El Gran Miércoles Santo; Vírgenes y Mártires Ágape, Irene y Quionia

El Gran Miércoles Santo

En este día, la Iglesia conmemora el acto de piedad y justicia con que procedió la mujer adúltera, en contraste con la traición de Judas que entregó a Cristo.  Estos dos actos fueron hechos el miércoles, dos días antes de la Pascua Judía, según el relato del Evangelista Mateo.  La adúltera mencionada, ungió la cabeza y pies de Jesús con nardo y los secó con sus cabellos. Este bálsamo precioso estaba valuado en 300 denarios. Cuando los discípulos vieron esto se escandalizaron, especialmente Judas, el amante del dinero, que se enojó por haber gastado tal cantidad de bálsamo. Jesús los reprendió para no apenar a la mujer.

Judas, enojado, se fue a los sumos sacerdotes que se habían reunido, en concilio contra Jesús en la casa de Caifás; y consintió con ellos de entregar al Maestro por 30 monedas de plata. Desde este tiempo, Judas buscó una oportunidad para entregarlo. (San Mateo 26: 2-16). Por esta causa, se instituyó en la Iglesia el ayuno de los miércoles desde los mismos días apostólicos.

+ ¡La mujer, al ungir el cuerpo del Señor con bálsamo, adelantó el embalsamamiento de Nicodemo!

+ Pero Tú, oh Ungido con mirra espiritual, Cristo Dios: líbranos de las abundantes pasiones y apiádate de nosotros, Tú que eres el único Santo y Compasivo. Amén.

Condaquio de Miércoles Santo, tono 8

Aunque he pecado contra Ti más que la adúltera, oh Bondadoso, jamás te he ofrecido lluvia de lágrimas; pero en silencio me prosterno ante Ti y con ansia venero Tus pies inmaculados, implorando me otorgues, oh Salvador, la remisión de los pecados, Tú que eres el Soberano; y te exclamo: «¡Del fango de mis fechorías, rescátame!»

Vírgenes y Mártires Ágape, Irene y Quionia

 

 

Estas tres santas mártires eran hermanas. Vivían cerca de la ciudad de Aquilea al norte de Italia a fines del tercer siglo. Siendo muy jóvenes se quedaron huérfanas y decidieron no casarse. Eran muy devotas.

Cuando el emperador Diocleciano visitó Aquilea, él empezó una feroz persecución contra los cristianos. Y muy pronto todas las cárceles estaban repletas. Entonces fueron encarceladas estas tres jóvenes vírgenes y sufrieron diferentes suplicios, sin que mostraran miedo de los ataques de las fieras, ni cuando les seccionaban partes de sus cuerpos, ni otros suplicios. Durante sus suplicios se produjeron varios milagros, pero los torturadores no los comprendieron. Finalmente, a Ágape y Quionia las quemaron en la hoguera y asaetaron a Irene. Esto pasó en el año 304. Los cuerpos de las santas mártires fueron sepultados por santa Anastasia, llamada Desatanudos, porque ella aliviaba las dificultades de los cristianos encarcelados.

Estas tres hermanas tenían una fe inquebrantable en Dios, no se atemorizaron ante las amenazas de los torturadores, no tuvieron lástima por su juventud y fueran martirizadas por Cristo. Ellas entregaron la vida perecedera para obtener en Cielo la vida eterna. Ahora tienen la felicidad de estar en el Reino Eterno. Que con sus oraciones el Señor nos dé fuerzas en nuestros esfuerzos cristianos diarios.

Tropario, tono 1, del común de Varios Mártires

Oh Señor, por los sufrimientos de las santas * que han padecido por ti, * ten compasión de nosotros * y sana las dolencias de los que te suplicamos, * oh Tú que amas a la humanidad.

El Gran Martes Santo; Santo Mártir Crescente (Crescencio)

El Gran Martes Santo

En este día se recuerda la Parábola de las diez Vírgenes Prudentes que el Señor relató cuando iba a su pasión.

