Santo mártir Bonifacio de Tarso en Cilicia y sus compañeros, Probo, Ares, Timoteo, Poliucto, Eutiquio y Tesalonica

Este santo, que vivió durante el reinado de Diocleciano, era el sirviente de cierta mujer romana de rango senatorial llamada Aglais. La mujer y el sirviente vivían juntos en una unión ilegítima, y Bonifacio se dedicaba además a la embriaguez y la vida desenfrenada. Sin embargo, fue generoso con los pobres, hospitalario con los extraños y compasivo con los que estaban en desgracia.

Finalmente, Aglais, movida al escuchar los relatos de los Mártires, y creyendo en el poder de sus intercesiones para obtener la misericordia de Dios, envió a Bonifacio a Tarso para obtener reliquias de los Santos Mártires. Antes de partir, le preguntó en broma: “¿Y si te devuelven mi cuerpo como reliquias sagradas?” Luego partió con algunos de sus compañeros esclavos hacia Cilicia, donde los santos estaban enfrentando el martirio. Mientras iba entre los Mártires y los alentaba con todas sus fuerzas, fue arrestado por el gobernante y confesó a Cristo con valentía, y sufrió la muerte como mártir en el año 290. Así, lo que le había dicho en broma a su amante se cumplió cuando él mismo fue traído a ella como reliquias sagradas por sus compañeros de servicio.

Santa Aglais dedicó el resto de su vida a la oración y a las obras de virtud, y reposó en santidad. San Bonifacio es especialmente invocado para ayudar contra la pasión de beber.

Tropario tono 4, del común de santos Mártires

Tus mártires, oh Señor, * han obtenido de ti * coronas de incorrupción * en su lucha, Dios nuestro. * Al tener, pues, tu fuerza, * han vencido a tiranos * y aplastado de los demonios * su abatida insolencia. * Por sus intercesiones, oh Cristo Dios, * salva nuestras almas.

Santo mártir Sebastián de Roma y Compañeros

Este glorioso mártir de Cristo nació en Italia, y se crio en la ciudad de Milán. Fue destinado en su juventud a ser soldado, y como varón educado, bien parecido y valiente, ganó la simpatía del emperador Diocleciano. Este lo hizo capitán de la guardia imperial. Confesaba secretamente la fe cristiana, y oraba al Dios vivo. Siempre que le era posible salvaba a los cristianos de la tortura y la muerte, y cuando esto no era posible, los fortalecía para morir por Cristo, el Dios viviente, sin mirar atrás.

Dos hermanos, Marcos y Marcelino, que estaban en la prisión por Cristo, pero a punto de negarle y adorar ídolos, fueron confirmados en la fe y fortalecidos en su martirio por Sebastián. Mientras hablaba con ellos, exhortándoles a no temer el morir por Cristo, su rostro resplandecía como el de un ángel de Dios.

Sebastián probaba sus palabras con milagros: sanó a Zoé, esposa del carcelero Nicóstrato, que había estado muda por seis años, y trajo al bautismo a Nicóstrato junto a toda su casa; sanó a los dos hijos del comandante Claudio, y también lo trajo al bautismo junto a toda su casa; sanó a Tranquiliano, padre de Marcos y Marcelino, de gota y dolores en sus piernas que le habían atormentado por once años, y lo trajo al bautismo junto a toda su casa; y sanó al eparca romano Cromacio de la misma enfermedad y lo trajo al bautismo junto a su hijo Tiburcio. De todos estos santos, que más adelante confesarían con su vida su fe en Cristo con diversos sufrimientos, Zoé fue la primera en sufrir por Cristo, siendo aprehendida mientras oraba junto a la tumba del apóstol Pedro. Después de ser torturada, fue arrojada al río Tíber.

Entonces Sebastián fue llevado ante el emperador Diocleciano. El Emperador le reprendió por su traición, pero Sebastián dijo: «Siempre oro a mi Cristo por tu salud, y por la paz del Imperio romano». El Emperador ordenó que fuese desnudado y que le dispararan flechas. Los soldados entonces le dispararon flechas, hasta que todo el cuerpo del mártir estaba tan cubierto de flechas que no podía verse bajo ellas. Cuando pensaron que había muerto, Sebastián mostró estar vivo y todas sus heridas fueron sanadas. Los paganos le golpearon con duelas hasta matarle. Sufrió gloriosamente por Cristo, su Señor, y entró al Reino celestial en el 287, siendo Cayo obispo de Roma.

