Boletín del 15/08/2018

La Dormición de la Madre de Dios

15 de agosto

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Apóstoles, reúnanse de todas las regiones,
acá en el pueblo de Getsemaní, y acuesten mi cuerpo;
y Tú, Dios mío e hijo, recibe mi alma.
                                                                                    Exapostelario

Himnos de la Liturgia

Tropario de la Dormición

Tono 1

audio127En el parto conservaste la virginidad
y en la Dormición no descuidaste al mundo,
oh Madre de Dios; porque te trasladaste
a la vida por ser la madre de la Vida.  
Por tus intercesiones, salva de la muerte nuestras almas.

Condaquio de la Dormición

Tono 2

A la Madre de Dios, que no descuida su intercesión,
la esperanza indesairable de quienes piden su protección,
no pudieron retenerla ni el sepulcro ni la muerte;
porque siendo la Madre de la Vida fue trasladada a la vida
por Quien habitó en su seno conservándola siempre Virgen.

Lecturas Bíblicas

Carta del Apóstol San Pablo a los Filipenses (2: 5-11)

Hermanos: Haya en ustedes este mismo pensar que en el Cristo Jesús; el cual, teniendo la condición de Dios, no consideró como usurpación el ser igual a Dios, sino que se anonadó a sí mismo tomando la condición de siervo y haciéndose semejante a los hombres; y apareciendo en su porte como hombre, se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo que Dios lo exaltó y le otorgó el Nombre que está sobre todo nombre. Para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, en la tierra y en los abismos, y toda lengua confiese que Cristo Jesús es SEÑOR para gloria de Dios Padre.

Santo Evangelio según San Lucas (10: 38-42, 11: 27-28)

En aquel tiempo, Jesús entró en un pueblo; y una mujer, llamada Marta, lo recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada María que, sentada a los pies de Jesús, escuchaba su palabra mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres. Acercándose, pues, dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude.» Jesús le respondió y dijo: «Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas, mientras que una sola es la necesaria. María ha elegido la parte buena, que no le será quitada.»

Y sucedió que, cuando Él decía estas cosas, alzó la voz una mujer de entre la gente y dijo: «¡Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te criaron!» Pero Él dijo: «Dichosos más bien los que oyen la Palabra de Dios y la guardan.»

Mensaje Pastoral

La Dormición de la Virgen

Apóstoles reúnanse, de los confines todos, en el pueblo de Getsemaní, y acuesten mi cuerpo; y tu, Dios mío e Hijo, recibe mi espíritu.

Si la muerte de un santo es el día óptima para su conmemoración, entonces la Dormición de la santísima Madre de Dios es la fiesta más481989_507805385902509_1949596483_n resplandeciente de ella. La Iglesia se prepara para la fecha del 15 de agosto con vigilia de 15 días, durante los cuales cantamos según nuestra fuerza el canon de Paráclesis (súplicas a la Madre de Dios) implorando la intercesión de la Venerabilísima: «Aquieta el huracán de mis pasiones y la tempestad de mis pecados.»

La celebración es la invocación de la presencia de la Madre de Dios cuya Dormición no ha sido sino un traslado «de la muerte a la vida». Los cantos de la Fiesta resumen dos acontecimientos: el primero es la muerte de la Virgen y la reunión de la Iglesia —los apóstoles, los obispos y los fieles junto con los ángeles— alrededor de su féretro con una tristeza resplandeciente parecida a la del Viernes Santo. (En la tradición de la Iglesia Griega, el día 15 de agosto se cantan a la Virgen Lamentaciones paralelas a las de la Sepultura del Señor). El segundo evento es el traslado de la Virgen en cuerpo a los Cielos. El Condaquio de la Fiesta dice: «A la Madre de Dios […] no pudieron retenerla ni el sepulcro ni la muerte.» y el Tropario: «[…] porque te trasladaste a la vida por ser la madre de la Vida.» Si bien los cuatro Evangelistas —concentrados totalmente en la prédica del Señor, su Pasión y  su Resurrección— no mencionaron nada sobre la Dormición de la Virgen y su Asunción, la Tradición de la Iglesia, desde los primeros siglos, tomó de los evangelios apócrifos los elementos y los detalles de la Fiesta. Nuestra Iglesia Ortodoxa jamás ha considerado el Traslado de la Virgen al Cielo en el cuerpo como un dogma, pero sí, una devoción eclesiástica indudable. Con otras palabras, la Asunción de la Madre de Dios no fue una necesidad salvífica en la Economía Divina, sino un fruto de su culminación en Pentecostés: el Espíritu Santo descendió sobre la Iglesia y se presentó en ella para elevarla al Cielo, y la Asunción de la Virgen no es sino la primicia y la imagen de esta ascensión humana. Por eso la presente Fiesta viene como sierre del año litúrgico que termina en agosto.

Alzó la voz una mujer de entre la gente y dijo: «¡Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te criaron!» Pero Él dijo: «Dichosos más bien los que oyen la Palabra de Dios y la guardan.»

Algunos de los que leen apresurada y seleccionadamente este pasaje evangélico tienden a criticarnos en nuestra fe poniendo en duda la veneración a la Virgen María, como si Jesús regañara a la mujer que veneraba a su Madre. La Iglesia lee precisamente este texto bíblico en las Fiestas de la Madre de Dios —Nacimiento, Presentación en el Templo y Dormición— para alumbrar la lectura correcta del mismo. ¿Es lógico que el Evangelista Lucas, quien menciona el saludo del Ángel a María «Bendita eres entre las mujeres», y recita la oración de la Virgen «desde ahora todas la generaciones me llamarán bienaventurada», y la reverencia de Elizabeth «de donde a mí que la Madre de mi Señor venga a mí», pregunto, es lógico que Lucas muestre que Jesús rechace la veneración a la Virgen? Desde luego que no: Cristo en su respuesta a la mujer atribuye la bienaventuranza de su Madre, antes que todo, al hecho de que ella es de «los que oyen la Palabra de Dios y la guardan.» La selección de la Virgen por Dios para que fuera el instrumento de la encarnación divina no fue accidental, sino porque ella por la oración y vida consagrada «oyó» la palabra de Dios y por la pureza «la guardó», de una manera que sus entrañas volvieron un lugar amplio para recibir al Autor de la creación, y que sus seños dieron de mamar al Alimentador de mundo entero. Entonces la respuesta de Jesús es, más bien, confirmación de la santidad de su Madre, quien «lo guardaba todo en su corazón».

«Se presentó la Reina a tu diestra, adornada y envuelta en vestido entretejido de oro.» Al contemplar la belleza de su virtud, se enciende en nosotros el celo hacia su pureza de tal modo que le pedimos fervorosamente: «Inunda de alegría mi corazón, oh Virgen, que recibiste la plena alegría». Amén.

Nuestra Fe y Tradición

Sobre el Icono de la Dormición de la Madre de Dios

DormitionEl icono de la “Asunción de la Santa Madre de Dios” presenta la dormición de la Virgen Maria y su asunción al cielo por parte de Jesucristo. En el icono de la “Asunción de la Madre de Dios” de Pskov, del siglo XIII, la Virgen, que se ha dormido, se encuentra rodeada por los apóstoles dolientes. Más allá de los apóstoles, están también los santos obispos. En las ventanas vemos a las mujeres, que lloran. En el icono prevalecen tonalidades oscuras y sombrías. Pero el manto sobre el que la Virgen se encuentra es luminoso y esto nos comunica que ella acepta con serenidad y alegría su muerte. En la base de la composición está el triángulo. Los personajes principales son la Madre de Dios, cuyo cuerpo está extendido sobre un catafalco, y Jesucristo, que se yergue sobre de ella y tiene en las manos a un niño fajado de vestidos resplandecientes de color blanco como la nieve. Este niño representa el alma inmaculada de la Virgen María.

La figura de Cristo Salvador es muy vertical. Con ello se afirma la contraposición y la superioridad de la vida inmortal en el reino de los cielos, con la muerte y la limitación de la vida sobre la tierra.

Golpea el dolor de los apóstoles: no entienden todavía la grandiosidad de lo que está sucediendo, del triunfo de la inmortalidad sobre la perfección de la vida terrenal de la Madre de Dios. Solía llevarse el icono de la Dormición a la casa de los moribundos. Esta imagen consolaba y daba paz: en el icono se afirma la inmortalidad del alma y la vida eterna.

La representación, en el mismo icono, al mismo tiempo, de más acontecimientos, fue una práctica normal y no suponía ninguna dificultad en la veneración de la imagen. Tal tradición también existió en el arte europeo, pero se extinguió hacia finales del siglo XV.

La Dormición de la Madre de Dios tuvo lugar en la casa de Juan Evangelista, dónde vivía después de la crucifixión de Cristo. Como es habitual, según la tradición y los cánones del lenguaje simbólico de la iconografía, no se representa la parte interior de la casa, sino las columnitas que marcan el edificio en que se está produciendo el hecho.

En el icono de la Dormición se representan dos espacios distintos. Uno es real: a él pertenecen el lecho de la Virgen, los apóstoles, los santos y el fondo arquitectónico; el otro es místico, es el de Cristo. Ambos espacios están vinculados a la acción mística, la asunción del alma de María: el espacio místico permanece invisible para los que están alrededor del lecho de María.

El Hijo de Dios, nacido de la Virgen, ha tomado semblante corporal y humano, ha venido a tierra y ha vivido en el normal espacio terrenal. Después de la crucifixión y la muerte sobre la cruz, ha resucitado y ha entrado en otro espacio “que no es de este mundo”, y que se indica en los iconos con la mandorla, la aureola, llena de fuerzas celestes: los ángeles “invisibles”.

Vida de Santos

La Dormición de la Virgen

15 de Agosto

Según la Tradicion: Aconteció una vez que la Santísima Virgen María se encontraba orando en el Monte de Eleón (cerca de Jerusalén)Icon_Dormition_02-300x225 cuando se le apareció el Arcángel Gabriel con una rama de palma del Paraíso en sus manos y le comunicó que en tres días su vida terrenal iba a llegar a su fin y que el Señor se La llevará consigo. El Señor dispuso que, para ese entonces, los Apóstoles de distintos países se reunieran en Jerusalén. En el momento del deceso, una luz extraordinaria iluminó la habitación en la cual yacía la Virgen María. Apareció el propio Jesucristo, rodeado de Ángeles y tomó Su purísima alma. Los Apóstoles enterraron el purísimo cuerpo de la Madre de Dios, de acuerdo a Su voluntad, al pie de la montaña de Eleón, en el jardín de Getsemaní, en la gruta donde se encontraban los cuerpos de Sus padres y el de San José. Durante el entierro ocurrieron muchos milagros. Con sólo tocar el lecho de la Madre de Dios, los ciegos recobraban la vista, los demonios eran alejados y cualquier enfermedad se curaba.

Tres días después del entierro de la Madre de Dios, llegó a Jerusalén el Apóstol Tomás que no pudo arribar a tiempo. Se entristeció mucho por no haber podido despedirse de la Virgen María y, con toda su alma, expresó su deseo de venerar Su purísimo cuerpo. Cuando se abrió la gruta donde fue sepultada la Virgen María, Su cuerpo no fue encontrado y sólo quedaron las mantas funerarias. Los asombrados Apóstoles retornaron a su vivienda. Al anochecer, mientras rezaban, oyeron un canto angelical y al levantar la vista pudieron ver a la Virgen María suspendida en el aire, rodeada de Ángeles y envuelta en un brillo de gloria celestial. Ella les dijo a los Apóstoles: “¡Alégrense! ¡Estaré con ustedes todos los días!”

Sentencias de los Padres del Desierto

Caminar de la vida Espiritual

  • El abad Pambo preguntó al abad Antonio: «¿Qué debo hacer?». El anciano contestó: «No confíes en tu justicia; no te lamentes del pasado y domina tu lengua y tu gula.
  •  Dijo San Gregorio: «De todo bautizado Dios exige tres cosas: una fe recta para el alma, dominio de la lengua; castidad para el cuerpo».
  •  El abad Pastor dijo: «La guarda del corazón, el examen de si mismo y el discernimiento, son las  tres virtudes que guían al alma»

Boletín del 12/08/2018

11°  Domingo de Mateo

 

Himnos de la Liturgia

Tropario de la Resurrección

Tono 2

Cuando descendiste a la muerte, oh Vida Inmortal,
mataste al Hades con el rayo de tu divinidad,
y cuando levantaste a los muertos del fondo de la tierra,
todos los poderes Celestiales clamaron:
¡Oh Dador de vida, Cristo Dios, gloria a Ti!

Condaquio de la Transfiguración

Tono 7

Te transfiguraste en el monte, oh Cristo Dios,
y tus discípulos contemplaron tu Gloria según pudieron soportarla;
para que, cuando te viesen crucificado,
percibieran que tu Pasión fue voluntaria
y proclamaran al mundo que Tú eres verdaderamente el Resplandor del Padre.

Lecturas Bíblicas

Primera Carta del Apóstol San Pablo a los Corintios (9: 2-12)

Hermanos: ¡El sello de mi apostolado son ustedes en el Señor! He aquí mi defensa contra mis acusadores: ¿Por ventura no tenemos derecho a comer y beber? ¿No tenemos derecho a llevar con nosotros una mujer como hermana, al igual que los demás apóstoles y los hermanos del Señor y Cefas? ¿Acaso únicamente Bernabé y yo estamos privados del derecho de no trabajar? ¿Quién ha militado alguna vez a costa propia? ¿Quién planta una viña y no come de sus frutos? ¿Quién apacienta un rebaño y no se alimenta de la leche del rebaño?

¿Hablo acaso al modo humano o no lo dice también la Ley? Porque está escrito en la Ley de Moisés: «No pondrás bozal al buey que trilla.» ¿Es que se preocupa Dios de los bueyes? O bien, ¿no lo dice expresamente por nosotros? Por nosotros ciertamente se escribió, pues el que ara, en esperanza debe arar; y el que trilla, lo hace con la esperanza de recibir su parte. Si en ustedes hemos sembrado lo espiritual, ¿es gran cosa que segaremos de ustedes lo material? Si otros participan de este derecho sobre ustedes, ¿cuánto más nosotros? Sin embargo, nunca hemos hecho uso de este derecho. Al contrario, todo lo soportamos para no crear obstáculo alguno al Evangelio de Cristo.

Evangelio según San Mateo (18: 23-35)

Dijo el Señor a sus discípulos: «El Reino de los cielos es semejante a un rey que quiso ajustar cuentas con sus siervos. Al empezar a ajustarlas, le fue presentado uno que le debía diez mil talentos. Como no tenía con qué pagar, ordenó el señor que fuese vendido él, su mujer y sus hijos y todo cuanto tenía, y que se le pagase. Entonces el siervo se echó a sus pies, y postrado le decía: “Ten paciencia conmigo, que todo te lo pagaré.” Movido a compasión el señor de aquel siervo, le dejó en libertad y le perdonó la deuda. Al salir de allí, aquel siervo se encontró con uno de sus compañeros que le debía cien denarios; lo agarró y, ahogándolo, le decía: “Paga lo que debes.” Su compañero, cayendo a sus pies le suplicaba: “Ten paciencia conmigo que ya te pagaré.” Pero él no quiso, sino que fue y lo echó en la cárcel hasta que pagase lo que debía. Al ver sus compañeros lo ocurrido, se entristecieron mucho, y fueron a contar a su señor todo lo sucedido. Su señor entonces le mandó llamar y le dijo: “Siervo malvado, yo te perdoné a ti toda aquella deuda porque me lo suplicaste. ¿No debías tú también compadecerte de tu compañero, del mismo modo que yo me compadecí de ti?” Y encolerizado su señor, lo entregó a los verdugos hasta que pagase todo lo que debía. Esto mismo hará con ustedes mi Padre celestial, si no perdonan de corazón cada uno a su hermano.»

