Boletín del 22/10/2017

6° Domingo de Lucas

 

Himnos de la Liturgia

Tropario de la Resurrección

Tono 3

audio1Que se alegren los celestiales, y que se
regocijen los terrenales; Porque el Señor
desplegó la fuerza de su brazo, pisoteando
la muerte con su muerte. y
Siendo el primogénito de entre los
muertos, nos salvó de las entrañas del
Hades y concedió al mundo la gran
misericordia.
 
 

Condaquio

Tono 4

KondakionOh Protectora de los cristianos indesairable;
Mediadora, ante el Creador, irrechazable:
no desprecies las súplicas de nosotros, pecadores,
sino acude a auxiliarnos, como bondadosa,
a los que te invocamos con fe.
Sé presta en intervenir y apresúrate con la súplica,
oh Madre de Dios, que siempre proteges a los que te honran.

Lecturas Bíblicas

Carta del Apóstol San Pablo a los Gálatas (1: 11-19)

Hermanos: Les hago saber que el Evangelio anunciado por mí, no es de orden humano, pues yo no lo recibí ni aprendí de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo. Pues ya están enterados de mi conducta anterior en el Judaísmo, cuán encarnizadamente perseguía a la Iglesia de Dios y la devastaba, y cómo sobrepasaba en el Judaísmo a muchos de mis compatriotas contemporáneos, superándoles en el celo por las tradiciones de mis padres.

Mas, cuando Aquél que me separó desde el seno de mi madre y me llamó por su Gracia, tuvo a bien revelar en mí a su Hijo, para que lo anunciase entre los gentiles, al punto, sin pedir consejo ni a la carne ni a la sangre, sin subir a Jerusalén donde los apóstoles anteriores a mí, me fui a Arabia, de donde nuevamente volví a Damasco. Luego, de allí a tres años, subí a Jerusalén para conocer a Cefas y permanecí quince días en su compañía. Y no vi a ningún otro apóstol más que a Santiago, el hermano del Señor.

 Evangelio según San Lucas (Lc. 8: 26-39)

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos arribaron a la región de los gerasenos, que está frente a Galilea. Al saltar a tierra, vino de la ciudad a su encuentro un hombre poseído por los demonios, y que hacía mucho tiempo que no llevaba vestido, ni moraba en casa,sino en los sepulcros. Al ver a Jesús,cayó ante Él, gritando con gran voz:«¿Qué tengo yo contigo, Jesús, Hijo de Dios Altísimo? Te suplico que no me atormentes.» Es que Él había man dado al espíritu inmundo que saliera de aquel hombre; pues en muchas ocasiones se había apoderado de él; lo sujetaban concadenas y grilletes para custodiarlo,pero, rompiendo las ligaduras era empujado por el demonio al desierto.Jesús le preguntó: «¿Cuál es tu nombre?» Él contestó: «Legión»;porque habían entrado en él muchos demonios. Y le suplicaban que no les mandara irse al abismo. Había allí una gran piara de puercos que pacían en el monte; y le suplicaron que les permitiera entrar en ellos; y se lo permitió. Salieron los demonios de aquel hombre y entraron en los puercos, y la piara se arrojó al lago de lo alto del precipicio, y se ahogó.Viendo los porqueros lo que había pasado, huyeron y lo contaron por la ciudad y por las aldeas. Salieron,pues, a ver lo que había ocurrido y,llegando donde Jesús, encontraron al hombre del que habían salido los demonios, sentado, vestido y en susano juicio, a los pies de Jesús; y se llenaron de temor. Los que lo habían visto, les contaron cómo había sido salvado el endemoniado. Entonces toda la gente del país de los gerasenos le rogaron que se alejara de ellos, porque estaban poseídos de gran temor. Él, subiendo a la barca,regresó. El hombre de quien habían salido los demonios, le pedía estar con Él, pero Jesús le despidió diciendo: «Vuelve a tu casa y cuenta todo lo que Dios ha hecho contigo.»Y él fue por toda la ciudad proclamando todo lo que Jesús había hecho con él.

Mensaje Pastoral

El pensamiento de Cristo

«Un hombre, poseído por los demonios, y que hacía mucho tiempo que no llevaba vestido, ni moraba en una casa, sino en los sepulcros.» Si quisiéramos describirlo con una expresión contemporánea, diríamos que este hombre era incapaz de armonizarse con la sociedad. Pues no vivía entre los hombres «no moraba en una casa, sino en los sepulcros.» El Evangelio según san Marcos nos cuenta también que «andaba por los montes dando gritos e hiriéndose con piedras» (Mc 5:5), como si quisiera tomar una actitud positiva pero no podía controlarse. Así se ve la creación de Dios, la que en un principio, conforme al libro de Génesis, «era muy buena» (Gn 1:31); así de agresiva y confundida se ve después de haberse vuelto presa de Satanás.

En la curación del endemoniado, Jesús permitió que los demonios entraran en los cerdos. ¿Por qué? ¿Acaso era incapaz de echarlos de otra manera?

Con esta licencia Cristo buscó dos objetos para nuestra enseñanza:

Primero, que visiblemente comprendamos el poder invisible del odio del demonio, odio que Dios no le permite ejecutar más allá de la capacidad del hombre: esta presencia, tan odiosa y tan dañina que puede provocar que miles de cerdos se arrojen en el mar, no puede dañar al endemoniado más allá de su propia fuerza.

Y segundo, Cristo quiso confirmar la dignidad  del hombre que merece todo sacrificio para su salvación. Si bien toda la creación es «muy buena» a los ojos de Dios, el hombre es la creatura amada que hizo con sus propias manos (figura que ilustra un cariño especial) e «insufló –dice el Génesis– en su nariz aliento de vida»: es el alma digna de todo sacrificio material.

Frente a tal sabiduría celestial de Jesús, nos encontramos con la preocupación mundana del «hombre natural» del cual san Pablo dice en su primera Carta a los Corintios «no capta las cosas del Espíritu; son necedad para él» (1Cor 2:14); pues la gente, al haber sido informada cuando «los que lo habían visto, les contaron cómo había sido salvado el endemoniado», en lugar de postrarse ante los pies de Jesús, «le rogaron que se alejara de ellos». La alegría de encontrar al endemoniado «sentado, vestido y en su sano juicio» fue ahogada por la tristeza del apego a los cerdos. En realidad, si bien el demonio moraba visiblemente en esta persona, dominaba también la mente, el interés y la vida de aquella muchedumbre; y mientras ellos le pidieron a Cristo que se alejara, el desendemoniado, curado ya, «se sentó a los pies de Jesús.»

Nuestra vocación, como cristianos, es la ascensión de nuestro hombre natural hacia el espiritual, Jesucristo, quien «lo juzga todo y nadie lo puede juzgar» (1Cor 2:16); en otras palabras, nuestra vocación es obtener el pensamiento de Cristo.

Retirémonos de la muchedumbre que, día a día, demanda a Dios por los cerdos; sentémonos con el liberado a los pies de Cristo, y sigámosle al barco de la salvación desde donde Él nos envía a proclamar «todo lo que Jesús ha hecho con nosotros.» Amén.

Nuestra Fe y Tradición

EL “AMÉN”

Cuando el presbítero exclama “Bendito sea el Reino del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”  o cualquier otra exclamación, el pueblo contesta “Amén”, término que – interpretado en lo general como: así sea- lleva un sentido más fuerte. Pues, el “Amén” lleva un sentido activo. Es la expresión que concluye cada exclamación del sacerdote sellándola por la aceptación, y expresando la participación responsable y esencial de cada fiel y de toda la asamblea en la misma obra litúrgica de la Iglesia.

La veneración a los Santos:

Los primeros venerados por los cristianos fueron los mártires. Su restos se conservaban cuidadosamente como tesoros preciosos, no necesariamente por su poder milagroso sino por que estos fieles de Cristo lucharon la buena batalla e imitaron la muerte del Señor. Porque no son los mártires los que viven en ellos mismos, sino que es Cristo quien vive en ellos (Gal. 2:20). Una ves libre la iglesia de las persecuciones, se empezó a venerar al coro entero de los Santos que aunque no habían derramado su sangre, día con día testimoniaban su vida en el evangelio, en Cristo, aniquilando sus propios deseos y pasiones y solo deseando hacer la voluntad de su Señor.

Vida de Santos

“San Demetrio el emanador de mirra”

26 de Octubresaint-demetrios-the-great-martyr-and-myrrh-streamer-of-thessaloniki-icon

El día de hoy celebramos a uno de los grandes mártires de la Iglesia Ortodoxa: San Demetrio. La ciudad griega de Tesalónica festeja el día de su santo patrono quien nació y fue martirizado allí mismo. La tradición de nuestra Iglesia dice que de la misma manera que los arcángeles Miguel y Gabriel son los grandes defensores de la Iglesia en los cielos, San Demetrio y San Jorge son los grandes soldados de Cristo en la tierra. Siempre vemos a San Demetrio sobre un caballo: la iconografía suele representar a San Jorge sobre un caballo blanco y a San Demetrio sobre uno rojo.

Sentencias de los Padres del Desierto

  • Dijo el Padre Jacobo: “No hay necesidad de palabras solamente. ¡Hay tantas palabras entre los hombres!. En cambio hay necesidad de acciones: éstas hay que buscar y no sólo las palabras, que no dan fruto”.
  • El Padre Macario dijo: “Si, reprendiendo a alguien tú te dejas llevar por la cólera, satisfaces tu propia pasión. Por lo tanto no te pierdas a ti mismo para salvar a los otros”.
  • También decía el Padre Macario:”No hay necesidad de hacer largos discursos, es suficiente extender las manos y decir: “Señor, como tú quieres y sabes, ten piedad de mí! .” Y si el combate prosigue: “Señor, socórreme! .”El sabe bien qué nos hace falta y nos hace misericordia”.

Boletín del 15/10/2017

Memoria de los Stos. Padres del 7° Concilio Ecuménico

Celebrando la conmemoración de los divinos Padres,
a Ti suplicamos, Oh Muy Compasivo Señor,
para que salves a Tu pueblo del perjuicio de todos los herejes;
Y haznos dignos a todos de glorificar al Padre, al Verbo y al Espíritu Santísimo.
                                                                                                                                       Exapostelario

Himnos de la Liturgia

Tropario de la Resurrección

Tono 2

audio24Cuando descendiste a la muerte, oh
Vida Inmortal, mataste al Hades con el
rayo de tu divinidad, y cuando levantaste
a los muertos del fondo de la tierra,
todos los poderes Celestiales clamaron:
¡Oh Dador de vida, Cristo Dios, gloria
a Ti!

Tropario de Santos padres del 7° concilio

Tono 8

audio24¡Glorificado eres Tú oh Cristo Dios nuestro,
que cimentaste a los santo padres en la tierra como astros
, por los cuales nos dirigiste a la verdadera fe!
¡oh Misericordioso, gloria a Ti!

Condaquio

Tono 4

KondakionOh Protectora de los cristianos indesairable;
Mediadora, ante el Creador, irrechazable:
no desprecies las súplicas de nosotros, pecadores,
sino acude a auxiliarnos, como bondadosa,
a los que te invocamos con fe.
Sé presta en intervenir y apresúrate con la súplica,
oh Madre de Dios, que siempre proteges a los que te honran.

Lecturas Bíblicas

Carta del Apóstol San Pablo a Tito (3: 8-15)

Hijo mío, Tito: Cierta es la Palabra, y quiero que en esto te  mantengas firme, para que los que creen en Dios  procuren sobresalir en la práctica de las obras de bondad;  éstas son las obras buenas y provechosas para los hombres. En  cambio, las discusiones necias, genealogías, contiendas y  disputas sobre la Ley, evítalas, porque son inútiles y vanas. Al  desviado en la fe, después de una y otra amonestación,  rehúyelo; ya sabes que tal hombre se ha pervertido y peca  condenándose a sí mismo.

Cuando te envíe a Artemas o a Tíquico, apresúrate a venir  donde mí a Nicópolis, porque he pensado pasar allí el invierno.  Cuida de proveer de todo lo necesario para el viaje a Zenas, el  perito en la Ley, y a Apolo, de modo que nada les falte.

Que aprendan también los nuestros a sobresalir en la práctica  de las buenas obras, atendiendo a las necesidades urgentes,  para que no queden sin fruto.  Te saludan todos los que están conmigo. Saluda a los que nos  aman en la fe. La Gracia sea con todos ustedes.

