Santos e Igual a los Apóstoles Cirilo y Metodio, Iluminadores de los Eslavos; Hieromártir Mocio.

Los santos Cirilo y metodio eran hermanos, nacieron en Macedonia en la ciudad de Salónica.

San Metodio fue un militar antes de convertirse en monje en el Monte Olimpo. Su hermano Constantino, conocido como el filósofo por su erudición, fue bibliotecario en la Iglesia de la Santa Sabiduría en Constantinopla; Más tarde se convirtió en un monje con el nombre de Cirilo.  El emperador Miguel lo envió con su hermano Metodio a los jázaros en respuesta a su petición de que los maestros les expusieran la fe cristiana. En su camino, se quedaron en Jersón, donde recuperaron del Mar Negro las reliquias de san Clemente de Roma.

Más tarde, fueron llamados por el Príncipe Rostislav de Moravia (15 de octubre) para instruir a su gente en la fe cristiana. Los santos crearon un alfabeto para los eslavos y lo usaron para traducir los libros griegos al idioma de la gente, conocido hasta nuestros días como Cirílico.

 En sus labores apostólicas en los Balcanes, los santos hermanos fueron calumniados por ciertos obispos germánicos que se oponían al uso de la lengua vernácula en los servicios de la iglesia. Llamados a la corte en Roma en 867, presentaron sus traducciones eslavas al papa Adrián II, quien las recibió con amor y plena aprobación. Dos años más tarde, san Cirilo reposó en Roma el 14 de febrero y fue enterrado en la Iglesia de San Clemente. San Metodio fue nombrado obispo de Moravia, pero ante las intrigas de ciertos clérigos latinos, fue encarcelado por el “Sacro Imperio Romano” (el imperio germánico de Occidente), donde fue atormentado cruelmente durante unos tres años.

En 874, gracias a la defensa del Papa Juan VIII, fue liberado y nombrado arzobispo de Moravia. Debido a que reprendió la moral laxa de los sacerdotes alemanes en Moravia, pronto fue acusado de herejía por ellos, y se le prohibió celebrar la liturgia en eslavo. Llamado nuevamente a Roma en 879, fue exonerado por completo y se le permitió una vez más usar la lengua eslava para los servicios divinos. Reposó el 6 de abril de 885.

San Metodio cumplió con el legado de su hermano: al volver a Moravia siendo ya arzobispo trabajó aquí 15 años. Todavía en vida de San Metodio desde Moravia el cristianismo se propagó a Bohemia. El príncipe Boreas de Bohemia, recibió de él su bautismo. Su esposa Ludmila (que posteriormente fue mártir), y muchos otros tomaron su ejemplo. A mediados del siglo X Mechislav, príncipe polaco, se casó con la princesa Dombrovka de Bohemia, después de lo cual sus súbditos tomaron la fe cristiana.

Posteriormente, estos pueblos eslavos, con el esfuerzo de los predicadores latinos y los emperadores germanos fueron apartados de la Iglesia griega puestos, bajo la autoridad del papa de Roma, a excepción de los búlgaros y de los serbios. Pero todos los eslavos, aun hasta la actualidad, mantienen viva en la memoria a los Santos iluminadores y la fe ortodoxa que ellos trataban de establecer entre ellos. La santa memoria de los Santos Cirilo y Metodio sirve como eslabón de unión entre todos los pueblos eslavos

Tropario, tono 5

Han mostrado el celo de los apóstoles, * sobre las tierras eslavas han esparcido la luz, * enunciando audazmente su prédica, * astros radiantes de la fe, * brotes de Salónica, hermanos iluminados, * Metodio y Cirilo, orgullo digno de las Iglesias.

Hieromártir Mocio

 

San Mocio era presbítero en Macedonia en la ciudad de Amfipolis.

