Decapitación del Profeta Juan Bautista

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Coronemos con alabanzas al Precursor de la Gracia,
el grande de los profetas, y electo de los apóstoles;
quien fue decapitado por amor de la Ley del Señor.

Exapostelario

Tropario de la Resurrección

Tono 5

Al coeterno Verbo, con el Padre y el Espíritu,
al Nacido de la Virgen para nuestra salvación,
alabemos, oh fieles, y prosternémonos.
Porque se complació en ser elevado en el cuerpo sobre la Cruz
y soportar la muerte, y levantar a los muertos por su Resurrección gloriosa.

Tropario del Profeta Juan Bautista

Tono 2

La memoria del justo es con alabanzas,
pero a ti, oh Precursor, te basta el testimonio del Señor.
Porque te volviste verdaderamente el más honrado de los profetas
al ser digno de bautizar en el Jordán al que fue anunciado;
y así como defendiste la verdad,
con alegría anunciaste, hasta a los que estaban en el Hades,
a Dios que se ha revelado en el cuerpo,
que quita el pecado del mundo
y nos otorga la gran misericordia.

Condaquio de la Santa Cruz

Tono 4

Oh Tú que voluntariamente sobre la Cruz fuiste levantado,
ten misericordia del nuevo pueblo llamado por tu Nombre,
alegra con tu poder a los creyentes, oh Cristo Dios,
otorgándoles victoria sobre el enemigo
y que les sea tu auxilio un arma de paz y triunfo invencible.

Libro de Hechos de los Apóstoles (13: 25-32)

En aquellos días, Pablo se levantó y dijo: «Al final de su carrera, Juan decía: “Yo no soy el que ustedes se piensan: he aquí que viene detrás de mí Aquél a quien no soy digno de desatar las sandalias de los pies.”

Hermanos, hijos de la raza de Abraham, y cuantos entre ustedes temen a Dios: a ustedes ha sido enviado la palabra de esta Salvación. Los habitantes de Jerusalén y sus jefes cumplieron, sin saberlo, las Escrituras de los profetas que se leen cada sábado; y sin hallar en Él ningún motivo de muerte pidieron a Pilato que le hiciera morir. Y cuando hubieron cumplido todo lo que referente a Él estaba escrito, lo bajaron del madero, y lo pusieron en el sepulcro. Pero Dios lo resucitó de entre los muertos. Él se apareció durante muchos días a los que habían subido con Él de Galilea a Jerusalén y que ahora son testigos suyos ante el pueblo.

Y nosotros les anunciamos la Buena Nueva de que la Promesa hecha a los padres, Dios la ha cumplido a nosotros, los hijos, al resucitar a Jesús.»

Evangelio según San Marcos (6: 14-30)

En aquel tiempo, el rey Herodes se enteró de la fama de Jesús, pues su nombre se había hecho célebre, y dijo: «Juan el Bautista ha resucitado de entre los muertos y por eso actúan en él estos poderes.» Otros decían: «Es Elías»; otros: «Es un profeta como los demás profetas.»

Al enterarse Herodes, dijo: «Éste es Juan, a quien yo decapité: ha resucitado de entre los muertos.» Es que Herodes era el que había enviado a prender a Juan y le había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo, con quien Herodes se había casado. Porque Juan decía a Herodes: «No te es lícito tener a la mujer de tu hermano.» Herodías lo aborrecía y quería matarlo, pero no podía, pues Herodes temía a Juan, sabiendo que era hombre justo y santo, y le protegía; y al oírle, quedaba muy perplejo, y le escuchaba con gusto.

Y Cuando llegó un día oportuno, en que Herodes, en su cumpleaños, dio una cena a sus magnates, a los tribunos y a los principales de Galilea, entró la hija de la misma Herodías, danzó, y gustó mucho a Herodes y a los comensales. El rey, entonces, dijo a la muchacha: «Pídeme lo que quieras y te lo daré.» Y le juró: «Te daré lo que me pidas, hasta la mitad de mi reino.» Salió la muchacha y preguntó a su madre: «¿Qué voy a pedir?» Y ella le dijo: «La cabeza de Juan el Bautista.»  Entrando al punto apresuradamente adonde estaba el rey, le pidió: «Quiero que ahora mismo me des, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista.» El rey se llenó de tristeza, pero no quiso desairarla a causa del juramento y los comensales. Y al instante mandó el rey a uno de su guardia, con orden de traerle la cabeza de Juan. Se fue y le decapitó en la cárcel y trajo su cabeza en una bandeja, y se la dio a la muchacha, y la muchacha se la dio a su madre. Al enterarse sus discípulos, vinieron a recoger el cadáver y le dieron sepultura.

