Santo Apóstol Andrés

Santo Apóstol Andrés, el Primer Llamado

30 de Noviembre

El Apóstol Santo Andrés fue el primero de los Apóstoles que siguió a Cristo, y llevó a su propio hermano, el Apóstol Pedro, a Cristo (Juan 1:35-42). Era de Betsaida, y desde su juventud él se entregó con toda su alma a Dios. No contrajo matrimonio, y trabajó con su hermano como pescador. Cuando el santo Profeta, Precursor Juan bautista empezó a predicar, San Andrés se convirtió su discípulo más inseparable. El propio San Juan Bautista envió a seguir al Señor Jesucristo a sus propios dos discípulos, los futuros Apóstoles Andrés y Juan el Teólogo, declarando que Cristo era el Cordero de Dios.
Luego de Pentecostés, San Andrés recorrió las regiones Orientales para predicar la Palabra de Dios. Pasó por Asia Menor, Tracia, Macedonia, y llegó hasta el Río Danubio, recorrió la costa del Mar Negro, Crimea, la región del Mar Negro y a lo largo del Río Dniéper, llegando hasta la región donde está emplazada la actual ciudad de Kiev.
En sus recorridos el Apóstol soportó muchos sufrimientos y torturas de paganos: fue expulsado de ciudades y maltratado. En Sinope lo apedrearon, pero resultó ileso, el perseverante discípulo de Cristo continuó predicando a la gente sobre el Salvador. A través de las oraciones del santo, el Señor obró milagros. Por su obra misionera se establecieron Iglesias cristianas para las que el Apóstol preparó obispos y clero. La última ciudad a la que llegó San Andrés fue la ciudad de Patras, dónde sufrió el martirio.
Entre los pocos paganos que permanecían en Patras, estaba el Prefecto de la ciudad. El Apóstol que Andrés repetidamente se presentó ante éste para hablarle del Evangelio. Pero ni siquiera los milagros del Apóstol convencieron al Prefecto. El santo con amor y humildad, se esforzó por revelar a éste el misterio cristiano de la vida eterna, a través del poder del vivificadora Santa Cruz del Señor. El Prefecto enfurecido dio órdenes para crucificar al apóstol.
San Andrés aceptó la decisión del prefecto con alegría y, orando al Señor, fue de buena gana al lugar de ejecución. Para prolongar el sufrimiento del santo, el Prefecto dio órdenes para no clavar las manos y pies del santo, sino atarlos a la cruz en forma de X. Durante dos días el apóstol enseñó a los ciudadanos que se congregaron. Las personas, escuchándolo, se compungieron de alma e intentaron bajar a Andrés de la cruz. Temiendo un alboroto del pueblo, el Prefecto dio órdenes para detener la ejecución. Pero el santo apóstol empezó a orar al Señor para que le conceda la muerte en la cruz. El apóstol crucificado, dando gloria a Dios, dijo: “Señor Jesucristo, recibe mi espíritu.” Entonces un tenue rayo de luz divina iluminó la cruz y al mártir crucificado en ésta. Cuando la luz desapareció, el Apóstol Andrés ya había entregado su santa alma al Señor. Maximilla, la esposa del procónsul, bajó el cuerpo del santo y lo enterró con dignidad.
Unos siglos después, en tiempos del emperador Constantino el Grande, las reliquias del santo Apóstol Andrés se trasladaron solemnemente a Constantinopla y se colocaron en la iglesia de los Santos Apóstoles, juntamente con las reliquias del Evangelista San Lucas y San Timoteo, el discípulo de San Pablo.

Tropario, tono 4
Como el primero de los Apóstoles en ser llamado, y hermano de su líder, oh san Andrés, suplica al Maestro de todos que otorgue al mundo la paz y a nuestras almas la gran misericordia.

San Paramón y 370 compañeros mártires en Bitinia

San Paramón y 370 compañeros mártires en Bitinia

29 de Noviembre

El Santo Mártir Paramón y los 370 mártires que con él sufrieron por defender su fe en Cristo en el año 250 durante los tiempos del Emperador Decio (249-251). El gobernador de las regiones Orientales, Aquiano, había encerrado en prisión a 370 cristianos, instándoles que abjuraran a Cristo y que ofrecieran sacrificios a los ídolos.
Aquiano ordenó la tortura para todos los cautivos, y los amenazaba de muerte para persuadirlos a renunciar a Cristo y rendir culto a los dioses paganos. Uno de los habitantes locales, de nombre Paramón, enfrentó al cruel gobernador abiertamente y reconoció su fe en el Verdadero Dios, el Señor Jesucristo. Por esto fue decapitado después de ser torturado cruelmente, junto con los otros 370 mártires.

