abatida insolencia. * Por sus intercesiones, oh Cristo Dios, * salva nuestras almas.

Tercer día de la preparación a la Epifanía del Señor; Sinaxis de los Setenta Apóstoles

Del 2 al 5 de enero apenas pasando la celebración de los Misterios de la infancia de Cristo nuestro Dios, comenzamos la preparación para la Gran Fiesta de su santa Epifanía y Bautismo en el Jordán.

Tropario de la Prefiesta de la Epifanía, tono 4

Predisponte, Zabulón, * y atiende, Neftalí; * río Jordán, tú haz cesar * tu curso para recibir * al Señor por bautizarse. * Alégrate, Adán, con la primera madre; * no se escondan tal como han hecho en el Edén. * Pues Él, al verlos desnudos, * vino a vestirlos con la primera túnica. * ¡Se ha revelado Cristo, * porque ha querido * renovar la creación entera!

Condaquio de la Prefiesta de la Epifanía, tono 4

El Señor de todo hoy * en el Jordán se presenta * y a Juan Bautista * le pide que deje el temor: * «No temas bautizarme, * pues vine a salvar a Adán, * el primer creado».

Sinaxis de los Setenta Apóstoles.

 

Para estos Apóstoles nos relata el Evangelista Lucas:” Y después de estas cosas, designó el Señor aun otros setenta, los cuales envió de dos en dos delante de sí, a toda ciudad y lugar a donde Él había de venir.” (Lucas 10:1). Para esta tarea tuvieron que poner mucho esfuerzo y actitud sin perder un instante, por eso les dijo, no se detengan ni a saludar a nadie en el camino. Él Señor les pidió a los Setenta Apóstoles No llevéis bolsa, ni alforja, ni calzado; ¿Por qué? Para que se note que los soldados de Cristo deben tener abnegación y estar familiarizados con las privaciones. Y mostrar que con la fuerza de Dios dentro de sus corazones se puede realizar los más difíciles y duros trabajos.

Los Setenta realizaron su misión con toda precisión y disciplina, cuando Cristo estaba en la tierra y también luego de la Ascensión, formando la iglesia, trabajando con entrega y abnegación.

Tropario tono 3, del común de los Santos Apóstoles

Oh santos apóstoles, * interceded ante Dios misericordioso * para que otorgue el perdón de las transgresiones a nuestras almas.

Prefiesta de la Epifanía/San Silvestre, papa de Roma/ San Serafín el Milagroso de Sarov.

Del 2 al 5 de enero apenas pasando la celebración de los Misterios de la infancia de Cristo nuestro Dios, comenzamos la preparación para la Gran Fiesta de su santa Epifanía y Bautismo en el Jordán.

Tropario de la Prefiesta de la Epifanía, tono 4

Predisponte, Zabulón, * y atiende, Neftalí; * río Jordán, tú haz cesar * tu curso para recibir * al Señor por bautizarse. * Alégrate, Adán, con la primera madre; * no se escondan tal como han hecho en el Edén. * Pues Él, al verlos desnudos, * vino a vestirlos con la primera túnica. * ¡Se ha revelado Cristo, * porque ha querido * renovar la creación entera!

Condaquio de la Prefiesta de la Epifanía, tono 4

El Señor de todo hoy * en el Jordán se presenta * y a Juan Bautista * le pide que deje el temor: * «No temas bautizarme, * pues vine a salvar a Adán, * el primer creado».

San Silvestre, obispo de Roma (314-335)

 

Nació en Roma de padres cristianos, Rufino y Justa. Su padre murió al poco tiempo, y el santo quedó bajo el cuidado de su madre. El preceptor de Silvestre, el presbítero Quirino, le dio una excelente educación y lo crió como un verdadero cristiano. Al llegar a la edad adulta, Silvestre cumplía el mandamiento del Señor de amar a nuestro prójimo; frecuentemente recibía a extranjeros y viajeros, sirviéndoles como un esclavo en su propia casa. Durante una persecución contra los cristianos, Silvestre no dudó en albergar al santo confesor Timoteo, obispo de Antioquía, quien vivió con él por un año, convirtiendo a muchos a Cristo mediante su predicación. El obispo Timoteo fue arrestado y ejecutado por orden del prefecto Tarquinio. Silvestre tomó secretamente el cuerpo del santo y lo enterró. Esto llegó a oídos de Tarquinio, y el santo fue arrestado y traído a juicio. Tarquinio exigió que renunciara a Cristo, amenazándole con tortura y muerte. San Silvestre no fue intimidado, empero, y permaneció firme en su confesión de fe, por lo cual fue arrojado en prisión. Al morir Tarquinio repentinamente poco después del juicio, el santo fue puesto en libertad, y predicaba el Evangelio a los paganos sin temor, convirtiendo a muchos a Cristo.

