Boletín del 15/07/2012

Memoria de los Stos. Padres

del 4° Concilio Ecuménico

Celebrando la conmemoración
de los divinos Padres, a Ti suplicamos,
Oh Muy Compasivo Señor,
para que salves a Tu pueblo
del perjuicio de todos los herejes;
Y haznos dignos a todos de glorificar al Padre,
al Verbo y al Espíritu Santísimo.
                                                            Exapostelario

Himnos de la Liturgia

Tropario de la Resurrección

Tono 5

Al coeterno Verbo, con el Padre
y el Espíritu, Al Nacido de la Virgen
para nuestra salvación, alabemos,
oh fieles, y prosternémonos.
Porque se complació en ser elevado
en el cuerpo sobre la Cruz y soportar la muerte,
y levantar a los muertos por su Resurrección gloriosa.

Tropario los Santos padres de Cuarto concilio

 Tono 8

¡Glorificado eres Tú oh Cristo Dios nuestro,
que cimentaste a los santo padres en la tierra como astros,
por los cuales nos dirigiste a la verdadera fe!
¡oh Misericordioso, gloria a Ti!

Condaquio

Tono 4

Oh Protectora de los cristianos indesairable;
Mediadora, ante el Creador, irrechazable:
no desprecies las súplicas de nosotros, pecadores,
sino acude a auxiliarnos, como bondadosa,
a los que te invocamos con fe.  Sé presta en intervenir
y apresúrate con la súplica, oh Madre de Dios,
que siempre proteges a los que te honran.

Lecturas Bíblicas

Carta del Apóstol San Pablo a Tito (3:8-15)

Hijo mío, Tito: Cierta es la Palabra, y quiero que en esto te mantengas firme, para que los que creen en Dios procuren sobresalir en la práctica de las obras de bondad; éstas son las obras buenas y provechosas para los hombres. En cambio, las discusiones necias, genealogías, contiendas y disputas sobre la Ley, evítalas, porque son inútiles y vanas. Al desviado en la fe, después de una y otra amonestación, rehúyelo; ya sabes que tal hombre se ha pervertido y peca condenándose a sí mismo.

Cuando te envíe a Artemas o a Tíquico, apresúrate a venir donde mí a Nicópolis, porque he pensado pasar allí el invierno. Cuida de proveer de todo lo necesario para el viaje a Zenas, el perito en la Ley, y a Apolo, de modo que nada les falte.

Que aprendan también los nuestros a sobresalir en la práctica de las buenas obras, atendiendo a las necesidades urgentes, para que no queden sin fruto.

Te saludan todos los que están conmigo. Saluda a los que nos aman en la fe. La Gracia sea con todos ustedes.

Santo Evangelio según San Mateo (5:14-19)

 Dijo el Señor a sus discípulos: «Ustedes son la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte. Ni tampoco se enciende una lámpara y la ponen debajo del celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa. Brille así su luz delante de los hombres, para que vean sus buenas obras y glorifiquen a su Padre que está en los cielos… No piensen que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. En verdad les digo, el cielo y la tierra pasarán antes que pase una “i” o una tilde de la Ley sin que todo suceda. Por tanto, el que transgreda uno de estos mandamientos más pequeños y así lo enseñe a los hombres, será el más pequeño en el Reino de los cielos; en cambio, el que los observe y los enseñe, ése será grande en el Reino de los cielos.»

Mensaje Pastoral

¡Ustedes son la luz del mundo!

Hoy celebramos a los Padres del Cuarto Concilio Ecuménico, Concilio que definió la fe de la Iglesia al respecto de la Persona de Cristo, Quien es Dios Perfecto y hombre Perfecto. En su honor, leemos el pasaje del Evangelio según San Mateo en el que el Señor dice a sus discípulos: “Ustedes son la luz del mundo”. En otro lugar Jesús había dicho de Sí mismo: “Como luz he venido al mundo”, y San Juan Evangelista lo llama “la Luz verdadera”, la cual los verdaderos discípulos reciben y reflejan. Entonces al decirles “ustedes son la luz del mundo”, Jesús se refiere a Sí mismo como la Luz entregada a ellos para ser trasmitida al mundo. El hombre cuando enciende un antorcha no la esconde en el rincón sino que coloca en lo alto para iluminar a todos los que están en la casa.

Esto nos inspira a los que leemos el presente pasaje evangélico a aspirar una postura ajena a cualquier vergüenza de Cristo; no nos dejemos intimidar en nuestra fe ni tengamos miedo de incorporarnos a nuestra Iglesia. Hemos sido bautizados en Cristo: tengamos el valor de sentirlo, de confesarlo y de vivirlo. Sépalo que el cercano que el lejano: somos heraldos de la Luz, así que no seamos pusilánimes sino portemos la luz con valentía porque ningún hombre enciende un candil en su casa para guardarlo bajo la cama.

La luz que prendes te posibilita verlo todo —subráyese la palabra “todo”—: entonces lo esencial, lo importante y aun lo insignificante. A la luz de la lámpara ves lo que tenías olvidado y lo que tienes en mente; ves a tu hijo y a tu hija, pero también las herramientas de la cocina y de la oficina y todo lo que está en tu casa.

Tengo la impresión de que cuando hablamos de la luz —tema de reflexión muy común en los ambientes eruditos—, solamos considerarlo como algo que ilumina el cielo y los lejanos horizontes pero no a nuestro íntimo entorno. Por ejemplo, el orden de nuestro mismo hogar, ¿lo contemplamos a la Luz de Cristo? ¿Nuestra comida se prepara o se come a la luz de Cristo? ¿Nuestros trabajos se consuman a la luz de Cristo, o como si ésta iluminara de nubes para arriba lejos de los aspectos prácticos de nuestra vida? En una interrogación resumida: ¿la luz de Cristo penetra a todos los rincones de la casa?

Temo a que la respuesta negativa sea la causa principal de los pensamientos dudosos, de las mentes desconcertadas y de las almas turbadas con ansiedad. La agitación en muchos hogares, la impotencia en la educación de nuestros hijos y la incertidumbre en nuestro mundo evidencian que ciertamente no caminamos guiados por la única “verdadera Luz”. ¡Cuán muchas son las luces artificiales que conducen al precipicio!

La luz de Cristo no ha de limitarse a los muros del templo ni a los vocablos de la divina inspiración; más bien ha de penetrar en todo mi ser: en mis manos en mis pies, en mis articulaciones, mente y corazón, en mis quehaceres, anhelos y educación. El que está incierto en sus relaciones con su entorno, sin duda está incierto en su pertenencia a la Luz.

En su lugar, en su hogar, en su pueblo y en su país; por más importante que consideren su ubicación o por más insignificante que el momento se les haga, por más nublado que el cielo se vea o más obscura que la noche se perciba: en Cristo, ¡ustedes son la luz del mundo!, y la luz alumbra todo y a todos los que están en la casa, dice el Señor. Amén.

Nuestra Fe y Tradición

Cuarto Concilio Ecuménico

Apenas había terminado la condenación de Nestorio por los santos padres del Concilio Ecuménico III de Efeso, se celebró en Calcedonia el IV Concilio Ecuménico en el año 451 presidido por el obispo Anatoli de Constantinopla. El papa León el Grande fue representado por 2 obispos.

Este Concilio fue convocado por el emperador marciano y la emperatriz Pulquería contra las falsas enseñanzas de Eutiques, archimandrita de Constantinopla, quien rechazaba la naturaleza humana de nuestro Señor Jesucristo; inventando una especie de absorción de la naturaleza humana en la naturaleza divina de Cristo (como si después de la encarnación solo subsistía en el salvador una sola naturaleza). Esta enseñanza se llama monofisita y sus seguidores monofisitas.

Después de condenar las herejías de Eutiques, la asamblea decretó, como verdadera, la enseñanza que en nuestro Señor Jesucristo existen dos naturalezas, una divina, porque es Dios verdadero que ha nacido en la eternidad del Padre; y otra humana, pues se encarnó por obra del Espíritu Santo en el cuerpo de la Virgen María, sin confusión, sin cambio, sin división ni separación unidas en una sola persona y en una sola hipóstasis, cada uno de las cuales se conserva entera y sin alteración después de la unión, con sus propiedades respectivas.

En resumen, podemos decir que en Él, existe una naturaleza divina porque es Dios verdadero nacido en la eternidad del Padre y otra humana, pues se encarnó por obra del Espíritu Santo en la Virgen María, y semejante en todo a nosotros, salvo nuestro pecado, porque él es purísimo.

Vida de Santos

San José Damasceno

10 de julio

El Padre José,“el sacerdote Yosef El- Hadad, originario de Beirut, damasceno por patria y ortodoxo por religión”, como se presentaba a si mismo, nació en Damasco en el año 1793 de una familia pobre y piadosa. Desde su infancia gustó del conocimiento y, no obstante las grandes dificultades económicas, aprovechaba toda oportunidad para estudiar, y así continuó durante su juventud.

En esta época la enseñanza general se impartía en estrecha relación con el conocimiento de lo divino, de allí que para el joven Yosef, la Biblia era su libro de mayor interés. Mas sus padres carnales, temerosos de su futuro, decidieron casarlo a la edad de 19 años. Sin embargo, este acontecimiento no lo alejó del estudio ni de su vocación por el conocimiento.

La comunidad ortodoxa de Damasco, al tanto de sus virtudes y capacidades, acudieron ante el patriarca para pedirle la ordenación de José como su pastor. De esta manera, en el año 1817, fue ordenado sacerdote mostrando desde un principio fuerza y sabiduría en su predicación, particularmente en las homilías que dió en la iglesia dedicada a Santa María (Al- Mariamíah). Muchos lo consideraban como el segundo Crisóstomo. Otros más dicen de él: “los ancianos (presbíteros) musulmanes, hasta cuarenta años después de su muerte, todavía repiten partes y dichos de sus homilías”.

El padre José fue pobre piadoso y paciente, tranquilo y humilde. Podía platicar sobre si mismo y aborrecer la soberbia y la vanidad: hasta le daba pena cuando lo alababan. Decía siempre: “ahora yo siembro en la viña verdadera de Cristo en Damasco y espero la cosecha.”

Sin duda, el Padre José fue el primer gran hombre del renacimiento de la Iglesia antioquena en el siglo XIX, período en extremo difícil en todos los órdenes: los melquitas recién habían abandonado la Iglesia, dejando una estela de problemas; los emisarios protestantes se mostraban muy activos en su proselitismo; la pobreza e ignorancia golpeaban a toda la Iglesia. Los patriarcas de Antioquia, desde 1724, eran extranjeros y ajenos al sufrimiento del pueblo. Era la imagen viva de un barco a la deriva, abandonado a la fuerza de los vientos.En estas circunstancias, el trabajo pastoral del padre José: homilías, traducciones, enseñanza y moral, contribuyó a favorecer una ambiente de resurgimiento, a agitar las almas y a reanimar el espíritu. Comenzó así a brotar una nueva generación.

Dentro de los personajes de gran importancia en la Iglesia revitalizada, más de medio centenar habían estudiado con él, aprendiendo de su celo cristiano: el patriarca Melatio Al- Dumani, primer patriarca árabe desde 1724, fue su discípulo; también el metropolita de Beirut, Gabriel Shatila, quien decía de nuestro Padre: “las estrellas de Damasco son tres: el apóstol Pablo, san Juan Damasceno, y José El- Hadad.”Coronaría este siervo de Dios su vida con un final (o principio) digno de su gran celo y amor al Señor y a sus semejantes: su martirio.En Damasco, a mediados del año 1860, tuvo lugar una matanza de cristianos por los turcos musulmanes. En aquel día muchos fieles se refugiaron en la iglesia Al- Mariamíah. El Padre José conservaba en su casa el Viático (del cual da la comunión el sacerdote a los enfermos), después de protegerlo lo colocó sobre su pecho y salió rumbo a la iglesia, corriendo y saltando sobre las azoteas de las casas. Ya en Al- Mariamíah pasó todo el día y la noche animando a los fieles y confortándolos para no temer, pues, los que matan el cuerpo no pueden matar el alma.Durante la mañana del día siguiente, martes 10 de julio, los atacantes invadieron las instalaciones de la iglesia, golpearon y mataron a numerosos fieles, saquearon, ensuciaron y quemaron parte del templo. Uno de los musulmanes reconoció al padre José y exclamó: “Ese es el presbítero de los nazarenos, matándolo matamos a todos los nazarenos.” Al sentir que su hora había llegado, el padre José tomó el Viático y lo tragó, al tiempo que violentamente era atacado con armas de fuego y hachas por unos, que más que verdugos, parecían leñadores furiosos despedazando un tronco. Le colocaron grilletes en sus tobillos y lo exhibieron por toda la ciudad.Así, el Padre José, mártir de Cristo, dando testimonio, tanto con sus fatigas y desvelos, como con sus sufrimientos y sangre se hizo ejemplo digno de imitación e intercesor ferviente ante nuestro Señor Jesucristo a quien sea la gloria por los siglos.

El santo sínodo Antioqueno, que se realizó en Damasco en octubre de 1993, proclamó la canonización del sacerdote José El- Hadad como santo, determinando el día 10 de julio, día de su martirio, para su recuerdo.Por las oraciones del sacerdote mártir José Damasceino y sus compañeros, que el Señor Jesucristo tenga piedad de nosotros y nos salve. Amén.

Sentencias de los Padres del Desierto

Sobre la Humildad

  • Decía un anciano: «Si consigues guardar silencio, no lo consideres como mérito tuyo. Cuando te venga esa consideración, di: “Es que soy indigno de hablar”».
  • Un hermano preguntó a un anciano: «¿En qué consiste el progreso de un hombre?». Y el anciano le contestó: «En la humildad. Cuanto más se abaja un hombre más se eleva a la perfección».
  • Decían los ancianos: «Aunque se te aparezca de verdad un ángel, no le acojas fácilmente, sino humíllate, diciendo: “No soy digno de ver un ángel yo que vivo en el pecado”».
Felicitación:

El día 20 de julio celebramos la fiesta del Profeta Elías. Felicitamos a todos los que llevan el nombre “Elías” y buscan la intercesión del gran Profeta celoso en su amor a Dios, felicitamos a la comunidad del Profeta Elías en Maturín, Venezuela, y también al Rev. Diácono Elías Carrillo de México. En el boletín del siguiente domingo dispondremos de la vida del Profeta Elías.

Boletín del 08/07/2012

Quinto Domingo de Mateo

Himnos de la Liturgia

Tropario de la Resurrección

Tono 4

Las discípulas del Señor aprendieron del Ángel
el alegre anuncio de la Resurrección,
y la sentencia ancestral rechazaron y
se dirigieron con orgullo a los apóstoles diciendo:
¡Fue aprisionada la muerte, Resucitó Cristo Dios
y concedió al mundo la gran misericordia!

Condaquio

Tono 4

Oh Protectora de los cristianos indesairable;
Mediadora, ante el Creador, irrechazable:
no desprecies las súplicas de nosotros, pecadores,
sino acude a auxiliarnos, como bondadosa,
a los que te invocamos con fe.  Sé presta en intervenir
y apresúrate con la súplica, oh Madre de Dios,
que siempre proteges a los que te honran.

Lecturas Bíblicas

Carta del Apóstol San Pablo a los Romanos  (10: 1-10)

Hermanos: El anhelo de mi corazón y mi oración a Dios en favor de Israel es que se salven. Testifico en su favor que ellos tienen celo de Dios, pero no conforme al conocimiento. Pues desconociendo la justicia de Dios y empeñándose en establecer la suya propia, no se sometieron a la justicia de Dios. Porque el fin de la ley es Cristo, para justificación de todo creyente.

En efecto, Moisés escribe acerca de la justicia que nace de la ley: Quien la cumpla, vivirá por ella. Mas de la justicia que viene de la fe dice así: No digas en tu corazón ¿quién subirá al cielo?, (es decir, para hacer bajar a Cristo); o bien: ¿quién bajará al abismo?, (es decir, para hacer subir a Cristo de entre los muertos). Entonces, ¿qué es lo que dice?: Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón: es la palabra de la fe que nosotros proclamamos. Porque, si confiesas con tu boca que Jesús es Señor y crees en tu corazón que Dios le resucitó de entre los muertos, serás salvo. Pues con el corazón cree uno, y se conduce hacia la justicia, y con la boca confiesa, y se conduce hacia la salvación.