Nos enseña a no desistir de las virtudes y buenas obras, especialmente obras de misericordia que hacen que la lámpara brille más resplandeciente. Nos enseña además, a estar preparados para nuestro fin, ya que no sabemos cuando vendrá nuestra hora, al ejemplo de las Vírgenes prudentes que estaban listas, esperando al esposo; para que la muerte no nos tome de repente y se cierre la puerta de la cámara celestial en nuestro rostro, y tener que escuchar el terrible juicio que escucharon las Vírgenes necias: En verdad, en verdad, Yo no os conozco” (San Mateo 25: 1-13)

Oh Cristo, el Esposo, cuéntanos entre las Vírgenes Prudentes, y únenos a tu redil escogido, y ten piedad de nosotros. Amén

Condaquio del Martes Santo, tono 8

Alma, considera la última hora, e intimídate ante el desecamiento de la higuera; trabaja con empeño y multiplica el talento que se te ha confiado, oh miserable. Estate en alerta, velando y exclamando: «¡No nos quedemos fuera del tálamo de Cristo!»

Santo Mártir Crescente

 

 

Este mártir era de Mira de Licia, nacido en una familia ilustre. Por voluntad propia, se entrevistó con los idólatras y les exhortó a abandonar su religión fútil y a adorar al único Dios verdadero, venerado por los cristianos; por ello, fue arrestado. Cuando el gobernante le preguntó su nombre y linaje, el santo solo respondió que era cristiano; le aconsejó ofrecer sacrificios a los ídolos, pero se negó. Por ello, fue colgado, golpeado, raspado y arrojado al fuego, donde entregó su santa alma en manos de Dios, aunque ni siquiera un cabello de su cabeza fue dañado por las llamas.

Tropario, tono 4 del común de Santos Mártires

Tu mártir, oh Señor, * ha obtenido de ti * corona de incorrupción * en su lucha, Dios nuestro. * Al tener, pues, tu fuerza, * ha vencido a tiranos * y aplastado de los demonios * su abatida insolencia. * Por sus intercesiones, oh Cristo Dios, * salva nuestras almas

El Gran Lunes Santo; Santos Apóstoles Aristarco, Pudente y Trofimo de los Setenta.

 

Gran Lunes Santo

En Este día comienza la memoria anual de la Santa Pasión del Salvador, del cual José de excelsa belleza, es tomado como símbolo; José fue el undécimo hijo de Jacob y porque su padre lo amaba muchísimo, sus hermanos fueron celosos y lo vendieron a extranjeros, los cuales a su vez lo vendieron como esclavo en Egipto. Fue vituperado por su castidad y arrojado a la cárcel. Finalmente fue liberado recibiendo un alto rango y honores dignos de un rey, al ser gobernador de todo Egipto cuyo pueblo cuidó.

También conmemoramos hoy la parábola de la higuera que el Señor maldijo por no tener frutos y se secó (San Mateo 21: 18-20). La higuera es símbolo de la asamblea de los judíos que no mostró los frutos necesarios de virtud y justicia, y el Señor los despojó de toda gracia espiritual.

Por la intercesión de José el Bienaventurado, oh Cristo Dios, ten piedad de nosotros y sálvanos

Condaquio del Lunes Santo, tono 8

Mientras Jacob se lamentaba por la desaparición de José, este valiente estaba sobre el trono cual un rey honorable; porque, al no esclavizarse a los placeres de la egipcia, fue glorificado por Quien ve los corazones de los hombres y otorga corona incorruptible.

 

Santos Aristarco, Pudente, Trófimo de los Setenta (apóstoles)

 

San Aristarco, colaborador del santo apóstol Pablo, fue obispo de la ciudad siria de Apamea. Su nombre se menciona repetidamente en los Hechos de los Santos Apóstoles (Hch. 19:29, 20:4, 27:2) y en las Epístolas de San Pablo (Col. 4:10, Filemón 1:24).

San Pudente es mencionado en la segunda Epístola de San Pablo a Timoteo (2 Timoteo 4:21). Ocupó un alto cargo como miembro del Senado romano. El santo recibió a los apóstoles Pedro y Pablo en su casa, donde se reunían los cristianos creyentes. Su casa fue convertida en iglesia, recibiendo el nombre de «Pastorum». Según la tradición, el propio apóstol Pedro sirvió allí como sacerdote.

San Pudente sufrió el martirio en Roma bajo el emperador Nerón (54-68).

San Trófimo era originario de la ciudad de Edesa. Su nombre se menciona en los Hechos de los Santos Apóstoles (Hch. 20:4) y en la segunda Epístola de San Pablo a Timoteo (2 Tim. 4:20). Fue discípulo y compañero del apóstol Pablo, compartiendo con él todos los dolores y la persecución.

Tono 3, del común de Santos Apóstoles

Oh santos apóstoles, * interceded ante Dios misericordioso * para que otorgue el perdón de las transgresiones a nuestras almas.