Tropario tono 4, del común de santos Mártires

Tus mártires, oh Señor, * han obtenido de ti * coronas de incorrupción * en su lucha, Dios nuestro. * Al tener, pues, tu fuerza, * han vencido a tiranos * y aplastado de los demonios * su abatida insolencia. * Por sus intercesiones, oh Cristo Dios, * salva nuestras almas.

Santo Profeta Daniel con los tres santos jóvenes: Ananías, Azarías y Misael; San Dionisio, obispo de Egina

El profeta Daniel pertenecía a una noble estirpe. Cuando fue conquistada Jerusalén por Nabucodonosor, en el año 606 a. C. el joven Daniel, junto con otros judíos cayeron en cautiverio en Babilonia, ahí, los más jóvenes más dotados eran educados en la corte.

Con Daniel estudiaban tres amigos, Ananías, Azarías y Misael. Durante varios años aprendieron la lengua local y diferentes estudios caldeos. Al comenzar sus estudiar les cambiaron los nombres: a Daniel: Baltasar; a Ananías: Sidrac; a Misael: Misac y a Azarías: Abednego. A pesar de tener nombres paganos los jóvenes no traicionaron la fe de sus antepasados. No queriendo comer comida pagana, ellos pidieron a su instructor que no les diera la comida de la mesa imperial, que se rociaba con la sangre de las ofrendas, sino vegetales. El instructor estaba de acuerdo, pero puso la condición: pasados los 10 días con el régimen vegetal el verificaría el estado de su salud física y anímica. Cuando terminó el tiempo de prueba, estos jóvenes fueron más saludables que los otros que comían carne de la mesa imperial. Y el instructor les permitió seguir comiendo lo que querían. Por la devoción a la fe verdadera, el Señor los premió en sus estudios. El rey de Babilonia, presente en los exámenes, encontró que ellos eran más inteligentes que sus sabios babilónicos.

Después de terminar los estudios, Daniel con sus tres amigos, empezaron a trabajar en la corte. Daniel trabajó como alto funcionario durante el reinado de Nabucodonosor y sus cinco sucesores. Después de la calda de Babilonia, él fue consejero de los reyes Darío I (rey de los Medos) y Ciro de Persia. Dios le había dado a Daniel el don de comprender el significado de las visiones y sueños.

En su libro el profeta Daniel narra sobre la hazaña de sus tres amigos, quienes se negaron a adorar al ídolo de oro (Marduk) y fueron tirados al horno encendido por orden de Nabucodonosor. Pero el ángel del Señor les protegió y quedaron intactos, de la misma manera que él fue librado en el foso de los leones.

En su libro el profeta Daniel anotó algunas visiones proféticas que tratan sobre el fin del mundo y sobre la segunda venida de Cristo. Su libro tiene mucho en común con las Revelaciones (Apocalipsis) del evangelista Juan El Teólogo, que está al final de la Biblia; y sus profecías sobre las persecuciones por la fe se refieren al mismo tiempo a las persecuciones de Antíoco Epifanes y al anticristo.

Sobre el destino posterior del profeta Daniel no se sabe nada, solamente que el murió siendo un anciano, posiblemente en la ciudad de Susa (Ecbatana). Su libro profético tiene 14 capítulos. El Señor Jesucristo, en sus discuciones con los judíos, se refirió dos veces a las profecías de Daniel.

Tropario, tono 2

Grandes son las obras de la fe; * pues los tres santos jóvenes se regocijaron en la fuente de las llamas * como si estuvieran en las aguas del descanso; * y el profeta Daniel apacentaba a los leones * como si fueran corderos: * Por sus imploraciones, oh Cristo Dios, * salva nuestras almas.

San Dionisio de Egina

 

San Dionisio, obispo de Egina, nació en 1547 en la isla de Zante. Aunque nació en una familia noble, estaba decidido a huir del mundo y a concentrarse en las cosas celestiales. Ingresó en el monasterio de Strophada y, después del tiempo prescrito, el abad lo revistió con el esquema angelical. Aunque joven en años, superó a muchos de sus mayores en virtud y fue considerado digno de la ordenación al santo sacerdocio.

A pesar de que protestó por su indignidad, San Dionisio fue consagrado obispo de Egina. En ese cargo nunca dejó de enseñar y amonestar a su rebaño, y muchos se acercaron a él para beneficiarse de su sabiduría. Temía la alabanza de los hombres, por temor a caer en el pecado de la vanagloria, por lo que renunció a su sede y regresó a Zante.