Bajo el reinado del emperador Diocleciano había una persecución contra los cristianos (284-305) durante la cual el santo exhortaba a los paganos que se reunían para un festival pagano de Dioniso (Baco), para que abandonaran la iniquidad de las costumbres viles del paganismo. Urgía que los paganos a arrepentirse, se convirtieran al cristianismo y que se purificaran con el Bautismo.

Llevaron al santo a juicio ante el gobernador de Laodicea. Cuando el gobernador le amenazaba con torturas, le contestó, “La muerte por Cristo es una gran realización para mí.” Le sometían a torturas severas y las aguantaba con una resistencia tremenda. Nunca dejó de denunciar los errores de los idólatras.

Cuando llevaron el santo al templo pagano de Dioniso, san Mocio hizo añicos a todos los ídolos cuando imploraba a Jesucristo. Pusieron el santo en un horno calentado al rojo vivo y salió ileso, pero las llamas que venían del horno quemaron al gobernador.

Otra vez el comandante sometió al santo a torturas severas, y aguantaba todas con el apoyo de Dios. Tiraron a san Mocio a las bestias salvajes para que le comieran, pero no le tocaron. Los leones se acostaban a sus pies. Cuando la gente veía estos milagros urgían al gobernador que le liberara. El gobernador ordenó que mandaran el santo a la ciudad de Perinth, y de allí a Bizancio donde el Santo fue ejecutado en el año 295.  Tiempo después el emperador Constantino construyó una iglesia en honor del Hieromártir Mocio y trasladó sus santas reliquias a esta iglesia.

Tropario, tono 4 del común de Hieromártires

Al volverte sucesor de los apóstoles * y partícipe en sus modos de ser, * encontraste en la práctica * el ascenso a la contemplación, oh inspirado por Dios. * Por eso, seguiste la palabra de la verdad * y combatiste hasta la sangre por la fe. * Mocio, obispo mártir, intercede ante Cristo Dios * para que salve nuestras almas.

Santo Apóstol Simón el Zelote

San Simón era originario de Caná de Galilea y era conocido personalmente por el Señor y su purísima Madre, porque el pueblo de Caná no estaba muy distante de Nazaret. Algunos incluso aseguran que fue en su boda en que el Señor cambiando el agua en vino dio inicio  a su Ministerio entre los hombres (Jn. 2:1-11).

Luego de Pentecostés, al recibir el Espíritu Santo junto a los demás, Simón salió a predicar a Cristo por diversas tierras, pasando por Egipto, Mauritania, Libia, Numidia, Cirenia y Abjacia. En este último lugar, en una región que está en la orilla nororiental del Mar Negro, él iluminó con la fe de Cristo a numerosos paganos. También fue a Bretaña, donde iluminó a muchos incrédulos con la luz del Evangelio. Allí fue crucificado y enterrado por idólatras. Esta es una de las más antiguas tradiciones, de la cual su principal autoridad es san Doroteo, obispo de Gaza (300 d.C.). San Nicéforo, Patriarca de Constantinopla, un respetado historiador por derecho propio (758-829), también confirma su visita a Gran Bretaña.

Otras tradiciones, especialmente en Occidente, señalan que el Apóstol estuvo en Persia, con san Judas (Tadeo), con quien habría sido martirizado. Sin embargo, otros afirman que san Simón el Zelote fue enterrado en la ciudad de Nicosia. Los lugareños señalan que este lugar está a unas trece millas de Sujumi, no lejos de la costa del Mar Negro.

Tropario, tono 3 del común de Santos Apóstoles

Oh santo apóstol Simeón, * intercede ante Dios misericordioso * para que otorgue el perdón de las transgresiones a nuestras almas.

Santo Profeta Isaías; Santo Mártir Cristófoto

El profeta Isaías, hijo de Amós, descendía de una tribu real. Profetizó en los días de Ozías (también llamado Azarías), Joatán, Acaz y Ezequías, reyes de Judá. Alrededor del año 681 a.C., durante el reinado de Manasés, hijo y sucesor del piadosísimo Ezequías, cuando este Profeta estaba censurando la impiedad y la anarquía de Manasés, fue cortado en pedazos con una sierra de madera, y así recibió el fin de un mártir.

