Bajo los emperadores, Decio y Valeriano, Jasón, prefecto de Grecia, recibió la orden de poner en ejecución los crueles edictos persecutorios. San Codrato se presentó ante Jasón, quien se esforzó, al comienzo de convencerlo de hacer sacrificios a los dioses, para escapar a los castigos. El siervo de Dios, que se había presentado con algunos de sus compañeros y discípulos, contestó que prefería la salvación eterna, que la vida temporal. En vez de defenderse, le contó en resumen la Biblia, desde la creación hasta la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. Jasón rechazó desdeñosamente, la idea de que Dios hubiese podido hacerse hombre y padecer por nosotros.

Después de tratar de convencer a Codrato, se dio cuenta que nada le daba resultado y lo mandó a azotar. En seguida, trató de convencer a Cipriano, que era casi un niño, diciéndole que era muy chico todavía, pero Codrato les gritaba exhortando a sus compañeros, que permanecieran firmes en su fe cristiana.

Todos los mártires fueron sometidos a horribles torturas, y finalmente fueron arrojados a las fieras, pero éstas no les hicieron daño alguno. Entonces fueron llevados afuera de la ciudad y decapitados. Esto sucedió en el año 258. Los nombres de los otros mártires eran: Dionisio, Anecto, Pablo y Crescente.

Tropario tono 4, del común de Santos Mártires

Tus mártires, oh Señor, * han obtenido de ti * coronas de incorrupción * en su lucha, Dios nuestro. * Al tener, pues, tu fuerza, * han vencido a tiranos * y aplastado de los demonios * su abatida insolencia. * Por sus intercesiones, oh Cristo Dios, * salva nuestras almas.

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