Tropario, tono 4
Tus mártires, oh Señor Dios nuestro, por sus luchas recibió de Ti la corona incorruptible, porque, habiendo conseguido tu fuerza, derribaron a los tiranos y destruyeron la presunción impotente de los demonios. Por sus oraciones, oh Cristo Dios, salva nuestras almas.

Santo Mártir Esteban el Nuevo, del Monte San Auxencio

Santo Mártir Esteban el Nuevo, del Monte San Auxencio

28 de Noviembre

San Esteban el Joven, uno de los más famosos mártires de la persecución iconoclasta, nació en Constantinopla.
Cuando tenía quince años, sus padres, lo confiaron a los monjes del antiguo monasterio de San Auxencio, no lejos de Calcedonia. El oficio del joven consistía en comprar las provisiones. Con motivo de la muerte de su padre, Esteban tuvo que ir a Constantinopla. Aprovechó la ocasión para vender sus posesiones y repartir el producto entre los pobres. Una de sus dos hermanas era ya religiosa; la otra partió a Bitinia con su madre, y ambas se retiraron también a un monasterio. Cuando murió el abad Juan, Esteban fue elegido para sucederle, a pesar de que sólo tenía treinta años. El monasterio consistía en una serie de celdas aisladas, desperdigadas en la montaña. El nuevo abad se estableció en una cueva de la cumbre. Ahí unió el trabajo a la oración: se ocupaba en copiar libros y en fabricar redes. Algunos años más tarde, Esteban renunció al cargo y en un sitio más retirado aún se construyó una celda tan estrecha, que el santo no podía estar de pie ni recostarse, sin chocar con los muros. En esa especie de sepulcro se encerró a los cuarenta y dos años de edad.
El emperador Constantino Coprónimo continuó la guerra que su padre, Leo, había declarado a las imágenes. Como era de esperar, encontró entre los monjes la oposición más fuerte y contra ellos tomó las medidas más rigurosas, Como estaba al tanto de la gran influencia de Esteban, el emperador se esforzaba para que suscribiese el decreto promulgado por los obispos iconoclastas en el sínodo del año 754. El patricio Calixto hizo el intento de convencer al santo para que lo firmase, pero fracasó en la empresa. Constantino, furioso al no ver la firma de San Esteban, envió a Calixto con un grupo de soldados para que sacasen a rastras al santo de su celda. Esteban se hallaba ya tan extenuado, que los soldados tuvieron que llevarle cargado hasta la cumbre de la montaña. Algunos falsos testigos acusaron a San Esteban de haber convivido con su hija espiritual, la santa viuda Ana. Esta protestó de su inocencia y, al negarse a dar testimonio contra el santo, como exigía el emperador, fue encarcelada en un monasterio donde murió poco después, a consecuencia de los malos tratos.
El emperador, que buscaba un nuevo pretexto para condenar a muerte a Esteban, le sorprendió cuando confería el hábito a un novicio, cosa que estaba prohibida. Inmediatamente, los soldados dispersaron a los monjes e incendiaron el monasterio y la iglesia. Esteban fue llevado preso en un navío a un monasterio de Crisópolis, donde se reunieron para juzgarle Calixto y algunos obispos. Al principio, le trataron cortésmente, pero después empezaron a maltratarle con brutalidad. El santo les preguntó cómo se atrevían a calificar de ecuménico un concilio que no había sido aprobado por los otros patriarcas, y defendió tenazmente la veneración de las sagradas imágenes. Por ello, fue desterrado a la isla de Proconeso de Propóntide. Dos años más tarde, Constantino Coprónimo mandó que fuese trasladado a una prisión de Constantinopla. Unos cuantos días después, el santo compareció ante el emperador. Este le preguntó si creía que pisotear una imagen era lo mismo que pisotear a Cristo. Esteban replicó: “Ciertamente que no.” Pero en seguida, tomando una moneda, preguntó qué castigo merecía el que pisoteara la imagen del emperador que había en ella. La sola idea de ese crimen provocó gran indignación. Entonces Esteban preguntó: “¿De modo que es un crimen enorme insultar la imagen del rey de la tierra y no lo es arrojar al fuego las imágenes del Rey del cielo?” El emperador le mandó azotar, cosa que los verdugos hicieron con extremada violencia. Cuando Constantino se enteró de que el santo no había muerto en el suplicio, exclamó: “¿No hay nadie capaz de librarme de ese monje?” Inmediatamente, uno de los presentes corrió a la cárcel y arrastró al mártir por las calles de la ciudad, donde la multitud le golpeó con piedras y palos, hasta que un hombre le destrozó la cabeza con un mazo.

