Santos Joaquín y Ana, padres de la Santísima Virgen María; san Severiano, mártir

Al día siguiente del nacimiento de la Purísima Virgen María, la Iglesia conmemora el día de sus justos padres los santos Joaquín y Ana.

Joaquín provenía del rey David. Muchos descendientes de David vivían con la esperanza de que en la familia iba a nacer el Mesías, porque Dios le prometió a David que de su generación iba a nacer el Salvador del mundo. Ana descendía por parte de padre del sacerdote Aarón y por parte de madre del ramal de Judas.

Los esposos pasaron toda su vida en la ciudad de Galilea, Nazareth. Sobresalían por su vida virtuosa y buenas obras. Su mayor pena era la falta de hijos. Sin embargo, como lo dicen la tradición, Joaquín llevó sus ofrendas al templo de Jerusalén, pero el sumo sacerdote se negó a recibirlo, acusando la Ley, que no permite recibir ofrendas de personas que no dejasen descendencia en Israel. Muy duro fue soportar en el templo esta ofensa a los esposos, donde esperaban encontrar alivio para sus penas. Pero ellos a pesar de su edad madura, sin rencor continuaban pidiendo a Dios, hacer un milagro y enviarles un niño.

Al fin el Señor oyó sus oraciones y envió al arcángel Gabriel para avisar a Ana que ella iba a concebir un niño. Y realmente prontamente Ana concibió y nació una niña. Alegrándose los padres La llamaron María. De esta forma, el generoso Dios premió la fe y paciencia de los esposos y les dio una Hija, quien trajo la bendición a todo el género humano.

Datos sobre Joaquín y Ana se conservan en evangelios apócrifos del siglo II y III y en la tradición de la iglesia.

Tropario, tono 2

Celebramos la memoria de tus justos abuelos, * por quienes te suplicamos, Señor, * que salves nuestras Para el mártir

Mártir Severiano

 

 

El santo mártir Severiano (+320) sufrió por Cristo en Sebaste, Armenia, durante el gobierno de Licio. Incluso antes de su martirio, san Severiano había mostrado una sincera compasión por 40 soldados cristianos que sufrieron por confesar el Nombre de Cristo. Visitó a los cautivos en prisión, les levantó el ánimo y apeló a su valor y fortaleza estoica. Estos mártires encontraron la muerte en el lago Sebaste (9 de marzo).

Medio año después, Severiano también fue llevado a juicio por confesar la fe cristiana y fue sometido a crueles torturas. Profundamente devoto de la voluntad de Dios, san Severiano invocó al Señor durante su tormento, implorándole fuerza para soportar el sufrimiento y completar su acto de martirio.

Después de intensos tormentos y sin quebrantarse en su fe, el santo mártir fue colgado de la muralla de la ciudad con una piedra encadenada al cuello y otra a los pies, y así murió. Su cuerpo fue llevado por los cristianos de Sebaste a su casa, donde los habitantes del lugar se agolparon para despedirse de él y pedir sus santas oraciones.

Tropario, tono 4 del común de Mártires

Tu mártir, oh Señor, * ha obtenido de ti * corona de incorrupción * en su lucha, Dios nuestro. * Al tener, pues, tu fuerza, * ha vencido a tiranos * y aplastado de los demonios * su abatida insolencia. * Por sus intercesiones, oh Cristo Dios, * salva nuestras almas.

Natividad de la Santísima Madre de Dios y Siempre Virgen María

La santísima Virgen María nació de padres ancianos, Joaquín y Ana. Su padre era de la tribu de David y su madre de la tribu de Aarón, así que era de sangre real por parte de padre y de sangre sacerdotal por parte de madre. De este modo prefiguró a aquel que nacería de ella como Rey y Sumo Sacerdote. Sus padres eran ya ancianos y no tenían hijos, y por esto tenían vergüenza ante los hombres y humildad ante Dios. En su humildad, rogaban con lágrimas que Dios trajese gozo a su ancianidad con el don de un hijo, como antes había dado gozo a los ancianos Abraham y Sara, dándoles a su hijo Isaac. El Dios omnipotente y omnisciente les dio un gozo más allá de sus expectativas y sus sueños, pues les dio no sólo una hija, sino la Madre de Dios; los iluminó con gozo no sólo temporal, sino eterno. Dios les dio una sola hija y un sólo nieto—¡pero qué Hija, y qué Nieto! María, Llena de gracia, Bendita entre las mujeres, Templo del Espíritu Santo, Altar del Dios vivo, Mesa del Pan Vivo, Arca del Santo de los Santos, Árbol del más delicioso fruto, Gloria de la raza humana, Alabanza de la mujer, fuente de virginidad y pureza—esta fue la hija dada por Dios a Joaquín y Ana. Nacida en Nazaret, fue llevada al Templo de Jerusalén a los tres años, de donde regresó a Nazaret, oyendo al poco tiempo el anuncio del Arcángel Gabriel acerca de nacimiento del Hijo de Dios, el Salvador del mundo, de su vientre puro y virginal.

