Boletín del 06/12/2009

Memoria de San Nicolás

 

San Nicolás
“El Señor te ha glorificado sobremanera
con los milagro, oh justo Jerarca Nicolás,
en vida y después de la muerte.
¿Quién, pues, ha invocado tu nombre bendito con fe
y no ha sido al instante atendido hallándote
cual ferviente intercesor?”

 (Exapostelario de San Nicolás)

Tropario de Resurrección

Tono 1

Cuando la piedra fue sellada por los judíos y tu purísimo cuerpo fue custodiado por los guardias, resucitaste al tercer día, oh Salvador, concediendo al mundo la vida. Por lo tanto, los poderes celestiales clamaron a Ti, oh Dador de Vida: Gloria a tu Resurrección, oh Cristo, gloria a tu Reino,  gloria a tu plan de salvación, oh único Amante de la humanidad.

Tropario de San Nicolás

Tono 4

La verdad de tus obras te ha mostrado a tu rebaño cual regla de fe, icono de mansedumbre y maestro de abstinencia. Así que alcanzaste, por la humildad, alturas, y por la pobreza, riquezas. ¡Oh santo obispo Nicolás, intercede ante Cristo Dios, para que salve nuestras almas!

Condaquio de la Navidad

Tono 3

Hoy la Virgen viene a dar a luz inefablemente, en humilde gruta, al sempiterno Verbo. Gózate, oh universo, al escucharlo; alaba, con las potestades y pastores, a quien por voluntad se revela, al nuevo niño, al eterno Dios.

Carta del Apóstol San Pablo a los Hebreos (13: 17-21):

Hermanos: Obedezcan a sus dirigentes y sométanse a ellos, pues velan sobre sus almas como quienes han de dar cuenta de ellas, para que lo hagan con alegría y no lamentándose, cosa que no traería a ustedes ventaja alguna. Rueguen por nosotros, pues estamos seguros de tener recta conciencia, deseosos de proceder en todo con rectitud. Con la mayor insistencia les pido que lo hagan, para que muy pronto les sea yo devuelto.

Y el Dios de la paz —que suscitó de entre los muertos al Gran Pastor de las ovejas en virtud de la sangre de la eterna Alianza, nuestro Señor Jesús— les disponga con toda buena obra para cumplir su voluntad, realizando Él en ustedes lo que es agradable a sus ojos, mediante Jesucristo, a Quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Evangelio según San Lucas (13: 10-17):

En aquel tiempo, estaba Jesús un sábado enseñando en una sinagoga, y había una mujer a la que un espíritu tenía enferma hacía dieciocho años; estaba encorvada, y no podía en modo alguno enderezarse. Al verla Jesús, la llamó y le dijo: «Mujer, quedas libre de tu enfermedad.» Y le impuso las manos. Y al instante se enderezó, y glorificaba a Dios. Pero el jefe de la sinagoga, indignado de que Jesús hubiese hecho una curación en sábado, decía a la gente: «Hay seis días en que se puede trabajar; vengan, pues, esos días a curarse y no en día de sábado.» Le respondió el Señor: «¡Hipócritas! ¿No desatan del pesebre todos ustedes en sábado a su buey o su asno para llevarlos a abrevar? Y a ésta, que es hija de Abraham, a la que ató Satanás hace ya dieciocho años, ¿no estaba bien desatarla de esta ligadura en día de sábado?» Y cuando decía estas cosas, sus adversarios quedaban confundidos, mientras que toda la gente se alegraba con las maravillas que hacía.

Cristo, Señor del sábado

El episodio del Evangelio de hoy, nos muestra el grado extremo a que llegaba el fundamentalismo de los fariseos en la interpretación del precepto sabático. Como es de conocimiento general, los judíos se atenían más a la letra que al espíritu de la ley. Moisés escribió que el séptimo día de la semana era para santificarlo y dedicarlo a Dios; esto esa para la honra y gloria del Todopoderoso (Ex 20: 8-11), pero los judíos que no entendían cómo santificar el sábado, se volvieron materialistas en su interpretación. Establecieron que en ese día no se debería encender fuego, caminar determinados pasos solamente, vestirse con una sola mano a lo sumo, no asearse ni limpiar la casa, desplazarse solamente en los perímetros de su domicilio, y otros preceptos más al respecto.

