San Silvestre, Papa de Roma; Reposo del Venerable Serafín; Justa Juliana

San Silvestre, Papa de Roma (335)

2 de Enero

San Silvestre, Obispo de Roma (314-335) nació en Roma de padres cristianos de nombres Rufino y Justa. Su padre murió poco después, y el santo permaneció bajo el cuidado de su madre. El maestro de Silvestre, el presbítero Quirino, le dio una fina educación y lo crio como un verdadero Cristiano.

Cuando llegó a la madurez, Silvestre cumplió el mandamiento de Dios de amar al prójimo. Recibiendo a menudo a extraños y viajeros, sirviéndoles como si fuese un esclavo en su propia casa. Durante una de las persecuciones en contra de los cristianos, Silvestre no dudó en recibir al santo confesor Obispo Timoteo de Antioquia, quien se quedó con él por más de un año, y quien convirtió muchos a Cristo con su predicación.

El obispo Timoteo fue arrestado y ejecutado por órdenes del prefecto Tarquino. Silvestre tomó secretamente el cuerpo del santo y lo sepultó. Esto llamó la atención de Tarquino, y el santo fue arrestado y llevado a juicio. Tarquino le demandó que renunciara a Cristo, amenazándolo con la tortura y la muerte. Sin embargo San Silvestre no se intimidó ante esto, y permaneció firme en su confesión de fe, y entonces fue arrojado en la prisión. Cuando Tarquino murió repentinamente después del juicio, el santo fue liberado y valientemente evangelizó a los paganos, convirtiendo a muchos al cristianismo.

A los treinta años de edad, San Silvestre fue ordenado diácono, y después presbítero, por el obispo Marcelino (296-304). Después de la muerte del obispo Melquiades, (311-314), San Silvestre fue elegido como Obispo de Roma. Alentó a su rebaño a vivir de manera decorosa, e insistió que los sacerdotes cumplieran estrictamente con su deber, y no se mezclaran con los asuntos seculares.

San Silvestre se hizo célebre como experto en las Santas Escrituras y como inquebrantable defensor de la fe cristiana. Durante el reinado del emperador San Constantino el Grande, cuando había terminado el periodo de persecución a la Iglesia, los judíos arreglaron un debate público para determinar cuál era la fe verdadera. San Constantino y su madre, la santa Emperatriz Helena, estuvieron presentes junto a una gran multitud.

San Silvestre habló por los cristianos, y los judíos tenían a ciento veinte bien estudiados rabinos encabezados por Zambres, un mago y hechicero. Citando los libros sagrados del Antiguo Testamento, San Silvestre demostró convincentemente que todos los profetas predijeron el nacimiento de Jesucristo de la purísima Virgen, y también su sufrimiento voluntario y su muerte para la redención de la humanidad caída, y su gloriosa Resurrección.

El santo fue declarado victorioso en el debate. Y entonces Zambres intento usar la hechicería, pero el santo obstruyó el mal al invocar el nombre del Señor Jesucristo, y entonces Zambres y los otros judíos creyeron en Jesucristo, y pidieron ser bautizados.

San Silvestre guio la Iglesia de Roma por más de veinte años, ganándose la estima y el reconocimiento de su rebaño. Murió pacíficamente a edad avanzada en el año 335.

Reposo del Venerable Serafín, Milagroso de Sarov (1833)

San Serafín de Sarov, un gran asceta de la Iglesia Rusa, nació el 19 de Julio de 1751. Sus padres, Isidoro y Agatia, eran habitantes de Kursk. Isidoro era un mercante. Cerca del final de su vida, comenzó con la construcción de la catedral en Kursk, pero murió antes de completar su tarea. Su pequeño hijo Prócoro, el futuro Serafín, quedó al cuidado de su madre viuda, quien crio a su hijo en la piedad.

Después de la muerte de su esposo, Agatia Moshina continuó con la construcción de la catedral. Una vez, llevó a su hijo Prócoro de siete años con ella, y él cayó del andamiaje alrededor del campanario que medía siete pisos. Ante esto, el niño debía haber muerto, pero el Señor preservo la vida de la futura luminaria de la Iglesia. La madre aterrorizada se dirigió a su hijo y lo encontró sin daño.

El joven Prócoro, provisto de una excelente memoria, prontamente dominó el leer y escribir. Desde su niñez amó el atender los servicios de la iglesia, y leer las Santas Escrituras y las Vidas de los Santos junto a sus compañeros estudiantes. Pero más que nada, amaba el leer el Santo Evangelio en privado.

En una ocasión Prócoro cayó gravemente enfermo, y su vida estaba en peligro. En un sueño el niño vio a la Madre de Dios, prometiéndole visitarlo y curarlo. Y poco después pasó por el patio de la casa Moshin una procesión con el Icono del Signo de la Raíz de Kusrk (27 de Noviembre). Su madre cargó a Prócoro en sus brazos, y él besó el santo icono, después de lo cual se recuperó prontamente.

Aun siendo joven, Prócoro hizo planes para dedicar su vida entera a Dios e ir a un monasterio. Su madre siendo devota, no se negó a esto y lo bendijo en su camino monástico con una cruz de bronce, la cual llevó en su pecho por el resto de su vida. Prócoro partió a pie junto a peregrinos que iban de Kursk a Kiev para venerar a los Santos de las Cuevas.

