3° Domingo de Lucas

Cuando María dijo: Se han llevado a mi Señor,
Simón Pedro y el otro discípulo, el amado del Señor,
se dirigieron rápido al sepulcro, y corrieron los dos
y encontraron las sábanas dentro.
Pero aparte el sudario que cubrió su cabeza,
por eso se quedaron hasta que verdaderamente vieron a Cristo.
                                                                                                      Exapostelario

 

Himnos de la Liturgia

Tropario de la Resurrección

Tono 1

Cuando la piedra fue sellada por los judíos
y tu purísimo cuerpo fue custodiado por los guardias,
resucitaste al tercer día, oh Salvador, concediendo al mundo la vida.
Por lo tanto, los poderes celestiales clamaron a Ti: Oh Dador de Vida,
Gloria a tu Resurrección, oh Cristo, gloria a tu Reino,
gloria a tu plan de salvación, oh Único, Amante de la humanidad.

Condaquio

Tono 4

Oh Protectora de los cristianos indesairable;
Mediadora, ante el Creador, irrechazable:
no desprecies las súplicas de nosotros, pecadores,
sino acude a auxiliarnos, como bondadosa,
a los que te invocamos con fe. 
Sé presta en intervenir y apresúrate con la súplica,
oh Madre de Dios, que siempre proteges a los que te honran.

Lecturas Bíblicas

Segunda Carta del Apóstol San Pablo a los Corintios (9: 6-12)

Hermanos: El que siembra con mezquindad, cosechará también con mezquindad; el que siembra en abundancia, cosechará también en abundancia. Cada cual dé según el dictamen de su corazón, no de mala gana ni forzado, pues: Dios ama al que da con alegría. Y poderoso es Dios para colmarlos de toda gracia a fin de que teniendo, siempre y en todo, todo lo necesario, abunden en toda obra buena. Como está escrito: Repartió a manos llenas; dio a los pobres; su justicia permanece eternamente. Y Aquél que provee de simiente al sembrador y de pan para su alimento, proveerá y multiplicará su sementera y aumentará los frutos de su justicia, y serán enriquecidos en todo, para toda largueza; la cual produce, por nuestro medio, acción de gracias a Dios. Porque el servicio de esta ofrenda no sólo provee a las necesidades de los santos, sino que redunda también en abundantes acciones de gracias a Dios.

Evangelio según  San Lucas (7: 11-16)

En aquel tiempo, sucedió que  Jesús se fue a una ciudad  llamada Naím, e iban con Él  sus discípulos y una gran  muchedumbre. Cuando se acercaba  a la puerta de la ciudad, sacaban a  enterrar a un muerto, hijo único de su  madre, que era viuda, a la que  acompañaba mucha gente de la  ciudad. Al verla el Señor, tuvo  compasión de ella, y le dijo: «No  llores.» Y, acercándose, tocó el  féretro. Los que lo llevaban se  pararon, y Él dijo: «Joven, a ti te digo:  Levántate.» El muerto se incorporó y  se puso a hablar, y Él se lo dio a su  madre. El temor se apoderó de todos,  y glorificaban a Dios, diciendo: «Un  gran profeta se ha levantado entre  nosotros», y «Dios ha visitado a su  pueblo.»

Mensaje Pastoral

Cristiana beneficencia

“Mayor felicidad hay en dar que en recibir.”

En la Epístola, san Pablo define el profundo sentido cristiano de la beneficencia y de la generosidad para con los necesitados, con tres claves: siembra, corazón y agradecimiento.

Labeneficenciaes semejante a la siembra. Cuando el sembrador esparce la semilla, aunque le dé la sensación de que esté dispersando, él sabe que “si siembra con mezquindad, cosechará también con mezquindad; y si siembra en abundancia, cosechará también en abundancia.” Esta misma experiencia que la vida cotidiana enseña al sembrador, la experimenta el bienhechor también: cuanto más esparzamos aquí, más bienes cosecharemos, primero espirituales y, a menudo, también materiales; compramos con lo que dispersamos relaciones fraternales y amor que es, incomparablemente, más precioso que cualquier tenencia. Conciente de todo ello, el bienhechor cristiano da con júbilo y sonrisa  interior.

