Santo Apóstol Jacobo (Santiago) el Hermano del Señor

Santo Apóstol Jacobo (Santiago) el Hermano del Señor
23 de Octubre

El apóstol Pablo en las cartas a los Gálatas escribe que junto al apóstol Pedro era venerado como pilar de la iglesia, el apóstol Santiago.

Santiago era hijo de José (el novio de la Madre de Dios) hijo de su primera esposa, y por ello en el Evangelio se le llama hermano del Señor. Los evangelistas llaman a este Santiago el Menor (Marcos 15:40) para distinguirlo de Santiago, el hijo de Zebedeo, que se llamaba el Grande; y la Iglesia Ortodoxa hace todavía una distinción más al no identificarlo con Santiago el hijo de Alfeo (9 de octubre). Se convirtió en el primer obispo de Jerusalén, elevado a este rango episcopal por los apóstoles, según Eusebio (Historia Eclesiástica, Libro II: 23), y fue llamado el justo, debido a su gran santidad y justicia. Habiendo subido a la cima del Templo el día de la Pascua a instancias de todos, dio testimonio acerca de su fe en Jesús, y proclamó con gran voz que Jesús se sienta a la diestra del gran poder de Dios. y vendrá otra vez sobre las nubes del cielo. Al escuchar este testimonio, muchos de los presentes gritaron: “Hosanna al Hijo de David”. Pero los escribas y fariseos gritaron: “Entonces, incluso al justo ha sido desviado”, y por orden de Ananías el sumo sacerdote, el Apóstol fue arrojado de allí, y luego fue apedreado, y mientras oraba por sus asesinos, su cabeza fue aplastada por el palo de madera usado por cierto escriba. La primera de las epístolas católicas (generales) escritas a los judíos en la diáspora que creían en Cristo fue escrita por este Santiago, y la tradición de la iglesia le adjudica al apóstol Santiago la composición de la antiquísima Divina Liturgia que se conoce con su nombre.

Tropario, tono 4

Como discípulo del Señor, oh justo, recibiste el Evangelio, como Mártir, tienes un coraje inquebrantable, como hermano del Señor, tienes franqueza, como Jerarca, intercesión. Intercede ante Cristo nuestro Dios, para que salve nuestras almas.

 

Santo Igual a los Apóstoles Albercio, obispo y milagroso de Hierápolis

Santo Igual a los Apóstoles Albercio, obispo y milagroso de Hierápolis
22 de Octubre

San Abercio, obispo de Hierápolis en Frigia en tiempos de Marco Aurelio, fue bendecido con la gracia de hacer milagros y del celo apostólico.

En una celebración en honor de Apolo, San Abercio fue instruido por revelación divina a destruir los ídolos. Durante la noche ingresó al templo de Apolo y dio vueltas todas las estatuas de ídolos que se encontraban allí. Al iniciarse el bullicio la mañana siguiente, Abercio desafió a la multitud diciendo que los dioses tal vez se emborracharon durante la noche después de haber recibido las ofrendas de sus fieles. Una multitud de enfurecidos hombres se abalanzó sobre él pero San Abercio, orando, expulsó los demonios de tres de los jóvenes que incitaban a la multitud. Así, el pueblo al ver el milagro aceptó a Cristo y se convirtieron todos. San Abercio durmió en paz en el año 167 (o de acuerdo a otros en el 186) luego de trabajar incansablemente por el rebaño que le había sido confiado.

M. Ramsay, un arqueólogo de finales del siglo XIX, descubrió cerca de Esmirna y en el lugar del emplazamiento de la antigua Hierápolis la tumba de San Abercio, cuyo epitafio grabado en piedra y en griego resume la historia del santo.

Tropario, tono 4

La verdad de tus obras te ha mostrado a tu rebaño cual regla de fe, icono de mansedumbre y maestro de abstinencia. Así que alcanzaste, por la humildad, alturas, y por la pobreza, riquezas. ¡Oh santo obispo Albercio, intercede ante Cristo Dios para que salve nuestras almas!

