Este que es el cuarto domingo del Triodio y a las puertas de la Gran Cuaresma, celebramos la conmemoración de la expulsión del primer creado Adán, del paraíso de dicha.
En este día en la mayoría de parroquias, comunidades y monasterios se celebra al terminar el oficio de vísperas, el servicio del Perdón en que con gestos sencillos pero auténticos nos pedimos y ofrecemos perdón mutuamente, haciendo eco de las palabras del Evangelio que si no perdonamos las ofensas de nuestros hermanos, tampoco seremos perdonados por Dios.
Según la Tradición de la Iglesia hoy es el último día que consumimos alimentos derivados animales (pescado, huevos y lácteos) hasta la celebración de la Pascua el próximo 20 de abril.
+ ¡Que el mundo entero llore con los padres del género humano y arrepentido, que solloce! Que junto a ellos calló precipitándose, cuando cayeron por la comida.
Por Tu Inefable Compasión, Oh Cristo nuestro Dios, haznos dignos de la dicha del Paraíso, y ten piedad de nosotros, porque eres el Único que amas a la humanidad. Amén.
Condaquio, tono 6
¡Oh Guía hacia la sabiduría, dador de la inteligencia, instructor de los ignorantes y protector de los pobres!, fortalece, oh Señor, mi corazón y dale comprensión, y concédeme la palabra, Oh Palabra del Padre. Pues heme aquí, y mis labios no vacilan en exclamarte: “Oh Misericordioso, ten piedad de mí, el caído”.
Santo Mártir Hesiquio
El santo mártir Hesiquio vivió durante el reinado del rey Maximiano en 302. Fue el primero y el líder en el palacio real y el Senado, pues era magistrado.
Cuando Maximiano ordenó que todos los cristianos que eran soldados reales debían ser privados de sus cinturones (que eran un signo de su mérito real) y vivir como civiles y sin honor, muchos cristianos prefirieron vivir sin ningún honor externo debido a esta orden ilegal, que ser honrado y perder su alma.
San Hesiquio también fue contado con estos cristianos. Cuando el rey escuchó esto, ordenó que se despojara al santo de la ropa fina, que solía usar, y que se vistiera con un manto en mal estado sin mangas tejidas de cabello y que fuera deshonrado y despreciado en gran manera, viviendo entre los más pobres de la ciudad.
Cuando esto se llevó a cabo, el rey lo invitó y le preguntó: “¿No estás avergonzado, Hesiquio, de haber perdido el honor y el cargo de magistrado y haber sido degradado a este tipo de vida? ¿No sabes que los cristianos, cuyo estilo de vida preferiste, no tienen poder para devolverte tu gran honor y oficio anterior? ” El santo respondió: “Tu honor, oh rey, es temporal, pero el honor y la gloria que Cristo da es eterno y sin fin”. Debido a estas palabras, el rey se enojó y ordenó a sus hombres que ataran una gran piedra de molino alrededor del cuello del santo y luego lo arrojaran en medio del río Orontes, que se encuentra en Siria. Así, el santo recibió la corona del martirio por el Señor.
Tropario, tono 4
Tu mártir, oh Señor, * ha obtenido de ti * corona de incorrupción * en su lucha, Dios nuestro. * Al tener, pues, tu fuerza, * ha vencido a tiranos * y aplastado de los demonios * su abatida insolencia. * Por sus intercesiones, oh Cristo Dios, * salva nuestras almas.