Quinto Domingo de Mateo

Himnos de la Liturgia

Tropario de la Resurrección

Tono 4

Las discípulas del Señor aprendieron del Ángel
el alegre anuncio de la Resurrección,
y la sentencia ancestral rechazaron y
se dirigieron con orgullo a los apóstoles diciendo:
¡Fue aprisionada la muerte, Resucitó Cristo Dios
y concedió al mundo la gran misericordia!

Condaquio

Tono 4

Oh Protectora de los cristianos indesairable;
Mediadora, ante el Creador, irrechazable:
no desprecies las súplicas de nosotros, pecadores,
sino acude a auxiliarnos, como bondadosa,
a los que te invocamos con fe.  Sé presta en intervenir
y apresúrate con la súplica, oh Madre de Dios,
que siempre proteges a los que te honran.

Lecturas Bíblicas

Carta del Apóstol San Pablo a los Romanos  (10: 1-10)

Hermanos: El anhelo de mi corazón y mi oración a Dios en favor de Israel es que se salven. Testifico en su favor que ellos tienen celo de Dios, pero no conforme al conocimiento. Pues desconociendo la justicia de Dios y empeñándose en establecer la suya propia, no se sometieron a la justicia de Dios. Porque el fin de la ley es Cristo, para justificación de todo creyente.

En efecto, Moisés escribe acerca de la justicia que nace de la ley: Quien la cumpla, vivirá por ella. Mas de la justicia que viene de la fe dice así: No digas en tu corazón ¿quién subirá al cielo?, (es decir, para hacer bajar a Cristo); o bien: ¿quién bajará al abismo?, (es decir, para hacer subir a Cristo de entre los muertos). Entonces, ¿qué es lo que dice?: Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón: es la palabra de la fe que nosotros proclamamos. Porque, si confiesas con tu boca que Jesús es Señor y crees en tu corazón que Dios le resucitó de entre los muertos, serás salvo. Pues con el corazón cree uno, y se conduce hacia la justicia, y con la boca confiesa, y se conduce hacia la salvación.

Evangelio según San Mateo (8: 28 – 9: 1)

En aquel tiempo, al llegar Jesús a la otra orilla, a la región de los gadarenos, vinieron a su encuentro dos endemoniados que salían de los sepulcros, tan furiosos que nadie era capaz de pasar por aquel camino. Y se pusieron a gritar: «¿Qué tenemos nosotros contigo, oh Jesús, Hijo de Dios? ¿Has venido aquí para atormentarnos antes de tiempo?» Había allí a cierta distancia una gran piara de puercos paciendo. Y le suplicaban los demonios: «Si nos echas, mándanos a esa piara de puercos.» Él les dijo: «Vayan.» Saliendo ellos se fueron a los puercos, y de pronto toda la piara se arrojó al mar precipicio abajo, y perecieron en las aguas. Los porqueros huyeron y, al llegar a la ciudad, lo contaron todo, y también lo de los endemoniados. Y he aquí que toda la ciudad salió al encuentro de Jesús, y cuando lo vieron, le rogaron que se retirase de su término. Él, subiendo a la barca, pasó a la otra orilla y vino a su ciudad.

Mensaje Pastoral

¿A cuál reino pertenecemos?

¿El demonio es un ser verdadero o un mero símbolo de la maldad?

El Evangelio de hoy responde esta pregunta que a menudo planteamos, y nos advierte que el demonio sí existe, y su presencia es tan destructora y dañina que provocó que miles de cerdos se arrojaran en el mar ¡Odiosa reacción que desea destruir lo más que pueda!

 También la experiencia de la Iglesia con sus Santos, en todo tiempo, nos ha dejado descrita la inquietud de los demonios y su furia ante cualquier hombre de Dios que mira hacia la santidad y la salvación. Así que los Sinaxarios (la vida de los santos) nos hablan de los intentos del demonio, que se presenta aun físicamente, para desviar a los justos del camino de Dios. El demonio sabe que es y será condenado, y quiere destruir todo lo que aún está al alcance de su mano.

Y la siguiente pregunta es: ¿Por qué nosotros no comprendemos la existencia del diablo –y gracias a Dios que no nos permite tentaciones más grandes a nuestra niñez espiritual–  como los Santos la han descubierto?