Evangelio según San Mateo (8: 28 – 9: 1)

En aquel tiempo, al llegar Jesús a la otra orilla, a la región de los gadarenos, vinieron a su encuentro dos endemoniados que salían de los sepulcros, tan furiosos que nadie era capaz de pasar por aquel camino. Y se pusieron a gritar: «¿Qué tenemos nosotros contigo, oh Jesús, Hijo de Dios? ¿Has venido aquí para atormentarnos antes de tiempo?» Había allí a cierta distancia una gran piara de puercos paciendo. Y le suplicaban los demonios: «Si nos echas, mándanos a esa piara de puercos.» Él les dijo: «Vayan.» Saliendo ellos se fueron a los puercos, y de pronto toda la piara se arrojó al mar precipicio abajo, y perecieron en las aguas. Los porqueros huyeron y, al llegar a la ciudad, lo contaron todo, y también lo de los endemoniados. Y he aquí que toda la ciudad salió al encuentro de Jesús, y cuando lo vieron, le rogaron que se retirase de su término. Él, subiendo a la barca, pasó a la otra orilla y vino a su ciudad.

Mensaje Pastoral

¿A cuál reino pertenecemos?

¿El demonio es un ser verdadero o un mero símbolo de la maldad?

El Evangelio de hoy responde esta pregunta que a menudo planteamos, y nos advierte que el demonio sí existe, y su presencia es tan destructora y dañina que provocó que miles de cerdos se arrojaran en el mar ¡Odiosa reacción que desea destruir lo más que pueda!

 También la experiencia de la Iglesia con sus Santos, en todo tiempo, nos ha dejado descrita la inquietud de los demonios y su furia ante cualquier hombre de Dios que mira hacia la santidad y la salvación. Así que los Sinaxarios (la vida de los santos) nos hablan de los intentos del demonio, que se presenta aun físicamente, para desviar a los justos del camino de Dios. El demonio sabe que es y será condenado, y quiere destruir todo lo que aún está al alcance de su mano.

Y la siguiente pregunta es: ¿Por qué nosotros no comprendemos la existencia del diablo –y gracias a Dios que no nos permite tentaciones más grandes a nuestra niñez espiritual–  como los Santos la han descubierto?

La respuesta la podemos extraer de ejemplos de nuestra vida: en una guerra, el comandante no pone las trampas a los enemigos que ya son prisioneros en su territorio sino a los que andan afuera de su autoridad. En otras palabras, si ya estamos en su territorio, en su falso reino, ¿para qué perder esfuerzos? Pues aunque llevamos el nombre del Rey verdadero (cristianos), y aunque el día del bautizo contestamos la pregunta del Sacerdote: «¿Renuncias a Satanás, a todo su culto y a todas sus vanidades?» con la triple afirmación «Sí, renuncio a Satanás», sin embargo, seguimos  siendo sumisos del reino ajeno a nuestra entidad.

El Profeta Elías, a quien recordamos hoy, día 20 de julio, reclamaba severamente a su pueblo: «¿Hasta cuándo van a estar cojeando con los dos pies? Si el Señor es Dios, seguidlo; si Baal, seguid a éste» (1Re 18: 21). Porque ellos, los israelitas que habían tenido la experiencia de convivir con Dios –Quien los sacó de Egipto, los rodeó de bienes y los defendió–, andaban prosternándose ante dioses ajenos que no tenían ni fuerza ni vida.

La reprensión del profeta Elías corresponde de la misma manera a nuestra actitud. Nos diría: Si Cristo para ustedes, Cristianos, es el Dios verdadero, vivan en su Reino. ¿Cómo llevan su bandera y andan en el reino de otro?

Queridos: en la oración más hermosa, que el Señor mismo nos ha enseñado, pedimos que «venga tu Reino». Esta súplica no concierne a una esperanza futura: esperamos que después de la muerte haya un reino que sea de Dios. «Venga tu Reino» es presente, es un desafío ante cada cristiano para construir el Reino de Dios en su vida propia, no en fantasías ajenas a la realidad sino en acciones e iniciativas concretas.

Estos son los elementos del mundo perecedero: egoísmo, interés, descanso, placeres y muerte; mientras los pilares evangélicos del verdadero Reino, cuyo nombre llevamos, son: cruz, amor, lucha, virtudes, lágrimas de arrepentimiento y vida.

Discernamos bien y examinemos en cual de los dos reinos estamos, pues, como nos advierte nuestro Señor: «Donde está tu tesoro, allí está también tu corazón.»

Nuestra Fe y Tradición

Leer el Icono de Cristo Pantocrátor

La imagen de Cristo Pantocrátor es realmente la figura de Jesús más difundida y conocida; expresa la Epifanía del Dios trascendente que ha tomado forma humana. Es la imagen del Señor del Universo, del Omnipotente…

Los vestidos

La púrpura y el oro, como es sabido, estaban reservados en la antigüedad al rey; por lo cual, en este caso, se pone de manifiesto la realeza divina de Cristo. No obstante, tras esta simbología de los colores, se oculta otro significado más importante: el misterio de la Encarnación.

La faja se inspira en la imagen del Apocalipsis: “Al volverme, vi siete candeleros de oro, y en medio de los candeleros a un Hijo de Hombre, vestido de una túnica de talar, ceñido al talle con un ceñidor de oro”. Ap. 1-13

El color azul del manto simboliza la naturaleza humana del Señor, como también es símbolo de misericordia, del amor de Dios hacia los hombres. “Clemente y compasivo es Yahveh, tardo a la cólera y lleno de amor. Como se alzan los cielos por encima de la tierra, así de grande es su amor para los que le temen”. Sal. 102-8, 11

El rostro

El rostro del Pantocrátor casi siempre es severo, pero también se lo ha representado con una mirada de bondad que acaricia el alma.

“Pues el mismo Dios que dijo de las tinieblas brille la luz, ha hecho brillar la luz de nuestros corazones, para irradiar el conocimiento de la gloria de Dios que está en la Faz de Cristo” (2 Cor4-6).

 “Mas todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos como un espejo la gloria del Señor, nos vamos transformando en esa imagen cada vez más gloriosos: así es como actúa el Señor, que es Espíritu”. (2 Cor 3-18)

El nimbo

En esta aureola, que simbólicamente sirve para resaltar la importancia y excelencia del personaje, se perfilan los contornos de una cruz. Dentro de esos contornos se han inscrito las tres letras griegas “ómicron, omega y ny” que significa: El que es, es decir el equivalente al nombre sagrado de Dios, cuya persona nos ha sido revelada, pero cuya esencia permanece inaccesible.

La mano que bendice

Este gesto, ostensible mediante la posición de los dedos, además de su significado obvio quiere subrayar un doble misterio. Los tres dedos abiertos quieren recordar las Tres Personas de la Santísima Trinidad mientras que los otros dos, a las dos naturalezas de Jesucristo. Toda bendición procede de Dios Trino por medio de Cristo hecho hombre. A veces los dedos esbozan el monograma de Cristo: el meñique la I, el anular la C, el medio y el pulgar cruzados la X y el índice la segunda C (ICXC abreviatura griega que significa Jesucristo).

El libro

“Toda revelación será para nosotros como palabras de un libro sellado” (Is 29-11).

Cristo al encarnarse, ha venido a traernos la buena noticia, el cumplimiento de la Ley y los Profetas. Cristo mismo es “el camino, la verdad y la vida”, pero nosotros tenemos necesidad de una concreción simbólica de su mensaje, confiado a los apóstoles.

El Creador de todas las cosas, al encarnarse, ha compuesto un libro nuevo, salido del corazón del Padre, para ser escrito con la pluma del Espíritu en la lengua de Dios.

Vida de Santos

San Andrés de Creta, Arzobispo de Gortina

4 de Julio

Andrés nació en Damasco a mediados del siglo VII A pesar de la elocuencia que poseyó en su edad madura, se cuenta que hasta la época de su primera comunión, que recibió a los siete años, era muy poco locuaz. A los quince años de edad, se trasladó a Jerusalén, por lo cual se le da algunas veces el título de San Andrés de Jerusalén. En dicha ciudad se hizo monje del monasterio de San Sabas y, en el monasterio del Santo Sepulcro recibió el lectorado y el subdiaconado. El patriarca de Jerusalén, Teodoro, le envió el año 685 a Constantinopla a reiterar la adhesión de su Iglesia al sexto Concilio ecuménico, que acababa de condenar la herejía monotelita. San Andrés se quedó en Constantinopla y fue ordenado diácono de la Gran Basílica; además, se le confió el cuidado de un orfanatorió y de un hospicio de ancianos. Poco después, debido a sus cualidades de carácter y a sus habilidades, fue elegido arzobispo de Gortina, la sede metropolitana de Creta. Ahí se dejó envolver en la última oleada del monotelismo. En efecto, el año 711, Filípico Bardanes se apoderó del trono imperial, quemó las actas del sexto Concilio ecuménico, restableció en los dípticos litúrgicos los nombres que dicho Concilio había anatematizado y reunió un sínodo para que ratificase su proceder. Andrés asistió a dicho sínodo el año 712; pero al año siguiente, se arrepintió de ello y firmó sin vacilar la carta de excusa que su patriarca escribió al Papa Constantino, después de que Anastasio II arrojó a Bardanes del trono imperial.

San Andrés se distinguió el resto de su vida como predicador y autor de himnos. Se conservan más de veinte sermones suyos, que han sido publicados. Sus himnos dejaron una huella perdurable en la liturgia bizantina. Según se dice, él fue quien introdujo la forma himnódica llamada “canon.” En todo caso, está fuera de duda que escribió numerosos himnos, en ése y otros ritmos parecidos; algunos de ellos se cantan todavía. A su regreso de un viaje de Constantinopla, fallece en el barco en el año 740, fue sepultado en la Iglesia de la Santa Anastasia en Edesó una ciudad de Mitilini.

NOTICIA

Comunicado de las Iglesia Históricas en México
al respecto de la situación en Medio Oriente

Sentencias de los Padres del Desierto

No hay que juzgar a nadie

  • Un hermano había pecado y el sacerdote le mandó salir de la iglesia. Se levanto el abad Besarión y salió con él, diciendo: «Yo también soy pecador».
  • Un hermano preguntó al abad Pastor: « ¿Qué debo hacer, pues cuando estoy en la celda siento que me falta valor?». Y el anciano le dijo: «No desprecies ni condenes a nadie y Dios te dará la paz, y tu vida en la celda será tranquila».
  • Un anciano dijo: «No juzgues al impuro si eres casto, porque al hacerlo, tú también pisoteas la ley. Porque el que dijo: “No fornicarás”, dijo también: “No juzgarás”».

Boletín del 01/07/2012

4o. Domingo de Mateo

Memoria de los Santos Cosme y Damián

Himnos de la Liturgia

Tropario de la Resurrección

Tono 3

Que se alegren los celestiales,
y que se regocijen los terrenales;
Porque el Señor desplegó la fuerza de su brazo,
pisoteando la muerte con su muerte.
y Siendo el primogénito de entre los muertos,
nos salvó de las entrañas del Hades
y concedió al mundo la gran misericordia.

Condaquio

Tono 4

Oh Protectora de los cristianos indesairable;
Mediadora, ante el Creador, irrechazable:
no desprecies las súplicas de nosotros,
pecadores, sino acude a auxiliarnos,
como bondadosa, a los que te invocamos con fe.
Sé presta en intervenir y apresúrate con la súplica,
oh Madre de Dios, que siempre proteges a los que te honran.

Lecturas Bíblicas

Primera Carta del Apóstol San Pablo a los Corintios (12: 27-13:8)

Hermanos: Ustedes son el cuerpo de Cristo, y sus miembros cada uno por su parte. Y así los puso Dios en la Iglesia, primeramente como apóstoles; en segundo lugar como profetas; en tercer lugar como maestros; luego, los milagros; luego, el don de las curaciones, de asistencia, de gobierno, diversidad de lenguas. ¿Acaso todos son apóstoles? O, ¿todos profetas? ¿Todos maestros? ¿Todos con poder de milagros? ¿Todos con carisma de curaciones? ¿Hablan todos lenguas? ¿Interpretan todos? ¡Aspiren a los carismas superiores! Y aun les voy a mostrar un camino más excelente.

Aunque hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, soy como bronce que suena o címbalo que retiñe. Aunque tuviera el don de profecía, y conociera todos los misterios y toda la ciencia; aunque tuviera plenitud de fe como para trasladar montañas, si no tengo amor, nada soy.

Aunque repartiera todos mis bienes y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, nada me aprovecha. El amor aguarda con paciencia y obra el bien; el amor no envidia, no se jacta, no se engríe; no hace lo indebido; no busca su propio interés; no se irrita; no guarda rencor; no se alegra de la injusticia, más bien, se alegra con la verdad. Todo lo excusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta: ¡El amor nunca caducará!

Evangelio según San Mateo ( 8: 5-13)

En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaúm, se le acercó un centurión y le rogó diciendo: «Señor, mi criado yace en casa paralítico con terribles sufrimientos.» Jesús le dijo: «Yo iré a curarlo.» Replicó el centurión: «Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; basta que lo digas de palabra y mi criado quedará sano. Porque también yo, que soy un subalterno, tengo soldados a mis órdenes, y digo a éste: “Vete”, y va; y a otro: “Ven”, y viene; y a mi siervo: “Haz esto”, y lo hace.» Al oír esto Jesús quedó admirado y dijo a los que lo seguían: «Les aseguro que en Israel no he encontrado en nadie una fe tan grande. Y les digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se pondrán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el Reino de los cielos, mientras que los hijos del Reino serán echados a las tinieblas de fuera; ahí será el llanto y el rechinar de dientes.» Y dijo Jesús al centurión: «Anda; que te suceda como has creído.» Y en aquella hora el criado quedó sano.

Mensaje Pastoral

Humildad y confianza

«Les aseguro que en Israel no he encontrado en nadie una fe tan grande.» ¿Qué es lo que hizo que el Señor elogiara, a tal grado, la fe de este centurión?

Es que su fe era protegida por dos virtudes que conservaban el equilibrio y producían en él un «camino real», el cual no se desvía a la derecha ni a la izquierda:

Por un lado, tenía la humildad y examinaba y observaba su maldad: «Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo»; y por otro lado tenía la absoluta confianza en el poder de Dios y en su misericordia: «basta que lo digas de palabra y mi criado quedará sano.» Las dos virtudes, cuando obraron en conjunto, hicieron grande su fe.

El camino real requiere de conservar el equilibrio entre el conocimiento de nuestras debilidades y caídas, y la entrega sincera a la misericordia de Dios. Pues si uno exagera con dejadez hacia la derecha: «¡Dios perdona! ¡Él es misericordioso! ¡Él nos rescata!», se desvía hacia la negligencia y una vida superficial; por otro lado, si exagera hacia la izquierda: «mis pecados son imperdonables… no me  puedo corregir… no tengo carácter, etc.», llegará hasta el otro extremo que se llama «desesperanza» y que, de alguna manera, es blasfemia contra la misericordia de Dios.

Dicen los santos padres que, ante cualquier tentación, el demonio nos enfrenta con dos pensamientos: antes de caer, que «Dios es Todo misericordia y me perdonará»; y al caer, que «¿cómo lo hice yo?, ¿cómo podré estar en la iglesia?, ¿cómo me atreveré a leer su palabra?» Tomándolo en cuenta, el cristiano se defiende con lo contrario; así pues el que se goza estando de pie (centurión con poder) tiene que recordar que puede caer y así se humillará; y el que ha caído (soy indigno), se anima y confía en la bondad del Señor: «con mi Dios, brincaré sobre el muro».

Ni a la derecha ni a la izquierda: éste es el camino real cuando marchamos en el cual, llegaremos a escuchar la voz del Señor: «Anda; que te suceda como has creído.» Amén.

Nuestra Fe y Tradición

El Akathistos

El Akathistos a la Madre de Dios (la palabra griega Akathistos significa literalmente “estando no sentado” o “estando de pie”), es llamado así porque se debía cantar o rezar en esa posición en acto de veneración a la Santísima Virgen María. Otros creen que el nombre se deriva del hecho de que cuando fue cantado por primera vez , lo hicieron los sacerdotes y el pueblo estando de pie toda la noche. Es el himno mariano más famoso del Oriente cristiano y quizás de la Iglesia entera.

Está compuesto de 24 estrofas, de las cuales algunas se proclaman y otras se cantan. Es muy rico en figuras e imágenes poéticas, que desarrollan temas relacionados con el relato lucano de la anunciación y los episodios mateanos de los magos y la huida a Egipto. El himno se divide en dos partes: la primera es evangélica o histórica, y la segunda de carácter dogmático. Las primeras 12 estrofas escenifican la narración evangélica en una serie de preciosos cuadros. Las 12 restantes exponen algunos de los más importantes artículos de la fe mariana de la Iglesia: perpetua virginidad, maternidad divina, mediación de gracia desde el Cielo.

