Boletín del 24/12/2017
Domingo anterior a Navidad
Alégrate, Belén, y prepárate, oh Éfrata, porque la Virgen viene a la cueva para dar a luz a Dios inefablemente. ¡Qué temible misterio es! Abraham, Isaac y Jacob, los patriarcas y todos los profetas, los hombres con los ángeles festejan con júbilo este Nacimiento divino. Exapostelario
Himnos de la Liturgia
Tropario de Resurrección
Tono 4
Tropario Previo a Navidad
Tono 4
Condaquio antes de la Navidad
Tono 3
Lecturas bíblicas
Carta del Apóstol San Pablo a los Hebreos (11:9-11;32-40)
Hermanos: Por la fe, Abraham peregrinó por la Tierra Prometida como en tierra extraña, habitando en tiendas, lo mismo que Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa. Pues esperaba la ciudad asentada sobre cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.
Y, ¿a qué continuar? Pues me faltaría el tiempo si hubiera de hablar sobre Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas. Estos, por la fe, sometieron reinos, hicieron justicia, alcanzaron las promesas, cerraron la boca a los leones; apagaron la violencia del fuego, escaparon del filo de la espada, sacaron fuerzas de la debilidad, se hicieron valientes en la guerra, rechazaron ejércitos extranjeros; las mujeres recobraron resucitados a sus muertos. Unos fueron torturados, rehusando la liberación por conseguir una resurrección mejor; otros soportaron burlas y azotes, y hasta cadenas y prisiones; apedreados, torturados, aserrados, muertos a espada; anduvieron errantes cubiertos de pieles de ovejas y de cabras; faltos de todo; oprimidos y maltratados, ¡hombres de los que no era digno el mundo!, errantes por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas de la tierra. Y todos ellos, aunque alabados por su fe, no consiguieron la promesa. Dios tenía ya dispuesto algo mejor para nosotros, de modo que no llegaran ellos sin nosotros a la perfección.
Evangeio según San Mateo (1: 1-25)
Libro de la generación de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham: Abraham engendró a Isaac, Isaac engendró a Jacob, Jacob engendró a Judá y a sus hermanos, Judá engendró de Tamar a Fares y a Zara, Fares engendró a Esrom, Esrom engendró a Aram, Aram engendró a Aminadab, Aminadab engendró a Naassón, Naassón engendró a Salmón, Salmón engendró de Rajab a Booz, Booz engendró de Rut a Obed, Obed engendró a Jesé, Jesé engendró al rey David.
David engendró, de la que fue mujer de Urías a Salomón, Salomón engendró a Roboam, Roboam engendró a Abiá, Abiá engendró a Asaf, Asaf engendró a Josafat, Josafat engendró a Joram, Joram engendró a Ozías, Ozías engendró a Joatam, Joatam engendró a Acaz, Acaz engendró a Ezequias, Ezequias engendró a Manasés, Manasés engendró a Amón, Amón engendró a Josías, Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos cuando la deportación a Babilonia.
Después de la deportación a Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, Salatiel engendró a Zorobabel, Zorobabel engendró a Abiud, Abiud engendró a Eliakim, Eliakim engendró a Azor, Azor engendró a Sadoq, Sadoq engendró a Aquim, Aquim engendró a Eliud, Eliud engendró a Eleazar, Eleazar engendró a Matán, Matán engendró a Jacob y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la que nació Jesús, llamado Cristo.
Así que el total de las generaciones son: desde Abraham hasta David, catorce generaciones; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce generaciones; desde la deportación a Babilonia hasta Cristo, catorce generaciones.
La generación de Jesucristo fue de esta manera: Su madre, María, estaba desposada con José y, antes de juntarse ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo. Su marido José, como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto. Mientras estaba pensando en esto, he aquí que el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer, porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados.» Todo esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del Señor por medio del profeta: He aquí que la Virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que traducido significa “Dios con nosotros”. Despertado José del sueño, hizo como el Ángel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su mujer. Y no la conocía hasta que ella dio a luz a su hijo y le puso por nombre Jesús.
Mensaje pastoral
¡Nos ha buscado el Salvador!