Tropario, tono 4
Entrenado en la montaña en labores ascéticas, con toda la armadura de la Cruz venciste las órdenes espirituales de los enemigos invisibles; y cuando te despojaste de ti mismo, con gran coraje para la batalla, venciste a Coprónimo con la espada de la Verdadera Fe. Por ambas cosas has sido coronado por Dios, oh justo mártir, san Esteban de gran renombre.

Santo y Gran Mártir Jacobo el Persa

Santo y Gran Mártir Jacobo el Persa

27 de Noviembre

El gran mártir Jacobo el Persa (conocido como “el amputado”) nació en el siglo IV en el seno de una piadosa familia cristiana, conocida por su riqueza y su honorabilidad. Su esposa era cristiana, ellos juntos formaron a sus niños en la piedad, inspirándolos en el amor por la oración y por la lectura de las Sagradas Escrituras. Jacobo ocupó una muy importante posición en la corte del emperador persa Izdegerd (399-420) y en la de su sucesor Barakhranes (420-438). Pero en una de las campañas militares, Jacobo, seducido por la beneficencia del emperador, tuvo miedo de negar su fe en Cristo y de tener que ofrecer sacrificios a los ídolos y al emperador.
Sabiendo sobre esto, la madre y la esposa de Jacobo le escribieron una carta, en la que lo llaman a arrepentirse. Cuando recibió la carta, Jacobo se dio cuenta de la gravedad de su pecado. Y enfrentando el horror de ser separado de su familia y de Dios mismo, comenzó a llorar, pidiendo a Dios el perdón.
Los soldados que lo acompañaban, escuchándolo orar al Señor Jesús, contaron esto al emperador. Y habiendo sido interrogado, San Jacobo confesó su fe en el Verdadero Dios. Ninguna cantidad de dinero pudo hacerle cambiar su fe, entonces el Emperador ordenó que fuera asesinado.
Comenzaron amputando sus dedos uno por uno, luego sus manos y sus pies, sus brazos y sus piernas. Durante esta prolongada tortura, San Jacobo ofrecía oraciones de agradecimiento al Señor, quien le había permitido la posibilidad de la redención por sus pecados soportando esas torturas. Por último, el mártir fue decapitado. Los cristianos se unieron alrededor de las piezas de su cuerpo y las enterraron con gran reverencia.
En Líbano se edificó un monasterio bajo el amparo de San Jacobo. El mismo se encuentra en la aldea de Dedeh, cerca de Trípoli, donde las monjas que allí viven, protegen sus reliquias.

Tropario, tono 1
Sé propicio oh Señor, y por los sufrimientos soportados por tus santos mártires, te suplicamos que sanes nuestro dolor.

