Boletín del 17/04/2016

Quinto Domingo de Cuaresma

Santa María Egipcíaca

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Puesto que te tenemos como ejemplo del arrepen­timiento, 
oh piadosa María,  suplica a Cristo que nos lo otorgue  en este tiempo
de ayuno, para que con anhelo y fe,   con himnos, te alabemos.
                                                                                                             Exapostelario

Himnos de la Liturgia

Tropario de la Resurrección

Tono 5

audio132Al coeterno Verbo, con el Padre y el Espíritu, Al Nacido de la Virgen para
nuestra salvación, alabemos, oh fieles, y prosternémonos. Porque se
complació en ser elevado en el cuerpo sobre la Cruz y soportar la muerte, y
levantar a los muertos por su Resurrección gloriosa.

Tropario de Santa María Egipcíaca

Tono 8

audio27En ti fue conservada la imagen de Dios fielmente, 
oh justa María, pues tomando la cruz seguiste a Cristo
 y, practicando, enseñaste a despreocuparse de la carne 
 que es efímera y a cuidar, en cambio, el alma inmortal. 
Por eso hoy tu espíritu se alegra junto con los ángeles.

Condaquio de la Cuaresma

Tono 8

audio27A ti, María, te cantamos como victoriosa;   
tu pueblo ofrece alabanzas de agradecimiento,
pues de los apuros, Theotokos, nos has salvado.   
Tú, que tienes invencible y excelsa fuerza, 
de los múltiples peligros libéranos.   
Para que exclamemos a ti: ¡Alégrate oh Novia y Virgen!

Lecturas Bíblicas

 Carta del Apóstol San Pablo a los Hebreos: Heb 9: 11-14

Hermanos: Cristo, habiéndose presentado como Sumo Sacerdote de los bienes futuros, a través del Tabernáculo óptimo y más perfecto, no fabricado por mano de hombre —es decir, que no pertenece a esta creación—, y no con sangre de machos cabríos ni de novillos, sino con su propia sangre: penetró en el santuario una vez para siempre, habiendo obtenido una redención eterna. Pues si la sangre de machos cabríos y de toros y la ceniza de vaca santifica con su aspersión a los contaminados, en orden a la purificación de la carne, ¡cuánto más la sangre de Cristo, que por el Espíritu Eterno se ofreció a sí mismo sin tacha a Dios, purificará de las obras muertas nuestra conciencia para rendir culto a Dios vivo!

Evangelio según San Marcos (Mc. 10: 32-45)

En aquel tiempo, Jesús Tomó a los Doce aparte y comenzó a decirles lo que le iba a suceder: «He aquí que subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas; lo  condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, y se burlarán de Él, le escupirán, lo azotarán y lo matarán, y a los tres días resucitará.» Se acercaron a Él Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, y le dijeron: «Maestro, queremos que nos concedas lo que te pidamos.» Él les dijo: «¿Qué quieren que les conceda?» Ellos le respondieron: «Concédenos que nos sentemos en tu gloria, uno a tu derecha y otro a tu izquierda.» Jesús les dijo: «No saben lo que piden. ¿Pueden beber la copa que Yo voy a beber, o ser bautizados con el bautismo con que Yo voy a ser bautizado?» Ellos dijeron: «Sí, podemos.» Jesús les dijo: «La copa que Yo voy a beber, sí, la beberán y también serán bautizados con el bautismo con el que Yo voy a ser bautizado; pero sentarse a mi diestra o a mi izquierda no es cosa mía el concederlo, sino que es para quienes está preparado.» Al oír esto los otros diez, empezaron a indignarse contra Santiago y Juan. Jesús, llamándolos, les dijo: «Saben que los jefes de las naciones las señorean, y los grandes avasallan sobre ellas. Pero no ha de ser así entre ustedes, sino que el que quiera llegar a ser grande entre ustedes, será su servidor, y el que quiera ser primero entre ustedes, será esclavo de todos; porque tampoco el Hijo del hombre ha venido a ser servido, sino a servir y dar su vida como rescate por muchos.»

Mensaje Pastoral

 El grande será servidor

santiago y juanMientras estamos a las puertas de la Semana Santa, la Iglesia nos lee este pasaje evangélico en el que Cristo prepara a sus discípulos por tercera vez: «He aquí que subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas; lo condenarán a muerte.» Cristo se dirigía hacia su Pasión por su propia voluntad.

Pero los discípulos aún pensaban que el reinado de Cristo es una autoridad política y mundana; esperaban que Cristo, el Mesías, en su momento, gobernara al pueblo de Israel. Así que Juan y Santiago pidieron una porción en esta autoridad: «Concédenos que nos sentemos en tu gloria, uno a tu derecha y otro a tu izquierda.» Los otros diez se enojaron con ellos, no porque tenían una visión mejor acerca de la misión de Cristo sino porque lo habían pedido sólo para ellos dos sin incluir a los demás discípulos. Cristo aclara cuál es la esencia de su reinado, cómo se ejerce su autoridad y por qué medio se logra obtener: «¿Pueden beber la copa que Yo voy a beber, o ser bautizados con el bautismo con que Yo voy a ser bautizado?» Les instruye (y a nosotros también) que el trono de su gloria es logrado a través de la cruz. Ellos contestaron positivamente «Si, podemos», sin entender lo que estaban diciendo; lo único que les importaba era conseguir aquella gloria mundana, de la manera que sea.

En aquel momento Cristo les respondió: «La copa que Yo voy a beber, sí, la beberán […], pero sentarse a mi diestra o a mi izquierda no es cosa mía el concederlo sino que es para quienes está preparado.» En verdad, Cristo no pretende reducir su carga divina del juicio –pues Él es Quien «vendrá segunda vez […] para juzgar a los vivos y a los muertos», como confesamos en el Credo– sino enseñarles que Él ha encarnado y venido al mundo para mostrar que el Reino se conquista y no para repartir porciones de éste, pues está preparado para quienes saben conquistarlo: «El Reino de los cielos se alcanza con esfuerzo, y son los esforzados los que lo arrebatan» (Mt11:12).

Los conquistadores –continúa Cristo– no son los jefes de las naciones que «avasallan sobre ellas» sino los grandes quienes, por la cruz, se vuelven servidores; los nobles quienes, por el amor divino, lavan los pies del prójimo; los fuertes quienes ven a Cristo en el rostro de los débiles. ¡Cuán lejos está el pensamiento de Cristo del correspondiente a la civilización de este mundo! El que, un día, lo había comprendido dijo: «efectivamente, siendo libre de todos, me he hecho esclavo de todos para ganar a los más que pueda.» (1Cor 9: 19)

Nuestra Fe y Tradición

Los Domingos de la Gran Cuaresma

Cada uno de los domingos de la Gran Cuaresma tiene su propio tema especial.

El primer domingo se llama el Domingo del Triunfo de la Ortodoxia. Es la fiesta histórica que conmemora el triunfo de la verdadera fe sobreDivinaLiturgia la herejía del iconoclasmo, en el año 843, en que los íconos volvieron a su lugar en la Iglesia. “Y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe.” (I Juan 5,4) Además, los íconos de los santos dan testimonio de que el ser humano, “creado a la imagen y semejanza de Dios”, (Génesis 1,26) se vuelve santo y semejante a Dios mediante su purificación como imagen viva de Dios.

En el Segundo Domingo de la Gran Cuaresma conmemoramos a San Gregorio Palamás. Fue San Gregorio (+ 1359) quien dio testimonio de que los seres humanos pueden llegar a ser deificados mediante la gracia de Dios en el Espíritu Santo; y que incluso en esta vida, uniéndose a la obra salvífica del Espíritu, mediante oración y ayuno, los seres humanos se hacen partícipes de la luz increada de la divina gloria.

El Tercer Domingo de la Gran Cuaresma es el de la Veneración de la Santa Cruz. Se coloca la cruz en medio de la iglesia, justo llegando a la mitad de la Gran Cuaresma, no solamente para recordar a los fieles de la redención que ofrece Cristo y ayudarles a tener presente su meta, sino también para que sea venerada como aquella realidad según la cual el ser humano debe aceptar en su vida para que sea salvado. “El que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí.” (Mateo 10,38) Pues en la Cruz de Cristo Crucificado están “el poder de Dios y la sabiduría de Dios” para los que se salvan. (I Corintios 1,24)

El Cuarto Domingo de la Gran Cuaresma se dedica a San Juan Clímaco, quien escribió la obra “La Santa Escala” o “La Escala del Paraíso”. Fue abad del Monasterio de Santa Catalina en el Monte de Sinaí (siglo VI), y testigo de la violencia que se requiere para entrar al Reino de Dios. (Mateo 10,12) La lucha espiritual de la vida cristiana es un verdadero combate, “no…contra la sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los soberanos de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.” (Efesios 6,12) San Juan Clímaco exhorta a los fieles en tener un esfuerzo sostenido, pues, según el Señor, solamente“el que persevere hasta el fin, éste será salvo.” (Mateo 24,13)

El Quinto Domingo recuerda la memoria de Santa María de Egipto, la mujer pecadora arrepentida. Esta gran santa nos recuerda, en primer lugar, que no hay ningún pecado o maldad, no importa lo grande que sea, que pueda separar a una persona de Dios si en verdad se arrepiente. Cristo vino para “llamar a los pecadores al arrepentimiento” y a salvarlos de sus pecados. (Lucas 5,32) Además, la historia de Santa María de Egipto nos dice que jamás es demasiado tarde en la vida, ni demasiado tarde en la Cuaresma, para arrepentirse. Cristo recibirá gozosamente a todos que se acercan a Él, incluso en la undécima hora de su vida. Sin embargo, este acercamiento ha de ser en arrepentimiento sincero y profundo.

Vida de Santos

Santa María Egipcíaca

Memoria en la Quinta semana de cuaresma (Fiesta 1 de abril)

18th-century-russian-icon-surrounded-with-events-of-her-lifeMaría era cristiana de nacimiento; huyó de su familia y fue a Alejandría para vivir según sus deseos inmundos. Su biografía muestra que no se había separado totalmente de la Iglesia y de la religión ya que, un día, se le ocurrió la idea de peregrinar a Jerusalén. Su alma, entonces, era una mezcla de descendencia cristiana y conducta miserable y pagana.

Mientras estaba en Alejandría, en una de sus locuras, decidió peregrinar a la Tierra Santa, y planeaba que, vendiendo su cuerpo en el barco, pagaría el boleto y los gastos. ¡Qué esquizofrenia tan grande!

En la Ciudad Santa, María marchó con las multitudes hacia la iglesia de la Resurrección. Al llegar al umbral, cierta fuerza le impidió entrar; trató una y otra vez pero no podía tener acceso. En aquel momento, se dio cuenta de que la impureza de su vida era lo que le obstruía el paso para abrazar la Santa Cruz. A la sazón, la pecadora oraba con mucho llanto a la Virgen y dio la promesa de que, si lograba entrar, abandonaría el mundo y sus deseos. Y así se hizo.

Saliendo de aquella iglesia, se dirigió hacia el Río Jordán, se lavó en él y más tarde comulgó. Al día siguiente cruzó el Río y vivió en el desierto durante 47 años sin ver a ninguna persona. Soportaba el calor del día y el frío de la noche; comía de lo que encontraba de las hierbas silvestres. María cambió el fuego de los deseos carnales por el rocío del amor divino. Se volvió una estatua de luz.

Muchos años después, un anciano, Zósimo, salió al desierto para pasar la gran Cuaresma, conforme a la costumbre monástica. Mientras estaba caminando, le pareció ver de lejos un fantasma de cuerpo quemado por el sol, de cabello blanco. Al darse cuenta de que era un asceta, lo siguió y cuando lo alcanzó, descubrió que se trataba de una mujer.

María le confesó al monje toda su historia, le pidió comulgar. El Jueves Santo, el padre Zósimo le trajo la Comunión. Un Año después, al volver nuevamente Zósimo, la encontró tendida en el suelo, con el rostro hacia el Oriente, y cerca de ella estas palabras grabadas en la arena: «Padre Zósimo, entierra aquí el cuerpo de María, la miserable. Morí el mismo día en que comulgué los Dones místicos. Ora por mí.»

Desde que su corazón había quedado extasiado por el Señor en la iglesia de la Resurrección, no volvió a ver el rostro de sus pecados, y sus ojos ya pertenecían nada más a Jesús.

Sentencias de los Padres del Desierto

  • El abad Antonio dijo al abad Pastor. «La gran obra del hombre es poner sobre si mismo  su culpa ante Dios, y esperar la tentación hasta el último momento de su vida»
  • Decía el abad Pastor: «Si el hombre cumple con su deber, no se verá turbado».
  • Sinclética, de santa memoria, dijo: «Es tan imposible salvarse sin humildad como construir un barco sin clavos».