En los últimos años este himno se ha difundido mucho, también en las comunidades de fieles de rito latino.

Vida de Santos

Los Santos Anarguiron Cosme y Damián.

Los Santos Anarguiron (los que no aceptan dinero) eran hermanos y oriundos de Roma. Estudiaron medicina no como “profesión lucrativa”, sino como una misión filantrópica. Estos Santos no aceptaban dinero de los pobres, ni de los ricos. Principalmente, ofrecían sus servicios a los pobres, porque como ellos decían, “una choza tiene más necesidad que un palacio”. Pero cuando curaban algún rico enfermo y éste, con insistencia, ofrecía pagarles, los santos, le señalaban a un paciente pobre para que le dieran el dinero a él

Dios, por supuesto, bendijo su medicina con una milagrosa fuerza. Esto, sin embargo, motivó la envidia de otros doctores, en primer lugar de su maestro, que los detestaba por ser cristianos.

Un cierto día, mientras recolectaban plantas medicinales, fuero empujados a un precipicio y perdieron la vida en el año 284, bajo los Emperadores Carinus y Numerian.

Sentencias de los Padres del Desierto

Vigilancia interior

  • Dijo un anciano: «El que pierde oro o plata, puede recuperarlo. Pero el que desaprovecha una ocasión, no la volverá a encontrar».
  • El abad Hiperequios dijo: «Piensa siempre en el Reino de los Cielos, y pronto lo tendrás en heredad».
  • Santa Sinclética decía: «Seamos vigilantes. Los ladrones penetran por los sentidos de nuestro cuerpo, aunque nosotros no queramos. ¿Cómo dejará de ennegrecerse la casa, si el humo exterior encuentra las ventanas abiertas?».

Boletín del 24/06/2012

Natividad del Precursor

San Juan Bautista

El nacimiento del Precursor

disolvió el triste silencio del padre y la esterilidad de la madre,

y anunció el júbilo eminente; por lo que la creación entera lo celebra con alegría.

Exapostelario

Himnos de la Liturgia

Tropario de la Resurrección

Tono 2

Cuando descendiste a la muerte, oh Vida Inmortal,
mataste al Hades con el rayo de tu divinidad,
y cuando levantaste a los muertos del fondo de la tierra,
todos los poderes Celestiales clamaron:
¡Oh Dador de vida, Cristo Dios, gloria a Ti!

Tropario de San  Juan el Bautista

Tono 2

La memoria del justo es con alabanzas,
pero a ti, oh Precursor, te basta el testimonio del Señor;
porque te volviste verdaderamente el más honrado de los profetas
al ser digno de bautizar en el Jordán al que fue anunciado;
y así como defendiste la verdad, con alegría
anunciaste, hasta a los que estaban en el Hades, a Dios que se ha revelado en el cuerpo,
que quita el pecado del mundo y nos otorga la gran misericordia.

Condaquio

Tono 4

Oh Protectora de los cristianos
indesairable; Mediadora, ante el Creador,
irrechazable: no desprecies las súplicas de nosotros,
pecadores, sino acude a auxiliarnos,
como bondadosa, a los que te invocamos con fe. 
Sé presta en intervenir y apresúrate con la súplica,
oh Madre de Dios, que siempre proteges a los que te honran.

Lecturas Bíblicas

Carta del Apóstol San Pablo a los Romanos  (13:11 – 14:4)

Hermanos: La salvación está más cerca de nosotros que cuando abrazamos la fe. La noche está avanzada. El día se avecina. Despojémonos, pues, de las obras de las tinieblas y revistámonos de las armas de la luz. Como en pleno día, procedamos con decoro; nada de comilonas y borracheras; nada de lujurias y desenfrenos; nada de rivalidades y envidias. Revístanse más bien del Señor Jesucristo y no se interesen en la carne para satisfacer su concupiscencia.

Acojan bien al que es débil en la fe, sin discutir opiniones. Uno cree poder comer de todo, mientras el débil no come más que verduras. El que come, no desprecie al que no come; y el que no come, tampoco juzgue al que come, pues Dios le ha acogido. ¿Quién eres tú para juzgar al criado ajeno? Que se mantenga en pie o caiga sólo interesa a su amo; pero quedará en pie, pues poderoso es el Señor para sostenerlo.

Evangelio según San Lucas (Lc. 1:1-25,  57-68,  76,  80)

Puesto que muchos han intentado narrar ordenadamente las cosas que se han verificado  entre nosotros, tal como nos las han transmitido los que desde el principio fueron testigos oculares y servidores de la Palabra, he decidido yo también, después de haber investigado diligentemente todo desde los orígenes, escribírtelo por su orden, ilustre Teófilo, para que conozcas la certeza de las enseñanzas que has recibido. En aquel tiempo, hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote, llamado Zacarías, del grupo de Abías, casado con una mujer descendiente de Aarón, que se llamaba Isabel, los dos eran justos ante Dios, y caminaban sin tacha en todos los mandamientos y preceptos del Señor. No tenían hijos, porque Isabel era estéril, y los dos de avanzada edad. Sucedió que, mientras Zacarías oficiaba delante de Dios, en el turno de su grupo, le tocó en suerte, según el uso del servicio sacerdotal, entrar en el Santuario del Señor para quemar el incienso. Toda la multitud del pueblo estaba fuera en oración, a la hora del incienso. Y se le apareció el Ángel del Señor, de pie, a la derecha del altar del incienso. Al verlo Zacarías, se turbó, y el temor se apoderó de él. El Ángel le dijo: «No temas, Zacarías, porque tu petición ha sido escuchada; Isabel, tu mujer, te dará a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Juan; será para ti gozo y alegría, y muchos se gozarán en su nacimiento, porque será grande ante el Señor; no beberá vino ni licor; estará lleno del Espíritu Santo ya desde el seno de su madre, y a muchos de los hijos de Israel, los convertirá al Señor su Dios, e irá delante de Él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y a los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto.» Zacarías dijo al Ángel: «¿En qué lo conoceré? Porque yo soy viejo y mi mujer avanzada en edad.» El Ángel le respondió: «Yo soy Gabriel, el que está delante de Dios, y he sido enviado para hablarte y anunciarte esta buena nueva. He aquí, que te vas a quedar mudo y no podrás hablar hasta el día en que sucedan estas cosas, porque no diste crédito a mis palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo.» El pueblo estaba esperando a Zacarías y se extrañaba de su demora en el Santuario. Cuando salió, no podía hablarles, y comprendieron que había tenido una visión en el Santuario; les hablaba por señas, y permaneció mudo. Y sucedió que cuando se cumplieron los días de su servicio, se fue a su casa. Días después, concibió su mujer Isabel; y se mantuvo oculta durante cinco meses diciendo: «Esto es lo que ha hecho por mí el Señor en los días en que se dignó quitar mi oprobio entre los hombres.»

Se le cumplió a Isabel el tiempo de dar a luz, y tuvo un hijo. Oyeron sus vecinos y parientes que el Señor le había hecho gran misericordia, y se congratulaban con ella. Y sucedió que, al octavo día, fueron a circuncidar al niño, y querían ponerle el nombre de su padre, Zacarías, pero su madre, tomando la palabra, dijo: «No; se llamará Juan.» Le decían: «No hay nadie en tu parentela que tenga ese nombre.» Y preguntaban por señas a su padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre.» Y todos quedaron admirados. Y al punto, se abrió su boca y su lengua, y hablaba bendiciendo a Dios.  Invadió el temor a todos sus vecinos, y en toda la montaña de Judea se comentaban todas estas cosas; todos los que las oían las grababan en su corazón diciendo: «¿Qué será este niño?» Y la mano del Señor estaba con él. Zacarías, su padre, quedó lleno del Espíritu Santo, y profetizó diciendo: «¡Bendito el Señor Dios de Israel porque ha visitado y redimido a su pueblo!

Y tú, niño, serás llamado profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor para preparar sus caminos.»

El niño crecía y se fortalecía en espíritu; vivió en los desiertos hasta el día de su manifestación a Israel.

Mensaje Pastoral

El amigo del Novio

¡La memoria del Justo es con alabanzas, pero tú, oh Precursor, te basta el testimonio del Señor!

El 24 de junio, seis meses antes de la Natividad del Señor, conmemoramos el nacimiento de San Juan Bautista. Normalmente la Iglesia celebra a un santo el día de su muerte, por ser la fecha en el que ha cumplido con «la buena batalla» y ha recibido «la corona de gloria». Sin embargo, a San Juan se le celebra también en el día de su nacimiento por considerarse a este como parte del plan salvífico de Dios, siendo él el mensajero que prepararía la llegada del Mesías, según la profecía de Malaquías: «Yo envío mi mensajero delante de Ti, que preparará por delante tu camino.» Por eso se le llama Precursor. San Lucas se interesa por iniciar su Evangelio con el relato del nacimiento de Juan como preámbulo de la Buena Nueva.

Juan nace de unos padres devotos, Zacarías e Isabel, de un modo milagroso —ya que los dos eran de edad avanzada—  lo que nos recuerda la intervención divina para con Abraham y Sara, y también el nacimiento prodigioso de Samuel. Así, que ese acontecimiento forma un vínculo natural entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. La importancia del Antiguo Testamento consiste precisamente en este sucesión de eventos en los que el Señor intervine —independientemente de si la actitud del pueblo israelí fuese de justicia o pecado— para elevarlo un escalón más hacia el objetivo mismo de la  «Alianza» de Dios desde el principio.

Durante los siglos y décadas previos al Nacimiento de nuestro Salvador, se hablaba con frecuencia del grupo del  «Resto»; son los judíos que a pesar de las dificultades y pruebas (deportación, destrucción del templo, dominación de los romanos) mantuvieron viva su fidelidad y fija la mirada en la venida del Mesías. Juan se gesta en el seno de esta comunidad «Resto» y he aquí que goza, desde muy pronto, y salta en el vientre de su madre al percibir la recompensa de lo esperado desde antaño.

Muchos se confundían al advertir la justicia y la rectitud de Juan y pensaban que era el Mesías, pero él siempre fue claro en la definición de su misión: «Yo no soy el Cristo, sino enviado delante de Él», «yo soy la voz del que clama en el desierto: Rectifiquen el camino del Señor», «conviene que Él crezca, y que yo mengüe». A menudo leyendo las Santas Escrituras, nos encontramos con esta veneración al Bautista, a quien el Señor elogió: «En verdad les digo, que no ha surgido entre los nacidos de mujer uno mayor que Juan el Bautista» (Mt 11:13), pero al mismo tiempo percibimos esta jerarquía siempre respetada ante Cristo: «El que tiene a la novia es el novio; mas el amigo del novio […] se llena de gozo al oír la voz del novio», decía Juan en alusión a su precisa dignidad ante Jesús (Jn 3:28).

La Epístola que la Iglesia lee en la fiesta presente en honor al Precursor conserva el mismo lineamiento. «El día se avecina […] procedamos con decoro; nada de comilonas y borracheras; nada de lujurias y desenfrenos; nada de rivalidades y envidias.» Ésta exhortación de San Pablo para cada cristiano brinda homenaje tanto a la prédica del Bautista «conviértanse que el Reino del Cielo está cerca» como a su modo de vivir, sobrio, ascético y vigilante. Sin embargo, la vigilia y la moderación ascética  —por más importantes e indispensables que sean— quedan siempre al servicio del amor: «Acojan bien al que es débil en la fe […] el que come, no desprecie al que no come, y el que no come, tampoco juzgue al que come». La vigilia es nada si provoca que se juzgue al prójimo. Es nula la oración cuando nos encierra en una torre de soberbia lejos del hermano. Vano es el sacrificio que no lleva a la misericordia. 

La fiesta de hoy resalta la virtud de San Juan Bautista profeta y precursor, su vigilia, ascetismo y rectitud de vida, un modo de vivir que prepara el camino a la jerarquía máxima, al amor perfecto, «a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo» (Ef 4:13), de quien sea la gloria por los siglos. Amén.

Nuestra Fe y Tradición

El símbolo del pez

Desde los primeros años del Cristianismo, el pez ha sido un símbolo importante entre los cristianos, que los identificaba, una contraseña por la cual se reconocían entre sí, que son seguidores del Camino.

Eso se debe primeramente a la llamada apostólica de Cristo hacia los discípulos y Pedro: “Yo les haré pescadores de hombres”. Entonces este símbolo expresaba el ser atrapado por las redes de la predicación. Pero también el pez era el símbolo de la fe en “Jesucristo, Hijo de Dios, el Salvador”. Porque las letras de la palabra griega ΙΧΘΥΣ “ijthis” (que significa pez) son las iniciales de las palabras de la mencionada frase:

 Ιησούς (Jesús) /Χριστός (Cristo) / Θεού (Dios)/ Υιός  (Hijo)/ Σωτήρ (Salvador).

Posteriormente también en la literatura monástica el símbolo de pez conservó su importancia, e indicaba la constante vigilia del alma, ya que el pez, como no tiene párpados, duerme con los ojos abiertos. “Yo dormía, pero mi corazón velaba.” (Cant. 5,2).

Considerando esta tradición, entendemos porque encontramos a menudo ilustración de pez como adorno principal en el arte cristiano, y también porqué la iglesia estableció comer pescado en algunas fiestas del Señor, como en la de la Anunciación o el Domingo de Ramos, proclamando con este gesto su fe en Jesucristo, Hijo de Dios, Salvador del mundo.

Vida de Santos

Profeta San Juan el Bautista

24 de junio

El Profeta San Juan el Bautista es considerado después de la Virgen María el santo mas honrado. En su honor fueron establecidas las siguientes celebraciones: el 6 de octubre- su concepción, el 7 de julio- su nacimiento, el 11 de septiembre- su martirio (fecha en la cual lo decapitaron), el 20 de enero – San Juan el Bautista en relación con la festividad del Bautismo en el Jordán (Teofanía), 9 de marzo 1° y 2° hallazgo de su cabeza, el 25 de octubre – la conmemoración del traslado de su mano derecha desde Malta hacia Gatchina (cerca de S.Petersburgo).

El Profeta San Juan el Bautista era hijo del sacerdote Zacarías, casado con Santa Isabel (descendiente de Aarón). Sus padres vivían cerca de Hebrón (en una región montañosa) al sur de Jerusalén. Por parte de su madre él era pariente de Nuestro Señor Jesucristo y nació seis meses antes que el Señor.

Como lo narra el Evangelista San Lucas, el Arcángel Gabriel, se apareció a su padre Zacarías en el Templo y le anunció el nacimiento de su hijo. Y así estos devotos esposos, de edad avanzada, privados del consuelo de tener descendencia, tuvieron por fin un hijo, el cual ellos pidieron en sus oraciones.

Por misericordia de Dios él se liberó de la muerte entre miles de niños que fueron matados en Belén y sus alrededores. San Juan creció en un desierto salvaje, y se preparaba para la gran labor, llevando una forma de vida severa -ayunando, rezando y meditando en su destino preparado por Dios. Llevaba una vestimenta tosca, sujeta con un cinto de cuero, se alimentaba con miel silvestre y langostas. Él siguió una vida de ermitaño hasta el momento en el que el Señor lo llamó a los 30 años de edad para profetizar al pueblo hebreo.

Santos Pedro y Pablo, apóstoles

29 de junio

Solemnidad de san Pedro y san Pablo, apóstoles. Simón, hijo de Jonás y hermano de Andrés, fue el primero entre los discípulos que confesó a Cristo como Hijo de Dios vivo, y por ello fue llámado Pedro. Pablo, apóstol de los gentiles, predicó a Cristo crucificado a judíos y griegos. Los dos, con la fuerza de la fe y el amor a Jesucristo, anunciaron el Evangelio en la ciudad de Roma, donde, en tiempo del emperador Nerón, ambos sufrieron el martirio: Pedro, como narra la tradición, crucificado cabeza y Pablo, degollado En este día, su triunfo es celebrado por todo el mundo con honor y veneración.