El anciano Dositeo, a quien Prócoro visitó, le dio la bendición para que fuese al monasterio desértico de Sarov, y que buscara allí la salvación. Regresando por un breve tiempo a la casa de sus padres, Prócoro se despidió por última vez de su madre y su familia. El 20 de Noviembre de 1778 llegó a Sarov, en el tiempo en que el monasterio era liderado por un sabio Anciano, el Padre Pacomio. Él lo aceptó y lo puso bajo la dirección espiritual del Anciano José. Bajo su dirección Prócoro pasó por muchas obediencias en el monasterio: él era el asistente de celda del Anciano, trabajando haciendo pan, prósfora y carpintería. Y él llevó a cabo todas sus obediencias con celo y fervor, como si estuviese sirviendo al mismísimo Señor. A través del trabajo constante se cuidaba así mismo de la desidia, siendo esta, diría después “la tentación más peligrosa para los nuevos monjes. Se le trata con oración, con la bstención de conversaciones frívolas, con trabajo arduo, con la lectura de la Palabra de Dios y con paciencia, ya que es engendrada por la mezquindad del alma, la negligencia, y las palabras ociosas.”

Con la bendición del Higúmeno Pacomio, Prócoro se abstuvo de todo alimento durante los miércoles y viernes, y se iba al bosque, donde en completa aislación practicaba la Oración de Jesús. Después de dos años como novicio, Prócoro se enfermó de hidropesía, su cuerpo se hinchó, y era acosado por el sufrimiento. Su instructor el Padre José y los otros ancianos sentían afecto por Prócoro, y lo cuidaban. Estuvo enfermo así por cerca de tres años, y nadie escuchó una palabra de queja por parte de él durante ese tiempo. Los Ancianos, temiendo por su vida, querían llamar al doctor, pero Prócoro les pidió que no lo hicieran, diciendo al Padre Pacomio: “he confiado mi vida al santo Padre, al Verdadero Médico del alma y el cuerpo, nuestro Señor Jesucristo y su Purísima Madre.”

Pidió entonces que se ofreciera un Molieben por su enfermedad. Mientras los otros oraban en la iglesia, Prócoro tuvo una visión. La Madre de Dios se le apareció acompañada de los santos Apóstoles Pedro y Juan el Teólogo. Apuntando con su mano hacia el monje enfermo, la Santísima Virgen le dijo a San Juan: “Él es uno de nosotros.” Y después tocó el costado del hombre enfermo con su báculo, e inmediatamente el fluido que hinchaba su cuerp, empezó a fluir a través de la incisión que ella le hizo. Después del Molieben, los hermanos encontraron que Prócoro había sido sanado, y tan sólo una cicatriz permaneció como evidencia del milagro.

Poco después, en el lugar de la aparición de la Madre Dios, una iglesia-enfermería fue construida. Una de las capillas adyacentes fue dedicada a San Zósimo y San Sabatio de Solovkí (17 de Abril). Con sus propias manos, San Serafín construyó una mesa de altar hecha de madera de ciprés para la capilla, y siempre recibió los Santos Misterios en esta iglesia.

Después de ocho años como novicio en el monasterio de Sarov, Prócoro fue tonsurado con el nombre de Serafín, un nombre que reflejaba su ardiente amor por el Señor y su devoto deseo de servirle. Un año después, Serafín fue ordenado hierodiácono.

De espíritu fervoroso, él sirvió en el templo a diario, orando incesantemente incluso después del servicio. El Señor le concedió el tener visiones durante los servicios litúrgicos: a menudo veía a los santos ángeles sirviendo junto a los sacerdotes. Durante la Divina Liturgia del Magno y Santo Jueves, la cual era celebrada por el Higúmeno Pacomio y por el Padre José, San Serafín tuvo otra visión. Después de la Entrada Menor con el Evangelio, el hierodiácono Serafín pronunció las palabras “oh Señor, salva a los piadosos, y escúchanos.” Y después levantó su orario diciendo, “Y por los siglos de los siglos.” Y de repente fue cegado por un brilloso rayo de luz.

Al mirar hacia arriba, San Serafín vio al Señor Jesucristo, viniendo por las puertas occidentales del templo, rodeado por las Potestades Celestiales. Al llegar al ambón, el Señor bendijo a todos los que oraban y entro dentro de su santo icono a la derecha de las puertas reales. San Serafín, estando en éxtasis espiritual después de contemplar tal visión, fue incapaz de pronunciar cualquier palabra, ni de moverse del lugar. Y entonces los llevaron de la mano hacia el altar, donde permaneció impávido por otras tres horas, su rostro había cambiado de color por la abundante gracia que había brillado sobre él. Después de esta visión, el santo incremento sus esfuerzos. Trabajando en el monasterio día a día. Y pasaba sus noches orando en su celda en el bosque.

En 1793, el Hierodiácono Serafín fue ordenado al sacerdocio, y sirvió la Divina Liturgia a Diario. Después de la muerte del Higúmeno Pacomio, San Serafín recibió la bendición de su nuevo Superior, el Padre Isaías, para vivir solo en un remoto lugar en el bosque a tres millas y media del monasterio. Nombrando a su nuevo hogar “Monte Athos,” y dedicándose a la oración en solitario. Iba al monasterio solo los sábados antes de la Vigilia, y regresaba a su celda en el bosque después de la Liturgia dominical, en la cual participaba de los Santos Misterios.

El Padre Serafín dedicaba su tiempo a esfuerzos ascéticos. Su regla de oración privada estaba basada en la regla de San Pacomio para los antiguos monasterios del desierto. Siempre llevaba los Santos Evangelios consigo, leyendo por entero el Nuevo Testamento en el lapso de una semana. También leía a los santos Padres y los servicios litúrgicos. El santo aprendió muchos de los himnos de la Iglesia de memoria, y los cantaba mientas trabajaba en el bosque. Alrededor de su celda cultivó una huerta e instaló un apiario. Mantenía estricto ayuno, comiendo solo una vez durante el día, y los miércoles y viernes se abstenía de comida por completo. El primer Domingo de Cuaresma se abstenía de todo alimento hasta el Sábado, cuando recibía los Santos Misterios.