Tropario, tono 4

Tu nacimiento, oh Madre de Dios, * anunció el júbilo al universo todo, * porque de ti surgió resplandeciente el Sol de Justicia, * Cristo nuestro Dios, * quien, disolviendo la maldición, * ha concedido la bendición * y, aboliendo la muerte, *nos ha otorgado la vida eterna.

Condaquio, tono 4

Por tu santo Nacimiento, oh Purísima, * Joaquín y Ana fueron librados de la pena de la esterilidad, * Adán y Eva, de la corrupción de la muerte, * y tu pueblo lo celebra * siendo redimido de la culpa de sus transgresiones al exclamar: * «La estéril da a luz a la Madre de Dios, * la alimentadora de nuestra vida».

 

Preparación de la Natividad de la Madre de Dios; Mártir Sozón de Cilicia

 

La primera lectura de las Grandes Vísperas (Génesis 28:10-17) describe el sueño de Jacob de una escalera que llegaba desde la tierra hasta el cielo, y de los ángeles que subían y bajaban por ella. La segunda lectura (Ezequiel 43:27-44:4) habla de la puerta del santuario que mira hacia el este. Dios entra por esta puerta, que está cerrada para que nadie más pueda entrar por ella. La tercera lectura (Proverbios 9:1-11) habla de la casa que ha construido la Sabiduría.

Estas lecturas se interpretan como prefiguraciones de la Madre de Dios cuya gloriosa natividad celebraremos mañana

Tono 4

De la tribu de Jesé, de la casta de David, * la doncella María por nosotros nace hoy, * por lo que el orbe se alegra y se renueva; *el cielo y la tierra se abrazan a la par * y los pueblos todos no dejan de cantar. * Joaquín se  regocija * y Ana celebra diciendo: * «La estéril da a luz a la Madre de Dios, * que nutre nuestra vida».

 

Mártir Sozón de Cilicia

San Sozón vivió a finales del siglo III. Era de Licaonia, en Cilicia, y originalmente se llamaba Tarasio. Cuando se hizo cristiano, fue bautizado y recibió el nombre de Sozón. Pastor de profesión, trató de imitar la mansedumbre de las ovejas, de lo que se maravillaba. “Me avergüenzo”, decía, “de ser inferior a las ovejas”.

Estudió atentamente las Sagradas Escrituras y también guió a las ovejas racionales de Cristo hacia buenos pastos. Un día, mientras abrevaba su rebaño en un manantial, Sozón se quedó dormido bajo un roble, donde tuvo una visión que predijo su inminente martirio por Cristo. También se le informó que el manantial se convertiría en una fuente de bendición y curación para muchos, ya que sería santificado por la gracia de Dios. Cuando despertó, confió su rebaño a otro pastor y viajó a Pompeiópolis en Cilicia. Al ver la impiedad que había en esa ciudad, su corazón se entristeció profundamente.

Entró en uno de los templos de los idólatras y vio una estatua de oro que representaba a un “dios” pagano. Entonces, con gran coraje, con su cayado de pastor le rompió la mano derecha a la estatua y la hizo pedazos, que distribuyó entre los pobres. Esto provocó un gran alboroto en la ciudad. Maximiano, el gobernador de Cilicia, se enojó mucho y se inició una búsqueda para encontrar al culpable. Muchas personas inocentes fueron arrestadas y torturadas en un intento de obligarlas a confesar.

Cuando san Sozón se enteró de esto, no podía permitir que otros sufrieran por algo que él había hecho. Por lo tanto, se presentó ante el gobernador y respondió a sus amenazas de manera tranquila, diciendo que la estatua no estaba haciendo mucho bien a nadie dentro del templo, por lo que utilizó el oro en beneficio de los pobres.

Maximiano le preguntó al santo cómo se atrevía a deshonrar a su “dios” de esa manera. San Sozón respondió: “Lo hice para que supieras que tu “dios” es impotente. Cuando le corté la mano, no protestó ni intentó detenerme, ni gritó de dolor. ¿Cómo podría hacerlo? Tu ídolo es sordo, mudo y sin aliento. No puede ver, oír, hablar ni defenderse. Si tu “dios” fuera real, no se me habría permitido romperlo”.

Cuando Maximiano escuchó estas palabras, ordenó que san Sozón fuera torturado sin piedad. Lo colgaron y rastrillaron su cuerpo con garras de hierro. Luego le clavaron botas de hierro en las plantas de los pies y lo pasearon por la ciudad. Durante sus tormentos, nunca dejó de glorificar al Salvador Cristo. Una vez más lo colgaron de un árbol y lo golpearon con barras de hierro, de modo que su cuerpo quedó destrozado y sus huesos rotos. En medio de tanta tortura, el Santo entregó su alma a Dios en el año 304.