En 1579 la diócesis de Zakynthos enviudó (cuando un obispo muere, su diócesis se describe como “viuda”), y Dionisio aceptó cuidarla hasta que se pudiera elegir un nuevo obispo. Entonces huyó de la vida mundana que no le daba paz, y se fue al Monasterio de la Santísima Theotokos Anaphonitria, a veinte millas del pueblo principal.

Un desconocido asesinó al hermano del santo, Constantino, un noble ilustre. Temiendo a los parientes de su víctima, el desconocido, por casualidad o por voluntad de Dios, buscó refugio en el monasterio donde san Dionisio era abad. Cuando el santo le preguntó al fugitivo por qué estaba tan asustado, confesó su pecado y reveló el nombre del hombre que había asesinado, pidiendo ser protegido de la venganza de la familia. San Dionisio lloró por su único hermano, como era natural. Luego consoló al asesino y lo escondió, mostrándole gran compasión y amor.

Poco después, los parientes del santo llegaron al monasterio con un grupo de hombres armados y le contaron lo sucedido. Él fingió no saber nada al respecto. Después de llorar con ellos y tratar de consolarlos, los envió en la dirección equivocada. Luego le dijo al asesino que era el hermano del hombre al que había matado. Lo amonestó como un padre y lo llevó al arrepentimiento. Después de perdonarlo, San Dionisio lo llevó a la orilla y lo ayudó a escapar a otro lugar para salvar su vida. Debido a la virtud cristiana del santo, se le concedió el don de hacer milagros.

Habiendo pasado su vida en santidad, San Dionisio llegó a una edad avanzada, luego partió hacia el Señor el 17 de diciembre de 1624.

Tropario tono 1

Honremos, oh fieles, en armonía * a Dionisio, fruto de Zacinto, * protector del monasterio de las Estrófades * y gran jerarca de Egina, * exclamando con claridad: * Con tus ruegos salva a todos los que celebran * tu memoria y te cantan: * ¡Gloria a Cristo que te ha glorificado! * ¡Gloria, que la corona te ha dado! * ¡Gloria, que te nos ha otorgado * intercesor incansable!

Santo Profeta Ageo; Santa Teófana, reina milagrosa

El profeta Ageo es el décimo entre los profetas menores y profetizó en Judá, en los tiempos del rey persa Darío I (522-486 a.C.). En aquel tiempo muchos judíos bajo el liderazgo de Zorobabel volvieron del cautiverio babilonio a Judá. El sumo sacerdote se llamaba Josué. En el segundo año después del regreso del cautiverio de Babilonia, los judíos comenzaron a reconstruir en Jerusalén un Templo en el mismo lugar del destruido Templo de Salomón. Pero debido al desacuerdo con samaritanos y otros opositores la construcción se interrumpió por quince años hasta que el rey Darío ordenó volver a la construcción.

El pueblo era pobre. pero tenía la idea de que el nuevo templo no debía ser menos magnífico que el de Salomón destruido por Nabucodonosor. Por eso, algunos trataban de convencer que el tiempo para la reconstrucción del nuevo Templo todavía no había llegado. Todo esto enfriaba el entusiasmo de los constructores. Para animar al pueblo y terminar la obra del segundo templo, Dios envió a Ageo, cuyo servicio profético duro cerca de un año. El profeta Ageo trataba de convencer a la gente de continuar la construcción del templo: “Sembráis mucho, y recogéis poco; coméis, y no os saciáis; bebéis, y no os quedáis satisfechos; os vestís, y no os calentáis; y el que trabaja a jornal recibe su jornal en saco roto. Así ha dicho el Señor de los ejércitos: Meditad sobre vuestros caminos. Subid al monte, y traed madera, y reedificad la casa; y pondré en ella mi voluntad, y seré glorificado, ha dicho el Señor. Buscáis mucho, y halláis poco; y encerráis en casa, y yo lo disiparé en un soplo. ¿Por qué? dice el Señor de los ejércitos. Por cuanto mi casa está desierta, y cada uno de vosotros corre a su propia casa. Por eso se detuvo de los cielos sobre vosotros la lluvia, y la tierra detuvo sus frutos”(Ag. 1:6-10).

La Profecía de Ageo, compuesta de dos capítulos, contiene la promesa de la venida del Mesías a este nuevo Templo. Esta visita de Nuestro Señor al nuevo Templo, le dará mayor gloria que la gloria del primero, que estuvo adornado con tanta riqueza (Ag. 2:5-9).