Pero no se piense que los devotos judíos eran fieles hacedores de la ley, pues recurrían a subterfugios para poder evadir sus mismos estatutos. Por ejemplo, en aquel canon en que solo debían desplazarse en los perímetros de su domicilio, recurrían a la trampa de colocar un objeto de su propiedad en un lugar ya sea lejano o cercano a donde tenían que ir el día sábado, e interpretaban que ahí también era parte de su domicilio, y así podían recorrer grandes distancias. A estas y otras evasivas recurrían para poder violar el sábado y pensaban que eran sin culpa (Antigüedades: Flavio Josefo). Y sin embargo, señalaban con índice de fuego a sus prójimos que no podían cumplir con los preceptos de la ley. Dios les reprendió por medio del profeta diciéndoles: Este pueblo de labios me honra, pero su corazón está lejos de mi (Is 29: 13; Mt 15: 7-9). Los sacerdotes habían estructurado grandes y hermosas formas de culto, pero se olvidaban de ejercer misericordia, por lo que el Señor dijo que, no le agradaban sus solemnidades ni sus plenilunios (Is. 1: 13-15).

Cada vez que los fariseos atacaban a Cristo diciéndole que sus discípulos violaban el día de reposo, Cristo los remite a la ley, no sin antes decirles que Dios aprecia mas la misericordia (Mt 12: 1-8). En el pasaje del Evangelio de hoy, Cristo desarrolla de una manera sencilla y magistral que hay jerarquías en las acciones de los hombres, y que los fariseos invierten las prioridades. No se piense que Cristo enseña que no debemos atender las formas de culto o que no debemos santificar el séptimo día, Cristo nos enseñó a guardar las formas de culto. Él mismo guardó las fiestas solemnes del Antiguo Testamento, asistía a la sinagoga en el día de reposo, pagó los impuestos al templo, en fin, cumplió todas las dispensaciones de la ley, perfeccionando el día de reposo, ya que tiene autoridad para hacerlo, pues nos dice que El hijo del hombre es Señor aun del sábado ( Mt 12: 8). Y enseña a los doctores de la ley a situar bien las prioridades, pues les dice, El sábado fue hecho para el hombre, no el hombre para el sábado (Mc 2: 27).

San Nicolás Milagroso

(6 de diciembre)

San Nicolás, igual a los apóstoles y fervoroso imitador del Señor, es uno de los pilares de la Iglesia, celoso defensor de la fe y modelo verídico y ejemplar de los obispos. Nació en Patara, Licia,  hacia finales del siglo III; hijo de padres cristianos. Desde la infancia, mostró amor por la virtud y celo por la observancia de los mandamientos y ritos de la Iglesia. Piadoso  e inclinado al silencio, fue educado en teología y, siendo aún joven, fue ordenado sacerdote por su tío, el Arzobispo Nicolás.

Por muchos años, la vigilia, la penitencia y la oración fueron virtudes exaltadas en su vida, pero sobre todo la caridad: después de la muerte de sus padres y entregó la herencia que recibió a los necesitados y de esta manera la caridad se convirtió en su mayor gloria en su marcha hacia lo alto. El se refería a sí mismo simplemente como un sirviente de los bienes que pertenecían a los pobres y tuvo particular preocupación por mantener en secreto sus buenos actos, a fin de no perder la recompensa celestial. En tres ocasiones, en secreto dejó oro suficiente para la dote de matrimonios de tres doncellas, cuyo padre para salir de deudas intentaba darlas en prostitución, cuando el hombre eventualmente descubrió sus buenos actos, Nicolás le hizo prometer, así como apreciaba su salvación, no decir a nadie sobre esto.