Domingo de Ramos; San Martín el Confesor, Papa de Roma

Entrada de nuestro Señor, Dios y Salvador Jesucristo a Jerusalén

El domingo, cinco días antes de la Pascua Judía, el Señor vino de Betania a Jerusalén. Enviando a dos de sus discípulos para traerle un potro de asno, se sentó y entró en la ciudad. Cuando la multitud escuchó que Jesús venía, inmediatamente tomaron las ramas de las palmeras en sus manos y salieron a recibirlo. Otros esparcieron sus vestiduras en el suelo, y otros cortaron ramas de los árboles y los arrojaron por donde Jesús iba a pasar; y todos juntos, especialmente los niños, fueron delante y detrás de Él, gritando: “Hosanna: Bendito el que viene en el Nombre del Señor, el Rey de Israel” (Juan 12:13). Esta es la fiesta radiante y gloriosa de la entrada de nuestro Señor a Jerusalén que celebramos hoy.

Las ramas de las palmeras simbolizan la victoria de Cristo sobre el demonio y la muerte. La palabra Hosanna significa “Sálvanos, Te rogamos” o “sálvanos ahora”. El potro de un asno, y el hecho de que Jesús se sentara en el mismo, y el hecho de que este animal fuera indomable y se considerara impuro de acuerdo con la Ley, significaba la anterior impureza y locura de las naciones, y su posterior sujeción a la santa Ley del Evangelio.

Tropario, tono 1

¡Oh Cristo nuestro Dios! * Cuando resucitaste a Lázaro de entre los muertos * antes de tu pasión, * confirmaste la resurrección universal. * Por lo tanto, nosotros, como los niños, * llevamos los símbolos de la victoria y del triunfo * clamando a ti, oh vencedor de la muerte: * ¡Hosanna en las alturas! * ¡Bendito el que viene * en el nombre del Señor!

San Martín el Confesor, Papa de Roma

 

San Martín el Confesor nació en la región italiana de Toscana. Recibió una esmerada educación e ingresó en el clero de la Iglesia Romana. Y tras la muerte del Papa Teodoro I (642-649), Martín fue elegido para sucederlo.

En esa época, la paz de la Iglesia se vio perturbada por la herejía monotelita (la falsa doctrina de que en Cristo hay una sola voluntad, cuando en realidad tiene una voluntad divina y otra humana). Las interminables disputas entre los monotelitas y los ortodoxos se extendieron a todos los estratos de la población. Incluso el emperador Constante (641-668) y el patriarca Pablo de Constantinopla (641-654) eran partidarios de la herejía monotelita. El emperador Constante II publicó el herético “Modelo de Fe” (Typos), de carácter obligatorio para toda la población. En él se prohibían todas las demás disputas.

El herético “Modelo de Fe” fue recibido en Roma en el año 649. San Martín, firme defensor de la ortodoxia, convocó el Concilio de Letrán en Roma para condenar la herejía monotelita. Simultáneamente, san Martín envió una carta al patriarca Pablo, persuadiéndolo a volver a la confesión de fe ortodoxa. El emperador, enfurecido, ordenó al comandante militar Olimpio que llevara a juicio a san Martín. Pero Olimpio, temeroso del clero y del pueblo romano que habían atacado el Concilio, envió a un soldado para asesinar al santo jerarca. Cuando el asesino se acercó a san Martín, este quedó ciego. Aterrorizado, Olimpio huyó a Sicilia y pronto murió en batalla.

En 654, el emperador envió a Roma a otro comandante militar, Teodoro, quien acusó a san Martín de mantener correspondencia secreta con los enemigos del Imperio, los sarracenos, de blasfemar contra la Santísima Theotokos y de asumir el trono papal de forma no canónica.

A pesar de las pruebas ofrecidas por el clero y los laicos romanos sobre la inocencia de san Martín, el comandante militar Teodoro, con un destacamento de soldados, lo apresó de noche y lo llevó a Naxos, una de las islas Cícladas del mar Egeo. San Martín pasó un año entero en esta isla casi deshabitada, sufriendo privaciones y abusos por parte de los guardias. Luego enviaron al exhausto confesor a Constantinopla para ser juzgado.

