Prefiesta de la Epifanía/San Silvestre, papa de Roma/ San Serafín el Milagroso de Sarov.

Del 2 al 5 de enero apenas pasando la celebración de los Misterios de la infancia de Cristo nuestro Dios, comenzamos la preparación para la Gran Fiesta de su santa Epifanía y Bautismo en el Jordán.

Tropario de la Prefiesta de la Epifanía, tono 4

Predisponte, Zabulón, * y atiende, Neftalí; * río Jordán, tú haz cesar * tu curso para recibir * al Señor por bautizarse. * Alégrate, Adán, con la primera madre; * no se escondan tal como han hecho en el Edén. * Pues Él, al verlos desnudos, * vino a vestirlos con la primera túnica. * ¡Se ha revelado Cristo, * porque ha querido * renovar la creación entera!

Condaquio de la Prefiesta de la Epifanía, tono 4

El Señor de todo hoy * en el Jordán se presenta * y a Juan Bautista * le pide que deje el temor: * «No temas bautizarme, * pues vine a salvar a Adán, * el primer creado».

San Silvestre, obispo de Roma (314-335)

 

Nació en Roma de padres cristianos, Rufino y Justa. Su padre murió al poco tiempo, y el santo quedó bajo el cuidado de su madre. El preceptor de Silvestre, el presbítero Quirino, le dio una excelente educación y lo crió como un verdadero cristiano. Al llegar a la edad adulta, Silvestre cumplía el mandamiento del Señor de amar a nuestro prójimo; frecuentemente recibía a extranjeros y viajeros, sirviéndoles como un esclavo en su propia casa. Durante una persecución contra los cristianos, Silvestre no dudó en albergar al santo confesor Timoteo, obispo de Antioquía, quien vivió con él por un año, convirtiendo a muchos a Cristo mediante su predicación. El obispo Timoteo fue arrestado y ejecutado por orden del prefecto Tarquinio. Silvestre tomó secretamente el cuerpo del santo y lo enterró. Esto llegó a oídos de Tarquinio, y el santo fue arrestado y traído a juicio. Tarquinio exigió que renunciara a Cristo, amenazándole con tortura y muerte. San Silvestre no fue intimidado, empero, y permaneció firme en su confesión de fe, por lo cual fue arrojado en prisión. Al morir Tarquinio repentinamente poco después del juicio, el santo fue puesto en libertad, y predicaba el Evangelio a los paganos sin temor, convirtiendo a muchos a Cristo.

A los treinta años, san Silvestre fue ordenado diácono y luego presbítero por el obispo Marcelino (296-304). Tras la muerte del obispo Melquiades (311-314), san Silvestre fue elegido obispo de Roma. Exhortaba a su rebaño a vivir justamente, e insistía que los sacerdotes cumpliesen su deber estrictamente, sin envolverse en los asuntos seculares. San Silvestre se hizo conocido como un experto en la Sagrada Escritura y como un acérrimo defensor de la fe cristiana. Durante el reinado del emperador san Constantino el Grande, cuando hubo terminado el período de persecución de la Iglesia, los judíos convinieron un debate público para determinar cuál era la verdadera fe. San Constantino y su madre, la santa emperatriz Elena, estaban presentes junto a una gran multitud. San Silvestre habló por los cristianos, y los judíos tenían ciento veinte eruditos rabinos capitaneados por Zambres, un mago y hechicero. Citando los libros del Antiguo Testamento, san Silvestre demostró convincentemente que los profetas predijeron el nacimiento de Jesucristo de la purísima Virgen, su sufrimiento voluntario y su muerte por la redención de la raza humana caída, y su gloriosa resurrección. El santo fue declarado vencedor en el debate. Entonces Zambres intentó recurrir a la hechicería, pero el santo obstruyó el mal clamando al nombre del Señor Jesucristo. Zambres y los otros judíos creyeron en Jesucristo, y pidieron ser bautizados.

San Silvestre guio la Iglesia de Roma por más de veinte años, ganándose la estima de su rebaño. Murió en paz siendo de edad muy avanzada, en el año 335.

Tropario tono 4 del común de Santos Jerarcas

La verdad de tus obras * te ha mostrado a tu rebaño * cual regla de fe, icono de mansedumbre * y maestro de abstinencia. * Así que alcanzaste, por la humildad, alturas * y por la pobreza, riquezas. * ¡Oh santo Padre Silvestre, intercede ante Cristo Dios, * para que salve nuestras almas!

Reposo del Venerable Serafín Milagroso de Sarov

 

San Serafín, llamado durante su vida laica Projor Moshnin, nació en la ciudad de Kursk en el año 1759, en el seno de una familia de comerciantes. Al tener 10 años se enfermó gravemente y durante su enfermedad, mientras dormía, vio a la Madre de Dios quien prometió curarlo. Algunos días más tarde, se realizaba en Kursk una procesión, llevando el icono milagroso de Virgen que pertenecía a este lugar. Debido al mal tiempo, la procesión hizo un corto recorrido que, justamente pasaba frente de la casa de la familia Moshnin. La madre llevó a su hijo a besar el milagroso icono y el niño al poco tiempo se curó.

En los años de su juventud, san Serafín debió ayudar a sus padres en las tareas del negocio, pero el comercio no lo atraía. Al joven Serafín le gustaba leer los libros de la vida de los Santos, ir al templo y rezar a solas. A los 18 años, Serafín decidió a dedicarse a la vida monacal. La madre lo bendijo con un crucifijo de cobre, el cual san Serafín durante toda su vida llevo de bajo de su ropa. Después entró en calidad de novicio de Sarov. Desde del primer día de la vida en el monasterio, las características de su vida fueron frugalidad y la vigilia. Una sola vez por día comía un poco. Los días miércoles y viernes no probaba bocado. Después, una vez recibida la bendición de su monje anciano para retirarse al bosque a orar y pensar en Dios, lo hacía frecuentemente. Al poco tiempo, por segunda vez en su vida se enfermó gravemente. Durante 3 años debió guardar cama. Nuevamente fue curado por la Santísima Virgen María: La Madre de Dios se le apareció acompañada por varios Santos; señalando al beato Serafín, la Santísima Virgen se dirigió al apóstol Juan Teólogo: “Este es de nuestra familia!” Luego, tocando su costado con el bastón, lo sanó.