Boletín del 10/04/2016

4º Domingo de Cuaresma

Domingo de San Juan Clímaco

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Himnos de la Liturgia

Tropario de la Resurrección

Tono 4

audio132Las discípulas del Señor aprendieron del Ángel
el alegre anuncio de la Resurrección, y
la sentencia ancestral rechazaron y
se dirigieron con orgullo a los apóstoles diciendo:
¡Fue aprisionada la muerte, Resucitó Cristo Dios
y concedió al mundo la gran misericordia!

Tropario de San Juan Clímaco

Tono 8

Con la efusión de tus lágrimas regaste el desierto estéril;
y por los profundos suspiros, tus fatigas dieron frutos cien veces más,
volviéndote un astro del universo, brillante con los milagros,
oh nuestro justo padre Juan;
intercede ante Cristo Dios para que salve nuestras almas.

 Condaquio de la Cuaresma

Tono 8

audio27A ti, María, te cantamos como victoriosa;
tu pueblo ofrece alabanzas de agradecimiento,
pues de los apuros, Theotokos, nos has salvado.
Tú, que tienes invencible y excelsa fuerza,
de los múltiples peligros libéranos.
Para que exclamemos a ti: ¡Alégrate oh Novia y Virgen!

 Lecturas Bíblicas

Carta del Apóstol San Pablo a los Hebreos (6: 13-20)

Hermanos: Cuando Dios hizo la Promesa a Abraham, no teniendo a otro mayor por quien jurar, juró por Sí mismo diciendo: Te bendeciré y te acrecentaré en gran manera. Y así (Abraham) aguardando con paciencia, alcanzó la Promesa. Pues los hombres juran por uno superior, y para ellos el juramento es la garantía que pone fin a todo litigio. Por eso Dios, queriendo mostrar más plenamente a los herederos de la Promesa la inmutabilidad de su decisión, interpuso el juramento; para que, mediante dos cosas inmutables en las cuales es imposible que Dios no cumpla, tengamos un consuelo poderoso, los que buscamos el refugio al asirnos a la esperanza propuesta, la cual tenemos como ancla del alma, segura y firme, que penetra hasta más allá del velo,adonde entró como precursor de nosotros Jesús, hecho Sumo Sacerdote para siempre, a semejanza de Melquisedec.

 Evangelio según San Marcos (9: 17-31)

En aquel tiempo, uno de entre la gente se acercó a Jesús y le dijo: «Maestro, te he traído a mi hijo que tiene un espíritu mudo y, dondequiera que se apodera de él, lo derriba, le hace echar espumarajos, rechinar los dientes y lo deja rígido. He dicho a tus discípulos que lo expulsaran, pero no han podido.» Él le respondió y dijo: «¡Oh generación incrédula! ¿Hasta cuándo estaré con ustedes? ¿Hasta cuándo habré de soportarlos? ¡Tráiganmelo!» Y se lo trajeron. Apenas el espíritu vio a Jesús, agitó violentamente al muchacho y, cayendo en tierra, se revolcaba echando espumarajos. Entonces Él preguntó a su padre: «¿Cuánto tiempo hace que le viene sucediendo esto?» Le dijo: «Desde niño. Y muchas veces lo ha arrojado al fuego y al agua para acabar con él; pero, si algo puedes, compadécete de nosotros y ayúdanos.» Jesús le dijo: «Si puedes creer, todo es posible para quien cree.» Al instante, gritó el padre del muchacho: «¡Creo, ayuda a mi poca fe!» Viendo Jesús que se agolpaba la gente, increpó al espíritu inmundo diciéndole: «Espíritu sordo y mudo, Yo te lo mando: sal de él y no entres más en él.» Y el espíritu salió dando gritos y agitándolo con violencia. El muchacho quedó como muerto, hasta el punto de que muchos decían que había muerto. Pero Jesús, tomándolo de la mano, lo levantó y él se puso de pie.

Cuando Jesús entró en casa, le preguntaban en privado sus discípulos: «¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?» Les dijo: «Esta clase con nada puede ser arrojada sino con oración y ayuno.»

Mensaje Pastoral

 El poder de la fe

«Mi hijo tiene un espíritu mudo y, dondequiera que se apodera de él, lo derriba, le hace echar espumarajos, rechinar los dientes y lo dejajesus_discipulos3 rígido.» Ante esta creación sufriente, Jesús mostró su compasión y voluntad de que «todos se salven y hacia el conocimiento de la verdad se adelanten» (1Tim 2: 4).

En los tres evangelios sinópticos (según san Mateo, Marcos y Lucas), la curación de este epiléptico sigue al suceso de la Transfiguración cuando Cristo se manifestó en su gloria ante los tres discípulos: Pedro, Juan y Santiago. Ellos quisieron quedarse más tiempo –o todo el tiempo– sobre el monte de Tabor: «Maestro, bueno es estarnos aquí. Vamos a hacer tres tiendas, una para Ti, otra para Moisés y otra para Elías» (Mc 9: 5). Pero el Señor ignoró su propuesta y decidió bajar del monte de la Transfiguración con ellos para encontrarse con el hombre y sus angustias. La Gloria de Cristo, que se manifestó entre los discípulos –y por ellos sobre toda la Iglesia–, no es una ilusión pasiva y apática que satisface los sentimientos y emociones del hombre sino una Luz activa que enfrenta al mundo: enfrenta al dolor y lo transforma en consuelo y curación, enfrenta a la tristeza y la convierte en esperanza, enfrenta a la pasión y la transmuta en amor a Dios y al prójimo.

Sin embargo, los discípulos en aquel momento no podían atender la petición del padre para curar a su hijo: «He dicho a tus discípulos que lo expulsaran, pero no han podido.» Cristo atribuyó la impotencia a la falta de fe (de los discípulos y del padre), porque «si puedes creer, todo es posible para quien cree», como dijo al padre. Éste le respondió a Jesús con sensatez: «Creo Señor…», porque él seguramente se había enterado de todo lo que Jesús efectuaba; «ayuda mi poca fe», pues la magnitud de la enfermedad de su hijo (desde niño) limitaba su fe, por lo que, con un tono penitencial, clamó: «Creo, ayuda mi poca fe.»

El cristiano, ante la magnitud de la corrupción en el mundo presente, ante la tristeza de sus dolores, ante la fuerza de sus propios vicios y debilidades, se siente impotente como los discípulos y el padre de la lectura evangélica y, tocando las puertas de la esperanza, saca un clamor humilde y sincero: «Creo, Señor, ayuda mi poca fe.» Y el Señor le contesta: «Esta clase (el demonio de la incredulidad) con nada puede ser arrojada sino con oración y ayuno.»

En el desierto de la Cuaresma, precisamente con oración y ayuno, subimos al monte de la Transfiguración, donde la Luz de Cristo, día a día, purifica nuestro corazón, mente y cuerpo; y en cuanto alcancemos el glorioso día de la Resurrección, nuestro «ayuda mi poca fe» será transformado en «todo lo puedo en Cristo que me fortifica.» (Flp 4: 13).

Nuestra Fe y Tradición

 la Cuerda de Oración (Komboskini o Chotki)

OrthRosaryChotki1La razón principal para la cual se utiliza el Komboskini, es para ayudarnos en nuestras oraciones a Dios. Las mejores horas para la oración, son en la noche antes de dormirnos o temprano en las mañanas antes de salir a trabajar alguien podría decir que aún sin el Komboskini podemos elevar nuestras oraciones y es cierto. Pero muchas veces, tenemos tantas preocupaciones y problemas, que hasta olvidamos darnos tiempo para la oración. Es entonces cuando el Komboskini de muñeca o de bolsillo nos pueden ayudar, mientras caminamos, vamos en bus o metro, esperamos que nos atiendan o en los momentos de oración en nuestra casa. Llevando la cuerda de oración en su mano, el monje recuerda su tarea principal continuamente: orar incesantemente, algo que el Apóstol Pablo no sólo requirió de los monjes, sino de todo cristiano en general (ITes. 5:17). Esto explica porqué a un monje recientemente tonsurado, se le confía inmediatamente por el abad el cordón de oración con las siguientes palabras: “Acepta, hermano ……, la espada espiritual que es la palabra de Dios en el Jesús eterno, ora por que debes tener el nombre del Señor en tu alma, tus pensamientos, y tu corazón, y di siempre: “Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten misericordia de mí, que soy pecador.”  Todos aquéllos que buscan su salvación están invitados a este recuerdo incesante del nombre salvador de Jesús, tanto las personas comunes, como los monjes o monjas.

Vida de Santos

San Juan Clímaco

Memoria en la 4ta semana de cuaresma  (30 de Marzo)

0330-SAN-JUAN-CLIMACOA partir del siglo VI, el célebre monasterio de Santa Catalina, fundado por Justiniano en el monte Sinaí, se convierte en el más importante centro de difusión e irradiación de espiritualidad.

Uno de los hombres más notables entre los grandes doctores sinaítas fue indudablemente Juan, abad del monasterio de Santa Catalina, de cuya vida, a pesar de haber sido uno de los ascetas orientales de mayor renombre, no se tiene mayores datos.  En cuanto a sus primeros años, la carencia de noticias es total, sólo podemos deducir que recibió una sólida formación intelectual.

A los dieciséis años ingresa en el Monasterio de Santa Catalina y se somete a la dirección de un cierto abad Martyrius, quien le conferirá la tonsura monástica a la edad de veinte años.

Tras la muerte de su padre espiritual, Juan, que en aquel entonces tendría alrededor de treinta y cinco años, decide entregarse a la vida solitaria.  Pasado un tiempo se le acercaría su primer discípulo, un monje llamado Moisés, y más tarde, atraídos por la aureola que había comenzado a desarrollarse a su alrededor, acuden los monjes en gran cantidad procurando su consejo.

Finalmente, fue elegido abad del Monasterio de Santa Catalina del Monte Sinaí.  Se supone que durante esta época redactó, a petición del abad Juan de Raitu, su Santa Escala, a la que le debe su nombre de “Clímaco”. Llegado a una edad muy avanzada retorna a la vida solitaria hasta su muerte.

San Juan Clímaco nos ha dejado una “Escala” compuesta por treinta escalones, número de la edad de Cristo cuando comenzó su predicación, ya que el objeto de “la Escala”, como dice el mismo Clímaco, es “llegar a la madurez de la plenitud de Cristo.” Son escalones de virtudes que cada cristiano tiene que subir mirando siempre al escalón treinta, donde mora el Amor que es el mismo Cristo quien bendice nuestro ascenso.

Sentencias de los Padres del Desierto

  • San Juan Clímaco:  Dios da la oración a quien reza.
  •  Decía el abad Evagrio: «Si estás desanimado, ora. Ora con temor y temblor, con ardor, sobriedad y vigilancia. Así es preciso orar, especialmente a causa de nuestros enemigos  invisibles, que son malos y se aplican a todo mal, pues sobre todo en este punto de la oración se esfuerzan en ponernos dificultades».
  • Decía la abadesa Sinclética: «Nuestro enemigo es vencido más fácilmente por aquellos  que nada poseen. Porque a éstos no tiene por donde atacarles. Muchos, por el contrario,  fueron vencidos ante la angustia y la tentación que los apartaba de Dios, al serles arrebatados  el dinero y demás posesiones».

Boletín del 03/04/2016

3er. Domingo de  la Cuaresma

La postración ante la vivificadora Cruz

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Himnos de la Liturgia

Tropario de la Resurrección

Tono 3

Que se alegren los celestiales, y que se regocijen los terrenales;
Porque el Señor desplegó la fuerza de su brazo,
pisoteando la muerte con su muerte. Y
Siendo el primogénito de entre los muertos,
nos salvó de las entrañas del Hades
y concedió al mundo la gran misericordia.

Tropario de la Postración Ante la Santa Cruz

Tono 1

audio27Salva, oh Señor, a tu pueblo y bendice tu heredad; 
concede a los fieles la victoria sobre el enemigo
y  a los tuyos guarda por el poder de tu Santa Cruz. 

Condaquio de Cuaresma

 Tono 8

audio27A ti, María, te cantamos como victoriosa; 
tu pueblo ofrece alabanzas de agradecimiento, 
pues de los apuros, Theotokos, nos has salvado. 
Tú, que tienes invencible y excelsa fuerza, 
de los múltiples peligros libéranos. 
Para que exclamemos a ti: ¡Alégrate oh Novia y Virgen!

Lecturas Bíblicas

Carta del Apóstol San Pablo a los Hebreos  (4:14 – 5:6)

Hermanos: Teniendo tal Sumo Sacerdote que penetró los cielos —Jesús, el Hijo de Dios— mantengamos firme la fe que profesamos. Pues no tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino probado en todo igual que nosotros, excepto en el pecado. Acerquémonos, por tanto, confiadamente al trono de Gracia, a fin de alcanzar misericordia y hallar Gracia para una ayuda oportuna.