Mensaje Pastoral

¡Perdona nuestras deudas!

El rey que aparece en la parábola es el Señor, a Quien pertenece «el poder de la remisión de los pecados». Parece que el Reino de Dios requiere justicia, y que el Señor ajustará cuentas con los siervos. Pero los criterios de su juicio difieren de lo humano: la justicia de Dios es su amor, y eso explica la contradicción aparente en las dos frases del Salmo que leemos en el servicio de Completas: «atiéndeme con tu justicia / y no entres en juicio con tu siervo» (Sal 142:2). Pues «atiéndeme con tu justicia» –a saber, con tu misericordia– remata con «no entres en juicio con tu siervo», ya que nadie tiene el mérito y la dignidad sino por la Gracia de Dios.

En la parábola, el amo juzgó a su siervo de la misma manera; pues si lo hubiera juzgado según nuestra justicia humana, hubiera sido vendido «él, su mujer y sus hijos y todo cuanto tenía». Pero la diferencia entre los juicios del Señor y los nuestros es tan grande como la diferencia entre misericordia y derechos, entre amor e intereses, entre perdón y venganza.

Los números que la parábola menciona son dignos de atención. Pues mientras el siervo debía al Señor diez mil talentos (diez mil era el número más grande de aquel tiempo), el otro siervo le debía solamente cien denarios. ¿Qué es lo que un hombre le puede deber a otro? Algún dinero, servicio o maltrato; pero a Dios le debemos todo. Si contempláramos la grandeza de los divinos dones para con nosotros, comprenderíamos lo inalcanzable que es su amor y que nuestra deuda es imposible de pagar.

La parábola deja en claro porqué el Rey condenó al siervo: no por estar endeudado sino por ser «siervo malvado»; no por la gran deuda que debía sino por la pequeña que no perdonaba.  Nuestro pecado consiste en que no tratamos al prójimo de la manera con la que Dios nos atiende.

«Perdona nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores.» Nuestra actitud horizontal (con nuestros deudores) condiciona nuestra petición vertical (perdona nuestras deudas). Cada vez que digamos esta frase en el «Padre nuestro», cuidemos que nuestra petición no sea propia condenación sino un gemido que atraiga la ternura de Dios y ablande la dureza de nuestro corazón.

«No será justificado ante Ti ningún viviente» (Sal 142:2) sino el que se apiada del prójimo y olvida sus ofensas. Amén.

Nuestra Fe y Tradición

El Altar

El Altar o Santa Mesa es el corazón y el punto central del templo ortodoxo. Aquí se ofrecen los dones eucarísticos de pan y vino al Padre como Cristo nos mandó hacer. El Santo Altar, generalmente de forma poliédrica rectangular, esta separado de los muros y usualmente cubierto de manteles. Al centro se pone un tabernáculo, con la Santa Comunión reservada para los enfermos, y detrás de él, los candelabros. El Libro de los Evangelios se encuentra siempre en la Santa Mesa, aun cuando la Divina Liturgia no se esté celebrando. En el Santuario detrás de la Santa Mesa, hay una Cruz grande, frecuentemente con la figura de Cristo pintada en ella.

Vida de Santos

La Dormición de la Virgen

15 de Agosto

Según la Tradicion: Aconteció una vez que la Santísima Virgen María se encontraba orando en el Monte de Eleón (cerca de Jerusalén)Icon_Dormition_02-300x225 cuando se le apareció el Arcángel Gabriel con una rama de palma del Paraíso en sus manos y le comunicó que en tres días su vida terrenal iba a llegar a su fin y que el Señor se La llevará consigo. El Señor dispuso que, para ese entonces, los Apóstoles de distintos países se reunieran en Jerusalén. En el momento del deceso, una luz extraordinaria iluminó la habitación en la cual yacía la Virgen María. Apareció el propio Jesucristo, rodeado de Ángeles y tomó Su purísima alma. Los Apóstoles enterraron el purísimo cuerpo de la Madre de Dios, de acuerdo a Su voluntad, al pie de la montaña de Eleón, en el jardín de Getsemaní, en la gruta donde se encontraban los cuerpos de Sus padres y el de San José. Durante el entierro ocurrieron muchos milagros. Con sólo tocar el lecho de la Madre de Dios, los ciegos recobraban la vista, los demonios eran alejados y cualquier enfermedad se curaba.

Tres días después del entierro de la Madre de Dios, llegó a Jerusalén el Apóstol Tomás que no pudo arribar a tiempo. Se entristeció mucho por no haber podido despedirse de la Virgen María y, con toda su alma, expresó su deseo de venerar Su purísimo cuerpo. Cuando se abrió la gruta donde fue sepultada la Virgen María, Su cuerpo no fue encontrado y sólo quedaron las mantas funerarias. Los asombrados Apóstoles retornaron a su vivienda. Al anochecer, mientras rezaban, oyeron un canto angelical y al levantar la vista pudieron ver a la Virgen María suspendida en el aire, rodeada de Ángeles y envuelta en un brillo de gloria celestial. Ella les dijo a los Apóstoles: “¡Alégrense! ¡Estaré con ustedes todos los días!”

Sentencias de los Padres del Desierto

Caminar de la vida Espiritual

  • El abad Pambo preguntó al abad Antonio: «¿Qué debo hacer?». El anciano contestó: «No confíes en tu justicia; no te lamentes del pasado y domina tu lengua y tu gula.
  •  Dijo San Gregorio: «De todo bautizado Dios exige tres cosas: una fe recta para el alma, dominio de la lengua; castidad para el cuerpo».
  •  El abad Pastor dijo: «La guarda del corazón, el examen de si mismo y el discernimiento, son las  tres virtudes que guían al alma»

Boletín del 05/08/2018

Décimo Domingo de San Mateo

Memoria de La Transfiguración de nuestro Señor Jesucristo

Oh Verbo Luz inmutable, Luz del Padre sin nacimiento:
con tu luz, que apareció hoy en el Monte Tabor,
hemos visto al Padre Luz y al Espíritu Luz que iluminan toda la creación.
                                                                                                                   Exapostelario

Himnos de la Liturgia

Tropario de la Resurrección

Tono 1

Cuando la piedra fue sellada por los judíos y
tu purísimo cuerpo fue custodiado por los guardias,
resucitaste al tercer día, oh Salvador,
concediendo al mundo la vida. Por lo tanto,
los poderes celestiales clamaron a Ti:  Oh Dador de Vida,
Gloria a tu Resurrección, oh Cristo, gloria a tu Reino,
gloria a tu plan de salvación, oh Único, Amante de la humanidad.

Tropario de la Transfiguración

Tono 7

Te transfiguraste en el Monte, oh Cristo Dios,
revelando a los discípulos tu Gloria según pudieran soportarla.
¡Que tu eterna luz resplandezca sobre nosotros, pecadores!
Por la intercesión de la Madre de Dios, oh Dador de Luz, ¡gloria a Ti

Condaquio de la Transfiguración

Tono 7

Te transfiguraste en el monte, oh Cristo Dios,
y tus discípulos contemplaron tu Gloria según pudieron soportarla;
para que, cuando te viesen crucificado,
percibieran que tu Pasión fue voluntaria
y proclamaran al mundo que Tú eres verdaderamente el Resplandor del Padre.

Lecturas Bíblicas

Primera Carta del Apóstol San Pablo a los Corintios   (4: 9-16)

Hermanos: Pienso que a nosotros, los apóstoles, Dios nos ha asignado el último lugar, como condenados a muerte, puestos a modo de espectáculo para el mundo, los ángeles y los hombres. Nosotros, necios por amor a Cristo; ustedes, sabios en Cristo. Débiles nosotros; mas ustedes, fuertes. Ustedes honrados; mas nosotros, despreciados. Hasta el presente, pasamos hambre, sed, desnudez. Somos abofeteados, y andamos errantes. Nos fatigamos trabajando con nuestras manos. Si nos insultan, bendecimos. Si nos persiguen, lo soportamos. Si nos difaman, rogamos. Hemos venido a ser, hasta ahora, como la escoria del mundo y el desecho de todos.

No les escribo estas cosas para avergonzarlos, sino más bien para amonestarlos como a mis hijos queridos. Pues aunque hayan tenido miradas de pedagogos en Cristo, no han tenido muchos padres: pues yo los engendré en Cristo Jesús, por medio del Evangelio. Les ruego, pues, que sean mis imitadores.

Evangelio según San Mateo (17: 14-22)

En aquel tiempo, se acercó a Jesús un hombre que, arrodillándose ante Él, le dijo: «Señor, ten piedad de mi hijo que es epiléptico y sufre demasiado, pues muchas veces cae en el fuego y muchas en el agua. Se lo he presentado a tus discípulos, pero ellos no han podido curarlo.» Jesús respondió: «¡Oh generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo estaré con ustedes? ¿Hasta cuándo habré de soportarlos? ¡Tráiganmelo acá!» Jesús le increpó y el demonio salió de él, y quedó sano el niño desde aquel momento. Entonces los discípulos se acercaron a Jesús, en privado, y le dijeron: «¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?» Les respondió: «Por su poca fe, porque en verdad les digo, que si tienen fe como un grano de mostaza, dirán a este monte: “Desplázate de aquí allá”, y se desplazará, y nada les será imposible. Esta clase con nada puede ser arrojada sino con la oración y el ayuno.» Yendo un día juntos por Galilea, les dijo Jesús: «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y al tercer día resucitará.»

Mensaje Pastoral

Luz de Tabor

Este acontecimiento extraordinario es relatado por los tres evangelistas sinópticos relacionándolo con el anuncio que el Señor hizo sobre su próxima Pasión. Jesús eligió a Pedro, Santiago y Juan, sus más cercanos y excelentes discípulos, quienes estuvieron con Él en los momentos más solemnes e importantes de su vida terrenal.
Y los lleva aparte a un monte alto. Los evangelistas no mencionan el nombre de este monte; sin embargo, las antiguas tradiciones cristianas, a partir del Siglo III, testimonian que se trata del monte Tabor, situado en Galilea, al sur de Nazaret, con una elevación de 560 metros de altura. Algunos exégetas prefieren considerar que es el monte Hermón, en el sur de Líbano; eso cuadra mejor con el contexto bíblico, porque el evangelista Mateo nos cuenta que, previamente al acontecimiento, Jesús llegó a la Cesarea de Filipo (Mt 16:13), que está cerca del Hermón. Además, decir monte alto concuerda más con el Hermón que con el Tabor.
En el icono de la Transfiguración, Cristo resplandece como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz, alumbrando también todo su alrededor: el monte y la naturaleza entera reflejan esta luz adquiriendo un color dorado en vez del color natural de la tierra, porque la creación espera «ser liberada de la servidumbre de la corrupción para participar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios» (Rom 7:21). Elías y Moisés –ilustrados hábil y simbólicamente en un tamaño menor al del Señor– se inclinan ante Él: Elías señala con su mano que Cristo es el cumplimiento de las profecías, y Moisés lleva las Tablas de la Ley y las inclina y dirige hacia el Creador: «La Ley fue dada por Moisés, pero la Gracia y la Verdad nos han llegado por Jesucristo» (Jn 1:17). Cristo bendice con su mano derecha, y con la izquierda lleva un pergamino que simboliza su misión salvífica: Él iba hacia la Pasión por su propia voluntad.
En contraste con la paz y devoción de la expresión de Elías y Moisés, los tres discípulos se cayeron por temor, y lo confirma el gesto de las sandalias caídas que, en el arte iconográfico, ilustra un temor grande. Juan y Santiago ni podían mirar hacia el Señor, su rostro muestra un asombro profundo; en cambio, Pedro (del lado izquierdo), con su carácter impulsivo y audaz, trata de asomarse detrás de la vestimenta con la que tapa su rostro, para expresarle al Señor su deleite y admiración por lo visto y su deseo para permanecer en este Reino todo el tiempo que se pueda, diciéndole: «Señor, bueno es estarnos aquí. Si quieres, haré aquí tres tiendas, una para Ti, otra para Moisés y otra para Elías.» Cristo transfigurado no le contesta, sino que la voz de Padre le dice: «Éste es mi Hijo amado, en Quien me complazco: escúchenlo.» Pues para gozar de la gloria y belleza del Reino se tiene que pasar a través de la escucha y la observación de la palabra del Hijo amado.
Dado que la iconografía no se preocupa por la secuencia histórica ya que su contenido es la eternidad, el iconógrafo suele presentar en el mismo cuadro la subida de Cristo con los discípulos al monte (de lado izquierdo), y también la bajada (de lado derecho) cuando les decía: «No cuenten a nadie lo que han visto, hasta que el Hijo del hombre haya resucitado de entre los muertos.» San Pedro en su Segunda Carta –después de la Resurrección de nuestro Señor– da constancia de ello como testigo ocular: «Porque (Jesús) recibió de Dios Padre honor y gloria, cuando la sublime Gloria le dirigió esta voz: “Éste es mi Hijo amado en quien me complazco.” Nosotros mismos escuchamos esta voz, venida del cielo, estando con Él en el monte santo» (2Pe 1:17-18).
Pedro, siempre en su Segunda Carta, incita a los fieles a que vivan y gocen de la misma experiencia: «para que os hicierais partícipes de la naturaleza divina» (2Pe 1:4). La Luz de Tabor, a lo largo de la cristiandad recta, ha envuelto a los «puros del corazón», a los amigos de Dios, con el conocimiento divino –no teórico y racional sino verdadero y convivencial–; esta Luz no es sino Dios mismo, quien «ha brillado en nuestros corazones –dice san Pablo–, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios, en la faz de Jesucristo» (2Cor 4:6). San Gregorio Palamás (Siglo XIV), como otro testigo ocular, defendió esta postura bíblica y ortodoxa: la lucha cristiana (oración, ayuno, vida sacramental, virtud, humildad, penitencia…) procura la purificación que abre el corazón a la Gracia, Luz divina, que transforma el cuerpo en templo del Espíritu Santo, y traslada al hombre a las alturas de Tabor.

Nuestra Fe y Tradición

La Transfiguración y la Cruz

Si contemplamos el icono que está en la parte oriental de la Catedral Bizantina de San Apolinario en Ravinna, Italia del Norte, podemos admirar el icono de la Transfiguración que se remonta al siglo XI donde la iconografía todavía se prestaba del simbolismo que dominaba en los primeros Siglos del arte cristiano. En presentación del Cristo Transfigurado podemos ver una Cruz adornada, con una medalla en medio con el Rostro de Jesús, acompaña la Cruz del lado superior la escritura griega ΗΧΘΥΣ (pez) cuyas letras son las iniciales de (Jesús Cristo Hijo de Dios Salvador) y de lado inferior la frase latina “Salusmundi” (Salvación del mundo). Abajo podemos ver tres ovejas que simbolizan a los tres discípulos que participaron en el evento divino: Pedro, Juan y Santiago; y a los dos lados de la cruz están presentados de un modo iconográfico Moisés y Elías tal como el texto bíblico lo ilustra.