El corazón es el verdadero criterio que nos indica qué y cuánto deberíamos distribuir de lo que tenemos en las manos. El motivo no será la vergüenza ni la vanagloria ni el miedo, sino todo lo que el corazón nos estimula. Hemos de instruir nuestro corazón en el amor a la generosidad con alegría: “Cada cual dé según el dictamen de su corazón, no de mala gana ni forzado, pues: Dios ama al que da con alegría”,  dice san Pablo. Es entonces cuando las obras de caridad se vuelven medio de purificación del corazón, sin la cual “nadie verá a Dios”.

El agradecimiento es la auténtica reacción por todo lo que Dios propone  en nuestro camino y deposita en nuestras manos. “¿Qué es lo que tienes sin que Dios te lo haya dado?” Dios nos lo da todo: nosotros, ¿lo consumimos eucarística o egoístamente? Cuando recibimos el pan nuestro de cada día, ¿damos lo sobrante con júbilo, o lo acumulamos lejos de Dios y del prójimo?

San Pablo cree sinceramente, según la Carta, que cuando compartimos con los demás, Dios jamás nos dejará en escasez. La causa de la miseria en el mundo no es escasez de bienes sino de amor.

No se apodere de nosotros el miedo; que nos llene el corazón la sencillez que da con generosidad y alegría; con esta manera viviremos dentro del bienestar en una vida agradecida, concientes de que Dios es el que distribuye y quien recibe: de Él todo nos ha sido dado para que provoque sincera y efectiva “gratitud”. Amén.

Nuestra Fe y Tradición

Servicios Especiales y Bendiciones

Además de la Eucaristía y los Sacramentos Mayores, existen en la Iglesia Ortodoxa un número de Servicios Especiales y  Bendiciones que están  asociados con las necesidades, acontecimientos y tareas de la vida humana. Al celebrar estos varios Servicios y Bendiciones, la iglesia constantemente da testimonio de la presencia y acción de Dios en nuestras vidas.

Nuestro Dios nos ama, nos cuida y está siempre cerca de nosotros. Los Servicios y Bendiciones litúrgicas también sirven para recordarnos que toda nuestra vida es importante, y que los muchos acontecimientos y dones de la vida pueden ser dirigidos hacia Dios y recibir su cumplimiento en Él.

A veces se denominan los Servicios Especiales como Servicios No-Sacramentales, en el sentido de que son Oficios del Culto Comunitario  que usualmente no se cuentan entre los Sacramentos Mayores. Sin Embargo Claramente tienen una cualidad sacramental en el sentido de que revelan la presencia de la Santísima Trinidad. Muchos de este servicio como el Funeral, la Bendición del agua y la Entrada a la vida Monástica, para nombrar solo uno pocos, son muy significativo en la vida de la Iglesia.

La varias Bendiciones son ceremonias breves, ocasionales, y no necesariamente incorporan a la comunidad parroquial entera. La Iglesia bendice individuos, acontecimientos, como viajes y objetos, como iconos, iglesia, campos, y alimentos. Al hacerlo la Iglesia expresa nuestro agradecimiento, y también afirma que ningún regalo, acontecimiento o responsabilidad humana es seglar o apartado de Dios. Para el Cristiano Ortodoxo, todo lo bueno tiene su origen y su fin en Dios. No hay nada que exista alejado o fuera del amor y cuidado de Dios.

Vida de Santos

Santa Pelagia la Penitente.

8 de octubre

Pelagia nació en la ciudad de Antioquia. La belleza distinta, que Dios le había otorgado, la utilizó en satisfacer sus pasiones provocando la perdición de muchos. Era una de las prostitutas más famosas de la ciudad; usaba lo más que pudo de ropas, joyas y aromas para atraer a los hombre y, andando en el pecado, hizo una fortuna.