Al ver que estaba muerto, los soldados lo bajaron del árbol y encendieron una gran hoguera para quemar su cuerpo y que los cristianos no pudieran reclamarlo ni venerarlo. De repente, hubo truenos y relámpagos, lluvia y granizo, que apagaron el fuego. Los paganos huyeron aterrorizados y las reliquias sagradas no sufrieron daños. Los fieles llegaron a medianoche, cuando estaba muy oscuro. Estaban preocupados porque no podían encontrar las reliquias, pero una luz del Cielo brilló sobre el santo mártir de Cristo para guiarlos. Recogiendo las reliquias del Santo, los cristianos les dieron un entierro honorable.

Muchos milagros tuvieron lugar en la tumba, y también en el manantial donde el Santo tuvo su visión bajo el roble. Más tarde, se construyó una iglesia junto al manantial y se dedicó a San Sozón. En aquel lugar santo se alababa al único Dios verdadero, Padre, Hijo y Espíritu Santo, a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Tropario, tono 4 del común de Mártires

Tu mártir, oh Señor, * ha obtenido de ti * corona de incorrupción * en su lucha, Dios nuestro. * Al tener, pues, tu fuerza, * ha vencido a tiranos * y aplastado de los demonios * su abatida insolencia. * Por sus intercesiones, oh Cristo Dios, * salva nuestras almas.

Conmemoración del milagro del Arcángel Miguel en Colosa

En Frigia, no lejos de la ciudad de Hierápolis, en un lugar llamado Queretopos, había una iglesia en honor del arcángel Miguel, construida sobre un manantial milagroso.

Esta iglesia fue construida por un habitante de la ciudad de Laodicea en agradecimiento a Dios por la curación de su hija muda. El santo Arcángel Miguel se le apareció en sueños a este hombre y le reveló que su hija recibiría el don de la palabra después de beber del agua del manantial. La niña efectivamente recibió la curación y comenzó a hablar. Después de este milagro, el padre, su hija y toda su familia fueron bautizados. En ferviente gratitud, el padre construyó la iglesia en su honor. No solo los cristianos comenzaron a acudir al manantial para curarse, sino también los paganos. Al hacerlo, muchos de los paganos se alejaron de sus ídolos y se convirtieron a la fe en Cristo.

En esta iglesia del santo Arcángel Miguel, un hombre piadoso llamado Arquipo sirvió durante sesenta años como custodio de la iglesia. Con su predicación y con el ejemplo de su vida santa, llevó a muchos paganos a la fe en Cristo. Con la malicia general de la época hacia los cristianos, y especialmente contra Arquipo, los paganos pensaron destruir la iglesia para impedir que la gente acudiera a ese lugar sagrado de curación, y al mismo tiempo matar a Arquipo.

Con este fin, hicieron una confluencia de los ríos Lykokaperos y Kufos y dirigieron su corriente combinada contra la iglesia. San Arquipo oró fervientemente al Arcángel Miguel para que alejara el peligro. A través de su oración, el Arcángel Miguel se apareció en el templo y, con un golpe de su bastón, abrió una amplia fisura en una roca y ordenó que los torrentes de agua fluyeran hacia ella. El templo permaneció intacto. Al ver tan asombroso milagro, los paganos huyeron aterrorizados. Arquipo y los cristianos reunidos en la iglesia glorificaron a Dios y dieron gracias al santo Arcángel Miguel por la ayuda. El lugar donde los ríos se sumergían en la fisura recibió el nombre de “Chonae”, que significa “hundimiento”.

Tropario, tono 4 del común de los Arcángeles

Oh primado de los poderes celestiales, * te rogamos, nosotros indignos, * que, por tus súplicas, nos cubras * con la sombra de las alas de tu gloria inmaterial * y protejas a quienes te veneramos* y exclamamos con tesón: * líbranos de los peligros, * porque eres el arcángel.

Santo Profeta Zacarías, padre del Precursor Juan Bautista

El profeta Zacarías eran de origen sacerdotal y estaba casado con Santa Isabel quien era hija Sobe la hermana de santa Ana, la madre de la Virgen María. San Zacarías trabajaba en el templo de Jerusalén. El evangelista Lucas, cita a Zacarías y Elizabet en el primer capítulo de su Evangelio., donde predice el nacimiento de Juan el “Bautista.” Él dice que ambos eran justos ante Dios, cumplían todos los mandamientos, y reglas de Dios sin excepción. Llegando a la ancianidad, no tenían hijos. Por ello pasaban por muchas penurias porque el no tener hijos, según los hebreos, era un castigo de Dios por los pecados.

Al fin Dios envió al Arcángel Gabriel para anunciarle a Zacarías, el que estaba orando en el templo, por el futuro nacimiento de un hijo. El arcángel dijo que se llamaría Juan y predijo que Juan se colmará de Espíritu Santo, ya en el seno materno, que convertirá hacia Dios a muchos actuando con la fuerza del alma del profeta Elías. Toda su obra va a estar orientada para la preparación de la venida del Salvador.