Porque todo Sumo Sacerdote tomado de entre los hombres está puesto en favor de los hombres en lo que se refiere a Dios para ofrecer dones y sacrificios por los pecados; el cual puede sentir compasión hacia los que andan en la ignorancia y en el extravío, por estar también él envuelto en flaqueza. Y a causa de esa misma flaqueza debe ofrecer por sus propios pecados igual que por los del pueblo.

Y nadie se arroga tal dignidad, sino el llamado por Dios, lo mismo que Aarón. De igual modo, tampoco Cristo se apropió la gloria del Sumo Sacerdote, sino que la tuvo de Quien le dijo: Hijo mío eres tú; yo te he engendrado hoy. Como también dice en otro lugar: Tú eres sacerdote para siempre a semejanza de Melquisedec.

Evangelio según San Marcos (8: 34- 9: 1)

En aquel tiempo, Jesús llamó a la gente, a la vez que a sus discípulos, y les dijo: «Si alguno quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda  su vida por Mí y por el Evangelio, la salvará. Pues, ¿qué aprovecha al hombre si gana el mundo entero y pierde su vida? O, ¿qué recompensa dará el hombre por su vida? Porque quien se avergüence de Mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles.» Les decía también: «En verdad les digo, que entre los aquí presentes hay algunos que no gustarán la muerte hasta que vean venir con poder el Reino de Dios.»

Mensaje Pastoral

«Tome su cruz» y «sígame»

Nuestra Iglesia Ortodoxa dedicó el tercer domingo de la Cuaresma a la Postración ante la vivificadora Cruz. Los cantos del día son prolongación de los deTomaTuCruz la fiesta de la Exaltación de la santa Cruz (14 de septiembre), con la observación de que, en la presente ocasión, un énfasis especial se efectúa sobre la cruz personal de cada cristiano. Así que, mientras el 14 de septiembre la lectura evangélica es sobre la crucifixión de nuestro Señor, en el pasaje que leemos hoy, Jesús llamó a la gente, a la vez que a sus discípulos, y les dijo: «Si alguno quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame.»

«Tome su cruz» no tiene sentido sin el «sígame». Pues todos –cristianos o no, comprometidos o no, queramos o no– nos enfrentamos con cruces que son parte de la naturaleza de esta vida corrupta: cansancio, enfermedades, muertes, etc.; y la experiencia de perder a un ser querido es un ejemplo vivo de la cruz que todo hombre tiene en la vida. En este sentido la cruz es dolor y tristeza. Pero la cruz cristiana está acompañada con el imperativo «sígame»; ella ha de ser a la imagen y semejanza de la del Señor, lo que implica dos particularidades:

Primera, Cristo, exento de todo pecado y culpa, fue crucificado por nosotros; y el amor del cristiano, a Dios y al prójimo, le hace asumir la cruz no por obligación sino por convicción, no por realismo pasivo sino por iniciativa esperanzadora. Sin esta comprensión, el sacrificio, la humildad y la propia negación se hubieran vuelto unos conceptos irrazonables, pero el ejemplo de Jesús los muestra como actitudes necesarias y congruentes con la vida del que «quiere venir en pos de Mí».

Y la segunda particularidad es que la Cruz de Cristo y su Resurrección forman dos caras de la misma moneda (la portada del Evangelio litúrgico que se coloca sobre el altar en el templo ortodoxo tiene de cada lado uno de estos dos iconos). Cruz sin resurrección es muerte; dolor sin esperanza es blasfemia; arrepentimiento sin frutos es melancolía; ayuno sin sed de Dios es una mera dieta. La alegría, entonces, es un elemento básico en nuestra postración ante la preciosa Cruz: «Cantemos jubilosos y engrandezcamos con alabanzas la preciosa Cruz», dice un canto de los Maitines. En la lectura evangélica, la vocación del discípulo «tome su cruz y sígame» está acompañada con la alegría del objeto esperado: «En verdad les digo, que entre los aquí presentes hay algunos que no gustarán la muerte hasta que vean venir con poder el Reino de Dios.»

El feligrés, cruzando el desierto de la Cuaresma lleno de tentaciones y dificultades, se cansa, se aburre y quizás pierde el sentido; entonces, los Padres de la Iglesia plantan en medio de los días cuaresmales la Cruz, el Madero vivificador, reafirmándonos en el camino de la lucha. Los peregrinos atraviesan un camino escabroso; al cansarse, se sientan abajo de un árbol frondoso para descansar y, fortalecidos, completar lo que les falta.

Abrasémosla con fe: «Ante tu Cruz, oh Señor, nos prosternamos; y tu santa Resurrección glorificamos.»

Nuestra Fe y Tradición

La Señal de la Cruz

image002 La señal de la Cruz en la tradición bizantina, es en realidad la forma original que tuvo esta práctica entre todos los cristianos de los tiempos de la Iglesia Indivisa tanto de Occidente, como de Oriente.
Esta manera antiquísima de persignarse que aún se conserva en el seno de la Iglesia Ortodoxa, expresa de manera simple y lógica la doctrina trinitaria, puesto que el cristiano cuando pone sus dedos de la frente al abdomen, lo hace diciendo en nombre del Padre, cuando se dirige al hombro derecho, dice en nombre del Hijo, y cuando se dirige al hombro izquierdo, dice en nombre del Espíritu Santo, y esto tiene su razón de ser, y es la siguiente: el Hijo está sentado a la derecha del Padre; es por eso que entre los ortodoxos la señal de la Cruz se hace de derecha a izquierda, y no a la inversa como es el uso común entre los cristianos de Occidente, ya sean católicos, anglicanos o protestantes. Sin embargo, en países de tradición ortodoxa como Rumanía, se explica la señal de la Cruz de esta forma: partiendo de la frente, decimos “En el nombre del Padre”, descendiendo al abdomen se dice “y del Hijo”, luego, llegando al hombro derecho se repite “y del Espíritu Santo”, para terminar en el hombro izquierdo diciendo “Amén”.
Cuando nos persignamos debemos hacerlo repitiendo mentalmente: “En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.” Así demostramos nuestra fe en la Santísima Trinidad. En nuestro deseo de vivir y trabajar para la gloria de Dios. La palabra Amén significa: “De verdad” o “Así sea.”
La señal de la cruz nos da fuerza para rechazar y vencer el mal. Tenemos que hacerlo correctamente, sin apuro, respetuosamente y conscientemente del acto que significa el persignarse.
Debemos persignarnos: al iniciar, durante y al final de una oración; al reverenciar los iconos; al entrar y salir de la Iglesia; al besar la Cruz; también hay que hacerlo en los momentos difíciles de nuestras vidas, en alegrías y penas, en dolor y congoja; antes y después de las comidas.

 

Sentencias de los padres del Desierto

  • abad Pastor contaba que el presbítero Isidoro de Scitia dijo un día a la asamblea de los hermanos: «Hermanos, ¿no hemos venido aquí para trabajar? Y ahora veo que aquí no hay trabajo. Por tanto, cojo mi tienda y voy a donde haya trabajo. Así encontraré la paz».
  • Decía el abad Hiperequio: «Que broten siempre de tu boca himnos espirituales y que lameditación asidua alivie el peso de las tentaciones que te vengan. Un ejemplo claro de esto es el caminante cargado con un pesado equipaje: cantando, olvida el cansancio del camino».
  •  Dijo también: «Conviene que nos armemos contra las tentaciones, porque vienen de muchas clases. Así, cuando vengan demostraremos que estamos preparados para la lucha».

Boletín del 27/03/2016

2° Domingo de la Cuaresma

Domingo de Gregorio Palamás

 

1GP111

Himnos de la Liturgia

Tropario de la Resurrección

Tono 2

audio24Cuando descendiste a la muerte, oh
Vida Inmortal, mataste al Hades con el
rayo de tu divinidad, y cuando levantaste
a los muertos del fondo de la tierra,
todos los poderes Celestiales clamaron:
¡Oh Dador de vida, Cristo Dios, gloria
a Ti!

Tropario de San Gregorio Palamás

Tono 8

¡Oh Astro de la Ortodoxia, firmeza de la Iglesia y maestro;
hermosura de los ascetas, irrefutable campeón de los teólogos,
Gregorio el milagroso, orgullo de Tesalónica y predicador de la Gracia:
intercede por la salvación de nuestras almas!

Condaquio de la Gran  Cuaresma

Tono 8

audio132A ti, María, te cantamos como victoriosa;
tu pueblo ofrece alabanzas de agradecimiento,
pues de los apuros, Theotokos, nos has salvado.
Tú, que tienes invencible y excelsa fuerza,
de los múltiples peligros libéranos.
Para que exclamemos a ti: ¡Alégrate oh Novia y Virgen!

Lecturas Bíblicas

Carta del Apóstol San Pablo a los Hebreos (1:10 – 2:3)

Hermanos: Las Santas Escrituras dicen del Hijo: Tú, oh Señor, en el principio pusiste los cimientos de la tierra, y obras de tu mano son los cielos. Ellos perecerán, más Tú permaneces; todos como un vestido envejecerán; como un manto los enrollarás y serán cambiados. Pero Tú eres el mismo y tus años no tendrán fin. Y ¿a cuál de los ángeles dijo alguna vez: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por escabel de tus pies? Es que, ¿no son todos ellos espíritus servidores con la misión de asistir a los que han de heredar la salvación?

Por tanto, es preciso que prestemos mayor atención a lo que hemos oído, para que no nos extraviemos. Pues si la palabra promulgada por medio de los ángeles obtuvo tal firmeza, y  toda trasgresión y desobediencia recibió justa retribución, ¿cómo escaparemos nosotros si descuidamos tan gran salvación? La cual comenzó a ser anunciada por el Señor, y nos fue luego confirmada por quienes la oyeron.

Evangelio según San Marcos ( 2: 1-12)

En aquel tiempo, Jesús entró de nuevo en Cafarnaúm; al poco tiempo, había corrido la voz de que estaba en casa. Se agolparon tantos que ni siquiera ante la puerta había ya sitio, y Él les anunciaba la Palabra. Y le vinieron a traer a un paralítico llevado entre cuatro. Al no poder presentárselo a causa de la multitud, abrieron el techo encima de donde Él estaba y, a través de la abertura que hicieron, descolgaron la camilla donde yacía el paralítico. Viendo Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: «Hijo, tus pecados te son perdonados.» Estaban allí sentados algunos escribas que pensaban en sus corazones: «¿Por qué éste habla así? Está blasfemando. ¿Quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios?» Pero, al instante, conociendo Jesús en su espíritu lo que ellos pensaban en su interior, les dijo: «¿Por qué piensan así en sus corazones? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: “Tus pecados te son perdonados”, o decir: “Levántate, toma tu camilla y anda”? Pues para que sepan que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder de perdonar pecados –dice al paralítico-: “A ti te digo: levántate, toma tu camilla y vete a tu casa”.» Se levantó y, al instante, tomando la camilla, salió a la vista de todos, de modo que todos quedaban asombrados, y glorificaban a Dios diciendo: «Jamás vimos cosa parecida.»

Mensaje Pastoral

¿Razón o corazón?

San Gregorio Palamás, un monje del Monte Athos y luego arzobispo de Tesalónica (Siglo XIV), Palamas11se encargó de refutar el filosofismo de Barlaam, un italiano de origen griego cautivado por la filosofía griega. Así se enfrentó la espiritualidad ortodoxa con el racionalismo occidental:

•             Barlaam exageró en venerar a los filósofos al grado de considerarlos iguales a los apóstoles; identificaba o, más bien, confundía la sabiduría divina con la mundana; para él, ambas, tienen el mismo objeto, esto es, encontrar la verdad que, mientras a los apóstoles fue otorgada por revelación, a nosotros nos ha sido dada por el estudio y la investigación (según Barlaam). San Gregorio Palamás rechazó rotundamente esta identificación entre las dos sabidurías apoyándose en las palabras de san Pablo: «Como el mundo mediante su propia sabiduría no conoció a Dios en su divina Sabiduría, quiso Dios salvar a los creyentes mediante la necedad de la predicación» (1 Cor 1:21). Mientras el rango de la filosofía es conocer la creación, el de la fe es el conocimiento de Dios que «se nos ha revelado».

•             El hombre, según Barlaam, es materia (cuerpo) y espíritu, que son elementos independientes pegados frágilmente; un día serán separados de modo definitivo, y antes de que este enlace sea disuelto, es imposible conocer a Dios. En cambio, Palamás enfatizaba que el ser humano es una unión absoluta de cuerpo y alma, y Dios se ha revelado a esta unión. La Esencia de Dios es incomprensible a los hombres, sea en esta vida o en la venidera, aunque sí es alcanzable a nuestro ser, y desde la vida presente, el conocimiento de Dios por la Gracia divina y no Creada; «para que os hicierais partícipes de la naturaleza divina» (1Pe 1:4).

