San José Damasceno, mártir entre los sacerdotes; Los 45 santos mártires de Nicópolis en Armenia

El Padre Yousef El- Hadad, originario de Beirut, damasceno por patria y ortodoxo por religión”, como se presentaba a sí mismo, nació en Damasco en el año 1793 de una familia pobre y piadosa. Desde su infancia gustó del conocimiento y, no obstante las grandes dificultades económicas, aprovechaba toda oportunidad para estudiar, y así continuó durante su juventud. En esta época la enseñanza general se impartía en estrecha relación con el conocimiento de lo divino, de allí que para el joven José, la Biblia era su libro de mayor interés. Mas sus padres carnales, temerosos de su futuro, decidieron casarlo a la edad de 19 años. Sin embargo, este acontecimiento no lo alejó del estudio ni de su vocación por el conocimiento.

La comunidad ortodoxa de Damasco, al tanto de sus virtudes y capacidades, acudieron ante el patriarca para pedirle la ordenación de José como su pastor. De esta manera, en el año 1817, fue ordenado sacerdote mostrando desde un principio fuerza y sabiduría en su predicación, particularmente en las homilías que dio en la iglesia dedicada a Santa María (Al- Mariamíah). Muchos lo consideraban como el segundo Crisóstomo.

El padre José fue pobre piadoso y paciente, tranquilo y humilde. Evitaba hablar sobre sí mismo y aborrecer la soberbia y la vanidad: hasta le daba pena cuando lo alababan. Decía siempre: “ahora yo siembro en la viña verdadera de Cristo en Damasco y espero la cosecha.”

Sin duda, el Padre José fue el primer gran hombre del renacimiento de la Iglesia antioquena en el siglo XIX, período en extremo difícil en todos los órdenes: los melquitas recién habían abandonado la Iglesia, dejando una estela de problemas; los emisarios protestantes se mostraban muy activos en su proselitismo; la pobreza e ignorancia golpeaban a toda la Iglesia. Los patriarcas de Antioquia, desde 1724, eran extranjeros y ajenos al sufrimiento del pueblo. Era la imagen viva de un barco a la deriva, abandonado a la fuerza de los vientos.

En estas circunstancias, el trabajo pastoral del padre José: homilías, traducciones, enseñanza y moral, contribuyó a favorecer un ambiente de resurgimiento, a agitar las almas y a reanimar el espíritu. Comenzó así a brotar una nueva generación.

Dentro de los personajes de gran importancia en la Iglesia revitalizada, más de medio centenar habían estudiado con él, aprendiendo de su celo cristiano: el patriarca Melecio Al- Dumani, primer patriarca árabe desde 1724, fue su discípulo; también el metropolita de Beirut, Gabriel Shatila, quien decía de nuestro Padre: “las estrellas de Damasco son tres: el apóstol Pablo, san Juan Damasceno, y José El- Hadad.”

Coronaría este siervo de Dios su vida con un final (o principio) digno de su gran celo y amor al Señor y a sus semejantes: su martirio.

En Damasco, a mediados del año 1860, tuvo lugar una matanza de cristianos por los turcos musulmanes. En aquel día muchos fieles se refugiaron en la iglesia Al- Mariamíah. El Padre José conservaba en su casa el Viático (del cual da la comunión el sacerdote a los enfermos), después de protegerlo lo colocó sobre su pecho y salió rumbo a la iglesia, corriendo y saltando sobre las azoteas de las casas. Ya en Al- Mariamíah pasó todo el día y la noche animando a los fieles y confortándolos para no temer, pues, los que matan el cuerpo no pueden matar el alma.

Durante la mañana del día siguiente, martes 10 de julio, los atacantes invadieron las instalaciones de la iglesia, golpearon y mataron a numerosos fieles, saquearon, ensuciaron y quemaron parte del templo. Uno de los musulmanes reconoció al padre José y exclamó: “Ese es el presbítero de los nazarenos, matándolo matamos a todos los nazarenos.” Al sentir que su hora había llegado, el padre José tomó el Viático y lo tragó, al tiempo que violentamente era atacado con armas de fuego y hachas por unos, que más que verdugos, parecían leñadores furiosos despedazando un tronco. Le colocaron grilletes en sus tobillos y lo exhibieron por toda la ciudad.