Es digna de reflexión la presentación de Cristo Transfigurado como una Cruz. En realidad la Transfiguración ocurrió durante la última subida de Jesús a Jerusalén, eso es, previamente a la Pasión. (De hecho en la Tradición de la Iglesia Católica Romana la lectura evangélica de la Transfiguración se ubica en el Segundo Domingo de la Cuaresma, o sea, previamente a la Semana Santa). Además hay interesantes elementos de similitud entre lo sucedido en el monte y lo sucedido en Getsemaní: en ambas situación Jesús llevó consigo a los mismos tres discípulos y en la noche. Los mismos que “contemplaron su gloria” tenían que presenciar su agonía. La Cruz y la Transfiguración forman un camino único.

El contexto bíblico confirma este sentido espiritual esencial de la Transfiguración. Al iniciar los el Evangelistas el relato de la Transfiguración diciendo “Seis días después” (Lucas dice: “Ocho días después”), ilustran una relación estrecha con lo acontecido previamente. Pedro confiesa que Jesús es “el Cristo, el Hijo de Dios vivo”, luego Jesús anuncia la Pasión y la crucifixión, además exhorta a sus seguidores a la negación de sí mismo: “Si alguno quiere venir atrás de Mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame.” Y la consecuencia final es hablarles de “algunos que no gustarán la muerte hasta que vean al Hijo del hombre venir en su Reino.”

“Seis días después”… la Transfiguración. Pues, “algunos” (Pedro, Santiago y Juan) apreciaron en la Transfiguración “al Hijo del hombre venir en su Reino”. Este Reino no es alcanzado sino por asumir la Cruz. Durante la Transfiguración aparecieron Moisés y Elías y, según San Lucas, hablaban con Él sobre “su partida que iba a cumplir en Jerusalén”. Entonces no podemos entender la Transfiguración sino a la luz de la Pasión y viceversa. Dice el Condaquio de la Fiesta: “Te transfiguraste en el monte… para que, cuando te viesen crucificado, percibieran que tu Pasión fue voluntaria.”

Efectuada la Transfiguración, como experiencia dulce y gloriosa, los discípulos querían extender su estancia más tiempo –o todo el tiempo– sobre el monte de Tabor: «Maestro, bueno es estarnos aquí. Vamos a hacer tres tiendas, una para Ti, otra para Moisés y otra para Elías» (Mc 9: 5). Pero el Señor ignoró su propuesta y decidió bajar del monte de la Transfiguración con ellos para encontrarse con el epiléptico, con el hombre y sus angustias. La Gloria de Cristo, que se manifestó entre los discípulos –y por ellos sobre toda la Iglesia–, no es una ilusión pasiva y apática que satisface los sentimientos y emociones del hombre sino una Luz activa que enfrenta al mundo: enfrenta al dolor y lo transforma en consuelo y curación, enfrenta a la tristeza y la convierte en esperanza, enfrenta a la pasión y la transmuta en amor a Dios y al prójimo.

Cristo no pretende con llevarlos a Tabor a  que se aíslen del sufrimiento del mundo, más bien, que se involucren en él. No se trata entonces de un escape de la realidad de este mundo sino de un acompañamiento salvador “Aunque ande en medio de la sombra de la muerte, miedo no tendré, porque conmigo estás (Salmo 22). Entonces, “cualquier visión de una transfiguración cósmica que no viene a través de la asunción de la cruz, de la negación propia y de una compasión práctica es mero sentimentalismo”, dice el obispo Kallistos Waire.

Los iconos vistos desde la Transfiguración

Al hablar de los iconos, es necesario hacerlo de “una gracia que lleva la luz de Cristo”. En la iconografía ha encontrado su expresión una ciencia ortodoxa, el hesicasmo: Dios es desconocido en su esencia. Pero este Dios se manifiesta con su gracia a través de una energía divina que Él infunde en el mundo. Dios emana luz en el mundo.

Como enseñaba San Gregorio Palamas (1296-1359), Jesucristo es la Luz, y su enseñanza es la iluminación de los hombres. De una forma aceptable para los hombres, esta luz divina fue manifestada por Jesucristo a sus discípulos más próximos sobre el monte Tabor: “… Jesús toma consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los lleva aparte, a un monte alto. Y se transfiguró delante de ellos: su rostro se puso brillante como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. En esto, se les aparecieron Moisés y Elías, que conversaban con él” (Mt 17,1-3).

La luz de la Trasfiguración sobre el Tabor no era ni sensual ni material, y los apóstoles iluminados por ella eran dignos de ver la no carnal “luz sobrenatural”.

La luz en la ortodoxia, bajo la influencia del hesicasmo, ha adquirido un significado especial y un sentido específico. Todo lo que hay que hacer con Dios está penetrado por un esplendor divino y lleva a la luz. El mismo Dios en su inaccesibilidad e incomprensibilidad es una “oscuridad sumamente clara”.

¿Cómo mostrarlo, aunque podamos usar el lenguaje de los símbolos? ¿Cómo podemos representar este “esplendor blanco como la luz” en la escena de la Trasfiguración? Los pintores de los iconos han intentado hacer lo imposible. Si han tenido éxito, podemos juzgarlo por las imágenes de la “Trasfiguración” que han llegado hasta nosotros.

Las energías divinas han agitado la tierra, y más sutilmente se hacen evidentes los bordes de las colinas del icono, “…una nube luminosa los cubrió con su sombra y de la nube salía una voz que decía: Este es mi Hijo amado, en quien me complazco; escuchadle”. Y los apóstoles cayeron por tierra llenos de miedo, tapándose los ojos con las manos.

La figura de Cristo emana una luz increible, que lleva al mundo la gracia y la iluminación espiritual. Sus rayos están diseñados en el icono con pinceladas doradas, que se propagan radialmente desde su Fuente inexplicable.

Vida de Santos

La Transfiguración de Nuestro Salvador

6 de agosto

Los Evangelistas Mateo, Marco y Lucas relatan la Transfiguración de Jesucristo sobre el monte Tabor, cuando Su aspecto cambió y se hizo luminoso. He aquí, como relata el Evangelista Mateo la Transfiguración del Salvador:

“Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan su hermano, y los llevó aparte a un monte alto; y se transfiguró delante de ellos, y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz. Y he aquí les aparecieron Moisés y Elías, hablando con él. Entonces Pedro dijo a Jesús: Señor, bueno es para nosotros que estemos aquí; si quieres, hagamos aquí tres tiendas: una para ti, otra para Moisés, y otra para Elías. Mientras él aún hablaba, una nube de luz los cubrió; y he aquí una voz desde la nube, que decía: Éste es mi Hijo amado, en quien he mostrado mi complacencia; a él oíd. Al oír esto los discípulos, se echaron sobre sus rostros, y tuvieron gran temor. Entonces Jesús se acercó, los tocó y dijo: Levantaos y no temáis. Y alzando ellos los ojos, a nadie vieron sino a Jesús solo. Cuando descendieron del monte, Jesús les mandó, diciendo: No digáis a nadie la visión, hasta que el Hijo del Hombre resucite de los muertos. Entonces sus discípulos le preguntaron, diciendo: ¿Por qué, pues, dicen los escribas que es necesario que Elías venga primero? Respondiendo Jesús, les dijo: En verdad, Elías viene primero, y restaurará todas las cosas. Mas os digo que Elías ya vino, y no le conocieron, sino que hicieron con él todo lo que quisieron; así también el Hijo del Hombre padecerá de ellos. Entonces los discípulos comprendieron que les había hablado de Juan el Bautista” (Mat. 17:1-12).

Sentencias de los Padres Desierto

Virtud
  • El abad Zenón, discípulo del abad Silvano, decía: «No habites en un lugar famoso, ni vivas con un hombre de gran reputación, ni pongas cimientos a la habitación que te construyas».
  • Dijo abad Pastor: «Enseña a tu corazón a cumplir lo que a otros enseñas con tus palabras». Y añadió: «Los hombres cuando hablan parecen perfectos. Al cumplir lo que dicen no lo son tanto».
  • Se decía del abad Arsenio y del abad Teodoro de Fermo que por encima de todo aborrecían la vanagloria. El abad Arsenio no acudía fácilmente a las llamadas de sus visitantes. El abad Teodoro sí acudía, pero era como una espada para él.

Boletín del 29/07/2018

9° Domingo de Mateo

 

Oh Señor, cuando entraste estando las puertas cerradas,
llenaste de tu Santísimo Espíritu a tus discípulos,
soplando sobre ellos diciéndoles: “Atad y desatad los pecados”
y después de ocho días a Tomás mostraste tus manos y costado.
Nosotros junto con él te clamamos: Tú eres el Señor y Dios.
                                                                                                               Exapostelario

Himnos de la Liturgia

Tropario de la Resurrección

Tono 8

audio129Descendiste de las alturas, oh Piadoso,
y aceptaste el entierro de tres días para
librarnos de los sufrimientos.
Vida y Resurrección nuestra, oh Señor, gloria a ti.
 

Condaquio de la Transfiguración

Tono 7

Te transfiguraste en el monte, oh Cristo Dios,
y tus discípulos contemplaron tu Gloria según pudieron soportarla;
para que, cuando te viesen crucificado,
percibieran que tu Pasión fue voluntaria
y proclamaran al mundo que Tú eres verdaderamente el Resplandor del Padre.

Lecturas Bíblicas

Primera Carta del Apóstol San Pablo a los Corintios (3:9-17)

Hermanos: Nosotros somos colaboradores de Dios, entonces ustedes, labranza de Dios, edificación de Él. Conforme a la Gracia de Dios que me fue dada, yo, como hábil arquitecto, puse el cimiento, y otro construye encima. ¡Mire cada cual cómo construye! Pues nadie puede poner otro  cimiento que el ya está puesto: Jesucristo. Y si uno construye sobre este cimiento con oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, paja, la obra de cada cual quedará al descubierto; la manifestará el Día, que ha de revelarse por el fuego. Y la calidad de la obra de cada cual, la probará el fuego. Aquél, cuya obra, construida sobre el cimiento, resista, recibirá la  recompensa; mas aquél, cuya obra quede abrasada, sufrirá la  pérdida. Él, no obstante, se salvará, pero como a través del  fuego.

¿No saben que son templo de Dios y que el Espíritu de Dios  mora en ustedes? Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo  destruirá a él; porque sagrado es el templo de Dios, que lo son  ustedes.

Evangelio según San Mateo (Mt. 14: 22-34)

En aquel tiempo, Jesús obligó a  los discípulos a subir a la barca y a ir por delante de Él a la otra orilla, mientras Él despedía a la gente. Después de despedir a la  gente, subió al monte a solas para orar; al atardecer estaba allí solo. La  barca se hallaba ya distante de la tierra muchos estadios,  zarandeada  por las olas, pues el viento era  contrario. Y en la madrugada vino Él  hacia ellos, caminando sobre el mar.  Los discípulos viéndolo caminar  sobre el mar, se turbaron y decían: «Es un fantasma», y de miedo se  pusieron a gritar. Pero al instante les  habló Jesús diciendo: «¡Ánimo, que  soy Yo! No teman.» Pedro le  respondió: «Señor, si eres Tú,  mándame que vaya hacia Ti sobre  las aguas.» «¡Ven!», le dijo. Bajó  Pedro de la barca y se puso a  caminar sobre las aguas yendo hacia  Jesús. Pero, viendo la violencia del  viento, le entró miedo y, como  comenzara a hundirse, gritó: «¡Señor,  sálvame!» Al punto Jesús, tendiendo  la mano, lo agarró y le dijo: «Hombre  de poca fe, ¿por qué dudaste?»  Subieron a la barca y amainó el  viento. Y los que estaban en la barca  se postraron ante Él diciendo: «Verdaderamente eres el Hijo de  Dios.» Terminada la travesía,  llegaron a tierra en Genesaret.

Mensaje Pastoral

Fe dinámica

 En la lectura evangélica de este día, Jesús ratifica a sus discípulos lo que les había mostrado en la multiplicación de los panes. Dios, Quien proveyó  awalking_on_waterl Israel en el Antiguo Testamento y envió el maná para sostenerlo, una vez más da de comer a su nuevo pueblo; y he aquí que viene caminando sobre las aguas, «y quería pasarles de largo», dice san Marcos (Mc 6:48); una imagen que recuerda el paso de la Gloria de Dios ante Moisés y Elías (Ex 33:19, 1Re 19:11). Cuando los discípulos lo vieron, se asustaron; entonces Jesús les dijo: «¡Yo Soy!, no tengan miedo.» (Jn 6:20). «¡Yo Soy» es el Nombre con el que Moisés identificó a Dios en el Monte Horeb (Ex 3:14) y con el que Jesús, cada vez más, se mostraba a sus discípulos y, por medio de ellos, a toda la Iglesia. No cabe duda que Éste que provee a su pueblo y muestra su Gloria es «verdaderamente el Hijo de Dios», tal como los Doce en el barco exclamaron.

El recuadro del milagro nos coloca intensamente ante la realidad de la fe en Cristo Dios: la fe de los discípulos que luchan en el mar, la fe de Pedro que camina sobre las aguas, y la fe de él mismo, que duda y se arrepiente:

•             Lucha: Cristo envió a los discípulos delante de Él. Quería que estuvieran solos, y «el viento era contrario». Ellos tenían que seguir luchando para llegar al otro lado. Algunas veces, el Señor dispone que estemos solos, o nos lo da a entender o sentir, y con ello nos instruye en la fe. San Siluan de Athos tuvo una experiencia parecida del abandono divino; llegó a sentir que la Gracia divina lo dejó y que estaba solo en un abismo de perdición; en medio de su grito y plegaria escuchó la voz divina diciéndole: «Guarda tu mente en el Hades y no te desesperes.» La soledad en los apuros y el abandono forman parte de la instrucción del Padre compasivo para con sus hijos, que no permite «seáis tentados sobre vuestra fuerza» (1Cor 10:13). Por lo que la lucha constante y la paciencia forman la primera piedra de la fe en Cristo.

•             Consuelo: en la marcha espiritual, Dios no deja a sus amados sin consuelo. Que Jesús camine sobre el agua es natural para la fe primigenia de los discípulos que han visto muchas señales; pero que Pedro lo haga (caminar sobre el agua), con el mandato del Señor, ya es un consuelo que los confirma –a él y a sus compañeros– en la lucha: «quien crea en Mí, ése hará también las obras que Yo hago y hará mayores aún»           (Jn 14:12). Si Dios nos educa con cierto castigo o abandono, también suele asistirnos con su dulce mirada, confortación e intervención poderosa que nos hace advertir la virtud de la fe. ¿Qué es lo que ha impulsado a millares de testigos hacia el martirio de sangre y de vida diaria –«por amor de Ti estamos muriendo todo el día» (Rom 8:36)–, si no es la certeza del consuelo presente que se tiene a lo largo de la «vida en Cristo»?

•             Penitencia: Pedro caminó sobre las aguas, más bien, sobre las olas de la fe; pero, «viendo la violencia del viento, le entró miedo». ¿Cuántas veces la fuerza de las preocupaciones nos distrae de Aquél en quien hemos puesto nuestra confianza? ¿Cuántas veces la violencia de las tentaciones nos hace olvidar las promesas y las esperanzas?, y nos caemos. Pero el mérito de Pedro se encuentra en que, ahogado, supo exclamar: «¡Señor, sálvame!». En uno de los relatos monásticos, el demonio se quejaba amargamente: todo el trabajo que elaboraba con perfección y constancia se echaba a perder con la humildad y el arrepentimiento sinceros del monje.