San Alipio el Estilita / San Estiliano de Paflagonia

San Alipio el Estilita

26 de Noviembre

San Alípio nació en la ciudad de Adrianópolis. Su cristiana madre enviudó muy joven y envió a su hijo a ser educado por el obispo Teodoro; entregó sus pertenencias a los pobres y comenzó a vivir como asceta y diaconisa cerca de la iglesia donde había enviado a su hijo.
Desde muy temprana edad San Alípio sintió el llamado a servir a Dios y a tener una vida solitaria pese a que el obispo Teodoro no se lo permitía. Una vez, acompañando al obispo en un viaje a Constantinopla, San Alípio tuvo una visión de Santa Eufemia (16 de septiembre) quien le pedía que fundara una iglesia en su nombre en Adrianópolis.
Con las contribuciones de los fieles de Adrianópolis, San Alípio construyó una iglesia bajo la protección de Santa Eufemia, en un antiguo templo pagano. Al lado del templo, donde existía un altar pagano, San Alípio construyó una columna donde subía a rezar y enseñar a los fieles y por cincuenta y tres años San Alípio luchó contra Satanás en ese lugar, rezando y aconsejando a los cristianos que venían buscando su ayuda.
Se cuenta que una noche, los demonios comenzaron a arrojarle piedras mientras él oraba de pie en ese pilar. San Alípio quería luchar contra los espíritus de la oscuridad y tomando lo que le servía como humilde techo se protegió de ellos. Por su perseverancia, los demonios abandonaron para siempre aquel lugar.
Catorce años antes de su muerte, San Alipio perdió la posibilidad de ponerse de pie. Tuvo que pasar ese tiempo recostado sobre uno de sus costados por la debilidad de sus piernas y soportó muy difíciles enfermedades con humilde gratitud. Dos monasterios se levantaron alrededor de la columna levantada por el santo: uno para hombres y otro para mujeres. San Alípio es recordado por haber introducido reglas monacales para ambos monasterios y los dirigió hasta su muerte. Durmió en el Señor el año 640, a la edad de 118 años. El cuerpo de este venerable santo fue depositado en la iglesia que había fundado en honor de Santa Eufemia. Sus reliquias sanan a aquellos que las veneran con fe.

Tropario, tono 1
Te convertiste en un pilar de paciencia y emulaste a los antepasados, oh justo: a Job en sus sufrimientos, a José en las tentaciones, y la vida de los incorpóreos, aunque permanecías en el cuerpo. Oh Alipio, nuestro justo Padre, intercede ante Cristo Dios para que salve nuestras almas.

San Estiliano de Paflagonia

San Estiliano nació en Paflagonia, una ciudad de Asia Menor, entre los siglos IV y VI. Heredó una gran fortuna de sus padres cuando fallecieron, pero no quiso conservarla sino entregarla a los pobres de acuerdo a las necesidades de estos, deseando ayudar a aquellos que habían tenido menos fortuna.
Decidió dejar la ciudad e instalarse en un monasterio, donde dedicó su vida a Dios. Y siendo más celoso y devoto que los demás monjes, provocó en ellos celos y tuvo que dejar el monasterio. Decidió vivir en una cueva solo, en las selvas, donde dedicó su vida a la oración y el ayuno.
La bondad y la amabilidad del santo pronto lo convirtieron en famoso entre los habitantes de Paflagonia y lo pidieron para que les enseñara o los curara de sus males. Muchos fueron sanados de enfermedades mentales o físicas por sus oraciones.
Estiliano era conocido por su amor a los niños, a quienes curaba.
Aun después de su muerte, los ciudadanos de Paflagonia creían que San estiliano podía sanar a sus hijos. Cuando un niño enfermaba, un ícono de Estiliano llevando en brazos a un niño era pintado y colgado sobre la cama del niño. Y todavía hoy los fieles piadosos piden su intercesión por los niños enfermos, los huérfanos y las parejas que no pueden hijos.

Tropario, tono 3
Fuiste una torre de abstinencia y un pilar inquebrantable de la Iglesia; Dedicado a Dios desde tu juventud, te convertiste en una morada del Espíritu. Oh nuestro Justo Padre Estiliano intercede ante Cristo nuestro Dios que nos conceda su gran misericordia.