Cuando tenía 27 años fue ordenado como monje recibiendo el nombre Serafín, que en hebreo significa “fervoroso, ardiente.” Al poco tiempo fue ordenado monje diácono. El nombre que le fue dado lo justificó plenamente con sus extraordinarios y ardientes rezos. Todo el tiempo, exceptuando por un corto descanso, se encontraba en la iglesia. Debido a estas oraciones durante y fuera de los oficios religiosos, san Serafín se hizo merecedor de poder contemplar a los santos, quienes también tomaban parte de los oficios de la iglesia y cantaban. Durante la misa de Jueves Santo, pudo ver al mismo Señor Jesús Cristo en su condición del “Hijo del Hombre,” quien caminaba en el templo entre las fuerzas celestiales y bendecía a los fieles. Impresionado por esta visión, perdió el habla por mucho tiempo.

En el año 1793 san Serafín fue ordenado monje sacerdote, después de lo cual, durante todo un año, diariamente, oficiaba la Santa Misa y tomaba la Santa Comunión. Después, San Serafín se fue retirando al “Lejano desierto,” el lugar más apartado del bosque, distante del monasterio del Sarov a 5 km. Grande fue la perfección que alcanzó en ese tiempo. Los animales y fieras salvajes, como los osos, liebres, lobos, zorros y otras especies más, se acercaban a la choza del asceta. La anciana del monasterio del Diveevo, Matrona Plescheiev fue testigo de cómo San Serafín de sus propias manos le daba a comer a un oso que se acercó a la choza. Lo que más impresionó a la mujer, fue el rostro del gran anciano, “se veía lleno de gozo y luminoso como de un ángel,” relataba Matrona.

Viviendo en ese pequeño desierto, en una ocasión sufrió a manos de los bandidos. De gran contextura física y llevando un hacha, san Serafín no los enfrentó. Como respuesta a las exigencias de entregar el dinero y a las amenazas, depositó el hacha en el suelo, cruzo sus brazos sobre el pecho y resignándose se abandonó a su suerte. Los bandidos comenzaron a golpearle la cabeza con su hacha. La sangre comenzó a fluir de su boca y de sus oídos. El Santo perdió el conocimiento y se desvaneció. Los bandidos siguieron apaleándolo, patearon y arrastraron por el suelo. Dejaron de golpearlo únicamente cuando creyeron que estaba muerto. Lo único valioso que los bandidos encontraron en su choza, fue el icono de la “Enternecida” Madre Santa de Dios, delante de la cual el Santo siempre rezaba. Después de un tiempo, los bandidos fueron atrapados y juzgados. San Serafín intercedió por ellos delante de los jueces, aunque después del ataque el santo quedó encorvado por el resto de su vida.

Poco después comienza el período de vida de san Serafín en el pilar. En esa época pasaba los días de rodillas sobre una piedra cerca de la choza y las noches sobre otra en el bosque. Continuamente rezaba con los brazos alzados al cielo. Así rezó durante 1000 días.

Después de una visión que tuvo de la Madre de Dios, san Serafín en los últimos años de su vida se dedicó a la tarea de “anciano-guiador” (el que recibe a toda la gente, que busca un consejo o una enseñanza). Miles de personas de diversos niveles sociales, económicos y culturales, comenzaron a visitar al anciano quien los enriquecía con su tesoro espiritual adquirido por medio de muchos años de sacrificio espiritual. La gente lo encontraba siempre dulce, alegre y pensativo. A sus visitantes el Santo recibía con las siguientes palabras “Alegría mía.” A muchos les daba el siguiente consejo”: Consigue tener un espíritu pacífico y, alrededor de ti, muchos se salvarán.” San Serafín se prosternaba ante toda persona que se acercaba para hablar con él y luego bendiciéndola, le besaba las manos; y no precisaba que relataran sus problemas, ya que él por el don de clarividencia sabía que pena tenía cada uno de ellos.

“Es necesario que el Espíritu Santo entre en tu corazón, — decía — todas las obras buenas que hacemos en el nombre de Cristo, atraen a nosotros el Espíritu Santo. Sobre todo la oración, que siempre está al alcance de nuestras manos.”

Por las oraciones de san Sarafín de Sarov, oh Señor Jesucristo Dios nuestro. Ten piedad de nosotros y sálvanos. Amén.

Tropario, tono 4

Seguiste al Señor desde tu juventud con fervor; * luchaste con súplicas en el bosque Sarov * cual incorpóreo; * así que del Paráclito * recibiste la Gracia, * y a la Virgen Theotokos, * oh teóforo, viste. * Por lo que, te alabamos, * Serafín, justo padre.

Circuncisión de Nuestro Señor Jesucristo; San Basilio Magno, arzobispo de Cesarea en Capadocia

En   el octavo día después de su nacimiento, el Divino Niño fue circuncidado según la Ley que existía en Israel desde el tiempo de Abraham. En tal ocasión le dieron por nombre Jesús, el cual el arcángel Gabriel había anunciado a la Santísima Virgen María.

La circuncisión de Nuestro Señor muestra que Él tomó un verdadero cuerpo humano y no una apariencia, como enseñaron más tarde los herejes. Nuestro Señor también fue circuncidado porque deseaba cumplir lo totalidad de la Ley que Él mismo había dado mediante los profetas y los antepasados.

Cumpliendo la Ley escrita, Él la sustituyó por el bautismo en su santa Iglesia, como proclamó el apóstol Pablo: «Porque en Cristo Jesús, ni la circuncisión vale nada, ni la incircuncisión, sino una nueva creación» (cfr. Gálatas 6:15).