•             Barlaam decía: La iluminación que se llevó a cabo en el monte Tabor (durante la Transfiguración del Salvador) y todas las demás iluminaciones efectuadas en este mundo y perceptibles a nuestros sentidos, son luces creadas o ilusión, mientras que el conocimiento supera los sentidos. Palamás le contestó: la divina Luz es eterna y no creada, y nosotros los hombres, tal como somos en nuestra limitación, hemos sido dignos, por la infinita misericordia de Dios, de participar de esta Luz.

•             La oración, según Barlaam, es una práctica ajena al cuerpo y pertenece únicamente al alma; así que la óptima oración es efectuada cuando la mente abandona el cuerpo. En cambio, la visión cristiana (la de Palamás) defiende el cuerpo como morada de la divina Luz: «¿No sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo?» (1Cor 7:19). Lo que el cristiano busca no es librarse del cuerpo sino de «las obras de la carne»  (Gal 5:19).

Los escritos de Palamás fueron fruto de todo lo que había vivido y experimentado; en cambio, la ideología de Barlaam fue resultado de un estudio racional, cuyo rango seguramente no es lo divino. La Iglesia conserva la memoria de san Gregorio Palamás en el segundo domingo de la Cuaresma, enfatizando que la vida virtuosa, la oración sencilla, la humilde postración y la purificación de los sentidos forman la puerta que abrimos para que la Gracia de Dios ilumine nuestra noche racional.

Nuestra Fe y Tradición

El Akathistos a la Madre de Dios

35656_124886317552635_8332392_nEl Akáthistos (a veces pasa al español como “acátisto”) es un gran himno de la liturgia oriental griega que medita sobre el misterio de la Maternidad Divina.

Akáthistos quiere decir “no sentado”. Se le llama así porque, a diferencia de otros himnos en la liturgia bizantina, se canta y escucha de pie como el Evangelio en señal de especial reverencia.  La Iglesia oriental lo considera como expresión de su doctrina y piedad hacia la Madre de Dios.

En el rito bizantino ocupa un lugar privilegiado y goza de su propia fiesta: el quinto sábado de cuaresma, llamado precisamente por eso sábado de Akáthistos.

Es un himno de acción de gracias. La ciudad de Constantinopla, consagrada a María, cuando se veía asediada por los bárbaros recurría a su protección; y le daba gracias con vigilias y cánticos en su honor. Según el relato del Sinaxario, el Akáthistos habría tomado su nombre de las celebraciones nocturnas de agradecimiento a María: “Celebramos esta fiesta en recuerdo de las prodigiosas intervenciones de la Inmaculada Madre de Dios.

Cuando en 1453 el imperio bizantino cayó bajo los turcos, no se derrumbó esta confianza, sino que se elevó al orden de la gracia: el patriarca Jorge Scholarios decía a María que ya no la importunarían para que salvase a la ciudad, pero que les conservase siempre en la fe de los padres. El Akáthistos sigue siendo el testimonio seguro de la fe.

La vasta tradición manuscrita transmite casi siempre el Akáthistos como anónimo; los libros litúrgicos lo recogen siempre anónimo. Solamente algún códice, debido quizá a los acontecimientos históricos que recuerda el Sinaxario sobre las noches que el pueblo pasó en vela dando gracias a la Madre de Dios, lo atribuye al patriarca Sergio(s. VII) o al patriarca Germán(s. VIII). Pero un himno tan elaborado no se compuso ciertamente en una noche; más que un momento y un arte, expresa una vida.

Algunos estudiosos han propuesto como autor probable a Román el Melode, príncipe de los himnógrafos del s. VI. Pero Román y ningún otro himnógrafo sagrado alcanza la sublimidad y la profundidad del Akáthistos . Su autor fue ciertamente un gran poeta, un insigne teólogo, un contemplativo consumado, tan grande, que supo traducir en síntesis orante lo que la fe profesa; tan humilde que desapareció su nombre. Dios conoce su nombre, pero el mundo lo ignora. Conviene que así sea; de esa forma el himno es de todos porque es de la Iglesia.

La fecha de composición del Akáthistos , según los estudiosos más recientes, oscila entre la segunda mitad del s. V y los primeros años del s. VI. En efecto, es posterior a una homilía de Basilio de Seleucia(S.V), de quien depende verbalmente una estrofa, y anterior al kontakión de Román de Melode sobre el patriarca José, inspirado en el Akáthistos .

Además, desde el punto de vista litúrgico parece anterior a la institución de la fiesta de la Anunciación, instituida bajo el emperador Justiniano en torno al año 535: efectivamente, el himno no sigue el formulario de la Anunciación, sino el de la única fiesta primitiva de la Madre de Dios, que caía el día después de Navidad o en el ciclo natalicio. Así pues, el Akáthistos expresa una situación cultural arcaica; y también en este aspecto tiene un valor inmenso, ya que nos remite a las primeras expresiones del culto a María.

Vida de Santos

San Gregorio Palamás  (1296-1359)

Creció en una familia cristiana piadosa, en un ambiente culto donde estudió la Retórica, pero gregoriopalam1desde pequeño anhelaba la vida monástica, así que, al llegar a la edad de 20 años, se marchó con su hermano hacia el monte Athos donde se dedicó a buscar la divina sabiduría con devoción, humildad y austeridad. Su nombre sobresalió entre los monjes, por tanto, unos años más, fue elegido abad  de un monasterio en Athos. Extrañando la vida de la soledad, no pudo quedarse en su posición más que un año, así que regresó a su ermita.

Desde su celda el monje Gregorio se enfrentó con una persona, llamada Barlaam, griego-italiano culto que estaba enamorado de la filosofía antigua griega, a tal grado que elevaba a los filósofos a la postura de los apóstoles en el conocimiento de Dios. Afectado por el dualismo de la filosofía griega, Barlaam despreció el cuerpo como obstáculo para el alma. San Gregorio le contestó con la experiencia de la Iglesia “vuestros cuerpos son santuarios del Espíritu Santo”, lo que piden los cristianos no es liberarse del cuerpo, sino de los deseos y pasiones carnales.

Gregorio y Barlaam intercambiaron escritos ofensivos durante tres años, hasta que se reunió el concilio (1341) en Constantinopla, donde se confirmó la recta fe de Gregorio y se condenó la enseñanza de Barlaam.

Gregorio fue elegido metropolita de Tesalónica donde permaneció 12 años durante los que predicó con la palabra de Dios, educó las almas y conservó la recta fe, ni siquiera su enfermedad que concluiría con su muerte, sería un obstáculo serio en su ardua labor. En el transcurso de los últimos días de su vida, exclamaba con frecuencia, “lo celestial es para los celestiales” como si estuviera viendo abiertos los cielos. Su muerte era el bienaventurado final de una vida milagrosa en este mundo, e inicio de una eterna, cerca del divino trono.

Su lucha por la ortodoxia era conocida para todos sus contemporáneos, así como su santidad,  sus milagros durante la vida y después de muerte. Todo esto provocó el unánime reconocimiento del pueblo a su santidad la cual fue anunciada no más de 10 años después de su muerte, y determinándose el día de su recuerdo en el segundo domingo de la Cuaresma.

Sentencias de los Padres del Desierto

  • Decía un anciano: «La oración asidua cura enseguida el alma».
  • Uno de los Padres decía: «Es imposible que uno vea su rostro en un agua turbia. Tampoco el alma, si no se purifica de pensamientos extraños, puede contemplar a Dios en la oración».
  • Saber decir algo sobre Dios no significa haberse encontrado con Él.  (Gregorio Palamás)

Boletín del 13/03/2016

Domingo del Perdón

Abstinencia del Queso

03_05_07_lent1

“Ay de mí, yo miserable, que transgredí tu mandamiento,
oh Señor; pues, fui despojado de tu gloria,  marcado por la vergüenza
y exiliado de la felicidad del Paraíso. Ten piedad de mí,
quien justamente fui privado de tu bondad, oh Misericordioso.”
                                                                                                                            Exapostelario

Himnos de la Liturgia 

Tropario de la Resurrección

Tono 8

audio1Descendiste de las alturas, oh Piadoso,
y aceptaste el entierro de tres días para librarnos de los sufrimientos.
Vida y Resurrección nuestra, oh Señor, gloria a ti.

Condaquio del Domingo de la abstinencia del queso

 Tono 6

¡Oh Guía hacia la sabiduría, Dador de la inteligencia,
Instructor de los ignorantes y Protector de los pobres!,
fortalece, oh Señor, mi corazón y dale comprensión,
y concédeme la palabra, oh Palabra del Padre.
Pues heme aquí y mis labios no vacilan en exclamarte:
“Oh Misericordioso, ten piedad de mí, el caído.”

Lecturas Bíblicas

Carta del Apóstol San Pablo a los Romanos (13:11 – 14:4)

Hermanos: La salvación está más cerca de nosotros que cuando abrazamos la fe. La noche está avanzada. El día se avecina. Despojémonos, pues, de las obras de las tinieblas y revistámonos de las armas de la luz. Como en pleno día, procedamos con decoro; nada de comilonas y borracheras; nada de lujurias y desenfrenos; nada de rivalidades y envidias. Revístanse más bien del Señor Jesucristo y no se interesen en la carne para satisfacer su concupiscencia.

Acojan bien al que es débil en la fe, sin discutir opiniones. Uno cree poder comer de todo, mientras el débil no come más que verduras. El que come, no desprecie al que no come; y el que no come, tampoco juzgue al que come, pues Dios le ha acogido. ¿Quién eres tú para juzgar al criado ajeno? Que se mantenga en pie o caiga sólo interesa a su amo; pero quedará en pie, pues poderoso es el Señor para sostenerlo.

Evangelio según San Mateo (6: 14-21)

Dijo el Señor: «Si ustedes perdonan a los hombres sus ofensas, les perdonará también a ustedes su Padre celestial; pero si no perdonan a los hombres sus ofensas, tampoco su Padre perdonará las de ustedes.

Cuando ayunen, no pongan cara triste como los hipócritas, que desfiguran su rostro para que los hombres vean que ayunan; en verdad les digo, que ya tienen su recompensa. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, para que tu ayuno sea visto, no por los hombres sino por tu Padre que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará en público.

No acumulen tesoros en la tierra, donde hay polilla y herrumbre que corroen, y ladrones que socavan y roban. Acumulen más bien tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que corroan, ni ladrones que socaven y roben. Porque donde está tu tesoro, ahí está también tu corazón.»

Mensaje Pastoral 

La expulsión de Adán

En el domingo presente, último antes de iniciar la Cuaresma, la Iglesia recuerda la expulsión de Adán del paraíso.

imagesEl engaño que Satanás planteó ante los ojos de Adán –y no ha dejado de hacerlo– es que el hombre es capaz de vivir sin Dios y de lograr su propia satisfacción. Y mientras la trampa, figurada en el relato bíblico en el fruto, es tan sólo un atractivo externo –«la mujer vio que el árbol era bueno para comer y apetecible a la vista» (Gn 3:6)–, el resultado del acceso a su seducción concluirá sin lugar a duda en amargura: es la amargura de la expatriación del hombre lejos de Dios y su propia excomunión.

El ayuno es una marcha de regreso que implica apartarse del egoísmo soberbio y dirigirse hacia Dios y los demás. El ayuno no es una condición requerida para obtener cierta justificación –error común que la parábola del fariseo y el publicano advirtió claramente– sino una invitación para un cambio: cambiar el amor propio (el yo) por el amor a quienes están fuera de mis limitaciones (Dios y los demás). Esto es lo que hace que el ayuno sea hoy más importante que nunca, ya que vivimos en la era del individualismo.

Cuando ayunamos, nos abrimos a los demás y a sus necesidades; cuando ayunamos, sentimos lo que es el hambre y comprendemos que «no sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios» (Mt 4:4). La esencia del ayuno es obtener esta hambre, no de comidas, sino de Dios; dejar a un lado el interés mundano –siempre justificado y natural– para disponer más espacio a la acción del Espíritu. La Cuaresma es un ambiente espiritual en el que vamos creyendo, más y más, y asimilando  que  «la  necesidad  es  de  uno  solo» (Lc 10:42): de Dios, Quien nos alimenta con su Gracia. Y cuando llega la Pascua, meta de toda la peregrinación cuaresmal, advertimos que, en Él, ya lo tenemos Todo.

El ayuno es más que una obligación, es una necesidad, un ejercicio espiritual que procura sensibilizarnos  y transformar la regla que suele regir nuestra vida «comer, consumir y recibir lo más que se pueda» en «ayunar y dar amor lo más que pueda yo».

Adán que atraído por lo «apetecible a la vista» ha perdido la dulzura del Paraíso, regresa con la vigilia de los sentidos y los deseos a ver la Luz, y su vida vuelve a ser el jardín donde «Dios se paseaba a la hora de la brisa» (Gn 3: 8) y a toda hora. Amén.