Así, el Padre José, mártir de Cristo, dando testimonio, tanto con sus fatigas y desvelos, como con sus sufrimientos y sangre se hizo ejemplo digno de imitación e intercesor ferviente ante nuestro Señor Jesucristo a quien sea la gloria por los siglos.

El Santo Sínodo Antioqueno, reunido en Damasco en octubre de 1993, proclamó la glorificación del sacerdote José El- Hadad como santo, determinando el día 10 de julio, día de su martirio, para su recuerdo.

Por las oraciones de san José Damasceno mártir entre los sacerdotes, gloria del clero antioqueno; y sus compañeros mártires, oh Señor Jesucristo Dios nuestro, ten piedad de nosotros y sálvanos. Amén.

Tropario, tono 5

Veneremos, oh fieles, al mártir del Señor, * que ha bautizado en Antioquía al pueblo y las Iglesias, * con la prédica excelsa y su sangre, * José, llamado Damasceno, obrador de la viña del Señor, * con sus compañeros: * ¡intercede ante Cristo * por los que te honramos con fe!

 

 

 

 

 

Hieromártir Pancracio, obispo de Taormina en Sicilia

El Hieromártir Pancracio Obispo de Taormina nació cuando todavía nuestro Señor Jesucristo vivía en la tierra. Sus padres eran nativos de Antioquia y al enterarse de las buenas noticias de Jesucristo, el padre de Pancracio decidió ir con su hijo a Jerusalén a fin de ver al Gran Maestro con sus propios ojos. Los milagros sorprendieron al padre de Pancracio y cuando escuchó las Divinas Enseñanzas, se convirtió en creyente a Cristo y llegó a conocer a los discípulos del Señor, especialmente al Apóstol Pedro.

Después de la Ascensión del Salvador, uno de los Apóstoles vino a Antioquia y bautizó a los padres de Pancracio junto con su familia. Cuando sus padres fallecieron, Pancracio abandonó su herencia y se marchó a la región del Ponto donde comenzó su vida solitaria en una gruta pasando sus días en profunda oración y vida espiritual.

El Santo Apóstol Pedro lo visitó mientras pasaba por esos lugares y lo invitó a acompañarlo a Antioquia y a Sicilia donde se encontraba el Santo Apóstol Pablo y allí fue donde los Santos Apóstoles lo ordenaron obispo de Taormina en Sicilia.

San Pancracio trabajó celosamente por la iluminación cristiana de las personas, logró construir una iglesia donde celebraba los Servicios Divinos. El número de creyentes creció rápidamente y en poco tiempo, casi todas las personas de Taormina y de sus alrededores aceptaron la fe cristiana.

San Pancracio guío su rebano pacíficamente por muchos años, aunque los paganos conspiraron contra el Santo y aprovecharon el momento adecuado cayendo sobre él y matándolo a pedradas.

Las reliquias del Santo se encuentran en una Iglesia que lleva su nombre en Roma.

Tropario, tono 4 del común de Hieromártires

Al volverte sucesor de los apóstoles * y partícipe en sus modos de ser, * encontraste en la práctica * el ascenso a la contemplación, oh inspirado por Dios. * Por eso, seguiste la palabra de la verdad * y combatiste hasta la sangre por la fe. * Pancracio, obispo mártir, intercede ante Cristo Dios * para que salve nuestras almas.