Los apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y lo que habían enseñado.

El Profeta y Precursor

 “Mirad que viene detrás de mí, Aquél a quien no soy digno de desatar las sandalias de sus pies” (Hch 13:25).

¡Qué profunda humildad hubo en aquel Profeta y Precursor del Mesías! El último de los Profetas y el Mayor  de todos ellos, según nos lo afirmara Nuestro Adorable Salvador, al decir, que de entre los hijos de los hombres Juan es el Mayor de los Profetas, debido a que fue él quien tuvo la dicha bienaventurada de señalar  a Cristo, como el Cordero de Dios, que quita los pecados del mundo y por quedar lleno del Espíritu Santo desde el vientre de su madre, santa Isabel. ¡Cuántos justos anhelaron ver los días del Salvador! Tan solo en una mirada futurista lo hicieron y lo saludaron.  Cuando Cristo descendió  al Hades, lo hizo para liberar a Adán, a Eva y a cuantos esperaron su venida; es decir,  a todos aquellos justos que oyeron lo anunciado por los santos Profetas. Allí en el Hades la Luz verdadera iluminó e inundó de gozo a quienes lo esperaron, lo desearon y, aún en la lejanía, escucharon el divino mensaje de salvación siendo salvos de antemano por vivir hasta el final en la esperanza y en la fe inquebrantable de aquel que en verdad carga con los pecados del mundo.

Sin lugar a dudas, fue degollado cual inocente cordero, desapareciendo él, para que el Mesías llegara  a la plenitud. El Bautista ya estaba preparado para  ser víctima y ofrenda inmolada en honor del  Mesías. Cuán sintomático es ver que el Precursor de Cristo, preparara los caminos del Señor, predicando el Bautismo de arrepentimiento, porque el Mesías lo complementaría con el Bautismo de vida. “Todos los que han sido bautizados en Cristo, de Cristo están revestidos” (Gal 3:26). Ofrendar la cabeza, es  ofrecerlo todo. El haber pasado tanto tiempo dedicado a la oración y a la penitencia, llevó al Bautista a madurar en la fe y en el amor más expresivo: permitir  ser degollado. Él comprendía que para esto había nacido: Para ser llenura del Espíritu Santo y, por consiguiente preparado para la Vida bienaventurada.

El capricho de una bailarina fue decisivo para que Herodes entregara en Charola de plata la Cabeza del Precursor del Salvador. ¡Amados hermanos: veamos cómo el mundano proceder conduce a la más bestial de las crueldades! Es así como el ser humano pierde el piso y los valores trascendentales al deshumanizarse y provoca que  nuevamente  la creación sufra dolores como de parto (Rom 8:22). El pecado, ese desorden ancestral, es el que requiere que los verdaderos cristianos le hagamos frente común, como familia, como Iglesia y como sociedad. Luchar contra ese desorden es amar a Dios, hacer que la gracia abunde porque “donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia” (Rom 5:20). ¡Que la gracia del Espíritu Santo nos conduzca a la sobreabundancia divina, a fin de que nuestra Iglesia sea  la luz que ilumine a nuestra humanidad en estos tiempos tan difíciles! Amén.

Rev. Archimandrita Cosme Andrade
Parroquia de la Dormición de la Madre de Dios
México, Mérida

Felicitación:

Saludamos a la parroquia de San Juan Bautista en San Pedro Sula, Honduras y al Rev. Padre Jorge Farah que celebran de un modo especial la conmemoración presente; también a todos quienes llevan el nombre de San Juan Bautista, deseando que las intercesiones del Precursor llenen su vida de paz, diligencia y conversión en el Señor.

 

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Padre Juan R. Méndez ()

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