Nuestra Fe y Tradición

La Confesión

¿Qué hacer cuando la conciencia tortura a la persona? ¿Qué hacer, cuando el alma se llena de angustia? La Iglesia Ortodoxa aconseja confesarse. La confesión es la denuncia del pecado, es la decisión de no repetirlo más.

Nosotros pecamos contra Dios, contra el prójimo, contra nosotros mismos.  Pecamos con los hechos, con palabras, hasta con el pensamiento. Pecamos por inducción del diablo, por influencia del mundo circundante, por propia voluntad. “No hay hombre que viva sobre la tierra y no peque”. Pero tampoco hay un pecado que no sea perdonado por Dios por medio de la confesión. Para la salvación de los pecadores Dios se hizo hombre, ha sido crucificado y resucito de los muertos. Los Santos Padres comparan la misericordia de Dios con el mar que apaga la más fuerte llama de iniquidad de los humanos.

En la confesión no hay que justificarse, quejarse de las condiciones cotidianas, enmascarar los pecados con frases nubladas como “he pecado contra el sexto mandamiento,” o contar sobre temas ajenos. En ningún caso se puede esconder, callar nada: el pecado se puede esconder al sacerdote pero no a Dios Omnisapiente.

En ciertos casos el sacerdote puede indicar a quien  se confiesa una penitencia en cierta forma una cura espiritual dirigida hacia la extirpación del pecado.

El hombre es responsable de sus pecados desde los siete años de edad. El que se bautizó a edad madura, no tiene la necesidad de confesar lo referente a su vida previa al Bautismo, aunque se le recomienda una conversación  con un padre espiritual que le dé luz sobre como encaminar su vida.

Vida de Santos

Nuestro Padre entre los Santos Cirilo, Obispo de Jerusalem

18 de marzo

stciriljerusalem_fixed250Se ignora lo que San Cirilo hizo, antes de ser Obispo de Jerusalén, pero se sabe que Dios honró el principio de su Episcopado, con una maravilla, que causó admiración en todo el Imperio Romano. El día 7 de Mayo de 351 apareció en el aire una Cruz tan luminosa, que no podía oscurecerla ni el resplandor del Sol.

Se extendía esta Cruz desde el Monte Calvario hasta el de los Olivos, distante uno del otro cerca de tres cuartos de legua y era del mismo ancho. Todos los que se encontraban en Jerusalén, cristianos y paganos fueron testigos de esta maravilla, que comenzó a las nueve de la mañana y duró muchas horas.

Cirilo informó de este suceso al emperador Constancio, en una carta que aún se conserva. Se ignora lo que hizo San Cirilo desde esta aparición hasta el fin del año 357, en el cual fue depuesto por las intrigas y el odio de Acacio, Obispo de Cesarea, con quien estaba en entredicho, ya que pretendía que nuestro Santo usurpaba los derechos de la Metrópoli. Esta controversia aumentó por la diversidad de las opiniones, porque Acacio sostenía el arrianismo y San Cirilo seguía la doctrina de la Iglesia cristiana ortodoxa.

Acacio era un hombre inquieto, citó muchas veces a San Cirilo para juzgarlo, pero el Obispo de Jerusalén no compareció, porque no reconocía a Acacio como su superior. Pero éste tenía gran crédito en la corte y estaba apoyado por los Grandes y Prelados que pensaban como él, hizo deponer a San Cirilo por haberse rehusado a comparecer y responder las acusaciones formuladas contra él. Una de estas acusaciones sostenía que Cirilo había vendido los tesoros de la Iglesia. Es verdad, que hallándose afligido el territorio de Jerusalén, acosado por el hambre, el pueblo acudió a San Cirilo, un padre bueno y generoso, para solicitarle ayuda, y como Cirilo no tenía dinero, vendió algunos vasos sagrados y telas preciosas.

Cirio no hizo caso de su acusación por considerarla injusta y hecha contra las reglas, y apeló ante otro tribunal, remitiendo el acta de la apelación a los que lo habían depuesto.

Habiendo juntado los Obispos un Concilio en Seleucia, en el mes de Septiembre del año 359, Cirio se presentó y pidió que se hiciese justicia. Nuestro Santo fue escuchado favorablemente y restablecido en la Silla de Jerusalén, y Acacio, depuesto.

Pero al año siguiente, en 360, Acacio, que no había perdido su crédito, volvió otra vez en contra de San Cirio y logró deponerlo en un acuerdo en el que se hizo dueño por sus intrigas.

El Santo Obispo murió en 386, después de 35 años de Episcopado.

 Sobre el Ayuno

                                                                                                                                  San Isaac el Sirio

  • El hambre es una óptima manera para instruir los sentidos.
  • En un estómago lleno de comida no habrá lugar para conocer los misterios de Dios.
  • Apenas el hombre inicia el ayuno, la mente anhela convivir con Dios.

 

Boletín del 06/03/2016

Domingo de la abstinencia de la carne

Memoria del Juicio Final

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Himnos de la Liturgia

Tropario de la Resurrección

Tono 7

audio1Destruiste la muerte con tu cruz y abriste al ladrón el Paraíso;
a las Mirróforas los lamentos trocaste y
a tus Apóstoles ordenaste predicar que resucitaste,
oh Cristo Dios, otorgando al mundo la gran misericordia.
 

Condaquio del Domingo del Juicio final

Tono 1

Cuando vengas con gloria a la Tierra,
oh Dios, temblará toda la creación:
el río de fuego fluirá  ante el Estrado,
los libros serán abiertos y lo secreto revelado.
Entonces, libérame del fuego inextinguible
y hazme digno de estar a tu Diestra, oh justo Juez.

Lecturas Bíblicas

Primera Carta del Apóstol San Pablo a los Corintios  (8:8 – 9:2)

Hermanos: No es la comida lo que nos acercará a Dios: ni somos menos porque no comamos, ni somos más porque comamos. Pero tengan cuidado que esa su libertad no sirva de tropiezo a los débiles. En efecto, si alguien te ve a ti, que tienes conocimiento, sentado a la mesa en un templo de ídolos, ¿no se creerá autorizado por su conciencia, que es débil, a comer de lo sacrificado a los ídolos? Y por tu conocimiento se pierde el hermano débil, por quien Cristo murió. Y pecando así contra los hermanos, hiriendo su conciencia, que es débil, pecan contra Cristo. Por tanto, si un alimento causa tropiezo a mi hermano, nunca comeré carne para no escandalizar a mi hermano.

¿No soy yo libre? ¿No soy yo apóstol? ¿Acaso no he visto yo a Jesús, Señor nuestro? ¿No son ustedes mi obra en el Señor? Si para otros no soy yo apóstol, para ustedes sí que lo soy; pues, ¡el sello de mi apostolado son ustedes en el Señor!

Evangelio según San Mateo (25: 31-46)

Dijo el Señor: «Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria acompañado de todos sus ángeles, entonces se sentará en su trono de gloria. Serán congregadas delante de Él todas las naciones, y Él separará a los unos de los otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos. Pondrá las ovejas a su derecha y los cabritos a su izquierda. Entonces dirá a los de su derecha: “Vengan, benditos de mi Padre, hereden el Reino preparado para ustedes desde la creación del mundo. Porque tuve hambre, y me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; era forastero, y me acogieron; estaba desnudo, y me vistieron; enfermo y me visitaron; en la cárcel, y vinieron a verme.” Entonces los justos responderán: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; o sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero, y te acogimos; o desnudo, y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a verte?” Y el Rey les dirá: “En verdad les digo, que cuanto hicieron a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicieron.”

 Entonces dirá también a los de su izquierda: “Apártense de Mí, malditos, al fuego eterno preparado para el Diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber; era forastero, y no me acogieron; estaba desnudo, y no me vistieron; enfermo y en la cárcel, y no me visitaron.” Entonces dirán también éstos: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento o forastero o desnudo o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?” Y Él entonces les responderá: “En verdad les digo, que cuanto dejaron de hacer con uno de estos más pequeños, también conmigo dejaron de hacerlo.” E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la Vida Eterna.»

Mensaje Pastoral

La báscula del juicio

Estando a las puertas de la Cuaresma, nuestra Iglesia conmemora el Día del Juicio, es decir, la segunda venida de nuestro Señorjuicioicon25 Jesucristo. La lectura del Evangelio enfatiza el criterio del Juicio Final, y lo que leemos está claro: seremos juzgados según la medida de nuestra misericordia, es decir, la medida de nuestro amor.

La palabra «amor» a menudo es manipulada o malentendida. El pasaje bíblico destaca las palabras de nuestro Señor Jesús cuando dice: «cuanto hicieron a uno de estos hermanos…» Entonces no se trata de un término abstracto ni de emociones y sentimientos sino de acción. Nosotros, pues, seremos separados entre ovejas y cabritos –como lo ilustra la imagen de la parábola– según nuestras obras de amor.

Erróneamente, el amor es limitado a tan sólo un afecto pasivo. Quizás podamos tener sentimientos de antipatía y rechazo hacia cierta persona, pero si nos comportamos con ella con delicadeza y amor, transformamos, a través de la lucha, nuestro odio en caridad y clemencia. Por otro lado, podemos tener en nuestro interior el sentimiento más delicado hacia alguien y sentirnos emocionalmente dependientes de él, pero a la vez tratarlo con hostilidad.

El amor significa, sin duda alguna, ceder a los demás el primer lugar, y el egoísmo es exactamente lo contrario, es decir, tomar para mí la primacía y dejar al prójimo lo último. Que yo ame a alguien equivale a que quiera y desee darle a él el primer lugar, amarle más de lo que me quiero a mí mismo y desearle el bien a él antes que a mí.

La Cuaresma, cuando va de la mano con las obras de la misericordia, constituye un gesto de abstinencia que nos lleva a abandonar nuestro egoísmo y nos estimula a despojarnos del hombre viejo y a proclamar al nuevo. En ella, dejamos atrás todos nuestros malos deseos, nos abstenemos de los intereses que nos llevan a la perdición, y aprendemos a ver y considerar a «los hermanos más pequeños» del Señor y apreciar en ellos su Presencia. Y así se inclina la balanza favorablemente: «Conviene que Él crezca, y que yo mengüe» (Jn 3:30).

Nuestra Fe y Tradición

Alimentos de la Vigilia

ayuno0Unos fieles preguntaron al anciano: “¿Padre, cuáles alimentos se nos permite comer en la Cuaresma, y cuáles no?”.

 Él comprendió que su preocupación se apegaba al “menú” cuaresmal y descuidaba el espíritu del ayuno que supera meros alimentos de vigilia. Les contestó así:

la Iglesia recomienda, en esta temporada, tres tipos de alimento que Jesús ha mencionado en su Evangelio. En realidad son alimentos adecuados para cualquier tiempo, pero en la cuaresma, con mucha más concentración:

1- Dijo el Señor: “No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mt 4:4). Eso es el primer alimento. Sabemos que “toda palabra que sale de la boca de Dios” ha sido escrita en la Biblia. Y por ello nos dedicamos a estudiar la santa Escritura con anhelo y asiduidad.

2- Dijo el Señor: “Mi alimento es hacer la voluntad del que me ha enviado y llevar a cabo su obra” (Jn 4:34). El mismo Jesús se ha alimentado de “hacer la voluntad de Dios Padre”, y a nosotros que llevamos su nombre, nos ha enseñado a gustar lo mismo, cada vez que clamemos desde el fondo del corazón: “hágase tu voluntad así la tierra como en el cielo”. Este alimento consiste en llevar a cabo lo que hemos leído en la Biblia.

3- Dijo el Señor: “mi Carne es verdadera comida, y mi Sangre es verdadera bebida, el que come mi Carne y bebe mi Sangre permanece en Mí y Yo en él.” (Jn 6:55). El tercer tipo de alimento lo buscamos cuando nos reunimos como una familia para comulgar a Aquél, a Quien hemos conocido en la santas Escrituras, y hemos luchado para obrar cuya Voluntad.”

Vida de Santos

San Sofronio Patriarca de Jerusalén

11 de marzo

Sofronio nació en Damasco y desde pequeño estudió tan excesivamente, que estuvo a punto de quedar ciego; pero gracias a eso elicono santo llegó a ser tan versado en la filosofía griega, que recibió el sobrenombre de “el sofista.” Junto con su amigo, célebre ermitaño Juan Mosco, viajó mucho por Siria, Asia Menor y Egipto, donde tomó el habito de monje, el año 580. Los dos amigos vivieron juntos durante varios años en la ” Laura” de san Sabas y en el monasterio de Teodosio, cerca de Jerusalén. Su deseo de mayor mortificación los llevó a visitara los famosos ermitaños de Egipto. Después fueron a Alejandría, donde el patriarca San Juan el Limosnero les rogó que permaneciesen dos años en su diócesis para ayudarle a reformarla y a combatir la herejía. En dicha ciudad fue donde Juan Mosco escribió el

” Prado Espiritual,” que dedicó a San Sofronió. Juan murió hacia el año 620, en Roma, a donde había ido en peregrinación. San Sofronio retornó a Palestina y fue elegido Patriarca de Jerusalén, por su piedad, saber y ortodoxia.