El santo Anciano estaba a menudo tan absorto con la oración incesante del corazón, que permanecía inamovible, ni escuchaba ni veía nada a su alrededor. El monje-esquima Marcos el Silencioso y el hierodiácono Alejandro, que también habitaban en el desierto, lo visitaban de vez en cuando. Encontrando al santo inmerso en oración, y al verlo se retiraban en silencio, para no interrumpir su contemplación.

Durante el calor del verano, el santo juntaba musgo de un pantano para usarlo como fertilizante en su huerta. Los zancudos y mosquitos lo picaban implacablemente, pero él lo soportaba diciendo. “Las pasiones son destruidas con el sufrimiento y las aflicciones.”

Su soledad era a menudo interrumpida por las visitas de monjes y laicos, quienes buscaban sus consejos y bendiciones. Con la bendición del Higúmeno, Serafín prohibió que lo visitaran las mujeres, y después recibió una señal de que el Señor aprobaba su deseo de silencio completo, y suprimió todas las visitas. Por las oraciones del santo, el camino a su celda desértica fue bloqueado por enormes ramas que cayeron de antiguos pinos. Ahora tan solo las aves y las bestias salvajes lo visitaban, y el habitaba con ellos como Adán en el Paraíso. Venían a medianoche y esperaban por el hasta que completaba su Regla de oración. Después él alimentaba con su mano a los osos, linces, zorros, conejos, e incluso a los lobos. San Serafín también tenía un oso el cual le obedecía y le hacía mandados.

Con el propósito de repeler los ataques del Enemigo, San Serafín intensifico su trabajo y comenzó un nuevo esfuerzo ascético en imitación a Simeón el Estilita (1 de Septiembre). Cada noche escalaba encima de una roca inmensa que estaba en el bosque, o una más pequeña cerca de su celda, descansando tan solo por periodos pequeños. Se mantenía de pie o se arrodillaba, orando con sus manos levantadas, “Dios, se misericordioso conmigo, pecador.” Y oró de esta forma por mil días y noches.

Tres ladrones en busca de dinero o cosas de valor, vinieron a él mientras trabajaba en su huerta. Los ladrones le pidieron dinero. Y a pesar de que tenía un hacha en sus manos, y pudo haber peleado, el no quiso hacer esto, recordando las palabras de Señor: “todos los que tomaren espada, a espada perecerán.” (Mateo 26:52). Y tirando su hacha en el suelo, les dijo, “Hagan lo que pretenden.” Los ladrones lo golpearon severamente y lo dieron por muerto. Querían arrojarlo al río, pero antes buscaron en la celda por dinero. Destruyéndola, pero no encontrando mas que iconos y algunas papas, así que se fueron. El monje recobró la consciencia, se arrastró hasta su celda, y se quedó allí toda la noche.
Por la mañana llegó al monasterio con gran dificultad. Los hermanos estaban horrorizados al ver al asceta con varias heridas en su cabeza, pecho, costillas y espalda. Por ocho días permaneció en cama sufriendo debido a sus heridas. Los doctores que fueron llamados para atenderlo estaban asombrados de que aún estaba con vida después de tal golpiza.

El Padre Serafín no fue sanado por un médico terrenal: la Reina del Cielo se le apareció junto con los Apóstoles Pedro y Juan en una visión. Tocando la cabeza del santo, la Santísima Virgen lo curó. Sin embargo, era incapaz de erguirse por completo, y por el resto de su vida caminó encorvado con la ayuda de un bastón o una pequeña hacha. San Serafín tuvo que pasar cinco meses en el monasterio, y después regresó al bosque. Perdonó a los que lo golpearon y pidió que no se les castigara.

En 1807, el abad Padre Isaías, durmió en el Señor. Se le pidió a San Serafín que tomara su lugar, pero él declinó esta propuesta. Vivió en silencio por tres años, completamente alejado del mundo excepto por el monje que venía a visitarlo una vez a la semana para traerle comida. Cuando el santo se encontraba con alguien en el bosque, caía boca abajo sobre el suelo y no se levantaba hasta que la persona se había retirado. San Serafín adquirió paz en el alma y alegría en el Espíritu Santo. El gran asceta dijo una vez, “Adquieran el espíritu de paz, y millares de almas a su alrededor serán salvadas”

El nuevo superior del monasterio, el Padre Nifon, y los otros hermanos del monasterio dijeron al Padre Serafín que tenía que regresar al monasterio los Domingo para estar presente en los servicios divinos como antes, o mudarse al monasterio. Él eligió la última opción, ya que se le había hecho muy difícil el caminar de su celda en el bosque al monasterio. Regresando en la primavera de 1810 al monasterio después de vivir por quince años en el desierto.

Continuando con su silencio, se enclaustró en su celda, dedicándose a la oración y a la lectura. También se le permitió el comer y recibir la Comunión en su celda. Y allí San Serafín logró la altura de pureza espiritual y Dios le concedió done de gracia: la clarividencia y la capacidad de obrar milagros. Después de cinco años de vida solitaria, abrió su puerta y permitió entrar a los monjes. Sin embargo, permaneció en silencio, enseñándoles tan solo con el ejemplo.

El 25 de Noviembre de 1825, la Madre de Dios, acompañada por dos santos jerarcas conmemorados en ese día (el Hieromártir Clemente de Roma, y San Pedro, Arzobispo de Alejandría), se le aparecieron al anciano en una visión y le dijeron que terminara su reclusión y que se dedicara a servir a los demás. Recibió la bendición del Higúmeno para dividir su tiempo entre la vida en el bosque, y el monasterio. Sin embargo no regresó a la Ermita Lejana, sino se fue a una celda cercana al monasterio. A la cual llamo Ermita Cercana. En ese tiempo abrió las puertas de su celda a los peregrinos así como a sus compañeros monásticos.