A los treinta años, san Silvestre fue ordenado diácono y luego presbítero por el obispo Marcelino (296-304). Tras la muerte del obispo Melquiades (311-314), san Silvestre fue elegido obispo de Roma. Exhortaba a su rebaño a vivir justamente, e insistía que los sacerdotes cumpliesen su deber estrictamente, sin envolverse en los asuntos seculares. San Silvestre se hizo conocido como un experto en la Sagrada Escritura y como un acérrimo defensor de la fe cristiana. Durante el reinado del emperador san Constantino el Grande, cuando hubo terminado el período de persecución de la Iglesia, los judíos convinieron un debate público para determinar cuál era la verdadera fe. San Constantino y su madre, la santa emperatriz Elena, estaban presentes junto a una gran multitud. San Silvestre habló por los cristianos, y los judíos tenían ciento veinte eruditos rabinos capitaneados por Zambres, un mago y hechicero. Citando los libros del Antiguo Testamento, san Silvestre demostró convincentemente que los profetas predijeron el nacimiento de Jesucristo de la purísima Virgen, su sufrimiento voluntario y su muerte por la redención de la raza humana caída, y su gloriosa resurrección. El santo fue declarado vencedor en el debate. Entonces Zambres intentó recurrir a la hechicería, pero el santo obstruyó el mal clamando al nombre del Señor Jesucristo. Zambres y los otros judíos creyeron en Jesucristo, y pidieron ser bautizados.

San Silvestre guio la Iglesia de Roma por más de veinte años, ganándose la estima de su rebaño. Murió en paz siendo de edad muy avanzada, en el año 335.

Tropario tono 4 del común de Santos Jerarcas

La verdad de tus obras * te ha mostrado a tu rebaño * cual regla de fe, icono de mansedumbre * y maestro de abstinencia. * Así que alcanzaste, por la humildad, alturas * y por la pobreza, riquezas. * ¡Oh santo Padre Silvestre, intercede ante Cristo Dios, * para que salve nuestras almas!

Reposo del Venerable Serafín Milagroso de Sarov

 

San Serafín, llamado durante su vida laica Projor Moshnin, nació en la ciudad de Kursk en el año 1759, en el seno de una familia de comerciantes. Al tener 10 años se enfermó gravemente y durante su enfermedad, mientras dormía, vio a la Madre de Dios quien prometió curarlo. Algunos días más tarde, se realizaba en Kursk una procesión, llevando el icono milagroso de Virgen que pertenecía a este lugar. Debido al mal tiempo, la procesión hizo un corto recorrido que, justamente pasaba frente de la casa de la familia Moshnin. La madre llevó a su hijo a besar el milagroso icono y el niño al poco tiempo se curó.

En los años de su juventud, san Serafín debió ayudar a sus padres en las tareas del negocio, pero el comercio no lo atraía. Al joven Serafín le gustaba leer los libros de la vida de los Santos, ir al templo y rezar a solas. A los 18 años, Serafín decidió a dedicarse a la vida monacal. La madre lo bendijo con un crucifijo de cobre, el cual san Serafín durante toda su vida llevo de bajo de su ropa. Después entró en calidad de novicio de Sarov. Desde del primer día de la vida en el monasterio, las características de su vida fueron frugalidad y la vigilia. Una sola vez por día comía un poco. Los días miércoles y viernes no probaba bocado. Después, una vez recibida la bendición de su monje anciano para retirarse al bosque a orar y pensar en Dios, lo hacía frecuentemente. Al poco tiempo, por segunda vez en su vida se enfermó gravemente. Durante 3 años debió guardar cama. Nuevamente fue curado por la Santísima Virgen María: La Madre de Dios se le apareció acompañada por varios Santos; señalando al beato Serafín, la Santísima Virgen se dirigió al apóstol Juan Teólogo: “Este es de nuestra familia!” Luego, tocando su costado con el bastón, lo sanó.