Dios lo recompensó con carismas y milagros por lo que se hizo famoso a la vista de los hombres. En peregrinación a los lugares santos, por su oración, dos veces calmó los vientos que ponían en peligro a la embarcación en la que navegaba.

Un ángel hizo saber al Sínodo de Obispos,  reunido para elegir el pastor de la Iglesia de Myra, que debían elegir a Nicolás; lo que se cumplió para regocijo de toda el pueblo.

Entre los santos padres reunidos en Nicea en 325 para el primer Concilio Ecuménico, San Nicolás fue uno de los campeones de la Fe Ortodoxa en contra de la herejía de Arrio.

Salvó la vida de tres oficiales que injustamente habían sido acusados de conspiración, apareciéndose en un sueño al emperador Constantino y al pérfido prefecto Avladius. Llenos de gratitud al santo por su salvación, los tres soldados se convirtieron en monjes

Durante muchos años el santo obispo se mostró, a semejanza de su Maestro, como buen pastor del rebaño; no había un malestar de alguien que no le motivara a la compasión. Donde quiera que él estuviera, su aspecto luminoso y pacífico hacía notoria su presencia. Cuando se durmió en el Señor, los feligreses lamentaron la pérdida de su pastor pero se alegraron por tener un gran intercesor en la Gloria de Dios. Sus intercesiones sean con nosotros. Amén.

 

Boletín del 29 /11/2009

13°. Domingo de San Lucas

San_andres 

Oh Andrés de memoria eterna: el Verbo sempiterno te encontró, oh Dichoso, y te mostró primer convocado entre los Apóstoles; y tú seguiste sus pasos, oh guía de los extraviados, que los enseñas la senda divina y celestial.

(Exapostelario de San Andrés Apóstol)

Tropario de Resurrección

Tono 8

Descendiste de las alturas, oh Piadoso, y aceptaste el entierro de tres días para librarnos de los sufrimientos. ¡Vida y Resurrección nuestra, oh Señor, gloria a Ti!

Condaquio de Navidad

Tono 3

Hoy la Virgen viene a dar a luz inefablemente, en humilde gruta, al sempiterno Verbo. Gózate, oh universo, al escucharlo; alaba, con las potestades y pastores, a quien por voluntad se revela, al nuevo niño, al eterno Dios.

Carta del Apóstol San Pablo a los coloscences  (1:12-18)                              

Hermanos: Den gracias con alegría al Padre que nos ha hecho aptos para participar en la herencia de los santos en la luz. El nos libró del poder de las tinieblas y nos trasladó al Reino del Hijo de su amor, en Quien tenemos la redención: el perdón de los pecados; Quien es la Imagen de Dios, el invisible, Primogénito de toda la creación, porque en Él fueron creadas todas las cosas, en los cielos y en la tierra, las visibles y las invisibles, sean Tronos o Dominaciones, sean Principados o Potestades: todo fue creado por Él y para Él, Él existe con anterioridad a todo, y todo tiene en Él su consistencia. Él es también la Cabeza del Cuerpo, de la Iglesia: Él es el Principio, el Primogénito de entre los muertos, para que sea Él el primero en todo.

Evangelio según San Lucas (18: 18-27)

En aquel tiempo, uno de los principales preguntó a Jesús: «Maestro bondadoso, ¿qué he de hacer para heredar vida eterna?» Le dijo Jesús: «¿Por qué me llamas “bondadoso”? Nadie es bondadoso sino sólo Dios. Ya sabes los mandamientos: No cometas adulterio, no mates, no robes, no levantes falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre.» Él dijo: «Todo eso lo he guardado desde mi juventud.» Oyendo esto Jesús le dijo: «Aún te falta una cosa: Todo cuanto tienes véndelo y repártelo entre los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos; luego, ven y sígueme.»