El Anciano era capaz de ver los corazones de la gente, y como médico espiritual, curaba las enfermedades del cuerpo y del alma con la oración y con sus palabras llenas de gracia. Aquellos que venían a Serafín, sentían su gran amor y ternura. No importando que temporada del año fuese, el saludaba a todos con las palabras, “¡Cristo ha resucitado, mi alegría!” Él amaba en especial a los niños. Una vez, una niña les dijo a sus amigos, “el Padre Serafín solo luce como un hombre viejo, pero en realidad es un niño como nosotros.”

Se veía a menudo al Anciano apoyado sobre su bastón y cargando un morral lleno de piedras. Cuando se le preguntaba el por qué hacía esto, el santo humildemente contestaba “le doy problemas a quien me da problemas”

En el periodo final de su vida terrenal San Serafín se dedicó a sus hijas espirituales del convento de Diveyevo. Siendo todavía un hierodiácono acompañó al difunto Padre Pacomio a la comunidad de Diveyevo a ver a su lideresa monástica, la Madre Alejandra, una gran mujer asceta, y después el Padre Pacomio bendijo a San Serafín para que cuidara a las “huérfanas de Diveyevo.” Siendo un padre genuino para las hermanas, quienes se dirigían a él con sus dificultades espirituales y materiales.

San Serafín se dedicó mucho esfuerzo a la comunidad monástica femenina en Diveyevo. Diciéndoles que nos les había dado instrucciones de sí mismo, sino era la Reina del Cielo la que lo guiaba en los asuntos perteneciente al monasterio. Sus discípulos y amigos espirituales ayudaron al santo a alimentar y crecer la comunidad de Diveyevo. Miguel V. Manturov, que había sido sanado por el monje de una dolorosa enfermedad, fue uno de los benefactores de Diveyevo.

Nicolás Alexandrovich Motovilov, fue también sanado por el monje. En 1903, poco antes de la glorificación del santo, la remarcable obra “Conversación de San Serafín de Sarov con N. A. Motovilov” fue encontrada y publicada. Escrita por Motovilov después de su conversación a finales de noviembre de 1831, el manuscrito permaneció oculto en un ático entre un montón de papeles por cerca de setenta años. Y fue encontrado por el autor S. A. Nilo, quien estaba buscando información acerca de la vida de San Serafín. Esta conversación es una preciosa contribución a la literatura espiritual de la Iglesia Ortodoxa. Y nació del deseo de Nicolás Motovilov de conocer el objetivo de la vida cristiana. Le fue revelado a San Serafín que Motovilov había buscado la respuesta a esta pregunta desde su niñez, sin haber recibido una respuesta satisfactoria. El santo Anciano le dijo que el objetivo de la vida cristiana es la adquisición del Espíritu Santo, y continuó explicándole los grandes beneficios de la oración y la adquisición del Espíritu Santo.

Motovilov preguntó al santo el cómo había se saberse si el Espíritu Santo estaba con nosotros o no. San Serafín habló extensamente acerca de que cómo la gente venía a ser en el Espíritu de Dios, y cómo podemos reconocer su presencia en nosotros, pero Motovilov deseaba entender esto de una mejor manera. Y entonces el Padre Serafín lo tomo del hombro y le dijo, “Estamos ambos en el Espíritu de Dios ahora, hijo mío. ¿Por qué no me miras?”

Motovilov le contestó, “No puedo mirar, Padre, porque tus ojos resplandecen como el trueno, y tu cara es más brillante que el sol.”

San Serafín le dijo, “No te alarmes, amigo de Dios. Ahora tú mismo te has hecho tan brillante como yo. Tú estás en la plenitud del Espíritu de Dios en ti mismo, de otra forma no serias capaz de verme así.”

Después San Serafín prometió a Motovilov que Dios le permitiría el recordar esta experiencia por el resto de su vida. Diciéndole “No te fue dado tan solo para que tú entendieses, sino a través de ti es para el mundo entero.”

Todos conocían y estimaban a San Serafín como gran asceta y obrador de milagros. Un año y diez meses antes de su final, en la Fiesta de la Anunciación, se le fue concedido a San Serafín el ver a la Reina del Cielo una vez más en compañía de San Juan Bautista, el Apóstol Juan el Teólogo y las doce Vírgenes Mártires (las santas: Bárbara, Catalina, Tecla, Marina, Irene, Eupraxia, Pelagia, Dorotea, Macrina, Justina, Juliana, y Anisia). La Santísima Virgen habló extensamente con el monje, confiándole las hermanas de Diveyevo. Al concluir la conversación, ella le dijo: “Pronto, querido mío, estarás con nosotros.” La monja Eupraxia de Diveyevo estaba presente durante esta visita de la Madre de Dios, porque el santo la había invitado.

En el último año de vida de San Serafín, uno de los que había sanado lo vio estando en el aire durante la oración. El santo prohibió que esto se mencionara hasta que muriera.

San Serafín se hizo perceptiblemente más débil y hablaba mucho acerca de su próximo final. Durante este tiempo se le veía a menudo sentado en su ataúd, el cual había colocado en el cuarto adyacente a su celda, y el cual había preparado para sí mismo.

El santo había marcado el lugar donde finalmente había de ser enterrado, cerca del altar de la catedral de la Dormición. El 1 de Enero de 1833, el Padre Serafín vino a la iglesia de San Zósimo y San Sabatio una última vez para la Liturgia y recibió los Santos Misterios, después de lo cual bendijo a los hermanos y se despidió diciendo: “Salven sus almas. No sean ociosos, mas sean vigilantes. Este día se nos han preparado coronas.”

El 2 de Enero, el Padre Pablo, asistente de celda del santo, dejo su propia celda a las seis de la mañana para ir a la Liturgia. Y percibió un olor a humo que procedía de la celda del Anciano. San Serafín dejaba prendidas velas a menudo n su celda, y el Padre Pablo estaba preocupado de que se pudiera iniciar un incendio.