En cuanto tomó posesión de la sede, convocó a todos los obispos del patriarcado para condenar la herejía monotelita y compuso una carta sinodal, en la que exponía y defendía la doctrina ortodoxa. Esa carta, fue más tarde ratificada por el sexto Concilio Ecuménico, llego a manos de Papa Honorio y del patriarca de Constantinopla, Sergio, quien había aconsejado al Papa que escribiese en términos evasivos acerca de la cuestión de las dos voluntades de N.S.J.C. Parece que Honorio no se pronunció nunca sobre el problema; su silencio fue muy poco oportuno, pues daba la impresión de que el Papa estaba de acuerdo con los herejes. Sofronio, viendo que el emperador y muchos prelados del oriente atacaban la verdadera doctrina, se sintió llamado a defenderla con mayor celo que nunca. Llevó al Monte Calvario a su sufragéneo, Esteban, obispo de Dor y ahí le conjuró, por N.S.J.C Crucificado y por la respuesta que tendría que dar a Dios el día del juicio, “a ir a la Sede Apostólica, base de toda doctrina revelada, e importunar al Papa hasta que se decidiese a examinar y condenar la nueva doctrina.” Esteban obedeció y permaneció en Roma diez años, hasta que el Papa San Martín I, condenó la herejía monotelita, en el Concilio de Letrán, el año 649.

Pronto tuvo San Sofronio que enfrentarse con otras dificultades. Los sarracenos habían invadidos Siria y Palestina; Damasco había caído en su poder en 636; y Jerusalén en 638. El santo patriarca, había hecho cuanto estaba en su mano por ayudar y consolar a su grey, aun a riesgo de su vida. Cuando los mahometanos sitiaban la ciudad, San Sofronio tuvo que predicar en Jerusalén el sermón de Navidad, pues era imposible ir a Belén en aquellas circunstancias. El santo huyó después de la caída de la ciudad y, según parece, murió al poco tiempo, probablemente en Alejandría.

Sentencias de los Padres del Desierto

  • Dijo un anciano: «El cuidado por agradar a los hombres hace perder todo el aprovechamiento espiritual y deja al alma seca y descarnada».
  • Dijo el abad Pastor: «Enseña a tu corazón a cumplir lo que a otros enseñas con tus palabras». Y  añadió: «Los hombres cuando hablan parecen perfectos. Al cumplir lo que dicen no lo son tanto».
  • Un  hermano se llegó al abad Teodoro y empezó a hablar e inventar cosas de las que no tenía ninguna experiencia. El anciano le dijo: «Todavía no has encontrado barco, ni has colocado en él tu equipaje, ni has empezado a navegar, y he aquí que ya has llegado a la ciudad de destino. Cuando hayas puesto por obra todo eso de lo que me has estado hablando, entonces podrás empezar a hablar de ello».

Boletín del 28/02/2016

Domingo del Hijo Pródigo

 

Himnos de la Liturgia

Tropario de la Resurrección

Tono 6

audio27

Los poderes celestiales aparecieron sobre tu sepulcro;
y los guardias quedaron como muertos;
María se plantó en el sepulcro buscando Tu Cuerpo Purísimo;
sometiste al hades sin ser tentado por él;
y encontraste a la Virgen otorgándole la vida.
¡Oh Resucitado de entre los muertos, Señor, gloria a Ti
 

Condaquio Domingo del Hijo Pródigo

Tono 3

Al dejar tu gloria paterna con ignorancia,
derroché vanamente la riqueza que me otorgaste.
Clamo a Ti como el pródigo, oh Compasivo:
“He pecado contra el cielo y ante Ti, oh Padre;
acéptame como arrepentido, y admítame como uno de tus jornaleros.

Lecturas Bíblicas

Primera Carta del Apóstol San Pablo a los Corintios (6: 12-20)

Hermanos: Todo me es lícito, mas no todo me conviene. Todo me es lícito, mas no me dejaré dominar por nada. La comida para el vientre y el vientre para la comida, mas Dios destruirá aquél y ésta. Pero el cuerpo no es para la fornicación, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo. Y Dios, que resucitó al Señor, nos resucitará también a nosotros mediante su poder.

¿No saben que sus cuerpos son miembros de Cristo? Y ¿había de tomar yo los miembros de Cristo para hacerlos miembros de prostituta? ¡De ningún modo! ¿O no saben que quien se une a la prostituta se hace un solo cuerpo con ella? Pues está dicho: Los dos se harán una sola carne. Mas el que se une al Señor, se hace un solo espíritu con Él.

¡Huyan de la fornicación! Todo pecado que comete el hombre queda fuera de su cuerpo; mas el que fornica, peca contra su propio cuerpo.

¿O no saben que su cuerpo es templo del Espíritu Santo, que está en ustedes y han recibido de Dios, y que no se pertenecen, pues han sido comprados? Glorifiquen, por tanto, a Dios en su cuerpo y en su espíritu que pertenecen a Dios.

Evangelio según San Lucas (15: 11-32)

Dijo el Señor esta parábola: «Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo al padre: “Padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde.” Y él les repartió la hacienda. Pocos días después el hijo menor lo reunió todo y se marchó a un país lejano donde malgastó su hacienda viviendo como un libertino. Cuando hubo gastado todo, sobrevino un hambre extrema en aquel país, y comenzó a pasar necesidad. Entonces, fue y se ajustó con uno de los ciudadanos de aquel país, que lo envió a sus fincas a apacentar puercos. Y deseaba llenar su vientre con las algarrobas que comían los puercos, pero nadie se las daba. Y volviendo en sí mismo, dijo: “¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, mientras que yo aquí me muero de hambre! Me levantaré, iré a mi padre y le diré: Padre, pequé contra el cielo y ante ti, ya no merezco ser llamado hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros.” Y, levantándose, partió hacia su padre. Estando él todavía lejos, le vio su padre y, conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente. El hijo le dijo: “Padre pequé contra el cielo y ante ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo.” Pero el padre dijo a sus siervos: “Traigan aprisa el mejor vestido y vístanlo, pónganle un anillo en su mano y unas sandalias en los pies. Traigan el novillo cebado, mátenlo, comamos y celebremos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido hallado.” Y comenzaron la fiesta. Su hijo mayor estaba en el campo y, al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música y las danzas; llamó a uno de los criados y le preguntó qué era aquello. Él le dijo: “Ha vuelto tu hermano y tu padre ha matado el novillo cebado, porque le ha recobrado sano.” Él se irritó y no quería entrar. Salió su padre y le suplicaba. Pero él replicó: “Hace tantos años que te sirvo y jamás dejé de cumplir una orden tuya, pero nunca me has dado un cabrito para tener una fiesta con mis amigos. ¡Y ahora que ha venido ese hijo tuyo, que ha devorado tu hacienda con prostitutas, has matado para él el novillo cebado!” Pero él le dijo: “Hijo, tu siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero convenía celebrar una fiesta y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido hallado”.

Mensaje Pastoral

Eucaristía de penitencia

La Cuaresma es, por excelencia, la temporada penitencial en la que la Iglesia nos incita a ingresar por «las puertas de la contrición» y gustar la dulzura de este modo de vivir. Parte de la preparación para la Cuaresma es la lectura de la parábola del Hijo Pródigo que nos expone los sentidos positivos de la penitencia y del retorno hacia una vida sujeta, por propia voluntad, al cuidado paternal.

En la parábola, Jesús enfatiza el alimento que el hijo comía en ambos estados, pecaminoso y penitencial; pues en su partida come algarrobas con pasiones, y he aquí que regresa y come el novillo cebado con alegrías. El placer que el sabor de las algarrobas dejaba, terminaba en amargura de soledad y de vacío, mientras la participación en el banquete de la casa paternal anunciaba una alegría que mira hacia el futuro con los ojos de la gratitud.

El encuentro con el Padre clemente y la experiencia de la reconciliación y del perdón gratuito son efectuados en medio de la Eucaristía.

Nuestra penitencia es examinada, a cada día, a la luz del llamado temible de la Eucaristía «Tomad y comed […] Bebed de él todos […]»: es el llamado del Padre compasivo y amoroso, Quien busca perpetuamente a su rebaño. El mundo exhibe ante nuestra vista todos sus engaños y redes, mientras el Señor nos extiende su banquete: divino Cuerpo y Sangre. El pecado y el arrepentimiento consisten en  prevalecer uno u otro de los dos ofrecimientos.

«Traigan el novillo cebado, mátenlo, comamos y celebremos una fiesta»; el santo Cáliz, y la exclamación del Cantor «¡Gustad y ved, qué dulce es el Señor!» –durante la Cuaresma– son capaces de estimularnos a decir la antigua frase litúrgica «váyase el mundo y venga la Gracia», que inclinemos la balanza a favor del «Pan esencial» en vez de las pasiones. El Cáliz de la Eucaristía, cuando lo contemplamos elevado, alza en nosotros la decisión: «Me levantaré, iré a mi padre y le diré: Padre, pequé contra el cielo y ante Ti […], trátame como a uno de tus jornaleros.» Él entonces ofrece su banquete generosamente: comemos y nos regocijamos.

Nuestra fe y Tradición

La Confesión

¿Qué hacer cuando la conciencia tortura a la persona? ¿Qué hacer, cuando el alma se llena de angustia? La Iglesia Ortodoxa aconseja confesarse. La confesión es la denuncia del pecado, es la decisión de no repetirlo más.

Nosotros pecamos contra Dios, contra el prójimo, contra nosotros mismos.  Pecamos con los hechos, con palabras, hasta con el pensamiento. Pecamos por inducción del diablo, por influencia del mundo circundante, por propia voluntad. “No hay hombre que viva sobre la tierra y no peque”. Pero tampoco hay un pecado que no sea perdonado por Dios por medio de la confesión. Para la salvación de los pecadores Dios se hizo hombre, ha sido crucificado y resucito de los muertos. Los Santos Padres comparan la misericordia de Dios con el mar que apaga la más fuerte llama de iniquidad de los humanos.

En la confesión no hay que justificarse, quejarse de las condiciones cotidianas, enmascarar los pecados con frases nubladas como “he pecado contra el sexto mandamiento,” o contar sobre temas ajenos. En ningún caso se puede esconder, callar nada: el pecado se puede esconder al sacerdote pero no a Dios Omnisapiente.

En ciertos casos el sacerdote puede indicar a quien  se confiesa una penitencia en cierta forma una cura espiritual dirigida hacia la extirpación del pecado.

El hombre es responsable de sus pecados desde los siete años de edad. El que se bautizó a edad madura, no tiene la necesidad de confesar lo referente a su vida previa al Bautismo, aunque se le recomienda una conversación  con un padre espiritual que le dé luz sobre como encaminar su vida.

 

Aromas monásticos

  • Uno preguntó a un anciano: “¿Por qué me desanimo continuamente?”. Y respondió: “porque no has visto todavía la meta.”
  • El alma es una fuente: si profundizas se hace más limpia; si arrojas en ella estiércol, se ensucia.
  • Uno preguntó al anciano: “¿cómo el alma adquiere la humildad?”. Y respondió: “Estando atenta tan sólo a sus propias faltas.”
  • No empieces a hacer nada sin que antes hayas examinado tu conciencia, para saber si lo que vas a hacer es según Dios.
  • Decía el Abad Antonio: “La vida y la muerte nos viene del prójimo; si ganamos a nuestro hermano, ganaremos a Dios, si le escandalizamos, pecamos contra Cristo.”

Boletín del 21/02/2016

Domingo del Fariseo y el Publicano

TELONOS , FARISEOS

 

Himnos de la Liturgia

Tropario del Resurrección

Tono 5

audio1

Al coeterno Verbo, con el Padre y el
Espíritu, al Nacido de la Virgen para
nuestra salvación, alabemos, oh fieles, y
prosternémonos. Porque se complació en
ser elevado en el cuerpo sobre la Cruz y
soportar la muerte, y levantar a los muertos
por su Resurrección gloriosa

Condaquio  del fariseo y el publicano

Tono 4

Escapemos de la soberbia del fariseo
y aprendamos de la humildad del publicano
exclamando con gemidos al Salvador:
“¡Oh único Compasivo, ten piedad de nosotros!”

Lecturas Bíblicas

Segunda Carta del Apóstol San Pablo a Timoteo (3: 10-15)

Hijo mío, Timoteo: Tú me has seguido asiduamente en mis enseñanzas, conducta, propósito, fe, longanimidad, amor, paciencia, en mis persecuciones y sufrimientos, como los que soporté en Antioquía, en Iconio, en Listra. ¡Qué persecuciones he sufrido! Y de todas me ha librado el Señor. Y todos los que quieran vivir piadosamente en Cristo Jesús, sufrirán persecuciones. En cambio los malos y embaucadores irán de mal en peor, errando y haciendo errar a los demás.