Cuando tenía 27 años fue ordenado como monje recibiendo el nombre Serafín, que en hebreo significa “fervoroso, ardiente.” Al poco tiempo fue ordenado monje diácono. El nombre que le fue dado lo justificó plenamente con sus extraordinarios y ardientes rezos. Todo el tiempo, exceptuando por un corto descanso, se encontraba en la iglesia. Debido a estas oraciones durante y fuera de los oficios religiosos, san Serafín se hizo merecedor de poder contemplar a los santos, quienes también tomaban parte de los oficios de la iglesia y cantaban. Durante la misa de Jueves Santo, pudo ver al mismo Señor Jesús Cristo en su condición del “Hijo del Hombre,” quien caminaba en el templo entre las fuerzas celestiales y bendecía a los fieles. Impresionado por esta visión, perdió el habla por mucho tiempo.

En el año 1793 san Serafín fue ordenado monje sacerdote, después de lo cual, durante todo un año, diariamente, oficiaba la Santa Misa y tomaba la Santa Comunión. Después, San Serafín se fue retirando al “Lejano desierto,” el lugar más apartado del bosque, distante del monasterio del Sarov a 5 km. Grande fue la perfección que alcanzó en ese tiempo. Los animales y fieras salvajes, como los osos, liebres, lobos, zorros y otras especies más, se acercaban a la choza del asceta. La anciana del monasterio del Diveevo, Matrona Plescheiev fue testigo de cómo San Serafín de sus propias manos le daba a comer a un oso que se acercó a la choza. Lo que más impresionó a la mujer, fue el rostro del gran anciano, “se veía lleno de gozo y luminoso como de un ángel,” relataba Matrona.

Viviendo en ese pequeño desierto, en una ocasión sufrió a manos de los bandidos. De gran contextura física y llevando un hacha, san Serafín no los enfrentó. Como respuesta a las exigencias de entregar el dinero y a las amenazas, depositó el hacha en el suelo, cruzo sus brazos sobre el pecho y resignándose se abandonó a su suerte. Los bandidos comenzaron a golpearle la cabeza con su hacha. La sangre comenzó a fluir de su boca y de sus oídos. El Santo perdió el conocimiento y se desvaneció. Los bandidos siguieron apaleándolo, patearon y arrastraron por el suelo. Dejaron de golpearlo únicamente cuando creyeron que estaba muerto. Lo único valioso que los bandidos encontraron en su choza, fue el icono de la “Enternecida” Madre Santa de Dios, delante de la cual el Santo siempre rezaba. Después de un tiempo, los bandidos fueron atrapados y juzgados. San Serafín intercedió por ellos delante de los jueces, aunque después del ataque el santo quedó encorvado por el resto de su vida.

Poco después comienza el período de vida de san Serafín en el pilar. En esa época pasaba los días de rodillas sobre una piedra cerca de la choza y las noches sobre otra en el bosque. Continuamente rezaba con los brazos alzados al cielo. Así rezó durante 1000 días.

Después de una visión que tuvo de la Madre de Dios, san Serafín en los últimos años de su vida se dedicó a la tarea de “anciano-guiador” (el que recibe a toda la gente, que busca un consejo o una enseñanza). Miles de personas de diversos niveles sociales, económicos y culturales, comenzaron a visitar al anciano quien los enriquecía con su tesoro espiritual adquirido por medio de muchos años de sacrificio espiritual. La gente lo encontraba siempre dulce, alegre y pensativo. A sus visitantes el Santo recibía con las siguientes palabras “Alegría mía.” A muchos les daba el siguiente consejo”: Consigue tener un espíritu pacífico y, alrededor de ti, muchos se salvarán.” San Serafín se prosternaba ante toda persona que se acercaba para hablar con él y luego bendiciéndola, le besaba las manos; y no precisaba que relataran sus problemas, ya que él por el don de clarividencia sabía que pena tenía cada uno de ellos.

“Es necesario que el Espíritu Santo entre en tu corazón, — decía — todas las obras buenas que hacemos en el nombre de Cristo, atraen a nosotros el Espíritu Santo. Sobre todo la oración, que siempre está al alcance de nuestras manos.”

Por las oraciones de san Sarafín de Sarov, oh Señor Jesucristo Dios nuestro. Ten piedad de nosotros y sálvanos. Amén.

Tropario, tono 4

Seguiste al Señor desde tu juventud con fervor; * luchaste con súplicas en el bosque Sarov * cual incorpóreo; * así que del Paráclito * recibiste la Gracia, * y a la Virgen Theotokos, * oh teóforo, viste. * Por lo que, te alabamos, * Serafín, justo padre.