En el ciclo del calendario litúrgico de la Iglesia, esta Fiesta de la Circuncisión del Señor no tiene ni antefiesta ni posfiesta.

Tropario, tono 1

Asumiste una forma humana sin mutación, * Tú que eres Dios en esencia, * oh compasivo Señor, * y cumpliste la Ley por voluntad * aceptando la circuncisión corporal. * Anulaste así las sombras * y quitaste el velo de nuestras pasiones. * ¡Gloria a tu divinidad! * ¡Gloria a tu misericordia! * ¡Gloria a tu inefable condescendencia, oh Verbo!

Condaquio Tono 3

El Señor de todo, hoy, * al someterse a la ley antigua, * circuncida, el Bondadoso, * las transgresiones de los mortales, * otorgándole la salvación al universo, * y Basilio en las alturas se alegra, * el iluminado obispo del Creador, * el iniciado divino de Cristo, * Basilio Magno.

San Basilio Magno, obispo de Cesarea en Capadocia

 

Basilio nació durante el reinado del emperador Constantino.

Mientras aún no había sido bautizado, pasó quince años en Atenas, donde estudió filosofía, retórica, astronomía, y el resto de las ciencias seculares de su tiempo. Sus compañeros en aquella época eran Gregorio el Teólogo [Nacianceno] y Julián, más tarde el emperador apóstata.

En sus años maduros fue bautizado en el río Jordán junto a Eublio, su antiguo profesor.

Fue obispo de Cesarea en Capadocia por casi diez años, y terminó su vida terrenal cincuenta años después de su nacimiento. Fue un gran defensor de la Ortodoxia, una gran luz de pureza moral, grandemente celoso de la religión, una gran mente teológica, y un gran arquitecto y pilar de la Iglesia de Dios lo que le mereció completamente el título de «Magno».

Los servicios litúrgicos se refieren a él como «abeja de la Iglesia de Cristo, que trae miel a los fieles y con su aguijón ataca a los herejes». Se conservan numerosos escritos de este padre de la Iglesia, incluyendo obras teológicas, apologéticas, ascéticas y canónicas, así como la Santa y Divina Liturgia que lleva su nombre. Esta Divina Liturgia se celebra diez veces al año: el 1ro de enero, día de su fiesta; en la víspera de la Natividad de Nuestro Señor; en la víspera de la Teofanía de Nuestro Señor; todos los domingos de la Gran Cuaresma, excepto el Domingo de Ramos; el Jueves Santo y el Sábado Santo.

San Basilio murió en paz el 1ro de enero del 379 d. C., y fue llevado al Reino de Cristo.

Tropario – Tono 1

Ha resonado tu voz, oh justo padre Basilio, * en toda tierra que recibió tus palabras, * con las cuales hablaste sobre Dios debidamente, * aclaraste la naturaleza de todo lo existente * y educaste con la moral al mundo. * ¡Oh venerable Padre, portador del sacerdocio real, * intercede ante Cristo Dios, para que salve nuestras almas!

 

Comienzo del Ayuno de Navidad; Santos mártires Gurias, Samón y Habib de Edesa

El ayuno de la natividad es uno de los cuatro períodos principales de ayuno a lo largo del año eclesiástico. A partir de hoy 15 de noviembre y concluyendo el 24 de diciembre, el Ayuno de la Natividad brinda a las personas la oportunidad de prepararse para la Fiesta de la Natividad de Nuestro Señor y Salvador en la Carne el 25 de diciembre.

Al abstenerse de ciertos alimentos y bebidas, particularmente de carne, pescado, productos lácteos, aceite de oliva y vino, además de centrarnos más profundamente en la oración y la limosna, podemos encontrar que el objetivo principal del ayuno es hacernos conscientes de nuestra dependencia de Dios.

Catabasia I

¡Cristo nace, glorificadlo! ¡Cristo viene de los cielos, recibidlo! ¡Cristo sobre la tierra, exaltadlo! Cantad al Señor toda la tierra y, con alegría alabadle, oh pueblos, porque ha sido glorificado.

Santos mártires Gurias, Samón y Habib (Abibo) de Edesa:

Gurias y Samón eran ciudadanos eminentes de Edesa. Durante una persecución de cristianos, se escondieron fuera de la ciudad, viviendo en ayuno y oración, y dando consejo a los fieles que venían por consejo a ellos. Fueron capturados y llevados ante el juez, quien los amenazó con la muerte si rehusaban observar el decreto imperial sobre la adoración de ídolos. Los santos mártires de Cristo contestaron: «Si observamos el decreto imperial, estaremos perdidos aún si tú no nos matas». Fueron arrojados en prisión tras crueles torturas, y estuvieron confinados allí desde el 10 de agosto hasta el 10 de noviembre, soportando hambre, oscuridad y grandes sufrimientos. Fueron entonces sacados de la cárcel y torturados de nuevo, y como permanecieron firmes en la fe cristiana, fueron condenados a muerte y degollados con espada en el año 322, bajo el inicuo emperador Licinio, que gobernó la parte oriental del Imperio hasta el 324.

Más tarde Habib, un diácono en Edesa, fue torturado por causa de Cristo su Señor y, en medio de las llamas, entregó su espíritu en manos de Dios. Su madre tomó su cuerpo incorrupto del fuego y lo enterró junto a los de Gurias y Samón. Cuando terminó la persecución, los cristianos construyeron una iglesia en honor de estos tres mártires y colocaron sus reliquias, que obraban milagros, en un solo catafalco. De entre los muchos milagros de estos maravillosos santos de Dios, este es especialmente recordado: una viuda de Edesa llamada Sofía, quien había sido convencida de dar en matrimonio a su joven hija Eufemia con un godo que servía en el ejército griego. Como a Sofía le preocupaba enviar a su hija a un lugar lejano, el godo juró sobre la tumba de los mártires que no haría daño a la joven, sino que la trataría como a la niña de sus ojos. Sin embargo, cuando llevó a la joven a su país le reveló que ya estaba casado; la trató no como esposa sino como esclava hasta que su verdadera esposa murió. Entonces acordó con un pariente enterrar a su esclava viva junto a su esposa muerta. La esclava imploró con lágrimas a los santos mártires que la salvaran, y estos se le aparecieron en la tumba, la tomaron, y en un instante la trasladaron de la tierra de los godos a Edesa, a la iglesia dedicada a ellos. Al día siguiente, cuando se abrió la iglesia, la joven fue hallada junto a la tumba de los santos, y se reveló la historia de su milagrosa liberación.