Tú, en cambio, persevera en lo que has aprendido y en lo que has creído, teniendo presente de quién lo has aprendido, y que desde niño conoces las Sagradas Letras, que te pueden instruir para la salvación mediante la fe en Cristo Jesús.

Evangelio según San Lucas (18: 10-14)

Dijo el Señor esta parábola a algunos que se tenían por justos y despreciaban a los demás: «Dos hombres subieron al Templo a orar; uno fariseo, otro publicano. El fariseo, de pie, oraba consigo mismo de esta manera: “¡Oh Dios! Te doy gracias porque no soy como los demás hombres, rapaces, injustos, adúlteros, ni tampoco como este publicano. Ayuno dos veces por semana y doy el diezmo de todas mis ganancias.” En cambio el publicano, manteniéndose a distancia, no se atrevía ni a alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: “¡Oh Dios, ten compasión de mí, que soy pecador!” Les digo que éste bajó a su casa justificado y aquél no. Porque todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado.»

Mensaje Pastoral

Humildad y justicia

fariseo-y-el-publicanoHoy se inicia el período preparatorio a la Gran Cuaresma, que consiste en cuatro domingos. El primero de ellos es precisamente el del Fariseo y el Publicano.

Como una introducción a este ciclo, en los últimos domingos hemos oído hablar a los padres del deseo intenso de Zaqueo por ver al Señor, y de la actitud de la mujer cananea que busca sin desmayos, humilde y pacientemente, la gracia de Dios. En verdad, este tiempo es muy propicio para llevar adelante un mayor esfuerzo y disponer nuestro cuerpo y alma a virtudes y anhelos semejantes a los de estos dos personajes bíblicos.

Es por eso que mediante el relato del fariseo y el publicano que suben al templo a hacer oración, la lectura evangélica de hoy nos muestra claramente el camino correcto para acercarse a Dios y establecer con él una relación sincera y profunda.

El fariseo comienza su oración enumerando todas sus virtudes y ensalzándose: «No soy como los demás hombres, rapaces, injustos, adúlteros, ni tampoco como este publicano.» Como si dijera: «Yo no soy pecador.» Una persona que se considera a sí misma lejana de todo pecado y dueña de toda obra buena: «Ayuno dos veces por semana y doy el diezmo de todas mis ganancias.» ¿Qué circunstancia lo empujaría a buscar la misericordia de Dios? En realidad, ninguna: se complace plenamente consigo mismo. Ciertamente no pide misericordia, más bien reclama que se le reconozcan los méritos de su propia justicia. ¡Qué arrogancia y que ceguera! Arrogante porque en lugar de clamar: «Te alabaré, Señor, con todo mi corazón y glorificaré tu nombre para siempre» (Sal 86:12), prefiere alabarse a sí mismo y hasta felicitarse. Y ciego porque no alcanza ver que en su corazón no hay sitio para Dios, porque su lugar está ocupado por el egoísmo, la soberbia, la ingratitud y el menosprecio a los demás.

Todo lo contrario es la disposición espiritual del publicano. Se humilla, reconoce sus pecados y pide misericordia. Está insatisfecho consigo mismo y descontento con sus obras: se abaja y lo confiesa. Quiere transformarse interiormente y en sus acciones exteriores. Volverse a Dios y darle la espalda a su vida de pecado. Tiene arrepentimiento. Es pobre de espíritu. Dios lo escucha y lo hace partícipe de su justicia divina.

Los Padres del Desierto lo sintetizan todo en un Apotegma: «Es preferible un hombre que ha pecado y reconoce sus faltas y se arrepiente, que otro que no ha pecado y piensa de sí mismo que es justo.»

No nos tengamos por justos ni despreciemos a los demás, mejor clamemos con el publicano: «¡Oh Dios, ten compasión de mí, que soy pecador!», y el Señor nos hará partícipes de su justicia. Amén

Nuestra Fe y Tradición

Los domingos preparatorios a la cuaresma

La Iglesia nos prepara para la cuaresma de la Santa Pascua durante cuatro domingos, los anteriores al inicio de la misma, en los cuales nos plantea  virtudes y sentimientos muy importantes para la cuaresma que es, en sí, la preparación adecuada para la Fiesta de las fiestas, para la base de toda nuestra fe y en consecuencia de toda nuestra vida, es decir, la Resurrección de nuestro Señor Jesucristo.

Estos domingos preparatorios toman su nombre del Evangelio que se lee:

1- El Domingo del Fariseo y el Publicano (Lc.18,10-14): cuyo evangelio leímos hoy. Pues todas las buenas obras y ejercicios320590_237790712928861_100000938038554_644666_4632100_n espirituales que el cristiano brinda en toda su vida, pero intensamente en la temporada cuaresmal, no son “la factura” de su justificación ante Dios, como lo pensó el fariseo de hoy, sino la reacción natural de quien con humildad inclina todo su ser ante Dios, como el publicano: : “¡Oh Dios!  ¡Ten compasión de mí, que soy pecador!”

2- El Domingo del Hijo Pródigo (Lc.15, 11-32): que nos plantea a la Cuaresma como una marcha de regreso hacia el Padre que nos espera siempre. “ábreme las puertas del arrepentimiento,…”; el arrepentimiento no es contar algunos pecados o desviaciones que he cometido sino confesar que he escogido ir “a un país lejano” en lugar de vivir en la bella casa paternal; dicha confesión me impulsará, como al pródigo de la parábola, a regresar a la belleza inicial que me fue otorgada en el Bautizo.

3- El Domingo del Juicio (Mt.25, 31-46): en el cual se lee el Evangelio del Juicio final que se basará en el amor manifestado en las obras de cada uno “En verdad os digo que cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis.”  Pues si las obras en sí, como hemos visto en el Evangelio del fariseo y el publicano, no formaron el criterio para la justificación, sí son una emanación abundante de una alma que ama a Dios; si no, su piedad será falsa y digna de juicio “Si alguno dice: ‘Amo a Dios’, y aborrece a su hermano, es un mentiroso” (1Jn.4,20). La devoción que buscamos no es egoísta sino que busca ser manifestada en el amor a los demás.

4- El Domingo del Perdón (Mt.6, 14-21): a partir del cual se inicia la Cuaresma. Pues como podemos decir a Dios Padre: “perdona nuestras deudas así como nosotros perdonamos a nuestros deudores” si, en realidad no estamos dispuestos a perdonar a los demás. Así la Iglesia nos estimula a que ofrezcamos nuestra ofrenda cuaresmal con un corazón limpio de cualquier sentimiento rencoroso.

 

Sentencias de los Padres del Desierto

  • Dijo el abad Pastor: «El hombre, lo mismo que aspira y expele el aliento, debe respirar continuamente la humildad y el temor de Dios».

Boletín del 07/02/2016

16° Domingo de Mateo 

febrero10_S.Caralampio

 

Himnos de la Liturgia

Tropario de la Resurrección

Tono 3

audio1Que se alegren los celestiales, y que se regocijen los terrenales;
Porque el Señor desplegó la fuerza de su brazo,
pisoteando la muerte con su muerte.
y Siendo el primogénito de entre los muertos,
nos salvó de las entrañas del Hades
y concedió al mundo la gran misericordia.

Condaquio de la Presentación del Señor en el Templo

Tono 4

Por tu nacimiento santificaste las entrañas de la Virgen,
oh Cristo Dios, las manos de Simeón bendijiste debidamente,
y a nosotros nos alcanzaste y salvaste.
Conserva a tus fieles en la paz y auxilia a los que amas
porque Tú eres el único Amante de la humanidad

Lecturas Bíblicas

Primera Carta del Apóstol San Pablo a Timoteo (1: 15-17)

Hijo mío, Timoteo: Cierta es la palabra y digna de toda aceptación: Cristo Jesús vino al mundo a salvar a los pecadores, de los cuales el primero soy yo. Mas por eso encontré misericordia, para que Jesucristo, en mí primeramente, manifestase toda su paciencia, como ejemplo de los que habían de creer en Él para vida eterna. Al Rey de los siglos, al inmortal, invisible y único sabio Dios, honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Evangelio según San Mateo (25: 14-30)

Dijo el Señor esta parábola: «El Reino de los cielos es semejante a un hombre que,al ausentarse, llamó a sus siervos y les encomendó su hacienda: a un odio cinco talentos, a otro dos y a otro uno, a cada cual según su capacidad;y se ausentó. Enseguida, el que había recibido cinco talentos se puso a negociar con ellos y ganó otros cinco. Igualmente el que había recibido dos ganó otros dos. En cambio el que había recibido uno se fue, cavó un hoyo en tierra y escondió el dinero de su señor. Al cabo de mucho tiempo, vuelve el señor de aquellos siervos y ajusta cuentas con ellos. Llegándose el que había recibido cinco talentos,presentó otros cinco, diciendo:“Señor, cinco talentos me entregaste:aquí tienes otros cinco que he ganado.” Su señor le dijo: “¡Bien,siervo bueno y fiel! En lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te pondré: entra en el gozo de tu señor.”Llegándose también el de los dos talentos dijo: “Señor, dos talentos me entregaste: aquí tienes otros dos que he ganado.” Su señor le dijo: “¡Bien,siervo bueno y fiel! En lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te pondré: entra en el gozo de tu señor.”Llegándose también el que había recibido un talento dijo: “Señor, sé que eres un hombre duro, que cosechas donde no sembraste y recoges donde no esparciste. Por eso me dio miedo, y fui y escondí entierra tu talento. Mira, aquí tienes lo que es tuyo.” Mas su señor le respondió: “Siervo malo y perezoso:sabías que yo cosecho donde no sembré y recojo donde no esparcí;debías, pues, haber entregado mi dinero a los banqueros y así, al volver yo, habría cobrado lo mío con los intereses. Quítenle, por tanto, su talento y dénselo al que tiene los diez talentos. Porque a todo el que tiene,se le dará y le sobrará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará. Ya ese siervo inútil, échenlo a las tinieblas de fuera. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.»

Mensaje Pastoral

Lo Tuyo de lo Tuyo…

“Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes otros cinco que he ganado.”
Las palabras del buen siervo presentan el concepto cristiano del mundo y de todo lo que le pertenece; pues éste confesó que todo el “capital” que tenía era un don de su amo “cinco talentos me entregaste”, mientras el siervo malagradecido negó la generosidad de su señor: “sé que eres un hombre duro, que cosechas donde no sembraste y recoges donde no esparciste…”
Si el capital es la buena creación que Dios puso en las manos de Adán “para que la labrase y cuidase”, Adán tenía que ser el sacerdote que ofreciese labrado el paraíso a su Creador, pero él prefirió consumirlo para sí mismo y cayó del gozo de su Señor, es decir, perdió su sacerdocio.
Pero de nuevo san Pedro nos dice: “vosotros sois linaje elegido, sacerdocio real…” (1Ped.2,16) lo que significa que, en Cristo, recuperamos el primer privilegio de labrar el mundo y ofrecerlo a Dios. En la Liturgia, el presbítero, elevando la oración de todos los fieles, dice: “Lo tuyo de lo tuyo, te ofrecemos por todo y para todo.” Pues el pan que ofrecemos no es sino el trigo que Dios nos has dado, pero trabajado con nuestro esfuerzo, con nuestra vida.
El sacerdocio real, que todos reobtenemos en el Bautismo, nos retorna al destino principal: Acción de gracias, en la que devolvemos a Dios lo que es suyo. Los distintos talentos que tenemos (virtudes, riquezas, bellaza, fuerza, inteligencia…) son gracia de Dios, que no merece ser escondida en la tierra más baja de nuestra vida, sino que, con empeño y constancia, trabajarlos por la gloria de Dios:

“¡Bien, siervo bueno y fiel!; en lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor.”

Nuestra Fe y Tradición

Sobre el lugar de oración en la casa

“Era hermoso el tiempo en el que las casas eran iglesias, no como ahora, que las iglesias son casas” (San Juan Crisóstomo)

La casa del cristiano debe ser una iglesia pequeña, como manda muchos de los Santos Padres. En familia debefeb9317d91a462fbf7ff81bcf97b0fa7.wix_mp_256 multiplicarse la paz, la armonía, el entendimiento, y la casa debe arreglarse también espiritualmente, no sólo siguiendo las tendencias modernas en cuanto a diseño y adorno, que cada vez son más extrañas, más frías y más lejanas al auténtico espíritu cristiano.

Entonces, en cada casa debe haber “una esquina para la oración”, un lugar en el que todo ayude a la mente y al corazón a elevarse en oración. Este debe ser un lugar cuidado, limpio, en la parte más tranquila de la casa, más lejana del ruido cotidiano o de aparatos como el televisor, que inducen al desasosiego y que impiden centrar los pensamientos y los sentimientos en un solo punto.