Poco tiempo después de la aparición del arcángel, Elizabet concibió. En el nacimiento de Juan el Bautista, sucedió un milagro: Zacarías, quien hasta entonces era mudo, obtuvo nuevamente el don de la palabra. En santa alegría Zacarías elevó alabanzas a Dios y predijo de su hijo recién nacido:” A Ti te llamarán profeta del Altísimo, ya que irás delante del Señor preparando Sus caminos.” Poco tiempo en verdad se alegraron los justos padres por el hijo tan esperado. A los seis meses, en Belén, nació el Señor Jesucristo. El rey Herodes, conociendo esto se asustó, temiendo perder su cetro, dio la orden de matar a todos los niños en Belén y cercanías. El justo José con la Virgen María y el Niño Jesús se fueron a Egipto, la justa Isabel salvando a Juan se escondió en el desierto cerca del mar Muerto. El rey Herodes buscando a Juan envió al templo a los guerreros para saber de Zacarías, donde estaba escondida Isabel; como Zacarías se negó a decirle su lugar de su escondite, los guerreros lo mataron, entre el templo y el altar del sacrificio. Según la profecía la sangre derramada endureció sobre los pisos de mármol y durante muchos años fue el recuerdo para los peregrinos, de la maldad de Herodes.

La justa Isabel se estableció con su niño en una de las grutas. Vivió durante poco tiempo: el niño Juan apenas tenía unos años cuando quedó huérfano. Salvaguardado por el Señor y alimentado por ángeles, permaneció en el recio desierto hasta su aparición a los Israelitas como predicador de la penitencia.

Tropario, tono 4

Del ornato sacerdotal, * he aquí que el sabio se vistió * y, según la ley de Dios, * Zacarías ofreció * dignos holocaustos favorables; * y al volverse astro, vidente de secretos, * cierto portador de los signos de la gracia, * fue degollado el sapientísimo, * en medio del templo. * Profeta de Cristo, *  junto con el Precursor, * ruega por la salvación de nuestras almas.

Hieromártir Babilas obispo de Antioquía y compañeros mártires; Santo Profeta Moisés el que vio a Dios.

Este «hombre grande y maravilloso, si puede llamársele hombre», como dijo de él san Juan Crisóstomo, fue obispo de Antioquía durante el reino del malvado emperador Numeriano. Este Numeriano hizo un tratado de paz con un rey bárbaro, el cual era más noble y amante de la paz que él. Como muestra de su sincero deseo por una paz duradera, el rey bárbaro envió a su joven hijo a ser criado y educado en la corte de Numeriano. Mas un día, Numeriano apuñaló a este inocente muchacho con sus propias manos, y lo ofreció como sacrificio a los ídolos. Todavía exaltado por su vil derramamiento de sangre inocente, este criminal con corona de emperador fue a una iglesia cristiana para ver qué hacían allí. San Babilas estaba orando con el pueblo, y escuchó que el Emperador había venido con su séquito y que deseaba entrar a la iglesia. Babilas interrumpió el servicio, y saliendo de la iglesia, dijo al Emperador que como era un idólatra, no podía entrar al santo templo donde el único Dios verdadero era adorado.

En una homilía sobre Babilas, san Juan Crisóstomo dijo: «¿A qué otra persona en el mundo temería aquel que, con tal autoridad, enfrentó al Emperador? De este modo enseñó a los reyes a no sobrepasar la medida de poder que Dios les dio, y también demostró al clero cómo usar su propia autoridad». Avergonzado, el Emperador dio marcha atrás, pero planeó su venganza. Al día siguiente hizo llamar a Babilas, e increpándolo, le instaba a ofrecer sacrificio a los ídolos. Por supuesto, el santo rechazó firmemente hacer esto. Entonces el Emperador ordenó que lo encadenaran y lo arrojó en la cárcel. El Emperador también torturó a tres niños: Urbano, de doce años; Prilidiano, de nueve; e Hipolino, de siete. Babilas era su padre espiritual y maestro, y por amor a él no habían huido. Eran hijos de Cristódula, una honorable mujer cristiana que también sufrió por Cristo. El Emperador ordenó primero que diesen a cada niño tantos golpes cuantos años tenía, y entonces los arrojó en la cárcel. Finalmente ordenó que los tres fuesen degollados con espada. Aunque encadenado, Babilas estuvo presente en la degollación de los niños y les dio aliento; después de esto, puso su propia honorable cabeza bajo la espada. Los cristianos lo enterraron con sus cadenas en el mismo sepulcro que esos tres maravillosos niños, tal como él lo había pedido antes de su martirio. Sus santas almas volaron a su habitación divina, mientras que sus reliquias, que obran milagros, permanecieron como testigos constantes de su conducta heroica en la fe para beneficio de los fieles. Sufrieron alrededor del año 250 d. C.