Evangelio según San Lucas (Lc. 8: 5-15)

Dijo el Señor esta parábola: «Salió un sembrador a sembrar su simiente; y al sembrar, una parte cayó a lo largo del camino, fue pisada, y las aves del cielo se la comieron; otra cayó sobre piedra, y después de brotar, se secó  por no tener humedad; otra cayó en medio de abrojos, y creciendo con ella los abrojos, la ahogaron. Y otra cayó en tierra buena, y creciendo dio fruto centuplicado.» Dicho esto,  exclamó: «El que tenga oídos para  oír, que oiga.» Le preguntaban sus  discípulos qué significaba esta parábola, y Él dijo: «A ustedes se les  ha concedido conocer los misterios  del Reino de Dios; a los demás sólo en parábolas, para que: viendo, no vean y, oyendo, no entiendan. La  parábola del sembrador quiere decir  esto: La simiente es la Palabra de  Dios. Los de a lo largo del camino, son los que han oído; después viene el diablo y se lleva de su corazón la  palabra, no sea  que crean y se salven. Los de sobre piedra son los que, al oír la Palabra, la reciben con alegría; pero éstos no tienen raíz;  creen por algún tiempo, pero a la  hora de la prueba desisten. Lo que  cayó entre los abrojos, son los que  han oído, pero a lo largo de su  caminar son ahogados por las  preocupaciones, las riquezas y los  placeres de la vida, y no llegan a  madurez. Lo que en buena tierra, son  los que, después de haber oído,  conservan la Palabra con corazón  bueno y recto, y dan fruto con  perseverancia.»

Mensaje Pastoral

La tierra buena

«Y otra cayó en tierra buena y, creciendo, dio fruto centuplicado.»

En esta parábola, Cristo no pretendía clasificar a la gente entre recipientes buenos y otros inoportunos, sino describir los obstáculos que impiden que la CristoSembrpalabra de Dios actúe en nosotros; a fin de que, identificándolos, los superemos y lleguemos a formar una tierra buena.

La tierra buena es virgen y oculta a la vista, que sabe cómo guardar la semilla, y cobijándola, la hace parte de ella, así que los pájaros no la pueden hurtar. En cambio, cuando la palabra nos agrada superficial y emocionalmente sin que la hagamos parte de nuestro ser, parte de nuestro modo de vivir, se vuelve como la semilla que cayó en la superficie del camino, la cual fue fácil para el Maligno robar.

La tierra buena, siendo profunda y flexible, facilita que la semilla tenga raíces robustas e inseparables que resisten a cualquier tormenta. Se podría pensar que la era de la persecución terminó a principios del siglo IV con el reconocimiento oficial del cristianismo y la libertad religiosa; pero, en realidad, la persecución jamás se ha detenido y el martirio nunca ha cesado de dar su testimonio. Mientras los mártires sacrifican su vida rechazando la adoración a dioses ajenos, he aquí que nosotros, cada día, nos prosternamos ante millares de esos dioses. Llegamos al templo para ofrecer a Dios nuestras superficialidades y al salir nos mostramos ajenos a Él. ¿Acaso en nuestros proyectos buscamos agradar a Dios? En la educación de nuestros hijos, ¿sembramos la virtud evangélica: perdón, sacrificio, oración y sensibilidad? ¿La palabra de Dios juzga sobriamente nuestro modo de vivir o es superficial? La profundidad es una vida comprometida y la flexibilidad es la penitencia que va moldeando el alma, y el resultado es fe inamovible, como la de san Pablo: «¿Quién nos separará del amor de Cristo?: ¿la tribulación?, ¿la angustia?, ¿el hambre?, ¿la  desnudez?,  ¿los  peligros?,  ¿la  espada?»   (Rom 8:35).

La tierra buena ha de estar limpia de los abrojos. Quizás el más miserable sea el que ha probado la dulzura de la palabra divina, pero las espinas de la vida no la dejan crecer. Judas, por ejemplo, gustó junto con los demás discípulos de la Presencia de Cristo, pero el amor a la plata y los intereses inmundos ahogaron todo anhelo divino sembrado en su corazón. Nuestras energías, deseos y tiempo son espacios en los que la palabra de Dios tiene que crecer; mas si los abrojos consumen todo el oxígeno en estos espacios, sobrará nada para las semillas de la vida y éstas se ahogarán.

La Iglesia lee este pasaje evangélico en el recuerdo de los santos Padres del Séptimo Concilio Ecuménico. Para nuestra Iglesia los santos Concilios no son congresos eclesiásticos ni conferencias dogmáticas, sino la reunión de los santos, hombres de Dios que han aceptado la palabra divina profundamente en sus vidas: «y no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí» (Gal 2:20), y la han guardado lejos de cualquier pensamiento maligno, pisoteando por ella las preocupaciones del mundo presente: «que no tenemos aquí ciudad permanente, sino que andamos buscando la del futuro.» (Heb 13:14).

Nuestras Fe y Tradición

El séptimo concilio ecuménico

7+Concilio+Ecuménico1 (1)En el año 787, bajo el amparo de la emperatriz Irene, se reunió en la ciudad de Nicea  el Séptimo Concilio Ecuménico con la participación de 367 obispos de todas partes con el objeto principal de determinar la posición  de la Iglesia universal sobre la veneración a los iconos de acuerdo a la doctrina de los anteriores seis concilios y a las enseñanzas de los santos padres.

El concilio condenó a los iconoclastas y veneró a los santos que habían soportado persecuciones y exilios defendiendo y muriendo por la veneración a los iconos como san Juan damasceno quien dijo: “yo muestro al Dios invisible no del lado que es invisible, sino del que se hizo visible para nosotros participando en la carne y en la sangre. No honro a la materia, sino al creador de la materia que se hizo materia para mí, viviendo en la materia y por ella realizando mi salvación”.

Así, el Séptimo Concilio Ecuménico expuso la teología del icono. Sin embargo, aunque la definió y presentó en forma acabada, la guerra de los iconos volvió a presentarse en el año 813 y continuó, por períodos cortos, hasta el año 843, en el que la emperatriz Teodora puso fin a esta guerra estableciendo las definiciones del séptimo santo concilio.

Cristo libera a los hombres de la idolatría no de un modo negativo, suprimiendo cualquier imagen, sino positivamente, revelando la verdadera figura humana de Dios. Si la divinidad sola de Cristo escapa a todo medio de representación y si la humanidad sola, separada de lo divino ya no significa nada, el genio de los padres del séptimo concilio proclaman que “su misma humanidad es la imagen de la divinidad.” “ quien me ha visto, ha visto al Padre.” Lo visible es afirmado en su función iconográfica: imagen de lo invisible.

Vida de Santos

Mártir Luciano.

15 de Octubre

2D4F409E02304F081404224F08067FNació en Samosata Siria (235-312), de padres creyentes, como lo fue el desde muy pequeño. Luego de la muerte de sus padres, repartió su fortuna entre los pobres y se dedico al estudio de la Sagrada Escritura, porque en su mente guardaba las palabras del Apóstol Pablo: “Toda Escritura está inspirada por Dios y es útil para enseñar, rebatir, corregir y guiar en el bien”. Es decir, toda la Santa Escritura ha sido inspirada por Dios. ¡Por eso es beneficiosa para enseñar la verdad, comprobar los errores, corrige aquellos que pecan y educar en la virtud. Alcanzado Luciano, un profundo conocimiento de la Santa Escritura, fue ordenado sacerdote de Antioquia. Allí enseño con valor y con precisión la divina palabra, en Antioquia fundo escuelas con mucha concurrencia de estudiantes, donde la doctrina cristiana era enseñada y practicada con gran virtud. Cuando Luciano se entero que en Nicomidia Dioclesiano perseguía y mataba cristianos, dejo Antioquia y se dirigió allí para fortalecer y apoyar a los cristianos en su fe, y en el momento del martirio, pero fue arrestado, llevado a prisión donde murió de hambre.

Sentencias de los Padres del Desierto

Isaías de Escete

  • Decía : “Dios quiere usar de misericordia con un alma, pero ésta no tolera las riendas y las rechaza para seguir su propia voluntad. Dios deja que sufra lo que no querría, para que aprenda así a buscarlo”.
  • Le preguntaron : “¿Qué es el amor al dinero?”. Respondió : “Es no creer que Dios cuida de tí, desesperar de sus poderes y querer hacerte grande”.
  • Solía decir también: “Si alguien quiere devolver mal por mal, puede herir la conciencia del hermano incluso con un solo gesto”.

Boletín del 08/10/2017

3° Domingo de San Lucas

Icono-moderno-bizantino-griego

 

 

Himnos de la Liturgia

Tropario de la Resurrección

Tono 1

audio24Cuando la piedra fue sellada por los
judíos y tu purísimo cuerpo fue custodiado
por los guardias, resucitaste al
tercer día, oh Salvador, concediendo al
mundo la vida. Por lo tanto, los poderes
celestiales clamaron a Ti: Oh Dador
de Vida, Gloria a tu Resurrección, oh
Cristo, gloria a tu Reino, gloria a tu
plan de salvación, oh Único, Amante
de la humanidad.

Condaquio

Tono 4

KondakionOh Protectora de los cristianos indesairable;
Mediadora, ante el Creador, irrechazable:
no desprecies las súplicas de nosotros, pecadores,
sino acude a auxiliarnos, como bondadosa,
a los que te invocamos con fe.
Sé presta en intervenir y apresúrate con la súplica,
oh Madre de Dios, que siempre proteges a los que te honran.

Lecturas Bíblicas

Segunda Carta del Apóstol  San Pablo a los Corintios (11: 31-12:9)

Hermanos: El Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, ¡Quien es bendito por todos los siglos!, sabe que no miento. En Damasco, el etnarca del rey Aretas tenía puesta guardia en la ciudad de los damascenos con el fin de prenderme. Por una ventana y en una espuerta fui descolgado muro abajo. Así escapé de sus manos. Ciertamente no me conviene gloriarme, pero vendré a las visiones y revelaciones del Señor. Conozco a un hombre en Cristo, el cual hace catorce años —si en el cuerpo o fuera del cuerpo no lo sé, Dios lo sabe— fue arrebatado hasta el tercer cielo. Y sé que este hombre —en el cuerpo o fuera del cuerpo no lo sé, Dios lo sabe— fue arrebatado al paraíso y oyó palabras inefables que no le es dado al hombre expresar. De tal hombre me gloriaré; mas en cuanto a mí, de nada me gloriaré sino de mis flaquezas. Si pretendiera gloriarme no sería insensato, porque diría la verdad. Pero me abstengo de ello.
No sea que alguien forme de mí una idea superior a lo que en mí ve u oye de mí. Y para que no me engría por la sublimidad de las revelaciones, fue dado un aguijón en mi carne, un ángel de Satanás que me abofetea para que no me engría. Por este motivo tres veces rogué al Señor que lo alejase de mí. Pero Él me dijo: «Mi Gracia te basta, que mi fuerza se muestra perfecta en la flaqueza. » Por tanto, con sumo gusto seguiré gloriándome sobre todo en mis flaquezas, para que haga morada en mí la fuerza de Cristo.

Evangelio según  San Lucas (7: 11-16)

En aquel tiempo, sucedió que  Jesús se fue a una ciudad  llamada Naím, e iban con Él  sus discípulos y una gran  muchedumbre. Cuando se acercaba  a la puerta de la ciudad, sacaban a  enterrar a un muerto, hijo único de su  madre, que era viuda, a la que  acompañaba mucha gente de la  ciudad. Al verla el Señor, tuvo  compasión de ella, y le dijo: «No  llores.» Y, acercándose, tocó el  féretro. Los que lo llevaban se  pararon, y Él dijo: «Joven, a ti te digo:  Levántate.» El muerto se incorporó y  se puso a hablar, y Él se lo dio a su  madre. El temor se apoderó de todos,  y glorificaban a Dios, diciendo: «Un  gran profeta se ha levantado entre  nosotros», y «Dios ha visitado a su  pueblo.»

Mensaje Pastoral

El ser humano y la visitación de Dios

“Un gran profeta se ha levantado entre nosotros; y Dios ha visitado a su pueblo” (Lc 7:16)

Homilía de Monseñor Pablo Yazigi, Arzobispo de Alepo

Durante tres años, el Señor obraba y enseñaba, predicaba y sanaba, confirmando la Palabra con señales. Tal vez una de sus obras más influyentes fueron sus milagros, en particular el de resucitar a muertos. De hecho, resucitó a la hija de Jairo (Lc 8:55), al hijo de la viuda de Naím, como lo relata la lectura del Evangelio de hoy, y a Lázaro habiendo transcurrido cuatro días de su muerte (Jn 11:44). En el milagro de la resurrección del hijo de la viuda de Naím nos encontramos frente a la realidad humana en su relación con el universo y con Dios.

El primer dato en lo acontecido es la presencia del mal que tortura al ser humano. Aquí aparece en su forma última y final, el de la muerte. El ser humano existe en un mundo que lo rodea, en el que lucha por su existencia, y más, por la “mejor” existencia. Pues las enfermedades, las catástrofes naturales, los peligros… todo ello amenaza la vida humana a diario.

El segundo dato es el amor divino. Dios interviene para resolver estos desafíos y dificultades que cargan la mochila del ser humano. Dios interviene en las leyes de la naturaleza para eliminar de ellas una enfermedad aquí, para salvar a un hundido allí, para disipar una miseria y alimentar con cinco panes a cinco mil hombres, y así sucesivamente… Aquí se encuentra el hijo de la viuda de Naím quien ha sido condenado por la ley natural a la muerte. Pero Dios es el autor de las reglas y las leyes naturales, y sólo Él es capaz de cambiarlas, cuando quiere, por amor al ser humano.