La respuesta la podemos extraer de ejemplos de nuestra vida: en una guerra, el comandante no pone las trampas a los enemigos que ya son prisioneros en su territorio sino a los que andan afuera de su autoridad. En otras palabras, si ya estamos en su territorio, en su falso reino, ¿para qué perder esfuerzos? Pues aunque llevamos el nombre del Rey verdadero (cristianos), y aunque el día del bautizo contestamos la pregunta del Sacerdote: «¿Renuncias a Satanás, a todo su culto y a todas sus vanidades?» con la triple afirmación «Sí, renuncio a Satanás», sin embargo, seguimos  siendo sumisos del reino ajeno a nuestra entidad.

El Profeta Elías, a quien recordamos hoy, día 20 de julio, reclamaba severamente a su pueblo: «¿Hasta cuándo van a estar cojeando con los dos pies? Si el Señor es Dios, seguidlo; si Baal, seguid a éste» (1Re 18: 21). Porque ellos, los israelitas que habían tenido la experiencia de convivir con Dios –Quien los sacó de Egipto, los rodeó de bienes y los defendió–, andaban prosternándose ante dioses ajenos que no tenían ni fuerza ni vida.

La reprensión del profeta Elías corresponde de la misma manera a nuestra actitud. Nos diría: Si Cristo para ustedes, Cristianos, es el Dios verdadero, vivan en su Reino. ¿Cómo llevan su bandera y andan en el reino de otro?

Queridos: en la oración más hermosa, que el Señor mismo nos ha enseñado, pedimos que «venga tu Reino». Esta súplica no concierne a una esperanza futura: esperamos que después de la muerte haya un reino que sea de Dios. «Venga tu Reino» es presente, es un desafío ante cada cristiano para construir el Reino de Dios en su vida propia, no en fantasías ajenas a la realidad sino en acciones e iniciativas concretas.

Estos son los elementos del mundo perecedero: egoísmo, interés, descanso, placeres y muerte; mientras los pilares evangélicos del verdadero Reino, cuyo nombre llevamos, son: cruz, amor, lucha, virtudes, lágrimas de arrepentimiento y vida.

Discernamos bien y examinemos en cual de los dos reinos estamos, pues, como nos advierte nuestro Señor: «Donde está tu tesoro, allí está también tu corazón.»

Nuestra Fe y Tradición

Leer el Icono de Cristo Pantocrátor

La imagen de Cristo Pantocrátor es realmente la figura de Jesús más difundida y conocida; expresa la Epifanía del Dios trascendente que ha tomado forma humana. Es la imagen del Señor del Universo, del Omnipotente…

Los vestidos

La púrpura y el oro, como es sabido, estaban reservados en la antigüedad al rey; por lo cual, en este caso, se pone de manifiesto la realeza divina de Cristo. No obstante, tras esta simbología de los colores, se oculta otro significado más importante: el misterio de la Encarnación.

La faja se inspira en la imagen del Apocalipsis: “Al volverme, vi siete candeleros de oro, y en medio de los candeleros a un Hijo de Hombre, vestido de una túnica de talar, ceñido al talle con un ceñidor de oro”. Ap. 1-13

El color azul del manto simboliza la naturaleza humana del Señor, como también es símbolo de misericordia, del amor de Dios hacia los hombres. “Clemente y compasivo es Yahveh, tardo a la cólera y lleno de amor. Como se alzan los cielos por encima de la tierra, así de grande es su amor para los que le temen”. Sal. 102-8, 11

El rostro

El rostro del Pantocrátor casi siempre es severo, pero también se lo ha representado con una mirada de bondad que acaricia el alma.

“Pues el mismo Dios que dijo de las tinieblas brille la luz, ha hecho brillar la luz de nuestros corazones, para irradiar el conocimiento de la gloria de Dios que está en la Faz de Cristo” (2 Cor4-6).

 “Mas todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos como un espejo la gloria del Señor, nos vamos transformando en esa imagen cada vez más gloriosos: así es como actúa el Señor, que es Espíritu”. (2 Cor 3-18)

El nimbo

En esta aureola, que simbólicamente sirve para resaltar la importancia y excelencia del personaje, se perfilan los contornos de una cruz. Dentro de esos contornos se han inscrito las tres letras griegas “ómicron, omega y ny” que significa: El que es, es decir el equivalente al nombre sagrado de Dios, cuya persona nos ha sido revelada, pero cuya esencia permanece inaccesible.

