Comunicado emitido por la Secretaría del Santo Sínodo de Antioquía
Balamand 17 de octubre de 2013
El Santo Sínodo Antioqueno celebró entre el 15 y el 17 de octubre de 2013 su segunda sesión ordinaria presidido por Su Beatitud el Patriarca Juan X, contando con la presencia de Sus Eminencias Reverendísimas: Espiridón (Arquidiócesis de Zahle y dependencias), Jorge (Arquidiócesis de Biblos, Batrún y dependencias), Juan (Arquidiócesis de Latakia y dependencias ), Elías (Arquidiócesis de Beirut y dependencias), Elías (Arquidiócesis de Hama y dependencias), Elías (Arquidiócesis de Sidón, Tiro y dependencias), Damasquino (Arquidiócesis de Brasil y dependencias), Saba (Arquidiócesis de Horán y toda la Montaña de los árabes), Jorge (Arquidiócesis de Homs y dependencias), Antonio (Arquidiócesis de México, Venezuela y dependncias), Sergio (Arquidiócesis de Chile) , Siluán (Arquidiócesis de Argentina), Basilio (Arquidiócesis de Acar y dependencias), Efrán (Arquidiócesis de Trípoli, el Koura y dependencias). Participaron también el vicario patriarcal S.E. Efán (Maaluli), secretario general del Santo Sínodo y el secretario del Sínodo el Ecónomo Jorge Dimás.
Se dispensaron de su participación Sus Eminencias Reverendísimas: Felipe (Arquidiócesis de Nueva York y toda América del Norte), Constantino (Arquidiócesis de Bagdad, Kuwait y dependencias), Pablo (Australia y Nueva Zelanda) y estuvo presente en las oraciones de los Padres del Sínodo y en sus peticiones S.E.R. Pablo (Arquidiócesis de Alepo, Alejandreta y dependencias) quien continúa ausentado en cautividad.
Su Beatitud abrió la sesión del sínodo con una oración y la invocación del Espíritu Santo, con la esperanza de que Dios envíe con generosidad sus gracias a todos los reunidos para que hagan llegar con rectitud la palabra de Su verdad al pueblo fiel que está sediento de una palabra de esperanza.
Informó Su Beatitud a los padres del Sínodo sobre las visitas pastorales que realizó a las arquidiócesis de Latakia, a la ciudad de Tartus de la Arquidiócesis de Acar y a la región alemana de la Arquidiócesis de Europa donde tuvo la oportunidad de encontrarse con los fieles y reunirse con los párrocos y con todas las entidades activas de estas arquidiócesis. Su Beatitud acentuó el gran gozo que sintió de poder ver a los fieles de estas arquidiócesis firmes en la roca de la fe y perseverantes en el amor a la Iglesia y a su Señor. Su Beatitud agradeció a los pastores de estas arquidiócesis por su sabia labor y por el amor a sus hijos, haciendo hincapié en la importancia que tiene el permanecer firmes en el pastoreo de nuestro pueblo noble con amor, con conocimiento y con visión para que crezcan en Cristo y para que se reafirmen en su Iglesia y en su tierra y para que sigan siendo el testimonio de Jesús en todos lados.
Su Beatitud informó también sobre su vista al Reino Jordano Hachemita para participar en el congreso de “Los desafíos que enfrentan los cristianos árabes” y para reunirse con Su Majestad el Rey Abdala Segundo. Allí pudo expresar la opinión de la Iglesia Antioquena acerca de los acontecimientos que se suceden en la región insistiendo sobre la necesidad de trabajar por la paz, la libertad y la dignidad del hombre árabe. Su Beatitud manifestó el fuerte arraigo de los cristianos a su patria y su compromiso por los asuntos de la patria y la fuerte participación de ellos con sus hermanos musulmanes a lo largo de la historia.