Llevaron al enfermo en una camilla, pero los jueces, cruelmente, le ordenaron que se pusiera de pie y respondiera a sus preguntas. Los soldados sostuvieron al santo, debilitado por la enfermedad. Falsos testigos se presentaron para calumniarlo y acusarlo de relaciones traicioneras con los sarracenos. Los jueces, parciales, ni siquiera se molestaron en escuchar la defensa del santo. Con pesar, dijo: «El Señor sabe la gran bondad que me mostrarían si me entregaran rápidamente a la muerte».

Tras el juicio, sacaron al santo con ropas andrajosas ante una multitud que lo abucheaba. Gritaron: “¡Anatema al Papa Martín!”. Pero quienes sabían que el santo Papa sufría injustamente se retiraron entre lágrimas. Finalmente, se anunció la sentencia: San Martín sería depuesto de su rango y ejecutado. Ataron al santo semidesnudo con cadenas y lo arrastraron a la cárcel, donde lo encerraron con ladrones. Estos fueron más misericordiosos con el santo que los herejes.

En medio de todo esto, el emperador se dirigió al moribundo patriarca Pablo y le contó el juicio de san Martín. Este se apartó del emperador y dijo: “¡Ay de mí! Esta es otra razón para mi juicio”. Pidió que cesaran los tormentos de san Martín. El emperador envió de nuevo un notario y otras personas al santo en prisión para interrogarlo. El santo respondió: “Aunque me dejen lisiado, no tendré relaciones con la Iglesia de Constantinopla mientras permanezca en sus malvadas doctrinas”. Los torturadores, asombrados por la audacia del confesor, conmutaron su pena de muerte por el exilio en Quersón, Crimea.

San Martín partió hacia el Señor, exhausto por la enfermedad, el hambre y las privaciones, el 16 de septiembre de 655. Otros dos obispos, desterrados a Quersón, también fallecieron tras muchas penurias. El santo fue enterrado a las afueras de la ciudad de Quersón, en la iglesia de Blanquernas de la Santísima Theotokos. Grandes multitudes visitaron su tumba debido a los numerosos milagros que allí ocurrieron. Posteriormente, sus reliquias fueron trasladadas a Roma y colocadas en una iglesia dedicada a Martín de Tours (11 de noviembre).

Tono 4, del común de Santos Jerarcas

La verdad de tus obras * te ha mostrado a tu rebaño * cual regla de fe, icono de mansedumbre * y maestro de abstinencia. * Así que alcanzaste, por la humildad, alturas y por la pobreza, riquezas. * ¡Oh santo padre Martín, * in­tercede ante Cristo Dios, * para que salve nuestras almas!

Resurrección de Lázaro; San Basilio el Confesor, obispo de Pario

SÁBADO DE LÁZARO

En este día, que es el sábado anterior a Ramos, celebramos la resurrección de san Lázaro el Justo, el amigo de Cristo, muerto por cuatro días.

+ Tu llanto, sobre Tu Amigo, oh Cristo, es propio de la naturaleza humana mortal.

+ Y revivificarlo después de su muerte, es Obra de Tu Sublime Divino Poder.

Por las intercesiones de Tu amigo Lázaro, oh Cristo Dios, Ten piedad de nosotros. Amén.

Condaquio, tono 2

Cristo, el Gozo de todos, * Verdad, Luz, Vida y Resurrección del mundo, * se ha revelado en la tierra por su bondad, * y se ha hecho el Prototipo de nuestra resurrección, * otorgándonos a todos el perdón divino.

 

San Basilio el Confesor

 

San Basilio el Confesor, vivió durante el siglo VIII. Fue elegido obispo por los habitantes de Pario, quienes veneraban al santo como un verdadero pastor del rebaño de Cristo.

Cuando estalló la herejía iconoclasta, san Basilio se pronunció firmemente a favor de la veneración de los iconos y se negó a firmar las órdenes para su abolición (el “Pergamino Inicuo”) del Concilio de 754, convocado bajo el emperador Constantino V Coprónimos (741-775). El santo evitó cualquier contacto con los herejes y no les permitió entrar en su diócesis. Debido a su celo, sufrió mucha persecución, hambre y privaciones.

San Basilio permaneció fiel a la Iglesia Ortodoxa hasta su muerte.

Tono 4, del común de Santos Jerarcas

La verdad de tus obras * te ha mostrado a tu rebaño * cual regla de fe, icono de mansedumbre * y maestro de abstinencia. * Así que alcanzaste, por la humildad, alturas * y por la pobreza, riquezas. * ¡Oh santo padre Eutiquio, * intercede ante Cristo Dios, * para que salve nuestras almas!