Gran Mártir Procopio

 

El santo mártir Procopio llamado originalmente Neanías, nació de un padre piadoso llamado Cristóbal, pero su madre Teodosia era idólatra. Después de la muerte de Cristóbal, ésta presentó a Neanías a Diocleciano, que estaba en Antioquía en Siria. Diocleciano lo convirtió en duque de Alejandría y lo envió allí para castigar a los cristianos. En el camino a Alejandría, nuestro Señor le habló a Neanías como una vez lo hizo con Saulo, y lo convirtió de perseguidor a creyente en Él. Neanias se volvió hacia Escitópolis y predicó a Cristo. Fue traicionado por su propia madre, y fue arrestado y atormentado en Cesarea de Palestina. Mientras estaba en prisión, el Señor se le apareció nuevamente y le dio el nuevo nombre de Procopio (que se deriva de la palabra griega que significa “progreso, avance”). Fue sacado de prisión y forzado a adorar a los ídolos, pero en su oración, los ídolos fueron derribados; A causa de esto, muchos creyeron en Cristo y sufrieron también el martirio, entre ellos ciertos soldados, doce mujeres de rango senatorial y hasta Teodosia, la propia madre del santo. San Procopio, después de muchos tormentos y encarcelamientos, fue decapitado alrededor del año 290.

Tropario, tono 4 del común de mártires

Tu mártir, oh Señor, * ha obtenido de ti * corona de incorrupción * en su lucha, Dios nuestro. * Al tener, pues, tu fuerza, * ha vencido a tiranos * y aplastado de los demonios * su abatida insolencia. * Por sus intercesiones, oh Cristo Dios, * salva nuestras almas.

Santo Tomás del Monte Maleón; Gran Mártir Ciriaca

Santo Tomás fue un comandante militar; hombre fuerte y valiente que participó en muchas batallas, trayendo victorias a sus compatriotas por las cuales obtuvo gloria y estima, pero siempre lucho con todo su corazón hacia Dios. Tomás abandono el mundo y sus honores y tomo adoptó la vida monástica.

Con gran humildad visitó a ancianos monjes pidiéndoles ayuda y dirección en la vida espiritual y después de varios años, recibió la bendición para retirarse a la vida solitaria en el desierto.

Santo Tomás fue dirigido místicamente por el Profeta Elías con una columna de fuego en la noche al Monte Maleón (al este del Monte Athos) donde se instaló y donde vivió en completo aislamiento. Luchó con los enemigos invisibles con el mismo valor con el que luchó con los enemigos visibles en sus tiempos como militar.

La vida y las buenas obras de Santo Tomas no pudieron ser ocultadas en sus alrededores. Las personas comenzaron a llegar a donde el santo buscando la guía espiritual y hasta los enfermos acudían por su ayuda, ya que Santo Tomas recibió del Señor la gracia de obrar sanaciones, las que continuaron aun después de su muerte, pues son muchos los que acuden a su intercesión para ser sanados de pasiones y enfermedades.

Tropario, tono 8 del común de Santos Justos

En ti fue conservada la imagen de Dios fielmente, oh padre Tomás, pues tomando la cruz seguiste a Cristo; y practicando, enseñaste a despreocuparse de la carne, que es efímera, y a cuidar, en cambio, el alma inmortal. Por eso hoy tu espíritu se regocija junto con los ángeles.

 

Santa Ciriaca la Gan Mártir

San Ciriaca, era hija de padres cristianos, Doroteo y Eusebia. Se le dio su nombre porque nació el domingo, el día del Señor (en griego, Kyriake). Ella dio su testimonio en Nicomedia durante el reinado de Diocleciano, en el año 300. Después de muchos tormentos amargos, fue condenada a sufrir decapitación, pero se le otorgó tiempo para rezar primero, hizo su oración y entregó su alma santa en paz.

Tropario, tono 4 del común de Vírgenes Mártires

Tu oveja, oh Jesús, exclama con gran voz: * «Te extraño, Novio mío, y lucho buscándote; * me crucifico y me entierro contigo por el bautismo; * sufro por ti para contigo reinar * y muero por ti para que viva en ti». * Acepta, como ofrenda inmaculada, * a Ciriaca, sacrificada con anhelo por ti. * Por sus intercesiones, oh Compasivo, * salva nuestras almas.

San Sisoé el Grande

Este santo, grande y reconocido entre los ascetas de Egipto, vivió en el siglo IV en el desierto de Nitria. Después de la muerte de San Antonio el Grande, fue a vivir en la cueva de San Antonio; dijo de esto: “Así, en la cueva de un león, un zorro hace su morada”.