Virtud cristiana

Sobre el agradecimiento a Dios

A pesar de no ver a Dios con nuestros ojos, sabemos que Él se preocupa de nuestro bien más, que una madre más amante. Él ordena al sol de iluminar, calentar y vivificarnos, envía la lluvia y la fertilidad, nos da alimentos y alegra nuestros corazones. Él ordenó a la tierra producir diferentes frutos, que alimentan y mantienen nuestro cuerpo con vida, y obliga a los animales a servirnos. Así, por Su voluntad montañas y valles, mares y ríos, árboles y piedras, pájaros y peces, tierra y aire – todo sirve para nuestro provecho y gozo. Su fuerza Divina nos sostiene, prolonga y guarda nuestra vida en medio de peligros y adversidades del mundo. Por consiguiente, “por Él vivimos, nos movemos y existimos.” Cada momento de nuestra vida es el don de Su infinita misericordia, cada respiración nuestra es el signo de Su paternal benevolencia; cada palpitación de nuestro corazón es la obra de Su altísimo amor y misericordia.

Así, penetrando en los caminos de la Providencia Divina en nuestra vida, vemos, que no tanto el deber y la obligación, sino todo nuestro ser en el presente y en el futuro, exige que no seamos insensibles ante las bondades Divinas! Hay que agregar, que nuestro agradecimiento es necesario, no tanto a Dios, como a nosotros mismos. Dando gracias a Dios, recordamos Su amor hacia nosotros, Su continua preocupación, y el mar de bondades materiales y espirituales, que diariamente vierte sobre nosotros. Este recuerdo aclara a nuestra mente, nos hace entender claramente en que consiste la verdadera meta de nuestra vida, y nos ayuda a separar lo principal de lo secundario.

Además el agradecimiento a Dios disipa la melancolía, aleja la tristeza, nos devuelve la energía y anima el espíritu. El agradecimiento a Dios se puede comparar con los rayos tibios del sol, penetrando al oscuro sótano de nuestra alma. Del contacto con el Sol Espiritual, el alma se entibia, el hombre se vuelve más bondadoso y preparado para amar.

Tratemos cada día, y en particular los domingos, agradecer a nuestro Creador y Salvador – esto servirá como un excelente remedio para nuestra alma.

Frases Bíblicas

  • “Juan es aquel de quien dice la Escritura: ‘Yo envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino.’” (Mateo 11: 10)
  • “Hubo un hombre llamado Juan, a quien Dios envió como testigo, para que diera testimonio de la luz y para que todos creyesen por medio de él.” (Juan 1: 6-7)
  • “Juan dio testimonio de él diciendo: “A este me refería yo cuando dije que el que viene después de mí es más importante que yo, porque existía antes que yo.”” (Juan 1: 15)

Felicitación

Felicitamos a la Comunidad de San Juan Bautista en Honduras y a todos nuestros fiesles que llevan el nombre de San Juan Bautista. ¡Dios llene su vida y la de todos nosotros con el ánimo, la fe y el amor por la intercesión del Santo Profeta. Amén.

Boletín del 17/06/2012

2°. Domingo después de Pentecostés

Cuando las Mirróforas vieron la piedra removida,
se alegraron porque vieron a un joven
sentado en el sepulcro que les dijo:
Cristo resucitó; decid a los Apóstoles
y a Pedro: Corran al monte de Galilea,
allá donde se les aparecerá a vosotros,
oh amados, tal como antes lo había dicho.
                                                                                          Exapostelario

Himnos de la Liturgia

Tropario de la Resurrección

Tono 1

Cuando la piedra fue sellada por los judíos
y tu purísimo cuerpo fue custodiado por los guardias,
resucitaste al tercer día, oh Salvador,
concediendo al mundo la vida. Por lo tanto,
los poderes celestiales clamaron a Ti:
Oh Dador de Vida, Gloria a tu Resurrección,
oh Cristo, gloria a tu Reino, gloria a tu plan de salvación,
oh Único, Amante de la humanidad.

Condaquio general

Tono 4

Oh Protectora de los cristianos indesairable;
Mediadora, ante el Creador, irrechazable:
no desprecies las súplicas de nosotros,
pecadores, sino acude a auxiliarnos,
como bondadosa, a los que te invocamos con fe. 
Sé presta en intervenir y apresúrate con la súplica, oh Madre de Dios,
que siempre proteges a los que te honran.

Lecturas Bíblicas

Carta del Apóstol San Pablo a los Romanos (2: 10-16)

Hermanos: Gloria, honor y paz a todo el que obre el bien; al judío primeramente y también al griego; que no hay acepción de personas en Dios.

Pues cuantos sin ley pecaron, sin ley también perecerán; y cuantos pecaron bajo la ley, por la ley serán juzgados; que no son justos delante de Dios los que oyen la ley, sino los que la cumplen: ésos serán justificados (pues cuando los gentiles que no tienen ley cumplen naturalmente la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos; los cuales muestran la obra de la ley escrita en su corazón, como se lo atestigua su conciencia y sus diferentes juicios que ya los acusan, ya los defienden), en el día en que Dios juzgará los secretos de los hombres por Cristo Jesús, según mi Evangelio.

Evangelio según San Mateo (4: 18-23)

En aquel tiempo, mientras Jesús caminaba por la ribera del mar de Galilea, vio a dos hermanos: Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés echando la red en el mar, pues eran pescadores, y les dijo: «Vengan conmigo, y los haré pescadores de hombres.» Y ellos al instante, dejando las redes, lo siguieron. Más adelante, vio a otros dos hermanos, Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan, que estaban en la barca con su padre Zebedeo arreglando sus redes; y los llamó. Ellos, al instante, dejaron la barca y a su padre, y lo siguieron.

Recorría Jesús toda Galilea enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y curando toda enfermedad y toda dolencia del pueblo.

Mensaje Pastoral

Dejándolo todo lo siguieron

«Recorría Jesús toda Galilea, proclamando la Buena Nueva del Reino y curando toda enfermedad y toda dolencia del pueblo.»

Proclamando el Reino = curando toda enfermedad.

Como si la curación fuera la «propaganda» del Reino de los cielos. en realidad la salud es el contenido de la promesa proclamada; en latín el vocablo «salud» se refiere a la salvación, y esta última en el concepto bíblico no es más que un sinónimo de la sanación, «No necesitan médico los que están sanos, sino los que están mal. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento», dijo el Señor (Lc 5:32).

Cualquier trato médico pasa por tres etapas: el diagnóstico, el proceso y el cuidado posterior.

El diagnóstico empieza cuando el enfermo nota cierta anomalía. Aunque la rutina de su vida humana marcha de un modo normal, no está conforme en su sentir; se percibe incapaz de resolverlo solo y busca al médico para saber de qué se trata. La calidad del diagnóstico se basaría en dos condiciones: la sinceridad del paciente y la habilidad del médico.

Para pasar al proceso de la curación, el  médico primero tiene que capturar la convicción del paciente, trasmitir la confianza, la fe; si no, el proceso es detenido. Una vez dado este rayo inicial, se pone en marcha el tratamiento —inmediato, a largo plazo u operación, no importa—, le tocaría al paciente entonces tres cuidados: paciencia, esperanza y obediencia. ¡Primeramente el Médico, todo va a salir muy bien!

Cuando el proceso es concluido y el ambiente está lleno de alegría por el éxito obtenido, el paciente tiene dos sentimientos: humildad por considerar lo frágil que su cuerpo lo es (él sabe que en cualquier momento podría someterse de nuevo al mismo dolor) y gratitud para con el médico a quien se lo debe todo.

¡Bendito sea este paciente! observó su anomalía, tuvo la iniciativa, entró a la Iglesia, clínica de la Gracia, se dejó diagnosticar a la luz de la palabra de Dios, avanzó en el proceso del arrepentimiento y la conversión con paciencia, esperanza y obediencia; finalmente, la flaqueza de su vida se mostró solemne y grandiosa por la gratitud.

Aquellos que pescaban en la barca de Galilea admiraron este Reino de salud, de tal modo que «dejando todo, lo siguieron».

Nuestra Fe y Tradición

Ángel Guardián

 “Ángel de paz, fiel maestro, protector de nuestros almas y cuerpos” — nosotros pedimos a Dios, orando en el templo. La Iglesia Ortodoxa cree que el hombre al nacer, recibe de Dios un Ángel Guardián. Nuestro Señor Jesucristo dijo: “Tengan cuidado de no despreciar a ninguno de estos pequeños, porque les digo que sus Ángeles en el Cielo siempre ven la faz de Mi Padre Celestial” (Mt. 18:10).

El beato Agustín escribe: “Los Ángeles con gran dedicación y diligencia, permanecen con nosotros a toda hora y en todo lugar, nos ayudan, piensan en nuestras necesidades, sirven de intermediarios entre nosotros y Dios, elevando a El nuestras quejas y suspiros… Nos acompaña en todos nuestros caminos, entran y salen con nosotros, observando como nos comportamos entre ese genero engañoso y con que empeño deseamos y buscamos al Reino de Dios.” Un pensamiento semejante tiene San Basilio el Grande: “Con cada fiel hay un Ángel, quien como niñera o pastor dirige su vida” y para demostración cita las palabras de David, el salmista: “A sus Ángeles dirá sobre ti — que te protejan en todos tus caminos…” “Ángel del Señor hará guardia alrededor de los que Le temen y los ayudará” (Sal. 90:11, 33:8).

El Obispo Theofano el Recluso enseña: “Hay que recordar, que tenemos a un Ángel Guardián y dirigirse a Él con pensamiento y corazón — en nuestra vida normal y especialmente cuando ésta se agita. Si no nos dirigimos a Él, el Ángel no puede aconsejarnos. Cuando alguien se dirige a un abismo у pantano con ojos cerrados y los oídos tapados — ¿como es posible ayudarle?”

Así el cristiano debe recordar a su buen Ángel, que durante toda su vida se preocupa por él, se regocija con sus éxitos espirituales, se acongoja con sus caídas. Cuando el hombre muere, el Ángel lleva su alma a Dios. Según muchos testimonios, el alma reconoce a su Ángel Guardián, cuando llega al mundo espiritual.

Vida de Santos

Santo Mártir Leoncio y con él Hipacio y Teódulo.

18 de junio

Los santos mártires Leoncio, Hipacio, y Teódulo, durante el imperio de Vespasiano (año 70-79) padecieron en la ciudad de Trípoli, en Fenicia. San Leoncio era griego de nacimiento, y militar de alto grado del ejercito romano, inteligente y listo por naturaleza, conocedor de sabiduría literaria, virtuoso, compasivo con los pobres, y hospitalario. Denunciaron al gobernador que Leoncio, pedía a la gente que no veneren ni ofrezcan sacrificios a los dioses paganos. El gobernante mando al Tribuno Hipacio con una escuadrilla de soldados para que detengan a Leoncio. Hipacio por el camino se enfermó y se encontró ante la muerte. Entonces se le apareció un Angel y le dijo “Si quieres sanarte, ruega tres veces al cielo junto con tus soldados “¡Dios, al que venera Leoncio, ayúdame!” Todos así lo hicieron, y el tribuno se sanó. En la ciudad, Hipacio y el soldado Teódulo, encontraron una persona que los invitó a su casa. Este era el mismo Leoncio, él, los educó en la fe cristiana, y los bautizó. Más tarde el gobernador se presentó en la ciudad. Al enterarse de lo sucedido, entregó al martirio a Leoncio, a Hipacio y a Teódulo. A los santos Hipacio y Teódulo les cortaron la cabeza, San Leoncio falleció mientras lo apaleaban. Los cristianos dieron santa sepultura a los mártires cerca del puerto de Trípoli.

Sentencias de los Padres del desierto

La Discreción

  • Decía el abad Antonio: «Algunos han quebrantado su cuerpo a fuerza de abstinencia, pero su falta de discreción les ha alejado de Dios».
  • El abad Agatón dijo: «El hombre irascible, aunque resucite muertos, no agrada a Dios por causa de su ira».

Boletín del 10/06/2012

Domingo de Todos los Santos

Coronemos con cánticos al Bautista y Precursor,
a los Apóstoles, Profetas y Mártires; Archisacerdotes,
Ascetas, mujeres amantes de Dios
y a todos los justos junto con los coros angélicos,
pidiendo que, por sus ruegos,
alcancemos la gloria que han obtenido,
gloria que brota de Cristo Salvador.
                                                                                     Exapostelario

Himnos de la Liturgia

Tropario de Resurrección

Tono 8

Descendiste de las alturas, oh Piadoso,
y aceptaste el entierro de tres días
para librarnos de los sufrimientos.
Vida y Resurrección nuestra, oh Señor, gloria a ti.

Tropario Domingo de todos los Santos

Tono 4

Oh Cristo Dios, tu Iglesia,
adornada con la sangre de tus mártires de todo el mundo,
como si fuera con fino lino y púrpura,
por ellos, te ruega diciendo: envía tu piedad sobre tu pueblo,
otorga al mundo la paz, y a nuestras almas la gran misericordia.

Condaquio del Domingo de todos los Santos

Tono 8

Oh Sembrador de la creación, el universo te ofrece,
como primicias de la naturaleza, a los Mártires,
Portadores de Dios;  por cuyas súplicas
y las de la Madre de Dios,
conserva a tu Iglesia en profunda paz,
oh Señor Todo Misericordia.

Lecturas Biblicas

Carta del Apóstol San Pablo a los Hebreos (11: 33 – 12:2)

Hermanos: Los Santos, por la fe, sometieron reinos, hicieron justicia, alcanzaron las promesas, cerraron la boca a los leones; apagaron la violencia del fuego, escaparon del filo de la espada, sacaron fuerzas de la debilidad, se hicieron valientes en la guerra, rechazaron ejércitos extranjeros; las mujeres recobraron resucitados a sus muertos. Unos fueron torturados, rehusando la liberación por conseguir una resurrección mejor; otros soportaron burlas y azotes, y hasta cadenas y prisiones; apedreados, torturados, aserrados, muertos a espada; anduvieron errantes cubiertos de pieles de ovejas y de cabras; faltos de todo; oprimidos y maltratados, ¡hombres de los que no era digno el mundo!, errantes por desiertos y montañas, por cuevas y cavernas de la tierra. Y todos ellos, aunque alabados por su fe, no consiguieron la promesa. Dios tenía ya dispuesto algo mejor para nosotros, de modo que no llegaran ellos sin nosotros a la perfección.

Por tanto, también nosotros, ya que tenemos en torno nuestro tan gran nube de testigos, sacudamos todo lastre y el pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, fijos los ojos en Jesús, autor y consumador de la fe.

Evangelio según San Mateo (10:32-33;37-38;19:27-30)

Dijo el Señor a sus discípulos: «Por todo aquél que se declare por Mí ante los hombres, Yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos; pero a quien me niegue ante los hombres, le negaré yo también ante mi Padre que está en los cielos. El que ama a su padre o a su madre más que a Mí, no es digno de Mí; el que ama a su hijo o a su hija más que a Mí, no es digno de Mí. El que no toma su cruz y me sigue detrás, no es digno de Mí.»

Entonces Pedro, tomando la palabra, le dijo: «He aquí que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué recibiremos, pues?» Jesús les dijo: «Yo les aseguro, que en la regeneración, cuando el Hijo del hombre se siente en su Trono de gloria, ustedes que me han seguido se sentarán también en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel. Y todo aquél que haya dejado casa, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o hacienda por mi Nombre, recibirá el ciento por uno y heredará vida eterna. Pero muchos primeros serán últimos y muchos últimos, primeros.»

Mensaje Pastoral

Alas de santidad

La semana pasada hemos celebrado Pentecostés, hemos inclinado la cabeza y doblado las rodillas ante la acción del Espíritu Santo que desciende sobre los Apóstoles y sobre toda la Iglesia. Hoy, el primer domingo después de Pentecostés, celebramos la reacción del hombre ante dicha acción, celebramos la santidad como el fruto del descenso del Espíritu Santo sobre los fieles: es el Domingo de Todos los Santos.

La Santidad es la meta de la vida cristiana y la voluntad de Dios para con nosotros (1Tes 4:3), por lo que las lecturas bíblicas que la Iglesia establece para el día de hoy nos enseñan dos alas indispensables para elevarnos en esta dignidad.