Tropario, tono 4 del común de Hieromártires

Al volverte sucesor de los apóstoles * y partícipe en sus modos de ser, * encontraste en la práctica * el ascenso a la contemplación, oh inspirado por Dios. * Por eso, seguiste la palabra de la verdad * y combatiste hasta la sangre por la fe. * Babilas, obispo mártir, intercede ante Cristo Dios * para que salve nuestras almas.

 

Santo Profeta Moisés el que vio a Dios

Moisés nació en Egipto alrededor del año 1689 a.C. Cuando el faraón ordenó matar a todos los hijos varones de los esclavos hebreos (Éxodo 1:22), la madre de Moisés lo colocó en una canasta de papiro cubierta con brea y lo dejó a la deriva en el Nilo. La hija de Faraón lo encontró y lo crió como a su propio hijo.

A la edad de ochenta años, Moisés huyó a Madián, donde habló con Dios en la zarza ardiente en el monte Horeb (Éxodo 3:2). Dios eligió a Moisés para sacar a su pueblo de la esclavitud de Egipto. Cruzaron el Mar Rojo como si fuera tierra seca y durante cuarenta años vagaron por el desierto.

Al llegar a la tierra de Moab, Moisés subió a la cima del monte Nebo (Deuteronomio 32:49), que se llama Phasga (Deuteronomio 34:1). Allí, según la voluntad de Dios, murió en el año 1569 a.C. a la edad de 120 años sin entrar a la Tierra Prometida.

El santo profeta Moisés realizó muchos milagros durante su vida y también después de su muerte. Apareció en Tabor con el profeta Elías en la Transfiguración del Señor (6 de agosto).

Tropario, tono 2 del común de santos Profetas

Celebramos la memoria del profeta Moisés, * por quien te suplicamos, Señor, * que salves nuestras almas.

Hieromártir Antimo obispo de Nicomedia; Teoctisto que practicó el ascetismo junto a san Eutimio el Grande.

El Hieromártir Antimo, obispo de Nicomedia, y quienes estaban con él sufrieron durante la persecución contra los cristianos bajo los emperadores Diocleciano (284-305) y Maximiano (305-311). La persecución se volvió particularmente intensa después de un incendio en la corte imperial de Nicomedia. Los paganos acusaron a los cristianos de provocar el incendio y reaccionaron contra ellos con terrible ferocidad. Sólo en Nicomedia, el día de la Natividad de Cristo, unos veinte mil cristianos fueron quemados dentro de una iglesia. Sin embargo, esta monstruosa inhumanidad no asustó a los cristianos, quienes confesaron firmemente su fe y soportaron el martirio por Cristo.

Durante este período murieron los santos Doroteo, Mardonio, Migdonio, Pedro, Indes y Gorgonio. Uno de ellos fue decapitado a espada, otros perecieron quemados, enterrados vivos o ahogados en el mar. El soldado Zenón denunció audazmente al emperador Maximiano, por lo que fue apedreado y luego decapitado.

Entonces pereció a manos de los paganos la santa Virgen Mártir Domna, antigua sacerdotisa pagana, y también San Eutimio, por su preocupación de que los cuerpos de los santos mártires fueran enterrados. El obispo Antimo, que dirigía la Iglesia de Nicomedia, se escondió en un pueblo no lejos de Nicomedia a petición de su rebaño. Desde allí envió cartas a los cristianos, instándolos a adherirse firmemente a la santa Fe y a no temer las torturas. Una de sus cartas, enviada con el diácono Teófilo, fue interceptada y entregada al emperador Maximiano. Teófilo fue interrogado y murió bajo tortura, sin revelar a sus torturadores el paradero del obispo Antimo. Después de un tiempo, Maximiano logró saber dónde estaba san Antimo y envió un destacamento de soldados tras él.

El obispo los encontró en el camino, pero los soldados no reconocieron al santo. Los invitó a unirse a él y les proporcionó comida, después de lo cual reveló que él era a quien buscaban. Los soldados no sabían qué hacer. Querían dejarlo y decirle al emperador que no lo habían encontrado. El obispo Antimo no era alguien que tolerara una mentira, por lo que no consentiría en ello.

Los soldados llegaron a creer en Cristo y recibieron el santo bautismo. El santo les ordenó que cumplieran las instrucciones del emperador. Cuando el obispo Antimo fue llevado ante el emperador, éste ordenó que sacaran los instrumentos de ejecución y los colocaran ante él. “¿Crees, emperador, asustarme con estas herramientas de ejecución?” preguntó el santo. “¡No, en verdad, no se puede asustar a quien desea morir por Cristo! La ejecución sólo asusta a los cobardes, para quienes la vida presente es más preciosa”. Luego, el emperador ordenó que el santo fuera ferozmente torturado y decapitado con la espada.