De todos los Profetas, se le considera el más elocuente por la belleza y la elevación de sus palabras. Su libro de profecía, dividido en sesenta y seis capítulos, ocupa el primer lugar entre los grandes profetas. Fue este santo Profeta quien predijo que la Virgen concebiría en el vientre (7:14); que no un embajador, ni un ángel, sino el Señor mismo salvaría al hombre caído (63:9); que el Mesías sufriría cargando con nuestros pecados (cap. 53). Su nombre significa “Yahvé es ayudador”.

Tropario, tono 2 del común de Santos Profetas

Celebramos la memoria del profeta Isaías, * por quien te suplicamos, Señor, * que salves nuestras almas.

 

Santo mártir Cristóforo

 

San Cristóforo vivió en el siglo tercero, en los tiempos de la persecución cristiana por el emperador Decio (249 —251). Él era de gran estatura, bello y estaba dotado de una fuerza extraordinaria. Decio, al enterarse de su gran fuerza, mandó a sus soldados para que lo trajeran. En estos momentos san Cristóforo ya creía en Jesucristo, pero todavía no se había bautizado. En el camino su bastón seco había florecido en sus manos, el cual él utilizaba como báculo de peregrino. Por sus oraciones se multiplicaron los panes, que repartía entre los peregrinos. Los soldados estaban asombrados por los milagros, creyeron en Jesucristo y junto a Cristóforo tomaron el bautismo del obispo Babilas de Antioquía.

Al enterarse el Emperador de que Cristóforo, había aceptado la fe cristiana, decidió con viveza, persuadirlo para que renunciara a Jesucristo. Encargó a dos mujeres lascivas Calinica y Aquilina para que lo sedujeran, sin embargo, Cristóforo , convirtió a estas mujeres a la fe de Cristo, por lo que también ellas fueron sometidas a tormentos y terminaron como mártires. Los soldados que trajeron a Cristóforo y que se bautizaron, fueron decapitados. Después de ello a Cristóforo, lo arrojaron en un ardiente recipiente de cobre, pero él salió ileso. Al sojuzgar al Gran Mártir, con nuevos tormentos, los atormentadores, finalmente, lo decapitaron. Esto aconteció en Licia (en Asia Menor) hacia el año 250.

Se venera la memoria de San Cristóforo, tanto en el oriente como en occidente, pero principalmente en España donde su nombre ha derivado a Cristobal y. vienen para pedirle ayuda en épocas de enfermedades contagiosas y durante los viajes o travesías.

Tropario, tono 4

Con las vestimentas bordadas con sangre, * has comparecido ante Cristo, el Rey celestial, * glorioso Cristóforo; * así que, con los ángeles * y los coros de mártires, * cantas en armonía * el temible trisagio. * Por tu intercesión ante Dios, * salva a tus adeptos.

Santo Apóstol y Evangelista Juan; San Arsenio el Grande

La fiesta de este gran Apóstol y Evangelista se celebra el 26 de septiembre. En este día se conmemora el milagro que ocurría [anualmente] en su tumba.

Cuando Juan tenía más de cien años, tomó a siete discípulos, se marchó a las afueras de Éfeso, y les ordenó que cavaran una tumba en forma de cruz. Entonces el anciano descendió a su tumba y fue enterrado. Algún tiempo después, cuando los fieles abrieron la tumba de Juan no hallaron su cuerpo. Y el 8 de mayo de cada año se sacaba polvo de su tumba, mediante el cual muchos enfermos eran sanados de varias enfermedades.

Tropario, tono 2

Oh amado apóstol de Cristo Dios, * apresúrate y socorre a un pueblo indefenso, * pues quien admitió que te recostaras en su pecho, * te acepta cual intercesor. * Suplícale, Teólogo, * que disipe la nube de los adversarios, *implorando para nosotros la paz * y la gran misericordia.