San Sisoé alcanzó una pureza espiritual sublime y le fue otorgado el gran don de obrar milagros. Por sus oraciones, el santo logro devolverle la vida a un niño que había fallecido.

Cuando estaba al final de su larga vida de trabajo, cuando los Padres se reunieron alrededor de él, su rostro comenzó a brillar y dijo: “He aquí, nuestro Padre Antonio ha venido”; entonces, “He aquí, el coro de los Profetas ha venido”; su rostro brillaba aún más brillante y dijo: “He aquí, el coro de los Apóstoles ha venido”. La luz de su semblante aumentó, y parecía estar hablando con alguien. Los Padres le preguntaron esto; En su humildad, dijo que estaba pidiendo a los Ángeles tiempo para arrepentirse. Finalmente, su rostro se volvió tan brillante como el sol, de modo que los Padres se llenaron de miedo. Él dijo: “He aquí, el Señor ha venido, y dice: ‘Tráeme la vasija del desierto'”, y cuando entregó su alma a las manos de Dios, hubo un relámpago, y toda la vivienda estaba llena de una dulce fragancia.

Tropario, tono 1

Al morar en desierto cual un ángel en cuerpo, * has realizado milagros, Sisoé, padre Teóforo. * Con ayuno, pues, vigilia y oración, * has tomado celestes dádivas, * ya que curas los malestares de las almas * que a ti acuden con fervor: * ¡Gloria al que te ha fortificado! * ¡Gloria, que la corona te ha dado! * ¡Gloria, que, por tu medio, * ha brindado curación a todos!

San Atanasio del Monte Atos y sus seis discípulos

San Atanasio tenía a Trebisonda como su tierra natal. Primero ingresó a la vida monástica en la montaña llamada Kymaeos o Kyminas, que está en Misia de Bitinia, luego fue al Monte Athos y fundó un gran monasterio, conocido como la Gran Lavra. Se hizo tan famoso por su virtud, que, desde Roma, Calabria, Georgia y otros lugares, gobernantes, hombres de riqueza y nobleza, abades e incluso obispos acudieron a él y estuvieron sujetos a él.

Cuando se acercaba el momento de su partida, Dios le reveló cómo sucedería, de modo que pudo instruir a sus hijos espirituales para que no se preocuparan cuando sucediera. Se estaba construyendo una nueva iglesia por el bien de los muchos que acudían a él, y solo la cúpula no había sido terminada. Junto con seis de los hermanos, el Santo fue a la cima de la iglesia para ayudar a los trabajadores. La cúpula se derrumbó y ellos cayeron. Cinco fallecieron en el momento, y el Santo murió tres horas después. Su cuerpo santo permaneció incorrupto y realizó muchos milagros después de su muerte. Reposó sobre el final del siglo X

Tropario, tono 3

Coros de ángeles te admiraron con fervor: * «¡Cómo, en cuerpo aún, recorrió cual etéreo * imitando la virtud de las huestes incorpóreas, * y desafió a tropas de demonios histéricas!, * así que el Señor lo premió * con talentos sobreabundantes». * Intercede ante Cristo Dios, justo Atanasio, * para que salve, por tus ruegos, nuestras almas.

San Andrés, obispo de Creta

 

San Andrés, arzobispo de Creta, nació en la ciudad de Damasco en el seno de una piadosa familia cristiana. Hasta los siete años el niño era mudo y no hablaba. Sin embargo, después de comulgar los Santos Misterios de Cristo encontró el don de la palabra y comenzó a hablar. Y desde entonces el muchacho comenzó a estudiar seriamente la Sagrada Escritura y la disciplina de la teología.

