Boletín del 18/03/2012

3er. Domingo de  la Cuaresma

La postración ante la vivificadora Cruz

Hoy, al ver puesta la preciosa Cruz de Cristo,
prosternémonos con fe y alegría y abracémosla con ansia,
implorando al Señor que fue crucificado sobre ella voluntariamente
para que nos haga dignos a todos de prosternarnos ante la preciosa Cruz
y de alcanzar el día de la Resurrección, libres de toda condenación.
                                                                                                        Exapostelario

Himnos de la Liturgia

Tropario de la Resurrección

Tono 7

Destruiste la muerte con tu cruz y abriste al ladrón el Paraíso;
a las Mirróforas los lamentos trocaste y 
a tus Apóstoles ordenaste predicar que resucitaste, oh Cristo Dios,
otorgando al mundo la gran misericordia.

Tropario de la postración ante la Santa Cruz

Tono 1

Salva, oh Señor, a tu pueblo y bendice tu heredad;
concede a los fieles la victoria sobre el enemigo y
a los tuyos guarda por el poder de tu Santa Cruz.

Condaquio de Cuaresma

 Tono 8

A ti, María, te cantamos como victoriosa;
tu pueblo ofrece alabanzas de agradecimiento,
pues de los apuros, Theotokos, nos has salvado.
Tú, que tienes invencible y excelsa fuerza,
de los múltiples peligros libéranos.
Para que exclamemos a ti: ¡Alégrate oh Novia y Virgen!

Lecturas Bíblicas

Carta del Apóstol San Pablo a los Hebreos  (4:14 – 5:6)

Hermanos: Teniendo tal Sumo Sacerdote que penetró los cielos —Jesús, el Hijo de Dios— mantengamos firme la fe que profesamos. Pues no tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino probado en todo igual que nosotros, excepto en el pecado. Acerquémonos, por tanto, confiadamente al trono de Gracia, a fin de alcanzar misericordia y hallar Gracia para una ayuda oportuna.

Porque todo Sumo Sacerdote tomado de entre los hombres está puesto en favor de los hombres en lo que se refiere a Dios para ofrecer dones y sacrificios por los pecados; el cual puede sentir compasión hacia los que andan en la ignorancia y en el extravío, por estar también él envuelto en flaqueza. Y a causa de esa misma flaqueza debe ofrecer por sus propios pecados igual que por los del pueblo.

Y nadie se arroga tal dignidad, sino el llamado por Dios, lo mismo que Aarón. De igual modo, tampoco Cristo se apropió la gloria del Sumo Sacerdote, sino que la tuvo de Quien le dijo: Hijo mío eres tú; yo te he engendrado hoy. Como también dice en otro lugar: Tú eres sacerdote para siempre a semejanza de Melquisedec.

Evangelio según San Marcos (8: 34- 9: 1)

En aquel tiempo, Jesús llamó a la gente, a la vez que a sus discípulos, y les dijo: «Si alguno quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda  su vida por Mí y por el Evangelio, la salvará. Pues, ¿qué aprovecha al hombre si gana el mundo entero y pierde su vida? O, ¿qué recompensa dará el hombre por su vida? Porque quien se avergüence de Mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles.» Les decía también: «En verdad les digo, que entre los aquí presentes hay algunos que no gustarán la muerte hasta que vean venir con poder el Reino de Dios.»

Mensaje Pastoral

«Tome su cruz» y «sígame»

Nuestra Iglesia Ortodoxa dedicó el tercer domingo de la Cuaresma a la Postración ante la vivificadora Cruz. Los cantos del día son prolongación de los de la fiesta de la Exaltación de la santa Cruz (14 de septiembre), con la observación de que, en la presente ocasión, un énfasis especial se efectúa sobre la cruz personal de cada cristiano. Así que, mientras el 14 de septiembre la lectura evangélica es sobre la crucifixión de nuestro Señor, en el pasaje que leemos hoy, Jesús llamó a la gente, a la vez que a sus discípulos, y les dijo: «Si alguno quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame.»

«Tome su cruz» no tiene sentido sin el «sígame». Pues todos –cristianos o no, comprometidos o no, queramos o no– nos enfrentamos con cruces que son parte de la naturaleza de esta vida corrupta: cansancio, enfermedades, muertes, etc.; y la experiencia de perder a un ser querido es un ejemplo vivo de la cruz que todo hombre tiene en la vida. En este sentido la cruz es dolor y tristeza. Pero la cruz cristiana está acompañada con el imperativo «sígame»; ella ha de ser a la imagen y semejanza de la del Señor, lo que implica dos particularidades:

Primera, Cristo, exento de todo pecado y culpa, fue crucificado por nosotros; y el amor del cristiano, a Dios y al prójimo, le hace asumir la cruz no por obligación sino por convicción, no por realismo pasivo sino por iniciativa esperanzadora. Sin esta comprensión, el sacrificio, la humildad y la propia negación se hubieran vuelto unos conceptos irrazonables, pero el ejemplo de Jesús los muestra como actitudes necesarias y congruentes con la vida del que «quiere venir en pos de Mí».

Y la segunda particularidad es que la Cruz de Cristo y su Resurrección forman dos caras de la misma moneda (la portada del Evangelio litúrgico que se coloca sobre el altar en el templo ortodoxo tiene de cada lado uno de estos dos iconos). Cruz sin resurrección es muerte; dolor sin esperanza es blasfemia; arrepentimiento sin frutos es melancolía; ayuno sin sed de Dios es una mera dieta. La alegría, entonces, es un elemento básico en nuestra postración ante la preciosa Cruz: «Cantemos jubilosos y engrandezcamos con alabanzas la preciosa Cruz», dice un canto de los Maitines. En la lectura evangélica, la vocación del discípulo «tome su cruz y sígame» está acompañada con la alegría del objeto esperado: «En verdad les digo, que entre los aquí presentes hay algunos que no gustarán la muerte hasta que vean venir con poder el Reino de Dios.»

El feligrés, cruzando el desierto de la Cuaresma lleno de tentaciones y dificultades, se cansa, se aburre y quizás pierde el sentido; entonces, los Padres de la Iglesia plantan en medio de los días cuaresmales la Cruz, el Madero vivificador, reafirmándonos en el camino de la lucha. Los peregrinos atraviesan un camino escabroso; al cansarse, se sientan abajo de un árbol frondoso para descansar y, fortalecidos, completar lo que les falta.

Abrasémosla con fe: «Ante tu Cruz, oh Señor, nos prosternamos; y tu santa Resurrección glorificamos.»

Nuestra  Fe y Tradición

La cruz en el Nuevo Testamento

Por Cristo, la cruz pasó de ser un instrumento de muerte vergonzosa a símbolo de la victoria de nuestro Señor sobre la muerte: la señal de nuestra Salvación. Para aquellos desorientados que nos acusan de honrar “el arma que mató al Maestro”, les aconsejamos que, con obediencia y lealtad, lean bien la fuente de nuestra fe, puesla Tradicióndela Iglesiaes un anciano sabio que renueva siempre su juventud alimentándose porla Verdadevangélica que es “ayer como hoy y para siempre.” (Heb. 13, 8).

Que lean a san Pablo cuando dice:

“¡Dios me libre gloriarme si no es enla Cruzde nuestro Señor Jesucristo, por la cual el mundo es para mí un crucificado y yo un crucificado para el mundo!” (Gal. 6, 14)

“La predicación de la cruz es una necedad para los que se pierden; mas para los que se salven -para nosotros- es fuerza de Dios.” (1Cor. 1, 18).

“Nosotros predicamos a un Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los gentiles.” (1Cor. 1, 23).

El mismo Señor advierte: “El que no toma su cruz y me sigue detrás no es digno de mí.” (Mt.10, 38).

Tengamos confianza en nuestra auténtica fe: nosotros, que veneramos la Cruz de Cristo debidamente, seguimos los pasos de san Pablo y de los Santos de Dios que son los verdaderos testigos del Señor, que sellaron su testimonio no con falsedades e histerias sino con su sangre, imitando al Maestro: el verdadero Dios.

Vida de Santos

 Los 40 Mártires de Sebaste Valerio, Claudio, Leoncio, Teófilo y Otros…

22 mar. (9 mar. según calendario religioso)

En el año 313 el emperador Constantino El Grande firmó la ley sobre la libertad de cultos. Su coregente el emperador Licinio también firmó esta ley, pero en las regiones bajo su dominio se seguía la persecución a los cristianos. Cerca del año 320, en la ciudad de Sebaste, en Armenia, estaban estacionadas las tropas romanas. En el ejército había 40 guerreros cristianos, nativos de Capadocia (actualmente Turquía). El general romano Agrícola los obligaba a hacer ofrendas a los ídolos, pero los guerreros se negaron.

Entonces encarcelaron a los guerreros y los llevaron atados al lago cerca de la ciudad de Sebaste. Era invierno, atardecía. Desnudaron a los guerreros y los ubicaron sobre el hielo, que cubría el lago. El frío inmovilizó las articulaciones de los santos mártires y ellos empezaron a helarse. Para ellos esta tortura fue especialmente penosa porque sobre la orilla del lago pusieron una casilla caldeada. Quien quería salvar su vida tenía que decir al carcelero que él abjuraba al Cristo y entonces él podría entrar a la casilla y calentarse. Durante toda la noche los guerreros soportaron con coraje el frío intenso, alentándose unos a otros y cantando los himnos sagrados a Dios.

Cuando amaneció uno de los guerreros no soportó la tortura. Él salió del lago y se apuró a llegar a la casilla. Pero ni bien él sintió el aire caliente, cayó muerto. Al rato el carcelero Aglayo vio como sobre los mártires que quedaron sobre el lago empezó a brillar una luz sobrenatural. Aglayo fue tan conmovido con este milagro, que dijo que era cristiano y sacándose la ropa se puso al lado de los 39 mártires. Los torturadores, que llegaron poco tiempo después, vieron que los guerreros cristianos no se helaron, parecía que se habían calentado. Entonces los torturadores les rompieron las piernas con el martillo y los echaron al fuego. Los huesos carbonizados tiraron al río.

Tres días después, el obispo de Sebaste, en una visión vio a los mártires, quienes le contaron sobre su hazaña. El obispo Pedro juntó sus huesos y los sepultó solemnemente.

Los nombres de los mártires son: Kiurión, Cándido, Domno, Valente, Claudio, Prisco, Próspero, Juan, Aggay, Flavio, Acaeto, Eudecio, Alejandro, Domiciano, Leoncio, Atanasio, Cirilo, Nicolás, Melitón, Aglayo Valerio, Teófilo y otros.

Sentencias de los padres del Desierto

  • abad Pastor contaba que el presbítero Isidoro de Scitia dijo un día a la asamblea de los hermanos: «Hermanos, ¿no hemos venido aquí para trabajar? Y ahora veo que aquí no hay trabajo. Por tanto, cojo mi tienda y voy a donde haya trabajo. Así encontraré la paz».
  • Decía el abad Hiperequio: «Que broten siempre de tu boca himnos espirituales y que lameditación asidua alivie el peso de las tentaciones que te vengan. Un ejemplo claro de esto es el caminante cargado con un pesado equipaje: cantando, olvida el cansancio del camino».
  •  Dijo también: «Conviene que nos armemos contra las tentaciones, porque vienen de muchas clases. Así, cuando vengan demostraremos que estamos preparados para la lucha».

NOTICIA

Recepción a Su Eminencia en Caracas

El Jueves 15 de marzo arribó al areopuerto de Caracas Su Eminencia Monseñor Antonio Chedraoui, arzobispo de nuestra Arquidiócesis en una visita pastoral durante 20 días a Venezuela y las Islas del Caribe … (Más)

Boletín del 11/03/2012

2° Domingo de la Cuaresma

Memoria de San  Gregorio Palamás

¡Alégrate, oh orgullo de los Padres, boca de los teólogos,
morada de paz interior, casa de sabiduría,
cumbre de los maestros y profundidad de la palabra!
¡Alégrate, instrumento de obra, cima de contemplación,
y sanador de las enfermedades! ¡Alégrate, oh padre Gregorio,
que has sido arca del Espíritu en tu vida y después de la muerte!
                                                                                                      Exapostelario

Himnos de la Liturgia

Tropario  de la Resurrección

Tono 6

audioLos poderes celestiales aparecieron sobre tu sepulcro;
y los guardias quedaron como muertos;
María se plantó en el sepulcro buscando Tu Cuerpo Purísimo;
sometiste al hades sin ser tentado por él;
y encontraste a la Virgen otorgándole la vida.
¡Oh Resucitado de entre los muertos, Señor, gloria a Ti!

Tropario de San Gregorio Palamás

Tono 8

¡Oh Astro de la Ortodoxia, firmeza de la Iglesia y maestro;
hermosura de los ascetas, irrefutable campeón de los teólogos,
Gregorio el milagroso, orgullo de Tesalónica y predicador de la Gracia:
intercede por la salvación de nuestras almas!

Condaquio de la Gran  Cuaresma

 Tono 8

audioA ti, María, te cantamos como victoriosa;
tu pueblo ofrece alabanzas de agradecimiento,
pues de los apuros, Theotokos, nos has salvado.
Tú, que tienes invencible y excelsa fuerza,
de los múltiples peligros libéranos.
Para que exclamemos a ti: ¡Alégrate oh Novia y Virgen!