La fe no es un ejercicio racional o ideológico: es una marcha de ahínco y esfuerzo. La marcha implica tropiezos y caídas; las caídas provocan penitencia («¡Señor, sálvame!»); la penitencia y la confesión atraen al corazón consuelo y Gracia. Un caminar paciente y progresivo hasta que «el viento amaine» y la barca llegue al puerto de la Salvación.

Vidas de Santos

Los Santos Silas, Siluanos, Epenetos, Kriski y Andronicos los Apóstoles

Todos estos Santos eran parte de los setenta Discípulos de Nuestro Señor Jesucristo, que anunciaban el Evangelio. “He pasado muchos trabajos y fatigas, y muchas veces me he quedado sin dormir; he sufrido hambre y sed, y muchas veces me he quedado en ayunas; he sufrido frío y desnudez”. (2ª Epístola a los Corintios 11:27). De hecho, Silas en Filipos, (ciudad principal del distrito de Macedonia), fue golpeado y encarcelado junto con Pablo (Hecho de los Apóstoles 16:25-39), luego de haber seguido a Pablo por muchos viajes se convirtió en obispo de Corinto. San Kriski como obispo Karjidónos. Siluanos, como obispo de Salónica, donde lucho y sufrió mucho por la enseñanza del evangelio, de la misma forma luchó también Epenetos, como obispo Karthagenis y también el Santo Andronikos luchó para la difundir la fe de Evangelio de nuestro Señor Jesucristo.

Sentencias de los Padre del Desierto

La Hospitalidad y la Misericordia con Alegría
  • Un hermano vino a ver a un ermitaño, y al marchar le dijo: «Perdóname, Padre, porque te he impedido guardar tu regla». Pero el anciano le respondió: «Mi regla es recibirte con hospitalidad y despedirte con paz».
  • Dos hermanos fueron a visitar a un anciano. Este tenía la costumbre de no comer todos los días. Al verles les recibió con gran alegría, y les dijo: «El ayuno tiene su recompensa, pero el que come por caridad cumple dos mandamientos: deja de hacer su propia voluntad y cumple el precepto de dar de comer a los hermanos».
  • Un anacoreta, muy observante, vivía cerca de una comunidad de hermanos. Unos monjes vinieron al monasterio en el que vivía aquella comunidad y fueron a ver al eremita. Y le hicieron comer fuera de la hora acostumbrada. Luego los hermanos le dijeron: «Padre, ¿no estás contristado?». Y él les respondió: «Yo sólo estoy triste cuando hago mi propia voluntad».

Boletín del 22/07/2018

80 Domingo de San Mateo 

Cuando María vio los dos ángeles dentro del sepulcro, se maravillo.
Y cuando desconoció a Cristo, le pregunto, creyendo que fuese el jardinero,
diciendo: Señor mio, ¿Dónde colocaste el cuerpo de Jesús?
Pero cuando la llamo, reconoció que era el Salvador,
escuchando de él: No toques, porque aun no subo a mi Padre,
di esto a mis hermanos.
                                                                                                       Exapostelario

Himnos de la Liturgia

Tropario de la Resurrección

Tono 7

audio27

Destruiste la muerte con tu cruz
y abriste al ladrón el Paraíso;  
a las Mirróforas los lamentos trocaste
y  a tus Apóstoles ordenaste predicar
que resucitaste,  oh Cristo Dios,
otorgando al mundo la gran misericordia.
 

Condaquio

Tono 4

KondakionOh Protectora de los cristianos indesairable;
Mediadora, ante el Creador, irrechazable:
no desprecies las súplicas de nosotros, pecadores,
sino acude a auxiliarnos, como bondadosa,
a los que te invocamos con fe.
Sé presta en intervenir y apresúrate con la súplica,
oh Madre de Dios, que siempre proteges a los que te honran.

Lecturas Bíblicas

Primera Carta del Apóstol San Pablo a los Corintios   (1: 10-17)

Hermanos: Les ruego, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, a que tengan todos un mismo hablar, y no haya entre ustedes divisiones; antes bien, estén unidos en una misma mentalidad y un mismo juicio. Porque, hermanos míos, estoy informado de ustedes, por los de Cloe, que existen discordias entre ustedes. Me refiero a que cada uno de ustedes dice: «Yo soy de Pablo», «Yo de Apolo», «Yo de Cefas», «Yo de Cristo.» ¿Está dividido Cristo? ¿Acaso fue Pablo crucificado por ustedes? ¿O han sido bautizados en el nombre de Pablo? ¡Doy gracias a Dios por no haber bautizado a ninguno de ustedes fuera de Crispo y Gayo! Así, nadie puede decir que han sido bautizados en mi nombre. También bauticé a la familia de Estéfanas. Por lo demás, no creo haber bautizado a ningún otro.
Porque no me envió Cristo a bautizar, sino a predicar el Evangelio; y no con sabiduría de palabras, para no desvirtuar la cruz de Cristo.

Evangelio según San Mateo (14: 14-22)

En aquel tiempo, vio Jesús mucha gente y sintió compasión de ellos y curó a sus enfermos. Al atardecer se le acercaron los discípulos diciendo: «Éste es un lugar desierto y se hace tarde. Despide, pues, a la gente, para que vayan a los pueblos y se compren comida.» Mas Jesús les dijo: «No tienen porqué marcharse; denles ustedes de comer.» Ellos le dijeron: «No tenemos aquí más que cinco panes y dos peces.» Él dijo: «Tráiganmelos acá.» Y ordenó a la gente sentarse sobre la hierba; tomó luego los cinco panes y los dos peces, y levantando los ojos al cielo, bendijo, y partiendo los panes, se los dio a los discípulos y los discípulos a la gente. Comieron todos y se saciaron, y recogieron de los trozos sobrantes doce canastos llenos. Y los que habían comido eran unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños. Inmediatamente obligó a los discípulos a subir a la barca y a ir por delante de Él a la otra orilla, mientras Él despedía a la gente.

Mensaje Pastoral

Eucaristía

Parece que el milagro de la multiplicación de los panes tuvo una importancia excepcional en la conciencia de la Iglesia primitiva, que los multiplicación-de-los-panescuatro Evangelistas lo mencionan y, más aún, Mateo y Marcos nos cuentan que el acontecimiento sucedió dos veces: en la primera, Jesús dio de comer a cinco mil hombres (Mt 14:13-21, Mc 6:31-44) y en la segunda, a cuatro mil hombres (Mt 15:32-38, Mc 8:1-10). Además, la multiplicación de los panes es una de las siete señales que san Juan expone en su Evangelio y que siempre las tiene vinculadas a cierta enseñanza; en el presente caso, el relato de san Juan (6:1-15) está ligado estrechamente con el Sermón de Jesús acerca del Pan de la vida (Jn 6:22-66): «Yo soy el Pan vivo, bajado del cielo», «el que come mi cuerpo y bebe mi sangre, tiene vida eterna». Entonces el lugar privilegiado que esta señal obtiene en la tradición bíblica se debe a su sentido eucarístico, y lo confirma el hecho de que los cuatro evangelistas describen la acción milagrosa del Señor –«levantando los ojos al cielo, bendijo, y partiendo los panes, se los dio a los discípulos»– de una manera casi igual a lo sucedido en la Última Cena ((Mt 26:26).

La lectura profunda del milagro, a la luz de su referencia eucarística, nos proporciona tres observaciones importantes:

Antes de efectuar el milagro, Jesús pidió a sus discípulos: «Vengan también ustedes aparte, a un lugar solitario, para descansar un poco» (Mc 6:31). Como si les estuviera preparando antes del evento sublime que seguiría: cierto aislamiento del ruido del mundo; descanso para el alma «con Él», lejos de la agitación de las responsabilidades cotidianas; un «alto» para examinar lo que se ha hecho. Esta actitud preparatoria (serenidad, examen de conciencia profundo y penitencia) es indispensable para todo feligrés que se aproxima al santo Cáliz. La comunión frecuente, como una práctica propicia, no debe conducir a negligencia, ligereza y, en consecuencia, a menosprecio ante el «terrible Misterio». Parte de esta preparación es también el ayuno eucarístico: la multitud siguió a Cristo sin importarle las necesidades del cuerpo; sabían que ya la noche llegaba y que no tenían comida; sin embargo, la palabra de Jesús les hizo dejar de lado el pan de cada día, a semejanza de David: «Me olvidé de comer mi pan» (Sal 102:4). El ayuno antes de la Comunión es este olvido que provoca en el alma sed de la palabra de Dios, hambre del Pan de vida.

Podemos observar también que la muchedumbre ofreció todo lo poco que tenía (cinco panes y dos pescados) y recibió mucho más de lo que esperaba (sobraron doce canastos llenos). Así la Gracia sobreabunda en nuestra vida que la ofrecemos sinceramente en el santo Altar junto con el pan y el vino. ¡Es indigna y miserable! No importa: a partir de la penitencia, confesión y santa Comunión será injertada con la vida de Cristo.

Y el tercer punto digno de reflexión es que Cristo pretendió que los discípulos participaran en el milagro cuando «les mandó que acomodaran a todos por grupos sobre la verde hierba, y se acomodaron por grupos de cien y de cincuenta» (Mc 6:39). «Hágase todo con decoro y orden», dice san Pablo (1Cor 14:40). Y por medio de ellos, repartió el pan a todos los presentes: «los iba dando a los discípulos para que se les fueran sirviendo» (Mc 6:41); sin embargo, Él fue Quien efectuó el milagro. No es el sacerdote quien «da misa» sino que es meramente el «ministro del Misterio» tal como los discípulos lo fueron: Cristo mismo es el Sumo Sacerdote «que ofrece y es ofrecido». La Divina Liturgia, en su totalidad –gestos litúrgicos, vestimenta sacerdotal, cánticos y rúbricas–, procura colocarnos en esta realidad del gran milagro de la Eucaristía.

La preparación, el ayuno, el servicio y la ofrenda personal es lo que nos toca hacer ante la Cena milagrosa, Cristo se encarga de la multiplicación: de su Presencia desborda la Gracia en abundancia que el alma, jubilosa, exclama con lágrimas las palabras de san Isaac el Sirio: «Calma en mi las olas de tu Gracia.»

Vida de Santos

San Pantaleón

27 de Julio

Un hombre cuya vida fue cuatro años más corta que la del Salvador a quien él sirvió; sus veinSan Panteleimontinueve años alcanzó suficientes logros en la ciencia y la religión que llenarían con su esplendor todo aquel siglo. Como el gran San Lucas del Nuevo Testamento, Pantaleón era doctor y se le recuerda con reverencia como “médico glorioso.“Pero diferencia de aquél, Pantaleón alcanzó la santidad no por su evangelización, sino por sus talentos como médico, pues sus esfuerzos en contra del sufrimiento, fueron aumentados gracias al poder divino. Pantaleón “el todo misericordioso” nació en el año 275 d.C en Nikomedia, Asia Menor; de padre pagano y madre cristiana. De su padre sacó el intelecto profundo; de su madre, la conciencia espiritual; cualidades que, primero, lo empujarían al reconocimiento, y después hacia la tragedia, en un lapso relativamente corto. De apariencia atractiva y porte noble, Pantaleón fue discípulo del médico más notable del Imperio, Eufrosinos. Al poco tiempo, su profundo conocimiento y habilidad para curar le atrajo la atención del emperador Maximiano, quien lo incorporó a su servicio personal y al de la corte. Aunque esto aumentó grandemente su fama, el joven médico continuó curando a la gente del pueblo. El piadoso cristiano Ermolaos, quien por su abierta promoción del Cristianismo era perseguido constantemente por el imperio, conoció a Pantaleón y alabó su habilidad médica, induciéndolo a que conociera “la curación proveniente de lo más Alto”. Después de una serie de encuentros, el médico vino a conocer su verdadera vocación cristiana, y a partir de entonces, como hombre de ciencia sus profesionalismo fue subordinado a su papel de seguidor de Cristo. Continuaba curando a sus pacientes, pero ahora en el nombre del Señor, es decir en nombre del mayor Médico de todos. Su poder de curación ya no era atribuible sólo a su habilidad como médico, sino también, a una intervención divina. Conforme creció su reputación, Pantaleón llego a ser conocido, más como un hombre de Dios que de ciencia, reconocimiento que provocó la ira y condena del emperador. Una vez apresado e interrogado, se le ofreció una última oportunidad de elección entre Cristo y los ídolos; su respuesta fue una reafirmación de su cristiandad. No todas las acciones diabólicas de los torturadores de Pantaleón son conocidas. Pero la historia nos narra que este noble cristiano y medico honorable, fue entre otras cosas, torturado en un estante, estirando sus miembros y quemado con velas. Después de estas experiencias horrorosas; fue arrojado primero, en un hoyo ardiente y después a una guarida de bestias. Cuando sobrevivió, los paganos se convencieron de que había una especie de poder sobrenatural protegiéndolo. Finalmente se decidieron por ahogarle, lanzándolo a un río profundo con una enorme piedra atada a su cuerpo. Cuando la piedra se mostró capaz de flotar, los torturadores exasperados sacaron a Pantaleón del agua y lo colocaron sobre el bloque de ejecución donde fue decapitado. En aquel tiempo se dijo que no fue sangre, sino leche, lo que fluyó de la dañada cabeza del mártir. Pantaleón dio su vida por Cristo el 27 de julio del año 304.

Sentencias de los Padres del Desierto

  • Dijo el abad Moisés: «Si el hombre no graba en su corazón que es pecador, Dios no le escucha». Y un hermano le preguntó: «¿Por qué es tan importante sentirse pecador?». Y el anciano le contestó: «Si uno tiene presentes sus pecados, no ve los pecados de su prójimo».
  • Dijo un anciano: «El hombre que tiene siempre presente su muerte, a todas horas vence el desaliento».
  • Dijo el abad Pastor: «En el Evangelio está escrito: “El que no tenga espada que venda su manto y compre una” (Lc. 22,36). Esto significa: “El que tenga paz que la deje y se prepare para la lucha”». Se refería a la lucha contra el diablo.

Boletín del 15/07/2018

Memoria de los Stos. Padres

del 4° Concilio Ecuménico

Chalcedon-icon

Celebrando la conmemoración de los divinos Padres,
a Ti suplicamos, Oh Muy Compasivo Señor,
para que salves a Tu pueblo  del perjuicio de todos los herejes; 
Y haznos dignos a todos de glorificar al Padre,  al Verbo y al Espíritu Santísimo.
                                                                                                                                         Exapostelario

Himnos de la Liturgia

Tropario de la Resurrección

Tono 6

Los poderes celestiales aparecieron sobre tu sepulcro;
y los guardias quedaron como muertos;
María se plantó en el sepulcro buscando Tu Cuerpo Purísimo;
sometiste al hades sin ser tentado por él;
y encontraste a la Virgen otorgándole la vida.
¡Oh Resucitado de entre los muertos, Señor, gloria a Ti!

Tropario los Santos padres de Cuarto concilio

Tono 8

audio27¡Glorificado eres Tú oh Cristo Dios nuestro,
que cimentaste a los santo padres en la tierra como astros, 
por los cuales nos dirigiste a la verdadera fe! 
¡oh Misericordioso, gloria a Ti!

Condaquio

Tono 4

KondakionOh Protectora de los cristianos indesairable;
Mediadora, ante el Creador, irrechazable:
no desprecies las súplicas de nosotros, pecadores,
sino acude a auxiliarnos, como bondadosa,
a los que te invocamos con fe.
Sé presta en intervenir y apresúrate con la súplica,
oh Madre de Dios, que siempre proteges a los que te honran.
 