Tropario tono 2, del común de santos Profetas

Celebramos la memoria del profeta Ageo, * por quien te suplicamos, Señor, * que salves nuestras almas.

Santa Teófana, reina milagrosa

 

Santa Teófana fue una emperatriz piadosa y virtuosa, muy alabada por los cronistas de su tiempo por su vida evangélica, su limosna y su piedad excepcional. Nació en Constantinopla, hija de Constantino Martinakios y su esposa Ana, quienes criaron a su hija con diligencia. Cuando estaba en edad de casarse, el emperador Basilio el Macedonio la eligió para ser la esposa de su hijo León el Sabio (886 – 912), con quien vivió en fidelidad matrimonial durante doce años.

La Santa Emperatriz Teófana y su esposo León fueron encarcelados durante tres años, porque León fue falsamente acusado de conspirar para asesinar a su padre, el emperador Basilio. Después de obtener su libertad, Teófana pasó su vida en oración y ayuno, luchando fervientemente por su salvación. Fue reconocida como santa y hacedora de milagros, incluso durante su vida, por las muchas buenas obras que realizó por amor al prójimo.

Aunque vivió en el mundo, renunció a todo lo mundano y se convirtió en benefactora de los pobres. También construyó iglesias y monasterios o restauró a los que necesitaban reparación. Fue una verdadera madre para sus súbditos, cuidando de las viudas y los huérfanos y consolando a los afligidos. Prefería vestir ropa sencilla para que no la reconocieran. Acompañada de dos sirvientes de confianza, visitaba los hogares de los pobres y los perseguidos, ofreciéndoles su ayuda. Su fe era tal que se la consideró digna del don de hacer milagros.

Santa Teófana falleció hacia el año 893-894. Incluso antes de su muerte, su marido comenzó a construir una iglesia con la intención de dedicarla a su memoria, pero ella se lo prohibió. Fue el emperador León quien decretó que el domingo después de Pentecostés se dedicara a Todos los Santos. Creyendo que su esposa era una de las justas, sabía que ella también sería honrada cada vez que se celebrara la Fiesta de Todos los Santos.

Tropario tono 4

Al preferir lo celestial con anhelo, * oh Teofana, anduviste tus días * en la tierra, de modo angélico; * por eso, te volviste digna * de los dones celestiales, * con las órdenes de ángeles y los coros de santos, * en presencia del Rey de todos. * A Él suplícale * que encontremos misericordia.

Domingo de los Santos Antepasados de Cristo Dios; Hieromártir Eleuterio

El domingo que cae entre el 11 y el 17 de diciembre se conoce como el Domingo de los Santos Padres. Se trata de los antepasados ​​de Cristo según la carne, que vivieron antes de la Ley y bajo la Ley, especialmente el patriarca Abraham, a quien Dios dijo: “En tu descendencia serán benditas todas las naciones de la tierra” (Gn 12,3; 22,18).

Tropario, tono 2

A los progenitores justificaste en su fe, * cuando, por ellos, tomaste por comprometida a la Iglesia * surgida de los gentiles. * Los santos se enorgullecen con gloria, * que de su simiente surgió un fruto honorable: * la que te dio a luz sin simiente. * Por sus intercesiones, oh Cristo Dios, * salva nuestras almas.

 

Hieromártir Eleuterio, obispo de Illiría

Este santo romano, habiendo quedado huérfano de padre desde la infancia, fue llevado por su madre Anicia a Anacleto obispo de Roma, por quien fue instruido en las Sagradas Escrituras.

Aunque todavía era muy joven en años, fue nombrado Obispo de Illiria debido a su virtud superior, y por sus enseñanzas convirtió a muchos incrédulos a Cristo. Sin embargo, durante la persecución más dura que se levantó contra los cristianos bajo Adriano (117-138), el santo fue arrestado por los tiranos. Soportando muchos tormentos por Cristo, finalmente fue asesinado por dos soldados alrededor del año 126. En cuanto a su madre Anicia que también amaba a Cristo, también fue decapitada mientras abrazaba los restos de su hijo y los besaba con afecto maternal.

Tropario tono 4 del común de Hieromártires

Al volverte sucesor de los apóstoles * y partícipe en sus modos de ser, * encontraste en la práctica * el ascenso a la contemplación, oh inspirado por Dios. * Por eso, seguiste la palabra de la verdad * y combatiste hasta la sangre por la fe. * Eleuterio, obispo mártir, intercede ante Cristo Dios * para que salve nuestras almas.