La intervención milagrosa de Dios en la historia humana es una prueba decisiva de su providencia hacia el género humano y su amor por nosotros. A través de sus enviados, Dios trata de llevar junto a los hombres sus dificultades, remediar los errores que el pecado de la humanidad introdujo en la vida de los hombres. Y todo milagro es un recordatorio del acompañamiento de Dios al hombre en su camino. El milagro es un cartel en el que está inscripto con mayúscula una única expresión: “Dios está aquí”, “Dios está con nosotros”, “Dios está en medio de nosotros”.

El milagro de la resurrección del hijo de la viuda de Naím se enmarca en la perspectiva de un recordatorio de la presencia de Dios entre nosotros, no por medio de enviados, sino se refiere a Su llegada entre nosotros mismos, al“Mesías”. Es el “Señor”, como lo nombra Lucas en este relato, nombre que Lucas menciona por primera vez en su evangelio. La resurrección de este joven precede la respuesta de Jesús a la pregunta que le hicieron los discípulos de Juan el Bautista: “¿Eres tú aquel que había de venir, o esperaremos a otro?” (Lc 7:19). El milagro demuestra que Él es “el que había de venir”, porque los enfermos se curan y “los muertos resucitan” (Lc 7:22).

El milagro de la resurrección del hijo de la viuda de Naím significó para la gente de aquel entonces que “Cristo el Señor está en medio de nosotros”, que el Emmanuel, “Dios con nosotros” vino y ahora está aquí y obra. Es una señal de la llegada del final de los tiempos en el que Dios mismo estará en medio de Su pueblo. En realidad, la resurrección de este joven es una señal no de la providencia de Dios, sino de su presencia directa. Dicha presencia explora las reacciones de sus interlocutores. La respuesta humana a la presencia divina no puede ser neutral. En lo acontecido en el milagro, la reacción fue buena, pues el hecho que el Señor enfrentó la muerte y la derrotó dejó a los presentes sentir la “visitación” divina y Su presencia entre ellos.

El Señor rechazó varias veces solicitudes de hacer milagros, porque preveía las reacciones inoportunas, y que el milagro no servía para levantar la barrera levantada entre Dios y el ser humano, que no iba a contribuir a la reconciliación, ni iba a conducir al ser humano a arrepentirse y volver a Dios, tampoco lo haría responder con un “Sí” a la visitación de Dios. Por ello, Él se negó a realizar la solicitud del diablo de arrojarse desde el pináculo del templo o de convertir la piedra en pan (Cf. Mt 4:5; 3). Tampoco aceptó las solicitudes de hacer señales a pedido de aquella generación, la que Él llamó generación perversa e incrédula, porque había una mala intención, sino que prometió que se le iba a dar la señal del profeta Jonás, es decir la señal de Su resurrección (Cf. Lc 11:29). Asimismo, no hizo milagros en su tierra natal, en Capernaum, porque no le recibieron allí como profeta. Tampoco respondió a la curiosidad de Herodes de ver milagros realizados por él (Cf. Lc 23:8).

La actitud del ser humano es la que permite o impide a Dios que intervenga. Dios interviene a veces con milagros, pero siempre interviene de otras maneras. La actitud humana es la que hace que la presencia divina entre nosotros sea eficaz o no. La presencia divina no vale por sí sola, pues negarla es sacarlo a Dios de entre nosotros. Los milagros de Dios son visibles e invisibles. Los milagrosos son una de las facetas de la providencia divina para con nosotros, y son una clara expresión del deseo de Dios de acompañarnos en nuestro camino. Sin embargo, los milagros no son más que una vidriera que revela la profundidad del amor y de la providencia divina a nuestro favor.

La resurrección del hijo de la viuda de Naím nos cuestiona: ¿Acaso sentimos la visitación de Dios? ¿Acaso esto significa para nosotros que Dios está con nosotros?

Tenemos siempre, y ahora también al leer el Evangelio, que saber que Dios está presente en medio de nosotros y actúa entre nosotros. Hemos de responder a Su presencia con la exclamación: “Un gran profeta se ha levantado entre nosotros; y Dios ha visitado a su pueblo”.

“He aquí ahora el tiempo propicio, he aquí ahora el día de salvación” (II Co 6:2). Amén.

 

Nuestra Fe y Tradición

Servicios Especiales y Bendiciones

sth_america_day17-01Además de la Eucaristía y los Sacramentos Mayores, existen en la Iglesia Ortodoxa un número de Servicios Especiales y  Bendiciones que están  asociados con las necesidades, acontecimientos y tareas de la vida humana. Al celebrar estos varios Servicios y Bendiciones, la iglesia constantemente da testimonio de la presencia y acción de Dios en nuestras vidas.

Nuestro Dios nos ama, nos cuida y está siempre cerca de nosotros. Los Servicios y Bendiciones litúrgicas también sirven para recordarnos que toda nuestra vida es importante, y que los muchos acontecimientos y dones de la vida pueden ser dirigidos hacia Dios y recibir su cumplimiento en Él.

A veces se denominan los Servicios Especiales como Servicios No-Sacramentales, en el sentido de que son Oficios del Culto Comunitario  que usualmente no se cuentan entre los Sacramentos Mayores. Sin Embargo Claramente tienen una cualidad sacramental en el sentido de que revelan la presencia de la Santísima Trinidad. Muchos de este servicio como el Funeral, la Bendición del agua y la Entrada a la vida Monástica, para nombrar solo uno pocos, son muy significativo en la vida de la Iglesia.

La varias Bendiciones son ceremonias breves, ocasionales, y no necesariamente incorporan a la comunidad parroquial entera. La Iglesia bendice individuos, acontecimientos, como viajes y objetos, como iconos, iglesia, campos, y alimentos. Al hacerlo la Iglesia expresa nuestro agradecimiento, y también afirma que ningún regalo, acontecimiento o responsabilidad humana es seglar o apartado de Dios. Para el Cristiano Ortodoxo, todo lo bueno tiene su origen y su fin en Dios. No hay nada que exista alejado o fuera del amor y cuidado de Dios.

Sentencias de los padres de Desierto

  • El abad Geroncio de Petra dijo: «Muchos de los que son tentados de deleites corporales, aunque no pequen corporalmente, pecan de pensamiento. Y aunque conserven la  virginidad corporal, fornican en su alma. Por eso, carísimos, bueno es hacer lo que está escrito: “Por encima de todo cuidado, guarda tu corazón”». (Prov. 5).
  • Decía el abad Pastor: «Como el guardaespaldas está junto al príncipe, preparado para cualquier eventualidad, así también conviene que el alma esté siempre preparada contra el demonio de la impureza».
  • Dijo también: «El hombre necesita esto: temer el juicio de Dios, odiar el pecado, amar la virtud y orar continuamente a Dios».

Boletín del 24/06/2017

 3er. Domingo después de Pentecostés

Cristo 1

Cristo ha resucitado.
 Nadie puede dudarlo porque se ha aparecido a María;
después se dejó ver por los que iban a pescar;
y se manifestó a los once Discípulos a quienes envió a bautizar,
y subió al cielo de donde descendió,
probando sus enseñanzas con muchos milagros.

Exapostelario

Tropario de la Resurrección

Tono 2

Cuando descendiste a la muerte, oh Vida Inmortal,
mataste al Hades con el rayo de tu divinidad,
y cuando levantaste a los muertos del fondo de la tierra,
todos los poderes Celestiales clamaron:
¡Oh Dador de vida, Cristo Dios, gloria a Ti!

Condaquio

Tono 4

Oh Protectora de los cristianos indesairable;
Mediadora, ante el Creador, irrechazable:
no desprecies las súplicas de nosotros, pecadores,
sino acude a auxiliarnos, como bondadosa,
a los que te invocamos con fe. 
Sé presta en intervenir y apresúrate con la súplica,
oh Madre de Dios, que siempre proteges a los que te honran.

Carta del Apóstol San pablo a los Romanos (5: 1-10)

 Hermanos: Habiendo recibido de la fe nuestra justificación, estamos en paz con Dios, por nuestro Señor Jesucristo, por Quien hemos obtenido también, mediante la fe, el acceso a esta gracia en la cual nos hallamos, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. Más aún, nos gloriamos hasta en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación engendra la paciencia; la paciencia, virtud probada; la virtud probada, esperanza, y la esperanza no falla, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado. En efecto, cuando todavía estábamos sin fuerza, en el tiempo señalado, Cristo murió por los impíos —en verdad, apenas habrá quien muera por un justo; por un hombre de bien tal vez se atrevería uno a morir—; mas Dios muestra su amor para con nosotros en que, siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. ¡Con cuánta más razón, pues, justificados ahora por su sangre, seremos por Él salvos de la cólera! Pues si cuando éramos enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, ¡con cuánta más razón, estando ya reconciliados, seremos salvos por su vida!

 Evangelio según San Mateo (6: 22-33)

Dijo el Señor: «La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo es puro, todo tu cuerpo estará iluminado; pero si tu ojo es malo, todo tu cuerpo estará a oscuras. Y si la luz que hay en ti es oscuridad, ¡qué oscuridad habrá!… Nadie puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No pueden servir a Dios y al dinero. Por eso les digo: No anden preocupados por su vida, qué comerán, ni por su cuerpo, con qué se vestirán. ¿No vale más la vida que el alimento y el cuerpo más que el vestido? Miren las aves del cielo: no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros; y su Padre celestial las alimenta. ¿No valen ustedes más que ellas? Por lo demás, ¿quién de ustedes puede, por más que se preocupe, añadir un solo codo a la medida de su vida? Y del vestido, ¿por qué preocuparse? Observen los lirios del campo, cómo crecen; no se fatigan, ni hilan. Pero Yo les digo que ni Salomón, en toda su gloria, se vistió como uno de ellos. Pues si la hierba del campo, que hoy es y mañana se echa al horno, Dios así la viste, ¿no lo hará mucho más con ustedes, hombres de poca fe? No anden, pues, preocupados diciendo: “¿Qué vamos a comer?, ¿qué vamos a beber?, ¿con qué vamos a vestirnos?”, que por todas estas cosas se afanan los gentiles: ya sabe su Padre celestial que tienen necesidad de todo eso. Busquen primero el Reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas se les darán por añadidura.»

Modo de ver

«La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo es simple (puro), todo tu cuerpo estará iluminado; pero si tu ojo es malo, todo tu cuerpo estará a oscuras.»

Entonces, nos dice el Señor, que el criterio de un estado sano es la condición de nuestro ojo: malo o puro. Los judíos, por ejemplo, mientras estaban viendo la benevolencia de los milagros del Señor, lejos de admirar su misericordia, condenaron que hubiera roto con la «ley del Sábado». Su «mal ojo» no les permitía observar la bondad. Es como un vaso de agua pura que se le echa una gota de petróleo de modo que se empieza a admirarla como agua negra. Si odio a una persona, por más buenas que sean sus obras e intenciones, seguiré viéndolas con «mal ojo» y  contaminando la realidad con mis prejuicios. Y viceversa, «el amor no toma en cuenta el mal […] todo lo excusa», dice san Pablo (1Cor 13: 7).

¿Cómo adquirir el ojo «simple»?, y ¿por qué se ha contaminado nuestra visión?

La literatura ascética nos habla de las «pasiones» que son tendencias y motivos ocultos en el corazón, que adquirimos y desarrollamos por ambiente, herencia y todo lo que nos rodea día a día: rencor, calumnia, celo, egoísmo y muchos más forman las pasiones que contaminan nuestro modo de ver, y empezamos a complicarnos la vida y considerarla difícil e imposible, y al hermano como «mi infierno» (Jean Paul Sartre). Estas pasiones nos deslumbran e impiden ver la realidad aun en sus detalles más evidentes.

El primer escalón para una vista «simple y pura» es la lógica. Es ilógico que la culpa pertenezca siempre y en todo a los demás. El examen sincero bajo la luz de la razón es capaz de proporcionarme una visión crítica y audaz que me permita conocer cuándo la responsabilidad cae sobre mis hombros y cuándo sobre los del hermano. La vigilancia prudente de los movimientos de alma ante hechos determinados, activa el papel de la consciencia para discernir la realidad objetiva.

El segundo escalón —el más esencial— para obtener un ojo «puro» es el amor que «no toma en cuenta el mal» y «todo lo excusa». ¿Acaso el hombre bondadoso y espiritual es ciego para que no vea la maldad?» En realidad, éste es el más apto para advertir la mínima presencia de las pasiones. Ve la maldad pero no la considera; es decir, la ofensa del hermano no anula al hermano. No ve en el pecado del prójimo un alma condenada sino una posibilidad futura de arrepentimiento y de conciliación, tal como una madre que, si bien no está ciega a los errores y a las ofensas de su hijo, sigue amándolo, sirviéndolo y «viéndolo» como la criatura más bella: es el ojo simple y puro. Cuando presentaron a Jesús a una mujer adúltera esperando su permiso para apedrearla, Él vio en ella un alma digna, no de condenación, sino de atención: «Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más» (Jn 8:11).

¿Cómo adquirir un ojo tal? ¿Acaso es posible lograrlo en una sociedad llena de competencia y de búsqueda de autorrealización?