Lecturas Bíblicas

Carta del Apóstol San Pablo a Tito (3:8-15)

Hijo mío, Tito: Cierta es la Palabra, y quiero que en esto te mantengas firme, para que los que creen en Dios procuren sobresalir en la práctica de las obras de bondad; éstas son las obras buenas y provechosas para los hombres. En cambio, las discusiones necias, genealogías, contiendas y disputas sobre la Ley, evítalas, porque son inútiles y vanas. Al desviado en la fe, después de una y otra amonestación, rehúyelo; ya sabes que tal hombre se ha pervertido y peca condenándose a sí mismo.

Cuando te envíe a Artemas o a Tíquico, apresúrate a venir donde mí a Nicópolis, porque he pensado pasar allí el invierno. Cuida de proveer de todo lo necesario para el viaje a Zenas, el perito en la Ley, y a Apolo, de modo que nada les falte.

Que aprendan también los nuestros a sobresalir en la práctica de las buenas obras, atendiendo a las necesidades urgentes, para que no queden sin fruto.

Te saludan todos los que están conmigo. Saluda a los que nos aman en la fe. La Gracia sea con todos ustedes.

Santo Evangelio según San Mateo (5:14-19)

Dijo el Señor a sus discípulos: «Ustedes son la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte. Ni tampoco se enciende una lámpara y la ponen debajo del celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa. Brille así su luz delante de los hombres, para que vean sus buenas obras y glorifiquen a su Padre que está en los cielos… No piensen que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. En verdad les digo, el cielo y la tierra pasarán antes que pase una “i” o una tilde de la Ley sin que todo suceda. Por tanto, el que transgreda uno de estos mandamientos más pequeños y así lo enseñe a los hombres, será el más pequeño en el Reino de los cielos; en cambio, el que los observe y los enseñe, ése será grande en el Reino de los cielos.»

Mensaje Pastoral

¡Ustedes son la luz del mundo!

Hoy celebramos a los Padres del Cuarto Concilio Ecuménico, Concilio que definió la fe de la Iglesia al respecto de la Persona de Cristo, Quien es Diosimages Perfecto y hombre Perfecto. En su honor, leemos el pasaje del Evangelio según San Mateo en el que el Señor dice a sus discípulos: “Ustedes son la luz del mundo”. En otro lugar Jesús había dicho de Sí mismo: “Como luz he venido al mundo”, y San Juan Evangelista lo llama “la Luz verdadera”, la cual los verdaderos discípulos reciben y reflejan. Entonces al decirles “ustedes son la luz del mundo”, Jesús se refiere a Sí mismo como la Luz entregada a ellos para ser trasmitida al mundo. El hombre cuando enciende un antorcha no la esconde en el rincón sino que coloca en lo alto para iluminar a todos los que están en la casa.

Esto nos inspira a los que leemos el presente pasaje evangélico a aspirar una postura ajena a cualquier vergüenza de Cristo; no nos dejemos intimidar en nuestra fe ni tengamos miedo de incorporarnos a nuestra Iglesia. Hemos sido bautizados en Cristo: tengamos el valor de sentirlo, de confesarlo y de vivirlo. Sépalo que el cercano que el lejano: somos heraldos de la Luz, así que no seamos pusilánimes sino portemos la luz con valentía porque ningún hombre enciende un candil en su casa para guardarlo bajo la cama.

La luz que prendes te posibilita verlo todo —subráyese la palabra “todo”—: entonces lo esencial, lo importante y aun lo insignificante. A la luz de la lámpara ves lo que tenías olvidado y lo que tienes en mente; ves a tu hijo y a tu hija, pero también las herramientas de la cocina y de la oficina y todo lo que está en tu casa.

Tengo la impresión de que cuando hablamos de la luz —tema de reflexión muy común en los ambientes eruditos—, solamos considerarlo como algo que ilumina el cielo y los lejanos horizontes pero no a nuestro íntimo entorno. Por ejemplo, el orden de nuestro mismo hogar, ¿lo contemplamos a la Luz de Cristo? ¿Nuestra comida se prepara o se come a la luz de Cristo? ¿Nuestros trabajos se consuman a la luz de Cristo, o como si ésta iluminara de nubes para arriba lejos de los aspectos prácticos de nuestra vida? En una interrogación resumida: ¿la luz de Cristo penetra a todos los rincones de la casa?

Temo a que la respuesta negativa sea la causa principal de los pensamientos dudosos, de las mentes desconcertadas y de las almas turbadas con ansiedad. La agitación en muchos hogares, la impotencia en la educación de nuestros hijos y la incertidumbre en nuestro mundo evidencian que ciertamente no caminamos guiados por la única “verdadera Luz”. ¡Cuán muchas son las luces artificiales que conducen al precipicio!

La luz de Cristo no ha de limitarse a los muros del templo ni a los vocablos de la divina inspiración; más bien ha de penetrar en todo mi ser: en mis manos en mis pies, en mis articulaciones, mente y corazón, en mis quehaceres, anhelos y educación. El que está incierto en sus relaciones con su entorno, sin duda está incierto en su pertenencia a la Luz.

En su lugar, en su hogar, en su pueblo y en su país; por más importante que consideren su ubicación o por más insignificante que el momento se les haga, por más nublado que el cielo se vea o más obscura que la noche se perciba: en Cristo, ¡ustedes son la luz del mundo!, y la luz alumbra todo y a todos los que están en la casa, dice el Señor. Amén.

Nuestra Fe y Tradición

Cuarto Concilio Ecuménico

4093__444434e665b8dApenas había terminado la condenación de Nestorio por los santos padres del Concilio Ecuménico III de Efeso, se celebró en Calcedonia el IV Concilio Ecuménico en el año 451 presidido por el obispo Anatoli de Constantinopla. El papa León el Grande fue representado por 2 obispos.

Este Concilio fue convocado por el emperador marciano y la emperatriz Pulquería contra las falsas enseñanzas de Eutiques, archimandrita de Constantinopla, quien rechazaba la naturaleza humana de nuestro Señor Jesucristo; inventando una especie de absorción de la naturaleza humana en la naturaleza divina de Cristo (como si después de la encarnación solo subsistía en el salvador una sola naturaleza). Esta enseñanza se llama monofisita y sus seguidores monofisitas.

Después de condenar las herejías de Eutiques, la asamblea decretó, como verdadera, la enseñanza que en nuestro Señor Jesucristo existen dos naturalezas, una divina, porque es Dios verdadero que ha nacido en la eternidad del Padre; y otra humana, pues se encarnó por obra del Espíritu Santo en el cuerpo de la Virgen María, sin confusión, sin cambio, sin división ni separación unidas en una sola persona y en una sola hipóstasis, cada uno de las cuales se conserva entera y sin alteración después de la unión, con sus propiedades respectivas.

En resumen, podemos decir que en Él, existe una naturaleza divina porque es Dios verdadero nacido en la eternidad del Padre y otra humana, pues se encarnó por obra del Espíritu Santo en la Virgen María, y semejante en todo a nosotros, salvo nuestro pecado, porque él es purísimo.

Vida de Santos

Santa Marina la Martir

17 de julio

Santa Marina nació en Antioquía (en Asia Menor, hoy Turquía). Su padre era un sacerdote pagano. Por su ama de leche, Santa Marina conoció la fe17_4 cristiana. Fue el tiempo en que el emperador Diocleciano (284 — 305) desató una persecución contra los cristianos. Debido a eso muchos cristianos debieron esconderse en cuevas o en desiertos. Al cumplir 12 años, Marina se bautizó. Cuando lo supo su padre, renegó de ella.
Un día, cuando Marina ya tenía 15 años, estaba cuidando a unas ovejas que pastoreaban. Pasó por el lugar el gobernador de la región, quedó fascinado por la belleza de la joven y le propuso matrimonio. Marina no ocultó que era cristiana. Entonces, el gobernador la entregó al cuidado de una noble mujer. Tenía la esperanza que ésta iba a convencer a la joven a renegar de Cristo. Pero Marina fue firme y se negó a ofrecer un sacrificio a los ídolos.
Entonces la sometieron a las más terribles torturas: la azotaron con varillas, cortaron su cuerpo con tridentes, le clavaron clavos, la quemaron con fuego. Al presenciar tales sufrimientos de la joven, el pueblo lloraba de compasión. La gracia de Dios sanó a Marina de sus heridas, pero los torturadores, pese al milagro, no entraron en razón. Al día siguiente, otra vez le quemaban el cuerpo y luego comenzaron a ahogarla en un gran barril. Durante esas torturas la tierra tembló. De las muñecas de Marina se cayeron las cadenas, sobre su cabeza empezó a irradiarse una extraordinaria luz, dentro de esa luz volaba girando una paloma sosteniendo en su pico una corona de oro. El pueblo asombrado comenzó a glorificar a Dios. El gobernador ordenó ajusticiar a Marina y a todos aquellos quienes creyeron en Cristo. Ese día, junto a Marina, fueron decapitadas 15000 personas. Feotim, un testigo, relató los martirios de Marina. Sus reliquias se encontraban en Constantinopla hasta la conquista de la ciudad por los cruzados en el año 1204. El brazo de Santa Marina se encuentra en el monte Athos en el monasterio de Vatopedi

El Profeta Elías

20 de julio

El Profeta Elías nació en la región sureste de la Tierra Santa nueve siglos antes de Cristo. Provenía de la tribu de Leví, de la generación de Aarón. Un tiempo antes de su nacimiento, el reino hebreo se dividió en dos partes: El reino de Judá y el reino de Israel. El primero lo integraron las tribus de Judá y de Benjamín, siendo su capital Jerusalén. Ocupaba la región del medio oriente de la Tierra Santa. El reino de Israel se situaba en la región septentrional y lo constituían las otras 10 tribus, siendo su capital Samaria.

En los tiempos del Profeta Elías, el pueblo hebreo que habitaba en el reino de Israel, comenzó a apartarse de la fe y a venerar a los dioses paganos, como Baal y otros más. Durante el reinado de Ajab (877-854 antes de Cristo), Elías sintió el llamado a servir a Dios como su Profeta y se convirtió en un ferviente defensor de la verdadera Fe.

Así, el profeta Elías trató de convencer al impío rey Ajab a rechazar a los ídolos y dirigirse al verdadero Dios, pero el rey no lo escuchó. Entonces el profeta predijo que durante tres años en Israel no habría ni lluvia, ni rocío. La sequía y la hambruna azotaron a Israel. El profeta se retiró a un lugar apartado en las cercanías de un arroyo donde un cuervo le traía el alimento. Al cabo de un año, el arroyo se secó y entonces Elías se dirigió al norte de la Tierra Santa, a Sarepta de Sidón y se estableció en la casa de una pobre viuda. A pesar de carecer de alimentos, la viuda con la última harina y aceite le cocinó una tortilla y se la dio de comer. Después de esta acción, gracias a la petición del profeta Elías en sus oraciones a Dios, nunca mas faltó harina y aceite en la casa de la viuda y ésta durante mucho tiempo pudo alimentar a su hijo y a su huésped. Cuando la viuda repentinamente enfermó y murió, el profeta Elías la resucitó (3 Rey.17).

El lugar principal donde se adoraba a Baal en el reino de Israel, era el monte Carmelo. Al cabo de tres años y medio del inicio de la sequía, el profeta Elías reunió allí al rey Ajab, al pueblo y a los sacerdotes de Baal y les dijo: “¿Hasta cuando estaréis rengos de las dos piernas? Si el Señor es Dios, síganlo a Él, y si lo es Baal, entonces sigan a Baal!” Para saber quien era el verdadero Dios, Elías propuso levantar un altar a cada uno de ellos, poner sobre tales al novillo sacrificado, pero no encenderían las leñas. Cada uno invocaría a su dios para que el fuego cayera del cielo. El Dios que hiciera encender el fuego, sería considerado como El Verdadero! Todos aprobaron la propuesta del Profeta. Primeramente los sacerdotes del Baal invocaron a su dios, pidiéndole el fuego. Gritaron y bailaron alrededor del altar durante todo el día. Elías comenzó a burlarse de ellos diciéndoles que Baal se había quedado dormido y que deberían gritar mas fuerte. Al anochecer, el profeta Elías ordenó reunir a todos frente a su altar. Luego, según su indicación, alrededor del altar dedicado al verdadero Dios, cavaron una fosa y arrojaron abundante cantidad de agua sobre la leña para mojarla completamente. Hicieron así para que nadie dudara del milagro que ocurriría. Después de todo esto, el Profeta Elías comenzó a rezar: “Escúchame Señor, haz que el pueblo tuyo sepa hoy día, que Tú eres el único Dios en Israel y que yo soy Tu siervo.” Y cayó fuego del cielo, y quemó todo, la leña, las piedras del altar y el polvo alrededor, evaporando el agua que se juntó en la fosa. Al ver todo esto el pueblo aterrorizado cayó de rodillas exclamando: “¡El Señor, es el Dios, El Señor, es el Dios!” Entonces, el pueblo capturó a todos los sacerdotes de Baal y los mató, debido a que durante tantos años, los sacerdotes los habían inducido al engaño. Presionado por lo sucedido, el rey Ajab y el pueblo empezaron a descender del monte. En ese momento se nubló el cielo y comenzó a llover. ¡La primera lluvia después de tres años! De esta manera, el profeta Elías convirtió a muchos israelitas a Dios (1 Reyes 18, 1-46).

Después de este milagro, Jezabel, la esposa de Ajab, comenzó a perseguir al profeta Elías, el cual tuvo que esconderse en el desierto y finalmente llegar hasta el monte Horeb, cerca del Sinaí. Aquí Elías tuvo una visión: primero sintió una suave brisa y luego vio a Dios. El Señor le ordenó ungir como profeta a Elíseo quien sería su sucesor (2 Reyes 2, 9-10). La vida de profeta de Elías finalizó de una manera extraordinaria: fue llevado al cielo en una carroza de fuego,(2 Reyes 2,11). El profeta Elíseo presenció este hecho y recibió la capa de Elías con la cuál realizó el primer milagro. El profeta Elías permanece ahora en el cielo, en alma y cuerpo, igual que el patriarca antediluviano Henoc quien también fue llevado vivo al cielo en alma y cuerpo,(Génesis 5:24).Y se considera que tanto el profeta Elías como Henoc volverán a la tierra antes del fin del mundo, para acusar al anticristo y sufrirán martirios a manos de este último.

Mediante los grandes milagros que realizó, Elías ayudó al restablecimiento de la fe en Dios y destruyó la idolatría. Por medio de estos hechos, preparó la llegada del Salvador del mundo. La ferviente defensa de la verdadera fe, la absoluta obediencia a la voluntad de Dios, la pureza y la castidad de su vida, la dedicación a la oración y a la contemplación de los misterios divinos, son las cualidades que distinguen a este gran profeta. Sus contemporáneos, viendo sobre él la bendición de Dios, lo llamaban “El hombre de Dios”

Sentencias de los Padres del Desierto

  • Decía el abad Pastor: «Como el guardaespaldas está junto al príncipe, preparado para cualquier eventualidad, así también conviene que el alma esté siempre preparada contra el  demonio de la impureza».
  • Un anciano dijo: «El desprendimiento, el silencio y la meditación en secreto, engendran pureza».
  • El abad Geroncio de Petra dijo: «Muchos de los que son tentados de deleites corporales, aunque no pequen corporalmente, pecan de pensamiento. Y aunque conserven la virginidad corporal, fornican en su alma. Por eso, carísimos, bueno es hacer lo que está escrito: “Por encima de todo cuidado, guarda tu corazón”». (Prov. 5).