A los catorce años partió a Jerusalén y allí aceptó la tonsura monástica en el monasterio de San Sava el Santificado. San Andrés llevaba una vida estricta y casta, era manso y abstinente, de modo que todos quedaban asombrados de su virtud y raciocinio. Como hombre de talento y conocido por su vida virtuosa, con el paso del tiempo llegó a ser incluido entre el clero de Jerusalén y fue nombrado secretario del Patriarcado. En el año 680, el locum tenens del Patriarcado de Jerusalén, Teodoro, incluyó al archidiácono Andrés entre los representantes de la Ciudad Santa enviados al Sexto Concilio Ecuménico, y aquí el santo luchó contra las enseñanzas heréticas, confiando en su profundo conocimiento de la doctrina ortodoxa. Poco después del Concilio fue llamado a regresar a Constantinopla desde Jerusalén y fue nombrado archidiácono de la iglesia de Santa Sofía, la Sabiduría de Dios. Durante el reinado del emperador Justiniano II (685-695) San Andrés fue ordenado obispo de la ciudad de Gortineia en la isla de Creta. En su nueva posición brilló como una verdadera luminaria de la Iglesia, un gran jerarca: teólogo, maestro e himnógrafo.

San Andrés compuso muchos escritos inspirados, incluido el Gran Canon del Arrepentimiento que se canta durante la Gran Cuaresma.  Compuso también el Canon para la Fiesta de la Natividad de Cristo, tres Odas para Completas del Domingo de Ramos, y también en los cuatro primeros días de la Semana de Pasión, así como versos para la Fiesta del Encuentro del Señor, y muchos otros himnos de la Iglesia.

Los historiadores de la Iglesia no logran ponerse de acuerdo sobre la fecha de muerte del santo. Unos sugiere el año 712, mientras que otros, el año 726. Murió en la isla de Mitilene, mientras regresaba a Creta desde Constantinopla, donde había estado por asuntos eclesiásticos. Sus reliquias fueron trasladadas a Constantinopla.

Tropario, tono5

Repicó en la Iglesia tu nuevo cántico * cuando imitaste la cítara del profeta David, * tú, oh sabio instructor del Santo Espíritu. * Suenan tus odas de la gracia * y palabras de justicia cual estruendo que suplica * salvación por nuestras almas, * Andrés orgullo de los santos padres.

Jacinto (mártir). Anatolio (patriarca de Constantinopla).

 

El mártir Jacinto que era de Cesarea en Capadocia, fue el mayordomo del Emperador Trajano. Al ser negarse a las instigaciones del Emperador para que ofreciera sacrificios a los ídolos, fue enviado a la cárcel sin comida, donde entregó su espíritu al Señor en el año 108.

Tropario, tono 4 del común de Mártires

Tu mártir, oh Señor, * ha obtenido de ti * corona de incorrupción * en su lucha, Dios nuestro. * Al tener, pues, tu fuerza, * ha vencido a tiranos * y aplastado de los demonios * su abatida insolencia. * Por sus intercesiones, oh Cristo Dios, * salva nuestras almas.

 

San Anatolio, Patriarca de Constantinopla

 

San Anatolio, patriarca de Constantinopla, nació en Alejandría en la segunda mitad del siglo IV. Fue ordenado diácono por San Cirilo de Alejandría (18 de enero). Estuvo presente en el Tercer Concilio Ecuménico en Éfeso en el año 431 en el que los santos Padres condenaron las falsas enseñanzas de Nestorio.

San Anatolio permaneció diácono en Alejandría después de la muerte de San Cirilo (+ 444), cuando la sede de Constantinopla estaba ocupada por Dióscoro, partidario de la herejía difundida por Eutiques, que decía que la naturaleza divina en Cristo absorbió su naturaleza humana. Esta falsa enseñanza socavó la base misma de la enseñanza de la Iglesia sobre la salvación y la redención de la raza humana. En el año 449 Dióscoro y sus seguidores convocaron un herético “Consejo de Ladrones” en Éfeso, habiendo recibido también el apoyo del emperador. El gran defensor de la ortodoxia, San Flaviano, patriarca de Constantinopla, fue depuesto.