El santo había dicho una vez: “Mientras esté vivo, no habrá fuego, pero cuando muera, mi muerte será revelada por el fuego.” Cuando abrieron la puerta, parecía que los libros y otros objetos estaban al rojo vivo. San Serafín fue encontrado arrodillándose frente a un icono de la Madre de Dios con sus manos cruzadas sobre su pecho. Su alma pura había sido tomada por los ángeles en el tiempo de oración, y había volado hacía el Trono del Dios Todopoderoso, de quien San Serafín había sido su fiel siervo toda su vida.

San Serafín prometió interceder por aquellos que recuerden a sus padres, Isidoro y Agatia.

Justa Juliana de Lazarevo, Murom

La justa Juliana de Lazarevo y Murom representa un sorprendente ejemplo de una abnegada mujer cristiana rusa. Ella era la hija del nombre Justino Nediurev. Desde edad temprana vivió devotamente, guardando ayuno estricto y usando mucho tiempo para la oración. Siendo huérfana a temprana edad, fue dada a sus familiares para que la cuidaran, y quienes no la recibieron y se burlaron de ella. Juliana sobrellevaba todo con paciencia y sin quejarse. Su amor por la gente fue expresado al cuidar a los enfermos y coser ropa para los pobres.

La vida piadosa y virtuosa de la doncella atrajo la atención del propietario de la villa de Lazarevo, Yurii Osoryin, que pronto se casó con ella. Los suegros amaban a su gentil nuera y dejaron la administración de sus propiedades en sus manos. Los problemas domésticos no interrumpieron los esfuerzos de Juliana. Y siempre encontró tiempo para la oración y siempre estaba preparada para alimentar al huérfano y vestir al pobre. Durante una dura hambruna, ella misma no comía, habiendo dado el último bocado a un limosnero. Cuando una epidemia comenzó después de la hambruna, Juliana se dedicó completamente a cuidar de los enfermos.

La justa Juliana tuvo seis hijos y una hija. Después de la muerte de dos de sus hijos, decidió retirarse a un monasterio, pero su esposo la persuadió para que permaneciera en el mundo, y continuara criando a sus hijos. En el testimonio de Kalistrat Osoryin, hijo de Juliana, quien escribió la biografía de su madre, describe que en este tiempo ella se volvió más demandante consigo misma: intensificando su ayuno y oración, no durmiendo más de dos horas en la noche, y después recostando su cabeza sobre un tablón.

Después de la muerte de su esposo, Juliana distribuyó entre los pobres su porción de la herencia. Viviendo en extrema pobreza, aun así no dejo de estar llena de vitalidad, ni de ser cordial, y en todo agradecía al Señor. Se le concedió a la santa una visita de San Nicolás el Milagroso y la guia de la Madre de Dios en la iglesia. Cuando la Justa Juliana durmió en el Señor, fue sepultada junto a su esposo en la iglesia de San Lázaro. Allí fue sepultada también su hija, la monja-esquima Teodosia. En 1614 las reliquias de la Justa Julia fueron develadas, exudando una fragancia a mirra, de las cuales muchos recibieron sanación.

San Basilio Magno

Basilio Magno, arzobispo de Cesarea en Capadocia

1 de Enero

Al octavo día después de su nacimiento, el Divino Niño fue presentado en el Templo y circuncidado según la Ley que existía en Israel desde el tiempo de Abraham. En tal ocasión le dieron por nombre Jesús, el cual el arcángel Gabriel había anunciado a la Santísima Virgen María. La circuncisión del Antiguo Testamento era el prototipo del bautismo del Nuevo Testamento. La circuncisión de Nuestro Señor muestra que Él tomó un verdadero cuerpo humano y no una apariencia, como enseñaron más tarde los herejes. Nuestro Señor también fue circuncidado porque deseaba cumplir lo totalidad de la Ley que Él mismo había dado mediante los profetas y los antepasados. Cumpliendo la Ley escrita, Él la sustituyó por el bautismo en su santa Iglesia, como proclamó el apóstol Pablo: «Porque en Cristo Jesús, ni la circuncisión vale nada, ni la incircuncisión, sino una nueva creación» (cfr. Gálatas 6:15).

Tropario de san basilio Tono 1

En toda la tierra en donde fueron aceptadas tus palabras, surgió tu melodía, oh padre justo. Con ellas legislaste y aclaraste la naturaleza de las criaturas como algo digno de Dios, y enseñaste la moral a los hombres. Oh Basilio, portador del sacerdocio real, intercede ante Cristo Dios para que salve nuestras almas.

Santa Melania la Joven, de Roma

Santa Melania la Joven, de Roma.

31 de Diciembre

Santa Melania la Joven, que nació en 388, era la nieta de Santa Melania la Grande (8 de junio). Su padre Publicola fue un Senador de Roma.
Se unió en matrimonio con Piniano y se convirtió en madre de dos hijos, los cuales perdió poco después. Por lo tanto, habiendo acordado con su esposo pasar el resto de sus vidas en abstinencia y castidad, y llevando a su madre Albina con ella, se fue a África. Rescataron a 8,000 cautivos; Además, construyeron dos monasterios, uno para hombres y otro para mujeres, en la ciudad de Tagaste, en el distrito de Túnez. Después de siete años se mudaron a Jerusalén. A los catorce años de residir en Palestina, murió Albina y, al año siguiente, Piniano la siguió a la tumba. Melania sepultó a su esposo al lado de su madre en el Monte de los Olivos y se construyó una celda cerca de las tumbas de sus fieles compañeros. La celda fue el núcleo de un amplio convento de vírgenes consagradas que presidió Santa Melania. A partir de entonces, Melania se encerró en una pequeña y estrecha ermita junto al Monte de los Olivos, y desgastando su cuerpo con ayunos y vigilias, descansó el año 434.
Como este día se celebra la Despedida de la Navidad, los himnos propios de santa Melania, se han fusionado con los de santa Anisia celebrada ayer.

