Seis meses después de la concepción de Juan el Precursor, Dios envió al Arcángel Gabriel a Nazaret, una ciudad de Galilea, a María la Virgen. Según la tradición transmitida por los Padres, ella había estado comprometida con José cuatro meses. Al llegar a la casa de José, el Arcángel declaró: “Regocíjate, llena de gracia, el Señor está contigo: bendita eres entre las mujeres”. Después de cierta consideración, agitación del alma y temor debido a este saludo, la Virgen, cuando finalmente obtuvo la plena seguridad con respecto a la indescifrable condescendencia de Dios y la inefable dispensación que iba a tener lugar a través de ella, y creyendo que todo es posible el Altísimo respondió con humildad: “He aquí la sierva del Señor; hágase en mí según tu palabra”. Y en esto, el Espíritu Santo vino sobre ella, y el poder del Altísimo fecundó su seno sin tacha, y el Hijo y Palabra del Padre, que existió antes de los siglos, fue concebido, y se hizo carne en su cuerpo inmaculado (Lucas 1: 26-38).
Llevando en su seno al Incontenible, la Virgen bendita fue de prisa desde Nazaret a la región montañosa de Judea, donde Zacarías tenía su morada; porque deseaba encontrar a Isabel como su pariente y alegrarse con ella, porque, como había sabido por el Arcángel, Isabel había concebido en su vejez. Además, deseaba contarle las grandes cosas que el Poderoso había tenido el placer de hacerle pasar. Cuando Isabel escuchó el saludo de María, sintió que su bebé de seis meses, san Juan Bautista, profetizaba el amanecer del sol espiritual. Inmediatamente, la anciana Isabel se llenó del Espíritu Santo y la reconoció como la Madre de su Señor, y con una gran voz la bendijo y al Fruto que tenía en su interior. La Virgen también, movida por un regocijo sobrenatural en el espíritu, glorificó a su Dios y Salvador, diciendo: “Mi alma engrandece al Señor, y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador”, y el resto, como lo ha registrado san Lucas. (1: 39-55)
Tropario, tono 1
Hoy es el principio de nuestra salvación, * la revelación del misterio sempiterno: * El Hijo de Dios se hace hijo de la Virgen, * y Gabriel anuncia la Gracia; * por lo que, nosotros también con él clamamos a la Madre de Dios: * «¡Alégrate, oh Llena de gracia, * el Señor está contigo!»