«Ya que tenemos en torno nuestro tan gran nube de testigos (los santos), sacudamos todo lastre y el pecado que nos asedia, y corramos con  fortaleza la prueba que se nos propone, fijos los ojos en Jesús», dice san Pablo en la Epístola de hoy (Heb 12:1-2). Entonces la lucha es la primera ala. Los santos no han logrado la vida virtuosa sin fatigas y sudor, sin caídas y penitencia, sin dolores y consuelos. San Antonio el Grande enfatiza: «Nadie entra el Reino de los Cielos sin pruebas». Esto es opuesto a la religiosidad Light que la era nos sugiere, según la cual no hay necesidad más allá de unas fantasías de tendencia psíquica que acarician nuestro sistema emocional, mientras nos dejamos llevar por lo natural de la vida mundana descuidando la caridad y desenfrenando la rebeldía del instinto. San Pablo nos advierte del peso del pecado (sacudamos todo lastre); entonces la dejadez descrita arriba necesariamente nos llevaría conforme a la gravedad del siglo presente. En cambio, la vigilia y la lucha constantes son capaces de crear en nosotros una gravedad nueva y celestial, y ésta es la segunda ala de la santidad:

«El que ama a su padre o a su madre más que a Mí, no es digno de Mí; el que ama a su hijo o a su hija más que a Mí, no es digno de Mí», dice la lectura evangélica de hoy. Cuando observamos estas palabras del Señor, quizás opinamos que son duras, como si nos estuviera proponiendo escoger uno de dos afectos; sin embargo, Pedro, quien dijo «he aquí que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido», no se apartó de su familia ni descuidó a su suegra cuando ésta se enfermó (Lc4: 38-39); el Señor mismo, en la boda de Caná de Galilea, obedeció a su madre y efectuó el milagro aunque no era un momento oportuno –«aún no ha llegado mi hora» (Jn 2:4)–;  y con todo y la grandeza de su Pasión, no dejó de preocuparse por su Madre y se la encargó a su discípulo amado (Jn 19:26). Cuado el Señor dice: «El que ama a su padre o a su madre más que a Mí, no es digno de Mí», nos ilustra una imagen según cuya semejanza debe ser nuestra relación con Dios, nuestra religiosidad. Cuando la madre padece algún malestar, la atención de sus hijos no es un deber familiar o social sino una reacción de un amor filial sincero; y cuando el hijo está feliz, los sentimientos de los padres no se explican con ninguna regla secular. Del mismo modo, la relación con Dios, Padre nuestro, no se identifica con deberes u obligaciones sino con amor verdadero que crece día a día y supera aun el cariño natural hacia los de la casa. Este amor progresivo e ilimitado no se logra sino con la convivencia: ¿cómo amarlo sin convivir con Él? La lectura bíblica y la vida espiritual y sacramental procuran, en el fondo, estar en una convivencia tal que produce amor sincero hacia Dios; es la nueva gravedad que hace suave el yugo y ligera la carga (Mt 11:30).

Una vez el Señor platicaba con la muchedumbre acerca del camino de la vida cristiana, la mayoría se escandalizó por la dureza de sus palabras y lo dejó, entonces Él preguntó a sus discípulos más allegados si querían ellos también retirarse. Pedro le contestó: «Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.» (Jn 6:68)

La lucha sin amor activo a Dios se vuelve una rutina agobiante y sin sentido, y la devoción y la emoción sin lucha que nos preserva en la vigilia se entibian y desvanecen; pero cuando las dos alas se acompañan, atraen al hombre hacia la nube luminosa de los santos. Entonces ninguna fuerza o dificultad sería capaz de llevarlo por otro camino, porque diría con Pedro y con todos los santos: «Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.» Amén.

Nuestra Fe y Tradición

La intercesión de los santos

En este día, el domingo siguiente al de Pentecostés, y en el que recordamos a todos los coros de los santos sería de provecho recordar  porqué los veneramos y qué importancia tienen sus intercesiones.

Los primeros venerados por los cristianos fueron los mártires. Su restos se conservaban cuidadosamente como tesoros preciosos, no necesariamente por su poder milagroso sino porque estos fieles de Cristo lucharon la buena batalla e imitaron la muerte del Señor. Porque no son los mártires los que viven en ellos mismos, sino que es Cristo quien vive en ellos (Gal. 2:20). Una vez libre la iglesia de las persecuciones, se empezó a venerar al coro entero de los Santos que aunque no habían derramado su sangre, día con día testimoniaban su vida en el evangelio, en Cristo, aniquilando sus propios deseos y pasiones y solo deseando hacer la voluntad de su Señor.

El concepto de la Iglesia sobre este punto está conectado con su comprensión de la muerte. Los fieles, desde los primeros tiempos, han acostumbrado orar los unos por los otros pidiendo la intercesión de los justos “la oración ferviente del justo tiene mucho poder” (Santiago 5,16).

Si la Iglesia nos enseña a pedir los ruegos de los justos vivos, cuanto más nos alienta a pedir las intercesiones de aquellos que ya han sido coronados con la victoria de la santidad. Pues, su muerte no ha sido más que un paso hacia la Vida. En las catacumbas romanas de los primeros siglos cristianos se encuentran testimonios como las siguientes oraciones: “Noria, seas bienaventurada y ruega por nosotros” y “Pedro y Pablo, rueguen por Víctor”.

Con la irrupción de la Iglesia en el ámbito pagano, y la entrada masiva de gentiles a las filas del cristianismo, algunas veces, la veneración a los santos se exageró, llegando estos a tomar el lugar de los dioses paganos. Esta situación se tradujo en una distanciamiento entre la teología y adoración cristiana por un lado y por el otro las prácticas cultuales de algunos grupos. Mas la Iglesia siempre conservó la transparencia de los santos: son lunas que reflejan la luz del Sol verdadero. Y esto es lo que ha enseñado siempre: los santos nos guían a Cristo.

Vida de Santos

San Cirilo Patriarca de Alejandría

9 de junio

Cirilo era de noble nacimiento y familiar cercano de Teófilo, patriarca de Alejandría, después de la muerte del cual fue consagrado Patriarca. Durante su vida lucho tres feroces batallas: contra los herejes novacianos, contra el hereje Nestorio y contra los judíos de Alejandría. Los novacianos tuvieron su origen en Roma y tomaron su nombre del presbítero hereje Novaciano. Estos se gloriaban de sus virtudes, andaban en público vestidos de blanco, prohibían las segundas nupcias, sostenían que no podía orarse por aquellos que habían cometido pecado mortal, y que no podía recibirse en la Iglesia a aquellos que, en otro tiempo, habían apostatado de ella, sin importar cuán profundamente se arrepintiesen. Cirilo los venció y los echó de Alejandría junto con su obispo. La lucha con los judíos fue más difícil y sangrienta. Los judíos tuvieron gran influencia en Alejandría desde que Alejandro Magno fundó esa ciudad. Su odio contra los cristianos era vicioso y desaforado. Asesinaban cristianos mediante traición, envenenamiento y crucifixión. Tras una larga y difícil lucha, Cirilo logró que el emperador Teodosio el Joven los expulsara de Alejandría. Su lucha contra Nestorio, patriarca de Constantinopla, fue resuelta por el Tercer Concilio Ecuménico en Éfeso (431 d. C.). Cirilo mismo presidió este Concilio y, al mismo tiempo, representó al Papa Celestino de Roma a petición suya, pues este no pudo asistir al Concilio a causa de su avanzada edad. Nestorio fue condenado, anatematizado, y fue exiliado por el Emperador a la frontera oriental del Imperio. Después del final de esta lucha, Cirilo vivió en paz y cuidó celosamente del rebaño de Cristo. Se presentó a sí mismo al Señor en el año 444 d. C. Se dice que fue él quien escribió la oración «Alégrate, oh Virgen Madre de Dios».

Sentencia de los Padres del Desierto

La Humildad

  • El abad Serapión decía: «He padecido muchos más trabajos corporales que mi hijo  Zacarías, y no he llegado tan alto como él en la humildad ni en el silencio».
  • Decía el abad Matoés: «Cuanto más se acerca el hombre a Dios, más pecador se ve.Por eso, Isaías, al ver a Yahvé decía: “¡Ay de mí que estoy perdido, pues soy un hombre de labios impuros!”». (Is 6,5).
  • Dijo el abad Pastor: «No te estimes a ti mismo, sino imita al fervoroso»

NOTICIAS

México: Fiesta de san Jorge عيد مار جريس بالمكسيك

El domingo 13 de mayo se llevó a cabo en el Centro Libanés de la Ciudad de México la comida que año con año organizan las Damas Ortodoxas de San Jorge con motivo del día de su santo patrono, el Gran Mártir Jorge … (más)

بمناسبة عيد القديس جاورجيوس اللابس الظفر ترأس صاحب السيادة راعي الأبرشية المتروبوليت أنطونيوس القداس الإلهي في كاتدرائية القديس جاورجيوس – المكسيك يعاونه لفيف من الكهنة والشمامسة وقد حضر القداس الإلهي جمهور من الوجوه السياسية والإجتماعية والإعلامية وفي مقدمتهم القائمة بأعمال السفارة اللبنانية في المكسيك الانسة ألين يونس وحشد من المؤمنين … الخبر الكامل

Venezuela: convivencia familiar en Valencia

La parroquia de San Jorge, Valencia a partir del lunes 4 de junio abre sus puertas para todos sus hijos en una convivencia familiar … (más)

Boletín del 03/06/2012

Domingo de Pentecostés

Oh Santísimo Espíritu que procedes del Padre
y que, por el Hijo, vienes sobre los  iletrados Discípulos:
salva y santifica a todos los que te reconocen como Dios.
                                                                                                              Exapostelario

Himnos del Liturgia

Tropario Domingo de Pentecostés

Tono 8

¡Bendito eres Tú, oh Cristo Dios nuestro,
que mostraste a los pescadores sapientísimos
cuando enviaste sobre ellos el Espíritu Santo,
y por ellos el universo pescaste!
¡oh Amante de la humanidad, gloria a Ti!

Condaquio Domingo de Pentecostés

Tono 8

Cuando el Altísimo descendió en Babel,
confundiendo las lenguas, dispersó las naciones;
mas cuando repartió las lenguas de fuego,
llamó a todos a la unidad. Por lo cual,
glorificamos unánimemente al Santísimo Espíritu.

Lecturas Bíblicas

Hechos de los Apóstoles (2: 1-11)

Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar. De repente vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso, que llenó toda la casa en la que se encontraban. Se les aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos; quedaron todos llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse. Había en Jerusalén judíos, hombres piadosos que allí residían, venidos de todas las naciones que hay bajo el cielo. Al producirse aquel ruido la gente se congregó y se llenó de estupor al oírles hablar cada uno en su propia lengua. Estupefactos y admirados decían: «¿Es que no son galileos todos estos que están hablando? Pues, ¿cómo cada uno de nosotros les oímos en nuestra propia lengua nativa? Partos, medos y elamitas; habitantes de Mesopotamia, Judea, Capadocia, el Ponto, Asia, Frigia, Panfilia, Egipto, la parte de Libia fronteriza con Cirene, forasteros romanos, judíos y prosélitos, cretenses y árabes, todos les oímos hablar en nuestra lengua las maravillas de Dios.»

Evangelio según San Juan (7: 37-52; 8:12)

En el último día de la fiesta, que es el más solemne, Jesús se puso de pie, y alzo la voz diciendo: «Si alguno tiene sed, venga a Mí y beba. El que crea en Mí, como dice la Escritura, de su interior emanarán ríos de agua viva.» Esto lo dijo refiriéndose al Espíritu Santo, que iban a recibir los que creyesen en Él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús todavía no había sido glorificado. Muchos entre la gente, al escuchar estas palabras, decían: «Éste ciertamente es el profeta.» Otros decían: «Éste es el Cristo.» Mas algunos replicaban: «¿Por ventura el Cristo va a venir de Galilea? ¿No dice la Escritura que del linaje de David, y de Belén, donde David moraba, vendrá el Cristo?» Con esto, se suscitaron disputas entre la gente del pueblo sobre Él. Algunos de ellos querían prenderlo, pero nadie le echó mano. Los guardias volvieron a los sumos sacerdotes y fariseos, y éstos les dijeron: «¿Por qué no lo han traído?» Respondieron los guardias: «Jamás hombre alguno ha hablado como habla este hombre.» Les dijeron los fariseos: «¿También ustedes se han dejado engañar? ¿Acaso algún magistrado o fariseo ha creído en Él? Pero esa gente que no conoce la Ley son unos malditos.» Les respondió Nicodemo, el que había ido antes a ver a Jesús y que era uno de ellos: «¿Acaso nuestra Ley condena a un hombre sin haberle oído primero y sin saber lo que hace?» Le respondieron así: «¿Es que tú también eres de Galileo? Examina bien las Escrituras, y verás que de Galilea no ha salido ningún profeta.»

Jesús les habló de nuevo y dijo: «Yo soy la Luz del mundo. El que me siga no caminará a oscuras, sino que tendrá la luz de la vida.

Mensaje Pastoral

Pentecostés

He aquí a los discípulos reunidos en Jerusalén, tal como lo había mandado el Señor el día de su Ascensión: «que no se ausentasen de Jerusalén, sino que aguardasen la promesa del Padre» (Hch 1:4).

«Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar.» Pentecostés es el nombre de la fiesta judía  –cincuenta días después de Pascua (la palabra es de origen griego y forma un derivado del número «cincuenta»)– en la cual recordaban la entrega de los diez mandamientos a Moisés y también la renovación del templo de Jerusalén en el tercer siglo antes de Cristo. Eso explica la presencia de muchos judíos de todas las naciones en la Ciudad, que darían crédito del acontecimiento divino: «Había en Jerusalén judíos, hombres piadosos que allí residían, venidos de todas la naciones que hay bajo el cielo.»

Entonces, en aquel Pentecostés, los apóstoles estaban reunidos esperando la promesa. Seguramente se encontraban en la misma estancia superior en la que comieron la Pascua con Cristo. En el icono de la fiesta se ve atrás de ellos un edificio elegante que adorna la escena, mas el acontecimiento no ocurre adentro, el lugar no lo contiene; la reunión de los apóstoles está por encima del tiempo y del espacio, y lo que celebramos hoy no es solo un evento que aconteció en aquel Pentecostés sino la realidad de que, a partir de ese día, la Iglesia vive un Pentecostés constante: el descenso del Espíritu Santo sobre los fieles. Él, Quien les otorga la potestad y la posibilidad   de   llamar   a   Dios   «Abba,   Padre»  (Gal 4:6); sin Él «nadie puede decir ¡Jesús es el Señor!» (1Cor 12:3), ya que Él, como Jesús nos ha prometido, «os lo enseñará todo y os recordará todo lo que Yo os he dicho» (Jn 14:26).

«De repente vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso, que llenó toda la casa en la que se encontraban»; viento, ruido y fuego siempre han sido señales de la presencia de Dios: el Espíritu Santo que desciende sobre los apóstoles es Dios, es la tercera Persona de la Santísima Trinidad, a Quien anunciamos en el Credo que «con el Padre y el Hijo es juntamente adorado y glorificado».

«Se les aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos.» El icono ilustra las lenguas surgidas de la misma fuente. El mismo Espíritu Santo desciende sobre los reunidos y sobre cada uno de ellos personalmente; se les otorga como un don personal que, aunque obra en ellos a través de diferentes carismas, les une en la fe común, a fin de que formen los miembros diversos pero del mismo cuerpo místico, la Iglesia, cuya Cabeza es el Señor: «Hay diversidad de carismas, pero el Espíritu es el mismo» (1Cor 12:4). Y el bautizado, a su vez, al ser ungido con el santo Crisma, recibe su propio Pentecostés: «el sello del don del Espíritu Santo», como exclama el sacerdote mientras sella el cuerpo del ya discípulo con la Unción.

En el icono, los apóstoles que se presentan son, del lado derecho: Pablo, Juan, Lucas, Andrés, Bartolomé y Felipe; y de lado izquierdo: Pedro, Mateo, Marcos, Santiago, Simón y Tomas. Esta presentación, y en el orden mismo, es la que podemos observar en los iconostasios de todos los templos ortodoxos. Nótese que hay tres apóstoles que realmente no forman parte del grupo de los Doce: Pablo, Lucas y Marcos; la importancia de su obra en la Iglesia hizo necesario que se contaran entre los apóstoles en el recuadro de Pentecostés. El iconógrafo, como un teólogo, expresa el significado de «apóstol» en un sentido más amplio pasando por alto la restricción literal del concepto. Pablo es el apóstol de las naciones, y Marcos y Lucas son dos de los cuatro Evangelistas cuya labor ha sido fundamental en la difusión y conservación de la fe.