«Le pondrás por nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados.»![]()
Fue el mandato del Ángel a José el comprometido de María. El nombre Jesús significa en hebreo «Dios salva». También el Ángel que se presentó a los pastores, como nos cuenta el Evangelio según san Lucas, les anunció que «les ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador». En nuestras oraciones, no cesamos de exclamar: «¡Sálvanos, oh Hijo de Dios!» «Por las intercesiones de la Madre de Dios, oh Salvador, ¡sálvanos!»; y concluimos todos nuestros rezos con la frase «¡Por las oraciones de nuestros padres, oh Señor Jesucristo, Dios nuestro, ten piedad de nosotros y sálvanos!» Término que ocupa un lugar preponderante en nuestro culto y que muchas veces lo repetimos con inercia automática: ¿a qué se refiere la “Salvación”? ¿Que nos salve de qué?
Los judíos esperaban un Mesías que les salvara del yugo de los romanos y que les diera la liberación política y restaurara el reino de David. Por eso les decepcionó el aspecto de Jesús el Nazareno, manso y humilde desde el pesebre. Esperaban —como muchos se limitan a hacer— tan solo una salvación de los peligros y males que pudieran cercar su existencia: enemigos, enfermedades, accidentes, Etc. A éstos Cristo no les satisface como salvador, y ante cualquier malestar se quejan y hasta blasfeman.
Otros piensan que la salvación es un estado que tiene que ver con la vida venidera, de tal modo que en esta vida sufrimos y aguantamos a fin de conseguir la salvación en la eternidad. Eso contradice a lo que el Señor anunció a Zaqueo, la persona de pequeña estatura que le recibió: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa» (Lc 19:10). Entonces no se trata de algo futuro sino de una gracia que se recibe hoy y aquí.
San Pablo describe la salvación de esta manera: «[…] ustedes que se han despojado del hombre viejo con sus obras y se han revestido del hombre nuevo que se va renovando hacia el conocimiento, según la imagen de su Creador» (Col 3:9-10). Entonces no se trata ni de protección externa ni de paz futura sino de una restauración presente de mi naturaleza corrupta —el hombre viejo con sus defectos y vicios: ira, envidia, distracción, egoísmo, soberbia, concupiscencia— hacia el hombre nuevo, Jesucristo. Este cambio procurado, llámese salvación, conversión o curación es la Gracia a la que el cristiano tiene acceso en la Iglesia: confesión, lectura espiritual, vigilia, oración, vida comunitaria y acercamiento al santo Cáliz. Por eso, los santos Padres frecuentemente se refieren a la Iglesia como hospital salvífico: «No necesitan médico los que están sanos, sino los que están mal» (Lc 5:31).
¡Cree y serás salvado!, una frase que suele malinterpretarse como si la salvación fuera una acción estática condicionada con cierta confesión dogmática. En realidad, esta comprensión es muy lejana al concepto bíblico. La salvación es un proceso permanente, una renovación constante en el Señor; como una línea gráfica de ondas variadas pero finalmente ascendente sinfín ante la vista de Dios. Cuando esta renovación-salvación empieza a tocar el corazón de nuestra vida, los peligros por más severos que sean se muestran a final de cuentas como tentaciones beneficiosas que nos acercan al cuidado paterno de Dios, y la promesa de la paz futura vuelve una certeza y anticipación consoladoras.
La celebración navideña —luces, ropa nueva, árbol, obra benéfica y, sobre todo, participación litúrgica y sacramental intensificada— precisamente nos debe colocar alegremente en la memoria de esta renovación que nos ha sido dada con la Encarnación de Verbo que «habitó entre nosotros», y fortalecer nuestra «buena voluntad» con respecto a la iniciativa divina que los ángeles anunciaron una vez y para siempre: «¡Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz (salvación) a los hombres de buena voluntad!» Amén.
Nuestra Fe y Tradición
El Icono de la Natividad
El icono nos describe, con colores, la reunión del cielo y la tierra al festejar “la llegada de la plenitud de los tiempos”.
El ángel se inclina hacia los pastores, gente humilde y marginada, anunciándoles el suceso, mientras los magos se dirigen hacia el Rey representando la participación de los páganos que no se habían preparado por ninguna historia profética, mientras los judíos si.
Se acercan al niño nacido un buey y un asno que, participando en esta celebración universal, nos recuerdan la profecía de Isaías: “conoce el buey a su dueño, y el asno el pesebre de su amo. Israel no conoce, mi pueblo no discierne.” (Is.1:3).
Un hombre vestido de lana está platicando con José; ha de ser el tentador (Satanás) tratando de alentar las dudas de José sobre este inefable parto: “¿Qué es este suceso, oh María, el cual veo en ti? … En lugar de honor me has traído vergüenza; en lugar de alegría, tristeza; …”. Mas Dios, quien no permite tentaciones que sobrepasen nuestros esfuerzos, iluminó al justo José, enseñándole la pureza de la Virgen.
