Memoria de San Nicolás

 

San Nicolás
“El Señor te ha glorificado sobremanera
con los milagro, oh justo Jerarca Nicolás,
en vida y después de la muerte.
¿Quién, pues, ha invocado tu nombre bendito con fe
y no ha sido al instante atendido hallándote
cual ferviente intercesor?”

 (Exapostelario de San Nicolás)

Tropario de Resurrección

Tono 1

Cuando la piedra fue sellada por los judíos y tu purísimo cuerpo fue custodiado por los guardias, resucitaste al tercer día, oh Salvador, concediendo al mundo la vida. Por lo tanto, los poderes celestiales clamaron a Ti, oh Dador de Vida: Gloria a tu Resurrección, oh Cristo, gloria a tu Reino,  gloria a tu plan de salvación, oh único Amante de la humanidad.

Tropario de San Nicolás

Tono 4

La verdad de tus obras te ha mostrado a tu rebaño cual regla de fe, icono de mansedumbre y maestro de abstinencia. Así que alcanzaste, por la humildad, alturas, y por la pobreza, riquezas. ¡Oh santo obispo Nicolás, intercede ante Cristo Dios, para que salve nuestras almas!

Condaquio de la Navidad

Tono 3

Hoy la Virgen viene a dar a luz inefablemente, en humilde gruta, al sempiterno Verbo. Gózate, oh universo, al escucharlo; alaba, con las potestades y pastores, a quien por voluntad se revela, al nuevo niño, al eterno Dios.

Carta del Apóstol San Pablo a los Hebreos (13: 17-21):

Hermanos: Obedezcan a sus dirigentes y sométanse a ellos, pues velan sobre sus almas como quienes han de dar cuenta de ellas, para que lo hagan con alegría y no lamentándose, cosa que no traería a ustedes ventaja alguna. Rueguen por nosotros, pues estamos seguros de tener recta conciencia, deseosos de proceder en todo con rectitud. Con la mayor insistencia les pido que lo hagan, para que muy pronto les sea yo devuelto.

Y el Dios de la paz —que suscitó de entre los muertos al Gran Pastor de las ovejas en virtud de la sangre de la eterna Alianza, nuestro Señor Jesús— les disponga con toda buena obra para cumplir su voluntad, realizando Él en ustedes lo que es agradable a sus ojos, mediante Jesucristo, a Quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Evangelio según San Lucas (13: 10-17):

En aquel tiempo, estaba Jesús un sábado enseñando en una sinagoga, y había una mujer a la que un espíritu tenía enferma hacía dieciocho años; estaba encorvada, y no podía en modo alguno enderezarse. Al verla Jesús, la llamó y le dijo: «Mujer, quedas libre de tu enfermedad.» Y le impuso las manos. Y al instante se enderezó, y glorificaba a Dios. Pero el jefe de la sinagoga, indignado de que Jesús hubiese hecho una curación en sábado, decía a la gente: «Hay seis días en que se puede trabajar; vengan, pues, esos días a curarse y no en día de sábado.» Le respondió el Señor: «¡Hipócritas! ¿No desatan del pesebre todos ustedes en sábado a su buey o su asno para llevarlos a abrevar? Y a ésta, que es hija de Abraham, a la que ató Satanás hace ya dieciocho años, ¿no estaba bien desatarla de esta ligadura en día de sábado?» Y cuando decía estas cosas, sus adversarios quedaban confundidos, mientras que toda la gente se alegraba con las maravillas que hacía.

Cristo, Señor del sábado

El episodio del Evangelio de hoy, nos muestra el grado extremo a que llegaba el fundamentalismo de los fariseos en la interpretación del precepto sabático. Como es de conocimiento general, los judíos se atenían más a la letra que al espíritu de la ley. Moisés escribió que el séptimo día de la semana era para santificarlo y dedicarlo a Dios; esto esa para la honra y gloria del Todopoderoso (Ex 20: 8-11), pero los judíos que no entendían cómo santificar el sábado, se volvieron materialistas en su interpretación. Establecieron que en ese día no se debería encender fuego, caminar determinados pasos solamente, vestirse con una sola mano a lo sumo, no asearse ni limpiar la casa, desplazarse solamente en los perímetros de su domicilio, y otros preceptos más al respecto.