Si viviendo en un apartamento, reservar un cuarto para orar y guardar objetos religiosos es difícil, teniendo una casa completa, el asunto es mucho más sencillo. No cuesta nada dedicar un espacio para ahí alejarnos de lo que nos preocupa y dedicarnos a conversar con Dios.

Es conveniente recordar que, antiguamente, en algunas regiones geográficas las familias cristianas pudientes construían pequeñas capillas en los jardines de sus casas, o en algún terreno propio, capillas a las que eran llamados sacerdotes para oficiar alguna ceremonia cuando había necesidad, permaneciendo dichos lugares como refugios permanentes para el descanso espiritual.

Sin embargo, actualmente las personas ya no suelen orar como lo hacían, por ejemplo, nuestros padres o abuelos. En nuestros días, aquellos que tienen alguna posibilidad financiera buscan construir casas grandes, con espacios grandes para vehículos y áreas reservadas exclusivamente para recrearse, olvidándose de guardar aún una esquina pequeña para hacer un altar familiar.

En nuestra esquina de oración no debe haber nada que nos pueda distraer de nuestras meditaciones, nuestras reflexiones y de nuestra comunicación con nuestro Creador. Ahí, en nuestro altarcito, debe haber sólo los íconos que elijamos, cuidadosamente puestos en la pared. También ahí debemos guardar la Anáfora y el Agua Bendita que traigamos de la Iglesia; además, las ramitas de albahaca y las flores bendecidas de los distintos servicios litúrgicos; también, el incienso que debemos recordarnos encender al menos semanalmente. Asimismo, es ahí donde debemos mantener permanentemente ardiendo nuestra veladora: es ahí, en ese rinconcito, a donde debe acudir cada miembro de la familia o la familia entera, buscando paz y serenidad cuando haya momentos de tentación.

¿Cuántas casas tienen un espacio así? Tristemente, pocas. Aquellos que puedan utilizar un cuarto completo para esto, que lo hagan. Si no, al menos busquemos una esquina de la casa, en la habitación menos bulliciosa y con esto, el Señor bendecirá toda la casa y la familia que en ella habita.

Aun cuando la oración puede elevarse en cualquier lugar y en cualquier momento, incluso en aquellos lugares más ruidosos o en circunstancias que no dependen de nosotros, es importante tener un lugar especial para orar, para refugiarnos en él y buscar paz espiritual, en nuestra propia casa.

Vida de Santos

San Caralampio

10 de febrero

febrero10_S.CaralampioFue martirizado en el tiempo del emperador Sauiro (194-211), en la ciudad de Efeso. Era sacerdote por mucho tiempo cuando recibió el martirio. Tenía 107 años, y parece que ha sido el mártir mayor, por edad, de toda la historia.

Le acusaron de haber formado un peligro para la seguridad del emperio porque provocaba rebelión en el pueblo. Cuando lo condujeron  ante la presencia del gobernador Luciano, estaba revestido del ornamento sacerdotal. El gobernador lo amonestó y él contestó: “Tú no sabes lo que es conveniente para mí. Te digo: no hay más dulce a mi corazón que ser perseguido por el amor de Cristo. Te suplico apliques las torturas, lo más pronto posible, sobre este viejo cuerpo, todo lo que piensas que es insoportable, para que aprendas la fuerza invencible de mi Cristo.”

Le desvistieron y lastimaron su cuerpo con garras de hierro. Sin embargo, ni un gemido, más bien decía: “Les agradezco, hermanos, porque al desgarrar mi cuerpo viejo, renuevan mi espíritu y lo aprontan para la bienaventuranza.”

Varias torturas, pero como si se hubieran aplicado al cuerpo de otro. La escena provocó la conversión de muchos. Se menciona que el santo compareció ante el mismo Emperador en Antioquía, y que en su presencia curó a un hombre endemoniado por treinta y cinco años. El demonio cuando percibió el perfume de santidad que surgía del hombre de Dios, gritó: “Te suplico, siervo de Dios, no me castigues antes de tiempo. Ordéname y yo saldré del hombre.” El santo, con la valentía de su Señor, le increpó y el hombre quedó curado.

Se agotó la paciencia del Emperador y mandó decapitarlo. La hija del emperador misma, Galina, creyó y acogió su cuerpo para enterrarlo debidamente. Su cráneo es guardado en el monasterio de san Esteban, Metéora; también hay reliquias de su cuerpo en el Monte Atos, Palestina, Chipre, las islas griegas. En Grecia, la  veneración y la devoción a san Caralampio es difundida de una manera vigorosa. La Iglesia entera, en Oriente y Occidente, lo conmemora el 10 de febrero. Sus oraciones sean con nosotros. Amén.

Sentencias de los Padres del Desierto

  • San Isaac el Sirio: “El hombre verdaderamente misericordioso no sólo da la ayuda a que está obligado, sino que soporta con alegría la injusticia que los otros le infligen y les perdona. Es verdaderamente misericordioso aquel que sacrifica su alma por su hermano y no aquel que, por medio de la limosna, es caritativo con él”.
  • San Efrén el Sirio: “Preocupémonos por adquirir los bienes eternos que nos han sido prometidos. Preocupémonos antes de que llegue la noche y se cierre el mercado. Busquemos entre los pobres y los indigentes amigos para la vida de arriba…”.
  • Uno de los Padres decía: «Es imposible que uno vea su rostro en un agua turbia.Tampoco el alma, si no se purifica de pensamientos extraños, puede contemplar a Dios en la oración»

Boletín del 17/01/2016

Memoria de San Antonio el Grande

 antonio 

Oh Revestido de Dios,
desde tu juventud, asumiste un método de vida no conocido entre los hombres,
y anduviste en él con fervor hasta el fin, sin desviación alguna,
sometiéndote a la Ley nueva de Cristo;
así que te manifestaste como guía del Desierto y Padre de los ascetas.                      

  (Exapostelario)

Tropario de Resurrección

Tono 8

Descendiste de las alturas,oh Piadoso,
y aceptaste el entierro de tres días
para librarnos de los sufrimientos.
Vida y Resurrección nuestra, oh Señor, gloria a ti. 

Tropario de San Antonio el Grande

Tono 4

Imitando con tu vida al celoso Elías
y siguiendo los rectos caminos del Bautista,
has poblado el desierto, oh padre Antonio,
y has fortalecido al mundo con tu oración.
Intercede ante Cristo nuestro Dios,
para que salve nuestras almas.

Condaquio de la Presentación del Señor en el Templo

Tono 1

Por tu nacimiento santificaste las entrañas de la Virgen, oh Cristo Dios,
las manos de Simeón bendijiste debidamente,
y a nosotros nos alcanzaste y salvaste.
Conserva a los fieles en la paz y auxilia a los que amas
porque Tú eres el único Amante de la humanidad.

Epístola de San Pablo a los Hebreos (13: 17-21)

Hermanos: Obedezcan a sus dirigentes y sométanse a ellos, pues velan sobre sus almas como quienes han de dar cuenta de ellas, para que lo hagan con alegría y no lamentándose, cosa que no traería a ustedes ventaja alguna. Rueguen por nosotros, pues estamos seguros de tener recta conciencia, deseosos de proceder en todo con rectitud. Con la mayor insistencia les pido que lo hagan, para que muy pronto les sea yo devuelto.

Y el Dios de la paz —que suscitó de entre los muertos al Gran Pastor de las ovejas en virtud de la sangre de la eterna Alianza, nuestro Señor Jesús— les disponga con toda buena obra para cumplir su voluntad, realizando Él en ustedes lo que es agradable a sus ojos, mediante Jesucristo, a Quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Evangelio según San Lucas  (17: 12–19)

En aquel tiempo, al entrar en un pueblo, salieron a su encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a distancia y, levantando la voz dijeron: «¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!» Al verlos, les dijo: «Vayan y muéstrense a los sacerdotes. » Y sucedió que, mientras iban, quedaron limpios. Uno de ellos, viéndose curado, se volvió glorificando a Dios en alta voz; y postrándose rostro en tierra a los pies de Jesús, le daba gracias; y éste era un samaritano. Tomó la palabra Jesús y dijo: «¿No quedaron limpios los diez? Los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha habido quién volviera a dar gloria a Dios sino éste extranjero?» Y le dijo: «Levántate y anda; tu fe te ha salvado.»

Mensaje Pastoral

Nuestra oración: ¿letanía o eucarsitía?
Una y otra vez san Lucas en su Evangelio nos revela cómo Jesús se interesa por los marginados y menospreciados. He aquí en la lectura evangélica de hoy pasa por Samaria, zona de gentiles considerada como impura para los judíos, y se digna conversar con unos diez leprosos a la vez. En el Antiguo Testamento la lepra se consideró como resultado de un pecado grave, de tal manera que los leprosos vivían fuera de las ciudades lejos de manchar a los residentes. Esto explica el modo con el que los diez leprosos gritaban al Señor a distancia; no se atrevían a acercarse. Después de haber perdido toda esperanza por sanar un mal incurable, imaginemos la fuerza de su súplica «¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!» y comparémosla con nuestro rezar para comprender qué tan tibios somos en nuestra oración. ¿En cuántas ocasiones hemos rezado con una esperanza que siquiera se acercara de lejos a la oración de estos leprosos? Ellos acudieron a Jesús sabiendo que en Él se encuentra su última esperanza, en cambio nuestros pensamientos a menudo esperan en todo menos en Él. Jesús les envió: «Vayan y muéstrense a los sacerdotes. » Acaso, ¿no podía curarlos sin ayuda de los sacerdotes? Desde luego que sí, y lo hizo en otros casos; sin embargo —y es muy esencial esta observación—, quiso aquí acentuar la incorporación en el Cuerpo de la Iglesia. La lectura sincera, cuidadosa y amplia de la palabra de Dios, nos estimula a vivir el misterio de la sanación —y todos somos enfermos— no de un modo soberbio individual sino humildemente en el seno la Iglesia. Los leprosos se curaron en el camino y confirmaron lo dicho: «Pidan y se les dará; busquen y hallarán; llamen y se les abrirá» (Mt 7:7). Sin embargo, de los diez uno solo, el samaritano, se volvió glorificando a Dios en alta voz. La oración en sí no termina con las letanías y peticiones, más bien empieza en ellas. Una vez preguntaron a San Basilio: «¿Cómo los apóstoles oraban sin cesar?» Y les contestó que «ellos en todas sus acciones se concebían en el Señor y vivían en una entrega permanente a Él». Entonces la experiencia de cierto consuelo divino o de alguna sanación o de una dádiva de Dios es nula y sin sentido si no nos coloca en gratitud ante los pies del Señor. La curación de los nueve leprosos —«pródigos», diría yo— fue mengua porque no les colocó en la oración perfecta que es la gratitud. En cambio la gratitud guió al samaritano extranjero a la perfección de la salud, a la salvación: «Levántate y anda; tu fe te ha salvado», lo cual los demás curados no recibieron. Nadie está ajeno a la lepra. Acerquémonos, pues, a Cristo en su Cuerpo místico, la Iglesia, y gritémosle, sea desde lejos o desde cerca: ¡Señor, ten piedad! Nos cura, y nos volvemos glorificando a Dios y postramos a los pies de su Hijo en eucaristía constante, eso es, en profunda gratitud sinfín. Amén.

+ Monseñor Ignacio Samaán

Vida de Santos

San Antonio el Grande

A finales del siglo tercero comenzamos a saber de hombres que abandonaron las ciudades para vivir una vida de oración y soledad. El mejor conocido entre ellos es al que se le llama el fundador del monaquismo: San Antonio el Grande (252-356). Su contemporáneo, San Atanasio, nos cuenta su historia.

Un día, cuando Antonio tenía 18 años, entró a la iglesia de su pueblo para asistir al oficio. De repente escuchó las palabras del Evangelio: «si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo; luego ven y sígueme» (Mt 19:21). Había escuchado estas mismas palabras muchas veces antes, pero esta vez le pareció como si Cristo le estuviera hablando directamente y que las palabras fueran un mensaje personal. La impresión que recibió fue tan fuerte que, sin vacilar ni un momento, Antonio inmediatamente entregó todos los bienes que heredó de sus padres para ser distribuidos a los pobres del pueblo. Le quedaba sólo un problema que le preocupaba. Antonio tenía una hermana menor. Las dos eran huérfanos, y él se sentía responsable por ella. Nuevamente un verso del Evangelio, que a menudo había oído en la iglesia, de repente le pareció responder a sus problemas personales. «Así, que no os afanéis por el día de mañana; porque el día de mañana traerá su afán» (Mt,6:34). Antonio encontró a una buena mujer cristiana en su pueblo quien se encargó del cuidado de su hermana. Ahora él podría dedicarse a su nueva vida.

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