Los padres de san Galación, Cleitofon y Leucipe, se convirtieron al cristianismo animados por las enseñanzas y ejemplo de cierto cristiano llamado Onofrio. Cuando Galación cumplió veinticuatro años, su padre decidió casarlo y le encontró una novia, una muchacha bonita e ilustre llamada Episteme. El hijo no se opuso a la decisión de su padre. Visitando a su novia, Galación le reveló su fe gradualmente. Pasado un tiempo, ella se convirtió a Cristo y él la bautizó en secreto. Después del casamiento se conservaron en virginidad. Además, él también bautizó a uno de los sirvientes de Episteme llamado Eutolmio. El recién bautizado decidió, como Galación, consagrarse a la vida monacal. Dejando la ciudad, ellos se escondieron lejos en la Montaña Publio dónde había dos monasterios uno para hombres y otro para mujeres. Los nuevos monásticos tenían que realizar todo el trabajo físico, puesto que los habitantes de ambos monasterios eran débiles ancianos.

Durante varios años los monjes se esforzaron en el trabajo, ayuno y oración. Una vez, Episteme tuvo una visión en sueño: ella y Galación estaban de pie en un palacio maravilloso ante un Rey radiante, y el Rey colocaba coronas sobre ellos. Esto fue un anuncio de su inminente martirio.

Los paganos se dieron cuenta de la existencia de los monasterios, y una división militar fue enviada para apresar a sus habitantes. Pero los monjes y las monjas consiguieron esconderse en los montes. Galación, sin embargo, no quiso huir y permaneció en su celda, leyendo las sagradas Escrituras. Cuando Episteme supo que los soldados aprehendieron a Galación, ella imploró a la Abadesa que le permitiera también ir, pues ella quería soportar el martirio por Cristo junto con su esposo y maestro. La Abadesa, llorando bendijo a Episteme para que hiciera lo que deseaba.

Los santos soportaron terribles tormentos, mientras oraban y glorificaban a Cristo. Sus manos y piernas fueron mutiladas, sus lenguas fueron cortadas, y luego los decapitaron.

Eutolmio, el anterior sirviente de Episteme, y quién se había convertido en su hermano en Cristo y compañero asceta en la vida monacal, en secreto enterró los cuerpos de los santos mártires y escribió el relato de su memorable vida y de su glorioso martirio, para sus contemporáneos y para la posteridad.

Tropario, tono 4

Tus mártires, oh Señor, * han obtenido de ti * coronas de incorrupción * en su lucha, Dios nuestro. * Al tener, pues, tu fuerza, * han vencido a tiranos * y aplastado de los demonios * su abatida insolencia. * Por sus intercesiones, oh Cristo Dios, * salva nuestras almas.

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Santoral Santoral ()

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