Santa y Gran Mártir Catalina de Alejandría/Gran Mártir Mercurio de Capadocia

Santa y Gran Mártir Catalina de Alejandría/Gran Mártir Mercurio de Capadocia

25 de Noviembre

Era hija del rey Consto, y vivía con su madre en Alejandría tras la muerte de su padre. Su madre era cristiana secretamente, y, mediante su padre espiritual, trajo a Catalina a la fe cristiana. En una visión, santa Catalina recibió un anillo del Señor Jesucristo mismo con señal de su desposorio con él. Este anillo permanece en su dedo hasta el día de hoy. Catalina había sido grandemente dotada por Dios, y recibió una excelente educación en filosofía griega, medicina, retórica y lógica, y añadía una gran belleza física a esto. Cuando el impío emperador Majencio ofreció un sacrificio público a los ídolos y ordenó que todos hicieran lo mismo; santa Catalina vino audazmente ante él y denunció sus idólatras errores. El Emperador, viendo que ella le superaba en sabiduría y erudición, convocó a cincuenta de los hombres más sabios para que disputaran con ella acerca de la fe y la avergonzaran; pero Catalina era más sabia que ellos, y los avergonzó. El furioso Emperador ordenó que los cincuenta sabios fuesen quemados en la pira. Todos estos sabios, por las oraciones de santa Catalina, confesaron el nombre de Cristo al momento de su muerte, y proclamaron ser cristianos. Cuando la mártir estaba en prisión, trajo a la fe al general Porfirio y a doscientos de sus soldados, y también a la emperatriz Basilea. Todos ellos sufrieron por Cristo. Durante el martirio de santa Catalina, se le apareció un ángel de Dios que destruyó la rueda en la que estaba siendo torturada, y después se le apareció el Señor Jesucristo mismo para fortalecerla. Después de muchas torturas, Catalina fue degollada por espada a la edad de dieciocho años, el 24 de noviembre de 310. Leche fluyó de su cuerpo en vez de sangre. Sus reliquias, que obran milagros, son preservadas en el Sinaí.
Los santos Catalina y Mercurio se celebraron el 24 de este mes, mientras que los santos Hieromártires Clemente de Roma y Pedro de Alejandría se celebraron el 25. Las fechas de las fiestas de estos santos se intercambiaron a pedido de la Iglesia y el Monasterio del Monte Sinaí, para que la fiesta de Santa Catalina, su patrona, se celebrara más festivamente junto con la Despedida de la Fiesta de la Entrada de la Theotokos. Sin embargo, las iglesias eslavas conmemoran a estos santos en sus fechas originales.

Tropario, tono 1
Alabemos a la más valiente novia de Cristo, la divina Catalina, protectora del Sinaí, nuestra ayuda y socorro; Porque, ella silenció brillantemente la elocuencia de los impíos con la espada del espíritu, y ahora coronada como mártir, suplica gran misericordia para todos.

Santos Hieromártires Clemente, Papa de Roma y Pedro Patriarca de Alejandría

Santos Hieromártires Clemente, Papa de Roma y Pedro Patriarca de Alejandría

24 de Noviembre

Nuestro Padre entre los santos Clemente de Roma, fue instruído en la fe de Cristo por el Apóstol Pedro, y fue elegido como tercer obispo de Roma tras la muerte de los Apóstoles.
Sufrió el martirio bajo el reinado de Trajano, alrededor del año 100.

Hieromártir Pedro, patriarca de Alejandría

San Pedro ilustremente ocupó el trono de Alejandría durante doce años y, como dice Eusebio, “fue un ejemplo divino de un obispo debido a la excelencia de su vida y su estudio de las Sagradas Escrituras” (ver Eusebio, Hist. Eccl, Libro VII, 3 2; Libro VIII 11, 13; y Libro IX, 6). Excomulgó a Arrio por su simpatía con el cisma meleciano. Cuando Arrio se enteró de que San Pedro había sido encarcelado, le envió muchos sacerdotes y diáconos, pidiéndole que lo recibiera nuevamente en la comunión de la Iglesia antes de su martirio. los embajadores de Arrio, se asombraron de la vehemencia con la que San Pedro se negó a recibir a Arrio nuevamente, les reveló una visión aterradora que había tenido, en la que Cristo se le había aparecido de niño con una prenda desgarrada de pies a cabeza. Cuando San Pedro le preguntó al Señor qué significaba su prenda, el Señor respondió que era Arrio, y que no debía ser recibido nuevamente en comunión.
El santo hieromártir Pedro fue decapitado durante el reinado de Maximino en el año 312; se le llama el “Sello de los Mártires”, porque fue el último obispo de Alejandría en sufrir el martirio bajo los emperadores paganos. Sus sucesores al trono de Alejandría, los santos Alejandro y Atanasio el Grande, llevaron a la victoria final la batalla contra la herejía de Arrio que San Pedro había comenzado.

Tropario de los Hieromártires Clemente de Roma y Pedro de Alejandría, tono 4
Oh Dios de nuestros Padres, que siempre nos tratas según tu clemencia, no retires de nosotros tu misericordia, mas por sus oraciones, guía nuestra vida en paz.