Circuncisión de Nuestro Señor Jesucristo; San Basilio Magno, arzobispo de Cesarea en Capadocia

En   el octavo día después de su nacimiento, el Divino Niño fue circuncidado según la Ley que existía en Israel desde el tiempo de Abraham. En tal ocasión le dieron por nombre Jesús, el cual el arcángel Gabriel había anunciado a la Santísima Virgen María.

La circuncisión de Nuestro Señor muestra que Él tomó un verdadero cuerpo humano y no una apariencia, como enseñaron más tarde los herejes. Nuestro Señor también fue circuncidado porque deseaba cumplir lo totalidad de la Ley que Él mismo había dado mediante los profetas y los antepasados.

Cumpliendo la Ley escrita, Él la sustituyó por el bautismo en su santa Iglesia, como proclamó el apóstol Pablo: «Porque en Cristo Jesús, ni la circuncisión vale nada, ni la incircuncisión, sino una nueva creación» (cfr. Gálatas 6:15).

En el ciclo del calendario litúrgico de la Iglesia, esta Fiesta de la Circuncisión del Señor no tiene ni antefiesta ni posfiesta.

Tropario, tono 1

Asumiste una forma humana sin mutación, * Tú que eres Dios en esencia, * oh compasivo Señor, * y cumpliste la Ley por voluntad * aceptando la circuncisión corporal. * Anulaste así las sombras * y quitaste el velo de nuestras pasiones. * ¡Gloria a tu divinidad! * ¡Gloria a tu misericordia! * ¡Gloria a tu inefable condescendencia, oh Verbo!

Condaquio Tono 3

El Señor de todo, hoy, * al someterse a la ley antigua, * circuncida, el Bondadoso, * las transgresiones de los mortales, * otorgándole la salvación al universo, * y Basilio en las alturas se alegra, * el iluminado obispo del Creador, * el iniciado divino de Cristo, * Basilio Magno.

San Basilio Magno, obispo de Cesarea en Capadocia

 

Basilio nació durante el reinado del emperador Constantino.

Mientras aún no había sido bautizado, pasó quince años en Atenas, donde estudió filosofía, retórica, astronomía, y el resto de las ciencias seculares de su tiempo. Sus compañeros en aquella época eran Gregorio el Teólogo [Nacianceno] y Julián, más tarde el emperador apóstata.

En sus años maduros fue bautizado en el río Jordán junto a Eublio, su antiguo profesor.

Fue obispo de Cesarea en Capadocia por casi diez años, y terminó su vida terrenal cincuenta años después de su nacimiento. Fue un gran defensor de la Ortodoxia, una gran luz de pureza moral, grandemente celoso de la religión, una gran mente teológica, y un gran arquitecto y pilar de la Iglesia de Dios lo que le mereció completamente el título de «Magno».

Los servicios litúrgicos se refieren a él como «abeja de la Iglesia de Cristo, que trae miel a los fieles y con su aguijón ataca a los herejes». Se conservan numerosos escritos de este padre de la Iglesia, incluyendo obras teológicas, apologéticas, ascéticas y canónicas, así como la Santa y Divina Liturgia que lleva su nombre. Esta Divina Liturgia se celebra diez veces al año: el 1ro de enero, día de su fiesta; en la víspera de la Natividad de Nuestro Señor; en la víspera de la Teofanía de Nuestro Señor; todos los domingos de la Gran Cuaresma, excepto el Domingo de Ramos; el Jueves Santo y el Sábado Santo.

San Basilio murió en paz el 1ro de enero del 379 d. C., y fue llevado al Reino de Cristo.

Tropario – Tono 1

Ha resonado tu voz, oh justo padre Basilio, * en toda tierra que recibió tus palabras, * con las cuales hablaste sobre Dios debidamente, * aclaraste la naturaleza de todo lo existente * y educaste con la moral al mundo. * ¡Oh venerable Padre, portador del sacerdocio real, * intercede ante Cristo Dios, para que salve nuestras almas!

 

Comienzo del Ayuno de Navidad; Santos mártires Gurias, Samón y Habib de Edesa

El ayuno de la natividad es uno de los cuatro períodos principales de ayuno a lo largo del año eclesiástico. A partir de hoy 15 de noviembre y concluyendo el 24 de diciembre, el Ayuno de la Natividad brinda a las personas la oportunidad de prepararse para la Fiesta de la Natividad de Nuestro Señor y Salvador en la Carne el 25 de diciembre.