 

San Arsenio el Grande.

 

San Arsenio fue un diácono de la Iglesia de Roma, nacido de una familia ilustre y de maravillosa virtud.

En tiempos de San Teodosio el Grande, fue elegido tutor de los hijos jóvenes del Emperador, Arcadio y Honorio. Mientras vivía en el palacio imperial de Constantinopla, rodeado de todo lujo e innumerables tentaciones de pecar, Arsenio a menudo suplicaba a Dios con lágrimas que lo guiara a la salvación. Esta oración fue contestada un día cuando le llegó una voz que le decía: “Arsenio, huye de los hombres y serás salvo”. Navegó en secreto a Alejandría y de allí a Esceta, donde se hizo monje.

Sin embargo, después de retirarse del mundo y estar entre los monjes más ilustres de su época, escuchó: “Arsenio, huye, guarda silencio, ora siempre, porque estas son las causas para no pecar”. Se separaba incluso de sus compañeros monjes, practicando un silencio extremo. Los sábados por la noche, daba la espalda al sol poniente y extendía las manos en oración al cielo, hasta que el sol brillaba sobre su rostro a la mañana siguiente, y sólo. luego se sentaba una vez que un monje vino a visitarlo y, mirando dentro de su celda, vio a Arsenios enteramente como una llama de fuego.

Después de vivir unos cincuenta y cinco años como monje y alcanzar alturas alcanzadas por pocos, reposó en paz hacia el año 449, a la edad de noventa y cinco años.

Tropario, tono 8 del común de Santos Anacoretas

Con la efusión de tus lágrimas, * regaste el desierto estéril * y, por los suspiros profundos, * tus fatigas dieron frutos cien veces más, * volviéndote un astro del universo, * brillante con los milagros. ¡Oh nuestro justo padre Arsenio, * intercede ante Cristo Dios * para que salve nuestras almas!

Conmemoración de la aparición del signo de la Preciosa Cruz sobre Jerusalén; Mártir Acacio el Centurión

La primera aparición de la Santa Cruz fue ante el emperador san Constantino el Grande, con un victorioso emblema escrito “Con este signo vencerás”. Luego hubo otra aparición que se realizó en Jerusalén alrededor del año 346, siendo Patriarca Kirilos y el Monarca Constantino, hijo de san Constantino el Grande. Esta visión se realizó el 7 de mayo, era la hora tercera, cuando en el cielo apareció repentinamente la señal de la Gloriosa Cruz, formada por una Luz brillante sobre el monte Gólgota que llegaba hasta el monte de los olivos. Esta aparición causo una gran admiración entre todos los que se encontraban en Jerusalén, corriendo todos, jóvenes, mujeres y niños, a la iglesia con mucha alegría a agradecer y glorificar a Dios, que los bendijo y dio la Cruz como arma y escudo protector contra el enemigo.

Tropario, tono 1

He aquí, la señal de tu cruz resplandeció por encima del sol, * abrazando el santo monte hasta el lugar de la calavera, * y anunciaste así, oh alvador, tu poder, que ésta tiene. * Por ella, ampáranos en todo tiempo en paz, * por las intercesiones de la Theotokos, oh Cristo Dios, y sálvanos.

 

Santo Mártir Acacio el Centurión

 

San Acacio, que vivió principalmente en el siglo III, nació en Capadocia y fue centurión del regimiento martesiano bajo el mando del oficial militar Firmo.

Cuando comenzó la persecución contra los cristianos por orden del emperador Maximiano Galerio (305-311), Firmo interrogó a sus soldados uno tras otro sobre su fe. San Acacio se confesó cristiano firme y abiertamente. Al ver la firmeza del santo, Firmo lo envió ante su oficial superior, llamado Viviano, quien sometió al santo a una feroz tortura.