Al oír esto se puso muy triste, porque era muy rico. Viéndolo Jesús, dijo: «¡Qué difícil es que los que tienen riquezas entren en el Reino de Dios! Es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja que el que un rico entre en el Reino de Dios.» Los que lo oyeron dijeron: «Entonces, ¿quién se podrá salvar?» Respondió: «Lo imposible para los hombres, es posible para Dios.»

Dura es la palabra de Dios

En la lectura evangélica de hoy, un joven vino a donde Jesús buscando «la vida eterna». Cristo le dijo con el corazón en la mano: «Todo cuanto tienes véndelo y repártelo entre los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos; luego, ven y sígueme.» Se lo dijo porque supo que la riqueza fue para este joven –como lo es para muchos– un tropiezo en el camino. Luego dice Jesús a sus discípulos: «Es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja que el que un rico entre en el Reino de Dios.» Ellos se escandalizaron por la dureza de la palabra del Señor y, extrañados –al igual que nosotros–, dijeron: «Entonces, ¿quién se podrá salvar?» Y en otra ocasión, los discípulos le reclamaron: «Dura es esta   doctrina,   ¿quién   puede   escucharla?»     (Jn 6:60).

Cuando el joven le respondió a Jesús: «Todo eso (los diez mandamientos) lo he guardado desde mi juventud», Jesús no lo justificó, como hubiera hecho cualquier maestro de la Ley, ni lo alabó, sino que «lo amó» –nos informa exclusivamente el Evangelista Marcos (Mc 10:21)–, y «al que ama el Señor, disciplina» (Heb 12:7). Cristo amó al Joven rico y, por eso, le ofreció esta vocación, que no era tanto el «vende todo y repártelo a los pobres», sino  el «ven y sígueme». Jesús, en su plena sabiduría, supo que el apego a lo material le impedía seguir la vocación. 

Dice el Señor, por la boca del profeta Jeremías: «¿No es así mi palabra, como el fuego, y como un martillo golpea la peña?» (Jr 23:29). También dice: «He venido a arrojar un fuego sobre la tierra […] ¿Creen que estoy aquí para dar paz a la tierra? No, se lo aseguro, sino división.» (Lc 12:49-51). El camino que Cristo ofrece no se identifica con una religiosidad ligera que busca «paz» que acaricia nuestras emociones religiosas; Él no adorna las dificultades para que aparezcan atractivas, sino que llama a las cosas por su propio nombre.

La verdad es que una persona rica en su dinero, a menudo se preocupa por éste a tal grado que llega a considerarlo como el «salvador»; y sin darse cuenta, la abundancia de riquezas lo va empujando hacia la idolatría, de donde caerá. Jesús dispone como salida de esta trampa repartir y compartir la riqueza con los necesitados. Es cierto que uno solo no puede resolver los problemas de la pobreza en el mundo, pero sí todos –estemos donde estemos– nos topamos con pobreza. Entonces compartamos con los que necesitan de nosotros, en cuyo camino Dios nos ha puesto; que nuestra ayuda sea verdadera y efectiva y no simbólica. La virtud de esta acción es doble: quema la adhesión al dinero que está en mi interior, y con la caridad afirma el amor hacia mis hermanos.

Quizás esta práctica turba a uno si las riquezas lo tienen sometido, pero recordemos que la bondad y la salvación cristianas requieren de fatigas, esfuerzo, sacrificio y dominio de sí, porque la palabra de Dios es «como fuego, como un martillo que golpea la peña.»

El Apóstol Andrés “el Prmer Llamado”

30 de Noviembre

El Apóstol de Cristo, Andrés, era hermano de Pedro pero a diferencia de éste eligió permanecer en castidad, abandonó todo lo que le sujetaba al mundo y decidió unirse al Bautista como discípulo. Como nos narra el Evangelio, cuando Andrés estuvo toda una tarde con el Maestro quedó convencido que Jesús era el Mesías y se apresuró a su casa y dijo a su hermano Simón: “¡Hemos encontrado al Mesías!”, y luego lo condujo a Jesús. Siendo el primero en reconocer a Cristo y en anunciarlo a Pedro. Andrés siguió al Salvador por los pueblos y las villas, desiertos o montañas, de forma que pudo beber de las profundidades del río de agua viva de sus palabras.