Cuando san Anatolio, fue elegido para la sede de Constantinopla,  se dedicó celosamente a restaurar la pureza de la ortodoxia. En 450, en un concilio local en Constantinopla, condenó la herejía de Eutiques y Dióscoro. Habiendo muerto en el exilio, el confesor Flaviano fue contado entre los santos y sus reliquias fueron trasladadas a la capital.

Al año siguiente, 451, con la participación activa del patriarca Anatolio, se convocó el Cuarto Concilio Ecuménico en Calcedonia. Los Padres del Concilio afirmaron la verdadera fe sobre el culto del Señor Jesucristo, “perfecto en su divinidad y perfecto en su humanidad, verdadero Dios y verdadero hombre, dado a conocer en dos naturalezas sin mezcla, sin cambio, indivisible, inseparable”.

Después de una vida de constante lucha contra la herejía y por la verdad, el patriarca Anatolio murió en el año 458.

Tropario, tono 4 del común de santos Jerarcas

La verdad de tus obras * te ha mostrado a tu rebaño * cual regla de fe, icono de mansedumbre * y maestro de abstinencia. * Así que alcanzaste, por la humildad, alturas * y por la pobreza, riquezas. * ¡Oh santo padre Anatolio, * intercede ante Cristo Dios, * para que salve nuestras almas!

La colocación de la vestimenta de la Madre de Dios en Blaquernas; San Juan Maximovitch, arzobispo de Shanghái y San Francisco (justo jerarca); Hieromártir Juvenal, Iluminador de América

 

Durante el reinado de León el Grande (457-474) dos hermanos patricios en peregrinación a Tierra Santa se alojaron con una anciana viuda, cristiana de ascendencia judía. Al conocer los muchos milagros que se obraban en un pequeño santuario en su casa, la presionaron hasta que ella les reveló que tenía vestiduras de la santísima Theotokos guardadas en un pequeño cofre. Según la traición, Nuestra Señora había tenido dos vírgenes en su vida que la atendieron; antes de su santa dormición, dio a cada una de ellas una de sus santas prendas como una bendición. Esta anciana viuda era de la familia de una de esas dos vírgenes, y Dios había querido que las sagradas reliquias llegaran a sus manos a través de las generaciones y por medio de ellas se obtuvieran muchos favores. Los dos hombres tomaron la prenda con sigilo y la llevaron a Blanquerna, cerca de Constantinopla, y construyeron una iglesia en honor de los apóstoles Pedro y Marcos, donde en secreto, colocaron la prenda. Pero aquí nuevamente, se obraron muchos milagros por lo que sabiéndolo el Emperador León mando construir una magnífica iglesia, aunque algunos dicen, que ya había sido hecha por sus predecesores Marciano y Pulqueria, y ampliada por León cuando se encontró la sagrada reliquia.

Tropario, tono 8

Madre de Dios, Siempre Virgen y refugio de la humanidad, * has otorgado a tu ciudad el vestido y el cinturón de tu cuerpo inmaculado como abrigo seguro, * que, por tu parto sin simiente, permanecieron incorruptibles, * porque en ti la naturaleza y el tiempo se renuevan. * Te suplicamos que otorgues la paz al mundo * y, a nuestras almas, la gran misericordia

 

San Juan Maximovich, arzobispo de Shanghái y San Francisco

Nuestro Padre entre los Santos Juan (Maximovitch), arzobispo de Shanghai y San Francisco (1896-1966), fue un obispo diocesano de la Iglesia Ortodoxa Rusa Fuera de Rusia (ROCOR) que sirvió ampliamente desde China hasta Francia y los Estados Unidos. Nació el 4 de junio de 1896 en el pueblo de Adamovka, en la provincia de Kharkiv, hijo de los piadosos aristócratas Boris y Glafira Maximovitch. Se le dio el nombre bautismal de Miguel, en honor al Santo Arcángel Miguel. En su juventud, era enfermizo y tenía poco apetito, pero mostraba un intenso interés religioso. Fue educado en la Escuela Militar de Poltava (1907-14); Universidad Imperial de Kharkiv, de la que se licenció en derecho (en 1918); y la Universidad de Belgrado (donde completó su educación teológica en 1925).