Tras las torturas, lo encadenaron pesadamente y lo encerraron en prisión. Poco después, llevaron al mártir y a otros prisioneros a Bizancio, ante el prefecto. Los soldados marcharon rápidamente, sin piedad hacia los prisioneros. San Acacio se debilitó en el camino por las heridas, las cadenas, el hambre y la sed. Cuando finalmente se detuvieron para pasar la noche, san Acacio dio gracias a Dios por permitirle sufrir por su santo Nombre. Mientras oraba, el santo oyó una voz celestial: “¡Ánimo, Acacio, y sé fuerte!”. Esta voz también fue oída por los demás prisioneros, y muchos de ellos creyeron en Cristo y le pidieron al santo que los instruyera en la fe cristiana.

En Bizancio, encarcelaron al santo mártir, mientras que los demás prisioneros fueron recluidos en condiciones menos severas. Por la noche, los demás prisioneros vieron cómo jóvenes radiantes se le aparecieron a san Acacio y lo atendieron, lavando sus heridas y llevándole comida. Después de siete días, Viviano volvió a llamar a san Acacio ante él y quedó impresionado por su aspecto fresco. Suponiendo que el guardia de la prisión había sido sobornado para que le diera respiro y comida, lo mandó llamar para interrogarlo. Como no creyó sus respuestas, Viviano mandó azotar brutalmente al guardia. El propio san Acacio respondió entonces a Viviano: «Mi poder y mi fuerza me los da el Señor Jesucristo, quien ha curado mis heridas». Viviano ordenó golpear al mártir en la cara y romperle los dientes por sus palabras.

Decidido a intensificar y prolongar la tortura de san Acacio, Viviano lo envió al prefecto Flaccino con una carta. Al leer la carta, Flaccino se irritó de que Viviano hubiera torturado a un centurión durante tanto tiempo y con tanta crueldad, y ordenó decapitar al mártir sin más demora.

En el lugar de la ejecución, san Acacio alzó la vista al cielo, dando gracias a Dios por haberle concedido la muerte de mártir por su causa. Luego inclinó la cabeza bajo la espada. Esto ocurrió en el año 303.

Tropario, tono 4 del común de Santos Mártires

Tu mártir, oh Señor, * ha obtenido de ti * corona de incorrupción * en su lucha, Dios nuestro. * Al tener, pues, tu fuerza, * ha vencido a tiranos * y aplastado de los demonios * su abatida insolencia. * Por sus intercesiones, oh Cristo Dios, * salva nuestras almas.

Santo y muy paciente Job

El Justo Job constituye el modelo de la aceptación a la voluntad de Dios, paciencia, valor y moral, para todos aquellos que quieran iniciarse en la vida religiosa. La historia de su vida la encontramos en el Libro del mismo nombre en el Antiguo Testamento.

Era de Absítida ciudad cercana a Damasco. Hijo de Zareth y de Bosoras nació alrededor del año 1925 a.C. y fue profeta por 40 años, Dios lo bendijo como persona y como cabeza de familia, dándole siete hijos y tres hijas y con abundantes bienes materiales.

Según el relato bíblico, todos estos bienes signos de bendición de Dios le fueron quitadas por instigación del diablo. Job, a pesar de tanta desgracia, abandonado por su familia y sus amigos, después de haber perdido sus bienes, exclamó: “Desnudo salí del vientre de mi madre. Sin nada volveré al sepulcro. Dios me lo dio, Dios me lo quitó. Bendito sea el nombre del Señor”.

Finalmente, como una prueba más, enfermó de lepra, pero nunca dejo de glorificarle y mostrar su enorme paciencia.

Una vez que terminaron las pruebas a las que Dios permitió que fuera sometido, el Señor le concedió el doble de todo lo que había perdido. Le concedió una larga vida, murió a los 248 años rodeado de nietos y de biznietos.

El santo Profeta Job es un modelo de paciencia para todos nosotros, de resignación ante las contrariedades y adversidades de la vida y del altísimo valor de confiar nuestros sufrimientos en manos de Dios.