Al abstenerse de ciertos alimentos y bebidas, particularmente de carne, pescado, productos lácteos, aceite de oliva y vino, además de centrarnos más profundamente en la oración y la limosna, podemos encontrar que el objetivo principal del ayuno es hacernos conscientes de nuestra dependencia de Dios.

Catabasia I

¡Cristo nace, glorificadlo! ¡Cristo viene de los cielos, recibidlo! ¡Cristo sobre la tierra, exaltadlo! Cantad al Señor toda la tierra y, con alegría alabadle, oh pueblos, porque ha sido glorificado.

Santos mártires Gurias, Samón y Habib (Abibo) de Edesa:

Gurias y Samón eran ciudadanos eminentes de Edesa. Durante una persecución de cristianos, se escondieron fuera de la ciudad, viviendo en ayuno y oración, y dando consejo a los fieles que venían por consejo a ellos. Fueron capturados y llevados ante el juez, quien los amenazó con la muerte si rehusaban observar el decreto imperial sobre la adoración de ídolos. Los santos mártires de Cristo contestaron: «Si observamos el decreto imperial, estaremos perdidos aún si tú no nos matas». Fueron arrojados en prisión tras crueles torturas, y estuvieron confinados allí desde el 10 de agosto hasta el 10 de noviembre, soportando hambre, oscuridad y grandes sufrimientos. Fueron entonces sacados de la cárcel y torturados de nuevo, y como permanecieron firmes en la fe cristiana, fueron condenados a muerte y degollados con espada en el año 322, bajo el inicuo emperador Licinio, que gobernó la parte oriental del Imperio hasta el 324.

Más tarde Habib, un diácono en Edesa, fue torturado por causa de Cristo su Señor y, en medio de las llamas, entregó su espíritu en manos de Dios. Su madre tomó su cuerpo incorrupto del fuego y lo enterró junto a los de Gurias y Samón. Cuando terminó la persecución, los cristianos construyeron una iglesia en honor de estos tres mártires y colocaron sus reliquias, que obraban milagros, en un solo catafalco. De entre los muchos milagros de estos maravillosos santos de Dios, este es especialmente recordado: una viuda de Edesa llamada Sofía, quien había sido convencida de dar en matrimonio a su joven hija Eufemia con un godo que servía en el ejército griego. Como a Sofía le preocupaba enviar a su hija a un lugar lejano, el godo juró sobre la tumba de los mártires que no haría daño a la joven, sino que la trataría como a la niña de sus ojos. Sin embargo, cuando llevó a la joven a su país le reveló que ya estaba casado; la trató no como esposa sino como esclava hasta que su verdadera esposa murió. Entonces acordó con un pariente enterrar a su esclava viva junto a su esposa muerta. La esclava imploró con lágrimas a los santos mártires que la salvaran, y estos se le aparecieron en la tumba, la tomaron, y en un instante la trasladaron de la tierra de los godos a Edesa, a la iglesia dedicada a ellos. Al día siguiente, cuando se abrió la iglesia, la joven fue hallada junto a la tumba de los santos, y se reveló la historia de su milagrosa liberación.

Tropario, tono 1

Los divinos mártires * Gurias, Abibo y Samón, * iguales en número * a la trinitaria deidad, * estando a una, * confesaron en Ella * frente a los impíos * y, luchando, cruzaron * la tormenta sin daño; * ahora no dejan de guiarnos * hacia el puerto seguro.