He aquí que la Madre de Dios está acostada en la entrada de la gruta, rodeada con un nimbo que parece grano de trigo, ¡cómo no, ella es la madre de la Vida! La Virgen “guardaba todas estas cosas, y las meditaba en su corazón” (Lu.2:19). También, está mirando a cada uno de nosotros invitándole a que, por su parte, dé a luz a Cristo.
En medio del esplendor de este festejo sobresales, oh Señor, con tu divina quietud, y tu pesebre nos parece como un sepulcro: el primero lleva a la Vida para que del segundo nos brote la vida.
“nos prosternamos ante tu Nacimiento, oh Cristo, muéstranos tu divina Epifanía”
San Ignacio de Antioquía
(20 de diciembre)
“Te doy gracias, Señor mío, por que me has hecho digno de tal honor otorgándome la arras del completo amor, y por que, por ti, me encadenarán con hierro, como a tu apóstol Pablo.” Ésta fue la primera impresión que tuvo San Ignacio, segundo obispo de Antioquia, cuando supo el juicio del emperador: “ordenamos que Ignacio, el que se llama a sí mismo llevador al crucificado, se encadene y se dirija hacia Roma donde las fieras lo devoren para diversión del pueblo.”
Así, San Ignacio coronó su santa vida con el martirio que esperaba con mucho anhelo. Mientras estaba en camino hacia Roma, San Ignacio supo que los cristianos de aquella ciudad buscaban una manera para salvarlo. Inmediatamente les escribió una carta afectuosa en la que les rogaba no quitarle la oportunidad de tal “vida”. Quizás, al mencionar unas palabras de esta carta, se reavive en nuestro ser el sentido de la vida como lo veía san Ignacio: dar testimonio a Dios, es decir, “martirio”.
“Dejadme como una presa de las fieras, ellas me llevan a Dios rápido. Trigo soy de Dios y por los dientes de las fieras he de ser molido, a fin de ser presentado como limpio pan de Cristo…
De nada me aprovecharán los confines del mundo ni los reinos todos de este siglo. Para mí, mejor es morir en Jesucristo que ser rey de los términos de la tierra… se acerca la hora en la cual naceré… perdonadme hermanos: no me impidáis vivir; no os empeñéis en que yo muera… dejadme contemplar la Luz pura. Llegado allí, seré de verdad hombre…
Bello es que nos pongamos con el mundo como ocaso para que amanezcamos en el Señor.”
Por sus intercesiones, Señor Jesucristo, ten piedad de nosotros y sálvanos. Amén.
Frases Bíblicas
- Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad. (Miq 5:2)
- El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos. (Is 9: 2)
- Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz. (Lc 1, 78-79)



“Antimensio” es un vocablo griego que significa “en lugar del Altar”; consiste en una pieza rectangular de seda o de otra tela, pintada con el icono de la sepultura de Cristo, lleva la firma del obispo que lo consagró con el santo Crisma. Suele tener un fragmento de reliquias de uno de los santos Mártires en un bolsillo lateral, paralelamente a la regla que requiere de colocar la reliquia en una parte sellada al centro del Altar. Las liturgias en la Iglesia primitiva a menudo eran celebradas sobre los sepulcros de los Mártires, porque el Mártir es el verdadero Altar.
El Antimensio es consagrado necesariamente por el obispo, y su función se relaciona con la firma de él. Es la indicación que el obispo ha autorizado a uno de los sacerdotes que dependen de su jurisdicción celebrar la divina Eucaristía. Después de la lectura evangélica, el sacerdote desdobla el Antimensio y lo extiende sobre el Altar porque en él presentaría el ofertorio, y lo besa allá donde la firma del obispo; el Altar está consumado y preparada para celebrar la Ofrenda eucarística. Desde ya este Altar no pertenece a la comunidad local restringida sino que la supera para formar el único Altar de la Iglesia de Dios, el lugar de la Ofrenda de Cristo, la morada de Cristo entre nosotros donde todos formamos su Cuerpo místico; el todo vence la división y la Vida Nueva es otorgada con su plenitud.

















































