Tropario, tono 4

Como pilar indeleble de valentía * has sometido a Belial y a sus agresiones * y has persistido firme en tentaciones. * Por lo que, oh sabio Job, * la Iglesia te honra * cual modelo lúcido de paciencia irrompible * y ejemplo de santa virtud, * y resplandece * gozando tus juicios.

Gran Mártir Irene de Tesalónica

Santa Irene, vivió en la segunda mitad del primer siglo. Era hija de Licinio gobernante de la ciudad de Magedón en Macedonia. Ya en su juventud creyó en Jesucristo, al comprender la futilidad de la vida pagana.

De acuerdo a la tradición fue bautizada por el Apóstol Timoteo, discípulo del Apóstol San Pablo.

Deseando dedicar su vida al Señor, renunció al matrimonio y, al conocer más profundamente la fe cristiana, santa Irene empezó a convencer a sus padres para que se conviertan al cristianismo. El padre de Irene en principio comenzó a escuchar sus palabras con benevolencia; luego se enojó con ella, y cuando ella renunció a adorar a los ídolos, la arrojó bajo las patas de los caballos salvajes. Sin tocar a la mártir, los caballos se tiraron sobre el padre y lo aplastaron hasta matarlo. Cuando, por sus oraciones, él fue devuelto a la vida, él, toda su familia, y 3000 personas más se hicieron creyentes.

Después de esto, santa Irene comenzó con decisión a profetizar sobre Jesucristo entre los habitantes de Macedonia, por lo cual muchas veces fue sometida a sufrimientos y humillaciones. Por orden del gobernante de Sedeka, a santa Irene la tiraron en un pozo con víboras, luego trataron de serrucharla, finalmente la ataron a la rueda del molino. Los sufrimientos de Irene eran acompañados por señales milagrosas, atrayendo a muchos a creer en Cristo. Así las víboras no tocaban a la mártir, los serruchos no lastimaban su piel, la rueda del molino no giraba. El mismo atormentador Vavodón creyó en Jesucristo y se bautizó. En total, gracias a Irene se convirtieron alrededor de 10.000 paganos.

Cuando el Señor comunicó a Irene el día de su deceso, se fue a una gruta dentro de una montaña en las cercanías de la ciudad de Éfeso, y a pedido de ella la entrada fue cerrada con piedras. Al 4° día, sus conocidos volvieron a la gruta, y, al abrirla, no encontraron en ella el cuerpo de la Santa. Todos comprendieron que ella fue llevada por el Señor al Cielo.

En el antiguo Bizancio era muy venerada la conmemoración de santa Irene y, en Constantinopla, se construyeron varios templos magníficos en su memoria.

Tropario, tono 4 del común de Vírgenes Mártires

Tu oveja, oh Jesús, exclama con gran voz: * «Te extraño, Novio mío, y lucho buscándote; * me crucifico y me entierro contigo por el bautismo; * sufro por ti para contigo reinar * y muero por ti para que viva en ti.» * Acepta, como ofrenda inmaculada, * a Irene, sacrificada con anhelo por ti. * Por sus intercesiones, oh Compasivo, * salva nuestras almas.

Santa Pelagia de Tarso, Virgen y Mártir

Santa Pelagia nació en Tarso (Asia Menor) de padres paganos muy conocidos. Ella se distinguía por su indescriptible belleza y por su brillante educación.

El emperador Dioclesiano (284-305) quería casar a Pelagia con su heredero adoptivo, pero ella, al tener fe en Jesucristo, deseó dedicarle su vida, y negó su mano al heredero del emperador. Al bautizarse, Pelagia decidió iluminar con la fe de Cristo a su madre pagana. Pero aquella, respondía a ello con desprecio, y con maldad llevó a su hija ante el novio rechazado, y se la entregó en sus manos.