Tropario, tono 1

Los divinos mártires * Gurias, Abibo y Samón, * iguales en número * a la trinitaria deidad, * estando a una, * confesaron en Ella * frente a los impíos * y, luchando, cruzaron * la tormenta sin daño; * ahora no dejan de guiarnos * hacia el puerto seguro.

San Nectario, obispo de Pentápolis; Santa Matrona de Constantinopla (justa)

San Nectario nació en Silibria de Tracia el 1 de octubre de 1846. Después de terminar la escuela en Constantinopla con mucho trabajo, se convirtió en monje en Quíos en 1876, recibiendo el nombre monástico de Lázaro; Debido a su virtud, un año después fue ordenado diácono, recibiendo el nuevo nombre de Nectario. Bajo el patrocinio del patriarca Sofronio de Alejandría, Nectario fue a Atenas a estudiar en 1882; Completando sus estudios teológicos en 1885, fue a Alejandría, donde el Patriarca Sofronio lo ordenó sacerdote el 23 de marzo de 1886 en la Catedral de san Sabas, y en agosto del mismo año, en la Iglesia de San Nicolás en El Cairo, lo convirtió en Archimandrita. El archimandrita Nectario mostró mucho celo tanto por predicar la palabra de Dios como por la belleza de la casa de Dios. Embelleció enormemente la Iglesia de san Nicolás en El Cairo, y años más tarde, cuando Nectario estaba en Atenas, san Nicolás se le apareció en un sueño, abrazándolo y diciéndole que lo exaltaría muy alto.

El 15 de enero de 1889, en la misma Iglesia de san Nicolás, Nectario fue consagrado Metropolitano de Pentápolis en el este de Libia, que estaba bajo la jurisdicción de Alejandría. Aunque el rápido ascenso de Nectario a través de los grados de oficio eclesiástico no afectó su modestia e inocencia infantil, despertó la envidia de los hombres menores, quienes convencieron al anciano Sofronio de que Nectario tenía en su corazón convertirse en Patriarca. Como la gente amaba a Nectario, el patriarca estaba preocupado por las calumnias. El 3 de mayo de 1890, Sofronio relevó a Metropolita Nectario de sus deberes; En julio del mismo año, ordenó a Nectario que abandonara Egipto.

Sin buscar vengarse o incluso defenderse, el inocente Metropolitano se fue a Atenas, donde descubrió que las acusaciones de inmoralidad habían llegado antes que él. Debido a que su buen nombre había sido manchado, no pudo encontrar un puesto digno de obispo, y en febrero de 1891 aceptó el cargo de predicador provincial en Évia; luego, en 1894, fue nombrado decano de la Escuela Eclesiástica Rizarios en Atenas. A través de sus elocuentes sermones, sus incansables esfuerzos para educar a los hombres adecuados para el sacerdocio, sus generosas acciones de limosna a pesar de su propia pobreza, y la santidad, la mansedumbre y el amor paternal que se manifestaron en él, se convirtió en una luz brillante y una guía espiritual para muchos. A pedido de ciertas mujeres piadosas, en 1904 comenzó la construcción de su convento de la Santísima Trinidad en la isla de Égina mientras aún era decano de la Escuela Rizarios; Después de descubrir que su presencia allí era necesaria, se instaló en Egina en 1908, donde pasó los últimos años de su vida, dedicándose a la dirección de su convento y a una oración muy intensa. a veces se lo veía levantado sobre el suelo mientras estaba embelesado en oración. Se convirtió en el protector de toda Égina, a través de sus oraciones para liberar a la isla de la sequía, curar a los enfermos y expulsar demonios. Aquí también soportó calumnias malvadas con paciencia singular, perdonando a sus falsos acusadores y no buscando vengarse. Aunque ya había hecho maravillas en la vida, una innumerable cantidad de milagros se han realizado después de su reposo en 1920 a través de sus reliquias sagradas, que durante muchos años permanecieron incorruptas. Apenas hay una enfermedad que no haya sido curada con sus oraciones; pero san Nectario es especialmente conocido por sus curaciones de cáncer para pacientes en todas partes del mundo.

Tropario, tono 1

¡Retoño de Silibria, guardián de Egina, * que ha surgido en los últimos tiempos * cual sincero amante de la virtud! * Honremos, oh fieles, a Nectario, siervo de Cristo, lleno de Dios, * pues él emana la curación de todo tipo * a quienes le clamamos con fervor: * ¡Gloria a Cristo que te ha glorificado! * ¡Gloria, que la corona te ha dado! * ¡Gloria, que por tu medio, * ha brindado curación a todos!

Santa Matrona, abadesa de Constantinopla

Santa Matrona, nació en la ciudad de Perge Panfilia (Asia Menor) en el siglo V. La dieron en matrimonio a un hombre rico llamado Domeciano. Cuando nació su hija Teodota, se establecieron en Constantinopla. A Matrona, de veinticinco años, le encantaba caminar hasta el templo de Dios. Pasaba días enteros allí, rezando ardientemente al Señor y llorando por sus pecados.

En la iglesia, la santa conoció a dos piadosas ancianas, Eugenia y Susana, que desde su juventud vivieron allí en ascetismo, trabajo y oración. Matrona comenzó a imitar la vida agradable a Dios de asceta, humillando su carne con la abstinencia y el ayuno, por lo que tuvo que soportar las críticas de su esposo.