Tropario común de los monásticos, tono 4
En ti fue conservada la imagen de Dios fielmente, oh Madre pues tomando la cruz seguiste a Cristo; y practicando, enseñaste a despreocuparse de la carne, que es efímera, y a cuidar, en cambio, el alma inmortal. Por eso hoy tu espíritu se regocija Venerable Melania junto con los ángeles.

Santa Virgen y Mártir Anisia de Tesalónica

Santa Virgen y Mártir Anisia de Tesalónica

30 de Diciembre

Santa Anisia nació en la ciudad de Salónica, en Grecia, a fines del siglo III. Sus padres eran gente buena, de gran fortuna y muy devotos. Educaron a Anisia en la fe cristiana, pero Anisia quedó huérfana a temprana edad y quedó como única heredera de muchos esclavos, tierras, oro y joyas.
Según la orden del emperador Maximiano (años 284-305) que todos los cristianos, que no abjuraban de Cristo y no hacían sacrificios a los ídolos paganos, se les podría ejecutar. Cualquiera podría matar a un cristiano impunemente. Sabiendo que a los ricos les es difícil entrar al Reino Celestial, Santa Anisia liberó a sus esclavos, vendió sus estancias y empezó a ayudar a los necesitados: viudas, huérfanos, mendigos y los encarcelados. Santa Anisia no solamente ayudaba con plata, ella cuidaba a los enfermos, hacia los vendajes a los martirizados y consolaba a los afligidos. Cuando se terminaron todos sus recursos, Santa Anisia empezó a vivir en la pobreza y empezó a trabajar para cubrir sus necesidades. Sin embargo, ella seguía visitando a los encarcelados y consolaba a los afligidos.

Una vez, yendo a la reunión religiosa, Santa Anisia vio una gran cantidad de gente que se apuraba para entrar a un templo pagano, para festejar al dios pagano de sol. Apartándose de la ruidosa muchedumbre, Santa Anisia siguió su camino para llegar a la reunión religiosa. Pero, repentinamente uno de los guerreros se fijó en ella y le preguntó quién es y a donde va. Santa Anisia contestó humildemente: “Soy esclava de Cristo y voy a mi iglesia.” El guerrero agarró brutalmente a la Santa y quiso llevarla por la fuerza al templo pagano para obligarla a hacer la ofrenda al ídolo. Santa Anisia se pudo liberar de las manos del guerrero con las palabras: “Que el Señor Jesucristo te lo prohíba.” Al escuchar el santísimo, pero para él odioso nombre de Cristo, el brutal pagano la golpeo con la espada. Santa Anisia cayó sobre la tierra, cubierta de sangre. Así, la joven Anisia entregó su pura alma en las manos de Cristo. Los cristianos sepultaron el cuerpo de la santa mártir cerca de la puerta de la ciudad de Salónica.
Los himnos litúrgicos de santa Anisia, mencionan también a santa Melania la Joven que se celebra el 31 de diciembre, debido a que ese día siendo la despedida de la fiesta de Navidad, todos los himnos son los propios de la fiesta.

Tropario, tono 4

Como una lámpara doblemente brillante, de luz verdaderamente mística iluminan a la Iglesia como un faro alto: Tú con rayos de gloria de mártir, Oh Anisia; Tú con rayos de grandes obras ascéticas, oh Melania. Ahora, juntas, ustedes son honradas por Cristo su Novio por sus tribulaciones en Su Nombre.

Los 14,000 niños inocentes asesinados por órdenes de Herodes en Belén

Los 14,000 niños inocentes asesinados por órdenes de Herodes en Belén

29 de Diciembre

Herodes, llamado “el Grande”, gobernaba al pueblo judío, dominado por Roma, por la época en que nació Nuestro Señor Jesucristo. Herodes era idumeo, es decir que no era un judío perteneciente a la casa de David o de Aarón, sino descendiente del pueblo al que Juan Hyrcan obligó a abrazar el judaísmo; si ocupaba el trono de Judea, era por un favor especial de la casa imperial de Roma. Por lo tanto, desde que oyó decir que ya habitaba en el mundo un ser “nacido como rey de los judíos” al que tres sabios magos del oriente habían venido a adorar, Herodes estuvo inquieto y vivió en el temor de perder su corona. En consecuencia, convocó a los sacerdotes y escribas para preguntarles en qué lugar preciso debía nacer el esperado Mesías. La respuesta unánime fue: “En Belén de Judá.” Más atemorizado que nunca, realizó toda clase de diligencias para encontrar a los magos que habían venido de oriente en busca del “rey” para rendirle homenaje. Una vez que encontró a los magos, los interrogó secretamente sobre sus conocimientos, los motivos de su viaje, sus esperanzas, hasta que, por fin, les recomendó que fuesen a Belén y los despidió con estas palabras: “Id a descubrir todo lo que haya de cierto sobre ese niño. Cuando sepáis dónde está, venid a decírmelo, a fin de que yo también pueda ir a adorarle.” Pero los magos recibieron en sueños la advertencia de no informar a Herodes, de suerte que, tras haber adorado al Niño Jesús, hicieron un rodeo para regresar a oriente por otro camino. Al mismo tiempo, Dios, por medio de uno de sus ángeles, mandó a José que tomase a su esposa María y al Niño y que huyese con ellos a Egipto, “porque sucederá que Herodes buscará al Niño para destruirlo.”

