Estos santos eran hermanos, que vivieron en Cilicia, ciudad de Asia menor, herederos de una gran fortuna. Zenobio había estudiado medicina, y no sólo ofreció sus servicios a los desamparados, también compartía su riqueza. Con este comportamiento apuntalaba la fe a los cristianos, y a muchos idolatras los atrajo al cristianismo, siendo por esto consagrado obispo de Egea. Cuando se enteró el prefecto Lysias, ordenó que lo detuvieran. El santo admitió delante del prefecto su fe, y lo que realizaba para la salvación del alma y la gloria del verdadero Dios. Lysias con severidad le dijo: si no detienes lo que haces y no niegas a Cristo, serás torturado cruelmente. Zenobio contestó que los martirios pueden dañar su cuerpo, pero el alma nunca, porque dijo Dios: “Y a ustedes, ¿Quién puede hacerles daño si se dedican a practicar el bien?” (1° Epist. a Pedro 3:13), inmediatamente Lysias ordenó que fuera torturado. Entonces intervino la hermana del Santo, Zenobia, y le recriminó a Lysias, que torturar no es humano. Pero el prefecto ordenó arrestar también a la hermana y los decapito a ambos.

Todo esto sucedió hacia el año 290, bajo el reinado de Diocleciano.

Tropario tono 4, del común de Mártires

Tus mártires, oh Señor, * han obtenido de ti * coronas de incorrupción * en su lucha, Dios nuestro. * Al tener, pues, tu fuerza, * han vencido a tiranos * y aplastado de los demonios * su abatida insolencia. * Por sus  intercesiones, oh Cristo Dios, * salva nuestras almas.

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