Su alma anhelaba una renuncia total al mundo. Después de una larga vacilación, Santa Matrona decidió dejar a su familia y suplicó al Señor que le revelara si su intención le agradaba. El Señor escuchó la oración de su sierva. Una vez, mientras dormía, tuvo un sueño en el que huía de su marido, que la perseguía. La santa se ocultó entre una multitud de monjes que se acercaban a ella, y su marido no la notó. Matrona aceptó este sueño como una orden divina de entrar en un monasterio de hombres, donde su marido no pensaría en buscarla.

Entregó a su hija de quince años para que la criara la anciana Susana y, tras cortarse el pelo y disfrazarse con ropa de hombre, fue al monasterio de san Basión (10 de octubre). Allí, la monja Matrona se hizo pasar por el eunuco Babylos y fue aceptada como uno de los hermanos, quienes se maravillaron de su gran virtud.

Después de un tiempo, san Basión, el abad del monasterio, supo por un sueño que el eunuco Babilo era una mujer. También se lo reveló Acacio, abad del cercano monasterio de Abraham. San Basión llamó a Santa Matrona y le preguntó con voz amenazante por qué había entrado en el monasterio: ¿para corromper a los monjes o para avergonzar al monasterio?

Con lágrimas en los ojos, la santa le contó al abad toda su vida pasada, sobre su esposo, hostil a sus esfuerzos y oraciones, y sobre la visión que la indicaba que fuera al monasterio de hombres. Convencido de que su intención era pura y casta, san Basión envió a Santa Matrona a un monasterio de mujeres en la ciudad de Emesa. En este monasterio la santa vivió durante muchos años, inspirando a las hermanas con su alto logro monástico. Cuando la abadesa murió, por unanimidad de las monjas, la monja Matrona se convirtió en la cabeza del convento.

La fama de sus actividades virtuosas y el don milagroso de la curación, que recibió del Señor, se extendió mucho más allá de los muros del monasterio. Domeciano también se enteró de las hazañas de la monja. Cuando la santa se enteró de que su esposo venía al monasterio y quería verla, se fue en secreto a Jerusalén, y luego al Monte Sinaí, y de allí a Beirut, donde se instaló en un templo pagano abandonado. Los habitantes locales se enteraron de su reclusión y comenzaron a acudir a ella. La santa asceta apartó a muchos de su impiedad pagana y los convirtió a Cristo.

Las mujeres y las niñas comenzaron a establecerse en la morada de la monja y pronto se formó un nuevo monasterio. Habiendo cumplido la voluntad de Dios, que se le reveló en un sueño, la santa dejó Beirut y viajó a Constantinopla, donde se enteró de que su esposo había muerto. Con la bendición de su padre espiritual, san Basión, la asceta fundó un monasterio de mujeres en Constantinopla, al que también se trasladaron hermanas del convento de Beirut que ella misma fundó. El monasterio de Santa Matrona en Constantinopla era conocido por su estricta regla monástica y la vida virtuosa de sus hermanas.

En su extrema vejez, Santa Matrona tuvo una visión del Paraíso celestial y del lugar que allí le había sido preparado después de 75 años de trabajo monástico. A la edad de cien años, Santa Matrona bendijo a las hermanas y se durmió tranquilamente en el Señor.

Tropario tono  8, del común de Mujeres Justas

En ti fue conservada la imagen de Dios fielmente, oh justa Matrona, * pues tomando la cruz seguiste a Cristo * y, practicando, enseñaste a despreocuparse de la carne, * que es efímera, * y a cuidar, en cambio, el alma inmortal. * Por eso hoy tu espíritu se regocija junto con los ángeles.

Hieromártir Gregorio, Iluminador de Armenia

Gregorio era de familia noble, y estaba emparentado con las casas imperiales de Persia (Rey Artabán) y de Armenia (Rey Crosov). Cuando estas se declararon la guerra, Gregorio se retiró a Cesarea en Capadocia, donde tuvo su primer contacto con la fe cristiana, recibió el bautismo y se casó. Tuvo dos hijos de este matrimonio, Rostanes y Arístanes, a quienes dedicó al servicio de la Iglesia. Después de la muerte de su esposa, regresó a Armenia al servicio del Rey Tirídates. Gregorio sirvió a su rey fielmente y su rey le amaba, pero al descubrir que Gregorio era cristiano, el rey se enfureció grandemente y comenzó a presionarlo para que rechazara la fe cristiana y adorara los ídolos. No teniendo éxito en esto, Tirídates sometió a Gregorio a crueles torturas, lanzándolo luego a un profundo foso lleno de toda clase de reptiles venenosos con el objetivo de matarle. Pero Dios, que ve todas las cosas, preservó a Gregorio con vida en aquel lugar por 14 años. Tirídates continuó la persecución de cristianos en su reino, incluso atacando un monasterio de 37 monjas con su abadesa. Después de haberlas masacrado con terribles torturas, Tirídates perdió la razón y se volvió como un monstruoso jabalí salvaje. Un hombre apareció a la hermana del rey en un sueño, diciéndole que el rey no sería sanado de su locura hasta que Gregorio fuera sacado del foso. Una vez se hizo esto, Gregorio sanó y bautizó a Tirídates. Entonces Gregorio, de acuerdo con los deseos del rey, se convirtió en el obispo de Armenia; y con la ayuda del rey, pero sobre todo con la ayuda de Dios, iluminó con la fe cristiana a toda Armenia y sus áreas circundantes. San Gregorio llegó al final de su vida de esfuerzos en edad avanzada, alrededor del año 335 d. C.

Tropario, tono 4 del común de Hieromártires

Al volverte sucesor de los apóstoles * y partícipe en sus modos de ser, * encontraste en la práctica * el ascenso a la contemplación, oh inspirado por Dios. * Por eso, seguiste la palabra de la verdad * y combatiste hasta la sangre por la fe. * Gregorio, obispo mártir, intercede ante Cristo Dios * para que salve nuestras almas.