El icono también ilustra un detalle expresivo: el rey coronado que representa a las naciones, el cosmos que espera «el Don del Espíritu Santo»; encarcelado en una cueva oscura, que todavía no ha sido iluminado con la Luz de Cristo; un viejo cansado que lleva sobre sí el pecado del hombre caído; rehén del jefe de este mundo, Satanás; humilde y tranquilo, que lleva un lienzo con doce manuscritos que simbolizan las voces de los apóstoles. En pocas palabras, el icono nos ilustra dos planes: el del mundo nuevo, el universo divinizado y ardiente por el fuego divino; y el del rey recluido en su oscuridad, no le satisfacen las joyas de este mundo que lo adornan sino que espera la Luz y anhela la lluvia que viene del cielo e inunda con gracia abundante la tierra sedienta.

La lucha del cristiano es brincar del encerramiento de su mundo inferior a la «estancia superior», donde la flama del Espíritu Santo encenderá su corazón, quemando las espinas del pecado e iluminando todo su ser.

Nuestra Fe y Tradición

Postración en Pentecostés

El domingo de Pentecostés, después de la Divina Liturgia, participaremos en el Servicio de la Postración. Doblamos las rodillas ante el Espíritu Santo que desciende sobre los Apóstoles y sobre toda la Iglesia reunida. ¿Qué es lo que ofrecemos al hacerlo?

Dios como misericordioso no forza nuestra libertad, y nos pide siempre correspondencia y consentimiento, lo que nosotros hoy expresamos en postración ante Él y exclamamos: Espíritu de Verdad, «Ven a habitar en nosotros, purifícanos de toda mancha y salva, Tú que eres bueno, nuestras almas». Amén.

Iglesia Una Santa Católica Apostólica

Nuestro Señor Jesucristo fundó una sola Iglesia. La Iglesia Una, Santa, Católica y Apostólica. El significado de cada una de las características enunciadas es:

UNA: La Iglesia es Una porque es un solo Cuerpo espiritual, tiene una sola Cabeza: Jesucristo, y está animada por un solo Espíritu, el Espíritu de Dios (Ef. 1:22-23, 4:4-6; 1a.Co. 3:11). La unidad de la Iglesia se expresa en la misma confesión de Fe, en la Comunión en las Oraciones y en los Sacramentos.

SANTA: Porque es Santa como su base, Nuestro Señor Jesucristo, y porque en Ella mora el Espíritu Santo, que siempre la santifica (Jn.14:16).

CATÓLICA: “Universal o Ecuménica”, del griego Katholiki. Porque su mensaje está destinado a todos los hombres de todos los lugares, tiempos y pueblos, porque no está limitada por ningún lugar, tiempo, pueblo, sino al contrario, está abierta para todo aquel que desee unirse a ella (Mt 28:18-19). Cabe decir que este término, no es únicamente de carácter geográfico, sino que trasciende el tiempo y el espacio y que su doctrina es permanente.

APOSTOLICA: Porque conserva sin interrupción la doctrina y la sucesión de los dones del Espíritu Santo, desde el tiempo de los Apóstoles (Ef. 2:19-22)

Vida de Santos

San Doroteo de Tiro, Mártir

5 de Junio

El mártir San Doroteo, era un sacerdote de Tiro y obispo de esa diócesis. Durante el reinado de Diocleciano, tras de haber sufrido toda suerte de penurias por la causa de la fe en su ciudad natal, fue por fin desterrado. Un alivio en el rigor de la persecución le permitió regresar al seno de su rebaño y asistir al Concilio de Nicea, en 325. Pero en cuanto Juliano el Apóstata ocupó el trono, se reanudó la persecución y entonces Doroteo huyó de nuevo para refugiarse en Odissópolis, en la Tracia. Sin embargo, hasta ahí le acosaron sus perseguidores, que le descubrieron, le aprehendieron y le apalearon tan brutalmente, que murió a consecuencia de los golpes. Se dice que, por entonces, tenía 107 años.

Sobre el Espíritu Santo

  • “Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí.”

 (Jn 15:26)

  • “Oh Santo Espíritu, ¡qué dulce eres para mi espíritu que no te puedo describir! Pero el alma conoce tu presencia, mientras que otorgas a la mente la paz y al corazón la finura.”
  • “Oh Santo Espíritu, ven y consolida tu morada en nosotros para que todos, con una sola voz, glorifiquemos y alabemos a nuestro Creador: Padre, Hijo y Espíritu Santo.”

San Siluán de Athos

  • “El objeto de la vida Cristiana es obtener el Espíritu Santo. La oración, la vigilia, la obstinación y las obras de caridad que se ejecutan por Cristo, todos son medios para obtener al Espíritu Santo.”

San Serafín de Sarov

  • “Quizás no lo comprendemos y no nos demos cuenta de lo que obra el Espíritu Santo en nosotros, y eso es porque no tenemos la completa pureza y claridad. No obstante que, por alguna vez, sentimos las gotas del Espíritu que, como el rocío, descienden en nuestra alma santificándola. Pues, ¿qué culpa tiene el Espíritu Santo si nuestros ojos están recubiertos y no lo vemos? ¿Qué culpa tiene el Espíritu si, mientras Él por su parte desciende sobre nosotros y sobre cada uno, y en cambio, nosotros somos incapaces de distinguirlo en nosotros mismos o en los demás? ¿Qué culpa tiene el Espíritu Santo si nuestras almas están enfermas y no poseen la transparencia suficiente para la visión del Espíritu y la comprensión de su manifestación? …”

 Patriaraca Ignacio IV

Boletín del 27/05/2012

La Divina Ascensión

y Domingo de los Santos Padres

del Primer Concilio

Oh Cristo, mientras los discípulos
te miraban subir al Padre para sentarte a su lado,
los ángeles se apresuraban clamando:
“Levantad las puertas, levantadlas, 
pues el Rey ascendió a la Gloria de su Luz substancial.”
                                                                                                  Exapostelario
 

Himnos de la Liturgia

Tropario de la Resurrección

Tono 6

Los poderes celestiales aparecieron sobre tu sepulcro;
y los guardias quedaron como muertos;
María se plantó en el sepulcro buscando Tu Cuerpo Purísimo;
sometiste al hades sin ser tentado por él;
y encontraste a la Virgen otorgándole la vida.
¡Oh Resucitado de entre los muertos, Señor, gloria a Ti!

Tropario de la Divina Ascensión

Tono 4

Ascendiste con gloria, oh Cristo Dios nuestro,
y alegraste a tus discípulos con la promesa
del Espíritu Santo confirmándoles con tu bendición
que eres el Hijo de Dios, el Salvador del mundo.

Tropario de los Santos Padres del Primer Concilio

 Tono 8

¡Glorificado eres Tú oh Cristo Dios nuestro,
que cimentaste a los santos padres en la tierra como astros,
por los cuales nos dirigiste a la verdadera fe!
¡oh Misericordioso, gloria a ti!

Condaquio de la Divina Ascensión

Tono 6

Cuando concluiste el plan de nuestra Redención
uniendo a los terrenales con los celestiales,
ascendiste glorioso a Tu lugar, oh Cristo nuestro Dios,
aunque no Te habías desprendido de él,
pues permaneciste siempre firme en él,
y clamando a los que amas:
«Yo estoy con vosotros y nadie estará en contra».

Lecturas Bíblicas

Hechos de los Apóstoles (20: 16-17, 28-36)

En aquellos días: Pablo había resuelto pasar de largo por Efeso, para no perder tiempo en Asia. Se daba prisa, porque quería estar, si le era posible, el día de Pentecostés en Jerusalén. Entonces desde Mileto envió a llamar a los presbíteros de la Iglesia de Efeso. Cuando llegaron donde él, les dijo:

«Tengan cuidado de ustedes y de toda la grey, en medio de la cual les ha puesto el Espíritu Santo como vigilantes para pastorear la Iglesia de Dios, que Él se adquirió con su propia sangre.

Yo sé que, después de mi partida, se introducirán entre ustedes lobos crueles que no tendrán clemencia del rebaño; y también que de entre ustedes mismos se levantarán hombresque hablarán cosas perversas, para arrastrar a los discípulos detrás de sí. Por tanto, vigilen y acuérdense que durante tres años no he cesado de amonestarles día y noche con lágrimas a cada uno de ustedes.

Ahora, hermanos, les encomiendo a Dios y a la Palabra de su Gracia, que tiene poder para edificarlos y darles la herencia con todos los santificados.

Yo de nadie codicié plata, oro o vestido. Ustedes saben que estas manos proveyeron a mis necesidades y a las de mis compañeros. En todo les he enseñado que es así, trabajando, como se debe socorrer a lo débiles y que hay que tener presentes las palabras del Señor Jesús, que dijo: Mayor felicidad hay en dar que en recibir.»

Dicho esto, se puso de rodillas y oró con todos ellos.

Evangelio según San Juan (17: 1-13)

En aquel tiempo, Jesús alzó los ojos al cielo y dijo: «¡Padre!, ha llegado la hora; glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a Ti. Y según le has dado potestad sobre toda carne, dé también vida eterna a todos los que le diste. Y ésta es la vida eterna: que te conozcan a Ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado. Yo te he glorificado en la tierra, y he llevado a cabo la obra que me encomendaste. Ahora glorifícame, ¡oh Padre!, junto a Ti, con la gloria que tenía a tu lado antes que fuese el mundo. He manifestado tu Nombre a los hombres que del mundo me has dado. Tuyos eran, y me los has dado, y han guardado tu palabra. Ahora han conocido que todo lo que me has dado, viene de Ti, porque las palabras que me diste, les he dado; y ellos las han recibido y han conocido verdaderamente que vengo de Ti, y han creído que Tú me enviaste. Yo ruego por ellos, no ruego por el mundo, sino por los que me has dado, porque tuyos son, y todo lo mío es tuyo, y todo lo tuyo es mío; y he sido glorificado en ellos. Yo ya no estoy en el mundo, pero ellos sí están en el mundo; yo voy a Ti. ¡Oh Padre Santo!, guarda en tu Nombre a los que me has dado, para que sean uno, así como Nosotros. Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu Nombre; a los que me has dado, yo los guardaba, y ninguno de ellos se ha perdido, salvo el hijo de la perdición, para que la Escritura se cumpliese. Pero ahora voy a Ti, y digo esto en el mundo, para que tengan en sí mismos mi alegría en su plenitud.»

Mensaje Pastoral

Concilio: camino real

Con la asistencia de unos 318 obispos del orbe, se celebró en Nicea, en el año 325 d.C., el 1er. Concilio Ecuménico de la Iglesia, convocado ciertamente por el emperador Constantino el Grande y presidido, al parecer, por Eustacio, obispo de Antioquía. Destaca la presencia de un grupo numeroso de padres que, por su fe, dieron un ejemplo de vida en Cristo, como los santos Nicolás, obispo de Mira, Espiridión, obispo de Trimitos, Macario, obispo de Jerusalén, y el diácono Atanasio (posteriormente obispo de Alejandría).

En el primer tercio del siglo IV, el pueblo cristiano se encontró dividido y confundido por el discurso de un diácono libio, Arrio, que rechazaba la divinidad de Cristo y enseñaba que el Verbo de Dios era criatura y, por lo tanto, no era ni eterno ni de la misma naturaleza del Padre. Y apuntaba que sólo en forma alegórica se le podía decir «Hijo», «Sabiduría» y  «Poder» de Dios.

El Concilio reunido en la plaza central del palacio imperial de Nicea se enteró de la enseñaza de Arrio y la condenó rotundamente como herética, confirmando la fe establecida en el Evangelio y que la Iglesia sostiene hasta nuestros días: Cristo es «verdadero Dios de Dios verdadero». Con ello, los Padres del Concilio no inventaban un dogma nuevo sino que se mantenían firmes en la doctrina de los santos Apóstoles: «Nosotros estamos en el Verdadero, en su Hijo Jesucristo. Éste es el Dios verdadero y la Vida eterna», dice Juan, el discípulo amado (1Jn 5:20); palabras claras que no aceptan alegoría alguna. Sobre esta base, el concilio formuló su fe en el Padre y el Hijo dictando la parte primera del Credo, el Símbolo de Nicea.

Nuestra Iglesia Ortodoxa enfatiza que los dogmas no son definiciones nuevas o descubrimientos posteriores a la Biblia sino fórmulas y expresiones de la misma fe anunciada «de una vez y para siempre» (Jds: 3). (Es interesante observar que las frases del Credo en su totalidad son bíblicas, excepto la expresión «consubstancial al Padre», que costó mucho trabajo hasta que los Padres la incorporaron en el Símbolo de Fe al corroborar que su sentido equivale precisamente a las palabras de Jesucristo: «Yo y el Padre somos uno.» [Jn 10:30]).

El concilio entonces no es la reunión de unos obispos o teólogos con el afán de tomar ciertas decisiones sino la expresión de la unidad en la fe, la incorporación de las diferentes iglesias locales en el mismo Camino. En sí, la palabra griega σύνοδος (sínodo), traducida como concilio, es compuesta de dos partes que le dan el sentido de «con el camino». Los cristianos en los Hechos de los Apóstoles, se identificaban con el calificativo «seguidores del Camino» (Hch 9:2, 16:17; 19:23; 24:14). Y la autenticidad de los Concilios se debe a la congruencia de su enseñanza con la vida evangélica, con este Camino original.

¿Cómo nosotros, los cristianos de hoy, podemos mantenernos en el Camino? Al igual que los primeros seguidores, que «acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la comunión, a la fracción del pan y a las oraciones» (Hch 2:42).

El interés espiritual y el conocimiento religioso a menudo se desvían, cuando son efectuados individualmente, y concluyen en «ciencia que hincha» (recuérdese que Arrio era un filósofo y muy buen conocedor de las Escrituras); pero quien se mantiene dentro del Concilio y se alimenta de la leche de la vida eclesiástica, crece en «el amor que edifica» (1Cor 8:1).

Hoy, día en que conmemoramos a los Padres del 1er. Concilio Ecuménico, no nada más recordamos sus palabras y categorías dogmáticas sino que también convivimos con ellos en la Reunión Eucarística, asimilamos el Espíritu en el que han vivido y anhelamos la dicha que gozan; ello produce en nosotros una luz de conversión que constantemente corrige nuestro vivir y alumbra nuestra marcha en el camino real.

Nuestra Fe y Tradición

 

El Icono de la Divina Ascensión

Cristo, después de su Resurrección se manifestó varias veces a los discípulos, a las Mirróforas, a más de quinientas personas como nos cuenta San Pablo, y a muchos otros confirmando su Resurrección. Cuarenta días después, ascendió a los cielos. Este acontecimiento, que festejamos el Jueves pasado, nos lo conservó San Lucas en su Evangelio: “mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado al cielo.” (Lc.24, 51).

 

El icono de la Ascensión nos dibuja este pasaje evangélico: Cristo asciende al cielo rodeado de un halo de Luz que expresa su divina Gloria, pero la vestimenta que lleva puesta parece igual a la de los apóstoles. Esto es para expresar que, con su ascensión ha elevado con Él a la naturaleza humana. La Ascensión del Señor no es un traslado de lugar (de la tierra al cielo) sino que significa la salida del espacio de lo creado y el ingreso en el de lo divino, lo eterno. Cristo, elevó nuestra naturaleza humana a donde nunca había estado.

 

La Virgen en el medio del icono eleva sus manos orando en silencio; ella representa a la Iglesia, ya que su seno era el lugar de  reunión entre lo humano y lo divino, así como la Iglesia lo es.

 

Los dos ángeles vestidos de blanco dicen a los apóstoles: “¿Qué hacéis ahí mirando al cielo? Éste que os ha sido llevado, este mismo Jesús, vendrá así tal como le habéis visto subir al cielo.” (Hch.1, 11)

 

Los apóstolos, con su vital movimiento, expresan el gozo de recibir la bendición del Hijo de Dios; tristes por ser separados de Él, pero optimistas por la promesa del Espíritu Santo que haría perpetua la Presencia de Jesús en sus corazones. Algunos de ellos miran hacia la Ascensión pero otros contemplan a la Virgen: ¿cómo en tu seno, el Rey de la Gloria hizo su morada?

 

El icono de la Ascensión es ilustración de la Iglesia cuya Cabeza es nuestro Señor Jesucristo, cuya imagen es la Virgen, y pilares son los Apóstoles.

 

La Santa Tradición de la Iglesia

La vida continua del Pueblo de Dios se llama la Santa Tradición. La Santa Tradición del Antiguo Testamento se expresa en la Biblia, en la vida continua del Pueblo de Israel hasta el nacimiento de Cristo. Esta Tradición se cumple, se completa y se engrandece en la Época del Mesías y en la Iglesia Cristiana.