San Hilarión el Grande de Palestina

San Hilarión el Grande de Palestina
21 de Octubre

San Hilarión nació en Tabatha, cerca de Gaza en Palestina, de padres paganos. Enviado de joven a Alejandría para ser educado, aprendió la fe cristiana y fue bautizado. Mientras estaba en Egipto escuchó la fama de San Antonio el Grande, y al encontrarse con ese hombre verdaderamente grandioso, el Padre de los monjes, San Hilarión decidió dedicarse también a la vida ascética. Regresó a Gaza, donde se entregó al ayuno extremo y la oración incesante. Debido a los milagros que pronto comenzó a obrar, se vio obligado por su creciente renombre a abandonar Gaza, a escapar de las multitudes de personas que venían a pedir sus oraciones. En sus viajes visitó Egipto y volvió con nostalgia al lugar donde había vivido San Antonio; pero no pudo permanecer en ningún lugar por mucho tiempo, ya que, a pesar de todos sus intentos de ocultarse, la luz de la gracia que había en él no podía ocultarse. Después de pasar por Egipto y Libia, y navegar hacia Sicilia, llegó por fin a Chipre, donde terminó el curso de su vida a la edad de ochenta años, en el año 372. San Hilarión fue sepultado en las cercanías de Pafos, pero San Hesiquio se apoderó secretamente de los restos de su maestro y los trasladó a su ciudad natal.

Tropario, tono 8

Con la efusión de tus lágrimas, regaste el desierto estéril; y por los suspiros profundos, tus fatigas dieron frutos cien veces más, volviéndote un astro del universo, brillante con los milagros. ¡Oh nuestro justo padre Hilarión, suplícale a Cristo Dios que salve nuestras almas!

Gran Mártir Artemio en Antioquía

Gran Mártir Artemio en Antioquía
20 de Octubre

Este glorioso santo era egipcio de nacimiento y comandante en jefe del ejército del emperador Constantino el Grande. Cuando la victoriosa cruz, rodeada de estrellas, apareció al Emperador, Artemio también la vio, y viniendo a la fe en Cristo el Señor fue bautizado. Más tarde, en tiempos del emperador Constancio, hijo de Constantino, fue enviado a Grecia para llevar las reliquias de san Andrés y san Lucas desde Patra y Tebas, respectivamente, hasta Constantinopla. Artemio llevó a cabo esta misión con gozo. Después de esto, fue nombrado gobernador y representante imperial en Egipto, permaneciendo en este puesto por la duración del reino de Constancio y por algún tiempo bajo Julián el Apóstata. Cuando este Emperador renegado declaró la guerra contra los persas, se detuvo por un tiempo en Antioquía, y llamó a Artemio y a su ejército para que se unieran con él allí; Artemio acudió. Entonces, el Emperador entregó a la tortura a dos sacerdotes cristianos, Eugenio y Macario. Viendo esto, san Artemio se alarmó profundamente, y yendo ante el Emperador le dijo: «¿Por qué torturas tan inhumanamente a estos hombres inocentes y dedicados, y por qué los presionas a rechazar la fe ortodoxa?» También profetizó al Emperador que su final estaba cerca. El furioso Emperador envió a los dos sacerdotes al exilio en Arabia, donde murieron pronto; y despojando a Artemio de su rango militar, ordenó que fuese azotado y golpeado. Todo herido y cubierto de sangre, Artemio fue arrojado en prisión, donde el Señor Jesucristo mismo se le apareció, sanándole y consolándole. Después de esto, el Emperador ordenó que fuese puesto sobre una roca plana, y que otra roca fuese colocada sobre él, aplastando así su cuerpo como una tabla. Finalmente fue decapitado en el 362 d. C. Entonces el emperador Julián salió a combatir a los persas y murió de una manera deshonrosa, tal como san Artemio había predicho.

Tropario, tono 4

Tu mártir, oh Señor Dios nuestro, por sus luchas recibió de Ti la corona incorruptible, porque, habiendo conseguido tu fuerza, derribó a los tiranos y destruyó la presunción impotente de los demonios. Por sus oraciones, oh Cristo Dios, salva nuestras almas.