San Ciriaco el Ermitaño de Palestina

Nació en Corinto, hijo del sacerdote Juan y de Eudoxia, y era pariente del obispo local, Pedro. Fue hecho lector por el obispo en la catedral cuando aún era muy joven. Leyendo las Sagradas Escrituras, el joven Ciriaco se maravillaba de cómo la providencia de Dios glorificaba a todo siervo verdadero del Dios vivo y ordenaba la salvación de la raza humana. A la edad de dieciocho años, su deseo por la vida espiritual le llevó a Jerusalén. Allí entro al monasterio de un piadoso hombre llamado Eustorgio, quien le cimentó en la vida monástica. Luego fue a san Eutimio, quien discernió su futura grandeza espiritual, le vistió con el Gran Hábito, y le envió al Jordán con san Gerásimo, donde Ciriaco permaneció nueve años. Después de la muerte de Gerásimo, regresó al monasterio de san Eutimio, donde permaneció en silencio por diez años. Después de esto iba de lugar en lugar, huyendo de la alabanza de los hombres. También vivió su labor ascética en la comunidad de san Caritón, donde terminó su curso terrenal, habiendo vivido ciento nueve años. Un glorioso asceta y obrador milagros, san Ciriaco tenía un cuerpo inmenso y fuerte, y permaneció así aún en edad avanzadísima, a pesar de sus estrictos ayunos y vigilias. En el desierto, a veces vivía por años comiendo sólo vegetales crudos. Tenía gran celo de la fe ortodoxa y denunciaba herejías, especialmente la herejía de Orígenes. De sí mismo decía que, mientras fue monje, el sol nunca lo vio comer ni estar airado con ningún hombre. (De acuerdo con la regla de san Caritón, los monjes comían sólo una vez al día, después de la puesta del sol.) Ciriaco fue una gran lumbrera, un pilar de la ortodoxia, la gloria de los monjes, un poderoso sanador de los enfermos, y un bondadoso consolador de los afligidos. Habiendo vivido por largo tiempo en al ascetismo y ayudando a muchos, entró en el gozo eterno de su Señor en el 557 d. C.

Tropario, tono 1 del común de santos Ascetas

Al morar en desierto cual un ángel en cuerpo, * has realizado milagros, Ciriaco, padre teóforo. * Con ayuno, pues, vigilia y oración, * has tomado celestes dádivas, * ya que curas lοs malestares de las almas * que a ti acuden con fervor: * ¡Gloria al que te ha fortificado! * ¡Gloria, que la corona te ha dado! * ¡Gloria, que, por tu medio, * ha brindado curación a todos!

San Caritón el Confesor, abad de Palestina; San Baruc, Profeta

Caritón era un eminente y piadoso ciudadano de la ciudad de Iconio. Imbuído del espíritu de su compatriota, santa Tecla, Caritón confesaba abiertamente el nombre de Cristo. Al desatarse una cruel persecución de cristianos bajo el emperador Aureliano, Caritón fue traído a juicio ante el gobernador de inmediato. El juez le ordenó que adorase a los falsos dioses, a lo cual Caritón contestó: «Todos tus dioses son furias, que en tiempos pasados fueron arrojadas desde el cielo hasta los más profundos infiernos a causa del orgullo». Caritón mostró abiertamente su fe en el único Dios vivo, Creador de todo, y en el Señor Jesucristo, Salvador de la humanidad. Entonces el gobernador ordenó que Caritón fuese golpeado y torturado de tal modo que todo su cuerpo se cubriese de heridas, hasta parecer una sola e inmensa llaga. Tras la mala muerte de Aureliano, cuyas malas obras finalmente lo alcanzaron, Caritón fue librado de la tortura y la cárcel. Viajó a Jerusalén, pero en el camino fue atrapado por unos ladrones de los cuales fue librado por la providencia de Dios. No regresó a Iconio, sino que se retiró al desierto de Farán, donde fundó una comunidad y congregó a un grupo de monjes. Habiendo dado una regla a su comunidad, y deseando huir de la alabanza de los hombres, se retiró a otro desierto cerca de Jericó, donde, pasado el tiempo, fundó otra comunidad que lleva su nombre. Finalmente fundó aún otra comunidad, Souka, llamada la «Antigua Lavra» en griego. Murió en avanzadísima edad, y entró a la gloria de su Señor el 28 de septiembre del 350, y sus reliquias son atesoradas en su primer monasterio. La práctica de tonsurar a los monjes se atribuye a san Caritón.

Tropario, tono 8 del común de santos Anacoretas

Con la efusión de tus lágrimas, * regaste el desierto estéril * y, por los suspiros profundos, * tus fatigas dieron frutos cien veces más, * volviéndote un astro del universo, * brillante con los milagros. ¡Oh nuestro justo padre Caritón, * intercede ante Cristo Dios * para que salve nuestras almas!

Santo Profeta Baruc

El profeta Baruc era hijo de Nerías y discípulo del profeta Jeremías (Jer. 39:12; 43:4 ). El libro profético que se conserva que escribió está dividido en cinco capítulos; fue compuesto en el quinto año de la cautividad babilónica de los judíos durante los años de Sedecías, 583 a.C. La lectura profética que se lee en vísperas de la fiesta de la Natividad de Cristo, que lleva el nombre de Jeremías, está tomada de la profecía de Baruc (Bar. 3:35-4:4). Su nombre significa “bendito”.

Tropario, tono 2 del común de santos Profetas

Celebramos la memoria del profeta Baruc, * por quien te suplicamos, Señor, * que salves nuestras almas.