El paciente busca al oculista para que le recete unos lentes, y el cristiano busca la Iglesia, que le receta la palabra de Dios; la coloca siempre ante sus ojos cual lentes que purifican su vista; de aquí en adelante, cada vez más, obtendrá el «pensamiento de Cristo» (1Cor 2:16); y el prójimo ya no volverá más a ser visto como «mi infierno» sino como mi compañero en el camino de la Luz. Amén.

La oración por los difuntos

Desde siempre, el Cristianismo ha rechazado totalmente el uso de métodos y técnicas (espiritismo, magia…) para comunicarse con los muertos; sea cual fuese la meta, ejercer estos métodos significa estar sujetos a engaños satánicos y/o al oportunismo humano que se burla de nuestros sentimientos.

En cambio, la única manera conveniente y saludable para dicha comunión es la oración, donde la reunión se realiza, no en el nivel psíquico (recuerdos, fotos, sueños…) sino en el espiritual. Y se nos pregunta: ¿Cuál es la justificación para la conmemoración de los difuntos?, y ¿de qué manera puede ser útil para ellos?

Quizás las preguntas nos confundan y no podamos dar una respuesta satisfactoria; sin embargo, nuestra auténtica fe nos enseña que el amor mutuo es el que justifica y, más aún, nos exhorta a orar por nuestros queridos difuntos. Es lo mismo con los vivos: no podemos explicar cómo nuestra súplica ayuda al prójimo, pero sabemos por experiencia que ésta es eficaz y así la practicamos. La acción de la oración, sea ofrecida por vivos o por muertos, es mística; no podemos sondear la influencia entre la eficacia de la oración, la libre voluntad de una persona y la misericordia de Dios. Nos basta saber que ellos necesitan de nuestro apoyo y que, cuando oremos por ellos, su amor a Dios aumenta; por lo demás, dejémoslo al Señor.

Rechazar la oración por los difuntos es un pensamiento frío que contradice el amor. Nuestra esperanza de que ellos viven en la misericordia de Dios, nos hace desear que nuestro amor hacia ellos sea incorporado a la Divina Misericordia: “Haz descansar las almas de tus siervos en un lugar de paz donde no hay dolor ni tristeza sino vida eterna.”

Boletín del 18/06/2017

2°. Domingo después de Pentecostés

duccio081

Cuando las Mirróforas vieron la piedra removida, 
se alegraron porque vieron a un joven sentado
en el sepulcro que les dijo:  Cristo resucitó;
decid a los Apóstoles y a Pedro:  Corran al monte de Galilea,
allá donde se les aparecerá a vosotros, 
oh amados, tal como antes lo había dicho.
                                                                                      Exapostelario

Himnos de la Liturgia

Tropario de la Resurrección

Tono 1

audio27Cuando la piedra fue sellada por los judíos y
tu purísimo cuerpo fue custodiado por los guardias,
resucitaste al tercer día, oh Salvador,
concediendo al mundo la vida. Por lo tanto,
los poderes celestiales clamaron a Ti:  Oh Dador de Vida,
Gloria a tu Resurrección, oh Cristo, gloria a tu Reino,
gloria a tu plan de salvación, oh Único, Amante de la humanidad.

Condaquio general

Tono 4

Oh Protectora de los cristianos indesairable; 
Mediadora, ante el Creador, irrechazable:
no desprecies las súplicas de nosotros, 
pecadores, sino acude a auxiliarnos, 
como bondadosa, a los que te invocamos con fe. 
Sé presta en intervenir y apresúrate con la súplica,
oh Madre de Dios, que siempre proteges a los que te honran.

Lecturas Bíblicas

Carta del Apóstol San Pablo a los Romanos (2: 10-16)

Hermanos: Gloria, honor y paz a todo el que obre el bien; al judío primeramente y también al griego; que no hay acepción de personas en Dios.

Pues cuantos sin ley pecaron, sin ley también perecerán; y cuantos pecaron bajo la ley, por la ley serán juzgados; que no son justos delante de Dios los que oyen la ley, sino los que la cumplen: ésos serán justificados (pues cuando los gentiles que no tienen ley cumplen naturalmente la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos; los cuales muestran la obra de la ley escrita en su corazón, como se lo atestigua su conciencia y sus diferentes juicios que ya los acusan, ya los defienden), en el día en que Dios juzgará los secretos de los hombres por Cristo Jesús, según mi Evangelio.

Evangelio según San Mateo (4: 18-23)

En aquel tiempo, mientras Jesús caminaba por la ribera del mar de Galilea, vio a dos hermanos: Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés echando la red en el mar, pues eran pescadores, y les dijo: «Vengan conmigo, y los haré pescadores de hombres.» Y ellos al instante, dejando las redes, lo siguieron. Más adelante, vio a otros dos hermanos, Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan, que estaban en la barca con su padre Zebedeo arreglando sus redes; y los llamó. Ellos, al instante, dejaron la barca y a su padre, y lo siguieron.

Recorría Jesús toda Galilea enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y curando toda enfermedad y toda dolencia del pueblo.

Mensaje Pastoral

Dejándolo todo lo siguieron

«Recorría Jesús toda Galilea, proclamando la Buena Nueva del Reino y curando toda enfermedad y toda dolencia del pueblo.»

Proclamando el Reino = curando toda enfermedad.

Como si la curación fuera la «propaganda» del Reino de los cielos. en realidad la salud es el contenido de la promesa proclamada; en latín el vocablojesus-llama-a-sus-discipulos-300x211 «salud» se refiere a la salvación, y esta última en el concepto bíblico no es más que un sinónimo de la sanación, «No necesitan médico los que están sanos, sino los que están mal. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento», dijo el Señor (Lc 5:32).

Cualquier trato médico pasa por tres etapas: el diagnóstico, el proceso y el cuidado posterior.

El diagnóstico empieza cuando el enfermo nota cierta anomalía. Aunque la rutina de su vida humana marcha de un modo normal, no está conforme en su sentir; se percibe incapaz de resolverlo solo y busca al médico para saber de qué se trata. La calidad del diagnóstico se basaría en dos condiciones: la sinceridad del paciente y la habilidad del médico.

Para pasar al proceso de la curación, el  médico primero tiene que capturar la convicción del paciente, trasmitir la confianza, la fe; si no, el proceso es detenido. Una vez dado este rayo inicial, se pone en marcha el tratamiento —inmediato, a largo plazo u operación, no importa—, le tocaría al paciente entonces tres cuidados: paciencia, esperanza y obediencia. ¡Primeramente el Médico, todo va a salir muy bien!

Cuando el proceso es concluido y el ambiente está lleno de alegría por el éxito obtenido, el paciente tiene dos sentimientos: humildad por considerar lo frágil que su cuerpo lo es (él sabe que en cualquier momento podría someterse de nuevo al mismo dolor) y gratitud para con el médico a quien se lo debe todo.

¡Bendito sea este paciente! observó su anomalía, tuvo la iniciativa, entró a la Iglesia, clínica de la Gracia, se dejó diagnosticar a la luz de la palabra de Dios, avanzó en el proceso del arrepentimiento y la conversión con paciencia, esperanza y obediencia; finalmente, la flaqueza de su vida se mostró solemne y grandiosa por la gratitud.

Aquellos que pescaban en la barca de Galilea admiraron este Reino de salud, de tal modo que «dejando todo, lo siguieron».

Nuestra Fe y Tradición

Ángeles (Todas las cosas visibles e invisibles).

descargaAdemás de la creación física y visible, existe también un mundo invisible creado por Dios. A veces la Biblia se refiere a él como “los cielos” y a veces como aquello que está “arriba de los cielos”. Sea lo que sea su descripción simbólica en la Sagrada Escritura, el mundo invisible definitivamente no forma parte del universo material, físico. No está situado en el espacio; no tiene dimensiones físicas. Y entonces no puede ser localizado, y no ocupa ningún “lugar” que pueda ser alcanzado después de un viaje  entre las galaxias  del universo físicamente creado.

Sin embargo, el hecho de que el mundo invisible y creado sea puramente espiritual y no pueda ser encontrado en un mapa del mundo material creado, no hace que sea menos real o que no exista  verdaderamente. La creación invisible existe como algo diferente, distinto al mundo creado visible y, por supuesto, totalmente diferente a la existencia absolutamente super-divina y no-creada del Dios no-creado.

La realidad creada invisible está constituida de  los ejércitos de los poderes incorpóreos, que generalmente se llaman (y más bien incorrectamente) los Ángeles.

Los ángeles (que literalmente significa “mensajeros”), son, estrictamente hablando, solo una de las órdenes entre los poderes incorpóreos del mundo invisible.

Según las Sagradas Escrituras y la Tradición Ortodoxa, existen nueve órdenes de los poderes incorpóreos o Ejércitos (Sabaoth significa “ejércitos” o “coros” u “órdenes” ). Existen ángeles, arcángeles, principados, potestades, virtudes, dominios, tronos, querubines y serafines. Estos dos últimos son descritos como ofreciendo gloria y adoración continua a Dios con la incesante y eterna proclamación: Santo!, Santo!, Santo! (Isaias 6, 3; Apocalipsis 4, 8). Los dominios, tronos, virtudes, potestades y principados, no son muy conocidos de los hombres, mientras que los ángeles y arcángeles se conocen como trabajadores activos, guerreros y mensajeros del Señor en el mundo. Así, los ángeles y arcángeles luchan contra el mal espiritual, y median entre Dios y el mundo. Aparecen a los hombres en variadas formas en el Antiguo Testamento y en el Nuevo Testamento, tanto como en la Vida de la Iglesia. Los ángeles son portadores del poder y la presencia de Dios, y son mensajeros de Su palabra para la salvación del mundo. Los ángeles que son mejor conocidos son Gabriel (cuyo nombre significa “hombre de Dios”), que es el portador de la buena nueva del Nacimiento de Cristo (Daniel 8, 16; 9, 12; Lucas 1, 19, 26), y Miguel (que quiere decir “aquel que es semejante a Dios”) cabeza de los ejércitos espirituales de Dios (Daniel 11, 13; 12, 1; Judas 9; Apocalipsis 12, 7).

Generalmente las apariencias de los poderes incorpóreos  se describen a los hombres de una manera física (“de seis alas e innumerables ojos”; o en la “forma de un hombre”). Sin embargo, se debe entender claramente que estas  son descripciones simbólicas solamente. Por naturaleza y definición los ángeles no tienen cuerpos y no poseen propiedad material de ningún tipo. Son seres estrictamente espirituales.

Vida de Santos

Santos Pedro y Pablo, apóstoles

29 de junio

La tradición enseña que la Iglesia de Antioquía fue fundada por San Pedro el Apóstol en el año 34 (Hechos 2:26) y por Pablo acompañado
Ortodoxos Apóstoles San Pedro y San Pablo 001 de Barnabas que predicaron allí a los Gentiles y a judíos que eran numerosos en la ciudad.

En Antioquía se desarrollo un conflicto dentro de la Iglesia entre Pedro y Pablo. Era sobre la necesidad o no de circuncisión de los Gentiles conversos a la Cristiandad. La resolución de este conflicto fue en el Concilio de Jerusalén bajo Santiago el Apóstol, se determinó la importancia de la misión de Antioquía a los Gentiles y la naturaleza dinámica de esa comunidad en su trabajo misionero. De Antioquía Pablo y Barnabas partieron para sus grandes jornadas misioneras a las tierras Gentiles. (Hechos 13:1). Y en Antioquía se les llama por primera vez cristianos a los seguidores de Jesús. (Hechos 11:26)

Solemnidad de san Pedro y san Pablo, apóstoles. Simón, hijo de Jonás y hermano de Andrés, fue el primero entre los discípulos que confesó a Cristo como Hijo de Dios vivo, y por ello fue llamado Pedro. Pablo, apóstol de los gentiles, predicó a Cristo crucificado a judíos y griegos. Los dos, con la fuerza de la fe y el amor a Jesucristo, anunciaron el Evangelio en la ciudad de Roma, donde, en tiempo del emperador Nerón, ambos sufrieron el martirio: Pedro, como narra la tradición, crucificado cabeza y Pablo, degollado En este día, su triunfo es celebrado por todo el mundo con honor y veneración.

Sentencias de los Padres del Desierto

  • El abad Agatón dijo: «El hombre irascible, aunque resucite muertos, no agrada a Dios por causa de su ira».
  • El abad Teodoro decía: «Muchos eligen descansar aquí abajo, antes de que Dios le conceda el descanso».
  • Dijo el abad Pastor: «No vivas en un lugar donde veas que existen algunos que te tienen envidia. No harás allí ningún progreso en la virtud.

Boletin del 11/06/2017

Domingo de Todos los Santos

icono de todos los santos

Coronemos con cánticos al Bautista y Precursor,
a los Apóstoles, Profetas y Mártires;   Archisacerdotes,
Ascetas, mujeres amantes de Dios 
y a todos los justos junto con los coros angélicos,
pidiendo que, por sus ruegos,
alcancemos la gloria que han obtenido,
gloria que brota de Cristo Salvador.
                                                                                         Exapostelario

Himnos de la Liturgia

Tropario de Resurrección

Tono 8

audio27Descendiste de las alturas, oh Piadoso, 
y aceptaste el entierro de tres días
para librarnos de los sufrimientos.
Vida y Resurrección nuestra, oh Señor, gloria a ti.