Un día, Pelagia pasó cerca de la iglesia. Allí platicaba Nono, obispo de Baalbek, con otros obispos. Mientras los presentes al verla, y por vergüenza, miraron hacia abajo, Nono mirándola les dijo: “¿Acaso bajaron la vista por miedo a esta belleza? me alegra la belleza de esta mujer porque Dios la ha escogido para adorno en su corona, mientras a nosotros quizás nos va a condenar…”

En la noche del domingo, aquella semana, el obispo Nono vio un sueño: una paloma negra vuela en la iglesia alrededor del altar, él, al agarrarla, la sumerge en la pila, así que sale blanca, resplandeciente y esplendorosa.

El día siguiente, se le ocurrió a Pelagia venir a la iglesia. Después del Evangelio, el obispo, en la homilía, empezó a hablar sobre el día del juicio, sobre la fatiga venidera de los pecadores, especial los que escandalizan a “los pequeños hermanos de Cristo.” Sus palabras penetraron como una espada en el alma de Pelagia; La Gracia rompió la dureza de su corazón y realizó el milagro.

Se marchó a su casa confundida, aquella noche la pasó llorando. Al día siguiente envió al obispo una carta llena de arrepentimiento y lágrimas pidiéndole permitirle presentarse ante él. El obispo Nono la recibió y viendo las señales de su arrepentimiento, la encargó a una diaconiza, llamada Romana, que le enseñó los caminos de la contrición y de la virtud a fin de ser bautizada. Tal como, durante los días del mal, tuvo el celo de embellecer su cuerpo, en el tiempo de la visitación divina se volvió celosa a la palabra de Dios. Unos día después de su Bautizo, Pelagia quitó la túnica blanca y se puso el sayal y salió hacia Jerusalén. Allá después de prosternarse ante la Santa Cruz, se dirigió a una cueva en el Monte de los Olivos donde se consagró al ascetismo vistiéndose de hombre y tomando el nombre de Pelagio.

Unos años después, un Diácono de Baalbek, llamado Jacob, que conocía a Pelagia y sabía de su conversión, salió hacia Jerusalén. Allá escuchó sobre un asceta “Pelagio” que estaba en boca de todos, y deseó conocerlo y tomar su bendición. Llegó Jacob a la cueva y tocó en la ventana pero nadie contestaba; lo repitió muchas veces pero sin responderse. Al asomarse por la ventana, vio un cadáver extendido sobre la tierra: el monje Pelagio  se había dormido en el Señor.

Vinieron los padre y monjes que moraban por allá para embalsamar el cuerpo del hermano difunto; aquí descubrieron que se trataba no de un hombre sino de una mujer; se movió el corazón del diácono Jacob y reconoció a Pelagia. Él es quién escribió su maravillosa vida.

Ésta es la historia de Pelagia, la arrepentida que se le llama la tercera Magdalena después de María Magdalena y la Egipcíaca. En verdad, lo predicho por el obispo Nono se realizó exactamente: “Dios la ha escogido para  adorno en su corona.”

Sentencias de los padres de Desierto

  • El abad Geroncio de Petra dijo: «Muchos de los que son tentados de deleites corporales, aunque no pequen corporalmente, pecan de pensamiento. Y aunque conserven la  virginidad corporal, fornican en su alma. Por eso, carísimos, bueno es hacer lo que está escrito: “Por encima de todo cuidado, guarda tu corazón”». (Prov. 5).
  • Decía el abad Pastor: «Como el guardaespaldas está junto al príncipe, preparado para cualquier eventualidad, así también conviene que el alma esté siempre preparada contra el demonio de la impureza».
  • Dijo también: «El hombre necesita esto: temer el juicio de Dios, odiar el pecado, amar la virtud y orar continuamente a Dios».

 

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Padre Juan R. Méndez ()

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