San Búcolo, obispo de Esmirna

6 de Febrero

San Búcolo es recordado como el primer obispo de Esmirna, que fue fundada por San Juan el Teólogo quien por mandato de la iglesia tenía toda Asia Menor sobre su dirección.
Ejerció esta obligación con celo y sirvió a la iglesia con abnegación, afrontando heroicamente su martirio. Realmente fue un Padre Espiritual para todos los cristianos, enseñando el Evangelio en épocas de persecución y peligros para los cristianos. Ante la muchedumbre idolatra, se comportaba con prudencia y con maravilloso amor, teniendo cuidado de no irritar a las personas y si era posible atraerlas a la fe cristiana.
Los himnos litúrgicos que recuerdan la memoria de este santo resaltan, su fe sincera su pureza de espíritu y su gran humildad.

Tropario, tono 4
La verdad de tus obras te ha mostrado a tu rebaño cual regla de fe, icono de mansedumbre y maestro de abstinencia. Así que alcanzaste, por la humildad, alturas, y por la pobreza, riquezas. ¡Oh santo obispo Búcolo, intercede ante Cristo Dios para que salve nuestras almas!

Condaquio, plagal del tono 4
Todos te aclamamos como jerarca de la Iglesia de Cristo y un discípulo del coro de sus venerables Apóstoles, especialmente de aquel que era su amado. Oh sabio Padre, ruega al Salvador por nosotros, que te alabamos, para que Él nos salve de toda necesidad y adversidad; porque clamamos a ti: Regocíjate, oh Búcolo tres veces bendito.


San Focio, Patriarca de Constantinopla

Era hijo de padres piadosos, Sergio e Irene, que sufrieron por la fe bajo el emperador iconoclasta Teófilo; También era sobrino de San Tarasio, Patriarca de Constantinopla (25 de febrero). Nació en Constantinopla, donde se destacó en los principales ministerios imperiales, mientras practicaba una vida virtuosa y piadosa. Un hombre honrado y de singular aprendizaje y erudición, fue elevado al trono apostólico, ecuménico y patriarcal de Constantinopla en el año 857.
Las muchas luchas que emprendió por la fe ortodoxa contra los maniqueos, los iconoclastas y otros herejes, y los ataques y asaltos que soportó de Nicolás I, Papa de Roma, y las grandes persecuciones y angustias que sufrió, son más que innumerables. Contra el error latino del filioque, es decir, la doctrina de que el Espíritu Santo procede tanto del Padre como del Hijo, demostró claramente con su Mistagogía sobre el Espíritu Santo cómo el filioque destruye la unidad y la igualdad de la Trinidad. Nos ha dejado muchos escritos teológicos, homilías panegíricas y epístolas, incluida una para Boris, el Soberano de Bulgaria, en la que le presentó la historia y las enseñanzas de los Siete Concilios Ecuménicos. Habiendo atendido a la Iglesia de Cristo en santidad y de manera evangélica, y con ferviente celo por haber desarraigado todas las taras de toda enseñanza extraña, descansó en el Señor en el Monasterio de los Armenios el 6 de febrero de 891.

Tropario, tono 4
Como maestro para el mundo e igual a los Apóstoles, intercede ante el Señor de todos, oh San Focio, para que conceda la paz al mundo, y a nuestras almas la gran misericordia.

Condaquio, plagal del tono 4
Faro de gran alcance en la Iglesia de Dios, guía inspirada de los ortodoxos, ahora eres coronado con las flores de los cantos. Tú eres la palabra divina del arpa del Espíritu, el fuerte adversario de la herejía y a quien exclamamos: “Salve muy honorable Focio”.

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Padre Juan R. Méndez ()

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