Tropario Domingo de todos los Santos

Tono 4

audio27Oh Cristo Dios, tu Iglesia, adornada
con la sangre de tus mártires de todo el mundo,
como si fuera con fino lino y púrpura,  por ellos,
te ruega diciendo: envía tu piedad sobre tu pueblo,
otorga al mundo la paz, y a nuestras almas la gran misericordia.

Condaquio del Domingo de todos los Santos

Tono 8

Oh Sembrador de la creación, el universo te ofrece,
como primicias de la naturaleza, a los Mártires,
Portadores de Dios;  por cuyas súplicas y
las de la Madre de Dios, conserva a tu Iglesia
en profunda paz, oh Señor Todo Misericordia.

Lecturas Bíblicas

Hechos (11: 33 – 12:2)

Hermanos: Los Santos, por la fe, sometieron reinos, hicieron justicia, alcanzaron las promesas, cerraron la boca a los leones; apagaron la violencia del fuego, escaparon del filo de la espada, sacaron fuerzas de la debilidad, se hicieron valientes en la guerra, rechazaron ejércitos extranjeros; las mujeres recobraron resuci- tados a sus muertos. Unos fueron torturados, rehusan- do la liberación por conseguir una resurrección mejor; otros soportaron burlas y azotes, y hasta cadenas y prisiones; apedreados, torturados, aserrados, muertos a espada; anduvieron errantes cubiertos de pieles de ovejas y de cabras; faltos de todo; oprimidos y maltra- tados, ¡hombres de los que no era digno el mundo!, errantes por desiertos y montañas, por cuevas y caver- nas de la tierra. Y todos ellos, aunque alabados por su fe, no consiguieron la promesa. Dios tenía ya dispuesto algo mejor para nosotros, de modo que no llegaran ellos sin nosotros a la perfección.

Por tanto, también nosotros, ya que tenemos en torno nuestro tan gran nube de testigos, sacudamos todo lastre y el pecado que nos asedia, y corramos con pa- ciencia la carrera que tenemos por delante, fijos los ojos en Jesús, autor y consumador de la fe.

Evangelio según San Mateo (10:32-33;37-38;19:27-30)

Dijo el Señor a sus discípulos: «Por todo aquél que se declare por Mí ante los hombres, Yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos; pero a quien me niegue ante los hombres, le negaré yo también ante mi Padre que está en los cielos. El que ama a su padre o a su madre más que a Mí, no es digno de Mí; el que ama a su hijo o a su hija más que a Mí, no es digno de Mí. El que no toma su cruz y me sigue detrás, no es digno de Mí.»

Entonces Pedro, tomando la palabra, le dijo: «He aquí que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué recibiremos, pues?» Jesús les dijo: «Yo les aseguro, que en la regeneración, cuando el Hijo del hombre se siente en su Trono de gloria, ustedes que me han seguido se sentarán también en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel. Y todo aquél que haya dejado casa, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o hacienda por mi Nombre, recibirá el ciento por uno y heredará vida eterna. Pero muchos primeros serán últimos y muchos últimos, primeros.»

Mensaje Pastoral

Alas de santidad

La semana pasada hemos celebrado Pentecostés, hemos inclinado la cabeza y doblado las rodillas ante la acción del Espíritu Santo que desciende sobre los Apóstoles y sobre toda la Iglesia. Hoy, el primer domingo después de Pentecostés, celebramos la reacción del hombre ante dicha acción, celebramos la santidad como el fruto del descenso del Espíritu Santo sobre los fieles: es el Domingo de Todos los Santos.

La Santidad es la meta de la vida cristiana y la voluntad de Dios para con nosotros (1Tes 4:3), por lo que las lecturas bíblicas que la Iglesia establece para el día de hoy nos enseñan dos alas indispensables para elevarnos en esta dignidad.

«Ya que tenemos en torno nuestro tan gran nube de testigos (los santos), sacudamos todo lastre y el pecado que nos asedia, y corramos PadresdelaIglesia01 con  fortaleza la prueba que se nos propone, fijos los ojos en Jesús», dice san Pablo en la Epístola de hoy (Heb 12:1-2). Entonces la lucha es la primera ala. Los santos no han logrado la vida virtuosa sin fatigas y sudor, sin caídas y penitencia, sin dolores y consuelos. San Antonio el Grande enfatiza: «Nadie entra el Reino de los Cielos sin pruebas». Esto es opuesto a la religiosidad Light que la era nos sugiere, según la cual no hay necesidad más allá de unas fantasías de tendencia psíquica que acarician nuestro sistema emocional, mientras nos dejamos llevar por lo natural de la vida mundana descuidando la caridad y desenfrenando la rebeldía del instinto. San Pablo nos advierte del peso del pecado (sacudamos todo lastre); entonces la dejadez descrita arriba necesariamente nos llevaría conforme a la gravedad del siglo presente. En cambio, la vigilia y la lucha constantes son capaces de crear en nosotros una gravedad nueva y celestial, y ésta es la segunda ala de la santidad:

«El que ama a su padre o a su madre más que a Mí, no es digno de Mí; el que ama a su hijo o a su hija más que a Mí, no es digno de Mí», dice la lectura evangélica de hoy. Cuando observamos estas palabras del Señor, quizás opinamos que son duras, como si nos estuviera proponiendo escoger uno de dos afectos; sin embargo, Pedro, quien dijo «he aquí que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido», no se apartó de su familia ni descuidó a su suegra cuando ésta se enfermó (Lc4: 38-39); el Señor mismo, en la boda de Caná de Galilea, obedeció a su madre y efectuó el milagro aunque no era un momento oportuno –«aún no ha llegado mi hora» (Jn 2:4)–;  y con todo y la grandeza de su Pasión, no dejó de preocuparse por su Madre y se la encargó a su discípulo amado (Jn 19:26). Cuado el Señor dice: «El que ama a su padre o a su madre más que a Mí, no es digno de Mí», nos ilustra una imagen según cuya semejanza debe ser nuestra relación con Dios, nuestra religiosidad. Cuando la madre padece algún malestar, la atención de sus hijos no es un deber familiar o social sino una reacción de un amor filial sincero; y cuando el hijo está feliz, los sentimientos de los padres no se explican con ninguna regla secular. Del mismo modo, la relación con Dios, Padre nuestro, no se identifica con deberes u obligaciones sino con amor verdadero que crece día a día y supera aun el cariño natural hacia los de la casa. Este amor progresivo e ilimitado no se logra sino con la convivencia: ¿cómo amarlo sin convivir con Él? La lectura bíblica y la vida espiritual y sacramental procuran, en el fondo, estar en una convivencia tal que produce amor sincero hacia Dios; es la nueva gravedad que hace suave el yugo y ligera la carga (Mt 11:30).

Una vez el Señor platicaba con la muchedumbre acerca del camino de la vida cristiana, la mayoría se escandalizó por la dureza de sus palabras y lo dejó, entonces Él preguntó a sus discípulos más allegados si querían ellos también retirarse. Pedro le contestó: «Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.» (Jn 6:68)

La lucha sin amor activo a Dios se vuelve una rutina agobiante y sin sentido, y la devoción y la emoción sin lucha que nos preserva en la vigilia se entibian y desvanecen; pero cuando las dos alas se acompañan, atraen al hombre hacia la nube luminosa de los santos. Entonces ninguna fuerza o dificultad sería capaz de llevarlo por otro camino, porque diría con Pedro y con todos los santos: «Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.» Amén.

Nuestra Fe y Tradición

Los Santos

icono de todos los santos“Los Santos” La doctrina de la Iglesia se encarna en la vida de los creyentes verdaderos, los santos. Los Santos son aquellos que literalmente comparten la Santidad de Dios. “Sed Santos, porque Yo, vuestro Dios,  soy Santo” (Levítico 11, 44; I Pedro 1, 16) Las vidas de los Santos atestiguan la autenticidad y la verdad del Evangelio Cristiano, don verdadero de la Santidad de Dios a los hombres.

En la Iglesia existen diferentes clases de Santos. Además de los Santos padres quienes son glorificados específica y especialmente por sus enseñanzas, hay otros tipos de santos según los aspectos particulares de su santidad.

 Así es que se encuentran los apóstoles quienes son enviados para proclamar la fe cristiana, los evangelistas quienes específicamente anuncian y escriben los evangelios, y los profetas que son directamente inspirados para hablar la Palabra de Dios a los hombres. Están los confesores quienes han sufrido por la fe y los mártires quienes mueren por la fe. Están las llamadas “personas santas”, santos que fueron monjes o monjas; y los “justos”, santos de entre los laicos.

Además, los libros litúrgicos tienen un  titulo especial para los santos que eran del clero y otro título especial para los que fueron monarcas o jefes de estado. También hay una clasificación extraña que se denomina a los “locos o insensatos por causa de Cristo”. Estos son aquellos santos que atestiguaron al Evangelio Cristiano del Reino de los Cielos mediante su total despreocupación  por aquellas cosas que generalmente las personas consideran necesarias: ropa, comida, dinero, casa, seguridad, reputación pública, etc. Reciben su nombre de la frase del Apóstol Pablo:”Nosotros somos insensatos por Amor de Cristo” (I Cor. 4, 10; 3, 18)

Por lo general, no es difícil distinguir en las vidas de los Santos entre los elementos definitivamente verdaderos,  y los detalles y adornos que fueron agregados en el espíritu de piedad y entusiasmo en épocas posteriores.  Se debe hacer el esfuerzo necesario para discernir cuál es la verdad esencial en las vidas de los santos. Sin embargo, el hecho de que elementos naturales de la naturaleza milagrosa fueran agregados a las vidas de los santos durante la Edad Media con el objetivo de educar, entretener e incluso hasta divertir, no debe llevarnos a la conclusión que todo lo milagroso que encontramos en las vidas de los santos es inventado por algún motivo literario o moralizante. Por el contrario, se debe insistir que una lectura atenta de las vidas de los santos casi siempre revelará lo que es auténtico y verdadero en lo milagroso. Además, como ya hemos dicho, y con razón, podemos también aprender casi tanto acerca del verdadero significado del cristianismo de las leyendas de los santos producidas dentro de la Tradición de la Iglesia como de las mismas vidas auténticas.

Frases Bíblicas

  • Sed santos como el Padre celestial es santo.  (Mt. 5: 48)
  • Esta es la voluntad de Dios: vuestra santificación.  (1 Tes 4: 3)
  • Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en Él antes de la fundación del mundo, para que fuéramos santos y sin mancha delante de Él. (Ef 1: 3-4)

Boletín del 04/06/2017

Domingo de Pentecostés

PENTECOSTES

Oh Santísimo Espíritu que procedes del Padre
y que, por el Hijo, vienes sobre los  iletrados Discípulos:
salva y santifica a todos los que te reconocen como Dios.
                                                                                                              Exapostelario

Himnos del Liturgia

Tropario Domingo de Pentecostés

Tono 8

audio27¡Bendito eres Tú, oh Cristo Dios nuestro, 
que mostraste a los pescadores sapientísimos
cuando enviaste sobre ellos el Espíritu Santo,
y por ellos el universo pescaste!
¡oh Amante de la humanidad, gloria a Ti!

Condaquio Domingo de Pentecostés

Tono 8

audio27Cuando el Altísimo descendió en Babel,
confundiendo las lenguas, dispersó las naciones;
mas cuando repartió las lenguas de fuego,
llamó a todos a la unidad. Por lo cual,
glorificamos unánimemente al Santísimo Espíritu.

Lecturas Bíblicas

Hechos de los Apóstoles (2: 1-11)

Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar. De repente vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso, que llenó toda la casa en la que se encontraban. Se les aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos; quedaron todos llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse. Había en Jerusalén judíos, hombres piadosos que allí residían, venidos de todas las naciones que hay bajo el cielo. Al producirse aquel ruido la gente se congregó y se llenó de estupor al oírles hablar cada uno en su propia lengua. Estupefactos y admirados decían: «¿Es que no son galileos todos estos que están hablando? Pues, ¿cómo cada uno de nosotros les oímos en nuestra propia lengua nativa? Partos, medos y elamitas; habitantes de Mesopotamia, Judea, Capadocia, el Ponto, Asia, Frigia, Panfilia, Egipto, la parte de Libia fronteriza con Cirene, forasteros romanos, judíos y prosélitos, cretenses y árabes, todos les oímos hablar en nuestra lengua las maravillas de Dios.»