“Entretanto, Herodes, al verse burlado por los magos, se irritó sobremanera y mandó matar a todos los niños que había en Belén y sus contornos, de dos años abajo, conforme al tiempo de la aparición de la estrella, que había averiguado de los magos. Entonces se cumplió lo que predijo el profeta Jeremías cuando anunciaba: “En Rama se oyeron las voces, muchos lamentos y alaridos. Es Raquel que llora a sus hijos, sin hallar consuelo, porque ya no existen.” (Mat. 2:18).
Esta fiesta de los Santos Niños, se ha observado en la Iglesia desde el siglo quinto. La Iglesia los venera como mártires que no sólo murieron por Cristo, sino en lugar de Cristo.

Tropario, tono 1

Sé propicio oh Señor, y por los sufrimientos soportados por tus santos mártires, te suplicamos que sanes nuestro dolor.

Los 20,000 mártires quemados en Nicomedia

Los 20,000 mártires quemados en Nicomedia

28 de Diciembre

En el siglo VI, cuando gobernaba Diocleciano y Máximo en Nicomedia había muchos cristianos. El obispo Antimo hombre digno e infatigable, noche y día rezaba por las almas de sus fieles. Este progreso cristiano aumento la envidia de los idolatras y quisieron eliminar las iglesias cristianas, especialmente a las más grandes y céntricas de la ciudad. Para esto organizaron para la fiesta de Navidad, hacer una matanza de cristianos en Nicomedia, los fieles mientras tanto, sin conocer esto, se habían reunido para festejar el nacimiento de Cristo.

El obispo, al informarse que estaban rodeados por un ejército y ciudadanos idolatras armados, ordenó que se realice rápidamente el misterio de la Comunión. Luego bautizó a los catecúmenos para que tuviesen una salvación segura.

Entonces los idolatras prendieron fuego al templo, donde pereciendo miles de creyentes, pero este trágico hecho no disminuyo el número de miembros de la iglesia, por el contrario, multiplicó aún más las personas que abrazaban la fe. Esta situación nos recuerda las palabras de Nuestro Señor Jesucristo que dijo:” edificaré mi iglesia; y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella” (Mateo 16:18).

Tropario, tono 2

Bienaventurada la tierra que bebió su sangre, oh galardonados del Señor, y santos los tabernáculos que recibieron su espíritu; porque en el estadio triunfaron sobre el enemigo, y proclamaron a Cristo con valentía. Suplíquenle a Él que es Bueno, que salve nuestras almas.

Santo Protomártir y Archidiácono Esteban

Santo Protomártir y Archidiácono Esteban

27 de Diciembre

San Esteban pertenecía a una familia judía, que vivía fuera de la Tierra Santa. Estos judíos eran llamaban helenistas porque cultivaban la cultura griega, que dominaba en el imperio romano. Después que el Espíritu Santo descendió sobre los apóstoles, la iglesia empezó a crecer rápidamente y se presentó la necesidad de preocuparse por los huérfanos, viudas y pobres en general, quienes fueron bautizados. Los apóstoles ofrecieron a los cristianos de elegir entre ellos a siete hombres calificados para preocuparse por los necesitados. Después de consagrar a estos siete hombres como diáconos (es decir ayudantes, colaboradores) los apóstoles los nombraron como sus ayudantes más cercanos. Entre ellos se destacaba, por su inquebrantable fe y facilidad de palabra, el joven Esteban llamado archidiácono que quiere decir, el primer diácono. Muy pronto los diáconos, además de la ayuda a los pobres empezaron a participar en las oraciones y en las ceremonias religiosas.
Esteban predicaba la palabra de Dios en Jerusalén. Fundamentaba la verdad de sus palabras con milagros y prodigios. Su éxito fue muy grande y esto provocó el odio de los fariseos, rigurosos defensores de la ley de Moisés. Ellos lo agarraron y lo llevaron a Sanedrín, supremo tribunal de los judíos. Ahí, los fariseos presentaron a falsos testigos, quienes aseguraban que el ofendía a Dios y al profeta Moisés en sus predicaciones. Justificándose delante del Tribunal, san Esteban expuso delante de Sanedrín la historia del pueblo judío y demostró, citando los ejemplos, como los judíos siempre se oponían a Dios y mataban a los profetas que Él enviaba. Escuchándolo los miembros del Tribunal se exasperaron más y se encolerizaron. En este momento Esteban vio que se abría el Cielo sobre él y exclamo: “Veo al Hijo del Hombre a la diestra de Dios.” (Hechos (7: 60). Los miembros del Sanedrín se tapaban los oídos, se tiraron sobre Esteban y lo arrastraron fuera de la ciudad. Ahí, de acuerdo a la ley, los falsos testigos fueron los primeros en lapidarlo. Un joven llamado Saulo asistía custodiando los mantos de los lapidadores.
Cayendo bajo la lluvia de las piedras, Esteban exclamó: ” Señor, no les imputes este pecado y reciba mi alma.” Todo lo acontecido y lo dicho por Esteban en Sanedrín lo describió el evangelista Lucas en el libro “Hechos de los apóstoles” capitulo 6:8.
Así, el archidiácono Esteban fue el primer mártir por Cristo en el año 34, después del nacimiento de Jesús Cristo.

Tropario, tono 4
Por las luchas que sufriste por Cristo Dios, una diadema real corona tu cabeza, oh Primer Campeón de los Mártires. Porque refutaste la locura de los judíos y viste a tu Salvador a la derecha del Padre. Por lo tanto suplícale incesantemente que salve nuestras almas.

Sinaxis de la Santísima Madre de Dios

Sinaxis de la Santísima Madre de Dios

26 de Diciembre

El día después de la Navidad, la Santa Iglesia glorifica y alaba a la Santísima Madre de Dios, que dio a luz a Nuestro Señor, Dios, y Salvador Jesucristo, convirtiéndose en instrumento para nuestra salvación.
Esta fiesta es llamada «sinaxis» porque en ella se congregan todos los fieles para glorificarle, y para celebrar una solemne fiesta universal en su honor.