Lecturas Bíblicas

Carta del Apóstol San Pablo a los Hebreos (1:10 – 2:3)

Hermanos: Las Santas Escrituras dicen del Hijo: Tú, oh Señor, en el principio pusiste los cimientos de la tierra, y obras de tu mano son los cielos. Ellos perecerán, más Tú permaneces; todos como un vestido envejecerán; como un manto los enrollarás y serán cambiados. Pero Tú eres el mismo y tus años no tendrán fin. Y ¿a cuál de los ángeles dijo alguna vez: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por escabel de tus pies? Es que, ¿no son todos ellos espíritus servidores con la misión de asistir a los que han de heredar la salvación?

Por tanto, es preciso que prestemos mayor atención a lo que hemos oído, para que no nos extraviemos. Pues si la palabra promulgada por medio de los ángeles obtuvo tal firmeza, y  toda trasgresión y desobediencia recibió justa retribución, ¿cómo escaparemos nosotros si descuidamos tan gran salvación? La cual comenzó a ser anunciada por el Señor, y nos fue luego confirmada por quienes la oyeron.

Evangelio según San Marcos ( 2: 1-12)

En aquel tiempo, Jesús entró de nuevo en Cafarnaúm; al poco tiempo, había corrido la voz de que estaba en casa. Se agolparon tantos que ni siquiera ante la puerta había ya sitio, y Él les anunciaba la Palabra. Y le vinieron a traer a un paralítico llevado entre cuatro. Al no poder presentárselo a causa de la multitud, abrieron el techo encima de donde Él estaba y, a través de la abertura que hicieron, descolgaron la camilla donde yacía el paralítico. Viendo Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: «Hijo, tus pecados te son perdonados.» Estaban allí sentados algunos escribas que pensaban en sus corazones: «¿Por qué éste habla así? Está blasfemando. ¿Quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios?» Pero, al instante, conociendo Jesús en su espíritu lo que ellos pensaban en su interior, les dijo: «¿Por qué piensan así en sus corazones? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: “Tus pecados te son perdonados”, o decir: “Levántate, toma tu camilla y anda”? Pues para que sepan que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder de perdonar pecados –dice al paralítico-: “A ti te digo: levántate, toma tu camilla y vete a tu casa”.» Se levantó y, al instante, tomando la camilla, salió a la vista de todos, de modo que todos quedaban asombrados, y glorificaban a Dios diciendo: «Jamás vimos cosa parecida.»

Mensaje Pastoral

¿Razón o corazón?

 San Gregorio Palamás, un monje del Monte Athos y luego arzobispo de Tesalónica (Siglo XIV), se encargó de refutar el filosofismo de Barlaam, un italiano de origen griego cautivado por la filosofía griega. Así se enfrentó la espiritualidad ortodoxa con el racionalismo occidental:

•             Barlaam exageró en venerar a los filósofos al grado de considerarlos iguales a los apóstoles; identificaba o, más bien, confundía la sabiduría divina con la mundana; para él, ambas, tienen el mismo objeto, esto es, encontrar la verdad que, mientras a los apóstoles fue otorgada por revelación, a nosotros nos ha sido dada por el estudio y la investigación (según Barlaam). San Gregorio Palamás rechazó rotundamente esta identificación entre las dos sabidurías apoyándose en las palabras de san Pablo: «Como el mundo mediante su propia sabiduría no conoció a Dios en su divina Sabiduría, quiso Dios salvar a los creyentes mediante la necedad de la predicación» (1 Cor 1:21). Mientras el rango de la filosofía es conocer la creación, el de la fe es el conocimiento de Dios que «se nos ha revelado».

•             El hombre, según Barlaam, es materia (cuerpo) y espíritu, que son elementos independientes pegados frágilmente; un día serán separados de modo definitivo, y antes de que este enlace sea disuelto, es imposible conocer a Dios. En cambio, Palamás enfatizaba que el ser humano es una unión absoluta de cuerpo y alma, y Dios se ha revelado a esta unión. La Esencia de Dios es incomprensible a los hombres, sea en esta vida o en la venidera, aunque sí es alcanzable a nuestro ser, y desde la vida presente, el conocimiento de Dios por la Gracia divina y no Creada; «para que os hicierais partícipes de la naturaleza divina» (1Pe 1:4).

•             Barlaam decía: La iluminación que se llevó a cabo en el monte Tabor (durante la Transfiguración del Salvador) y todas las demás iluminaciones efectuadas en este mundo y perceptibles a nuestros sentidos, son luces creadas o ilusión, mientras que el conocimiento supera los sentidos. Palamás le contestó: la divina Luz es eterna y no creada, y nosotros los hombres, tal como somos en nuestra limitación, hemos sido dignos, por la infinita misericordia de Dios, de participar de esta Luz.

•             La oración, según Barlaam, es una práctica ajena al cuerpo y pertenece únicamente al alma; así que la óptima oración es efectuada cuando la mente abandona el cuerpo. En cambio, la visión cristiana (la de Palamás) defiende el cuerpo como morada de la divina Luz: «¿No sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo?» (1Cor 7:19). Lo que el cristiano busca no es librarse del cuerpo sino de «las obras de la carne»  (Gal 5:19).

Los escritos de Palamás fueron fruto de todo lo que había vivido y experimentado; en cambio, la ideología de Barlaam fue resultado de un estudio racional, cuyo rango seguramente no es lo divino. La Iglesia conserva la memoria de san Gregorio Palamás en el segundo domingo de la Cuaresma, enfatizando que la vida virtuosa, la oración sencilla, la humilde postración y la purificación de los sentidos forman la puerta que abrimos para que la Gracia de Dios ilumine nuestra noche racional.

Nuestra fe y Tradición

Utilidad de la Cuerda de Oración (Komboskini o Chotki)

La razón principal para la cual se utiliza el Komboskini, es para ayudarnos en nuestras oraciones a Dios. Las mejores horas para la oración, son en la noche antes de dormirnos o temprano en las mañanas antes de salir a trabajar alguien podría decir que aún sin el Komboskini podemos elevar nuestras oraciones y es cierto. Pero muchas veces, tenemos tantas preocupaciones y problemas, que hasta olvidamos darnos tiempo para la oración. Es entonces cuando el Komboskini de muñeca o de bolsillo nos pueden ayudar, mientras caminamos, vamos en bus o metro, esperamos que nos atiendan o en los momentos de oración en nuestra casa. Llevando la cuerda de oración en su mano, el monje recuerda su tarea principal continuamente: orar incesantemente, algo que el Apóstol Pablo no sólo requirió de los monjes, sino de todo cristiano en general (ITes. 5:17). Esto explica porqué a un monje recientemente tonsurado, se le confía inmediatamente por el abad el cordón de oración con las siguientes palabras: “Acepta, hermano ……, la espada espiritual que es la palabra de Dios en el Jesús eterno, ora por que debes tener el nombre del Señor en tu alma, tus pensamientos, y tu corazón, y di siempre: “Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten misericordia de mí, que soy pecador.”  Todos aquéllos que buscan su salvación están invitados a este recuerdo incesante del nombre salvador de Jesús, tanto las personas comunes, como los monjes o monjas.

Vida de Santos

San Gregorio Palamás  (1296-1359)

Creció en una familia cristiana piadosa, en un ambiente culto donde estudió la Retórica, pero desde pequeño anhelaba la vida monástica, así que, al llegar a la edad de 20 años, se marchó con su hermano hacia el monte Athos donde se dedicó a buscar la divina sabiduría con devoción, humildad y austeridad. Su nombre sobresalió entre los monjes, por tanto, unos años más, fue elegido abad  de un monasterio en Athos. Extrañando la vida de la soledad, no pudo quedarse en su posición más que un año, así que regresó a su ermita.

Desde su celda el monje Gregorio se enfrentó con una persona, llamada Barlaam, griego-italiano culto que estaba enamorado de la filosofía antigua griega, a tal grado que elevaba a los filósofos a la postura de los apóstoles en el conocimiento de Dios. Afectado por el dualismo de la filosofía griega, Barlaam despreció el cuerpo como obstáculo para el alma. San Gregorio le contestó con la experiencia de la Iglesia “vuestros cuerpos son santuarios del Espíritu Santo”, lo que piden los cristianos no es liberarse del cuerpo, sino de los deseos y pasiones carnales.

Gregorio y Barlaam intercambiaron escritos ofensivos durante tres años, hasta que se reunió el concilio (1341) en Constantinopla, donde se confirmó la recta fe de Gregorio y se condenó la enseñanza de Barlaam.

Gregorio fue elegido metropolita de Tesalónica donde permaneció 12 años durante los que predicó con la palabra de Dios, educó las almas y conservó la recta fe, ni siquiera su enfermedad que concluiría con su muerte, sería un obstáculo serio en su ardua labor. En el transcurso de los últimos días de su vida, exclamaba con frecuencia, “lo celestial es para los celestiales” como si estuviera viendo abiertos los cielos. Su muerte era el bienaventurado final de una vida milagrosa en este mundo, e inicio de una eterna, cerca del divino trono.

Su lucha por la ortodoxia era conocida para todos sus contemporáneos, así como su santidad,  sus milagros durante la vida y después de muerte. Todo esto provocó el unánime reconocimiento del pueblo a su santidad la cual fue anunciada no más de 10 años después de su muerte, y determinándose el día de su recuerdo en el segundo domingo de la Cuaresma.

Oración, unión con Dios

  • Saber decir algo sobre Dios no significa haberse encontrado con Él.  (Gregorio Palamás)
  • Dios es el bien en sí, la misericordia misma, un abismo de bondad y, al mismo tiempo, él abraza ese abismo y excede todo nombre y todo concepto posible. No hay otro medio para obtener su misericordia que la unión. Uno se une a Dios compartiendo, en la medida de lo posible, las mismas virtudes, por ese comercio de súplica y de unión que se establece en la oración.  (Gregorio Palamás)
  • «Desde la mañana siembra tu semilla» -la oración- y «por la tarde que tu mano no se detenga» para no interrumpir su continuidad arriesgándote a faltar a la hora de la satisfacción «pues tú no sabes cuál de las dos te traerá la prosperidad» (Ecl 11, 6).

NOTICIAS

Visita pastoral de S. E. a Venezuela y al Caribe

arzobispo2Su Emiencia Arzobispo Antonio, Metropolita de nuestra Arquidiócesis, estará en visita pastoral a Venezuela y el Caribe, del 15 de marzo al 2 de abril, acompañado por Se Exelencia Monseñor Ignacio Samaán, Obispo Auxiliar. Lo comunicamos a nuestra feligresía en las parroquias concernientes para que estén al tanto, para darle la merecida bienvenida como nuestro Padre y Pastor, rezar juntos, y recibir de él las palabras y los consejos sabios que nos acompañen en nuestra labor eclesiástica, familiar y personal. ¡Bienvenido Sayedna!

 

Nuevo curso de S.O.F.I.A.

A partir del próximo jueves 15 de marzo comenzamos un nuevo curso en S.O.F.I.A. (Seminario Ortodoxo de Formación para IberoAmérica) … (más)

Boletín del 04/03/2012

Domingo de la Ortodoxia

La Restauración de los Santos Iconos

Ahora las lanzas de la herejía adversaria han sido aniquiladas
y su memoria, desaparecida como el eco;
pues contemplando tu templo, oh Purísima,
adornado con esplendor por los venerables iconos,
todos nos llenamos de júbilo.
                                                                                                           Exapostelario

Himnos de la Liturgia

Tropario de la Resurrección

Tono 5

Al coeterno Verbo, con el Padre y el Espíritu,
Al Nacido de la Virgen para nuestra salvación,
alabemos, oh fieles, y prosternémonos.
Porque se complació en ser elevado en el cuerpo sobre la Cruz
y soportar la muerte, y levantar a los muertos por su Resurrección gloriosa.

Tropario Domingo de la Ortodoxia

Tono 2

Nos prosternamos ante Tu Purísima Imagen, oh Bondadoso,
suplicándote el perdón de nuestras faltas, oh Cristo Dios.
Porque, por tu propia voluntad, aceptaste ser elevado en el cuerpo sobre la Cruz
para salvar de la esclavitud del adversario a los que Tú creaste.
Por lo tanto, agradecidos, exclamamos:
“Has llenado todo de alegría, oh Salvador, al venir para salvar al mundo.”

Condaquio de Cuaresma

 Tono 8

A ti, María, te cantamos como victoriosa;
tu pueblo ofrece alabanzas de agradecimiento,
pues de los apuros, Theotokos, nos has salvado.
Tú, que tienes invencible y excelsa fuerza,
de los múltiples peligros libéranos.
Para que exclamemos a ti: ¡Alégrate oh Novia, sin novio!

Lecturas Bíblicas

Carta del Apóstol San Pablo a los Hebreos (11: 24-26, 32-40)

Hermanos: Por la fe, Moisés, ya adulto, rehusó ser llamado hijo de la hija de Faraón, prefiriendo ser maltratado con el pueblo de Dios a disfrutar el efímero goce del pecado, estimando como riqueza mayor que los tesoros de Egipto el oprobio de Cristo, porque tenía los ojos puestos en la recompensa.

Y, ¿a qué continuar? Pues me faltaría el tiempo si hubiera de hablar sobre Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas. Estos, por la fe, sometieron reinos, hicieron justicia, alcanzaron las promesas, cerraron la boca a los leones; apagaron la violencia del fuego, escaparon del filo de la espada, sacaron fuerzas de la debilidad, se hicieron valientes en la guerra, rechazaron ejércitos extranjeros; las mujeres recobraron resucitados a sus muertos. Unos fueron torturados, rehusando la liberación por conseguir una resurrección mejor; otros soportaron burlas y azotes, y hasta cadenas y prisiones; apedreados, torturados, aserrados, muertos a espada; anduvieron errantes cubiertos de pieles de ovejas y de cabras; faltos de todo; oprimidos y maltratados, ¡hombres de los que no era digno el mundo!, errantes por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas de la tierra. Y todos ellos, aunque alabados por su fe, no consiguieron la promesa. Dios tenía ya dispuesto algo mejor para nosotros, de modo que no llegaran ellos sin nosotros a la perfección.