La mano que bendice

Este gesto, ostensible mediante la posición de los dedos, además de su significado obvio quiere subrayar un doble misterio. Los tres dedos abiertos quieren recordar las Tres Personas de la Santísima Trinidad mientras que los otros dos, a las dos naturalezas de Jesucristo. Toda bendición procede de Dios Trino por medio de Cristo hecho hombre. A veces los dedos esbozan el monograma de Cristo: el meñique la I, el anular la C, el medio y el pulgar cruzados la X y el índice la segunda C (ICXC abreviatura griega que significa Jesucristo).

El libro

“Toda revelación será para nosotros como palabras de un libro sellado” (Is 29-11).

Cristo al encarnarse, ha venido a traernos la buena noticia, el cumplimiento de la Ley y los Profetas. Cristo mismo es “el camino, la verdad y la vida”, pero nosotros tenemos necesidad de una concreción simbólica de su mensaje, confiado a los apóstoles.

El Creador de todas las cosas, al encarnarse, ha compuesto un libro nuevo, salido del corazón del Padre, para ser escrito con la pluma del Espíritu en la lengua de Dios.

Vida de Santos

San Andrés de Creta, Arzobispo de Gortina

4 de Julio

Andrés nació en Damasco a mediados del siglo VII A pesar de la elocuencia que poseyó en su edad madura, se cuenta que hasta la época de su primera comunión, que recibió a los siete años, era muy poco locuaz. A los quince años de edad, se trasladó a Jerusalén, por lo cual se le da algunas veces el título de San Andrés de Jerusalén. En dicha ciudad se hizo monje del monasterio de San Sabas y, en el monasterio del Santo Sepulcro recibió el lectorado y el subdiaconado. El patriarca de Jerusalén, Teodoro, le envió el año 685 a Constantinopla a reiterar la adhesión de su Iglesia al sexto Concilio ecuménico, que acababa de condenar la herejía monotelita. San Andrés se quedó en Constantinopla y fue ordenado diácono de la Gran Basílica; además, se le confió el cuidado de un orfanatorió y de un hospicio de ancianos. Poco después, debido a sus cualidades de carácter y a sus habilidades, fue elegido arzobispo de Gortina, la sede metropolitana de Creta. Ahí se dejó envolver en la última oleada del monotelismo. En efecto, el año 711, Filípico Bardanes se apoderó del trono imperial, quemó las actas del sexto Concilio ecuménico, restableció en los dípticos litúrgicos los nombres que dicho Concilio había anatematizado y reunió un sínodo para que ratificase su proceder. Andrés asistió a dicho sínodo el año 712; pero al año siguiente, se arrepintió de ello y firmó sin vacilar la carta de excusa que su patriarca escribió al Papa Constantino, después de que Anastasio II arrojó a Bardanes del trono imperial.

San Andrés se distinguió el resto de su vida como predicador y autor de himnos. Se conservan más de veinte sermones suyos, que han sido publicados. Sus himnos dejaron una huella perdurable en la liturgia bizantina. Según se dice, él fue quien introdujo la forma himnódica llamada “canon.” En todo caso, está fuera de duda que escribió numerosos himnos, en ése y otros ritmos parecidos; algunos de ellos se cantan todavía. A su regreso de un viaje de Constantinopla, fallece en el barco en el año 740, fue sepultado en la Iglesia de la Santa Anastasia en Edesó una ciudad de Mitilini.

NOTICIA

Comunicado de las Iglesia Históricas en México
al respecto de la situación en Medio Oriente

Sentencias de los Padres del Desierto

No hay que juzgar a nadie

  • Un hermano había pecado y el sacerdote le mandó salir de la iglesia. Se levanto el abad Besarión y salió con él, diciendo: «Yo también soy pecador».
  • Un hermano preguntó al abad Pastor: « ¿Qué debo hacer, pues cuando estoy en la celda siento que me falta valor?». Y el anciano le dijo: «No desprecies ni condenes a nadie y Dios te dará la paz, y tu vida en la celda será tranquila».
  • Un anciano dijo: «No juzgues al impuro si eres casto, porque al hacerlo, tú también pisoteas la ley. Porque el que dijo: “No fornicarás”, dijo también: “No juzgarás”».

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Padre Juan R. Méndez ()

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