Condaquio de la Sinaxis de la Madre de Dios, tono 6

Aquél que, antes de la estrella de la mañana, nació del Padre sin participación de una madre; hoy se encarna de Ti, sobre la tierra sin participación de un padre. Por esto la estrella anuncia la nueva a los magos; y los Ángeles con los pastores alaban Tu Alumbramiento puro, ¡Oh Llena de gracia!

Natividad de nuestro Señor, Gran Dios y Salvador Jesucristo/Conmemoración de la Adoración de los Magos y los Pastores que fueron a adorar al Señor

Natividad de nuestro Señor, Gran Dios y Salvador Jesucristo/Conmemoración de la Adoración de los Magos y los Pastores que fueron a adorar al Señor

25 de Diciembre

Nuestro Salvador nació en Belén, una ciudad de Judea, donde José había venido de Nazaret de Galilea, junto con María su prometida, que estaba en cinta, para cumplir con lo decretado en esos días por el emperador Augusto: todos debían registrarse en el censo de los súbditos de Roma. Por lo tanto, cuando llegó el momento de dar a luz a la Virgen, y dado que debido a la gran multitud no había lugar en la posada, las circunstancias de la Virgen los obligaron a entrar en una cueva que estaba cerca de Belén. Teniendo como refugio un establo de bestias irracionales, dio a luz allí, envolvió al Niño y lo puso en el pesebre (Lucas 2: 1-7). A partir de esto, la tradición nos ha llegado a decir que cuando Cristo nació, fue recostado entre dos animales, un buey y un asno, para que se cumplieran las palabras del Profeta: “El buey conoce a su dueño y el asno el pesebre de su amo; Israel no conoce, mi pueblo no discierne” (Isaias1:3).
Pero mientras la tierra le dio al Salvador recién nacido una recepción tan humilde, el Cielo en lo alto celebró majestuosamente Su venida salvadora del mundo. Una estrella maravillosa, brillando con un brillo poco común y siguiendo un curso extraño, llevó a los Magos del Este a Belén para adorar al Rey recién nacido. Ciertos pastores que estaban en el área de Belén, que vigilaban mientras cuidaban sus ovejas, fueron repentinamente rodeados por una luz extraordinaria, y vieron ante ellos un Ángel que les proclamó las buenas nuevas de la alegre Natividad del Señor. Y enseguida, junto con este Ángel, vieron y escucharon a toda una hueste de los Poderes Celestiales alabando a Dios y diciendo: “Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres” (Lucas 2: 8-14).

Tropario, tono 4

Tu nacimiento, oh Cristo nuestro Dios, iluminó al mundo con la luz de la sabiduría, pues los que adoraban a los astros, aprendieron por la estrella a adorarte, oh Sol de Justicia, y a conocerte, Oriente de lo alto: ¡Señor, gloria a Ti!

Virgen Mártir Eugenia de Roma y compañeros mártires

Virgen Mártir Eugenia de Roma y compañeros mártires.

24 de Diciembre

Eugenia nació en Roma, y era hija de Felipe, eparca de todo Egipto. En aquel tiempo, los cristianos habían sido expulsados de Alejandría y vivían en los alrededores de la ciudad. La doncella Eugenia visitaba a los cristianos y recibió la fe con todo su corazón. Huyó de sus padres con sus dos fieles eunucos, fue bautizada por el Obispo Elías, y vistiendo ropas de hombre, se marchó a un monasterio de hombres donde recibió el hábito monástico. Tanto purificó su corazón a través del ascetismo voluntario que recibió de Dios el don de sanar a los enfermos, y así sano a una mujer rica llamada Melantia. Después de esto, empero, esta mujer concibió una pasión impura por Eugenia, sin sospechar que era una mujer. Al ser firmemente rechazada por Eugenia, esta malvada mujer, por vengarse, fue ante el eparca y la calumnió, así como la esposa de Potifar calumnió al casto José (cfr. Génesis 39). El eparca ordenó que todos los monjes fuesen atados y arrojados a la cárcel junto con Eugenia. Cuando todos fueron llevados a juicio, Eugenia se reveló a su padre como su hija. Felipe, grandemente regocijado, fue bautizado con toda su casa, y fue escogido como obispo de Alejandría. Oyendo de esto, el emperador romano ordenó a un malvado general llamado Terencio, el cual mató a Felipe en secreto al llegar a Alejandría. Entonces Eugenia se mudó a Roma con su madre y sus hermanos. En Roma, valiente y celosamente convirtió paganos a la fe verdadera, especialmente doncellas, y de este modo trajo a la fe a una hermosa doncella llamada Basilia. Esta, pronto fue degollada por Cristo, como Eugenia había profetizado, y entonces sus dos eunucos, Proto y Jacinto, fueron degollados. Finalmente el martirio llegó a Eugenia, cuya presencia había causado que el templo de Diana cayera en ruinas. Los verdugos primero la arrojaron al agua y después al fuego, pero Dios la preservó. El Señor Jesús mismo se le apareció en la cárcel, y le dijo que habría de sufrir el día de su Natividad. Y así ocurrió: Eugenia fue degollada con espada en Roma el 25 de diciembre del año 262. Después de su muerte, Eugenia se apareció a su madre en gran gloria, y la consoló.

Tropario,  tono 3

Siendo místicamente movida por el Espíritu, cantaste las alabanzas de Dios, recibiendo así la clara luz del conocimiento divino en tu corazón; y brillando como el sol con una vida justa, venciste al diablo en el martirio. Oh Eugenia, tú, la más gloriosa Mártir del Señor, suplica a Cristo Dios que nos conceda su gran misericordia.

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