Evangelio según San Juan (1: 43-51)

En aquel tiempo, Jesús determinó encaminarse a Galilea, y en el camino encontró a Felipe y le dijo: «Sígueme.» Era Felipe de Betsaida, patria de Andrés y de Pedro. Felipe halló a Natanael, y le dijo: «Hemos encontrado a Aquél de quien escribió Moisés en la Ley y anunciaron los profetas: Jesús el hijo de José, el de Nazaret.» Le respondió Natanael: «¿Acaso de Nazaret puede salir algo bueno?» Le dijo Felipe: «Ven y verás.» Vio Jesús venir hacia sí a Natanael, y dijo de él: «He aquí un verdadero israelita, en quien no hay engaño.» Le dijo Natanael: «¿De dónde me conoces?» Le respondió Jesús: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.» Al oír esto Natanael, le dijo: « Rabbí, Tú eres el Hijo de Dios, Tú eres el Rey de Israel.» Le replicó Jesús: «¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Cosas mayores que éstas verás.» Y le añadió: «En verdad, en verdad les digo: verán abierto el cielo, y a los ángeles de Dios subir y bajar sirviendo al Hijo del hombre.»

Mensaje Pastoral 

La visión de Dios

En la lectura evangélica de hoy Felipe le dice a Natanael: «Hemos encontrado a Aquél de quien escribió Moisés en la Ley y anunciaron los profetas: Jesús el hijo de José, el de Nazaret.»

El primer domingo de la Cuaresma, llamado el domingo de la Ortodoxia, recordamos el triunfo de la recta fe cuando, en el año 843, la emperatriz Teodora salió acompañada por el clero devoto y el pueblo piadoso en una procesión, levantando de nuevo los iconos después de una guerra tensa cuyo objeto incumplido era destruir todos los iconos y prohibir su uso en la devoción cristiana.

Aunque los iconoclastas eran apoyados por emperadores, no obstante, los fieles –monjes y casados, clero y pueblo– conservaron la veneración de los iconos como un tesoro precioso y los defendieron: algunos con palabras y refutaciones, y otros con  sangre y martirio.

¿Qué relación une el pasaje evangélico de hoy (el llamado a Natanael) con el recuerdo de la Restauración de los santos Iconos que hoy celebramos?

Si observamos el tema de la discusión entre los dos discípulos («Hemos encontrado a Cristo») y la frecuencia con la que aparece el verbo «ver» y sus sinónimos en el texto (siete veces), entendemos cómo la Iglesia relaciona la lectura de hoy con los iconos: ¡es un pasaje que santifica la visión!

La visión de Dios era siempre el deseo fervoroso del hombre del Antiguo Testamento, aunque este anhelo no se le cumplía aún. Las revelaciones divinas más claras en el Antiguo Testamento han sido otorgadas a Moisés y a Elías. Cuando Moisés pidió ver la divina gloria, Dios le dijo: «Al pasar mi gloria, te pondré en una hendidura de la peña y te cubriré con mi mano hasta que yo haya pasado […] pero mi Rostro no se puede ver.» (Ex 33:21-23). Elías, por su parte, nada más escuchó su voz «en el susurro de una brisa suave», y «cubrió su rostro con el manto» (1Re 19:12-13). Es así como Dios comenzó a revelarse, cada vez más, hasta llegar la plenitud de los tiempos.

En el Antiguo Testamento, Dios no fue visto sino que se reveló al hombre por medio de sus acciones, intervenciones y orientaciones en la historia de la Salvación. Y con la prohibición del Decálogo: «No te harás escultura ni imagen alguna, ni de lo que hay arriba en los cielos ni de lo que hay abajo en la tierra […] No te postrarás ante ellas ni les darás culto» (Ex 20:4-5), procuraba impedir que el hombre se hiciera víctima de la idolatría al querer hacer la representación de lo que no había visto ni conocido. Pero con la Encarnación del Hijo, Dios se  nos  ha  revelado  en cuerpo; lo hemos visto, «lo hemos encontrado», como lo dijo Felipe a Natanael; entonces, conforme a las palabras de san Juan Damasceno: «Esta prohibición no pertenece a la Iglesia del Nuevo Testamento ya que Dios ha aceptado la naturaleza humana y ha vivido en la tierra como hombre […] Ya que el Invisible se hizo visible por su encarnación, pueden pintar a quien se ha contemplado: pueden pintar a mi Salvador, su Nacimiento, Pasión, Crucifixión, Resurrección.»

El icono es un instrumento que nos enlaza con Dios, a Quien solemos olvidar durante la mayor parte del día. El icono nos coloca en la Presencia de Él y nos recuerda su llamado: «Estoy a la puerta y llamo» (Ap 3:20). Entonces, ¡cómo no venerarlo y exaltar su lugar en nuestra vida!

¡Ante Ti, oh santo Icono del Padre, Jesucristo, nos postramos en adoración!, pues «al Señor, tu Dios, adorarás y a Él solo servirás.»

Nuestra fe y Tradición

La veneración de los santos iconos

La veneración de los santos iconos ocupa un lugar importante en la piedad ortodoxa. Los iconos representan a Nuestro Señor Jesucristo, la Santísima Virgen, los ángeles y los santos, mas la Cruz y el Evangelio reciben la misma veneración. Las iglesias ortodoxas están cubiertas, en el interior, con murales y muy ornamentadas con iconos, colocados en el iconostasio (la partición que separa el santuario de la nave) y sobre los muros. Dichas pinturas están usualmente pintadas en paneles de madera o en cualquier otra superficie plana. Estatuas y escultura en general, en contraste con la costumbre de la iglesias occidentales, son raras en los templos ortodoxos.

Desde el punto de vista canónico, el culto de los iconos está basado en la definición del Séptimo Concilio Ecuménico, que tiene fuerza de ley para la Iglesia. Tiene su base, asimismo, en la psicología religiosa, una base tan profunda que el icono parece indispensable a la piedad ortodoxa. En la “edad dorada” de la Ortodoxia  –tanto en Bizancio como en Rusia- los iconos llenaban las iglesias; estaban puestos en todas partes, en la casas, en las calles, en las plazas, en los edificios públicos. Una vivienda sin iconos a menudo parece a un ortodoxo como vacía. De viaje, cuando visita lugares desconocidos, el ortodoxo a veces lleva un icono, ante el cual dice sus oraciones. También lleva puesta sobre su cuello la pequeña cruz que recibió en el bautismo.

El icono ofrece la sensación real de la presencia de Dios.

Vida de Santos

San Gerásimo, Abad

4 de marzo

San Gerásimo nació en Licia de Asia Menor, donde abrazó la vida eremítica. Después pasó a Palestina y, durante algún tiempo cayó en los errores eutiquianos, pero San Eutimio le devolvió a la verdadera fe. Más tarde, parece que estuvo en varias comunidades de la Tebaida y finalmente, retornó a Palestina, donde se hizo íntimo amigo de San Juan el Silencioso, de San Sabas, de San Teoctisto y de San Atanasio de Jerusalén. Tan numerosos fueron sus discípulos, que el santo fundó una “laura” de sesenta celdas, cerca del Jordán y un convento para los principiantes. Sus monjes guardaban silencio casi completo, dormían en lechos de juncos y jamás encendían fuego dentro de las celdas, a pesar de que las puertas tenían que estar siempre abiertas. Se alimentaban ordinariamente de pan, dátiles y agua y dividían el tiempo entre la oración y el trabajo manual. A cada monje se asignaba un trabajo determinado, que debía estar listo el sábado siguiente. Aunque la regla ya era de suyo severa, San Gerásimo la hacía todavía más rigurosa para sí y nunca cesó de hacer penitencia por su caída en la herejía eutiquiana. Según se cuenta, durante la cuaresma, su único alimento era la Sagrada Eucaristía. San Eutimio le profesaba tal estima, que le enviaba, por medio de los discípulos, a aquellos de sus seguidores a quienes consideraba llamados a la más alta perfección. La fama de San Gerásimo sólo cedía a la de San Sabas. El año 451, durante el Concilio de Calcedonia, su nombre sonó en todo el oriente. La “laura” que él había fundado florecía todavía un siglo después de su muerte.

Felicitamos: al Rev. Archimandrita Gerásimo Hazim, parroco de la Iglesia de San Jorge en Valencia, Venezuela, por su onomástico, deseándole muchos años de salud, alegría, paz y un servicio bendito y agradable a los ojos del Señor.

Nuestro propio ayuno según los Santos Padres

Abba Juan Colobos decía: “Si un rey quisiera apoderarse de una  ciudad de sus enemigos, comenzaría por cortar, el agua y los víveres y, de este modo, los enemigos, muertos de hambre, se le someterían. Lo mismo ocurre con las pasiones de la carne; si un hombre vive en el ayuno y el hambre, los enemigos de su alma se debilitan”.

Un día, Silvano y su discípulo Zacarías fueron a visitar un monasterio. Al despedirse, se les hizo comer un poco. Una vez que estuvieron en marcha, el discípulo halló agua en el camino y quiso beber: El Anciano le dijo: “Zacarías, hoy es día de ayuno”. Este preguntó: “Pero, ¿no hemos comido, padre?” Y el Anciano respondió: “Lo que comimos provenía de la caridad; pero nosotros, hijo mío, guardamos nuestro propio ayuno.”

Boletín del 26/02/2012

Domingo del perdón

“Ay de mí, yo miserable, que transgredí tu mandamiento, oh Señor;
pues, fui despojado de tu gloria,
marcado por la vergüenza y exiliado de la felicidad del Paraíso.
Ten piedad de mí, quien justamente fui privado de tu bondad, oh Misericordioso.”
                                                                  Exapostelario
 

Himnos de la Liturgia

Tropario de la Resurrección

Tono 4

Las discípulas del Señor aprendieron del Ángel
el alegre anuncio de la Resurrección,
y la sentencia ancestral rechazaron y
se dirigieron con orgullo a los apóstoles diciendo:
¡Fue aprisionada la muerte, Resucitó Cristo Dios y
concedió al mundo la gran misericordia!

Condaquio del Domingo de la abstinencia del queso

 Tono 6

¡Oh Guía hacia la sabiduría, Dador de la inteligencia,
Instructor de los ignorantes y Protector de los pobres!,
fortalece, oh Señor, mi corazón y dale comprensión,
y concédeme la palabra, oh Palabra del Padre.
Pues heme aquí y mis labios no vacilan en exclamarte:
“Oh Misericordioso, ten piedad de mí, el caído.”

Lecturas Bíblicas

Carta del Apóstol San Pablo a los Romanos (13:11 – 14:4)

Hermanos: La salvación está más cerca de nosotros que cuando abrazamos la fe. La noche está avanzada. El día se avecina. Despojémonos, pues, de las obras de las tinieblas y revistámonos de las armas de la luz. Como en pleno día, procedamos con decoro; nada de comilonas y borracheras; nada de lujurias y desenfrenos; nada de rivalidades y envidias. Revístanse más bien del Señor Jesucristo y no se interesen en la carne para satisfacer su concupiscencia.

Acojan bien al que es débil en la fe, sin discutir opiniones. Uno cree poder comer de todo, mientras el débil no come más que verduras. El que come, no desprecie al que no come; y el que no come, tampoco juzgue al que come, pues Dios le ha acogido. ¿Quién eres tú para juzgar al criado ajeno? Que se mantenga en pie o caiga sólo interesa a su amo; pero quedará en pie, pues poderoso es el Señor para sostenerlo.

Evangelio según San Mateo (6: 14-21)

Dijo el Señor: «Si ustedes perdonan a los hombres sus ofensas, les perdonará también a ustedes su Padre celestial; pero si no perdonan a los hombres sus ofensas, tampoco su Padre perdonará las de ustedes.

Cuando ayunen, no pongan cara triste como los hipócritas, que desfiguran su rostro para que los hombres vean que ayunan; en verdad les digo, que ya tienen su recompensa. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, para que tu ayuno sea visto, no por los hombres sino por tu Padre que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará en público.

No acumulen tesoros en la tierra, donde hay polilla y herrumbre que corroen, y ladrones que socavan y roban. Acumulen más bien tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que corroan, ni ladrones que socaven y roben. Porque donde está tu tesoro, ahí está también tu corazón.»

Mensaje Pastoral

Mañana ayunamos

La Iglesia nos ha preparado en los tres domingos anteriores para la Cuaresma, exponiéndonos la humildad del publicano, la penitencia del hijo pródigo y el recuerdo del Día Final. En este último domingo antes de la Cuaresma que mañana iniciará, la lectura evangélica –tomada del Sermón de la Montaña– nos plantea tres bases indispensables del ayuno que garantizan mantenerlo firme:

El perdón. Después de enseñar a las multitudes como orar «Padrenuestro», el Señor enfatiza la condición «como nosotros perdonamos a nuestros deudores»: «si ustedes perdonan a los hombres sus ofensas, les perdonará también a ustedes su Padre celestial». La Iglesia, contemplando en el perdón la visa hacia cualquier labor espiritual, lo plantea en este día que anuncia la Cuaresma como actitud vital: «Si al presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas entonces de que un hermano tuyo tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí delante del altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano; luego vuelves y presentas tu ofrenda» (Mt 5:23). La expresión «¡Perdóname, hermano!» es la clave de la Cuaresma, y la respuesta amorosa «¡Dios es quien perdona!» es la cifra de la paz interior. En una charla de san Casiano con un monje, le decía éste: «Padre, tengo cuarenta años que el sol no me ha visto comer.» Le contestó el santo: «Yo tengo los mismos cuarenta sin que el sol me haya visto enfurecerme.»