Hieromártir Antipas, obispo de Pérgamo, discípulo de San Juan el Teólogo

El Hieromártir Antipas, discípulo del santo apóstol Juan el Teólogo (26 de septiembre), fue obispo de la Iglesia de Pérgamo durante el reinado del emperador Nerón (54-68).

En esa época, todo aquel que no ofreciera sacrificios a los ídolos vivía bajo la amenaza del exilio o de la ejecución por orden del emperador. En la isla de Patmos (en el mar Egeo) fue encarcelado el santo apóstol Juan el Teólogo, a quien el Señor reveló el futuro juicio del mundo y de la Santa Iglesia.

Con su ejemplo personal, su fe firme y su constante predicación sobre Cristo, san Antipas comenzó a apartar a la gente de Pérgamo de ofrecer sacrificios a los ídolos. Los sacerdotes paganos reprocharon al obispo que alejara al pueblo de sus dioses ancestrales y le exigieron que dejara de predicar sobre Cristo y que en su lugar ofreciera sacrificios a los ídolos.

San Antipas respondió con calma que no estaba dispuesto a servir a los demonios que huían de él, un simple mortal. Dijo que adoraba al Señor Todopoderoso y que continuaría adorando al Creador de todo, con su Hijo Unigénito y el Espíritu Santo. Los sacerdotes paganos replicaron que sus dioses existían desde la antigüedad, mientras que Cristo no existía desde la antigüedad, sino que fue crucificado bajo Poncio Pilato como un criminal. El santo respondió que los dioses paganos eran obra de manos humanas y que todo lo que se decía sobre ellos estaba lleno de iniquidades y vicios. Confesó firmemente su fe en el Hijo de Dios, encarnado en la Santísima Virgen.

Los sacerdotes paganos, enfurecidos, arrastraron al mártir Antipas hasta el templo de Artemisa y lo arrojaron a un toro de cobre al rojo vivo, donde normalmente se ofrecían los sacrificios a los ídolos. En el horno al rojo vivo, el mártir oró en voz alta a Dios, implorándole que recibiera su alma y fortaleciera la fe de los cristianos. Se dirigió al Señor en paz, como si fuera a dormir (+ ca. 68).

Por la noche, los cristianos recogieron el cuerpo del mártir Antipas, que no había sido tocado por el fuego, y lo enterraron en Pérgamo. La tumba del mártir se convirtió en una fuente de milagros y de curaciones de diversas enfermedades.

Tono 4, del común de Hieromártires

Al volverte sucesor de los apóstoles * y partícipe en sus modos de ser, * encontraste en la práctica * el ascenso a la contemplación, oh inspirado por Dios. * Por eso, seguiste la palabra de la verdad * y combatiste hasta la sangre por la fe. * Antipas, obispo mártir, intercede ante Cristo Dios * para que salve nuestras almas.

Mártires Terencio, Pompeyo, Africano, Máximo, Zenón, Alexander, Teodoro y otros 33, martirizados en Cartago

Durante la persecución de Decio, Fortunato gobernador de las provincias africanas, publicó el decreto imperial y anunció a la población de Cartago: “¡Sacrificad a los dioses o preparaos al suplicio!,” e hizo una demostración de los instrumentos de tortura. Muchos cristianos, atemorizados renunciaron a su fe, pero hubo cuarenta que se mantuvieron firmes. Fortunato los hizo comparecer ante su tribunal para echarles en cara su obstinación. Entonces habló en nombre de los cristianos un joven llamado Terencio, con estas palabras: “Jesucristo es el Hijo de Dios, que murió en la cruz para salvarnos, es a Él a quien adoramos.” El gobernador repuso: “¡Adorad a nuestros dioses o moriréis!” “Hablo por mí y por mis hermanos, repuso Terencio, ninguno de nosotros es tan cobarde para abandonar a Jesucristo y adorar a tus dioses de piedra. Haz lo que quieras.”

El gobernador ordenó que los cuarenta cristianos fueran conducidos desnudos a la explanada del templo de Hércules, donde reiteró sus amenazas, pero como los cristianos permanecieron firmes, mandó que Terencio, Pompeyo, Africano y Máximo fueran azotados hasta que invocaran el nombre de Hércules. Ante la firmeza de los cuatro, mandó que los arrojaran a la hoguera en presencia de sus compañeros. Entre las llamas los mártires de Cristo, entonaron el himno de los Macabeos. Terminado el suplicio, Fortunato, trató de hacer apostatar a los treinta y seis restantes sin mayor éxito; los envió a prisión cargados de cadenas y sucesivamente, uno por uno, alcanzaron la gloria del martirio, por la espada y por el fuego.