La Tradición Neotestamentaria o Tradición Cristiana es también conocida como la Tradición Apostólica o la Tradición de la Iglesia. La parte central escrita de esta tradición se encuentra en los escritos del Nuevo Testamento de la Biblia. Los Evangelios y los otros escritos de la Iglesia Apostólica forman el corazón de la Tradición Cristiana y son la principal fuente escrita e inspiración de todo lo que se desarrolló en los siglos siguientes.

Esta Tradición Cristiana es entregada de pueblo a pueblo, en el espacio y el tiempo. La palabra Tradición en sí significa exactamente esto: “lo que es transmitido” o “entregado” de persona a persona. La Santa Tradición, por lo tanto, es lo transmitido de persona a persona, y entregado dentro de la Iglesia desde el tiempo de los apóstoles de Cristo, hasta el día de hoy.

Entre los elementos que constituyen la Santa Tradición de la Iglesia, la Biblia tiene el primer lugar. Enseguida viene la vida litúrgica de la Iglesia  y su oración; después sus decisiones dogmáticas y los actos aprobados en los concilios de la Iglesia; las escrituras de los Padres Santos de la Iglesia; la Vida de los Santos; la ley canónica; y finalmente la tradición iconográfica junto a otras formas inspiradas de expresión artística creativa como la música litúrgica y la arquitectura

Vida de Santos

Santa Teodosia, Virgen y Mártir

29 de Mayo

Constantino Acropolita escribió la vida de Santa Teodosia en el siglo XIV. Dicho autor, que vivía en Constantinopla, cerca de la tumba de la mártir y le profesaba gran devoción, se basó para escribir la biografía en algunos escritos y en la tradición oral. Según cuenta Constantino, Teodosia pertenecía a una noble familia y perdió a sus padres desde muy joven. Más tarde, tomó el velo en el monasterio constantinopolitano de la Resurrección. La santa vivió en la época de los emperadores León el Isáurico y Constantino Coprónimo, quienes trataron de acabar con el culto de las imágenes. Como el emperador diese la orden de destruir una imagen muy venerada de Cristo, Teodosia, a la cabeza de un grupo de mujeres, derribó la escalera en que se hallaba el esbirro que iba a echar abajo la imagen. El hombre murió a consecuencia de la caída. Las mujeres se dirigieron entonces al palacio del pseudopatriarca Anastasio, lo apedrearon, y obligaron a huir al usurpador. Las autoridades castigaron a todas las integrantes de grupo, pero sobre todo a Teodosia, que lo había encabezado. Los verdugos la torturaron en la prisión y la hirieron en el cuello. Teodosia murió poco después, a consecuencia de las heridas.

 Frases Bíblicas

  • Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, vendrá de la misma manera, tal como le habéis visto ir al cielo.  (Hch 1:11)
  • …y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. (Mt 28:20)
  • Y he aquí, yo enviaré sobre vosotros la promesa de mi Padre; pero vosotros, permaneced en la ciudad hasta que seáis investidos con poder de lo alto. (Lc 24:49)

Boletín del 20/05/2012

Domingo de la curación del ciego

“Oh Señor, ilumina mis ojos espirituales
oscurecidos con las tinieblas del pecado;
úntalos con la humildad, oh Misericordioso,
y lávalos con las lágrimas del arrepentimiento.”
                                                                                           Exapostelario
 

Himnos de la Liturgia

Tropario de la Resurrección

Tono 5

Al coeterno Verbo, con el Padre y el Espíritu,
Al Nacido de la Virgen para nuestra salvación,
alabemos, oh fieles, y prosternémonos.
Porque se complació en ser elevado en el cuerpo
sobre la Cruz y soportar la muerte,
y levantar a los muertos por su Resurrección gloriosa.

Condaquio de Pascua

Tono 8

Cuando descendiste al Sepulcro, oh Inmortal,
destruiste el poder del hades; y al resucitar vencedor,
oh Cristo Dios, dijiste a las mujeres Mirróforas:
“¡Regocíjense!” y a tus discípulos otorgaste la paz,
¡Oh Tú que concedes a los caídos la resurrección!

Lecturas Bíblicas

Hechos de los Apóstoles  (16: 16-34)

En aquellos días: sucedió que mientras íbamos a la oración, nos vino al encuentro una muchacha esclava poseída de un espíritu adivino, que pronunciando oráculos producía mucho dinero a sus amos. Nos seguía a Pablo y a nosotros gritando: «Estos hombres son siervos del Dios Altísimo, que les anuncian un camino de salvación.» Venía haciendo esto durante muchos días. Cansado Pablo, se volvió y dijo al espíritu: «En nombre de Jesucristo te mando que salgas de ella.» Y en el mismo instante salió.

Al ver sus amos que se les había ido su esperanza de ganancia, prendieron a Pablo y a Silas y los arrastraron hasta el ágora, ante los magistrados; los presentaron a los pretores y dijeron: «Estos hombres alborotan nuestra ciudad; son judíos y predican unas costumbres que nosotros, por ser romanos, no podemos aceptar ni practicar.» La gente se amotinó contra ellos; los pretores les hicieron arrancar los vestidos y mandaron azotarles con varas. Después de haberles dado muchos azotes, los echaron a la cárcel y mandaron al carcelero que los guardase con todo cuidado. Éste, al recibir tal orden, los metió en el calabozo interior y sujetó sus pies en el cepo.

Hacia la media noche Pablo y Silas estaban en oración cantando himnos a Dios; los presos les escuchaban. De repente se produjo un terremoto tan fuerte que los mismos cimientos de la cárcel se conmovieron. Al momento quedaron abiertas todas las puertas y se soltaron las cadenas de todos. Despertó el carcelero y al ver las puertas de la cárcel abiertas,sacó la espada e iba a matarse, creyendo que los presos habían huido. Pero Pablo le gritó: «No te hagas ningún mal, que estamos todos aquí.»

El carcelero pidió luz, entró de un salto y tembloroso se arrojó a los pies de Pablo y Silas, los sacó fuera y les dijo: «Señores, ¿qué tengo que hacer para salvarme?» Le respondieron: «Ten fe en el Señor Jesús y te salvarás tú y tu casa.» Y le anunciaron la Palabra del Señor a él y a todos los de su casa. En aquella misma hora de la noche el carcelero los tomó consigo y les lavó las heridas; inmediatamente recibió el bautismo él y todos los suyos. Les hizo entonces subir a su casa, les preparó la mesa y se alegró con toda su familia por haber creído en Dios.

Evangelio según San Juan (9: 1-38)

En aquel tiempo, Jesús al pasar, vio a un hombre ciego de nacimiento; sus discípulos le preguntaron: «Maestro, ¿quién pecó, éste o sus padres?» Jesús respondió: «Ni él pecó ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él. Conviene que Yo haga las obras del que me ha enviado mientras es de día; viene la noche cuando nadie puede trabajar. Mientras estoy en el mundo, Yo soy la Luz del mundo.» Dicho esto, escupió en la tierra e hizo lodo con la saliva, y untó con el lodo los ojos del ciego, y le dijo: «Vete y lávate en la piscina de Siloé» (palabra que significa “el enviado”). Él fue y se lavó allí, y cuando volvió veía claramente.

Sus vecinos y los que antes solían verlo pedir limosna decían: «¿No es éste el que se sentaba aquí y pedía limosna?» Unos decían: «Es él», otros en cambio: «No, es uno que se le parece.» Pero él afirmaba: «Sí, soy yo.» Le preguntaban, pues: «¿Cómo se te han abierto los ojos?» Contestó: «Aquel hombre que se llama Jesús hizo un poquito de lodo, me untó los ojos, y me dijo: “Vete a la piscina de  Siloé y lávate allí.” Fui, me lavé, y ahora veo.» Le preguntaron: «¿Dónde está ése?» Respondió: «No lo sé.» Lo llevaron, pues, ante los fariseos al que había sido ciego. Pero es de advertir que ese día en que Jesús hizo el lodo y le abrió los ojos al ciego era sábado. Nuevamente, pues, los fariseos le preguntaban también cómo había recobrado la vista. El les respondió: «Puso lodo sobre mis ojos, me lavé, y veo.» Sobre lo que decían algunos de los fariseos: «No viene de Dios este hombre, pues no guarda el sábado.» Otros decían: «¿Cómo un hombre pecador puede realizar tales señales?» Y había desacuerdo entre ellos. Entonces volvieron a decirle al ciego: «Y tú ¿qué dices del que te ha abierto los ojos?» Respondió: «Que es un profeta.» Pero, por lo mismo, no creyeron los judíos que hubiese sido ciego, hasta que llamaron a sus padres y les preguntaron: «¿Es éste su hijo, de quien dicen que nació ciego? ¿Cómo es que ahora ve?» Sus padres les respondieron: «Sabemos que éste es hijo nuestro, y que nació ciego, pero cómo ahora ve, no lo sabemos, ni tampoco sabemos quién le ha abierto los ojos; pregúntenle a él, edad tiene y puede responder por sí mismo.»

 Esto dijeron sus padres por miedo a los judíos, porque los judíos se habían puesto de acuerdo en echar de la sinagoga a cualquiera que reconociese a Jesús por el Cristo. Por eso dijeron: «Edad tiene: pregúntenle.» Llamaron, pues, otra vez al hombre que había sido ciego, y le dijeron: «¡Da gloria a Dios! Nosotros sabemos que ese hombre es un pecador.» Él respondió: «Si es pecador, yo no lo sé; sólo sé que yo antes era ciego y ahora veo.»

Le replicaron: «¿Qué hizo él contigo? ¿Cómo te abrió los ojos?» Les respondió: «Ya se lo he dicho y no me han oído, ¿por qué quieren oírlo otra vez? ¿Acaso será que también ustedes quieren hacerse discípulos suyos?» Entonces comenzaron a insultarlo. Y le dijeron: «Tú eres discípulo de ése; nosotros somos discípulos de Moisés. Nosotros sabemos que a Moisés le habló Dios, mas éste no sabemos de dónde es.»

Respondió aquel hombre y les dijo: «Aquí está lo extraño: me ha abierto los ojos y ustedes no saben de donde viene… Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, sino que al que teme a Dios y hace su voluntad, a éste le escucha. Desde que el mundo es mundo no se ha oído jamás que alguien haya abierto los ojos de un ciego de nacimiento. Si este hombre no fuese de Dios, no podría hacer nada de lo que hace.» Le respondieron: «Saliste del vientre de tu madre envuelto en pecado, ¿y nos das lecciones?» Y lo echaron fuera. Oyó Jesús que lo habían echado fuera, y encontrándolo, le dijo: «¿Crees en el Hijo de Dios?» Respondió él y dijo: «¿Y quién es, Señor, para que crea en Él?» Le dijo Jesús: «Lo has visto; es el mismo que está hablando contigo.» Él entonces dijo: «Creo, Señor.» Y se postró ante Él.

Mensaje Pastoral

Luz que ilumina a todos

Al pasaje evangélico de hoy, lo podemos llamar «de la Luz». En general, el Evangelio según san Juan sugiere la Luz como sinónimo de la Vida. En este sentido, Cristo dijo: «Yo soy la Luz de mundo», y cuando los fariseos se indignaron de su comentario (Jn 8:12-13), lo mostró con la acción que no deja duda alguna:

«Escupió en la tierra e hizo lodo con la saliva, y untó con el lodo los ojos del ciego», acción que trae a la memoria el relato bíblico sobre la Creación del hombre. Así como Dios con su aliento dio vida al polvo de la tierra y de la nada trajo al hombre a la existencia, de la misma manera Cristo, al ciego cuyos ojos jamás habían conocido la luz (ciego de nacimiento), se la otorgó en abundancia. (La señal era tan maravillosa que dio lugar al comentario de los presentes en el pésame de Lázaro: «Éste, que abrió los ojos del ciego, ¿no podía haber hecho que Lázaro no muriera?» [Jn 11:37]). Cristo no le devuelve al ciego una capacidad que había perdido previamente sino que le otorga lo que le era inexistente.

«Vete y lávate en la piscina de Siloé», le dijo el Señor; él fue y se lavó allí, y cuando volvió veía claramente. En este recorrido de ir y venir, sin lugar a duda, mucha gente lo vio y así la obra del Señor fue predicada y verificada. Pero ante la veracidad de este milagro –ya que el ciego era conocido por todos por ser un limosnero– hubo varias reacciones:

•             Fariseísmo: reglas que cercan a Dios y no le permiten penetrar en la oscuridad de uno mismo; leyes que determinan al hombre y a Dios sus derechos y deberes; círculos viciosos de planteamientos y cerrazón que rechazan la intervención de Dios en su creación; y vanidad mezquina que deduce lo siguiente: «Nosotros sabemos que ese hombre (Jesús) es un pecador.»

•             Apatía: padres del ciego que resultaron los verdaderos ciegos. Su apatía, ingratitud y miedo a que sean echados fuera del concepto común les impidió participar de la luz del milagro. Prefirieron la seguridad de la tibieza a la aventura de estar en la verdad. Se retiraron del gozo con cobardía acudiendo a la apatía enfermiza: «Edad tiene: pregúntenle.»

•             Agradecimiento: una reacción profunda que implica sinceridad y valentía. El ciego iletrado tuvo que enfrentar a los fariseos que se le amontonaron; refutó, con lo que había vivido, sus argumentos y leyes: «Yo les daré una elocuencia y una sabiduría a la que no podrán resistir ni contradecir todos sus adversarios» (Lc 21: 15). Esta gratitud implica también sacrificio (lo echaron fuera), pero paulatinamente lleva al agradecido al conocimiento de Cristo, Luz verdadera: Curador, hombre de Dios, Profeta y, sobre todo, Hijo de Dios y Dios (y se postró ante Él).

La Luz de Cristo ilumina a todos: ¿Cómo reaccionas, oh alma?

Nuestra Fe y Tradición

El “Amén”

Cuando el presbítero exclama “Bendito sea el Reino del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”  o cualquier otra exclamación, el pueblo contesta “Amén”, término que – interpretado en lo general como: así sea- lleva un sentido más fuerte. Pues, el “Amén” lleva un sentido activo. Es la expresión que concluye cada exclamación del sacerdote sellándola por la aceptación, y expresando la participación responsable y esencial de cada fiel y de toda la asamblea en la misma obra litúrgica de la Iglesia.

¿Cómo orar cuando nos falta el tiempo?

¿Con qué palabras orar? ¿Que es lo que deben hacer aquellas persona que no poseen suficiente memoria, quien por escasa instrucción no habían aprendido las oraciones principales y, por fin, quien llanamente no dispone del tiempo para pararse delante de los iconos y leer las oraciones matutinas y vespertinas indicadas?

 Esta pregunta está solucionada en las indicaciones del gran “anciano” San Serafím de Saróv.

 Muchos de los visitantes del anciano monje le confesaban que oraban poco, que ni siquiera leen completas las oraciones matutinas y vespertinas.

 San Serafín había establecido para estas personas una regla de fácil cumplimiento: “Al despertar, cada cristiano que lea delante de los santos iconos la oración de “Padre nuestro” tres veces seguido, en honor de la Santa Trinidad. Luego, el canto a la Virgen “Alégrate, Virgen María…” también tres veces. Y después Credo: “Creo en un solo Dios…” una vez. Al cumplir esta regla, se dedica a sus quehaceres para los que esté puesto o que profese. Y durante el trabajo, sea en casa o por el camino, a donde sea, lee quedamente “Señor Jesucristo, ten piedad de mi, pecador” (o pecadora), y en caso de estar rodeado por otra gente, que siga su trabajo y diga con el pensamiento solo “Señor, ten piedad,” y así hasta el mediodía. Inmediatamente antes del almuerzo que repita la norma matutina. Después de almorzar y haciendo su trabajo, cada cristiano que lea igualmente quedo “Santísima Virgen, salva a mi pecador.” Yendo a dormir, todo cristiano que lea otra vez según la regla matutina, o sea: tres veces “Padre nuestro,” tres veces “Alégrate, Virgen María…” y una vez Credo.

 San Serafín explicaba que ateniéndose a esta pequeña norma, se puede lograr la medida de la perfección cristiana ya que éstas tres oraciones son la base del cristianismo. La primera, como la oración dada por El Propio Señor, es el ejemplo de todas las oraciones. La segunda ha sido traída del cielo por el Arcángel en salutación a la Virgen. Y el Credo contiene en sí todos los dogmas de la fe cristiana.

Igualmente, recomendaba el anciano a leer la “oración de Jesús” durante las labores, caminando, y hasta en la cama, y citaba las palabras del Mensaje a los Romanos: “se salvará todo quien llamara el Nombre del Señor.” Y a los que disponen de tiempo, aconsejaba leer el Evangelio, los salmos y las oraciones de la Iglesia.