Por la intervención de Andrés el Señor multiplicó los panes. Fue a Andrés que Felipe acudió cuando unos griegos le pidieron ver a Jesús. Recibió la plenitud de la Gracia del Espíritu Santo en Pentecostés y predicó el Evangelio alrededor del Mar Negro y en Grecia. Enfrentó peligros y tribulaciones sinnúmero, enfermedades, maltrato y toda clase de privaciones; pero el Espíritu Santo le acompañó siempre y habló por su boca, obró milagros y curaciones, y le dio paciencia y regocijo en sus pruebas. Este poder de Dios en él le permitió conducir a multitudes a la fe, a iluminar sus mentes por su prédica. Trajo almas a un segundo nacimiento a través del Santo Bautismo; ordenó sacerdotes y consagró obispos, construyó iglesias y organizó la alabanza a Dios dentro de ellas.

En Patras, Andrés sanó a la esposa del Procónsul de una enfermedad incurable y la atrajo a la fe al igual que a muchos habitantes del lugar. También convirtió al hermano del mismo procónsul  con lo que los logros del cristianismo en este territorio se hicieron muy grandes y provocaron el enfurecimiento del gobernante quién hizo arrestar al Apóstol. Días después el Santo fue sumariamente condenado a ser crucificado cabeza abajo. Luego de tranquilizar a los amigos que pedían su libertad, San Andrés bendijo por última vez y entregó su alma a Dios. 

En 357 las preciosas reliquias del Apóstol se llevaron de Patras a Constantinopla y fueron colocadas junto con las de san Lucas y san Tadeo en la Iglesia de los Santos Apóstoles.

aromas del Jardín de los monjes

+Preguntaron a un anciano cómo algunos podían decir que habían visto el rostro de los ángeles. Y él contestó: “Dichoso el que ve siempre sus pecados.”

+ Un hermano vio que el abad Arsenio consultaba sobre sus propios pensamientos a un anciano de Egipto, y le dijo: “¿Cómo tú, abad Arsenio, que tienes una cultura y una erudición tan elevada en textos latinos y griegos vienes a consultar a este rústico?” Y él respondió: “Aprendí cultura latina y griega para el mundo, pero todavía no he podido aprender el alfabeto de este rústico.”

Boletín del 22/11/2009

 9°. Domingo de san Lucas

Theotokos

 

“Alabemos con fe a María, la doncella de Dios, a quien los profetas, antiguamente, llamaron: jarra, tabla de la ley, vara y monte intocable; pues hoy es presentada en el Santo de los Santos para ser educada para el Señor.”

(Exapostelario)

Tropario de Resurrección

Tono 7

Destruiste la muerte con tu Cruz y abriste al ladrón el Paraíso; a las Mirróforas los lamentos trocaste y a tus Apóstoles ordenaste predicar que resucitaste, oh Cristo Dios, otorgando al mundo la gran misericordia.

Tropario de la Presentación de la Virgen en el Templo

Tono 4

Hoy es el preludio de la complacencia de Dios, el anuncio de la Salvación para los hombres: la Virgen se presenta en el Templo de Dios y preanuncia a Cristo a todos. Exclamémosle con gran voz diciendo: «¡Alégrate, oh cumplimiento del Plan salvífico del Creador!»

Condaquio de la Presentación de la Virgen en el Templo

Tono 4

Sagrado Templo del Señor y purísimo, preciosa cá­mara nupcial y santísima, cofre venerable de la Gloria de Dios: en la casa del Señor, la Virgen hoy es presentada y con ella la gracia del Espíritu Divino. Alábenle los ángeles de Dios porque ella es la tienda celestial.