Evangelio según San Juan (7: 37-52; 8:12)

En el último día de la fiesta, que es el más solemne, Jesús se puso de pie, y alzo la voz diciendo: «Si alguno tiene sed, venga a Mí y beba. El que crea en Mí, como dice la Escritura, de su interior emanarán ríos de agua viva.» Esto lo dijo refiriéndose al Espíritu Santo, que iban a recibir los que creyesen en Él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús todavía no había sido glorificado. Muchos entre la gente, al escuchar estas palabras, decían: «Éste ciertamente es el profeta.» Otros decían: «Éste es el Cristo.» Mas algunos replicaban: «¿Por ventura el Cristo va a venir de Galilea? ¿No dice la Escritura que del linaje de David, y de Belén, donde David moraba, vendrá el Cristo?» Con esto, se suscitaron disputas entre la gente del pueblo sobre Él. Algunos de ellos querían prenderlo, pero nadie le echó mano. Los guardias volvieron a los sumos sacerdotes y fariseos, y éstos les dijeron: «¿Por qué no lo han traído?» Respondieron los guardias: «Jamás hombre alguno ha hablado como habla este hombre.» Les dijeron los fariseos: «¿También ustedes se han dejado engañar? ¿Acaso algún magistrado o fariseo ha creído en Él? Pero esa gente que no conoce la Ley son unos malditos.» Les respondió Nicodemo, el que había ido antes a ver a Jesús y que era uno de ellos: «¿Acaso nuestra Ley condena a un hombre sin haberle oído primero y sin saber lo que hace?» Le respondieron así: «¿Es que tú también eres de Galileo? Examina bien las Escrituras, y verás que de Galilea no ha salido ningún profeta.»

Jesús les habló de nuevo y dijo: «Yo soy la Luz del mundo. El que me siga no caminará a oscuras, sino que tendrá la luz de la vida.

Mensaje Pastoral

Pentecostés

He aquí a los discípulos reunidos en Jerusalén, tal como lo había mandado el Señor el día de su Ascensión: «que no se ausentasen deSeminarians Icon Jerusalén, sino que aguardasen la promesa del Padre» (Hch 1:4).

«Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar.» Pentecostés es el nombre de la fiesta judía  –cincuenta días después de Pascua (la palabra es de origen griego y forma un derivado del número «cincuenta»)– en la cual recordaban la entrega de los diez mandamientos a Moisés y también la renovación del templo de Jerusalén en el tercer siglo antes de Cristo. Eso explica la presencia de muchos judíos de todas las naciones en la Ciudad, que darían crédito del acontecimiento divino: «Había en Jerusalén judíos, hombres piadosos que allí residían, venidos de todas la naciones que hay bajo el cielo.»

Entonces, en aquel Pentecostés, los apóstoles estaban reunidos esperando la promesa. Seguramente se encontraban en la misma estancia superior en la que comieron la Pascua con Cristo. En el icono de la fiesta se ve atrás de ellos un edificio elegante que adorna la escena, mas el acontecimiento no ocurre adentro, el lugar no lo contiene; la reunión de los apóstoles está por encima del tiempo y del espacio, y lo que celebramos hoy no es solo un evento que aconteció en aquel Pentecostés sino la realidad de que, a partir de ese día, la Iglesia vive un Pentecostés constante: el descenso del Espíritu Santo sobre los fieles. Él, Quien les otorga la potestad y la posibilidad   de   llamar   a   Dios   «Abba,   Padre»  (Gal 4:6); sin Él «nadie puede decir ¡Jesús es el Señor!» (1Cor 12:3), ya que Él, como Jesús nos ha prometido, «os lo enseñará todo y os recordará todo lo que Yo os he dicho» (Jn 14:26).

«De repente vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso, que llenó toda la casa en la que se encontraban»; viento, ruido y fuego siempre han sido señales de la presencia de Dios: el Espíritu Santo que desciende sobre los apóstoles es Dios, es la tercera Persona de la Santísima Trinidad, a Quien anunciamos en el Credo que «con el Padre y el Hijo es juntamente adorado y glorificado».

«Se les aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos.» El icono ilustra las lenguas surgidas de la misma fuente. El mismo Espíritu Santo desciende sobre los reunidos y sobre cada uno de ellos personalmente; se les otorga como un don personal que, aunque obra en ellos a través de diferentes carismas, les une en la fe común, a fin de que formen los miembros diversos pero del mismo cuerpo místico, la Iglesia, cuya Cabeza es el Señor: «Hay diversidad de carismas, pero el Espíritu es el mismo» (1Cor 12:4). Y el bautizado, a su vez, al ser ungido con el santo Crisma, recibe su propio Pentecostés: «el sello del don del Espíritu Santo», como exclama el sacerdote mientras sella el cuerpo del ya discípulo con la Unción.

En el icono, los apóstoles que se presentan son, del lado derecho: Pablo, Juan, Lucas, Andrés, Bartolomé y Felipe; y de lado izquierdo: Pedro, Mateo, Marcos, Santiago, Simón y Tomas. Esta presentación, y en el orden mismo, es la que podemos observar en los iconostasios de todos los templos ortodoxos. Nótese que hay tres apóstoles que realmente no forman parte del grupo de los Doce: Pablo, Lucas y Marcos; la importancia de su obra en la Iglesia hizo necesario que se contaran entre los apóstoles en el recuadro de Pentecostés. El iconógrafo, como un teólogo, expresa el significado de «apóstol» en un sentido más amplio pasando por alto la restricción literal del concepto. Pablo es el apóstol de las naciones, y Marcos y Lucas son dos de los cuatro Evangelistas cuya labor ha sido fundamental en la difusión y conservación de la fe.

pentecostes-300x175El icono también ilustra un detalle expresivo: el rey coronado que representa a las naciones, el cosmos que espera «el Don del Espíritu Santo»; encarcelado en una cueva oscura, que todavía no ha sido iluminado con la Luz de Cristo; un viejo cansado que lleva sobre sí el pecado del hombre caído; rehén del jefe de este mundo, Satanás; humilde y tranquilo, que lleva un lienzo con doce manuscritos que simbolizan las voces de los apóstoles. En pocas palabras, el icono nos ilustra dos planes: el del mundo nuevo, el universo divinizado y ardiente por el fuego divino; y el del rey recluido en su oscuridad, no le satisfacen las joyas de este mundo que lo adornan sino que espera la Luz y anhela la lluvia que viene del cielo e inunda con gracia abundante la tierra sedienta.

La lucha del cristiano es brincar del encerramiento de su mundo inferior a la «estancia superior», donde la flama del Espíritu Santo encenderá su corazón, quemando las espinas del pecado e iluminando todo su ser.

Nuestra Fe y Tradición

Postración en Pentecostés

El domingo de Pentecostés, después de la Divina Liturgia, participaremos en el Servicio de la Postración.Doblamos las rodillas ante el Espíritu Santo que desciende sobre los Apóstoles y sobre toda la Iglesia reunida. ¿Qué es lo que ofrecemos al hacerlo?

Dios como misericordioso no forza nuestra libertad, y nos pide siempre correspondencia y consentimiento, lo que nosotros hoy expresamos en postración ante Él y exclamamos: Espíritu de Verdad, «Ven a habitar en nosotros, purifícanos de toda mancha y salva, Tú que eres bueno, nuestras almas». Amén.

Sobre el Espíritu Santo

El Espíritu Santo recibe el título de Señor al igual que  Dios el Padre y Cristo, Su Hijo. Es el Espíritu de Dios y el Espíritu de Cristo. El esTrindad Eterno, No Creado, y Divino; existiendo desde siempre con el Padre y el Hijo; perpetuamente adorado y glorificado con Ellos en la unidad de la Santa Trinidad.

 Tal como el Hijo, nunca hubo un momento cuando el Espíritu Santo no existía. El Espíritu está antes de la creación. Él sale de Dios, como el Hijo, en una procesión eterna, fuera del tiempo. “Procede del Padre”, en la eternidad de un movimiento divinamente instantáneo y perpetuo. (Juan 15, 26).

 La Doctrina Ortodoxa confiesa que Dios el Padre es el origen y fuente eterna del Espíritu, tal como es fuente del Hijo. Sin embargo, la Iglesia afirma también que la manera de la revelación al Padre y de salida del Padre es diferente entre el Hijo y el Espíritu: el Hijo es engendrado, es nacido del Padre, y el Espíritu Santo procede del Padre. Muchos santos varones inspirados por Dios y con una verdadera experiencia de Su Vida Trinitaria han intentado explicar la distinción entre la “procesión” del Espíritu y la “generación” del Hijo. Para nosotros es suficiente reconocer que la diferencia entre las dos está en la distinción entre las personas divinas del Hijo y del Espíritu y sus acciones en relación al Padre, así como en su relación Uno al Otro, y con el Mundo. Es necesario además resaltar que todas las palabras y conceptos acerca de Dios y la divinidad incluyendo a los de “procesión” y “generación”, solo tienen una importancia secundaria ante la visión mística de la Realidad Divina que ellos expresan. Dios puede ser mas o menos comprendido por el hombre puesto que Él ha deseado revelarse a Sí mismo. Sin embargo, la esencia de Su Existencia Trina permanece – y siempre permanecerá- esencialmente inconcebible a nuestras mentes e inexpresable a nuestros labios humanos, creados. Esto no quiere decir que hablar acerca de Dios no tenga sentido. Solo significa que las palabras son inadecuadas para La Realidad que tratan de expresar.

Con la afirmación de la divinidad del Espíritu Santo, y el deber de adorarlo y glorificarlo con el Padre y el Hijo, la Iglesia Ortodoxa afirma que la Realidad Divina, que se llama también la Deidad o la Divinidad en la Tradición Ortodoxa, es la Santísima Trinidad.

 Sentencias de los Padres del Desierto

  • Decía un anciano: «Si uno habita en una región sin dar fruto en ese sitio, el mismo lugar le arrojará porque no ha producido el fruto del país».
  • Decía un hermano a propósito de los malos pensamientos: «Por amor de Dios, hermanos, reprimamos los malos pensamientos como reprimimos las malas obras».
  • Un anciano dijo: «No te agrade todo lo que te digan, ni te prestes a cualquier conversación. Sé tardo para creer y pronto para decir la verdad».

Boletín del 28/05/2017

La Divina Ascensión

y Domingo de los Santos Padres

del Primer Concilio

r-n-ascensión

Oh Cristo, mientras los discípulos te miraban
subir al Padre para sentarte a su lado,
los ángeles se apresuraban clamando:
“Levantad las puertas, levantadlas, 
pues el Rey ascendió a la Gloria de su Luz substancial.”
                                                                                                  Exapostelario

Himnos de la Liturgia

Tropario de la Resurrección

Tono 6

audio27Los poderes celestiales aparecieron sobre tu sepulcro;
y los guardias quedaron como muertos;
María se plantó en el sepulcro buscando Tu Cuerpo Purísimo;
sometiste al hades sin ser  tentado por él;
y encontraste a la Virgen otorgándole la vida.
¡Oh Resucitado de entre los muertos, Señor, gloria a Ti!

Tropario de la Divina Ascensión

Tono 4

audio27Ascendiste con gloria, oh Cristo Dios nuestro,
y alegraste a tus discípulos con la promesa del Espíritu Santo
confirmándoles con tu bendición que eres el Hijo de Dios, el Salvador del mundo.

Tropario de los Santos Padres del Primer Concilio

 Tono 8

audio27¡Glorificado eres Tú oh Cristo Dios nuestro,
que cimentaste a los santos padres en la tierra como astros,
por los cuales nos dirigiste a la verdadera fe! ¡oh Misericordioso, gloria a ti!

Condaquio de la Divina Ascensión

Tono 6

Cuando concluiste el plan de nuestra
Redención uniendo a los terrenales con los celestiales,
ascendiste glorioso a Tu lugar, oh Cristo nuestro Dios,
aunque no Te habías desprendido de él,
pues permaneciste siempre firme en él,
y clamando a los que amas: «
Yo estoy con vosotros y nadie estará en contra».

Lecturas Bíblicas

Hechos de los Apóstoles (20: 16-17, 28-36)

En aquellos días: Pablo había resuelto pasar de largo por Efeso, para no perder tiempo en Asia. Se daba prisa, porque quería estar, si le era posible, el día de Pentecostés en Jerusalén. Entonces desde Mileto envió a llamar a los presbíteros de la Iglesia de Efeso. Cuando llegaron donde él, les dijo:

«Tengan cuidado de ustedes y de toda la grey, en medio de la cual les ha puesto el Espíritu Santo como vigilantes para pastorear la Iglesia de Dios, que Él se adquirió con su propia sangre.

Yo sé que, después de mi partida, se introducirán entre ustedes lobos crueles que no tendrán clemencia del rebaño; y también que de entre ustedes mismos se levantarán hombresque hablarán cosas perversas, para arrastrar a los discípulos detrás de sí. Por tanto, vigilen y acuérdense que durante tres años no he cesado de amonestarles día y noche con lágrimas a cada uno de ustedes.

Ahora, hermanos, les encomiendo a Dios y a la Palabra de su Gracia, que tiene poder para edificarlos y darles la herencia con todos los santificados.

Yo de nadie codicié plata, oro o vestido. Ustedes saben que estas manos proveyeron a mis necesidades y a las de mis compañeros. En todo les he enseñado que es así, trabajando, como se debe socorrer a lo débiles y que hay que tener presentes las palabras del Señor Jesús, que dijo: Mayor felicidad hay en dar que en recibir.»

Dicho esto, se puso de rodillas y oró con todos ellos.