Mártir Calistrato y sus 49 compañeros mártires de Cartago

Nacido en Cartago, era cristiano desde su nacimiento, ya que su padre y abuela lo eran. Uno de sus ancestros, llamado Neócoro, sirvió como soldado bajo Poncio Pilato en tiempos de la pasión de Nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Viendo los muchos milagros ocurridos durante la muerte de Cristo, Neócoro creyó en él, y fue instruído en la fe y bautizado por los Apóstoles. Regresando a su patria, Neócoro llevó la fe cristiana a los suyos como una perla de gran precio. Así, pasado el tiempo, san Calístrato nació, fue bautizado, y criado como cristiano. Al ingresar al ejército, no había otros cristianos en su regimiento. Uno de sus compañeros, viendo que san Calístrato se despertaba de noche para orar a Dios, lo denunció como cristiano ante el comandante Persentino—y este Persentino era un cruel perseguidor de cristianos. Al convencerse de que Calístrato era en efecto cristiano, el comandante le ordenó ofrecer sacrificio a los ídolos, a lo cual Calístrato se negó al punto. Entonces Calístrato fue golpeado severamente y arrojado al mar, mas el poder de Dios lo preservó, y emergió del mar intacto. Viendo la perseverancia de Calístrato y sus milagros, cuarenta y nueve soldados creyeron en Cristo el Señor, y fueron golpeados y arrojados en prisión junto con él. En la cárcel, san Calístrato instruyó a sus compañeros en la fe y los alentaba. Estos mostraron gran valor en los sufrimientos, y el Señor mostró gran poder mediante ellos. El malvado verdugo envió a sus soldados a la cárcel de noche, y estos asesinaron a Calístrato junto a los otros cuarenta y nueve. Sufrieron por la verdad en el 304 d. C., y una iglesia fue luego construída sobre sus reliquias.

Tropario, tono 4 del común de santos Mártires

Tus mártires, oh Señor, * han obtenido de ti * coronas de incorrupción * en su lucha, Dios nuestro. * Al tener, pues, tu fuerza, * han vencido a tiranos * y aplastado de los demonios * su abatida insolencia. * Por sus intercesiones, oh Cristo Dios, * salva nuestras almas.

Reposo del Santo y Glorioso Apóstol Juan, el Teólogo

La Iglesia conmemora la dormición del discípulo “a quien amaba Jesús, el que en la cena (mística) se había recostado en su pecho”, el Apóstol y Evangelista Juan, quien recibió del Maestro el nombre de “hijo del trueno” en una clara alusión a su Teología que se escucharía como un trueno por todo el mundo y llenaría la tierra entera.

El Apóstol y Evangelista Juan pasó los últimos años de su vida en un estricto ascetismo: tomaba solo pan y agua, no se cortaba el pelo y usaba sencillas vestimentas de lino. En virtud de su avanzada edad –alrededor de los noventa y cinco años- la fuerza no le alcanzaba para predicar ampliamente la palabra de Dios, ni siquiera en los lugares cercanos de Éfeso. Por ese tiempo, instruía sólo a los obispos de la iglesia, a quienes alentaba a enseñar incansablemente el Evangelio a la gente y, especialmente, a vivir y predicar el mandamiento del amor. Cuando el Apóstol empezó a debilitarse más, según relata San Jerónimo, sus discípulos solían llevarlo a la iglesia, pero él ya no podía dar largos sermones; su enseñanza la centraba en la incesante repetición de “Hijitos, amaos los unos a los otros”. Un día cuando sus discípulos le preguntaron por qué repetía esto sin cesar, San Juan les respondió con las siguientes palabras: “Este es el mandato del Señor, y si vosotros lo cumplís, ello bastará”.

Prócoro, uno de los siete diáconos elegidos por los Apóstoles nos relata el descanso de San Juan el Teólogo: Después de transcurrir 26 años desde que regresamos de la isla de Patmos a Éfeso, Juan reunió a siete de sus discípulos (yo y otros seis ) y nos dijo: ‘tomad las espadas en vuestras manos y seguidme’ Hicimos tal como nos lo ordenó y lo seguimos fuera de la ciudad hasta cierto lugar en donde nos mandó sentarnos. Luego se apartó un poco de nosotros a un sitio tranquilo y comenzó a orar. Era muy temprano; el sol todavía no había salido. Después de rezar nos dijo: ‘cavad con vuestras espadas una zanja en forma de cruz, del tamaño que yo tengo’. Así lo hicimos mientras él rezaba. Después de terminar su oración, se echó en la zanja y me dijo: ‘Prócoro, hijo mío, tú debes ir a Jerusalén; allí es donde terminarás tus días’. Luego nos dio instrucciones y nos abrazó, diciendo: ‘Tomad un poco de tierra y cubridme con ella’. Entonces lo volvimos a abrazar y tomando un poco de tierra lo cubrimos sólo hasta las rodillas. Una vez más él nos abrazó diciendo: ‘Tomad más tierra y cubridme hasta el cuello y colocar un velo delgado sobre mi rostro y abrazadme de nuevo por última vez porque vosotros ya no me veréis más en esta vida.’ Volvimos a abrazarlo llenos de pesar, lamentándonos amargamente, mientras él nos despedía en paz. Justo cuando el sol acababa de salir él entregó su espíritu.

De acuerdo con San Jerónimo, el Apóstol y Evangelista se durmió en el año 101 dC, es decir, 68 años después de la Pasión y Resurrección del Señor, lo cual lo confirman también Clemente de Alejandría e Ireneo y muchos otros Padres de la Iglesia. Todos los años, el 8 de mayo, día en el que la Iglesia lo conmemora, sale una fragante mirra de su tumba y a las oraciones al Apóstol, los enfermos se sanan para el honor de Dios que es glorificado en la Trinidad por los siglos de los siglos. Amén.

Tropario, tono 2

Oh amado apóstol de Cristo Dios, * apresúrate y socorre a un pueblo indefenso, * pues quien admitió que te recostaras en su pecho, * te acepta cual intercesor. * Suplícale, Teólogo, * que disipe la nube de los adversarios, * implorando para nosotros la paz * y la gran misericordia.