San Juan de Kronstadt el Milagroso

 

San Juan de Kronstadt el Milagroso

19 de Octubre

Padre Juan, Taumaturgo de Kronstadt, nació el 19 de octubre de 1829, en el pueblo de Sur, en la provincia de Archangelsk (localizado al norte de Rusia), procedía de la familia de un pobre lector de iglesia rural, Elías Sergieff y su esposa Teodora. Se le puso el nombre de Juan en honor a San Juan de Ryla, puesto que nació el día en que se celebraba la festividad del santo.

Desde su infancia, su padre constantemente lo llevó a la iglesia, fomentando en él un especial amor por los Oficios Divinos.

Viviendo en circunstancias de extrema pobreza, el joven conoció la triste experiencia de la privación, aflicción, lágrimas y sufrimientos. Esto lo hizo serio, pensativo y reservado, además se desarrolló en él una gran simpatía y un compasivo amor por los pobres. Habiendo ingresado a la Academia, el joven estudiante no dejó a su madre en el desamparo; luego de salvar algunas dificultades, encontró un trabajo de oficina en la administración de la Academia y enviaba todas sus escasas ganancias a su madre. En 1855, cuando Juan terminó sus estudios en la Academia, recibió un ofrecimiento de matrimonio con la hija (de nombre Elizabet) del arcipreste de la Catedral de San Andrés de Kronstadt, C. Nesvitsky; también se le ofreció el puesto de sacerdote en la Catedral. El 12 de diciembre de 1855, fue ordenado sacerdote. El resto de la vida del Padre Juan y su actividad pastoral se centró en Kronstadt, de modo que muchos olvidaron su apellido “Sergieff” y lo llamaron “de Kronstadt”; incluso él mismo a menudo firmaba su nombre de este modo.

El matrimonio del padre Juan, que es el estado usualmente exigido por la Iglesia Ortodoxa respecto de los sacerdotes que sirven en el mundo, fue simulado, pero necesario como pantalla para sus abnegadas labores pastorales. De hecho, él y su esposa vivieron como hermano y hermana. “Lisa, hay muchas familias felices, aun sin nosotros. “Adelante, tú y yo, dediquémonos al servicio de Dios” – así le habló a su esposa el primer día de su vida de casado y hasta el fin de sus días permanecieron puros y vírgenes.

Aunque el Padre Juan una vez dijo que no llevaba una vida ascética, su maravilloso diario “Mi vida en Cristo,” testifica claramente su lucha ascética con los pensamientos pecaminosos, esta “lucha invisible” que los ancianos y grandes padres ascéticos aconsejan a los verdaderos cristianos. Naturalmente se exigió a sí mismo un ayuno estricto, tanto en cuerpo como en espíritu y se impuso como norma la celebración diaria de la Liturgia Divina.

Comenzó a ir a sus miserables hogares todos los días, charlaba con ellos, los consolaba, cuidaba a los enfermos y los ayudaba materialmente, distribuyendo todo lo que tenía, retornando con frecuencia a su hogar sin ropa e incluso sin sus botas. Estos “vagabundos” de Kronstadt, la escoria de la sociedad,” a quienes transformó en personas, restaurándoles la imagen humana que habían perdido, fueron los primeros en revelar la santidad del Padre Juan. Y esta “revelación” fue rápidamente percibida por todos los fieles rusos.

Tal inusual obra pastoral del joven sacerdote comenzó a generar una desfavorable crítica e incluso ataques en su contra desde todos lados. Pero pronto, se reveló en el Padre Juan el maravilloso don de obrar milagros por los cuales fue famoso a través de toda Rusia e incluso en el extranjero. Así, por las oraciones de San Juan, de hecho, una multitud de maravillosos milagros se llevaron a cabo e incluso ahora, largo tiempo después de su bendito descanso, continúan realizándose. Los enfermos más graves eran curados por las oraciones y quedaban en manos del Padre Juan, cuando la medicina había sido inútil. El padre Juan curó con el poder de sus oraciones no solamente a personas ortodoxas rusas, sino también a mahometanos, judíos y otros extranjeros que se dirigieron a él. Este gran don de obrar milagros fue naturalmente un regalo por el gran ascetismo espiritual del Padre Juan – sus labores en oración, ayunos y abnegados actos de amor por Dios y su prójimo.