Los restos de estos mártires fueron recogidos por los cristianos y sepultados en Cartago hasta el siglo IV, cuando fueron trasladados a Constantinopla.

Tono 4, del común de santos Mártires

Tus mártires, oh Señor, * han obtenido de ti * coronas de incorrupción * en su lucha, Dios nuestro. * Al tener, pues, tu fuerza, * han vencido a tiranos * y aplastado de los demonios * su abatida insolencia. * Por sus intercesiones, oh Cristo Dios, * salva nuestras almas.

Santo Mártir Eupsiquio; Santos Mártires Rafael Nicolás e Irene

El santo mártir Eupsiquio nació en la ciudad de Cesarea, en Capadocia, y recibió una educación cristiana de sus ilustres padres.

Durante el reinado de Juliano el Apóstata (361-363), San Eupsiquio contrajo matrimonio cristiano. En Cesarea había un templo pagano dedicado a la diosa Fortuna, a la que Juliano el Apóstata veneraba. Mientras Eupsiquio se dirigía a su boda, los paganos ofrecían sacrificios a la diosa Fortuna.

San Eupsiquio estaba lleno de celo por el Señor y destruyó el templo. Sabía que esto inevitablemente resultaría en su castigo. Distribuyó todas sus posesiones entre los pobres y se preparó para el martirio.

El enfurecido emperador Juliano desató su ira no solo sobre el santo, sino contra todos los habitantes de esta ciudad. Algunos de los ciudadanos fueron ejecutados, mientras que los más respetables fueron enviados al exilio. El clero cristiano fue reclutado para el servicio militar y él saqueó las iglesias de todo lo valioso. La ciudad fue privada de su título de Cesarea [es decir, “Imperial”] y recuperó su nombre original de Maza. También impuso un severo impuesto a los habitantes. El emperador amenazó con aniquilar la ciudad por completo, si el pueblo no construía un nuevo templo pagano en lugar del destruido.

Juliano intentó obligar a san Eupsiquio a ofrecer sacrificios a los ídolos. Durante muchos días atormentaron al santo en un potro y también con garras de hierro. Pero su fe era firme y el juez condenó al mártir a ser decapitado con una espada.

Después de la muerte del emperador, los cristianos de la ciudad de Cesarea construyeron una espléndida iglesia sobre la tumba de San Eupsiquio, y de sus santas reliquias recibieron ayuda y curación.

Los santos Rafael, Nicolás e Irene, mártires de Lesbos

 

Estos santos fueron martirizados por los turcos el martes de la semana luminosa (9 de abril de 1463), diez años después de la caída de Constantinopla. Durante casi 500 años, los habitantes de Lesbos los olvidaron, pero “el Juez justo… abrió las cosas que estaban ocultas” (2 Mac. 12:41).

Durante siglos, los habitantes de Lesbos acudían el Martes Luminoso a las ruinas de un monasterio cerca de Termi, un pueblo al noroeste de la capital, Mitilene. Sin embargo, con el paso del tiempo, nadie podía recordar el motivo de la peregrinación anual. Había un vago recuerdo de que una vez hubo un monasterio en ese lugar y que los monjes habían sido asesinados por los turcos.

En 1959, un hombre piadoso llamado Angelos Rallis decidió construir una capilla cerca de las ruinas del monasterio. El 3 de julio de ese año, unos obreros descubrieron las reliquias de san Rafael mientras limpiaban el terreno. Pronto, los santos comenzaron a aparecerse a varios habitantes de Lesbos y les revelaron detalles de sus vidas y martirio. Estos relatos forman la base del libro de Photios Kontoglou de 1962 UNA GRAN SEÑAL (en griego).

San Rafael nació en la isla de Ítaca alrededor de 1410 y fue criado por padres piadosos. Su nombre de bautismo era Jorge, pero se le llamó Rafael cuando se hizo monje. Fue ordenado sacerdote y más tarde alcanzó los cargos de archimandrita y canciller.

En 1453, san Rafael vivía en Macedonia con su compañero monástico, el diácono Nicolás, nativo de Tesalónica. En 1454, los turcos invadieron Tracia, por lo que los dos monjes huyeron a la isla de Lesbos. Se establecieron en el Monasterio de la Natividad de la Theotokos cerca de Thermi, donde San Rafael se convirtió en el abad.

