Estos santos obispos fueron enviados a Quersón en el Mar Negro por Hermón, obispo de Jerusalén, en los días de Diocleciano, alrededor del año 300, para predicar el Evangelio.
Efraín y Basilio fueron enviados primero. Basilio dio vida al hijo muerto de un gobernante local, por lo que muchos fueron bautizados. Los que permanecieron en su incredulidad, sin embargo, lo arrastraron por las calles hasta que murió. Efraín, negándose a ofrecer sacrificios a los ídolos, fue decapitado. Después de ellos, Eugenio, Agatodoro, Capito y Elpidio fueron enviados por el obispo de Jerusalén como heraldos de la fe, pero también fueron asesinados por los impíos. Por último, el obispo de Jerusalén envió a Eterio; fue ahogado durante el reinado de san Constantino el Grande.
Tropario, tono 5
Nos has dado los milagros de tus santos mártires * cual muro inamovible, oh Cristo Dios: * por sus plegarias, disipa las tramas de los adversarios * y resguarda las defensas de la Iglesia, * pues eres bondadoso y amas a la humanidad.