En el marco del 74 aniversario de la Independencia del Líbano Su Eminencia Ignacio Samaán Arzobispo Metropolitano de México, Venezuela, Centroamérica y El Caribe participó en la la Convención “Lebanese Diaspora Energy” (Energía de la Diáspora Libanesa) convocada en Cancún, México con la presencia del Min
Posteriormente a su participación realizó su primera visita Pastoral a la ciudad de Mérida Yucatán el pasado domingo 26 de Noviembre iniciando con la Celebración de la Divina Liturgia en la Iglesia de la Dormición de la Virgen María ubicada en Santa Gertrudis Copo, durante la celebración Su Eminencia Ignacio agradeció el recibimiento por parte de la comunidad y pidió a los fieles seguir trabajando en beneficio del Reino de Dios en especial entendiendo el mensaje del Evangelio por el cual Su Eminencia mencionó que “dura es la Palabra” ya que pide el abandono de nuestra parte en la providencia divina, así también agradeció el apoyo de parte del Reverendo Archimandrita Cosme Andrade, al finalizar la Liturgia compartió con los feligreses de la Iglesia de un almuerzo y los feligreses de la iglesia le cantaron el Tropario de San Ignacio de Antioquía.
Al rededor de las 14 hrs del mismo domingo 26 de Noviembre Su Eminencia asistió a la celebración de los Premios Cedros 2017 la cual se llevó a cabo en el Club Libanés de Mérida, a la cual asistieron personalidades como Gibran Bassil, ministro de relaciones exteriores y emigrantes del Líbano; Rolando Zapata Bello, gobernador de Yucatán; Mauricio Vila Dosal, alcalde de Mérida; junto con algunos políticos y miembros de la Comunidad Libanesa.
Mas tarde se llevó acabo una cena en el jardín de la Iglesia de la Dormición de la Virgen a la cual asistieron fieles de la comunidad. En esta cena los jóvenes y feligreses que participan en la Iglesia brindaron unas palabras de bienvenida a Su Eminencia Ignacio y él agradeció el recibimiento que tuvo de parte de todos.
El lunes 27 de Noviembre Su Eminencia Ignacio visitó a algunos miembros de la comunidad Ortodoxa. Después asistió a una rueda de prensa en la casa Minaret de Mérida donde miembros de los medios hicieron algunas preguntas una reportera le preguntó respecto al suicidio, fenómeno que registra altos índices en esta entidad, a lo que dijo que la solución es tener a Dios en el centro de la vida. “Si ponemos a Dios en medio de nuestra vida esto va a ayudar a tener esperanza”. Respecto a ser el sucesor de Su Eminencia Antonio Chedraoui, dijo que es un privilegio pues dejó muchas enseñanzas, trabajo e hijos espirituales, una huella muy importante la cual llevará como Arzobispo grabada en su corazón y a mostrarla. También hizo un llamado a detener al ola de violencia en Medio Oriente, recordando el secuestro de los Arzobispos Pablo y Juan. Al término de la rueda de prensa Su Eminencia Ignacio se entrevistó con el alcalde de Mérida Mauricio Vila Dosal en la sala de juntas de la Presidencia Municipal. En la reunión se abordaron temas como la historia de la comunidad siriolibanesa en Mérida. Al finalizar la visita, el alcalde obsequió Su Eminencia Ignacio una réplica de las sillas conocidas como confidentes.
Luego de la reunión con el Alcalde Su Eminencia Ignacio regresó al Minaret para bendecir el establecimiento y comer con los administradores del lugar, con los integrantes de la rueda de prensa y con algunos miembros de la comunidad. Ya por la noche asistió a una cena con varios miembros de la comunidad Libanesa de Mérida en la cual su Eminencia agradeció por el apoyo que han dado a la Iglesia y tuvo el gusto de conocer a algunos miembros de la misma comunidad.
El martes 28 de Noviembre Su Eminencia Ignacio asistió al Club Libanés a un desayuno ofrecido por el comité de Damas de Club Libanes de Merida AC. También tuvo un encuentro en el mismo Club Libanés con 50 jóvenes universitarios pertenecientes a la agrupación Masters Yucatan AC. Finalmente en la Iglesia de la Dormición de la Virgen se realizó un almuerzo de despedida, contando con la presencia de los fieles de la parroquia y miembros de la comunidad Libanesa. Su Eminencia Ignacio agradeció a todos los miembros de la comunidad por tan caluroso recibimiento y pidió a los fieles continuar trabajando para el Señor.

























































































