Tropario, tono 4 del común de Hieromártires

Al volverte sucesor de los apóstoles * y partícipe en sus modos de ser, * encontraste en la práctica * el ascenso a la contemplación, oh inspirado por Dios. * Por eso, seguiste la palabra de la verdad * y combatiste hasta la sangre por la fe. * Antimo, obispo-mártir, intercede ante Cristo Dios * para que salve nuestras almas.

San Teoctisto

 

San Teoctisto de Palestina fue un gran asceta que vivió en el desierto de Judea. Al principio fue compañero de San Eutimio el Grande (20 de enero) en la vida ascética. Tan grande era su afecto mutuo y su unidad mental que parecían vivir como un alma en dos cuerpos. Eran personas de similar virtud y santidad, y se animaban mutuamente en sus luchas. Cada año, después de la despedida de la Teofanía, iban al desierto a luchar y orar en soledad, regresando a sus celdas el Domingo de Ramos.

Después de cinco años juntos, los santos Eutimio y Teoctisto fueron al desierto para la Gran Cuaresma y en un wadi descubrieron una gran cueva que luego se convirtió en una iglesia. Decidieron permanecer allí, creyendo que habían sido guiados allí por Dios. Comieron hierbas silvestres para sustentarse y no se encontraron con otras personas durante algún tiempo. Sin embargo, el Señor no quiso que estas grandes luminarias permanecieran ocultas. Quería que su sabiduría y santidad de vida fueran conocidas para beneficiar a otros. Un día, unos pastores de Betania encontraron a los ascetas y regresaron a su aldea y les contaron a otros sobre ellos. Después de eso, mucha gente vino a oír hablar de ellos, y monjes vinieron de otros monasterios a visitarlos. Algunos incluso se quedaron allí para recibir instrucciones de ellos.

Se reunieron tantos monjes a su alrededor que se vieron obligados a construir una lavra sobre la iglesia rupestre. San Eutimio nombró a Teoctisto igumeno de la lavra, mientras él mismo vivía recluido en la cueva. El sabio Teoctisto aceptaba a todos los que acudían a él, confesándolos y tratando las enfermedades de sus almas heridas con remedios espirituales apropiados.

Cuando llegó a una edad avanzada, San Teoctisto enfermó gravemente. San Eutimio (que tenía noventa años) lo visitó y cuidó de él. Cuando San Teoctisto acudió al Señor en 467, el Patriarca Anastasio de Jerusalén vino y presidió su funeral.

No debe confundirse San Teoctisto de Palestina con San Teoctisto de Sicilia (4 de enero).

Tropario, tono 8 del común de santos Anacoretas

Con la efusión de tus lágrimas, * regaste el desierto estéril * y, por los suspiros profundos, * tus fatigas dieron frutos cien veces más, * volviéndote un astro del universo, * brillante con los milagros. ¡Oh nuestro justo padre Teoctisto, * intercede ante Cristo Dios * para que salve nuestras almas!

Mártir Mamas de Cesarea en Capadocia y sus parientes mártires Teodoto y Rufina; san Juan el Ayunador, patriarca de Constantinopla.

El gran mártir Mamás nació en Paflagonia, Asia Menor, en el siglo III, de padres piadosos e ilustres, los cristianos Teodoto y Rufina que fueron arrestados por los paganos por su abierta confesión de fe y encarcelados en Cesarea de Capadocia. Conociendo su propia debilidad corporal, Teodoto oró para que el Señor lo tomara antes de ser sometido a torturas. El Señor escuchó su oración y murió en prisión. Santa Rufina murió también después de él, tras dar a luz a un hijo prematuro. Ella lo confió a Dios, rogándole que fuera Protector y Defensor del niño huérfano.

Una rica viuda cristiana llamada Ammia enterró con reverencia los cuerpos de los santos Teodoto y Rufina, tomó al niño en su propia casa y lo crió como a su propio hijo. San Mamas creció en la fe cristiana. El niño estudiaba con facilidad y de buena gana. No tenía una edad de juicio maduro, pero se distinguía por la madurez de mente y de corazón. Mediante conversaciones prudentes y el ejemplo personal, el joven Mamas convirtió al cristianismo a muchos de sus propios compañeros.

El gobernador, Demócrito, fue informado de esto y Mamas, de quince años, fue arrestado y llevado a juicio. En deferencia a su ilustre ascendencia, Demócrito decidió no someterlo a tortura, sino que lo envió al emperador Aureliano (270-275). El emperador intentó al principio amablemente, pero luego con amenazas, hacer que san Mamá volviera a la fe pagana, pero todo fue en vano. El santo se confesó valientemente cristiano y señaló la locura de los paganos en su adoración de ídolos sin vida.

Enfurecido, el emperador sometió al joven a crueles torturas. Intentaron ahogar al santo, pero un ángel del Señor salvó a san Mamá y le ordenó vivir en una montaña alta en el desierto, no lejos de Cesarea. Inclinándose ante la voluntad de Dios, el santo construyó allí una pequeña iglesia y comenzó a llevar una vida de estricta templanza, en proezas de ayuno y oración.

