Los santos Hierón, Nicandro, Esiquio, Barajio, Maximiliano, Calínico, Canticos, Atanasio Teodoro, Duquicio, Eugenio, Teófilo, Valterio, Teodocio, Calimaco, Hilario, Gicancio, Longuino, Temelio, Estigio, Diodoto, Castricio, Teagenio, Mamas, Teodulo, Bostricio, Victor, Doroteo, Claudiano, Epifanio, Aniceto, Matroniano y Antonio, fueron martirizados durante el reinado de Diocleciano y Maximiano en el año 290. El primero de ellos, era Hierón de Tiana de Capadocia su padre murió joven, su madre Estratónica se hizo cargo de su educación y la de sus hermanos, Matroniano y Antonio. Aunque el Santo adquirió una buena educación, se ocupó de la profesión agrícola. Los idólatras consideraban tales ocupaciones como denigrantes, pero los cristianos sabían que a Cristo no lo avergonzaba el sudor del trabajador humilde. Cuando Diocleciano comenzó la persecución a los cristianos, el prefecto Agrícolas arrestó a Hierón. Lo detuvo acusándolo que los domingos y otros días festivos enseñaba la palabra de Cristo a los trabajadores, acercando a muchos a la fe cristiana. Con él fueron arrestados sus dos hermanos y treinta colaboradores en la enseñanza del Evangelio. Después de ser encarcelados fueron torturados duramente, muriendo todos decapitados por su fe, en la ciudad de Melitina.
Tropario, tono 4
Tus mártires, oh Señor Dios nuestro, por sus luchas recibieron de Ti la corona incorruptible, porque, habiendo conseguido tu fuerza, derribaron a los tiranos y destruyeron la presunción impotente de los demonios. Por sus oraciones, oh Cristo Dios, salva nuestras almas.
San Lázaro el Milagroso
San Lázaro, el Taumaturgo del Monte Galesio, cerca de Éfeso, nació en Lidia, en la ciudad de Magnesio. Siendo un joven culto y amante de Dios, se hizo monje en el monasterio de San Sava, en Palestina. Pasó diez años dentro de los muros del monasterio, ganándose el amor y el respeto de los hermanos por sus intensas luchas monásticas.
Ordenado sacerdote por el Patriarca de Jerusalén, san Lázaro regresó a su país natal y se estableció cerca de Éfeso, en el desolado Monte Galesio. Allí tuvo una visión maravillosa: una columna de fuego que se elevaba hasta los cielos estaba rodeada de ángeles que cantaban: “Levántate Dios y dispersa a sus enemigos”.
En el lugar donde el santo contempló esta visión, construyó una iglesia en honor a la Resurrección de Cristo y asumió la hazaña de vivir en la columna. Pronto los monjes comenzaron a acudir en masa a este gran asceta, sedientos de alimento espiritual por las palabras divinamente inspiradas y el bendito ejemplo del santo, y se estableció allí un monasterio.
Habiendo recibido una revelación sobre el día de su muerte, el santo se lo dijo a los hermanos. A través de las oraciones entre lágrimas de todos los monjes, el Señor prolongó la vida terrenal de San Lázaro por otros quince años.
San Lázaro murió a los 72 años de edad, en el año 1053. Los hermanos enterraron el cuerpo del santo en el pilar sobre el que había luchado en el ascetismo. Fue glorificado por muchos milagros después de su muerte.
Su memoria también es conmemorado el 17 de julio.
Tropario, tono 8
Con oraciones de vigilia, la efusión de tus lágrimas * inundó la columna; * por los suspiros profundos, * tus fatigas dieron frutos cien veces más; * y al volverte pastor, * repartías el perdón a los que acudían a ti. * ¡Oh nuestro justo padre Lázaro, * intercede ante Cristo Dios * para que salve nuestras almas!