Una actitud radiante. Si bien el ayuno en sí lleva cierto sentido de arrepentimiento y tristeza por un estado pecaminoso, los Padre de la Iglesia lo identifican con una «tristeza resplandeciente». Todo el que ha participado sinceramente en la experiencia de la Cuaresma conoce el júbilo específico que brilla en el alma durante estos días. Y la apariencia exterior debería reflejar esta naturaleza primaveral de la Cuaresma: «Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro», como dice la lectura evangélica. Un aspecto miserable y descuidado llamaría la atención de la muchedumbre que reconocería el esfuerzo humano y lo alabaría; pero un ayuno verdadero es el ejercicio espiritual que atrae la luz a la vida de uno, y la luz se refleja en todo el ser, alma y cuerpo; esto es lo que Dios, «que ve en lo secreto», observa y recompensa con Gracia abundante.

La caridad. La práctica primitiva del ayuno en el Cristianismo tuvo un sentido comunitario predominante. Un testimonio del Siglo IV señala que en Roma no había ni un solo pobre, ya cristiano ya pagano, porque «los cristianos ayunaban y daban de sus ahorros a los menesterosos». Entonces el ayuno abre nuestra mente a un negocio nuevo y próspero: «Acumulen tesoros en los cielos». Cuando ayudas a tu prójimo, dice san Juan Crisóstomo, resulta que le debes el favor porque te ha permitido acumular «tesoros en los cielos». Entonces, parte esencial de la Cuaresma consiste en voltear la mirada a los «hermanos más pequeños del Señor» (Mt 25:40).

Con el perdón accedemos, con la caridad acumulamos, y con la luz irradiamos el tesoro adquirido: «¡Donde está tu tesoro, ahí está también tu corazón!»

Nuestra fe y Tradición

Alimentos de la vigilia

Unos fieles preguntaron al anciano: “¿Padre, cuáles alimentos se nos permite comer en la Cuaresma, y cuáles no?”.

 Él comprendió que su preocupación se apegaba al “menú” cuaresmal y descuidaba el espíritu del ayuno que supera meros alimentos de vigilia. Les contestó así:

la Iglesia recomienda, en esta temporada, tres tipos de alimento que Jesús ha mencionado en su Evangelio. En realidad son alimentos adecuados para cualquier tiempo, pero en la cuaresma, con mucha más concentración:

1- Dijo el Señor: “No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mt 4:4). Eso es el primer alimento. Sabemos que “toda palabra que sale de la boca de Dios” ha sido escrita en la Biblia. Y por ello nos dedicamos a estudiar la santa Escritura con anhelo y asiduidad.

2- Dijo el Señor: “Mi alimento es hacer la voluntad del que me ha enviado y llevar a cabo su obra” (Jn 4:34). El mismo Jesús se ha alimentado de “hacer la voluntad de Dios Padre”, y a nosotros que llevamos su nombre, nos ha enseñado a gustar lo mismo, cada vez que clamemos desde el fondo del corazón: “hágase tu voluntad así la tierra como en el cielo”. Este alimento consiste en llevar a cabo lo que hemos leído en la Biblia.

3- Dijo el Señor: “mi Carne es verdadera comida, y mi Sangre es verdadera bebida, el que come mi Carne y bebe mi Sangre permanece en Mí y Yo en él.” (Jn 6:55). El tercer tipo de alimento lo buscamos cuando nos reunimos como una familia para comulgar a Aquél, a Quien hemos conocido en la santas Escrituras, y hemos luchado para obrar cuya Voluntad.”

Sobre el ayuno

San Isaac el Sirio
  • El hambre es una óptima manera para instruir los sentidos.
  • En un estómago lleno de comida no habrá lugar para conocer los misterios de Dios.
  • Apenas el hombre inicia el ayuno, la mente anhela convivir con Dios.
  • Se dice de los mártires que, cuando eran enterados del día de su martirio, en la noche anterior a éste, no probaban nada; más bien, se mantenían de pie desde el atardecer hasta el amanecer observando la vigilia con oración, y dando gracias a Dios con espirituales alabanzas y dulces cánticos, alegres y excitados, con el ansia de recibir este momento, tal como anhela el novio la cámara nupcial.  Pues con abstinencia, ellos anhelan el filo de la espada que realizará su coronación con el martirio. También nosotros, hermanos, debemos vigilar atentos, buscando el martirio oculto: eso es la corona de la pureza.

Boletín del 19/02/2012

Domingo de la abstinencia de la carne

memoria del Juicio Final

Al acordarme del terrible día del juicio y de tu inefable gloria,
tiemblo enteramente, oh Señor, y con temor te exclamo:
“Oh Cristo Dios, cuando vengas a la Tierra con gloria
a juzgar todo el universo,
libérame a mí, miserable, de todo castigo,
y hazme digno de estar a tu diestra, oh Maestro.
                                                                                                                           Exapostelario      

 Himnos de la liturgia

Tropario de la resurrección

Tono 3

audioQue se alegren los celestiales, y que se regocijen los terrenales;
Porque el Señor desplegó la fuerza de su brazo,
pisoteando la muerte con su muerte.
y Siendo el primogénito de entre los muertos,
nos salvó de las entrañas del Hades y concedió al mundo la gran misericordia. 

Condaquio del Domingo de la abstinencia de la carne

Tono 1

Cuando vengas con gloria a la Tierra, oh Dios,
temblará toda la creación: el río de fuego fluirá  ante el Estrado,
los libros serán abiertos y lo secreto revelado.
Entonces, libérame del fuego inextinguible
y hazme digno de estar a tu Diestra, oh justo Juez.

Lecturas Bíblicas

Primera Carta del Apóstol San Pablo a los Corintios  (8:8 – 9:2)                             

Hermanos: No es la comida lo que nos acercará a Dios: ni somos menos porque no comamos, ni somos más porque comamos. Pero tengan cuidado que esa su libertad no sirva de tropiezo a los débiles. En efecto, si alguien te ve a ti, que tienes conocimiento, sentado a la mesa en un templo de ídolos, ¿no se creerá autorizado por su conciencia, que es débil, a comer de lo sacrificado a los ídolos? Y por tu conocimiento se pierde el hermano débil, por quien Cristo murió. Y pecando así contra los hermanos, hiriendo su conciencia, que es débil, pecan contra Cristo. Por tanto, si un alimento causa tropiezo a mi hermano, nunca comeré carne para no escandalizar a mi hermano.

¿No soy yo libre? ¿No soy yo apóstol? ¿Acaso no he visto yo a Jesús, Señor nuestro? ¿No son ustedes mi obra en el Señor? Si para otros no soy yo apóstol, para ustedes sí que lo soy; pues, ¡el sello de mi apostolado son ustedes en el Señor!

Evangelio según San Mateo (25: 31-46)

Dijo el Señor: «Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria acompañado de todos sus ángeles, entonces se sentará en su trono de gloria. Serán congregadas delante de Él todas las naciones, y Él separará a los unos de los otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos. Pondrá las ovejas a su derecha y los cabritos a su izquierda. Entonces dirá a los de su derecha: “Vengan, benditos de mi Padre, hereden el Reino preparado para ustedes desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; era forastero, y me acogieron; estaba desnudo, y me vistieron; enfermo y me visitaron; en la cárcel, y vinieron a verme.” Entonces los justos responderán: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; o sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero, y te acogimos; o desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte?” Y el Rey les dirá: “En verdad les digo, que cuanto hicieron a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicieron.”

Entonces dirá también a los de su izquierda: “Apártense de Mí, malditos, al fuego eterno preparado para el Diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber; era forastero, y no me acogieron; estaba desnudo, y no me vistieron; enfermo y en la cárcel, y no me visitaron.” Entonces dirán también éstos: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento o forastero o desnudo o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?” Y Él entonces les responderá: “En verdad les digo, que cuanto dejaron de hacer con uno de estos más pequeños, también conmigo dejaron de hacerlo.” E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la Vida Eterna.»

Mensaje Pastoral

 La báscula del juicio

Estando a las puertas de la Cuaresma, nuestra Iglesia conmemora el Día del Juicio, es decir, la segunda venida de nuestro Señor Jesucristo. La lectura del Evangelio enfatiza el criterio del Juicio Final, y lo que leemos está claro: seremos juzgados según la medida de nuestra misericordia, es decir, la medida de nuestro amor.

La palabra «amor» a menudo es manipulada o malentendida. El pasaje bíblico destaca las palabras de nuestro Señor Jesús cuando dice: «cuanto hicieron a uno de estos hermanos…» Entonces no se trata de un término abstracto ni de emociones y sentimientos sino de acción. Nosotros, pues, seremos separados entre ovejas y cabritos –como lo ilustra la imagen de la parábola– según nuestras obras de amor.

Erróneamente, el amor es limitado a tan sólo un afecto pasivo. Quizás podamos tener sentimientos de antipatía y rechazo hacia cierta persona, pero si nos comportamos con ella con delicadeza y amor, transformamos, a través de la lucha, nuestro odio en caridad y clemencia. Por otro lado, podemos tener en nuestro interior el sentimiento más delicado hacia alguien y sentirnos emocionalmente dependientes de él, pero a la vez tratarlo con hostilidad.

El amor significa, sin duda alguna, ceder a los demás el primer lugar, y el egoísmo es exactamente lo contrario, es decir, tomar para mí la primacía y dejar al prójimo lo último. Que yo ame a alguien equivale a que quiera y desee darle a él el primer lugar, amarle más de lo que me quiero a mí mismo y desearle el bien a él antes que a mí.

La Cuaresma, cuando va de la mano con las obras de la misericordia, constituye un gesto de abstinencia que nos lleva a abandonar nuestro egoísmo y nos estimula a despojarnos del hombre viejo y a proclamar al nuevo. En ella, dejamos atrás todos nuestros malos deseos, nos abstenemos de los intereses que nos llevan a la perdición, y aprendemos a ver y considerar a «los hermanos más pequeños» del Señor y apreciar en ellos su Presencia. Y así se inclina la balanza favorablemente: «Conviene que Él crezca, y que yo mengüe» (Jn 3:30).

Nuestra fe y Tradición

La oración por los difuntos 

El Cristianismo siempre ha rechazado absolutamente usar métodos y técnicas (espiritismo, magia…) para comunicarse con los muertos; sea lo que sea la meta, ejercer estos métodos significa permitir ser sujetos a engaños satánicos y/o oportunismo humano que burla de nuestros sentimientos.

En cambio, la única conveniente y saludable manera de dicha comunión es la oración, donde la reunión se encuentra, no en el nivel psicológico (recuerdos, fotos, sueños…), sino en el espiritual. Y se nos pregunta: ¿Qué es la justificación de la conmemoración de los muertos?, y ¿en qué manera pueda ser útil para los muertos?

Quizás la pregunta nos confunda, y que no podamos dar una contestación satisfecha sistemáticamente, pero nuestra auténtica fe nos enseña a que el amor mutuo es el que justifica, más bien, nos exhorta a orar por nuestros queridos difuntos. Es lo mismo con los vivos: pues, no podemos explicar cómo nuestra súplica ayuda al prójimo, pero sabemos de la experiencia que ésta es eficaz, y así la practicamos. La acción de la oración, sea ofrecida por vivos o por muertos, es mística; no podemos sondear la influencia entre la eficacia de la oración, la libre voluntad de una cierta persona y la misericordia de Dios. Nos basta saber que ellos necesitan de nuestro apoyo, y que cuando oramos por ellos, su amor a Dios se aumenta; el cumplimiento, dejémoslo a Dios.

Rechazar la oración hacia los muertos es un pensar frío que contradice al amor. Nuestra esperanza de que ellos viven en la misericordia de Dios, nos hace querer que nuestro amor hacia ellos sea incorporado en la Divina Misericordia: “haz descansar los almas de tus siervos en un lugar de paz donde no hay dolor ni tristeza sino vida eterna.”

Vida de Santos

 San Policarpo

23 de febrero

San Policarpo, obispo de Esmirna y mártir († 166) San Policarpo fue uno de los discípulos del apóstol San Juan Evangelista. Los fieles le profesaban una gran admiración. Y entre sus discípulos tuvo a San Ireneo y a varios santos más. San Policarpo era obispo de la ciudad de Esmirna, en Turquía, y fue a Roma a dialogar con el Papa Aniceto para ver si podían ponerse de acuerdo para unificar la fecha de fiesta de Pascua entre los cristianos de Asia y los de Europa. Y caminando por Roma se encontró con un hereje que negaba varias verdades de la religión católica. El otro le preguntó: ¿No me conoces? Y el santo le respondió: ¡Si te conozco, Tú eres un hijo de Satanás! Cuando San Ignacio de Antioquía iba hacia Roma, encadenado para ser martirizado, San Policarpo salió a recibirlo y besó emocionado sus cadenas. Y por petición de San Ignacio escribió una carta a los cristianos del Asia, carta que según San Jerónimo, era sumamente apreciada por los antiguos cristianos. El pueblo estaba reunido en el estadio y allá fue llevado Policarpo para ser juzgado. El gobernador le dijo: “Declare que el César es el Señor”. Policarpo respondió: “Yo sólo reconozco como mi Señor a Jesucristo, el Hijo de Dios”. Añadió el gobernador: ¿Y qué pierde con echar un poco de incienso ante el altar del César? Renuncie a su Cristo y salvará su vida. A lo cual San Policarpo dio una respuesta admirable. Dijo así: “Ochenta y seis años llevo sirviendo a Jesucristo y El nunca me ha fallado en nada. ¿Cómo le voy yo a fallar a El ahora? Yo seré siempre amigo de Cristo”. El día de su martirio fue el 23 de febrero del año 155. Esta carta, escrita en el propio tiempo en que sucedió el martirio, es una narración verdaderamente hermosa y provechosa.