Carta del Apóstol San Pablo a los efesios (5: 8-13)                              

Hermanos: Vivan como hijos de la luz (pues el fruto de la luz consiste en toda bondad, justicia y verdad) discerniendo lo que es agradable al Señor. Y no participen en las obras infructuosas de las tinieblas, antes bien, refútenlas. Cierto que ya sólo el mencionar las cosas que ellos hacen ocultamente da vergüenza; pero todo, al ser refutado, se manifiesta por la luz, y todo lo que queda manifiesto es luz. Por eso dice: Despierta tú que duermes, y levántate de entre los muertos, y te iluminará Cristo.

Así pues, miren atentamente cómo viven; que no sea como imprudentes sino como prudentes, redimiendo el tiempo porque los días son malos. Por tanto, no sean insensatos, sino comprendan cuál es la voluntad del Señor. No se embriaguen con vino, que es causa de libertinaje; llénense más bien del Espíritu, recitando entre ustedes salmos, himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en su corazón.

Evangelio según san Lucas  (12:16-21)

Dijo el Señor esta parábola: «Los campos de cierto hombre rico dieron mucho fruto; y pensaba para sí diciendo: “¿Qué haré, pues no tengo dónde reunir mi cosecha?” Y dijo: “Voy a hacer esto: Demoleré mis graneros y edificaré otros más grandes, y reuniré allí todo mi trigo y mis bienes; y diré a mi alma: Alma, tienes muchos bienes en reserva para muchos años. Descansa, come, bebe, goza.” Pero Dios le dijo: “¡Necio! Esta misma noche te reclamarán el alma; las cosas que preparaste, ¿para quién serán?” Así es el que atesora riquezas para sí, y no se enriquece en orden a Dios.»

Necedades

Nos enseña el Apóstol, “No os acomodéis al mundo presente, antes bien transformaos mediante la renovación de vuestra mente, de forma que podáis distinguir cual es la voluntad de Dios: lo bueno, lo agradable, lo perfecto.”  (Rom 12,2). Que gran daño espiritual se ocasiona a sí mismo el hombre que apega demasiado su corazón a los bienes terrenales y se deja absorber por los cuidados, propósitos. Su ambición lo ciega y no lo deja ver su propia indigencia interior. Bien dice el dicho que las necedades de los ricos pasan por sentencias en el mundo. No es cosa fácil, por otra parte, refrenar por sí mismo los deseos y apetitos corporales, desprenderse de la vanagloria, calmar la violencia de la soberbia y arrojar de sí los placeres del mundo, volverse al camino estrecho y áspero de una vida recta y justa. En verdad, la auto-complacencia y satisfacción que genera la abundancia de bienes, empuja con vehemencia a sumergirse en los deleites materiales, predispone a la arrogancia, induce a sentir seguridad y confianza en las riquezas y a creer que se puede prescindir de Dios. Aman su riqueza más que su propia vida. Por eso la pierden. No dejan, no obstante, de impresionar o conmocionar las duras palabras que el Señor le lanza a aquél rico insensato: ¡Necio, esta misma noche te reclamarán el alma.

Absortos como estamos en las cosas del mundo, neciamente acomodándonos con gran beneplácito a las circunstancias y manera de vivir mundanas, vivimos en riesgo constante de perder nuestra ciudadanía celestial, y de ser entregados a los desvaríos de nuestra mente insensata. Porque debiendo y aún pudiendo guardar el verdadero conocimiento de Dios nos portamos como olvidadizos, de los bienes celestiales y de la gracia divina con que nos ha obsequiado nuestro Señor Jesucristo. Él nos ha dado todo, Amor, Vida, Reino, Sabiduría, el don del Espíritu Santo e incluso la añadidura de las cosas terrenales; y ¿cómo obramos nosotros? Codiciando solo los bienes materiales y desdeñando aquella verdadera abundancia de riqueza espiritual.

No es entonces justo que él no consienta nuestro proceder insensato que nos lleva a la perdición y repudie enérgicamente nuestra necia codicia que nos hace preferir aquellos grotescos y vulgares deleites mundanos al majestuoso, santo y purísimo banquete que Él mismo dispone sobre Su Mesa para que, arrepentidos y limpios de corazón, nos llenemos y vivamos de Él, por Él y para Él.