Todos los días se levantaba a las 3 de la mañana para prepararse a ofrecer la Divina Liturgia. Aproximadamente a las 4, partía a los maitines en la catedral. Allí, se encontraba con multitudes de peregrinos que esperaban recibir, al menos, una bendición de él. Había también muchos mendigos a quienes el Padre Juan distribuía limosnas. Durante los maitines, el mismo Padre Juan leía el Canon (himnos a los santos), atribuyendo gran importancia a su lectura. La confesión tenía lugar antes del comienzo de la Liturgia. Por necesidad, el Padre Juan realizaba una confesión general, debido al inmenso número de personas que deseaban confesarse. Esta confesión general producía un tremendo impacto en todos los participantes y testigos oculares: muchos se confesaban en voz alta, gritando, sin vergüenza ni timidez, sus pecados. La Catedral de San Andrés, que tenía una capacidad para hasta 5.000 personas, siempre estaba llena y por esa razón la Comunión tomaba mucho tiempo y la Liturgia no terminaba antes del mediodía. Después del oficio, acompañado por miles de fieles, el Padre Juan dejaba la catedral y se iba a San Petersburgo a innumerables visitas a los enfermos. Rara vez regresaba a casa antes de la medianoche. Presumiblemente, en muchas noches no tuvo tiempo para dormir.

El pensamiento que sustentan todas las obras escritas del Padre Juan es la necesidad de la verdadera y ardiente fe en Dios y la necesidad de vivir según esa fe, en lucha incesante con las pasiones y placeres y la devoción a la Fe y a la Iglesia ortodoxa como el único medio de salvación.

En los últimos años de la vida del Padre Juan, una agonizante enfermedad física se agregó a la dura labor de servir a la humanidad – una enfermedad que soportó sumiso y pacientemente, sin quejarse nunca ante nadie. Resueltamente, rechazó las órdenes de los doctores que lo trataron – de mantener su fuerza con alimento, sin ayuno. Estas son sus palabras: “Agradezco a mi Señor por concederme el sufrimiento para la purificación de mi alma pecadora. La Sagrada Eucaristía vivifica.” Y recibió la Comunión todos los días, como en otro tiempo. El 10 de diciembre de 1908, habiendo reunido todas las fuerzas restantes que tenía, el padre Juan celebró la Liturgia Divina por última vez en la catedral de San Andrés en Kronstadt. El 20 de diciembre de 1908 a las 7:40 a.m. el Gran Hombre justo partió de este mundo para estar en presencia del Señor, habiendo pronosticado antes el día de su muerte. Diez mil personas tomaron parte y estuvieron presentes en el funeral del Padre Juan y aquellos que besaron la mano del difunto testifican que no se había vuelto fría ni rígida.

Su santa memoria también se celebra el 20 de diciembre fecha de su descanso en el Señor

Tropario, Tono 4

En Cristo vives eternamente, Oh Milagroso, apiádate con amor de los que están en peligro, oye a Tus hijos que claman con fe, sé compasivo con los que esperamos Tu ayuda, oh san Juan de Kronstadt, amadísimo Pastor nuestro.