San Anfiloquio, obispo de Iconio

San Anfiloquio, obispo de Iconio

23 de Noviembre

San Anfiloquio, que nació en Capadocia, brilló en ascetismo y conocimiento divino incluso desde su juventud. Fue consagrado obispo de Iconio en el 341, luchó valientemente contra las blasfemias de Eunomio, Macedonia, el enemigo del Espíritu Santo, y los seguidores de Arrio. Fue uno de los 150 Padres que participaron en el Segundo Concilio Ecuménico, que tuvo lugar en Constantinopla, convocado durante el reinado de Teodosio el Grande en el año 381.
En 383, Anfiloquio quiso persuadir al emperador Teodosio para que prohibiera a los arrianos reunirse en Constantinopla y comprometer a las iglesias con los ortodoxos, pero el emperador era reacio a hacer tal cosa. La próxima vez que Anfiloquio entró en el palacio, se dirigió a Teodosio con el honor apropiado, pero despreció a su joven hijo Arcadio en su presencia. Teodosio estaba indignado y dijo que la deshonra mostrada a su hijo era igualmente un insulto para sí mismo. A esto San Anfiloquio respondió que como sufría el insulto a su hijo, debería imaginar que Dios estaría molesto con aquellos que blasfeman contra Su Unigénito. Teodosio entendió y admiró el ingenioso proceder de san Anfiloquio, y emitió el edicto deseado en septiembre del mismo año.
San Anfiloquio, habiendo alcanzado una avanzada edad, reposó en paz alrededor del año 395. San Basilio el Grande escribió muchas cartas a San Anfiloquio, su amigo y compañero campeón de la Fe, y a petición suya escribió su tratado Sobre el Espíritu Santo, que Además de demostrar la divinidad del Espíritu Santo y su igualdad con el Padre y el Hijo, defiende las antiguas tradiciones no escritas de la Iglesia, como hacer la señal de la Cruz, volverse hacia el Este en oración, no arrodillarse el domingo, etc.

Tropario, tono 4
Oh Dios de nuestros Padres, que siempre nos tratas según tu clemencia, no retires de nosotros tu misericordia, mas por sus oraciones, guía nuestra vida en paz.

Apóstol Arquipo, Filemón, su esposa Apia y Apóstol Onésimo discípulo de san Pablo / Santos Mártires Cecilia, Valeriano Tiburcio y Máximo, de Roma.

Apóstol Arquipo, Filemón, su esposa Apia y Apóstol Onésimo discípulo de san Pablo

22 de Noviembre

Filemón, que era de Colosas, una ciudad de Frigia, era un hombre rico y noble, junto con Arquipo fueron Apóstoles de los Setenta; Apia era esposa de Filemón. Los tres fueron discípulos del apóstol Pablo. Onésimo, que antes era un incrédulo y esclavo de Filemón, robó algunos de sus vasos y huyó a Roma. Sin embargo, al encontrarlo allí, el apóstol Pablo lo guió por el camino de la virtud y el conocimiento de la verdad, y lo envió de regreso a su maestro Filemón, a quien escribió una epístola (esta es una de las catorce epístolas de San Pablo); en esta epístola, Pablo elogió a Onésimo a su maestro y los reconcilió. Onésimo fue hecho obispo más tarde. En Grecia es honrado como el santo patrono de los encarcelados. Todos estos santos recibieron su fin por el martirio, cuando los idólatras los mataron a pedradas.
San Onésimo también se conmemora el 15 de febrero.
Tropario, tono 3
Oh santos apóstoles, intercedan ante Dios misericordioso, para que otorgue el perdón de las transgresiones, a nuestras almas.