Boletín del 08/07/2018

6o Domingo de San Mateo

 
Oh Salvador, cuando resucitaste del sepulcro,
te manifestaste como verdadero hombre 
al ponerte en medio de tus discípulos comiendo con ellos;
les enseñaste el bautismo del arrepentimiento;
y de inmediato subiste hacia tu Padre Celestial,
prometiendo enviarles al Consolador,
¡Oh Dios todo Divinidad, Dios Encarnado, gloria a ti!
 
                                                            Exapostelario

Himnos de la Liturgia

Tropario de la Resurrección

Tono 5

Al coeterno Verbo, con el Padre
y el Espíritu, Al Nacido de la Virgen
para nuestra salvación, alabemos,
oh fieles, y prosternémonos.
Porque se complació en ser elevado
en el cuerpo sobre la Cruz y soportar la muerte,
y levantar a los muertos por su Resurrección gloriosa.
 

Condaquio

Tono 4

Oh Protectora de los cristianos indesairable;
Mediadora, ante el Creador, irrechazable:
no desprecies las súplicas de nosotros, pecadores,
sino acude a auxiliarnos, como bondadosa,
a los que te invocamos con fe.  Sé presta en intervenir
y apresúrate con la súplica, oh Madre de Dios,
que siempre proteges a los que te honran.

Lecturas Bíblicas

Carta del Apóstol San Pablo a los Romanos (12: 6-14)

Hermanos: Ya que tenemos dones diferentes según la Gracia que nos ha sido dada, si es el don de profecía, ejerzámoslo en la medida de la fe; si es el ministerio, ministrando; si la enseñanza, enseñando; si la exhortación, exhortando. El que reparte, con generosidad; el que preside, con solicitud; el que ejerce la misericordia, con jovialidad.

Su amor sea sin fingimiento; detesten el mal y adhiéranse al bien; ámense los unos a los otros con una ternura fraternal; en cuanto a la honra, prefiriéndose los unos a los otros; en cuanto a la diligencia, no perezosos; al espíritu, fervorosos, y sirviendo al Señor. En la esperanza sean alegres; en la tribulación, pacientes; en la oración, constantes; compartiendo las necesidades de los santos y practicando la hospitalidad.

Bendigan a los que los persiguen; bendigan y no maldigan.

Santo Evangelio según San Mateo (9: 1-8)

En aquel tiempo, Jesús subió a la barca, pasó a la otra orilla y vino a su ciudad. Y sucedió que le trajeron un paralítico postrado en una camilla. Viendo Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: « ¡Ten confianza, hijo! Tus pecados te son perdonados.» Pero he aquí que algunos escribas dijeron para sí mismos: «Éste está blasfemando.»

Jesús, conociendo sus pensamientos, dijo: « ¿Por qué piensan mal en sus corazones? ¿Qué es más fácil decir: “Tus pecados te son perdonados”, o decir: “Levántate y anda”? Pues para que sepan que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder de perdonar pecados -dice al mismo tiempo al paralítico: levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.» Él se levantó y se fue a su casa. Y al ver esto, la gente quedó admirada y glorificó a Dios, que había dado tal poder a los hombres.

Mensaje Pastoral

¿Era del espíritu o de la materia?

“¿Qué es más fácil, decir: ‘Tus pecados te son perdonados,’ o decir: ‘Levántate, y anda’?”

Homilía de Monseñor Pablo Yazigi, Arzobispo de Alepo

Le trajeron a Jesús a un paralítico acostado sobre una cama que llevaban cuatro hombres. Parece que la situación del paralítico era tan frágil que no podía pronunciar ni una sola palabra, ni pedirle nada a Jesús, ni hablar con Él. Presentaba, en otras palabras, la peor imagen posible de un ser humano: más parecido a un muerto que a un ser vivo.

Ante dicha situación, y en comparación con otros casos de curación que Jesús había realizado en condiciones mejores que ésta, ¿qué podríamos esperar de Jesús sino que le dijera a este hombre: “Levántate y anda”? Todo lo contrario, los presentes se sorprendieron al ver que Jesús no consideraba la patética situación del paralítico, sino que le dijera: “¡Hijo, tus pecados te son perdonados!”.

Está claro que nadie esperaba tal cosa, ni quienes llevaban al paralítico, ni la multitud presente allí. También está claro que Jesús hizo esto a propósito.

Jesús quiso dejar el mensaje que, en las peores situaciones, el mayor peligro es aquel que amenaza la parálisis el alma más que la del cuerpo, porque el alma es más importante, mientras que el cuerpo está al servicio de esta.

Así era el orden de las cosas al principio. En el paraíso, el ser humano vivía sin dolor ni tristezas. Disponía de todas las cosas buenas para que sirvieran a su crecimiento espiritual y su perfección. Su permanencia en dicho estado paradisíaco requería de él que permaneciera en el camino de la perfección espiritual, debido a que aquella vida espiritual necesitaba de esta situación normal y de este digno cuerpo como un recipiente adecuado. Pero cuando el ser humano revirtió las agujas de la marcha divina abiertas delante de él, y cambió el orden de las cosas, Dios permitió que ingresaran, a nuestra vida cotidiana, el dolor, el hambre y todas aquellas realidades que nos molestan, para que la perfección del cuerpo sea un regalo para la perfección espiritual cuando esta se lograra.

El cuerpo exento del dolor ha de ser el recipiente del ser humano perfecto espiritualmente. Este cuerpo se ha vuelto una esperanza, después de la caída del hombre, mientras que era una primicia en el paraíso. Lo más importante es la perfección espiritual, la materia y el cuerpo son un “vaso para honra y deshonra” (Cf. Rom 9:21).

Desde el principio, la jerarquía entre lo espiritual y lo material fue clara y sana: el espíritu es superior a la materia, mientras que la materia sirve armoniosamente al espíritu. 

Por ello, parece ser que Jesús, ante el estado de este paralítico, desafía firme y cabalmente el hecho de como la gente corre para satisfacer sus necesidades materiales. Jesús enfatizó fuertemente la superioridad del espíritu sobre la materia, por ello, priorizó el perdón de los pecados y la salud del alma, cuando el cuerpo necesitaba fuertemente recuperar la salud.

Y nuestra época tiene necesidad, hoy más que antes, de hacer una lectura detenida de lo acontecido en el evangelio y aprender de ello, tomando en cuenta esta posición de Cristo, especialmente el desafío que ha puesto ante la corriente devastadora del materialismo y el retardo de lo espiritual.

La civilización contemporánea se ve amenazada por la corrupción, y le conviene que los cristianos la desafíen de manera semejante a lo que Jesús hizo ante nosotros. Este desafío no suprime la necesidad económica de por sí, sino que subraya la primacía del espíritu. Si buscamos el Reino de Dios y su justicia, todo lo demás se nos dará por añadidura.

Un vistazo rápido sobre los aspectos más importantes de la vida, su evolución y los cambios ocurridos en cuanto a sus objetivos, nos muestra que la sal comenzó a perder su sabor. El asunto es pues, ¿con qué es posible salar?

Nuestra civilización no retribuye en forma digna el trabajo y no enaltece como corresponde las profesiones cada vez que baja sus metas al solo nivel de la ganancia. ¿Cuáles son los criterios para elegir una profesión? ¿Acaso se determina por lo que puede brindar a la humanidad, o por lo que puede remunerar? ¿Es para servir o para ganar? Se observa que el criterio de ganar prima sobre el servicio y lo reemplaza. El dinero lo orienta todo. El beneficio está por encima del amor. Por ejemplo, la educación, una de las profesiones más nobles, se ha clasificado en el último lugar porque no remunera tanto. El valor del docente-profesor ha cambiado. Mientras se era un padre y un educador, hoy en día, observamos la pérdida de esta imagen. Parece que aquellos que eligen esta carrera, lo hacen porque ya no tienen acceso a otra carrera mejor remunerada.

La ciencia es otro ejemplo. Su finalidad era la creatividad y el servicio al ser humano. Sin embargo, el ser humano, a imagen de Dios, hoy está sujeto al juego de la ganancia. La creatividad, en particular, se convirtió en una herramienta que se compra, que es manejada por el dinero. ¡Las corrientes de la muerte se apoderan de las fuerzas de la creatividad! Eso es lo raro que ocurre hoy en día. El progreso en los métodos de tortura ha llegado más alto que los logros en la medicina. Nuestra civilización está amenazada por lo falso. Y por último, para no dejar de mencionarlo, señalamos el desperdicio del significado de la caridad, de la fidelidad, del sacrificio, de la entrega, del patriotismo, sustituyéndolas por una palabra: el interés propio.

El ser humano ya no tiene valor por su persona, sino que volvió a ser un individuo más dentro de la sociedad, un número dentro de una masa, se lo vende y se lo compra sin que importe su singularidad humana y su valor personal, sobre quien las fuerzas de la oscuridad ejercen su dominio, cuyo único criterio es el dinero. ¿Cuál es el valor del pobre en nuestra civilización? ¡La respuesta es “nada”! ¿Cuál es el valor del paralítico o del enfermo? La respuesta es: mejor deshacerse de él.

Los ejemplos de la corrupción de la sal son muchos. El cristiano, siguiendo el ejemplo de su Maestro, va delante de esta corrupción y la desafía. La perfección moral no es una esperanza futura esperada para después de esta vida presente. Es un camino en el que se avanza, paso a paso, luchando, vigilando y orando, desafiando la corriente de la corrupción que prevalece. El cristiano es la luz del mundo y la sal de la tierra. Las corrientes de corrupción no son una sentencia, sino un desafío. Y aunque el desafío es duro, sin embargo, la fuerza del Señor “se perfecciona en la debilidad” (Cf. II Cor 12:9).

El cristiano lleva el Evangelio al mundo, mundo cuya sal ha perdido su sabor, y predica la Buena Nueva como luz para un mundo que ha perdido la luz. El cristiano reconoce en la humildad la exaltación verdadera, y en la pobreza la riqueza verdadera. Pone las cosas en su verdadero sendero. Prioriza el espíritu sobre la materia en todo tiempo y lugar. Trabaja para establecer el reino del Espíritu, pues él es una mano fuerte que la gracia divina conduce para construir la era del Espíritu a través del uso de lo material. Amén.

Sentencias de los Padres del Desierto

Sobre la Humildad

  • Decía un anciano: «Si consigues guardar silencio, no lo consideres como mérito tuyo. Cuando te venga esa consideración, di: “Es que soy indigno de hablar”».
  • Un hermano preguntó a un anciano: «¿En qué consiste el progreso de un hombre?». Y el anciano le contestó: «En la humildad. Cuanto más se abaja un hombre más se eleva a la perfección».
  • Decían los ancianos: «Aunque se te aparezca de verdad un ángel, no le acojas fácilmente, sino humíllate, diciendo: “No soy digno de ver un ángel yo que vivo en el pecado”».

Boletín del 01/072018

5o. Domingo de Mateo

Memoria de los Santos Cosme y Damián

Himnos de la Liturgia

Tropario de la Resurrección

Tono 4

Las discípulas del Señor aprendieron del Ángel
el alegre anuncio de la Resurrección,
y la sentencia ancestral rechazaron y
se dirigieron con orgullo a los apóstoles diciendo:
¡Fue aprisionada la muerte, Resucitó Cristo Dios
y concedió al mundo la gran misericordia!

Condaquio

Tono 4

KondakionOh Protectora de los cristianos indesairable;
Mediadora, ante el Creador, irrechazable:
no desprecies las súplicas de nosotros, pecadores,
sino acude a auxiliarnos, como bondadosa,
a los que te invocamos con fe.
Sé presta en intervenir y apresúrate con la súplica,
oh Madre de Dios, que siempre proteges a los que te honran.

Lecturas Bíblicas

Primera Carta del Apóstol San Pablo a los Corintios (12: 27-13:8)

Hermanos: Ustedes son el cuerpo de Cristo, y sus miembros cada uno por su parte. Y así los puso Dios en la Iglesia, primeramente como apóstoles; en segundo lugar como profetas; en tercer lugar como maestros; luego, los milagros; luego, el don de las curaciones, de asistencia, de gobierno, diversidad de lenguas. ¿Acaso todos son apóstoles? O, ¿todos profetas? ¿Todos maestros? ¿Todos con poder de milagros? ¿Todos con carisma de curaciones? ¿Hablan todos lenguas? ¿Interpretan todos? ¡Aspiren a los carismas superiores! Y aun les voy a mostrar un camino más excelente.

Aunque hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, soy como bronce que suena o címbalo que retiñe. Aunque tuviera el don de profecía, y conociera todos los misterios y toda la ciencia; aunque tuviera plenitud de fe como para trasladar montañas, si no tengo amor, nada soy.

Aunque repartiera todos mis bienes y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, nada me aprovecha. El amor aguarda con paciencia y obra el bien; el amor no envidia, no se jacta, no se engríe; no hace lo indebido; no busca su propio interés; no se irrita; no guarda rencor; no se alegra de la injusticia, más bien, se alegra con la verdad. Todo lo excusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta: ¡El amor nunca caducará!

Evangelio según San Mateo (8: 28 – 9: 1)

En aquel tiempo, al llegar Jesús a la otra orilla, a la región de los gadarenos, vinieron a su encuentro dos endemoniados que salían de los sepulcros, tan furiosos que nadie era capaz de pasar por aquel camino. Y se pusieron a gritar: «¿Qué tenemos nosotros contigo, oh Jesús, Hijo de Dios? ¿Has venido aquí para atormentarnos antes de tiempo?» Había allí a cierta distancia una gran piara de puercos paciendo. Y le suplicaban los demonios: «Si nos echas, mándanos a esa piara de puercos.» Él les dijo: «Vayan.» Saliendo ellos se fueron a los puercos, y de pronto toda la piara se arrojó al mar precipicio abajo, y perecieron en las aguas. Los porqueros huyeron y, al llegar a la ciudad, lo contaron todo, y también lo de los endemoniados. Y he aquí que toda la ciudad salió al encuentro de Jesús, y cuando lo vieron, le rogaron que se retirase de su término. Él, subiendo a la barca, pasó a la otra orilla y vino a su ciudad.

Mensaje Pastoral

¿A cuál reino pertenecemos?

¿El demonio es un ser verdadero o un mero símbolo de la maldad?

El Evangelio de hoy responde esta pregunta que a menudo planteamos, y nos advierte que el demonio sí existe, y su presencia es tan destructora y dañina que provocó que miles de cerdos se arrojaran en el mar ¡Odiosa reacción que desea destruir lo más que pueda!

 También la experiencia de la Iglesia con sus Santos, en todo tiempo, nos ha dejado descrita la inquietud de los demonios y su furia ante cualquier hombre de Dios que mira hacia la santidad y la salvación. Así que los Sinaxarios (la vida de los santos) nos hablan de los intentos del demonio, que se presenta aun físicamente, para desviar a los justos del camino de Dios. El demonio sabe que es y será condenado, y quiere destruir todo lo que aún está al alcance de su mano.

Y la siguiente pregunta es: ¿Por qué nosotros no comprendemos la existencia del diablo –y gracias a Dios que no nos permite tentaciones más grandes a nuestra niñez espiritual–  como los Santos la han descubierto?