En la primavera de 1463, los turcos asaltaron el monasterio y capturaron a los monjes. Fueron torturados desde el Jueves Santo hasta el Martes Luminoso. San Rafael fue atado a un árbol y los feroces turcos le cortaron la mandíbula con una sierra, matándolo. San Nicolás también fue torturado y murió mientras presenciaba el martirio de su mayor. Se apareció a la gente y señaló el lugar donde se descubrieron sus reliquias el 13 de junio de 1960.

Santa Irene era la hija de doce años del alcalde del pueblo, Basilio. Ella y su familia habían llegado al monasterio para advertir a los monjes de la invasión. Los crueles agarenos le cortaron uno de los brazos y lo arrojaron delante de sus padres. Luego, la virgen pura fue colocada en un gran barril de barro y se encendió un fuego debajo de él, asfixiándola por dentro. Estos tormentos tuvieron lugar ante los ojos de sus padres, que también fueron condenados a muerte. Su tumba y el cántaro de barro fueron encontrados el 12 de mayo de 1961, después de que los santos Rafael, Nicolás e Irene se aparecieran a la gente y les indicaran dónde buscar.

Otros que también recibieron la corona del martirio ese día fueron los padres de Santa Irene, Basilio y María; Teodoro, el maestro del pueblo; y Eleni, la prima de quince años de Santa Irene.

Han ocurrido muchos milagros en Lesbos y en todo el mundo. Los santos se apresuran a ayudar a quienes los invocan, sanando a los enfermos, consolando a los afligidos, concediendo alivio del dolor y trayendo a muchos incrédulos e impíos de vuelta a la Iglesia.

Los santos Rafael, Nicolás e Irene (y quienes están con ellos) también son conmemorados el Martes Luminoso.

Tono 4 del común de Santos Mártires

Tus mártires, oh Señor, * han obtenido de ti * coronas de incorrupción * en su lucha, Dios nuestro. * Al tener, pues, tu fuerza, * han vencido a tiranos * y aplastado de los demonios * su abatida insolencia. * Por sus intercesiones, oh Cristo Dios, * salva nuestras almas.

Santos Apóstoles de los 70 Herodion, Agabo, Asíncrito, Rufo, Flegón, Hermes y compañeros

Los santos Herodión (Rodión), Agabo, Asíncrito, Rufo, Flegonte y Hermes se encontraban entre los Setenta Apóstoles, elegidos por Cristo y enviados por Él a predicar (Sinaxis de los Setenta Apóstoles: 4 de enero).

El santo apóstol Herodión era pariente de San Pablo y compañero suyo en muchos viajes. Cuando el cristianismo se había extendido a la península de los Balcanes, los apóstoles Pedro y Pablo establecieron a san Herodión como obispo de Patara. Predicó celosamente la Palabra de Dios y convirtió a muchos paganos griegos y judíos al cristianismo.

Enfurecidos por la predicación del discípulo, los adoradores de ídolos y los judíos, de común acuerdo, se abalanzaron sobre san Herodión y comenzaron a golpearlo con palos y a apedrearlo. Uno de la turba lo golpeó con un cuchillo y el santo cayó al suelo. Pero cuando los asesinos se fueron, el Señor lo devolvió sano y salvo.

San Herodión continuó acompañando al apóstol Pablo durante muchos años. Cuando el santo apóstol Pedro fue crucificado (+ c. 67), san Herodión y san Olimpo fueron decapitados a espada al mismo tiempo.

El santo apóstol Agabo estaba dotado del don de profecía. Predijo (Hechos 11:27-28) la hambruna durante el reinado del emperador Claudio (41-52), y predijo el sufrimiento del apóstol Pablo en Jerusalén (Hechos 21:11). San Agabo predicó en muchas tierras y convirtió a muchos paganos a Cristo.

San Rufo, a quien el santo apóstol Pablo menciona en la Epístola a los Romanos (Rom. 16:11-15), fue obispo de la ciudad griega de Tebas. San Asíncrito (Rom. 16:14) fue obispo de Hircania (Asia Menor). San Flegonte fue obispo de la ciudad de Maratón (Tracia). San Hermes fue obispo en Dalmacia (hay otro apóstol de los Setenta llamado Hermas, que fue obispo en la ciudad tracia de Filipópolis).

