Su Eminencia Ignacio Celebra su Onomástico
El pasado martes 19 de Diciembre en la Catedral de San Pedro y San Pablo ubicada en Huixquilucan Estado de México durante las Vísperas de la Celebración de San Ignacio de Antioquía santo patrono de nuestro querido Arzobispo, Su Eminencia Reverendísima Metropolita Ignacio Samaán presidió la ceremonia litúrgica en la cual consagró los Antimensios que serán utilizados en las diferentes parroquias de la Arquidiócesis de México, Venezuela, Centroamérica y El Caribe, posteriormente procedió a Celebrar la Divina Liturgia en honor a San Ignacio de Antioquía Santo Patrono de Su Eminencia Ignacio, el cual conmemoramos el 20 de Diciembre, en la homilía el Reverendo Archimandrita Andres Marcos Vicario de la Arquidiócesis dirigió unas palabras a los feligreses explicando el simbolismo de la consagración de los Antimensios y dirigió también unas palabras de felicitación a Su Eminencia Ignacio. Al terminar la Celebración Su Eminencia Ignacio, el Clero que estuvo presente en la celebración y los Feligreses de la comunidad compartieron de una cena.
Sobre el Antimensio:
“Antimensio” es un vocablo griego que significa “en lugar del Altar”; consiste en una pieza rectangular de seda o de otra tela, pintada con el icono de la sepultura de Cristo, lleva la firma del obispo que lo consagró con el santo Crisma. Suele tener un fragmento de reliquias de uno de los santos Mártires en un bolsillo lateral, paralelamente a la regla que requiere de colocar la reliquia en una parte sellada al centro del Altar. Las liturgias en la Iglesia primitiva a menudo eran celebradas sobre los sepulcros de los Mártires, porque el Mártir es el verdadero Altar.
El Antimensio es consagrado necesariamente por el obispo, y su función se relaciona con la firma de él. Es la indicación que el obispo ha autorizado a uno de los sacerdotes que dependen de su jurisdicción celebrar la divina Eucaristía. Después de la lectura evangélica, el sacerdote desdobla el Antimensio y lo extiende sobre el Altar porque en él presentaría el ofertorio, y lo besa allá donde la firma del obispo; el Altar está consumado y preparada para celebrar la Ofrenda eucarística. Desde ya este Altar no pertenece a la comunidad local restringida sino que la supera para formar el único Altar de la Iglesia de Dios, el lugar de la Ofrenda de Cristo, la morada de Cristo entre nosotros donde todos formamos su Cuerpo místico; el todo vence la división y la Vida Nueva es otorgada con su plenitud.
Fuente: Acceder a la Divina Liturgia (La Apertura del Antimensio) Arzobispo Ignacio Samaán