Santos mártires Tirso, Leucio, y Calínico de Asia Menor, y Filemón, Apolonio, y Ariano de Alejandría

Estos santos mártires de Asia Menor sufrieron durante el reinado de Decio, en 250. San Leucio, al ver la matanza de los cristianos, le reprochó al gobernador Cumbricio, por lo que fue colgado y luego decapitado.

San Tirso, por declararse cristiano y reprender al gobernador por adorar a las piedras como dioses, después de muchas horribles torturas, fue condenado a ser cortado en pedazos, pero la sierra no logró cortarlo y se hizo tan pesada en las manos de los verdugos que no podían moverlo, pero por los tormentos sufridos entregó su espíritu en las manos del Señor.

San Calinico, un antiguo sacerdote de los ídolos, se convirtió a través del martirio y los milagros de San Tirso, y fue decapitado.

Durante el reinado de Diocleciano (284-305), el gobernador de Antinoe en Tebaida del Alto Egipto fue Ariano, un feroz perseguidor que había enviado a muchos cristianos a una muerte violenta, entre ellos los santos Timoteo y Maura (3 de mayo) y San Sabino (16 de marzo). Cuando encarceló a los cristianos por su confesión de fe, uno de ellos, llamado Apolonio, lector de la Iglesia, perdió el coraje al ver los instrumentos de tortura y pensó en cómo podría escapar de los tormentos sin negar a Cristo. Le dio dinero a Filemón, un flautista pagano, para que se pusiera su ropa y ofreciera sacrificios ante Ariano, para que todos pensaran que Apolonio había hecho la voluntad del gobernador, y pudiera librarse. Filemón estuvo de acuerdo con esto, pero cuando llegó el momento de ofrecer sacrificios, iluminado por la gracia divina, se declaró cristiano. Él y Apolonio, quien también confesó a Cristo cuando se descubrió el fraude, fueron decapitados. Antes de decapitarlos, Ariano había ordenado que los dispararan con flechas, pero mientras permanecían ilesos, el propio Ariano fue herido por una de las flechas; San Filemón predijo que después de su martirio, Ariano sería sanado en su tumba. Cuando esto sucedió, Ariano, el perseguidor que había matado a tantos siervos de Cristo, creyó en Cristo y fue bautizado con cuatro de sus guardaespaldas. Diocleciano se enteró de esto e hizo que fueran traídos Ariano y sus guardaespaldas. Por su confesión de Cristo, fueron arrojados al mar y recibieron la corona de la vida eterna.

Tropario tono 4, del común de santos Mártires

Tus mártires, oh Señor, * han obtenido de ti * coronas de incorrupción * en su lucha, Dios nuestro. * Al tener, pues, tu fuerza, * han vencido a tiranos * y aplastado de los demonios * su abatida insolencia. * Por sus intercesiones, oh Cristo Dios, * salva nuestras almas.

Santos Mártires Eustracio, Auxencio, Eugenio, Mardario y Oreste de Sebaste con la mártir Lucía de Siracusa; San Germán de Alaska

Los cinco mártires eran de la Gran Armenia. Al igual que sus antepasados, adoraban a Cristo en secreto; Durante la persecución de Diocleciano, se presentaron ante las autoridades del Foro, y después de haber sido atormentados de diversas maneras, por Lisio el procónsul, tres de ellos terminaron sus vidas en tormentos. En cuanto a los santos Eustracio y Oreste, sobrevivieron y fueron enviados a Sebaste con Agricolao, que gobernó todo el Este; Por su orden, estos santos recibieron su fin como mártires por fuego en el 296. San Auxencio era sacerdote y San Eustracio fue un hombre educado y orador; Era el principal de los dignatarios de Lisio y el archivero de la provincia.

Santa Virgen Mártir Lucía de Siracusa

Santa Lucia cuyos padres eran nobles y ricos, había nacido en Siracusa de Sicilia. La niña fue educada en la fe cristiana. Perdió a su padre durante la infancia y se consagró a Dios siendo muy joven. Sin embargo, mantuvo en secreto su voto de virginidad, mientras que su madre Eutiquia la exhortaba a contraer matrimonio con un joven pagano.