Evangelio según San Juan (17: 1-13)

En aquel tiempo, Jesús alzó los ojos al cielo y dijo: «¡Padre!, ha llegado la hora; glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a Ti. Y según le has dado potestad sobre toda carne, dé también vida eterna a todos los que le diste. Y ésta es la vida eterna: que te conozcan a Ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado. Yo te he glorificado en la tierra, y he llevado a cabo la obra que me encomendaste. Ahora glorifícame, ¡oh Padre!, junto a Ti, con la gloria que tenía a tu lado antes que fuese el mundo. He manifestado tu Nombre a los hombres que del mundo me has dado. Tuyos eran, y me los has dado, y han guardado tu palabra. Ahora han conocido que todo lo que me has dado, viene de Ti, porque las palabras que me diste, les he dado; y ellos las han recibido y han conocido verdaderamente que vengo de Ti, y han creído que Tú me enviaste. Yo ruego por ellos, no ruego por el mundo, sino por los que me has dado, porque tuyos son, y todo lo mío es tuyo, y todo lo tuyo es mío; y he sido glorificado en ellos. Yo ya no estoy en el mundo, pero ellos sí están en el mundo; yo voy a Ti. ¡Oh Padre Santo!, guarda en tu Nombre a los que me has dado, para que sean uno, así como Nosotros. Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu Nombre; a los que me has dado, yo los guardaba, y ninguno de ellos se ha perdido, salvo el hijo de la perdición, para que la Escritura se cumpliese. Pero ahora voy a Ti, y digo esto en el mundo, para que tengan en sí mismos mi alegría en su plenitud.»

Mensaje Pastoral

Concilio: camino real

First Ecumenical CouncilCon la asistencia de unos 318 obispos del orbe, se celebró en Nicea, en el año 325 d.C., el 1er. Concilio Ecuménico de la Iglesia, convocado ciertamente por el emperador Constantino el Grande y presidido, al parecer, por Eustacio, obispo de Antioquía. Destaca la presencia de un grupo numeroso de padres que, por su fe, dieron un ejemplo de vida en Cristo, como los santos Nicolás, obispo de Mira, Espiridión, obispo de Trimitos, Macario, obispo de Jerusalén, y el diácono Atanasio (posteriormente obispo de Alejandría).

En el primer tercio del siglo IV, el pueblo cristiano se encontró dividido y confundido por el discurso de un diácono libio, Arrio, que rechazaba la divinidad de Cristo y enseñaba que el Verbo de Dios era criatura y, por lo tanto, no era ni eterno ni de la misma naturaleza del Padre. Y apuntaba que sólo en forma alegórica se le podía decir «Hijo», «Sabiduría» y  «Poder» de Dios.

El Concilio reunido en la plaza central del palacio imperial de Nicea se enteró de la enseñaza de Arrio y la condenó rotundamente como herética, confirmando la fe establecida en el Evangelio y que la Iglesia sostiene hasta nuestros días: Cristo es «verdadero Dios de Dios verdadero». Con ello, los Padres del Concilio no inventaban un dogma nuevo sino que se mantenían firmes en la doctrina de los santos Apóstoles: «Nosotros estamos en el Verdadero, en su Hijo Jesucristo. Éste es el Dios verdadero y la Vida eterna», dice Juan, el discípulo amado (1Jn 5:20); palabras claras que no aceptan alegoría alguna. Sobre esta base, el concilio formuló su fe en el Padre y el Hijo dictando la parte primera del Credo, el Símbolo de Nicea.

Nuestra Iglesia Ortodoxa enfatiza que los dogmas no son definiciones nuevas o descubrimientos posteriores a la Biblia sino fórmulas y expresiones de la misma fe anunciada «de una vez y para siempre» (Jds: 3). (Es interesante observar que las frases del Credo en su totalidad son bíblicas, excepto la expresión «consubstancial al Padre», que costó mucho trabajo hasta que los Padres la incorporaron en el Símbolo de Fe al corroborar que su sentido equivale precisamente a las palabras de Jesucristo: «Yo y el Padre somos uno.» [Jn 10:30]).

El concilio entonces no es la reunión de unos obispos o teólogos con el afán de tomar ciertas decisiones sino la expresión de la unidad en la fe, la incorporación de las diferentes iglesias locales en el mismo Camino. En sí, la palabra griega σύνοδος (sínodo), traducida como concilio, es compuesta de dos partes que le dan el sentido de «con el camino». Los cristianos en los Hechos de los Apóstoles, se identificaban con el calificativo «seguidores del Camino» (Hch 9:2, 16:17; 19:23; 24:14). Y la autenticidad de los Concilios se debe a la congruencia de su enseñanza con la vida evangélica, con este Camino original.

¿Cómo nosotros, los cristianos de hoy, podemos mantenernos en el Camino? Al igual que los primeros seguidores, que «acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la comunión, a la fracción del pan y a las oraciones» (Hch 2:42).

El interés espiritual y el conocimiento religioso a menudo se desvían, cuando son efectuados individualmente, y concluyen en «ciencia que hincha» (recuérdese que Arrio era un filósofo y muy buen conocedor de las Escrituras); pero quien se mantiene dentro del Concilio y se alimenta de la leche de la vida eclesiástica, crece en «el amor que edifica» (1Cor 8:1).

Hoy, día en que conmemoramos a los Padres del 1er. Concilio Ecuménico, no nada más recordamos sus palabras y categorías dogmáticas sino que también convivimos con ellos en la Reunión Eucarística, asimilamos el Espíritu en el que han vivido y anhelamos la dicha que gozan; ello produce en nosotros una luz de conversión que constantemente corrige nuestro vivir y alumbra nuestra marcha en el camino real.

Nuestra Fe y Tradición

Los Santos Padres de la Iglesia

PadresdelaIglesia01Existen en la Iglesia algunos santos que fueron teólogos y maestros espirituales. Ellos defendieron y explicaron las doctrinas de la Fe Cristiana. Estos santos se llaman los Santos Padres de la Iglesia y sus enseñanzas se llaman las enseñanzas patrísticas. (La palabra patrística viene de la palabra griega que quiere decir “padre”.)

 Algunos de los Santos Padres se llaman Apologetas, porque defendieron las enseñanzas cristianas contra aquellas personas que desde fuera de la Iglesia atacaban o ridiculizaban la Fe. Sus escritos se llaman “apologías”, que quiere decir “respuestas” o “defensas”.

 No todos los Santos Padres fueron defensores contra el error o herejía. Algunos fueron ardientes predicadores, y fueron maestros importantes de la fe cristiana, desarrollando y explicando su significado de una manera más profunda y más completa. Otros fueron maestros de la vida espiritual, dando instrucción a los fieles acerca del significado y método de la comunión con Dios mediante la oración y la vida en Cristo. Aquellos otros Padres que se concentraban en la lucha de la vida espiritual se llaman los padres ascetas. El ascetismo se refiere al ejercicio y preparación de los “atletas espirituales”. Los padres que se concentraban en cómo lograr la comunión espiritual con Dios se llaman los Padres místicos. Se define el misticismo como la unión verdadera, experiencial,  con lo Divino.

 Todos los Santos Padres, sean teólogos, pastores, ascetas o místicos, entregaron sus enseñanzas a partir de la experiencia de su propia vivencia en Cristo. Ellos defendieron, describieron y explicaron las doctrinas teológicas y los caminos de la vida espiritual de su propio conocimiento vivo de estas realidades. Unieron el brillo del intelecto con la pureza del corazón y la vida excepcionalmente virtuosa. Por esto son considerados Padres Santos de la Iglesia.

 El Icono de la Divina Ascensión

ascensionCristo, después de su Resurrección se manifestó varias veces a los discípulos, a las Mirróforas, a más de quinientas personas como nos cuenta San Pablo, y a muchos otros confirmando su Resurrección. Cuarenta días después, ascendió a los cielos. Este acontecimiento, que festejamos el Jueves pasado, nos lo conservó San Lucas en su Evangelio: “mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado al cielo.” (Lc.24, 51).

El icono de la Ascensión nos dibuja este pasaje evangélico: Cristo asciende al cielo rodeado de un halo de Luz que expresa su divina Gloria, pero la vestimenta que lleva puesta parece igual a la de los apóstoles. Esto es para expresar que, con su ascensión ha elevado con Él a la naturaleza humana. La Ascensión del Señor no es un traslado de lugar (de la tierra al cielo) sino que significa la salida del espacio de lo creado y el ingreso en el de lo divino, lo eterno. Cristo, elevó nuestra naturaleza humana a donde nunca había estado.

La Virgen en el medio del icono eleva sus manos orando en silencio; ella representa a la Iglesia, ya que su seno era el lugar de  reunión entre lo humano y lo divino, así como la Iglesia lo es.

Los dos ángeles vestidos de blanco dicen a los apóstoles: “¿Qué hacéis ahí mirando al cielo? Éste que os ha sido llevado, este mismo Jesús, vendrá así tal como le habéis visto subir al cielo.” (Hch.1, 11)

Los apóstolos, con su vital movimiento, expresan el gozo de recibir la bendición del Hijo de Dios; tristes por ser separados de Él, pero optimistas por la promesa del Espíritu Santo que haría perpetua la Presencia de Jesús en sus corazones. Algunos de ellos miran hacia la Ascensión pero otros contemplan a la Virgen: ¿cómo en tu seno, el Rey de la Gloria hizo su morada?

El icono de la Ascensión es ilustración de la Iglesia cuya Cabeza es nuestro Señor Jesucristo, cuya imagen es la Virgen, y pilares son los Apóstoles.

Vida de Santos

18 de junio

Santo Mártir Leoncio y con él Hipacio y Teódulo.

Los santos mártires Leoncio, Hipacio, y Teódulo, durante el imperio de Vespasiano (año 70-79) padecieron en la ciudad de Trípoli, en18_1 Fenicia. San Leoncio era griego de nacimiento, y militar de alto grado del ejercito romano, inteligente y listo por naturaleza, conocedor de sabiduría literaria, virtuoso, compasivo con los pobres, y hospitalario. Denunciaron al gobernador que Leoncio, pedía a la gente que no veneren ni ofrezcan sacrificios a los dioses paganos. El gobernante mando al Tribuno Hipacio con una escuadrilla de soldados para que detengan a Leoncio. Hipacio por el camino se enfermó y se encontró ante la muerte. Entonces se le apareció un Angel y le dijo “Si quieres sanarte, ruega tres veces al cielo junto con tus soldados “¡Dios, al que venera Leoncio, ayúdame!” Todos así lo hicieron, y el tribuno se sanó. En la ciudad, Hipacio y el soldado Teódulo, encontraron una persona que los invitó a su casa. Este era el mismo Leoncio, él, los educó en la fe cristiana, y los bautizó. Más tarde el gobernador se presentó en la ciudad. Al enterarse de lo sucedido, entregó al martirio a Leoncio, a Hipacio y a Teódulo. A los santos Hipacio y Teódulo les cortaron la cabeza, San Leoncio falleció mientras lo apaleaban. Los cristianos dieron santa sepultura a los mártires cerca del puerto de Trípoli.

Frases Bíblicas

  • He aquí, yo enviaré sobre vosotros la promesa de mi Padre; pero vosotros, permaneced en la ciudad hasta que seáis investidos con poder de lo alto. (Lc 24: 49)
  • … pero recibiréis poder cuando el Espíritu Santo venga sobre vosotros; y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra. (Hch 1: 8)
  • Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, vendrá de la misma manera, tal como le habéis visto ir al cielo. (Hch 1: 11)

Boletín del 21/05/2017

Domingo de la curación del ciego

CURACIÓN-DEL-CIEGO-DE-NACIMIENTO

 

“Oh Señor, ilumina mis ojos espirituales
oscurecidos con las tinieblas del pecado;
úntalos con la humildad, oh Misericordioso,
y lávalos con las lágrimas del arrepentimiento.”
                                                                         Exapostelario

 

Himnos de la Liturgia

Tropario de la Resurrección

Tono 5

audio27Al coeterno Verbo, con el Padre y el Espíritu,
Al Nacido de la Virgen para nuestra salvación,
alabemos, oh fieles, y prosternémonos. 
Porque se complació en ser elevado en el cuerpo sobre la Cruz
y soportar la muerte, y levantar a los muertos por su Resurrección gloriosa.

Condaquio de Pascua

Tono 8

audio27Cuando descendiste al Sepulcro, oh Inmortal,
destruiste el poder del hades; y al resucitar vencedor, 
oh Cristo Dios, dijiste a las mujeres Mirróforas: 
“¡Regocíjense!” y a tus discípulos otorgaste la paz,
¡Oh Tú que concedes a los caídos la resurrección!

Lecturas Bíblicas

Hechos de los Apóstoles  (26: 1, 12-20)

En aquellos días: el rey Agripa dijo a Pablo: «Se te permite hablar en tu favor.» Entonces Pablo extendió su mano y
empezó su defensa: «En este empeño iba hacia Damasco con plenos poderes y comisión de los sumos sacerdotes; y al
medio día, yendo de camino vi, oh rey, una luz venida del cielo, más resplandeciente que el sol, que me envolvió a mí y a mis compañeros en su resplandor. Caímos todos a tierra y yo oí una voz que me decía en lengua hebrea: “Saúl, Saúl, ¿por qué me persigues? Te es duro dar coces contra el aguijón.” Yo respondí: “¿Quién eres, Señor?” Y me dijo el Señor: “Yo soy Jesús a Quien tú persigues. Pero levántate, y ponte en pie; pues me he aparecido a ti para construirte servidor y testigo tanto de las cosas que de mí has visto como de las que te manifestaré. Yo te libraré de tu pueblo y de los gentiles, a los cuales Yo te envío, para que les abras los ojos; para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y del poder de Satanás a Dios; y para que reciban el perdón de los pecados y una parte en la herencia entre los santificados, mediante la fe en Mí.