Sentencias de los Santo Padres sobre el recuerdo del Juicio Final

No pensemos, hermanos, que lo que actuamos termina con esta presente vida; tengamos fe en que el juicio es una realidad y que cada persona se juzgará según sus obras.

San Juan Crisóstomo

En aquel día, los hombres recordarán todas sus obras confesándolas ante Dios. Los que no se han arrepentido durante su vida, llorarán diciendo: ¿Por qué  no nos cansamos un poco en lugar de perder la vida jugando? ¿por qué no nos desvelamos y ayudamos a los pobres? ¿por qué odiamos al hermano y satisficimos la carne?  Sí, todo esto lo hemos hecho: ¿por qué no nos hemos arrepentido cuando tuvimos el tiempo?

San Efrén El Sirio

                                                                                                                                            

Boletín del 12/02/2012

Domingo del Hijo Pródigo

La riqueza de la gracia que me has dado, oh Salvador,
la he derrochado vanamente, yo miserable, en mi pésima partida.
Pues, viviendo en el despilfarro con los demonios, 
la dilapidé en la malicia. Por eso a Ti regreso, oh Padre compasivo:
acéptame como al hijo pródigo y sálvame.
                                                                                                                         Exapostelario
 

Himnos de la Liturgia

Tropario de la Resurrección

Tono 2

Cuando descendiste a la muerte, oh Vida Inmortal,
mataste al Hades con el rayo de tu divinidad,
y cuando levantaste a los muertos del fondo de la tierra,
todos los poderes Celestiales clamaron:
¡Oh Dador de vida, Cristo Dios, gloria a Ti!

Condaquio Domingo del Hijo Pródigo

Tono 3

Al dejar tu gloria paterna con ignorancia,
derroché vanamente la riqueza que me otorgaste.
Clamo a Ti como el pródigo, oh Compasivo:
“He pecado contra el cielo y ante Ti, oh Padre;
acéptame como arrepentido, y admítame como uno de tus jornaleros.

Lecturas Bíblicas

Primera Carta del Apóstol San Pablo a los Corintios (6: 12-20)

Hermanos: Todo me es lícito, mas no todo me conviene. Todo me es lícito, mas no me dejaré dominar por nada. La comida para el vientre y el vientre para la comida, mas Dios destruirá aquél y ésta. Pero el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo. Y Dios, que resucitó al Señor, nos resucitará también a nosotros mediante su poder.

¿No saben que sus cuerpos son miembros de Cristo? Y ¿había de tomar yo los miembros de Cristo para hacerlos miembros de prostituta? ¡De ningún modo! ¿O no saben que quien se une a la prostituta se hace un solo cuerpo con ella? Pues está dicho: Los dos se harán una sola carne. Mas el que se une al Señor, se hace un solo espíritu con Él.

¡Huyan de la fornicación! Todo pecado que comete el hombre queda fuera de su cuerpo; mas el que fornica, peca contra su propio cuerpo.

¿O no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo, que está en ustedes y han recibido de Dios, y que no se pertenecen, pues han sido comprados? Glorifiquen, por tanto, a Dios en su cuerpo y en su espíritu que pertenecen a Dios.

Evangelio según San Lucas (15: 11-32)

Dijo el Señor esta parábola: «Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo al padre: “Padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde.” Y él les repartió la hacienda. Pocos días después el hijo menor lo reunió todo y se marchó a un país lejano donde malgastó su hacienda viviendo como un libertino. Cuando hubo gastado todo, sobrevino un hambre extrema en aquel país, y comenzó a pasar necesidad. Entonces, fue y se ajustó con uno de los ciudadanos de aquel país, que lo envió a sus fincas a apacentar puercos. Y deseaba llenar su vientre con las algarrobas que comían los puercos, pero nadie se las daba. Y volviendo en sí mismo, dijo: “¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, mientras que yo aquí me muero de hambre! Me levantaré, iré a mi padre y le diré: Padre, pequé contra el cielo y ante ti, ya no merezco ser llamado hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros.” Y, levantándose, partió hacia su padre. Estando él todavía lejos, le vio su padre y, conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente. El hijo le dijo: “Padre pequé contra el cielo y ante ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo.” Pero el padre dijo a sus siervos: “Traigan aprisa el mejor vestido y vístanlo, pónganle un anillo en su mano y unas sandalias en los pies. Traigan el novillo cebado, mátenlo, comamos y celebremos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido hallado.” Y comenzaron la fiesta. Su hijo mayor estaba en el campo y, al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música y las danzas; llamó a uno de los criados y le preguntó qué era aquello. Él le dijo: “Ha vuelto tu hermano y tu padre ha matado el novillo cebado, porque le ha recobrado sano.” Él se irritó y no quería entrar. Salió su padre y le suplicaba. Pero él replicó: “Hace tantos años que te sirvo y jamás dejé de cumplir una orden tuya, pero nunca me has dado un cabrito para tener una fiesta con mis amigos. ¡Y ahora que ha venido ese hijo tuyo, que ha devorado tu hacienda con prostitutas, has matado para él el novillo cebado!” Pero él le dijo: “Hijo, tu siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero convenía celebrar una fiesta y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido hallado”.

Mensaje Pastoral

Eucaristía de penitencia

La Cuaresma es, por excelencia, la temporada penitencial en la que la Iglesia nos incita a ingresar por «las puertas de la contrición» y gustar la dulzura de este modo de vivir. Parte de la preparación para la Cuaresma es la lectura de la parábola del Hijo Pródigo que nos expone los sentidos positivos de la penitencia y del retorno hacia una vida sujeta, por propia voluntad, al cuidado paternal.

En la parábola, Jesús enfatiza el alimento que el hijo comía en ambos estados, pecaminoso y penitencial; pues en su partida come algarrobas con pasiones, y he aquí que regresa y come el novillo cebado con alegrías. El placer que el sabor de las algarrobas dejaba, terminaba en amargura de soledad y de vacío, mientras la participación en el banquete de la casa paternal anunciaba una alegría que mira hacia el futuro con los ojos de la gratitud.

El encuentro con el Padre clemente y la experiencia de la reconciliación y del perdón gratuito son efectuados en medio de la Eucaristía.

Nuestra penitencia es examinada, a cada día, a la luz del llamado temible de la Eucaristía «Tomad y comed […] Bebed de él todos […]»: es el llamado del Padre compasivo y amoroso, Quien busca perpetuamente a su rebaño. El mundo exhibe ante nuestra vista todos sus engaños y redes, mientras el Señor nos extiende su banquete: divino Cuerpo y Sangre. El pecado y el arrepentimiento consisten en  prevalecer uno u otro de los dos ofrecimientos.

«Traigan el novillo cebado, mátenlo, comamos y celebremos una fiesta»; el santo Cáliz, y la exclamación del Cantor «¡Gustad y ved, qué dulce es el Señor!» –durante la Cuaresma– son capaces de estimularnos a decir la antigua frase litúrgica «váyase el mundo y venga la Gracia», que inclinemos la balanza a favor del «Pan esencial» en vez de las pasiones. El Cáliz de la Eucaristía, cuando lo contemplamos elevado, alza en nosotros la decisión: «Me levantaré, iré a mi padre y le diré: Padre, pequé contra el cielo y ante Ti […], trátame como a uno de tus jornaleros.» Él entonces ofrece su banquete generosamente: comemos y nos regocijamos.

Nuestra fe y Tradición

La Confesión

¿Qué hacer cuando la conciencia tortura a la persona? ¿Qué hacer, cuando el alma se llena de angustia? La Iglesia Ortodoxa aconseja confesarse. La confesión es la denuncia del pecado, es la decisión de no repetirlo más.

Nosotros pecamos contra Dios, contra el prójimo, contra nosotros mismos.  Pecamos con los hechos, con palabras, hasta con el pensamiento. Pecamos por inducción del diablo, por influencia del mundo circundante, por propia voluntad. “No hay hombre que viva sobre la tierra y no peque”. Pero tampoco hay un pecado que no sea perdonado por Dios por medio de la confesión. Para la salvación de los pecadores Dios se hizo hombre, ha sido crucificado y resucito de los muertos. Los Santos Padres comparan la misericordia de Dios con el mar que apaga la más fuerte llama de iniquidad de los humanos.

En la confesión no hay que justificarse, quejarse de las condiciones cotidianas, enmascarar los pecados con frases nubladas como “he pecado contra el sexto mandamiento,” o contar sobre temas ajenos. En ningún caso se puede esconder, callar nada: el pecado se puede esconder al sacerdote pero no a Dios Omnisapiente.

En ciertos casos el sacerdote puede indicar a quien  se confiesa una penitencia en cierta forma una cura espiritual dirigida hacia la extirpación del pecado.

El hombre es responsable de sus pecados desde los siete años de edad. El que se bautizó a edad madura, no tiene la necesidad de confesar lo referente a su vida previa al Bautismo, aunque se le recomienda una conversación  con un padre espiritual que le dé luz sobre como encaminar su vida.

Vida de Santos

El Gran Mártir Teodoro

8 de febrero

San Teodoro era oriundo de la ciudad Evjait (en Asia Menor, actualmente Turquía) y gobernaba la ciudad Heraklea, cerca del Mar Negro. Con su vida devota y su bondadosa gobernación se ganó a los ciudadanos y muchos paganos, viendo su vida ejemplar, se convertían en cristianos. Cuando los rumores sobre su vida llegaron hasta el emperador Licinio (años 308-323), que era corregente de Constantino, él vino a Heraklea. Trataba de obligar a Teodoro a inclinarse ante los ídolos. Viendo que San Teodoro era muy firme en sus convicciones el enojado gobernante ordenó someter al confesor del Cristo a crueles martirios.

Primero lo estiraron en el suelo y lo golpearon con varas de hierro, acepillaban su cuerpo con hierro puntiagudo, lo quemaban con el fuego y finalmente lo crucificaron y le sacaron los ojos. Por la noche vino un ángel, lo desmontó de la cruz y le sanó a todas sus heridas. Cuando a la mañana llegaron los sirvientes de Licinio, enviados por él, para tirar el cuerpo de San Teodoro al mar y lo vieron totalmente sano, creyeron en Cristo. Ese día viendo este milagro de Dios, muchos paganos se convirtieron en cristianos. Cuando Licinio se enteró, él ordenó decapitar a San Teodoro, quien murió en el año 319. Todos sus martirios fueron escritos por su servidor y escriba Uar, quien fue el testigo ocular.

Aromas monásticas

  • Uno preguntó a un anciano: “¿Por qué me desanimo continuamente?”. Y respondió: “porque no has visto todavía la meta.”
  • El alma es una fuente: si profundizas se hace más limpia; si arrojas en ella estiércol, se ensucia.
  • Uno preguntó al anciano: “¿cómo el alma adquiere la humildad?”. Y respondió: “Estando atenta tan sólo a sus propias faltas.”
  • No empieces a hacer nada sin que antes hayas examinado tu conciencia, para saber si lo que vas a hacer es según Dios.
  • Decía el Abad Antonio: “La vida y la muerte nos viene del prójimo; si ganamos a nuestro hermano, ganaremos a Dios, si le escandalizamos, pecamos contra Cristo.”

Boletín del 05/02/2012

Domingo del Fariseo y el Publicano

“De la soberbia réproba del fariseo, huyamos;
y la humildad aprobada del publicano, aprendamos,
para que, con él, subamos exclamando a Dios:
“Perdónanos, a tus siervos, oh Cristo salvador,
que por tu voluntad naciste de la Virgen,
soportaste la Cruz por nosotros y, contigo,
levantaste al mundo con tu poder divino.”
                                          Exapostelario 

Himnos de la Liturgia 

Tropario de la Resurrección

Tono 1

audioCuando la piedra fue sellada por los judíos y
tu purísimo cuerpo fue custodiado por los guardias,
resucitaste al tercer día, oh Salvador, concediendo al mundo la vida.
Por lo tanto, los poderes celestiales clamaron a Ti:
Oh Dador de Vida, Gloria a tu Resurrección, oh Cristo,
gloria a tu Reino, gloria a tu plan de salvación,
oh Único, Amante de la humanidad.

 Tropario de la Presentación del Señor en el Templo

Tono 1

Regocíjate, oh Llena de gracia, Virgen Madre de Dios;
porque por ti resplandece el Sol de Justicia, Cristo nuestro Dios,
Quien ilumina a los que han estado en las tinieblas.
Alégrate también tú, oh justo Anciano,
que recibiste en tus brazos al Redentor de nuestras almas,
Quien nos otorga la Resurrección.

Condaquio de la Presentación del Señor en el Templo

 Tono 1

Por tu nacimiento santificaste las entrañas de la Virgen, oh Cristo Dios,
las manos de Simeón bendijiste debidamente,
y a nosotros nos alcanzaste y salvaste. 
Conserva a tus fieles en la paz
y auxilia a los que amas porque Tú eres el único Amante de la humanidad.

Lecturas Bíblicas

Segunda Carta del Apóstol San Pablo a Timoteo ( 3: 10-15)

Hijo mío, Timoteo: Tú me has seguido asiduamente en mis enseñanzas, conducta, propósito, fe, longanimidad, amor, paciencia, en mis persecuciones y sufrimientos, como los que soporté en Antioquía, en Iconio, en Listra. ¡Qué persecuciones he sufrido! Y de todas me ha librado el Señor. Y todos los que quieran vivir piadosamente en Cristo Jesús, sufrirán persecuciones. En cambio los malos y embaucadores irán de mal en peor, errando y haciendo errar a los demás.