Lucia persuadió a su madre de que fuese a Catania a orar ante la tumba de Santa Ágata para obtener la curación de unas hemorragias. Ella misma la acompañó y Dios escuchó sus oraciones. Entonces, la santa dijo a su madre que deseaba consagrarse a Dios y repartir su fortuna entre los pobres. Llena de gratitud a Dios Eutiquia le dio permiso de hacer lo que quisiese. El pretendiente de Lucía se indignó profundamente y delató a la joven como cristiana ante el gobernador.

 La persecución de Diocleciano estaba entonces en todo su furor. Como Lucía no cedía, el gobernador la condenó a perder la virginidad en una casa de prostitución; pero Dios impidió que los guardias pudiesen mover a la joven del sitio en que se hallaba. Entonces, los guardias trataron de quemarla en la hoguera, pero también fracasaron. Finalmente, la decapitaron.

Tropario tono 4 del común de santos Mártires

Tus mártires, oh Señor, * han obtenido de ti * coronas de incorrupción * en su lucha, Dios nuestro. * Al tener, pues, tu fuerza, * han vencido a tiranos * y aplastado de los demonios * su abatida insolencia. * Por sus intercesiones, oh Cristo Dios, * salva nuestras almas.

 

San Germán de Alaska, Iluminador de Alaska y Primer Santo de América.

Nació en Serpujov en la diócesis de Moscú por el año de 1756 y a la edad de 16 años comenzó con su vida monástica en la Gran Lavra de la Santísima Trinidad-San Sergio cerca de San Petersburgo. Cuando estaba en la lavra desarrollo una muy fuerte infección en el lado derecho de su garganta que lo puso a punto de la muerte. Pero después de una oración ferviente frente al Icono de la Santísima Madre de Dios cayó en un profundo sueño, y soñó que era sanado por la Virgen. Al levantarse, se dio cuenta de que se había recuperado totalmente. Permaneció en la Lavra por cinco años más, y después se trasladó al Monasterio de Valaam.

 Durante su estancia en Valaam, el Monasterio era visitado por Gregory Shelikov, cabeza de la Compañía de Comercio Golikov-Shelikov, quien solicitó monjes para trabajar en el nuevo campo misionero en Alaska. Y en 1793, el Padre Germán con algunos monjes más, fue enviado por el Santo Sínodo de Rusia al campo misionero de Alaska, arribando a la Isla Kodiak el 24 de septiembre de 1794. Desde la Isla Kodiak, los Monjes comenzaron su esfuerzo para convertir y educar a los nativos del lugar. Y varios miles de los habitantes de Alaska se convirtieron a la Ortodoxia, pero la misión no tenía el éxito esperado. El Archimandrita Joasaph, que era la cabeza de la misión, fue consagrado Obispo, pero murió con otros dos cuando su barco que estaba de regreso a Alaska se hundió, y el Padre Germán, que desde un principio se había distinguido por su humildad, compasión por los nativos y sus habilidades administrativas se convirtió en la cabeza interina de la misión.

Después de una difícil relación con la Compañía de Comercio Ruso-Americana, quienes controlaban la colonia de Alaska, entre los años de 1808 y 1818 el Padre Germán salió de Kodiak y fue a la Isla Spruce, a la que él llamo Nuevo Valaam. Él estuvo el resto de su vida en esta isla, donde el cuidaba huérfanos, fundo una escuela y continuo su trabajo misionero. Construyó una pequeña capilla, una escuela y una casa de huéspedes, y la comida para él y los huérfanos era producida por su pequeña huerta. Llevando muy poco consigo mismo, El Padre Germán vestía la ropa más vieja y humilde que uno se podría imaginar bajo su sotana, y comía muy poco. En su tiempo libre era devoto de orar y cantar el servicio que él podía hacer al ser solamente Monje. Su vida era la de un asceta y era en muchas formas similar a la de los primeros Monjes del desierto en Egipto. Cuando le preguntaban si siempre estaba solitario, el Padre Germán respondía, “No, yo no estoy solo ahí ¡Dios está ahí!, porque Dios está en todas partes. Los Santos Ángeles están ahí. ¿Con quién es mejor hablar, con gente o con Ángeles? Seguramente con Ángeles”.

Como verdadero Padre Espiritual él podía ver dentro de los corazones de sus hijos espirituales y los ayudaba. Los nativos reconocían la santidad del Venerable Padre Germán y acudían a él por ayuda y consejo, viendo en él un intercesor ante Dios. Una vez había un gran maremoto amenazando la isla y la gente fue con el Padre Germán para pedirle ayuda. Entonces tomó un Icono de la Madre Dios, lo puso en la playa y dijo: “no tengan miedo. El agua no subirá al nivel donde está este Santo Icono”; y tal y como dijo el agua no sobrepaso ese nivel.