El novio sabiendo, que Pelagia no iba a renunciar a la fe de Jesucristo, y que a causa de ello la torturarían como a los demás cristianos, cayó en una profunda tristeza y se suicidó. Esto enfureció mas todavía a la madre de Pelagia, por lo que la llevó ante Dioclesiano para enjuiciarla. Al ver el Emperador a Pelagia quedó prendado de tanta hermosura, y quiso casarse con ella. Pelagia le respondió -“yo tengo por novio a Jesucristo, por el cual estoy dispuesta a morir.” Entonces el Emperador ordenó entregar a la santa doncella para martirizarla. Después de horribles tormentos, pusieron a Pelagia dentro de un toro de cobre encendido. Allí entregó su alma al Señor en el año 287.

Tropario, tono 4 del común de Vírgenes Mártires

Tu oveja, oh Jesús, exclama con gran voz: * «Te extraño, Novio mío, y lucho buscándote; * me crucifico y me entierro contigo por el bautismo; * sufro por ti para contigo reinar * y muero por ti para que viva en ti.» * Acepta, como ofrenda inmaculada, * a Pelagia, sacrificada con anhelo por ti. * Por sus intercesiones, oh Compasivo, * salva nuestras almas.

Traslado de las reliquias de san Atanasio el Grande, patriarca de Alejandría

El primer gran luchador contra el arrianismo fue San Atanasio El Grande (293-373).

Provisto de dones fuera de lo común, San Atanasio recibió su educación bajo la dirección de los arzobispos de Alejandría, Pedro y Alejandro. San Antonio el Grande, influyó mucho sobre San Atanasio, el cual relató su vida.

Con gran celo estudio las Sagradas Escrituras, las obras de los primeros escritores religiosos, y los antiguos clásicos, y se le confió en esa época, el importante e influyente, cargo de archidiácono del Patriarca Alejandro y fue su celoso ayudante en las primeras luchas contra la herejía arriana. Al acompañarlo al primer Concilio Ecuménico, llamó sobre sí la atención de todos: sobresalió por su fuerza de elocuencia y nadie se opuso a Arrio tan fuertemente como él.

No había pasado un año cuando el joven archidiácono Atanasio fue elevado a la cátedra arzobispal de Alejandría. A pesar de su temprana edad (28 años) el arzobispo Atanasio, tomó en sus manos con firmeza la dirección otorgada de esta gran localidad: visitó las Iglesias de sus alrededores y monasterios, se acercó a sus obispos, ordenó a Frumencio, obispo de Abisinia para el fortalecimiento de la Iglesia, visitó monasterios diseminados ampliamente por Tebas y en otras regiones de Egipto y se reunió de nuevo con san Antonio el educador de su juventud.

Enérgico y amable, inflexible con lo verdadero y benévolo con los extraviados, poseedor de un tacto extraordinario para tratar con personas de profunda sagacidad mental, el arzobispo Atanasio, con una educación múltiple, consiguió enseguida el respeto y el afecto de todos. Pero la época de paz de su actividad pastoral se mantuvo no más de dos años, después de ello comienza para él una serie de pruebas y desgracias. Los seguidores de Arrio, encabezados por el obispo Eusebio de Nicomedia cercano a la corte imperial y amigo de Arrio, desde la escuela de Antioquía, trataban por todos los medios hacer volver a Arrio a la Iglesia, también supieron predisponer a su favor a Constancia hermana del Emperador Constantino y con su ayuda también al emperador. Estaban decididos a hacer volver a Arrio de su destierro-, como si estuviese arrepentido de sus extravíos-y que el arzobispo de Alejandría lo recibiera en comunión con la Iglesia