Pero no se piense que los devotos judíos eran fieles hacedores de la ley, pues recurrían a subterfugios para poder evadir sus mismos estatutos. Por ejemplo, en aquel canon en que solo debían desplazarse en los perímetros de su domicilio, recurrían a la trampa de colocar un objeto de su propiedad en un lugar ya sea lejano o cercano a donde tenían que ir el día sábado, e interpretaban que ahí también era parte de su domicilio, y así podían recorrer grandes distancias. A estas y otras evasivas recurrían para poder violar el sábado y pensaban que eran sin culpa (Antigüedades: Flavio Josefo). Y sin embargo, señalaban con índice de fuego a sus prójimos que no podían cumplir con los preceptos de la ley. Dios les reprendió por medio del profeta diciéndoles: Este pueblo de labios me honra, pero su corazón está lejos de mi (Is 29: 13; Mt 15: 7-9). Los sacerdotes habían estructurado grandes y hermosas formas de culto, pero se olvidaban de ejercer misericordia, por lo que el Señor dijo que, no le agradaban sus solemnidades ni sus plenilunios (Is. 1: 13-15).

Cada vez que los fariseos atacaban a Cristo diciéndole que sus discípulos violaban el día de reposo, Cristo los remite a la ley, no sin antes decirles que Dios aprecia mas la misericordia (Mt 12: 1-8). En el pasaje del Evangelio de hoy, Cristo desarrolla de una manera sencilla y magistral que hay jerarquías en las acciones de los hombres, y que los fariseos invierten las prioridades. No se piense que Cristo enseña que no debemos atender las formas de culto o que no debemos santificar el séptimo día, Cristo nos enseñó a guardar las formas de culto. Él mismo guardó las fiestas solemnes del Antiguo Testamento, asistía a la sinagoga en el día de reposo, pagó los impuestos al templo, en fin, cumplió todas las dispensaciones de la ley, perfeccionando el día de reposo, ya que tiene autoridad para hacerlo, pues nos dice que El hijo del hombre es Señor aun del sábado ( Mt 12: 8). Y enseña a los doctores de la ley a situar bien las prioridades, pues les dice, El sábado fue hecho para el hombre, no el hombre para el sábado (Mc 2: 27).

San Nicolás Milagroso

(6 de diciembre)

San Nicolás, igual a los apóstoles y fervoroso imitador del Señor, es uno de los pilares de la Iglesia, celoso defensor de la fe y modelo verídico y ejemplar de los obispos. Nació en Patara, Licia,  hacia finales del siglo III; hijo de padres cristianos. Desde la infancia, mostró amor por la virtud y celo por la observancia de los mandamientos y ritos de la Iglesia. Piadoso  e inclinado al silencio, fue educado en teología y, siendo aún joven, fue ordenado sacerdote por su tío, el Arzobispo Nicolás.

Por muchos años, la vigilia, la penitencia y la oración fueron virtudes exaltadas en su vida, pero sobre todo la caridad: después de la muerte de sus padres y entregó la herencia que recibió a los necesitados y de esta manera la caridad se convirtió en su mayor gloria en su marcha hacia lo alto. El se refería a sí mismo simplemente como un sirviente de los bienes que pertenecían a los pobres y tuvo particular preocupación por mantener en secreto sus buenos actos, a fin de no perder la recompensa celestial. En tres ocasiones, en secreto dejó oro suficiente para la dote de matrimonios de tres doncellas, cuyo padre para salir de deudas intentaba darlas en prostitución, cuando el hombre eventualmente descubrió sus buenos actos, Nicolás le hizo prometer, así como apreciaba su salvación, no decir a nadie sobre esto.

Dios lo recompensó con carismas y milagros por lo que se hizo famoso a la vista de los hombres. En peregrinación a los lugares santos, por su oración, dos veces calmó los vientos que ponían en peligro a la embarcación en la que navegaba.

Un ángel hizo saber al Sínodo de Obispos,  reunido para elegir el pastor de la Iglesia de Myra, que debían elegir a Nicolás; lo que se cumplió para regocijo de toda el pueblo.

Entre los santos padres reunidos en Nicea en 325 para el primer Concilio Ecuménico, San Nicolás fue uno de los campeones de la Fe Ortodoxa en contra de la herejía de Arrio.

Salvó la vida de tres oficiales que injustamente habían sido acusados de conspiración, apareciéndose en un sueño al emperador Constantino y al pérfido prefecto Avladius. Llenos de gratitud al santo por su salvación, los tres soldados se convirtieron en monjes

Durante muchos años el santo obispo se mostró, a semejanza de su Maestro, como buen pastor del rebaño; no había un malestar de alguien que no le motivara a la compasión. Donde quiera que él estuviera, su aspecto luminoso y pacífico hacía notoria su presencia. Cuando se durmió en el Señor, los feligreses lamentaron la pérdida de su pastor pero se alegraron por tener un gran intercesor en la Gloria de Dios. Sus intercesiones sean con nosotros. Amén.

 

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Padre Juan R. Méndez ()

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