Él y su familia huyeron de su país cuando los revolucionarios bolcheviques llegaron al país y emigraron a Yugoslavia. Allí se matriculó en el Departamento de Teología de la Universidad de Belgrado. Fue tonsurado monje en 1926 por el metropolitano Antonio (Khrapovitsky) de Jarkov (más tarde el primer primado de la Iglesia Ortodoxa Rusa fuera de Rusia). El mismo metropolitano Antonio en 1926, lo ordenó hierodiácono. El obispo Gabriel de Chelyabinsk lo ordenó hieromonje el 21 de noviembre de 1926. Después de su ordenación, comenzó una vida activa enseñando en una escuela secundaria serbia y sirviendo, a petición de los griegos y macedonios locales, en el idioma griego. Con el crecimiento de su popularidad, los obispos de la Iglesia Rusa en el Extranjero decidieron elevarlo al episcopado.

Fue consagrado obispo el 28 de mayo de 1934, con el metropolitano Antonio como consagrante principal, después de lo cual fue asignado a la Diócesis de Shanghái y Doce años después, fue nombrado arzobispo de China.

Desde su llegada a Shanghai, el obispo Juan comenzó a trabajar para restaurar la unidad entre las distintas nacionalidades ortodoxas. Con el tiempo, trabajó para construir una gran iglesia catedral dedicada al Icono de la Fianza de los Pecadores de la Madre de Dios, con un campanario y una gran casa parroquial. Además, inspiró muchas actividades: la construcción de iglesias, hospitales y orfanatos entre los ortodoxos y rusos de Shanghái. Estaba intensamente activo, orando constantemente y sirviendo en el ciclo diario de servicios, mientras visitaba a los enfermos con los Santos Dones. A menudo caminaba descalzo incluso en los días más fríos. Sin embargo, para evitar la apariencia de gloria secular, fingiría actuar como un tonto.

Con el fin de la Segunda Guerra Mundial y la llegada al poder de los comunistas en China, el obispo John dirigió el éxodo de su comunidad de Shanghái en 1949. Inicialmente, ayudó a unos 5.000 refugiados a trasladarse a un campo en la isla de Tubabao en Filipinas. mientras viajaba exitosamente a Washington, D.C., para presionar para enmendar la ley y permitir que estos refugiados ingresaran a los Estados Unidos. Fue durante este viaje que el obispo Juan se tomó el tiempo para establecer una parroquia en Washington dedicada a San Juan Precursor.

En 1951, el Arzobispo Juan fue asignado a la Arquidiócesis de Europa Occidental con su sede en París. Durante su estancia allí, también se desempeñó como gran pastor de la Iglesia Ortodoxa de Francia, cuya liturgia galicana restaurada estudió y luego celebró. Fue el principal consagrador del primer obispo moderno de la Iglesia Ortodoxa de Francia, Jean-Nectaire (Kovalevsky) de Saint-Denis, y ordenó sacerdote al hombre que se convertiría en su segundo obispo, Germain (Bertrand-Hardy) de Saint-Denis. .

En 1962, el Arzobispo John fue asignado a la Diócesis de San Francisco, sucediendo a su viejo amigo el Arzobispo Tikhon. Los días del arzobispo John en San Francisco resultaron tristes mientras intentaba sanar la gran desunión en su comunidad. Pudo traer la paz de tal manera que se completó la nueva catedral, dedicada al Icono de la Madre de Dios “Alegría de todos los que sufren”.

Descansó durante una visita a Seattle el 2 de julio de 1966. fue oficialmente glorificado por la Iglesia Ortodoxa Rusa en el Extranjero el 2 de julio de 1994. Su glorificación fue posteriormente reconocida para veneración universal por el Patriarcado de Moscú el 2 de julio de 2008.

Tropario, Tono 5

Has brillado en tu vida cual joya espléndida, * maestro sabio y jerarca de Dios Juan Maximovich, * y has vivido como un ángel en el cuerpo, * río espléndido, caudal * de milagros, gloria reciente de los creyentes. Te celebramos suplicando * tus preces fervorosas a Dios.