Tú, en cambio, persevera en lo que has aprendido y en lo que has creído, teniendo presente de quién lo has aprendido, y que desde niño conoces las Sagradas Letras, que te pueden instruir para la salvación mediante la fe en Cristo Jesús.

Evangelio según San Lucas (18: 10-14)

Dijo el Señor esta parábola a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás: «Dos hombres subieron al Templo a orar; uno fariseo, otro publicano. El fariseo, de pie, oraba consigo mismo de esta manera: “¡Oh Dios! Te doy gracias porque no soy como los demás hombres, rapaces, injustos, adúlteros, ni tampoco como este publicano. Ayuno dos veces por semana y doy el diezmo de todas mis ganancias.” En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se atrevía ni a alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: “¡Oh Dios, ten compasión de mí, que soy pecador!” Les digo que éste bajó a su casa justificado y aquél no. Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado.»

Mensaje Pastoral

Humildad y justicia

Hoy se inicia el período preparatorio a la Gran Cuaresma, que consiste en cuatro domingos. El primero de ellos es precisamente el del Fariseo y el Publicano.

Como una introducción a este ciclo, en los últimos domingos hemos oído hablar a los padres del deseo intenso de Zaqueo por ver al Señor, y de la actitud de la mujer cananea que busca sin desmayos, humilde y pacientemente, la gracia de Dios. En verdad, este tiempo es muy propicio para llevar adelante un mayor esfuerzo y disponer nuestro cuerpo y alma a virtudes y anhelos semejantes a los de estos dos personajes bíblicos.

Es por eso que mediante el relato del fariseo y el publicano que suben al templo a hacer oración, la lectura evangélica de hoy nos muestra claramente el camino correcto para acercarse a Dios y establecer con él una relación sincera y profunda.

El fariseo comienza su oración enumerando todas sus virtudes y ensalzándose: «No soy como los demás hombres, rapaces, injustos, adúlteros, ni tampoco como este publicano.» Como si dijera: «Yo no soy pecador.» Una persona que se considera a sí misma lejana de todo pecado y dueña de toda obra buena: «Ayuno dos veces por semana y doy el diezmo de todas mis ganancias.» ¿Qué circunstancia lo empujaría a buscar la misericordia de Dios? En realidad, ninguna: se complace plenamente consigo mismo. Ciertamente no pide misericordia, más bien reclama que se le reconozcan los méritos de su propia justicia. ¡Qué arrogancia y que ceguera! Arrogante porque en lugar de clamar: «Te alabaré, Señor, con todo mi corazón y glorificaré tu nombre para siempre» (Sal 86:12), prefiere alabarse a sí mismo y hasta felicitarse. Y ciego porque no alcanza ver que en su corazón no hay sitio para Dios, porque su lugar está ocupado por el egoísmo, la soberbia, la ingratitud y el menosprecio a los demás.

Todo lo contrario es la disposición espiritual del publicano. Se humilla, reconoce sus pecados y pide misericordia. Está insatisfecho consigo mismo y descontento con sus obras: se abaja y lo confiesa. Quiere transformarse interiormente y en sus acciones exteriores. Volverse a Dios y darle la espalda a su vida de pecado. Tiene arrepentimiento. Es pobre de espíritu. Dios lo escucha y lo hace partícipe de su justicia divina.

Los Padres del Desierto lo sintetizan todo en un Apotegma: «Es preferible un hombre que ha pecado y reconoce sus faltas y se arrepiente, que otro que no ha pecado y piensa de sí mismo que es justo.»

No nos tengamos por justos ni despreciemos a los demás, mejor clamemos con el publicano: «¡Oh Dios, ten compasión de mí, que soy pecador!», y el Señor nos hará partícipes de su justicia. Amén

Nuestra fe y Tradición

Los domingos preparatorios para la Cuaresma

La Iglesia nos prepara para la Cuaresma de la Santa Pascua durante cuatro domingos, los anteriores al inicio de la misma, en los cuales nos plantea  virtudes y sentimientos muy importantes para la cuaresma que es, en sí, la preparación adecuada para la Fiesta de las fiestas, para la base de toda nuestra fe y en consecuencia de toda nuestra vida, es decir, la Resurrección de nuestro Señor Jesucristo.

Estos domingos preparatorios toman su nombre del Evangelio que se lee:

1- El Domingo del Fariseo y el Publicano (Lc18: 10-14). Cuyo evangelio leímos hoy. Pues todas las buenas obras y ejercicios espirituales que el cristiano brinda en toda su vida, pero intensamente en la temporada cuaresmal, no son “la factura” de su justificación ante Dios, como lo pensó el fariseo de hoy, sino la reacción natural de quien con humildad inclina todo su ser ante Dios, como el publicano: : “¡Oh Dios!  ¡Ten compasión de mí, que soy pecador!”

2- El Domingo del Hijo Pródigo (Lc15: 11-32). Que nos plantea a la Cuaresma como una marcha de regreso hacia el Padre que nos espera siempre. “ábreme las puertas del arrepentimiento,…”; el arrepentimiento no es contar algunos pecados o desviaciones que he cometido sino confesar que he escogido ir “a un país lejano” en lugar de vivir en la bella casa paternal; dicha confesión me impulsará, como al pródigo de la parábola, a regresar a la belleza inicial que me fue otorgada en el Bautizo.

3- El Domingo del Juicio (Mt25: 31-46). En el cual se lee el Evangelio del Juicio final que se basará en el amor manifestado en las obras de cada uno En verdad os digo que cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis.”  Pues si las obras en sí, como hemos visto en el Evangelio del fariseo y el publicano, no formaron el criterio para la justificación, sí son una emanación abundante de una alma que ama a Dios; si no, su piedad será falsa y digna de juicio “Si alguno dice: ‘Amo a Dios’, y aborrece a su hermano, es un mentiroso” (1Jn.4,20). La devoción que buscamos no es egoísta sino que busca ser manifestada en el amor a los demás.

4- El Domingo del Perdón (Mt6: 14-21). A partir del cual se inicia la Cuaresma. Pues como podemos decir a Dios Padre: “perdona nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores” si, en realidad no estamos dispuestos a perdonar a los demás. Así la Iglesia nos estimula a que ofrezcamos nuestra ofrenda cuaresmal con un corazón limpio de cualquier sentimiento rencoroso.

La Santa Cruz

La Cruz ortodoxa  más difundida en la Iglesia ortodoxa es la cruz de ocho brazos, que recibe también el nombre de el crucifijo. Sobre el eje central (vertical) se encuentran tres travesaños horizontales. El más cercano al centro es grande, para las manos del Cristo crucificado.

El travesaño horizontal superior recuerda la tablilla con la inscripción “Jesús Nazareno, Rey de los Judíos”. Escrita en tres lenguas —griego, latín y hebreo— fue colocada sobre la cruz de Cristo por orden de Poncio Pilato. Era costumbre romana escribir la culpa del reo en estas tablillas.

En la tradición ortodoxa, los pies de Cristo no están atravesados por un solo clavo, como en la católica, sino con dos clavos: uno por cada pie.

El travesaño horizontal inferior es para los pies del Crucificado. Uno de sus extremos está un poco alzado: muestra el paraíso, hacia el cual se dirigió el Buen Ladrón crucificado junto a Cristo. El otro extremo, en cambio, se dirige hacia abajo: hacia el infierno, el lugar destinado al otro ladrón, que no se arrepintió.

Muchas veces, debajo de la cruz puede verse la imagen de una calavera: es la cabeza de Adán, el cual, según la tradición, había sido sepultado en el Gólgota, bajo el lugar donde después fue crucificado Cristo. En la hendidura de la roca, bajo la Cruz, cae sobre la cabeza de Adán una gota de la sangre de Cristo. Se le devuelve así la vida a Adán: al hombre y a la humanidad.

Al lado de la cruz se representa muchas veces a la Virgen María y al discípulo amado por Cristo: el apóstol Juan, el que se cree que fue el discípulo a quien Jesús amaba de la Biblia. Con frecuencia se incluyen también los instrumentos de la muerte de Cristo: la lanza con la cual le atravesaron el costado, y la caña con la esponja empapada en vinagre que un soldado romano le dio a Cristo.

Vida de Santos

San Simeón el Anciano

3 de febrero

San Simeón vivía en los tiempos de nacimiento del Señor Jesús Cristo. Según el Evangelista Lucas, Simeón recibió la promesa del Espíritu Santo que no se iba a morir hasta que no vea a Cristo. Según la leyenda, él recibió esta promesa 270 años antes del nacimiento del Cristo. En aquellos tiempos él fue uno de los 70 traductores que traducían los libros de la Santa Biblia del hebreo al griego para la biblioteca del rey de Egipto Ptolomeo Filadelfo. Cuando Simeón estaba traduciendo las profecías de Isaías sobre el nacimiento del Emmanuel (Mesías) de una Virgen, él dudó sobre la exactitud de la profecía y quiso cambiar la palabra “virgen” por “mujer.” En este momento tuvo una revelación del Espíritu Santo, que le dijo que no debe cambiar la profecía y que él no moriría hasta que vea el cumplimiento de esta profecía de Isaías sobre el nacimiento del Mesías exactamente de la Virgen.

Entre todas las desgracias en aquellos tiempos, con la general decadencia religiosa y de buenas costumbres, el santo anciano vivía durante muchos años con la esperanza del cumplimiento de la profecía. Cuando el Niño Divino nació y fue traído al Templo, Simeón recibió la revelación del Espíritu Santo de que su esperanza se hizo realidad y que en el Templo de Jerusalén él finalmente verá al Niño — Salvador.

Al llegar al Templo el santo anciano no solamente vio al Niño prometido y a su Purísima Madre — Virgen, más él fue digno de levantar al Cristo en sus brazos. Aquí, en un santo éxtasis San Simeón pronunció aquellas inmortales palabras que tan a menudo se escuchan durante los oficios religiosos que se ofician por las tardes: “Ahora, Señor, despides a tu siervo en paz, conforme con tu palabra; porque han visto mis ojos tu salvación, la cual has preparado en presencia de todos los pueblos; luz para revelación a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel.” Aquí Simeón hace el papel del representante de la humanidad del Antiguo Testamento la que esperaba al Salvador y simultáneamente se convierte en el predicador de la Gracia del nuevo Testamento.

Boletín del 29/01/2012

Domingo de Zaqueo el Publicano

 

 

 ¡Venid todos, alabemos ahora, a las vasijas de la Luz,
y a los relámpagos de rayos luminosos
Basilio ‘El Grande’, Gregorio ‘El Teólogo’ y Juan ‘El Boca de Oro’!
                                                                                                              Exapostelario 

 

Himnos de la Liturgia

Tropario de la Resurrección

Tono 8

Descendiste de las alturas, oh Piadoso,
y aceptaste el entierro de tres días para librarnos de los sufrimientos.
Vida y Resurrección nuestra, oh Señor, gloria a Ti.

Condaquio de la Presentación del Señor en el Templo

 Tono 4

Por tu nacimiento santificaste las entrañas de la Virgen,
oh Cristo Dios, las manos de Simeón bendijiste debidamente,
y a nosotros nos alcanzaste y salvaste.Conserva a tus fieles en la paz
y auxilia a los que amas porque Tú eres el único Amante de la humanidad.

 

Lecturas Bíblicas

Primera Carta del Apóstol San Pablo a Timoteo ( 1: 15-17)

Hijo mío, Timoteo: Cierta es la palabra y digna de toda aceptación: Cristo Jesús vino al mundo a salvar a los  pecadores, de los cuales el primero soy yo. Más por eso encontré misericordia, para que Jesucristo, en mí primeramente, manifestase toda su paciencia, como ejemplo de los que habían de creer en Él para vida eterna. Al Rey de los siglos, al inmortal, invisible y único sabio Dios, honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Evangelio según San Lucas (19: 1-10)

En aquel tiempo, Jesús atravesaba Jericó; Había un hombre llamado Zaqueo, que era jefe de publicanos, y rico. Trataba de ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la gente, porque era de pequeña estatura. Se adelantó corriendo y se subió a un sicómoro para verlo, pues iba a pasar por ahí. Y cuando Jesús llegó a aquel sitio, alzó la vista y lo vio, y dijo: «Zaqueo, baja pronto; porque conviene que hoy me quede Yo en tu casa.» Se apresuró a bajar y le recibió con alegría. Al verlo, todos murmuraban diciendo: «Ha ido a hospedarse a casa de un hombre pecador.» Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: «Daré, Señor, la mitad de mis bienes a los pobres; y si en algo defraudé a alguien, le devolveré el cuádruplo.» Jesús le dijo: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque también éste es hijo de Abraham, pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido.»

Mensaje pastoral

Elementos de conversión

En el icono del pasaje que leemos hoy del evangelio según san Lucas, contemplamos cuatro componentes:

Zaqueo: un hombre pecador que tiene el anhelo para ver a Jesús, para contemplar a Aquél cuya Presencia ha de reprochar su vida; un anhelo de lo que jamás ha experimentado; una curiosidad para ver al que cura las dolencias, al que se digna convivir con los pecadores y conoce lo oculto del corazón. Sin lugar a duda, este publicano huía siempre de las multitudes para evitar que sus actos saliesen a la luz; sin embargo, he aquí que comparece por su propia iniciativa y, más aún, sobresale su presencia, atraído por el anhelo que venció su orgullo y sus defectos, que era de pequeña estatura.