Pronto recibió un poder maravilloso sobre las fuerzas de la naturaleza: las bestias salvajes que habitaban el desierto circundante se reunieron en su morada y escucharon la lectura del Santo Evangelio. San Mamas se alimentaba con leche de cabras monteses y de ciervos. El santo no pasó por alto las necesidades de sus vecinos. Con esta leche preparó queso y lo regaló gratuitamente a los pobres. Pronto la fama de la vida de Santa Mamas se extendió por toda Cesarea.

El gobernador envió un destacamento de soldados para arrestarlo. Cuando se encontraron con San Mamas en la montaña, los soldados no lo reconocieron y lo confundieron con un simple pastor. Entonces el santo los invitó a su morada, les dio de beber leche y luego les dijo su nombre, sabiendo que le esperaba la muerte por Cristo. El siervo de Dios le dijo al siervo del Emperador que fuera delante de él hasta Cesarea, prometiéndole que pronto lo seguiría. Los soldados lo esperaban a las puertas de la ciudad, y allí les salió al encuentro San Mamas, acompañado de un león.

Al entregarse en manos de los torturadores, San Mamas fue llevado a juicio bajo un vicegobernador llamado Alejandro, quien lo sometió a intensas y prolongadas torturas. Sin embargo, no quebraron la voluntad del santo. Lo fortalecieron las palabras que le dirigieron desde arriba: “Sé fuerte y anímate, mamas”. Cuando arrojaron a San Mamas a las fieras, estas criaturas no quisieron tocarlo. Finalmente, uno de los sacerdotes paganos lo golpeó con un tridente. Herida de muerte, Santa Mamá salió más allá de los límites de la ciudad. Allí, en una pequeña cueva de piedra, entregó su espíritu a Dios, Fue enterrado por los creyentes en el lugar de su muerte.

Los cristianos pronto comenzaron a recibir ayuda de él en sus aflicciones y dolores. San Basilio el Grande habla así de las santas Mamás Mártires en un sermón al pueblo: “Acordaos del santo mártir, vosotros que vivís aquí y lo tenéis como ayuda. Ustedes que invocan su nombre, en él han sido ayudados. A los que estaban en el error los ha guiado a la vida. A aquellos a quienes sanó de sus enfermedades, a aquellos a cuyos hijos muertos les devolvió la vida, a aquellos cuyas vidas prolongó: ¡unámonos todos como uno y alabemos al mártir!

Tropario, tono 4 del común de mártires

Tu mártir, oh Señor, * ha obtenido de ti * corona de incorrupción * en su lucha, Dios nuestro. * Al tener, pues, tu fuerza, * ha vencido a tiranos * y aplastado de los demonios * su abatida insolencia. * Por sus intercesiones, oh Cristo Dios, * salva nuestras almas.

 

San Juan el Ayunador, Patriarca de Constantinopla

En Constantinopla nació nuestro Santo Padre Juan, Al principio trabajó como orfebre y todos esperaban que continuara en ese oficio. Desde su juventud, sin embargo, se inclinó por la vida monástica. También poseía un raro don para la continencia y un amor natural por el ayuno, por lo que se le conocía como “el Ayunador”. Debido a su fama de virtuoso, fue ordenado diácono por el patriarca Juan III, y posteriormente recibió la gracia del sacerdocio. San Juan fue encontrado digno de contemplar una visión que mostraba que llegaría a ser un digno receptor de la gracia de Dios, para la iluminación espiritual de su rebaño. Leía todos los días las Sagradas Escrituras y otros libros eclesiásticos, enriqueciendo así sus conocimientos.

Tras la muerte del patriarca Eutiquio, San Juan fue elegido para sucederlo. No quiso aceptar el cargo, pero le asustó una visión celestial y accedió. Con el ejemplo de su propia vida enseñó a todos los creyentes a reprimir sus deseos caprichosos y a controlarse a sí mismos.

San Juan fue Patriarca de Constantinopla entre 582 y 595, y fue el primero en utilizar el título de “Patriarca Ecuménico”.

Fue un gran intercesor y hacedor de maravillas hasta el momento de su muerte. San Juan, distinguido por su abstinencia y oración, tenía tal amor por los pobres que no les negó nada de su patrimonio. Después de su muerte, sus únicas pertenencias personales fueron una cuchara de madera, una camisa de lino y una prenda vieja. Son bien conocidos sus escritos sobre el arrepentimiento y la confesión.

Después de una vida virtuosa de piedad, durante la cual realizó muchos milagros, San Juan descansó el 2 de septiembre de 595. Sus reliquias llenas de gracia fueron sepultadas en la Iglesia de los Santos Apóstoles y se le conmemora también el 30 de agosto.

Tropario, tono 4 del común de santos Jerarcas

La verdad de tus obras * te ha mostrado a tu rebaño * cual regla de fe, icono de mansedumbre * y maestro de abstinencia. * Así que alcanzaste, por la humildad, alturas * y por la pobreza, riquezas. * ¡Oh santo Padre Juan, intercede ante Cristo Dios, * para que salve nuestras almas!