Antes de su muerte, el Padre Germán dijo a la gente que cuando el muriera no habría sacerdote en el área y ellos tendría que enterrarlo. También dijo que sería olvidado por treinta años y después sería recordado. El Padre Germán durmió en el Señor el 13 de diciembre de 1837, de la forma que había descrito a su rebaño. Ellos continuaron venerando su memoria, pero para el mundo exterior parecía que lo habían olvidado hasta la primera investigación de su vida en 1867, por el Obispo Pedro de Alaska.

Finalmente, el 9 de agosto de 1970, el Santo Monje fue Glorificado (canonizado) por la Iglesia Ortodoxa en América.

Tropario, tono 4

Bienaventurado asceta de las estepas del norte y clemente intercesor por el mundo entero; maestro de la Fe Ortodoxa, buen instructor de piedad; adorno de Alaska y alegría de toda América. Santo Padre German, suplica a Cristo Dios que salve nuestras almas.

Preparación de Navidad; Santos diez Mártires de Creta

Todas las grandes fiestas tienen una Preparación o Pre- fiesta, que generalmente suele ser el día anterior. Sin embargo, de la misma manera que la Pascua de Resurrección es antecedida por los seis días de la Gran Semana Santa; para la fiesta de la Natividad del Señor, también nos preparamos con estos cinco días que comenzamos hoy.

Todos los servicios de la Iglesia tanto dominicales como los de los santos que coincidan con estas fechas, se verán no opacados sino más bien iluminados por los textos e himnos propios de la Preparación a la Navidad.

Tropario de la Preparación de Navidad, tono 4

Belén, prepárate que ya, * ha sido abierto el Edén! * ¡Que te dispongas, Éfrata: * porque la vida floreció *de la Virgen en la gruta! * Su vientre se mostró paraíso espiritual, * en él se plantó el madero celestial, * del cual comemos y vivimos, * y jamás como Adán moriremos. * ¡Cristo ha nacido y ha restaurado* la imagen antes caída!

 

Santos Diez Mártires de Creta

 

 En Cuanto se publicó el edicto de Decio contra los cristianos, un cruel gobernador de la isla de Creta inició la persecución. Las víctimas más distinguidas fueron los Diez Mártires: Teódulo, Saturnino, Euporo, Gelasio, Euniciano, Zótico, Cleómenes, Agatopo, Basílides y Evaristo. Los tres primeros eran originarios de Gortina, la capital.

Los jueces les ordenaron que ofreciesen sacrificios a Júpiter, pues ese día se celebraba una fiesta en su honor. Ellos replicaron que jamás ofrecerían sacrificios a un ídolo. El presidente dijo: “Vais a ver lo que es el poder de los dioses, vosotros que despreciáis a esta gran asamblea en la que se rinde culto a los omnipotentes Júpiter, Juno, Rea y otras divinidades.” Los mártires respondieron que conocían perfectamente la leyenda de la vida de Júpiter, y que seguramente quienes le consideraban como una divinidad debían tener por virtud el imitar sus vicios.

La muchedumbre hubiese acabado alli mismo con los mártires, si el gobernador no la hubiese contenido para someterlos a la tortura. Los tres sufrieron con gran alegría. A los gritos de la multitud, que los exhortaba a obedecer y ofrecer sacrificios para salvarse, respondieron: “Somos cristianos, y preferiríamos morir mil veces.” Finalmente, el gobernador se dio por vencido y los condenó a morir por la espada. Los mártires se dirigieron gozosos al sitio de la ejecución, pidiendo a Dios que se mostrase misericordioso con ellos y con toda la humanidad y que disipase las tinieblas de la idolatría entre sus compatriotas. La multitud se dispersó después de la ejecución. Los cristianos sepultaron a los mártires.

Los Padres del Concilio de Creta (458) afirmaron en una carta al emperador León I que la isla de Creta se había preservado hasta entonces de la herejía, gracias a la intercesión de estos mártires.

Tropario, tono 3

Honremos a Creta maravillosa, * que ha gestado bellas flores temibles, * las margaritas del Señor, * retoños de los mártires; * pues los bienaventurados, * aun diez en su número, * sometieron el poder * de miríadas de demonios. Así que recibieron sus coronas * los valientes mártires de Cristo.