Todos estos discípulos, por su intrépido servicio a Cristo, sufrieron duros sufrimientos y fueron hallados dignos de la corona del martirio.

Tono 3, del común de los Santos Apóstoles

Oh santos apóstoles, * interceded ante Dios misericordioso * para que otorgue el perdón de las transgresiones a nuestras almas.

San Jorge el Confesor, obispo de Mitilene; Santo Mártir Calopio

San Jorge, metropolitano de Mitilene, llevó desde su juventud vida monástica y se destacó especialmente en la virtud de la humildad. En el reinado de León el Isaurico (716-741) el santo sufrió la persecución de los iconoclastas y se convirtió en confesor.

Durante el reinado del emperador Constantino Porfirogénito (780-797) San Jorge fue elevado a la cátedra arzobispal de la ciudad de Mitilene en la isla de Lesbos. Su vida resplandecía de prudencia y pureza y se asemejaba a la vida de los ángeles. Poseía el don de hacer milagros, expulsaba espíritus inmundos y curaba enfermedades incurables. El santo se distinguió por su compasión y ayudó a todos los necesitados. En el año 815, durante el reinado del iconoclasta León el Armenio (813-820), el santo obispo fue desterrado y enviado a Cherson, donde murió después del año 820.

Tono 4, del común de Santos Jerarcas

La verdad de tus obras * te ha mostrado a tu rebaño * cual regla de fe, icono de mansedumbre * y maestro de abstinencia. * Así que alcanzaste, por la humildad, alturas * y por la pobreza, riquezas. * ¡Oh santo padre Eutiquio, * intercede ante Cristo Dios, * para que salve nuestras almas!

Santo Mártir Calopio

 

El santo mártir Calopio nació en Perge, Panfilia, de la piadosa mujer Teoclia, esposa de un renombrado senador. Teoclia no tuvo hijos durante mucho tiempo. Rezó fervientemente para tener un hijo, jurando consagrarlo a Dios.

Poco después del nacimiento de su hijo, Teoclia enviudó. Cuando Calopio llegó a la adolescencia, comenzó una feroz persecución contra los cristianos. Teoclia, al enterarse de que su hijo sería denunciado como cristiano, lo envió a Cilicia en Asia Menor.

Cuando el santo llegó a Pompeiópolis, Paflagonia, se celebró una celebración en honor de los dioses paganos. Invitaron al joven a participar en los actos, pero él dijo que era cristiano y se negó. Informaron de ello al prefecto de la ciudad, Máximo. San Calopio fue llevado ante él para ser juzgado. Al principio, intentó persuadir a Calopio para que adorara a los dioses, prometiéndole darle a su propia hija en matrimonio. Después de que el joven rechazara esta oferta, Máximo lo sometió a terribles torturas. Ordenó que lo golpearan en la espalda con varas de hierro y en el estómago con correas de piel de buey. Finalmente, el prefecto lo hizo atar a una rueda de hierro y lo asaron a fuego lento. Después de estas torturas, arrojaron al mártir Calopio a la cárcel.

Cuando Teoclia se enteró de los sufrimientos de su hijo, escribió su último testamento, liberó a sus esclavos, distribuyó sus riquezas entre los pobres y se apresuró a ir a ver a san Calopio. La valiente madre dio dinero al guardia y entró en la prisión para ver a su hijo. Allí lo animó a soportar el sufrimiento hasta el final por Cristo.

Cuando al día siguiente el santo se negó a renunciar a Cristo, Máximo dio órdenes de crucificar al mártir. El día de la ejecución resultó ser el Jueves Santo, cuando se conmemora la última cena del Salvador con sus discípulos. Teoclia rogó al guardia que crucificara a su hijo cabeza abajo, ya que consideraba que no era digno de ser crucificado como el Señor. Su deseo fue concedido. El santo mártir colgó en la cruz durante la noche y murió el Viernes Santo del año 304.

Cuando el santo mártir fue bajado de la cruz, Teoclia dio gloria al Salvador. Abrazó el cuerpo sin vida de su hijo y entregó su propio espíritu a Dios. Los cristianos enterraron sus cuerpos en una sola tumba.

Tono 4, del común de Santos Mártires

Tu mártir, oh Señor, * ha obtenido de ti * corona de incorrupción * en su lucha, Dios nuestro. * Al tener, pues, tu fuerza, * ha vencido a tiranos * y aplastado de los demonios * su abatida insolencia. * Por sus intercesiones, oh Cristo Dios, * salva nuestras almas.

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