Hieromártir Gregorio, Iluminador de Armenia

Gregorio era de familia noble, y estaba emparentado con las casas imperiales de Persia (Rey Artabán) y de Armenia (Rey Crosov). Cuando estas se declararon la guerra, Gregorio se retiró a Cesarea en Capadocia, donde tuvo su primer contacto con la fe cristiana, recibió el bautismo y se casó. Tuvo dos hijos de este matrimonio, Rostanes y Arístanes, a quienes dedicó al servicio de la Iglesia. Después de la muerte de su esposa, regresó a Armenia al servicio del Rey Tirídates. Gregorio sirvió a su rey fielmente y su rey le amaba, pero al descubrir que Gregorio era cristiano, el rey se enfureció grandemente y comenzó a presionarlo para que rechazara la fe cristiana y adorara los ídolos. No teniendo éxito en esto, Tirídates sometió a Gregorio a crueles torturas, lanzándolo luego a un profundo foso lleno de toda clase de reptiles venenosos con el objetivo de matarle. Pero Dios, que ve todas las cosas, preservó a Gregorio con vida en aquel lugar por 14 años. Tirídates continuó la persecución de cristianos en su reino, incluso atacando un monasterio de 37 monjas con su abadesa. Después de haberlas masacrado con terribles torturas, Tirídates perdió la razón y se volvió como un monstruoso jabalí salvaje. Un hombre apareció a la hermana del rey en un sueño, diciéndole que el rey no sería sanado de su locura hasta que Gregorio fuera sacado del foso. Una vez se hizo esto, Gregorio sanó y bautizó a Tirídates. Entonces Gregorio, de acuerdo con los deseos del rey, se convirtió en el obispo de Armenia; y con la ayuda del rey, pero sobre todo con la ayuda de Dios, iluminó con la fe cristiana a toda Armenia y sus áreas circundantes. San Gregorio llegó al final de su vida de esfuerzos en edad avanzada, alrededor del año 335 d. C.

Tropario, tono 4 del común de Hieromártires

Al volverte sucesor de los apóstoles * y partícipe en sus modos de ser, * encontraste en la práctica * el ascenso a la contemplación, oh inspirado por Dios. * Por eso, seguiste la palabra de la verdad * y combatiste hasta la sangre por la fe. * Gregorio, obispo mártir, intercede ante Cristo Dios * para que salve nuestras almas.

San Ciriaco el Ermitaño de Palestina

Nació en Corinto, hijo del sacerdote Juan y de Eudoxia, y era pariente del obispo local, Pedro. Fue hecho lector por el obispo en la catedral cuando aún era muy joven. Leyendo las Sagradas Escrituras, el joven Ciriaco se maravillaba de cómo la providencia de Dios glorificaba a todo siervo verdadero del Dios vivo y ordenaba la salvación de la raza humana. A la edad de dieciocho años, su deseo por la vida espiritual le llevó a Jerusalén. Allí entro al monasterio de un piadoso hombre llamado Eustorgio, quien le cimentó en la vida monástica. Luego fue a san Eutimio, quien discernió su futura grandeza espiritual, le vistió con el Gran Hábito, y le envió al Jordán con san Gerásimo, donde Ciriaco permaneció nueve años. Después de la muerte de Gerásimo, regresó al monasterio de san Eutimio, donde permaneció en silencio por diez años. Después de esto iba de lugar en lugar, huyendo de la alabanza de los hombres. También vivió su labor ascética en la comunidad de san Caritón, donde terminó su curso terrenal, habiendo vivido ciento nueve años. Un glorioso asceta y obrador milagros, san Ciriaco tenía un cuerpo inmenso y fuerte, y permaneció así aún en edad avanzadísima, a pesar de sus estrictos ayunos y vigilias. En el desierto, a veces vivía por años comiendo sólo vegetales crudos. Tenía gran celo de la fe ortodoxa y denunciaba herejías, especialmente la herejía de Orígenes. De sí mismo decía que, mientras fue monje, el sol nunca lo vio comer ni estar airado con ningún hombre. (De acuerdo con la regla de san Caritón, los monjes comían sólo una vez al día, después de la puesta del sol.) Ciriaco fue una gran lumbrera, un pilar de la ortodoxia, la gloria de los monjes, un poderoso sanador de los enfermos, y un bondadoso consolador de los afligidos. Habiendo vivido por largo tiempo en al ascetismo y ayudando a muchos, entró en el gozo eterno de su Señor en el 557 d. C.

Tropario, tono 1 del común de santos Ascetas

Al morar en desierto cual un ángel en cuerpo, * has realizado milagros, Ciriaco, padre teóforo. * Con ayuno, pues, vigilia y oración, * has tomado celestes dádivas, * ya que curas lοs malestares de las almas * que a ti acuden con fervor: * ¡Gloria al que te ha fortificado! * ¡Gloria, que la corona te ha dado! * ¡Gloria, que, por tu medio, * ha brindado curación a todos!