Santos Mártires Cecilia, Valeriano Tiburcio y Máximo, de Roma

Nacida en Roma de ricos y eminentes padres, Cecilia tenía una fe firme en Cristo el Señor y un gran celo por la fe. Haciendo voto de virginidad perpetua ante Dios, santa Cecilia vestía una prenda áspera bajo los ricos vestidos que sus padres le daban. Cuando estos la forzaron a casarse con un pagano llamado Valeriano, Cecilia pasó su noche de bodas urgiendo a su nuevo esposo a que fuese al obispo Urbano para ser bautizado, y para que entonces él también se dedicase a una vida en virginidad. Abrazando la fe cristiana, Valeriano también trajo a ella a su hermano Tiburcio. Ambos hermanos fueron pronto condenados a muerte por su fe, pero su celo no flaqueó ante la muerte. Llevados al cadalso, estos dos hermanos lograron traer a la fe a Máximo, capitán de la guardia, y los tres sufrieron juntos por Cristo el Señor. Santa Cecilia enterró sus cuerpos juntos y fue entonces llevada a juicio ella misma, habiendo traído muchos paganos a la fe cristiana incansablemente. En una noche, ganó más de cuatrocientas almas. Cuando el juez le preguntó de dónde venía su audacia, ella contestó: «De una conciencia pura y una fe sin dudas». Tras crueles torturas, fue condenada a ser degollada con espada. El verdugo dejó caer la espada tres veces sobre su cuello, pero no acertó matarla; sólo la hirió, y la sangre corría desde sus heridas, siendo recogida por los fieles con pañuelos y recipientes con el fin de usarla para sanidad. Tres días más tarde, la mártir de Cristo y virgen entregó su espíritu en manos de su Señor, para regocijarse con él por toda la eternidad. Santa Cecilia sufrió con los otros en el año 230 d. C. Sus reliquias son atesoradas en Roma, en la iglesia que lleva su nombre, y es considerada en occidente Patrona de la música eclesiástica

Tropario, tono 4
Tus mártires, oh Señor Dios nuestro, por sus luchas recibieron de Ti la corona incorruptible, porque, habiendo conseguido tu fuerza, derribaron a los tiranos y destruyeron la presunción impotente de los demonios. Por sus oraciones, oh Cristo Dios, salva nuestras almas.

Entrada de la Santísima Madre de Dios en el Templo

Entrada de la Santísima Madre de Dios en el Templo

21 de Noviembre

Según la tradición, cuando la Santísima Virgen María cumplió tres años, sus padres, los santos Joaquín y Ana, la llevaron de Nazaret a Jerusalén para entregarla al servicio de Dios en cumplimiento de su promesa. El viaje a Jerusalén tomaba tres días, pero ya que estaban haciendo la voluntad de Dios, no encontraron el viaje difícil. Muchos de los familiares de Joaquín y Ana se les unieron para tomar parte en esta celebración, en la que los incorpóreos ángeles de Dios también participaron. Las doncellas encabezaban la comitiva llevando velas encendidas, seguidas por la Santísima. Había quince escalones que llevaban al Templo, y los padres de la Virgen la colocaron en el primer escalón; ella subió el resto corriendo, por su propia voluntad. Allí encontró al Sumo Sacerdote Zacarías, padre de san Juan el Precursor, quien tomándola de la mano, la llevó no sólo al Templo sino también al Lugar Santísimo—un lugar al que nadie podía entrar sino el Sumo Sacerdote, y esto una sola vez al año. San Teofilacto de Ohrid dice que Zacarías estaba «fuera de sí, y movido por Dios» cuando llevó a la Virgen al lugar principal de Templo, detrás del segundo velo; de otro modo, no habría explicación para su conducta. Los padres de la Virgen ofrecieron entonces sacrificios a Dios, de acuerdo con la Ley, y dejaron a la Virgen en el Templo. Ella habitó allí hasta que tuvo catorce o quince años, y mientras sus padres estuvieron vivos, la visitaban frecuentemente. Al partir ellos de este mundo y quedar la Virgen huérfana, esta anhelaba permanecer en el Templo hasta el fin de sus días, sin contraer matrimonio. Siendo esto contrario tanto a la Ley como a la costumbre israelita, fue confiada a san José, un pariente redentor suyo en Nazaret (cfr. Levítico 25; Rut), para que pudiese permanecer en virginidad bajo la protección de un compromiso, cumpliendo así tanto su deseo como las exigencias de la Ley.

Tropario, tono 4
Hoy es el preludio de la complacencia de Dios, el anuncio de la Salvación para los hombres: la Virgen se presenta en el Templo de Dios y preanuncia a Cristo a todos. Exclamémosle con gran voz diciendo: “¡Alégrate, oh cumplimiento del Plan salvífico del Creador!”

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