La respuesta la podemos extraer de ejemplos de nuestra vida: en una guerra, el comandante no pone las trampas a los enemigos que ya son prisioneros en su territorio sino a los que andan afuera de su autoridad. En otras palabras, si ya estamos en su territorio, en su falso reino, ¿para qué perder esfuerzos? Pues aunque llevamos el nombre del Rey verdadero (cristianos), y aunque el día del bautizo contestamos la pregunta del Sacerdote: «¿Renuncias a Satanás, a todo su culto y a todas sus vanidades?» con la triple afirmación «Sí, renuncio a Satanás», sin embargo, seguimos  siendo sumisos del reino ajeno a nuestra entidad.

El Profeta Elías, reclamaba severamente a su pueblo: «¿Hasta cuándo van a estar cojeando con los dos pies? Si el Señor es Dios, seguidlo; si Baal, seguid a éste» (1Re 18: 21). Porque ellos, los israelitas que habían tenido la experiencia de convivir con Dios –Quien los sacó de Egipto, los rodeó de bienes y los defendió–, andaban prosternándose ante dioses ajenos que no tenían ni fuerza ni vida.

La reprensión del profeta Elías corresponde de la misma manera a nuestra actitud. Nos diría: Si Cristo para ustedes, Cristianos, es el Dios verdadero, vivan en su Reino. ¿Cómo llevan su bandera y andan en el reino de otro?

Queridos: en la oración más hermosa, que el Señor mismo nos ha enseñado, pedimos que «venga tu Reino». Esta súplica no concierne a una esperanza futura: esperamos que después de la muerte haya un reino que sea de Dios. «Venga tu Reino» es presente, es un desafío ante cada cristiano para construir el Reino de Dios en su vida propia, no en fantasías ajenas a la realidad sino en acciones e iniciativas concretas.

Estos son los elementos del mundo perecedero: egoísmo, interés, descanso, placeres y muerte; mientras los pilares evangélicos del verdadero Reino, cuyo nombre llevamos, son: cruz, amor, lucha, virtudes, lágrimas de arrepentimiento y vida.

Discernamos bien y examinemos en cual de los dos reinos estamos, pues, como nos advierte nuestro Señor: «Donde está tu tesoro, allí está también tu corazón.»

Nuestra Fe y Tradición

El Akathistos

El Akathistos a la Madre de Dios (la palabra griega Akathistos significa literalmente “estando no sentado” o “estando de pie”), es llamado así porque se debía cantar o rezar en esa posición en acto de veneración a la Santísima Virgen María. Otros creen que el nombre se deriva del hecho de que cuando fue cantado por primera vez , lo hicieron los sacerdotes y el pueblo estando de pie toda la noche. Es el himno mariano más famoso del Oriente cristiano y quizás de la Iglesia entera.

Está compuesto de 24 estrofas, de las cuales algunas se proclaman y otras se cantan. Es muy rico en figuras e imágenes poéticas, que desarrollan temas relacionados con el relato lucano de la anunciación y los episodios mateanos de los magos y la huida a Egipto. El himno se divide en dos partes: la primera es evangélica o histórica, y la segunda de carácter dogmático. Las primeras 12 estrofas escenifican la narración evangélica en una serie de preciosos cuadros. Las 12 restantes exponen algunos de los más importantes artículos de la fe mariana de la Iglesia: perpetua virginidad, maternidad divina, mediación de gracia desde el Cielo.

En los últimos años este himno se ha difundido mucho, también en las comunidades de fieles de rito latino.

Vida de Santos

Los Santos Anarguiron Cosme y Damián.

Los Santos Anarguiron (los que no aceptan dinero) eran hermanos y oriundos de Roma. Estudiaron medicina no como “profesión lucrativa”, sino como una misión filantrópica. Estos Santos no aceptaban dinero de los pobres, ni de los ricos. Principalmente, ofrecían sus servicios a los pobres, porque como ellos decían, “una choza tiene más necesidad que un palacio”. Pero cuando curaban algún rico enfermo y éste, con insistencia, ofrecía pagarles, los santos, le señalaban a un paciente pobre para que le dieran el dinero a él

Dios, por supuesto, bendijo su medicina con una milagrosa fuerza. Esto, sin embargo, motivó la envidia de otros doctores, en primer lugar de su maestro, que los detestaba por ser cristianos.

Un cierto día, mientras recolectaban plantas medicinales, fuero empujados a un precipicio y perdieron la vida en el año 284, bajo los Emperadores Carinus y Numerian.

Sentencias de los Padres del Desierto

Vigilancia interior

  • Dijo un anciano: «El que pierde oro o plata, puede recuperarlo. Pero el que desaprovecha una ocasión, no la volverá a encontrar».
  • El abad Hiperequios dijo: «Piensa siempre en el Reino de los Cielos, y pronto lo tendrás en heredad».
  • Santa Sinclética decía: «Seamos vigilantes. Los ladrones penetran por los sentidos de nuestro cuerpo, aunque nosotros no queramos. ¿Cómo dejará de ennegrecerse la casa, si el humo exterior encuentra las ventanas abiertas?».

Boletín del 24/06/2018

Recuerdo del Precursor

San Juan Bautista

El nacimiento del Precursor

disolvió el triste silencio del padre y la esterilidad de la madre,

y anunció el júbilo eminente; por lo que la creación entera lo celebra con alegría.

Exapostelario

Himnos de la Liturgia

Tropario de la Resurrección

Tono 3

audio27Que se alegren los celestiales,
y que se regocijen los terrenales;
Porque el Señor desplegó la fuerza de su brazo,
pisoteando la muerte con su muerte.
Y Siendo el primogénito de entre los muertos,
nos salvó de las entrañas del Hades
y concedió al mundo la gran misericordia.

Tropario de San  Juan el Bautista

Tono 2

La memoria del justo es con alabanzas,
pero a ti, oh Precursor, te basta el testimonio del Señor;
porque te volviste verdaderamente el más honrado de los profetas
al ser digno de bautizar en el Jordán al que fue anunciado;
y así como defendiste la verdad, con alegría
anunciaste, hasta a los que estaban en el Hades, a Dios que se ha revelado en el cuerpo,
que quita el pecado del mundo y nos otorga la gran misericordia.

Condaquio

Tono 4

Oh Protectora de los cristianos
indesairable; Mediadora, ante el Creador,
irrechazable: no desprecies las súplicas de nosotros,
pecadores, sino acude a auxiliarnos,
como bondadosa, a los que te invocamos con fe. 
Sé presta en intervenir y apresúrate con la súplica,
oh Madre de Dios, que siempre proteges a los que te honran.

Lecturas Bíblicas

Carta del Apóstol San Pablo a los Romanos  (13:11 – 14:4)

Hermanos: La salvación está más cerca de nosotros que cuando abrazamos la fe. La noche está avanzada. El día se avecina. Despojémonos, pues, de las obras de las tinieblas y revistámonos de las armas de la luz. Como en pleno día, procedamos con decoro; nada de comilonas y borracheras; nada de lujurias y desenfrenos; nada de rivalidades y envidias. Revístanse más bien del Señor Jesucristo y no se interesen en la carne para satisfacer su concupiscencia.

Acojan bien al que es débil en la fe, sin discutir opiniones. Uno cree poder comer de todo, mientras el débil no come más que verduras. El que come, no desprecie al que no come; y el que no come, tampoco juzgue al que come, pues Dios le ha acogido. ¿Quién eres tú para juzgar al criado ajeno? Que se mantenga en pie o caiga sólo interesa a su amo; pero quedará en pie, pues poderoso es el Señor para sostenerlo.

Evangelio según San Lucas (Lc. 1:1-25,  57-68,  76,  80)

Puesto que muchos han intentado narrar ordenadamente las cosas que se han verificado  entre nosotros, tal como nos las han transmitido los que desde el principio fueron testigos oculares y servidores de la Palabra, he decidido yo también, después de haber investigado diligentemente todo desde los orígenes, escribírtelo por su orden, ilustre Teófilo, para que conozcas la certeza de las enseñanzas que has recibido. En aquel tiempo, hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote, llamado Zacarías, del grupo de Abías, casado con una mujer descendiente de Aarón, que se llamaba Isabel, los dos eran justos ante Dios, y caminaban sin tacha en todos los mandamientos y preceptos del Señor. No tenían hijos, porque Isabel era estéril, y los dos de avanzada edad. Sucedió que, mientras Zacarías oficiaba delante de Dios, en el turno de su grupo, le tocó en suerte, según el uso del servicio sacerdotal, entrar en el Santuario del Señor para quemar el incienso. Toda la multitud del pueblo estaba fuera en oración, a la hora del incienso. Y se le apareció el Ángel del Señor, de pie, a la derecha del altar del incienso. Al verlo Zacarías, se turbó, y el temor se apoderó de él. El Ángel le dijo: «No temas, Zacarías, porque tu petición ha sido escuchada; Isabel, tu mujer, te dará a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Juan; será para ti gozo y alegría, y muchos se gozarán en su nacimiento, porque será grande ante el Señor; no beberá vino ni licor; estará lleno del Espíritu Santo ya desde el seno de su madre, y a muchos de los hijos de Israel, los convertirá al Señor su Dios, e irá delante de Él con el espíritu y el poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y a los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto.» Zacarías dijo al Ángel: «¿En qué lo conoceré? Porque yo soy viejo y mi mujer avanzada en edad.» El Ángel le respondió: «Yo soy Gabriel, el que está delante de Dios, y he sido enviado para hablarte y anunciarte esta buena nueva. He aquí, que te vas a quedar mudo y no podrás hablar hasta el día en que sucedan estas cosas, porque no diste crédito a mis palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo.» El pueblo estaba esperando a Zacarías y se extrañaba de su demora en el Santuario. Cuando salió, no podía hablarles, y comprendieron que había tenido una visión en el Santuario; les hablaba por señas, y permaneció mudo. Y sucedió que cuando se cumplieron los días de su servicio, se fue a su casa. Días después, concibió su mujer Isabel; y se mantuvo oculta durante cinco meses diciendo: «Esto es lo que ha hecho por mí el Señor en los días en que se dignó quitar mi oprobio entre los hombres.»

Se le cumplió a Isabel el tiempo de dar a luz, y tuvo un hijo. Oyeron sus vecinos y parientes que el Señor le había hecho gran misericordia, y se congratulaban con ella. Y sucedió que, al octavo día, fueron a circuncidar al niño, y querían ponerle el nombre de su padre, Zacarías, pero su madre, tomando la palabra, dijo: «No; se llamará Juan.» Le decían: «No hay nadie en tu parentela que tenga ese nombre.» Y preguntaban por señas a su padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre.» Y todos quedaron admirados. Y al punto, se abrió su boca y su lengua, y hablaba bendiciendo a Dios.  Invadió el temor a todos sus vecinos, y en toda la montaña de Judea se comentaban todas estas cosas; todos los que las oían las grababan en su corazón diciendo: «¿Qué será este niño?» Y la mano del Señor estaba con él. Zacarías, su padre, quedó lleno del Espíritu Santo, y profetizó diciendo: «¡Bendito el Señor Dios de Israel porque ha visitado y redimido a su pueblo!

Y tú, niño, serás llamado profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor para preparar sus caminos.»

El niño crecía y se fortalecía en espíritu; vivió en los desiertos hasta el día de su manifestación a Israel.

Mensaje Pastoral

El amigo del Novio

¡La memoria del Justo es con alabanzas, pero tú, oh Precursor, te basta el testimonio del Señor!

El 24 de junio, seis meses antes de la Natividad del Señor, conmemoramos el nacimiento de San Juan Bautista. Normalmente la Iglesia celebra a un santo el día de su muerte, por ser la fecha en el que ha cumplido con «la buena batalla» y ha recibido «la corona de gloria». Sin embargo, a San Juan se le celebra también en el día de su nacimiento por considerarse a este como parte del plan salvífico de Dios, siendo él el mensajero que prepararía la llegada del Mesías, según la profecía de Malaquías: «Yo envío mi mensajero delante de Ti, que preparará por delante tu camino.» Por eso se le llama Precursor. San Lucas se interesa por iniciar su Evangelio con el relato del nacimiento de Juan como preámbulo de la Buena Nueva.

Juan nace de unos padres devotos, Zacarías e Isabel, de un modo milagroso —ya que los dos eran de edad avanzada—  lo que nos recuerda la intervención divina para con Abraham y Sara, y también el nacimiento prodigioso de Samuel. Así, que ese acontecimiento forma un vínculo natural entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. La importancia del Antiguo Testamento consiste precisamente en este sucesión de eventos en los que el Señor intervine —independientemente de si la actitud del pueblo israelí fuese de justicia o pecado— para elevarlo un escalón más hacia el objetivo mismo de la  «Alianza» de Dios desde el principio.

Durante los siglos y décadas previos al Nacimiento de nuestro Salvador, se hablaba con frecuencia del grupo del  «Resto»; son los judíos que a pesar de las dificultades y pruebas (deportación, destrucción del templo, dominación de los romanos) mantuvieron viva su fidelidad y fija la mirada en la venida del Mesías. Juan se gesta en el seno de esta comunidad «Resto» y he aquí que goza, desde muy pronto, y salta en el vientre de su madre al percibir la recompensa de lo esperado desde antaño.

Muchos se confundían al advertir la justicia y la rectitud de Juan y pensaban que era el Mesías, pero él siempre fue claro en la definición de su misión: «Yo no soy el Cristo, sino enviado delante de Él», «yo soy la voz del que clama en el desierto: Rectifiquen el camino del Señor», «conviene que Él crezca, y que yo mengüe». A menudo leyendo las Santas Escrituras, nos encontramos con esta veneración al Bautista, a quien el Señor elogió: «En verdad les digo, que no ha surgido entre los nacidos de mujer uno mayor que Juan el Bautista» (Mt 11:13), pero al mismo tiempo percibimos esta jerarquía siempre respetada ante Cristo: «El que tiene a la novia es el novio; mas el amigo del novio […] se llena de gozo al oír la voz del novio», decía Juan en alusión a su precisa dignidad ante Jesús (Jn 3:28).

La Epístola que la Iglesia lee en la fiesta presente en honor al Precursor conserva el mismo lineamiento. «El día se avecina […] procedamos con decoro; nada de comilonas y borracheras; nada de lujurias y desenfrenos; nada de rivalidades y envidias.» Ésta exhortación de San Pablo para cada cristiano brinda homenaje tanto a la prédica del Bautista «conviértanse que el Reino del Cielo está cerca» como a su modo de vivir, sobrio, ascético y vigilante. Sin embargo, la vigilia y la moderación ascética  —por más importantes e indispensables que sean— quedan siempre al servicio del amor: «Acojan bien al que es débil en la fe […] el que come, no desprecie al que no come, y el que no come, tampoco juzgue al que come». La vigilia es nada si provoca que se juzgue al prójimo. Es nula la oración cuando nos encierra en una torre de soberbia lejos del hermano. Vano es el sacrificio que no lleva a la misericordia. 

La fiesta de hoy resalta la virtud de San Juan Bautista profeta y precursor, su vigilia, ascetismo y rectitud de vida, un modo de vivir que prepara el camino a la jerarquía máxima, al amor perfecto, «a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo» (Ef 4:13), de quien sea la gloria por los siglos. Amén.

Nuestra Fe y Tradición

El símbolo del pez

Desde los primeros años del Cristianismo, el pez ha sido un símbolo importante entre los cristianos, que los identificaba, una contraseña por la cual se reconocían entre sí, que son seguidores del Camino.