San Caritón el Confesor, abad de Palestina; San Baruc, Profeta

Caritón era un eminente y piadoso ciudadano de la ciudad de Iconio. Imbuído del espíritu de su compatriota, santa Tecla, Caritón confesaba abiertamente el nombre de Cristo. Al desatarse una cruel persecución de cristianos bajo el emperador Aureliano, Caritón fue traído a juicio ante el gobernador de inmediato. El juez le ordenó que adorase a los falsos dioses, a lo cual Caritón contestó: «Todos tus dioses son furias, que en tiempos pasados fueron arrojadas desde el cielo hasta los más profundos infiernos a causa del orgullo». Caritón mostró abiertamente su fe en el único Dios vivo, Creador de todo, y en el Señor Jesucristo, Salvador de la humanidad. Entonces el gobernador ordenó que Caritón fuese golpeado y torturado de tal modo que todo su cuerpo se cubriese de heridas, hasta parecer una sola e inmensa llaga. Tras la mala muerte de Aureliano, cuyas malas obras finalmente lo alcanzaron, Caritón fue librado de la tortura y la cárcel. Viajó a Jerusalén, pero en el camino fue atrapado por unos ladrones de los cuales fue librado por la providencia de Dios. No regresó a Iconio, sino que se retiró al desierto de Farán, donde fundó una comunidad y congregó a un grupo de monjes. Habiendo dado una regla a su comunidad, y deseando huir de la alabanza de los hombres, se retiró a otro desierto cerca de Jericó, donde, pasado el tiempo, fundó otra comunidad que lleva su nombre. Finalmente fundó aún otra comunidad, Souka, llamada la «Antigua Lavra» en griego. Murió en avanzadísima edad, y entró a la gloria de su Señor el 28 de septiembre del 350, y sus reliquias son atesoradas en su primer monasterio. La práctica de tonsurar a los monjes se atribuye a san Caritón.

Tropario, tono 8 del común de santos Anacoretas

Con la efusión de tus lágrimas, * regaste el desierto estéril * y, por los suspiros profundos, * tus fatigas dieron frutos cien veces más, * volviéndote un astro del universo, * brillante con los milagros. ¡Oh nuestro justo padre Caritón, * intercede ante Cristo Dios * para que salve nuestras almas!

Santo Profeta Baruc

El profeta Baruc era hijo de Nerías y discípulo del profeta Jeremías (Jer. 39:12; 43:4 ). El libro profético que se conserva que escribió está dividido en cinco capítulos; fue compuesto en el quinto año de la cautividad babilónica de los judíos durante los años de Sedecías, 583 a.C. La lectura profética que se lee en vísperas de la fiesta de la Natividad de Cristo, que lleva el nombre de Jeremías, está tomada de la profecía de Baruc (Bar. 3:35-4:4). Su nombre significa “bendito”.

Tropario, tono 2 del común de santos Profetas

Celebramos la memoria del profeta Baruc, * por quien te suplicamos, Señor, * que salves nuestras almas.

Mártir Calistrato y sus 49 compañeros mártires de Cartago

Nacido en Cartago, era cristiano desde su nacimiento, ya que su padre y abuela lo eran. Uno de sus ancestros, llamado Neócoro, sirvió como soldado bajo Poncio Pilato en tiempos de la pasión de Nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Viendo los muchos milagros ocurridos durante la muerte de Cristo, Neócoro creyó en él, y fue instruído en la fe y bautizado por los Apóstoles. Regresando a su patria, Neócoro llevó la fe cristiana a los suyos como una perla de gran precio. Así, pasado el tiempo, san Calístrato nació, fue bautizado, y criado como cristiano. Al ingresar al ejército, no había otros cristianos en su regimiento. Uno de sus compañeros, viendo que san Calístrato se despertaba de noche para orar a Dios, lo denunció como cristiano ante el comandante Persentino—y este Persentino era un cruel perseguidor de cristianos. Al convencerse de que Calístrato era en efecto cristiano, el comandante le ordenó ofrecer sacrificio a los ídolos, a lo cual Calístrato se negó al punto. Entonces Calístrato fue golpeado severamente y arrojado al mar, mas el poder de Dios lo preservó, y emergió del mar intacto. Viendo la perseverancia de Calístrato y sus milagros, cuarenta y nueve soldados creyeron en Cristo el Señor, y fueron golpeados y arrojados en prisión junto con él. En la cárcel, san Calístrato instruyó a sus compañeros en la fe y los alentaba. Estos mostraron gran valor en los sufrimientos, y el Señor mostró gran poder mediante ellos. El malvado verdugo envió a sus soldados a la cárcel de noche, y estos asesinaron a Calístrato junto a los otros cuarenta y nueve. Sufrieron por la verdad en el 304 d. C., y una iglesia fue luego construída sobre sus reliquias.