San Espiridión el Milagroso, obispo de Trimitos

La isla de Chipre fue tanto el lugar de nacimiento de este famoso santo como el lugar donde pasó su vida en servicio a la Iglesia. Venía de una simple familia de agricultores, y permaneció simple y humilde hasta el final de su vida. Se casó joven y tuvo hijos, pero al morir su esposa, se dedicó completamente al servicio de Dios.

A causa de su fervor, fue escogido como obispo de Trimitos, y aun siendo obispo no cambió su simple estilo de vida, sino que continuó cuidando su ganado y arando la tierra él mismo. Consumía muy pocos de sus productos, y daba la mayor parte de estos a los pobres.

Obró grandes milagros por el poder de Dios, haciendo que lloviera durante una sequía, levantando a muchos muertos, sanando al emperador Constancio de una grave enfermedad, viendo y oyendo ángeles, previendo eventos futuros, y escrutando los secretos del corazón humano. Convirtió a muchos a la verdadera Fe e hizo muchas otras cosas. Estuvo presente en el Primer Concilio Ecuménico celebrado en Nicea en el 325 d. C., y mediante sus claras y sencillas explicaciones, además de sus convincentes milagros, trajo a muchos herejes de regreso a la Ortodoxia.

Vestía tan simplemente que cierta vez, habiendo sido invitado por el Emperador a su corte, un soldado le confundió con un mendigo y le pegó un golpe; el manso y sencillo Espiridión volvió la otra mejilla.

Glorificó a Dios con muchos milagros, y fue de gran ayuda tanto a individuos como a toda la Iglesia de Dios. Entró a su descanso en el Señor en el 348 d. C., y sus reliquias, que obran maravillas, reposan en la isla de Corfú, donde continúan glorificando a Dios con muchos milagros.

Tropario, tono 1

En el primer Concilio te mostraste cual defensor * y obrador de milagros, oh revestido de Dios, * Padre Espiridión: * pues convocaste del sepulcro a la difunta, * transformaste en oro la serpiente * y, mientras cantabas las santas oraciones, * tenías a los ángeles por concelebrantes, oh santísimo: * ¡Gloria a Cristo que te ha glorificado! * ¡Gloria, que la corona te ha dado! * ¡Gloria, que por tu medio, * ha brindado curación a todos!

San Daniel el Estilita de Constantinopla

Este santo era del pueblo de Marutha en la región de Samosata en Mesopotamia. Se convirtió en monje a los doce años. Después de visitar a San Simeón el Estilita (1 de septiembre) y recibir su bendición, se decidió con entusiasmo a seguir su maravillosa forma de vida. A la edad de cuarenta y dos años, guiado por la providencia, llegó a Anaplus en los alrededores de Constantinopla, en los días del santo Patriarca Anatolio (3 de julio), quien también fue sanado por San Daniel de una enfermedad muy grave y que buscó vivir cerca de él.

Al llegar a Anaplus, san Daniel primero vivió en la iglesia del Arcángel Miguel, pero después de unos nueve años, san Simeón el Estilita se le apareció en una visión, ordenándole imitar su propia lucha ascética sobre un pilar. Los treinta y tres años restantes de su vida estuvo de pie durante períodos variables en tres pilares, uno tras otro. Permaneció inmóvil en todo clima, y ​​una vez incluso sus discípulos lo encontraron cubierto de hielo después de una tormenta invernal.

Fue consejero de emperadores; el piadoso emperador Leo el Grande lo amaba fervientemente y trajo a sus invitados reales a su encuentro. Fue por palabra de san Daniel que las reliquias santas de san Simeón el Estilita fueron llevadas a Constantinopla desde Antioquía, y fue en sus días que el Emperador Leo hizo que las reliquias de los Tres Santos Jóveness fueran traídas de Babilonia. San Daniel también defendió a la Iglesia contra el error de los eutiquianos o monofisitas.

Después de haber vivido los reinados de los emperadores Leo, Zenón y Basilisco, reposó en 490, a la edad de ochenta y cuatro años.

Tropario tono 1, como los santos Estilitas

Al volverte columna de paciencia, * has competido con los padres antiguos: * a Job en sufrimientos, a José en tentaciones * y a los incorpóreos aun en cuerpo. * Oh justo padre Daniel, * intercede ante Cristo Dios * para que salve
nuestras almas.

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