El sicómoro: o podemos decir «el santo sicómoro», ya que «santo» es un calificativo que indica un modo de usar las cosas de nuestro mundo: todo lo que nos induce en la Presencia del Señor y nos une a Él es santo. Santa lectura, santos iconos, santa palabra, santa oración, santo templo… todos no son sino sicómoros que transforman el anhelo de Zaqueo en certeza de la Presencia del Señor, y en contemplación de su Rostro.

Jesús: mientras que Zaqueo sube al sicómoro para conocer a Jesús, resulta que el Señor lo conoce a él y le llama por su nombre: «Zaqueo, baja pronto; porque conviene que hoy Yo me quede en tu casa.» Como si lo estuviera esperando desde antes. El esfuerzo necesario que Zaqueo ofrece, le permite recibir la Gracia del Señor siempre otorgada. No es que cuando subió al árbol vio a Jesús nada más, sino que también palpó y apreció que era conocido por Él desde siempre. La penitencia de Zaqueo consiste en reconocer que, con todo lo pecaminoso que su vida es, el Señor lo conoce y pide estar en su casa.

La muchedumbre: estaba presente y murmuraban en su corazón en torno a Jesús: «Ha ido a hospedarse a casa de un hombre pecador.» Ellos, aunque estaban en contacto físico con Cristo, sin embargo, en sus juicios y pensamientos andaban lejos de Él. Y como no han querido tener el contacto personal que Zaqueo tuvo, seguirán murmurando a Dios, criticando sus decisiones, y excluyéndose ellos mismos, de la salvación.

Separémonos de esta muchedumbre, y busquemos los propios sicómoros que nos posibiliten ver, como Zaqueo, que «Dios con nosotros está.»

Nuestra fe y Tradición

El pan bendito (ágape)

 El Pan Bendito que el Sacerdote distribuye a todos los fieles al final del Servicio o Divina Liturgia, cuando nos acercamos a venerar la Santa Cruz y recibir la bendición del Sacerdote.

En cada Divina Liturgia, cinco panes, (que llamamos Prósfora del griego significa ofrecida) son ofrecidas en el servicio llamado proskomedia o preparación. Uno de estos panes ha sido usado para tomar de allí el “Cordero” o porción que será santificada para la Santa Comunión, es decir será trasmutada por la gracia del Espíritu Santo en el Cuerpo de nuestro Señor y dada en comunión. De los otros panes, se realizará una memoria o conmemoración de la Madre de Dios, de los Santos, de los Fieles y de los Difuntos durante las oraciones de la Proskomedia. Lo que no es usado para estas conmemoraciones se corta y coloca en recipiente aparte y se pide durante el canto de “Es justo en verdad” que la Santa Madre de Dios desde el cielo y presente durante la Divina liturgia bendiga este pan para darlo a los fieles como su regalo y como jesto de amor y de comnión entre los fieles: ágape, que quiere decir amor.

La forma correcta de recibir este regalo de manos del Sacerdote es: colocar la palma de la mano derecha sobre palma de la izquierda haciendo como un recipiente donde con reverencia recibimos esta bendición, mientras nos acercamos al sacerdote, besamos la Santa Cruz que el nos acerca con su mano izquierda y mientras el Sacerdote nos entrega el Antidorón en nuestras manos cruzadas con su mano derecha besamos su mano tomando la bendición.

Vida de Santos

San Efrén el Sirio

28 de enero

Efrén (o Efraín) de Siria, también conocido como Efraín de Nísibe o Nisibi, fue un diácono y escritor, santo, Padre de la Iglesia y Doctor de la Iglesia sirio nacido en Nusaybin (Turquía) —entonces en la provincia romana de Mesopotamia— en 306 y muerto en Edesa en 373. Ya en su tiempo fue conocido como «el Místico», con el apelativo de «El harpa del Espíritu».

Desde joven quedó marcado por la vida intolerante de su padre, que era un tenaz pagano. Efrén, hostigado por su padre porque había abrazado el cristianismo, huyó de casa para evitar malos tratos y acudió a su obispo, quien lo acogió. El obispo Jacobo de Nisibe logró su plena formación y conversión (324). Más tarde, le ordenó diácono y, a pesar de la insistencia del obispo para que se ordenara como presbítero, él siempre renunció porque no se veía digno.

Fundó una escuela de teología en Nesaybin que se distinguió por su alto grado de preparación y por el esplendor de sus alumnos. Cuando la escuela estaba en su apogeo, llegó una invasión persa y los sasánidas se apoderaron de su región natal. Efrén cruzó la frontera y fundó la escuela en Edesa dentro del Imperio romano. Aquí se convirtió en el gran defensor de la doctrina cristológica y trinitaria en la Iglesia siria de Antioquía. Escribió mucho: hizo el comentario de toda la Biblia, compuso poemas que sustituyeron a los cantos empleados en las fiestas populares de los paganos. La Iglesia antioquena se unió a él y sus himnos fueron el inicio de la práctica del canto en la liturgia cristiana.

Boletín del 22/01/2012

Décimo cuarto Domingo de San Lucas

 

Cuando el Señor preguntó a Pedro tres veces: “¿Me amas?”,
lo constituyó pastor de sus ovejas; y éste.
al ver al otro discípulo que amaba Cristo, siguiéndole,
 preguntó al Señor diciendo: “Y ¿qué de éste?” Y le contestó:
Si yo quiero que éste esté hasta mi llegada, ¿qué a ti, querido Pedro?”
                                                                                                                     Exapostelario                                                                                                                                            

Himnos de la Liturgia

Tropario de la Resurrección

Tono 7

Destruiste la muerte con tu cruz y abriste al ladrón el Paraíso;
a las Mirróforas los lamentos trocaste
y a tus Apóstoles ordenaste predicar que resucitaste,
oh Cristo Dios, otorgando al mundo la gran misericordia.

Condaquio de la Presentación del Señor en el Templo

 Tono 4

Por tu nacimiento santificaste las entrañas de la Virgen,
oh Cristo Dios, las manos de Simeón bendijiste debidamente,
y a nosotros nos alcanzaste y salvaste. Conserva a tus fieles en la paz
y auxilia a los que amas porque Tú eres el único Amante de la humanidad.

Lecturas Bíblicas

Carta del Apóstol San Pablo a los Colosenses  (3: 12-16)

Hermanos: Revístanse como elegidos de Dios, santos y amados, de entrañas de misericordia, de bondad, humildad, mansedumbre, paciencia, soportándose unos a otros y perdonándose mutuamente si alguno tiene queja contra otro. Como el Señor los perdonó, perdónense también ustedes. Y por encima de todo esto, revístanse del amor, que es el vínculo de la perfección. Y que la paz de Cristo presida sus corazones, pues a ella han sido llamados formando un solo Cuerpo.  Y sean agradecidos.

La palabra de Cristo more en ustedes en abundancia; y así se enseñen con toda sabiduría y se animen unos a otros con salmos, himnos y cánticos espirituales, cantando con gratitud en sus corazones alabanzas a Dios.

 Evangelio según San Lucas (18: 35-43)

En aquel tiempo, al acercarse Jesús a Jericó, estaba un ciego sentado junto al camino pidiendo limosna, al oír que pasaba gente, preguntó qué era aquello. Le informaron que pasaba Jesús el Nazareno, y empezó a gritar diciendo: « ¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!» Los que iban delante lo increpaban para que se callara, pero él gritaba mucho más: « ¡Hijo de David, ten compasión de mí!» Jesús se detuvo, y mandó que lo trajeran y, cuando se hubo acercado, le preguntó: « ¿Qué quieres que te haga?» Él dijo: « ¡Que vea, Señor!» Jesús le dijo: «Ve. Tu fe te ha salvado.» Y al instante recobró la vista, y lo seguía glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al verlo, alabó a Dios.

Mensaje pastoral

¡Señor, ten piedad!

El ciego «empezó a gritar diciendo: “¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!”»

El grito es una fuerte reacción natural que surge de la necesidad, la incapacidad y el dolor. Aún es más fuerte la expresión «ten piedad» que goza de un lugar muy privilegiado en la tradición cristiana y la repetimos frecuentemente durante los Servicios litúrgicos, tres, doce o cuarenta veces. No se trata de una repetición hueca, sino de un tocar insistente, de una espera confiada y de una encomienda constante de nuestra vida –con sus aflicciones y alegrías– en las manos de Cristo nuestro Dios.

Sería propio mencionar el gran vigor que esta expresión tiene en el idioma árabe: irjam, verbo derivado de rájem que significa «matriz». En este sentido, «piedad» es lo que la madre le da de vida al embrión. Entonces, el «apiadarse» no es un estado de solidaridad que le pedimos a Dios que tenga por nosotros, sino una acción vivificadora. No es que pidamos a Dios tenga mera compasión o lástima por nuestras miserias, sino que actúe en nosotros y nos revivifique, santificando, iluminando y divinizando nuestra vida. Ésta es la esencia del clamor.

El libro de los Salmos está lleno de la súplica: «Apiádate de mí, oh Dios». La santidad del rey David, quien los compuso, no se debe a su estado exento de pecado –ya que su vida, en ciertos momentos, había sido manchada con sangre y con actuaciones indebidas–, sino más bien a su preocupación e iniciativa para advertir sus propias transgresiones, confesarlas y exclamar con fuerza: «ten piedad de mí, oh Dios, según tu gran misericordia» (Sal 50:1). El que grita es porque tiene dolor, pero quienes no sienten dolor alguno, no necesariamente están sanos, y la anestesia sólo hace olvidar el dolor pero no cura la enfermedad. «Si decimos: “No tenemos pecado”, nos engañamos y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, fiel y justo es Él para perdonarnos los pecados y purificarnos de toda injusticia.» (1Jn 1:8-9)

El pecado mayor consiste en que a menudo nos distraemos de la vigilia de nuestra vida y nos anestesiamos con la indiferencia y el olvido. Quizás fuera mejor, en todo caso, que caigamos delante de Dios, que nos postremos ante Él pidiéndole misericordia: «Señor, ten piedad».  Es entonces cuando Él, a través del cordón umbilical de nuestra confesión, nos da de su propia vida, vida verdadera, luz fulgurante que penetra nuestra oscuridad y abre los ojos de nuestro corazón. Amén.

Nuestra fe y Tradición

El incienso en la adoración

El uso del incienso en la adoración eclesiástica es un rito antiguo que el nuevo testamento lo heredó del antiguo. El sacerdote, en las vísperas, maitines y en la Divina Liturgia, inciensa el altar, los iconos y los fieles. ¿Qué papel tiene el incienso en la adoración?

1- Este olor aromático, acompañado con el humo, siempre ha sido estímulo para sentir la presencia de Dios; apenas exhala su perfuma, el alma se alegra y los sentidos se concentran en la divina presencia. Por eso nos inclinamos al incensar.

2- “Valga ante ti mi oración como el incienso” cantamos del salmo 140 en las vísperas. Cuando el humo se eleva, ofrecemos nuestras comunes oraciones ante Dios; dice San Juan de Cronstad (un santo ruso contemporáneo 1829-1908): “cuando incensamos alrededor del altar, ante los iconos y al pueblo, juntamos los ruegos de todos como si fueran de una sola voz que la lleva el incienso y la alzan los Ángeles junto con las intercesiones y oraciones de la Purísima Virgen María.”

3- Al incensar ante los iconos de los santos, la Iglesia alaba al Espíritu Santo que en ellos ha obrado y los ha santificado. Así también el sacerdote inciensa a cada uno de nosotros como un lugar que debe de ser preparado para recibir al Espíritu Santo; pues nos dice San Pablo: “¿ no sabéis que vuestro cuerpo es santuario del Espíritu Santo” (1Cor.6:19).

El incienso, sencillamente, es alegría para los fieles, causa de gozo espiritual y aroma de la virtud, la devoción y la dulzura de la casa de Dios, ante las cuales gemimos por nuestros amargos pecados, y glorificamos la misericordia de Dios.

Vida de Santos

San Máximo el Confesor

21 de enero

San Máximo nació en Constantinopla en una noble familia y recibió una muy buena educación. Él se encontraba entre los consejeros del emperador Heraclio (años 610-641). Viendo la difusión de la herejía de los monofisitas (los monofisitas negaban la voluntad humana de Jesús Cristo, con que disminuían el significado de sus sufrimientos en la Cruz). Con esta herejía también se contagió y el mismo emperador. Él dejó su palacio e ingresó en el monasterio Cristopolsky. Después San Máximo fue el abad de este monasterio.

Siendo teólogo y profundo pensador de su tiempo y un riguroso defensor de la Ortodoxia, Máximo demostraba exitosamente lo erróneo de la herejía monofisita. (Los monofisitas se equivocaban pensando que la naturaleza humana de Jesús Cristo fue absorbida y destruida por la naturaleza Divina). Por eso, Máximo, fue muchas veces objeto de persecuciones por parte de los enemigos de la Iglesia. Los argumentos de San Máximo a favor de la Ortodoxia fueron tan concluyentes que después de un debate público con el patriarca monofisita de Constantinopla, llamado Pirro, este último renunció a la herejía en el año 645.

Varias veces fue deportado y nuevamente llamado a Constantinopla. Muchas veces las exhortaciones y las promesas de los herejes se convertían en amenazas, vejaciones y golpizas al San Máximo. Pero él quedaba firme en sus convicciones religiosas. Por último le cortaron el brazo derecho y la lengua para que él ni con la palabra ni por escrito pudiera proclamar y defender la verdad. Luego lo enviaron en reclusión al Cáucaso en Lasov (una región en Mingrelia). Ahí San Máximo falleció el 13 de agosto del año 662, sabiendo de antemano el día de su muerte.