Así pues, rey Agripa, no fui desobediente a la visión celestial, sino que primero a los habitantes de Damasco, después a los de Jerusalén y por todo el país de Judea y también a los gentiles he predicado que se convirtieran y que se volvieran a Dios haciendo obras dignas de conversión.»

Evangelio según San Juan (9: 1-38)

En aquel tiempo, Jesús al pasar, vio a un hombre ciego de nacimiento; sus discípulos le preguntaron: «Maestro, ¿quién pecó, éste o sus padres?» Jesús respondió: «Ni él pecó ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él. Conviene que Yo haga las obras del que me ha enviado mientras es de día; viene la noche cuando nadie puede trabajar. Mientras estoy en el mundo, Yo soy la Luz del mundo.» Dicho esto, escupió en la tierra e hizo lodo con la saliva, y untó con el lodo los ojos del ciego, y le dijo: «Vete y lávate en la piscina de Siloé» (palabra que significa “el enviado”). Él fue y se lavó allí, y cuando volvió veía claramente.

Sus vecinos y los que antes solían verlo pedir limosna decían: «¿No es éste el que se sentaba aquí y pedía limosna?» Unos decían: «Es él», otros en cambio: «No, es uno que se le parece.» Pero él afirmaba: «Sí, soy yo.» Le preguntaban, pues: «¿Cómo se te han abierto los ojos?» Contestó: «Aquel hombre que se llama Jesús hizo un poquito de lodo, me untó los ojos, y me dijo: “Vete a la piscina de  Siloé y lávate allí.” Fui, me lavé, y ahora veo.» Le preguntaron: «¿Dónde está ése?» Respondió: «No lo sé.» Lo llevaron, pues, ante los fariseos al que había sido ciego. Pero es de advertir que ese día en que Jesús hizo el lodo y le abrió los ojos al ciego era sábado. Nuevamente, pues, los fariseos le preguntaban también cómo había recobrado la vista. El les respondió: «Puso lodo sobre mis ojos, me lavé, y veo.» Sobre lo que decían algunos de los fariseos: «No viene de Dios este hombre, pues no guarda el sábado.» Otros decían: «¿Cómo un hombre pecador puede realizar tales señales?» Y había desacuerdo entre ellos. Entonces volvieron a decirle al ciego: «Y tú ¿qué dices del que te ha abierto los ojos?» Respondió: «Que es un profeta.» Pero, por lo mismo, no creyeron los judíos que hubiese sido ciego, hasta que llamaron a sus padres y les preguntaron: «¿Es éste su hijo, de quien dicen que nació ciego? ¿Cómo es que ahora ve?» Sus padres les respondieron: «Sabemos que éste es hijo nuestro, y que nació ciego, pero cómo ahora ve, no lo sabemos, ni tampoco sabemos quién le ha abierto los ojos; pregúntenle a él, edad tiene y puede responder por sí mismo.»

Esto dijeron sus padres por miedo a los judíos, porque los judíos se habían puesto de acuerdo en echar de la sinagoga a cualquiera que reconociese a Jesús por el Cristo. Por eso dijeron: «Edad tiene: pregúntenle.» Llamaron, pues, otra vez al hombre que había sido ciego, y le dijeron: «¡Da gloria a Dios! Nosotros sabemos que ese hombre es un pecador.» Él respondió: «Si es pecador, yo no lo sé; sólo sé que yo antes era ciego y ahora veo.»

Le replicaron: «¿Qué hizo él contigo? ¿Cómo te abrió los ojos?» Les respondió: «Ya se lo he dicho y no me han oído, ¿por qué quieren oírlo otra vez? ¿Acaso será que también ustedes quieren hacerse discípulos suyos?» Entonces comenzaron a insultarlo. Y le dijeron: «Tú eres discípulo de ése; nosotros somos discípulos de Moisés. Nosotros sabemos que a Moisés le habló Dios, mas éste no sabemos de dónde es.»

Respondió aquel hombre y les dijo: «Aquí está lo extraño: me ha abierto los ojos y ustedes no saben de donde viene… Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, sino que al que teme a Dios y hace su voluntad, a éste le escucha. Desde que el mundo es mundo no se ha oído jamás que alguien haya abierto los ojos de un ciego de nacimiento. Si este hombre no fuese de Dios, no podría hacer nada de lo que hace.» Le respondieron: «Saliste del vientre de tu madre envuelto en pecado, ¿y nos das lecciones?» Y lo echaron fuera. Oyó Jesús que lo habían echado fuera, y encontrándolo, le dijo: «¿Crees en el Hijo de Dios?» Respondió él y dijo: «¿Y quién es, Señor, para que crea en Él?» Le dijo Jesús: «Lo has visto; es el mismo que está hablando contigo.» Él entonces dijo: «Creo, Señor.» Y se postró ante Él.

Mensaje Pastoral

Luz que ilumina a todos

Al pasaje evangélico de hoy, lo podemos llamar «de la Luz». En general, el Evangelio según san Juan sugiere la Luz como sinónimo de la Vida. En este sentido, Cristo dijo: «Yo soy la Luz de mundo», y cuando los fariseos se indignaron de su comentario (Jn 8:12-13), lo mostró con la acción que no deja duda alguna:

Escupió en la tierra e hizo lodo con la saliva, y untó con el lodo los ojos del ciego», acción que trae a la memoria el relato bíblico sobre lablind Creación del hombre. Así como Dios con su aliento dio vida al polvo de la tierra y de la nada trajo al hombre a la existencia, de la misma manera Cristo, al ciego cuyos ojos jamás habían conocido la luz (ciego de nacimiento), se la otorgó en abundancia. (La señal era tan maravillosa que dio lugar al comentario de los presentes en el pésame de Lázaro: «Éste, que abrió los ojos del ciego, ¿no podía haber hecho que Lázaro no muriera?» [Jn 11:37]). Cristo no le devuelve al ciego una capacidad que había perdido previamente sino que le otorga lo que le era inexistente.

«Vete y lávate en la piscina de Siloé», le dijo el Señor; él fue y se lavó allí, y cuando volvió veía claramente. En este recorrido de ir y venir, sin lugar a duda, mucha gente lo vio y así la obra del Señor fue predicada y verificada. Pero ante la veracidad de este milagro –ya que el ciego era conocido por todos por ser un limosnero– hubo varias reacciones:

•             Fariseísmo: reglas que cercan a Dios y no le permiten penetrar en la oscuridad de uno mismo; leyes que determinan al hombre y a Dios sus derechos y deberes; círculos viciosos de planteamientos y cerrazón que rechazan la intervención de Dios en su creación; y vanidad mezquina que deduce lo siguiente: «Nosotros sabemos que ese hombre (Jesús) es un pecador.»

•             Apatía: padres del ciego que resultaron los verdaderos ciegos. Su apatía, ingratitud y miedo a que sean echados fuera del concepto común les impidió participar de la luz del milagro. Prefirieron la seguridad de la tibieza a la aventura de estar en la verdad. Se retiraron del gozo con cobardía acudiendo a la apatía enfermiza: «Edad tiene: pregúntenle.»

•             Agradecimiento: una reacción profunda que implica sinceridad y valentía. El ciego iletrado tuvo que enfrentar a los fariseos que se le amontonaron; refutó, con lo que había vivido, sus argumentos y leyes: «Yo les daré una elocuencia y una sabiduría a la que no podrán resistir ni contradecir todos sus adversarios» (Lc 21: 15). Esta gratitud implica también sacrificio (lo echaron fuera), pero paulatinamente lleva al agradecido al conocimiento de Cristo, Luz verdadera: Curador, hombre de Dios, Profeta y, sobre todo, Hijo de Dios y Dios (y se postró ante Él).

La Luz de Cristo ilumina a todos: ¿Cómo reaccionas, oh alma?

Nuestra Fe y Tradición

El Icono Ortodoxo, oración en colores

 TheotokosandChild[1]El arte eclesiástico, en el oriente, se ha desarrollado dentro de la matriz de la vida sacramental y espiritual en Cristo, y siempre ha aspirado, en sus diferentes ramas, ofrecer lo mismo: “Lo que hemos visto y oído –dice san Juan, el Evangelista,- os lo anunciamos.” (1Jn.1, 3). Por eso, la memoria cristiana ha conservado el término griego ικών, icono, para distinguir las santas imágenes, de las del mundo.

Si la pintura naturalista pretende transmitir las cosas tal como nuestros sentidos las perciben, el icono que usamos en nuestro culto procura ilustrar el mundo transfigurado en Cristo, es la imagen del hombre “espiritual y celestial” y no del “carnal y terrenal” (1Cor.15). El icono ofrece una belleza religiosa que supera las reglas de la visión: pues el origen de la luz no es un centro supuesto por el pintor, sino que la luz (color dorado) llena todo el espacio del icono y penetra en los rostros y vestimentas anunciando la Presencia de Dios: “ni la misma tiniebla es tenebrosa para Ti, y la noche es luminosa como el día” (Sal.139, 12); aquí se ausenta la luz natural con sus reflexiones: no hay sombra ya que la divina luz anula toda oscuridad.

El icono no es un retrato personal que nos comunique la facha de algún santo o del mismo Cristo, sino es la descripción de la gloria, de la que somos convocados a participar. Eso justifica la similitud entre los santos en el arte bizantino: los ojos grandes, con una mirada fija y penetrante, nunca cerrados, “sueño a mis ojos no he de conceder ni quietud a mis párpados, hasta encontrar un lugar para el Señor” (Sal.132, 4-5); los labios callados: “la boca silenciosa comunica los misterios de Dios” (San Isaac el Sirio); los oídos pequeños, ya que los sentidos mueren para el mundo a fin de entrar en la verdadera oración; y los mechones forman olas harmoniosas que rodean el rostro con un marco solemne que profundiza su firmeza y sublimidad. La ternura e inocencia del rostro se acompañan con la seriedad y prudencia.

Ante el realismo del arte medieval, la feligresía esperaba que la leche bendita emanase del seno de la figura de la Virgen, o la bendición milagrosa de la mano de Cristo, mientras el icono ortodoxo, reemplaza la tercera dimensión con una de luz que hace penetrar al orante en la gloria celestial: “Al pararnos en el templo de tu santidad, creemos que estamos parados en el cielo…”

Vida de Santos

San Cirilo Patriarca de Alejandría

9 de junio

Cirilo era de noble nacimiento y familiar cercano de Teófilo, patriarca de Alejandría, después de la muerte del cual fue consagradoSanCiriloDeAlejandría Patriarca. Durante su vida lucho tres feroces batallas: contra los herejes novacianos, contra el hereje Nestorio y contra los judíos de Alejandría. Los novacianos tuvieron su origen en Roma y tomaron su nombre del presbítero hereje Novaciano. Estos se gloriaban de sus virtudes, andaban en público vestidos de blanco, prohibían las segundas nupcias, sostenían que no podía orarse por aquellos que habían cometido pecado mortal, y que no podía recibirse en la Iglesia a aquellos que, en otro tiempo, habían apostatado de ella, sin importar cuán profundamente se arrepintiesen. Cirilo los venció y los echó de Alejandría junto con su obispo. La lucha con los judíos fue más difícil y sangrienta. Los judíos tuvieron gran influencia en Alejandría desde que Alejandro Magno fundó esa ciudad. Su odio contra los cristianos era vicioso y desaforado. Asesinaban cristianos mediante traición, envenenamiento y crucifixión. Tras una larga y difícil lucha, Cirilo logró que el emperador Teodosio el Joven los expulsara de Alejandría. Su lucha contra Nestorio, patriarca de Constantinopla, fue resuelta por el Tercer Concilio Ecuménico en Éfeso (431 d. C.). Cirilo mismo presidió este Concilio y, al mismo tiempo, representó al Papa Celestino de Roma a petición suya, pues este no pudo asistir al Concilio a causa de su avanzada edad. Nestorio fue condenado, anatematizado, y fue exiliado por el Emperador a la frontera oriental del Imperio. Después del final de esta lucha, Cirilo vivió en paz y cuidó celosamente del rebaño de Cristo. Se presentó a sí mismo al Señor en el año 444 d. C. Se dice que fue él quien escribió la oración «Alégrate, oh Virgen Madre de Dios».

Sentencias de los Padres del Desierto

  • Se decía del abad Agatón que durante tres años se había metido una piedra en la boca, hasta que consiguió guardar silencio.
  • Decía también: «Que tu boca no pronuncie palabras malas, pues la viña no tiene espinas».
  • El abad Sisoés decía: «Nuestra verdadera vocación es dominar la lengua»
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