Santo Apóstol y Evangelista Lucas

Santo Apóstol y Evangelista Lucas

18 de Octubre

Nacido en Antioquía, se dedicó en su juventud al estudio de la filosofía, medicina, y artes griegos. Mientras el Señor Jesús ministraba en la tierra, Lucas vino a Jerusalén, donde vio al Salvador cara a cara, escuchó su enseñanza salvífica, y fue testigo de sus maravillosas obras. Viniendo a creer en el Señor, san Lucas fue incluido entre los Setenta enviados a predicar el Evangelio (cfr. San Lucas 10:1-20). Junto a Cleofás, vio al Señor resucitado en el camino de Emaús (cfr. San Lucas 24:13-35). Después del descenso del Espíritu Santo sobre los Apóstoles, Lucas regresó a Antioquía y allí se convirtió en colaborador del apóstol Pablo, con quien viajó a Roma, trayendo tanto a judíos como a paganos a la fe. San Pablo escribe a los colosenses: «Les saluda Lucas, el médico amado» (cfr. Colosenses 4:14). A petición de los cristianos, escribió su Evangelio alrededor del año 60 d. C. Tras el martirio del gran Apóstol Pablo, Lucas predicó el Evangelio por toda Italia, Dalmacia, Macedonia, y otros lugares. Pintó, según la tradición, tres íconos de la Santísima Madre de Dios, y también íconos de los Apóstoles Pedro y Pablo, y es considerado el fundador de la iconografía cristiana. En su ancianidad visitó Libia y Egipto, regresando desde allí a Grecia, donde se dedicó con gran celo a predicar el Evangelio y atraer gente a Cristo, sin considerar su avanzada edad. San Lucas escribió tanto su Evangelio como los Hechos de los Apóstoles dedicándolos a Teófilo, gobernador de Acaya. Tenía ochenta y cuatro años cuando unos malvados idólatras lo sometieron a la tortura por causa de Cristo, y lo colgaron de un olivo en el pueblo de Tebes en Beocia. Las reliquias de este maravilloso santo, que obran milagros, fueron trasladadas a Constantinopla en tiempos del Emperador Constancio, hijo de san Constantino.

Tropario, tono 3

Oh santo apóstol y evangelista Lucas, intercede ante Dios misericordioso, para que otorgue el perdón de las transgresiones, a nuestras almas.

 

Santo Profeta Oseas

Santo Profeta Oseas

17 de Octubre

El profeta Oseas, hijo de Beeri (Berí) de la tribu de Isacar, vivió y predicó en el reino de Israel en el tiempo cercano a su destrucción. El comienzo de su servicio profético corresponde al final del reinado de Jeroboam II (782-752), aproximadamente en el 740 750 a.C. y continua hasta la caída de Samaría en 722. Eran tiempos de decaimiento espiritual del pueblo de Israel, de aumento de la idolatría y de disolución moral. La presión de la Asiria guerrera provocaba la inestabilidad política de Israel y frecuentes golpes palaciegos.

Acusaba enérgicamente a sus contemporáneos por sus vicios, y en particular, por las repelentes costumbres paganas copiadas de los pueblos vecinos. Oseas profetizaba los desastres futuros. De su vida personal se sabe que se casó con Gomer, que le era abiertamente infiel. El profeta tuvo que divorciarse formalmente de ella, pero continuó amándola y sentía pena por ella. Este drama personal le mostró al profeta cuán pesada era la traición espiritual del pueblo de Israel a Dios después de los Mandamientos del monte Sinaí. Los hebreos quebraron esta Alianza, la profanaron y cayeron en libertinaje espiritual. Por eso el Señor predijo a través de Su profeta que los hebreos serían rechazados y los paganos llamados al Reino de Dios.

Ante la proximidad de la destrucción de Israel el profeta usó todas sus fuerzas para despertar el sentimiento de arrepentimiento. Pero él vio también lo que vendría después de los desastres y lo referido al final de los tiempos, cuando se va a producir la renovación completa del pueblo de Dios, cuando todos los desastres y la misma muerte sean aniquilados, anunciando la promesa de salvación para los justos.

Tropario, tono 2

Celebrando la memoria de tu Profeta Oseas, oh Señor, por él te suplicamos que salves nuestras almas.