Su Beatitud informó también al Sínodo de su visita al Vaticano y de su encuentro con Su Santidad el Papa Francisco, como así también de su participación en el encuentro organizado por la comunidad de San Egidio que tuvo como tema: “La valentía en la esperanza, el dialogo de las religiones y las civilizaciones”. Allí también, la posición antioquena ha sido expresada con respecto a todas las cuestiones que se plantean actualmente en Medio Oriente y particularmente en cuanto al sufrimiento del pueblo sirio, y al rol y el testimonio de los cristianos en Oriente. Esta visita constituyó una ocasión para evocar también los horizontes de cooperación entre las dos Iglesias, la católica romana y la ortodoxa y para activar el testimonio de los cristianos en Oriente y en nuestro mundo de hoy para trabajar a favor de la dignidad de la persona humana y de reforzar los valores de la libertad, la justicia y la paz en el mundo.
Los padres del Sínodo debatieron también los informes presentados por las delegaciones que participaron en la conmemoración del 1025º aniversario del bautismo de Rusia y del 1700º aniversario de la publicación del Edicto de Milano. Los miembros del Sínodo expresaron sus mejores deseos a las dos Iglesias de Rusia y Serbia, rogando al Señor para que multiplique en ellas sus gracias y conceda a sus fieles su luz, su paz y su amor.
Los padres del Sínodo debatieron sobre algunos asuntos referentes a toda la Iglesia Católica Ortodoxa. Han insistido sobre la necesidad de una coordinación permanente entre las Iglesias para hacer más eficiente la presencia ortodoxa en el mundo, a favor de un testimonio vivo que manifieste a Cristo para el hombre contemporáneo. En este contexto los padres del Santo Sínodo han insistido sobre la necesidad de cooperación entre las Iglesias Ortodoxas para hacer visible la unidad del al Iglesia de Cristo de una mejor manera y para facilitar la realización del Santo Concilio Panortodoxo.
Los miembros del Sínodo debatieron la crisis provocada por la elección de un arzobispo para Qatar por parte de la Iglesia de Jerusalén. Consideraron con tristeza la insistencia en invadir por parte del Patriarcado de Jerusalén a pesar de las iniciativas y las intermediaciones llevadas a cabo por el Patriarcado Ecuménico de Constantinopla y el Gobierno griego para resolver esta crisis. Con un espíritu apacible, los Padres del Sínodo renovaron su deseo de hacer primar la solución pacífica sobre otras formas de solución pero insistieron sobre la necesidad de encontrar una solución a esta crisis en un período máximo de dos meses a partir de la fecha. Apoderaron a Su Beatitud en caso de no presentarse una respuesta positiva de la Iglesia de Jerusalén a la demanda justificada de la Iglesia de Antioquía de que cese la invasión de Jerusalén sobre su territorio canónico, para que tome todas las medidas legales pertinentes al caso en las que se incluye la interrupción de la comunión. El Santo Sínodo decidió también suspender la participación de la Iglesia de Antioquía en todas las conferencias episcopales de la diáspora hasta que cese la invasión de Jerusalén sobre su territorio canónico.
Los padres del Sínodo examinaron la situación de la Arquidiócesis de Europa cuya sede diocesana estaba vacante debido a la elección de Su Beatitud al trono patriarcal. Después de indicar que el crecimiento de esta diócesis, la extensión de su territorio geográfico, la multiplicidad de los idiomas hablados y el incremento del número de fieles son razones para reconsiderar la distribución de su territorio en vista a una pastoral más eficiente, los padres del Sínodo decidieron establecer nuevas arquidiócesis y vicariatos de la siguiente manera: la Arquidiócesis de Francia, Europa Occidental y Meridional; la Arquidiócesis de Alemania y Europa Central; la Arquidiócesis de las Islas Británicas y de Irlanda; el Vicariato de Suecia y los Países Escandinavos.
