Santa Catarina de Alejandría la Gran Mártir
Santa Catarina era hija del rey Consto, y vivía con su madre en Alejandría tras la muerte de su padre. Su madre era cristiana secretamente, y, mediante su padre espiritual, trajo a Catalina a la fe cristiana. En una visión, santa Catalina recibió un anillo del Señor Jesucristo cono señal de su desposorio con él. Este anillo permanece en su dedo hasta el día de hoy. Catalina había sido grandemente dotada por Dios, y recibió una excelente educación en filosofía griega, medicina, retórica y lógica, y añadía una gran belleza física a esto. Cuando el impío emperador Majencio ofreció un sacrificio público a los ídolos y ordenó que todos hicieran lo mismo; santa Catalina vino audazmente ante él y denunció sus idólatras errores. El Emperador, viendo que ella le superaba en sabiduría y erudición, convocó a cincuenta de los hombres más sabios para que disputaran con ella acerca de la fe y la avergonzaran; pero Catalina era más sabia que ellos, y los avergonzó. El furioso Emperador ordenó que los cincuenta sabios fuesen quemados en la pira. Todos estos sabios, por las oraciones de santa Catalina, confesaron el nombre de Cristo al momento de su muerte, y proclamaron ser cristianos. Cuando la mártir estaba en prisión, trajo a la fe al general Porfirio y a doscientos de sus soldados, y también a la emperatriz Basilea. Todos ellos sufrieron por Cristo. Durante el martirio de santa Catalina, se le apareció un ángel de Dios que destruyó la rueda en la que estaba siendo torturada, y después se le apareció el Señor Jesucristo mismo para fortalecerla. Después de muchas torturas, Catalina fue degollada por espada a la edad de dieciocho años, el 24 de noviembre de 310. Leche fluyó de su cuerpo en vez de sangre. Sus reliquias, que obran milagros, son preservadas en el Sinaí.
Los santos Catalina y Mercurio se celebraban el 24 de este mes, mientras que los santos Hieromártires Clemente de Roma y Pedro de Alejandría se celebraban el 25. Las fechas de las fiestas de estos santos se intercambiaron a pedido de la Iglesia y el Monasterio del Monte Sinaí, para que la fiesta de Santa Catalina, su patrona, se celebrara más festivamente junto con la Despedida de la Fiesta de la Entrada de la Theotokos, práctica que se sigue hasta hoy en las iglesias de tradición griega, mientras que las iglesias eslavas conmemoran a estos santos en sus fechas originales.
Tropario, tono 5
A la novia de Cristo, los dignos cánticos; * a Catalina divina, firme fortín de Sinaí, * protectora nuestra y auxiliadora, * ella, pues, hizo callar * con la espada del Espíritu * a los facundos incrédulos. * Ahora, coronada cual mártir, * implora por todos la gran misericordia.
San Mercurio, Gran Mártir
El santo gran mártir Mercurio, de ascendencia escita, sirvió como soldado en el ejército romano. Los impíos emperadores Decio (249-251) y Valeriano (253-259) emitieron un decreto que ordenaba a todos los ciudadanos romanos adorar a los dioses paganos y condenaba a los cristianos a la tortura y la muerte a menos que obedecieran el decreto. En esa época, los bárbaros atacaron el imperio romano y el emperador Decio emprendió una campaña con un gran ejército. En una de las batallas, un ángel del Señor se le apareció a Mercurio bajo la apariencia de un noble y le entregó una espada diciendo: “No temas, Mercurio. Avanza valientemente contra el enemigo y, cuando salgas victorioso, no olvides al Señor tu Dios”. Con esta espada, el santo guerrero atravesó las filas de los bárbaros. También mató a su rey, obteniendo la victoria para los romanos. El agradecido emperador Decio recompensó a San Mercurio por su valentía y lo nombró comandante de todo el ejército.
El ángel del Señor se le apareció de nuevo al santo guerrero, que había recibido grandes honores y riquezas, y le recordó por quién había sido concedida la victoria. También le dijo al general Mercurio que sufriría por Cristo y recibiría una corona de victoria en su Reino. Mercurio recordó que su padre Gordiano también había confesado la fe cristiana. Aunque el santo había sido bautizado, sentía que no había consagrado su vida a Dios como lo habían hecho su padre y su abuelo. Por eso, lloraba y se lamentaba cuando fue citado ante el emperador.
Decio consultó a Mercurio sobre asuntos de estado y luego sugirió que ofrecieran un sacrificio en el templo de Artemisa. No queriendo hacerlo, el santo regresó a su casa. Fue denunciado como cristiano por un noble llamado Catulo. Sin embargo, el emperador no lo creyó hasta que él mismo lo interrogó. Declarándose abiertamente cristiano, Mercurio arrojó su cinturón militar y su capa a los pies del emperador y repudió todos los honores que había recibido. El ángel del Señor se le apareció nuevamente a san Mercurio en la prisión, alentándolo a soportar todos los sufrimientos por Cristo.
Lo tendieron entre cuatro columnas y encendieron un fuego debajo de él. Cortaron su cuerpo con cuchillos y de sus heridas brotó tanta sangre que extinguió el fuego. Cuando lo arrojaron de nuevo a la prisión casi muerto por sus heridas, san Mercurio fue curado por el Señor, demostrando el gran poder de Cristo a los paganos impíos. Condenado a muerte, el santo fue considerado digno de una visión del Señor, quien le prometió una rápida liberación de sus sufrimientos. El Gran Mártir Mercurio fue decapitado en Cesarea de Capadocia. Su santo cuerpo emitía una fragancia como la de la mirra y el incienso. Muchos de los enfermos fueron sanados en su tumba.
Tropario tono 4 del común de santos Mártires
Tu mártir, oh Señor, * ha obtenido de ti * corona de incorrupción * en su lucha, Dios nuestro. * Al tener, pues, tu fuerza, * ha vencido a tiranos * y aplastado de los demonios* su abatida insolencia. * Por sus intercesiones, oh Cristo Dios, * salva nuestras almas.