Santo Mártir Longino el Centurión que estuvo al pie de la Cruz del Señor, y sus compañeros mártires

Santo Mártir Longino el Centurión que estuvo al pie de la Cruz del Señor, y sus compañeros mártires

16 de Octubre

El santo evangelista Mateo, describiendo la Pasión del Señor Jesucristo, dice: «El centurión, y los que estaban con él guardando a Jesús, visto el terremoto, y las cosas que habían sido hechas, temieron en gran manera, y dijeron: Verdaderamente éste era Hijo de Dios» (cfr. San Mateo 27:54). El bienaventurado Longino era aquel centurión, que con dos de sus soldados creyó en Jesús, el Hijo de Dios, y fue también comandante de la guardia ante la tumba. Cuando los principales de los judíos escucharon de la resurrección de Cristo, sobornaron a soldados para que regaran el falso rumor de que Cristo no había resucitado, sino que algunos de sus discípulos habían robado su cuerpo. Los judíos también intentaron a sobornar Longino, pero este no se los permitió. Entonces los judíos recurrieron a su usual estrategia: decidieron matar a Longino. Al escuchar Longino de sus intenciones, se quitó su cinturón militar, fue bautizado con sus dos compañeros por uno de los Apóstoles, y se marchó secretamente de Jerusalén a Capadocia con sus compañeros. Allí se dedicó al ayuno y la oración, y como testigo vivo de la resurrección de Cristo, convirtió a muchos paganos a la fe verdadera por su testimonio. Después de esto, se retiró a una villa en los terrenos de su padre. Pero, incluso allí, la maldad de los judíos no le dejó en paz. Debido a las calumnias de estos, Pilato envió soldados para decapitarlo. San Longino previó en el Espíritu que se acercaban sus verdugos y salió a recibirlos. Sin decirles quién era, los trajo a su hogar, fue un buen anfitrión para los soldados, y pronto estos se acostaron a dormir. Pero san Longino permaneció de pie orando toda la noche, preparándose para la muerte. En la mañana, llamó a sus dos compañeros, se revistió de blancas ropas funerales, y encargó a los otros miembros de su casa que lo enterraran en una pequeña colina que les especificó. Entonces fue a donde los soldados y les dijo que él era el Longino al que buscaban. Los soldados quedaron perplejos y avergonzados, y no podían tan siquiera imaginar decapitarlo; este, empero, insistió en que cumpliesen la orden de su superior. Así, pues, decapitaron a Longino y a sus dos compañeros. Los soldados llevaron la cabeza de Longino a Pilato, y este se la entregó a los judíos, los cuales la arrojaron en un estercolero fuera de la ciudad.

Tropario, tono 4

Tu mártir, oh Señor Dios nuestro, por sus luchas recibió de Ti la corona incorruptible, porque, habiendo conseguido tu fuerza, derribó a los tiranos y destruyó la presunción impotente de los demonios. Por sus oraciones, oh Cristo Dios, salva nuestras almas.

Hieromártir Luciano de Antioquía

Hieromártir Luciano de Antioquía

15 de Octubre

Nacido de padres nobles en Samosata de Siria, recibió en su juventud una amplia educación, tanto secular como espiritual, y era un hombre eminente tanto por su erudición como por su estricta vida ascética. Dando sus bienes a los pobres, se sustentaba escribiendo obras de instrucción, alimentándose así con el trabajo de sus manos. Realizó un gran servicio a la Iglesia corrigiendo muchos lugares del texto hebreo de las Escrituras, los cuales habían sido torcidos y adulterados por los herejes de acuerdo con sus perversas enseñanzas. A causa de su erudición y de su gran vida espiritual, fue ordenado presbítero en Antioquía. En tiempos de la persecución de Maximiano, en la cual san Antimo de Nicomedia y san Pedro de Alejandría fueron torturados, san Luciano también estaba en la lista de aquellos que el Emperador quería matar. Luciano huyó de la ciudad y se escondió, pero un sacerdote hereje celoso, llamado Pancracio, reveló su paradero. Aquella persecución fue terrible, ni aún los niños pequeños estaban a salvo. Dos niños que se rehusaban a comer alimentos sacrificados a los ídolos fueron arrojados a un caldero de agua hirviendo, donde, en medio de torturas, encomendaron sus santas almas en manos de Dios. Discípula suya fue santa virgen y mártir Pelagia (8 de octubre) quien preservó su pureza virginal de los disolutos atacantes orando a Dios en el techo de su casa desde donde fue lanzado su cuerpo. San Luciano fue llevado a Nicomedia para ser presentado ante el Emperador. En el camino, convirtió a cuarenta soldados a la fe en Cristo mediante sus admoniciones, y todos estos sufrieron también muerte de mártires. Tras ser interrogado y azotado, san Luciano fue arrojado en prisión, donde fue condenado a morir de hambre y sed. «Se burló del hambre», escribe san Juan Crisóstomo acerca de Luciano. «Burlémonos también nosotros de los lujos y destruyamos el señorío del estómago, para que, mediante sacrificios menores, estemos preparados de antemano cuando venga el tiempo de enfrentar tales torturas, y mostremos ser dignos de gloria en la hora de la batalla». Recibió la comunión en la cárcel en la fiesta de la Teofanía, y al día siguiente encomendó su alma en manos de Dios, el 7 de enero del 322 d. C.