Comienza el Nuevo Año Eclesiástico; San Simeón el Estilita

 

El Primer Concilio Ecuménico de Nicea decretó que el año eclesiástico debe comenzar el 1 de septiembre.

El mes de septiembre era para los judíos el comienzo del año civil (cfr. Éxodo 12:2), el mes de recoger la cosecha y de traer a Dios sacrificios de acción de gracias. Fue durante esta fiesta (según la tradición) que el Señor Jesús entró en la sinagoga de Nazaret, y abriendo el rollo del Profeta Isaías, leyó: «El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para llevar la buena nueva a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor» (San Lucas 4:16-21; cfr. Isaías 61:1-2). Este mes de septiembre también es notable en la historia del cristianismo ya que fue en él que san Constantino el Grande venció a Majencio, el enemigo de la fe cristiana, victoria que fue seguida por la concesión de libertad para confesar la fe cristiana a través del Imperio Romano.

Tropario, tono 2

Oh Autor de toda la creación, * que has definido los tiempos y las estaciones * en tu propia autoridad, * bendice el inicio del año con tu bondad, Señor, * conserva en paz a los fieles y a la Iglesia, * por la intercesión de la Madre de Dios y sálvanos.

 

San Simeón el Estilita

Nacido en Siria de padres campesinos, huyo de ellos a la edad de dieciocho años y se hizo monje. Se entregó al más estricto ascetismo, a veces ayunando por cuarenta días. Después de esto, practicó una ascesis particular hasta entonces desconocida: estar de pie día y noche sobre un pilar en oración incesante. Este pilar era de 10 pies [3 metros] de alto al principio; entonces se le construyó uno de 20 [6 metros], luego de 36 [11 metros], de 60 [18 metros], y finalmente de 66 [20 metros]. Su madre santa Marta conmemorada también en esta fecha, vino a verlo dos veces, pero él no quiso recibirla, diciéndole desde su pilar: «No me perturbes ahora, querida madre, si es que vamos a ser dignos de encontrarnos en el siglo venidero». San Simeón sufrió innumerables ataques de demonios, venciéndolos todos mediante la oración. Obró grandes milagros, sanando a los enfermos mediante sus oraciones y sus palabras. Gente de todas partes se congregaban alrededor de su pilar: ricos y pobres, reyes y esclavos. Él los ayudaba a todos, restaurando la salud física a unos, dando consuelo e instrucción a otros, y denunciando a algunos por su fe herética. Fue así que la emperatriz Eudocia regresó a la Ortodoxia, abandonando la herejía de Eutiques. Simeón vivió en ascetismo durante los reinados de Teodosio el Joven, Marciano y León el Grande. Este primer estilita cristiano y gran obrador de milagros vivió setenta años, y entró en su descanso en el Señor el 1º de septiembre del 459 d. C. Sus reliquias fueron llevadas a Antioquía, a la iglesia que le fue dedicada.

Tropario, tono 1

Al volverte columna de paciencia, * has competido con los padres antiguos: * a Job en sufrimientos, a José en tentaciones * y a los incorpóreos aun en cuerpo. * Oh justo padre Simeón, * intercede ante Cristo Dios * para que salve nuestras almas.

Mártir Caritina de Amisus

 

Mártir Caritina de Amisus

05 de Octubre

Santa Mártir Caritina de Roma quedo huérfana a muy corta edad y fue criada como una hija por un piadoso cristiano llamado Claudio. De joven era rica en virtudes de humildad y obediencia. Habiendo estudiado la Ley de Dios y prometido vivir su vida como novia pura del Señor Jesús, hablaba a los demás de su amor por Cristo, y por ello muchos abrazaron el camino de la salvación.

Durante el tiempo de la persecución bajo el emperador Diocleciano (284-305), fue llevada a juicio por su influencia sobre la gente. Con gran valentía defendió su fe ante las acusaciones del juez, por lo que la condenó a la tortura. Una y otra vez fue salvada por el Señor de la crueldad de los soldados. Por último, el juez envió algunos hombres jóvenes para que la violaran. Caritina rogó a Dios que protegiera su virginidad. Mientras oraba, su alma dejó su cuerpo y murió en gloriosa pureza en el año 304.

El antiguo nombre griego de Jaritini o Caritina significa “gracia” o “bondad”.

Tropario, tono 4

Tu oveja, oh Jesús, exclama con gran voz: “te extraño, oh Novio mío, y lucho buscándote; me crucifico y me entierro contigo por el bautismo; sufro por Ti para contigo reinar, y muero por Ti para que viva en Ti.” Acepta, como ofrenda inmaculada, a quien se sacrificó con anhelo por Ti, por cuyas intercesiones, oh Misericordioso, salva nuestras almas.

 

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