 

Hieromártir Juvenal, Iluminador de América

San Juvenal fue, junto con san Hermán (12 de diciembre) miembro de la primera misión enviada del monasterio de Valaam en Rusia para anunciar el Evangelio en el Nuevo Mundo. Fue un monje, sacerdote y celoso seguidor de los Apóstoles, llegando a bautizar a cientos de nativos de Alaska.

Fue martirizado por los paganos en el año 1796.

Por las oraciones del Hieromártir Juvenal, Iluminador de América, oh Señor Jesucristo, Dios nuestro,  ten piedad de nosotros y sálvanos. Amén

Tropario, tono 4

Al esforzarte por liberar a los hombres de la oscuridad de los ídolos, brillaste como el sol en tu martirio cuando fuiste sacrificado por profesar a Cristo, oh Juvenal. Por lo tanto, mientras miras hacia abajo como una estrella del cielo, resplandece sobre nosotros con rayos de alegría, porque la espesa penumbra nos rodea, tú que eres espléndido con la luz de Cristo, el Sol de Justicia, a quien has predicado a todos.

 

Santos Anárgiros y Milagrosos Cosme y Damián (mártires)

 

Los Santos Mártires, Milagrosos y Médicos Inmercenarios Cosme y Damián nacieron en Roma, siendo hermanos de nacimiento, y médicos de profesión. Sufrieron en Roma durante el reinado del emperador Carino (283-284). Instruidos por sus padres en la vida piadosa, llevaban una vida estricta y casta, y les fue otorgado por Dios el don de sanar a los enfermos. Por su generosidad y amabilidad excepcional a todos, los hermanos convirtieron muchos a Cristo y debido a que no aceptaban ningún pago por su tratamiento a los enfermos, los santos hermanos fueron llamados “médicos inmercenarios (Anarguíroy en griego)”.

En Roma, los santos fueron encarcelados y sometidos a juicio. Ante el emperador romano y el juez, profesaron abiertamente su fe en Cristo Dios, que vino al mundo para salvar a la humanidad y redimir al mundo de pecado, y decididamente se negaron a ofrecer sacrificios a los dioses paganos. Dijeron: “No hemos hecho mal a nadie, no estamos involucrados con la magia o la brujería de la que nos acusan. Tratamos a los enfermos por el poder de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, y no tomamos ningún pago por prestar ayuda a los enfermos, porque el Señor mandó a sus discípulos: ” Ustedes lo recibieron sin pagar, denlo sin cobrar” (Mt 10, 8).

Sin embargo, el emperador continuó con sus demandas. A través de la oración de los santos hermanos, infundida con el poder de la gracia, Dios de repente cegó a Carino, para que él también pudiera experimentar el poder omnipotente de Dios. La gente, al ver este milagro, exclamó: “¡Grande es el Dios cristiano! ¡No hay otro Dios sino Él!” Muchos suplicaron a los santos hermanos que curasen al emperador, y el emperador mismo les imploró, con la promesa de convertirse al verdadero Dios, Cristo Salvador, por lo que los santos lo sanaron. Después de esto, San Cosme y San Damián fueron honorablemente liberados, y una vez más se pusieron a curar a los enfermos.

Un médico más viejo, del cual los santos hermanos habían estudiado el arte de la medicina, envidioso de la fama de los santos, llamó a los dos hermanos, proponiéndoles que fueran juntos a fin de recoger diversas hierbas medicinales. Yendo lejos en las montañas, los asesinó y arrojó sus cuerpos a un río.

Los Inmercenarios San Cosme y San Damián de Roma no deben confundirse con los Inmercenarios Cosme y Damián de Asia Menor (01 de noviembre), o los santos Cosme y Damián Inmercenarios de Arabia (17 de octubre).

Tropario, tono 8

Oh santos milagrosos Cosme y Damián, anárgiros, * asistan nuestras dolencias: * gratis lo han recibido, dénnoslo gratis.

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