Eligieron, en este contexto, al obispo Ignacio (El Hochi) como Metropolita para la Arquidiócesis de Francia, Europa Occidental y Meridional y al obispo Isaac (Barakat) como Metropolita para la Arquidiócesis de Alemania y Europa Central. Los padres apoderaron a Su Beatitud para nombrar un vicario patriarcal para administrar junto a él la Arquidiócesis de las Islas Británicas e Irlanda a la espera de la elección de un metropolita para esta arquidiócesis.
Los padres escucharon el informe del Rev. Diácono Porfirio Georgi, decano del Instituto de teología San Juan Damasceno que expuso en detalle la realidad y las esperanzas relacionadas a la misión que lleva a cabo el Instituto de teología. Los padres del Sínodo manifestaron su satisfacción por el contenido del informe y bendijeron los esfuerzos invertidos por el decano para proporcionar la buena marcha del Instituto y presentaron sus sugerencias al respecto.
Los padres se detuvieron a considerar el sufrimiento que vive Siria y su pueblo a causa de la violencia expandida en los confines de sus tierras que destruye hasta la piedra y dispersa a los seres humanos. Insistieron que el lenguaje de violencia y de matanzas es un lenguaje ajeno a las tradiciones del pueblo sirio que aspira a vivir en libertad y en dignidad en la tierra, en el cuadro de un solo y un mismo estado por cuya construcción deben participar todos, pero así también por la consolidación de un estado en los valores de la democracia, la libertad, la justicia y de una vida en común fundada en el respecto al otro con todas sus diferencias. Insistieron sobre la necesidad de seguir la lógica del diálogo y de la solución pacífica para superar todo tipo de crisis.
Los padres del Sínodo lanzaron un llamado a sus fieles para que guarden la esperanza “que no será frustrada”, que se atengan a los valores del Evangelio que les invita a rechazar la violencia y a respetar la imagen de Dios en toda persona humana, a enjugar las lágrimas de cada rostro que sufre en la tierra y a que permanezcan anclados a sus tierras, que no las abandonen a pesar de las duras circunstancias porque Dios quiso que sean testigos en ellas. Los padres instaron a que el pueblo no abandone sus tierras para resolver problemas materiales puntuales, porque esta tierra está mezclada con los santos y porque, en largo término, es su único refugio. Les instaron a multiplicar sus oraciones por la paz en Siria y en el mundo entero y a ser solidarios entre ellos para reducir el impacto de la crisis, sobre todo a los más despojados entre ellos. Los padres expresaron su agradecimiento y su gratitud a las iglesias, a las instituciones, asociaciones y personas por su colaboración con el Patriarcado para acudir en ayuda y socorro de los hermanos más necesitados. Así mismo agradecieron a los fieles antioquenos que respondieron favorablemente al llamado lanzado por el patriarcado y que dieron con generosidad para sostener la acción humanitaria de socorro y asistencia a través de sus dones en el cuadro de la jornada de la solidaridad antioquena para el apoyo del trabajo de socorro humanitario fijado por el Sínodo el pasado domingo 15 de Septiembre de 2013. Los padres del Sínodo mencionaron a los fieles de la diócesis de Alepo cuyo arzobispo les falta. Les bendijeron por su permanencia firme en la esperanza porque las cenizas de la prueba no ocultan el rostro del bien amado presente.
Los padres se dirigieron también a la comunidad internacional con la esperanza de que esta pueda dirigir su atención a los dolores y el sufrimiento del pueblo sirio, para que deje de alimentar la guerra en curso, y para que contribuya a consolidar los valores de la paz, la justicia y la democracia, con la esperanza también de que el esfuerzo internacional se invierta en donativos relacionados con la reconstrucción de lo que ha sido destruido y para el desarrollo de las capacidades del pueblo sirio, y no para el hierro y el fuego. De la misma manera, los padres del Sínodo han instado las organizaciones internacionales y las organizaciones no gubernamentales y todas las instancias concernientes para el trabajo a favor de los refugiados a fin de proporcionar las primeras necesidades de vida de los refugiados que se encuentran a las puertas del invierno, para que puedan vivir con dignidad durante este período esperando el regreso a sus ciudades y pueblos.