San Máximo escribió muchas obras teológicas en defensa de la Ortodoxia. Especialmente representan un gran valor sus prédicas sobre la vida espiritual y contemplativa, algunas de las cuales entraron en una colección de sermones de los Santos Padres sobre la vida de los ascetas. En estas devotas prédicas se revela la profundidad espiritual y la agudez del pensamiento de San Máximo. También llegó a nosotros su explicación de la Liturgia, que tiene un gran significado teológico.

NOTICIAS

Cumpleaños y onomástico de Su Eminencia

El 17 de enero 2012,  nuestro Padre y Metropolita, S.E.R. Don Antonio Chedraoui llegó a su cumpleaños número ochenta, y lo festejó celebrando la Divina Liturgia en conmemoración de San Antonio el Grande, su Santo Patrono. En la Catedral de San Pedro y San Pablo, se dieron cita los altos jerarcas de la iglesia que concelebrarían con Sayedna Antonio… (más)

عيد راعي الأبرشية

يكتسي عيد القديس انطونيوس الكبير شفيع راعي ابرشية المكسيك فنزويلا والكاريبي وسائر اميركا الوسطى كل عام حلة بهية تنبع من عمق تاريخ وثقافة الكرسي الأنطاكي المقدس … (الخبر الكامل)

Boletín del 15/01/2012

Memoria de San Antonio el Grande

Oh Revestido de Dios, desde tu juventud,
asumiste un método de vida no conocido entre los hombres,
y anduviste en él con fervor hasta el fin, sin desviación alguna,
sometiéndote a la Ley nueva de Cristo;
así que te manifestaste como guía del Desierto y Padre de los ascetas.
                                                                                                                             ( Exapostelario)

Himnos de la liturgia

Tropario de la Resurrección

Tono 6

audioLos poderes celestiales aparecieron sobre tu sepulcro;
y los guardias quedaron como muertos;
María se plantó en el sepulcro buscando Tu Cuerpo Purísimo;
sometiste al hades sin ser tentado por él;
y encontraste a la Virgen otorgándole la vida.
¡Oh Resucitado de entre los muertos, Señor, gloria a Ti!

Tropario de San Antonio el Grande

Tono 4

audioImitando con tu vida al celoso Elías
y siguiendo los rectos caminos del Bautista,
has poblado el desierto, oh padre Antonio,
y has fortalecido al mundo con tu oración.
Intercede ante Cristo nuestro Dios, para que salve nuestras almas. 

Condaquio de la Presentación del Señor en el Templo

 Tono 4

Por tu nacimiento santificaste las entrañas de la Virgen,
oh Cristo Dios, las manos de Simeón bendijiste debidamente,
y a nosotros nos alcanzaste y salvaste. Conserva a tus fieles en la paz
y auxilia a los que amas porque Tú eres el único Amante de la humanidad. 

Lecturas bíblicas

Carta del Apóstol San Pablo a los Colosenses (Col 1: 12-18)

Hermanos: Den gracias con alegría al Padre que nos ha hecho aptos para participar en la herencia de los santos en la luz. Él nos libró del poder de las tinieblas y nos trasladó al Reino del Hijo de su amor, en Quien tenemos la redención: el perdón de los pecados; Quien es la Imagen de Dios, el invisible, Primogénito de toda la creación, porque en Él fueron creadas todas las cosas, en los cielos y en la tierra, las visibles y las invisibles, sean Tronos o Dominaciones, sean Principados o Potestades: todo fue creado por Él y para Él, Él existe con anterioridad a todo, y todo tiene en Él su consistencia. Él es también la Cabeza del Cuerpo, de la Iglesia: Él es el Principio, el Primogénito de entre los muertos, para que sea Él el primero en todo.

Evangelio según San Lucas (17: 12-19)

En aquel tiempo, al entrar en un pueblo, salieron a su encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a distancia y, levantando la voz dijeron: «¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!» Al verlos, les dijo: «Vayan y muéstrense a los sacerdotes.» Y sucedió que, mientras iban, quedaron limpios. Uno de ellos, viéndose curado, se volvió glorificando a Dios en alta voz; y postrándose rostro en tierra a los pies de Jesús, le daba gracias; y éste era un samaritano. Tomó la palabra Jesús y dijo: «¿No quedaron limpios los diez? Los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha habido quién volviera a dar gloria a Dios sino éste extranjero?» Y le dijo: «Levántate y anda; tu fe te ha salvado.»

Mensaje pastoral

Nuestra oración: ¿letanía o eucaristía?

Una y otra vez san Lucas en su Evangelio nos revela cómo Jesús se interesa por los marginados y menospreciados. He aquí en la lectura evangélica de hoy pasa por Samaria, zona de gentiles considerada como impura para los judíos, y se digna conversar con unos diez leprosos a la vez.

En el Antiguo Testamento la lepra se consideró como resultado de un pecado grave, de tal manera que los leprosos vivían fuera de las ciudades lejos de manchar a los residentes. Esto explica el modo con el que los diez leprosos gritaban al Señor a distancia; no se atrevían a acercarse. Después de haber perdido toda esperanza por sanar un mal incurable, imaginemos la fuerza de su súplica «¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!» y comparémosla con nuestro rezar para comprender qué tan tibios somos en nuestra oración. ¿En cuántas ocasiones hemos rezado con una esperanza que siquiera se acercara de lejos a la oración de estos leprosos? Ellos acudieron a Jesús sabiendo que en Él se encuentra su última esperanza, en cambio nuestros pensamientos a menudo esperan en todo menos en Él.

Jesús les envió: «Vayan y muéstrense a los sacerdotes.»  Acaso, ¿no podía curarlos sin ayuda de los sacerdotes? Desde luego que sí, y lo hizo en otros casos; sin embargo —y es muy esencial esta observación—, quiso aquí acentuar la incorporación en el Cuerpo de la Iglesia. La lectura sincera, cuidadosa y amplia de la palabra de Dios, nos estimula a vivir el misterio de la sanación —y todos somos enfermos— no de un modo soberbio individual sino humildemente en el seno la Iglesia.

Los leprosos se curaron en el camino y confirmaron lo dicho: «Pidan y se les dará; busquen y hallarán; llamen y se les abrirá» (Mt 7:7). Sin embargo, de los diez uno solo, el samaritano, se volvió glorificando a Dios en alta voz. La oración en sí no termina con las letanías y peticiones, más bien empieza en ellas. Una vez preguntaron a San Basilio: «¿Cómo los apóstoles oraban sin cesar?» Y les contestó que «ellos en todas sus acciones se concebían en el Señor y vivían en una entrega permanente a Él». Entonces la experiencia de cierto consuelo divino o de alguna sanación o de una dádiva de Dios es nula y sin sentido si no nos coloca en gratitud ante los pies del Señor. La curación de los nueve leprosos —«pródigos», diría yo— fue mengua porque no les colocó en la oración perfecta que es la gratitud. En cambio la gratitud guió al samaritano extranjero a la perfección de la salud, a la salvación: «Levántate y anda; tu fe te ha salvado», lo cual los demás curados no recibieron.

Nadie está ajeno a la lepra. Acerquémonos, pues, a Cristo en su Cuerpo místico, la Iglesia, y gritémosle, sea desde lejos o desde cerca: ¡Señor, ten piedad! Nos cura, y nos volvemos glorificando a Dios y postramos a los pies de su Hijo en eucaristía constante, eso es, en profunda gratitud sinfin. Amén.

Nuestra fe y Tradición

 El iconostasio

Una devoción pública común de hoy pretende  mirar el santuario como un lugar independiente del templo; lugar distinto que enseña, por su santidad, la impureza de los laicos quienes se quedan afuera.

Este sentimiento hacia el altar, que es tanto nuevo  como equivocado, se apoya en la interpretación del iconostasio como un pared que separa a los laicos del santo lugar. Al respeto, quiero hacer evidente lo que, muchos de los ortodoxos, ignoramos hoy: que el iconostasio fue construido no para separar sino para reunir:

El icono es el producto de la comunión entre lo divino y lo humano, entre lo terrestre y lo celestial; se mantiene, en su esencia, como imagen de la encarnación. Y la segunda meta de construir el iconostasio es presentar la casa de oración como “el cielo en la tierra”. Y el iconostasio, como se deduce de su nombre, es portar  estos iconos.

Toda la iglesia está  consagrada a Dios; en el servicio de consagración de la iglesia, el obispo unge cada parte del templo, incluso el santuario, con la santa mirra.

El objeto es presentar a la iglesia como el lugar de  reunión de la asamblea; la unión del mundo visible con el invisible; signo de la nueva creación. Los santos presentes en sus iconos participan con la oración de la asamblea, así que la Iglesia entera, coros de profetas, mártires y santos, sacerdotes y laicos, se dirige subiendo hacia el cielo donde Cristo ofrece y se ofrece en su santo altar.

Vida de Santos

San Antonio el Grande (Abad)

17 de enero

A finales del siglo tercero comenzamos a saber de hombres que abandonaron las ciudades para vivir una vida de oración y soledad. El mejor conocido entre ellos es al que se le llama el fundador del monaquismo: San Antonio el Grande (252-356). Su contemporáneo, san Atanasio, nos cuenta su historia.

Un día, cuando Antonio tenía 18 años, entró a la iglesia de su pueblo para asistir al oficio. De repente escuchó las palabras del Evangelio: “si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo; luego ven y sígueme” (Mt.19:21). Había escuchado estas mismas palabras muchas veces antes , pero esta vez le pareció como si Cristo le estuviera hablando directamente y que las palabras fueran un mensaje personal. La impresión que recibió fue tan fuerte que, sin vacilar ni un momento, Antonio inmediatamente entregó todos los bienes que heredó de sus padres para ser distribuidos a los pobres del pueblo. Le quedaba sólo un problema que le preocupaba. Antonio tenía una hermana menor. Las dos eran huérfanos, y él se sentía responsable por ella. Nuevamente un verso del Evangelio, que a menudo había oído en la iglesia, de repente le pareció responder a sus problemas personales. “Así, que no os afanéis por el día de mañana; porque el día de mañana traerá su afán” (Mt.6:34). Antonio encontró a una buena mujer cristiana en su pueblo quien se encargó del cuidado de su hermana. Ahora él podría dedicarse a su nueva vida.

Antonio se fue a vivir a Egipto, donde el inmenso desierto quemado por el sol, nunca estaba muy lejos de pueblos y ciudades. Primero se fue a vivir junto a un ermitaño, quien vivía a poca distancia de su pueblo. Luego, visitó a varios otros ermitaños antes de cruzar el río Nilo. Después vivió solo en las ruinas de un antiguo fuerte en el desierto.

¿Puedes imaginar todas las tentaciones y luchas espirituales que hay en la vida de un ermitaño? Años más tarde, Antonio recordó sus primeros días en el desierto. Aseguró que la dificultades físicas de hambre, sed, calor y frío, eran mucho más fáciles de soportar que la soledad, la depresión y todos los pensamientos y deseos perturbantes que le afligían. A veces se sentía como si no tuviera la fuerza para seguir, pero visiones le inspiraban en su necesidad y le dieron valentía.

“¿Dónde estabas, Señor Jesús? ¿por qué no viniste a ayudarme antes?” exclamó Antonio un día después de una de aquellas visiones reconfortantes. “Yo estaba -escuchó en respuesta- yo estaba aquí esperando ver tu esfuerzo.” En otra ocasión, en medio de una terrible lucha con sus pensamientos, Antonio dirigió a Dios una oración: “quiero salvar mi alma, oh Señor, pero mis pensamientos no me lo permiten.” De pronto vio a alguien, parecido a él, sentado y trabajando en algo con sus manos; luego se levantó para rezar, y entonces volvió de nuevo a su trabajo. “Haz tú lo mismo y tendrás éxito”, le dijo el ángel a Antonio. Aquel mismo día, Antonio dedicó parte de él al trabajo manual.

Otras personas descubrieron donde estaba y fueron a vivir cerca de él. Lo encontraron sereno, tranquilo y amigable. Se habían terminado los años de lucha, y ya no se veía rastro de dificultad ni de cansancio, aunque Antonio seguía su vida de oración y ayuno.

Cientos de ermitaños fueron al desierto a vivir cerca de Antonio, y él les aconsejó e instruyó. No organizó una comunidad; tampoco dio a los ermitaños ninguna regla común de vida. Más tarde dejó ese poblado para vivir en otra parte del desierto, más lejana. Nuevamente otros ermitaños llegaron a su lado. Así Antonio rompió el silencio del desierto con las alabanzas de cientos de monjes. Alcanzó la edad de 106 años, y falleció en el año 365 d.C. Sus intercesiones sean con nosotros. Amén.

Felicitación

Clero y pueblo de la arquidiócesis enviamos a su Eminencia, nuestro Padre, el señor Arzobispo Antonio, los saludos más calurosos con motivo de su onomástico y cumpleaños rogando a Dios que nos lo conserve por muchos años en salud, paz y oración predicando rectamente la Palabra de la Verdad; por la intercesión de su patrono San Antonio el Grande. También felicitamos a la hermandad monástica de San Antonio el Grande en Jilotepec, México, y a la comunidad de San Antonio Abad en Caracas, Venezuela, y al Rev. Padre Antonio Martinez y a todos los que llevan el nombre de San Antonio de nuestra feligresía amada en el Señor. También a todos los que llevan el nombre de San Atanasio (18 de enero) o de San Macario (19 de enero). ¡Por muchos años!, en salud, fe y paz.

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