Tropario, tono 4 del común de santos Mártires

Tus mártires, oh Señor, * han obtenido de ti * coronas de incorrupción * en su lucha, Dios nuestro. * Al tener, pues, tu fuerza, * han vencido a tiranos * y aplastado de los demonios * su abatida insolencia. * Por sus intercesiones, oh Cristo Dios, * salva nuestras almas.

Reposo del Santo y Glorioso Apóstol Juan, el Teólogo

La Iglesia conmemora la dormición del discípulo “a quien amaba Jesús, el que en la cena (mística) se había recostado en su pecho”, el Apóstol y Evangelista Juan, quien recibió del Maestro el nombre de “hijo del trueno” en una clara alusión a su Teología que se escucharía como un trueno por todo el mundo y llenaría la tierra entera.

El Apóstol y Evangelista Juan pasó los últimos años de su vida en un estricto ascetismo: tomaba solo pan y agua, no se cortaba el pelo y usaba sencillas vestimentas de lino. En virtud de su avanzada edad –alrededor de los noventa y cinco años- la fuerza no le alcanzaba para predicar ampliamente la palabra de Dios, ni siquiera en los lugares cercanos de Éfeso. Por ese tiempo, instruía sólo a los obispos de la iglesia, a quienes alentaba a enseñar incansablemente el Evangelio a la gente y, especialmente, a vivir y predicar el mandamiento del amor. Cuando el Apóstol empezó a debilitarse más, según relata San Jerónimo, sus discípulos solían llevarlo a la iglesia, pero él ya no podía dar largos sermones; su enseñanza la centraba en la incesante repetición de “Hijitos, amaos los unos a los otros”. Un día cuando sus discípulos le preguntaron por qué repetía esto sin cesar, San Juan les respondió con las siguientes palabras: “Este es el mandato del Señor, y si vosotros lo cumplís, ello bastará”.

Prócoro, uno de los siete diáconos elegidos por los Apóstoles nos relata el descanso de San Juan el Teólogo: Después de transcurrir 26 años desde que regresamos de la isla de Patmos a Éfeso, Juan reunió a siete de sus discípulos (yo y otros seis ) y nos dijo: ‘tomad las espadas en vuestras manos y seguidme’ Hicimos tal como nos lo ordenó y lo seguimos fuera de la ciudad hasta cierto lugar en donde nos mandó sentarnos. Luego se apartó un poco de nosotros a un sitio tranquilo y comenzó a orar. Era muy temprano; el sol todavía no había salido. Después de rezar nos dijo: ‘cavad con vuestras espadas una zanja en forma de cruz, del tamaño que yo tengo’. Así lo hicimos mientras él rezaba. Después de terminar su oración, se echó en la zanja y me dijo: ‘Prócoro, hijo mío, tú debes ir a Jerusalén; allí es donde terminarás tus días’. Luego nos dio instrucciones y nos abrazó, diciendo: ‘Tomad un poco de tierra y cubridme con ella’. Entonces lo volvimos a abrazar y tomando un poco de tierra lo cubrimos sólo hasta las rodillas. Una vez más él nos abrazó diciendo: ‘Tomad más tierra y cubridme hasta el cuello y colocar un velo delgado sobre mi rostro y abrazadme de nuevo por última vez porque vosotros ya no me veréis más en esta vida.’ Volvimos a abrazarlo llenos de pesar, lamentándonos amargamente, mientras él nos despedía en paz. Justo cuando el sol acababa de salir él entregó su espíritu.

De acuerdo con San Jerónimo, el Apóstol y Evangelista se durmió en el año 101 dC, es decir, 68 años después de la Pasión y Resurrección del Señor, lo cual lo confirman también Clemente de Alejandría e Ireneo y muchos otros Padres de la Iglesia. Todos los años, el 8 de mayo, día en el que la Iglesia lo conmemora, sale una fragante mirra de su tumba y a las oraciones al Apóstol, los enfermos se sanan para el honor de Dios que es glorificado en la Trinidad por los siglos de los siglos. Amén.

Tropario, tono 2

Oh amado apóstol de Cristo Dios, * apresúrate y socorre a un pueblo indefenso, * pues quien admitió que te recostaras en su pecho, * te acepta cual intercesor. * Suplícale, Teólogo, * que disipe la nube de los adversarios, * implorando para nosotros la paz * y la gran misericordia.

Compartir
Compartir