Vida de Santos

Santos Elena y Constantino

21 de mayo

Santa Elena nació en el año 270 en Bitinia (junto al Mar Negro). Era hija de un hotelero.

Llegó a esas tierras el general romano Constancio Cloro y, prendado de la belleza de Elena se casó con Ella. Tuvieron un hijo y le llamaron Constantino.

Ya llevaban años de matrimonio cuando Constancio recibió la invitación de Maximiliano, el emperador romano, para ser su colaborador cercano. Pero había una condición: Debía repudiar a su esposa Elena y casarse con la hija del emperador. Constancio, con tal de obtener la codiciada posición, cedió a las demandas del emperador. Elena sufrió 14 años de humillante abandono. Pero aquella gran prueba la llevó a ser una santa cristiana.

Después de la muerte de Constancio Cloro, el hijo de Elena, Constantino, llegó a ser proclamado emperador por el ejército. Aunque era pagano como su padre, aprendió de su madre las enseñanzas cristianas. Cuando se enfrentó con sus enemigos en la batalla del puente Milvio, llevó como estandarte la cruz (en un sueño Cristo le mostraba una cruz y le decía:“Con este signo vencerás”).

Tras la victoria, Constantino decretó que la religión católica tendría en adelante plena libertad (año 313). Así terminó con tres siglos de crueles persecuciones por manos de los emperadores romanos.

Constantino nombró a su madre “Augusta” o emperatriz, y mandó imprimir su rostro en las monedas. Le dio plenos poderes para que empleara el dinero del gobierno en las obras buenas que ella quisiera.

Santa Elena fue a Jerusalén en busca de la cruz de Cristo. Milagrosamente la encontró. En Tierra Santa hizo construir tres templos: uno en el Calvario, otro en el monte de los Olivos y el tercero en Belén.

Según San Ambrosio, Santa Elena, aunque era la madre del emperador, vestía siempre con mucha sencillez y se mezclaba con la gente pobre y aprovechaba de todo el dinero que su hijo le daba para hacer limosnas entre los necesitados. Era muy piadosa, dedicándose horas a la oración.

Sentencias de los Padres del Desierto

Del dominio de sí

  • El abad Daniel contaba que el abad Arsenio pasaba la noche en vela. Después de velar toda la noche, cuando al amanecer quería dormir, por las exigencias de la naturaleza, decía al sueño: «Ven, siervo malo», y sentado dormía furtivamente un poco y en seguida se levantaba.
  • Dijo el abad Teodoro: «La falta de pan extenúa el cuerpo del monje». Pero otro anciano decía: «Las vigilias lo extenúan más».

Boletín del 13/05/2012

Domingo de la Samaritana

Oh Salvador Todopoderoso que hiciste brotar agua
a los hebreos de una roca muda:
al llegar a la tierra de Samaría
hablaste con una mujer pidiéndole agua,
así la atrajiste hacia la fe en Ti,
y ahora ha alcanzado la vida eterna en los cielos.
                                                                                                  Exapostelario

 Himnos de la Liturgia

Tropario de la Resurrección

TONO 4

Las discípulas del Señor aprendieron del Ángel
el alegre anuncio de la Resurrección,
y la sentencia ancestral rechazaron y
se dirigieron con orgullo a los apóstoles diciendo:
¡Fue aprisionada la muerte, Resucitó Cristo Dios
y concedió al mundo la gran misericordia!

Tropario Mediada la Fiesta

Tono 8

Mediada la Fiesta, riega mi alma sedienta 
con las aguas de la devoción,
Tú que exclamaste a todos: “Si alguno tiene sed,
venga a mí y beba.” ¡Oh Fuente de la Vida, Señor, Gloria a Ti!

Condaquio de Pascua

Tono 8

Cuando descendiste al Sepulcro,
oh Inmortal, destruiste el poder del hades;
y al resucitar vencedor, oh Cristo Dios,
dijiste a las mujeres Mirróforas:
“¡Regocíjense!” y a tus discípulos otorgaste la paz,
¡Oh Tú que concedes a los caídos la resurrección!

Lecturas Bíblicas

Hechos de los Apóstoles (11: 19-30)

En aquellos días: los apóstoles que se habían dispersado cuando la tribulación originada a la muerte de Esteban, llegaron en su recorrido hasta Fenicia, Chipre y Antioquía, sin predicar la Palabra a nadie más que a los judíos. Pero había entre ellos algunos chipriotas y cirenenses que, venidos a Antioquía, hablaban también a los griegos y les anunciaban la Buena Nueva del Señor Jesús. La mano del Señor estaba con ellos, y un crecido número creyó y se convirtió al Señor.

La noticia de esto llegó a oídos de la Iglesia de Jerusalén y enviaron a Bernabé a Antioquía. Cuando llegó y vio la gracia de Dios se alegró y exhortaba a todos a permanecer, con corazón firme, unidos al Señor, porque era un hombre bueno, lleno de Espíritu Santo y de fe. Y una considerable multitud se agregó al Señor.

Partió para Tarso en busca de Saulo, y en cuanto le encontró, le llevó a Antioquía. Estuvieron juntos durante un año entero en la Iglesia y adoctrinaron a una gran muchedumbre. En Antioquía fue donde, por primera vez, los discípulos recibieron el nombre de «cristianos».

Por aquellos días bajaron unos profetas de Jerusalén a Antioquía. Uno de ellos, llamado Ágabo, movido por el Espíritu, se levantó y profetizó que vendría una gran hambre sobre toda la tierra, la que hubo en tiempo de Claudio. Entonces los discípulos determinaron enviar algunos recursos, según las posibilidades de cada uno, para los hermanos que vivían en Judea. Así lo hicieron y se los enviaron a los presbíteros por medio de Bernabé y de Saulo.

Evangelio según San Juan (4: 5-42)

En aquel tiempo, llegó Jesús a una ciudad de Samaria llamada Sicar, vecina a la tierra que Jacob dio a su hijo José; allí se encuentra el pozo de Jacob. Jesús, cansado del camino, se sentó junto al pozo. Era como la hora sexta. Vino entonces una mujer samaritana a sacar agua. Le dijo Jesús: «Dame de beber» (Pues sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar comida). Pero la mujer samaritana le respondió: «¿Cómo Tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy una mujer samaritana?» (Porque los judíos no se tratan con los samaritanos). Jesús le respondió: «Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, tú misma le pedirías agua viva y Él te la daría.» Respondió la mujer: «Señor, no tienes con qué sacarla, y además el pozo es muy hondo. ¿Dónde tienes, pues, esa agua viva? ¿Acaso eres tú más que nuestro padre Jacob que nos dio este pozo, del cual bebió él, sus hijos y sus ganados?» Respondió Jesús: «Cualquiera que beba de esa agua, volverá a tener sed; en cambio, el que beba del agua que yo le dé no volverá a tener sed: el agua que yo le dé se convertirá en él en manantial de agua que emanará para vida eterna.» La mujer le dijo: «Señor, dame de esa agua y así ya no sufriré la sed, ni tendré que volver aquí a sacar agua.» Pero Jesús le dijo: «Anda, busca a tu marido y vuelve con él acá.» Respondió la mujer: «No tengo marido.» Le dijo Jesús: «Bien has dicho que no tienes marido, porque has tenido cinco maridos, y el que ahora tienes, no es tu marido. En eso has dicho la verdad.» Le dijo la mujer: «Señor, veo que eres profeta. Nuestros padres adoraron a Dios en este monte, y ustedes los judíos dicen que el sitio donde hay que adorar está en Jerusalén.» Respondió Jesús: «Créeme mujer que llegará el tiempo en que ni en ese monte, ni en Jerusalén adorarán al Padre. Ustedes los samaritanos adoran lo que no conocen, pero nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero ya llega la hora (ya estamos en ella) en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque así quiere el Padre que sean los que lo adoran. Dios es espíritu, y los que lo adoran deben adorarlo en espíritu y en verdad.» La mujer le dijo: «Yo sé que el Mesías (el llamado “Cristo”) está por venir; cuando venga, Él nos revelará todo.» Jesús le dijo: «Yo Soy, el que te está hablando.» En esto llegaron sus discípulos y se extrañaron que hablase con una mujer, pero nadie le dijo «¿qué quieres?», o «¿por qué hablas con ella?» La mujer, dejando allí su cántaro, corrió a la ciudad y dijo a la gente: «Vengan a ver a un hombre que me ha dicho todo cuanto yo he hecho. ¿No será el Cristo?» Salieron, pues, de la ciudad y fueron a verlo.

 Entretanto, los discípulos le insistían: «Maestro, come.» Jesús les dijo: «Yo tengo para comer un alimento que ustedes no conocen.» Se decían los discípulos unos a otros: «¿Le habrán traído de comer?» Pero Jesús les dijo: «Mi comida es hacer la voluntad del que me ha enviado, y dar cumplimiento a su obra. ¿No dicen ustedes: “Dentro de cuatro meses será tiempo de siega”? Pues bien ahora yo les digo: Levanten la vista y miren los campos, y vean que ya están blanqueados para la siega. Ya el segador cobra su paga y recoge fruto para la vida eterna, y con esto el sembrador también participa en la alegría del segador. En esta ocasión, se vale aquel refrán: uno es el que siembra, y otro es el que cosecha. Yo los he enviado a ustedes a cosechar donde no se habían fatigado; otros se fatigaron y ustedes se aprovechan de su fatiga.»

 Muchos samaritanos de aquella ciudad creyeron en Él por las palabras de la mujer, que aseguraba: «Me ha revelado todo cuanto yo hice.» Y cuando llegaron a Él los samaritanos, le rogaron que se quedase allí. En efecto, se detuvo dos días en aquella ciudad, con lo que fueron muchos más los que creyeron en Él por haber oído sus palabras; y decían a la mujer: «Creemos ya no por lo que tú has dicho, sino nosotros mismos lo hemos oído y hemos conocido que Éste es verdaderamente el Salvador del mundo.»

Mensaje Pastoral

Desde el pozo hasta  el martirio

La lectura evangélica de este día enseña una experiencia más sobre el encuentro con el Señor, encuentro que místicamente transforma la vida. La famosa samaritana ascendió en el conocimiento de Jesús gradualmente hasta que llegó a proclamarlo el Señor de su vida.

Cuando esta mujer estaba junto al pozo y buscaba agua para beber, encontró a Jesús. Allá, rodeada con todas sus preocupaciones mundanas, no podía ver en Jesús más que un judío, un hombre común, por lo que le dijo: «¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí que soy una mujer samaritana?» Pues, para ella, Cristo no es más que un hombre extraño que pertenece a una raza enemiga.

Jesús le habló del «agua viva»: quien beba de ella «no volverá a tener sed». Este discurso la llevó a reflexionar sobre la religión y por ello dijo: «¿Acaso eres tú más que nuestro padre Jacob que nos dio este pozo, del cual bebió él, sus hijos y sus ganados?»

A partir de este diálogo «religioso», el Señor despierta en ella la conciencia y el auto examen preguntándole acerca de su marido y de su vida privada en lugar de seguir con cuestionamientos de índole religioso. Cuando sus palabras tocaron la vida y lo moral, Jesús pasa a ser, para ella, un profeta. Los profetas siempre han exigido congruencia entre la religiosidad y el comportamiento, «porque yo quiero misericordia, no sacrificio, dice el Señor» (Os 6:6).

A través de esta puerta vital –la penitencia y el auto conocimiento–, el Señor la introdujo en el tema de la adoración en Espíritu, lejos de las reglas. Le habló de la religión, no como deberes y leyes sino como un amor voluntario y experiencia de la Verdad: «Dios es espíritu, y los que lo adoran deben adorarlo en espíritu y en verdad.» La profundidad de las palabras de Jesús trajo a la memoria de la samaritana las profecías sobre el Mesías: «Yo sé que el Mesías está por venir», y Jesús le dijo: «Yo Soy, el que te está hablando.» Pasa a ser para ella el Cristo esperado, el Salvador del mundo.

Mientras se preocupaba por sus necesidades materiales, lo veía como un hombre común; cuando comenzó a transitar por el mundo de la religión, lo consideró como religioso; cuando entró en sí misma experimentando la penitencia y confesando su realidad, lo admiró como un profeta; finalmente cuando llegó a la adoración en Espíritu y en verdad, a la libertad de la fe, comprendió que era el Mesías. Y lo más grandioso es que en cuanto asimiló que Jesús era el Salvador, se convirtió en una discípula de Él y apóstol: dejó su cántaro, más bien, su vida bajo los pies del Señor y corrió a anunciar a sus compatriotas: «Vengan a ver», y a ofrecer su testimonio, a saber, su martirio. Ella es santa Fotina (iluminada), mártir en Cristo que la Iglesia conmemora el día 26 de febrero. Sus intercesiones sean con nosotros. Amén.

Nuestra Fe y Tradición

Un solo Dios: Una sola naturaleza Divina, Un solo ser Divino.

Lo que el Padre es, así también el Hijo y el Espíritu. Esta es la enseñanza de la Iglesia. El Hijo, nacido del padre, y el Espíritu, procediendo del Padre, comparten la naturaleza divina de Dios, siendo “de una misma esencia” con El (“consubstancial”).

 Así, tal como el Padre es “inefable, inconcebible, invisible, incomprensible, siempre existente, y eternamente el mismo” (la Divina Liturgia de San Juan Crisóstomo), el Hijo y el Espíritu son exactamente iguales. Cada atributo de la divinidad que pertenece a Dios el Padre: vida, amor, sabiduría, verdad, bendición, gloria, santidad, poder, pureza, regocijo, alegría; pertenecen igualmente al Hijo y al Espíritu Santo. El ser, naturaleza, esencia, existencia y vida de Dios el Padre, del Hijo y del Espíritu Santo son absoluta e idénticamente uno y lo mismo.

Vida de Santos

Santo y Gran Mártir Cristóforo

9 de Mayo

San Cristóforo vivió en el siglo tercero, en los tiempos de la persecución cristiana por el emperador Decio (249 —251). Él era de gran estatura, bello y estaba dotado de una fuerza extraordinaria. Siendo él, aun pagano, acusaba a los perseguidores de los cristianos. Decio, al enterarse de que San Cristóforo , poseía una gran fuerza, mandó a sus soldados para que lo traigan. En estos momentos San Cristóforo ya creía en Jesucristo, pero todavía no se había bautizado. En el camino su bastón seco había florecido en sus manos, el cual él utilizaba como báculo de peregrino. A continuación por sus oraciones se multiplicaron los panes, los que no alcanzaban a los peregrinos. Los soldados estaban asombrados por los milagros, creyeron en Jesucristo y junto a Cristóforo tomaron el bautismo del obispo Babillas de Antioquía. Al enterarse él Emperador de que Cristóforo , tomó la fe cristiana, decidió con viveza, persuadirlo para que renuncie a Jesucristo. El encargó a dos mujeres lascivas Callinica y Aquilina para que lo consigan. Pero a cambio de ello, Cristóforo , convirtió a estas mujeres a la fe de Cristo, por lo que ellas fueron sometidas a tormentos. Ellas terminaron como mártires. Los soldados que trajeron a Cristóforo y que se bautizaron, fueron decapitados. Después de ello a Cristóforo, lo arrojaron en un ardiente recipiente de cobre, pero el se quedó ileso. Al sojuzgar al Gran Mártir, con nuevos tormentos, los atormentadores, finalmente, lo decapitaron. Esto aconteció en Licia (en Asia Menor) hacia el año 250. Se venera la memoria de San Cristóforo, tanto en el este como en el oeste, pero principalmente en España. En el occidente vienen para pedirle ayuda en épocas de enfermedades contagiosas y durante los viajes o travesías. Las reliquias del Santo Mártir Cristóforo reposaban en el monasterio de San Dionisio en París, donde estaban enterrados los reyes franceses.

Sentencias de los Padre del desierto

Impureza

  • Decía el abad Pastor: «Como el guardaespaldas está junto al príncipe, preparado para cualquier eventualidad, así también conviene que el alma esté siempre preparada contra el demonio de la impureza».
  • Se cuenta de la abadesa Sara que durante trece años fue violentamente combatida por el demonio de la impureza. Y jamás pidió en su oración verse libre de esa lucha. Solamente decía: «Señor, dame fortaleza».
  • Un anciano dijo: «El desprendimiento, el silencio y la meditación en secreto, engendran pureza».
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