Jueves Luminoso; Isabel la Milagrosa; Mártir Sabas el General, de Roma
¡Cristo ha resucitado! ¡Verdaderamente ha resucitado!
Toda la semana posterior al gran domingo de Pascua se conoce como Semana Luminosa o Semana de las Renovaciones.
Todos los servicios e himnos replican al del glorioso día de Pascua, como una prolongación de la más grande de las fiestas.
Tropario de Pascua, tono 5
Cristo resucitó de entre los muertos pisoteando la muerte con su muerte, y otorgando la vida a los que yacían en los sepulcros.
Condaquio Tono 8
Cuando descendiste al sepulcro, oh Inmortal, * destruiste el poder del Hades; * y al resucitar vencedor, oh Cristo Dios, * dijiste a las mujeres mirróforas: «¡Regocíjense!» * y a tus discípulos otorgaste la paz, * ¡oh Tú que concedes a los caídos * la resurrección!
Santa Isabel la Milagrosa
Santa Isabel era de Constantinopla y fue elegida para el servicio de Dios desde su nacimiento. De niña, sus padres la enviaron a un monasterio. Creció en un ambiente de ayuno y oración constante, y recibió el don de sanar enfermedades físicas y espirituales.
Las hermanas la eligieron abadesa del Monasterio de los Santos Cosme y Damián. Vestía un cilicio grueso todo el año. Su cuerpo pasaba frío en invierno, pero su espíritu ardía de ardiente amor a Dios.
El ascetismo de la santa fue muy estricto. Durante muchos años solo comió hierba y verduras, pero no consumía pan, vino ni aceite. Muchas veces, santa Isabel no comió nada durante los cuarenta días del Gran Ayuno. Imitando al Publicano en humildad, durante tres años no alzó la vista al cielo, sino que miró constantemente a Dios con sus ojos espirituales y se dice que durante las oraciones de medianoche, la santa resplandecía con una luz celestial.
Al acercarse su hora, sintió un gran deseo de volver a ver su patria. Así que fue a Heraclea y oró en las sagradas iglesias de los santos. Allí, en la iglesia de la Madre de Dios, tuvo una visión de la Santísima Virgen, quien la recibía. Reconoció el rostro de la Theotokos en un icono que vio al llegar a la iglesia del Santo Mártir Romano. La voz de la Purísima Virgen le indicó que regresara a su monasterio, pues se acercaba el momento de su reposo. Así, cuando Santa Isabel regresó, se dirigió al Señor en paz. Sus santas reliquias fueron enterradas en la iglesia de San Jorge, donde permanecieron intactas e incorruptas y abundan los testimonios de las curaciones obradas aun con un poco de la tierra de su sepulcro.
No sabemos con exactitud cuándo vivió Santa Isabel, pero probablemente fue entre los siglos VI y IX.
Tropario, tono 4 del común de Santas Justas
En ti fue conservada la imagen de Dios fielmente, oh justa Isabel, * pues tomando la cruz seguiste a Cristo * y, practicando, enseñaste a despreocuparse de la carne, * que es efímera, * y a cuidar, en cambio, el alma inmortal. * Por eso hoy tu espíritu se regocija junto con los ángeles.
Santo Mártir Sabas el General
San Sabas el General, provenía de una tribu goda. Por su valentía alcanzó el alto rango de comandante militar o “stratelates” y sirvió bajo el emperador romano Aureliano (270-275).
Desde su juventud, Sabas fue cristiano y siguió fervientemente los mandatos de Cristo. Ayudaba a los necesitados y visitaba a los cristianos en prisión. Gracias a su vida pura y virtuosa, el santo recibió del Señor el don de obrar milagros, sanar enfermos y expulsar demonios en nombre de Cristo.
Cuando el emperador supo que Sabas era cristiano, le exigió que apostatara. El mártir arrojó su cinturón militar y declaró que no renunciaría a su fe. Lo golpearon, lo quemaron con antorchas y lo arrojaron a un caldero con brea, pero el mártir salió ileso.
Contemplando sus tormentos, setenta soldados creyeron en Cristo. Fueron decapitados a espada. San Sabas fue encarcelado. A medianoche, mientras oraba, Cristo se le apareció al mártir y lo iluminó con la luz de su gloria. El Salvador le instó a no temer, sino a mantenerse firme. Animado, el mártir Sabas sufrió una nueva tortura por la mañana y fue ahogado en un río en el año 272.
Tono 4, del común de Santos Mártires
Tu mártir, oh Señor, * ha obtenido de ti * corona de incorrupción * en su lucha, Dios nuestro. * Al tener, pues, tu fuerza, * ha vencido a tiranos * y aplastado de los demonios * su abatida insolencia. * Por sus intercesiones, oh Cristo Dios, * salva nuestras almas.