Este santo cuyo nombre significa Bendito, nació en la región de Nursia en Italia en el año 480, de padres ricos y distinguidos. No perseveró demasiado en la escuela, porque notaba que la educación de los libros podía hacerle perder “el gran entendimiento del alma”. Salió de la escuela y se fue a un monasterio donde el monje Román lo tonsuró. Después se retiró a un monte empinado, donde en una cueva pasó más de tres años en grandes trabajos espirituales. Román le llevaba pan y lo subía a la empinada pared del peñasco con una cuerda hasta la entrada de la cueva. Cuando se hizo conocido en la cercanía, para evitar la alabanza de la gente, se alejó de esa cueva. Era muy riguroso consigo mismo. Una vez cuando una impura furia de pasión corporal le atacó, él se desnudó y comenzó a rodar sobre una ortiga y espinas, hasta rechazar todo pensamiento de mujer.
Dios lo dotó con muchos dones espirituales: clarividencia, curación, expulsión de los malos espíritus, la resurrección de los muertos; se aparecía a otros en la distancia, tanto en sueños como en visiones. Una vez percibió que el vaso de vino que le habían servido tenía veneno, él hizo la señal de la cruz sobre el vaso y el vaso se reventó.
Fundó doce monasterios, donde en cada uno al principio había doce monjes. Después compiló la específica regla que será conocida como “Benedictina” que aun se conserva en la iglesia romana.
Seis días antes de su muerte y percibiendo que su fin se acercaba, ordenó que se abriera la tumba que había sido previamente preparada; reunió a todos los monjes, les dio consejos y luego entregó su alma al Señor, a quien fielmente había servido en pobreza y pureza.
Su hermana Escolástica vivía en un monasterio de mujeres, e imitando a su hermano, ella misma también vivió en ascetismo y alcanzó una gran perfección espiritual. Cuando san Benedicto entregó su alma, dos monjes, uno de viaje y otro en alguna lejana celda estando en oración, vieron simultáneamente la misma visión: un camino desde la tierra al cielo cubierto con preciosas telas e iluminado por ambos lados con hileras de gente; en la cima de ese camino estaba un hombre de indescriptible belleza y luz, que les dijo que ese camino estaba preparado para Benedicto, el amado de Dios. Por esta visión, esos dos hermanos comprendieron que su buen abad había partido de este mundo. Murió pacíficamente en el 543 y pasó al eterno reino de su Rey Cristo.
Tropario tono 8, del común de Justos
En ti fue conservada la imagen de Dios fielmente, oh Padre Benedicto, * pues tomando la cruz seguiste a Cristo * y, practicando, enseñaste a despreocuparse de la carne, * que es efímera, * y a cuidar, en cambio, el alma inmortal. * Por eso hoy tu espíritu se regocija junto con los ángeles.