Santa Eufrosina (justa);Reposo de san Sergio de Radonezh

Nuestra venerable Madre Eufrosina nació a principios del siglo V en la ciudad de Alejandría. Era hija única de padres ilustres y ricos. Cuando tenía doce años, su madre falleció, y así la niña fue criada por su padre, Pafnucio, que era un cristiano muy devoto. Tenía la costumbre de visitar cierto monasterio, donde el Igumeno era su padre espiritual.

Cuando Eufrosina cumplió dieciocho años, su padre quiso que se casara. Fue al monasterio para obtener la bendición del Igumeno para la boda de su hija. El Igumeno habló con ella y le dio su bendición, pero santa Eufrosina anhelaba la vida monástica. Un día, regaló sus posesiones a los pobres y luego se escabulló de la casa.

La Santa había decidido ingresar en un monasterio para pasar su vida en soledad y oración, pero temía que su padre la encontrara en un monasterio de mujeres. Por eso, se disfrazó de hombre y entró en el mismo monasterio de hombres que había visitado con su padre desde su infancia, llamándose Smaragdos. Los monjes no reconocieron a Eufrosina vestida con ropa de hombre, por lo que la recibieron en el monasterio. Los monjes quedaron impresionados por sus luchas espirituales y por su voluntad de servir a todos.

Allí, en una celda solitaria, Santa Eufrosina pasó 38 años en esfuerzos espirituales, ayunos y oraciones, alcanzando así un alto nivel de realización espiritual.

Pafnucio estaba profundamente entristecido por la pérdida de su amada hija; más de una vez, por consejo de su padre espiritual, habló con el “monje” Smaragdos, revelando su dolor y recibiendo consuelo espiritual. Antes de su muerte, santa Eufrosina reveló su secreto a su afligido padre e insistió en que nadie más que él preparara su cuerpo para el entierro. Después de enterrar a su hija, Pafnucio distribuyó toda su riqueza entre los pobres y el monasterio, y luego fue tonsurado. Durante diez años, hasta el momento de su propio reposo, trabajó en la celda de su hija.

Tropario, tono 8 del común de santas Justas

En ti fue conservada la imagen de Dios fielmente, oh justa Eufrosina, * pues tomando la cruz seguiste a Cristo * y, practicando, enseñaste a despreocuparse de la carne, * que es efímera, * y a cuidar, en cambio, el alma inmortal. * Por eso hoy tu espíritu se regocija junto con los ángeles.

 

Reposo de san Sergio de Radonezh

 

Este gran asceta y lumbrera de la iglesia rusa nació el 3 de mayo de 1314 en la aldea de Varnitsa, cerca de Rostov. Sus padres fueron los piadosos nobles, santos Cirilo y María. A los siete años, Bartolomé (pues era este su nombre antes de hacerse monje) fue enviado a estudiar junto con sus hermanos, pero sin importar sus mejores esfuerzos, apenas podía leer o escribir. Finalmente, Bartolomé oró a Dios con lágrimas implorándole que le concediera el saber de los libros. Cierto día, Bartolomé se encontró con un ángel de Dios que, disfrazado de monje, le dio su bendición y le preguntó que deseaba. «Con todo mi corazón», dijo, «deseo aprender a leer y a escribir, santo padre; ore a Dios por mí para que me conceda ser letrado». El anciano bendijo al niño, y dándole a comer pan de la prósfora, le dijo: «Esto te es dado como un signo de la Gracia de Dios y para el entendimiento de las Santas Escrituras». Bartolomé llevó al ángel a la casa de sus padres, donde para asombro de todos bendijo al niño para leer el Salterio. Antes de irse, el anciano profetizó: «Grande será su hijo ante Dios y ante el pueblo. Él se convertirá en una morada elegida del Espíritu Santo». Después de estas cosas, Bartolomé perseveraba en la oración constante, la asistencia a todos los Servicios Divinos, y el más estricto ayuno. Tras la muerte de sus padres, Bartolomé se retiró con su hermano Esteban al bosque cercano a Radonezh, donde su familia se había mudado en 1328. Allí fundo el Monasterio de la Santísima Trinidad, y fue finalmente tonsurado al monasticismo en 1337. Eventualmente muchos vinieron a unirse a él, y junto con sus compañeros de monasticismo se ocupó en el trabajo, la oración, y la batalla espiritual. Al querer reorganizar el monasterio los monjes se rebelaron contra él, y san Sergio se fue en secreto para fundar otro monasterio; pero muy pronto los monjes, arrepentidos, rogaron al Patriarca que les enviara de nuevo a Sergio como padre y abad. El santo regresó con gran amor y obediencia. A causa de la pureza de su vida, fue hallado digno del don de sanar a los enfermos y de obrar milagros – incluso, según una tradición, de levantar en el nombre de Cristo a uno que había muerto. La Santa Madre de Dios se le apareció un número de veces en visiones. Príncipes y obispos venían a él para recibir consejo, y él dio su bendición al Gran-príncipe Dimitri Donskoi, prediciendo su victoria en la guerra de liberación rusa contra los tártaros. Tenía la capacidad de ver los corazones de los hombres y de conocer acontecimientos futuros. Todos glorificaban a Dios por el Monje Sergio, a quien veneraban como a uno de los santos padres de la antigüedad; pero la gloria humana no socavó al gran asceta, que permaneció siendo el modelo de la humildad monástica. Su comunidad se llenó de monjes durante el curso de su vida, y ha sido uno de los principales centros de la vida espiritual en Rusia a través de los siglos. San Sergio durmió en el Señor el 25 de septiembre de 1392, y sus últimas palabras a los monjes fueron: «Hermanos, tengan atención de sí mismos. Tengan temor de Dios, pureza de alma, y amor sin hipocresía».

Tropario, tono 5

Fervoroso soldado de Cristo nuestro Dios, * ejemplo de la virtud, justo Sergio de Radonez, * que luchaste a los afanes efímeros, * con mucha vigilia y oración * te has hecho un hogar propicio del Santo Espíritu, * intercede ante Cristo * por la salvación de nuestras almas..

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