San Xenofón con su esposa María y sus dos hijos Arcadio y Juan de Constantinopla

26 de Enero

“A los ricos de este mundo, mándales que no sean arrogantes ni pongan su esperanza en las riquezas, que son tan inseguras, sino en Dios, que nos provee de todo en abundancia para que lo disfrutemos. Mándales que hagan el bien, que sean ricos en buenas obras, y generosos, dispuestos a compartir lo que tienen” (1ª Epístola a Timoteo 6:17-18). Este pedido, san Xenofón lo cumplió hasta el final, acompañado de María, su mujer, Arcadio y Juan sus hijos. Pues, aunque, la familia era económicamente acomodada, el santo siempre tenía la puerta de su casa abierta para socorrer a los pobres, y también toda su familia ayudaba con un gran espíritu filantrópico. Se apresuraban a socorrer a los huérfanos, dedicaban importantes sumas de dinero a la liberación de esclavos.
Con la idea de que los hijos de Xenofón estudiasen leyes, los envían a Beirut, pero en el camino corrieron peligro sus vidas, y luego de sortear este inconveniente, decidieron ir a Jerusalén donde fueron ordenados monjes. Al enterarse los padres de lo sucedido a sus hijos, agradecieron y glorificaron a Dios, repartiendo luego todos sus bienes y partieron de la ciudad de Constantinopla donde vivían.
A san Xenofón lo ordenaron monje y se retiró a un monasterio en el desierto donde tuvo una vida acética. Su esposa Maria tomó el mismo camino monacal en un monasterio de mujeres. Los Santos vivieron muchos años en los monasterios y entregaron sus almas en paz a Cristo.

Tropario, tono 4
Oh Dios de nuestros Padres, que siempre nos tratas según Tu clemencia, no retires de nosotros Tu misericordia, mas por sus oraciones, guía nuestra vida en paz.

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Padre Juan R. Méndez ()

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