Eso se debe primeramente a la llamada apostólica de Cristo hacia los discípulos y Pedro: “Yo les haré pescadores de hombres”. Entonces este símbolo expresaba el ser atrapado por las redes de la predicación. Pero también el pez era el símbolo de la fe en “Jesucristo, Hijo de Dios, el Salvador”. Porque las letras de la palabra griega ΙΧΘΥΣ “ijthis” (que significa pez) son las iniciales de las palabras de la mencionada frase:

 Ιησούς (Jesús) /Χριστός (Cristo) / Θεού (Dios)/ Υιός  (Hijo)/ Σωτήρ (Salvador).

Posteriormente también en la literatura monástica el símbolo de pez conservó su importancia, e indicaba la constante vigilia del alma, ya que el pez, como no tiene párpados, duerme con los ojos abiertos. “Yo dormía, pero mi corazón velaba.” (Cant. 5,2).

Considerando esta tradición, entendemos porque encontramos a menudo ilustración de pez como adorno principal en el arte cristiano, y también porqué la iglesia estableció comer pescado en algunas fiestas del Señor, como en la de la Anunciación o el Domingo de Ramos, proclamando con este gesto su fe en Jesucristo, Hijo de Dios, Salvador del mundo.

Vida de Santos

Profeta San Juan el Bautista

24 de junio

El Profeta San Juan el Bautista es considerado después de la Virgen María el santo mas honrado. En su honor fueron establecidas las siguientes celebraciones: el 6 de octubre- su concepción, el 7 de julio- su nacimiento, el 11 de septiembre- su martirio (fecha en la cual lo decapitaron), el 20 de enero – San Juan el Bautista en relación con la festividad del Bautismo en el Jordán (Teofanía), 9 de marzo 1° y 2° hallazgo de su cabeza, el 25 de octubre – la conmemoración del traslado de su mano derecha desde Malta hacia Gatchina (cerca de S.Petersburgo).

El Profeta San Juan el Bautista era hijo del sacerdote Zacarías, casado con Santa Isabel (descendiente de Aarón). Sus padres vivían cerca de Hebrón (en una región montañosa) al sur de Jerusalén. Por parte de su madre él era pariente de Nuestro Señor Jesucristo y nació seis meses antes que el Señor.

Como lo narra el Evangelista San Lucas, el Arcángel Gabriel, se apareció a su padre Zacarías en el Templo y le anunció el nacimiento de su hijo. Y así estos devotos esposos, de edad avanzada, privados del consuelo de tener descendencia, tuvieron por fin un hijo, el cual ellos pidieron en sus oraciones.

Por misericordia de Dios él se liberó de la muerte entre miles de niños que fueron matados en Belén y sus alrededores. San Juan creció en un desierto salvaje, y se preparaba para la gran labor, llevando una forma de vida severa -ayunando, rezando y meditando en su destino preparado por Dios. Llevaba una vestimenta tosca, sujeta con un cinto de cuero, se alimentaba con miel silvestre y langostas. Él siguió una vida de ermitaño hasta el momento en el que el Señor lo llamó a los 30 años de edad para profetizar al pueblo hebreo.

Santos Pedro y Pablo, apóstoles

29 de junio

Solemnidad de san Pedro y san Pablo, apóstoles. Simón, hijo de Jonás y hermano de Andrés, fue el primero entre los discípulos que confesó a Cristo como Hijo de Dios vivo, y por ello fue llámado Pedro. Pablo, apóstol de los gentiles, predicó a Cristo crucificado a judíos y griegos. Los dos, con la fuerza de la fe y el amor a Jesucristo, anunciaron el Evangelio en la ciudad de Roma, donde, en tiempo del emperador Nerón, ambos sufrieron el martirio: Pedro, como narra la tradición, crucificado cabeza y Pablo, degollado En este día, su triunfo es celebrado por todo el mundo con honor y veneración.

Virtud cristiana

Sobre el agradecimiento a Dios

A pesar de no ver a Dios con nuestros ojos, sabemos que Él se preocupa de nuestro bien más, que una madre más amante. Él ordena al sol de iluminar, calentar y vivificarnos, envía la lluvia y la fertilidad, nos da alimentos y alegra nuestros corazones. Él ordenó a la tierra producir diferentes frutos, que alimentan y mantienen nuestro cuerpo con vida, y obliga a los animales a servirnos. Así, por Su voluntad montañas y valles, mares y ríos, árboles y piedras, pájaros y peces, tierra y aire – todo sirve para nuestro provecho y gozo. Su fuerza Divina nos sostiene, prolonga y guarda nuestra vida en medio de peligros y adversidades del mundo. Por consiguiente, “por Él vivimos, nos movemos y existimos.” Cada momento de nuestra vida es el don de Su infinita misericordia, cada respiración nuestra es el signo de Su paternal benevolencia; cada palpitación de nuestro corazón es la obra de Su altísimo amor y misericordia.

Así, penetrando en los caminos de la Providencia Divina en nuestra vida, vemos, que no tanto el deber y la obligación, sino todo nuestro ser en el presente y en el futuro, exige que no seamos insensibles ante las bondades Divinas! Hay que agregar, que nuestro agradecimiento es necesario, no tanto a Dios, como a nosotros mismos. Dando gracias a Dios, recordamos Su amor hacia nosotros, Su continua preocupación, y el mar de bondades materiales y espirituales, que diariamente vierte sobre nosotros. Este recuerdo aclara a nuestra mente, nos hace entender claramente en que consiste la verdadera meta de nuestra vida, y nos ayuda a separar lo principal de lo secundario.

Además el agradecimiento a Dios disipa la melancolía, aleja la tristeza, nos devuelve la energía y anima el espíritu. El agradecimiento a Dios se puede comparar con los rayos tibios del sol, penetrando al oscuro sótano de nuestra alma. Del contacto con el Sol Espiritual, el alma se entibia, el hombre se vuelve más bondadoso y preparado para amar.

Tratemos cada día, y en particular los domingos, agradecer a nuestro Creador y Salvador – esto servirá como un excelente remedio para nuestra alma.

Frases Bíblicas

  • “Juan es aquel de quien dice la Escritura: ‘Yo envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino.’” (Mateo 11: 10)
  • “Hubo un hombre llamado Juan, a quien Dios envió como testigo, para que diera testimonio de la luz y para que todos creyesen por medio de él.” (Juan 1: 6-7)
  • “Juan dio testimonio de él diciendo: “A este me refería yo cuando dije que el que viene después de mí es más importante que yo, porque existía antes que yo.”” (Juan 1: 15)

Felicitación

Felicitamos a la Comunidad de San Juan Bautista en Honduras y a todos nuestros fiesles que llevan el nombre de San Juan Bautista. ¡Dios llene su vida y la de todos nosotros con el ánimo, la fe y el amor por la intercesión del Santo Profeta. Amén.

Boletín del 17/06/2018

 3er. Domingo después de Pentecostés

Cristo 1

Cristo ha resucitado.
 Nadie puede dudarlo porque se ha aparecido a María;
después se dejó ver por los que iban a pescar;
y se manifestó a los once Discípulos a quienes envió a bautizar,
y subió al cielo de donde descendió,
probando sus enseñanzas con muchos milagros.

Exapostelario

Tropario de la Resurrección

Tono 2

audio27Cuando descendiste a la muerte, oh Vida Inmortal,
mataste al Hades con el rayo de tu  divinidad, 
y cuando levantaste a los muertos del fondo de la tierra, 
todos los poderes Celestiales clamaron: 
¡Oh Dador de vida, Cristo Dios, gloria a Ti!

Condaquio

Tono 4

KondakionOh Protectora de los cristianos indesairable;
Mediadora, ante el Creador, irrechazable:
no desprecies las súplicas de nosotros, pecadores,
sino acude a auxiliarnos, como bondadosa,
a los que te invocamos con fe.
Sé presta en intervenir y apresúrate con la súplica,
oh Madre de Dios, que siempre proteges a los que te honran.
 

Lecturas Bíblicas

Carta del Apóstol San pablo a los Romanos (5: 1-10)

 Hermanos: Habiendo recibido de la fe nuestra justificación, estamos en paz con Dios, por nuestro Señor Jesucristo, por Quien hemos obtenido también, mediante la fe, el acceso a esta gracia en la cual nos hallamos, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. Más aún, nos gloriamos hasta en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación engendra la paciencia; la paciencia, virtud probada; la virtud probada, esperanza, y la esperanza no falla, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado. En efecto, cuando todavía estábamos sin fuerza, en el tiempo señalado, Cristo murió por los impíos —en verdad, apenas habrá quien muera por un justo; por un hombre de bien tal vez se atrevería uno a morir—; mas Dios muestra su amor para con nosotros en que, siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. ¡Con cuánta más razón, pues, justificados ahora por su sangre, seremos por Él salvos de la cólera! Pues si cuando éramos enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, ¡con cuánta más razón, estando ya reconciliados, seremos salvos por su vida!

 Evangelio según San Mateo (6: 22-33)

Dijo el Señor: «La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo es puro, todo tu cuerpo estará iluminado; pero si tu ojo es malo, todo tu cuerpo estará a oscuras. Y si la luz que hay en ti es oscuridad, ¡qué oscuridad habrá!… Nadie puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No pueden servir a Dios y al dinero. Por eso les digo: No anden preocupados por su vida, qué comerán, ni por su cuerpo, con qué se vestirán. ¿No vale más la vida que el alimento y el cuerpo más que el vestido? Miren las aves del cielo: no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros; y su Padre celestial las alimenta. ¿No valen ustedes más que ellas? Por lo demás, ¿quién de ustedes puede, por más que se preocupe, añadir un solo codo a la medida de su vida? Y del vestido, ¿por qué preocuparse? Observen los lirios del campo, cómo crecen; no se fatigan, ni hilan. Pero Yo les digo que ni Salomón, en toda su gloria, se vistió como uno de ellos. Pues si la hierba del campo, que hoy es y mañana se echa al horno, Dios así la viste, ¿no lo hará mucho más con ustedes, hombres de poca fe? No anden, pues, preocupados diciendo: “¿Qué vamos a comer?, ¿qué vamos a beber?, ¿con qué vamos a vestirnos?”, que por todas estas cosas se afanan los gentiles: ya sabe su Padre celestial que tienen necesidad de todo eso. Busquen primero el Reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas se les darán por añadidura.»

Modo de ver

«La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo es simple (puro), todo tu cuerpo estará iluminado; pero si tu ojo es malo, todo tu cuerpo estará a oscuras.»

Entonces, nos dice el Señor, que el criterio de un estado sano es la condición de nuestro ojo: malo o puro. Los judíos, por ejemplo, mientras estaban viendo la benevolencia de los milagros del Señor, lejos de admirar su misericordia, condenaron que hubiera roto con la «ley del Sábado». Su «mal ojo» no les permitía observar la bondad. Es como un vaso de agua pura que se le echa una gota de petróleo de modo que se empieza a admirarla como agua negra. Si odio a una persona, por más buenas que sean sus obras e intenciones, seguiré viéndolas con «mal ojo» y  contaminando la realidad con mis prejuicios. Y viceversa, «el amor no toma en cuenta el mal […] todo lo excusa», dice san Pablo (1Cor 13: 7).

¿Cómo adquirir el ojo «simple»?, y ¿por qué se ha contaminado nuestra visión?

La literatura ascética nos habla de las «pasiones» que son tendencias y motivos ocultos en el corazón, que adquirimos y desarrollamos por ambiente, herencia y todo lo que nos rodea día a día: rencor, calumnia, celo, egoísmo y muchos más forman las pasiones que contaminan nuestro modo de ver, y empezamos a complicarnos la vida y considerarla difícil e imposible, y al hermano como «mi infierno» (Jean Paul Sartre). Estas pasiones nos deslumbran e impiden ver la realidad aun en sus detalles más evidentes.

El primer escalón para una vista «simple y pura» es la lógica. Es ilógico que la culpa pertenezca siempre y en todo a los demás. El examen sincero bajo la luz de la razón es capaz de proporcionarme una visión crítica y audaz que me permita conocer cuándo la responsabilidad cae sobre mis hombros y cuándo sobre los del hermano. La vigilancia prudente de los movimientos de alma ante hechos determinados, activa el papel de la consciencia para discernir la realidad objetiva.

El segundo escalón —el más esencial— para obtener un ojo «puro» es el amor que «no toma en cuenta el mal» y «todo lo excusa». ¿Acaso el hombre bondadoso y espiritual es ciego para que no vea la maldad?» En realidad, éste es el más apto para advertir la mínima presencia de las pasiones. Ve la maldad pero no la considera; es decir, la ofensa del hermano no anula al hermano. No ve en el pecado del prójimo un alma condenada sino una posibilidad futura de arrepentimiento y de conciliación, tal como una madre que, si bien no está ciega a los errores y a las ofensas de su hijo, sigue amándolo, sirviéndolo y «viéndolo» como la criatura más bella: es el ojo simple y puro. Cuando presentaron a Jesús a una mujer adúltera esperando su permiso para apedrearla, Él vio en ella un alma digna, no de condenación, sino de atención: «Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más» (Jn 8:11).

¿Cómo adquirir un ojo tal? ¿Acaso es posible lograrlo en una sociedad llena de competencia y de búsqueda de autorrealización?

El paciente busca al oculista para que le recete unos lentes, y el cristiano busca la Iglesia, que le receta la palabra de Dios; la coloca siempre ante sus ojos cual lentes que purifican su vista; de aquí en adelante, cada vez más, obtendrá el «pensamiento de Cristo» (1Cor 2:16); y el prójimo ya no volverá más a ser visto como «mi infierno» sino como mi compañero en el camino de la Luz. Amén.

La oración por los difuntos

Desde siempre, el Cristianismo ha rechazado totalmente el uso de métodos y técnicas (espiritismo, magia…) para comunicarse con los muertos; sea cual fuese la meta, ejercer estos métodos significa estar sujetos a engaños satánicos y/o al oportunismo humano que se burla de nuestros sentimientos.

En cambio, la única manera conveniente y saludable para dicha comunión es la oración, donde la reunión se realiza, no en el nivel psíquico (recuerdos, fotos, sueños…) sino en el espiritual. Y se nos pregunta: ¿Cuál es la justificación para la conmemoración de los difuntos?, y ¿de qué manera puede ser útil para ellos?

Quizás las preguntas nos confundan y no podamos dar una respuesta satisfactoria; sin embargo, nuestra auténtica fe nos enseña que el amor mutuo es el que justifica y, más aún, nos exhorta a orar por nuestros queridos difuntos. Es lo mismo con los vivos: no podemos explicar cómo nuestra súplica ayuda al prójimo, pero sabemos por experiencia que ésta es eficaz y así la practicamos. La acción de la oración, sea ofrecida por vivos o por muertos, es mística; no podemos sondear la influencia entre la eficacia de la oración, la libre voluntad de una persona y la misericordia de Dios. Nos basta saber que ellos necesitan de nuestro apoyo y que, cuando oremos por ellos, su amor a Dios aumenta; por lo demás, dejémoslo al Señor.

Rechazar la oración por los difuntos es un pensamiento frío que contradice el amor. Nuestra esperanza de que ellos viven en la misericordia de Dios, nos hace desear que nuestro amor hacia ellos sea incorporado a la Divina Misericordia: “Haz descansar las almas de tus siervos en un lugar de paz donde no hay dolor ni tristeza sino vida eterna.”

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