Los padres reiteraron su reprobación de las operaciones terroristas que se acometen a personas inocentes y a la destrucción que no exime los lugares de culto, el patrimonio histórico y cultural que son testimonios de la grandeza de la civilización siria. Se detuvieron con dolor a considerar la oscuridad que entorna el dosier de los dos obispos secuestrados, Pablo (Yazigi) y Juan (Ibrahim). Han convocado a la comunidad árabe e internacional a asumir su responsabilidad al respecto para hacer aflorar la verdad de este caso y revelar el paradero de los dos obispos y de todos los secuestrados a fin de restituirles sanos y salvos a sus familias y a sus seres queridos. Los padres del Sínodo invocaron la clemencia divina por el reposo de las almas de los mártires inocentes que han perecido durante la guerra fulminante, mencionando de forma particular los sacerdotes que perecieron mientras socorrían a sus fieles heridos.
Los padres del Sínodo llamaron la atención igualmente sobre el Líbano y los libaneses que soportan una crisis económica y una gran inquietud en cuanto al futuro debido al persistente bloqueo de las instituciones estatales. Exhortaron a todos los partidos y a los responsables a asumir sus responsabilidades para salvar al Líbano y para asegurar el desarrollo del ser humano en este país. Instaron a conservar los valores de la democracia, la libertad y la alternancia del poder que han caracterizado desde hace tiempo al Líbano. Han invitado a consolidar el Líbano y a ahorrar los riesgos que les rodean por todas partes y esto es posible si se supera los intereses estrechos y se superan los conflictos puntuales y se regresa al diálogo en un espíritu de franqueza, de reconciliación, de responsabilidad nacional e histórica y a través de la formación necesaria de un gobierno de unidad capaz de apartar los peligros y de preservar la estabilidad del Líbano y de preservar la paz civil, evitando el vacío.
Los padres del Sínodo debatieron también sobre las características de la acción nacional llevada a cabo por los fieles ortodoxos en el Líbano, afirmando su respeto a la diversidad política de los mismos pero recordando a la vez que la Iglesia no impone a sus fieles posiciones políticas específicas, y rechazando que ciertas instancias o asociaciones ortodoxas acaparen la opinión relativa a la posición ortodoxa. La Iglesia se pronuncia a través de su Santo Sínodo y de quien lo preside, S.B. el Patriarca, la autoridad oficial de referencia que expresa la posición de la Iglesia ortodoxa en todo aquello que haya que aclarar a los fieles, a la luz del Evangelio, en su compromiso cívico en el seno de la patria.
Los sufrimientos de Iraq tampoco estuvieron ausentes en las discusiones y preocupaciones del Sínodo, ni tampoco las heridas de Palestina. Los padres del Sínodo rezaron para que el Señor consolide a Iraq, a Palestina y a todos los países árabes en el camino de la estabilidad y la paz. Insistieron sobre la necesidad de encontrar una solución justa y global por la causa palestina.
Los padres del Sínodo pidieron a sus files de confrontar los desafíos de las sociedades en las que viven pero sobre todo de confrontar los desafíos de nuestra época y de ponerlos a prueba a la luz del Evangelio. Exhortaron a obrar por la paz política, social y económica donde se encuentren y a rechazar el encierro confesional y el racismo en todas sus formas. Exhortaron al trabajo por una vida en común y honesta con sus hermanos en la ciudadanía y a trabajar por la dignidad del ser humano, de su libertad, para hacer cese al derramamiento de sangre y a hacerse cargo de las personas que sufren con las que Cristo está unido.
Los padres del Sínodo cerraron la sesión recordando a los creyentes las palabras del santo apóstol Pablo a los Corintios: “Procurad vuestra perfección, daos ánimos, tened un mismo sentir, vivid en paz. Y el Dios del amor y de la paz estará con vosotros” (2Co 13:11 CAB).
Traducciones:
Verlautbarung der heiligen Antiochenischen Synode (Oktober)