Pese a nuestras necedades, Dios quiere salvarnos y hacernos herederos de su Reino. Por eso nos llama constantemente a la conversión. Pero somos nosotros los que tenemos que decidir volvernos a Él y recibir la gracia salvadora del Espíritu Santo. Renunciar a los placeres del pecado. Solo Dios nos puede cambiar radicalmente en nuestros deseos, pensamientos, costumbres hábitos, actitudes. Nuestro esfuerzo en esto, y no es poco, consiste en disponer todas las potencias interiores a conseguirlo. Es la acción Divina, que requiere de nuestra participación, la que transforma paulatinamente nuestro corazón haciéndolo más sensible, receptivo y cálido a la acción del Espíritu Santo, limpia el alma de impurezas e idolatrías y nos introduce una nueva disposición, mansa humilde y amorosa, hacia los cosas celestiales.

No es Dios quien nos ha privado de la capacidad espiritual, cada uno hemos renunciado a ella, conciente o inconscientemente, permitiendo la extinción de nuestra relación con Él. Pidamos a Nuestro Señor y Salvador Jesucristo se apiade de nosotros, perdone nuestros pecados y envíe su Santo Espíritu a habitar en nuestros corazones.

Los templos de Dios

La segunda gran fiesta de la Virgen María es la celebración de su presentación en el Templo de Jerusalén, que se festeja el día 21 de noviembre.

Los textos de la celebración cuentan cómo María de pequeña fue llevada al templo por sus padres a fin de continuar allí su educación con las vírgenes consagradas al servicio del Señor hasta que fuera desposada en matrimonio. La Virgen fue recibida solemnemente por el sacerdote Zacarías, quien más adelante sería el padre de San Juan Bautista. Fue luego conducida al “Santo de los Santos” para ser alimentada allí por los ángeles, y volverse santa y bendita entre todas por Dios, para llegar a ser el santuario y templo vivo del Divino Niño que habría de nacer de ella.

El tema se repite varias veces en esta fiesta: ella entra al Templo para llegar a ser ella misma el templo viviente de Dios.  De esta manera se inaugura el Nuevo Testamento en que se cumplen las profecías antiguas de que “la morada de Dios está con el hombre” y que el ser humano es la única morada posible de la Presencia Divina. (Ez 37: 27, Jn 14: 15-23, Hch 7: 47, II Cor 6: 11, Ef 2: 18-22; I Pe 2: 4, Ap 22: 1-4)

En el oficio de Vísperas, se lee el libro del Éxodo acerca de la edificación del templo, junto con  pasajes del Primer Libro de Reyes y del Profeta Ezequiel. Cada una de estas lecturas finaliza con las mismas palabras: “pues la gloria del Señor ha llenado la morada del Señor Dios Todopoderoso.”

Esta Gloria del Señor  es lo que llena a la Madre de Dios y a todos aquellos que “oyen la palabra de Dios y la guardan”, como proclaman el Evangelio y la Epístola de la Divina Liturgia de la fiesta.

 San Gregorio Palamás dice:  Todos los que conocen a Dios sabrán que la Virgen sirvió de lugar a Quien lugar alguno no podía albergar, y todos los que alaben a Dios la alabarán después de Dios.  

 Lo que Dios realiza en María de una manera única y perfecta, lo realiza para todos los hombres. Es decir que cada fiel está llamado a ser templo de Dios  guardando su Palabra. 

Así, la fiesta de la Presentación de la Madre de Dios en el Templo es la que celebra el fin del Templo de Jerusalén como morada de Dios. Cuando la niña María entra al Templo, la época del Templo llega a su fin, es la primicia del anuncio de la salvación. En este día celebramos, en la persona de la Madre de Cristo Dios, que nosotros también somos templo y morada del Señor.

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