Tropario, tono 4

Tu mártir, oh Señor Dios nuestro, por sus luchas recibió de Ti la corona incorruptible, porque, habiendo conseguido tu fuerza, derribó a los tiranos y destruyó la presunción impotente de los demonios. Por sus oraciones, oh Cristo Dios, salva nuestras almas.

 

Mártires Nazario, Gervasio, Protasio y Celso de Milán

Mártires Nazario, Gervasio, Protasio y Celso de Milán

14 de Octubre

Los santos mártires Nazario, Gervasio, Protasio y Celso de Milán sufrieron durante el reino del emperador Nerón (54-68 d. C.). San Nazario, hijo de la cristiana Perpetua y el judío Africano, nació en Roma y fue bautizado por el obispo Lino. Desde su juventud, Nazario decidió dedicar su vida a predicar las enseñanzas de Cristo y a fortalecer a los cristianos débiles. Con este propósito, dejó Roma y se marchó para Milán. Mientras visitaba a los cristianos presos allí, Nazario conoció a los gemelos Protasio y Gervasio. Estos hermanos habían nacido en Milán de una familia de ciudadanos romanos – Vidal y Valeria. Quedando huérfanos (pues sus padres fueron martirizados por la fe cristiana), los hermanos repartieron sus riquezas a los pobres, liberaron a sus esclavos, y se dedicaron al ayuno y a la oración. Los paganos los encerraron en la cárcel por confesar la fe de Cristo. San Nazario estimaba a los gemelos, y aliviaba sus sufrimientos tanto como le era posible. Por esto, sin embargo, los paganos le dieron una paliza y lo expulsaron de Milán. San Nazario se fue a la Galia (la moderna Francia), donde predicó el cristianismo exitosamente y convirtió a muchos paganos. En la ciudad de Kimel bautizó a Celso, hijo de un cierto cristiano, y adquirió en él un fiel discípulo y colaborador en la labor evangelizadora. Por su confesión de Cristo, los paganos les arrojaron a las bestias para que los devoraran, pero las bestias no osaban tocar a los santos. Después trataron de ahogar a los mártires en el mar, pero estos caminaron en él como sobre tierra firme. Los soldados que cumplían estas órdenes estaban tan maravillados, que ellos mismos aceptaron el cristianismo y dejaron ir a los santos mártires. Una vez libres, Nazario y Celso fueron a Milán a visitar a Gervasio y Protasio en la cárcel. Por esto fueron entregados a Nerón, quien determinó que los santos Nazario y Celso fuesen degollados. Al poco tiempo, Gervasio y Protasio también fueron ejecutados. Muchos años después, durante el reino del santo emperador Teodosio (408-450 d. C.), San Ambrosio, obispo de Milán, descubrió las reliquias de los mártires mediante una revelación de lo alto. Las santas reliquias, glorificadas por multitud de milagros, fueron solemnemente transferidas a la catedral de Milán.

Tropario, tono 4

Tus mártires, oh Señor Dios nuestro, por sus luchas recibieron de Ti la corona incorruptible, porque, habiendo conseguido tu fuerza, derribaron a los tiranos y destruyeron la presunción impotente de los demonios. Por sus oraciones, oh Cristo Dios, salva nuestras almas.

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