Al comprender San Atanasio la viveza y la hipocresía (simulación) de los falsos maestros, se negó a recibir al heresiarca, el cual no reconocía la naturaleza divina de Nuestro Señor Jesucristo. Desde ese momento comenzó la persecución del confesor de Cristo, y se inventaron contra él, las peores calumnias. Lo culpaban de haber recaudado ganancias injustas de la Iglesia, de mantener relaciones con los enemigos del imperio, decían, que había matado a un obispo de nombre Arsenio, y que utilizaba para hacer brujería, la mano que le había cortado. Se encontraron personas que creyeron esas absurdas mentiras, por lo que, San Atanasio tuvo que defenderse en un juicio. Aquí los enemigos de San Atanasio mostraban la mano, como si se la hubiesen encontrado. Pero para vergüenza de ellos se presentó en el juicio el mismo Arsenio. Ante una señal, él entro y mostró sus manos, las que le dio el Señor. Ante ello los enemigos de san Atanasio se pusieron furiosos, se abalanzaron sobre él, y casi lo ahorcan.

Hubo un tiempo en el cual los celosos coparticipes de san Atanasio, en la lucha contra los arrianos, Osios obispo de Córdoba, el papa Liberio de Roma, semejantes a él por haber sido encerrados y separados de sus cátedras, dudaron en su firmeza y aceptaron concesiones frente los arrianos. Solamente san Atanasio quedó como guía inquebrantable de los ortodoxos en la lucha contra los herejes. Durante sus casi cincuenta años de santos servicios, fue expulsado cinco veces de Alejandría, cerca de veinte años estuvo desterrado y preso, hasta los últimos momentos de su vida luchó contra los herejes y celosamente trató de restablecer la paz y la unidad de pensamiento en la Iglesia. El valiente arzobispo falleció a los 75 años.

Tropario, tono 3

Tus doctrinas justas te mostraron * firme y gran pilar de la Iglesia.* Al enseñar, pues, Atanasio, la recta fe *de que el Hijo es de la misma esencia del Padre, * refutaste así la herejía de Arrio. * Intercede ante Cristo Dios, oh justo padre, * para que nos otorgue la gran misericordia.

Santo Profeta Jeremías

Este gran Profeta de Dios vivió en el año 566 a.C.; por sus amplios y extensos escritos, fue nombrado el Grande. Vivía en una aldea a pocos kilómetros de Jerusalén era el hijo de Helkias de la tribu de Levi, de la ciudad de Anatolia en la tierra de Benjamín.

Se distinguía, ya desde su juventud, un día Dios cambió su propósito de vida. Él se resistía argumentando su poca edad y el problema que tenía del habla (era tartamudo). Pero Dios le contesto: “No digas que eres demasiado joven o demasiado débil, porque yo iré contigo y te ayudaré”. Eran tiempos difíciles para predicar, debido a que reinaron varios reyes, profetizó acerca de la destrucción que soportaría Jerusalén, ante tales profecías la gente le arrojaba piedras, lo insultaban y luego lo expulsaron de la ciudad.

En el único reinado donde él encontró protección, un auxilio y ayuda para devolver la espiritualidad al pueblo elegido, fue con el rey Josías.

A pesar de su corta edad Jeremías no tenía ningún reparo en decir la verdad, sin medir consecuencias, ni a quien se dirigía, por eso era muy resistido, pero él sabiendo que Dios siempre lo acompañaba se expresaba libremente y con dureza.

Muchos reyes lo encarcelaban, lo martirizaban y lo amenazaban de muerte constantemente, hasta le quemaban sus escritos.

Pero Dios nunca abandona a nadie que tenga fe en él, y un día le dice: “Te haré fuerte como el diamante si no te acobardas. Pero si te dejas llevar por el miedo, me apartaré de ti.” Estas palabras lo impulsaron a seguir su prédica hasta sus últimos días.

Este gran profeta escribió el libro de las profecías que se divide en cincuenta y uno capítulos, y en su libro de la lamentación en cinco. Es considerado como el segundo entre los llamados Profetas Mayores.

Tropario, tono 2 del común de Santos Profetas

Celebramos la memoria del profeta Jeremías, * por quien te suplicamos, Señor, * que salves nuestras almas.

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